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I. ANTECEDENTES
Acorde con tal innovación, El Código del Medio Ambiente y los Recursos
Naturales, aprobado por Decreto Legislativo Nº 613[3] de fecha 08 de setiembre de
1990, en su artículo VI del Título Preliminar establecía que toda persona tenía:
“El derecho de participar en la definición de la política y en la adopción de las medidas
de carácter nacional, regional y local relativas al medio ambiente y los recursos
naturales”.
En el Capitulo III De los Derechos Políticos y de los Deberes, la citada Carta Política, en
el artículo 31º dispone que los ciudadanos: “Tienen derecho a participar en los asuntos
públicos mediante referéndum; iniciativa legislativa; remoción o revocación de
autoridades y demanda de rendición de cuentas. Tienen también el derecho de ser
elegidos y de elegir libremente a sus representante, de acuerdo con las condiciones y
procedimientos determinados por ley orgánica”.
II. ETIMOLOGIA.-
En México, Constantino Toto[10], expresa que: “Por regla general, cuando se habla
de participación ciudadana, inmediatamente se tiende a referirla al estrecho ámbito
del ejercicio del sufragio y al cumplimiento de un conjunto de obligaciones que
constituyen el marco de referencia más general de las relaciones entre individuos y
sistema político”. Refiere el autor que una de las preocupaciones clásicas de la
reflexión politológica y de la sociología política ha sido la búsqueda y exploración de los
mecanismos de inclusión de los individuos, en tanto miembros de una comunidad
política dada, en la gestión, el control y la toma de decisiones que generan esquemas
vinculantes.
¿Pero cómo funciona esa participación en las sociedades modernas? Diremos que
funciona de acuerdo con el entorno político y con la voluntad individual de quienes
deciden participar y que no hay recetas porque en cada país la participación adopta
formas distintas. La respuesta podría considerar los motivos individuales de cada una
de las personas que, en un momento dado, toman la decisión de participar en los
asuntos públicos. Pero también se tendría que tomar en cuenta las condiciones
políticas que rodean esa participación: Las motivaciones externas que empujan o
desalientan el deseo de formar parte de una acción colectiva, y el entramado que
forman las instituciones políticas de cada nación. La participación entendida como una
relación “operante y operada”, como lo diría Hermann Heller[13], entre la sociedad y el
gobierno:Entre los individuos de cada nación y las instituciones que le dan forma al
Estado.
c) Referéndum;
a) Revocatoria de Autoridades,
b) Remoción de Autoridades;
d) Otros mecanismos de control establecidos por la presente ley para el ámbito de los
gobiernos municipales y regionales.
Y, como tener una democracia auténtica? Sobre el punto, Cedeño Araujo[16] plantea
una tesis referente a los principios fundamentales que debe tener toda auténtica
democracia: “La interrelación del ser humano con las instituciones socio-políticas del
Estado originó la existencia del ciudadano. Las relaciones entre el ciudadano y el
Estado comprometen beneficios mutuos. El ciudadano se compromete a respetar las
leyes y el Estado a garantizar con estas leyes los derechos del ciudadano”. Por tanto,
afirma que “Si el Estado no garantiza la protección de los derechos del ciudadano,
estaría incurriendo en violación de los fundamentos esenciales de la democracia”.
Conceptúa que: “Es el pueblo el que hace al Estado y no el Estado el que hace al pueblo.
No es lo mismo entender el ideario del predominio del Estado-Pueblo como el principio
y el fin fundamental de la democracia; que creer que el Gobierno de turno, por haber
sido elegido al amparo de las ideas de la democracia, pueda sustituir al Estado Pueblo”.
Para una mejor comprensión de su tesis, define al Estado-Pueblo como: “La comunidad
de mujeres y hombres en condición de ejercer con libertad el derecho de la
autodeterminación.[17] El Estado Pueblo debe garantizar el imperio de la equidad de
los deberes y derechos políticos que permita ejercitar el derecho del sufragio para
elegir al Gobierno que los represente y resuelva la problemática de la gobernabilidad
con una coherente política tributaria y con una administración honesta de la hacienda
pública, a fin de gobernar con equidad y justicia, para cumplir y hacer cumplir los
deberes y los derechos contractuales de toda la ciudadanía, sin distinciones jerárquicas,
ideológicas, religiosas, sociales, económicas u otras”.
Para Cedeño, la democracia para estos tiempos exige que el pueblo ejercite una
auténtica participación[19] y predominio soberano en el gobierno político del Estado.
