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© Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares, CIDAP
P. O. Box 01.01.0 - 557

ISBN 84 - 89420 - 22 - X

Primera edición: octubre de 1992


1.500 ejemplares

Diseño Gráfico: Alicia Dávila de Mera


Dibujos de la Portada: María Cecilia González
Dibujos: G. Sjoman
Fotografías: Lena Sjoman

Sjoman, Lena
Vasijas de barro, la cerámica popular en el Ecuador
Cuenca, CIDAP, 1992

404 p. il.

l. CERAMICA POPULAR -ECUADOR


2. ECUADOR-CERAMICA POPULAR
3. CERAMICA - TECNICAS
l. Título

Esta publicación fue financiada por


Foreningen Svensk Form
Indice

Presentación
Joaquín Moreno 9

Prólogo 13

Contenido del libro 15

Introducción 17

Aspectos históricos 21

Aspectos socio-culturales y económicos 29

Localidades alfareras por áreas tecnológicas 41

Localidades alfareras donde se utiliza


la técnica del golpeado 45
Sierra Centro Sur
Azuay, Cañar, Norte de Loja
Técnica del golpeado 47
Jatumpamba 55
Sérrag 77
Las Nieves 81
Cera 85
Yucucápac 103

5
Localidades alfareras donde se utiliza la técnica
del modelado 105
Sierra Centro Sur, Occidente de Azuay
Tecnica de modelado libre 107
Sierra Centro Sur, Costa Centro Sur,
Azuay, Guayas
Técnica del tomo 111

Localidades alfareras donde se utiliza la técnica


del torno. 117
Chordeleg 119
Cuenca 137
Samborondón 150

Localidades alfare ras dondes se utiliza la técnica


del acordelado. 167
Sierra Sur, Loja
Técnica del acordelado 169

Localidades alfareras donde se utiliza la técnica


del molde invertido, acordelado y paleteado. 171
Sierra Sur, El Oro
Técnica del molde invertido, acordelado
y paleteado 173
Sierra Central, Chimborazo, Bolívar
Técnica del doble molde 181

Localidades alfareras donde se utiliza la técnica


del doble molde. 185
Siguilán 187
San José de Chimbo 194
Sierra Central, Sierra Norte
Cotopaxi, Pichincha (Chimborazo,Imbabura) 199

6
Localidades alfareras donde se utiliza la técnica
del moldey torno 207
La Victoria 209
Guayllabamba 233
Otavalo 236
Cotocollao 238
Calpaquí 240
Sierra Central, Cotopaxi
Técnica del molde de dos tapas 243

Localidades alfareras donde se utiliza la técnica


del molde de dos tapas. 247
~ilí 2®
Sierra Norte, Imbabura
Técnica del molde invertido y acordelado 259

Localidades alfareras donde donde se utiliza la técnica


del molde invertido y acordelado. 263
Peguche 265
Tunibamba - Alambuela 269
La Rinconada 274
Costa Centro-Sur, Costa Central
Guayas, Manabí
Técnica de "jalado o modelado y raspado" 278

Localidades alfareras donde se utiliza la técnica


del modelado, jalado y raspado. 285
Buena Fuente 287
Las Piñas 296
Soso te 302
San Isidro 309
La Pila 314
Región Amazónica Central y Sur
Napo, Pastaza, Morona-Santiago
7
Técnica del acordelado(engobes y resinas vegetales) 330

Localidades alfareras donde se utiliza la técnica del


acordelado (con engobes y resinas vegetales) 335
Sarayacu 337
Sevilla Don Bosco 353

Perspectivas de la Cerámica Popular en el Ecuador 357

Vocabulario 365
Vocabulario de palabras quichuas o de origen
quichua 377
Palabras quichuas de Pastaza 379
Vocabulario Shuar 381

Cuadro sinóptico de localidades alfareras. 389

8
Presentación

Cuando leía las páginas de este libro -que aún no tenía


nombre- no sabía cómo llamarlo.

Lo leía con la mente abierta, esperando que me hablaran


sus páginas.

Y las voces comenzaron a llegar: venían desde Las


Nieves y Sérrag, desde El Tablón y Jatumpamba; desde lugares de
nombres poéticos como Chordeleg y Yucacápac. Eran voces de
artesanas de Tacoranga y Tarapal, Guayllabamba y Siguilán. Venían
del norte, de Pujilí y de Cotocollao, de Otavalo y Calpaquí, de
Peguche y Tunibamba; de la costa de Samborondón y Valdivia, de
Sosote y de La Pila; de las selvas amazónicas: de Sarayacu ...

A veces tenían un timbre de optimismo y hablaban con


inmenso cariño del barro. Otras eran tan solo casi un eco: los restos
de una tradición que moría. En ocasiones eran un coro familiar o,
incluso, un coro mayor que alcanzaba las dimensiones-de un barrio
o de un pueblo. En otras era casi un solo. Eran las voces de la tierra.

Todas ellas habían sido recogidas cuidadosa por Lena


Sjomann, antropóloga sueca que dedicó varios años de su vida a este
trabajo.

Pero la palabra que he empleado en la frase anterior no


refleja realmente el cómo recogió estas voces. Es cierto que lo hizo
con cuidado y precisión científicos. Mas a Lena no le bastaba ser la
9
investigadora que llegaba y con sus ojos expertos descubría la
mínima variante en la técnica empleada -definitivamente uno de los
aportes del presente libro- sino que lo hacía con amor. Su amor le
hizo batir los diversos barros de los que habla. La hizo participar en
mingas. La hizo colaborar en la construcción de hornos. Le hizo
hacer tantas cosas que hasta aprendió a hilar: nn día llegó a las
oficinas del CIDAP con el huso y la lana, y con dedos ya ágiles, nos
trató de enseñar lo que había aprendido. No se contentaba con ver e
investigar. Quería sintonizar plenamente, quería vivir plenamente la
vida de quienes trabajan con la tierra.

Por eso en las páginas que van a leer encontrarán calor


y confianza. Y las voces mostrarán la sinceridad de las conversaciones
sostenidas entre Lena y Ricardina Segovia, entre Lena y Carlos
Herrera, entre Lena e Isabel Chango, entre Lena y tantos y tantos otros
artesanos de todas las regiones de este Ecuador que lo recorrió una
y otra vez.

Muy a propósito no he querido presentar el libro. En


cierta manera los libros no necesitan de presentación: hacen su vida
solos. Se imponen y permanecen por sus virtualidades. O se
esconden en esos rincones olvidado s de las bibliotec as por sus
defectos.

Conscientemente he querido dejar constancia de un solo


aspecto: del cómo fue realizada la investigación, del cariño y
profesionalidad que puso Leja Sjomann en ella.

He querido que destaque el nombre y el apellido de su


autora, una y otra vez, porque es un nombre que permanecerá en la
historia de las investigaciones ecuatorianas; porque el aporte que el
Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares, CIDAP,
puede hacer a la cerámica ecuatoriana, es fundamental y lo debe a
ella, a Lena Sjomann.
10
Cuando continuaba leyendo las páginas de este libro -
rse Las
que aún no tenía nombre y que parecía obstinarse en llama
de barro.
Voces de la Tierra- otra frase empezó a destacarse: Vasijas
cuando
Así nació la duda. Una duda que se mantiene aún ahora
Voces de
escribo estas letras para enviar el libro a la imprenta. Las
ría Vasijas
la Tierra ... Vasijas de Barro ... La decisión se tomó: se llama
taciones la
de Barro. Pesó mucho toda la inmensa carga de conno
frase tiene. Y el libro tuvo nombre.

Joaquín Moreno Aguilar


Subdirector de Publicaciones del CIDAP

11
Prólogo

He querido que este libro trate, no tanto sobre la cerámica


popular en el Ecuador sino que sea, en primer lugar, de los alfareros,
de las mujeres y de los hombres que elaboran la cerámica artesanal.

De ellos son las voces recogidas y de ellos son los cono-


cimientos que se transmiten aquí. Espero, también, que ellos sean los
primeros en encontrar algo de útil y ameno en estas páginas.

El material de este libro fue recopilado durante el trabajo


de campo de tres años, 1987 - 1990, llevado a cabo por convenio entre
la institución sueca de artesanías y diseño "Svensk Form" y el Centro
Interamericano de Artesanías y Artes Populares - CIDAP.

Pude visitar, durante estos años, alrededor de 30 loca-


lidades alfareras del país, siendo, por lo tanto, los datos que se pre-
sentan aquí, de primera mano. Las fuentes secundarias pueden
encon-trarse en las bibliografías.

En las localidades grandes, de muchos alfareros, 'mi es-


tadía fue de uno a tres meses, mientras en los lugares de pocos cera-
mistas las visitas fueron más cortas. Los relatos de los alfareros difie-
ren bastante entre sí. A veces, las personas son más expresivas y
cuentan con gran detalle su trabajo y su vida. Otras veces no ha sido
posible obtener testimonios completos. Por otro lado ha sido necesario,
entre gran número de alfareros, escoger a unos pocos. Mi intención
ha sido la de dejar el mayor espacio para los alfareros, transmitiendo
13
lo más fielmente posible sus palabras, procurando que mis
explicaciones sean, más bien, un complemento.

Este libro es incompleto en muchos aspectos:

No se ha hecho un estudio económico profesional de los


mercados de la cerámica y de la situación económica de las familias
alfareras.

No se ha empezado el trabajo de hacer la "historia tecno-


lógica" de la cerámica partiendo de los diferentes áreas tecnológicas
definidas a continuación.

No se han hecho análisis químicos y mineralógicos de


las arcillas ni exploración o inventario de yacimientos de arcilla.

Tenemos por delante la tarea de implementar proyectos


de producción y comercialización de la cerámica popular y programas
de apoyo -asistencia técnica, créditos- a las familias alfareras.

Por lo tanto, el libro representa apenas un comienzo, una


base sobre la que trabajar. Espero que investigadores, instituciones,
los mismos artesanos, recojan los hilos sueltos y sigan el trabajo.

Este libro lo debo a los alfareros del Ecuador. Mi agrade-


cimiento por su paciencia, amabilidad y comprensión, por el tesoro
humano que me ha dejado mi trabajo con ellos, es de todo corazón.

Agradezco también a los colegas, colaboradores y ami-


gos, por sus ideas, críticas y sugerencias, y al CIDAP cuyo director
y personal me apoyaron en mi trabajo en todo momento.

Lena Sjoman

14
Contenido del libro

El libro está dispuesto de la siguiente manera.

Después de la Introducción se encontrarán algunos


aspectos históricos de la cerámica en el Ecuador. Sigue otro capítulo
corto donde se esboza la situación socio-cultural y económico de las
familias alfareras.

El cuerpo del libro lo constituye el recorrido por las


localidades alfareras del Ecuador, según las áreas tecnológicas defini-
das, y es en donde se encontrarán los testimonios de los alfareros.

Cada capítulo y cada tecnología sobre la que se encuentra


literatura, tiene su propia bibliografía.

Al final, se encuentran algunos apuntes sobre las pers-


pectivas de la cerámica popular en el Ecuador con sugerencias para
el apoyo a los alfareros tradicionales.

Completan el texto mapas de las áreas tecnológicas y de


las localidades alfareras, un cuadro sinóptico sobre las mismas, voca-
bulario, fotos y dibujos.

15
Introducción

El trabajo de la cerámica -la transformación de la arcilla


en objetos útiles o bellos para el hombre- es milenario: surge con las
primeras sociedades agrarias. Es clara la relación entre la tierra, los
alimentos, los objetos de barro y el mismo hombre quien cosecha los
frutos de la tierra, los prepara y come en recipientes de barro cocido
y vuelve a la tierra a su muerte muchas veces enterrado en una vasija
de barro.

El alfarero o la alfarera logran transformar la blanda,


moldeable arcilla en infinidad de formas las que, al cocerse, quedan
resistentes, durables, casi permanentes. Del barro se hacen desde
casas hasta la más fina vaiilla de porcelana.

El diálogo entre el hombre y el barro es privilegio del


que lo sabe formar. Qué es lo que va a formar entre las innumerables
posibilidades, le dice no sólo su propia creatividad, sino las necesidades
y los gustos de la sociedad en la que vive y trabaja.

Porque la cerámica no podemos comprenderla si la mi-


ramos como mero objeto, fuera de su contexto. Sus formas, diseños
decorativos, las técnicas utilizadas para fabricarla, quién la produce,
para qué y para quién, todo esto refleja las circunstancias históricas,
económicas y socio-culturales de la sociedad.

Cuando cambia la sociedad, cambia el papel y el trabajo


del alfarero y así cambia la cerámica.
17
restos de cerámica constituyen una importante ayuda para el arqueó-
logo en su intento de interpretar las sociedades antiguas. La cerámica
proporciona una pista para llegar al pasado y, por último, a la persona
que la fabricó, a su trabajo diario, para imaginarnos sus preocupaciones,
sus sueños y aspiraciones.

En el caso de la cerámica popular actual, saber algo


sobre estas cosas es más fácil, ya que llegan a nosotros directamente
los testimonios de la mujeres y los hombres que hoy producen objetos
de cerámica en forma artesanal. Sólo necesitamos conocerles y escu-
charles. Sus historias cuentan, las más de las veces, de arduo trabajo,
de una continua lucha por sobrevivir a base de su artesanía.

Porque lo que llamamos cerámica popular-la que fabrica


el artesano manualmente y muchas veces con técnicas rudimentarias
enfrenta graves problemas enla sociedad industrializada. Sin embargo,
sería erróneo afirmar que esta es una artesanía en extinción ya que
existe una demanda en el mercado por ella. Como toda artesanía,
tienen que enfrentarse y adaptarse a los cambios que tienen lugar en
la sociedad. Actualmente el mundo en el que también el artesano se
desenvuelve, exige mayores ingresos en efectivo, crea necesidades
de consumo. El alfarero, a la vez productor de un bien económico
y portador de una tradición cultural y estética, debe buscar nuevos
caminos para sobrevivir como artesano.

La alfarería experimenta cambios para satisfacer a nuevos


consumidores, como son las poblaciones urbanas y el mercado turís-
tico. Incorpora formas y diseños nuevos para corresponder a gustos
y demandas nuevas. La misma cerámica utilitaria es sacada del con-
texto sociocultural en el que tenía funciones prácticas, para pasar a ser
objeto suntuario o exótico en otro tipo de ambientes.

Podemos lamentar cuando el contenido cultural y estético

18
se ve relegado a un segundo plano en la lucha del alfarero por
sobrevivir económicamente. Sin embargo, debemos ser realistas.
Entre salvar la artesanía o salvar al artesano no hay alternativa real.
Si no sobrevive el artesano, tampoco la artesanía, a no ser como muer-
tas piezas de museo.

Lo que llamamos tradiciones, al contrario, algo vivo. Se


enriquece día a día con las experiencias y la creatividad acumulada
de los artesanos como seres que actúan dentro de la sociedad en la que
viven, bajo sus condiciones y circunstancias determinadas.

19
Aspectos históricos

Actualmente, es bien conocido que la producción de


cerámica en lo que hoy es el Ecuador, tiene profundas raíces históricas.
En la cerámica de la sociedad agraria de Valdivia de la costa ecua-
toriana, se ha encontrado la manifestación más antigua del continente
americano de esta artesanía, con inicios de alrededor de 3.500 A.C.
Esta tradición alfarera sigue en la cultura Machalilla, 1800-1500
A.C., para alcanzar su mayor perfección tecnológica y estética en la
cultura Chorrera, 1500-500 A.C.

La Costa constituye la zona más conocida arqueoló-


gicamente, habiéndose identificado cerámica utilitaria y ceremonial
de diversas culturas de los períodos subsiguientes de desarrollo re-
gional, 500 A.C. - 500 D.C. y de integración 500 D.C. - 1.100 D.C.

En la Sierra falta todavía mucho trabajo para lograr es-


clarecer los procesos prehistóricos, pero restos de cerámica se han
encontrado aquí desde el período Formativo Medio y Tardío, alrededor
de 2000 A.C., hasta la época Inka.

En cuanto a la Región Amazónica, se conoce cerámica


desde el Formativo Medio, alrededor de 2.000 A.C. hasta el período
de Integración, 500- 1100 D.C. En esta zona geográfica se han hecho,
todavía, pocas excavaciones arqueológicas.

A pesar de que mucho está por hacerse en cuanto a


investigaciones arqueológicas en el país, en general, se puede afirmar
21
que cada grupo humano, en tiempos prehispánicos, tenía sus propias
formas cerámicas -utilitarias y ceremoniales- así como sus distintas
técnicas de fabricación de la cerámica.

Al incorporarse los Andes Septentrionales al Tawan-


tinsuyo, en los lugares de mayor influencia Inka se produjeron "mes-
tizajes" de técnicas, formas y diseños entre la cerámica autóctona y
la inka.

Posiblemente los Inkas aprovecharon de la presencia de


alfareros locales para la fabricación de su propia cerámica de formas
estandarizadas. Es posible que esta cerámica formara parte del tri-
buto al Estado Inka y que alfareros especializados fueran concentrados
en lugares donde existían yacimientos de arcilla (ldrovo, 1990)

La cerámica inka se encuentra en toda la Sierra, siendo


uno de los lugares más importantes la segunda capital del Tawantinsuyo
- Tomebamba, la actual Cuenca.

Con la invasión española se produjo un cambio mucho


más brusco, que afectó a toda la sociedad andina y que significó la
desarticulación de sus instituciones, su cultura y sus tecnologías. La
cerámica, sus técnicas, formas y diseños, cambiaron también. Se
acabó la producción, antes tan importante, de cerámica ceremonial,
prohibidas las religiones autóctonas y sus expresiones por los
españoles. (ibid.).

Se introdujeron en algunos lugares, como Chordeleg y


Cuenca, las técnicas mediterráneas del tomo y el vidriado con barniz
de óxido de plomo para la producción de cerámica de acuerdo con los
gustos y las necesidades de la cocina española.

Estas técnicas fueron, probablemente, enseñadas por


maestros españoles, aunque la mayoría de los alfareros debieron
22
haber sido indígenas y de muy bajo prestigio social, ya que no se los
menciona en los documentos conservados de la época (ibid.).

Paralelamente, se siguió fabricando la cerámica autóc-


tona, destinada, más bien, a los consumidores rurales y a las clases
bajas de la ciudad.

La falta de fuentes escritas que mencionen la alfarería o


los alfareros, desde tiempos de la colonia para adelante, dificulta
enormemente la interpretación de la historia de la cerámica artesanal
del Ecuador hasta nuestros días. Toda la época de la república hasta
principios del siglo XX, -hasta donde se remontan los recuerdos de
los alfareros más viejos- constituye un gran vacío histórico.

No se han investigado las posibles "mezclas" de tecnolo-


gías entre lo indígena y lo español, lo antiguo y lo nuevo, que puedan
haberse dado.

A esto se suma la falta de investigaciones con el fin de


definir las técnicas de fabricación de las diferentes cerámicas prehis-
pánicas para comparar estas con las técnicas modernas de las mismas
zonas geográficas y lograr, de esta manera, hacer una "historia tecno-
lógica" para la cerámica tradicional del Ecuador.

Esto hace que, hasta la fecha, sea prácticamente imposible


determinar las raíces históricas de las técnicas de producción alfarera
que podemos suponer, con toda probabilidad son de origen prehispá-
nico y que utiliza gran parte de los alfareros actuales del Ecuador.

En el caso de "la técnica del golpeado" podemos, basán-


donos en recientes descubrimientos e indagaciones, vislumbrar un
origen histórico -la cultura cañari-.

También se encuentran algunos híbridos modernos,


23
como el uso del tomo y los "golpeadores" en Tunzha, Azuay, y del
molde y tomo en la Victoria, Cotopaxi.

Toda esta compleja relación entre tecnologías alfareras


y grupos humanos en el transcurso de la historia del país, constituye
un vasto campo aún por investigarse.

En cuanto a formas y diseños es difícil decir cuáles tie-


nen un ancestro aborigen y cuáles uno hispánico, ya que la mayoría
de las veces no existe una clara continuidad entre las formas de la
cen1rnica arqueológica y la actual.

Tratándose de formas tan funcionales en una sociedad


agraria como la olla, los grandes recipientes para líquidos o granos,
los "'tiestos" para tostar granos o asar tortillas y los platos para servir
comida, se puede estar seguro, en todo caso, de que ya existían en la
época prehispana y que, incluso, algunas de ellas fueron incorporadas
a la cenhnica española que, además, debía presentar formas funcionales
parecidas.

Parece ser, sin embargo, que, desde la introducción de la


tecnología mediterránea, no se han producido cambios significativos
en cuanto a técnicas y formas, ni en cuanto a centros de producción
y modalidades de comercialización, hasta mediados de nuestro siglo.

A partir de 1950, más o menos, se nota una adaptación


del tipo de producción a una demanda urbana, sobre todo con la intro-
ducción y rápida expansión del consumo de la maceta, así como cierta
producción de objetos de adorno, figuras y escenas "típicas" para un
mercado turístico.

Lo que se puede afirmar es que, por las circunstancias


históricas hasta ahora conocidas, la cerámica popular actual del
Ecuador, se puede dividir, de manera general, en dos grupos.
24
El primero lo conronnan los alf"areros que producen una
cerámica utilitaria de formas de probable origen prehispánico y con
técnicas que también son una herencia de las que se utilizaban antes
de la llegada de los españoles.

Las herramientas son pocas y sencillas, el proceso de


fabricación totalmente manual, se ut il i1,anengobes para la decoración
simple y se quema la cerámica al aire libre. En la mayoría de los
casos, las mujeres son las ceramistas, combinando este trabajo con la
agricultura y los quehaceres domésticos.

Dentro de este grupo tenemos la producción de cerámica


para consumo familiar exclusivamente, donde la habilidad como
alfarera era, tradicionalmente, uno de los requisitos naturales entre
las mujeres en edad de casarse. Este caso se encuentra todavía, a
pesar de una reciente comercialización, entre los pueblos de la
Región Amazónica donde, ade1m1s, existe todavía una cerámica
ceremonial. La situación debe haber sido similar entre los pueblos
aborígenes de la costa, los Ts,.ltchila y Chachi, aunque entre ellos
actualmente se ha perdido la cerfünica (Barett, 1925, Einzmann,
1985, Van Hogen, 1939).

Existen, por otro lado, las poblaciones alfareras que,


tradicionalmente, producen para consumo fuera de la familia, ya sea
a través del trueque o, posteriormente, para la venta-por dinero. Estas
tienen, normalmente, un mercado limitado, local y sobre todo, rural.

En algunos casos, estos centros logran una mayor cober-


tura geográfica de sus productos y una producción más grande, como
en los de Jatumpamba, Cañar; Cera, Loja; y Siguilán, Chimborazo.

En general, se puede decir que la producción de este tipo


de cerámica está disminuyendo y que, en muchas regiones del país,
ya quedan pocos ceramistas que trabajan con las antiguas técnicas.
25
En el segundo grupo encontramos los alfareros que
utilizan las técnicas introducidas por los españoles: el tomo y el vi-
driado a base del óxido de plomo, decoración pintada con óxidos, más
comúnmente el de cobre (verde). Se utiliza también un horno para
leña, de adobe o ladrillo, para quemar la cerámica.

En este grupo, el alfarero es el hombre, aunque le ayudan


su esposa e hijos. Los alfareros trabajan a tiempo completo y sus
talleres forman pequeñas empresas familiares que producen, muchas
veces, grandes volúmenes de cerámica para corresponder a la demanda
del mercado y que se venden, normalmente, a través de intermediarios
o comerciantes de cerámica.

Existe gran variedad de formas y diseños. No sólo se


fabrica cerámica utilitaria de formas de herencia hispano-árabe, sino
gran cantidad de macetas y, además, vajillas, adornos y figuras, desti-
nada esta producción a los mercados urbano y turístico.

Parece ser que, con la apertura de las vías de comuni-


cación, destacándose el ferrocarril Guayaquil - Quito y Quito - San
Lorenzo, que incorporaban a poblaciones cada vez más numerosas al
sistema económico monetario y de mercado, empezara un proceso de
expansión de ciertos centros alfareros de la Sierra de este segundo
grupo, como Cuenca y Chordeleg (Azuay), La Victoria y Pujilí
(Cotopaxi) que hoy tienen mercado en casi todo el país y satisfacen,
sobre todo, las áreas urbanas.

En la Costa el único centro "modernizado", donde se


introdujo el tomo y que abastece el mercado urbano de Guayaquil, es
Samborondón. Esto parece indicar que, en la Costa, la alfarería no ha
sufrido cambios en la tecnología o en las formas, por cuanto seguía
limitada a la satisfacción de la demanda de las áreas rurales.

Estos centros de producción de cerámica torneada y


26
vidriada, como consecuencia de una mejor demanda y mayor produc-
ción, han llegado a desplazar a los grupos de alfareros que utilizan
técnicas autóctonas, de los que ahora, en muchos casos, quedan sólo
vestigios de una producción antaño importante.

El proceso, hoy claramente visible, de abandono por


parte de los jóvenes del oficio alfarero se debe fundamentalmente a
los cambios económicos y socio-culturales sufridos por la sociedad
tradicional, representada por las comunidades indígenas y mestizas
rurales.

27
Aspectos socio-culturales y económicos

Uno de los rasgos sobresalientes de la cerámica tradicio-


nal es su carácter hereditario. Esto especialmente en las comunidades
rurales donde la alfarería ha constituido una actividad considerada
inherente en la condición de la mujer. Los conocimientos se transmi-
tían de madres a hijas. En algunos casos, esta transmisión la hacía,
de manera más importante, la suegra. (Por ejemplo, Cera, Loja; Bue-
na Fuente, Guayas) Esto porque la mujer casada tenía la obligación
de dedicarse seriamente a la alfarería como contribución a la economía
familiar.

En las pocas regiones de técnicas autóctonas, donde los


hombres eran los alfareros (Calpaqui, Imbabura; Chimborazo) se
heredaban las destrezas del oficio de padres a hijos. Existen, también,
comunidades donde un hijo de alfarera se "ha quedado con el oficio",
como en San José de Chimbo, Bolívar; o en Las Nieves,Azuay. Por
otro lado, en Cotopaxi, tanto hombres como mujeres pueden, tradicio-
nalmente, dedicarse a la alfarería, pudiéndose heredarla de cualquiera
de los padres.

También en los lugares donde, con la introducción del


tomo, la alfarería pasó a ser, principalmente, responsabilidad de los
hombres, el oficio se heredaba de padre a hijo, o también del suegro.
Con la expansión de la cerámica torneada y vidriada, nuevas familias
aprendieron la alfarería.

Actualmente, se empieza a romper esta cadena. Se


29
puede observar un proceso de abandono de la alfarería por parte de
los jóvenes y una disminución generalizada del número de personas
que se dedican a ella.

Este proceso se debe, fundamentalmente, a los cambio


económicos y socio-culturales sufridos por la sociedad tradicinital.
representada por las comunidades indígenas y mestizas rurales.

Esto no solamente en el sentido de que la industrialización


ha hecho disponibles materiales como el plástico y el aluminio para
sustituir la cerámica utilitaria, sino y más importante, que cambios en
las costumbres y los valores, así como un mayor, nivel de educa-
ción formal y nuevas alternativas económicas y ocupacionales, hacen
que los jóvenes, rechacen un trabajo "duro y sucio" y muchas veces
mal remunerado, a pesar de que sigue habiendo demanda por la
cerámica.

En lo que se refiere a la cerámica utilitaria, esta demanda


existe, de manera especial, por los objetos difícilmente sustituibles
por otros materiales y cuyo uso sigue siendo indispensable en las
costumbres alimenticias, como el "tiesto" o el pondo.

La demanda existe, más evidentemente, por el tipo de


cerámica que se va desarrollando dentro de otro proceso que podemos
distinguir hoy: La reorientación del tipo de producción hacia un mer-
cado urbano, expresada, sobre todo, en la expansión de la maceta,
cuyo volumen de producción actualmente supera el de la cerámica
utilitaria.

A veces, la misma cerámica utilitaria es transferida a


este nuevo mercado. Sus formas, sacadas de su contexto origina_!, se
adaptan para macetas, como en Siguilán, Chimborazo; Samborondón,
Guayas; o J atumpamba, Cañar; o se transforma en objetos de adornos
para nuevos ambientes: la cerámica de Pastaza, por ejemplo.
30
En este contexto se encuentra también la línea "artística
popular" que viene desarrollándose en los últimos años en Chordeleg,
Azuay; Pujilí, Cotopaxi; y La Pila, Manabí, principalmente.

El artesano tradicional sigue, normalmente, pautas esta-


blecidas desde hace generaciones en cuanto a formas, diseños y tec-
nología y no expresa ideas propias o novedosas. Trabaja más en fun-
ción de una colectividad, desconociéndose el concepto de "artista".

Este se introduce, por primera vez, entre los artesanos de


los lugares mencionados, creándose la idea del individuo, quien ex-
presa una creatividad propia, identificada con su nombre, su firma, en
una visión más individualizada.

En relación a esto se puede observar, por ejemplo, que,


en el caso de las alfareras de Jatumpamba, ellas siguen trabajando las
formas utilitarias de la manera tradicional, siendo difícil distinguir la
producción de una de ellas de la de otra. Esto contrasta con las mace-
tas, un producto nuevo sin pautas preestablecidas para su fabricación.
Aquí, cada alfarera expresa una creatividad propia, inventando
variadas formas y diseños decorativos.

Como parte de este proceso, y esto es válido también pa-


ra la rama de alfarería "común", empieza a darse una revalorización",
una estima y auto-estima dirigidas hacia el artesano. Se comienza a
reconocer su labor, a admirar su destreza. Los alfareros son objeto de
reportajes, entrevistas, programas de radio y televisión, películas,
exposiciones ... En fin, el oficio de "ollero" ya no es, necesariamente
"bajo" o "sucio" -empieza a gozar de cierto prestigio social-.

Sin embargo, todavía, en la gran mayoría de las comuni-


dades alfareras, rurales sobre todo, persiste "el bajo prestigio social
de las personas ocupadas en la alfarería". Como además, esta es, mu-
chas veces, una actividad femenina, no se la considera una ocupación
31
profesional seria y el trabajo de estas alfareras, a los ojos del mundo,
sigue siendo de mínimo valor.

Esta visión contribuye, naturalmente, a que la generación


joven encuentre poco atractiva la alfarería como alternativa económica.

Pero se puede observar en cambio los lugares donde


existe una producción del tipo "artística popular". Cuentan con un
número significativo de ceramistas jóvenes trabajando en esta rama.

Sin duda, las mayores posibilidades de lograr una mejor


situación económica que brinda este tipo de producción, contribuyen
a la popularidad de la cerámica artística popular.

El alfarero y su familia se encuentra atrapados dentro de


un ciclo de producción -costos de producción- subsistencia, muy
difícil de romper.

Los precios que se pueden pedir por la cerámica artesanal


-dada la competencia y el que la mayoría de los compradores prefie-
ren los precios bajos y la cantidad de piezas a la calidad de ellas-
apenas siguen el alza de los precios de los materiales y del costo de
vida en general. Es necesario, siempre, encontrar un equilibrio entre
una necesaria alza de precios y los límites que el cliente está dispuesto
a aceptar.

Muchas familias alfareras se ven obligadas a compensar


los precios bajos con largas jornadas de trabajo, procurando alcanzar
el volumen de producción más grande posible. Naturalmente, la
calidad de la cerámica es, entonces, menos importante.

Se puede señalar, que esto es cierto, muchas veces,


también para los productores del primer grupo, en las comunidades
donde existe una buena demanda por la cerámica con pedidos de
32
comerciantes. Por ejemplo, San José de Chimbo, Bolívar; Siguilán,
Chimborazo; Cera, Loja; y otras comunidades más.

Existen varios factores que limitan la capacidad de pro-


ducción del alfarero. Muchas veces, los productores de los talleres
familiares expresan que no alcanzan a trabajar para poder cumplir
con los pedidos. Que pudieran, incluso, tener más pedidos pero que
no pueden aceptar las ofertas porque no tienen tiempo de producir el
número suficiente de piezas.

Para esta limitación de la capacidad de producir,


probablemente el factor más importante, es el tiempo y la energía
gastados en la extracción, transporte y preparación de materia pri-
ma. El tornero es una persona especializada. Sólo él domina la
técnica de producción. Por lo tanto, si cuenta c;on ayuda para los
pasos de la fabricación no especializados -el "porreado", pisado y,
sobre todo, el amasado de la arcilla que es la tarea más larga y ardua-
puede producir más.

A veces, la familia ayuda en estos procesos, algunas


veces se cuenta con un empleado. Naturalmente, la manera más
eficiente de aliviar al artesano y su familia de estas labores es con la
ayuda de maquinaria: molinos eléctricos, amasadoras, etc.

En este aspecto, la información y asesoría en cuanto a las


posibilidades de obtener créditos y asistencia técnica son insufi-
cientes. Por otra parte, son escasos los créditos adecuados para los
pequeños artesanos, quienes no disponen de dinero líquido, dada la
situación, antes mencionada, del ciclo de producción - reproducción.

Sin haber hecho en este trabajo, un estudio económico


profesional de la cerámica popular del Ecuador, se pueden, sin em-
bargo, esbozar ciertas características y tendencias.

33
Habría que distinguir entre el primero y el segundo gru-
po de alfareros, antes definidos.

Para el primer grupo, conformado por alfareras (alfa-


reros) campesinos, la alfarería constituye un complemento a la
agricultura, no una ocupación a tiempo completo, en la gran mayoría
de los casos.

Los ingresos de estas alfareras son, las más de las veces,


muy bajos, pero se complementan, tradicionalmente, con la agricultura
de subsistencia.

En la situación actual de crisis del agro ecuatoriano,


cuando la agricultura se muestra insuficiente para cubrir las nece-
sidades básicas de la familia campesina, la dependencia de la alfarería
como fuente de ingresos, aumenta, en muchos casos.

Sin embargo, como los precios de este tipo de cerámica


siguen siendo bajos, los ingresos de esta actividad debe complemen-
tarse con los de otras fuentes, en la mayoría de los casos el trabajo asa-
lariado de los hombres ocupados en la migración temporal o, a veces,
con pequeños negocios o productos agrícolas comerciales.

Naturalmente, si la producción de alfarería fuera más


rentable, esta podría, incluso, constituirse en una alternativa a la mi-
gración. Este es el caso, por ejemplo, en Siguilán, Chimborazo, don-
de los alfareros tradicionales ahora producen grandes volúmenes de
cerámica, a precios razonables, por pedido de los intermediarios, sin
alterar su heredada técnica de fabricación.

Los alfareros del segundo grupo, productores de cerámica


torneada (o de "molde y tomo") y vidriada, son, en la gran mayoría
de los casos, alfareros a tiempo completo. Toda la familia trabaja en
la alfarería, contándose con pocas fuentes de ingresos complemen-
34
tarias, lo que hace que dependan, de manera más completa, de esta
actividad artesanal.

Con los ingresos que obtiene, la familia alfarera debe, en


primer lugar, cubrir los costos de los materiales -arcilla, óxido de plo-
mo, combustible, principalmente- que necesita para la producción de
la cerámica y que son, en su casi totalidad, comprados. Estos costos
representan, en muchos casos, alrededor del 30% y más del ingreso
bruto.

Lo restante, como es natural, se emplea para el sustento


de la propia familia que es, al mismo tiempo, la mano de obra del
taller.

Esto significa que los ingresos de la familia alfarera son


suficientes para subsistir y para seguir produciendo cerámica, pero no
para una acumulación de recursos que podrían invertirse en mejorar
el taller -con maquinaria, por ejemplo-.

El artesano no tiene, tampoco, acceso a los variados


canales de venta y a la clientela, con los que sí cuenta en cambio el
comerciante, dedicado a su negocio a tiempo completo.

Lospedidos de los intermediarios, muchas veces a inter-


valos fijos, prestan regularidad y seguridad a la economía de la fami-
lia alfarera. Se vende, de una vez, toda la "hornada", se cobra una su-
ma significativa de dinero en cada entrega y no hay necesidad de
viajar y "pasar tiempo" en las ferias para vender la cerámica por
unidades.

El alfarero prefiere, por lo tanto, por su seguridad y co-


modidad, la venta indirecta. El mayor volumen de cerámica artesanal
se vende hoy, indirectamente, a través de intermediarios. La mayoría
35
de los talleres retienen, al mismo tiempo, una pequeña cantidad de
cerámica, para la venta directa en el taller o en una feria local.

Se pueden observar casos, como el de Siguilán, Chimbo-


razo, donde el aumento de la demanda que significan los grandes
pedidos de los intermediarios, ha mejorado la seguridad laboral y la
economía de los alfareros.

Sólo los alfareros que tienen una producción pequeña,


como muchas alfareras rurales, prefieren, casi siempre, la venta di-
recta. También se puede, por supuesto, emplear lo dos modos de ven-
ta. Las alfareras de Jatumpamba venden una parte de sus "ollas" al
intermediario y otra directamente en las ferias. Las alfareras de Cera
optan por la venta directa cuando tienen hasta cien piezas, transpor-
tándolas en bus a la feria de Loja; pero cuando tienen una mayor canti-
dad se hace necesario recurrir al intermediario, por la falta de
transporte.

Es importante, en este contexto, señalar que el antiguo


trueque de "ollas" por productos agrícolas subsiste en la mayoría de
las comunidades alfareras rurales e, incluso, está aumentando. Esto
se debe a que, con la inflación, la cantidad de alimentos que la alfarera
obtiene en el "cambio" es mayor de lo que puede comprar con el
dinero que le reporta la venta de la misma olla.

Se puede concluir que faltan canales y facilidades para


que los alfareros puedan vender directamente volúmenes significativos
de su cerámica y, mientras esto sea así, el intermediario cumple,
necesariamente, su función.

Una alternativa a la producción masiva es, natural-


mente, la producción de un menor número de piezas, de mayor
calidad y a un mejor precio.

36
El grupo de ceramistas que optan por esto, es conside-
rablemente más pequeño que el de los alfareros "comunes". Se en-
cuentran en este grupo, los maestros de "obra fina" o "cerámica" -
objetos de adorno, vajillas y macetas, mejor pulidos y decorados,
muchas veces con una pasta más fina, pigmentos y vidrios industriales-
y, naturalmente, los ceramistas dedicados a la producción "artística
popular".

Se puede afirmar que estos artesanos, generalmente,


tienen una situación económica algo mejor y, muchas veces, con
menos esfuerzo físico.

Por otro lado, el costo de los materiales es, las más de las
veces, considerablemente más alto, lo que hace que las ganancias no
sean significativamente más altas en comparación con la alfarería
"común". El mercado para este tipo de cerámica es, también, más
reducido, siendo difícil encontrar clientes dispuestos a pagar el precio
más alto que tiene un objeto de mayor calidad.

El grupo de ceramistas de mejor situación económica y,


probablemente, de mejores perspectivas, es el de los "artistas popu-
lares". La demanda por las figuras, escenas, cuadros, es buena y se
emplea poco material en su fabricación. En cambio, el tiempo
empleado en la elaboración de estas piezas -sobre todo las modeladas
a mano- es largo y es necesario tener habilidad y paciencia.

El ceramista, cualquiera sea, su tipo de producción,


cuando fija sus precios, prácticamente nunca toma en cuenta una
remuneración por su mano de obra, calculando el número de
horas empleadas en el trabajo. Los artesanos trtás conscientes en
materia económica hacen un cálculo aproximado de los costos de
los materiales, incluyendo arcilla, óxidos, combustible, a veces
transporte, pero no reconocen el tiempo empleado en la pro-
ducción.
37
Muchos alfareros simplemente se ponen de acuerdo con
el comprador sobre los precios, sin hacer un cálculo consciente de sus
costos de producción. Sobre todo las alfareras rurales, por su poco
acceso a información sobre el mercado y sus pocos canales de venta,
se encuentran más a la merced del comprador -un intermediario en la
mayoría de los casos-.

El intermediario aparece, a falta de alternativas, como


indispensable para la comercialización de la cerámica artesanal.

Los precios que el comerciante de cerámica paga al


alfarero son, efectivamente, inferiores, a los que puede obtener este
último en una venta directa al consumidor. Por otro lado, el
intermediario se hace necesario para la venta de grandes volúmenes
de cerámica. El alfarero no dispone del tiempo, de la mano de obra,
ni de la infraestructura física para poder vender su producción
directamente y de manera regular.

38

J, --~-'. f
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40
Localidades alfareras
por áreas tecnológicas
Se han logrado definir, a través del trabajo de campo, 11
técnicas de fabricación de cerámica. De estas todas menos la técnica
de tomo, tienen, con toda probabilidad, raíces prehispanas.

Cada técnica se limita, en los más de los casos a cierta


área geográfica. A veces, la misma técnica se encuentra en varias
zonas o bien, coexisten varias técnicas dentro de la misma área
geográfica. Con todo, se puede distinguir una definida pertenencia
espacial de cada técnica.

Sigue aquí un recorrido por las localidades alfareras del


país, de todas las provincias donde se ha podido encontrar una
producción alfarera tradicional, es decir, no introducida recientemente
por organismos de desarrollo, por ejemplo, o donde la cerámica se
produce de manera semi-industrial.

43
Técnicas de fabricación de cerámica

• cerámica torneada

• torno y molde

,,, acordelado

1 golpeado

- doble molde

..0
molde invertido y acordelado

molde de dos tapas

V jalado o modelado y raspado

~ molde, acordelado y paleteado

A modelado
"
Localidades alfareras del Ecuador
Localidades alfareras
donde se utiliza la
técnica del "golpeado"
Sierra Centro Sur
Azuay, Cañar, Norte de Loja
Técnica del "golpeado".
Jatumpamba (Olleros, Shorshán) - Cañar; Sérrag,
Las Nieves, (Tunzha) -Azuay; (Saraguro, Taquil)
Cera - Loja.

Históricamente, la actual provincia de Azua y parece ha-


ber sido el área nuclear de una técnica alfarera de probable origen ca-
ñari - el "golpeado". Aunque emparentado con el "paleteado" del
norte del Perú (Tel10, 1978), utilizado por ejemplo, en la actual cerá-
mica Moche y, posiblemente, con antiguas técnicas del norte de
México y del sur de los EEUU es única en América en la forma como
se presenta en esta área del Ecuador, con la utilización de dos "mar-
tillos" de arcilla cocida, los que se encuentran ya en contextos arqueo-
lógicos de cerámicacañari (Holm, 1961, ldrovo, 1989, Sjoman, 1989
a.b. 1991).

En la actualidad esta técnica sobrevive marginalmente


en Azuay, en las zonas de Sígsig (Tunzha, Sérrag) y de Oña (Las
Nieves), con una pequeña producción local, lo que también es el caso
de Saraguro, Loja. En el sur de Cañar (Jatumpamba) y norte de Loja
(Cera) se emplea todavía el "golpeado" para fabricar cerámica en
centros alfareros de una producción significativa (CIDAP, 1983,
Punín, 1977, Sjoman, 1989 a.b. 1991)

A partir de la conquista española, esta técnica se ha visto


desplazada por la nueva tecnología introducida por los españoles -
tomo y vidriado- que se utiliza en los centros de mayor producción
- Chordeleg y Cuenca.

A pesar de las escasas excavaciones arqueológicas en el


área, algo se conoce sobre la historia de la cerámica en lo que hoy son
47
las provincias de Azua y y Cañar. Los abundantes restos de cerámica
muestran que esta artesanía existía aquí desde el período Formativo,
o desde alrededor de 2000 - 1500 A.C.

Conocida desde hace varias décadas es la cerámica


formativa de Cerro Narrío, Cañar, a la que se suma la cerámica en-
contrada en recientes trabajos en la cuenca del río Paute (Pirincay) y
en Challuabamba,junto al río Cuenca (Porras, 1987, Gomis, 1989).
Este último sitio, de manera especial, nos habla de ceramistas que
alcanzaron una perfección técnica y artística asombrosa. Por otro
lado, estos restos señalan relaciones y contactos tanto con las culturas
contemporáneas de la Costa Ecuatoriana como con las de laAmazonía
y los Andes Centrales (hoy Perú) (Gomis 1989).

Esto no resulta extraño, considerando la ubicación estra-


tégica de esta zona, con vías de comunicación por las cuencas de los
ríos tanto hacia el este como hacia el oeste. Esta ubicación seguramente
posibilitaba cierto control sobre el intercambio comercial que se daba
a través de los Andes y es probable que esto permitiera una acumulación
que contribuyera a formar la base para el poder de los cacicazgos
cañaris que ocupaban el área al tiempo de la llegada de los Inkas. De
la riqueza de los caciques cañaris nos hablan las tumbas con ajuar rico
en oro halladas, sobre todo, en los alrededores de Chordeleg.

De la época cañari se han definido, todavía de manera


aproximada, dos tipos de cerámica- Tacalshapa y Cashaloma (Porras,
1986). La primera tendría su principio en el Formativo Tardío,
alrededor de 700 A.C. y se seguirá fabricando hasta 1.100 D.C. A
partir de entonces, se encuentra en Azuay una cerámica llamada Gua-
pondélig, mientras que en el norte, en Cañar, desde 800 D.C. se nota
la presencia de cerámica Cashaloma (Idrovo, con. pers).

Es interesante notar que las botellas antropomorfas Ta-


calshapa - las que, a veces, presentan huellas de "golpeado" - tienen
48
un gran parecido con las botellas Moche e, incluso, con la cerámica
moderna de la zona Moche, la que, además, se produce con la técnica
del "paleteado" antes mencionada.

De la parte sur de esta área tecnológica - el norte de la


provincia de Loja- la información arqueológica es aún más escasa y
no nos deja conocer las afiliaciones históricas de la cerámica moderna
aquí. Según los informes de la Misión Arqueológica Francesa, 1979-
81, se han encontrado restos de cerámica en el valle del Catamayo, al
norte de la provincia, desde la época Formativa, y también de los
períodos de Desarrollo Regional y de Integración (Guffroy, Lecoq,
Almeida, 1982).

Según las crónicas conservadas del tiempo de la conquista


española, esta zona estuvo poblada por grupos humanos llamados
Paltas y, más al norte, por los Saraguros (Moreno Yánez, 1983).

En todo caso, la tecnología cerámica moderna en el nor-


te de Loj a es la misma que en la zona cañari, mientras al sur de 1apro-
vincia encontramos una técnica distinta -eí acordelado-.

Al incorporarse los Andes Septentrionales al Tawan-


tinsuyo, fue particularmente importante la tierra de los cañaris, donde
los inkas construyeron su segunda capital, a la imagen del Cuzco,
Tomebamba. En el palacio del inka Huayna Cápac, Pumapungo, han
sido encontrados grandes cantidades de tiestos de cerámica inka,
sobre todo.

Seguramente, aunque también pudieron traer alfareros


de los Andes Centrales, los inkas aprovecharon la existencia de
alfareros cañaris para la fabricación de su propia cerámica de formas
estandarizadas. Es probable que esta cerámica formara parte del
tributo al estado inka y que se se concentraran a los alfareros en
lugares donde existían yacimientos de arcilla. Uno de estos sitios
49
pudo haber sido la actual parroquia de San Miguel de Porotos, Cañar
(Holm, 1961). A juzgar por la técnica, sin embargo, es probable que,
aun tratándose de un grupo "mitmaj" i::stosalfareros pertenecieran a
la etnia cañari (ldrovo 1989, Sjoman, 1989 a.b. 1991).

Naturalmente, en el proceso de la conquista inka, se pro-


dujo un mestizaje de tecnologías, formas y diseños entre la cerámica
cañari y la inka. Si bien estamos en condiciones de sostener que el
"golpeado" sea una técnica cañari que ha sobrevivido hasta nuestros
días, en cuanto a las formas de la cerámica, sin embargo, no se puede
distinguir una continuidad directa entre la cerámica arqueológica
encontrada en el área y la moderna, producida con esta técnica.

El "golpeado", que es una técnica de formación secun-


daria (Rye, 1981), es decir que constituye el segundo paso en la
fabricación de un objeto, puede ser precedido por el "jalado", como
en Jatumpamba, Sérrag y Cera, o por el "jalado" más acordelado de
la parte superior, como en Las Nieves, o partir de una plana "tortilla"
de barro y acordelado, como en Saraguro.

En un caso, Tunzha, el "golpeado" se combina con el


trabajo en tomo, de manera que la pieza torneada es golpeada después
en su parte inferior. Aquí se trata, obviamente, de una "supervivencia"
de índole cultural, ya que no puede hablar de una necesidad práctica
de golpear un objeto ya torneado.

En todos estos casos, las "huactanas" o "golpeadores" se


utilizan para formar la redonda "barriga" de la pieza, partiendo de la
gruesa reserva de barro, de forma más o menos cilíndrica, que queda
después del primer paso de formación.

Las "huactanas" pueden usarse también para alisar la


pieza, borrando las huellas de los golpeadores ("llambur") o para
ayudar a dar forma y alisar el filo del objeto.
50
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53
Jatumpamba

A pesar de que, de esta manera, algo se podría saber


sobre los antecedentes históricos de la alfarería de Jatumpamba, la
mayor parte de la historia de esta artesanía allí así como de la po-
blación, permanecen a oscuras.

Según Olaf Holm, se menciona la existencia de una


producción alfarera en la región de Azogues por primera vez en 1582,
en un escrito de Fray Gaspar de Gallegos sobre "Peleusí de Azogue"
(Holm, 1961). Gallegos en su relato no menciona, sin embargo, el
nombre de la localidad o localidades alfareras. Holm sostiene que
se trata de los centros alfareros de la parroquia de San Miguel:
Jatumpamba, Shorshán y Olleros.

" ...Hay en este pueblo muy buen barro para loza, y


hácese respecto desto mucha loza, así tinajas,jarros y ollas y cántaros
y otras vasijas para el servicio de los españoles y naturales. Es una
loza muy colorada que se tiene en mucho, y así están los olleros aquí
de muy antiguos tiempos, que desde el tiempo de Inga hay muy
buenos oficiales de este oficio aquí en este pueblo, aunque no son
naturales, sino traspuestos aquí respecto del buen aparejo que hay
para la dicha loza; y hácese tan buena y pulida, que de muchas partes
envían aquí por loza ...."
Gallegos, 1965).

Fuera de esto, carecemos de fuentes escritas que nos

55
cuenten sobre la producción de cerámica en esta zona o, en general,
hagan referencia a la alfarería de tiempos precolombinos o de la
Colonia.

Gallegos habla de "olleros, o sea que se trataría de


alfareros hombres, mientras que hoy la alfarería aquí es trabajo de
mujeres. Puede ser que en el tiempo de los Incas e inmediatamente
después, la producción estuviera a cargo de especialistas hombres,
para luego pasar a manos de las mujeres como consecuencia de la
migración y desmembramiento de la sociedad indígena que empezó
con la invasión española. También podría ser que Gallegos, simple-
mente, pasara por alto que eran mujeres las alfareras.

Hoy, en día, de las tres comunidades conocidas como


alfareras en la zona de San Miguel: J atumpamba, Olleros y Shorshán,
sólo Jatumpamba mantiene una producción de alguna importancia,
abandonándose la actividad, casi por completo, en las otras dos, a
causa de la emigración sobre todo.

Para llegar a Jatumpamba hay que subir a casi 3.000 m.


sobre el nivel del mar, siguiendo una pequeña carretera antes de llegar
a Azogues desde el sur.

A esta altura, el aire trasparente de un día de sol hace


resaltar los colores vivos, verdes y rojos, bajo un cielo intensamente
azul.

Subiendo a uno de los cerros, ahora tristemente desnudos


y erosionados, que rodean el pueblo, se destacan los rojos techos de
teja de las casitas, de barro las más, desperdigadas entre el verde claro
de los maizales y el verde oscuro de los eucaliptos que bordean la
quebrada.

El pueblo se extiende, como lo indica su nombre, sobre


56
una planicie bastante grande, suavemente inclinada: Jatumpamba,
pueblo de ollera.

En ese día de sol, el horizonte es extenso. Se divisan


Cuenca, Azogues, el Huahuashumi, el Tablón y el pico del Cojitambo
que se alza en medio del valle.

El pueblo ofrece una vista pintoresca con su callecita


principal de tierra endurecida por centenares de pisadas de animales
y personas, bordeada de pencos, capulíes, rosales y las chacras de
maíz, principal cultivo y sustento en Jatumpamba.

Pero cuando llueve y un viento helado sopla del cerro, la


gente se abriga y se encoge y, resbalando en el lodo pegajoso, avanza
hacia arriba, para el cerro, donde están los terrenos de pastoreo y la
escasa leña para la cocina y la quema de las ollas.

Las mujeres caminan por la mañana, arreando sus


borregos, seguidas por los niños y los perros, la última guagua sobre
la espalda. Cargan soga y machete para traer leña, y el huso del hilado
para no "andar de balde". Cuando bajan, vienen dobladas bajo el peso
de una carga de leña o un canasto de arena, desgrasante para la
cerámica.

Aquí casi se ven mujeres únicamente, porque los hombres


se van. Se van a buscar trabajo. A la Costa los más, a los ingenios,
a la construcción a las camaroneras... La necesidad de dinero en
efectivo, las demandas de la sociedad de consumo, les obligan a
buscar trabajo remunerado. Algunos salen al "exterior", a los EEUU,
con la ilusión de los dólares. De allí vuelven con algún ahorro para
construir una casa moderna de bloques, para comprar un televisor, un
equipo de sonido ...

Los hombres salen por períodos más o menos largos, las


57
Madre e hija de Jatumpamba

mujeres se quedan, trabajando la tierra y combinando esta agricultura


de subsistencia con su oficio heredado: la alfarería. Esta es la actual
división de trabajo en Jatumpamba.

Si los hombres son los que traen los cambios, la novedad


y la inestabilidad, abriendo el pueblo hacia afuera, trayendo nuevas
costumbres y valores, las mujeres representan la continuidad y la
supervivencia básica, la vida diaria con sus necesidades primordiales.

Ellas trabajan en la agricultura, cuidan de niños y


animales, forman las ollas según conocimientos transmitidos de
generación a generación y representan al pueblo en la ausencia de los
hombres.

58
La mujer de Jatumpamba es consciente de su valor y de
. Son
su aporte necesario a la vida de su familia y de su comunidad
mujeres fuertes, casi siempre alegres.

Comenta la señora Carmen:

"Aquí hay bastantes mujeres solas. Mi marido ahora


una se va
está de Presidente de la iglesia, cuando él está trabajando
Otros,
no más. Más bien una se está Presidente ... Uno más adelante.
tras una
como no sabe, tienen recelo de entrar en una oficina. Mien
ya, siquiera preparó un poquito ...

Los jóvenes, todos se van a la Costa. Salen a buscar


a trabajar.
trabajo. Antes hemos sido más pobres porque no han ido
no haber
Ellos aquí ayudaban a traer arena, a pisar, a traer leña ... Al
a saca
hombres, la mujer también hace lo mismo. Todo. Ella mism
y el día
la arena, ella misma bate, ella hace, ella misma trae la leña
de asar va a rogar a los vecinos ... "

La vida de las alfareras de Jatumpamba transcurre llena


los días de
de arduo trabajo, lejos de la ciudad, donde casi sólo van
La brecha
mercado para vender sus ollas y comprar comestibles.
se sienten
entre el campo y la ciudad es todavía grande. En la ciudad
indig nació n se
muchas veces perdidas, incluso maltratadas. La
transparenta en las palabras de la señora Carmen:

"La ciudad no. Para mí no es. Como un pajarito en


viene a
jaula, ahí brincando. Aquí, vuelta, se anda, se ve ... nadie
mandar, uno se hace lo que quiere ...

En la ciudad, yendo cargando, no pudiendo pasar la


burros
gente, para la plaza a vender ollas. Hablan, dicen: 'A esos
cargando'.
venimos dejando en el campo, y vienen aquí a estar
¿Por qué
Sentimiento da, pues, de uno oír hablar en esa forma.
59
viven? digo. Uno está aquí haciendo burro para que ellos más .... Si
no vivieran de nosotros¿ como vivieran? digo. Todo sale del campo
-maicito, gallinas, huevos... Ellos no se dan cuenta. No creo tienen
compasión, digamos, con la gente del campo".

El caso de las mujeres jóvenes es un poco diferente.


Muchas de ellas ya no quieren aprender la alfarería. Rechazan la
ancestral tradición, los conocimientos que se han ido heredando de
madre a hija por generaciones. Consideran lo de las ollas un oficio
sucio y trabajoso. Ellas prefieren una artesanía más liviana, como la
de tejer sombreros. O se van a Cuenca a emplearse de sirvientas, o
bien siguen al marido a la Costa.

El prestigio de la "ollera" de Jatumpamba a los ojos de


la sociedad es bajo, el aprecio por sus productos, así como los
ingresos que estos genera, pocos. Esto, además del trabajo arduo,
explica la actitud de las jóvenes.

La señora María Auxiliadora resume:

"Ahora, otros dicen 'cogiendo lodo, de hacer no más,


bienfácil. Y cogen plata' dicen. Muy barato quieren. Qué va,pues,
a ser eso. Jodida la vida, esto ojalá fuera de coger plata bien fácil.
No,pues, no es cualquier lodo. No. Ponemos la tierra a que remoje,
are-na. Y pisamos con el pie. Es bien sucio de hacer. Nosotros
tambiéncargamos ... esunmundodetrabajo. Otrooficiotuviéramos,
estaría-mas tranquilas.

Antes, cuando aún no había transporte, iban las mujeres


a pie, cargando el linche de ollas sobre la espalda, a vender o hacer
trueque en otros pueblos de las provincias de Azuay y Cañar. Iban a
Cuenca, Azogues, Déleg, Ricaurte, Cañar, Paute... Incluso, en
tiempos de hambre, alguna vez se trasladaban a los pueblos de
Oriente, a ocho días de camino.
60
Aún, en ocasiones, van a pie a Paute, por un sendero que
hiere los cerros. Cuenta la señora María Juana, alfarera ya de cierta
edad, que en tiempos pasados:

"Jbamos a Cuenca. Andando. Yendo y volviendo en el


mismo día. Saliendo siquiera a la una de la mañana. Ya ha de ser
cincuenta años que yo iba a Cuenca. Cuando después yo era de edad
de quince años, ya yo andaba en mi querer. Carro sí había pero no
sabía querer llevar. Sólo personas grandes y blancos no más se
sentaban, yo no subía nada. Hemos sabido ser callados, no, nadie
decía nada ..."

Subsiste aún el antiguo trueque de las ollas por productos


agrícolas. La alfarera sale a los campos, cargando sus ollas, y vuelve
cargada de alimentos. Hay señoras que trabajan exclusivamente para
el "cambio", sobre todo cuando se trata de las grandes tinajas y
cantarillas para almacenar granos y fermentar la chicha, cotizadas en
tíempos de cosecha. El trueque se considera, incluso, mejor que la
venta, ya que la inflación disminuye cada vez más el valor del dinero.
Dice la señora María Juana:

"Sólo en esta planada se hacen las ollas. De aquí para


allá no las hacen. Entonces, nos hacen pedidos. Entonces vamos
para dejarlas en la casa. Ahí dan gallinitas, dan cuyes, dan
puerquito. Con eso hacen negocio, no hacen negocio con plata.
Cambiando, mejor es, pues. Si vamos para Azogues, cogemos mil
sucres, compramos y no alcanza nada. Y cuando vinimos así
buscando la vida, siquiera unos dos o tres almudes de maíz venimos
trayendo. Sí, así es mejor".

Pero no tenemos más oficio. Vivimos así... Y ¿qué


ganamos? No ganamos nada. ¿Si acaba la leña? Adiós, ya. Ya no
hemos de hacer nada. Entonces ahí ya hemos de morir ya. Los

61
renacientes ahora están aprendiendo a tejer sombreros. No quieren
aprender esto porque es mucho trabajo".

Son alrededor de cien las alfareras de Jatumpamba


(Comunidec, 1987). Sin embargo, varía el tamaño y la regularidad
de su producción, ya que ellas reparten su tiempo entre la agricultura,
el cuidado de la casa, de los animales y los niños, y la alfarería.

Arado. Jatumpamba, Cañar

Por lo tanto, en las familias que poseen mayor cantidad


de terrenos de cultivo y animales, las mujeres dedican más tiempo a
62
la agricultura y menos a la alfarería. Trabajan en la alfarería sobre
todo en los meses de "verano", de abril a noviembre, aproximadamente,
mientras que en los meses de lluvia tienen más trabajo en sus chacras,
sobre todo en la siembra y en la deshierba. De esta manera, combinan
la alfarería con el ciclo agrario, porque también es para la cosecha,
de julio a agosto, que la demanda por vasijas -para guardar granos y
fermentar la chicha- es mayor. Estas mujeres queman sus ollas pocas
veces al año.

En los casos en que el esposo de la alfarera tiene un


trabajo bien remunerado, ella tiene también menos necesidad de
trabajar en la alfarería. Este es el caso de muchas mujeres jóvenes,
quienes se dedican más a los quehaceres domésticos. Si la mujer no
tiene una necesidad económica es probable que trabaje poco en la
alfarería o la deje por completo, ya que es un trabajo arduo que deja
ingresos pequeños.

