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Nota: Esta es una reescritura y completa actualización del artículo original escrito en
Marzo de 2006.
Definiendo el Género
Desde los inicios de Japón en el mundo del cine se ha utilizado la época imperial y
feudal y sus personajes como ambientación para sus películas, surgiendo así el
denominado jidai-geki, o cine histórico japones. A raíz de estos dramas históricos se
crea el conocido como ken-geki, o cine de espadas, que centra su arte en la figura de los
Samurais y en el movimiento y la acción con espadas que no poseen los jidai-geki. La
cultura popular japonesa acabaría por utilizar el término Chambara para referirse a este
ken-geki y así ha llegado hasta nuestro días.
En occidente, el teatro fue el antepasado del cine mudo, ese fue también el caso en
Japón. Autores como Shôjiro Sawada dieron al teatro unos combates entre espadachines
mas acompasados y realistas que las piezas clásicas del Kabuki (teatro tradicional
japones), volviéndose rápidamente muy populares entre el público.
Las primeras cintas de luchas con espadas provienen de los años 20. Generalmente
había un único combate y el público esperaba con impaciencia el enfrentamiento entre
los antagonistas en el Dai-Ketto (El Gran Duelo).
Directores como Daisuke Ito con “A Diary of Chuji’s Travels” (1927) o Masahiro
Makino con “Takadanobaba Duel” (1937) y actores como el nombrado Tsumasaburo
Bando o Denjiro Okochi, del que podríamos destacar sus interpretaciones como el héroe
Tange Sazen a principios de los 30, ayudaron al encumbramiento del género, pero otros
directores de la talla de Tomu Uchida, Hiroshi Inagaki o Shozo Makino (considerado el
padre del cine japones) también realizarían muchos y buenos Chambaras.
Con el estallido de la guerra en 1935 todo cambiaría en el Japón. La censura llegaría al
cine y las historias dramáticas y los decadentes Ronins desaparecen de escena para dejar
paso a los héroes salvadores, modelos a seguir en estos tiempos difíciles.
Los realizadores que estaban en la palestra antes de la guerra volvieron a producir, así
tenemos la realización de remakes de antiguas películas como “Chushingura” (Hiroshi
Inagaki, 1962) o “Tange Sazen” (1953, Masahiro Makino), protagonizada de nuevo por
Denjiro Okochi. También se produce el regreso del mítico Miyamoto Musashi en cintas
como la trilogía de Hiroshi Inagaki (1954-1955), protagonizada por Toshiro Mifune, o
la serie de 5 películas de Tomu Uchida (1961-1965), protagonizadas por Kinnosuke
Nakamura. La primera cinta de la trilogía de Inagaki impacto tremendamente en
occidente, llegando a ganar el Oscar a mejor película extranjera.
Hacia mediados de los 70 el Chambara dejó de interesar tan intensamente como antes, y
el declive general de la industria cinematográfica nipona hizo que la producción
decayera.