Exhorta que: “Si la familia no aprende a vivir en democracia, la sociedad jamás
aprenderá a cultivar una auténtica democracia participativa. La población
prodemocrática debe promover programas de enseñanza escolarizada y no
escolarizada que enseñen los principios básicos de políticas comparadas que liberen al
educando de los colegios y universidades del vil resentimiento de los politicastros que
no admiten ni respetan el triunfo de los elegidos democráticamente por el Estado
Pueblo. Es necesario que nuestras juventudes se capaciten y desarrollen una
responsable concienciación de valores morales, éticos y cívicos del electorado para
compartir responsabilidades en las organizaciones cívicas -sin obedecer consignas
partidistas- para participar progresivamente como buen vecino”. Finaliza sentenciado
que: “Una democracia auténtica para estos tiempos debe ser el sistema de gobierno
que consagre permanentemente la soberanía del Estado Pueblo sobre
el Gobierno elegido”.
En cuanto a los estímulos para que una persona participe en los asuntos
colectivos, Merino[20] dice: “Es verdad que mientras más estímulos políticos reciba una
persona de su entorno inmediato, más inclinaciones tendrá a participar en asuntos
colectivos y más profunda será su participación. Pero esto no significa que esos
estímulos producirán una especie de reacción automática de los individuos: para que se
produzca la participación, es imprescindible que haya una relación entre ellos y las
necesidades, las aspiraciones o las expectativas individuales”.
Al mismo tiempo, el autor recomienda tener en cuenta que, aunque esa relación opere
con claridad, un exceso de estímulos puede causar un efecto contrario a la voluntad de
participar, como lo han sostenido otros autores, que subrayan la relevancia de este
punto: Estimular la participación no significa saturaría de mensajes y discusiones, sino
hacer coincidir sus intereses individuales con un ambiente propicio a la participación
pública.
En ese sentido, estimamos que el Foro del Acuerdo Nacional, creo el Grupo de
Gobernabilidad (2005) con el propósito de reflexionar sobre los múltiples factores que
inciden en la gobernabilidad democrática y elaborar propuestas que contribuyan a
fortalecerla. Las Propuestas Generales fueron:
1.1.- Esta tarea, que compete al gobierno, a los partidos políticos y a la sociedad civil,
incluyendo en ésta a los medios de comunicación, requiere el logro de la cohesión social
indispensable para la estabilidad institucional. Si bien las políticas de Estado, el Pacto
de Mediano Plazo por la Inversión y el Empleo, el Pacto Social de Compromisos
Recíprocos por la Educación y, en general, los diferentes acuerdos adoptados por el
Foro, constituyen aportes en la dirección señalada, el Grupo de Gobernabilidad
considera necesario proponer diversos mecanismos que
Parafraseando a César Vallejo, tendremos que decir: Hay hermanos, muchísimo que
hacer; para entender la dinámica de la democracia, pero un hecho irrefutable es que,
sin la participación ciudadana, sencillamente la democracia no existiría.
(*) SANTIAGO GRAU LEON, abogado, con estudios de Maestría en Gestión Municipal y
Desarrollo Local y estudios de Doctorado en Derecho. Actual Asesor Legal de la
Subgerencia de Medio Ambiente de la Municipalidad Metropolitana de Lima.
[3] La Ley Nº 28611, Ley General del Ambiente, promulgada con fecha 15-10-05, derogó
el Decreto Legislativo Nº 613, que aprobó el Código del Medio Ambiente y los Recursos
Naturales.
[4] Andaluz, Carlos – Valdez, Walter (1999) Código del Medio Ambiente y los Recursos
Naturales, Proterra, Lima, pág. 62.
[9] Cabanellas Guillermo (1996) Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, Tomo II,
Editorial Heliasta SRL, Buenos Aires, Argentina, pág. 153.
[10] Baca Olamendi, Laura (2000) Léxico de la Política, FLACSO, México, pág. 509-510.
[11] Mellado Hernández Roberto (2001) Participación Ciudadana Institucionalizada y
Gobernabilidad en la Ciudad de México, Editores Plaza y Valdés, pág. 20-21.
[13] Heller, Hermann, Teoría del Estado, Fondo de Cultura Económica, México, 1942.
[14] Albán Peralta, Walter (2005) La Constitución Comentada Análisis artículo por
Artículos, Tomo I, Gaceta Jurídica S.A., pág. 181-183.
[15] Ministerio de Justicia (2001) Constitución Política del Perú y Tratados sobre
Derechos Humanos, Cuarta Edición Oficial, pág. 384.
[16] Cedeño Araujo, Claudio (1998), Una democracia para estos tiempos, Colección
Lucidario Nº 065.
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