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Carlos Borromeo

Carlos Borromeo (Arona, Ducado de Milán,


2 de octubre de 1538 - Milán, 3 de
noviembre de 1584) fue un cardenal
italiano, arzobispo de Milán y uno de los
grandes reformadores católicos de la
época postridentina. Era sobrino del papa
Pío IV y la Iglesia católica le venera como
santo.
San Carlos Borromeo

San Carlos Borromeo de Orazio Borgianni.


Cardenal presbítero de Santa Práxedes
Arzobispo de Milán

Otros títulos Cardenal diácono de


Santos Vito, Modesto e
Crescenzia
Cardenal diácono de
Santos Silvestre y
Martín en Monti
Información religiosa
Ordenación sacerdotal 4 de septiembre de
1563 por Federico Cesi
Ordenación episcopal 7 de diciembre de 1563
por Giovanni Antonio
Serbelloni
Proclamación 31 de enero de 1560
cardenalicia por el papa Pío IV
Culto público
Beatificación 1602 durante el
pontificado de
Clemente VIII
Canonización 1 de noviembre de 1610
por Paulo V
Festividad 4 de noviembre
Información personal
Nombre Carlos Borromeo
Nacimiento 2 de octubre de 1538
Arona, Ducado de Milán
Fallecimiento 3 de noviembre de 1584
Milán, Ducado de Milán
(46 años)
Alma máter Universidad de Pavía

Humilitas
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Biografía

Particular del retrato del joven Carlos Borromeo con


su madre Margarita de Medici de Marignano
su madre Margarita de Medici de Marignano,
conservado en el Palacio Borromeo de Isola Bella.

Origen y formación

Carlos Borromeo (en italiano, Carlo


Borromeo) nació el 2 de octubre de 1538.
Era el segundogénito del conde Gilberto
Borromeo y de Margarita de Médicis,
hermana de Pío IV.[1] A los ocho años de
edad (15 de octubre de 1545), recibió la
tonsura clerical, de manos del obispo de
Lodi, Giovanni Simonetta.[2] Poco más
tarde fue enviado a Milán para cursar los
estudios humanísticos, donde tuvo como
preceptor a Bonaventura Castiglioni, uno
de los reformadores católicos milaneses
más reconocidos en la historia de la
Iglesia.[3]

En el otoño de 1552 se matriculó en la


Facultad de Derecho de la Universidad de
Pavía, donde el 6 de diciembre de 1559
obtuvo el doctorado in utroque jure.[2] El 25
del mismo mes, su tío, el cardenal Juan
Ángel de Médicis, fue elegido papa con el
nombre de Pío IV. Este hecho fue decisivo
en la vida del joven Carlos.[1]

Carrera eclesiástica
Pío IV se caracterizó por ser un papa
nepotista. Al día siguiente de su
exaltación, envió a Carlos Borromeo a
Roma y le colmó de honores y dignidades.
En 1560 el papa concedió a su sobrino
diversos títulos y cargos: protonotario
apostólico y referendario de la Signatura
(13 de enero); miembro de la consulta
para la administración de los Estados
Pontificios (22 de enero); abad
comendatario de Nonántola, san Gallo di
Moggio, Serravalle y Santo Stefano del
Corno (27 de enero); cardenal (31 de
enero); cardenal diácono con el título de
los santos Vito y Modesto (14 de febrero);
administrador de la diócesis de Milán (7
de febrero); legado pontificio de Bolonia y
de Romaña (26 de abril); cardenal diácono
de San Silvestro e Martino ai Monti (4 de
septiembre). El mismo papa le ordenó
diácono el 21 de diciembre del mismo
año. Contaba entonces Carlos Borromeo
con 22 años.[1]

El papa halló en su sobrino el más fiel y


abnegado colaborador de su pontificado,[4]
a tal punto que en 1561, no contento con
los honores ya ofrecidos, le nombró
Secretario de Estado. El 1 de junio del
mismo año le hizo gobernador de Civita
Castellana y Ancona y el mismo día fue
proclamado ciudadano de honor de Roma.
Todavía en 1561, el 1 de diciembre, Pío IV
le nombró gobernador de Spoleto y
miembro del Santo Oficio.