Otras mujeres y sus familias dependen más de los


ingresos generados por la alfarería. Este es el caso de las mujeres
solas, las familias con pocos terrenos, o donde el hombre no trabaja
o tienen un ingreso pequeño. Estas alfareras trabajan constantemente
en las "ollas" y van prácticamente todas las semanas a las ferias de
Cuenca o Azogues.

Las ollas viajan empacadas en un "linche": una red de


sogas de cabuya. En las ferias, son las "revendonas" las que se que-
dan con la mayor parte de la producción, siendo aquí también la venta
indirecta la más importante, destinándose el resto a la venta por
"uniado".

El principal yacimiento o "mina" de arcilla está en la


plaza de Jatumpamba, junto a la capilla. Allí van las mujeres con pa-
las y picos para sacar la arcilla semi-seca, y llevarla a su casa en
canastos o saquillos, sobre la espalda.
63
Algunas alfareras tienen su propia mina. Existen varias
arcillas en la zona, de diferentes cualidades. Para que la olla sea
durable, es preferible mezclar arcillas de diferentes partes. Así dice
la señora Carmen:

"La tierra traigo de Jatumpamba, de la plaza, pero


entreverada con otra de otro lado. Más de acá, más de allá también
hay tierra roja, tierra blanca, tierra negra. Hay tierras en las que
tiene que entrar más arena. Hay tierras que, más que sea tierna, va
haciendo bonito. Algunas tierras no. Caen, vencen, no quieren
parar".

La arena, desgrasante para la arcilla plástica, también


debe venir de varios "huecos" y ser de diferentes tipos. La arena se
saca, asimismo, manualmente, y se la carga para la casa. La arena
pesa aun más que la arcilla, y en los "huecos" de arena hay, a veces,
gran peligro de derrumbes.

La señora Juana expresa que:

"Cuatro, cinco clases de arena tengo que poner. Unas


son más delgaditas, otras son más gruesitas. Otras son blancas,
otras son amarillas, otras son morenas. Con diferentes arenas se
pone para hacer toda clase de ollas. Así son durables".

La arcilla se parte en terrones pequeños y se deja secar


sobre una estera. Después se la remoja en una tinaja vieja u otro
recipiente. Se pisa la tierra remojada con la arena, en proporciones
que le indica la experiencia de la alfarera. Se trata de partes iguales,
más o menos. Se pisa hasta que la alfarera, probando la consistencia,
decide que el barro está listo para empezar a formar las ollas. La
señora Juana explica:

"la tierrita tiene que ser remojada. Siquiera unos ocho


64
o quince días la hacemos remojar. Para que se pare bonito el barro.
Bien podrido aguanta, dura, no se rompe. Hacemos esas dos tinajas
de tierra. Botamos cuatro o cinco quintales de arena. Entonces casi
día entero, piso todo el día. Porque arreglamos la arena, limpiamos
el piso para poder sacar. Pisamos, ya se hace tarde".

El taller de la alfarera de Jatumpamba es e1portal de su


casa. Allí puede trabajar a la sombra para evitar que el barro se seque
demasiado rápido. Está también el patio, en donde se ponen las
piezas al sol durante la fabricación. El portal o un cuarto de la casa
sirven igualmente para el secado de las ollas.

Ya preparado el barro, la alfarera lo parte en pedazos


según el tamaño de las piezas que piensa hacer. Para mostrar cómo
se empieza a formar una olla, la señora Juana pone un pedazo de barro
sobre una tinaja vieja colocada boca abajo.

Ella es su propio "tomo", va girando, dando pasos hacia


atrás, alrededor de la pieza que va formando. Con las manos
introduce primero el puño en el barro, y mientras va
humedecidas,
girando, va estirando el barro desde adentro y para arriba, con los
dedos de la mano derecha doblados por dentro y con la otra sosteniendo
la pared por fuera. Luego pasa a "raspar" la arcilla hacia arriba por
fuera del cilindro que se va formando y que es el primer paso para
fabricar una olla.

En seguida forma el borde o la "boca" de la olla, con la


ayuda de un pedazo de cuero mojado. Con el cuero entre el pulgar
y el índice, gira rápido, los dedos dentro del cilindro, el pulgar
presionando por fuera. Así se alisa el borde y se le da su forma inver-
tida. A esto se llama "hacer la boca" o "shiminchir". En medio del
borde va una línea horizontal, la "raya", y, al último, doblando el cue-
ro, se decora el labio con unas impresiones verticales, la "crespa",
65
prácticamente la única decoración que tiene la sencilla cerámica de
Jatumpamba.

"Jalado" del cilindro de barro en el primer paso de fabricación


de una olla. Jatumpamba

"Así cogemos un poco de barro, según las olla que se va


hace,: Así, poniendo arena, ponemos la ollita, pacchando. Ya se jala
no más con la mano así, huequeando en medio. Es lo primero.
Entonces, esto, se va no más, haciendo bonito con el cuero. 'Shimita
ruranalla', hacer la boca, 'shiminchir'. Cuando ya está oreada la
boquita, se cogen los golpeadores. Uno por dentro, otro por encima,
así golpeando, golpeando, se saca el pechito".

66
Venta de cerámica en el mercado de Cuenca

Después del primer paso, se ponen las ollas al sol para


que se "oreen", se endurezcan lo suficiente para seguir el trabajo.
Ahora tienen la parte superior como una olla, pero abajo una gruesa
reserva de barro en forma de cilindro. Nuevamente se pone la olla
sobre la tinaja invertida para, con los golpeadores, sacarle el "pecho",
la parte debajo del borde.

Aquí intervienen, pues, las "huactanas", herramientas


que distinguen esta técnica alfarera. Una de ellas, convexa, se utiliza
67
para golpear desde dentro de la olla, sacando la pared. La otra, plana
o cóncava, sirve para los "contragolpes" por fuera.

"Golpeado" de una olla

Se fabrican alrededor de veinte ollas a la vez, en serie,


siguiendo en cada una los diferentes pasos del proceso. Cuando
hayan endurecido un poco más al sol, se les "saca la barriga", con los
golpeadores. Esto se llama en quichua "huigsanchir" y se hace,
normalmente, al día siguiente.

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"l/11igsa11cliir"- golpeado. Jatumpamha

La alfarera se sienta en el suelo, apoyada la espalda


contra la pared. "Arnarca" la olla, apoy,h1dola sobre sus piernas
extendidas y la golpea mientras la gira con regularidad, para que el
grosor de las paredes sea uniforme. Así, de la reserva de barro, se va
formando la "barriga" de la olla.

Para borrar las marcas de los golpeadores, finalmente, la


alfarera al isa la superficie por dentro y por fuera, con los golpeadores
mojados. Esto se llama "llambur".
69
Es importante que las ollas se sequen a la sombra,
lentamente. Se las pone boca abajo -"pacchar"-. Mientras más largo
sea el secado, mejor. Lo ideal es de tres a cuatro meses, pero la
alfarera que tiene necesidad de vender puede quemar antes. En todo
caso, por la escasez de leña, ella y su familia demoran hasta un mes
para recoger leña suficiente para la quema y, además, la leña necesita
un tiempo para secar.

Normalmente, se reúnen bastantes ollas para quemar, de


cien a doscientas. La alfarera que desea quemar una pocas ollas
puede solicitar a otra que va a quemar, que ponga las suyas, a cambio
de ayuda en la quema. En este caso, marca sus ollas con una señal para
distinguirlas.

Generalmente, se necesitan varias personas para la


quema, sobre todo cuando la cantidad de ollas es apreciable. Por esto,
si la alfarera no puede contar con la ayuda de su familia, le pide a una
vecina que le ayude, acción que será devuelta a su vez en otra ocasión.

La cantidad de leña que se necesita depende,


naturalmente, de la cantidad de ollas que van a ser quemadas. Como
ya no hay, práctica nente, árboles en la zona, se utilizan "chamiza",
"pus ha" o "llaship t", o sea arbustos, rastrojo y helechos de diferentes
especies que crec1,nen los cerros. En sectores más lejanos se puede
conseguir leña más gruesa e, incluso, a veces se compran algunas
cargas.

La deforestación y la falta de leña consiguiente es uno de


los problemas más graves que amenazan la alfarería de Jatumpamba.
Por ejemplo, ya poco se fabrican las grandes tinajas y cantarillas que
necesitan bastante madera para la quema. Es posible, incluso, que
la escasez de leña esté causando la disminución de la producción en
general, a pesar de seguir habiendo demanda por la cerámica
(Comunidec 1987).
70
Carga de leña

Quema de las ollas


71
Se queman las ollas en una hoguera abierta. La
excepción son los hornos de piedra de Olleros. Cada casa tiene su
"pampa" para esta actividad: un pedazo de suelo plano rodeado por
ollas rotas, accidentadas en quemas anteriores. Se debe "asar" en un
día seco, soleado y con viento, dicen las alfareras. No sólo el aire, sino
también el suelo, deben estar secos. Por esto es difícil encontrar un
día adecuado para quemar en tiempos de lluvia. Además, en invierno
el secado de las ollas es más lento.
Antes de quemarlas, se sacan las ollas al sol para
calentarlas y se las pinta con engobe rojo, arcilla diluida en agua,
llamada "quina". Esta se consigue en algunos lugares de los cerros,
aunque en poca cantidad.
"La pintura hay en los cerros. Hay que andar buscando
esas pinturitas. Los antiguos le han puesto el nombre de quina.
Tiene dueño y hay que ir rogando. Dando una ollita, dando fuerza,
dando pancito, se ruega para que mande convidando", cuenta la
señora Juana.

72 Preparativospara quemar las ollas


Se colocan las ollas en círculo, de lado y con la boca para
adentro, o bien en filas, con la boca en dirección del viento. A veces
se las apoya sobre unos tiestos. Las ollas grandes van abajo, las
pequeñas arriba, alternadas con capas de chamiza y ramas. A veces
se pone alrededor un "muro" protector de ollas rotas, para "encerrar
al fuego".

Se prende fuego a esta hoguera inmediatamente, sin


precalentar las ollas. Con el viento, pronto se alzan grandes llamas,
el calor es intenso. Se cuida el fuego durante unas tres horas,
añadiendo combustible a medida que se va agotando. Se termina la
quema con la leña gruesa y cuando las ollas se ven "coloradas" o
"amarillas" se la interrumpe. Explica la señora María Juana:

"De así echar las ollas. Entonces, en seguida se tapa


con leña gruesa. Encima se ponen esas ollas ñutitas, en seguida,
vuelta, la chamiza. Sigue botando, sigue quemando, sigue botando,
sigue quemando. Las ollas ya se hacen negras, entonces la leña
gruesa se prende. El horno se hace candela. Ahí se amarillan las
ollas, ya no están negras. La leña gruesa está caldeando por dentro.
No se debe desbaratar pronto, sino al enfriar el calor. Ya se pueden
sacar.

En la asada se rompen de repente veinte, de repente


quince. ¿Por qué se romperán? Poco secado creo que ha de ser o
la falta de arena o mal pisado. Cuando no han sabido pisar bien,
seguro revientan bastantes. Para asar, así decimos, para Taita
Diosito: 'Voy a poner a asar unas ollitas. Ayudarás, pues, decimos,
pidiendo estamos con el corazoncito. "Quizá salga bien. No tene-
mos platita, .no tenemos comida, estoy yendo a poner, mi Diosito
lindo" ... ".

Es interesante notar que en la comunidad vecina de


Olleros, donde hoy trabaja una sola alfarera, se utiliza un horno hecho
73
de piedras en forma de herradura para las quemas. Este horno,
tradicional en Olleros, muestra considerable similitud con una
estructura de piedra encontrada en las excavaciones de Pumapungo,
Cuenca, la que, por la presencia de restos de cerámica inka y cañari,
a más de un "golpeador", fue identificada como un horno para
cerámica (Aguirre, 1989, Idrovo, 1989, Sjoman, 1989, 90).

Las formas utilitarias tradicionales de Jatumpamba son,


en primer lugar, la olla globular para fogones de leña. Hay también
el cántaro (huallo), de boca estrecha y orejas, utilizado para traer
agua, de los que ya se hacen pocos ya que ha sido reemplazado por
los recipientes de plástico. La cantarilla (botija, tacanguilla) es
similar al cántaro pero tiene la boca más ancha y es, generalmente,
más grande. Se usa para guardar los granos y fermentar la chicha. La
tinaja es, asimismo, grande y tiene los mismos usos que la cantarilla,
pero carece de orejas.

Otras formas son la cazuela, para cocinar, con orejas


horizontales; la dulcera, de forma parecida pero con orejas verticales,
para dulces o manteca; el "tiesto" (tortillera) para asar tortillas; la
"olleta" (shila) para chicha, leche o chocolate; el "conquiénvenistes"
(tingui, tingui manga) que son dos ollitas unidas por un asa ...

Las formas utilitarias de Jatumpamba son, en su mayoría,


de origen prehispánico.

Es interesante notar, que en contraste con las formas


utilitarias tradicionales donde la alfarera sigue las pautas tradicionales,
en la producción de macetas, la que corresponde a una nueva
demanda del público urbano, las alfareras despliegan, en cambio más
creatividad y fantasía. Tratándose de formas no tradicionales, sin
pautas establecidas desde hace generaciones, ellas se sienten libres de
inventar diversas formas y diseños decorativos, como bordes
decorativos, figuras en alto relieve, hojas o flores incisas. También
74
pueden utilizar diseños geométricos pintados, si bien dentro de los
límites del engobe rojo.

Actualmente, las alfareras de Jatumpamba deben


enfrentarse a serios problemas que amenazan la supervivencia de su
artesanía tradicional. Una de ellas es la escasez de leña, otra la
disminución en la demanda por su cerámica utilitaria que, si bien
todavía la hay, se puede prever que será menor en el futuro. El trabajo
físicamente arduo, los bajos precios y la falta de canales adecuados
para una comercialización más beneficiosa para las artesanas, son
otros aspectos difíciles.

Quizá será buscando nuevas alternativas, en forma y


diseños, para dirigirse al relativamente nuevo mercado de los
consumidores urbanos o turistas, que la alfarería de Jatumpamba
tendrá un futuro. Esto, siempre y cuando no se pierda el sello "típico"
de la cerámica del lugar y se informe al público sobre su importancia
histórica y cultural.

Las alfareras necesitan, además, asistencia en cuanto a


buscar soluciones a las tareas más fatigosas del proceso de producción,
para buscar formas de ahorrar leña o utilizar otros combustibles.

Si bien se han hecho algunos intentos de darles asistencia


técnica a las alfareras de Jatumpamba, y se han logrado éxitos
parciales, concretamente en lo que se refiere a técnicas de cocción de
la cerámica, estos intentos han tenido que verse con los múltiples
problemas que vive una comunidad en rápido cambio con sus
tensiones y conflictos internos.

Proyectos externos impuestos a las alfareras no podrán


lograr cambios positivos durables. El punto de partida deberán ser
las propias necesidades e iniciativas de las alfareras. De ellas deben
provenir las decisiones y el deseo de innovación o experimentación.
75
Unicamente ellas podrán, al fin, escoger entre las alternativas ofrecidas.
Nosotros, los "afuereños" debemos confiar en su capacidad de
supervivencia.

76
Sérrag

Más arriba de Cumbe, en la parroquia de Quingeo, está


la comunidad de Sérrag. Pequeña, de unas veinte casas sobre la
cuchilla del cerro donde casi siempre sopla un viento frío, este es uno
de los lugares donde se siguen fabricando las "ollas" con la técnica
del golpeado.

Aquí, algo más de diez mujeres mantienen la tradición


de la alfarería. Siendo este, como es el caso de Jatumpamba, un
pueblo de agricultores, sin otra alternativa económica que la alfarería,
también en Sérrag la gente joven, los hombres sobre todo, se ven
obligados a salir a buscar trabajo remunerado en otras partes. Se van
a la costa, a las camaroneras o a las plantaciones de banano; las
muchachas trabajan como empleadas en Cuenca.

Sin embargo, algunas jóvenes aprenden la alfarería y


existe una producción de cerámica utilitaria, aunque más bien pequeña
y destinada a un mercado local.

Se combina la alfarería con la agricultura, dejando la


primera para las épocas secas del año que son además las con menos
tareas agrícolas.

Se venden las ollas en Quingeo o en Cumbe o se las


cambia por productos agrícolas en los campos. Dice la Señora María
Aurora Morocho:
77
"Cuando llueve no hay como. No hay como quemar.
Ahora reunimos el maicito, no hacemos nada. Cuando hacemos, se
va a cambiar con granitos a cualquier lado. Vamos a Quingeo el
domingo. De repente llevamos una docena de ollas ...".

Casi olvidado Serrag, desconocida su artesanía fuera de


los lugares más cercanos, sus alfareras carecen de todo apoyo para
su trabajo; como alfareras viven aisladas de otras de su oficio.

La alfarera -hay también uno o dos hombres que saben-


trabaja en el portal de su casa, protegidas ella y sus ollas del viento
frío y del exceso de sol.

Las arcillas son locales y se preparan de manera similar


como en Jatumpamba. La técnica para formar una olla es, sin
embargo, algo diferente.

Para el primer paso de la fabricación, la alfarera pone un

Formación primaria de una olla

78
pedazo de barro sobre una piedra plana en el piso del taller. Ella,
sentada en el suelo, hace girar el barro con la ayuda de agua, sobre la
piedra, con una mano, mientras con la otra va dando forma a la olla,
jalando el barro desde adentro y hacia arriba para formar las paredes.

El filo o la "boca" se alisa y se forma con un pedazo de


cuero mojado, siempre girando la pieza sobre la piedra.

Aquí pues, a diferencia de Jatumpamba, la alfarera


permanece sentada y la piedra le sirve de "tabla de alfarero" para
poder girar la pieza que se va formando.

Cuando las ollas se hayan endurecido lo suficiente, se


las golpea para sacarles la "barriga". Después de la primera "golpeada"
se coloca a cada una en un "molde" -la parte superior de una olla rota-
para que mantengan su forma redondeada. Se vuelven a golpear las
ollas una segunda vez para perfeccionarlas y se alisa la superficie con
los golpeadores, borrando las marcas de los golpes.

Aquí también se pintan las ollas con engobe rojo en toda


su superficie exterior y se las quema, asimismo, en una hoguera
abierta. Se colocan las ollas sobre conos de arcilla, "en tullpitas como
para cocinar", se las tapa con leña y, al fin, con paja de cerro. En
Sérrag, si bien la leña empieza a escasear, el problema no es tan grave
como en Jatumpamba. Las alfareras de Sérrag queman menores
cantidades de cerámica, entre una y tres docenas de ollas.

La señora Elena Sangoquiza indica las formas utilitarias,


las mismas, básicamente, que las de Jatumpamba:

"Este es para asar tortillas, este para un arroz, la shila


para hacer café... Esta se llama aisana olla. En castilla se llama
olla de jalar. Mi mamita ha sabido y yo aprendí. Casada ya se

79
aprende más. Ya hacía falta más. Ahí no tenía plata para mantener
a las guaguas. Uno para comprar una libra de sal, ahí tuve que
aprender.

En este tiempo no quieren aprender. Es de una ,·ez


trabajo, de una vezfrío. La traída del barro, la trqída de la arena ...
Primero hacer secar bien, bien, ahí remoja lindo. Pisar. Si como
quiera hacemos, ya no vale.

En un día se jala la boca. En una piedra moldeamos.


haciendo rodar con la mano. Después, goleando, se va creciendo,
creciendo.

Trayendo de todas partes, se pone barro. Negro.


blanco... De uno solo no sale nada. De las quebradas arriba.
Pidiendo a los vecinos. Algunos me regalan, otros llemn ollas.
Quina se llama la tierra colorada. Ya quinando, asamos. La leña
delgadita, seca vale. Yo misma tengo que traer comprando. Entra
dos cargas en docena y media de ollas. Asamos en tullpitas como
para cocinar. Se mete leña, quebrando. Se tapa con paja.

Yo aquí mismo. No salgo nada. No tengo caballito para


andar haciendo cargar. Ya soy mayor, me enfermo. A mis hijas,
alguna vecina, yo doy en partido. Para algún puñado de granito
llevan, van buscando lejos. Según se vende por plata o así en
negocio, granitos... Para mí dan la mitad. Yo tranquila aquí vivo
no más".

80
Las Nieves

La parroquia de Las Nieves se encuentra bajando de la


carretera principal a Loja hacia el fondo del escarpado valle que
forma el río León.

En un paisaje seco y erosionado se divisa el pueblo sobre


una pequeña planicie más arriba del río.

Aquí hay cinco alfareras y en la cercanaAyaloma, donde


también trabajan los hombres, cuatro.

En Las Nieves el sustento principal es la agricultura,


pero la sequía y la poca tierra disponible causan la emigración
temporal de los hombres. Muchos de ellos trabajan en las minas de
oro de la zona oriental. También van a la Costa.

La alfarera Celia Román comenta:

"Agricultura. Aquí no hay más trabajo. Pero no


tenemos agua. Cuando el río no crece, no hay nada. Los hombres,
toditos se van al oro. A trabajar lavando oro. En esos puntos del
Oriente".

La señora Rosa Ordóñez coincide:

"Nos vamos quedando solas, los hombres van a trabajar.


En el Oriente a lavar oro. A la Costa a rozar o a tirar lampa. De
81
todo trabajan. Cuando van a la Costa demoran dos meses, tres
meses. Nosotras quedamos aquí solas, trabajando en lo que
sabemos. Trabajamos las ollas, criamos cuyes, criamos gallinas,
puercos. Vendemos. Ya sembramos papa, ya cebolla. Un poco de
todo".

Así, las mujeres de Las Nieves buscan complementos a


la economía campesina, pequeñas fuentes de ingresos en efectivo,
mientras los hombres salen a trabajar fuera del pueblo.

Según las alfareras, es posible que su artesanía haya


empezado en el barrio de Ayaloma, de donde provenían las alfareras
más antiguas. Este ha sido, tradicionalmente, un trabajo de mujeres,
pero en la última generación, los hombres lo han aprendido, tal vez
a causa de la falta de ocupaciones alternativas a la agricultura.
/

Las arcillas son locales, se las traen a caballo o a burro


de las dos minas. No se paga, normalmente, la arcilla. Se utiliza una
plástica, o "fina" y una arenosa, llamada "shara", como desgrasante.
Secadas las dos arcillas se las remoja en agua y se las mezcla
pisándolas.

El primer paso para formar una olla es similar al de la


técnica usada en Sérrag. La diferencia consiste en que, para la parte
superior, la "boca" de la olla, se añade un grueso cordel de arcilla.

Para dar la forma a la "boca" se utiliza uno de los


golpeadores, pero a manera de "alisador", no golpeando.

Explica la señora Celia:

"El barro es como en la mina del oro. Una tierra shara


y otra fina. Dos. Se trae en caballo, en burro. Se remoja con agua
y de ahí se le pisa. Se va sacando los trocitos como se hace el pan.
82
Hay que sacarle las piedras, si no, se rompe. De ahí se va formando.
A pura mano se va amoldando. Con estos golpeadores se va sacando
la boca".

Después de secos, se pintan los objetos con engobe rojo.


A diferencia de J atumpamba o Sérrag, no se cubren las ollas con
engobe, sino que se las pinta con diseños geométricos sencillos.

La quema tiene lugar al aire libre y requiere de varios


materiales combustibles. Se queman entre 40 y 80 ollas a la vez.
Dice la señora Rosa:

"La leña sí que es un problema. Casi dos horas de


camino para traer leña, troncos. Del lado de La Paz, allá .... Para
una quema hay que hacer tres, cuatro viajes, trayendo troncos en los
costales, leña ... Unas tres mulas de troncos, una carga de leña, una
carga de pencos, achupallas ...

Nosotras asamos así, al campo. Tendemos una tendida


de troncos. Ahí ponemos leña. Encima de la leña ponemos chamiza.
Encima de la chamiza hay que poner tarallitas secas con tamo. De
ahí acomodamos las ollas. Las cubrimos con troncos, a taparles
todito. Ahí sí metemos candela. Una hora no más, ya está. Hasta
que queme todo, quedan las ollas coloraditas".

A más de ollas, con o sin orejas, se fabrican "tiestos",


cántaros, jarras o "shilas", cazuelas y otras formas utilitarias y una
menor cantidad de macetas.

Se vende la cerámica localmente, sobre todo en las


fiestas de los pueblos circundantes. Los domingos, las alfareras van
al mercado en Nabón, cabecera cantonal. Se practica también el
trueque.
83
"En la fiesta de agosto es lo mejor que vendemos. En
Nabón. Cuando hay fiesta en Cachi-pata. Cuando hay fiestas por
ahí, nos vamos. EnNabón vendemos todos los domingos. Vamos en
caballo, en una mulita, haciendo cargar diez ollas, cargamos diez
tiestos, nos vamos.

Por ahí salimos cambiando con maíz, con papas, con


trigo... Sale mejor cambiando. Porque de repente nos dan en la
misma olla y una olla lleva medio tarro de maíz. Eso ahora vale
2 .000 sucres. Y una olla de esas, más de 300 no me pagan. Entonces,
ahí salgo yo ganando", manifiesta la señora Rosa.

84
Cera

En Cera se vive de la tierra. De la tierra para el cultivo


y de la tierra para fabricar las ollas. Ambas actividades tienen
condiciones naturales bastante favorables. La "mina" -el yacimiento
de arcilla- de buena calidad, es prácticamente inagotable. Los
pobladores de Cera tienen posibilidades de poseer terrenos en tres
diferentes clima, lo que les permite cultivar una gran variedad de
productos agrícolas. La población misma, el Plan de Cera, situada
a unos 2250 metros sobre el nivel del mar, tiene un clima benigno y
unas vistas hermosas. Las casas se extienden por las laderas y
bordean la calle principal que se ensancha para formar la plaza con
escuela e iglesia y seguir luego hacia abajo, a la Huerta de Cera, lugar
je los cultivos de clima cálido. El paisaje es verde, muy accidentado.
Al fondo se distingue la iglesia blanca de Taquil, la parroquia, y a la
entrada de Cera se alza el cerro Tundiranga, objeto de las leyendas de
los mayores.

Ya pasó el tiempo en el que Cera era un pobre caserío de


casas de techo de paja, pasó también la época en la que los ceranios
eran "arrimados" a la hacienda de Cera. Recuerda Francisca Llive,
alfarera activa aún a sus 82 años:

"De pura paja eran las casitas. O con chantecito. No


había casas aquí. Era ralo. Una casita más allá, vuelta otra casita
más acá ... Nosotros trabajando, mitad para la hacienda, mitad para
nosotros. Si no apuraban a trabajar los hombres, ya se rezagaban,

85
tienen que pagar de los rezagos. Así era. Una semana para la
hacienda, otra semana para nosotros. Las mujeres hacían las ollas
para comprar la ropa para los hombres. Uno estar trabajando para
mantener a ellos cuando se vayan al trabajo. Ahora sí trabajan ellos
para nosotros, para mantención, para comer. Ya para estar ellos a
los órdenes primeramente a Dios y a la Virgen Santísima, no nos
manda nadie. De lo que es ahora, pues, con la bendita caridad de
Dios, se hizo pueblo en estas partes, pues".

En 1972, con la Reforma Agraria, la hacienda fue


parcelada. Se le adjudicó a cada familia los terrenos que venían
cultivando. Además, la hacienda donó los terrenos para levantar las
viviendas, un terreno para el Centro Cívico y el usufructo en común
de la "mina" de arcilla (Punín, 1977).

Hoy en día, las casas de Cera son más espaciosas, de


techos de teja. Las más de las veces se prefiere seguir haciéndolas de
tierra, lo que les da un aspecto agradable, en armonía con el paisaje.
Las rodean los patios de tierra apisonada y barrida, los pencos, los
"novios", los eucaliptos y duraznos, uno que otro jardín de flores
multicolores. Más arriba, las chacras de maíz, poroto, arveja, cebada,
trigo ...

Según la nómina del agua, viven 125 familias en Cera.


Ya tiene la población agua entubada y luz eléctrica, pero para la
atención médica deben dirigirse a Taquil. Aunque el nivel de
educación formal ha mejorado con la escuela, muy pocos jóvenes
siguen el colegio y el analfabetismo sigue siendo común entre las
personas mayores.

El ambiente de Cera es de tranquilidad rural, pero al


mismo tiempo, el pueblo está lleno de actividad, marcada por los dos
quehaceres básicos: la agricultura y la alfarería.

86
Desde varias casas se puede escuchar el golpetear de
los"golpeadores", y se ve a las mujeres sentadas en el portal de sus
casas, a la sombra, acabando sus ollas. Trabajan como alfareras todas
las mujeres adultas y casadas, además de sus hijas solteras, desde la
primera adolescencia. Parece razonable calcular su número de 180
a 200. A más de ellas, viven unas 10 familias en la Huerta de Cera y
alrededor de 30 en la cercana Cachipamba, asimismo dedicadas a la
alfarería.

Para las niñas y mujeres jóvenes, la cerámica sigue


siendo una actividad vital, la que consideran natural aprender apenas
salen de la escuela. Normalmente, se aprende de la madre, la que a
su vez aprendió de la abuela, fieles a una tradición de desconocida
edad. La señora Francisca cuenta de poderes asombrosos de sus
antepasadas alfareras:

"De quince años he aprendido a hacer las ollas. Mi


mamá me enseñó. La abuela de ella dizque sabía atajar el aguacero.
Sabía pasar ya por abajo, por el caliente, han pasado las aguas, ya
para llover. Dizque agarraba una varita: "quédese aguacero que
estoy acabando de asar las ollas'. Y se retiraba. Así sabía hacer.
Había tenido, pues, algún libro para atajar las aguas. Ha de haber
sido como un médido, dizque ha eneñado. Ahí sí, podía quemar.
Viniendo, dice, las aguas así y ella: Retírese, retírese'. Se retiraban
las aguas.

Yo no sé hacer eso. Sino que aquí haciendo las ollitas.


Ya estoy en los 82 años. Pero me da gusto de trabajar. Sueño que
estoy haciendo las ollas. No ve, esa es la plata de nosotros".

Dice la señora Rosalía Guamán, madre, suegra y abuela


de alfareras;

"De doce años ya se comienza a coger el barro. Ya


87
saliendo de la escuela. Se aprende desde chiquitas. Si no sabe
"enseña", dicen. Entonces, ya, hace, hace, ya, fierosos también
salen. Y así va haciendo más bueno. La mamá va enseFiando ya.
Coge de las manos,hablando,pues: 'No hacen, son rudas' ,dice. 'No
aprenden pronto', decía. Ella me enseñó, cogiendo de las manos. Y
había veces que no podía hacer, cogiendo el chine en las manos. 'Que
aprenda a hacer bonito', decía. Por miedo dizque se aprende.
Entonces, ya va la mano enseñando.

A ella, la abuelita le enseñó. Ella, vuelta, a nosotros. Y


así va la cadena, no. No hay eztándo acabe. ¿Cuándo ha de ser?
¿ Qué tiempo? Es bien antiguo esto ... Bastantes mujeres trabajamos.
Sólo aquí arriba hay, creo, unas 120 casadas. Todas ellas hacen. Las
jóvenes también ya van aprendiendo. Hay la tierra para hacer. La
mina no se acaba, no acaba el barro."

Coinciden las mujeres en que el aprendizaje es difícil, a


veces cuesta dolor y lágrimas. Jovina Cartuche, nuera de la señora
Rosalía:

"Mi suegra me enseñaba, sino no mismo, yo no podía


hacer. Bueno, parar, yo paraba. Era la hora de sentar para golpear
que era una tristeza para mf. Yo mejor me largaba por ahí a hacer
otros mandos, pero yo golpear, no golpeaba. Para mí era un
sufrimiento la golpeada. Salían en partes fieras, en partes salían así
delgaditas, en partes salían gruesas. Donde se sabía asentar más el
golpeador ha sabido hacer mds delgadón. Ahí ya dejé yo. Ya no
aprendí. De ahf hubo una casita acd abajo que es de PREDESUR.
Allí yo aprendí a hacer. Vieja ya".

"La golpeada es lo más trabajoso. La parada ya como


quiera, aun cuando sea torcido, se hace cuando se está aprendiendo.
Y lagolpeada,pues, ahí es más ... Que se parte por aquí, que se parte

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la boca o ya de repente de los moldes se caen al suelo. Es trabajoso.
Mi mamá, ella me enseñó. Como las mamás, pues, dan golpeando,
uno para como quiera. Entonces, ella acomoda la boca. De ahí se
aprende. Las chicas recién aprendieron, uno enseña cómo se hace.
Mi mamá me enseñó buenamente. Otros, vuelta, dicen que dan duro
a las guaguas. Yo también, a buenas he enseñado".

Así cuenta la señora Lucha Robalino, maestra alfarera,


especialista en objetos de adorno bellamente pulidos, mientras Celia
Lapa recuerda:

"Una tía me enseñó. No aprendía gran cosa, no podía


aprender. Mi tía era bravísima. Agarraba la olla que estaba torcida,
con eso daba en la cabeza. ¡Madre Santísima! Así ya me fui
aprendiendo. Ya no hacía que pare unas diez o unas quince. Hacía
tarea de para veinticinco. Veinticinco ollas de acabar en dos días.
¡Puh, Dios Grande! y todavía yendo para los animales. Por eso ni
conozco la escuela. En ese tiempo, qué esperanza de eso. Sólo el
trabajo ... "

Según la división tradicional de trabajo, la alfarería es la


tarea de la mujer, la agricultura del hombre.

La agricultura de subsistencia se complementa con una


producción comercial de cultivos de subtrópicos de la Huerta de
Cera, como cítricos, café o tomates. Los terrenos más altos, en los
cerros, sirven para la ganadería. De esta manera existe en Cera una
verdadera "verticalidad", con la utilización de diferentes pisos
ecológicos.

En las épocas de siembra y cosecha, la mujer deja la


actividad alfarera para ayudar en la agricultura. Asimismo, si la
familia tiene bastantes terrenos o se dedica al cultivo comercial, la

89
mujer dedica más tiempo a la agricultura. En su casa, la alfarera
combina su artesanía con la cocina, el cuidado de los animales
domésticos y el de los niños. Es común que las mujeres se casen muy
jóvenes, a los catorce o quince años. Por esto, las familias son
numerosas. Como los jóvenes se casan, generalmente con miembros
de la misma comunidad, la familias permanecen bastante unidas,
padres e hijos no viven lejos los unos de los otros.

Esto significa, para las mujeres alfareras, que muchas


veces las hijas y las nueras acuden a la casa de la madre de familia,
la menores para aprender si no saben ya o, simplemente, para
acompañarse en el trabajo. Ellas repasan los últimos acontecimientos
de la comunidad mientras "paran" y "golpean" sus ollas.

Con el matrimonio viene la obligación seria para la


mujer de trabajar en la alfarería para contribuir a los ingresos
familiares. La complementariedad de la mujer-alfarera y el hombre-
agricultor se considera fundamental para la supervivencia de la
familia. La señora Celia recuerda:

"Yo me casé de veintidós años. Ya de mi sano sentido.


Hacía las ollas estando yo soltera y recién casada también. Porque
cuando 11110se casa, se casa solamente con el esfuerzo. ¿Dónde para
poder sembrar, dónde para poder hacer nada? Sino que teníamos
que estar, yo dale en ollas para todo. Ya después de años así
trabajando, ya cogimos las posesiones en la Huerta, ya pudimos
sembrar ahí".

Dice la señora Lucha:

"Las ollas, nosotras, pues. Los hombres están por ahí,


andando trabajando. El ya se va a su trabajo y uno tiene que sentarse
a hacer. Ayuda a afilar cuando están ya secas, sí ayuda él. O para
quemar mismo. Ya cuando hayan las ollas, se va a acarrear la leña.
90
Acarrean la leña y ayudan a quemar también".

Actualmente, la forma de vida tradicional ha empe-


zado a cambiar en Cera. Las comunicaciones mejoradas han
acercado la comunidad al mundo exterior. La mayor necesidad
de dinero en efectivo y las posibilidades alternativas de obtener
ingresos han cambiado la vida económica tanto de hombres como de
mujeres.

Para vender las ollas, y ano es necesario salir a pie aLoja.


Vienen, también, más intermediarios, comerciantes de cerámica.
Muchos jóvenes salen a buscar trabajo asalariado o a dedicarse al
comercio. Los que van a Loja para trabajar en la construcción,
vuelven a Cera los fines de semana. Los que van a la Costa-a trabajar
en las camaroneras- o a la Región Amazónica, se quedan por más
tiempo.

Sin embargo, como en la misma comunidad, las


posibilidades de subsistencia son mejores, comparada con una
comunidad como Jatumpamba, los hombres no migran por períodos
muy largos y prefieren trabajar cerca, en Loja o en los pueblos
vecinos. Se combinan períodos de trabajo asalariado con períodos
dedicados a la agricultura. Los que se dedican a un cultivo comercial
o la cría de ganado tienen posibilidades de ingresos sin necesidad de
salir de la comunidad. Los jóvenes, a veces, salen para "conocer"
pero ya cuando crecen las familias y aumenta la edad, lo preferido es
quedarse en casa.

Estos cambios en su vida, su comunidad y su trabajo,


están sugeridos en las palabra de las alfareras al recordar su pasado
y reconocer su presente. Dice la señora Celia:

"Ahora ya estos renacientes, el que menos, paran sus


buenas casas. Ahora, por ahí se van a jornalar. Ahora tiene que
91
haber harto para comprar cualquier cosa para la casa. Mis hijos
tienen máquina para coser, cocina. Tienen televisión, radio,
refrigeradora.

Nosotros de antes no hemos acostumbrado. ¿Dónde


también hacían un medio? Yo fui casada ya unos diez alias,
compramos un radio.

Sólo las ollas aquí se hacía, cuando más cántaros y unas


cazuelas. Mi tía sabía de repente ir por Chuque, o por Santiago para
ir a negociar. Se cambiaba con cuyes, se cambiaba con pollos, con
maíz, poroto ... Ya ahora, ya no hay tanto para cambiar. Poco, poco
cambian. Antes, las ollas fue baratito y asimismo, la libra de arroz,
a cinco reales era. Ahora es un cambio. Lo de uno vale y lo que se
va a comprar también cuesta".

La señora Rosalía recuerda:

"Antes, a comprar las ollas, a burro venían. ALoja era


de ir andando, camino de herradura. Yo me iba de la edad de unos
diez años,jalado ollas me iba. Tenía una vacona, en esa llevábamos
las ollas a Laja. lbamos de mañanita, sabíamos llegar a la casa a
las diez de la noche. No había los carros.

Antes vendíamos a dos sucres, a quince reales, así.


Ahora siquiera se vende más. Aunque todo cuesta, eso sí. Sí traen
plata cuando van a la Costa. Ahí van mis nietos a venir trayendo
plata para el mantenimiento. Un nieto trabaja allá en una camaronera.
No había eso, ahora es que hay. Mi hijo, está en Zamora, allá es
chofer. Pero no se van mucho, sólo cerquita, ya mismo vuelven".

"Antes, más pobre era". Dice la señora Lucha.


"Teníamos nosotras que hacer las ollas e ir a cambiar por el lado de
Laja, por ahí, para poder dar de comer a las guaguas. A pie íbamos
92
por un camino que había antes. No había ni carro, pues. De M otupe
era de coger el carrito que costaba un sucre el pasaje a Loja. A bestia
íbamos llevando. Cuando más primero, yo muchachona, íbamos a
andar en toda la ciudad de Loja, las ollas jaladas, buscando quien
compre. Así era,jodido era. Después ya aprendimos a cambiar en
los campos. Con maíz, con cuyes, con pollitos.-. Ahora, esta
juventud, tiempo que veo que sale. A cuenta que se casan, se van ya,
dejando a las mujeres. Tengo unas hijasenLaToma, están negociando
en el mercado. La otra está negociando en las minas. Se casó y se
fue. Llevan frutas, maduros, aguacates. Llevan porotos, arveja ...
Llevan eso a las minas a vender allá".

La fabricación de las ollas consiste de un proceso de


varias etapas y exige dela alfarera conocimiento, paciencia y habilidad,
si bien, en los pasos más duros físicamente, se cuenta con burros para
la carga y a veces con la ayuda de los hombres.

La arcilla se saca de la "mina" y se la deja secar en el


sitio. Se la trae a la casa para ponerla en remojo en un hueco en la
tierra llamado "ñaque" o en unas ollas viejas.

La arcilla es plástica y necesita de arena como


desgrasante. Esta se trae de la quebrada de Taquil, en burros, se la
cierne y se pisa con el barro remojado. La proporción entre arcilla
y arena, la alfarera la sabe por práctica. Ella siente cuando la pasta
ya tiene el 'término" adecuado para trabajar y para que no se rompan
las ollas en el proceso de secado y quemado.

El primer paso para hacer una olla es, en Cera, la


"parada" Como en Jatumpamba, se utiliza un "jalado" en esta fase,
pero, por lo demás, se distingue del método empleado en Jatumpam ba.

La alfarera se sienta en el suelo, generalmente dentro del


umbral del cuarto que le sirve de taller ya que es necesario trabajar a
93
la sombra para que el barro no se seque demasiado rápido. Parte
pedazos de arcilla según el tamaño de los objetos que piensa hacer.
Utiliza una tabla de alfarero, como puede ser un pedazo de tronco de
madera, para girar sobre él -con la ayuda de agua- el pedazo de barro.
Con la mano derecha empieza a levantar las paredes, estirando el
barro hacia arriba.

Cuando las paredes del cilindro que se va formando


tienen cierta delgadez, se lo pone en un "molde" -la parte superior de
una olla rota- para evitar que la olla pierda su forma redonda cuando
se vayan adelgazando sus paredes.

Ahora la alfarera gira todo el "molde" con la mano


izquierda, mientras sigue trabajando con la derecha. Con un pedazo
de madera, llamado "mate", empareja la parte superior del cilindro,
dándole al mismo tiempo forma a lo que será el borde superior, la
"boca" invertida de la olla. Se iguala el borde con los dedos. Todo
esto se realiza manteniendo un movimiento rotatorio regular, girando
el molde con la mano izquierda.

La parte final de la "parada" consiste en "jalar la boca",


es decir lograr la forma final del filo de la olla. Para eso, se coge entre
el índice y el pulgar una hoja de "duco" o de cuero mojado para,
girando el molde, alisar y darle la forma final a la "boca". Explica
la señora Rosalía:

"Allacito es la mina de barro. Ahí se va, se saca. Hay


derrumbes, ese hueco a veces aplasta a la gente. De ahí vamos
trayendo en burros. Sacamos así que seque bien hasta traer en burro
aquí para remojar y pisar con la arena. Del río se trae la arena. Los
hombres. cuando están desocupados, ayudan.

Todo con cuidado se hace. Cuando no se le quita las

94
piedras al barro, ahí se revienta. Uno se va sacando, sacando para
arriba. Viendo, sintiendo, dónde está bien, dónde está grueso, está
delgado. Si no, queda un lado más abajo, otro más arriba. No queda
bonito, queda disparejo. Cuando ya se sabe hacer, la parada es
fácil. Con el palito hay que seguir parejando. Mate, le decimos.
Para hacer elfilito, duco se llama, una hoja así. En la candela se
calienta, después se le jala la boca. Para que se haga suave, si no,
se quiebra la hoja. Con cuero quedan gruesos los filos. Y cuando
es el duco, quedanfinitas las bocas."

Y dice María Porfiria, alfarera joven y hábil:

"La mina no es de nadie. Eso es de todos. Sino cuando


no hay barro hay que cavar por dentro para poder encontrar la mina.
Los hombres en eso ayudan. Uno no más no se avanza. De ahí, la
arena todavía. Abajo es, en la quebrada que pasa bien abajo. Con
burros, eso sí, porque traer al hombro no se avanza. Eso hay que
cernir con harnero. Para un saco así de barro, el polvo seco, es una
mula de arena. Según el porte como se haga sale. Cuando se hacen
grandes, no salen muchas. Sólo sentada, todito el día, unas
cincuenta he de hacer. Yo hago treinta de estas, pero levantando
haciendo el almuerzo.

La pisada, aquí mismo se hace. Ya después de pisar, se


pone no más de hacer. Las piedritas se las bota. De ahí se hacen las
bolitas según el porte que se quiere hacer las ollas. De ahí se hace,
a pura mano. En esta tablita se hace. Ahí se va dando vuelta. Ya
cuando se hace grande se pone en el molde, si no, no hay cómo
acabar. La pared se hace a pura mano. Con el dedo no más,
parejando. Es de tener habilidad mismo .."

Terminada la "parada", se dejan las ollas en los "moldes"


hasta el día siguiente, para que la arcilla se endurezca lo suficiente
para poder "golpear" las ollas. Este paso es el mismo que en
95
Jatumpamba, pero la alfarera apoya, muchas veces, la olla sobre un
"molde" cubierto con una tela durante el "golpeado" para evitar que
pierda su forma.

"Un día no más seca. Orea el barro. Entonces, el otro


día se le golpea. De ahí, se le pinta el pecho, se golpea el asiento. Ya
se pinta el asiento. De ahí se deja a un lado que seque. Ya cuando
ya está oreado, se afila con la piedrita.

Yo de estos hago treinta. Al otro día golpeo, pero


sentando en las ollas de las ocho hasta la tard_e.Pero ya 1·amosa traer
los animales, a cocinar, ya queda. Ya se hace venticinco. Porque hay
que ver los animales.

Se hacen ollas, se hacen cazuelas, cacerolas. Hago


macetas, hago floreros. Hago bandejas que mandan hacer. Todo he
hecho. Antes se hacía sólo las ollas, cántaros sabíamos hacer. Mi
mamá hacía sólo grandes. Cuando no es necesario no se hacen
grandes. Es más trabajo, más se sufre".

Antes, o al mismo tiempo, de pintar las ollas con un


engobe rojo, se alisa la superficie con los "golpeadores". El bruñido
o la "afilada" del engobe rojo se realiza con una piedra de río lisa o
bien con un cacho de vaca, estando el engobe semiseco. Esta es,
muchas veces, tarea de los niños. La arcilla roja para el engobe existe
en una sola "mina" en el Tunduranga. No se le agrega nada más que
agua y se la aplica directamente con la mano.

"Se secan las ollas para quemar", indica la señora


Rosalía, "siquiera ocho días. A la sombra. Si se pone al sol se
parten. La quemada que esté en un día que sea bien veranito. Sin
viento, calmo el tiempo. Se calienta primeramente con las chamizas.
En el tiempo, todo el día nos llevan. Comenzamos a negrear a las diez
de la mañana. A las tres de la tarde estamos acabando de negrem:
96
Precalenramienro de las ollas

De ahí se amontona en el suelo. Se para la leña hasta donde va dando


en la cumbre, también se pone leña. Todito alrededor se
y encima,
pone, tapando con leña las ollas. De ahí se prende con candela para
que alce. Una sóla alza, ahí sale ya".

La quema se realiza, pues, al aire libre. Primero se


precalientan las ollas dándoles vuelta con un palo sobre un pequefio
fuego de ramas u hojas. Es importante "negrear" las ollas bien por
todos los lados, si no, se rompe el lado que ha quedado crudo. Las
ollas, después del precalentamiento, ya no se rompen en la quema
final. Para esta, se puede hacer una"cama" con bofiiga seca, sobre la
que se amontonan las ollas, acostadas de lado. Las ollas grandes se
colocan dentro de y encima de las grandes. La lefia se pone
verticalmente apoyada alrededor de las ollas, tapándolas totalmente.
La quema dura alrededor de tres horas. Cuando el combustible se
haya consumido, se puede sacar la cerámica de las cenizas, con un
97
palo, para dejarla enfriar. La leña empieza a escasear en Cera, si bien
la situación no es tan difícil como en Jatumpamba; a veces las
alfareras deben contentarse con leña de una calidad inferior para la
quema.

"Los hombres cortan la leña. Eso traen del campo, de


abajo. Para que vayan las cien ollas, entran siquiera unas cuatro
mulas de leña bien cargadas. En las posesiones de nosotros tenemos,
de ahí traemos, es puro faical. E/Jaique es mejor, pues".

Las formas tradicionales de la cerámica de Cera son las


ollas redondas para fogones de leña y los cántaros para agua así como
las cazuelas. También se hacen "jarillas" (como la "olla de jalar")
para llevar comida a los campos, "o lletas", platos y "tiestos" para asar
las tortillas.

Actualmente, las alfareras de Cera han logrado adaptarse


a un mercado variado y, sin dejar su técnica heredada, han adoptado
formas nuevas para un público urbano y turista. En parte, esto se debe
al proyecto de asistencia técnica desarrollado enla comunidad por
PREDESUR desde 1980. Entre las formas nuevas se encuentran las
cacerolas de fondo plano para cocinetas de gas, las macetas y una gran
variedad de objetos de adorno, como floreros, candelabros, alcancías ...

En otros aspectos, la precoperativa formada a través del


proyecto mencionado, ha tropezado con varias dificultades, como la
falta de costumbre y la poca comodidad de las mujeres para trabajar
en grupo y fuera del hogar, los problemas económicos y,
aparentemente, la falta de suficiente personal adecuado. Todo esto
ha hecho que, hasta ahora, el impacto de este proyecto se haya
limitado a la introducción de formas nuevas.

Dice la señora Lucha, que es la que más ha desarrollado


esta nueva línea:
98
"Lo que hacían los abuelos de nosotros son las ollas
mismo, que sabíamos vender. Los cántaros, las cazuelas, también sí
hacían. Mi mamá hacía los platos, las cazuelas, las olletas. Pero los
floreros no, ni los maceteros. Yo era la primerita que hacía esas
cosas, ya toda la gente están haciendo. Yo saco de mi cabeza, de
repente sueño. Sueño que esto voy a hacer, y hago. Soñando, de
repente, ya veo mis modelos, como están ya. La otra semana voy a
hacer sólo esas cosas. No voy a hacer ollas. Para la Feria de la
Virgen del Cisne. Viene hartísima gente".

Existen diferencias entre las alfareras de Cera en cuanto


al tiempo dedicado a la alfarería, en el volumen de producción y en
el modo de comercialización. Naturalmente, estas diferencias tienen
relación con la relativa importancia de la actividad agrícola y con la
economía general de la familia. Por otro lado, la importancia de la
agricultura varía según el año. En un año de poca producción
agrícola, el hombre migrará en busca de trabajo asalariado y la mujer
dedicará la casi totalidad de su tiempo a la alfarería.

En estos casos, se trabaja con un intermediario habitual


quien viene a "contratar" las ollas para cierta fecha. Puede dar un
adelanto de la compra y se lleva toda la hornada de ollas.
Inmediatamente, la alfarera empieza un pedido nuevo. Una de estas
alfareras es la señora Rosa Padilla:

"Yo caino sólo en las ollas. Todos los días. Yo no me


retiro de aquí. Ya cojo plata, más gusto me hace. Ahora ya vale más
todavía. Se hace veinte, veinticinco ollas. Cazuelas, cántaros -puh-
falta. Todo llevan los negociantes. Media parte ganan ellos. Si
vendemos así a treinta, ellos dan en sesenta. Creo que son cuatro.
Ellos llevan de todo. De todos llevan aquí en este plan. Ellos dizque
no venden en Lojano más. Se van a vender a Saraguro, por dentro,
por El Cisne. Quieren bastantes ollas, por carradas.

99
Yo trabajo siempre con el mismo seiior. Cuando no
tengo plata, él me la deja. Pero nosotros no estamos acostumbrados
a andar con negocio, a vender. Por el descuido no salimos, no se
determina uno. De aquí también compra el que sabe, ollas, y se va
a vender en Laja".

En Cera, la venta indirecta a los intermediarios tiene un


volumen mucho mayor que la venta directa, cuando la alfarera va a
vender en el mercado de Loja. Aparentemente, el fenómeno de los
comerciantes de cerámica es antiguo en Cera ya que, según los
mayores, ya venían a llevar las ollas en burros antes de que hubiera
carretera a Loja. El ser "negociante de ollas", lo que lo pueden ser
tanto hombres como mujeres, es también un oficio hereditario.
Ahora son los hijos de los antiguos intermediarios los que vienen a
Cera.

El número de comerciantes no es grande, existen


alrededor de seis, conocidos y que vienen regularmente a la comunidad.
Sin embargo, tienen ahora la posibilidad de llevar mayor cantidad de
cerámica, llenando un camión pequeño con la producción de varias
alfareras.

Normalmente, cada alfarera trabaja con uno o dos


intermediarios en una relación comercial fija. Sin embargo, si el
comerciante no ha hecho un pedido previo, va de taller en taller para
reunir suficientes ollas.

Por otro lado, muchas mujeres prefieren la libertad de


trabajar a su propio ritmo, sin "contrato" para cierta fecha. Ellas,
simplemente, avisan al intermediario cuando ya queman la cerámica.

Algunas mujeres salen, al menos a veces, a vender ellas


mismas sus ollas en el mercado de Loja directamente al público. Se
prefiere la venta directa cuando se ha quemado una cantidad pequeña
100
de ollas, de 80 a 100, mientras que se vende al intermediario cuando
se tienen bastantes, o alrededor de 300, cantidad que el comerciante
normalmente pide por mes. Esto se debe, seguramente, a la dificultad
en llevar una carga grande de cerámica a Loja y la falta de tiempo para
ir varios días al mercado. Por esto, se prefiere la venta indirecta, a
pesar de que las alfareras saben que el ingreso es relativamente
menor.

Durante la Feria de la Virgen del Cisne, en los meses de


septiembre y octubre, las ventas aumentan y varias alfareras salen a
vender su producción directamente en Loja. También la venta
indirecta aumenta. Los intermediarios suben los precios, fijando de
esta manera los precios nuevos para todo el año.

Una pequeña cantidad de cerámica, de las formas nuevas


sobre todo, se vende a personas particulares que visitan la comunidad,
las que, a veces, también hacen pedidos para futuras ocasiones.

Subsiste, además, el antiguo trueque por productos


agrícolas. Las alfareras salen a los campos y a los pueblos vecinos,
como Chuquiripamba. Explica la señora Rosalía:

"Yo quemo a los quince días o al mes. Para quemar


bastante, al mes. Y si no, para quemar poquito, unas cien ollas, en
quince días. De ahí vamos a Loja,jueves,para traer las cosas. Un
poco se lleva, unos dos bultos. En Loja vendemos sentando, o
compran allí los negociantes. Eso sí, sale más vendiendo uno,
llevando en dos viajes. Ellos, barato llevan y sacan media parte. Los
negociantes también vienen aquí. De Loja mismo son. Ahí venden
ellos, en Loja. Ellos, todo los días en el mercado, vendiendo.
Nosotros vamos sólo un diíta. ¿Qué vendemos? El cambio es mejor.
Por una olla de estas dan dos sombreros de maíz en el campo. Y de
estas dan un sombrero porque son más pequeñas. Porotos se cambia

101
a veces. Cuyes se cambian, maíz, cebada. Arverja. Todo. Todo lo
que tienen en otras partes.

Lo que sembramos nosotros, depende del año. Si en


caso hay buen tiempo, entonces aguanta todo el año. Y si no, vamos
a comprar, a cambiar las ollas".

La parroquia de Taquil comparte la misma tradición


alfarera que Cera, pero hoy en día unas pocas mujeres trabajan la
cerámica aquí, aunque anteriormente había más. A diferencia de
Cera, las mujeres jóvenes ya no aprenden la alfarería en Taquil.
Aparentemente, la arcilla es más escasa y de inferior calidad en Taquil
y dicen las alfareras de Cera que de Taquil vienen a comprar o "robar"
la arcilla.

102
Yucucápac

En Yucucápac, Saraguro, vive Alegría Namicela, una de


las pocas alfareras que quedan aquí. Antiguamente, parece ser que las
mujeres de Saraguro sabían fabricar su propia cerámica utilitaria para
uso doméstico, pero sólo algunas trabajaban para la venta.

La señora Alegría aprendió la alfarería de su madre y


trabaja hoy pequeñas cantidades de cerámica utilitaria-ollas, cántaros,
"olletas", "tiestos"- por pedido u, ocasionalmente, para venderla en
el mercado, los domingos.

Las arcillas, locales, que se sacan sin costo, se tienen


guardadas ya remojadas en ollas viejas. Es necesario mezclar las dos
clases de arcilla, pero no se utiliza desgrasan te adicional. La señora
Alegría amasa las arcillas mezclándolas, sobre una piedra plana,
utilizando una piedra de mano en forma de media luna.

El primer paso del proceso para formar un cántaro o una


olla, difiere de las otras localidades alfareras que comparten la técnica
del "golpeado". La alfarera forma una "tortilla" de barro entre las
manos y la coloca en un "molde" -también aquí la parte superior de
una olla rota- doblándola hacia arriba para obtener la parte inferior de
la pieza. Con un grueso cordel de arcilla añade la parte superior,
presionando con los dedos, adelgazando las paredes y dándole forma
al objeto con un alargado tiesto de cerámica.

El molde lo gira, con un movimiento bastante irregular,

103
con la mano izquierda, mientras con la derecha forma el barro. El filo
se forma con la ayuda de una hoja de eucalipto que se coge entre los
dedos mientras se gira el molde.

Al día siguiente, se golpea la parte inferior de la pieza,


adelgazando y formando la redonda "barriga". La cerámica se alisa
con una piedra de río, pero no se utilizan engobes ni otra decoración
por lo que cerámica tiene un aspecto sencillo, de color claro, pero no
tosco, ya que sus paredes son delgadas y su forma armoniosa.

Se queman los objetos al aire libre, utilizando las hojas


de penco secas como combustible.

104
Localidades alfareras
donde se utiliza la
técnica de modelado
Sierra Centro Sur Occidente de Azuay
Técnica de modelado libre
Ganarín (El Tablón), San Pedro

En la parte occidental de la provincia del Azuay, en la


zona de Santa Isabel, encontramos una técnica tradicional distinta del
"golpeado": un sencillo modelado libre partiendo de un pedazo de
arcilla.

Carecemos, hasta la fecha, de información arqueológica


o histórica que nos permita conocer algo sobre los orígenes de esta
técnica.

Pasando Santa Isabel y subiendo cada vez más alto en un


paisaje quebrado, seco, donde la tierra es de todos los colores, se llega
a El Tablón. Aquí arriba hay más humedad, en épocas de invierno una
espesa neblina lo cubre todo. En Ganarín están las "olleras",
alrededor de diez mujeres que trabajan sus ollas, mulos y cazuelas
para el trueque en los campos o para la venta, en Pucará y Santa Isabel.
Magdalena Llivisupe es una de ellas.:

"En Pucará compran más ollas, en Santa Isabel también


se vende. Se va cogiendo 200, 300 - 500 las grandes. Negociamos
con pollitos, cuicitos, gallinas, lo que den- papas, ocas- todo es
bueno, alguna cosa para poder vivir. En verano todos trabajan.
Salimos de repente en un mes, en dos meses, llevando unas doce ollas.

Aquí en Ganarín hacen, en San Pedro y Totora. Pero de


aquí compran más porque son durables.

107
Desde cuando recuerdo ha habido ollas, nuestras
mamacitas también han aprendido, desde chiquitas hacemos. Los
hombres no. Puro toman, borracho pegan a uno ... De no, van para
Pasaje, como en verano no hay agua, no hay nada que hacer, los
terrenos están secos. Trabajan en el guineo, rozando, limpiando
canales, así.
Las chicas sí aprenden, tienen que aprender. Mi chica
ya sabe hacer ollas, nueve años tiene".
Existen dos "minas" de arcilla arenosa que no necesita
desgrasante. Es necesario mezclar las arcillas de las dos minas para
que las ollas no se rompan. Se trae la arcilla en burro o en caballo.
El proceso de fabricación de las ollas es sumamente
sencillo. La alfarera, sentada en el piso del portal fuera de su casa,

108 Modelado de una olla


fonna una "bola" de barro. La sostiene en la mano izquierda,
mientras con la derecha hace un hueco en medio y, girando el pedazo
de arcilla, empieza a jalar el barro hacia arriba hasta lograr una forma
hueca, redonda.

Para seguir perfeccionando la forma, la pieza se pone en


un "molde": la parte superior de una olla rota. Con una piedra
redonda por dentro y un pedazo alargado de madera por fuera, sus
únicas herramientas, la alfarera sigue dándole forma a la olla. Al final
se forma la "boca" y se alisa el filo con los dedos, mojados. Al
segundo día es necesario seguir alisando y adelgazando las paredes
de la olla con la piedra y el pedazo de madera.

"La mina queda arriba. Hay en dos partes, en Turupama


y en Zhinampa. Una hora ha de ser en caballo. Vamos cuando
tenemos lugar, en saquillo traemos, así dos saquitos. Entreverando
de las dos, de una sólo, se rajan.

¡Ay! trabajo es. Se pisotea bien. De ahí se pone a

Quema al aire libre en Ganarín (El Tablón) Azuay.

