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LA CABEZA BIEN PUESTA

Repensar la reforma, Reformar el pensamiento, el autor desarrolla su idea del pensamiento complejo,
aplicado en particular al proceso educativo. Retoma la afirmación de Montaigne: “Más vale una cabeza
bien puesta que una repleta”. Propone una reforma de la enseñanza, pero plantea que esta reforma
sólo será posible a partir de una reforma del pensamiento.

Capítulo 1: Los desafíos

Las universidades del mundo forman una proporción muy grande de especialistas. La
especialización y la división impiden ver los conjuntos complejos, las interacciones y retroacciones
de las partes y el todo, las entidades multidimensionales y los problemas esenciales. La división en
disciplinas hace imposible aprehender lo que está junto, es decir, lo complejo. Nos enfrentamos al
desafío de la complejidad. Los problemas son cada vez más multidimensionales y la “parcelación”
del conocimiento impide abordar la multidimensionalidad. Desde la escuela primaria nos enseñan a
aislar los objetos de su entorno, a dividir los problemas antes que a integrarlos. Nos inducen a
reducir lo complejo a lo simple. El autor plantea tres desafíos:

El desafío cultural.-

La cultura está dividida en dos bloques: La cultura humanista y la cultura científica.


La cultura humanista o de las humanidades – filosofía, ensayo, novela - favorece la integración del
conocimiento. En cambio, la cultura científica separa el conocimiento. Genera descubrimientos y
teorías valiosas pero es incapaz de reflexionar sobre el destino humano. La ciencia, privada de
reflexividad, es incapaz de pensarse a sí misma. El desafío sociológico. El conocimiento debe dominar
e integrar a la información. El conocimiento debe ser revisado por el pensamiento. El pensamiento es
el capital más valioso para el individuo y para la sociedad. El desafío cívico. A fuerza de especializar y
dividir, el conocimiento se ha vuelto “esotérico”, quedando sólo en manos de especialistas. Esto lleva
a un déficit democrático. Por otra parte, la incapacidad de percibir la globalidad reduce las
responsabilidades de los ciudadanos, sólo atentos a su propia tarea especializada. La política es puesta
en manos de técnicos, poseedores de un conocimiento negado a los ciudadanos y ciegos frente a la
complejidad.
El “desafío de desafíos” es reformar la enseñanza integrando los bloques disociados. Para ellos
debemos reformar nuestras mentes, el tipo de inteligencia que divide, y desarrollar un pensamiento
para organizar e integrar el conocimiento.

Capítulo 2: La cabeza bien puesta

Parte de una afirmación de Michel de Montaigne: más vale una cabeza bien puesta que una
repleta. Según Morin, una cabeza bien puesta es aquella capaz de plantear y analizar problemas,
que dispone de principios organizadores para vincular los saberes y darles sentido. Morin refuta la
opinión generalizada de que una inteligencia general es débil en el análisis de casos particulares.
Por el contrario, sostiene que las aptitudes generales del pensamiento facilitan el tratamiento de
problemas especiales. Señala la importancia del libre ejercicio de la curiosidad, que no puede ser
incluida en ningún programa pero sí fomentada por los educadores, y de la duda, “germen de toda
actividad crítica”. El lugar de la filosofía es fundamental: los filósofos deben contribuir al desarrollo
del espíritu problematizador y hacer aportes interrogativos y reflexivos al conocimiento científico y a
la literatura. La organización del conocimiento debe primar, debemos evitar la acumulación estéril.
Desarrollar la capacidad de contextualizar los saberes es el mayor imperativo de la educación.
Retoma a Pascal y señala que no se puede conocer el todo sin conocer las partes y no se pueden
conocer particularmente las partes sin conocer el todo. Las nuevas ciencias - ecología, ciencias de
la tierra, cosmología - son transdisciplinarias. En ese sentido, rompen con los viejos esquemas y se
nutren de múltiples disciplinas ante un objeto complejo. De todos modos, esto no está generalizado
y la desunión entre ciencias sigue siendo dominante. Es imprescindible superar esta ruptura para
tener la cabeza bien puesta.