Era de estatura algo más que mediana,


grandes ojos azules, cabello negro, nariz
larga y tez pálida. Llevó barba corta y
desaliñada hasta que en 1574 mandó al
clero que se la cortase precediendo él con
el ejemplo. La impresión que producía en
los embajadores era de timidez y
modestia, hasta el punto de tenerle
algunos por poco apto para los cargos. Un
defecto de la lengua que le hacía
precipitarse al hablar, reforzaba todavía la
impresión desfavorable. Pero la práctica
en el oficio, la energía de su carácter y su
espíritu sobrenatural le fueron dando
mayor destreza en el desempeño de sus
funciones, hasta quedar patente su talento
de gobierno. «Es hombre de frutos, no de
flores; de hechos y no de palabras», dirá
de él algo más tarde desde Trento el
cardenal Seripando.[5]

El trabajo de la correspondencia
diplomática era imponente, pero a Carlos
le secundaba Tolomeo Gallio,[6] antiguo
secretario del cardenal de Médicis y luego
cardenal. Con él acudía todas las
mañanas a su tío para presentarle los
resúmenes de la correspondencia recibida
y tomar nota de las respuestas que había
que dar. Al adquirir con la experiencia un
sentido más expeditivo en el despacho de
los negocios, fue teniendo también más
libertad de movimientos, pero siempre se
mostró fiel intérprete del pensamiento y
del gusto del Pontífice, aun en cosas
contrarias a su propia opinión. Al mismo
tiempo, el papa acogía gustoso las
sugerencias del sobrino que poco a poco
tuvieron un mayor influjo sobre él. El
cardenal nepote respondió plenamente a
las esperanzas de Pío IV.

Una fecha divisoria en la vida interior de


Carlos Borromeo fue la de su ordenación
sacerdotal (17 de julio de 1563). Su
anterior vida como cardenal no era
licenciosa, pero tampoco era la del asceta
de los años posteriores. Amaba
extraordinariamente la caza y a ella se
dedicaba, según algunos, con mayor
entusiasmo del que convenía a su
dignidad. Jugaba al ajedrez y se divertía
con la música. Él mismo tocaba el laúd y
el violoncelo. Le gustaba la pompa y la
fastuosidad. Le atraían grandemente las
veladas literarias y para ello fundó una
academia con el nombre de Noches
Vaticanas.[7]
Federico Borromeo, su hermano, a quien el
papa acababa de nombrar capitán general
de la Iglesia, murió inesperadamente por
un acceso de fiebre el 19 de noviembre de
1562. La muerte del mayorazgo causó
hondo dolor al Pontífice y al nepote.[8]
Incluso corrió el rumor de que Carlos
Borromeo, ya subdiácono, sería
dispensado del celibato, para continuar el
nombre familiar. Pero Pío IV lo desmintió
categóricamente en el consistorio de 3 de
junio, en el que le elevó al orden del
presbiterado. El 17 de julio de 1563 fue
ordenado sacerdote y el 7 de diciembre
del mismo año recibió la consagración
episcopal. El 17 de noviembre de 1564, el
papa le dio el título de cardenal presbítero
de santa Práxedes.[9]

Cambio de vida

Los ejercicios espirituales de san Ignacio


jugaron también un papel muy importante
en aquel viraje. Antes de su ordenación
sacerdotal se retiró a la casa profesa de
los jesuitas para hacer los Ejercicios bajo
la dirección de Juan Bautista Ribera, de la
Compañía de Jesús, con quien por razón
de su cargo de procurador general de la
Orden había tenido que tratar muchos
asuntos de la misma. En adelante Ribera
fue su director espiritual. El cambio
obrado en su espíritu comenzó pronto a
manifestarse al exterior. Renunció a sus
diversiones preferidas y fue tal la
austeridad de su comportamiento
personal que disgustaba a su mismo tío,
que llegó a prohibir a los jesuitas Ribera y
Laínez pisar en adelante el palacio del
cardenal. A pesar de ello, Carlos no mitigó
sus rigores, por el contrario, con su
ejemplo de vida fue arrastrando a otros, e
incluso a su mismo tío. El embajador
veneciano P. Soranzo decía de él que hacía
más bien en la corte de Roma que todos
los decretos tridentinos juntos.