109
remojar con agulta. Hay que sacar las piedras. Se hace una bola.
De ahí se hace, sale para encima, grande. Ponemos en unos moldes.
De ahí se hace boca de olla. Se compone, se raspa con un palito, con
una piedra, que quede redondo. Queda más delgado y alisado
adentro. Pesadas no quieren. Mañana se componen. Con la piedra
se alisa bien, con el palito. Como ser, hoy día se hacen, mañana se
componen, pasado mañana se hace bocabajar".

Antes de quemarlas, se precalientan las ollas, girándolas


sobre fuego lento. Luego se las amontona sobre leña y boñiga seca
y se las tapa con la boñiga. La quema es rápida, de 20 a 30 minutos.
Dicen las alfareras que es necesario sacar en seguida las ollas de las
brasas después de quemadas para que se enfríen, si no, se rompen.

"Se asa con leña y majada de ganado. Se pone leña y


encima las ollas, hay que estar virando, virando a toditas las ollas,
mashando. De ahí hay que poner bonito, más leña, se amontona y
se tapa con majada de ganado. Cuando coloran, ahí es de destapar,
de no, se vienen a rajar - se jala al lado para que se enfríen".

Las ollas son de color ladrillo claro, sin engobes, bruñido,


ni otro tipo de decoración. Ya listas para la venta o el "cambio", las
alfareras llevan las ollas en sus chalinas o en "linches" a la espalda.

110
Sierra Centro Sur, Costa Centro Sur,
Azuay, Guayas
Técnica de torno
Chordeleg, Cuenca - Azuay, Samborondón - Guayas

La técnica mediterránea de tomo y el vidriado con


barniz a base de óxido de plomo, así como, probablemente, el horno
abierto de adobe o ladrillo, fueron introducidos por los españoles en
algunos lugares del Ecuador, como Chordeleg y Cuenca.

Estas técnicas fueron, probablemente, enseñadas por


maestros españoles, aunque la mayoría de los alfareros debieron,
haber sido indígenas. Las fuentes históricas mencionan muy pocas
veces la alfarería o los alfareros, quienes, evidentemente, tenían un
prestigio social muy bajo.

La cerámica colonial es, en su conjunto, la menos cono-


cida arqueológicamente, comparada con la precolombina.

Por estas causas, es prácticamente imposible saber cómo,


cuándo y por qué se empezó a producir la cerámica torneada y
vidriada en el Ecuador y por qué los lugares a los que se introdujo
hayan sido, precisamente, estos pueblos del Azuay.

Lo que sí se puede afirmar es que los españoles utilizaran


ya los yacimientos de arcilla existentes y también, seguramente, la
presencia de alfareros indígenas.

En el caso de Chordeleg, existen aquí varios yacimientos


de arcillas de buena calidad y el lugar tenía, asimismo, una larga
tradición alfarera atestiguada por los innumerables restos de cerámica
cañari (Tacalshapa) sobre todo, pero también de épocas más tempranas.
111
Podría ser que la introducción de la cerámica española
del río
aquí tenga relación a la explotación de los lavaderos de oro
para
Santa Bárbara en Gualaceo, importante centro de esta actividad,
ión
satisfaceruna demanda de cerámica utilitaria por parte de la poblac
dedicada a estos trabajos.

En Cuenca es probable q_uelos inkas concentíaran a los


donde
alfareros especialistas en barrios definidos, en los lugares
existía yacimientos de arcilla (ldrovo, 1990)

Es posible que la actual Convención del 45 -los antiguos


un
Tandacatu y Corazón de Jesús- y El Tejar hayan existido como
la. En todo caso,
barrio de este tipo ya antes de la conquista españo
de
los españoles supieron aprovechar la existencia de yacimientos
fuera
arcilla en esta parte de Cuenca, la que, hasta hace poco, no
por los
urbanizada, y la presencia de alfareros locales, confirmada
miles de tiestos de cerámica inka encontrados en Pumapungo.

A Sarnborondón, Guayas, la técnica del torneado fue


Aquí,
introducida desde la zona de Cuenca recién hace 60 a 70 años.
de la
sin embargo, se siguen utilizando el engobe para la decoración
raíces en la
cerámica y la mayoría de las formas tienen también, sus
ona de
antigua cerámica del lugar, fabricada con la técnica autóct
"jalado y raspado".

El uso del tomo en La Victoria, Cotopaxi y en los lugares


aquí, y
de Chimborazo e Irnbabura a los que fuera introducido desde
que aquí no se trata del
en Cotocollao, Pichincha, es diferente, ya
o"
torneado corno tal si no que se utiliza el tomo como "tabla de alfarer
para girar un molde.

En la mayor parte de estos lugares, sin embargo, se


utiliza el barniz de óxido de plomo.

112
Siendo, aparentemente, Chordeleg y Cuenca, los únicos
lugares de producción de cerámica torneada y vidriada durante la
Colonia, sólo en la segunda mitad del siglo XVIII se empieza a
producir "loza fina" o cerámica en Quito. La fábrica que tuvo un
corto período de funcionamiento (Kennedy, 1990).

Es probable que hayan existido otros talleres en Quito


durante la época colonial que abastecían a la ciudad de alfarería
sencilla como de loza, pero hasta ahora no se han hallado restos de
ellos (Buys, 1990).

Si bien sabemos que el torneado y el vidriado fueron


introducidos por los españoles, en lo que se refiere a las formas, es
difícil conocer, a falta de investigaciones al respecto, los diferentes
híbridos que pueden haberse desarrollado. Para la cerámica colonial,
sobre todo para la que, probablemente, fuera fabricada por alfareros
indígenas, sin tomo y barniz, se observa una mezcla de rasgos y
formas de diferente origen (Idrovo, 1990).

En cuando a la cerámica utilitaria vidriada que se


encuentra hoy en Chordeleg y Cuenca, seguramente, mediante un
estudio detenido de sus formas, se podría descubrir, también, las
influencias, autóctonas o hispanas para cada una de ellas.

Podemos afirmar, finalmente, que una vez introducida


en Azuay la nueva tecnología, este tipo de cerámica tuvo una
expansión paulatina. En la actualidad, debido a una mejor demanda,
ha llegado a desplazar, casi en forma total, la producción de cerámica
autóctona, donde se utilizaba la antigua técnica de la provincia -el
"golpeado". Esto, por otro lado, es válido también para el resto del
país, ya que la cerámica de este tipo, proveniente de los centros de
producción más expansivos, hoy tienen un mercado nacional.

113
Bibliografía

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de Santo Domingo (Quito)". en: Cerámica Colonial y
vida cotidiana. Fundación Paul Rivet. Cuenca.

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Cuenca.

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preliminar)" BoletíndelaAcademiaNacionaldeHistoria
116. Quito.

FUNDACION PAUL RIVET, 1990,


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Barrios de tierra y fuego. Cuenca.

IDROVO, Jaime, 1990,


"Siglos XVI y XVII: La desarticulación del mundo
andino y sus efectos en la alfarería indígena del Austro
ecuatoriano". En: Cerámica colonial y vida cotidiana.
Fundación Paul Rivet. Cuenca.
114
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Rivet. Cuenca.

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Colonia". en: Cerámica colonial y vida cotidiana.
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Expresión estética popular de Cuenca. CIDAP, Cuenca.
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Creación, El arte popular en el museo Comunidad de
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(mecanografiado).

_____ , 1986,
Nosotros, los artesanos. Cuadernos de cultura popular
8. CIDAP, Cuenca.

_____ , 1991,
La cerámica popular deAzuay y Cañar. CIDAP. Cuenca.

115
Localidades alfareras
donde se utiliza la
técnica de ''torno''
Chordeleg

Chordeleg, trepado en su colina sobre el verde valle del


Santa Bárbara es, visiblemente, un pueblo de alfareros. Aquí se ven
las ollas de barro puestas a secar fuera de los talleres y, mirando por
las puertas, se distingue también a los alfareros en incesante actividad,
sentados en el tomo o tal vez cargando el horno de adobes con objetos
que van a ser quemados.

Detrás de la fachada moderna del Chordeleg de hoy,


donde grandes edificios de cemento y ladrillo ocultan las antiguas
casas de adobe, donde el comercio en joyerías y almacenes para
turistas y de artesanías de diversos origenes y calidades es lo que más
destaca, los alfareros siguen trabajando en la calma rural de su
sencillos talleres produciendo cerámica con prácticamente los mismos
métodos desde hace varios siglos.

Chordeleg fue sin duda un importante centro artesanal


ya en la época cañari. La riqueza aurífera de los ríos de la zona
permitió que aquí se desarrollara la orfebrería de la que hablan las
tumbas con ajuar funerario rico en oro, y que constituye una tradición
que sigue hasta nuestros días.

El mismo es el caso de la alfarería ya que abundantes


restos de cerámica, de tipo Tacalshapa sobre todo, nos hablan de una
importante producción alfarera aquí. Faltan aún las investigaciones
arqueológicas a este respecto, pero se puede esperar que se encontrará,
119
como en Challuabamba o Paute, cerámica de épocas todavía más
remotas.

La falta de documentos escritos nos impide decir cuándo,


cómo o por qué se empezó a fabricar la cerámica torneada y vidriada
de tipo español en Chordeleg. Tampoco es posible observar una clara
continuidad con la cerámica prehispánica de la zona o un mestizaje
definido de ella con la cerámica hispana.

Es posible, sin embargo, que los españoles introdujeran


su cerámica aquí con ocasión de que empezaran a explotar los
lavaderos de oro en Gualaceo para de esta manera satisfacer una
demanda de cerámica utilitaria por parte de la población relacionada
a este trabajo.

Esta ausencia de fuentes escritas no nos permite obtener


datos seguros sobre la alfarería y los alfareros de Chordeleg desde la
Colonia hasta el presente siglo. La memoria de los viejos, que se
remonta más o menos hasta finales del siglo pasado, nos trae la
reminiscencia de los primeros maestros aún recordados. El más
antiguo, según parece, fue don Felipe Palomeque, quien murió a
principios de siglo, y después su hijo, don Adolfo, padre de la señora
Elvira Palomeque, la alfarera más antigua del pueblo todavía viva.
Dice ella:

"Otros maestros del tiempo de mi papá, no había


muchos. Era un ruquito Daniel López. Allá en la loma había
Mariano Orellana, papá de Pompilio. Eran hábiles para la pintura,
pero medio chamboncitos para el trabajo. Había otro, un Peralta, de
Cuenca. El trabajaba bien fino. De esos primeros, mayores, se
derramaron el resto después".

En Chordeleg, la alfarería constituye hasta hoy una


tradición familiar. Las antiguas familias alfareras -los Palomeque,
120
los Orellana, los López- fueron casándose entre sí y el número de
alfareros se multiplicaba. Entraban al oficio otras familias, como los
Ríos, los Villa, los Loja, los Marín ...

El Chordeleg de esos tiempos pasados era un pueblito


rural donde los alfareros combinaban el cultivo de su parcela con una
pequeña producción de cerámica utilitaria. Las mujeres, principales
encargadas de comercializar la cerámica, se iban a los campos a hacer
trueque por productos agrícolas. En Gualaceo, la plaza más cercana,
también se cambiaba la mayor parte de las ollas y platos por
comestibles. Recuerda la señora Elvira:

"Mi mamita iba a los campos a cambiar por cebada, por


arverja. Cargábamos las ollas, los platos, e íbamos a G ualaceo, sen-
tadas, todo el día. De allí se venia noche, trayendo tazas de tortillas,
chumales, cuchicaras, mote. Cambiando. y plata no venía nada".

Los alfareros se iban también a otros pueblos, como


Sígsig o Paute. Había que ir caminando o a caballo por caminos
peligrosos a causa de los caudalosos ríos y los asaltantes:

"Vendíamos también en Paute. Había que ir de


madrugada, haciendo cargar en un caballo y había que pasar el río
Cuenca, río bravo, caudaloso. Allí habían los chimbadores, hombres
que hacían pasar, rompiendo el agua,jalando el caballo y al mismo
pasajero ... Mi papá era que así padecía. Vivió hasta los 120 años
mi taiticu, trabajando hasta cuatro meses antes de morir. Pero ya
hacía muy mal hechito ... "

Es otro recuerdo de doña Elvira.

Había también personas que bajaban del campo


circundante a Chordeleg para comprar cerámica, la que luego
cambiaban por productos agrícolas. Un artículo importante eran las
121
cantarillas para el aguardiente de contrabando. Así cuenta don
Salvador López:

"Mi abuelo se llamaba Daniel López. A él le gustaba


hacer esos platos, medianos, ollas para salir a lasferias. La semana
que asaba, ya tenía para salir a vender. En tiempo de mi abuelito no
había carro. En ese tiempo no era a Cuenca, sino a Gualaceo o al
S ígsig. Lugares más cercanos. Ya cuando vino la carretera empezaban
a irse a Cuenca, en tiempo de mis papás.

El trabajo que más le gustaba a mi abuelo era vender a


unas señoras de Soransol. Pagaban la plata para ir a los campos.
Compraban los platos, ollas, para ir a cambiar por maíz y el cambio
cuentan que era: En una olla tenían que dar otra olla llenita de trigo.
A veces la olla valía más. Decían que dé una olla y mitad más de
trigo. El plato con el plato de trigo o el plato de maíz. Entonces
quedaba bien - ellos recibiendo el maíz y ellos el plato".

La carretera a Cuenca, abierta en los años 30, hizo que


los alfareros empezaran a salir a las plazas de la ciudad, a la de San
Francisco primeramente, con su cerámica. Las mujeres iban también
a Cañar y a la provincia de Chimborazo a hacer trueque por granos.

Se trabajaban, pues, las formas utilitarias, cada una con


su uso definido en la cocina, utilizando la arcilla local. La mina más
importante era la de Toctehuayco que se dice tenía una arcilla blanca
de excelente calidad. Esta mina se dejó de explotar, a causa del
peligro de derrumbes, descubriéndose después la actual mina de
Capillapam ba.

Se usaba el plomo "blanco" o "dulce" que se obtenía


fundiendo barras de plomo que se compraban. Había que moler el
plomo con estaño y cuarzo para preparar el barniz. La decoración -
flores, hojas, aves o diseños geométricos - se pintaba con óxido de
122
cobre. Es probable que estos diseños se hayan inspirado en la loza y
la porcelana que se empezó a importar en la Colonia. Parte de ellos
siguen pintándose en la actual cerámica de Chordeleg. El maestro
más conocido en el campo de la decoración fue don Pompilio
Orellana quien trabajaba vajillas y piezas de adorno a pedido de
Cuenca.

Cuenta la señor El vira que:

"Todos los hijos tenían que ayudar en el trabajo desde


pequeños. Taititu nos hacía cargar la tierra cada mañana, seis viajes
cada uno. De la quebrada de Toctehuayco. Ibamos entre tres, mis
hermanas y yo. A las mujeres hacía trabajar porque los hijos varones
no querían ni obedecer. Mi taititu sabía hacer golpear la tierra con
nosotras mismas. Después había que cernir, ayudar a amasar.

Sabía hacer lindos trastes mi taititu, mi mamila pintaba.


Entonces se hacía con puro plomo, puro estaño. Había que fundir el
plomo.fundir el estaño, moler la piedra blanca del río para entreverar.
Y con eso se hacían ¡pero bonitas ollas! Salía ese traste blanco,
lindo".

Con el tiempo, llegaron los cambios también a Chordeleg.


El pueblo empezó a abrirse al mundo exterior, los alfareros llegaron
a formar parte de la sociedad industrializada, consumista, con sus
condiciones y exigencias. Mejoraron las comunicaciones. Se inició
el turismo.

Estos procesos son más significativos desde fines de los


años 60 cuando llegaron a Chordeleg dos voluntarias del Cuerpo de
Paz como asistentes técnicas, Ellas formaron la primera cooperativa,
elevaron los precios de la cerámica y se abrió un almacén en Cuenca
con el apoyo del CREA. Por estos aportes, las voluntarias son
recordadas con cariño por los alfareros. Introdujeron también nuevos

123
s
diseños para satisfacer un público urbano y de turistas, como vajilla
es
decoradas y objetos de adorno. Parte de este tipo de cerámica
Desgr aciada mente ,
producida aún por los ceramistas de "obra fina".
no se logró un proceso auto-sostenido de esta iniciativa, y la cooperativa
se disolvió.
Recuerda Salvador López:

"Yo creo que ha de ser unos 25 años. Ya con ellas


el
cambiamos ya. De ollas pasamos a soperas, de platos para
Se puso
mercado cambiamos a vajilla. Ellas nos dieron las ideas.
los
un almacén para tener donde vender en Cuenca para el bien de
artesanos. Cada cual tenía su especialidad. Yo en ese tiempo hacía
Poco
así paisajes, apliques para pared. Los precios eran buenos.
mercado nomás, solo para el almacén. Duró seis años del todo".

Después de esta primera experiencia, los alfareros de


cia
Chordeleg fueron objeto de una serie de proyectos de asisten
80
técnica, desarrollo y comercialización hasta mediados de los años
o
(Kennedy, 1988). La mayoría de estos proyectos fracasaron, total
ivos
parcialmente, haciendo que los alfareros, hoy, sean poco recept
a ese tipo de "ayuda".

Las causas de estos fracasos son múltiples, pero po-


mo"
dría mencionarse la falta de colaboración y el proverbial "egoís
y los
entre ios alfareros, la deficiente comunicación entre ellos
las
técnicos -n01malmente extranjeros- y la poca investigación sobre
a
condiciones socio-económicas y culturales de los alfareros previa
un proyecto.

Opina Salvador López:

"Es que no había una ayuda. Los técnicos que


Sin
consiguieron los que nos querían ayudar eran técnicos baratos.
nada de práctica. Pero eran extranjeros.
124
Más que todo hay mucho egoísmo, porque el uno no
quiere compartir el trabajo con el otro, ni que vean el uno al otro. Si
yo me voy donde otro y está trabajando él allí, yo no entro, tengo que
quedar afuera para que no se disguste. Lo mismo, si viene alguien
aquí, llama de allá afuera. Todos tenemos eso ...".

En estas circunstancias es difícil que funcione la


Asociación de Ceramistas que se conformó a principios de los años
70. Dice Enrique López:

"Es que unos quieren y otros no. Por eso, nuestra


asociación¿ cuándo va a surgir? Cada cual quiere ser independizado.
Sufrenmuchoacáporquenoseunen. Con]Oartesanos,yasacaríamos
una trituradora, haciendo un préstamo a un banco, una moledora de
tierra. Estos artesanos que se organizarían bonito, diera éxito
nuestro trabajo. Porque la unión es la fuerza ...".

Merece mencionarse la "Cooperativa Cerámica


Chordeleg Ltda. ", establecida por el CREA en 1979 con el objetivo
de montar una fábrica con una producción basada en lo tradicional,
pero adaptada a un público moderno. Se contaba con fondos del
BNF, del CREA y de los mismos socios y con la asistencia técnica de
la Misión Técnica Española. También esta cooperativa fracasó por
carias causas (Kennedy, 1988).

La última iniciativa de asistencia a la producción y


comercialización, dirigida a todas las ramas artesanales de Chordeleg
y sus alrededores, fue la instalación del Museo Comunidad de
Chordelegporparte de la OEA en 1982. Si bien el Museo ha prestado
asistencia a otros grupos de artesanos, como los tejedores de paja
toquilla, para la mayoría de los alfareros, el contacto con el Museo ha
sido mínimo.

La afluencia de turistas nacionales y extranjeros, atraídos


125
por lo hermoso del paisaje, lo pintoresco del pueblo y por las joyas de
oro, aumentaba cada vez más, convirtiendo Chordeleg en un centro
turístico y comercial. Así recuerda Salvador López el inicio del
turismo corno fuente de ingresos.

"Nosotros empezábamos ya a trabajar para los turistas.


Empe:aron a ,•enir así algunos turistas. Entonces, el señor Pablo
Vera tm•o la idea de recoger de los artesanos de aquí joyitas, de mí
también compró algunos trabajos, diciendo que es para darles a los
turistas porque vienen aquí por la artesanía y no hay nada, en
seguida se van vacíos. De ahí ya puso él el almacén y empezaron a
venir los turistas. Este fue el primer almacén, en los años 70.
Entonces, yo también empecé a vender aquí algunas cosas, macetas,
lámparas ... ".

A pesar de tantos proyectos e influencias externas, la


mayoría de los alfareros de Chordeleg siguen, en los aspectos
importantes, su forma heredada de trabajar, utilizando las técnicas y
materiales de sus antecesores.

Ciertos cambios pueden notarse, como la minoría de


alfareros que utilizan fritas y pigmentos comprados en vez del barniz
de plomo, y la importante producción de macetas, artículo que se
empezó a fabricar en los años 60 y que ahora se produce en mayor
cantidad que la cerámica utilitaria tradicional.

En los últimos años se ha desarrollado, además, una


línea artística popular de figuras y escenas costumbristas modeladas
a mano.

En la mayoría de los alrededores de 30 talleres que hoy


existen en Chordeleg (1990) se sigue trabajando con el barniz de
plomo y el óxido de cobre, principalmente, para la decoración. Este
tipo de producción es llamada "obra tosca" por parte de los mismos
126
alfareros. A pesar de que hoy se producen más macetas que cerámica
utilitaria, las antiguas formas utilitarias siguen teniendo su demanda.
El maestro Enrique López dice al respecto:

"Yo hago de todo un poco. Poncheritas, dulceritas ...


Las cosas que se han hecho más antes ya no existen. Por eso es que
lo de nosotros es bueno porque la gente sí compra. Ahora, la olla
nuestra están queriendo para las cocinetas de gas, con asiento. La
comida se encuentra calientita, dicen. Es el contento para nuestra
gente. Ahorita un plato de fierro enlozado, quieren unos 500, 1000
sucres. El platito de barro - que nos paguen 100 sucres estamos
contentos".

Por esto, algunos alfareros siguen dedicándose a la


cerámica utilitaria, aunque también pueden hacer macetas, mientras
otros trabajan las macetas únicamente.

El grupo de alfareros que trabajan la llamada "obra fina"


es más pequeño. Ellos utilizan una pasta más blanca, normalmente
una de las arcillas locales con caolín, pigmentos de diversos colores
para la decoración y vidrios comprados para el barnizado.

Aquí también la maceta es el artículo de mayor


producción, a más de gran variedad de objetos de adorno.

A pesar de que este tipo de producción se destina más a


un público urbano y de turfstas y tiene precios más altos, los costos
de los materiales y el gasto de leña para la quema son también mucho
más altos. Puede ser difícil vender esta cerámica a precios
suficientemente elevados a menos que se cuente con una buena
clientela.

La fabricación de la cerámica "fina" exige menos esfuerzo


físico, pero sí más habilidad y esmero por parte del alfarero.
127
Manuel López hace una comparación entre las dos
ramas:

"Yo trabajo en ambas. Los materiales de cerámica fina


salen muy caros. Claro que los objetos que se trabajan también salen
caros, pero no resulta mayor cosa. Para quemar 6,7 horas que se
quema la cerámica en las cajas. Se va mucha leña, sale muy caro.
En cambio, en arcilla, en una hora, hora y media, ya está lista la
quemada".

Esta diferencia se debe a que las fritas tienen que


protegerse del fuego abierto y por eso se queman estos objetos den-
tro de unas cajas colocadas en el horno a leña. El barniz de plomo,
en cambio, puede quemarse directamente y por esto más rápidamente.

"Los objetos en arcilla salen un poco más baratos y se


hace mayor cantidad. Hablando por mí, mejor me sale trabajando
en arcilla. Hay mercado para todos pero yo veo que la arcilla es lo
que más se consume. Es casi mejor lo antiguo antes que lo actual".

Otro grupo de ceramistas que utilizan los materiales


modernos, son los pocos que trabajan la cerámica artística popular.
Ellos forman figuras y escenas que muestran costumbres y situaciones
de la vida diaria. El primero en trabajar esta cerámica creativa es el
maestro Salvador López quien ha sabido plasmar en el barro aspectos
del mundo que le rodea con gran sentido artístico y del humor. Le
han seguido sus hijos e hijos políticos en su arte.

"Esto desde el 81 empecé a trabajar. Hasta el momento


esto va bien. Somos entre tres los que trabajamos figuras. Es más
liviano el trabajo, no es como las ollas. Pero se necesita más habi-
lidad. Hay que saber, tener habilidad, creatividad y paciencia. Se
hace poco, pero bien hecho y se vende bien. Más que todo, la gente

128
la
quiteña o guayaquileña son los que compran. Saben lo que cuesta
obra".

Las figuras, totalmente modeladas y decoradas a mano,


enes
las compran un público de turistas nacionales y extranjeros y almac
as y
de artesanías. Son también cotizadas entre instituciones públic
do de
para exposiciones y ferias, y recientemente tienen cierto merca
exportación.

Los talleres de Chordeleg dependen casi exclusivamente


de la mano de obra familiar. No es común tener empleados asalariados;
del
tal vez unos días para las tarea más duras, como la preparación
se
barro. El padre de familia dirige el trabajo del taller y es él quien
re
dedica al trabajo en el tomo. Su esposa e hijos participan casi siemp
o
en las demás tareas de la producción. Los alfareros lo son a tiemp
ades
completo aunque existe bastante flexibilidad en cuanto a las activid
a. Así, la
económicas y una estrategia múltiple de supervivenci
a la
esposa y los hijos del alfarero contribuyen muchas veces
arias como
economía familiar desarrollando actividades complement
o comercio. Algunos alfareros dominan también
otras artesanías
mica,
otros oficios y pueden cambiar si existe una necesidad econó
aunque esto no es común. Unas pocas mujeres dirigen su propio
taller, en algún caso con torneros empleados.

En la zona de Chordeleg existen varias arcillas locales,


tiene,
pero la mina de Capillapamba es la más importante. Esta
a los
actualmente, dos dueños quienes venden la arcilla no sólo
lugare s del
alfareros de Chordeleg sino también a Cuenca y otros
país.

El alfarero conoce por experiencia las cualidades de las


pasta
diferentes arcillas y cómo debe mezclarlas para obtener una
es la
adecuada para los objetos que desea fabricar. La regla básica
de mezclar una arcilla plástica con otra arenosa como desgra sante.
129
El componente plástico se remoja, simplemente, en
agua, mientras que la arcilla arenosa, seca, es necesario desmenuzarla
a polvo.

Esto se hace golpeándola con un pesado mazo de madera,


una de las tares más arduas de la alfarería.

Se mezcla la arcilla pisándola hasta que adquiera una


consistencia adecuada y se guarda envuelta en plástico en un lugar
fresco para el trabajo de la semana.

Para el torneado, se amasa un "pella" de tamaño


conveniente sobre una plana piedra de amasar. Los tomos, impulsados
por los pies, de tipo tradicional, los más antiguos enteramente de
madera, los más nuevos con rulimanes y plato y pilar de hierro, son
hábilmente manejados por los maestros alfareros. Con sorprendente

Tornero, Chordeleg

130
rapidez, valiéndose sólo del tacto y de alguna medida rudimentaria,
el alfarero saca piezas de igual forma y tamaño, varias pequeñas o una
grande, de la "pella". La velocidad de los pies y la presión de brazos
y manos se coordinan para tener la fuerza y precisión necesarias para
formar el objeto deseado. El tomo eléctrico no es popular en
Chordeleg ya que no permite esta sensibilidad pues normalmente
tiene una sola velocidad.

Al día siguiente de formar los objetos en el tomo, el


alfarero los desbasta, o sea les quita el exceso de barro y le da la forma
final al asiento de la pieza. Para esto se coloca la pieza boca abajo
sobre una "horma" de barro en el tomo y se les pasa un "fierro de
desbastar" convenientemente doblado.

Las piezas listas son puestos a secar. La arcilla de


Chordeleg es resistente y no se rompe con el calor del sol por lo que
el secado, si hace buen tiempo, es bastante rápido. Se lijan los objetos
para quitar las imperfecciones superficiales.

Para la primera quema, en bizcocho o "colorado", se


colocan las piezas sobre los arcos de ladrillo en la parte inferior del
horno. Los hornos en Chordeleg son redondos, construidos de adobe.
Se mete el combustible en dos aperturas al fondo, debajo de los arcos.
Arriba el horno es abierto y se le tapa para la quema con tiestos de
ollas rotas. A causa de esto, la diferencia en temperatura es bastante
grande entre la parte de abajo y la de arriba del horno. Por esto,
muchos alfareros prefieren poner piezas ya vidriadas abajo y encima
las que están de quemar en bizcocho.

Tradicionalmente se utiliza leña parª la quema. En los


últimos años, sin embargo, ya que el precio de la leña ha subido
mucho, se usa viruta de las carpinterías para abaratar los costos de
producción. Unos pocos maestros prefieren todavía utilizar leña
puesto que el polvo de la viruta afecta la salud. Se puede quemar
131
también con "chamiza" o ramas de eucalipto. La quema no dura más
que un par de horas y se deja enfriar el horno hasta la mañana
siguiente para descargar la cerámica.
Para la decoración, se utiliza óxido de cobre que se
obtiene quemando alambres de cobre moliendo este con agua sobre
una piedra plana. Este da color verde. A veces se usa óxido de
manganeso para el color café, sacándolo de pilas usadas.
Se decora antes del vidriado, en bizcocho o en crudo,
con pinceles caseros.
El óxido de plomo que proviene de las baterías usadas,
es necesario molerlo, las más de las veces en un molino manual. Este
consiste de una base cóncava en la que se vierte el plomo con agua,
y una piedra convexa que se hace girar por medio de una manivela.

132 Decoración de cerámica utilitaria con óxido de cobre


Este trabajo dura varias horas y es otra de las tareas, a más del
golpeado de arcilla, para la que el alfarero busca pagar un trabajador.
Estas tareas puede también hacerlas la esposa o hijos o el mismo
alfarero.

Se barnizan las piezas virtiéndolas el plomo encima.


Este plomo da un barniz amarillento aunque a veces se le añade óxido
para obtener un sólo color.

En Chordeleg, a pesar de haber recibido cierta


información sobre la toxicidad del plomo, los alfareros normalmente
no toman medidas de seguridad en el manejo y quemado del plomo.
Los que trabajan con vidrios modernos están menos expuestos, pero
sería prácticamente imposible sustituir el plomo por estas fritas en
todo tipo de producción dado su alto costo y los problemas técnicos
del quemado en hornos de leña. Algunos de los que trabajan cerámica
"fina" tienen hornos eléctricos, pero estos son pequeños y aptos para
las figuras u otros pequeños objetos de adorno.

Para la segunda quema se procura que los objetos no se


toquen entre sí para que el vidrio no se pegue y las piezas salgan con
imperfecciones. Para la "obra tosca", para el mercado, naturalmente,
el cuidado es menor que para las macetas "finas", por ejemplo.

En la actualidad, la venta indirecta, al intermediario, es


la modalidad de comercialización más común en Chordeleg. La
''obra tosca" se destina a las plazas y los mercados, primeramente de
Cuenca, y de allí a otras ciudades del país.

La mayoría de los alfareros tienen una relación comer-


cial permanente con uno o varios comerciantes. Ellas - son casi
siempre mujeres "revendonas" - contratan de antemano toda la
"hornada" o bien cierta cantidad de ollas o macetas y vienen a retirar
el pedido en el taller en la fecha convenida.
133
A veces va el alfarero a entregar la obra pedida, fletando
una camioneta; en este caso, el comprador paga el transporte.

Estas "revendonas" son de Cuenca, pero también del


propio Chordeleg o de lugares como Paute, Azogues o Loja.

La venta indirecta es preferida, a pesar de sus precios


más bajos, por su seguridad y comodidad. El alfarero vende toda su
producción en seguida y no pierde días de trabajo yendo a la plaza.
Dice el maestro Noé Tarciso Loja quien produce macetas y cerámica
utilitaria del tipo tradicional:

"Los negociantes quieren barato, pero se coge plata


junto. Yo vendo por mayor aunque sea barato. Yo trabajo con
bastantes, tengo siete compradores. Hemos sufrido más, antes. Yo
estoy contento, porque no voy ni dónde.

Todos mis hijos trabajan. Trabajamos toditos, por eso


hay bastante traste. De no, solo ¿cómo?

Sí hay salida, no me quejo. Siquiera para comer sí


tengo. Ahorita no debo un medio a nadie, ni del material ...".

Naturalmente, el alfarero que cuenta con la ayuda de su


familia, puede producir cantidades bastante mayores de cerámica que
el que trabaja solo y tiene que llevar a cabo él mismo todas las tareas.
Si hay quien prepare los materiales, ayude a pintar, barnizar, quemar,
etc. el alfarero puede concentrarse en el trabajo en el tomo y así
fabricar más piezas.

Unos pocos alfareros van todavía a la plaza de Cuenca


los jÚeves o el fin de semana, o el domingo a la feria de Gualaceo. Hay
quien se dedica a la compra y venta de cerámica a más de la propia
producción. Este es el caso de Manuel López:
134
"Uno vendiendo como propietario, al pueblo se le da a
un precio cómodo. También sí sale poco más aventajado para uno.
Ahí permanecemos vendiendo tres días y otros tres días paso aquí
trabajando. Es un poco distraído también. Mejor uno mismo ir a
vender como quien se descansa también de trabajar en el torno.
Porque el oficio es bastante grosero y así se evitan las enfermedades,
el reumatismo por e/frío.

A mí también me dan trabajando. Yo compro. Porque


si no, no me alcanzaría a trabajar bastante cantidad.

Casi solo yo y mi hermano vamos a la plaza. Los otros


dan solamente a los compradores".

La alfarería ya no es el oficio "bajo" y despreciado de


tiempos pasados. Pero sigue siendo físicamente duro y "sucio". Por
esto, a pesar de que la cerámica de Chordeleg tiene una buena
demanda en el mercado y que la alfarería constituye una alternativa
económica viable, en la generación joven son pocas las personas que
siguen aprendiendo el oficio hereditario de sus padres. El nivel de
educación formal de los jóvenes es más alto, ellos buscan un empleo
u oficios menos arduos como la joyería.

El alfarero de Chordeleg sigue careciendo, en la mayoría


de los casos, de maquinaria que podría aliviarle de las tareas más
duras y hacer el trabajo más atractivo para los jóvenes.

En este respecto, los alfareros aparecen casi fatalistas,


resignados a que su "arte" tradicional se acabará. Dice Manuel
López:

"Nuestro oficio, después de cuatro, cinco años se pierde.


No hay gente que trabaje nuestro oficio. Hay unos atrás de mí que
son de unos 20 años. Pero no son más de 4 ó 5.

135
El oficio es bueno, hay siquiera para vivir. Sino que es
nada. Se
muy enfermizo. Entonces, los muchachos no quieren saber
de escasos
dedican mejor a estudiar o a aprender otros oficios. Si son
ciuda d, estud ian, ya
recursos van a otros oficios. Si no, salen a la
esto".
está. Es otro tiempo ya. Sólo uno tiene que seguir con

Enrique López añade:

"Nuestro oficio, ya nadie quiere saber nada de esto. No


esto. Mil
les gusta, por el trabajo que es duro. 'No, no' dicen. 'Ya no
veces fuera un buen ladrón y no aprender esto' ".

Don Isaac López, uno de los más antiguos y dedicados


cuenta:
torneros quien hace todavía las antiguas formas utilitarias,

"Este es el mejor oficio que hay. Esto tiene mercado por


es duro. A
un lado, por otro lado. Pero lo que pasa es que el oficio
va a gustar
los jóvenes, qué les va a gustar golpear tierra, qué les
hacer barro. Ellos están acostumbrados a otro trabajo.

Mis hijos, tres son joyeros. Mi hijo Lauro también nofue


Ahorita
del arte este, zapatero fue. Cambió porque no le abastecía.
ya coge su plata, ya tiene como sostener la famili a.

Yo trabajo en esto desde que aprendí, desde la edad de


eran pobres
11 años. A mí me ha gustado mucho el oficio. Mis papás
yo también
y había que ayudarles. Mi papá sabía el oficio, entonces
sigo hasta
cogí y le ayudaba. Y así hemos pasado. Como me gustaba,
hoy.

Y ahora yo también estoy viejo, he terminado mi vida en


ya estoy
esto, ya con esto tengo que acabar. Yo tengo 56 años, pero
viejo. El oficio este friega bastante. Es duro ... ".

136
Cuenca

En la ciudad de Cuenca, los barrios tradicionales de


alfareros -la Convención del 45 y El Tejar- están ubicados al
noroccidente, en la parte alta de la ciudad.

Mientras la Convención ya es un barrio urbanizado,


donde la avenida de Circunvalación ha cortado lo que antaño eran
chacras, frutales, y minas de arcilla y donde las villas nuevas se
construyen día a día, el barrio El Tejar ofrece todavía un cuadro más
rural a pesar de que aquí también la urbanización avanza.

Aquí existen yacimientos de arcilla que sólo


recientemente, con la urbanización, están dejando de explotarse.
Durante la época incaica se producía en Tomebamba grandes
cantidades de cerámica, y es probable que se concentrara la mano de
obra especializada en talleres de alfarería (ldrovo, 1990). Hoy, es
imposible saber si estos talleres estaban ubicados en la misma parte
de la ciudad que hoy constituyen los barrios alfareros.

Tampoco se sabe en qué momento se empezó a producir


aquí la cerámica española, torneada y vidriada, ni en qué sector de la
ciudad. Como es el caso de Chordeleg, se carecen de fuentes escritas
y debemos contentamos con escuchar los recuerdos de los alfareros
más viejos que nos hablan del tiempo de principios de siglo para
adelante.

Cuenta el maestro Carlos Vanegas que, mientras en El


Tejar se fabricaban ladrillos y tejas:
137
"Todos los a(fareros había en San Sebastián y otros acá
en lo que antes decían Tandacatu, lo que ahora es la Convención.
Campo era, todo esto. Sembrío nada más. Aquí no habían alfarerías.
Solo la tierra renían a sacar. Porque en este terreno existe la arcilla
hasta este nzomento, la mejor arcilla, casi, de Cuenca".

En San Sebastián había unas diez familias alfareras, en


Tandacatu otras tantas. De estas familias antiguas quedan muy pocos
descendientes alfareros, teniendo los alfareros modernos otros
orígenes. Las familias Vanegas, Pacheco y Alvarado, sin embargo,
mantienen una tradición alfarera de varias generaciones.

El primer alfarero del que se conserva algún recuerdo,


fue Julián Vanegas, nacido alrededor de 1850. El tuvo sólo hijas, pero
ellas eran también alfareras. Destaca la figura de matriarca de Felipa
Vancgas, abuela de don Carlos.

Al parecer, antiguamente, el papel de la mujer en la


producción directa de la cerámica era importante y había algunas
alfareras independientes.

En la época que recuerdan los mayores, hace 50 ó 60


años, la dependencia de la agricultura era, naturalmente, mayor. El
alfarero cultivaba su terreno y mantenía, además, una producción,
más bien pequeña, de objetos utilitarios. Muchas veces cambiaba
estos por productos agrícolas, siendo pocos los ingresos en efectivo.
Cuenta don Carlos:

"Muy poca \'enta,asícomo la producción, muy poco. Se


iban a \'ender, cuando ya salía la hornada, iban a vender a Cañar.
Más o menos hacía 1111bulto de cien platos. Iban cargando los cien
platos ... Vendían tal re.: a cuartillo cada plato. Y mucho era lo que
venían trayendo así en cuestión de grano, al cambio".

138
Un fenómeno especial -que se mantiene hasta hoy- que
suponía evidentemente una producción más grande y regular, era la
fabricación de platos para comerciantes de la provincia de Chimborazo
quienes los llevaban al por mayor para la reventa. Recuerda don
Manuel Arias.

"De Riobamba venían a llevar en burro. Antes les


decíamos puruháes. En la parte del norte se ha vendido la olla de
jalar, el plato, el mediano, el mulo... Todavía vienen, ahora, los
hijos de ellos. La mayor parte se vende el plato de ceja, el plato de
comer".

Coincide don Carlos:

"Había unas gentecitas que llamaban los pu/mas que


venían del norte. Venían aquí a comprar los trastes. Hacían unos
bultos con paja del cerro. Empacando, llevaban en burros. Iban a
pie hasta llegar en Riobamba. Después ya había el ferrocarril del
Tambo. En ese entonces ¿cuánto dejaban? Más o menos unos 700
sucres, exagerando. Con esos 700 sucres nos poníamos a trabajar.
Hasta la otra entrega que vengan ellos no nos alcanzaba. Entonces
teníamos que seguir trabajando obra para el mercado. En el
mercado se vendía poco, poco".

La plaza donde primero se vendía la cerámica era la de


San Francisco, según la memoria de los alfareros. Sin embargo,
parece que, en épocas más remotas, había una plaza de alfarería en la
parte de la ciudad donde hoy está la Plazoleta Rotary (Juan Chacón,
comunicación personal). Antes, como ahora, la mujer era la principal
encargada de la comercialización de la cerámica.

A más de la cerámica utilitaria de variadas formas para


uso doméstico, de las que hoy quedan sólo unas pocas, se fabricaban
"juguetes" -formas utilitarias en miniatura - pitos en forma de aves,

139
rmista
figuras ..., una tradición crea ti va que desmiente la imagen confo
y rutinaria del antiguo alfarero. Dice don Carlos:

"Hacían figuritas. Sentados se llamaban una figuritas


dos. Toda
sentadas en un taburete. Hacían los montados, unos solda
Mi finado papá
clase de figuritas. Con guitarras, unas sirenas ...
unas cruces
hacía los conquiénvinistes, las manetas de cinco, hacía
de barro ...

En este entonces había un negociante que llevaba las


señor iba
cositas de juguetes. Venía a contratar los juguetes. Este
a Macha la,
a vender para lasfiestas de San jacinto. De ahí se pasaba
y había un
a la fiesta de Santa Rosa. Se iba por acá por Naranjal
y pasaban a
vapor de nombre Mesías. Ponían las cosas en el vapor
Guayaquil. Así llevaba a distintos pueblos a vender.

Entonces pagaban en pesos. Pero como iba el negocio.


o, ni nada.
no abastecía. No era la venta tan rápida, ni había turism
e el negoc iante
Entonces iban a pedir dinero allá a San] oaquín, porqu
n trayendo
era de San] oaquín. Iban a pedir un peso, dos pesos. Venía
esa plata para seguir comiendo."

Con el tiempo se llegaba a producir y a vender más. Un


dos" de
importante evento anual empezó a ser la feria de "Fina
n viajan do anual mente a
Ambato adonde algunos alfareros sigue
visita n la
vender cerámica. O bien, trabajan para los negociantes que
feria.

Los años después de la Segunda Guerra Mundial, se


a salir al
recuerda como una época difícil ya que entonces empezaron
etir con la
mercado los recipientes de plástico o aluminio para comp
cerámica utilitaria.

En el año 1955, el entonces Centro de Reconversión


140
Económica trajo a un ceramista español para que prestara asistencia
técnica a los alfareros. Se introdujo el trabajo en moldes de yeso,
técnica aún muy utilizada entre los alfareros de Cuenca.

A pesar de que los ceramistas ya entonces estaban


agrupados en su propia asociación, las dificultades para lograr una
unión real que trabaje para metas comunes han sido más o menos los
mismos que en Chordeleg.

A partir de los años 60, la maceta se empezó a fabricar


en cada vez mayores cantidades. Siendo un artículo que se destina
al mercado urbano, sobre todo, ha venido a desplazar a la cerámica
utilitaria y es ahora la más importante en volumen de producción.

En comparación con Chordeleg, en Cuenca se produce


muy poca cerámica utilitaria, siendo la gran excepción el "plato de
ceja" que se sigue fabricando para los negociantes del Chimborazo.

Por otra parte, en Cuenca, se hace una gran variedad de


objetos de adorno, como jarrones, floreros, alcancías, figuras, cestas,
casitas, pitos, miniaturas .... algunos de estos objetos tradicionales,
otros de reciente invención.

Las técnicas de producción son, también, más variadas


ya que, a más del torneado, se utilizan los moldes de yeso y el
modelado a mano.

Fuera de estos cambios, que se refieren más bien al tipo


de producción, el alfarero moderno de Cuenca sigue utilizando las
mismas técnicas y los mismos materiales de antaño. Aquí casi nadie
utiliza los vidrios o pigmentos modernos y muy pocos tienen alguna
maquinaria, como molinos o tomos eléctricos.

Actualmente, en los dos barrios, existen 15 alfarerías


141
( 1990). Por encontrarse en áreas que se van urbanizando cada vez
más, los alfareros de Cuenca deben enfrentar problemas particulares.

Las molestias sanitarias que significan el polvo de la


tierra y el humo venenoso del horno cuando se quema el barniz a base
de óxido de plomo, a más del espacio que se necesita para un taller,
hace cada vez más difícil la convivencia de los alfareros con los
nuevos pobladores de estos barrios.

De alguna manera, el proceso de urbanización va


desmembrando los barrios tradicionales de alfarerías y dispersando
los talleres. Los alfareros se ven obligados a retirarse hacia las
afueras de la ciudad, estableciendo allí nuevos talleres y, a veces,
viviendas.

Las alfarerías son, como en Chordeleg, talleres fami-


liares, con la diferencia de que en Cuenca se tienen, casi siempre, uno
o más "oficiales", muchachos que ayudan en la preparación de los
materiales y otras tareas. Algunos de ellos aprenden la alfarería para
poner, luego, su propio taller.

La mujer es la principal encargada de la comercialización


de la cerámica y, muchas veces, es ella la responsable de toda la
economía familiar. Algunas de ellas compran, a más de la producción
del propio taller, cerámica de otros talleres de Cuenca o de Chordeleg,
para la reventa. La dependencia de la alfarería como fuente de
ingresos es aun mayor que en Chordeleg, ya que aquí es raro que la
esposa e hijos del alfarero tengan activi9ades económicas que no sean
la alfarería.

Efectivamente, la mayoría de los actuales alfareros


empezaron como "oficiales" en las antiguas alfarerías. Sólo en
algunos casos, el oficio constituye una tradición familiar. ¿Por qué,
entonces, hacerse alfarero? Podemos ver, naturalmente, la alfarería
142
como una tradición, pero esto significaría más bien que existe aquí,
como una alternativa económica. Parece que son los factores
económicos, los más importantes al elegir la ocupación. Esto es
verdad también para Chordeleg, a pesar de que aquí sí se hereda, con
mayor frecuencia, la alfarería de padre a hijo. También influye el
factor de independencia, de ser su propio patrón.

"Esto era lo único con poca herramienta, con poca


inversión". "Se trabajaba por la comida".

¿Cualquiera puede hacerse alfarero?

En principio, sí, dicen los alfareros, "está en aprender".


Sin embargo, para ser alfarero son necesarias algunas cualidades,
como la persistencia y la dedicación al trabajo, porque, como dice el
maestro Manuel Arias:

"Es muy duro el trabajo. Cuando hay que cavar barro


en soles, hay que hacer secar, hay que cargar. La preparada, que es
una cosa dura la pisada de barro ...

Para ser alfarero hay que tener, propiamente, vocación.


Porque el alfarero tiene que ser rapidísimo. Trabajador, no vago.
Hay que amarle al arte, ser rápido, gustar de defenderse en todo.

Y tiene que casarse con una mujer que sea trabajadora.


La mujer trabaja más en la alfarería. Cuando ya aprendía la mujer
-porreaba, pisaba barro, hacía pella, a veces aprendía a desbastar,
pegaba orejas, cocinaba, lavaba, todo. Quema, pinta, barniza ella
misma, coloca el horno ella misma. La virusa hay que meterla y una
pobre mujer tiene que sacarse el sucio. Todito eso. Si no se ama al
arte, no se hace eso".

La mayor parte de la arcilla se compra del pueblo de


143
de la arcilla varía con
Sinincay. Allí existen varias minas y el precio
r también el arte de
la calidad. El alfarero de Cuenca tiene que sabe
pasta adecuada para su
mezclar las diferentes arcillas para lograr una
tipo de producción.
el mismo
El proceso de preparación es, básicamente,
sigue haciendo ma-
que en Chordeleg. También en Cuenca se
pisado del barro.
nualmente, las duras tareas del "porreado" y
tornos son
El trabajo en torno es, también, el mismo y los
del mismo tipo.
de piezas
En Cuenca se utiliza bastante, para cierto tipo
de dos tapa s. A este
corno macetas y alcancías, el molde de yeso
del alfarero o algún
trabajo se dedican muchas veces la esposa e hijos
oficial.
a de un
Se forma una lámina de arcilla con la ayud
y cada parte se coloca
rodillo. Esta lámina se parte y se divide en dos
e y, después de secar
en una de las tapas del molde. Se une el mold
un rato, se saca la pieza y se pulen las uniones.
redondas
Esta técnica permite hacer otras formas que las
en la arcilla. Los
y objetos con "labores" que quedan impresas
yeso de un objeto hecho
moldes se fabrican sacando una impresión en
de porcelana o yeso,
en arcilla o de uno comprado, como figuras
canastos y otros.
todo para
Se utiliza también el modelado a mano, sobre
los canastos tejidos de cordeles de arcilla.
a se hace
Después de secos los objetos, la primera quem
o tipo que los de Chor-
en el horno de adobe. Los hornos son del mism
n forma cuadrada.
deleg, con la diferencia que los de Cuenca tiene
144
En Cuenca, se utiliza, casi siempre, la viruta o "virusa",
por razones de economía.

El óxido de plomo, sacado de las baterías usadas,


constituye aquí también el barniz que da brillo a la cerámica. A
diferencia de Chordeleg, en Cuenca se usan muy poco los vidrios o
pigmentos modernos.

La mayor parte de los objetos se los hace de un sólo


color, añadiendo al plomo óxido de cobre para el verde o de hierro
"ocre", o de manganeso para obtener color café. A veces se los hace
con "manchas": de dos o más colores. Sólo a veces se pinta la
cerámica con sencillos diseños geométricos.

En Cuenca se añade, más que en Chordeleg, cuarzo al


plomo. Esto hace que el barniz sea más transparente y más resistente.

En los últimos años, se ha hecho mayor la conciencia


sobre la toxicidad del plomo y algunos alfareros toman medidas de
seguridad, como máscaras y guantes de caucho cuando trabajan con
el plomo.

La segunda quema es, sin duda, el paso más difícil en la


alfarería. No se emplea ningún método para medir la temperatura,
sino que se observa el color de los tiestos que tapan el horno para saber
cuando interrumpir la quema, o se quema "por tiempo".

La mayor dificultad es, aquí también, la diferencia de


temperatura en las partes inferior y superior del horno. Se aprende
a quemar a través de un proceso de pruebas y errores y por amargas
experiencias de hornadas dañadas:

"Pero el momento de deshornar el vidriado, es que me


iba desconsolado. La mitad se me pasaba el fuego y todito se me
145
torcía, las piezas de adentro. Eso fue lo más amargo, pues.
Entonces, de ahí se avanzó a tener experiencia", cuenta un alfarero
joven.

Ya salidas de la segunda quema, la piezas están listas


para la venta. Hay varias vías de comercialización y cada taller tiene
algunas para tener mayor seguridad.

Aquí, como en Chordeleg, la venta indirecta, a los


intermediarios o "revendonas", es lo más común.

La mujeres, principales encargadas de la venta, se van a


la Plazoleta Rotary, los jueves, con la propia producción y, muchas
veces, con cerámica comprada de otros talleres y de talleres de
Chordeleg. Allí venden la mayor parte de la cerámica a las
"revendonas" y el resto durante el día directamente a los compradores
que acuden a la plaza.

Aplicación del barniz de óxido de plomo con miniaturas.


La Convención del 45

146
Hay talleres, especialmente los que producen alcancías
o los juguetes en miniatura, que tienen una relación comercial
permanente con algunas negociaciones que vienen a retirar la
producción del taller, previo pedido.

A veces vienen comerciantes de otras partes del país al


taller y si se tiene cerámica terminada se la vende. También el taller
puede atender pedidos de personas particulares.

En algún caso, el taller tiene su propio almacén de


cerámica que atiende a clientes ya conocidos.

Un caso especial constituyen los talleres que trabajan


por pedido a los comerciantes de Chimborazo, el tradicional "plato
de ceja", sobre todo.

Como ocasión de venta especial, sigue siendo importante


la "Feria de Finados", enAmbato, en noviembre. Algunos alfareros
viajan allá para vender su cerámica y otros trabajan para los
comerciantes que visitan esta feria. Muchas veces es esta una
oportunidad para poder hacer un ahorro, ya que normalmente es
difícil para el alfarero guardar algún dinero para hacer una inversión,
en maquinaria por ejemplo.

Como ya se mencionó, la mayoría de las alfarerías de


Cuenca recurren a todas o varias de estas vías para la comercialización
de su cerámica evitándose así la inseguridad que supondría la
dependencia de una sola modalidad de venta.

Como es el caso en Chordeleg, la generación joven de


Cuenca busca niveles de educación superiores y, aunque ayudan en
el taller de los padres, tienden a aspirar a una profesión de mayor
prestigio y mejor remuneración. Es de suponer, sin embargo, que
mientras la alfarería siga siendo una actividad económica viable con
147
demanda por los productos, va a haber personas interesadas en
aprenderla. Esto, en el caso de Cuenca, si los alfareros logran llegar
a soluciones en cuanto a su situación dentro del perímetro urbano,
asesoramiento técnico, a conseguir maquinaria para aliviar el desgaste
físico del trabajo, por medio de la organización eficiente del gremio.

Actualmente, se nota en Cuenca un mejor nivel de


funcionamiento de la Asociación de Ceramistas de la Convención del
45, asociación que integra, además, algunos ceramistas dedicados a
la cerámica artística de otras partes de la ciudad.

Aunque la demanda por los objetos de alfarería, del tipo


que se fabrica en Cuenca y Chordeleg, es buena, los talleres se ven
siempre llenos de actividad y los alfareros concuerdan en que "todo
se vende", la cerámica popular no tiene gran valor comercial.

El alza general en los precios de los materiales -arcilla,


plomo, combustible- no siempre puede compensarse con una
correspondiente alza en los precios de la cerámica.

Esto obliga al alfarero a trabajar largas jornadas para


lograr una producción grande y, naturalmente, la calidad de los
objetos se sacrifica muchas veces por la cantidad.

A la mayoría de los compradores, ya que compran para


revender, tampoco les interesa la calidad, sino que la cerámica sea
barata. Por esto, para los ceramistas que trabajan piezas con más
esmero, es difícil obtener precios justos por el tiempo más largo
empleado en la fabricación o -en los casos que se les utilice- para
compensar por los precios más altos de los vidrios y pigmentos
modernos.

La verdad es que la alfarería da para vivir, pero no para


ahorrar o invertir. Cuando se haya vendido la hornada, se compran
148
los materiales y se consigue el sustento diario hasta la próxima
quema. Así, el alfarero y su familia viven atrapados en un ciclo de
trabajo -venta - materiales - sustento, del que es muy difícil salir, en
un esfuerzo diario por seguir adelante.

Cada paso en la fabricación de la cerámica tiene su


momento que sigue a otro en un proceso natural, dirigido por las
mismas propiedades de la arcilla. El alfarero tiene que estar pendiente,
no puede dejar el barro. El es, al mismo tiempo, dueño y esclavo de
la arcilla; la familia alfarera vive en función de ella.

Porque, háblese de tradición cultural o de necesidad


económica, el ser alfarero es más que un trabajo. Es una forma de
vivir.

Y, en medio del quehacer diario, en la preocupación por


sacar adelante a la familia, la mente del alfarero toca alguna vez ese
sentido más profundo de lo que significa trabajar con el barro. El
maestro Arias dice:

"Porque la poesía está en la arcilla. Porque Dios hizo


los hombres de barro. En la sociedad católica creemos que somos
de barro. Es, tal vez, como una herencia de Dios. Pero la gente no
conoce y dice: 'De barro nomás es ...'".

149
Samborondón

Samborondón es una población de unos 15.000


habitantes, cabecera del cantón del mismo nombre. Situado junto al
río Babahoyo, en medio de un paisaje dominado por enormes
extensiones de cultivos de arroz, Samborondón ha sido llamada
"capital arrocera".

Sin embargo, el sustento principal de los samborondeños


ha sido, tradicionalmente, la alfarería. La cerámica tiene aquí, como
en todas partes de la Costa, raíces prehispánicas. En la zona se
encuentran numerosas tolas, cuyos restos de cerámica se identifican
con la cultura Milagro-Quevedo (Olaf Holm, con. pers.).

Hasta hace unos 70 años, en Samborondón se fabricaba


todavía la cerámica con técnicas prehispánicas, sin tomo ni horno,
evidentemente dentro de la misma tradición tecnológica que comparten
otras localidades alfareras actuales de las provincias de Guayas y
Manabí, es decir la técnica de "modelado o jalado y raspado".

Las mujeres del pueblo trabajaban ollas, tinajas, cazuelas,


jarros y "braseros" (recipientes para quemar "palo santo" contra los
mosquitos) a mano. Se menciona una "tabla de alfarero" doble,
donde se hacía girar una tabla sobre otra con la ayuda de arena,
mientras se formaba la vasija. Se "raspaban" las paredes de la pieza
con un pedazo de calabaza - "mate" - para adelgazarlas y darles un
grosor uniforme. Se pintaba la cerámica con engobe rojo, se la bruñía

151
con una piedra lisa y se la quemaba en una hoguera abierta, formando
una pira con leña.

Las "ollas" eran el producto especial de Samborondón.


Los hombres se dedicaban, muchas veces, al "negocio de ollas". Iban
en canoa por los ríos a otros pueblos, como Vinces, Babahoyo, Balzar,
Quevedo ...

Los alfareros mayores recuerdan todavía estos tiempos.


El señor Calixto Romero,jubilado ahora a sus 92 años, era uno de los
pocos hombres que trabajaba la cerámica a mano.

"Eraamanonomás,sacandoamano. Conunacucharita
de mate que se decía. Después se quemaba en montón. Han sido las
mujeres que trabajaban. Los hombres no trabajaban esto sino en
negocio, pues. Llevaban a vender. Compraban a los que hacfan
ollas. Y saUan a vender a Quevedo ... Eran antiguamente jarros,
tinajas, porrones -con una oreja y así dos piquitos, para poner agua
era- ollas, cazuelas.

A mí creo que Dios me dio. Porque yo aprendí sólo


viendo. Se trabajaba a mano, y bonito, porque si no, no compraba
la gente. Si era bonito, compraban, pues. Entonces, vino el Parra,
ese. El se hizo ya samborondeño. Enseñó a algunos porque era
buen alfarero. El quería enseñarme. Pero yo no. Me hacía difícil
el torno.

Los antiguos que trabajaban ya se han acabado.


Trabajaban menos pero quedaba mejor. Trabajaban para las canoas,
nomás. Antes no había tanta gente, como ahora vienen de Guayaquil
a comprar en carradas. Ahora hay más aprecio que antes. Antes
medio criticado, 'ollero', decían. No tenía mucho prestigio. Ahora
sí. La gente que busca lleva carradas de maceteros para flores. Han
cambiado los tiempos, y van a seguir cambiando.
152
Ya no trabajo, ahora no. No puedo caminar, se me han
muerto las piernas. Soy inútil ya. Me han querido llevar a pasear,
pero yo¿ qué voy a hacer, pues, paseando? No he sido novelero. Aquí
he nacido, aquí he vivido y en mi tierra he de morir".

La técnica del tomo, así como el horno redondo de


adobes y el vidriado de óxido de plomo, fueron introducidos por
alfareros provenientes de la zona de Cuenca hace unos 60 ó 70 años.
Existe un poco de confusión en cuanto a estos datos. Mientras el
cuencano que más se menciona fue un Jesús Parra, hay quien afirma
que antes que él vinieron otros. Dice Julio Vera, alfarero jubilado
también a sus 70 años:

"Era Manuel Palomeque. El señor Palomeque y un


señor Virgilio que me acuerdo ... Un Manuel Izquierdo de Cuenca
también, paisano. Este señor Parra vino después que ellos vinieron.
Algunos años después".

Los primeros samborondeños en aprender a trabajar en


tomo fueron, según el señor Vera, una familia Soreano, quienes luego
enseñaron a otros.

Con la introducción del tomo, la alfarería pasó a manos


de los hombres. Las mujeres alfareras y su trabajo manual subsistieron,
sin embargo, al lado de la nueva técnica, hasta que con la edad y
muerte de ellas, se fueron acabando. Asimismo, la costumbre de salir
a vender las ollas en canoa por los ríos seguía hasta hacer pocos años.
Dice Julio Vera:

"Eran Soreano, los antiguos de aquí de Samborondón.


Yo aprendí de ellos, Benedicto Soreano, se llamaba él. De pequeño,
que no alcanzaba al volante del torno. Se reían de mf. Pero yo, de

153
día a hacer
la necesidad, yo quería aprender algo. Entonces, apren
ollas, cazuelas, peroles, maceteros, de todo.

Antes era a mano. Mi mamá trabajaba. Yo aprendí


también en
cuando estaba muchachito. Trabajaba todo a mano. Y
el torno. Yo trabajaba hasta de noche. Me gustaba.

