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Sociedad

25 de marzo de 2018
Cómo impactó en Uruguay la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo
El aborto sin estigma
Desde que se implementó la norma en 2013, no hubo muertes por esa práctica. El principal cambio, además,
fue que dejara de ser tabú. Cómo funciona el sistema y las dificultades que persisten. Las falencias de la ley,
una advertencia para la discusión en Argentina.
Por Mariana Carbajal

La mano naranja fue un sello propio de las mujeres en la campaña por el aborto en Uruguay.

“En Uruguay el aborto dejó de ser una práctica en la que se puede perder la vida”, destaca la antropóloga
feminista Susana Rostagnol, docente e investigadora en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación de la Universidad de la República, donde coordina el Programa Género, Cuerpo y Sexualidad.
Ese ha sido el principal cambio a partir de que en el país vecino, desde 2013, las mujeres pueden acceder a
un aborto en el sistema de salud, público o privado, dentro de las 12 semanas de gestación. La legalización
permitió además que prácticamente desaparezca el estigma que había en torno al tema, agrega Soledad
González, politóloga feminista, del área de Derechos Sexuales y Reproductivos de Cotidiano Mujer, una ong
que formó parte de la coalición de organizaciones que militaron históricamente por convertir en derecho la
interrupción voluntaria de embarazo en Uruguay. En diálogo con Página/12, las dos expertas analizaron el
impacto de la implementación de la Ley de IVE en estos cinco años y advirtieron sobre los aspectos que
deberían mejorarse –y tenerse en cuenta en la discusión en el Congreso en Argentina, para no repetirlos– con
el objetivo de garantizar efectivamente a las mujeres la interrupción legal de embarazo y, evitarque recurran
a la clandestinidad, con todos los riesgos que eso significa.

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Los pasos del sistema

Por Mariana Carbajal

Aunque no es la mejor ley, porque obliga a las mujeres a cumplir con un proceso burocrático de varias
consultas y un período de reflexión de cinco días, “es muy importante que se haya aprobado porque permite
que hoy unas 10 mil mujeres al año aborten en la legalidad”, señaló González. La norma despenalizó el
aborto en las primeras 12 semanas de gestación, siempre que la mujer siga con un proceso de tres consultas,
y hasta las 14 semanas si se trata de un embarazo producto de una violación. Cuando está en grave riesgo la
vida de la mujer o el feto tenga malformaciones incompatibles con la vida extrauterina, no hay límites de
tiempo para una IVE. Pueden acceder al aborto las mujeres uruguayas mayores de 18 años, las extranjeras
con un año de residencia y las adolescentes, con aval médico, o acompañada por uno de sus padres o con
orden judicial. En el caso de las mujeres con discapacidad intelectual, el aborto lo tiene que solicitar su
curador.

Del total de mujeres que consultan en los servicios de salud para interrumpir legalmente un embarazo, el 94
por ciento persiste en su decisión, y solo un 6 por ciento, finalmente decide continuar con la gestación, de
acuerdo con las estadísticas oficiales difundidas por el Ministerio de Salud Pública de Uruguay. Esta
proporción se mantiene constante, año a año.

–¿Qué cambió en el imaginario social en relación al aborto con la aprobación de la ley? –le preguntó
este diario a Rostagnol.

–El mayor impacto ha sido la despenalización social. Socialmente la gente sabe que es algo legal, que no se
tiene que hacer clandestinamente, que se puede hablar. En realidad, el aborto salió del closet unos años
antes, cuando se implementó desde el Gobierno la política de consejería pre y post aborto. Pero con la ley
instaurada esa idea se amplió. La ley bajó el estigma sobre el aborto. Hoy el aborto tiene una legitimación
que no tenía antes de la ley. Quienes están en contra, son aquellos asociados a las iglesias evangélicas o al
Opus Dei, un enclave bien delimitado. Lo que sí sucede todavía es que hay mucha desinformación sobre
cómo se aplica la ley. Muchas mujeres piensan que el aborto se hace en la policlínica y no que les dan
medicación, misoprostol y mifepristona, para hacérselo en su casa. La ley es perfectible. No es la ley que
queríamos. Hay objetores de conciencia que la obstaculizan. Pero a pesar de las dificultades para la
accesibilidad, las mujeres abortan hoy sin temor y eso es fundamental. Dejó de ser algo donde se puede
perder la vida, no está la vida en juego cuando una mujer aborta. Y eso es muy importante.