Concilio de Trento
Una sesión del Concilio de Trento en la basílica de
Santa María la Mayor. Pintura en el Museo Diocesano
Tridentino.

Pío IV fue el autor de la tercera


convocatoria del concilio de Trento. La
difícil reapertura se celebró el 18 de enero
de 1562, aunque la bula de indicción, de
29 de noviembre de 1560, señalaba el 6 de
abril de 1561. Algunos biógrafos han
exagerado el papel que desempeñó Carlos
Borromeo en aquella asamblea
ecuménica, pero no se puede desconocer
que, como secretario de Estado, el joven
cardenal dirigió la negociación previa y
toda la correspondencia entre Roma y
Trento. Además tomó parte especial en la
acción mediadora de Carlos Visconti,
obispo de Ventimilla, en el desacuerdo
entre el cardenal de Mantua, presidente
del concilio, y el cardenal Simonetta,
representantes uno y otro de las dos
tendencias conciliares sobre el derecho de
residencia de los obispos.[9]

También logró Carlos del concilio que la


reforma de la curia romana se reservase a
la decisión del papa, con lo que se evitó
una cuestión muy espinosa que hubiera
originado serios conflictos. Una comisión
cardenalicia encargada de la reforma de la
música sacra delegó está misión en los
cardenales Borromeo y Vitelli, quienes
encargaron a Palestrina, maestro de
capilla de Santa María la Mayor, la
composición de tres misas con arreglo a
la norma de hacer una música inteligible.

A partir de 1563 se suavizó la tensión


entre Roma y Trento. El cardenal nepote
concentró sus esfuerzos en la terminación
del concilio, cuyos decretos se
promulgaron con la bula de 26 de enero de
1564, donde figura su firma.[9]

Arzobispo de Milán

El triunfal ingreso de san Carlos Borromeo en Milán de


Filippo Abbiati, Catedral de Milán.
Carlos Borromeo, por Giovanni Ambrogio Figino,
Biblioteca Ambrosiana.

Como arzobispo de Milán, de donde fue


preconizado el 12 de mayo de 1564, quiso
implantar cuanto antes en su diócesis las
reformas tridentinas. Envió como vicario
general a Nicolás Ormaneto[8] con el
encargo, entre otros, de abrir un seminario
diocesano, cuya dirección y profesores (en
número de 30) obtuvo del general de los
jesuitas, Diego Laínez. Para la reunión del
concilio provincial, prescrito por Trento,
solicitó permiso de Pío IV para ir a
celebrarlo personalmente. Hizo la entrada
solemne en Milán el 23 de septiembre de
1565. En su viaje de vuelta a Roma, recibió
noticias alarmantes sobre la salud de su
tío. Apresuró entonces el paso y a duras
penas llegó a tiempo para administrarle
los últimos sacramentos y recibir su
postrer suspiro (9 de diciembre de
1565).[8]

Celebrado el cónclave del que después de


tres semanas salió elegido Pío V, el 7 de
enero de 1566, trató en seguida de
reintegrarse a su diócesis, a la que
efectivamente llegó el 5 de abril de 1566.[9]
Milán era una de las diócesis más
importantes de Italia y llevaba largo
tiempo abandonada por sus pastores.[10]
Comenzó en seguida una reorganización
de la diócesis, dividiéndola en 12
circunscripciones. Creó el puesto de
vicario general, hizo más ágiles los
servicios judiciales y cancillerescos, y veló
especialmente por la integridad de los
funcionarios y la gratuidad de los
servicios. Urgió el cumplimiento de lo
prescrito en el concilio provincial referente
a la redacción de los libros parroquiales
(bautismo, confirmación, matrimonio y
sepultura), y al liber status animarum
(enumeración de las casas de la parroquia,
con el número y edad de sus habitantes;
inmigrantes y emigrantes, etc.). En 1574
dio normas precisas sobre el modo de
llevar estos libros y ordenó el envío anual
de un ejemplar al arzobispado. En el
cuarto concilio provincial mandó que cada
párroco hiciera listas nominales de 35
categorías de cristianos de su parroquia.
Por estas y parecidas medidas, Carlos
puede ser considerado como un precursor
de la estadística religiosa. Sus
colaboradores y familiares estaban
sometidos a una disciplina casi claustral.
Inspirándose en los modelos de san
Ignacio, compuso reglas especiales para
cada oficio. Los actos piadosos del día
confiados a la dirección de un prefecto de
espíritu, estaban minuciosamente
establecidos. De aquella escuela salieron
hombres notables que luego
desempeñaron altos cargos eclesiásticos:
obispos o nuncios.[7]