No por hablar, pero yo he sido alfarero. Algunos hacen


alfarería es
al torno, pero no hacen a la mano. La verdadera
durables
trabajada a mano. El trabajo a mano era más bueno, más
sean feas, como
los tiestos. Se pulía más. En cambio, ahorita, así
sea le compran, nomás.

Después de esto fue que trabajaba en torno. Aquí había


quemaba
bastantes. Acá en toda la Calle de La Paz había, esa gente
salía a los
ollas bastantes. Serían unos veinte talleres. Se vendía, se
Milagro,
pueblos de aquí de la provincia, como decir Yaguachi,
En canoa
Babahoyo, Catarama, Ventanas ... Una cantidad de ollas.
el negoc io de esta tierra.
se llevaba. Así a Daule, Balzar ... Ese era
Las ollas eran de Samborondón.

El maestro José Vargas, padre de los cuatro alfareros


ón, cuenta:
Vargas, la familia más activa en la alfarería de Samborond

"El torno vino siquiera hace sesenta años. Don


a a pasear,
Manuel Parra se llamaba, cuencano. El vino de turist
ial hizo su
halló trabajo aquí y se quedó. Vio que aqu( había mater
dí, yo ya
torno ... Yo aprendí de él. A la edad de diez años yo apren
tiene interé s en
tengo 71. Fue facilísimo aprender. Es que si uno
jo siempre,
aprender, aprende. Me ha gustado. Este ha sido mi traba
la profesión
nunca he trabajado así, digamos, de jornalero. Esta es
todos han
de nosotros, de esto vivimos. Toda la familia trabaja,
aprendido.

154
Mi papá era vendedor de esto, comerciante. Bastante
era la gente que se dedicaba a la venta de esto. Se iba en canoa al
campo a vender. En todos los ríos. Por Quevedo, Balzar, hasta
donde había agua. Ahora, desde cuando hay tantos robos y asaltos,
ya no se podía andar porque les asaltaban".

Se puede notar que hasta ahora subsisten algunos rasgos


de la antigua cerámica hecha a mano en la alfarería de Samborondón.
Uno de estos es el acabado de las piezas con engobe rojo -"tierra
colorada" - que se bruñe con una piedra o un cepillo. También la
costumbre de terminar las piezas torneadas a mano, "raspándolas"
con un pedazo de calabaza o una tapa de lata. Esto lo hacen algunas
señoras quienes emplean a un tornero, para terminar y vender ellas
mismas las vasijas.

Asimismo, algunas formas, como la olla redonda, la


tinaja para agua, la cazuela para cocinar pescado o tostar café,
el brasero, tiene, evidentemente, sus raíces en la cerámica an-
tigua.

Actualmente, el número de alfarerías en Samborondón


ha disminuido notablemente. Por una parte, la competencia de
materiales como el plástico y el aluminio, pueden ser responsables
por una disminución en la demanda, como es el caso de toda cerámica
utilitaria.

Sin embargo, ya que es evidente que existe una buena


demanda por la cerámica de Samborondón, es probable que sea más
por razones socio-culturales que los jóvenes se dedican muy poco a
la alfarería. No les parece atractiva por exigir un gran esfuerzo físico,
ser "sucio" y "pesado". Además, existen ahora más alternativas de
trabajo. Muchos jóvenes salen a trabajar a Guayaquil, en cons-
trucciones, en camaroneras ... También el nivel del educación se ha
elevado, muchos hijos de alfareros van al colegio y a la universidad
155
Opina José
y buscan luego, empleos de acuerdo con sus estudios.
Vargas, hijo:

"Antes había algunos. Toda la Calle de La Paz, allí


como ocho,
prevalecía las alfarerías. Aquí en esta calle, yo creo que
otros han
diez alfarerías en esta sola calle. Unos están viejos ya,
hay más
muerto y los hijos no han seguido la costumbre. Ahora
menos
formas de ganarse el sustento diario. A veces hay una forma
Porque, en
difícil. Menos esfuerzo físico para ganar más dinero.
mas no para hacer
realidad, este es un trabajo para sustento diario,
eso. En un
ahorros grandes, o como para comprar maquinaria, todo
yo aplica ría para la
futuro, puede que consigamos algún préstamo,
diese/ o el
quema de las piezas, ya prescindiendo de la madera, el
de uno que
kerosene ... Todos nosotros somos alfareros a excepción
s de toda
se fue para Guayaquil, la ciudad le absorbió. Trataremo
ría".
forma posible de no dejar que decaiga el arte de la alfare

Existen hoy cinco alfarerías en Samborondón. Una de


e hijo, los
ellas es compartida por el padre y tres hijos, otra por padre
alfareros son nueve.

Se distinguen los talleres, modestas construcciones de


os a secar y
caña guadúa, por los terrones de arcilla negra amontonad
a la sombra
por las piezas recién torneadas sacadas al sol. Se trabaja
tarea demasiado
ya que el sol del mediodía hace del trabajo una
, para el
calurosa. Se necesita espacio para remojar y pisar el barro
en parte cubie rto,
horno y para secar las vasijas. Un patio grande,
es lo preferido.

Además de los talleres de maestros independientes,


es decir que
existen todavía dos o tres personas que "hacen trabajar",
mismas la
emplean a un tornero, para terminar y vender ellas
o bastante
cerámica. Esta era anteriormente una modalidad de trabaj
además del
común, pero en la actualidad hay sólo un alfarero que,
156
trabajo en el propio taller, se hace emplear "por tarea". La explicación
que se da es que se gana mejor como maestro independiente.

Los alfareros que quedan en Samborondón, son personas


conscientes del valor de su artesanía y orgullosos de su profesión. Se
concuerda en que hoy la alfarería es más apreciada, hay más
información a través de los medios de difusión, vienen personas a ver
cómo se trabaja, a hacer entrevistas ...

Si acaso alguien viniera a criticar su profesión, el maestro


Francisco González sabe cómo defenderse:

"Es que este es un trabajo bonito, no hay afrenta,


aunque algunos dicen: '¡Ay el barro, ay que come barro!', dice.
Entonces, yo les salgo diciendo: 'Con este barro, yo me mantengo,
haciendo esta obra. Entonces, nosotros comemos del barro, de la
tierra. Porque en la vida todo es de tierra. Porque el agua viene de
la tierra, los víveres, los sembríos, vienen de la tierra. 'Vea' le digo
'Eso no es vergüenza'."

Ilustrativa es la historia del señor Días, quien empezó a


trabajar hace algunos años:

"Yo trabajaba en la agricultura para ganarme la vida.


Antes, la vida era crítica aquí. Nunca supe aprovechar mi situación.
Pudiendo ir adelante, siempre me mantenía atrás. Al agricultor
nadie lo toma en cuenta, nadie va a conversar con él. Pero aquí
vienen de cualquier revista, vienen estudiantes a tomarnos el
reportaje ...

Venían aquí los maestros, con mi señora les hacía hacer


una tarea que llamaba y ellos nos veían trabajar. Yo todavía no
montaba en el torno, yo preparaba el barro. A mano pulíamos
nosotros. Pero últimamente los maestros se pusieron ya escasos.
157
Guayaquil, me
Entonces, ya me hicieron encargo unas personas de
queda'. Bueno,
dijeron "pero haga usted,pues". Súbase a ver cómo
na sí quemé.
pues. Unas se me caían, otras me salían; como a la sema
mostré. '¡Uy
Cuando vinieron ellos, yo con vergüenza, pues, les
Entonces, ahí
maestro, qué bonito!'. Me dieron ellos aliento.
comencé a especializarme.

Yo ya no soy Alberto Días, sino 'el maestro'. Aquí


se olvide mi
vienen, conversan, traen cdmaras. No importa que
nombre, pero yo soy un maestro".

Las alfarerías de Samborondón son talleres familiares


a. Los hijos
con la mano de obra no remunerada del alfarero y su espos
ría.
estudian normalmente, y participan poco en la alfare
la
El trabajo en el tomo es tarea del hombre, mientras
Inclu so, a veces es ella
mujer participa en todos los demás procesos.
así como de las
la principal encargada del funcionamiento del taller,
s alfareras.
ventais, probablemente una herencia de sus antecesora
tro son, en su
También las personas que "hacen trabajar" a un maes
mayoría, mujeres.
un
En cuanto al trabajo en tomo, no existe, sin embargo,
sus hijas o nieta s
estricto "tabú" cultural. Varios alfareros estimulan a
jóvenes a que suban al tomo a practicar.
n
Algunos alfareros tienen empleados para la preparació
de la alfarería.
del barro que constituye la tarea más ardua y larga
ia alfarera que
Ellos trabajan según un horario fijo. No así la famil
as veces largas
trabaja según la cantidad de pedidos que tenga, much
, se trabaja
jornadas. Durante la época de lluvia, de enero a mayo
vacaciones. Se
menos, en parte porque: "En invierno la gente se va de
compra y mejor
van al exterior los ricos. Esa es la gente que más
paga".
158
Pero también, con las lluvias prolongadas se dificulta la
extracción y el secado de las materias primas, así como el secado y
la quema de las vasijas. Antes que empiecen las lluvias, el alfarero
debe almacenar suficiente arcilla, arena y leña para poder trabajar
algo durante esta temporada.

Para lograr el sustento diario, el alfarero puede optar por


una de dos estrategias. O se dedica a lograr un buen acabado de sus
piezas, justificando así precios más elevados para vender a los
clientes que aprecian la calidad en la cerámica u opta por producir el
mayor número de piezas posible, sin mayor esmero y a precios bajos.
Como casi siempre es el caso, tratándose de alfarería, la mayoría de
los clientes prefieren los precios bajos a costa de la calidad. Entonces,
la mayor parte de los alfareros, también, van a seguir esta estrategia.

Así razona José Vargas, hijo:

"Yo siempre indico a mis hermanos: En la presentación


del material que ustedes venden está nuestra garantía y la
responsabilidad del taller. Porque mientras rnejor entreguen el
material, vamos a tener a ese cliente siempre.

Si uno quiere, a este trabajo, darle una pulitura mejor


de lo que vulgarmente tiene, uno se esmera y lo hace. Pero en
realidad, uno lo hace al material de acuerdo a como el cliente lo
paga. Porque yo a mi material lo pulo, lo bruño, lo puedo dar el
acabado mejor posible. Pero con miras a que me paguen bien. Yo
no voy a regalar mi trabajo tampoco".

Muchas veces sin embargo, el alfarero se ve obligado a


preferir la seguridad de un cliente fijo, aunque pague poco,· a la
inseguridad de las ventas de "oportunidad", sobre todo el maestro
que trabaja solo, que no alcanza a producir sino cierto número de
piezas. Dice el maestro Díaz:
159
"Yo, a las cinco de la mañana ya trabajo en el torno. Yo
no tengo hora. O si se ofrece el domingo una cosa que hacer ... no me
doy libertad, no puedo. Es un apego, un amor al trabajo, porque
ambición no es. Porque si fuera ambicioso, entonces yo aceptaría
todos esos pedidos que me vienen a hacer.

Tengo una cliente, ella quisiera que le entreguen to-


dos los días, pero la verdad es que yo no puedo. Muchas veces tengo
otro pedido y no acepto por cumplir con ella que viene todo el
año. El que llega una vez, si ya no viene más, ya no hay quién
encargue.

En tres trabajadas yo hago una sola entrega, me da


20.000. Ahora, un trabajo que entregué, en una sólo trabajada hago
30.000. Me alcanza para cubrir gastos. Pero es que ese cliente ya
no va a venir más.

Yo tengo cinco hijos que tienen que estudiar. Entonces,


por ejemplo, esta semana tengo que pagar la universidad-redoblo el
trabajo. Una vez que ya logro mi objetivo ya estoy contento porque
cumplí.

Entonces, yo veo que aquí me da para comer y criar mis


hijos, yo creo que no estoy perdiendo. Pero no saco precios. No he
tomado en cuenta eso, porque. la verdad yo no soy una máquina.
Porque si yo me pongo a sacar el esfuerzo que yo hago ... Cuando me
voy a Guayaquil, me quedo mirando así. Yo conozco mis maceteros.
Este maceterito yo entrego a 20 sucres. Este macetero yo he visto
con una plantita -ahora, yo no sé si la planta valdría- pero el precio
lo he visto yo ahí marcado, es de 800, 900 sucres. Ahí yo no puedo
tener la culpa, pues, si me están pagando a 20".

Naturalmente, significaría un logro importante, lo mismo


que en otras localidades alfareras donde existe mucha competencia
160
entre los talleres, llegar a un acuerdo entre los alfareros sobre el nivel
de precios y también, elaborar normas de calidad. Pero aquí también,
cada alfarero defiende su autonomía y se reserva el derecho de fijar
sus propios precios y de decidir cómo y cuándo trabajar.

Por lo tanto, los alfareros de Samborondón no se han


integrado en ningún tipo de asociación. A nivel profesional no existe
colaboración entre los talleres. Los familiares que comparten el
taller trabajan cada cual por su cuenta, con economía separada. Puede
ser, sin embargo, que se intercambien consejos o que se mande al
cliente a otro taller si el propio no tiene lo que desea.

"De repente vendemos aquí, la venta que hacemos


sábados y domingos. De ahí, la mayor parte yo las entrego a los que
me compran por docena. Son de viveros. Del mercado sí tengo
también. Ahorita mis clientes son cinco o seis personas. No me da
para más tampoco. O sea trabajando así sólo pues. Yo tengo que
bajarme del torno y preparar yo mismo el barro. Por ejemplo,
ahorita se me está terminando. Me bajo a preparar el otro piso de
barro, y quién sabe si lo termino esta semana. Quince días me duran
dos pozos de barro. No hago más. Pero si tuviera yo alguien que me
preparara el barro, sí hago más.

Femando, otro de los hermanos Vargas, se refiere al


factor que más limita la capacidad de producción del alfarero: la falta
de ayuda en las tares de preparación de la materia prima. El pisar y
amasar el barro son tareas largas y duras y si el maestro trabaja sólo,
gasta mucho tiempo y energía en ellas, recursos que podría emplear
en el trabajo del torneado. Si el taller no tiene trabajador, 'la esposa
del alfarero puede amasar el barro, pero, normalmente, ella no lo
pisa'.

La mano de obra necesaria podría, por supuesto, sus-


tituirse con maquinaria. Actualmente, ningún taller de Samborondón
161
cuenta con molinos u otras ayudas mecánicas. Además de ahorrar
tiempo, esto ahorraría esfuerzo físico, lo que, posiblemente,
contribuiría a hacer la alfarería una actividad más atractiva para la
generación joven. En este campo falta asesoría e información sobre
las posibilidades de conseguir créditos y asistencia técnica.

Otros factores que limitan la capacidad de producción


son la habilidad personal del alfarero y el número de horas que está
dispuesto a trabajar.

Lo más frecuente es que el alfarero termine un "pozo"


(tanque de cemento donde se remoja la arcilla) a la semana, lo que
corresponde a una o dos "hornadas", según el tamaño de los objetos.
A veces se quema cada semana, a veces se guarda la cerámica para
quemar después de quince días.

Una "hornada" corresponde en Samborondón a una sola


quema, ya que, en la gran mayoría de los casos, no se barnizan las
piezas, sino que se les aplica engobe. Esto ahorra tiempo, materiales
y combustible.

Las alfarerías de Samborondón trabajan principalmente


por pedido para entregar al por mayor, es decir que el mayor volumen
de producción se destina a la venta indirecta. Existen dos grupos
principales de clientes. Uno lo conforman las personas quienes
revenden la cerámica en los mercados de Guayaquil. Ellos compran
la cerámica utilitaria, como ollas y cazuelas, pero también macetas y
"ollas encantadas". El otro grupo consiste de los dueños de viveros
y floristerías, quienes piden macetas y diferentes recipientes para
arreglos florales.

Se debe señalar que los objetos de alfarería de


Samborondón, se venden sobre todo en la provincia del Guayas y, una
pequeña parte, en las otras provincias de la Costa. En la Sierra, esta
162
cerámica no puede competir con la cerámica vidriada, muchas veces
también más baratas.

Una menor cantidad de cerámica se destina a la venta


directa en el taller o, a veces, en el mercado de Samborondón, el fin
de semana. Los fines de semana acuden personas de Guayaquil para
comprar cerámica en Samborondón. El alfarero previsor mantiene
un surtido de piezas variadas en el taller para estas ventas.

El precio en la venta directa es, naturalmente, más alto


que en las ventas al por mayor, generalmente el doble. Sin embargo,
el número de objetos que se venden directamente es considerableme9te
menor. Los alfareros estiman que sería imposible vender toda la
producción directamente.

Se prefiere, por lo tanto, la seguridad de los pedidos al


por mayor y la comodidad de que el cliente venga a retirar la
cerámica, lo que es lo más común.

Un alfarero puede tener de dos a cinco clientes,


compradores al por mayor, más o menos estables. La relación
comercial puede variar: desde pedidos regulares del mismo cliente -
por ejemplo cada quince días- a los pedidos menos frecuentes -cada
tres o cuatro meses- y llegar hasta los encargos ocasionales.

También es frecuente que el mismo comprador reúna


cerámica de varios talleres, es decir que no existe, necesariamente,
una relación comercial exclusiva entre un sólo alfarero y un sólo
cliente.

Varían los ingresos de los diferemes alfareros debido


a diferencias en sus precios de venta, lo que a su vez, está relacio-
nado a la calidad de su producción, como ya se mencionó. En
cambio, los gastos en materiales son, prácticamente, los
163
mismos, ya que se consigue la misma materia prima de las mismas
fuentes.

Los materiales que el taller debe comprar son, en primer


lugar, la arcilla, la arena utilizada como desgrasante y la caña guadúa
vieja (utilizada en construcciones) que sirve de combustible.

Como en Samborondón no se utiliza, normalmente,


barniz, y se hace una sólo quema, la parte de los ingresos que
representa el costo de materiales es relativamente pequeña, comparada
con los centros de producción de cerámica vidriada.

La familias alfareras de Samborondón disponen de muy


pocas fuentes de ingresos adicionales, siendo ellos, en su gran
mayoría, ceramistas a tiempo completo. Como para otros ceramistas
populares, la alfarería da la posibilidad de supervivencia, para seguir
produciendo, pero no para ahorrar o invertir.

La producción de Samborondón consiste de dos tipos de


cerámica: la cerámica utilitaria de la que muchas de las formas tienen
sus raíces en la antigua cerámica trabajada a mano, y las macetas.
Hoy, se produce una mayor cantidad de macetas. Por otro lado,
algunas de las formas tradicionales, como la cazuela y la tinaja, han
pasado a ser recipientes para plantas.

Ya se mencionaron, como de origen antiguo local, la olla


redonda, la cazuela, la tinaja, el brasero y un plato extendido -al
parecer sólo hecho a mano- llamado "callana" (quichua - plato).
Formas con influencia de la cerámica torneada y vidriada de la Sierra
son la olla "perol" de fondo plano, achioteros, candelabros... Las
macetas existen en innumerables variantes.

Las materias primas utilizadas en la cerámica de


Samborondón son todas locales. La arcilla o "tierra" se la extrae de
164
LLegada de la arena para el taller.

las cercanías del río. La arcilla es negra, muy plástica, y se utiliza


arena del mismo río como desgrasante.
La arcilla la puede sacar el alfarero mismo, fletando una
camioneta para el transporte o la puede comprar por "carros" de
personas que la vienen a ofrecer. La arena se compra, también, a los
que se dedican a extraer y venderla.
La "tierra colorada" utilizada para engobe, se saca del
"cerro": las elevaciones a alguna distancia de la población. La
familia alfarera la va a sacar, combinando muchas veces esta tarea
con un paseo dominical. Se necesita poca cantidad de este material.
Cuando se utiliza, a veces, el vidriado, el óxido de plomo
se consigue en las baterías usadas. El color es siempre entero, más

165
comúnmente el verde del óxido de cobre. La cerámica de
Samborondón carece de decoración pintada, incisa o modelada.

Los procesos de fabricación son muy parecidos a los de


Chordeleg o Cuenca. La arcilla debe secarse y desmenuzarse con un
mazo o martillo, luego de lo que se pone a remojar en un tanque de
cemento, formando un "pozo" de arcilla. La arcilla se la pisa con la
arena seca y tamizada en una proporción que le indica la experiencia
del alfarero. Se forman grandes "pellas" que se guardan en plásticos.

Para el torneado, se amasa el barro sobre una mesa o


piedra, formando "pellas" de tamaño según los objetos que se van a
fabricar.

Los tomos son del mismo tipo que en Azua y. Se forman


varias piezas pequeñas de la "pella" cortándolas con un "hilo de
cortar", o una sola grande. Para ayudar a dar la forma, se utilizan
tiestos de cerámica por dentro y una "caña" -un pedazo de caña
guadúa, por fuera para obtener una pared recta. A veces se tiene una
"medida": un trozo de madera marcada, para sacar las piezas de igual
tamaño. Principalmente, el tamaño se calcula al tacto.

La cerámica recién torneada se seca al sol para que la


arcilla se endurezca un poco. Luego se la pone a la sombra. Cuando
están en estado de "cuero" se desbastan las piezas en el tomo con un
"fierro de desbastar 1'. Se puede hacer también este "acabado" a
mano, utilizando una "cuchara de mate" o un "tarro".

Se pintan los objetos con un trapo humedecido en el


engobe. Se puede bruñidas con una piedra, lo que resulta en un mejor
acabado, pero más frecuente es pasarles un cepillo, lo que es más
rápido.

A los dos o tres días de secar a la sombra se quema la


166
ceram1ca. Los alfareros dicen que, si se deja secar demasiado las
piezas, se rompen. Por lo tanto, se las pone en el horno muchas veces
sin que hayan secado completamente. A pesar del precalentamiento,
muchas piezas se rajan al fondo.

Los hornos son similares a los de Chordeleg, pero se los


construye aquí de ladrillo y son menos durables. Hay quien afirma
que es necesario romper el horno cada tres o cuatro meses, para
volverlo a construir con los mismos ladrillos.

Después de colocar la cerámica boca abajo y "cruzada"


(como los ladrillos) se tapa el horno con pedazos de lata y se lo
precalienta, introduciendo papeles y ramas en las bocas de fuego, por
15 a 20 minutos. Después se alimenta el fuego con la caña que se
utiliza de combustible hasta que "la candela sale encima", momento
en el que se interrumpe la quema. No se utiliza ningún método para
medir la temperatura. Toda la quema no dura más de una hora y la
temperatura alcanzada no es alta. Se acostumbra a quemar de día, ya
que se tiene la impresión que el calor del sol ayuda a que no se rompan
los objetos.

167
Localidades alfareras
donde se utiliza la
técnica de acordelado
Sierra Sur. Loja
Técnica de acordelado
Potrerillos, Tacoranga, Huacoras, Shocopa

Mientras la parte norte de la provincia de Loja comparte


la técnica alfarera de la zona cañar -el "golpeado"- en el resto de esta
provincia encontramos la técnica del acordelado.

En algunas comunidades: Potrerillos, fuera de


Gonzanamá; Tacoranga, cerca de Catacocha; y Huacoras y Shocopa,
fuera de Cariamanga, unas pocas mujeres mayores siguen produciendo
cerámica utilitaria, limitada a un mercado local, con técnica de
acordelado.

La información arqueológica es aquí muy escasa. La


Misión Arqueológica Francesa informa haber encontrado, también
más al sur de la provincia de Laja, en las áreas de Catacocha y
Cariamanga, restos de cerámica de todos los períodos prehispánicos,
empezando por el Formativo (Guffroy, Lecoq, Almeida, 1982).

Las fuentes históricas, al parecer, hablan muy poco


sobre esta región. Se mencionan, a más de Los Paltas, a grupos
llamados malacatos y Calvas, más al sur de la provincia (Moreno
Yánez, 1983).

Como ejemplo del proceso de fabricación de esta


cerámica, tenemos los pasos para formar una olla en la comunidad de
Huacoras.

La arcilla se saca de yacimientos locales, es arenosa y no


171
necesita desgrasante adicional. Se la remoja y amasa en un "batán",
una piedra plana sobre la que se golpea el barro con un "pisón" de
madera hasta formar una pasta homogénea.

Primero, la alfarera hace una "tortilla" de barro, de


acuerdo al tamaño de la olla que va a fabricar. Esta se coloca sobre
un "plato", de arcilla cocida, de los que la alfarera fabrica varios de
diferentes tamaños. Sobre esta base se añaden "roscas" o cordeles
de arcilla, aplastándolos y juntándolos bien con los dedos, mientras
se gira el "plato" con la otra mano.

Las paredes de la olla se van alisando por fuera con un


pedazo rectangular de madera; la forma de la pieza es, en este
momento, de un vaso cilíndrico.

Por dentro, las paredes se alisan con un "mate": un


pedazo de calabaza redondeada, de tamaño de acuerdo a la olla. Al
mismo tiempo, se adelgazan las paredes y se las dobla hacia dentro
para darle la forma redonda a la olla. El borde superior se alisa con
los dedos y, finalmente,con una hoja, mientras se hace girar el "plato"
con un movimiento regular. Así se obtiene la forma final evertida y
lisa de la "boca de la olla.

No se utilizan engobes u otra decoración y se quema la


ceram1ca al aire libre utilizando hojas secas de penco como
combustible.

Las sencillas ollas, olletas y cántaros se venden en la


feria más cercana.

172
Localidades alfareras
donde se utliza la
técnica de "molde
invertido, acordelado y
paleteado"
Sierra Sur
El Oro
Técnica de "molde invertido", acordelado y paleteado
Tarapal (Piñas)

Representada por unas pocas alfareras, sobrevive en las


afueras de Piñas, una técnica que sólo se encuentra aquí y de la que,
por falta de excavaciones arqueológicas y una clasificación de los
restos de cerámica antigua de la parte alta de la provincia de El Oro,
hasta ahora es imposible encontrar los antecedentes históricos.

Se utiliza un "falso molde": una olla vieja invertida, para


formar la parte inferior de la olla; acordelado para la parte superior;
y una espátula de madera para, por medio de ligeros golpes, darle la
forma redondeada a la olla. Naturalmente, el uso de esta paleta hace
pensar en una posible relación con las técnicas alfareras del norte del
Perú, pero esto se queda en especulaciones sin el material arqueológico
o histórico necesario.

Por otro lado, el uso de un "molde invertido" -muchas


veces una pieza vieja puesta boca abajo- recuerda las técnicas usadas
en Cotopaxi e Imbabura.

En la parroquia de San Roque, cerca de Piñas, trabajan


ahora sólo tres alfareras. En el punto llamado Tara pal, vive Angélica
Azanza, una de ellas. Su pequeña casa está junto a la carretera. El
clima aquí es caluroso, la vegetación abundante, la señora Angélica
lo tiene todo en la casa de barro: las ollas para cocinar, las vasijas para
agua y hasta la cocina al aire libre es una construcción de barro de
diseño propio. La señora Angélica reparte su tiempo entre muchas
tareas, pues la responsabilidad del hogar es sólo de ella.

175
"Esto es trabajo fregado, es un trabajo cansado. Sino
que a mí me gusta. La semana que no trabajo ollas parece como si
no hubiera hecho nada. Yo hilo, yo hago estas ollas, yo trabajo en
la agricultura. Trabajo en esos canales que mandan de riego.
Mandan harina, aceite, carnes, esas cosas para paga. Entonces yo
me cojo mil metros, mil quinientos y eso trabajo con todas mis
guaguas. Ellos van botando la tierra con un !ampón y yo, vuelta, con
el pico saco la tierra. Asítrabajamosyasínos ganamos esas harinas.

No tengo a quién volver mis ojos, yo tengo que trabajar.


Soy hombre mujer aquí. Tengo que dar a mis hijos escuela, así los
y
mantengo. Tengo diez. Los que fuera de mí son dos hembras y dos
varones, los pequeños están aquí".

La alfarería es antigua aquí, oficio de mujeres. La


señora Angélica pertenece a, por lo menos, la cuarta generación de
alfareras. Las técnicas de fabricación y los modelos que se hacen
siguen siendo los mismos, a excepción de la maceta que se hace ahora
para el consumidor urbano.

"Ellas sabían, mi mamá, mi abuelita, mis tías. Mi abue-


lita había aprendido donde una tía de ella. Le enseñó ella porque
había habido una escasez. En ese entonces una olla valía un real, dos
reales. Mi mamá vendía unas que entraba una lata de agua en 15
sucres. En cambio ahora, una que entre una lata de agua, vale por
lo menos 1.500.

Yo, cuando era niña, mi mamá era bravísima, no nos


dejaba hacer: 'Ya se están yendo a embarrar, fuera de aquí. ..!
Entonces, nosotras calladitas, nos robábamos un pedacito de tierra.
Por ahí íbamos al río con esa tierra y le amoldábamos en una piedra.

Mi tía fue ollera de las finas, hacía unas olla bellísimas.


Trabajaba por días. Me acuerdo que ella cobraba 5 sucres por día
176
y se hacía 40 piezas en el día. Nosotras le ayudábamos a ella. Las
muchachas teníamos la tierra cernida, remojada y si es posible hasta
unitas amoldadas. Entonces venía la tía y -paj, paj, paj,- bota al sol.

Habíamos hartísimas aquí, como unas diez. Sino que les


hizo mal y toditas se enfermaron. Ahora aquí hay otra más arriba,
otra más y yo: tres.

Ninguna de mis hijas saben. Dicen: 'Mamila, yo no me


ensucio las manos en el barro'. Esto no les gusta aprender porque
dicen que hace mal. Dicen que para los riñones es malísimo".

Sin embargo, la demanda por las ollas es buena. La


señora Angélica las vende los domingos en Piñas.

"Sí, se vende. Esta olla la compran como qué porque el


aluminio es malo. En la fiesta de Piñas, estas vuelan. A veces de
Macha/a salen a llevar, a pedir maceteros.

Yo hago hormas: se le llena de ceniza y se le pone agua


hirviendo. Esa agua se va destilando. Se filtra y se pone en una
botella, entonces ahí se cocina jabón negro. Es la lejía propia.

Hago tinajas o cantaritos para poner agua o para hacer


chicha. Hago cazuelas, ollas, hago maceteros para sembrar
plantitas".

La leña es necesario comprarla, pero la arcilla a veces


regalan.

"Un pilo de leña vale siete mil, ocho mil sucres. Con eso
no se quema ni 500 ollas -más o menos unas tres hornadas o cuatro-
. La, tierra yo sé rogar que me regalen. Cuando están de buenas me
regalan o si no, me dicen que les dé una olla.
177
De aquí es a media hora la tierra donde yo saco. Hay
que meterse por cercos, por aguas, por el monte. Es duro, como
romper una roca. Yo misma cargo al hombro, una arroba, dos
arrobas, me cargo al hombro. Y con esas dos arrobas de tierra no
hago nada porque no salen más que poquitas ollas.
Esta tierra es colorada, hay una medio amarilla, hay
una negra, hay que sacar de dos, tres clases de tierra. De una sola
no sirve. De que ya la saco, tengo una hoja de zinc que esté limpia,
no puede estar con sal, nada de esto. Se pone a secar en unos dos,
tres soles que esté bien seca.
Ahí la muelo en un mortero de madera. Es de mi abuela.
Lo tengo sólo por recuerdo de la viejita. Ahí se la chanca con una
mano, se la maja hasta que esté finito. Después se va cirniendo. De
ahí seco ge la tierra en una vasija bien limpia, las manos bien lavados

178 Desmenuzadode la arcilla seca. Tarapal,El Oro


y esos trapitos para amoldar limpios, porque si están con un poquito
de sal se parten toditas".

La técnica de fabricación de la cerámica de Tarapal es


umca. Se combina el uso de un "molde falso" -una olla vieja puesta
boca abajo- que se cubre con un trapo para que la arcilla no se adhiera,
con el acordelado de la parte superior, mientras el principio amoldado
de la olla se apoya, bocarriba, en un aro de trapos. Finalmente, se da
la forma curvada hacia dentro de la parte superior de la olla, por medio
de ligeros golpes con una paleta de madera.

La señora Angélica trabaja en el patio, a la sombra,


mientras sus hijas cuidan las ollas de la comida sobre la cocina de
barro.

"Entonces, se coge la tierra y se la amasa con agua


como para hacer pan. La pura tierra, porque si le pongo arena se
parten.

De ahí cojo un pedacito de tierra y la pongo en una parte


así planita aplastando con la mano hasta que me dé a lo que quiero
hacer.

Este es el molde, pero hay que poner un trapo debajo y


el lodo encima. Entonces, ahí sale el molde, la amoldo bien bonito,
redondo. Ya una vez que las amolde hay que ponerlas en el sol un
rato. Cuando estén duritas se les asienta y se comienza acariciarlas.
Se alisa con un cordobán, que decimos nosotros: una suela de
zapato; alisando por dentro y por fuera.

Con una espatulita en redondo se hace para ir cerrando.


Si no, se hace como campana. Se la va cerrando, laformita de la olla.

Ya se deja un ratito que se oree, se le recorta con un


179
cuchillo. Hay que dejar secar un poquito, de ahí se hace e/filo. Se
le acaba de componer, se le pone ahí, pero que esté bien parejito
porque si 110,queda torcida.

De ahí se espera a que se seque, se la echa una afiladita


piedra, por dentro, así. De ahí se hace por el otro lado. Al
con 1111a
otro día se le vuelve a hacer otra limadita, que quede bien lisa.
Dentro de dos, tres dfas se las asa".

La señora Angélica se ha hecho un pequeño horno, algo


rudimentario, redondo, de ladrillos crudos, de un metro y medio de
alto, por cincuenta centímetros de diámetro, más o menos. Abierto
arriba, tiene arcos para colocar las ollas y una cámara de fuego, abajo,
con una apertura para introducir la leña.

"Hayunosladrillitos,comoarq11itos. Sevaacomodando
las ollas as{ para encima. Que no se topen las orejas ni queden en
falso porque se parte, se tuercen. En lento fuego se empieza a asar,
sólo humito nomás. No se le hace fuego muy duro porque se
quiebran. Cuando ya está unas dos horas, están ya ahumadas,
entonces se le va metiendo despacito, despacito la candela. Todo el
día las caliento, porque si meto fuego se me rompen.

La quema es más dif{cil que la hecha. La hecha, como


sea se las hace. Pero si la quemada no la hice buena, ahí se pierde
el trabajo. Cuando no sabía, le mandaba candela - tun, tun, tun- era
como estar en una fiesta, los pedazos me volaban por alto.

Yo me llevo el día entero quemando. Con semejante


sol, aquf me aguanto. Fuerte, cosa que uno se hace igual que las
ollas.

Es con leñafloja, con ese palo que llamanchaguarquero,


otro es cordoncillo, es leña mala. El chaguarquero se prende, el
180
horno está prendido y no se apaga porque sigue por el shungo - se va
para adentro la candela. Y de esta leña salen que brillan las ollas,
no se rompen. Con leña buena, leña dura, salen todas partidas. El
viernes tengo que quemar para el sábado acomodar y el día domingo
ir a Piñas".

181
Sierra Central
Chimborazo, Bolívar
Técnica de "doble molde"
Siguilán (Andinig, Mologú), Chimborazo; San José
de Chimbo, Bolívar

Las provincias de Chimborazo y Bolívar comparten una


técnica tradicional para fabricación de cerámica que se puede definir,
tentativamente, como la técnica de "doble molde".

Aunque es lógico suponer un origen prehispánico para


esta técnica, no es posible todavía, a falta de investigaciones al
respecto, conocer sus raíces históricas y culturales.

Se puede mencionar, en este contexto, que en toda la


Sierra Central y Norte, si bien se encuentran algunos vestigios de
cerámica del período Formativo, parece existir un vacío cronológico
que corresponde, aproximadamente, al período de Desarrollo
Regional. Esto se debe, probablemente, a una intensificada actividad
volcánica en esta zona (Moreno Yánez, 1983).

En lo que se refiere a las actuales provincias de


Chimborazo y Bolívar, se encuentran, para el período de Integración
dentro del área de exténsión de la cultura llamada Cosanga-Píllaro,
fechada de 700 a 1200 D.C., cuya cerámica se ha identificado en toda
la Sierra Central y Norte, a más de en las provincias de Napa y Los
Ríos (Porras, 1987).

En ambas provincias se encuentra también la cerámica


definida como Puruhá, la que tendría sus inicios alrededor de 700
D.C. (Porras, 1987) y que debía ser fabricada por los grupos étnicos
con el mismo nombre que habitaban el actual Chimborazo a la llegada

182
de los Inkas y todavía, después de las transformaciones socio-
políticas implicadas por la dominación inka, en el tiempo de la
conquistaespañola,en la forma de cacicazgosde cierta complejidad
social. (Moreno Yánez, 1983).

Bolívar, en cambio, se menciona en las fuentes históricas


como territorio de los Chimbos, al parecer sobre todo la zona media
y baja del río Chimbo (ibid.).

En la documentación de la época colonial no se


encuentran referencias a una producción de cerámica en las provincias
de Chimborazo y Bolívar.

Mientras en Bolívar, como es lo más común tratándose


de técnicas autóctonas, la alfarería es una ocupación tradicional de la
mujer, en Chimborazo, los hombres son los alfareros, como excepción
a esta regla.

En la técnica del "do ble molde", se parte de una "tortilla"


de barro que se forma, con una piedra de. mano, sobre una piedra
plana. Este proceso se llama "pataquir" y la plancha de arcilla
"pataque" (del quichua pataque- ancho). Este se coloca en un molde,
hecho de barro cocido, que, a su vez, descansa sobre un molde soporte
o de rotación que ayuda a que la pieza gire sobre una piedra plana o
una tabla de madera. El movimiento rotatorio se logra con la mano
libre o, en Chimborazo, para piezas grandes, con el pie.

En ambas provincias, la forma utilitaria que todavía


cuenta con una buena demanda, es el "tiesto" para tostar granos o asar
tortillas. Esto se debe, seguramente, a que difícilmente se le pueda
reemplazar por otros materiales y porque se han conservado las
costumbres culinarias en las que se emplea el "tiesto".

En Chimborazo existen por lo menos dos comunidades


183
que se especializan en la fabricación de "tiestos", los grandes sobre
todo. Se trata de Mologú, parroquia de Punín; y Andinig, cerca a
Pongaló. Trabajan los hombres, mientras las mujeres son las
encargadas de salir a vender los "tiestos", en la feria de Riobamba,
los sábados. A diferencia de los de Bolívar, estos "tiestos" aunque
fabricados con la misma técnica, son bastante toscos y carecen de
engobe o bruñido.

Los "tiestos" de San José de Chimbo, Bolívar, en cambio.


tienen un excelente acabado y se consideran las mejores del país.
Aquí se produce también una pequeña cantidad de pondos y ollas, a
más de los moldes para "guaguas de pan".

En Siguilán, parroquia de Punín, Chimborazo, la


situación de los alfareros ha cambiado y, al parecer, mejorado.
Tradicionalmente se fabricaban aquí pondos y "puños" con orejas
para traer agua. Con los nuevos materiales y el agua entubada ya no
había demanda por estas vasijas. Actualmente, como una adaptación
al cambio de usos y compradores, estas mismas formas, pero con
fondo plano, sirven para macetas, las que los intermediarios llevan en
grandes cantidades para la reventa en Quito y Riobamba. Con esto,
los alfareros tienen una fuente de ingresos más segura y regular.

Un ejemplo claro de introducción de una técnica de otra


parte del país, se encuentra en Guayllabamba, Chambo, Chimborazo,
donde ahora pocos alfareros trabajan con la técnica de "molde y
tomo" empleada en La Victoria, Cotopaxi, después de abandonar,
aparentemente, la antigua técnica del "doble molde".

184
Bibliografía

CIDAP, 1987
La Cultura Popular en el Ecuador, Tomo III Bolívar.
Cuenca.

Fuentes, Alfredo, 1974


"La Alfarería de Siguilán" en: Cuadernos de historia y
arqueología No. 41 Guayaquil.

Moreno Yánez, 1983,


"Formaciones Políticas Tribales" en: Enrique Ayala
Mora, ed. Nueva Historia del Ecuador. Vol 2.

Porras, Pedro, 1987,


Nuestro ayer: Manual de arqueología ecuatoriano,
Quito.

185
Localidades alfareras
donde se utiliza la
técnica de '' doble
molde''
Siguilán

La comunidad de Siguilán pertenece a la parroquia de


Punín, a corta distancia de Riobamba.

Situada en un valle fértil, aquí se cultiva todo tipo de


hortalizas para la venta. Los cultivos son tanto de los pequeños
agricultores como de las haciendas. A estas haciendas van muchos
de los comuneros de Siguilán para trabajar como jornaleros en la
agricultura. También van los hombres a la Costa, a trabajar en las
fincas y plantaciones.

La alfarería es aquí una ocupación tradicional que se


combina con la agricultura. Es considerada un trabajo de hombres,
las mujeres ayudan en el acarreo de materiales, en el acabado de las
piezas y en la venta.

Cuenta Segundo Salau, uno de los alfareros de Siguilán:

"Mis abuelos más que todo, ellos sabían trabajar, desde


tiempos antiguos. Mi papá hada un poco. Todita esta comuna
hadan. Ahora somos unos catorce, creo, no todos son Salaus. Hay
Man/lay, Pérez, Lalones, hay Montoyas.

Antes hadamos sólo puños nomás, puños grandes. Mi


papá hacfa unos pondos grandes. Eran puños con orejas. Tienen
orejas en media barriga. Entonces, ahí, haciendo pasar una soga,
cargaban a la espalda. Llevaban para cargar agua. Ahora llenan
mucho ya barriles de fierro.
189
Yo he trabajado desde los diez años. No he trabajado
sólo en esto. Cerca de diez años he trabajado por Santo Domingo.
De aquí van algunos. En esta comuna casi no hay ningún hombre.
Algunos mueren de borracho, caen en el agua. Algunos, estando
trabajando en otras partes vienen enfermos con paludismo. Algunos
de pulmonía, mueren nomás.

Nosotros, antes entregábamos a unos de Gatazo, de


Cacha, que andaban cambiando con granos. Así de repente,
cuando había tiempo de cave de papas u ocas, acá por Salarán
andaba mi mamita, andaba con esos pondos. Cuando llegábamos
nosotros con esos pondos grandes, ahí llenaban con oca o papa.
Cambiaban".

A pesar de haber habido antes más alfareros, de entre 40


y 60, cada uno de ellos trabajaba menos y más irregularmente. En la
actualidad, mientras las antiguas formas utilitarias han perdido su
función, reemplazadas por materiales nuevos y por el agua entubada,
han surgido, en cambio, nuevos gustos y necesidades y una nueva
modalidad de venta - a través del intermediario o negociante.

"Antes, casi poco nomás vendían. Llevaba gente


campesina los puños para traer agua. Cada viernes quemaban, pero
cada uno 10, 15 así cargaban el horno. Antes, en Riobamba
sentábamos en la plaza. Ahora ya no, ahora todos tenemos para
entregonomás. Todoslosqueestamosahoraentregamos. Negociantes
había antes, pero entregábamos poco, poco. Ahora es tres años que
llevan así de golpe. Ellos quieren cada semana, pero nosotros no
podemos trabajar. Yo entrego a dos partes. Otros, vuelta, entregan
a otros. UnoesdeGuanoque lleva a Quito. Otro es de San Clemente
que lleva a la plaza en Riobamba.

Toditos son maceteros. Para Quito llevan bastantes.


Van negociando tantas piezas, según la clase. Según lo que avanzamos
190
a hacer, para cada quince días, así un mes. En invierno asamos cada
mes, porque no se seca.

En Riobamba entregamos. De repente vienen ellos


mismos a llevar en carro. Antes vendíamos a 3, 4 sucres, dicho que
bueno. Ahora al negociante entregamos a 500, a 1200 esos grandes.
Está este oficio bien. Sí se gana con este trabajo algo, algo".

Las macetas tienen la forma del antiguo pondo, pero con


el fondo plano. También se hacen platos para poner debajo de las
macetas y floreros con tres patas. La demanda es buena y don
Segundo prefiere la alfarería al trabajo asalariado ya que se gana más
como artesano. La familia tiene también sus propios terrenos para el
cultivo de hortalizas.

"Yo no salgo a trabajar. Yo trabajo en mi propio terreno


cuando trabajo. Cuando hay trabajo en agricultura, dejamos esto un
mes, así. Lo que más sembramos es cebolla, zanahoria, coles,
cu/antro. Para venta siempre.

Ahora, otros peones que van a trabajar ganan 800


diario. Por eso mis hijos creo que no quieren esto, sólo trabajo
quieren. Mi hijo ya gana 600 diario cuando va a trabajar en
agricultura. El tiene 14. Según el porte ganan. El otro gana 500,
y otro 400.

Los patrones en San Luis, enRiobamba, cada día vienen


a llevar en carro. Mujeres ganan 600. Con comida y todo.
Deshierban, cosechan. De mañana viene el carro, van llevando, de
tarde vienen dejando".

Don Segundo trabaja con su esposa y con ayuda de sus


hijos menores. El taller es un cuarto de la casa con piso de tierra,
donde está la plana piedra de trabajo, y el portal, donde se sientan a
191
pintar y a bruñir las piezas. El amplio patio sirve para preparar los
materiales, para secar las macetas y para el horno, construido de tres
paredes de bloques. La materia prima se encuentra locamente. Para
traer la arcilla, se utilizan los dos burros que pastan cerca del patio.

"La tierra es de arriba, de ese cerro. Arriendo para un


año. Hasta 10.000 al año pagamos. Traemos dos burritos, tres
burritos cada semana, según hay tiempo. Si se hacen grandes, casi
en dos burros, cinco nomás salen. En los grandes entra bastante. En
esos otros salen unos diez.

Esta tierra negra vale, es mejor así solita. De la tierra


amarilla viene a romper todito, toditas las bocas se revientan.

La tierra tenemos que secar en el sol. Ya se seca la


tierra, la pisamos así con el pie. Ahí cernimos. De eso, hacemos
chapo ya con agua".

Se pisa la arcilla con agua sobre un cuero hasta obtener


la masa para formar las piezas. La técnica es la del "doble molde",
parecida a la de San José de Chimbo, Bolívar. Sin embargo, en
Siguilán existen unos moldes-soporte de forma cónica, con un "pie"
sobre el que gira el molde. En este se puede colocar la arcilla
directamente, como es el caso de los floreros de fondo redondo y tres
pies (el molde tiene hoyos en los que se forman directamente los pies)
o, para una pieza de fondo plano, como la maceta, se pone sobre el
molde de rotación otro en forma de platillo.

Se parte de la "tortilla" de barro que se-forma sobre una


piedra plana, proceso llamado "pataquir". En otra piedra plana, el
alfarero muele un tiesto ya quemado. Sobre esta "arena", el molde
puede girar. El alfarero se sienta en el suelo con las piernas cruzadas.
Coloca en el molde la plancha de barro y la dobla hacia arriba para
empezar a formar la pieza. Para objetos grandes, se añaden luego
192
Formación de un florero. Siguilán, Chimborazo
cordeles de arcilla hasta alcanzar el tamaño deseado.
Para girar el molde, lo que el alfarero hace en forma
rápida y continua, puede emplear una mano o bien el dedo gordo del
pie derecho, lo que le deja ambas manos libres para formar la arcilla.
Con el dedo hace movimientos pequeños y regulares hacia afuera.
Esta técnica se utiliza especialmente para piezas grandes.
Con la mano puede girar el molde en ambas direcciones,
según le convenga. Para darle forma a la pieza, alisar y adelgazar las
paredes, el alfarero se ayuda de un alargado tiesto de cerámica. Este
se emplea por dentro y por fuera, con movimientos hacia arriba.
Finalmente, se forma y alisa el borde del objeto con un
trapo húmedo. Se puede hacer, de esta manera, hasta ocho docenas
de floreros al día.
193
"Después le ponemos en moldes, dando la vuelta con la
mano. Primero hacemos una torta así grande, según el porte, con
una piedra. Después ponemos en molde, ese carga, nomás. Otros
moldes hay adentro para que dé la vuelta.

De ahí vamos criando, criando para arriba, dando


vuelta con el pie, con los dedos. Se pone otra masa, haciendo
rollitos así. Hay un tiesto así. Con eso hacemos para que quede
igual.

La tierra roja es del cerro. Con agua se hace, es como


colada. De ahí con un trapito se pone. De ahí brillamos con un vidrio
o una piedra".

Las piezas se dejan endurecer lo suficiente para sacarlas


de los moldes. Se las deja secar al sol, la arcilla es resistente y no se
rompe. De esta manera, el alfarero trabaja de lunes a jueves,
empleando el viernes para aplicar el engobe, bruñir y quemar. En
épocas de sol, las macetas alcanzan a secarse en una semana.

El engobe se prepara de arcilla roja con agua y se aplica


antes de que la pieza se seque totalmente. Se bruñen las piezas con
una piedra o con un asa de vidrio de un jarro roto hasta que presenten
un agradable aspecto de superficie roja, brillante y lisa.

Tradicionalmente, en Siguilán, los alfareros hacían sus


quemas en una especie de cuartos que se excavaban en la ladera del
cerro. De esta manera, se protegía la quema del viento. Todavía
existen algunos de estos hornos en la comunidad.

"Antes no hacíamos el horno con así paredes. Antes


hacíamos un horno cavado en la ladera, como arriba en esa casa.
Hay un hueco grande, como fuera un cuarto. Entonces, ahí ponemos
leña en adentro. Después ponemos esos maceteros en medio y
194
ceniza
después tapamos con paja de cerro, todito. Después con esa
ya quemada tapamos.

Cuando asan así en parte limpia, \'Íene viento y se va


,
//e\'ando todita la tapa de paja. Prendemos por dentro una mecha
candela. Va nomás quemando. Demora bastante; unas tres, cuatro
horas".

Se empieza a quemar por la tarde y se deja enfriar la


El
quema durante la noche para secar la cerámica al día siguiente.
a empac an las
sábado es el día de entrega y el alfarero y su famili
o.
piezas en paja del cerro para llevarlas a Riobamba, al intermediari

195
San José de Chimbo

En la provincia de Bolívar, San José de Chimbo se


conoce como la "tierra de los olleros". Allá, en Cruz Loma, se
fabrican, sobre todo, los "tiestos" que, según los que los producen y
los que los utilizan, son de mejor calidad que los "tiestos" de otras
partes del país. Otro producto de alfarería, especialidad de Chimbo,
son los moldes para hacer "guaguas de pan" para la fiesta de
"Finados".

A pesar de tener buena demanda, ya se produce poca


alfarería aquí. En la actualidad, sólo existen dos familias alfareras,
la de don Pablo Sánchez, su hija y yerno, quienes trabajan los
"tiestos" a tiempo completo para la venta a intermediarios, y la señora
Umbelina Montes, quien combina su actividad alfarera con la
agricultura y la compra-venta de granos en tiempos de cosecha.

"Cuando hay tiempo trabajo. Nosotros tenemos otros


negocios. En tiempo de cosecha compramos grano. Compramos y
vendemos. Yo sé coser también. Pero con eso no gano mucho, sino
más me gano en esto. Por ratos nomás trabajo. Pero, en cambio, en
un ratito se gana la plata más fácil. Cuando no hay otro trabajo,
vengo a hacer uno que otro tiesto que voy a vender en Guaranda. Los
negociantes piden que les entregue, pero no alcanzo a entregar".

En la provincia de Bolívar existen pocas oportunidades


de trabajo, lo que es causa de imigración de la población a la Costa
o a las ciudades de Ambato, Riobamba o Quito. Esto explica, en
parte, por qué la generación joven ya no sigue en el trabajo de la
196
alfarería, considerado por ellos, además, un trabajo duro y sucio.
Prefieren, por lo tanto, la migración.

"Aqu(falta trabajo, no hay. Porque no hay una fábrica,


un trabajo que pueda tener la gente. Tienen que ir a Ambato, a
Riobamba, a Quito, a Guayaquil. La gente se va lejos ...

Yo he aprendido ha hacer con mi abuelita. Porque mi


papá es hijo de ollera. Mi mamá también aprendió con la abuelita.
El señor Sánchez es hijo de ollera mismo. Se ha quedado con el
oficio. Si no, los hombres no trabajan sino que ayudan. Cuando yo
era joven había mi tía. Había mi suegra y otra señora. Había unas
ocho familias. Vendíamos en Guaranda. Y antes se cambiaba. Con
cebada, con maíz, con choclo, con cuyes. Por un tiesto daban un cuy
grande. En Chillanes cambiábamos con arverja. Se llenaba la olla
o llenaban el tiesto. En las ferias andábamos, ahí se cambiaba.
Ahora ya no se cambia".

La tecnología y la materia prima siguen siendo las mis-


mas, así como el lugar de venta más importante -Guaranda. Porque
en el mismo Chimbo "la gente es más carishina. No les gusta".

"Para Carnaval sí vendo. Miércoles a sábado en


Carnaval vendo los pondos, las ollas. En Guaranda vendo más. En
Guaranda compra la gente las ollas de todo porte. Puede ser desde
el más pobre hasta el más rico, carga el pondo, lleva las ollas. Para
el mote, segura es nuestra olla. Los tiestos más apreciados son los
de Chimbo, porque dicen que otros tiestos se parten".

Los pondos se venden especialmente para Carnaval,


mientras los "tiestos" tienen demanda durante todo el año. La señora
Umbelina prefiere la venta directa, los miércoles en Guaranda. A
más de los "tiestos", la señora Umbelina es la única que fabrica las
ollas, los pondos y las "cacerolas" (cazuelas). Hace también los
197
moldes para "guaguas de pan" para el día de "Finados". Estos se
fabrican con una figura de madera que se pide a un tallador. Existe
gran variedad de figuras.
La arcilla existe localmente y la alfarera va ella misma,
con la ayuda de su familia, a traerla. Se la compra por varas, a 5.000
sucres, o por metro cuadrado. Se mide el metro y se saca la
profundidad de arcilla que haya. Donde la capa de arcilla es muy
delgada, es mejor comprarla por "mulas".
"Los olleros mismos no tienen barro. Toca de ir a
comprar. Se alquila un carro y se trae cavando. Allá en El Tejar hay
dos minas. En Chacán también hay. A la gente no les gusta vender,
dice que se dañan los terrenos. Venden por varas, la una cinco mil.
A veces la capa de barro es ancha, a veces delgadita".
Una vez en el taller -un pequeño patio detrás de la casa-

198 Terminando un "tiesto. San José de Chimbo, Bolívar


se deja secar la arcilla, para luego desmenuzarla con un mazo de
madera. Esto se hace sobre un cuero de vaca. Allí también se le añade
una pequeña cantidad de arena y se pisa la masa con agua hasta lograr
la consistencia adecuada para el trabajo.

Para trabajar, la señora Umbelina se sienta en el piso con


la piernas dobladas, ante una tabla de madera que constituye su mesa
de trabajo. Sobre ella va formando el "tiesto" o la olla con la técnica
del "doble molde".

Como molde se utiliza un tiesto viejo al que se le ha


quitado el borde. Para hacer un "tiesto" se necesita un molde ancho,
de acuerdo al "tiesto", y para una olla, uno más angosto, de rotación,
que ayuda a girar la pieza sobre la tabla.

"Esto solito no corre bonito. Entonces, para que dé la


vuelta más fácil, se le pone en doble molde. Este es ancho, este es
más angosto, y ahí que dé la vuelta.

Después de amasar el barro sobre la tabla, se forma una


"tortilla" de arcilla de tamaño adecuado, golpeando un pedazo de
barro sobre la tabla con una piedra de mano -"pataquidora".

Se escoge el molde y se pone la arcilla en él, girándolo


con una mano, mientras la otra va dando forma al objeto. Para alisar,
formar, y adelgazar las paredes, se utiliza un tiesto alargado de
cerámica - "macapo".

Para hacer un "tiesto", la alfarera simplemente extiende


el barro dentro del molde con la ayuda del "macapo". Para formar una
olla o pondo, se hace la "tortilla" más grande que el molde y se le
dobla hacia arriba para formar las paredes, ayudándose con el
"macapo". Si es grande la olla, es necesario añadir más arcilla en
forma de cordeles gruesos.
199
Se puede girar el mole para atrás o para adelante, según
la conveniencia de los diferentes pasos del proceso, pero se trata aquí
de un movimiento interrumpido, no uniforme.

El borde de la pieza se alisa con una hoja de gañal.

"La piedra es para pataquir -pataquidora. Se le


aplasta el barro en este molde con la mano y se le sigue criando de
acuerdo al porte del molde. Se alisa el filo con una hoja de gaña/.
El tiesto es facilito, pero la olla es dura".

Después de endurecer un poco, la pieza se pinta con


engobe rojo. Esta arcilla se consigue cambiando "tiestos" u ollas por
ella. Los "tiestos", después de cubir la superficie con engobe, se los
bruñe con una piedra de río hasta que queden lisos y brillantes.

"Para quemar, se les seca bien y se les abriga, haciendo


unfuego hasta que arda. Se chamuscan. Ya bien abrigadas se las
encacha para que no se rompan, para iniciarse la q/1.!!ma.Asamos en
la pampa, así nomás. Se pone leñita abajo, paja y virusa encima; la
paja del trigo. Se atranca con los tiestos rotos."

La quema, que se hace por la tarde, dura alrededor de


cuatro horas.

A diferencia de los vecinos que "exportan" grandes


cantidades de "tiestos" a la Costa y al Oriente, vendiendo a los
intermediarios, la señora Umbelina produce más bien poca cerámica.
Los hijos, todos han ido a la universidad, y tienen otras profesiones.
Sin embargo, dos de las hijas ayudan en la alfarería en su tiempo libre.

"Nosotras no tenemos vergüenza, si es de coger la plata.


Otros vagos creen que antes les cae la cara que quitarse los zapatos
y pisar barro. No saben el valor que tiene ... "
200
Sierra Central, Sierra Norte
Cotopaxi, Pichincha (Chimborazo, Imbabura)
Técnica de "molde y torno"
La Victoria, Cotopaxi; Cotocollao, Pichincha;
(Guayllabamba, Chimborazo; Otavalo y Calpaquí,
Imbabura).

En la provincia de Cotopaxi se encuentra el centro más


importante la parroquia de La Victoria- para una técnica que
podemos definir como "molde y tomo". De aquí, según la información
recogida, esta se ha extendido a unos pocos lugares de las provincias
de Chimborazo e Imbabura y se encuentra, además, en Cotocollao,
Pichincha.

Arqueológicamente, Cotopaxi se encuentra, como


Chimborazo y Bolívar, dentro del área de extensión de la cultura
definida como Cosanga-Píllaro, del período de Integración, alrededor
de 700 - 1200 d.c. (Porras, 1987).

A más de estos datos, la información arqueológica sobre


la provincia es prácticamente nula y las fuentes históricas son,
también escasas. Sin embargo, se sabe que Latacunga fue un centro
importante de uno de los señoríos locales, para luego, durante la
época inka, convertirse en uno de los tres centros administrativos más
importantes -junto con Tomebamba y Caranqui- de la parte norte del
Tawantinsuyo y sede de un gobernador inka.

En esta época se fundó Pujilí, como lugar de residencia


para la antigua nobleza autóctona, para facilitar el control de ésta por
parte de los inkas (Moreno Yánez, 1983).

201
Recién en la primera mitad del siglo XVIIIse menciona
una producción de cerámica en Cotopaxi, refiriéndose la "Relación
Histórica del viaje a la América Meridional" de Jorge Juan y Antonio
Ulloa a los pueblos de Pujilí y Saquisilí (Juan y Ulloa, 1978). A pesar
de que Pujilí y La Victoria muchas veces se confunden, los dos
centros alfareros mencionados pertenecen a una tradición tecnológica
distinta a la que hemos llamado "molde y tomo", utilizada en La
Victoria. El documentos mencionado tampoco señala la técnica de
fabricación de la cerámica de Pujilí y Saquisilí. Por lo tanto, es
imposible, hasta la fecha, conocer el origen y la historia de la técnica
de "molde y tomo".

Lo que se puede afirmar es que se trata de una


"hibridización" de técnicas, puesto que el tomo -una herramienta
traída por los españoles- se introdujo a La Victoria hace alrededor de
70 años. Presumiblemente, se introdujo al mismo tiempo el uso del
barniz de óxido de plomo.

Antes de conocer el tomo, se utilizaba para el primer


paso de la fabricación de una pieza de cerámica, una técnica similar
a la de "doble molde" de Bolívar y Chimborazo. Para el segundo
paso, el alfarero giraba alrededor de un poste de madera plantado en
el piso, sobre el que descansaba la parte inferior de la pieza, salida del
molde y llamada "montera", para, con cordeles de arcilla, formar la
parte superior de ella.

Actualmente, el tomo cumple la función de "tabla de


alfarero", es decir que sirve para girar el molde en el primer paso de
fabricación, y la "montera", puesta bocarriba, para la formación de la
parte superior, en el segundo paso. No se trata, por lo tanto, de la
técnica del torneado como tal.