Capítulo 3: La condición humana

Según Rousseau, el verdadero estudio es el estudio de la condición humana. Morin explica


que el estudio de la condición humana no es objeto sólo de las ciencias humanas o la literatura,
una ciencia renovada debe poder concentrarse en estos interrogantes: ¿qué es el mundo? ¿Qué
es nuestra tierra? ¿De dónde venimos? El estudio de la prehistoria, por ejemplo, es otro ejemplo
de ciencia pluridisciplinaria, que integra elementos de la genética, la ecología, las neurociencias, la
sociología, la anatomía. La prehistoria, dice el autor, se vuelve cada vez más importante, centrada
en la contradicción animalidad/humanidad. “La humanidad no se reduce de ninguna manera a la
animalidad, pero sin la animalidad no hay humanidad” Lo más biológico el nacimiento, el sexo, la
muerte, es también lo más relacionado con la cultura. La vinculación del comer y el beber con las
normas, las prohibiciones y los mitos exige una nueva mirada integradora.
Estos estudios deben llevarnos al abandono del sueño de conquistar el universo, del
dominio de la naturaleza perseguido por Bacon, Descartes, Marx y que fue el motor del desarrollo
de la técnica universal. Según Morin, el objetivo de Claude Lévi-Strauss no era conocer al hombre
sino disolverlo en sus estructuras. Él propone, en cambio, una antropología que enfoque a la
humanidad en su unidad antropológica. Morin entiende que, entre las ciencias humanas, es la
literatura la que ha dado los mayores aportes en el estudio de la condición humana. Dostoievsky,
Proust, Bataille, Camus, han dicho más de la condición humana, del amor, del odio, del sujeto, del
“yo” que las ciencias humanas divorciadas y especializadas.

Capítulo 4: Aprender a vivir

Siguiendo a Rousseau, Morin afirma que enseñar es enseñar a vivir, no acumular


conocimiento sino incorporarlo y convertirlo en sabiduría. Debemos pensar a la literatura, la
poesía y el cine como escuelas de vida: escuelas de la lengua y de la cualidad poética de la vida,
de la emoción estética y del asombro. Permiten el descubrimiento de uno mismo y son escuelas de
la complejidad humana. “En la muerte de nuestros héroes experimentamos por primera vez la
muerte”. Y también nos educan en la comprensión humana: quienes sienten temor o repugnancia
por los vagabundos o los criminales, simpatizan con los personajes de Chaplin y de Victor Hugo.
No basta con explicar. Las ciencias humanas deben comprender. La comprensión se logra
mediante una pedagogía conjunta. Hay que oponer la racionalidad a la racionalización, la
autocrítica a la crítica.
Morin propone desarrollar una ciencia inexistente, la noología, ciencia de los imaginarios,
mitos, dioses; el estudio de la esfera de las ideas, la noosfera. Las ideas no están sólo en nuestras
mentes, morimos y matamos por las ideas. Se apoya en Rimbaud y sostiene que la “verdadera
vida” no está en las necesidades utilitarias sino en la calidad poética de la existencia. La filosofía
no es una disciplina ni debe actuar como tal, sino como una potencia interrogante y reflexiva.
En repetidas enumeraciones, la palabra “literatura” aparece junto a otras que, en principio, serían
también literatura, como “Novela”, “Poesía”, “Ensayo”. Para Morin, la poesía forma parte de la
literatura, pero al mismo tiempo es más que la literatura, ya que alude a la dimensión poética de la
condición humana.
Capítulo 5: Enfrentar la incertidumbre

El mayor aporte del conocimiento desarrollado en el siglo XX es el descubrimiento de los límites del
conocimiento. Debemos crear las condiciones para afrontar la incertidumbre, el caos que se oculta
detrás de la ley. La termodinámica y las teorías de la organización del cosmos
(creación/destrucción/creación) hacen dialogar al orden y al desorden. Carecemos absolutamente de
certezas sobre la aparición de la vida, sobre su carácter necesario o milagroso, inevitable o casual.
Existen tres tipos de incertidumbre: la incertidumbre cerebral; el conocimiento no es nunca un reflejo
de lo real, sino una representación. Esto conlleva el riesgo del error. La incertidumbre psíquica; el
conocimiento de los hechos siempre es tributario de la interpretación. Y la incertidumbre
epistemológica, la de las crisis de fundamentos de certeza en filosofía (Nietzsche) y
ciencia (Bachelard, Popper, Kuhn) Conocer no es llegar a la verdad, sino dialogar con la incertidumbre.
Para hacerlo debemos hacer una apuesta. La apuesta implica integrar la incertidumbre a la fe o a la
esperanza. La fe es el camino más preciado de la cultura europea, junto
con la racionalidad autocrítica.

