Professional Documents
Culture Documents
Boletim CILA-CIAH
(Centros Interdisciplinares del ILAACH)
Junio 2018
Nome, e cidade ou estado de origem ou país, e ano que entrou e o ano que se
graduou?
Sou Mauricio dos Santos, nasci em Medianeira no estado do Paraná, Brasil. Iniciei meus
fazer a monografia, como afetou na sua vida e seus aprendizados? E como é de fato
Acredito que eu não escolhi estar com o povo de santo. Mas foram eles que me
escolheram e deixaram entre amigos. Assim como Evans-Pritchard escreveu que não
estava interessado em estudar bruxaria quando chegou ao país dos zandes, mas os
azandes estavam. Ou como Mãe Marina de Ogun já me disse: “Exu matou um pássaro
Meu TCC teve como área de pesquisa a antropologia das religiões afro-brasileiras e ou de
sentidos que me permitiram propor uma possível relação e comparação entre o oficio de
terreiros com outros espaços, como por exemplo as matas, pedreiras, rios e cachoeiras
Com as fotografias do TCC em 2017 fui premiado pelo II Prêmio Lola Alvarez Bravo de
TCC em 2016 junto com Felipe Lovo, realizamos um curta documentário, intitulado
“Terreiros”, que foi selecionado pelo Canal Futura no Edital de Curtas Universitários e em
2017 foi exibido em rede nacional. O curta documentário também foi selecionado e
concorreu como melhor filme em diversos festivais, entre eles o 8º Festival Internacional
Nos dias de hoje, estou concluindo meus estudos no mestrado do Programa de Pós
Esse tema mais se apresentou para mim do que eu a ele. A princípio tinha outra
ideia de pesquisa, já avançada, inclusive com orientador direcionado para tal tema.
Entretanto, considerando as poucas condições de realização de tal ideia acabei por
perceber ao meu redor e as experiências que havia passado durante minha graduação.
Na própria monografia desenvolvi de forma breve esse processo, em Aproximação
aos Campo(s). Segui assim o princípio do que Rita Segato chama de ‘Antropologia
por Demanda’ e me direcionei as cobranças dos próprios docentes a nós, acadêmicos.
El hombre de negro
Liga semiprofesional, donde la nuca del linier suda y se ofrece como blanco perfecto
para el proyectil o la punta metalizada del paraguas, que propinar puede un golpe certero y
casi mortal, y después escabullirse desapercibido. Hay alguien que espera al hombre de
negro a la salida, la Guardia Civil observa la escena. Es la pesadilla de los árbitros, que se
repite cada domingo. Le insultan, lo zarandean como un muñeco de trapo, lo amenazan y
amonestan, le mentan hasta la madre y después lo intentan agredir. Sin embargo él,
constante, imperturbable, se entrega una y otra vez, donde nadie lo quiere, patético remedo
de autoridad cívico-militar. El árbitro comparece al campo armado con una coraza mental y
se hace fuerte en cada decisión pese a los insultos que escucha por parte de ambos bandos.
No hay margen para la duda. Cada uno tiene sus tácticas y sus estrategias, su pose y su
punto de articulación, su tonalidad exquisita o vulgar, con actitudes que van de la cálida
amistad a la fría autoridad. Aún así, pese a su rigor estoico y su apariencia mística –el
blanco de la piel contrasta con la negra austeridad del uniforme– los hay más violentos y
agresivos, que han aprendido algún tipo de arte marcial, o que asisten a cursos de
autodefensa personal. Para ellos el partido del domingo es el campo de prácticas perfecto.
Se le llama el juez, pero también el cuervo, la viuda, el hombre de negro.
El caso más paradójico es el de las mujeres-arbitro, las cuales, contra lo que se suele
afirmar no responden necesariamente al prototipo de la mujer hombruna, fea y sin encantos.
Aunque ese tipo también existe, recuerdo casos de jóvenes mujeres de delicadas facciones y
pelo largo, con piernas, eso si, bien torneadas por el deporte, que no despertaban violencia,
sino acato, que emanaban autoridad en el terreno de juego, y por lo general se hacían
respetar.
El diez
En Tercera Regional también existen jugadores especiales, quienes parece que tienen
una cita con la gloria. En muchas ocasiones, se trata de individuos problemáticos, tanto
dentro como fuera del campo, confirmando una constante universal de que los genios son
invariablemente conflictivos y tumultuosos. Frente al prototipo del jugador voluntarioso, el
Diez actúa a su manera, sin presiones estadísticas, depende de una genialidad asistemática y
fluctuante, una forma de sensibilidad que está directamente ligada al estado anímico. Para
mí, el mayor diez de todos los tiempos no ha sido Maradona, ni Messi, ni ningún otro diez
de los conocidos mundialmente, para mí el mejor diez fue Javucho, y nunca olvidaré lo que
significa sentir que alguien es capaz de hacer lo que otros ni siquiera pueden llegar a
imaginar.