Como en las provincias de Chimborazo y Bolívar, para


la técnica de "doble molde" se parte en la técnica de "molde y torno"
202
de la "tortilla" de barro -el "pataque" - formado sobre la plana piedra
de "pataquir". Este se coloca dentro de un molde para las formas
extendidas -platos, cazuelas- o por fuera de un molde invertido para
ollas y macetas. Los moldes son de cerámica y son, casi siempre,
fabricados para moldes, aunque se puede, a veces, utilizar una olla
vieja como molde.

La "montera", después de que endurezca un poco, se


coloca bocarriba sobre el tomo, apoyada en un "tacín" -un aro de
trapos- y se añade la parte superior con uno o varios cordeles de
arcilla.

La técnica de "molde y tomo" tiene, por otro lado, una


clara afinidad con la de "molde invertido y acordelado" utilizada en
Imbabura, en la que se usa una pieza vieja puesta bocabajo como
molde para formar la parte inferior de la pieza.

En la parroquia de La Victoria, en la comuna de El


Calvario, la técnica difiere algo, ya que aquí no se hace la "montera",
sino que toda la pieza se forma por medio de gruesos cordeles, sobre
el tomo.

Esto, presumiblemente, es una herencia de la técnica


tradicional utilizada aquí para fabricar los pondos y grandes "tinacos",
los que ahora casi nunca se hacen. En esta, se parte del "pataque",
~~ro esto es colocado en un pequeño molde base cónico y luego se
sigue formando la pieza con acordelado, girándola sobre la piedra
plana en el piso del taller. Esta técnica se asemeja a la del "doble
molde" pero también a la de "molde invertido y acordelado" -a pesar
de que en Imbabura se utiliza una pieza vieja invertida como molde.

En la comunidad de Guayllabamba, Chimborazo, se


encuentra la técnica en referencia como una introducción de La
Victoria hace unos 40 años. Con esto, los alfareros del lugar,
203
abandonan la antigua técnica del "doble molde", utilizada todavía en
otras comunidades de Chimborazo. Hoy, sólo dos alfareros trabajan
aquí.

También en el caso de Otavalo, as1m1smo con sólo


dos talleres, la técnica utilizada es idéntica a la de Cotopaxi y, se-
gún cuentan los alfareros del lugar, fue introducida aquí desde
Cotopaxi.

Un caso especial constituye el de Calpaquí, cerca a


Otavalo, donde se fabrican "tiestos" con la técnica antigua de La
Victoria, es decir sin el tomo y con la ayuda del poste de madera para
el segundo paso de formación. Aquí también se trata de una pequeña
producción que ha "sobrevivido".

En Cotocollao, en Quito, encontramos el único centro


alfarero de Pichincha. La técnica es la misma que en La Victoria.
Aquí, sin embargo, es imposible saber qué tipo de relación existe
entre los dos sitios. Los alfareros de Cotocollao afirman que la
técnica de "molde y tomo" es tradicional aquí y que la han utilizado
durante, por lo menos, tres generaciones de alfareros nacidos en el
lugar. Naturalmente, esto no contradice una temprana introducción
desde La Victoria. Sin embargo, el uso del tomo no es antiguo en La
Victoria mientras se le utilizaba presumiblemente en Quito durante el
siglo XVIII (Kennedy, 1990).

¿Existía una antigua técnica de "molde y poste" tanto en


Pichincha y Cotopaxi como, posiblemente, en Imbabura, para ser
combinada en Pichincha y, en Cotopaxi, con el tomo como "tabla de
alfarero"? El que existan incógnitas históricas de diversa índole nos
confirma la necesidad de futuras investigaciones.

En cuanto a las afiliaciones históricas de la producción


alfarera de Cotocollao, al igual que en casi todas partes del país, no
204
es posible ver una continuidad con la cerámica arqueológica encon-
trada aquí.

Cotocollao es un importante sitio del período Formativo


y presenta cerámica desde el 2000 A.C. También pertenece la
provincia de Pichincha al área de la cerámica Cosanga-Píllaro del
período de Integración (Porras, 1987).

Las fuentes históricas no mencionan producción de


cerámica en la provincia y, en general, presentan datos algo confusos
sobre Quito y las zonas circundantes para las épocas preinkas e inkas.

Parece ser que, antes de la llegada de los Inkas, Quito


constituía un nudo vial y un importante centro comercial (Moreno
Y ánez, 1983). Durante la dominación Inka, en cambio, la importancia
de Quito parece haber sido menor. Siendo los "lugares principales"
del actual Ecuador tres: Tomebamba, Latacunga y Caranqui, es
probable que Quito sólo fuera un "tambo" o punto de apoyo mediano
(Oberem, 1983).

No hasta la segunda mitad del siglo XVIII se menciona


una producción cerámica en Pichincha, época en la que los españoles
impulsaron la fabricación de "loza" o cerámica fina en Quito (Kennedy,
1990).

La fábrica de "loza" que se fundó, no logró, sin embargo,


sobrevivir más allá del mismo siglo. Sin embargo, es probable que
hayan existido otros talleres de alfarería y de loza en Quito,
desconocidos hasta la fecha.

Si miramos los centros alfareros que comparten la


misma técnica, sólo la Victoria constituye un centro expansivo, de
gran producción de cerámica "torneada" y vidriada que no tiene
buena demanda en los mercados de las ciudades de la Sierra Central
205
o tipo de
y Norte. Los otros lugares, a pesar de producir el mism
n pocos
cerámica, son víctimas de un notable receso -ya queda
ollao.
alfareros en Guayllabamba, Otavalo o, incluso, en Cotoc
a más de
Tratándose de una cerámica casi idéntica, es probable que,
estos sitios
las causas esbozadas en la introducción, los alfareros de
alcanzan
no puedan competir con la cerámica de La Victoria que
mercados en toda la Sierra Central y Norte.

206
Bibliografía:

CIDAP, 1989,
La cultura popular en el Ecuador, Tomo V, Imbabura,
Cuenca.

CIDAP, 1986,
La cultura popular en el Ecuador. Tomo 11, Cotopaxi,
Cuenca.

LAMAS, Viviana, 1985,


"La alfarería tradicional utilitaria en el área de Otavalo
y sus inmediaciones". En: Sarance Nº 10. Otavalo.

MORENO, Yánez, 1983,


"Formaciones políticas tribales" en: ·Enrique Ayala
Mora ed. Nueva Historia del Ecuador. Vol 2.

NARANJO, Jaime, 1985,


Pujilí, Alfarería tradicional. Quito.

KENNEDY, Alexandra, 1990,


"Aportes sobre arquitectura en barro y cerámica en La
Colonia" en: Cerámica colonial y vida cotidiana.
Fundación Paul Rivet. Cuenca.

20í
OBEREM, Udo, 1983.
"El período incaico en el Ecuador" en: Enrique Ayala
Mora, Ed. Nueva historia del Ecuador. Vol. 2.

PORRAS, Pedro, 1987,


Nuestro Ayer: Manual de Arqueología Ecuatoriana.
Centro de Investigaciones Arqueológicas, Quito.

208
Localidades alfareras
donde se utiliza la
técnica de ''molde y
torno''
La Victoria

Escuchemos algunas voces de alfareros de la parroquia


de La Victoria:

"Esto, de nuestros padres, nuestros abuelos mismo,


han sido del oficio este. Hombres y mujeres, todos somos del oficio.
Ya se va llegando a tener los hijos. Ya salen de la escuela, les
enseñamos el oficio. Siguen y siguen trabajando. No(:otros nos
morimos, ya quedan ellos. Muerte de ellos, ya siguen enseñando a
los hijos ... "

Isabel Chango, El Calvario

"Nuestro barrio es importante por el arte que es la


alfarería. Aquí ha sido, desde la generación de los inkas. Desde ahí
ha quedado. Ya mueren los viejitos, quedan los guambras que siguen
aprendiendo, que se coge como herencia. Yo tengo herencia de mis
abuelos, de mis bisabuelos. De nosotros es un trabajo libre. Si
queremos trabajamos y si no queremos, no trabajamos. Ahora los
alfareros están aumentando porque no es un mal negocio. Hay ahora
personas que se gradúan, tienen su título, pero están poniendo sus
talleres de teja, de maceteros. Antes toda la gente hablaba de los
barros pupos, que este trabajo es hediondo ... Pero eso ya no pasa
ahora. Ahora, en cambio, más envidia tienen de los alfareros.
Porque los alfareros son apreciados de muchas personas que vienen
a buscar los objetos de barro, o sea que eso cambió ahora".

211
Salomón Herrera, El Tejar

pero
En El Tejar y La Victoria habrá unos 80 alfareros,
las tejas. Ahor a
algunos se cambiaron a hacer tejas. Más comercial,
s. Así nos
habrá unos 40 alfareros. Aquí era barrio de ollero
cuent Decían
a.
identificaban. No tenía prestigio, nadie tomaba en
decían que los
que el 'barro pupo', que huelen a tierra. Antes
eso no arriban para
alfareros van abusando de la madre Tierra. 'Por
n el oro negro.
nada, no hacen ninguna fortuna'. Pero ahora le llama
a'. Ahora este
Aquí vienen gente que dice: 'Qué lindo, este es un artist
es un arte que vienen a admirar, entonces respetan".

Hugo Vaca, El Tejar.


da
"La parroquia de La Victoria siempre está caracteriza
Donde trabajan
por el barro. Está compuesta por algunos barrios.
Calva rio y aquí en
en la alfarería es en El Tejar, en la comuna de El
lo suyo: El Tejar,
el centro de la parroquia. Antes cada barrio tenía
os; y aquí, en
sólo maceteros y ollas; El Calvario, sólo tinacos y pond
el centro, los platos y las cazuelas.
era
Más antes, hace unos 28 ó 20 años, la parroquia no
se trabajaban no
tan importante porque los objetos que en ese tiempo
des. Ahora
eran vendibles, no tenían tanto aprecio en las ciuda
rcial por la teja
recién llegaron a tomar como centro turístico y come
o ocupa.
y por la alfarería, por los maceteros que todo el mund

Entonces, La Victoria llegó a caracterizarse como


ica".
nombre y como tradición de la alfarería y la cerám

Pedro Olmos, La Victoria


la
Así-explican ellos algo sobre su trabajo heredado,
212
continuidad y los cambios en su parroquia y en su condición de
alfareros.

Antes de llegar a Pujilí, hay que desviarse de la carretera


principal. Se extienden aquí cultivos de cebada y maíz, bordeados
por pencos y eucaliptos. Los días claros se distinguen las cimas
nevadas del Illiniza Sur, del cono del Cotopaxi y del Tungurahua.

Ahora, el camino que sube hacia La Victoria se caracteriza


por las tejerías. Familias enteras forman las tejas a mano y de los
hornos salen constantemente el negro humo del barniz de plomo.

En el centro de La Victoria, con iglesia, escuela, colegio,


subcentro de salud y tenencia política, hay unas 18 talleres de
alfarería. Existen aquí productores pequeños quienes trabajan
todavía el tradicional "plato", además de fuentes, cazuelas y, por
supuesto, la maceta.

Los talleres más grandes producen macetas princi-


palmente. Además compran macetas y platos en crudo de talleres
más pequeños para quemar y vidriarlas y venderlas a los intermediarios
que vienen de Quito, sobre todo.

Hacia el norte se encuentra el barrio de El Tejar. Aquí


se pueden ver todavía, entre los campos azules y fragantes de la flor
del "chocho", las antiguas casas de paja, "ichu", con sus techos altos
y puntiagudos.

Aquí existe el mayor número de alfarerías. La espe-


cialidad del barrio, la olla redonda para cocinas de leña, ha sido
superada ahora por la producción de macetas. El total de talleres en
este sector es alrededor de 35.

Aquí también, algunos talleres se dedican a comprar


213
macetas en crudo y terminarlas para la venta. Otros combinan esta
compra-venta con la producción propia, mientras la mayoría trabajan
sus propias ollas y macetas para la venta a los negociantes. Dos
talleres producen "cerámica", es decir objetos utilitarios y de adorno
con un acabado de mayor perfección de lo común.

Siguiendo el camino cuesta arriba, hacia El Calvario,


nuevamente predominan las tejerías. En los últimos años, la demanda
por las tejas ha aumentado y por esta causa numerosas familias de la
parroquia de La Victoria se dedican a esta producción. Incluso,
miembros de las antiguas familias alfareras abandonan la alfarería
para empezar a fabricar tejas.

Este es el caso de El Calvario, antigua comuna de


alfareros, donde toda la generación joven y parte de los mayores,
ahora trabajan en la tejería. Gracias a esto ha disminuido la migración
a las ciudades y a la Costa en busca de trabajo.

El Calvario, ubicado en las faldas del cerro con una


hermosa vista sobre la planicie custodiada por volcanes, tiene unas 20
alfarerías, casi siempre combinadas con tejerías. Porque, mientras
los mayores se dedican a la alfarería, en muchos casos los jóvenes
prefieren la teja. Aparte de tener mucha demanda, es más fácil y más
rápida su fabricación.

Todavía algunas personas en El Calvario trabajan los


pondos y los grandes "tinacos" por pedido. Sin embargo, el artículo
más importante es ahora la maceta. Los alfareros de El Calvario
hacen las macetas por contrato con los talleres grandes de El Tejar y
La Victoria. Estos talleres las compran en crudo para vidriarlas y
quemarlas para la venta. Sólo excepcionalmente, los alfareros de El
Calvario queman ellos mismo su cerámica.

Las alfarerías de la parroquia de La Victoria son todas


214
Casa de alfarero. La Victoria, Cotopaxi

empresas familiares. En ellas trabajan el padre y la madre de familia,


muchas veces los hijos mayores. A veces también se ayudan entre
hermanos. Sólo pocas veces se cuenta con empleados para las tareas
más duras, como la preparación del barro.

El trabajo de la alfarería corresponde, tradicionalmente,


tanto al hombre como a la mujer. En La Victoria incluso el trabajo
en el tomo, normalmente una tarea masculina, es desempeñada por
215
la mujer. Los esposos colaboran en todos los procesos de la
producción. La "salida" es buena: los talleres rebosan de actividad
de la mañana a la noche.

Sin embargo, los diferentes tipos de talleres tienen


grandes diferencias entre sí. Existen los pequeños talleres que o
entregan a los talleres grandes o terminan su propia producción,
limitada en cantidad. Los talleres más grandes y progresistas
compran parte de la cerámica en crudo para terminar y venderla, a
más de la propia producción. Finalmente, algunos talleres se dedican
exclusivamente a terminar y revender macetas compradas en crudo.

Los ceramistas de La Victoria se autodefinen como


"alfareros" y sus productos los llaman "alfarería" o "loza". "Cerámica"
significa aquí un tipo de producción más "fino", con arcilla blanca,
o hecha en moldes de yeso o, sencillamente, más pulida y
perfeccionada. "Loza" es el denominador común para macetas y
cerámica utilitaria tradicional.

Algunos talleres combinan la alfarería con las tejas y la


"cerámica", logrando así una producción más diversificada y ventas
más seguras.

Los alfareros conocen las raíces profundas de su "arte".


Ellos han apreciado, con ojos de experto, las "lozas" de los "Inkas",
encontradas en las chacras. Como se puede desprender de los relatos
de las personas mayores, el trabajo de la alfarería y la condición social
del alfarero ha cambiado mucho en los últimos años.

"¿Esto? - Qué tiempos sabría ser? Yo saqué dos


cadáveres de los Inkas por acá. De allí salía unas bonitas o/litas.
¡Qué primor! Eran casi grosor de un papel, delgaditas, pintadas,
nada más. Los inkas tenían las cosas competentes, cosas buenas,
ellos enterraban con toda su riqueza".
216
Luis Herrera, La Victoria

"Esto es desde la generación antigua, desde los lnkas,


mi abuelito, haciendo la hornada hacían cargar en unos burritos a
Saquisilí, a Latacunga, a Pujilí. HastaAmbato andaban. No había
carro antes. Dos días creo, hacían aAmbato. En veces vendían, en
veces no vendían, venían cargando. Sólo hacían para la comida o
para el plomo. Poco en plata, poco, vuelta, en granos. Quedaban
adeudados del material".

Carlos Herrera, La Victoria

"Esto es desde mis abuelitos, pues. Toda la vida mis


papas, nosotros, herencia es. Antes había algunos: Los Vacas, los
Herreras, Ortices, Olmos... Todavía trabajan los hijús.:; los nietos
también.

Hacíamos los platitos. Unos platos con asiento que


llaman tacitas. Todo eso hacíamos para finados. lbamos a lasferias,
a Latacunga, a Saquisilí, a Pujilí. lbamos a las ventas en burrito. Y
veníamos de vender de noche. Pero vendíamos barato. Toda la vida
ha sido pobreza para los que no teníamos. Dios favorecía ya a
vender, veníamos con los mediecitos. Primerito, a pagar el material.
Lo que sobre, ya sea para comer o para hacer un trapito. Así sabía
ser nuestra vida. Así hemos sufrido".

Ricardina Segovia, La Victoria

"Esto ha sido desde tiempos más atrás que han sabido


trabajar. Más antes han sabido hacer esos pondos bien enormes. Se
pasaban hasta ocho días para terminar un pondo de esos. La vida
era más tranquila. Ahora, el tiempo no hay para pasar haciendo un
pondo en ocho días. Porque antes había de los terrenos, tenían todo.

217
Ahora es bastante difícil, se necesita trabajar más, se necesita más
dinero".

Pedro Olmos, La Victoria

"Antes hacíamos pondos, tinacos, las ollas de cocina


también. La maceta ha de ser unos diez años. Eso mejoró, si no, ¿de
dónde también? - ahora con el tiempo caro. Antes era menos el
trabajo, pero producción de grano, vuelta, había. Labrando los
terrenitos de uno mismo, ya Dios daba.

Antes, ahí salíamos por los altos, por los cerros, en


burros, haciendo carga, cargando tinacos, cargando pondos.
Andcíhamos a buscar granito. Para poner granito pedían la loza.
Cambiaban con maíz, en el mismo traste ponían. Daban quinua,
echada, maíz, hahilla .... Ahora, vuelta, ya no hay, es porque Dios ya
no da, pues. Ya no hay cambio. Ahora sólo con la plata. Estamos
con todo comprado. Si no se trabaja duro, no se gana para la
comida. hay que buscar dinero. Todo es comprado, todo pura
plata".

Isabel Chango, El Calvario.

Antes, la producción era más bien pequeña, la venta


modesta. Como en todas partes, la vida era más sencilla, más
tranquila, pero menos cómoda también. Había tiempo para elaborar
las piezas con cuidado y había que llevarlas a la venta o para el trueque
atravesando largas distancias a pie o en burro. Se dependía también
de la agricultura, la necesidad de dinero en efectivo no era tan
apremiante, se lo necesitaba sobre todo para comprar el plomo para
el barniz de la cerámica.

Sin embargo, hubo un tiempo en el que la poca venta y

218
los bajos precios de la cerámica y lo relativamente pobre de los
terrenos, obligaba a los hombres a salir a trabajar en la Costa, sobre
todo en las plantaciones de banano.

Hoy en día, la situación es otra. Incorporados los


alfareros al sistema de mercado, a la sociedad moderna, producen
cantidades mayores, de manera especial para los intermediarios
quienes llevan la cerámica al por mayor a los mercados de Quito,
principalmente, desde donde sale a otra partes del país.

Se podría hablar de un "boom" de la maceta que empezó


hace entre 15 y 20 años como respuesta a un aumento considerable
de la demanda de este producto por parte de los consumidores
urbanos y que ha traído consigo un aumento del número de
comerciantes de cerámica.

Por otro lado, el mismo proceso que les ha traído a los


alfareros mayores ingresos y un mejoramiento general del nivel
de vida, también exige de ellos más esfuerzo, más dinero en efec-
tivo, mayores gastos. Deben tomar en cuenta el alza general del costo
de la vida, de los alimentos, los materiales, de la educación de los
hijos ...

"El nivel de ingresos se puede decir, es un poquito más.


Pero, en cambio, de acuerdo a la situación económica, toca gastar
más. Queda casi menos que antes. Más se siente la situación
económica en la alimentación. Es lo que se hace más pesado ahora,
porque se invierte miles en la comida, pues.

Los materiales también,porque están triplicados. Pero


se da gracias a Dios también de que es una forma de vivir. Se gana
para los pequeños, para hacer algunas cosas. Porque pensar en
buscarse un empleo -no hay, pues. Claro, ahí están con sus horas

219
fijas. En cambio aquí, si quiere ganarse unos centavos más, hay que
apurarse un poco más en adelantar las horas".

Como están subiendo las cosas, nosotros también


tenemos razón en subir como fabricantes, como elaboradores. Se
debiera subir un poco más, para nosotros también hacer una casita
buena, hacer algo que valga la pena. Porque, si se habla la verdad,
los señores que compran a nosotros para vender, las casas tienen
alfombradas, amuebladas con todos sus servicios. Ellos siendo
solamente revendones, negociantes".

Segundo Zumba, La Victoria

"No se tiene el tiempo y no hay gente, tengo que hacer


yo mismo todo. No hay tiempo para trabajar. Siempre hay venta. Es
superior a un empleo. Es un poco más trabajo, pero más rentable. Y
uno no está mandado de nadie ...

Aunque ahora, el tiempo es jodido, no. Por eso me he


dedicado a ver dos tipos de trabajo, porque uno sólo no alcanza.
Como ahora hay una cantidad de pedido de ieja, me estoy dedicando
a la teja. Pero prefiero la cerámica."

Pedro Olmos, La Victoria.

"Ahora es distinto. Porque ya hay negocio. Más, más


negocio hay ahora unos ocho, diez años. Y es mejor, porque este
negocio era bajo. Yo trabajaba casi nada. Me iba a trabajar por la
Costa. Ahora, como hay negocio, ya trabajan hasta los que no
han sabido. Ahora hay más producto, pero, en cambio, se gasta
más.

Están más escasas las cosas. Por cuanto han subido


mucho la alimentación. Por el precio del material es que se trabaja.
220
Qui2á reporta, pero de acuerdo a la alimentación es como si se
trabajara menos. Antes eran los precios más cómodos, pero en
cambio, no había negocio. Muy barato. Ahora se vende, caro pero
las cosas también se compran caro. Casi da lo mismo. Ahora se está
como en la ciudad".

Luis Herrera, La Victoria

"Esto antes, no valía el negocio. Yo salía a trabajar a


la Costa. en Quevedo. Ahora hay más salida. Más antes hacíamos
calderas, nllas. Recién es que se modernizó, macetas por ejemplo.
Ahoru es el negocio de macetas. Ahora ya no compran la olla aisana
porque se parcelaron las haciendas, ya no siguen las mujeres al
marido al trabajo con la comida.

Hay más salida, pero la ganancia no hay mucho porque


haciendo cuenta de todo casi no alcanza ni para la comida. Antes
no se gastaba mucho porque producía de los terrenos. El material
también ahora sale más.

En un empleo, claro, ahí están más felices porque tienen


seguro, tienen todo. Pero de nosotros es trabajo libre".

Salomón Herrera, el Tejar

"Ya es como que nosotros tenemos aquí una feria. Aquí


llevan lo que haya. Vienen de Quito, vienen de Riobamba, vienen de
Guayaquil, de Tulcán. Vienen de Cotocollao, de Otavalo. De todas
partes vienen".

Fidel Carvajal, El Tejar

"Aquí vienen pedidos, no sólo de tejas, sino de varios


221
trabajos más. El día que queme aviso para que vengan a llevar,
entonces llevan todo. O asimismo, llevo a Quito. En Quito llego a
una floristería, en seguida coge todito. Yo he estado haciendo
macetas a Guayaquil por pedido. Tiene que ir un camión grande.
Aquí se hace, y se compra también. Me dan haciendo
por otro lado y yo vidreo. Ahí las entrego".

Pedro Olmos, La Victoria

"Esto, si hubiera, casi a diario vinieran a buscar. Falta


tiempo para trabajar. Ellos hacen de vidriar. Van ellos, vuelta a
dejar por Quito, por ahí. Y asimismo aquí vienen en las casas de ellos
a llevar algunos. Y los comerciantes de Quito, ellos han de saber,
vuelta, por dónde. Va de mano en mano".

Luciano Sangoquiza, El Calvario

"Yo compro por ejemplo colgantes, compro macetas.


Lo que no trabajo yo, compro. Para tener de todo para vender. De
El Calvario, si no, por acá de El Paraíso. Yo compro eso en crudo.
Entonces, yo vidreo y vendo.

De Quito vienen aquí los que tienen negocio. Yo tengo


el negocio con dos personas no más. Ellos llevan, estése bueno el
negocio, estése malo, cargan no más, contando las docenas. Vienen
a hacer pedido, si no, no se puede hacer. Porque saben dejar y ya
no se puede vender a otro.

Se trabaja propio y se compra para alcanzar. Pasa a la


mano del comprador. Entonces él lleva a Quito. Los de Quito ya
venden a otro. Y ese que compra ya vende a otro ya. Llevan de Quito
en seis manos, ya viene a costar más. Hasta llegar al dueño que vaya
a ser el usuario.

222
Los que vendenencrudosonalgunos. Ya no vidreanpor
el motivo que está caro el material. Hay que tener la piedra, el cobre,
el plomo ... "

Salomón Herrera, El Tejar

Hasta llegar al consumidor, la maceta de La Victoria


pasa por una larga cadena de comercialización. Muchos de los
talleres pequeños, los de El Calvario sobre todo, entregan sus macetas
en crudo a los talleres más grandes en El Tejar y La Victoria. Como
ya se mencionó, de estos talleres grandes, algunos combinan la
compra-venta con la propia producción, otros pocos se dedican
solamente a comprar, terminar y vender las macetas.

Existen, además, talleres pequeños, sobre todo en La


Victoria y en El Paraíso, que trabajan solamente en su propia
producción. En el caso de los pequeños talleres de La Victoria, donde
se fabrican los tradicionales platos, a más de la venta a los
intermediarios, los mismos alfareros, mujeres en su mayoría, van a
vender directamente en las ferias de Saquisilí, Pujilí y Latacunga.
Además, se vende una pequeña cantidad de cerámica directamente a
las personas que vienen a visitar los talleres.

A pesar de que el vender sus piezas en crudo le da una


menor utilidad al alfarero, comparado con la venta de objetos
terminados, muchos alfareros prefieren vender en crudo ya que se
evita la compra de materiales para el barniz, la compra del combustible
y el trabajo que significan estos procesos.

La mayor cantidad de cerámica de La Victoria se vende


indirectamente, a través de los comerciante de cerámica. La mayoría
de ellos tienen sus puestos de venta en los mercados de Quito, algunos
son de la misma parroquia de La Victoria y una menor parte de ellos
223
vienen de otras localidades, como Guayaquil, Ambato, Riobamba u
Otavalo.

Lo más común es que el intermediario venga a los


talleres a retirar cierta cantidad de cerámica previo pedido. A veces
los mismos alfareros van a entregar en Quito, alquilando un camión.
Normalmente, cada taller tiene una relación comercial con unos
pocos intermediarios quienes le hacen pedidos con mayor o menor
regularidad.

A pesar de que los precios son más bajos, la venta


indirecta es preferida por los alfareros debido a su seguridad y
comodidad. Se vende, de una sólo vez, gran cantidad de cerámica, sin
necesidad de salir a una feria a venderla pieza por pieza, según el
sistema antiguo de venta.

Actualmente, se trata de volúmenes de cerámica mucho


_ más grandes y se considera imposible conseguir el tiempo o la mano
de obra para la venta directa. Además, el trabajar por pedido
significa una venta segura e ingresos distribuidos con más regularidad
a lo largo del año.

A más del trabajo durante todo el año, la ocasión más


importante para vender cerámica, son todavía las ferias de la fiesta de
"Finados" donde, tradicionalmente, se vende grandes cantidades de
"barros". La feria más grande la tieneAmbato, pero también las hay
en Latacunga, Machachi y Pujilí. Para este evento, los alfareros se
preparan durante algunos meses, reuniendo cerámica para la feria.
Incluso las personas que normalmente venden en crudo, hacen
objetos terminados para esta ocasión.

Muchas veces, las ferias de "finados" constituyen la


oportunidad del año en la que se puede obtener una ganancia como
para poder ahorrar o hacer inversiones en mejoras del taller. Además,
224
estas ferias sirven como centro de comunicaciones para los alfareros
pues se encuentran con colegas de todo el país.

Como es el caso en Chordeleg o en Cuenca, también los


alfareros de La Victoria deben utilizar una buena parte de sus ingresos
para conseguir las materias primas necesarias para la producción de
la cerámica.

El "barro" (que los alfareros distinguen de la "arcilla"


de la zona de Cuenca) se compra normalmente de las "minas" de
Tingo, cerca de Pujilí. Existen también "minas" locales, comu-
nales, de la comuna de El Calvario y de El Tejar. Actualmente, se las
utiliza poco, debido a lo peligroso y lo arduo de la tarea de ir a sacar
el barro.

Para el barniz, los alfareros de La Victoria utilizan


plomo "blanco" o "dulce", es decir el óxido que proviene de planchas
y pedazos de metal, que los mismos alfareros funden en hornillas
especiales. Como este es un material relativamente costoso, algunos
alfareros mezclan el plomo "dulce" con el óxido de las baterías
usadas para abaratar los costos. El plomo "blanco" es, sin embargo,
preferido por su calidad.

Para el barniz se necesitan, además, materiales como la


"piedra", es decir cuarzo, que se compra de la Región Amazónica y
óxidos para dar color al barniz.

Como combustible se utilizan hojas de eucalipto o


aserrín. ambos deben ser comprados.

Los ingresos que puede alcanzar una familia alfarera


varían mucho según el tamaño del taller, el volumen y tipo de
producción. En general, sin embargo, es necesario compensar los
precios relativamente bajos de la cerámica con largas jornadas de
225
trabajo para lograr un equilibrio entre los ingresos y los gastos de
materiales y para mantenimiento de la familia.

Como ya se mencionó, la técnica utilizada actualmente


en La Victoria, constituye una mezcla entre una tecnología
presumiblemente de origen prehispánico y el uso del tomo introducido
aquí hace 70 años.

"Primero se trabaja con unos palos de maguey. Le han


sabido clavar en la tierra. El poste era así. Aquí le ponían un gollete
de barro. Hacían los que yo digo pataquir. Entonces, tendido el
barro, se la amolda. Hacían de moldear, pero salía la mitad, la
montera que se decía. Entonces, la montera que ya está creada se
coloca en el poste para poner el caucho. Para pegar ese caucho se

Formando la parte superior de una olla con un cordel de arcilla.


La Victoria, Cotopáxi

226
daban la vuelta, rodeando, para formar. Lo que ahora se hace en el
torno.

Ahora es de coger la masa y pataquirle en la plancha de


piedra, entonces, yo soy el que le formo en el torno. Se pone en el
torno para ampliarle el barro. Se le forma como quiera, ya sea para
macetas, para ollas o jarros.

Se extiende el barro con un pedacito de un pescuezo de


pondo así. Se llamapushana. Eso es para alisar, que venga a quedar
un poco delgado. Y este sirve para pushar por fuera. Se dice jalwa-
pushana. Ahí se va dando laforma, que salga igualito el grueso, todo.
Extendiendo. Y para terminar el perfil, para que afine, una hoja de
eucalipto, cortado el filo. Ya se perfecciona.

Se hace amoldando, pues. Se saca la montera que se


dice en un molde especialmente. Eso se hace endurar, entonces se
le pone un caucho y de ahí se le termina.

Los pondos se hacen sentado en la plancha, en un molde


así pequeño. Haciendo pataquir, se pone ahí dentro. Entonces,
siguen criándose con un caucho cada que viene a orearse para que
resista, para que peguen el caucho y sigan extendiendo. Así hacen
los pondos".

Luis Herrera, La Victoria

"Arriba es la mina. De ahí se saca y se le bota al filo


de la carretera y ahí se carga en el carro. Se trae, se seca, se cierne.
Se parte de hacer un torterito, de ahí se va pataquindi en la plancha
y de ahí se va asentando encima de ese molde. De ahí se le pasa al
otro molde, se hace un cauchito y con los cauchos se le va poniendo,
jalando el caucho así hasta que quede delgadito.

227
Con las manos se va sacando el asiento para seg1drle
po,úendo el caucho para enáma. De aquí 110 más está el siq1dnclú,
este es hecho con molde. Todavía de aquí tiene que poner otra pie.a
con caucho encima. Este _vase 1/amajapichi. Los pondos se hacen
en tres veces, este ya está siminchido.

Se seca unos cuatro días. tres días con soles buenos. El


horno es de cangahua. Duran bastante, aguantan. Quedan para los
hijos.

Ahora se quema con virusa o con la chami:a. Dos


quemas se hace. Después de lo que está en colorado se le barni:a.
ahí se le mete al horno. \'licita. Ahí sí sale ya··.

Isabel Chango, El Calvario

El barro que se utiliza en La Victoria, tanto de las


"minas" locales como de Pujilí, es arenoso y no necesita de un
desgrasan te adicional. Unos pocos talleres compran, además, arcilla
de la región de Cuenca y caolín de la Región Amazónica para mejorar
la pasta con la que trabajan.

Se seca el barro sobre una estera en el patio y se le


desmenuza, golpeándolo con un palo de madera. Este barro no es tan
duro y se deshace con facilidad. Se cierne el barro desmenuzado y se
le pisa con agua, sobre la misma estera, hasta lograr la consistencia
adecuada para trabajar. Se forman "pellas" grandes, las que se
guardan bien tapadas para el trabajo.

En el primer paso del proceso, el alfarero forma "tortillas"


de barro, las que golpea con una piedra de mano, sobre la "plan\ha"
-una piedra plana en el piso del taller- hasta formar delgadas planchas
redondas de barro. Esto se llama, aquí como en Chimborazo
"aplanchar" o "pataquir".
228
El "pataque" se coloca sobre un molde invertido, en el
caso de los formas hondas o dentro de un molde para las formas
extendidas. El molde se coloca sobre el torno para poder girar la pieza
y extender y adelgazar el barro dentro del molde con la ayuda de una
''pus ha na" -un tiesto de ceráinica de forma alargada-. Se corta el filo
de la "montera" así formada con un cuchillo para que quede recto.

La "montera" se deja endurecer al sol y se la coloca


bocarriba sobre el torno para, con un grueso cordel de arcilla -
"caucho"- (quichua: cauchu=soga) añadirle la parte superior. Se
pone el cordel, presionando con los dedos y dándole forma con la
''pushana" mientras se gira la pieza sobre el torno.

Para las fonnas extendidas, naturalmente, no se necesitan


añadir cordeles, sino que se las forma directamente en el molde y se
las saca ya semi-secas.

Se trabaja en serie, fabricando cada vez unas 20 ollas o


macetas, siguiendo en cada una de ellas los diferentes pasos. Muchas
veces, la pareja de alfareros comparte el trabajo de manera que la
mujer es la que trabaja en la ''plancha", formando los "pataques",
mientras eresposo es el que los forma con la ayuda del molde y del
tomo.

Antes de la introducción del tomo, la "montera" se hacía


sobre un molde invertido, sentado en la "plancha" y la parte superior
se añadía con cordeles, girando el mismo alfarero alrededor de un
poste de madera sobre el que se colocaba la "montera".

Los pondos y "tinacos" en El Calvario, se fabrican


todavía sin ayuda del tomo. Se utiliza un pequeño molde-base,
cónico, en el que se coloca el "pataque"; a veces, se puede dar forma
al "pataque" primero sobre un molde invertido. Esta parte inferior
se llama "siquinchi" (quichua: siqui=asiento). Sentado en el suelo,
229
girando el molde con la mano, el alfarero añade cordeles de barro -
"cauchos" - hasta llegar a una cierta altura de la pared. Los une con
los dedos, adelgaza y da forma a la pieza con la "pushana". Para que
la pared pueda soportar nuevos cordeles, debe endurecerse al sol. Se
cubre el filo con hojas de eucalipto para que no se seque.

La parte intermedia se llama "japichi" y la parte superior,


donde se le termina y se da la forma al borde del pondo, se llama
"siminchi" (quichua: simi=boca). Un pondo mediano se termina en
tres fases.

Los alfareros de El Calvario que ahora fabrican macetas,


utilizan la misma técnica, básicamente. No utilizan el molde invertido,
sino, sobre un pequeño molde-base, van formando la maceta con
acordelado. Ellos, sin embargo, usan el torno como tablero de
alfarero en vez de girar el molde con la mano.

Los hornos de La Victoria son cuadrados y cerrados en


forma de cúpula y se dice que estos hornos siempre han existido. Sólo
en El Paraíso, Chucutisí, los hornos son abiertos, parecidos a los de
Azuay. Los alfareros dicen que los hornos abiertos permiten hacer
más quemas seguidas, ya que las piezas se enfrían más rápidamente.

Los hornos antiguos son de cangahua, los que pueden


duran hasta 30 ó 40 años cambiando los arcos. Unos pocos maestros
todavía saben construir estos hornos, pero los nuevos son muchas
veces, de ladrillo, lo que es más sencillo.

Se colocan las piezas en el horno, unas sobre otras, por


una puerta lateral. Después de tapar la puerta con tiestos rotos, se
mete el combustible por una apertura a la cámara de fuego debajo de
los arcos sobre los que descansan las piezas.

Después de la primera quema, en bizcocho o "colorado",


230
El alfarero carga el horno cerrado de cangahua.
El Tejar (La Victoria), Cotopaxi

se vidrea la cerámica con barniz de plomo. Los alfareros de La


Victoria consiguen el óxido de plomo fundiendo en una hornilla
especial, los pedazos de plomo. Durante este proceso, el alfarero se
expone a gases muy tóxicos. A veces, el plomo "blanco" o "dulce"
se mezcla con el óxido de plomo de las baterías para obtener un barniz
más barato. La calidad del barniz de plomo "blanco" es superior, sin
embargo.

El plomo se muele con agua, cuarzo y el óxido que le da


el color, de cobre, manganeso o hierro. Los talleres de La Victoria
disponen de molinos a motor para este trabajo.

Se bañan las piezas con el barniz y se las coloca


nuevamente en el horno. Para que no se toquen entre sí se utilizan
pequeñas trípodes - "caballitos"- de arcilla quemada.
231
La quema no dura más de un par de horas. Se la
interrumpe al ver los bloques de cangahua encima de la puerta
blancos por la acción del plomo. No se utiliza ningún método para
medir la temperatura.

A más de la técnica de "molde y tomo" unos pocos


ceramistas trabajan objetos de adorno en moldes con barbotina
(colado), técnica introducida por la Misión Andina hace unos 20
años. En algún caso, también, se utiliza el torneado propio, aquí
llamado "a bastón".

El problema de la toxicidad del plomo es muy grave en


la parroquia de La Victoria. De manera especial, este es el caso para
los artesanos que se dedican a vidriar tejas y para los talleres grandes
que compran y barnizan piezas a más de la producción propia. Estos
artesanos trabajan con el plomo prácticamente todos los días y hacen
quemas frecuentes, por lo que el riesgo de intoxicación es grande.

Se han reportado, efectivamente, casos de intoxicación


plúmbea y la muerte de varios niños. (Naranjo, 1988).

Campañas de información llevadas a cabo por parte de


las autoridades, si bien han tenido el efecto de alguna mejora en la
higiene y han contribuido a concientizar sobre los peligros del plomo,
por otra parte han tropezado con la desconfianza de los alfareros que
temen una prohibición del plomo y ven amenazada su profesión.

"Pusieron el gran problema ahora hace poco que el


plomo es veneno. Es que,justamente, todo es malo cuando no tiene
aseo la persona. Es cuestión de uno. Pero acá vinieron a querer
prohibir. Empezaron a hacer sesiones para casi hacer perder la
alfarería. Por lo que los niños están muriéndose del ácido del plomo.
El plomo más venenoso es el de las baterías de los carros. De ahí,
el plomo suave, claro, sí es venenoso. Después defundir es el peligro,
232
porque el vapor del plomo ... De ahí, los guambras que se han
muerto, es por desaseado, el plomo de las baterías viejas".

Luis Herrera, La Victoria

Ya que, por ahora, no sería realista pensar en reemplazar


el plomo por los vidrios industriales por razones técnicas y por su alto
costo, lo que se puede hacer es seguir el trabajo de información para
mejorar las condiciones higiénicas de los talleres.

Actualmente, existen bastantes alfareros jóvenes en La


Victoria y mientras siga habiendo una buena demanda por la cerámica
ellos van a considerar la alfarería como una alternativa económica
viable. Junto con la maceta, la fabricación de tejas es la rama
artesanal más atractiva para la nueva generación de alfareros.

Sin embargo, para el futuro de sus hijos, la mayoría de


los alfareros desea que estudien y tengan una profesión más liviana
y mejor remunerada. Sin embargo, no excluyen la posibilidad de que
se dediquen a la alfarería. Los niños aprenden en el taller de sus
padres y les ayudan en el trabajo. Los jóvenes tienen su propia
pequeña producción durante las vacaciones.

"Llegamos de la escuela, hacemos el deber y después


ponemos a descargar el horno. De ahí meter al horno, de ahí quemar
el horno. Golpeo el barro. Se coge el palo y se golpea. Sí, me gusta.
Ayudo".

Norma Osorio, 7 años, La Victoria

"Ahora, cada vez los trabajos de barro y cerámica van


creciendo más. Entonces, ahora los alfareros van aumentando.
Porque trabajando los maceteros se gana inclusive diario más que
haber recibido un sueldo. No es un mal negocio. Claro que algunos
233
dicen que porque es sucio el barro, no les gusta coger el barro, pero
hay ahora personas que se gradúan, tienen su título y están poniendo
sus talleres de teja, de maceteros. Porque el negocio es mejor que un
sueldo que pueden recibir".

Pedro Olmos, La Victoria

"Es mi anhelo de trabajar un poco más, con empeño,


para poderles hacer algo importante en la vida de mis hijos. Que no
estén como uno, aquí sacrificados. Mi anhelo es que ellos lleguen a
ser algo. Por eso es que yo ahorita estoy trabajando sobre tiempo.
Para poder hacer algún ahorro para esos pequeños, a ver si pueden
estudiar, si pueden ir a alguna parte".

Segundo Zumba, La Victoria

"Nosotros les preparamos porque la vida del campo, la


vida del trabajador, es bastante dura. Se pasa la necesidad del
trabajo con lo esforzado que es. También los hijos quieren ser
preparados, quieren ser estudiados. Aunque sería interesante que
algún hijo tome interés en nuestra artesanía que es muy linda para
mí. Que lleguen a aprovechar lo mismo, que sigan la tradición. Si
no, muere, y va a quedar como la historia de los Inkas."

Arturo Chicaiza, El Tejar

234
Guayllabamba

En Guayllabamba, cantón Chambo, en Chimborazo, se


introdujo la técnica de La Victoria, de "molde y tomo", hace unos 40
años. Antes se trabajaba aquí, de la misma manera como en Siguilán,
con la técnica de "doble molde".

En el centro de la población de Chambo existía una


tradición alfarera que ya se ha perdido. Por otro lado, la zona de
Chambo actualmente tiene muchos talleres de fabricación artesanal
de tejas y ladrillos.
Como el valle de Punín, el de Chambo es también fértil,
lleno de cultivos de hortalizas.

Las personas jóvenes aquí prefieren trabajar en las


ladrillerías, artesanía más rentable y que requiere de menos habilidad
que la alfarería. Otros se dedican a la agricultura o migran a las
ciudades en busca de empleo. La alfarería, por lo tanto, ha
disminuido en Guayllabamba, donde hoy sólo existen dos talleres.
Uno de los alfareros, Jesús Zúñiga, cuenta sobre la alfarería aquí:

"Antes trabajaban a la mano por aquí. Sentados así en


la piedra trabajaban hasta formar el traste.

Mi papá ha sido del año 1910. Entonces, él ya ha sabido


más antes como es el barro. Mi papá joven ha salido a andar. Ha
sabido emplearse por ahí en este trabajo. Ha salido aprendiendo en
Cuenca, en Pujilí, por ahí. Viniendo de Pujilí, ahí dizque venía a
hacer trabajar así en torno. Ha de hacer unos 40 años, más.
235
Bastantes trabajaban. Nosotros somos Zúíiiga, hay dos
familias Parras. Trabajaban Olmedos, unos Britos... Unos se
mueren, otros dejan este (~/icioy se van a la ciudad.

Don Jesús considera la alfarería una buena alternativa


económica, a pesar de que si consiguiera un buen empico, la dejaría.
Como para otros alfareros, la posibilidad de ahorrar o pedir un
préstamo para invertir en maquinaria y otras mejoras del taller, es
prácticamente inexistente.

Esta pareja de alfareros desea que sus hijos estudien


para tener un trabajo más liviano y de mejores ingresos.

"No hay más en la vida, siquiera para ganarse el pan.


Para sostener a la familia tengo que trabajar, pues. En esto y en el
ladrillo. En el ladrillo hay más ganancia, pero es trabajo más.fuerte
que este. Antes trabajaba en la agricultura. Pero el diario que se
gana no avanza ni para la comida. Para la familia no avanza,para
comprar la ropa, útiles para la escuela, el colegio.

Mis hijos no han aprendido esto. El primero está en el


ejército, una está en el colegio y el último en la escuela".

La arcilla negra, arenosa, se saca sin costo del terreno


propio. Los pasos del proceso de fabricación son los mismos que en
La Victoria. El plomo para el barniz se consigue de las baterías
usadas y se muele en un molino manual. Se le añade cuarzo y azufre
a más de oxido de cobre para el color verde y de manganeso para el
color café.

El horno de ladrillo es también similar al de La Victoria.


Se queman unas 500 piezas al cabo de dos o tres semanas de trabajo,
utilizando "chamiza", a un costo bajo, como combustible.

236
Toda la hornada -cerámica utilitaria y macetas- la familia
Zúñiga la vende a una cliente habitual, comerciante de cerámica,
quién la revende en el mercado de Riobamba.

"Cada tres semanas quemo cuando está bueno el tiempo.


Entrego en Riobamba, en el mercado de San Alfonso. Nosotros no
tenemos puesto ni permiso. Y hay que tener un cuartito arrendado
para guardar''.

237
Otavalo

En la ciudad de Otavalo, en el antes conocido "Barrio de


los Olleros", donde hace 50 años trabajaban alrededor de 150
alfareros (Lamas, 1985), existen hoy sólo dos talleres. Estos dos
talleres abastecen de ollas y macetas a los comerciantes que las
revenden en las ferias de Otavalo y en otros lugares, como Atuntaqui
y Cotacachi.

Aquí también, la cerámica vidriada de la zona de La


Victoria, que sale a la venta en la feria de Otavalo, hace competencia
con la de Otavalo, contribuyendo a la disminución de los talleres aquí.
Esto sucede especialmente desde que los alfareros de Otavalo dejaran
de trabajar piezas vidriadas por el peligro que para la salud significa
el plomo. Actualmente, se vende la cerámica en bizcocho o pintada
con esmalte rojo, al frío.

Los alfareros trabajan a tiempo completo y sus talleres


son familiares. La profesión se hereda de padre a hijo. Antiguamente,
las mujeres también trabajaban, aunque no en torno, sino formando
platos, por ejemplo, con la ayuda de moldes. Considerando que la
t~cnica de fabricación es la de "molde y torno", no es de extrañar que
se diga que los antiguos alfareros vinieron de" Ambato o Latacunga".
Cuenta Arturo Bautista, uno de los dos alfareros de Otavalo.

"Dos somos. Antes habíamos bastantes, como siete


alfareros había antes. Ya son muertos. Ya llegan de Ambato aquí
para vender, entonces hay mucha competencia; la gente más aprecian
238
lo vidriado. Antes hacía yo. Pero el plomo ha sido malísimo para
la salud. Por eso dejé. Ahora hago no más así en blanco, con pin-
tura roja, esmalte. Mi papá me enseñó. Con torno mismo, con torno
y molde. Los primeros, decían que venían de Ambato o de
Latacunga".

Don Arturo asegura que la demanda es buena. El vende


semanalmente toda su producción a tres "revendonas", clientes fijos,
quienes le pagan por adelantado para recibir cada semana la hornada
de ollas y macetas.

"Todo se va no más. Las revendonas llevan por cientos


a Atuntaqui, /barra, a todas partes. Yo entrego a ellas, tres son.
Revenden ellas, venden al doble. Cada semana me dan 7.000, 10.000
así. Entonces, yo hago la cantidad, según, a cada una. Ya ollas, ya
macetas, de todo porte".

La materia prima y el combustible, es necesario


comprarlos, aunque su costo no es elevado. Por otro lado, los precios
de venta de la cerámica tampoco son altos. El barro, de yacimientos
locales, se utiliza sin desgrasante. Los pasos del proceso de
fabricación son idénticos a los que utilizan los alfareros de La
Victoria.

"Yo arriendo cada mes a la dueña del terreno, la mina.


Cada mes pago mil sucres.

239
Cotocollao

Cotocollao es hoy una parte de Quito. La alfarería, he-


cha con la misma técnica de "molde y torno" que en La Victoria y de
formas similares, es tradicional aquí, por lo menos en el lapso de tiem-
po que recuerdan los actuales alfareros: unas tres generaciones hacia
atrás.

El número de al fareros ha disminuido aquí, de alrededor


de 15 a sólo 4. A más de las causas comunes para los centros al fareros
en general, esto se debe aquí a la competencia de la cerámica de La
Victoria que se vende en grandes cantidades en los mercados de
Quito.

Antes de tener su pequeño almacén, Angel Pacheco


también vendía en el mercado de Santa Clara. Pero la venta directa
le resulta mejor. Además, trabaja por pedido a un vivero lo que da
más seguridad en las ventas.

"Macetas,pondos, platillos, tiestos ... De todo se vende.


Quemo cada quince o cada tres semanas, seiún lo que uno trabaja.
Sigue acabando, se sigue trayendo. Más antes, cuando no tenía local
aquí vendía en Santa Clara.

De todo vienen a comprar aquí. Ya conocen los clientes.


Vienen de SanAntonio, de Calacalí, vienen del centro, de Ambato. De
la Costa suben y van llevando. Algunos son revendedores. Se da un
poco más barato. Le ponen la planta y le ponen a revender. Ya
trabajo con unas señoras argentinas ya como dos a,ios. Llevan
macetas para un vivero. Llevan cada mes, cada 15 días, 5 00, 1000 ...
240
Porque aquí a veces vendo, a veces no vendo. Sí, se gana uno, pero
es muy trahajoso, muy duro es".

Como en La Victoria, los esposos trabajan juntos en el


taller.

"Yo y mi mr~jertrah<~jamos. Ella me pasa la una pieza


/Jrimcro, el pataque. Entonces, yo la amoldo. Mis hermanos
tra!H~jan.Mi papá trahqja todavía. Una.fámilia Molina también hay.
Aprendí de mi ahucio. El era de aquí mismo. Mis hUos, como están
estudiando todm·ía, querrán aprender o no aprender, 110 se sabe".

Se utiliza el óxido de plomo de las baterías usadas, el que


se muele manualmente. En el horno redondo, cerrado como los de
La Victoria, se quema la cerámica con hojas de eucalipto, combustible
que se compra de personas que lo vienen a ofrecer. La arcilla, en
cambio, se saca sin otro costo que el transporte.

"El barro _vo traigo. Detrás del estadio hay unas


quebradas, se trae no más. Lo que cuesta el carro me cobran. Hay
de dos clases. Hay el clwcote ese, hay uno fino como brea, pero no
aguanta, tiene que ser 1111poco terroso. Una volqueta aguanta unos
seis meses, trabajando de lunes a viernes. Aquí se golpea, se cierne,
se pisa. Se gasta unos cinco costales por semana. Se seca en el sol,
se golpea con un mazo y se cierne. De que está cernido, se pisa como
masa, como pan.

Se hace tortilla en la plancha y se pone aquí en el molde.


De que está oreado, se asienta en el tacín y se va no más alzando para
arriba y se va formando. Con la mano, con un cuero. Esta es mi
herramienta, se llama macapo.

En la semana, cada quema, media carga de leña, no


más. La virusa es más barata, yo compro por carros".
241
Calpaquí

En Calpaquí, a pocos minutos de Otavalo, existen hoy


dos talleres de alfarería. Aquí se especializan en la fabricación de
"tiestos" para tostar granos o asar tortillas con una técnica que es
similar a la utilizada en La Victoria antes de la introducción del tomo.
Es decir, "molde y poste".

El oficio es heredado. Antonio Méndez, alfarero ya


prácticamente jubilado, cuenta que aprendió de su madre, a quien, a
su vez, le enseñaron sus hermanos, ya que la alfarería, normalmente,
era una actividad masculina.

Ahora, los viejos alfareros han ido muriendo y los


jóvenes no aprenden el oficio.

"Me enseñó mi madre que había quedado viuda. Los


hermanos de ella habían sabido. Lo que me enseñó a trabajar mi
mamita, habían sabido hacer en moldes. Y así como me enseño, así
tuve que aprender. En torno nunca hemos hecho. Es ahora lo que
se han inventado.

Antes hacían en lafamilia mía porque había habido un


tío, un abuelito y mi mamá. De ahí, otros sí había en Otavalo. En
Otavalo había el colmo de alfareros. Ha cían de todo porte las o/litas.
Después fueron muriendo, todos eran mayores. Ese es el motivo que
escaseó las cosas esas.

Antes se vendía más. En Otavalo, lastimosamente, se


agotó esto.
242
Ahora somos un amigo de aquí arriba y yo, no más. Yo
trabajo de repente porque ya la edad no me presta... En una ocasión
me cogió la pulmonía. Desde allí no he vuelto más ...

Mis hijos no han aprendido. Después de la escuela ya


los mandé a la secundaria. Uno es telegrafista, otro trabaja en el
Municipio. Ahora no aprende nadie. A nadie le gusta. Porque es un
poco desaseado. Se ensucian las manos, la ropa y todo y los jóvenes
ya no quieren.

Cuando era joven siempre tenía trabajo. Con eso daba


mantenimiento a los hijos. Ahora es más duro el trabajo para un
viejo.

Antes en Otavalo sabía ser en esa plaza que dicen de los


olleros. Sabían salir hasta 8, JO alfareros ahí. Allí se vendía por
plata, no más. El cambio era cuando venían a la caso o se iba a las
casas uno personalmente. Cargado uno mismo a la espalda en una
sábana. Ahora es otro tiempo. Ahora todo comprar en la plaza".

La arcilla, don Antonio la saca de su propio terreno. Es


negra, arenosa y se utiliza sin desgrasante. La preparación de la pasta
para trabajar es similar al proceso usado en La Victoria. Para formar
el "tiesto" se parte, asimismo, de la "tortilla" de barro formada sobre
la "plancha" - la piedra plana en el piso del taller. Se coloca esta
redonda placa de arcilla en el molde y el molde, a su vez, encima de
un poste de madera, fijo en el piso del taller. Alrededor del poste gira
el alfarero, aplastando y alisando el barro dentro del molde con un
pedazo de cuero grueso.

"El barro primero es de cavar. En mi terrenito mismo


tengo. Hay que secarlo. Después machacarlo dando palo, pues.
Entonces, eso se cierne para que no queden las piedras. De ahí se
pisa, con agua. Se pone en una estera o un cuero así, ahí le pone el
243
agua y se lo machaca con los pies. El barro es neto, sin mezcla de
nada. Después se amasa sobre una piedrita que tengo apropiada, la
plancha. Ya está bien hecha la masa, entonces hago según el tiesto
que quiera hacer, sea chiquito, pero más se vende el más grande.
Nosotros ponemos un palo, no más y ahí se pone el molde con el tiesto
que se va a hacer. Se pone el palo, y encima se pone así el molde para
hacer el tiesto.

El barro está hecho a modo de una tortilla. Se le golpea


con las manos en la plancha. Y eso se pone en el molde y se va
amoldando con la mano. Con un eztero se refriega para hacerle de
llambear.

Después hay que secarlos. Partes en sol, partes en


sombra. Hasta que quede duro".

El taller y los implementos, don Antonio los ha heredado


de "los antiguos", así como el gran horno del mismo modelo que en
La Victoria.

"Se reúne siquiera unos 60 ó70 tiestos, así. Tengo un


hornito, es de adobe y ladrillo, de los abuelos. Pero parece que fuera
hechura de los Inkas, es alto, cuadrado ... Ninguno tiene uno así.

En los arcos se acomodan. Todo lo que se quema es por


una puerta que hay abajo. Se calcula el tiempo que está. Será una
hora, hora y media. El otro día se puede sacar. La quema hay que
tener conocimiento en qué estado se encuentra. Si se quema demás
es un perjuicio, se dañan, se desfiguran".

Para la quema, don Antonio utiliza, hojas de eucalipto.


Los tiestos, de aspecto sencillo, sin engobes, barniz u otro tipo de
decoración se venden en la feria de Otavalo directamente al público
o también a comerciantes para la reventa.
244
Sierra Central
Cotopaxi
Técnica de molde de dos tapas
Pujilí, El Tejar de Saquisilí

En la provincia de Cotopaxi, en la población de Pujilí y


en la comunidad llamada El Tejar de Saquisilí se utiliza, a pesar de la
proximidad geográfica a la parroquia de La Victoria y la similitud con
algunas de las formas cerámicas de aquí, una técnica distinta a la de
"molde y tomo".

Aquí se parte, también, de la "tortilla" de arcilla formada


sobre una piedra plana, pero esta se divide en dos partes, para colocar
cada una de ellas en las dos tapas de un molde fabricado en cerámica,
las que luego se unen de manera que las piezas presentan una unión
vertical.

Mientras que en El Tejar de Saquisilí se fabrican todavía


pondos, ollas y tiestos -en molde abierto- con esta técnica, en Pujilí
la producción de cerámica utilitaria ha venido reemplazándose por la
fabricación de alcancías -para las que se utiliza la misma técnica- y
de figuras de adorno.

Jorge Juan y Antonio Ulloa, en su viaje a "la América


Meridional" a partir de 1735, escriben sobre Pujilí y Saquisilí:

"Los Indios de los Pueblos de Pujilí y Saquisilí fabrican


todas especies de Obras de Barro, como son tinajas, ollas, cántaros,
etc., esto lo hacen con mucho primor, y de allí se expenden en toda
la Provincia de Quito; porque el barro, del que se sirven, que es
colorado, es asimismo muy fino, y oloroso". (Juan y Ulloa, 1978).
245
No se menciona aquí la técnica utilizada en esta
producción alfarera. Carecemos, también, de otros datos que nos
ayuden a esclarecer los orígenes históricos de la técnica de molde de
dos tapas.

Sabemos que la zona de Latacunga fue importante


durante la época inka (Moreno Y ánez, 1983) pero no se encuentra
información sobre una posible alfarería aquí de este período.

En cuanto a la cerámica utilitaria de El Tejar, de Saquisilí,


las formas son casi idénticas a las de El Calvario, de la parroquia de
La Victoria, siendo la técnica, pues, enteramente distinta, lo que nos
abre interrogantes sobre las diferentes influencias culturales o procesos
históricos de estas poblaciones cercanas la una a la otra.

La producción de El Tejar de Saquisilí es actualmente


pequeña. Pocas mujeres alfareras venden su cerámica en la feria
semanal de Saquisilí, directamente al público.

En Pujilí, en cambio, la antigua técnica se utiliza hoy


para fabricar las conocidas alcancías en forma de animales. Las
figuras destinadas a un mercado de turistas se forman en moldes y con
modelado. Los pondos, "puños" (con una oreja), ollas y "tiestos",
formas parecidas a las de Saquisilí o El Calvario, ya se fabrican sólo
en casos excepcionales.

246
Bibliografía

CIDAP, 1986,
La cultura popular en el Ecuador, Tomo II, Cotopaxi,
Cuenca

Juan, Jorge y Antonio Ulloa, 1978,


Relación histórica del viaje a la América Meridional,
Tomo I, Madrid.

Moreno, Yanez, 1983,


"Formaciones Políticas Tribales" en: Enrique Ayala
Mora ed: Nueva Historia del Ecuador Vol. 2. Grijalvo/
Editora Nacional. Quito.

Naranjo, Jaime, 1988,


Pujilí: Alfarería tradicional. Quito.

Porras, Pedro, 1987,


Nuestro Ayer: Manual de arqueología ecuatoriana.
Centro de investigaciones arqueológicas. Quito.

247
Localidades alfareras
donde se utiliza la
técnica de molde de dos
tapas
Pujilí

En Pujilí, hasta hace unos 60 ó 70 años, se trabajaba


"loza" -cerámica utilitaria. Esta se vendía en el mismo Pujilí, en las
ferias de Latacunga oAmbato o en los campos. Así cuenta la alfarera
de más edad de Pujilí, la señora Gabriela Olmos.

"Mis papás eran de La Victoria. Mi marido de aquí,


buscado de mi papá. Era buscado de los mayores antes. Acaso era
lo que ahora, que tienen voluntad los guambras entre guambras.
Antes era fuerte el tiempo, bravo. Se daban a respetar los padres.
Nunca hemos podido alzar la vista, mucho menos hablar palabras a
nuestros padres. Así era el tiempo de antes.