Capítulo 6: El aprendizaje ciudadano

Morin considera que debe ser superado el poder absoluto del Estado-Nación. Los grandes problemas
tienden a ser transnacionales y planetarios y necesitan sistemas asociativos metanacionales.
Las identidades nacionales (su comunidad, sus mitos, su “religión” nacional) son incapaces de afrontar
los problemas actuales que exige la conciencia de una identidad terrícola. Se debe fomentar la
conciencia del ciudadano como tal y la conciencia de su pertenencia a una nación. Pero también su
inscripción dentro de un colectivo planetario Sólo se es ciudadano si se es solidario y responsable,
debemos hacerlo sintiendo como propia la identidad terrícola.

Capítulo 7: Los tres niveles

En la educación primaria habría que partir de interrogantes primarios. ¿Qué es el ser humano? ¿Qué es
el mundo? ¿Qué es la verdad? La finalidad de la cabeza bien puesta se favorecería con un programa
interrogativo y reflexivo que partiera del ser humano. De esta manera, las disciplinas estarían unidas
desde un comienzo y al profundizar después en cada una, ya estarían contextualizadas e integradas
sobre una base común. Hay que enseñar que las cosas no son sólo cosas sino entidades inscriptas en un
entorno, sólo definidas y denominadas en relación a un contexto. Hay que superar la causalidad lineal
y pensar la causalidad circular.
La enseñanza secundaria debe ocuparse de lo que “debe ser la verdadera cultura”, la que establece
el diálogo entre las ciencias humanas y la ciencia, considerando a la literatura como escuela de vida.
Los nuevos contextos: el Universo, la Tierra, la vida, lo humano. La enseñanza de humanidades debe
ser magnificada. Los docentes deben educarse en el conocimiento del mundo adolescente y su cultura
y de la cultura de los medios masivos.
El carácter conservador de la Universidad puede ser vital o estéril. Si la conservación es dogmática no
sirve. Su misión es trans-secular, es la comunicación, la transmisión y el enriquecimiento del
patrimonio cultural. El diálogo con la sociedad debe ser permanente y la Universidad debe, en un
punto, adaptarse a las necesidades de la sociedad contemporánea, pero sin ceder a una
sobreadaptación que la llevaría a la muerte. Una reorganización general de las disciplinas posibilitaría
la creación de una Facultad que reúna ciencia, filosofía y epistemología.
Habría que crear una Facultad de la Tierra (ciencias de la tierra, ecología, geografía física y
humana), una del Cosmos (física, cosmología, filosofía) , del Conocimiento (ciencias cognitivas,
filosofía de conocimiento y epistemología), de la Vida (ciencias biológicas), de lo Humano (prehistoria,
antropología biológica, antropología cultural, ciencias humanas y sociales y
económicas), una Facultad de los problemas de la globalización y mantener una Facultad de
Letras que profundice lo que allí se estudia y que integre otras artes, como el cine. Además,
habría que ceder un diezmo epistemológico, un diez por ciento de los cursos de todas las disciplinas a
una enseñanza común dedicada al conocimiento de las determinaciones y presupuestos del
conocimiento, la racionalidad, la cientificidad, la objetividad, la interpretación, los problemas de la
complejidad y la interdependencia entre las ciencias.

Capítulo 8: La reforma del pensamiento

De acuerdo a los principios cartesianos del Discurso del Método, debemos dividir el conocimiento en
tantas partes como nos sea posible para resolverlas. Con Galileo, el campo de lo cognoscible se redujo
a lo mensurable. Estos principios, sostiene Morin, mostraron sus límites y es preciso un pensamiento
que dé cuenta de que el conocimiento de las partes requiere del conocimiento del todo y que el
conocimiento del todo depende del conocimiento de las partes. La reforma del pensamiento generará
un pensamiento del contexto y de lo complejo.
El pensamiento que vincula reemplazará la causalidad unidireccional por la multirreferencial. Morin
enuncia siete
principios para la reforma:

 El principio sistémico u organizativo, que une el conocimiento de las partes con el


conocimiento del todo.
 El principio “holográmico”, pone en evidencia la paradoja de las partes en el todo y el todo
en las partes (la sociedad toda está presente a través del lenguaje, la cultura, en cada
individuo)
 El principio del bucle retroactivo, introducido por Norbert Wiener, permite conocer los
procesos autorreguladores. La causa actúa sobre el efecto, pero el efecto también actúa
sobre la causa.
 El principio del bucle recursivo, refiere a los procesos de autoproducción y
autoorganización. Los productos son efecto, causa y productores de aquello que los
produce.
 El principio de la autonomía dependencia, los seres vivos se autoproducen y mantienen
su autonomía. Por ellos son seres auto-eco-organizadores.
 El principio dialógico, permite el diálogo y la coexistencia de nociones contradictorias.
 El principio de reintroducción del que conoce en todo conocimiento, el conocimiento como
reconstrucción/traducción, el problema cognitivo central del sujeto.