Un dato que muestra la importancia de la legalización y despenalización, apunta González, es que, desde
que entró en vigencia la ley, no se produjeron muertes por abortos dentro de sistema de salud. En cambio, se
registraron tres fallecimientos por esa causa como consecuencia de prácticas clandestinas, que todavía
persisten, por varias razones. Por un lado, el mismo burocrático proceso que exige la ley, para poder acceder
a un procedimiento legal: a veces hay mujeres que no llegan a cumplimentarlo dentro del plazo de las 12
semanas, porque hay demoras en los mismos servicios en darles turno. Otro motivo es que en algunas
provincias –o departamentos, como se llaman en Uruguay– la casi totalidad de médicos ginecólogos se
declararon objetores de conciencia, como una virtual medida de desobediencia civil a la normativa (ver
aparte).

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Cuántas abortan en la legalidad

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El proceso para llegar a la legalización

Por Mariana Carbajal


–Antes de la aprobación de la ley, se estimaba que había cerca de 33 mil abortos anuales en el país. Hoy
tenemos alrededor de 10 mil. No creemos que hayan disminuido en esa medida, sino que todavía una
proporción elevada de mujeres termina en la clandestinidad. A veces tienen que hacer 300 o 400 kilómetros
para llegar a un hospital donde haya un servicio médico que les brinde atención, y eso se convierte en
obstáculo –indicó González, de Cotidiano Mujer.

–¿Qué significó la ley para las mujeres?

–La legalidad hace que todas podamos hablar del aborto en todos lados, que hagamos denuncias sobre las
malas prácticas, las demoras en la atención, y que además podamos dar talleres en colegios secundarios
porque las adolescentes también tienen derecho al aborto. Se rompió un tabú. Toda la discusión pública
cambia a partir de que es legal el aborto. Además, es más económico el aborto. Se pasó de 500 dólares que
costaba en la clandestinidad, antes de la aprobación de la ley, a que las mujeres tengan que desembolsar solo
el equivalente a entre 3 y 5 dólares, por el bono que se paga por cualquier atención médica y el acceso a
medicamentos.

–¿Y cómo funciona en la práctica el procedimiento que debe cumplir la mujer que quiere abortar?

–Tienen unos cuantos problemas, pero como en tantas otras cosas, las mujeres logramos sortear las barreras
y dificultades, para terminar abortando en el marco de la legalidad. Es una ley compleja de implementar, por
el porcentaje de médicos que se declararon objetores de conciencia. Además, durante el debate en el
Parlamento nunca se calculó la cantidad de personal de salud que iba a ser necesario para conformar los
equipos interdisciplinarios que obligatoriamente las mujeres tienen que consultar. La ley dice que a las 24
horas de la primera consulta la mujer tiene que tener esa entrevista con el equipo interdisciplinario. Pero no
existe en el sistema de salud esa cantidad de personal disponible para que el sistema funcione como dice la
ley. Mujeres que llegan cerca de las 12 semanas, muchas veces no pueden abortar en la legalidad. Y nadie se
hace cargo de esa situación desde el Estado. Las mujeres quedan sin ningún amparo. En el hospital Pereira
Rossell, el más grande del país, ubicado en Montevideo, si la mujer llega de 11 semanas, se le garantiza que
ese día tenga la primera consulta y la entrevista con el equipo interdisciplinario, y a los cinco días puede
acceder a una IVE. Pero esto no sucede en todos los centros de salud. En algunos el proceso demora no
menos de 15 días y más, también. Estamos denunciando desde Cotidiano Mujer que en algunos lugares están
dando turno para la segunda consulta, recién un mes después. De todas formas le ley ha sido muy
importante. Fue la ley posible cuando se votó. Seguramente en un futuro cercano se puede reformar para
mejorarla y sacar las exigencias innecesarias, entre otras barreras.

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