Mi suegra,finada, que Dios tenga a su santísimo lado,


ella me enseñó. A hacer los cántaros, las poncheritas, los platitos ...
Eran de dos tapas los moldes para los cántaros. Las cazuelitas, así
bateítas, un molde sentado. Los moldes de los cántaros los hacía mi
suegro. De los cántaros y tiestos.

Mi marido hacía tiestos, hacía cántaros, poncheras,


todo mismo. Pero poquito, poquito para finados, trabajaba lafigura.
Así toritos, para los hijos de la gente del campo. Porque los hijos han
sabido querer los borregos, que les dé llamingos, que les dé toros ...

Aquí en el pueblo vendíamos poquito, poquito. De ahí,


los demás que llevaban andaban de aquí en burros a Saquisilí, a
Tacunga. Había antes recogedores, naturales de por ahí del lado de
251
Tacunga. Ellos llevaban en unos linches grandes los cántaros.
Mandaban que venga trayendo tiestos, así lavacaras, poncheras.
Ahí pagaban la plata y daban el viaje: un canasto de papas o una taza
de cebada.

Sabían venir unos señores a decir que vengan a dejar,


que no tengo tiestos, que traiga las ollas. Se iba madrugando, yendo
por cerca de lsinche. De ahí se sube para el cerro, a las casas que
decían que traiga. Ellos pagaban la plata, lo que vale el traste, y de
ahí, por viaje, daban papas, habas, cualquier cosa.

Ya no hay quien trabaje loza. Como ya han salido


lavacaras de porcelana, de plástico. Ya no hay quién trabaje las
cosas de barro".

Como ya se mencionó, es imposible, a falta de


investigaciones al respecto, conocer el origen y la antigüedad de la
técnica de molde de dos tapas. En Pujilí constituye una técnica
tradicional en el sentido de que los mayores recuerdan que sus
abuelos y bisabuelos trabajaban de esta manera. Dice la señora
Melchora de Caiza:

"Mis abuelitos, bisabuelitos, esto trabajaban. En


molde. Cuando no había los moldes, no más, hacían criados los
cántaros. Se quemaba haciendo un mantoncito con leña, con
chamiza.

lbamos a vender a Latacunga. Haciendo carguitas que


salían ocho filas, iba cargado en el burro. Salía a 8 reales cada olla.
Pero ahora no. Desde que salió esas calderas de aluminio, de ahí
ya se decayó esto. Ahora trabajamos casi figuras no más. Ha de ser
unos 60 años que se venden. Pero la loza es más antigua".

Paralelamente con la producción utilitaria, se fabrican

252
pequeñas cantidades de figuras, animales sobre todo, para las ferias
de "finados" en las que los compraba la gente del campo. El cuerpo
de estos animales se hacía en molde y las patas se añadían después.
Por esto, se llamaban "de patas".

Cuenta el maestro Alejandro Caiza:

"Antes, lo más era loza. Tinacos, tiestos, poncheras,


así ... Mi hermano aprendió a hacer juguetes con patas. Se sacaba
del molde y ahí se ponían las patas. Ahora, son nuevos estos que
hago. Antes trabajábamos con pinturas vegetales. Por ejemplo, de
la alfalfa hacíamos el verde. El negro hacíamos del hollín del tiesto.
El amarillo fregábamos con unas piedras, yendo a traer de La
Victoria. Había piedras azules o así. Ahora es con anilinas, con
pintura de caucho.

Para finados íbamos a Ambato. Hecho cargar cuatro


pondos, dos a cada lado, llenitos de juguetes. En esos tiempos
dábamos a veinte sucres la mula. Cada pondo llevaba cinco
docenas. A sucre la docena. Bien barato. Pero eso venían a
encontrar hasta Salcedo. Ahí venían con el almuerzo. En esos
tiempos había la chicha fuerte, pues. Ya los mayores venían de
Ambato, chumados con la chicha. Todo era para esa fecha.
Asimismo teníamos siembras, en ese tiempo no había lancha, no
había nada. Todo lo que se sembraba, se cosechaba. Y buenas
siembras. EnAmbato, 120 hacíamos. Con eso se podía comprar
terrenos. Antes no costaba mucho. Antes era bien comidos. Por eso
es que se aguantaban, vivían más de cien años".

Según se cuenta, el que empezó a desarrollar el arte


de las figuras y luego de las alcancías, siempre con la técnica de
molde, fue un señor Manuel Olmos. Durante algunas décadas, el
gran artículo de los alfareros de Pujilí fue la alcancía en forma de
animales.
253
Especialmente apreciada en la Costa, los alfareros
viajaban a todas las fiestas de los pueblos costeños durante los meses
de junio a diciembre, siguiendo un ciclo que duraba desde la fiesta de
Santa Rosa, en junio, por San Jacinto de Yaguachi, en agosto, y hasta
la Navidad. La venta más importante en la Sierra eran las tradicionales
ferias de cerámica para "finados" en Ambato, Latacunga, Machachi
y en el mismo Pujilí.

Se trabajaban también figuras de vírgenes y santos,


llegando hasta el sur de Colombia con la Virgen de Las Lajas. Cuenta
el maestro Caiza:

"Toda la vida he viajado. Desde que me casé. Del


Carchi al Macará. Se vendía por ejemplo en La Lajas, yo hacía
entregos cuatro veces al año. Entregaba los San Antonio, la Virgen
de Las Lajas, imágenes de todo. Como era el peso a 12 sucres, a 10
sucres, por eso me gustaba ir allá. Toda esa plata yo tengo empleada
en terrenos. Ahora mis nietos siquiera tienen adonde llegar con
confianza. Porque, mi suegro dijo: 'Siembro este árbol para que mis
nietos, quizá coman los capulís'. Y yo pensaba: 'Por qué dirá eso?'
Y ha sabido ser así, pues.

Con las alcancías íbamos a toda la Costa, a lafiesta de


Yaguachi, a Daule, Babahoyo o de aquí de Cuenca, hasta Laja
íbamos. Hasta Puerto Bolívar en barco. De ahí íbamos en carro. Y
como estaban los caminos empedrados no más, siempre estaban
derrumbados." .

La otra mitad del año se utilizaba para trabajar y reunir


la cerámica.

Los pobladores de Pujilí se dedicaban también a la


agricultura de subsistencia.

254
Hoy en día, la situación ha cambiado. Hace alrededor de
diez años, al parecer por iniciativa del Museo de Artesanías en Quito,
empezó una pequeña producción de figuras costumbristas o de tipo
"folklórico", destinada a los almacenes de turismo y artesanías de
Quito y, más tarde, en Guayaquil. Por otro lado, empezaban a llegar
turistas nacionales y extranjeros al pintoresco pueblo de Pujilí. Hubo
también intentos de organizar a los alfareros y prestarles asistencia
técnica, pero estos no tuvieron éxito.

Con este tipo de producción, algunos maestros, como


Alejandro Caiza o Amable Olmos, se hicieron conocidos a través de
su participación en exposiciones en todo el país. Se les empezaba a
hacer entrevistas en los medios de comunicación masiva y les visitan
muchos turistas.

Esta figuras y escenas "típicas" que reproducen fiestas


y costumbres locales y nacionales, pertenecen a una línea "artística
popular" y han ido aumentando el número de ceramistas que se
dedican a esta producción, conformando hoy unos siete talleres esta
"élite" artesanal en la que se destacan las familias Olmos y Caiza.

Ellos prefieren este tipo de trabajo porque los precios


son más altos que de las alcancías y la demanda es buena y estable
durante el año. Para las figuras se necesita menos materia prima y
el trabajo no es físicamente arduo. Sin cm bargo, las figuras requieren
de mayor habilidad y paciencia, tanto en la fabricación de los moldes
como en la pintura, cuyo acabado determina la calidad de la pieza.

Tratándose de un trabajo con moldes, es natural que


se observe bastante uniformidad en los modelos entre un taller y
otro. Por una parte, es fácil sacar su propio molde a partir de una
pieza comprada, por otro, no hay cuidado o secreto especial en cuan-
to a los moldes. Incluso se los puede prestar, al menos entre fami-
liares y compadres. Maestro renombrado en el "tallado" de moldes
255
era Rosendo Caiza. El también fabricaba y vendía moldes por
pedido.

El acabado y la calidad de la pieza se determinan, más


bien, por la habilidad y el. cuidado con los que es pintada. Se
reconoce aquí una conciencia sobre la calidad por parte de los
compradores, quienes están dispuestos a pagar más por una pieza
pintada con más detalles y esmero.

Los productores de la línea "artística popular" tienen su


mejor clientela en los dueños de almacenes de "folklore" y artesanías
en Quito y Guayaquil. Estos les vienen a hacer pedidos a intervalos
más o menos regulares. No existen relaciones fijas productor -
cliente, sino que cada taller tiene clientes variados, aunque algunos
son más regulares que otros.

Se vende también una pequeña parte de la producción a


personas particulares, turistas que visitan el pueblo. Estos maestros
participan, asimismo, en exposiciones y ferias en todo el país.
Algunos de ellos combinan la fabricación de figuras con la de
alcancías y los tradicionales "juguetes" para "finados".

Los talleres de este grupo, si bien familiares, pueden


tener empleados ocasionales cuando hay muchos pedidos. A veces
vienen personas del campo que quieren aprender. A ellos se les
permite trabajar como operarios por un par de meses, "a medias" con
los dueños del taller.

Los maestros de este tipo de producción trabajan a


tiempo completo en.la cerámica. Pueden vivir de su arte y no cuentan
con ingresos adicionales, a no ser un poco de agricultura de
subsistencia.

El grupo más grande, sin embargo. de los alfareros de


256
Pujilí lo conforman los ceramistas que fabrican alcancías, un grupo
de alrededor de 50 familias.

Estos productores son, actualmente, alfareros de tiempo


parcial. Esto se debe a que el "negocio" de las alcancías ya no es tan
bueno. Los intermediarios que antes compraban las alcancías de
cerámica ahora prefieren, muchas veces, unas similares de yeso. La
demanda varía, además, mucho durante el año y, para contar con
ingresos más altos y regulares, los alfareros de este grupo se dedican
a otras profesiones y siguen produciendo las alcancías principalmente
para las ferias de "finados". Las alcancías, destinadas a un público

Fabricación de alcancías en forma de animales en Pujilí.


257
de las capas sociales más bajas, tienen precios inferiores a las figuras
costumbristas. Sin embargo, son de fabricación más rápida y
sencilla.

A más de las ferias de "finados" existe una pequeña


venta de las alcancías durante todo el año en los mercados de Saquisilí
y Latacunga.

El paso más difícil en la fabricación de una figura de


Pujilí es el "tallado" del molde. Hay maestros reconocidos como
especialistas en este arte. La figura se modela a mano con mucho
cuidado. Es maciza y después de secar y quemarla se imprime con
ella, en un pedazo adecuado de barro, el molde de dos tapas. Hay que
cuidar de que el barro se adhiera bien a todos los detalles del original.

Para hacer una alcancía hueca, se parte de la "tortilla" de


barro formada sobre la "plancha". Dentro de cada parte del molde se
aplasta cuidadosamente con los dedos una mitad de la "tortilla". Se
unen las mitades, presionando con fuerza. Después de algunas horas
se puede sacar la pieza del molde y se la perfecciona cortándole las
rebabas y alisándole con una esponja humedecida.

Las figuras pequeñas son, a veces, hechas con modelado


libre, pero, normalmente, tienen una base hecha en molde sobre la
que se modela a mano los detalles.

Después de secar se quema la cerámica en un horno


rudimentario formado por ladrillos abiertos y en forma de herradura.
Se colocan las piezas sobre una parrilla de hierro debajo de la que se
hace fuego con "chamiza". Se tapa con pedazos de lata o tiestos rotos.
La quema no dura más de un par de horas, la temperatura no necesita
ser alta ya que se trata de una quema en bizcocho, únicamente.

Las figuras de Pujilí se pintan siempre en frío. Hoy se


258
utilizan pinturas de caucho que se compran en Ambato. Este
constituye el gasto más grande en materiales que debe hacer el
ceramista, ya que el barro es local, se consigue en un costo bajo y,
además, se necesita poca arcilla para las figuras.

Primero se cuhre toda la pieza con pintura blanca. Pa-


ra los objetos grandes se utiliza a veces un engobe de arcilla
blanca. Sobre esta base se pintan luego los demás colores con
pinceles más o menos finos, hechos de cuerdas de burro, según los
detalles. Se prefiere ahora los colores mates y se los mezcla para
obtener una variada gama de matices. Es, pues, el cuidado y la fanta-
sía de la decoración que la pieza adquiere lo que determina su calidad
final.

Existe gran uniformidad en cuanto a las formas de las


figuras de Pujilí de taller a taller.

Las alcancías representan chanchos, gallinas, perros,


patos, a veces toros, vacas, o caballos. A menudo se ven estas
alcancías utilizadas como adornos en los techos del vecindario.

Un modelo nuevo que ha tenido éxito en el mercado es


rápidamente copiado por otros ceramistas. Por esto es difícil saber
quién fue el autor original de cierta figura.

Todavía existe una pequeña producción de los pequeños


juguetes en forma de animales que se venden a los campesinos para
"finados".

En cuanto a las figuras "típicas" o costumbristas, muchas


de las ideas se originan en una especie de "intercambio" con alfareros
de otras parte del país, por ejemplo en las exposiciones nacionales.
Una figura típica de cierta localidad o de cierto maestro, se repite en
Pujilí (y viceversa) pero ya con el sello especial de Pujilí. Este es el
259
caso de figuras de la región de Cuenca tales como la "mayorala" del
"Pase del Niño" o la "chola cuencana".

Además, se representan las fiestas locales, como la de la


"Mama Negra" o el "Danzante de Corpus Christi. También hay
figuras de tipo internacional, como las plazas de toros, los mariachis
y, para Navidad, los nacimientos. Ultimamente, se han empezado a
fabricar pequeñas casas que forman pueblos y cuadros en altorrelieve,
asimismo representando calles y casas.

El ceramista de Pujilívive siempre con todos los sentidos


abiertos para recoger, ya sea las impresiones directas de su propio
ambiente, ya sea ideas de libros, de revistas o de la televisión. Toda
idea puede ser digna de ser plasmada en el barro. Pero eso sí, lo que
sale de las hábiles manos de maestros de Pujilí lleva siempre su sello
especial, el colorido vivo, de Pujilí.

260
Sierra Norte
lmbabura
Técnica de "molde invertido y acordelado"
Peguche, Tunibamba - Alambuela, la Rinconada

Actualmente, la cerámicatradicional de la provincia de


lmbabura, constituye sólo un vestigio de una producción antaño
importante. Las comunidades rurales donde hoy quedan pocas
mujeres alfareras, comparten la misma técnica: el uso de un "molde
invertido" -una pieza vieja puesta bocabajo- para formar la parte
inferior, y el acordelado para la parte superior del objeto.

Las técnicas ya mencionadas anteriormente, las que se


encuentran en Otavalo y Calpaquí, donde los hombres son los
alfareros, parecen, más bien, haber sido introducidas de la provincia
de Cotopaxi y no pertenecer, directamente, a la misma tradición
tecnológica. Sin embargo, las tecnologías con uso de moldes en
combinación con el acordelado para las formas altas, en toda la Sierra
Central y Norte, muestran una indiscutible afinidad entre sí. Las
relaciones, en cuanto a tecnología, entre los diferentes centros alfareros,
sus similitudes y diferencias, quedan por investigar.

Los datos arqueológicos de la provincia de Imbabura


son escasos para las épocas tempranas. Para el período de Integración
se encuentran aquí, como en gran parte de la Sierra Central y Norte,
restos de cerámica de la cultura llamada Cosanga-Píllaro, 700-1200
D.C. (Porras, 1987).

Según lo que se puede desprender de la documentación


conocida de la época de la Colonia, existían en esta zona, en el
momento de la invasión inka, cuatro cacicazgos importantes:
261
Caranqui, Otavalo, Cayambi y Cochisquí. Estos formaron una
alianza para luchar contra los Inkas, la que duró alrededor de 15 años,
hasta su derrota en Yaguarcocha ( Moreno-Yánez, 1983).

El actual Caranqui, posiblemente no el mismo lugar que


la capital del señoría autóctono del mismo nombre, fue, durante la
época de los Inkas, uno de sus tres lugares principales, junto con
Latacunga y Tomebamba.

En cuanto a la cerámica, las fuentes históricas no


mencionan su producción en la provincia de Imbabura, ni se ha
investigado las cerámica arqueológica en aspectos tecnológicos, para
determinar cómo puede haber sido fabricada. Por lo tanto es, hasta
la fecha, imposible definir la historia de la técnica de "molde
invertido y acordelado" utilizada todavía por las alfareras rurales de
Imbabura.

Si comparamos con un estudio hecho en 1985 (Lamas,


1985). Se ve una notable disminución del número de alfareros en toda
la provincia. Esto es válido para los lugares ya tratados anteriormente
- Otavalo y Calpaquí- como también para las comunidades donde se
utiliza la técnica en referencia.

Así, por ejemplo, hasta hace pocos años, aparentemente


todas las mujeres de Tunibamba se dedicaban a la alfarería, quedando
hoy unas pocas de ellas.

Además de las causas generalizadas en el país del


fenómeno del receso de muchos centros alfareros, en el caso de
Imbabura tenemos también que otra artesanía -la textil ería- ha venido
adquiriendo cada vez mayor importancia, desplazando la alfarería y
absorbiendo, presumiblemente, parte de su mano de obra.

262
Bibliografía

CIDAP, 1989,
La cultura popular en el Ecuador Tomo 5, Imbabura,
Cuenca.

Lamas, Viviana, 1988,


"La alfarería tradicional utilitaria en el área de Otavalo
y sus inmediaciones". En Sarance Nº 10 Otavalo.

Moreno - Yánez, Segundo, 1983,


"Formaciones políticas tribales" ...

Porras, Pedro, 1987,


Nuestro Ayer...

263
Localidades alfareras
donde se utiliza la
técnica de "molde
invertido y acordelado
Peguche

En Peguche, la señora Teresa Morales, quien a sus 80


años, sigue haciendo los pondos para chicha y agua, es la última
alfarera, después de la muerte de sus hermanas. Las generaciones
más jóvenes no aprenden el oficio, lo dejan por otras alternativas
económicas; en lo que se refiere a artesanías, la textilería especialmente.

Explican, conjuntamente, la señora Teresa, su yerno y su


nieta:

"Todas las que antes trabajaban, casi unas 15 parientes,


ya están muertas. Mi mamá, mi abuela, este trabajo ya lo sabían.
Cuando salieron los plásticos, ya dejamos este trabajo. Comenzaron
a usar los baldes. Antes usaban estos pondos para cargar agua. Pero
con estos plásticos que salieron, modernos, ya no se siguen usando.
De cada casa, de cada pariente, han sabido hacer por lo menos 30,
40, cada una de las quince. Sin embargo, no alcanzaba. Venían los
días viernes a la casa a llevar, nos acababan. Venían aquí mismo a
amanecer los viernes con regalos, a cambiar. De allá traían quesos,
de allá traían habas, mote, papas, zanahoria.... Venían de Perugachi,
de Calpaquí, de todas partes.

Para que no se hagan dueños sólo los que han venido,


ellas sabían esconder. Calientes mismo los metían adentro, y de ahí
se iban a vender el sábado a Otavalo, porque allá también espe-
raban. Y cuando íbamos cargando, los sábados a vender, allá en
los caminos peleaban por comprar".
267
Aunque ya se trabaja poco, todavía existe una demanda,
sobre todo para preparar la chicha para las fiestas. También son
preferidos los pondos a otros materiales para guardar granos, lo que
significa una mayor demanda en los meses de cosecha.

"Ahora todavía se usa esto. Ahora ha de haber


matrimonio, que los pondos van con chicha. Para las casas nuevas
se necesitan de estos pondos chicos para ir a regalar chicha. Cuando
hacen una fiesta los usan, tienen guardados".

Ahora, las fiestas también ya no hay. Antes, en las


familias que tenían dinero, ponían una banda por la capilla y todo,
hacían una fiesta grande y Lospondos se necesitaban para ofrecer
chicha. En este tiempo ya nadie hace esas fiestas antiguas. Porque
entra mucha plata en eso. Claro, ellos trabajaban solamente para
eso, para hacer la fiesta, para quedar bien. Para quedar bien, ellos
se dedicaban a hacer fiestas y a tomar.

Antes, como ellos no acostumbraban ni a educar a los


hijos, ahora ya se dedican a eso. La vestidura, todo les dan, en
cambio antes ellos dejaban así no más. Por hacer fiestas.

Antes por aquí no se tenía ni radio ni televisión. En


cambio ahora, todas las casas de por aquí tienen siquiera algo. Esta
vida que tenemos, es muy distinta a la que era antiguamente. Ha
cambiado, está cambiando actualmente".

Sí, los cambios socio-económicos y culturales son


evidentes. Ya no se gana prestigio social dando grandes fiestas con
derroche de bebida y comida según el antiguo patrón andino.
Actualmente, se invierte en bienes materiales, como casa, carro,
electrodomésticos. Se concede mayor importancia a la educación
formal de los hijos. Otro factor que ha contribuido a disminuir la
268
alfarería en Peguche es la importancia cada vez mayor de la textil ería
en esta comunidad.

Ahora, la señora Teresa trabaja por pedido de personas


particulares o también de intermediarios. Si hay muchos pedidos le
ayuda su hija mayor: las menores y las nietas no han aprendido la
alfarería.

La arcilla se saca de los alrededores de Peguche. Se


necesitan dos clases de arcilla para hacer la "masa" para trabajar.

"De la loma Pucará se trae una parte, la tierra roja. Y


de acá de Cotama es el barro negro. Venimos a traer en costales.
Tienen que secar en el patio. Tiene que secarse bien. Con un palo
grande hay que darle golpes para que la tierra se haga polvo.
Después se le pasa por una cernidora, se prepara con agua y se hace
masa. Se amasa con la mano, con arena, como para hacer guaguas
de pan".

La señora Teresa tiene su taller en una de las casas del


patio. Para trabajar, se sienta en el piso de tierra, frente a una piedra
plana. Para un pondo pequeño, forma sobre la piedra un cono de
arcilla que es la base del pondo. Para pondos grandes, se utiliza un
pondo viejo puesto bocabajo para, con una "tortilla" de arcilla,
formar la parte interior sobre este.

Sobre la base, se van colocando cordeles de arcilla,


uniéndolos con los dedos. Para adelgazar y alisar la pared del pondo,
se utiliza un pedazo de cuero. Para seguir añadiendo más arcilla, es
necesario dejar endurecer la pared del pondo. Se tapa el filo con hojas
de "lechero" para que no se seque demasiado rápido.

"Del asiento tiene que subir, mano, mano, mano. Con


la suela del zapato tiene que ir limpiando. E/filo hay que ir tapando
269
con el lechero, tres horas, dos horas y media, vuelta se destapa y se
pone otro tantito. Para que endure un poco para que pueda poner
otra masa. La masa tiene que seguir subiendo. De este tanto, de este
tanto, va creciendo. Esos grandes demoran casi quince días, tres
semanas".

Después de secarlos a la sombra durante por lo menos


una semana, los pondos están listos para la quema. Esta se hace al aire
libre. La leña se trae del bosque y se hace una "cama'' con ella y con
boñiga seca en el suelo del patio. Los pondos se colocan de costado
sobre el combustible. Se tapan los pondos con paja. De esta hay
distintas clases y la alfarera tiene que saber cuáles son "fuertes", es
decir que producen suficiente calor y dejan bien quemados los
pondos. Se sostiene la pila por los lados, con tejas.

Durante la quema, que dura alrededor de dos horas, la


señora Teresa va vigilando y alimentando el fuego, metiendo más
leña entre los pondos, siempre en la parte baja y nunca encima de
ellos. Consumido el combustible, los pondos se pueden sacar de la
ceniza con la ayuda de un palo para que se enfríen.

Los pondos sencillos, de color ladrillo, sin pintura u otro


tipo de decoración, se pueden encontrar, junto a otros objetos de
alfarería, en la feria del sábado en Otavalo. Pero sólo mientras viva
la señora Teresa habrá pondos de Peguche.

270
Tunibamba - Alambuela

Tunibamba y Alambuela son comunidades vecinas.


Situadas fuera de Cotacachi, en medio de un verde paisaje de cultivos
de granos, tienen al frente el imponente Imbabura.

Aquí, la alfarería ha sido una actividad tradicional de la


mujer, trabajando casi todas la cerámica utilitaria -pondos, "tiestos",
ollas y "pucos".

Hoy viven sólo cuatro alfareras en Tunibamba y dos en


Alambuela. Una de ellas es Rosa Virginia Morales, alfarera ya
mayor.

"Mi mamita me enseñó, ella ha sabido hacer. Dos


olleras no más hay aquí. Antes, en cada casa había. Ahora no
trabajan ... Algunas se mueren cavando barro, aplastadas. Sólo la
mujer trabaja. Las jóvenes sí saben, pero no mucho.

Todo, todo hacemos. Tiestos, cazuelas, ollas y macetas.


Aquí mismo se vende no más; compradores no me faltan. Aquí un
compañero compra para vender. A Otavalo ya no vamos, de repente
se quiebran en el carro ... "

Anteriormente, gran parte de la producción se vendía


en Cotacachi que constituía un centro de comercialización agrí-
cola, contexto en el que la cerámica utilitaria tenía su demanda
natural.

271
Sin embargo, Cotacachi ha pasado a ser un centro
turístico, en base a la venta de los productos de cuero, mientras la
venta de cerámica aquí ha disminuido notablemente. El centro para
todo tipo de artesanías es ahora Otavalo, con su conocida feria del
sábado.

Las generaciones jóvenes ya no se dedican solamente a


la agricultura, sino que van a Quito, !barra y otras ciudades para
encontrar trabajo asalariado. Esta situación además de la sustitución
de la cerámica utilitaria por otros materiales, contribuyen a que aquí
esta artesanía se vaya perdiendo.

La alfarería de Tunibamba y Alambuela se produce


ahora en pequeñas cantidades. Se trabaja para pequeños intermediarios
habituales, quienes llevan a vender los pondos, "tiestos" o "pucos"
(platos) a Otavalo y a otras localidades. La cerámica ya no constituye
una ocupación de todos los días y más se ocupan en ella algunas
mujeres mayores.

Como excepción a esto, Rosa María Morocho, alfarera


joven, aprendió a hacer los "pucos" para obtener un ingreso adicional
al del esposo quien, como tantos jóvenes, trabaja fuera de la comunidad.

"Yo, solo platitos hago, recién no más he aprendido.


Otras mujeres hacen ollas, pondos, platos, todo saben hacer. Hay
unas cuatro por acá, dos en Alambuela.

Yo vendo por donde quiero. Yo voy cargando. Vendo en


Peguche, Otavalo, a40sucrescadaplato. Sf, vendo bien, unos 2.400
por semana. Mi esposo trabaja en Quito en una fábrica de cemento".

La alfarera trabaja en el portal de su casa, a la sombra.


Allí está la piedra plana en la que se amasa y extiende el barro, y
sencillas herramientas: un pedazo de cuero, algún cuchillo viejo y las
272
Alfarera joven Alambuela, Imbabura

piedras para bruñir ,así corno los "moldes" para formar la parte
inferior de los pondos y ollas. Estos son ollas y pondos viejos que
puestos bocabajo, sirven para modelar el "asiento" de piezas nuevas.

Estos "moldes invertidos" se combinan con el acordelado


en el proceso de fabricación de una olla o pondo.

Para hacer un sencillo plato se utiliza sólo el fondo de


una olla vieja invertida, para formar el plato sobre ella. Para hacer
273
un "tiesto", se extiende la arcilla dentro de un "tiesto" viejo, utilizado
como molde.

"La tierra es de arriba. Tenemos que ir nosotras con


pico. Una sola no sale bien, tres tierras hay. Tierra negra, tierra
blanca, tierra roja. Mezclándolas igual, igual. La tierra negra se
quiebra no más, es como melcocha. La tierra roja es cascajosa".

De esta manera, la arcilla roja, arenosa, sirve de


desgrasante para las otras más plásticas. Después de traer la arcilla
se la seca y se la reduce a polvo con un mazo. Se cierne y se pisa con
agua hasta obtener la pasta para trabajar.

Se empieza formando una "tortilla" de barro sobre la


piedra plana en el piso. Esta arcilla se coloca sobre el molde
invertido, se la alisa con un pedazo de cuero y se recorta el filo con
un cuchillo. Si se trata de un "puco", ya está listo.

Para hacer una olla o un pondo, la alfarera pone, después


de dejarla endurecer lo suficiente, esta base bocarriba en la boca de
una olla vieja. Esta puede, a su vez, ponerse sobre otra olla para
obtener la altura adecuada para trabajar con comodidad.

La alfarera forma cordeles de arcilla sobre la piedra y los


añade a la base, uniéndolos con los dedos mientras ella misma gira
alrededor del objeto que está haciendo. Se alisan las paredes con el
pedazo de cuero. Cuando las paredes tienen cierta altura, es necesario
dejarlas endurecer para poder seguir añadiendo más arcilla. Mientras
tanto, se cubre el filo con hojas de "lechero" para que no se seque
demasiado. Se siguen los mismos pasos en otra olla o pondo,
fabricando varios a la vez.

La parte final, después de tres o cuatro "vueltas" según


el tamaño del pondo, es el cuello estrecho de este y el filo, el que se
274
forma con un movimiento rotatorio, girando la alfarera rápidamente
con un pedazo de cuero húmedo en la mano. Al fin se hacen
incisiones en el borde con el cuero, siendo esta la única decoración
que tiene el pondo.

Después de dejarlo secar un poco, se puede bruñir el


pondo o la olla con una piedra lisa. No se utilizan engobes ni otro tipo
de pintura o decoración.

La cerámica se quema, ya reunida cierta cantidad, cada


quince días o cada mes. Como en Peguche la quema se hace al aire
libre. Primero, se coloca leña en el suelo. Encima de ésta se
amontonan las ollas, "tiestos" y pondos y se les cubre con más leña,
formando una pira. La leña se deja consumir totalmente y se controla
que los objetos estén "colorados". Los platos se puencn quemar
dentro de una olla vieja, cubriéndolos con ceniza caliente.

275
La Rinconada

La señora María Avelina Pupiales es una de las cuatro


"olleras" que quedan en La Rinconada. Antes, casi cada ama de casa
sabía hacer los pondos, "puños", (un pondo con fondo plano para
cargar sobre la cabeza -y con una oreja- que se hacía especialmente
para las mujeres del Chota), las ollas y los "tiestos".

Aquí, como en otros lugares, los jóvenes, hombres y


mujeres, salen a las ciudades a trabajar y dejando las dos ocupaciones
tradicionales y complementarias: la agricultura y la alfarería. Trabajan
en Quito, en construcciones, y como empleadas domésticas, para
obtener un ingreso en efectivo. Una alternativa para las mujeres
jóvenes es dedicarse al bordado al estilo de las conocidas blusas que
son parte del traje de Zuleta, cercana a la comunidad.

Los jóvenes, sin embargo, mantienen estrechos lazos


con su comunidad y su tierra a la que vuelven periódicamente. Juan
Alberto, nieto de la señora María Avelina comenta:

"Esta es la tradición de aquí de la provincia de lmbabura


y la tradición de la comunidad también. Nosotros casi nos hemos
criado en Quito, entonces, mi señora no sabe hacer. La abuela
también trabajaba más, pero ya es mayor.

Hay un cambio ahora. Porque aquí en el campo se sufre


bastante, no tenemos apoyo de ningún gobierno central, nada. Aquí
nosotros con la agricultura, con este trabajo mismo, no hemos
podido soportar, no es suficiente, todo ahora es comprado. Ahora la
276
agricultura se pierde, no tenemos ningún apoyo. Si viene el invierno,
nadie puede solucionar ese problema, sólo Dios sabe por qué viene
el invierno. Aquí no se puede vivir tan cómodamente como en una
ciudad con un sueldo, no. Caso desde el año 1970, todos los que han
nacido en el año 1970 en adelante ya salen a trabajar. Claro que
nosotros no podemos dejar la tierra o la familia. Porque somos
nacidos aquí. Unos ocho años estuve en Quito, estoy aquí un año
recién, hice esta casita. Pero ahora estoy buscando trabajo otra vez
para ver si puedo ir a Quito o aquí a !barra. Todo es dinero ahora.
Entonces, nosotros tenemos pensado, estamos ahora un poco jóvenes,
no, trabajar y ahorrar".

Esta es la perspectiva de los jóvenes. Mientras tanto, la


señora María y otras ancianas siguen trayendo el barro de los cerros,
siguen formando los "tiestos" y pondos, para la venta o para el
"cambio" ya que el trueque por productos agrícolas sigue siendo la
modalidad de venta preferida aquí.

"Si quieren, van a vender a !barra. Un pondo aquí


pueden estar pagando unos 1.500. Entonces, en ]barra puede valer
unos 3.000 ó 4.000 sucres. Hay negociantes, no. O si no, van a otras
comunidades, hacen cambio con maíz, trigo, con cebada, papas. Se
van por aquí por Olmedo, por Mullurco o por Natabuela, San
Antonio, así por Chorlaví o por Mariano Acosta. Donde puedan ir.
Hay personas que no saben hacer estas cosas. Entonces compran
para ir a cambiar ellos también".

La arcilla se trae de "minas" cercanas. Es necesario


mezclar de tres o cinco clases de arcilla para obtener la pasta adecuada
para trabajar.

El proceso para formar los pondos u ollas es casi el


mismo que en Tunibamba y Alambuela. Las formas son, también,
muy parecidas. En vez de utilizar ollas viejas como "mesa de
277
del pondo en un
trabajo", la alfarera de La Rinconada pone el fondo
"tabín u aro de trapos emollados.
por
Juan Alberto traduce al español, los pasos seguidos
y nieto s le ayud an
la señora María para fabricar los pondos. Sus hijos
en partes del proceso.
Se
"Primero se va a traer la tierra de ahí de esa ladera.
con un palo.
tiende en el patio a que se seque. Después le golpeamos
se hace una masa. Le
Ya sale como harina. Entonces, con agua
el pie hasta que
tienden en un cuero de venado y le siguen pisando con
forman una
quede bien amasada como una masa de pan. Entonces.
La abuela tiene
bola y le envuelven en un plástico de un día al otro.
ya su medida, los pedazos, la cantidad que necesita".

Primero, la señora María trabaja en la piedra plana que


tiene para este fin en un lado del portal.
de
"Se hace una masa en esta piedra, como masa
Ento nces, esta
empanada, así redonda. De tanto golpear, se estira.
. Es como un mold e. Se deja
masa redonda se pone en el pondo viejo
que esté duro le
durante una media hora que endure. Después de
otra vez la
sacan y le pone bocarriba y comienza a trabajar. Saca
para pan. Eso
masa, pero ya no en plancha, sino como esas masas
va criando,
va pegando en este molde que está asentado. Vapegando,
criando, sólo con la mano.
e,
Ella tiene que darse vuelta alrededor del mold
o.
estirándole as( para arriba. Ya se forma como un pond

Después no queda tan liso, as( con la mano. Entonces,


con agua".
tiene un tiesto y después cuando está todo hecho, lo alisa

Arrimados a lo largo de la pared de la casa, los "tiestos"


a traer la leña.
esperan la quema. Los hombres de la familia ayudan
278
"Después le sacan afuera a secar y hay que traer la leña
gruesa. El asado viene en esta forma: Debajo está la leña.
?recalientan primero los tiestos hasta quedar negros. Después ya
viene la asada. Los tiestos van encima de la leña y encima va la paja
de cerro. Le prende fuego. Queman bien eso, dura 20 ó 30 minutos,
hasta que ya se acabe la paja -ya tiene una cantidad medida de paja.
Cuando acaba la paja no queda destapado, sino queda bien tapado
con la misma ceniza de la paja. Cada semana la abuela asa. A veces
20. 30 tiestos o dos pondos grandes".

La Rinconada, pacífico y acogedor, es verdaderamente


un rincón escondido entre las montañas. Lamentablemente, por la
falta de ingresos que obliga a migrar a la población, también la
alfarería, artesanía heredada, se perderá con la muerte de las alfareras
ancianas.

Alfarera con sus nietos.


La Rinconada, Imbabura

279
Costa Centro Sur, Costa Central
Guayas, Manabí
Técnica de "jalado o modelado y raspado"
Buena Fuente y Las Piñas, Guayas; Sosote y
San Isidro, Manabí

La Costa del Ecuador, constituye la zona geográfica


mejor conocida arqueológicamente. Las culturas del período
o de
Formativo - Valdivia, Machalilla y Chorrera, que cubren el tiemp
adas.
3.500- 500A.C., aproximadamente, han sido ampliamente estudi

Mientras la de Valdivia es considerada la cerámica más


iento
antigua de América, la de Chorrera se destaca por su perfeccionam
ia, se
y su expresión estética. La cultura definida como Valdiv
estuar io del río
encuentra en la Península de Santa Elena y en el
Oro.
Guayas, en las actuales provincias de Manabí, Los Ríos y El
de Guaya s,
Cerámica Machalilla se encuentra en Manabí y al norte
de la
principalmente, pero también en varios sitios de la Sierra y
s, Mana bí,
Región Amazónica. Chorrera, existe, sobre todo en Guaya
la de
Los Ríos y Esmeraldas; se encuentra su cerámica, como
Amaz ónica (Porra s,
Machalilla, en lugares de la Sierra y de la Región
1987).

La amplia difusión geográfica de rasgos identificados


no
con las culturas de la Costa, presumiblemente son testimonio,
tanto de una unidad étnica o cultural, como de contactos perma nentes
y
de intercambio y comercio entre las diferentes zonas geográficas
ecológicas.

Se han definido varias culturas pertenecientes al período


bí,
de Desarrollo Regional para las provincias de Guayas y Mana
el sur de Mana bí y
como Guangala, fechada a 100 A.C. - 750 D.C.,
280
norte de Guayas, Tejar-Daule, 400 A.C - 460 D.C. en la cuenca del
río Guayas y Bahía Jama-Coaque, ambas de alrededor de 500 A.C.
a 500 D.C. en la parte costera de Manabí y del norte de Guayas
(Porras, 1987).

Ya en el período de Integración, se encuentran, como


más importantes, la cultura Milagro-Quevedo, 400 - 1500 d.C, de
amplia expansión desde Los Ríos hasta el actual Perú, coincidiendo,
aparentemente, esta cultura arqueológica con el señorío de los
Chonos que se menciona en las tempranas fuentes escritas (Moreno
Y ánez, 1983). y la Manteña, 900- 1500 d.C. en la costa de las actuales
provincias de Guayas y Manabí (Porras, 1987).

En la parte sur, esta cultura corresponde, probablemente,


al grupo humano Huancavilca que poblaba la provincia d~ Guayas a
la llegada de los españoles. Los Manteños dejaron vestigios de
importantes centros urbanos que atestiguan la posibilidad de
acumulación de recursos lo que les diera a estos pueblos su control,
seguramente milenario, sobre el comercio que, por esta costa,
conectaba América Central con los Andes Septentrionales y Centrales.
Este comercio fue atestiguado, en parte, ya en los momentos de la
conquista española por el piloto español Bartolomé Ruiz (Moreno
Yánez, 1983). El actual Manabí constituía el núcleo de la llamada
"liga de mercaderes", comerciantes marinos y artesanos hábiles,
especialistas en el trabajo y comercio de la concha Spondylus. En
esta sociedad, la cerámica más fina, de uso ceremonial, fue, sin duda
elaborada por ceramistas especializados.

Lamentablemente, existe un gran vacío histórico desde


esta rica prehistoria hasta los alfareros actuales de Guayas y Manabí.

Los pueblos de producción alfarera de toda la zona


pertenecen, sin duda, a la misma tradición tecnológica y con,
básicamente, las mismas formas utilitarias. Sin embargo, sólo
281
podemos especular sobre si la técnica de fabricación utilizada
actualmente aquí es la misma con la que se fabricó la cerámica
arqueológica. A pesar del gran material cerámico, no disponemos,
en cuanto a la cerámica utilitaria, de estudios sobre la técnica de
fabricación. Sólo podemos afirmar que no se trata de una técnica
introducida por los españoles. Unicamente en Samborondón, Guayas.
se utiliza el torno, pero su introducción es tan reciente que la
recuerdan los alfareros mayores.

En lo que se refiere a las figuras, en cambio, tan


abundantes en los sitios arqueológicos de la Costa, se las encuentra
modeladas a mano o hechas en moldes. Estos últimos, encontrados
en la "huaquería", inspiraron a los pobladores de La Pila, Manabí, a
empezar una propia producción de figuras de cerámica.

Por otro lado, tampoco es posible conocer, a falta de


fuentes escritas, el desarrollo de la cerámica aquí durante y después
de la Colonia hasta nuestros días. Ajuzgarporel aparentemente poco
cambio en la tecnología, sin embargo, parece que los lugares de
producción, a excepción de Samborondón posteriormente, hayan
sido poco afectados por los cambios de la sociedad. Esto parece
indicar, a su vez, que la alfarería en la Costa no tuvo gran importancia,
limitándose la producción a las zonas rurales. Probablemente, los
pobladores de Guayaquil "importaban" la cerámica cuencana.

Se debe mencionar, en el contexto de la Costa, que los


grupos indígenas -los T.<;átchilay los Chachis- tuvieron, en el caso de
los últimos hasta hace pocos años, su propia producción de cerámica
para uso doméstico, ya no para la venta, de manera similar que los
grupos de la Región Amazónica. (Barret, 1925. Einzmann 1985, Van
Hogen, 1939).

En Las Piñas, Guayas; y en Soso te, Manabí, las mujeres


alfareras dominan con destreza un "jalado" de un cilindro de barro
282
s; y en
sobre una tabla de madera mojada. En Buena Fuente, Guaya
un model ado
San Isidro, Manabí, en cambio, se utiliza, más bien,
las
libre para el primer paso de formación de la cerámica. En todas
de la pieza
comunidades, el segundo paso consiste en el "raspado"
zar
con un pedazo de calabaza, o bien con una tapa de lata para adelga
las paredes de la pieza.

283
Bibliografía

Einzmann, 1985,
"Artesanía indígena del Ecuador: Los Chachis
(Cayapas)" en: Revista del CIDAP Nº 19. Cuenca.

Alvarez, Silvia, 1987,


"Artesanías y tradición étnica en la Península de Santa
Elena" en: Revista del CIDAP Nº. 25. Cuenca.

Alvarez, S. y Domínguez V. 1981,


"La cerámica porteña actual". en: Revista del CIDAP
Nº 25. Cuenca.

Barret, 1925,
The Ca yapa indians ofEcuador. Museum of theAmerican
Indian Heye Foundation

CENAPIA, 1982,
Informe de actividades cumplidas por Miguel A. Jami,
experto en cerámica del Banco Interamericano de
Desarrollo, con los artesanos del sitio "La Pila". Quito
(mecanografiado).

Lathrap, Donald, 1975,


Ancient Ecuador. Culture, Clay and Creativity 3000-
300 B.C.. Field Museum of Natural History. Chicago.

284
Marcos, Jorge, 1986,
Arqueología de la costa ecuatoriana: Nuevos enfoques.
Quito.

Moreno Yánez, Segundo, 1983,


"Formaciones políticas tribales" ...

Porras, Pedro, 1987,


Nuestro Ayer...

Von Hagen, Wolfgang, 1939,


The Tsatchila indians of western Ecuador. Museum of
the American Indians, Heye Fundation.

285
Localidades alf a1·e1·as
donde se utiliza la
técnica de ''modelado
o jalado y raspado''
Buena Fuente

Existe una tradición comercial que distingue la Península


de Santa Elena, en la que cada poblado tenía su producto artesanal
especial para el intercambio. El producto de Río Verde ha sido
siempre la cerámica (Alvarez, 1987).

En la comuna de Río Verde, situada cerca a Santa Elena,


hoy en día prácticamente no se trabaja la cerámica. Se presentan hoy
otras alternativas laborales, influye también la falta de combustible
-boñiga de vaca seca- como una de las consecuencias de la sequía en
la zona.

En el sitio de Buena Fuente, perteneciente a la misma


comuna de Río Verde, la tradición de la alfarería es mantenida todavía
por unas pocas mujeres.

Buena Fuente, situado al lado de la carretera principal,


tiene apenas unas 20 casas. El paisaje es árido, casi desértico, hay
épocas en las que no llueve durante varios años. A pesar de la sequía,
los pobladores logran sobrevivir, buscando diversas fuentes de
ingresos. Se dedican a "negocios", según la tradición peninsular:
venden productos agrícolas, (regados, muchas veces, a mano), pescado,
pollos y pavos, chanchos, carbón y agua dulce.

Buena Fuente creció alrededor de los pozos cte agua


potable que se encontraron hace unos 50 años. Hoy, cuando el agua
potable de Guayaquil no es suficiente, los habitantes de Buena Fuente
venden su agua.
289
La generación joven también va a trabajar en las obras
de construcción en los centros expansivos de La Libertad y Salinas
o se ocupan en diferentes artesanías. En el caso de las mujeres, ella
prefieren lavar o coser, tareas mejor remuneradas que la alfarería.

Don Alejo Floreano fue quien descubrió el agua dulce e


hizo el primer pozo. Luego, vinieron al sitio algunos de sus hermanos
y después los hijos con sus familias, se han quedado a vivir aquí.

"Era una sola casa no más. De acá de Río Verde era mi


papá. Y de allá de Juan Montalvo era mi mamá. De allá vino a
establecerse por aquí. Yo descubrí después los pozos.

También trabajé unos pocos años en Salinas. Ahí era


Compañía, pues. No era Anglo que le sostenía, era otra compañía,
la Standard. Vendió a la Anglo. Ahorita tiene CEPE. Sino que yo
salí de la compañía porque no me gustaba. Porque allí uno andaba
así con la soga al pescuezo. Donde lo mandaban allí tenía que ir.
Pero a mí me gustaba más andar, el negocio. Empecé a andar en el
negocio afuera. Y cuando ya tenía platita me vine aquí. 'Ahora yo,
¿qué hago? Hay que hacer un pozo'. Porque necesitaba el agua.
Allá está el pozo que cavé primerito. Haciendo la excavación, pues,
yo mismo. Con la señora, ella paraba la tierra. Y dos muchachitas
que tenía, ellas jalaban. Después que ya tuve el pozo, de allí en el
pueblo, como no había agua, vino un señor de El Real, otro de
Pechiche. 'Floreano. Sabes que venimos por tí. Que nos arriendes
el pozo'. 'Bueno, pues, estoy de acuerdo'. ¿'Cuánto vas a cobrar
mensual?' Entonces, con ese pozo que hice, porque ya dos cincuenta
por cabeza mensual era una plata, pues. Y así vide que esto había
sido mi suerte. Cuando menos se acuerde se coge el negocio del
agua.

Como ya Dios me dio mis hijos, se trajeron sus mujeres.


Hasta las hijas se quedaron aquí. Ningún hombre ni mujer tengo
290
lejos. Todos están aquí a mi lado. Aquí había manera de ellos,
porque como yo ya tenía el pozo. Después, si faltaba, un muchacho
hacía otro pozo. Para que haya suficiente, para que gane plata y
haya que comer. Porque la agricultura es lo que vale más que
cualquier otra cosa. Cuando hay la agricultura uno goza. Porque
no tiene que gastar uno mismo. De ahí viene el almuerzo para mí,
el almuerzo para ellos. ¡Qué más suerte!"

La señora Julia Villón, esposa de don Alejo, ya no trabaja


en la alfarería ya que sufre de artritis. Pero ella recuerda los viejos
tiempos de las alfareras de Río Verde.

"Allá en Río Verde había las viejitas, más viejitas que mi


mamá y de mi abuelita. Esas aprendieron y por ahí se fue regando
hasta que siguieron toditas después aprendiendo. Yo ya aprendí
cuando mi mamá me decía: 'Hija, ven a ayudarme'. Yo le ayudaba
a majar la tierra. Porque no llevara piedra, pues. De ahí, que ya
estaba majada, me decía: "Ponte a amoldar'. Ya ella me enseñaba,
pues. Bastante gente compraba también lo que se hacía. Ollas,
tiestitos, hacía sartenes. Cualquier cosa. Ahí donde yo no más vive
mi hija que aprendió. Las demás no han querido aprender. No les
ha gustado".

La señora Lucía, también ella alfarera retirada de Río


Verde, comenta:

"Allá en Río Verde eran todas las por ahí las que hacían
ollas. Mi abuelita hacía ollas. No sé cuántas olleras eran. No me
acuerdo. Chiquita aprendí. Ya las olleras se han muerto.

La gente de otra parte venía a comprar. De esos sitios,


yendo por P echiche, por Juan M ontalvo. Iban a vender por Libertad,
ahí compraban también. Había un hombre que era comerciante a
cuenta de esas ollas. Yo hacía las ollas al hombre y entregaba las
291
ollas y el hombre se iba por ahí con ellas a vender. Barato era. A
cinco sucres, un sucre. Ahora están carísimas, carísimas".

Estas mujeres, llegando ya a sus 80 años o más, atestiguan


una larga tradición artesanal, la que ahora está disminuyendo.

"Ahora ya la gente ha cambiado. La gente aquí que


sufría ya son acomodados, ya trabajan en artesanía. Se van para
buscar trabajo por Libertad. Las jóvenes aprenden costura, alguna
es enfermera. Antes era más pobre. Se tejía sombreros. Mi papá
nos tenía tejiendo desde las siete hasta las once de la noche. De ahí
nos echábamos un sueño y a las cuatro de la mañana ya nos
despertaba para tejer. Se acabó lo del sombrero porque los paisanos
empezaron a tejer y tejían más barato. Después empezó a irse para
abajo.

Lo que la gente tiene más plata, ha de ser unos diez años.


Ahora aprenden sastrería, de ebanista, mecánico... Pero cuando
llueve todos dejan sus oficios para sembrar. Vendemos por quintales:
maíz canguil, frejolito, arverja, yuca, camote, ajonjolí. Por aquí
también cosechan la col, la lechuga, la cebolla, el tomate, el
pimiento ... "

La señora Claudina Floreano es la que más trabaja la


cerámica ahora en Buena Fuente, aunque aprendió ya de adulta de su
madre. La alfarera puede aprender des u madre, pero cuando se pone
a trabajar en serio es después del matrimonio. Si no sabe ya, ayuda
a su suegra y aprende de ella.

La costumbre es, todavía, que la pareja "sale" huyendo


de los padres para casarse. A raíz de esto, antes del matrimonio, hay
un tiempo de servicio de la novia en casa de los futuros suegros. Ella
tiene que trabajar por ellos y ayudarles en todo y entre sus tareas está,
tradicionalmente, la alfarería. Dice la señora Claudina:
292
"A veces huye el novio con la 1101·ia.Ya el papá y la
mamá están descuidados, se aprovechan. Ya se huye la muchacha,
en seguida la gente dice: 'Yafulana se ha ido, el papá no ha sabido
nada'. Ya la van a buscar por ahí fuera, no hay nadie. Ya se la han
llevado. Así es por aquí. Y ¿qué tenemos que hacer? Tenemos que
buscar una amistad, un arreglo para hacerlos casar. Porque eso es
el compromiso de uno.

El deber de toda muchacha que se casa, pues, es ir a


servir a los suegros, las cuñadas, hasta que se abre solita. De todo
aprende allá con la suegra... Así es por acá".

Actualmente, hay sólo tres alfareras en Buena Fuente y


dos de ellas trabajan muy esporádicamente. La señora Claudina
trabaja por pedido del pueblo vecino de Juan Montalvo. El proceso
de fabricación de la cerámica es completamente manual, con muy
pocas herramientas. Lo describe la señora Julia:

"Se hace, pues, la pelota; ahí se hace el hueco y de ah;


se va, se hace más grande, más grande, poniendo tierra, un pedazo,
después otro pedazo hasta cuando se vuelve la grandura que uno
quiere. Hasta que ya esté bien grande, de ahí se alisa. Se alisa con
un tarro. Y de ahí que ya está seca, se los pasa con agua, con una
piedrita y se le pasa todito así, la piedra con que la va a limar. Pase
y pase, queda liso.

De que ya está seca, ahí se quema. Se coge leña, pues.


Y ahí se los ponen, en la candela. Y lo va virando para que no se seque
demasiado la olla y luego se raje. Ahí ya se les amontona y se le pone
la otra cosa con que los va quemar. Con leña y cagajón de vaca, el
sucio de la vaca".

Para trabajar, la alfarera primero va a sacar la "tierra" en


uno de los pequeños yacimientos que existen alrededor de Buena
293
Fuente. Limpia la superficie con un machete, quitando la capa
arenosa. Debajo de esta hay una capa de arcilla utilizable, bastante
delgada. La señora Claudina:

"Esta tierra es la que vale. Esto arriba es lo que se bota


a un lado. Es arena. Pero de aquí para abajo también es cuatro
dedos no más. Se prueba con el dedo, y si se pega vale.

La arcilla, de color negro, es arenosa y no necesita


desgrasante adicional. Dicen algunas alfareras que la arcilla de Río
Verde es mejor y que antes la traían de allí. Se ponen los terrones de
arcilla seca en un saco para llevarla a la casa. Allí se la remoja en un
recipiente adecuado. Necesita remojarse por lo menos un par de días,
pero si se dispone de más tiempo es mejor ya que la arcilla alcanza a
"pudrirse".

Para hacer un "tiesto" (deforma como una cazuela) para


tostar café, la señora Claudina procede así:

Sobre una pequeña tabla de madera "maja" la arcilla,


amasándola con los dedos, eliminando piedras y otras impurezas y
dándole una consistencia adecuada para empezar a formar la pieza.

Primero, forma una "tortilla" de barro la que pone sobre


la tabla que sirve de soporte a su trabajo, mientras ellas se sienta en
el piso con las piernas cruzadas. Trabaja a la sombra, en uno de los
cuartos, para que el barro no se seque con demasiada rapidez.

Mientras gira el pedazo de barro, con la mano izquierda


con un movimiento interrumpido, no regular, con los dedos doblados
de la mano derecha alza los bordes de la "tortilla", formando el
comienzo de las paredes.

Va añadiendo pedazos de arcilla, las que une a las

294
paredes con los dedos, girando la pieza, hasta alcanzar la altura
deseada. Al mismo tiempo, se da la forma extendida circular al
"tiesto". No se trata de la técnica de acordelado como tal ya que no
se forman rollos de arcilla, sino que se añaden pedazos pequeños de
arcilla.

La alfarera iguala el borde de la pieza con el pulgar y las


paredes por fuera con los dedos. Al final, alisa bien el borde con los
dedos húmedos. La forma de la pieza, la alfarera la logra con los
dedos únicamente, sin ninguna herramienta, en este primer paso del
proceso.

Cuando el "tiesto" haya endureciendo un poco, se


"raspan" sus paredes, utilizando un pedazo de calabaza o,
preferiblemente, los bordes afilados de una tapa de lata, de las cajas
de mentol, por ejemplo. Se "raspan" las paredes por fuera, con la tapa
bocabajo, y por dentro, cogiendo la tapa a manera de una cuchara. Así
se perfecciona la forma del "tiesto", redondeando la parte inferior y
logrando un grosor uniforme de las paredes al mismo tiempo que se
las adelgaza. Esto se lo puede hacer varias veces, dejando que la
pieza seque un poco más en los intermedios.

Como último paso antes de poner a secar el "tiesto", se


lo bruñe -"lima" o "llaberea"- con una piedra lisa, humedeciendo
primero la superficie. Esta piedra es la herramienta más importante
de la alfarera, a veces heredada por generaciones (Alvarez, 1987).

Se deja secar la pieza a la sombra; en el clima seco,


durante el ''verano", son suficientes un par de días. Después se
''chamusca" o precalientan los objetos en el fogón de la cocina antes
de quemarlos.

La quema se hace al aire libre. La señora Claudina ha


hecho un hoyo en la tierra de su patio, de más o menos un metro de
295
Quema al aire libre -en un hoyo- en Buena Fuente, Guayas. La alfarera
está sacando las piezas ya quemadas.

ancho por veinte centímetros de profundidad. Ella quema cada vez


pocas piezas, alrededor de diez.

En el fondo del hoyo pone a quemar, primeramente,


unas ramas para formar una "cama" de brasas. Sobre ellas coloca las
ollas, las piezas pequeñas dentro de las grandes. Tapa la cerámica
completamente con boñiga seca de vaca y encima de esto pone ramas
hasta formar una pequeña pira.

Cuando la alfarera prende fuego, se queman primero las


ramas y luego se consume lentamente la boñiga. Después de un poco
más de una hora, se puede destapar un poco para ver el color de las
piezas. Si ya están "coloradas", no se necesita alimentar más el fuego.
Después es necesario que la cerámica se enfríe durante por lo menos
una hora para poderla sacar.
296
Las formas de la cerámica utilitaria son sencillas. La
más común es el "tiesto" de forma como una cazuela, que se utiliza
para tostar café. Hay la olla con fondo plano, al parecer copiada de
las de aluminio, "olletas", y formas variadas según pedido de los
clientes. A veces las alfareras fabrican, para uso propio o por pedido,
las "hornillas" en forma de herradura, para la cocina de carbón.

297
Las Piñas

Fuera de la zona de Daule es prácticamente desconocida


la tradición artesanal del pequeño poblado de Las Piñas: la alfarería.

Las Piñas se encuentra en medio de un paisaje verde, con


cultivos de arroz y árboles frutales. El sol obliga a buscar la sombra
debajo de las sencillas casas de caña guadúa, elevadas sobre postes.
aAla sombra tienen también las alfareras sus talleres,o bajo de la casa
o bien en un cuarto especial de paredes de caña.

En Las Piñas, como en tantos lugares, la alfarería es


trabajo de mujeres. Las alfareras aquí, unas diez en total, siguen una
tradición de desconocida edad y origen. Lo que se puede afirmar es
que la técnica de fabricación que ellas utilizan, pertenece a la misma
tradición tecnológica que en las otras localidades alfareras de Guayas
y Manabí, es decir la técnica de "jalado o modelado y raspado".

En el caso de Las Piñas, para el primer paso de fabricación


se utiliza, decididamente el "jalado". Se "para" las ollas sobre una
tabla de madera que se moja con agua para poder girar sobre ella el
pedazo de arcilla. La alfarera, sentada en el piso ante la tabla, con
rapidez y habilidad sorprendentes, va girando la arcilla con la mano
izquierda con un movimiento rotatorio regular, mientras con la
derecha forma la olla, "jalando" y extendiendo la arcilla hacia arriba
para formar las paredes.

Si es grande la pieza, se añaden cordeles gruesos de

298
Formación de un cántaro con técnica de ''jalado y raspado".
Las Piñas, Guayas

arcilla hasta que alcance la altura deseada. El borde se alisa con la


mano húmeda.

La señora Rupertina Al varado, mientras "para" una olla


grande de un pedazo de arcilla de considerable peso, cuenta:

"Esto es de los veteranos, pues. Mi abuelita sabía hacer.


las mujeres nomás siempre. Yo, desde que estaba chica. Las
mayores, en las manos pegaban, pues. Hasta que uno aprendía, ya.
Yo hacía nomás juguetes, chiquitos así, cazuelitas. Los hombres no
trabajan esto. No pueden. Es costumbre de mujeres. Por acá había
uno que hada, pero la gente lo chachareaba mucho.

Ellos trabajan por aquí, no más en agricultura. Ganando

299
el diario. Cortando arroz, chicoteando, por ahí, de todo. A veces
hay trabajo toda la semana, a veces no hay".

Al día siguiente de la "parada", cuando la arcilla está


más dura, se la quita la "pata a la olla -el "pie" formado abajo, sobre
el que ha estado girando la tabla- se golpea ligeramente con un pe-
dazo de madera para que quede redondeada la parte inferior y se la
empieza a "raspar" con "cucharas de mate", de diversas formas y
tamaños, para dar a la olla su forma redonda y adelgazar y alisar sus
paredes.

Se puede volver a "raspar" las piezas por varias veces


hasta perfeccionarlas.

La señora Angela Quinto, quien debe disputarse la


sombra del taller con los sapos que buscan el fresco del agua y del
barro, indica los pasos a seguir para hacer una olla. La arcilla se saca
locamente y sin costo, pero el engobe rojo con el que se pinta la
cerámica es necesario comprarlo.

"Para sacar la tierra, con el pico se saca lo de encima,


la tierra negra. Eso no vale. De ahí para abajo es la buena. El
hombre es el que saca. Una mujer casi no puede, o tiene fuerza con
el pico porque la tierra está durísima. Entonces, cuando ya hay la
tierra buena, se llena los saquillos y los carga en el burrito. Hay que
traerle así seca a la casa y echarle agua. Cuando la tierra es un poco
suave, ya para el otro día amanece una parte blandita, para majar
y ponerse a para ollas. Con la mano nomás amasamos, majamos
como nosotros decimos.