Capítulo 9: Más allá de las contradicciones

Las reformas cuantitativas en la educación (reclamo generalizado por más docentes, más
presupuesto) son necesarias. Pero se trata de pequeñas reformas. No se pueden reformar las
instituciones sin reformar previamente las mentes, alcanzando un conocimiento que vaya más
allá de la especialización. “El reinado de los especialistas es el reinado de las ideas generales
más vacías, la más vacía de todas es la que sostiene que no es necesaria la idea general.” La
reforma del pensamiento es “una condición sine qua non para salir de la barbarie”
Contribuciones de La Cabeza bien puesta

La crítica a la división del conocimiento en disciplinas como obstáculo para enfrentar la


complejidad con una inteligencia general y el conocimiento del todo está presente en gran
parte de la obra de Edgar Morin. En este libro en particular, se interesa por la aplicación de
llamado pensamiento complejo en la reforma de la educación. Sus propuestas concretas para
modificar el sistema educativo (en especial los planteos del capítulo 7) representan un
verdadero desafío.
La crítica a algunos de los principios fundamentales de la ciencia, en especial a la división
del conocimiento de Descartes y al conocimiento mensurable de Galileo es uno de los aportes
fundamentales, sobre todo porque el autor logra sostener esa posición frente a todas las
ciencias reconocidas con la misma intensidad y también puede aplicarla a una idea de sociedad
y de estado reformados de acuerdo a la reforma del pensamiento.
Algunos interrogantes ¿Es posible una reforma de la magnitud que propone Morin? ¿Quién podría
llevarla adelante? ¿Qué resultados tendría? ¿Realmente se puede “reformar el pensamiento”?
Acuerdos, objeciones “Cuánto más poderosa es la inteligencia general, mayor es la facultad
para desarrollar problemas especiales” Coincido con el autor en este punto. Creo que, como él
afirma, la opinión contraria es la más difundida, precisamente porque los lugares en los que se
construye y se legitima el conocimiento están ocupados por especialistas. La especialización
culmina, en casos extremos, con la jactancia del desconocimiento. Podemos afirmar esto
habiendo conocido personalmente médicos que enfatizan su especialización exhibiendo su
ignorancia respecto de cosas que todo médico debería saber. Por supuesto que el estudio
profundo de la ética o nociones elementales de sociología imprescindibles para cualquier
disciplina (los médicos tratan con personas) no aparecen entre los contenidos de las carreras.
“El carácter funcional de la enseñanza lleva a reducir al docente a un funcionario. El carácter
profesional de la enseñanza lleva a reducir al docente a un experto. La enseñanza tiene que
dejar de ser solamente una función, una especialización, una profesión y volver a convertirse
en una tarea de acción pública, en una misión.” En efecto, la enseñanza como profesión o como
tarea de un experto se vuelve estéril. Exige algo más. En tanto se considere un trabajo,
inevitablemente anulará, censurará, vaciará de sentido la práctica de la enseñanza.
“(en el siglo XIX) una parte del mundo adolescente y femenino se hace cargo de la sensibilidad.”
No compartimos la vinculación que hace Morin entre la ciencia y la “objetividad” con mundo
masculino adulto. La idea de la sensibilidad como una virtud de mujeres es una reducción
sexista que tuvo legitimidad en un momento histórico determinado, pero que debemos
abandonar. El concepto “inter-pluri-transdisciplinariedad” presenta, a nuestro entender, una
dificultad: el nombre. El propio Morin critica el uso y abuso de la nomenclatura científica.

Aspectos a desarrollar

Las críticas al estado actual de la Academia son claras. La crítica del sistema es sólida.
Pero para que la propuesta se pueda llevar adelante la reforma, es necesario definir o explicar,
mostrar de alguna manera, qué es “la parte poética de nuestras vidas”. Cuando llegamos a este
punto se nos nubla la vista. Y si nos ocurre esto a nosotros, científicos sociales (¿existe tal
cosa?), ¿cómo persuadir al matemático, al médico, al economista? ¿Cómo concibe un
otorrinolaringólogo “la parte poética” de su vida? Un mayor desarrollo en este punto nos
liberaría de la atmósfera voluntarista que suele rodear cualquier proyecto de reforma.
Algo similar se puede decir de la idea de misión y de fe. Comparto con el autor la idea de la
misión del docente, pero estas palabras están muy asociadas al orden de lo místico.
Acompañamos a Morin en su intención, pero creo que estas palabras dificultan la persuasión. Y
sin persuasión no habrá reforma.

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