Elijo a Javucho, no por un énfasis localista, sino porque él me hizo sentir, en varias
temporadas, lo que es brillar bajo la luz del diez. Javucho era un tipo que llamaba la
atención: caballera rubia, piernas largas, bastante delgado y alto. De sus botas salían jugadas
como de la chistera del mago conejos. Y después era capaz de tirarlo todo por la borda en un
momento, porque a veces, por cualquier motivo peregrino, le daba un ataque extraño y
comenzaba a insultar o a agredir a discreción. Sin embargo, cada domingo, cuando no
estaba amonestado, el diez llevaba su nombre, y los demás salíamos al campo sólo para
admirarlo.
Con el tiempo, cuando tuve suficientes datos, empecé a comprenderlo, una situación
familiar complicada, sin referente paterno, forjaron una personalidad en la que no había
límites ni fronteras, capaz de pasar de la alegría al odio en apenas unos segundos. Tarde o
temprano, aquella joya del fútbol mundial dejó de practicar el amado deporte, se buscó un
trabajo y parece que lejos de los campos aprendió a madurar, se perdió un futbolista, pero se
ganó un ciudadano. Tenía un carácter difícil, era violento e incontrolable, la pesadilla de
cualquier entrenador, cada cierto tiempo salía expulsado y se perdía varios partidos. Era
como si toda la angustia reprimida, los malos momentos, la desestructuración social que
veía en su familia, estallase en cada gol, en cada veloz jugada por la banda, en cada patada a
destiempo, en cada insulto, bofetón, golpe o escupitajo. Y sin embargo, lo queríamos, lo
admirábamos, por su libertad galopante, porque decía siempre lo que pensaba, porque no
cumplía las órdenes, porque no le importaba nada lo que pensáramos, porque era valiente y
arrogante. Por su zurda de oro.
Reserva especial: el veterano
Llegas al equipo y ahí está él, el veterano. Te han contado algunas de sus historias,
cuando estuvo a punto de…, cuando casi consiguió... Después de la enésima lesión, regresa,
tiene que vendarse los tobillos y a veces la rodilla se le resiente, visiblemente cojea, pero
cuando sale al campo es una maravilla verlo, la precisión de sus movimientos, su toque de
balón, su elegancia, sus dotes de mando y organización. Sacará al equipo de terribles
situaciones, meterá goles y repartirá oportunidades entre sus compañeros con la vitalidad de
un joven. Ese jugador tendrá su propia área de influencia, lo rodean los muchachos para
escuchar sus historias singulares, y podrá incluso cuestionar al entrenador cuando éste se
equivoque. De jugador veterano a vieja gloria no hay ni un paso, es un proceso gradual,
cuando el jugador se retira, todo será sucedáneo de fútbol, las pachangas en la playa, los
partidos de veteranos. Solo le queda permanecer en la memoria de los paisanos por un
tiempo, hasta que llegue un momento en que algún muchacho pregunte por el hombre de la
fotografía y nadie sepa qué contestarle.
El “sargento metódico” es otro de los prototipos. Con este tipo de entrenador, los
entrenamientos tienen semejanza con los ejercicios militares, el entrenador exige
concentración máxima y actitud de entrega, la titularidad se gana palmo a palmo,
demostrándole al entrenador que la mereces. Cuando termina el entrenamiento, el
entrenador se relaja y descontrae, hasta el punto que parece mentira que ese mismo
individuo campechano estuviera hace apenas unos minutos dictaminando una disciplina
ejemplar. El “entrenador teórico”, por otra parte, forjado en bibliotecas y cursos de
entrenador, generalmente no han tenido éxito jugando al fútbol. Supera su complejo de
inferioridad gracias al estudio constante y pretende que los jugadores lleguen a
comprenderlos, lo qual suele ser difícil, pues la mayoría de los jugadores de futbol se jactan
de su ignorancia y desprecian cualquier forma del saber. Sócrates decía que los jugadores
deberían ser obligados a estudiar en las concentraciones y en su vida diaria, y razón no le
faltaba.
Masajistas amateur
Todos aquellos recuerdos de momentos ideales no volverán, puede ser que acceda a
algún sucedáneo puntual, pero aquí se trata de algo así como olvidar a la primera novia.
Peor aún, porque la solidaridad aquí se establecía inter pares, sólo para hombres, camaradas,
amigos, un equipo sólido y homogéneo. Entonces, hasta el entrenador podía ser
prescindible. Éramos una piña, sin envidias ni rencores, y juntos descubríamos el mundo
cada fin de semana. Acababa el partido del sábado y nos íbamos a casa de alguien a
relajarnos. Las botellas corrían de mano en mano, los cuerpos doloridos, piernas en alto, con
esguinces o moratones nos intoxicábamos a modo de anestesia. Y después, ya inmunes al
dolor, salíamos a recorrer la ciudad, comentando los pormenores del partido.
Urbano Estrella