Primer día uno maja la tierra y para. Primero se hace


el hueco, de ahí se va jalando. Ya se va subiendo. Se le va poniendo
las rueditas encima, ajustándole. Sosteniéndole acá, porque si se va

300
con una so/amano, nose puede, se cae. Quedémelta. Entonces, voy
haciendo forma, haciéndole parejita.

Al otro día, rnando estén ya duritas, hay que raspar.


Con estas cucharas. Otros que se tiene que andarle por la orejita (filo
de olla) tiene que estar comidita en medio, la rnchara, para que
amolde la oreja de la olla. De ahí, en la raspada, ya quedan lisitas.
Ya no quedan pesadas, pues, ya quedan delgaditas.

Después, al otro día, se le vira bocabajo, se le corta la


patita con la cuchara. Entonces, se le va así con un palito, ahí ya se
le aplana. Al otro día de nuevo a raspar. Ya queda más lisa, más
liviana. Ya hay que dejarla que seque para ponerle la tierra colorada
y bruñir la. Esa le traen de por allá de La Toma. La gente que vive
por ahí trae para vender.

Para quemar, se las deja secar unos 20 días. Yo las dejo


debajo de la cama hasta que haya unas 50 piecitas.

Con leña, con esa panca se le pone. Se las cubre bien


que no quede ni un huequito. Si queda un hueco, la olla queda negra,
coge aire. Se hace como una pila de ollas, unas sobre otras. El piso
se hace de leña, se le cubre por los lados con leña también y con la
panca".

La señora Angela heredó, también ella, su oficio:

"Comomimamá,pues,hacía. Lamamádeellatambién
hacía. Cuando mi mamá hacía uno ayudaba a majar. Yo, cuando
no sabía, primero hacía mis ollitas, cazuelitas. Y me quedaban bien
feítas. Esto es como un niño que entra a la escuela. De tanto borrar
y escribir, aprende algo, ya hace letras más bonitas. El primer año
le quiebra la punta del lápiz, le rompe el cuaderno por borrar,
301
bueno ... Así mismo es este trabajo. Hay que tener la mano un poco
suave".

Las ollas, cazuelas, cántaros y braseros (para quemar


"palo santo" contra los mosquitos en épocas de lluvia), se venden a
pequeños comerciantes locales quienes las revenden en Daule, sobre
todo. Según la señora Angela, existen actualmente más alfareras
debido a una mejor demanda.

"Aquí en esta casa, por allá esas partes, allá también


hacen. Sí,juntan como unas diez. Más antes eran menos. Porque
ahorita hay venta. Se vende todo; sí, eso es la verdad, porque a veces
uno s6lo dice: 'démelas no más que yo me las llevo. Y las quiero
todas'. Pero como todos tenemos necesidad a todos hay que
conformar les. Yo, como no quemo tanto, puedo quemar hasta unas
5 para el uno, 5 para el otro, para que todos se conformen.

Si, son peleadas las ollas, pero se vende barato. Ahorita


estas ollas compran porque el otro día sacaron que el aluminio hace
daño. La gente de plata mismo dice que se debería cocinar en una
olla de barro.

Los compradores son de por aquí cerca no más. Ellos


tienen que sacar en la plaza, ellos ahí venden. Tienen que sacar de
ahí, llevan con más cuenta. Así gastan, pero sacan. Ganan más del
doble. Ellos venden, por lo mínimo, una cazuela así, 200 sucres.
Aquí vendo a 50. Pero ellos dicen que está caro.

Es un trabajo muy duro. Mi marido dice que esto hace


mal, que estoy delgada... El ya no quiere que haga. Pero ¿C6mo
para tener otro trabajo? Mi hermana trabaja en Guayaquil, por ahí
de cocinera. O lidian un niño. Yo quisiera ir. ¿Pero aquí? Yo no
puedo faltar. Estos chicos están estudiando. Tengo seis. Y cuando
vienen de la escuela ¿quién les hace la comida? Mi marido se va
302
atrabajar. Tengo que quedarme aquí. Todo tengo que hacer yo. Si
yo fuera no más de este trabajo, entonces yo haría más. Pero ya
mismo termino aquí,ya la tina me está esperandoallí, la tina de lavar.

Taller de una alfarera. Las Piñas, Guayas

303
Sosote

En cierta calle de Portoviejo, se ponen a la venta las ollas


y cazuelas de Sosote. También se las puede encontrar en Jipijapa y
Manta. Fuera de esta zona de Manabí, es prácticamente desconocida
la tradición alfarera de Sosote.

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Sosote, Manabí

304
Cercana a Portoviejo, Sosote posee un clima dlido y
una tierra fértil. Las casas de caña de la población se encuentran
dispersas entre una vegetación abundante, rica en frutas y flores. Las
palmas de coco, los mangos, almendros y cítricos, dan su sombra y
sus frutos a los pobladores.

Se cultiva cacao y diversas hortalizas. La agricultura


es, pues, la actividad económica más importante de Sosote, aunque,
actualmente, algunos hombres se emplean en las ciudades o se
dedican, periódicamente, a la recolección de la larva del camarón.

Por parte de las mujeres, la alfarería constituye la


contribución tradicional a la economía familiar. También ellas saben
cocinar, en las enormes cocinas de tierra con 'hornillas' de cerámica,
las cazuelas o "tortas", el pan de yuca, las tortillas y otros platos
manabitas, a veces para la venta a los que visitan el pueblo.

Dice la señora Honesta, una de las alfareras mayores:

"Por aquí hay bastantes alfareras. Más de 20. Antes


eran más. La mayoría se han muerto. En este lugar, Soso te, esto ha
habido siempre. Mi mamá, a ella le gustaba. A mi abuela también.
Mi máma me enseñaba, jalaba las orejas. Ya cuando estuve en la
escuelita. Yo era curiosa, bien entrometida. Yo solita aprendí. Ahora
ya tengo 68 años. Toda una vida trabajando.

Estas chicas por aquí ya no aprenden este oficio. Que


esto es puerco, que ensucia la mano. Entre más tiempo, más estudio.
La juventud de ahora, hablando una sólo es bienf/,oja ...

Los varones ahora se dedican a la agricultura ... Siembran


el tomate, el pepino, el pimiento, que el cacao, que el plátano. Yade
todo van sembrando los hijos: el limón, la badea, el coco, todo eso.
Ya nos dicen que no trabajemos tanto ... "
305
La señora Ruth tiene la misma opinión. Las jóvenes de
ahora no quieren aprender la alfarería; ellas tienen más estudio y otras
oportunidades económicas, no les atrae un trabajo duro y no tan bien
remunerado.

"La gente bastante, en la generación de antes, sabía


esto. Ahí fue uno aprendiendo. Antes había más, ahora es menos ya.
Porque esto es caro, también se trabaja mucho. Para todo lo que se
compra, el material, hay que tener bastante plata. Una carrada de
barro vale diez mil, veinte mil, según lo que se compra. Mejor dicho
que para hacer ollas, todo se compra. Se compra la alta para
quemar, por carradas.

Este es un trabajo sucio. Duelen los riñones, todo. Este


trabajo casi nadie lo q1úere aprender. Porque dicen que es trabajo
feo, afrentoso. Así piensan. Pero se equivocan pues. Es un trabajo
honesto.

Esto sólo, qué va a alcanzar, como están todas las cosas


de caras. Hay agricultura también. Pero ahora mi esposo se va al
mar para coger semilla de camarón. Porque hay que tener buena
plata para la agrirnltura. Pero las semillas es cuando Dios da, no
es todas las semanas, sino cuando viene 1111aguajito, ahí se coge".

Las alfareras que quedan en Soso te cuentan, sin embargo,


con una buena demanda por sus ollas, cazuelas y "alambiques
(cántaros) que son comprados por intermediarios de las ciudades
cercanas. Los comerciantes hacen un pedido de cierto tipo de ollas
o cazuelas, de tamafio y cantidad determinados. Dice la sefiora
Istmenia:

"Hay compradores por donde quiera. En Portoviejo,


ellos encargan. De todo. si quieren grandes, de todo modelo, si
quieren las ca::uelas... Y 11110 hace lo que el comprador necesita.
306
Todas las semanas. Uno comienza a fabricar el día lunes para
quemar el día viernes. Ya el sábado están viniendo a ver.

En un día se hacen más de cien. Si son dos hace uno más.


Si soy sola me tengo que dedicar a la cocina, el lavado, ya tengo que
dejar el trabajo.

En la semana se hace bastantes ollas. Una carga, que


uno llama, son 60 ollas. Mitad cazuelas, mitad ollas y por dentro ya
van las más quiquitas"

Su hija Electra estima que los precios de la cerámica


también han subido bastante. Sin embargo, es difícil que esta alza
compense por el aumento del costo de los materiales y de la vida en
general. Es necesario que la familia combine las varias actividades
económicas para obtener ingresos suficientes.

"La olla era barata, pero ahora se ha puesto mejor. La


olla más pequeña para arriba, 200 sucres, un poquito más 500,
1000, 2000, según el grande de la olla. Y todavía el comprador las
revende.

Pero es trabajoso. Cuando se comienza a quemarlas


parece que se quema el alma por dentro. Lafogatada es que hasta
el pelo a veces se nos quema".

El trabajo es duro y se necesita bastante habilidad para


lograr ollas y cazuelas redondas y bien bruñidas. La técnica de
fabricación empleada en Sosote, es casi idéntica a la de Las Piñas y
consiste de dos pasos:

La "parada" o "jalado" con la ayuda de rotación y el


"raspado": adelgazamiento y alisado de las paredes de la pieza con
"cucharas de mate".
307
El taller de la alfarera de So sote se encuentra a la sombra,
bajo la casa elevada sobre postes de caña guadúa. Sobre tarimas de
caña que permiten la circulación del aire, desde abajo, se ponen las
ollas bocabajo a secar. La alfarera tiene aquí sus sencillas herramientas
de trabajo: una tabla de madera, un recipiente con agua, una variedad
de "cucharas de mate" de diferentes formas y tamaños y unas piedras
lisas para bruñir.

La señora Honesta describe así el proceso de fabricación:

"El barro traigo de por allá afuera en esas lomas. Yo


mando a los muchachos, mis hijos. Ellos me traen y traen la arena
del río. La pongo a remojar, la pongo con la arena y la majo. Como
· amasar un pan bien hecho hasta que esté el punto. Que le falta
arenita, se rompe, vuelan los pedazos.

De ahí ya yo hago las pelotas largas y ya se va haciendo.


En una tabla la voy virando, la voy virando. La voy abre y abre por

"Jalado" de una olla, girando la pieza sobre una tabla mojada.


Sosote, Manabí
308
acá. Después le ando con la cucharita que tengo, de mate, y le voy
emparejando con la mano"

Como es el caso en Las Piñas, la alfarera utiliza una tabla


de madera que, con la ayuda de agua, le permite girar el pedazo de
arcilla con la mano izquierda con mucha rapidez, mientras la mano
derecha trabaja, "jalando" la arcilla hacia arriba y abriendo la forma
de la olla o la cazuela.

La dirección de la rotación puede cambiarse durante el


proceso, hacia adelante o hacia atrás, según lo conveniente para la
alfarera.

A diferencia de Las Piñas, la alfarera de Sosote utiliza la


"cuchara de mate" ya en este paso, por dentro y por fuera de la pieza

"Raspando" una olla con "cuchara de mate". Sosote, Manabí

309
alisa con los dedos
para ayudar a darle la forma. El borde de la olla se
húmedos. Se hacen varias ollas en serie.
con
Al día siguiente, cuando haya endurecido, se sigue
la que giraba la olla,
la "raspada" y se le quita la "pata" de abajo, sobre
a" las ollas por
y se le hace "plana" en el fondo, con un palo. Se "rasp
y lograr paredes
dos o tres días consecutivos para darles la forma final
lisas y de grosor uniforme.
le voy
"De que esté un poquito seca, le voy alisando. Ya
a. Ya le raspo y
reentresacando por aquí con la cuchara, alisándol
a que tengo. La
después le vuelvo a reentresacar y le paso una piedr
bruño bien bruñidita, ya se pone bien brillosita.
secar,
Ahí sí le meto candela. Unos ocho días tiene que
que esté con suavidad o esté con arrebato.
aa
Está escasa la leña, pero como uno quiere, los mand
que llaman lata,
los muchachos a buscar, y con esos pedazos de caña
lata le pongo para
de leña hago un brasero y ahí las acomodo. La
coloreando, ya se
tapar. Ahí ya las meto candela. Las ollas ya van
ar también. Que
va sacando y de ahí se deja. Hay que saberlas quem
coger la mucha
no se dañe el filo, que no se vaya a retorcer,
candela ... ".
ve-
La tarea de bruñir las ollas corresponde, muchas
superficie bruñida,
ces, a los hijos menores o los nietos. Fuera de la
Sosote carece de
roja sin la ayuda de engobe, la cerámica de
pequeñas "orejas"
decoración. Solamente las cazuelas tienen unas
decorativas.
, sin
Toda la quema no dura más de una media hora
sin embargo, muy
precalentamiento. Si la pasta está bien hecha,
pocas piezas se rompen.
310
San Isidro

Cruzando la Bahía de Caráquez e internándose luego en


el ondulado paisaje, seco en verano y verde durante los meses de
lluvia, se llega a la parroquia de San Isidro.

Aquí, también, la agricultura constituye una importante


fuente de ingresos para la población así como la ganadería. Se cultiva
una gran variedad de productos, como café, cacao, higuerilla, maíz y
diversas frutas; todo produce la tierra fértil, siempre y cuando haya
lluvia.

Una alternativa a la agricultura, durante períodos de


sequía especialmente, ha sido la ''huaquería" y la venta de objetos
antiguos. figurillas de cerámica sobre todo. La zona es conocida por
su riqueza en tumbas antiguas, especialmente de las culturas Chorrera
y Bahía. Aquí vienen coleccionistas nacionales y extranjeros así
como arqueólogos profesionales y personal de los museos. Vienen
también compradores de La Pila, quienes se dedican a revender y
reproducir las figuras en su propio pueblo.

Todavía se mantiene esta antigua tradición de cerámica


en San Isidro. Se trata, hoy de una pequeña producción de cerámica
utilitaria la que. ahora, sólo dos mujeres aquí fabrican. Antes había
más alfareras y, según afirman, hay todavía otras en el campo
alrededor de San Isidro.
311
Una de las alfareras es la señora Dolores, ya de más de
60 años de edad.

"Mi abuelita, ella sabía hacer este trabajo. Ella hacía


esos alambiques grandísimos para poner agua, cazuelas, ollas, unas
ollas grandes para sacar jabón.

Ella vendía allí mismo, en la casa, como ahora. Venía


gente. A mi abuela decían: 'Hágame tantas ollas, de tal porte'. Nos
ponía a nosotras a amasar barro. A veces yo ayudaba a parar. Y si
no, nosotras estábamos haciendo y ella estaba raspando. Así era. Y
eran baratitas. En ese tiempo vendíamos la chiquita en dos reales.
Ya una de este porte sale a 100 sucres, pero no alcanza de todos
modos.

Mi abuelita me enseñó. Yo sí que luchaba, se me caían,


porque eran grandes que quería ella que yo aprendiera. ¡Ay! Yo
lloraba. Me pegaba a mí. Se me caían, volvía y las acomodaba.

La gente antes, pues, toditas sabían hacer estos trabajos.


Cada una en su casa. Ahora ya no, porque se han puesto flojas.
Después ya vino esos trabajos en aluminio, esas cosas de peroles.
Pero ahorita comienzan a comprar más ollas que aluminio. Es que
las comidas más ricas son en olla de barro.

Mis hijas no hacen. Ellas secasaronysefueronaQuito.


Tenían que ir siguiendo a los maridos, pues. A las nietas les he
enseñado".

Si bien las alfareras son pocas, la demanda por las ollas,


cazuelas y "alambiques" no es mala, aunque el mercado se limita a la
zona circundante de San Isidro. Ala señora Carmen le gusta su oficio.

"Mi mamá me enseñó. Mi abuela también sabía. Mi


312
mamá decía que aprendiera porque uno ya más grande ya sabía
trabajar. Ella me daba pedazos de barro para que viera. Yo ya hacía
así ollitas. Después ella vendía y ahí vendía las mías también.

Este es un oficio, digo, que es suave. El que no ha


aprendido es porque es rudo. Yo aprendí en seguida. Me gustó y
todavía, sólo que esté enferma, no puedo hacer. Me gusta este
trabajo. Es bonito, lo que hay que tener es paciencia.

La gente es que busca estas ollas. ¡Si me piden tantísimas


ollas! De afuera, de San Vicente, de Bahía vienen a comprar. Ya
vienen llamando: 'Señora, ¿tiene ollas, coma/es, cazuelas para
freír?' Y ya uno le dice' Sí hay'. Ya viene derechito a comprar. Me
encargan también. Hago los encargos y sobre eso hago para el que
llega buscando también. Ya estando quemando, ya digo: 'Venga, ya
está su encargo'. Ya vienen a retirar. Yo vendo, dos mil, hasta tres
mil, en un sólo día, según que haya bastantes ollas. Hay desde 300,
400, según lo que quiera".

Se hacen, más o menos, las mismas formas utilitarias


que en Sosote, sin engobe o decoración, aunque, según la señora
Carmen, se puede pintar la cerámica con unas piedras amarillas, un
óxido de hierro, probablemente. Cada forma tiene su uso,
naturalmente:

"Esta es para reventar arroz, para freír pescado,


hacer un estofado de pollo, en estas cazuelas. Estas ollitas son para
hacer un caldo o una menestra. Los alambiques son para echar
agua".

El "coma]", en Manabí, es de la misma forma que el


"tiesto" para tostar café o asar tortillas. "Comal" es una palabra
centroamericana. ¿Un vestigio de los contactos tempranos entre las
dos costas por vía marítima?
313
es,
La técnica de fabricación de la cerámica de San Isidro
Santa Elena y
también, parecida a la de Sosote o de la Península de
encia de las de
pertenecen a la misma tradición tecnológica. A difer
rar sus materias
Sosote, las alfareras de San Isidro no necesitan comp
primas. Dice la señora Carmen:
o
"De aquí no más, todo es barro. Con arena me pong
rle arena , que
a amasar, con arena del río grande. Hay que echa
illo y este negro. El
queda más arena que barro. Hay barro amar
olla se parte en
negro es mejor porque el amarillo es más flojo, la
seguida".
no
La alfarera trabaja en su casa, donde tenga espacio,
ccion ada que
cuenta con un taller especial. La técnica es menos perfe
de que no exist e la ayuda de la
en Sosote o Las Piñas, en el sentido
un movi miento
tabla de madera que permite girar el barro con
un pedazo de
rotatorio rápido y continuo. Aquí, simplemente, se gira
tapa de plástico.
arcilla, de manera irregular, sobre el piso o sobre una
parece más a la
En este sentido, el primer paso de la fabricación se
hablar, no tanto
técnica de la Península de Santa Elena, pudiéndose
es, se añaden
de un "jalado" como de un modelado. Para piezas grand
no en forma de
pedazos de barro, a medida que sea necesario, pero
cordeles. La señora Dolores explica:
de.
"El barro tiene que remojar ocho días para que ablan
bola. Ahí sobre
De ahí, lo ponemos a amasar con arena. Le hago una
a hacer con la
una tapa de plástico no más la asiento y ahí comienzo
el hueco. Con
mano con agua, dando la vuelta. Le voy haciendo así
nte grande. Mi
la mano no más voy sacando el barro hasta que aume
mano es el motor. En un ratito hago.
la
Hay que raspar bien con la cuchara y hay que estar
¡ Uh! En esto
bruñendo - hay que meterle piedra hasta que se endure.
hay que tener paciencia.
314
La piedra enseña, cuando ya están sequitas, están
lisitas, la piedra rueda, ya está para quemar.

En invierno es más trabajoso. Demora. Tengo que


estarlas sacando de día al aire para que sequen. Las grandes
demoran 15 días, 22 días.

La quema se hace al aire libre con "latas" -pedazos de


caña-. La señora Dolores, sin embargo, se ha hecho un "horno"
abierto, parecido a las cocinas tradicionales, con un techo para
proteger la quema de la lluvia.

"Las quemo con latones secos. Ahí abajo tengo el horno


de quemar. Sobre unas piedras las pongo. Tres piedritas para cada
olla. Las tapo con latones y comienzo a meterlas fuego. Demora
bastante. Ya se ven coloraditas, ahí las dejo. Al otro día las saco y
se enfrían.

315
La Pila

Entre Montecristi y Jipijapa, junto a la carretera, está La


Pila.
Las colinas que rodean el pueblo se cubren de arbustos
y en partes, de majestuosas ceibas. Durante la mayor parte del año
y a veces por un lapso de varios años, la vegetación está completamente
seca, la tierra quemada. Sólo los resistentes algarrobos prestan algo
de verdor al paisaje.

Las casas de caña o de ladrillo y bloques, unas 250 en


total, se extienden a ambos lados de la carretera. Cercana a ella se
encuentra también la fuente, de agua algo salobre, que ha dado el
nombre a la comunidad. Aquí traen los pileños sus vacas y también
sirve el agua para bañarse y lavar, pero el agua potable es necesario
comprarla de tanqueros.

El nombre antiguo de La Pila es Chivive, pero no fue en


épocas remotas que se empezara a fabricar cerámica aquí. Al
contrario, esta tradición artesanal tienen apenas unos 30 años y, como
alternativa económica, está relacionada al sustento básico tradicional
de los pileños: la agricultura.

Porque fue por la sequía, que no permitía vivir de la


agricultura, que empezó la cerámica aquí. Cuenta José Bailón padre
y jefe de los integrantes del taller Bailón.

"Cuando yo nací había más o menos unas diez casas, no

316
había más y eran puras casitas de caña. Mi papá se dedicaba a la
agricultura y tejía sombreros. También nos dedicábamos a hacer
carbón.

En el tiempo que yo era soltero, yo vivía al mando de mi


padre, ahí eran buenos años. Los inviernos buenísimos, pues. De
todo sembraba: plátano, anona, había maní.yuca. Lo que semhraha,
todo cosechaba, no se gastaba porque mi papá era venadero, casi
todos los días cogía venado. Mejor alimentación era.

Con el agua era difícil, bien d(fkil. Mucha gente se fue


de aquí porque no había agua dulce. Teníamos que ir al cerro de
Monte Christi. Era como cuatro horas, ida y vuelta. Todos los días,
con un burro y dos barrilitos.

Después, no me acuerdo qué años, ya fue la sequía. Ahí


fue que la gente empezó a ir de aquí. Muchos sefueron a Esmeraldas,
a Guayaquil.

Entonces fue que algunos encontraron en la cerámica la


posibilidad de quedarse en La Pila. Había quienes empezaran a
dedicarse a excavar y a vender piezas arqueológicas. Entre estas se
encontraban moldes-" cuños" se dice en La Pila- para lafabricación
de figuras. Se las empezó a utilizar, para hacer figuras propias las
que, al principio, se vendían como auténticas.

Don Arquímedes Toala, cuñado de José Bailón, fue


quien inició esta actividad. Empezaron también a trabajar su sobrino
Anselmo Bailón y don Celestino Quijije a hacer los "muñecos". A
veces se los quemaba clandestinamente de noche, para poderlos
vender como auténticos. Cuenta don Quijije:

"lbamos a excavar, pues, y ya sobre eso empecé así a


imitar. Las piecitas que yo me encontraba copiaba. De los mismos
317
cuños. Vendía aquí, había un comerciante. Primero los pasaba como
antiguos. Pero una noche me descubrieron. Porque yo las hacía de
noche. Descubrieron ellos y ya tuve que vemderlas por copias. Pero
ellos el comerciante los pasaba por antiguos".

Recuerda Anselmo Bailón:

"Don Arquímedes hacía muñecos y compraba muñecos


antiguos. El no era de aquí de La Pila, era de las montañas de por
acá. Yo aprendí de unos diez años. Comencé después de don
Arquímedes. El era cuñado de mi papá y yo iba a aprender allá. De
ahí aprendió Armodio, mi hermano .. Después don Colón Quijije. El
se iba a cavar husos y decía: 'He encontrado veinte'. Pero de repente
él era el único de suerte que encontraba. Allá dicen que Colón
Quijije a don Arquímedes le había comprado un cuñito. Ya se puso
a hacer enanitos. El venía diciéndole al comprador que él se los
había encontrado. Y la gente le creía hasta que un día a don
Arquímedes mismo le vendió. Cunado don Arquímedes le compró
como 50 enanitos. Don Arquímedes dice: 'Pero este es trabajo
hecho. Este trabajo es mi trabajo mismo'. Partió uno y estaba crudo
porque no más le metía a la candela y no quemaba bien.

De ahí mi papá se fue para un entierro donde mi tía


Carmen. Ya como comenzó a haber celos, ya mi tía no lo quería dejar
entrar. Don Arquímedes a mi tía le dice: 'Ya no me deje venir estos
cucanitos porque anda es para fijarse cómo hago mi trabajo.' Ya se
estaba dando cuenta. A mi papá y a toda la gente les llamaba
cucanitos porque no era de aquí de La Pila.

Pero como la casita era de caña, mi papá que mira para


adentro, lo primero que ve es que estaba quemando unas figuras
grandotas. Unas figuras grandes en un horno. Ya no con brasas sino
con leña, que quedaba rojitas las figuras. Entonces, ya viene mi
papá: 'Ya vi la clave, cómo está trabajando el estimadísimo.
318
Comencemos nosotros también a hacer lasfiguras y probemos cómo
sale con leña.

Hicimos un hueco, pusimos un poco de leña y metimos


las figuras y quedaron bien quemadas. Ahora sí se podría mejorar.
'Ya no nos dediquemos a hacer carbón. Dediquémonos a hacer
muñecos'.

En eso aquí en La Pila fue más. 'Ya donde los Bailón


ya hacen muñecos'. Y hubo clientes. La gente de aquí compraba
bastante. Ya la gente comenzó a comprar por copias, pero ellos, no
sé si las vendían por antiguas.

Mi papá iba a vender. Le fue bien en Quito. El andaba


así: 'Le vendo' en la calle.

Una vez le metieron en la cárcel. Pero eso fue después


cuando ya la gente había estafado a los ricos; a cualquier entraba
como originales".

Se cuenta que se llevaba copias a Manta para enterrarlas


donde se excavaban las figuras precolombinas para luego venderlas
por "antiguas".

Se utilizaban los moldes para la cabeza de las figuras,


sobre todo, mientras que el cuerpo se hacía "a pulso". Se traían
también a La Pila, figuras antiguas para su restauración. El ceramista,
entonces, sacaba el molde en barro para luego poder reproducir la
pieza. Hoy hay personas que tienen cien y más moldes hechos de esta
manera, a base de figuras precolombinas.

Otras más aprendieron la cerámica. Siguieron trabajando


las familias Véliz, López, Gómez, Mezones, Piloso y otras.
319
A pesar de todo, la agricultura sigue siendo de primor-
dial importancia en La Pila. El elemento clave es el agua. Se espera
con ansiedad el "invierno" y el año que llueve la tierra fértil da
cosechas abundantes, de maíz sobre todo, el que se vende a buen
precio; se crían también vacas, chanchos y aves.

Los terrenos son adjudicados por la comuna y son,


normalmente, grandes, de 20 a 100 hectáreas. El hacerlos trabajar
con peones hace posible dedicarse a la cerámica también durante el
año que llueva.

Los años secos, los pobladores de La Pila deben


desarrollar su flexibilidad y habilidad para sobrevivir. Muchas
familias combinan una variedad de actividades económicas. A más
de la cerámica, se dedican a la compra y venta de objetos precolombinos
(muchos de ellos de San Isidro) o comercian cerámica moderna, otros
tipos de comercio o transporte, o bien se emplean en fábricas cercanas
o en obras públicas.

En cuanto a la cerámica, los mismos pileños dividen su


pueblo en dos partes: La mitad más cercana a la carretera, donde
viven las familias dedicadas a la compra-venta de cerámica, y la
mitad interior, donde viven los propios ceramistas: 33 talleres según
un censo hecho por CRM en 1989.

Entre los ceramistas, se pueden distinguir tres grupos.

Los dos primeros son pequeños y constituyen algo así


como una élite artesanal.

El primero, conformado por cinco talleres, son los


ceramistas que trabajan réplicas muy finas de piezas precolombinas.
Los buenos "imitadores" alcanzan un nivel de perfección técnica y
estética asombroso.
320
Los modelos se copian de fotos que proporcionan los
clientes o de libros sobre cerámica arqueológica que tiene el mismo
artesano. También se les traen piezas auténticas para copiarlas o
restaurarlas.

El segundo grupo de ceramistas lo conforman los que, a


más de las réplicas, de buena calidad, trabajan en la línea costumbrista
o de creación libre, plasmado en la arcilla escenas de la vida que les
rodea, muchas veces con un especial sentido del humor.

Unos seis talleres trabajan en esta línea, la que fue


introducida hace cinco años por inicia ti va de Jaqueline de M unizaga
del Museo del Banco Central de Manta, con la idea de incentivar la
propia creatividad de los ceramistas, la que veía limitada por las
imitaciones, introduciendo entre ellos el concepto de "artista".

Este tipo de trabajo ha tenido mucha aceptación entre el


público, sobre todo entre los turistas, de manera especial como
consecuencia de varias exposiciones organizadas en Manta, Quito,
Guayaquil y Cuenca.

Santiago Gómez es uno de estos ceramistas:

"La señora Jaqueline vino y nos invitó a una reunión y


nos dijo que por qué nosotros no veíamos la posibilidad de crear las
cosas. Estaba interesada en hacernos una exposición. Y eso fue lo
que nos indujo a que hiciéramos.

Cuando nos ayudan a hacer exposiciones tenemos más


salida, más publicidad. Es lo que conviene a nosotros para que sea
más conocida La Pila".

Estos ceramistas trabajan por pedido, normalmente, a


veces a personas particulares, pero en mayor cantidad, a los almacenes
321
de artesanías. Los pedidos pueden ser regulares, pero también el
ceramista puede sufrir irregularidades en sus ingresos durante el año,
haciéndose necesarias las fuentes complementarias de ingresos.
Dicen Santiago Gómez:

"Yo pienso seguir en esta línea; sí, da más ingresos.


Pero es difícil el mercado. Si uno tiene interés hay que buscar. En
cambio, si uno esta escondido ... La mayoría venden aquí no más. Yo
no, me dedico a venderlas directamente. Tengo algunas personas a
lasqueentrego,peronoseguido. Porejemplo,sivendoaunalmacén,
si ellos venden, piden más".

La familia Bailón que tiene el taller más organizado,


donde trabajan nueve hermanos con sus esposas en sociedad, tienen
pedidos grandes y regulares y trabajan en las dos líneas.

"Aquí, nuestro taller, es muy conocido. Si necesitan por


pedido, ya está un telegrama en Manta. Este es el machete de
nosotros ahora. El negocio está bueno, hay pedidos. No es una pieza
que se vende, sino por cantidad. Nosotros vendemos a Quito y de allí
exportan para Francia, para Dinamarca ...

Para pasar una pieza de esas hay que poner en la


na/guita "Made in Ecuador". Ahí ya ven que no es antigua".

Se pueden utilizar moldes hechos con piezas antiguas,


las más de las veces para la cabeza de la figura.

Se imitan las culturas de la Costa, como Manteño, Jama-


Coaque, Bahía, Guangala, Chorrera, La Tolita, algunas cultura de la
Sierra y, a veces, peruanas.

Cada uno de estos ceramistas se especializan en dos o


tres culturas precolombinas. El ceramista a través de un proceso de
322
experimentación, ha llegado al mejor procedimiento para darles a las
piezas el acabado más idéntico posible a la figura antigua. Dice
Fortunato Bailón:

"Yo hago la figura, pero tengo que acudir a quien sabe


esa cultura, tengo que mandarle quemar donde el que se especializa
en eso. Aquí sabemos tres culturas -la Manteña, la Jama-Coaque y
la Chorrera. Hay otro que sabe por ejemplo la Guanga/a. Entonces,
yo tengo que ir donde él, tengo yo que pagarle. Uno ve el trabajo de
la Chorrera, no, uno investiga todo. Se hacen pruebas hasta que
salga igual. A veces lo fácil es difícil ... Tal vez nos sale después de
15 veces. Los moldes les damos a otros. Y ellos también nos prestan.
Pero nunca damos nuestros secretos profesionales.

La cultura más difícil es la Jama-Coaque. Negro


brillante. La cultura que tiene más demanda es la Chorrera. Es más
fina y más pulida. La Bahía no tiene salida porque no es pulida. Les
gustan cosas brillantes y pulidas".

Este grupo de ceramistas puede vender a los


intermediarios locales pero, más comúnmente, tienen su clientela en
Quito y Guayaquil y trabajan por pedido, muchas veces para la
exportación, y también para almacenes de artesanías y turismo.

Los ingresos de estos artesanos-artistas son, sin duda,


superiores a los de la mayorías, ya que, si gastan más en materiales,
comparando con los que trabajan objetos más baratos, pueden recibir
entre 1000 y 5000 y hasta 15.000 por pieza. Dice Carlos Bailón:

"Los alfareros que trabajan más rústico, lo que ellos


quieren es reproducir a gran escala, a mayor producción. Por
cantidad. Tal vez piensan que ellos van a ganar más dinero. Pero
están totalmente equivocados. Porque trabajando cosas más finas,
ya tienen más valor. Y más salida, sobre todo, para el comercio. Aquí
323
hay personas que gastan más que nosotros. Las piezas las hacen más
pesadas y gastan más material y venden en menos".

Sin embargo, el tiempo empleado en la fabricación de


una pieza de gran calidad, es mayor y la habilidad necesaria no la
alcanzan todos.

La familia Bailón decidió unirse en el trabajo para


alcanzar mayor rapidez y eficiencia y poder cumplir con pedidos
grandes. Cuenta Fortunato:

"Hubo un día que mi papi venía de Quito y trajo un


pedido de mil piezas. No nos alcanzábamos. Ahí decidimos unificarnos
y hacer nuestro propio taller. Nos salió bien y salimos adelante en el
trabajo. Ahora trabajamos nueve personas. Con las esposas, son 12.
Por eso nos unimos, para producir más.

Hay más responsabilidad. Esa es la ventaja aquí en


nuestro taller. A veces cae uno enfermo, los otros ganan igual.
Tenemos cuenta de ahorro para nosotros. Guardamos poco a poco
de lo que ganamos en el taller para nuestras enfermedades.

Hicimos un cálculo gracias al Banco del Pacifico que


nos dictó un curso. Antes vendíamos piezas baratas, pero gracias a
ese banco sabemos cobrar el trabajo".

Hacen cálculos detallados de los costos de producción,


incluyendo materiales, combustible, transporte y mano de obra.
Incluso, hicieron una "huelga" cuando un cliente no comprendía la
necesidad de subir los precios.

Generalmente hablando, se trata de conservar siempre


un cliente, procurando lograr un equilibrio entre un alza gradual de
los precios y el límite del precio que el cliente estará dispuesto a pagar.
324
El mercado más grande es el de Quito, de donde hay
as.
también cierta exportación, sobre todo de las réplicas precolombin

También las escenas costumbristas -zapaterías, entierros,


tienen
bares, nacimientos, casas montubias y muchos otros motivos -
puede
precios bastante elevados, entre 3000 y 5000 sucres, pero no se
producir más de dos piezas diarias, generalmente.

El grupo más numeroso lo conforman los ceramistas


que, si bien trabajan las réplicas precolombinas, las hacen menos
o de
perfectas, a veces bastantes toscas, siguiendo más el criteri
cantidad que el de calidad.

Estos artesanos venden la mayor parte de su producción


e
a los intermediarios locales quienes les hacen pedidos, normalment
bastante grandes, de cien piezas por semana, por ejemp lo. A veces,
enes
también estos ceramistas van a ofrecer sus trabajos a los almac
la venta direct a.
de Quito, sobre todo, o bien tienen clientes para

La demanda por este tipo de piezas es, por lo que se


falta
puede juzgar, buena. Los ceramistas manifiestan que nunca les
trabajo, incluso puede ser necesario delegar parte de un pedido
grande a otro taller.

Los precios que reciben los ceramistas que fabrican


s, son
piezas más sencillas, sobre todo para los intermediarios locale
hace,
varias veces inferiores a los que obtiene la élite artesanal. No se
sino
normalmente, un cálculo consciente de los costos de producción,
ador
que el ceramista se pone, simplemente, de acuerdo con el compr
te,
sobre el precio, intuyendo qne, al menos, no va perder. Naturalmen
veces
los precios a los que venden los intermediarios, son muchas
mayores. Dice Fausto Véliz:

"Aquí hay gente que tiene más habilidad para trabajar


325
y por ese trabajo piden más caro. Ellos venden a los comerciantes.
También tienen pedidos. Y hay gente aquí que está trabaja y trabaja,
pero no sale. Les toca vender aquí, sacan menos ellos".

La venta indirecta es preferida por muchos artesanos ya


que les evita el viajar ellos mismos. Muchos de ellos desconocen
todavía el medio de las ciudades y carecen de información sobre los
canales de venta y los pasos a seguir para la venta directa en estos
lugares. Los pedidos de los comerciantes locales proporcionan,
además, un ingreso más regular y seguro.

Los talleres de cerámica son, en su gran mayoría, de tipo


familiar, donde trabajan los dos esposos y los hijos según su edad y
disposición. Los hijos ayudan en ciertos pasos del proceso de fa-
bricación, como a amasar barro o a bruñir, o también producen sus
propias piezas, recibiendo ellos mismos el dinero por su venta. La
excepción constituye, como ya se mencionó, el taller de la familia
Bailón.

Ha sido difícil, a pesar de que muchos artesanos reco-


nocen los beneficios de la organización, organizar a los ceramistas de
La Pila. A raíz de un curso de capacitación de parte de CENAPIA,
en La Pila, en 1982, en el que se prestó asistencia técnica a los
ceramistas en aspectos de cocción y de preparación de pastas y
colorantes, se procuró organizar una precooperativa. Dice Anselmo
Bailón:

"De CENAPIA un curso aquí. Vino un Jami, un técnico


de Quito. Era bueno, aprendí bastante con este técnico. Nos
organizamos yfuimos a trabajar. Jbamos a hacer una precooperativa.
Ya estaba para firmar los estatutos, todo. Pero fracasó porque la
gente empezó a decir: 'No queremos precooperativas porque esto va
a ser un fracaso. Vamos a trabajar mal.' CENAPIA nos estaba

326
la
organizando porque querían que trabajdramos unidos. Entonces,
gente no quiso. CENAPIA estaban molestísimos".

Y opina Hugo Bailón:

"Muchos artesanos, por no tener venta, venden barato.


e
Venden por necesidad. Muchos venden a precios inferiores porqu
aquí
no tienen a quién vender. A ellos los compran los intermediarios
e no
en el sitio. Pero hace daño a los que estamos organizados porqu
hacer
hay cómo subir los precios. Bajan el mercado. Quisiéramos
ar
una asociación de artesanos, pero mucha gente no quiere trabaj
unida".

Los artesanos que participaron en el curso quedaron


las
contentos con los resultados y algunos de ellos siguen utilizando
técnicas aprendidas, a más de los hornos, en cuanto a la prepa ración
de la pasta.

Se opina, en general, que la habilidad de los ceramistas


de
de La Pila ha aumentado gradualmente, siendo las piezas de ahora
los
mejor calidad de las que se hacían antiguamente. Muchos de
cursos de capac itació n
ceramistas desearían, además, recibir más
para mejorar su artesanía.

Hasta ahora, pues, los intentos de organizar a los


cada
ceramistas de La pila han fracasado. Ellos prefieren trabajar
ional y
cual por su cuenta, celosos de su independencia profes
los
econom1ca. Esta situación podría cambiar por iniciativa de
lo
mismos ceramistas si consideran necesario organizarse, por ejemp
para recibir los cursos deseados.

La arcilla, materia prima básica, no existe localmente.


de
Se la trae de dos lugares principalmente. Una de las arcillas viene
a.
Santa Lucía, la otra de El Páramo, ambos lugares cercanos a Jipijap
327
Ultimamente es difícil conseguir la arcilla ya que los dueños de estos
terrenos ya no la quieren vender. Antes venían ellos a ofrecer la
arcilla a La Piia, ahora es más común que el mismo artesano vaya,
fletando un carro para sacar la arcilla y convenciéndole al dueño que
la venda. El precio de la arcilla varía según su calidad. Los
ceramistas que traen al por mayor a veces pueden revenderla.

La arcilla de Santa Lucía necesita, a veces, de arena


como desgrasante, mientras la de El Páramo, es más arenosa. La
arcilla de Santa Lucía se considera de mayor calidad. También se
pueden mezclar las arcillas de los dos sitios.

El costo de la leña, cada vez más escasa, supera muchas


veces al de la arcilla. Esta la traen a vender personas que tienen leña
en sus terrenos. Algunos ceramistas prefieren traer leña de sus
propios terrenos, lo que resulta más económico.

Para darles color a las piezas se utiliza, sobre todo, el


óxido de hierro, el que se compra en las ferreterías, y a veces, los
engobes. U na pequeña parte de los objetos se pinta en frío, utilizando
pinturas de caucho.

Después de remojar la arcilla seca en agua durante un


par de días, lo más común es amasarla con las manos, quitándole las
impurezas y añadiendo arena, que se trae de las playas de Manta, en
una cantidad que depende de la calidad de la arcilla. El curso de
CENAPIA enseñó a preparar la pasta en proporciones más exactas,
pesando los ingredientes, y a añadirle caolín. Los ceramistas que
trabajan de esta manera, remojan la arcilla con el desgrasante hasta
hacerle "colada" o barbotina, y secan la pasta sobre yeso o ladrillo
hasta que tenga la consistencia adecuada para trabajar.

Cuando se empezaron a fabricar las figuras en La Pila,


se utilizaban los moldes o "cuños" antiguos encontrados en las
328
excavaciones. A veces estos eran de cuerpo entero, pero más común
era utilizarlos para la cabeza de la figura y hacer el cuerpo "a pulso"
con la técnica de "botellas". Se forman planchas de barro y se les da
forma cilíndrica doblándolas alrededor de una botella de tamaño
conveniente para el cuerpo hueco de la figura, añadiendo luego las
extremidades y adornos a mano. Esta técnica es utilizada todavía por
muchos artesanos.

La técnica de "botellas" puede combinarse con el uso de


moldes, -los que muchos ceramistas tienen hechos con impresiones
de piezas auténticas-, y el modelado libre en la misma pieza. La
variedad de piezas de distintas formas y hechas con varias técn_icas,
se las ensambla para formar la figura, teniendo cuidado de pegarlas
bien entre ellas, alisando las uniones y perfeccionando la superficie
con un pedazo de tela o esponja.

Cuando esté seca la figura, se la pinta con óxidos y


engobes y se la pule con una piedra o alambre hasta lograr un color
y bruñido como de la pieza que se desea imitar. Como ya se
mencionó, un buen "imitador" se especializa en el acabado de ciertas
culturas. Sus procesos son el resultado de una larga experimentación
y su secreto particular.

Algunos ceramistas trabajan en moldes de cerámica de


cuerpo entero, colocando en ellos las placas de arcilla. Estos moldes
se fabrican con figuras antiguas o bien con figuras propias. Se utiliza
el molde para la cara anterior de la figura, añadiéndole la parte de atrás
a mano.

Unos pocos ceramistas prefieren los moldes de yeso,


enseñados por CENAPIA. Sin embargo, ellos no utilizan la técnica
de colado, sino colocan placas de barro en ambas tapas del molde,
uniéndolas después. Las figuras de molde se perfeccionan, quitándoles
las rebabas con un cuchillo y añadiendo los adornos y detalles a mano.
329
En el caso de las escenas costumbristas, toda la pieza es
ista.
modelada a mano, pulida y pintada según la idea del ceram
és de
Algunos detalles se pueden pintar con pintura de caucho despu
la quema para lograr una gama de colores más amplia.

La cerámica se seca rápidamente en el cal uro so clima de


hace,
La Pila y en tres o cuatro días ya está lista para la quema. Esta se
nte, se utiliza ba
en la mayoría de los casos, al aire libre. Anteriorme
el fogón de la cocina, lo que resultaba en una cocción imperfecta.

La quema es muy sencilla, se pone leña delgada en el


a se
suelo directamente, o bien en un hoyo excavado en este. Encim
que
amontonan desordenadamente de 20 a 50 piezas de cerámica, las
e
se tapan con más leña. Se riega kérex sobre la leña y se le prend
fuego
fuego. Toda la quema no dura más de una hora. Se alimenta el
a las que no les alcanz a
con más leña y se cambian de lugar las piezas
todas
el calor suficiente. Se considera terminada la quema cuando
las piezas están "coloradas".

Se sacan las figuras todavía calientes de las brasas y se


se las
les da el acabado final. Por ejemplo, para que salgan negras,
que
entierra en la tierra con estiércol en el corral de las vacas. Para
se vean "antiguas" se les echa agua con lodo.

CENAPIA construyó tres hornos, de los que dos se


uidos
utilizan actualmente. Estos son hornos para leña, cerrados, constr
con cemen to. Las piezas
de ladrillo común y refractario y revestidos
uce
seco locan en una cámara sobre arcos de ladrillo y la leña se introd
ras el
debajo de esta. Se hacen varias quemas consecutivas, mient
tiemp o de
horno esté caliente, para ahorrar combustible. Aquí, el
ta y
quema es de una a dos horas, lográndose una cocción más perfec
uniforme.

La mayoría de los ceramistas de La Pila son jóvenes y los

330
niños aprenden, casi sin excepción, la actividad de sus padres. Sin
embargo, el nivel de educación formal ha subido, sobre todo con la
posibilidad de seguir el colegio en la misma comunidad. Casi todos
los padres ceramistas desean que sus hijos estudien y consigan
trabajos más seguros y mejor remunerados.

Sin embargo, si sigue habiendo demanda por la cerámica


y, sobre todo, si se presentan las posibilidades de cursos de asistencia
técnica, créditos y otras formas de apoyo a los artesanos, sin duda
siempre habrá personas dispuestas a seguir como ceramistas en La
Pila.

El habitante de La Pila se distingue por su pragmatismo


y habilidad para buscar las fuentes de ingresos disponibles y más
convenientes, considerando la cerámica como cualquier otra actividad
económica.

En Valdivia, provincia del Guayas, existen dos cera-


mistas que han aprendido el trabajo de las réplicas de las personas de
La Pila. Ellos venden su producción a turistas y en el Museo de
Sitio de Salango, principalmente.

331
Región Amazónica Central y Sur
Napo, Pastaza, Morona-Santiago
Técnica de acordelado (engobes y resinas vegetales)

En estas provincias de la RegiónAmazónica, se fabricaba,


tradicionalmente, cerámica utilitaria para uso doméstico. Es decir
que cada ama de casa sabía elaborar los objetos que necesitan para la
cocina, de manera especial los relacionados a la preparación y el
consumo de la chicha, pero también ollas para cocinar y platos para
la comida.

La cerámica no se hacía, pues, para la venta, aunque a


veces, a una mujer especialmente hábil, otras personas podían pedirle
ollas, tinajas o platos y adquirirlas por medio del trueque.

Hoy sigue, en parte, produciéndose la cerámica para uso


familiar, pero también se encuentra, durante los últimos años, una
creciente comercialización, sobre todo en la provincia de Pastaza.

La artesanía alfarera, en la Región Amazónica, tiene una


historia muy larga, y, posiblemente, sea sólo la relativa escasez de
investigaciones arqueológicas aquí lo que ha hecho difícil demostrar
su postulada importancia en los desarrollos más tempranos del actual
Ecuador, siendo la Costa la región mejor documentada.

En todo caso, se encuentran aquí restos de cerámica


desde el período Formativo, o desde por lo menos alrededor de 2000
ó 2500 a.C., en las fases llamadas Pastaza y Pre-Upano, ubicadas
cerca a los ríos de los mismos nombres (Porras, 1987).

332
La cerámica de la cueva de Los Tayos se data alrededor
de 1.500 a.c. y, en N apo, la fase Cotundo tiene su inicio en 1000 a.C.
aproximadamente.

La tradición Upano se encuentra en el vallo de este río


por un lapso de tiempo que cubre todo el período de Desarrollo
Regional y parte del período de Integración. Al Desarrollo Regional
pertenecen, también, las diferentes fases de la cerámica definida
como Cosanga-Píllaro que se encuentra en una área más amplia, en
la parte occidental de la actual provincia de Napo, donde tiene su
manifestación más temprana, y que luego se extiende a varias
provincias de la Sierra e incluso de la Costa (Porras, 1987).

Del período de Integración se han definido, nuevamente,


varias fases o culturas, al parecer localizadas cada una en un área
limitada, como Ahuano y N apo en el norte, a más de la última fase de
la tradición Upano, en el sur. (Porras ibid, 1987).

Los especialistas concuerdan en que en la Región


Amazónica siempre han existido numerosos grupos humanos
heterogéneos, sin embargo caracterizados por su movilidad, y que, de
esta manera se han mezclado aquí los idiomas y otros elementos
culturales.

Así como los inkas no lograron dominar a los pueblos de


la selva, tampoco lo lograron los españoles en la época de la
conquista, sino mucho más tarde para la mayoría de los grupos,
siendo para muchos de ellos, esta historia casi actual. Sólo en la parte
occidental de la provincia de Napo, los pueblos llamados Quijos,
cuyo territorio coincide con la extensión de la cerámica Cosanga-
Píllaro, fueron conquistados ya en el siglo XVI (Moreno Y ánez,
1983).

Para la cerámica, carecemos de fuentes escritas que nos


333
hubieran permitido, de alguna manera, llenar el vacío cronológico
que existe entre la cerámica arqueológica de la Región Amazónica y
la alfarería actual aquí.

Tampoco han sido estudiadas las técnicas de fabricación


de la cerámica antigua, ni se puede observar una continuidad directa
con las formas modernas. Lo que sí se puede afirmar es que los
alfareros precolombinos utilizaban también los pigmentos minerales
y vegetales para decorar la cerámica. La decoración geométrica se
puede, asimismo, encontrar en parte de la cerámica precolombina,
como en la fase Pastaza (Porras, 1987). Parece probable que también
se empleara, quizá entre otras técnicas, la técnica del acordelado para
formar las piezas.

A pesar de que, hoy, la cerámica de las tres provincias


en referencia tiene la misma técnica de fabricación y que las formas
y sus usos son similares, compartiendo, también estos pueblos
procesos históricos parecidos, existen, actualmente, diferencias
considerables entre la producción de cerámica de una provincia y
otra.

En Pastaza, la cerámica constituye una artesanía viva,


integrada a la vida familiar y comunitaria. En casi todas las
comunidades las mujeres saben fabricar la hermosa cerámica utilitaria
relacionada, sobre todo a la. preparación y consumo de la "asua" o
chicha. Existe también aquí la única expresión actual de cerámica
ceremonial, en los recipientes especiales para tomar chicha en las
fiestas comunitarias para, luego, romperlos.

En los últimos años se ha empezado a comercializar la


alfarería, logrando, de esta manera, una fuente de ingresos para las
mujeres, conservando, en la mayoría de los casos la técnica y los
diseños tradicionales. La Organización de Pueblos Indígenas de
Pastaza apoya, activamente, la comercialización.

334
En Morona Santiago en cambio, la cerámica autóctona
está desapareciendo hasta tal punto que incluso la chicha se fermenta
hoy en ollas de aluminio.

A pesar de esporádicos intentos de promoción por parte


de las misiones, la Federación Shuar o el CREA, no parece ya posible
frenar este proceso, parte de la general aculturación.

Las mujeres mayores fabrican todavía pequeñas can-


tidades de cerámica utilitaria para su casa o, cuando hay un pedido,
para la venta, pero las jóvenes ya no aprenden la alfarería.

La cerámica aquí comparte, con la cerámica de Pastaza,


la técnica de fabricación y el uso de resinas vegetales y cera de abejas
para el acabado de los recipientes. Las formas son, también, muy
parecidas. Sin embargo, la alfarería de Morona-Santiago es sencilla,
con el rojo del achiote como única decoración.

En Napo, la situación es parecida a la de Morona-


Santiago. Aquí, las familias indígenas utilizan el aluminio y el
plástico en sus cocinas y para la chicha.

Sin embargo, en esta provincia se da un parcial proceso


de "renacimiento" a causa del turismo. Algunas familias, a pesar de
que ellos mismos no utilizan los objetos de alfarería, han vuelto a
fabricarla exclusivamente para la venta a los turistas quienes, dentro
de lo "tours", son llevados de visita a sus casas. La cerámica es igual
a la de Pastaza, pero se nota una menor perfección en el acabado y la
decoración.

335
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Sjoman, Lena - OPIP (1991),
La cerámica popular de Pastaza. Cuadernos de Cultura
Popular Nº 17 CIDAP. Cuenca.

336
Localidades alfareras
donde se utiliza la
técnica de acordelado
(con engobes y resinas
vegetales)
Sarayacu

En casi todos los pueblos de la provincia de Pastaza, las


por
mujeres saben fabricar la hermosa cerámica utilitaria, admirada
una artesa nía
su perfección técnica y estética. La cerámica es aquí
mujer.
viva. integrada a la vida doméstica, colectiva y a la vida de la
y ollas forma parte de las
El saber hacer las tinajas, mucahuas, platos
habilidades que debe poseer cada ama de casa.

Sólo recientemente estas piezas han sido sac:adas de su


a ser
contexto socio-cultural para ser comercializadas y han pasado
sobre
objetos altamente cotizados en el mercado turístico, de Quito,
todo.

aparentemente, no ha llegado a
Esta comercialización,
las
afectar significativamente, al menos en el caso de Sarayacu,
ica, la
fonnas, materiales. procesos o diseños decorativos de la cerám
que se sigue fabricando en forma tradicional, aun para la venta.

Sin embargo. al revisar los almacenes de artesanías en


os
Puyo, se encuentran mucahuJs de otras comunidades, como Canel
tricos o de figura s que no
o San Jacinto, que tienen diseños geomé
o, se ven
tienen nada c¡,uever con los diseños tradicionales. Inclus
co.
fonnas forá~as. como tasas con platos y el uso de barniz sintéti

La venta de la cerámica es considerada por las mujeres


Las
quichuas como una fuente importante de ingresos en efectivo.
ltura
artesanías son. para este fin. la única alternativa, ya que la agricu
vez, al
es únicamente de autoabastecimiento. Esto se debe, a su
339
costoso y difícil transporte que hace que no sea rentable la venta de
productos agrícolas.

Sucede que muchas mujeres, con la venta de la cerámica,


tienen más dinero que los hombres, lo que contribuye a su posición
fuerte dentro del hogar, si bien, formalmente, la mujer quichua debe
sujetarse a la autoridad del marido.

Muchos hombres jóvenes se ven obligados a emigrar


para trabajar en las plantaciones de la Costa o, si se quedan, a
emplearse en las odiadas compañías petroleras. Precisamente para
defender su territorio y, con él, su cultura, de la explotación de las
compañías petroleras, los indígenas de Pastaza se encuentran
organizados en la Organización de Pueblos Indígenas de Pastaza
(OPIP). La OPIP, tiene actividades en diversas áreas, así también en
la promoción y la comercialización de la cerámica y otras artesanías.

Sarayacu es la más conocida de las comunidades donde


se fabrica cerámica. Salen bastantes piezas de aquí a la venta. Las
mujeres aquí están organizadas en laAsociación de Mujeres Indígenas
de Sarayacu (AMIS), la que pertenece a la OPIP. Uno de sus objetivos
es el de promover y enseñar la cerámica y buscar vías de
comercialización directa.

Sarayacu es una parroquia de 1300 habitantes, que tiene,


además de Sarayacu propio, cuatro "centros": Sarayaquillu,
Shihuacocha, Calicali y Chontayacu. Cada uno de ellos cuenta con
su escuela y en Sarayacu hay, además, un colegio técnico-agropecuario,
una iglesia de la Misión Salesiana y Hospital del Seguro Social
Campesino. La organización política es la de "comuna" con su
presidente y un "varayoc" de cada "centro".

A 30 minutos en avioneta desde el Puyo, Sarayacu se


extiende a ambos lados del río Bobonaza. La pista de aterrizaje,
340
Sarayacu

abajo, conecta el pueblo con el exterior, acortando distancias, la


plaza, arriba sobre el río, es el centro de Sarayacu. Las casas, de caña
guadúa, amplias y abiertas con techos de palma hábilmente tejida, se
diseminan entre la abundante vegetación selvatica. La tierra fértil
permite que las chacras, dentro del sistema de cultivo mixto y de
rotación, den abundantes cosechas de hortalizas y frutas de las que las
más importantes son la yuca y el plátano, de los que se elabora la
"asua" o chicha.

La cerámica es trabajo de mujeres. Sus conocimientos


se vienen heredando por generaciones de madre a hija. Se divide la
cerámica en dos grupos: La de uso diario y la que se hace espe-
cialmente para las fiestas.

Al primer grupo pertenece la "manga" (olla) para cocinar,


ahora reemplazada por las ollas de aluminio, el "callana" (plato) para
341
y la "mucahua" que
comer, también de uso menos frecuente, la tinaja
ía se utilizan en
sirven para fermentar y tomar la chicha y que todav
al consumo de la
cada hogar. Estas dos formas están tan ligadas
quichua de Pastaza.
chicha como este es parte fundamental de la vida
brindar abundante
Lo primero que se hace cuando vienen visitas es
"pilchi" (calabaza)
"asua". Aunque se le puede reemplazar por un
normalmente se la sirve en una mucahua.
ración
A diferencia de la olla y el plato que carecen de deco
(la olla tiene impresiones de uñas), la mucahua
y la tinaja se pintan
es bicolor, la mitad
con engobes en blanco, rojo y negro. La tinaja
franja decorativa o
inferior roja y la superior blanca, a veces con una
hua tiene intrincados
dibujos, como aves o alguna inscripción. La muca
estilizados.
diseños geométricos que representan animales

Relata la señora Beatriz Gualanga:


que
"Ya nuestros antepasados han sabido esto. Yo creo
veces, me pon 6o a
Dios mismo les ha dejado con esta idea. Yo, a
nacido. Mi mamá
pensar ¿Cómo, pero cómo? Ya con esto se ha
ador a la mamá.
sabía. Y mis abuelitas. Nosotros éramos el carg
r cargar a las que
Cargador de barro. Porque las viejas saben hace
la comu nidad, sabían
no saben. Yo, sólo para mí trabajo. Antes, en
r chicha. De ahí
hacer mucahuas, tinajas grandes para hace
comenzaron a venderse.
tinaja,
Tejidas por las madres eran la olla pequeña, la
ado.
la olla para cocinar aves, la olla para cocinar pesc
inio.
Dejando todas esas, utilizamos sólo ollas de alum
mbres de nuestras
Ahora estamos queriendo ésas, dejando las costu
madres.
Las
En el tiempo antiguo, las madres enseñaban.
Las viejas hacían
madres hacían mucahuas grandes como tigres.
342
Tinajas grandes. Sarayacu, Pastaza

grandes, de asientos bien pequeños. Ahora, los modelosdemucahuas


son diferentes.

Esto, las más expertas, las pintaban y las quemaban


en dos días. También se sentaban de noche para pintar. Nosotras,
por la ociosidad, no quemamos, se rompen, o si no, también las
quemamos.

Cuando éramos solteras, no nos interesaba nada. Donde


quiera andábamos bailando. Ahora de viejas nos preocupamos".
343
Y dice Ercilia Machua:

"Bueno, las viejas, las madres, enseñaban. Nosotras


as manos
mismas sabíamos, nadie nos enseñaba. Con nuestras propi
os. Así se vive
tejíamos y así aprendíamos a hacer mejor. Así vivim
no hacen
tejiendo. La tinaja, la olla, la mucahua, el plato .... a las que
las critican.

Yo sé hacer o/litas, la tinaja, el plato ...

Creo que no vendían, sino que regalaban. Ahora, como


s vivían
todas las cosas han subido, comenzaron a vender. Toda
sí puedo,
regalando. Pero si es que tejo, yo vendo. Yo misma, tejer
"
pero pintar no puedo. El ojo está volviéndose ciego ....

Cuenta la señora Carmen Gualinga, de la vecina


comunidad de Montalvo:

"Yo aprendí de mi madre, de mis abuelas. Desde los


sido fácil
días de mi juventud. Cuando estaba comenzando, no
Después,
aprender. A veces se caían, les compon(a y volvía a tejer.
aprendiendo, no he sabido hacer caer....

No hemos sabido vender. No. Hacíamos para tomar


adentro?
nosotros. ¿Dónde íbamos a vender si viv(amos monte
tejíam os para tomar
Ahora salen a la venta. En la fiesta de nosotros,
tejíamos.
nosotros. Haciendo fiesta con los viejos, para tomar ahí,
iento de mi
Las mucalzuas que están hechas ahora son para el casam
hija. Las que están tejidas, no son para vender".

La arcilla se encuentra en "minas" o "huecos" cerca de


es van
las quebradas. En Sarayacu hay dos de estas donde las mujer
dice que una de
entre varias para ayudarse en el trabajo. Aunque se
a sin que
las "minas" es propiedad de una familia, todas sacan la arcill
344
tenga que comprarse. Se procura, de una vez, extraer suficiente
arcilla para, envuelta en hojas, guardarla y no tener que ir a sacarla
muy a menudo.

Cuando la mujer trabaja para su casa, se pone a hacer por


ejemplo mucahuas cuando ve que las que tiene están viejas o rotas.
Cuando trabaja para la venta, puede traer barro y hacer algunas
mucahuas sólo con este propósito. Puede vender también las que le
sobran de la casa.

Para las fiestas se hacen, a más de tinajas para fermentar


chicha, si faltan, vasijas especiales para tomar la chicha en la fiesta.
Estas tienen forma de animales, a menudo fantásticos, seres humanos
o míticos. U objetos como aviones o cascos de trabajadores petroleros
(Whitten, 1981 ). La costumbre manda romper estas piezas después
de la fiesta, pero ahora se les guarda muchas veces para venderlas.

La arcilla para las mucahuas tiene que ser lisa, sin


piedras ni arena. Es de color entre blanco y gris, muy plástica. Para
las tinajas y ollas se utilizan arcillas de mayor contenido de arena y
pequeñas piedras. Estas sirven como desgrasante para la pasta de
estas formas más grandes y de paredes más gruesas. Estas arcillas
pueden venir de las mismas "minas", o de otras cercanas.

En Montalvo se utiliza un desgrasante adicional: la


ceniza del árbol "apacharana".

La arcilla húmeda se amasa para quitarle las impurezas.


Para trabajar, la mujer se sienta en un banquillo con una tabla de
madera sobre las rodillas.

Forma cordeles de arcilla y luego una base plana para el


fondo de la mucahua. Sobre él añade los rollos, juntándolos con los
dedos.
345
Acordelado de una mucahua en Sarayacu

Con un pedazo de calabaza redondeada -"huihuishcu"-


la alfarera va adelgazando y alisando las paredes por fuera y por
dentro, ayudando esto, además a darle la forma redonda a la mucahua.
El borde se iguala, quitándole el barro superfluo con las uñas y se
siguen añadiendo más rollos de arcilla.

Para hacer una pieza grande, es necesario esperar a que


las paredes se endurezcan para añadir más arcilla. Una tinaja grande
puede demorar hasta quince días en terminarse.

El borde se alisa con una hoja de maíz: ''sarapanga". Se


sigue alisando y perfeccionando la mucahua a medida que va
endureciendo.

Normalmente, se trabajan varias mucahuas en serie,


siguiendo en cada una los pasos del proceso.

346
Al segundo día se pinta la mucahua de color entero. El
más popular es el rojo o, si no, rojo por fuera y blanco por dentro o
viceversa. Después de otros tres días, se bruñe la mucahua con una
piedra lisa del río, la que se humedece con agua. Se pintan los diseños
en rojo más oscuro, blanco y negro.

Las arcillas para los engobes son de diferentes pro-


cedencias. La roja, que existe en tres tonos distintos, del claro al más
oscuro -quilluallpa, colorallpa y pucallpa- se encuentra localmente
y no es necesario comprarla.

La blanca - "'ruyajallpa"- es un caolín que se trae del sur,


cerca de la frontera peruana o de donde desemboca el río Bobonaza
en el Pastaza. Se la compra a personas que lo traen a vender.

La negra - "yanallpa"- de consistencia más dura, viene


de Curaray al norte, también comprada.

Las arcillas blancas y rojas se remojan en agua, aunque


la roja necesita molerse un poco para tener una consistencia uniforme.
La arcilla negra hay que molerla en una piedra que la alfarera busca
junto al río para este fin. Esta piedra de moler se guarda bien, pues
no es fácil encontrar una piedra de forma adecuada.

Los pinceles se fabrican del propio pelo, amarrando


unas hebras bastante largas a un pequeño palo. Se hacen varios
pinceles de diferente grosor para las diferentes líneas.

Es un trabajo de mucha precisión y paciencia el pintar


una mucahua. Las mujeres mayores ya no ven lo suficientemente
bien para poder pintar bonito, así que pueden delegar esta tarea a una
hija.

El diseño se compone de líneas, formando un conjunto


347
geométrico que representa un animal silvestre estilizado, como la
boa, la tortuga, el cascabel, el alacrán ... La línea más gruesa que guía
el diseño, es la "mama churana". Alrededor de ella, se pintan las
líneas más finas que la "siguen" -"catina" o "aisana huasca"- hasta
llenar las figuras. Estas se distribuyen, normalmente, alrededor del
borde interior y, más espaciadas, al exterior de la mucahua. Esto deja
libre el fondo, donde, a veces, se pinta un pequeño animal o insecto
naturalista, un alacrán por ejemplo.

Así describe la señora Beatriz el proceso de fabricación:

"La arcilla acá hay una mina no más, de ahí todo el


mundo saca. Dueños somos nosotros, pero como estamos entre
indígenas, no peleamos. Entre cinco mujeres sabemos ir, botarnos
a la laguna y encontrarnos en el barro. Este barro está como pegado,
no más. Adentro hay tierra. Eso no vale.

Este es sólo para mucahuas y este sólo para tinajas. No


tiene arena ni piedras. Este tiene arena y piedras para la tinaja.

Nuestro hueco está abajo, en Shihuacocha. Desde el


tiempo de mis padres. La tierra de mis padres, las madres la traían
y hacían mucahuas, ca llanas... Así vivían.

Del Perú nuestros abuelos han sabido traer la tierra


blanca. Decían nuestra abuelas que la tierra peruana pinta bien. La
tenían bien envuelta, la tierra negra también. Ahora, peruanos y
ecuatorianos se hicieron enemigos. Nuestras abuelas, lo que tenían
envuelto, a su nueras les mezquinaban y les daban poquito. Ahora,
cuando se hizo así, de Chiriboga traen. En Chiriboga hay la tierra
más blanca. La tierra negra es de Curacay.

El shilquillu, las abuelas, cada una traía del monte,


recogiendo el shilquillu. Eso no traían de lejos.
348
Tenemos que arreglar a pura mano. Se pone fea,
también, pero hay que arreglarla bien hechito. Sí, trabajo es.

Ya están los rollos ahí, este es el asiento. Ahí vamos a


poner todos los que están. Este instrumento se llama huihuishcu. Es
del pilchi. Yendo así, despacito. Toda forma tienen que ir despacio.
Despacito se teje no más. Se arregla elfilo para que esté parejo. Esta
tiene que endurecerse. De ahí tenemos que limpiar con una hoja de
maíz.

Con esta tierra pintamos. Esta roja hay aquí. También

Decoración de una
mucahua. Sarayacu,
_, Pastaza

349
es piedra.
hay un poco lejos. En el estero hay como piedra, pero no
no deslíe . Así
Este material tenemos de Curaray. Esta piedra
guardado tenemos, en el agua, para que no se apague.

La tierra negra se muele en una piedra hueca. Fregando,


ndo en las
fregando. La tierra blanca se deslíe en un pilchi. Busca
as. Se las
playas grandes se encuentran estas piedras. Las hay bonit
la piedr a. para
tiene que guardar para siempre. Para esto está
fregar.

Después se amarra este pelo. Con este pelo vamos a


blanco se
pintar. Este color rojo se le pinta con tierra blanca y este
pinta con tierra negra.

Primero voy a poner así la línea gruesa que forma la


la mama.
figura, para luego seguir. Esta es la catina, esta es
r todo,
Siguiendo la línea negra queda bien. Después de forma
que salga bien, esto hay que
llevamos las figuras para adentro. Para
coge bien.
hacer despacio, tas, otro tas. Veamos si es que la pintura
ver bien.
Cuando somos viejas nos volvemos ciegas y no podemos
es, gruesas,
Entonces, nos equivocamos y hacemos líneas grand
feas.

Lasque más han sabido pintar han sido las compañeras


o poner
de Andoas. Ellas han enseñado. Antiguamente han sabid
eran las
solamente color rojo por fuera, color blanco por dentro, eso
diend o a hacer
pinturas. Ahora, vendiendo, vendiendo, están apren
y a pintar las jóvenes.

Se pone una idea que carga una que conoce, pues. Sea
án, araña,
pájaro, sea tigre, sea ardilla. Culebritas, camarón, alacr
hua para
pintado bien tupido, conga.... As{ ponen al filo de la muca
poner bastantes figuras."

350
Cuenta Carmen Gualinga:

"En ese lugar que se llama Murupishi vamos cavando


para
para sacar la tierra. haciendo una callanita se mete al fuego
tejer la
ver si es que se quema. Para tejer la mucahua es una, para
olla es otra, para tejer la tinaja es otra.

Para tejer la tinaja tiene un poco de piedras. Para tejer


es
la olla tiene mucha piedra. Hay que sacar algunas. La mucahua
lisa, no tiene ni piedra ni arena.

La corteza .de un árbol que se llama apacharana le


no se
quemamos y con la ceniza, aplastándola, mezclamos. Con eso
revienta. Es trabajoso, eso de tejer.

Los que saben encontrar la pintura, saben cáal es la


pinturabuena. Cuandodicenellosquesepintabien,esocompramos.
a
Trayendo de Curaray venden. La tierra banca la traen de la bocan
do
del río Pastaza. La tierra amarilla la traen de un sitio llama
Quilluallpa. Eso queda en Huayruri.

Traen de ahí, recogiendo de lejos y seleccionando las


a,
mejores pinturas. Buscamos la piedra para cada clase de pintur
para la tierra blanca, para la negra, para la roja ...

Buscando en las playas, en un sitio que se llama


para
Lumucara, esas piedras en forma de plato, traemos para moler
pintar. La tierra negra molemos con agua y con eso pintamos.

Cortando el pelo, amarrando en un palito, con eso


de
pintamos. Lo que está pintado en la piel del boa, en el carapacho
.
la tortuga, pensando. Lo que está pintado en los gusanos, viendo
os. Eso no
Todo lo que esté pintado, viendo eso y pensando, pintam
más sé, lo que me enseñaron mis abuelas.
351
Se queman las mucahuas dentro de una olla vieja sin
fondo. Se pone la mucahua bocabajo dentro de la olla encima de un
fuego lento para precalentarla. Cuando está negra, se llena la olla con
ceniza, cubriendo la mucahua y se aviva al fuego. Toda la quema dura
unas tres horas.

Para quemar una tinaja, se la pone apoyada entre tres


tinajas viejas sobre el fuego. También se cubre todo con leña y se
prende fuego. Alternativamente, se puede apoyar la tinaja entres dos
palos gruesos colocados horizontalmente.

Se saca la mucahua todavía caliente y se le aplica el


"shilquillu". Este es una resina del árbol del mismo nombre, que se
utiliza para impermeabilizar y dar brillo a las mucahuas. El
"shilquillu" viene preparado en forma de pedazos de color blancuzco

La alfarera aplica el "shilquillu" -resina vegetal- en la mucahua caliente,


recién quemada. Sarayacu, Pastaza

352
que, al pasarlos por la mucahua caliente, se derriten, dejando una
superficie brillante. Este barniz resiste únicamente bebidas frías,
precisamente la chicha o el agua. El "shilquillo" es de diferentes
calidades y se lo compra de las zonas donde hay de la mejor calidad."

Para comidas calientes es la "callana" o plato. De forma


similar a la mucahua, carece de decoración: se lo deja con el negro
ahumado producido por la quema. Lo mismo es en el caso de la olla
-"manga"- la que, sin embargo, tienen una decoración exterior de
franjas de impresiones de uñas.

Para impermeabilizar las tinajas, se les pone "pungara"


por dentro. Esto es una "brea" o cera fabricada por abejas silvestres:
"pu tan". El "pungara" tampoco existe en abundancia. Los hombres,
cuando van de caza, pueden encontrar un nido de estas abejas.
Entonces, ellos avisan a las mujeres para que vayan a sacar la cera.
También se la puede comprar de zonas donde existe más de ella.

Las mujeres jóvenes, generalmente, siguen aprendiendo


la alfarería, siendo los objetos de cerámica una parte integral de la
vida cotidiana y ceremonial. Con la comercialización, las mujeres
también obtienen un importante aporte a la economía familiar. Es de
esperar que, en los esfuerzos por promocionar y comercializar su
cerámica, las mujeres quichuas no vayan perdiendo su forma ancestral
de fabricarla y los valores culturales inherentes en ella, evitando la
masificación de la producción.

353
Sevilla Don Bosco

Cuenta una leyenda Shuar que la arcilla, las técnicas de


fabricación y los modelos de la cerámica fueron entregados a una
joven shuarpor Nunkui, la diosa de la tierra, las arcillas y los sembríos
(Mundo Shuar, 1976).

Todavía, las mujeres shuaras fabrican sus ollas, tinajas


y platos según estos mismos modelos y con las mismas técnicas.

Sin embargo, de esta antes importante artesanía, hoy


queda poco. Ya solamente tienen los conocimientos alfareros las
mujeres mayores de los pueblos apartados de la selva y ni siquiera
ellas trabajan mucho ya. Las tinajas y ollas de barro se han sustituido
por ollas de aluminio y recipientes de plástico, dentro del general
proceso de aculturación.

La señora Rosa Chikiaz, alfarera de un lugar cercano a


Sevilla Don Bosco, comenta al respecto, en español, con ayuda de su
hijo Andrés:

"Todas las mujeres hacían antes. Las mayores no más


saben hacer, pero ahora ya poco. Ya no trabajan esto. Sólo cuando
hay pedido hago ya.

Hasta la gente blanca compraba en tiempo antes esto y


en esto cocinaban. Compraban con plata y con ganado. Por cinco
ollas daban un ganado, un puerco, daban gallinas, daban plata si es
posible.
354
Ya cuando ellos también -aquí siempre se imita a la raza
de los blancos, como hacen, no- ya cuando comenzó esta época
nueva, con las ollas de aluminio, ya las tinajas, todo eso, era de
plástico. Ya cuando compraban eso, nosotros también les seguíamos
imitando, comprábamos también, ya no se necesita de esta olla de
barro. Se dejaba poco a poco, hasta que ya se terminaron las ollas.

Ahora hay más educación y según la calidad de los


estudios, hay los trabajos en las oficinas, así. Antes no era eso, los
hombres sólo se dedicaban a la caza y, más antiguamente, a la
matanza, al desquite. Ya se sigue modernizando la vida, queda en
la historia eso. Hay libros también que sacan las leyendas de aquí,
la vida. Siempre tiene que ser conocido, no se vaya a perder lo de
la raza de uno. Y uno quiere saber, darse cuenta de cómo ha sido.
Queda para el estudio eso".

Al lado de la casa, construida de caña, la señora Rosa


tienen la huerta con yuca, papaya, banano, camote ... y abajo, la
quebrada de donde ella saca la arcilla. Hay varias clases de arcilla,
como la negra: "shuin nuwe", y la blanca o amarillenta: "kapáku
nuwe".

"Adentro es el barro bueno. Hay dos clases de barro.


Uno así negro, la otra es blanca. De chiquita he aprendido de mi
mamá. Antes había muchas mujeres alfareras. Mi abuelita, más
anteriormente, ha sabido hacer, mucho más antes. De la misma
manera. No ha cambiado nada. En ese tiempo, la mamá le daba
haciendo las ollas a las hijas, los platos, y ella les indicaba, les
enseiiaba todo lo que sabían las mayores. Eso ya no. Ya sale una
nuera costumbre ...

Es muy húmedo, a veces me cae reumatismo en las


manos, no ha_vcomo aplastar para hacer las ollas. Por eso he
dejado"."
355
Anteriormente, la alfarería era parte de los conocimientos
que debía poseer cada ama de casa. Ella hacía la "muits": tinaja para
fermentar chicha; "ichinkian": la olla para cocinar; el "amamuk" o
plato para comer; el "pinink" para tomar chicha y todo lo que se
necesitaba en la cocina. Había también el "yukunt": taza ceremonial
para tomar alucinógenos (Mundo Shuar, 1976).

"Hacía o/litas de barro: pinink, para tomar chicha,


amamuk para la comida, para la sopa también, todo con forma de
platos. O /las para cocinar y otras para cocinar yuca, para hacer las
tortillas, para poner los huesos. No se botaban los huesos
anteriormente, se dejaban guardados para botar en el río. Porque
si no, a la segunda vez, ya no se encurmtra los animales."

Cuenta la señora Rosa que antes cada familia tenía su


"mina" de arcilla de la que no dejaban que sacaran las personas
extrañas.

Para sacar la arcilla iba una mujer mayor, viuda o que no


tenía marido, acompañada por sus hijas, nueras y nietas con las
"chankinas" o canastos, para cargar la arcilla extraída.

Era necesario también, cantar un "anent": especie de


plegaria a Nunkui para que ella entregue la arcilla y que salieran bien
las ollas. La señora Rosa ya no se acuerda, dice, de estos "anent",
pero fueron recogidos en la zona de Sevilla de Don Bosco todavía en
1976 (ibid).

"Antes, sabían mezquinar, también, la arcilla, sabían


pelear. No había no más. A los amigos no más se regalaba, a la
mamá, a las hijas. Era una parte pequeña, para lafamilia no más.
Se quería para bastantes platos, para bastantes ollas.

Cuando iban a sacar el barro, hacían un canto de


356
Nunkui que es la diosa de las arcillas y de las semillas y sembríos,
todo eso. Eso le daban y le ofrecían a ella para que saliera un buen
producto de esa olla.

Y no sacaban las mujeres que tenían esposo. Sacaban


sólo las mujeres viudas o que no tenían esposo, sólo las mayores. Las
jóvenes no sacaban. Ellas venían con una chankina no más, unas
cinco chankinas. Canastos son que se usan con una soga y se cargan
en la cabeza. Se ponían alrededor de la mina con su chankinas. Y
la mayor cogía y seguía hasta llenarse una chankina, la otra, la otra
hasta que todas se llenaban".

Se trabaja sobre una tabla de madera- 'tatank"- formando


primero una base de un pedazo de arcilla. Sobre esta se van
colocando cordeles de barro, aplastando y uniéndolos con los dedos.
para alisar, adelgazar y ayudar a darle la forma a la pieza, se utiliza
un fruto del árbol "kuiship".

"Sobre una tablita se hace. Esto es para comenzar la


alzada. Se hacen largos para poner encima. Y eso se sigue
aplastando, que siga criándose. Después se tiene como una tapita,
eso se coge de un árbol. Se llama "kuiship". Es para alisarlo todo
bien. Se deja secar un poco, ya no se parte. Cuando se comienza,
de una sola no se termina: primero se le hace unos diez centí-
metros.

Después se la pasa con el kuiship, bien hechito. Con eso


se ancha. No se sigue más antes que se endure un poquito e/filo, que
no esté muy suave ni muy duro. Porque ahí no tiene contacto con
otro, no se puede pegar como es debido. Ya cuando esté durito se le
vuelve a poner otra más, otra más, hasta cuando esté bien alto, hasta
unos 50 centímetros o más de altura. Después, otra vez, se le pasa
con el kuiship. Ya cuando esté bien terminada se la hace en la boquita
con una hoja de maíz, cosa que quede bonito.
357
En cuanto esté seco, se pone encima del fuego en la
cocina, en el humo. Ahí se seca porque ya se chorrea todo el agua.
Siquiera una semana o dos semanas se deja así, hasta que esté bien
seco, para que esté duro, como el cemento.

Ahí se coge y se le amontona leña así y otra leña así y


abajo también todo el alrededor. Se le pone dentro, en el intermedio,
la olla de barro hecha y se reúne toda la candela alrededor, cosa que
esté bien cubierta. Después se quema eso hasta que esté bien
colorada y no se parte ni por más, bien cocinada."

A diferencia de la más elaborada cerámica de Pastaza, la


única decoración de la cerámica de Macas consiste de el achiote -
"ipiaku" - que se les aplica a los platos después de quemarlos y antes
de barnizarlos con resina vegetal -"yukaip" -. No se pintan diseños
decorativos ni se utiliza pintura pre-cocción, como el engobe u otras
pinturas de pigmentos minerales.

Para impermeabilizar las tinajas se utiliza, como en


Pastaza, la cera -"sekat" o "kanze" - de unas abejas silvestres.

"Después cuando esté casi un poco frío se le pasa el


achiote. Después se pasa el yukaip y eso queda brillante, como
barnizado, colorado. Y eso es bueno para la comida, para la chicha.

Dentro de la tinaja es sekat. Eso se saca de la abeja


para poner. Son muy bravas esas abejas. Hay que ir de noche con
fuego para asustar a esos animales. De ahí se saca, y ha sido para
poner dentro de la tinaja. Una vez que esté caliente se pone para que
ya no pueda salir la chicha por afuera".

358
Perspectivas de la
cerámica popular en el
Ecuador
La cerámica popular forma parte de la riqueza histórica
y cultural del Ecuador. Los alfareros son los portadores de tradiciones
tecnológicas y expresiones estéticas heredadas por generaciones. La
alfarería es una importante fuente de ingresos para centenares de
familias. Por lo tanto, el apoyar a los alfareros en sus esfuerzos por
sobrevivir como artesanos y desarrollar su actividad en mejores
condiciones, debería ser una prioridad para las entidades que trabajan
en las áreas de artesanías y desarrollo socio económico.

La alfarería, en el Ecuador, es una artesanía viva. Sin


embargo, el grupo de las alfareras o alfareros rurales, quienes traban
con tecnología autóctona, disminuye cada vez más. Sus problemas
y necesidades difieren, en parte, de los del grupo de alfareros a tiempo
completo. Se hace especialmente urgente apoyar a estos artesanos
para que la alfarería, en las comunidades rurales, pueda constituir una
verdadera alternativa económica, complementaria a las actividades
agrícolas, procurando frenar el proceso de abandono de la alfarería
por parte de la generación joven.

En el caso de las alfareras rurales, cuya producción se


vende a precio bajos, limitándose su mercado a las zonas del campo
y a las ferias de las ciudades más próximas, podrían implementarse
proyectos piloto orientados a la ampliación del mercado y a la
generación de ingresos.

Para este fin, aparece como algo indispensable la


celebración de convenios entre instituciones especializadas en el

361
campo de las artesanías, como el CIDAP, entidades regionales de
desarrollo, organismos internacionales y las propias comunidades
alfareras.

Estas últimas deben, indispensablemente, asumir un


papel central en la planificación y en la administración de recursos.
En base a la experiencia ya obtenida, se deberían evitar los proyectos
"institucionales", en los que los artesanos se sientan obligados a
cumplir con la institución por "compromiso" y no experimenten un
beneficio real, a través de la apropiación de las actividades que se
desarrollen en el proyecto.

Para ambos grupos de alfareros, una actividad poco


experimentada por ellos son los métodos publicitarios, la promoción
o el "marketing" de sus productos, lo que puede contribuir a producir
un cambio de mentalidad en los diferentes sectores sociales,
aumentando el empleo de las diferentes formas de cerámica popular
en la vida cotidiana de las familias.

Se podría incluir, en los programas de educación formal


de escuelas y colegios, información sobre la cerámica popular
integrada a los contenidos de enseñanza, por ejemplo en las materias
de historia, ciencias sociales, ciencias naturales y arte, para lograr un
mayor conocimiento y valorización de la cerámica por parte de los
niños y sus familias.

En este contexto, los mismos alfareros y alfareras podrían


ser invitados a dar charlas sobre su trabajo.

Para el futuro, esto contribuiría a una actitud más positiva


hacia esta actividad artesanal por parte de los jóvenes.

Otra actividad importante para que la cerámica popular


llegue a públicos más amplios, son las exposiciones y ferias. Será
362
importante seguir organizando estos eventos a nivel local, regional
y nacional, solos o con ocasión de otras ferias y fiestas religiosas o
cívicas.

Aquí también, los alfareros podrían invitarse para


demostrar sus técnicas de fabricación de la cerámica y dar charlas
sobre su artesanía.

Tomando en cuenta que la elaboración de la cerámica


constituye un proceso largo y complejo de varios pasos - la extracción
y preparación de la materia prima, la formación de las piezas, el
secado, la recolección o compra de combustible, la quema - y que,
muchas veces, la necesidad económica obliga al artesano a sacar sus
productos al mercado rápidamente, la calidad técnica y estética de la
cerámica es, generalmente, bastante baja.

Naturalmente, para exigir precios más altos - como en la


ampliación de mercados para la cerámica elaborada con técnicas
autóctonas - sería necesario elevar, también el nivel de calidad. Esto
podría lograrse por medio de una asistencia técnica adecuada - en
consulta con los mismos alfareros o alfareras - en las áreas de
acabados y cocción, principalmente.

La cocción - la quema de la cerámica - constituye,


actualmente, el eslabón más débil en la cadena de elaboración.

Por falta de combustible y por técnica rudimentaria de


cocción, se alcanzan temperaturas poco elevadas y la cerámica se
quema de manera imperfecta, resultando las piezas frágiles y poco
durables.

En el caso de las alfareras rurales. sería necesario


explorar,junto con ellas mismas, alternativas a la leña - cada vez más
escasa - como combustible. Aun si se sigue quemando la cerámica
363
con lefia, pueden buscarse maneras de quemar que utilicen el
combustible en forma más efectiva que la quema al aire libre.

Se podría, posiblemente, conseguir leña de lugares


donde esta existe en abundancia para almacenarla en la comunidad.

Habría la posibilidad de experimentar con diese!, gas,


hornos eléctricos en algunos casos. Lo más importante de este
proceso es que serían las artesanas las que experimenten y decidan
cómo solucionar, de la mejor manera, el problema de la cocción.

En loquese refiere a los alfareros que produceneerámica


vidriada, ellos la queman generalmente, en algún tipo de hornos.
Estos hornos podrían, también, mejorarse para lograr una temperatura
más regular en todo el horno, es decir construir hornos cerrados en los
que la diferencia en temperatura entre la parte inferior y la superior
del horno no sea tan grande.

Con combustibles que no producen una llama abierta o


con hornos de mufla, se podrían quemar los vidrios industriales, los
que se vuelven negros al contacto con el fuego. Para poder utilizar
estos vidrios sería importante, también, hornos que utilicen
eficientemente el combustible y alcancen mayores temperaturas.

Será necesario impulsar, con mayor energía y res-


ponsabilidad, la educación respecto a los peligros de contaminación
e intoxicación que producen el uso del óxido de plomo para el
vidriado de la cerámica, difundiendo las medidas preventivas a
tomarse así como la alternativas tecnicas -vidrios industriales- que
ayuden a superar este grave problema. Existen varias instituciones
y organizaciones no gubernamentales que podrían colaborar en esta
tarea.

Los alfareros a tiempo completo, si bien tienen una


364
buena demanda por sus productos y un mercado amplio, su posición
frente al intermediario está determinada por la capacidad de defender
mejor sus precios.

Para lograr esto, sería recomendable que los alfareros,


en cada localidad, se reunieran en grupos o asociaciones para fijar
cierto nivel de precios así como elaborar normas de calidad.

Esto evitaría que algunos artesanos, por necesidad


económica, "bajen el mercado" para los demás, es decir vendiendo a
precios considerablemente inferiores. Aquí también, la calidad que
debe tener la pieza en relación al precio es, naturalmente, un factor
importante si se quieren fijar precios más altos.

Deberían llevarse a cabo programas educativos -talleres,


cursos por parte de instituciones especializadas en artesanías,
organizaciones no gubernamentales, entidades estatales y del sector
privado- para que el alfarero aprenda a calcular sus costos de
producción y fijar el nivel de precios de acuerdo a estos. Es necesario
tomar en cuenta no sólo el costo de los materiales, sino la mano de
obra de la familia alfarera.

Deberían fomentarse programas de apoyo a las familias


alfareras en base a la asistencia técnica y el crédito por parte de
organismos de desarrollo para mejorar su infraestructura física y
permitirles conseguir el equipamiento adecuado que les alivie de las
tareas más largas y arduas: la preparación de la materia prima, sobre
todo.

Esto permitiría alcanzar mayores volúmenes de


producción y mejores condiciones de trabajo para las personas
ocupadas en la alfarería.

El asegurar un futuro para la cerámica popular en el


365
Ecuador es tarea de todos: del artesano, del funcionario público, de
los responsables de los organismos de desarrollo y de nosotros, los
que compramos las "ollas de barro".

Se necesitan políticas a largo plazo con una visión más


humana, reconociendo los estrechos lazos que unen al hombre con la
tierra, de la que la alfarería es una expresión concreta y tangible a
través de las vasijas hechas de arcilla.

366
Vocabulario
Alambique. En Manabí, cántaro

Alfarería. Cerámica artesanal, de tipo sencillo o rústico.


Originalmente utilitaria, pero hoy también
macetas.

Alisado. Tratamiento en el que se alisa la superficie de la


pieza de cerámica con una hoja, trapo, esponja,
etc.

Amasar. Con las manos, quitarle las impurezas y piedras


de la arcilla y darle consitencia adecuada.

Aplique. Decoración aplicada a la pieza con trozos de


arcilla sobrepuestos.

Arcilla. Mineral que consiste de silicatos de aluminio que


contienen agua. Húmeda es plástica, moldeable.
Seca se endurece, conservando la forma.

Artística popular. Producción de figuras "típicas", escenas costum-


bristas, etc. para el mercado urbano y turístico.
Figura el concepto de "artista".

Asar. Quemar la cerámica.

Barniz. Baño que se aplica a la cerámica antes de la

369
cocc1on para darle una superficie brillante e
impermeable. Equivale a "vidrio" y a "cerámica
vidriada". En Ecuador, consiste en la mayoría de
los casos de óxido de plomo molido con agua y
quemado a temperatura baja. Otro tipo de barniz
es aplicado después de la cocción, como la resina
vegetal utilizada en la Región Amazónica o una
laca sintética.

Batería. Baterías usadas de autos sirven para sacar el


óxido de plomo para el vidriado.

Bizcocho. Primera quema, sin vidriado.

Bruñido. Pulido -normalmente con una piedra lisa- que se


hace para darle a la pieza de cerámica una su-
perficie lisa o, incluso, brillante. Muchas veces
se bruñe el engobe aplicado a la piezas.

Buscar la vida. En Cañar, salir al campo a hacer trueque de


cerámica por productos agrícolas.

Cambio. Trueque.

Cangahua. Subsuelo volcánico en forma de piedra blanda.


Al norte del nudo de Azuay.

Cantarilla. En Cañar, cántaro grande con el cuello más an-


cho. Para fermentar chicha o guardar granos.

Cántaro. Vasija con cuello estrecho y dos orejas. Para


cargar agua. Corresponde, en Cañar, al "pondo"
(aunque este carece de orejas) y, en Chimborazo,
al "puño".

370
Cerámica. Del griego "keramos" -cosa hecha de arcilla.
Término que engloba toda produccción de objetos
de arcilla cocida. Muchas veces empleada para
designar una producción más "fina" - de pasta
más fina, decorada, a veces utilizando pigmentos
y vidrios industriales - contrastando este tipo de
producción con la alfarería.

Cocción. Proceso en el que los objetos de arcilla seca son


sometidos a calor, eliminándose el agua mo-
lecular de la arcilla haciendo que la forma del
objeto se haga permanente. Muchas veces el
proceso es acompañado por un cambio de color
- la arcilla negra ferruginosa se toma roja, por
ejemplo.
Equivale a "asada", "quema".

Colorado. Bizcocho

Comal. En Manabí, "tiesto", tortillera. Palabra


centroamericana.

Conquienvinistes. En Azuay y Cañar, pieza de dos cuerpos unidos


por un asa.

Cuchara de mate. En Manabí y Guayas, pedazo de calabaza de


diferentes formas, utilizado para formar y "raspar"
la pieza de cerámica.

Desbastar. Quitar el exceso de arcilla en la parte inferior de


la vasija. Se la pone bocabajo sobre el tomo.

Desgrasante. Material que se añade a la arcilla para reducir su


plasticidad y evitar un encogimiento excesivo y
371
rotura en la cocción. Puede consistir de arena,
tiestos molidos (chamotte) o ceniza.

Engobe. Arcilla diluida en agua hata parecer una "colada"


espesa que se aplica aplica a la cerámica. Común
en la cerámica precolombina y en la que se
fabrica con tecnologías autóctonas.

Fierro de Pedazo de metal doblado que se usa para el


desbaste.

Horma. En el Oro, embudo de cerámica utilizada para


filtrar ceniza y obtener lejía.
EnAzuay, "pella" sobre la que se apoya el objeto
a desbastarse en el tomo.

Hornada. Una "hornada" de cerámica vidriada consiste de


dos "asadas" -bizcocho y vidriado. Muchas
veces la cantidad de objetos que el alfarero vende
al por mayor.

Hornilla. En Manabí, grandes recipientes utilizados en la


cocina tradicional.
En Cotopaxi, pequeño horno para fundir el plomo
sólido.

Horno. Estructura de un material resistente al fuego -


adobe cangahua, ladrillo, piedra - para quemar la
cerámica.

Hilo de cortar. Hilo que se utiliza para cortar las piezas torneadas
separándolas de la "pella" o del torno.

Inciso. Decoración incisa en la arcilla con un objeto


afilado.
372
Jalado. Proceso de estirar la arcilla hacia arriba con la
mano. Primer paso de formación en la técnica
del "golpeado" y en la del "jalado y raspado".

Jaspeado. Decoración de manchas de dos o más colores del


barniz.

Lodo. Arcilla.

Loza. Cerámica cubierta de vidriado blanco opaco que


sirve de fondo para una decoración multicolor,
como la loza del período colonial.
En Cotopaxi, corresponde a "alfarería".

Macapo. ¿Origen quichua? Tiesto de cerámica o pedazo


de cuero alargado que se utiliza para dar forma a
la pieza, adelgazar y alisar sus paredes.
Corresponde a "pushana".

Majar. Amasar.

Molde. Utilizado para dar forma a la arcilla, siendo el


negativo de la pieza. Puede ser abierto, colocada
la arcilla dentro o por fuera, o de dos tapas que se
juntan. En Azuay y Loja, parte superior de una
olla rota, utilizada para apoyar el objeto durante
la formación.

Montera. En la técnica de "molde y tomo", primera parte


de la pieza formada sobre el molde, que luego
constituye la parte inferior.

Obra fina. Contrasta con "alfarería" u "obra tosca".


Cerámica que utiliza pasta más fina, muchas
373
veces blanca, decorada, a veces con pigmentos y
vidrios industriales. Corresponde o "cerámica"
en su sentido más limitado.

Ocre. En Cuenca, óxido de hierro natural.

Olla aisana. En Azuay y Cotopaxi, olla de dos orejas para


pasar un cordel y tapa, utilizada para llevar
comida a los que trabajan en los campos. Del
quichua "aisana" - jalar.

Olla de jalar. En Azuay, "olla aisana".

Ollero. Alfarero.

Olleta. Vasija de asa y pico. Jarra. "Shila".

Pella. Pedazo de arcilla que se coloca sobre el tomo


para formar varias piezas pequeñas o una grande.

Pila. Las pilas usadas sirven para sacar el óxido de


manganeso que da un color café al barniz.

Piedra. Cuarzo. Mol ido usado en el barniz de plomo.

Piedra de pataquir. Piedra plana utilizada para tomar una "tortilla de


barro "pataque". Ver vocabulario quichua.

Período formativo. Período prehispánico datado a 3.500 - 500 a.c.,


aproximadamente.

Per'iodo de. Período prehisp:foico datado a 500 a.C - 500


Desarrollo d.C., aproximadamente.
Regional

374
Período de Período prehispánico datado a 500d.C. hasta la
Integración. conquista española, aproximadamente.

Plato de ceja. En Azuay, plato hondo y pequeño, de forma


cónica con una depresión circular al fondo.

Plasticidad. Moldeabilidad de la arcilla.

Pondo. En Cotopaxi, Chimborazo, Bolívar, Imbabura


corresponde al cántaro, pero sin orejas.

Post-cocción. Tratamiento que se da a la cerámica después de


la quema - por ejemplo pintura de caucho, resina
vegetal.

Pozo. En Samborondón, recipiente de cemento donde


se remoja la arcilla.

Porreado. Desmenuzado manual de la arcilla seca.

Pre-cocción. Tratamiento que se da la cerámica antes de la


quema-por ejemplo pintura con óxidos, vidriado,
engobes.

Precolombino. Prehispánico. Antes de la conquista española.


eg. Antes de Colón (Columbus)

Prehispánico. Precolombino.

Plomo blanco o Plomo sólido, a diferencia de la batería que tiene


dulce. forma de polvo.

Puño. En Cotopaxi, pondo con una oreja.


En Chimborazo, pondo con dos orejas.
375
En Imbabura, pondo con fondo plano para cargar
sobre la cabeza.

Pushana. ¿Origen quichua? En Cotopaxi, Chimborazo,


corresponde a "macapo".

Shila. Jarra, "olleta".

Tabla de alfarero. Tabla de madera, piedra plana u otro objeto que


sirve como soporte a la pieza que se está formando
y ayuda a girarla.

Tacín. Aro de trapos u hojas de maíz para apoyar el


fondo de la pieza.

Técnica de Se forma la vasija con cordeles de arcilla que se


acordelado. unen. Sur de Loja. Región Amazónica.

Técnica de Se utilizan dos moldes superpuestos, partiendo


"doble molde". de una "tortilla" de arcilla. Chimborazo y
Bolívar.

Técnica de Se utilizan los "golpeadores" o "huactanas" en el


"golpeado". segundo paso de la formación. Azuay, Cañar,
norte de Loja.

Técnica de "jalado Técnica compuesta donde, en el primer paso, se


0 modelado modelan o estiran las paredes de la pieza, en el
Yraspado"· segundo las adelgazan con un pedazo de calabazo
o una tapa. Manabí, Guayas.

Técnica de Se utilizan los dedos para formar la pieza,


modelado. partiendo de un pedazo de arcilla. Azuay.

376
Técnica de molde Se utiliza un molde de cerámica de dos tapas,
de dos tapas. para colocar la "tortilla" de barro. Cotopaxi.

Técnica de Técnica compuesta donde se utiliza molde para


"molde invertido, la parte inferior, acordelado y paleteado con una
acordelado y paleta de madera para la parte superior de la
paleteado". vasija. El Oro.

Técnica de Técnica compuesta donde se forma la parte


"molde invertido inferior sobre un molde, la superior con
y acordelado". acordelado. Imbabura.

Técnica de Se combina el uso del molde con el del tomo que


"molde y torno". se,utiliza para girar el molde -parte inferior- o la
pieza para el acordelado de la parte superior.
Cotopaxi, Chimborazo, Pichincha, lmbabura.

Técnica de Técnica utilizada en el primer paso de formación


formación de una piezadecerámica-porejemplo el "jalado".
primaria.

Técnica de Técnica utilizada ene! segundo paso de formación


formación -por ejemplo el "golpeado".
secundaria.

Tiesto. Pieza plana para asar tortillas o tostar granos.

Tinaco. En Cotopaxi e lmbabura, "tinaja". vasija grande


sin orejas para fermentar chicha o almacenar
granos.

Tinaja. En Cañar, corresponde a "tinaco ...

Tomo. El tomo manual, impulsado por el pie. consiste


377
del volante o la rueda que da velocidad y movi-
miento rotatorio al tomo, el plato sobre el que
gira la arcilla y el pilar que les une. También
tiene un banco sobre el que se sienta el tornero y
el tendal, donde se ponen las piezas torneadas.
Puede ser de madera, o con pilar y plato de metal.
El tomo eléctrico carece del volante o rueda, ya
que funciona con un motor eléctrico.

Tortillera. En Azuay, "tiesto".

Vidrio. Material que se aplica a la cerámica antes de la


cocción para darle una superficie brillante,
transparente y dura. Los vidrios contienen,
básicamente, los mismos minerales que la arcilla,
pero se funden a una temperatura más baja que
el objeto, uniéndose a la arcilla de este.

378
Vocabulario de palabras quichuas
o de origen quichua

Ca. Interjección de énfasis, de afirmación.

Cainar. Cainana= ser, estat. / r = sufijo infinitivo


castellano.

Cushilla. Feliz, alegre.

Huactana. Golpeador. De huactana -golpear, pegar.

Huagra. Ganado vacuno. Originalmente venado

Huambra. Niño, joven.

Huigsanchir. Hacer la "barriga" de la olla. Huigsa= barriga.


/ n=infijo de pronunciación./ chi= sufijo quichua
que denota el "hacer". / r = sufijo infinitivo
castellano.

Huistu. Torcido.

Jacuquinana. Invitación a quinar, pintar las ollas con el engobe


rojo o quina.

Japichi. En El Calvario, Cotopaxi, sección media de un


pondo o tinaco, que se está haciendo. ¿Origen?

Ñuto. Menudo, pequeño.


379
Pacchar. Poner la olla bocabajo. "Bocabajar".

Pataquir. Extender, sobre una piedra plana (piedra de


pataquir) con una piedra de mano la arcilla hasta
formar un "tortilla" delgada.
Pataquina= ancho. /r= sufijo infinitivo castellano.

Pataquidora. Piedra de mano.

Pataque. La placa o "tortilla" de barro formada.

Pushana. ¿Origen quichua? Tiesto de cerámica o pedazo


de cuero alargado utilizado para adelgazar y
alisar las paredes de la pieza. Equivale a
"macapo".

Quina. Engobe rojo.

Shila. Jarra, olleta.

Shimnchir. Formar la "boca" de la olla.

Siminchir. Shimi, simo = boca /n =infijo de pronunciación


/chi= denota el "hacer" / r = sufijo infinitivo
castellano.

Siminchi. En El Calvario, Cotopaxi, parte superior de un


pondo o "tinaco".

Siquinchi. En El Calvario. Cotopaxi, parte inferior del


pondo o "tinaco". Siqui = asiento.

Tullpa. Piedra de fogón; hogar, fogón.

380
Palabras quichuas de Pastaza.

Aisana huasca. Línea fina que sigue la línea principal: "mama


churana" en el diseño decorativo de un mucahua.
Aisana =jalar/ Huasca= soga.

Apacharana. Arbol cuya ceniza se utiliza como desgrasante.

Asua. Chicha. En Pastaza, de yuca y plátano.

Callana. Plato.

Catina. Aisana huasca.

Colorallpa. Arcilla roja de color medio. Utilizada para


engobe.

Huihuishcu. Pedazo de calabaza utilizado para alisar las


paredes de la pieza de cerámia en el proceso de
acordelado.

Mama churana. Línea principal, más gruesa, en el diseño


decorativo.

Manga. Olla.

Mucahua. Plato hondo para tomar chicha.

, 381
Pilchi. Calabaza.

Pucallpa. Arcilla roja de color oscuro. Utilizada para


engobe.

Pungara. Cera de abejas silvestres utilizada para


impermeabilizar ollas y tinajas.

Putan. Abejas silvestres que dan la "pungara".

Quilluallpa. Arcilla roja de color claro. Utilizada para


engobe.

Ruyajallpa. Arcilla blanca utilizada para engobe.

Sarapanga. Hoja de maíz utilizada para alisar la superficie de


la pieza de cer:.'imica.

Shilquillu. Resina del árbol de mismo nombre utilizada para


impermeabilizar y dar brillo a las mucahuas.

Yanallpa. Arcilla negra utilizada para engobe.

382
Vocabulario Shuar

Amamuk. Plato.

Anent. Cántico o plegaria.

Chankina. Canasto para cargar con una soga que pasa por la
frente.

Ichinkian. Olla.

Ipiaku. Achiote.

Kanze. Cera de abejas silvestres, utilizada para


impermeabilizar

Kuiship. Fruto del árbol del mismo nombre utilizado para


alisar las paredes de la pieza durante el acordelado.

Muits. Tinaja para fermentar la chicha.

Nunkui. Diosa de la Tierra.

Sekat. Kanze.

Tartank. Tabla de alfarero, de madera.

Yukunt. Taza ceremonial para tomar alucinógenos.


383
Cuadro sinóptico de
localidades alfareras
Las Nieves Tipo de producción Utilitaria tradicional (macetas)
Técnica Golpeado
Arcilla Arenosa y plast1ca, negra
Desarasante Ad1c1ona1No
Engobe Rojo, en figuras geométricas
Tratamiento superfi cie Alisado
Barniz No
Decoración Figuras geométricas, engobe
Materiales comprados No
Quema Al aire libre, leña, ramas
Talleres Nº. aproxi.
Alfareras/alfareros Mujeres ?/hombres 2
agricultores Nº. de
oersonas aproximado
Modo de venta Trueque, directo, ferias
mercados locales

Serrag Tipo de producción Utilitaria tradicional


Técnica Golpeado
Arcilla Varias, plásticas
Desarasante Adicional Arena
Engobe Rojo
Tratamiento superficie Alisado
Barniz No
Decoración No
Materiales comprados No
Quema Al aire libre, leña, ramas
Talleres Nº .aproxi.
Alf araras/alfareros Mujeres 10
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Trueque, directo, ferias
mercados locales

387
El Tablón Tipo de producción Utilitaria tradicional
Técnica Modelado
Arcilla Arenosa
Desgrasante Adicional No
Engobe No
Tratamiento suoerficie Alisado
Barniz No
Decoración No
Materiales comprados No
Quema Al aire libre, precalentamiento
leña, boñiqa
Talleres Nº. aproxi.
Alfareras/alfareros Mujeres 1O
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Trueque, directo, ferias
mercados locales

Jatumpamba Tipo de producción Utilitaria tradicional, macetas


Tecrnca Golpeado
Arcilla Neqra, qris, varias, plásticas
Desgrasante Adicional Arena
Engobe Rojo
Tratamiento superficie Alisado
Barniz No
Decoración Macetas: incisa, aplique
Materiales comprados No
Quema Al aire libre, leña, ramas
Talleres Nº. aproxi.
Alfareras/alfareros Mujeres 100
agricultores No. de
personas aproximado
Modo de venta Trueque, indirecto, interme-
mercados diarios locales, reventa ferias
Cuenca, Azogues,directo fe-
rias Cuenca, Azogues

388
Chordeleg Tipo de producción Utilitaria, macetas
Obra fina.objetos de adorno y
macetas
Artística popular, fiquras
Técnica Torno, modelado
Arcilla Crema, arenosa y plástica,
negra, gris plástica, caolín
(no local)
Desqrasante Adicional No
Engobe No
Tratamiento superficie Lijado
Barniz Oxido de plomo
-baterías,
-vidrio industrial
Decoración Oxidas
-cobre, manganeso, pintada,
geométrica, florales,
pigmentos industriales
Materiales comprados Todos
Quema Horno redondo, abierto de
adobe (leña), viruta,
horno eléctrico
Talleres Nº. aproxi. Familiares 30
Alfareras/alfareros
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Indirecto a intermediarios re-
mercados gionales, nacionales; reventa
ferias, Cuenca, Guayaquil,
Azogues, Loja, Riobamba,
Quito;
almacenes de artesanías
(directo en taller) (directo
ferias Cuenca, Gualaceo).

389
Cuenca Tipo de producción Utilitaria, macetas, alcancías
Convención otros objetos de adorno
del 45, Técnica Torno, moldes de yeso,
El Tejar modelado
Arcilla Negra, crema plástica y
arenosa
Desgrasante Adicional No
Engobe No
Tratamiento superficie Alisado
Barniz Oxido de plomo - baterías
Decoración Oxides -cobre, manganeso,
hierro, jaspeado
Materiales comprados Todos
uuema Horno cuadrado abierto de
adobe, viruta
Talleres Nº. aproxi Familiares, empleados, 15.
Alfareras/alfareros
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Indirecto a intermediarios
mercados locales, (regionales, naciona-
les), reventa feria Cuenca,
(otras ciudades)
Directo en feria Cuenca
(directo en taller) (directo
feria finados, Ambato)

390
Cera Tipo de producción Utilitaria tradicional (macetas),
ob·etos de adorno
ecrnca
Arcilla

rueque , in irec o
intermediarios regionales
reventa feria Loja y Prov. de
Loja (directo tena Loja)
(directo en taller)

Mujeres 1

1recto en ena araguro

391
Potrerillos Tipo de producción Utilitaria tradicional
Tacoranga Técnica Acordelado
Huacoras Arcilla Varias, arenosas
Desgrasante Adicional No
EnQobe No
Tratamiento superficie Bruñido
Barniz No
Decoración No
Materiales comprados No
Quema Al aire libre, hojas de penco
secas
Talleres Nº. aoroxi.
Alfareras/alfareros Mujeres 15
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Directo en ferias locales
mercados

Tarapal Tipo de producción Utilitaria tradicional, macetas


Técnica Molde invertido, acordelado y
paleteado
Arcilla Varias, arenosa
Desgrasante Adicional No
Engobe No
Tratamiento superficie Bruñido
Barniz No
Decoración No
Materiales comprados Leña
Quema Horno rudimentario de ladrillo,
leña
Talleres Nº. aproxi.
Alfareras/alfareros Mujeres 3
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Directo en feria Piñas
mercados directo en el taller

392
Guayllabamba Tipo de producción Utilitaria, macetas
Técnica Molde y torno
Arcilla Negra arenosa
Desgrasante Adicional No
Enqobe No
Tratamiento superficie Alisado
Barniz Oxido de plomo, baterías
Decoración Oxidas, jaspeado
Materiales comprados Combustible, plomo
Quema Horno cuadrado, cerrado de
ladrillo, ramas de eucalipto
Talleres Nº. aproxi. Familiares 2
Alfareras/alfareros
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Indirecto intermediario regio
mercados nal, reventa feria Riobamba

Siguilán Tipo de producción (Utilitaria tradicional) macetas


1 ecrnca Doble molde
Arcilla Negra arenosa
Desgrasante Adicional No
Engobe Rojo
Tratamiento superficie Bruñido
Barniz No
Decoración No
Materiales comprados Arcilla
Quema Hoguera abierta, pero dentro
de cuevas.horno rudimentario
leña, paja
Talleres Nº. aproxi.
Alfare ras/alfareros Hombres 15
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Indirecto mtermed1anos, re-
mercados gionales, reventa ferias Quito

393
San José Tipo de producción Utilitaria tradicional
de Chimbo 1ecrnca uoote molde
Arcilla Neara semiPlástica
Desarasante An1c1ona1Arena
Enoobe Roio
Tratamiento suoerficie Bruñido
Barniz No
Decoración No
Materiales comorados Arcilla
Quema Al aire libre Paia de trioo
Talleres No.aoroxi.
P.lfareras/alfareros Mujeres 3/hombres 2
agricultores No. de
personas aproximado
Modo de venta Indirecto intermediarios regio-
mercados nales, reventa costa, región
amazónica, directo feria
Guaranda

La Victoria

Materiales
Quema

Indirecto intermediarios loca-


les, regionales, reventa, ferias
Ambato, Latacunga, Riobam-
ba, Quito, Guayaquil,Queve-
do, Otavalo, (directo ferias lo-
cales), (directo ferias finados)

394
El Calvario Tipo de producción (Utilitaria tradicional)
Técnica (molde - base y acordelado
Arcilla NeQra arenosa
Desgrasante Adicional No
Enaobe No
Tratamiento superficie Alisado
Barniz Oxido de plomo sólido y
baterías
uecorac1on Ux1dos - cobre, hierro,
manaaneso, jaspeado
Materiales comprados Todos
Quema Horno cerrado, cuadrado de
cangahua o ladrillo, ramas de
eucalipto, viruta
Talleres Nº.aproxi. Familiares 80
Alfareras/alfareros
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Indirecto intermediarios loca-
mercados les, regionales, reventa, ferias
Ambato, Latacunga, Riobam-
ba, Quito, Guayaquil,Queve-
do, Otavalo, (directo ferias lo-
cales), (directo ferias finados)

395
Pujilí Tipo de producción (Utilitaria tradicional)
alcancías, artística popular
Técnica Molde de dos tapas,
modelado
Arcilla Negra arenosa
Uesgrasante Adicional No
Engobe No
Tratamiento superficie Alisado
Barniz
Decoración Post -cocción, pintura de
caucho
Materiales comprados Arcilla, pinturas
Quema Horno rudimentario, ramas de
eucalipto
Talleres Nº.aproxi. Familiares:
tiempo completo 6
tiempo parcial 40
Alfareras/alfareros
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Indirecto a intermediarios
mercados locales, regionales, reventa
en costa (alcancías)
almacenes artesanías, Quito,
Guayaquil, (arte popular)
(directo en taller) (directo fe-
rías finados)

396
Cotocollao Tipo de producción Utilitaria macetas
1ecrnca Molde y torno
Arcilla Negra, arenosa
Desgrasante Adicional No
Enqobe No
Tratamiento superficie Alisado
Barniz Oxido de plomo, baterías
Decoración Oxido, cobre, manganeso,
jaspeado
Materiales comprados Gomoust101e,plomo
Quema Horno cuadrado, cerrado de
ladrillo, ramas de eucalipto
Talleres Nº.aproxi. Familiares, 4
Alfareras/alfare ros
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Indirecto a intermediarios.lo-
mercados cales, regionales, nacionales,
viveros, directo en almacén

Otavalo

n irecto a in erme 1anos


regionales, reventa ferias
regionales

397
Calpaqui Tipo de producción Utilitaria tradicional (tiestos)
Técnica Molde y poste
Arcilla Negra arenosa
uesgrasante Ad1c1onal No
Engobe No
Tratamiento superficie Alisado
Barniz No
Decoración No
Materiales comprados No
Quema Horno cuadrado cerrado de
adobe, leña
Talleres Nº.aproxi.
Alfareras/alfareros Hombres 2
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Directo feria Otavalo
mercados

Peguche Tipo de producción Utilitaria tradicional pondos


Técnica Molde invertido y acordelado
Arcilla Varias, arenosa y plástica
Desarasante Adicional No
Engobe No
Tratamiento superficie Alisado
Barniz No
Decoración No
Materiales comprados No
Quema Al aire libre leña oaia
Talleres Nº .aproxi.
Alfareras/alfareros Mujeres 1
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Directo al taller por pedido
mercados

398
Tunibamba Tipo de producción Utilitaria tradicional
Alambuela Técnica Molde invertido y acordelado
Arcilla Varias, plásticas y arenosas
Desgrasante Adicional No
Engobe No
Tratamiento superficie Bruñido
Barniz No
Decoración No
Materiales comprados No
Quema Al aire libre leña
Talleres Nº.aproxi.
Alfareras/alfareros Mujeres 6
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Indirecto intermediarios, loca-
mercados les, reventa ferias regionales
(directo ferias regionales)

La Rinconada Tipo de producción Utilitaria tradicional


1 ecnica Molde invertido v acordelado
Arcilla Varias, plásticas y arenosas
Desgrasante Adicional No
Engobe No
Tratamiento superficie Bruñido
Barniz No
Decoración No
Materiales comprados No
Quema Al aire libre, leña, paja
Talleres Nº.aproxi.
Alfareras/alfareros MuJeres 5
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Trueque, intermediarios lo-
mercados cales, regionales, para re-
venta ferias regionales o
trueque, directo feria lbarra

399
Buena Tipo de producción Utilitaria tradicional
Fuente Técnica Modelado v raspado
Arcilla Negra arenosa
Desgra sante Adicion al No
Engobe No
Tratami ento suoerf1 c1e Bruñido
Barniz No
Decoración No
Materiales compra dos No
Uuema pJ aire libre (hoyo), lena,
boñiga
Talleres Nº.aoroxi.
Alfareras/alfareros Mujeres 3
agricultores Nº. de
personas aproximado
Moao de venta Directo comunidades vecinas
mercados

Las Piñas Tipo de producción Utilitaria tradicional (macetas)


Técnica Jalado y raspado
Arcilla Neara, arenosa
Desgrasante Adicional No
Engobe Rojo
Tratamiento suoerficie Bruñido
Barniz No
Decoración No
Materiales comorados Enaobe
Quema Al aire libre, leña, ramas
Talleres Nº.aproxi.
Alfareras/alfareros Mujeres 10
agricultores Nº. de
oersonas aoroximado
Modo de venta Indirecto intermediarios loca-
mercados les, reventa feria Daule

400
Samborondón Tipo de producción Utilitaria (macetas)
Técnica Torno
Arcilla Negra, plástica
Desgrasante Adicional Arena
Engobe Rojo
Tratamiento superficie Bruñido
Barniz (Oxido de plomo, baterías)
Decoración No
Materiales comprados Todos menos engobe
Quema Horno redondo, abierto de
ladrillo, caña
Talleres Nº.aproxi. Familiares, 9
Altareras/altareros
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Indirecto intermediarios, re-
mercados gionales, reventa ferias
Guayaquil, viveros, floriste-
rías (directo en taller)

Valdivia Tipo de producción Réplicas


Tecrnca Modelado
Arcilla Negra, arenosa
Desgrasante Adicional No
Engobe No
Tratamiento superficie Bruñido, parcial
Barniz No
Decoración Pintura pre -cocción, oxidas
Materiales comprados Oxidas
Quema Al aire libre, ramas
Talleres Nº.aoroxi. Familiares, 2
Alfareras/alfareros
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Directo en taller y museo
mercados Salango

401
Sosote Tipo de producción Utilitaria tradicional (macetas)
Técnica Jalado y raspado
Arcilla Neara, plástica
Desgrasante Adicional Arena
Enaobe No
Tratamiento superficie Bruñido
Barniz No
Decoración No
Materiales comprados Todos
Quema Al aire libre, caña
Talleres Nº.aproxi.
Alfareras/alfareros Mujeres 20
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Indirecto intermediarios regio-
mercados nales; reventa ferias Jipijapa,
Portoviejo, Manta

San Isidro Tipo de producción Utilitaria tradicional (macetas)


Técnica Modelado y raspado
Arcilla Negra, amarilla y plástica
Desgrasante Ad1c1onal Arena
Engobe No
Tratamiento superficie Bruñido
Barniz No
Decoración No
Materiales comprados No
Quema Al aire libre, caña
Talleres Nº.aproxi.
Alfareras/alfareros Mujeres 2
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Directo en taller
mercados

402
La Pila Tipo de producción Replicas artística popular
Técnica Moldes, modelado
Arcilla Negra, plástica, semi -plástica
Desorasante AdicionalArena
Enqobe No
Bruñido parcial
Tratamiento superficie
Barniz No
Decoración Pintura pre -cocción, óxidos
pintura post -cocción, pintura
de caucho
Materiales comprados Todos
Quema Al aire libre, leña, ramas, hor-
no cerrado, cúpula de ladrillo,
cemento leña
Talleres Nº.aproxi. Familiares, 30
Altareras/altareros
agricultores Nº. de
personas aproximado
Modo de venta Indirecto intermediarios, loca-
mercados les, regionales; reventa en
Quito, Guayaquil, almacenes
artesanías Quito, Guayaquil,
exportadores

403
Sarayacu Tipo de producción Utilitaria tradicional
ceremonial
Técnica Acordelado
Arcilla Gris, plástica arenosa
Desqrasante Adicion al No
Engobe Rojo, negro, blanco
Tratamiento superficie Alisado
Barniz Resinas vegetales, cera de
abejas
Decoración Engobes -diseños geométri-
cos- animales
Materiales comprados Enqobes (resinas)
Quema Al aire libre, (en olla rota)
ceniza, leña
Talleres Nº.aproxi.
Alfareras/alfare ros Mujeres, todas las
agricultores Nº. decomu nidades
personas aproxim ado
Modo de venta Uso doméstico; indirecto in-
mercados termedi arios regionales, na-
cionales; reventa almacenes
artesanías Puyo, Quito; direc-
ta almacén OPIP
1

404
Montalvo Tipo de producción Utilitaria tradicional
ceremonial
Técnica Acordelado
Arcilla Gris, plástica arenosa
Desarasante Adicional Ceniza
Engobe Rojo, negro, blanco
Tratamiento superficie Alisado
Barniz Resinas vegetales, cera de
abejas
Decoración Engobes -diseños geométri-
cos- animales
Materiales comprados Engobes (resinas)
Quema Al aire libre, (en olla rota)
ceniza, leña
Talleres Nº.aproxi.
Alfareras/alfareros Mujeres, todas las
agricultores Nº. decomu nidades
personas aproximado
Modo de venta Uso doméstico; indirecto in-
mercados termediarios regionales, na-
cionales; reventa almacenes
artesanías Puyo, Quito; direc-
ta almacén OPIP

405
Sevilla Tioo de oroducción Utilitaria tradicional
Don Sosco Técnica Acordelado
Arcilla Gris arenosa
Desgrasante Adicional No
Engobe No
Tratamiento superficie Alisado
Barniz Resinas vegetales, cera de
abejas
Decoración Achiote, color entero
Materiales comprado s No
Quema Precalentamiento, encima
fogón al aire libre, leña
Talleres Nº.aoroxi.
Alfareras/alfareros Mujeres (pocas), todas las
agricultores Nº. de comunidades
personas aproximado
Modo de venta Directo, esporadicamente por
mercados pedido (uso doméstico)

406

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