Pero su principal preocupación fue la


formación de un clero capaz y virtuoso.
Por eso dedicó al seminario su atención
preferente. También abrió una casa para
vocaciones tardías. Para atender mejor a
las necesidades pastorales de la diócesis,
fundó la Congregación de Oblatos de San
Ambrosio, sacerdotes al servicio del
ordinario, pero de vida común y dispuestos
a ir a donde se les enviase. Cuidó
asimismo de la educación de la
juventud[11] y fundó el Colegio Helvético
para suizos católicos; el Colegio Borromeo
en Pavía; el Colegio de Nobles de Milán; la
Universidad de Brera, confiada a los
jesuitas, etc. En el aspecto social, creó
obras de beneficencia y de rehabilitación:
asilo de arrepentidas, orfanatos, asilos
nocturnos, etc.[12]

Aunque era de carácter autoritario e


intransigente, supo organizar la acción
apostólica de la diócesis utilizando los
cuadros de las órdenes religiosas. Los
barnabitas colaboraron muy
estrechamente con él, hasta el punto de
que le consideraban como su segundo
fundador. Con los jesuitas mantuvo
excelentes relaciones, fuera de algún caso
aislado, por ejemplo, con los generales de
la Compañía de Jesús tuvo cierta tirantez
por negarse estos a darle todas las
personas que él pedía, entre las que
figuraba Roberto Belarmino, futuro
cardenal. En 1566, el arzobispo de Milán,
introdujo las primeras ursulinas en su
diócesis, pero con la diferencia de que
estas debían estar sujetas al obispo
diocesano y para quienes había mandado
redactar una Regla de vida dando origen a
las Ursulinas de San Carlos.[13]

A los trabajos de la administración central


de la diócesis, añadió las visitas
pastorales de los extensos territorios de
su jurisdicción, que abarcaba también
parte de los cantones suizos, y otras
misiones pontificias. Intervino
activamente en los cónclaves de Pío V y
Gregorio XIII para asegurar una elección
digna.[12] En fin, fue un celoso pastor y un
obispo reformado y reformador según el
concilio de Trento.[14]
En relación con los gobernadores de
Milán, especialmente con el marqués
Antonio de Ayamonte, tuvo serios
encuentros de jurisdicción, motivados por
las opuestas tendencias político-
eclesiásticas de aquella época. Pero
siempre procedió con pureza de intención
en el servicio de la Iglesia.[15]
San Carlos Borromeo dando la comunión a las
víctimas de la peste, por Tanzio da Varallo, hacia 1616
(Domodossola, Italia).

La peste de san Carlos

Hay un acontecimiento célebre en la vida


de Carlos que define la abnegación y
sentido de responsabilidad de su cargo: la
llamada peste de san Carlos. Cuando el 11
de agosto de 1576 hacía su entrada
solemne en Milán Juan de Austria,
gobernador de los Países Bajos, que
marchaba camino de Flandes, estalló la
espantosa noticia de que había peste en la
ciudad. Aquel mismo día prosiguió el
gobernador su viaje y los milaneses
comenzaron a aprestarse para luchar
contra el terrible enemigo. Borromeo, que
se encontraba fuera de la ciudad, al saber
la noticia aceleró la vuelta para tomar las
medidas oportunas. Los lazaretos
rebosaban ya de apestados, a los que
faltaban no solo los auxilios materiales,
sino también los espirituales.

El arzobispo de Milán, para contrarrestar la


peste, hizo pedir limosna por la ciudad y
de su patrimonio vendió los objetos
preciosos que le quedaban. Incluso cedió
las colgaduras de su palacio para hacer
vestidos. Dormía escasamente dos horas
para poder acudir personalmente a todas
partes, visitaba todos los barrios
alentando el ánimo de los que
desfallecían, administraba él mismo los
últimos sacramentos a los sacerdotes que
sucumbían en aquella obra de caridad.
Despreció el peligro de contagio y ordenó
un triduo de oraciones públicas y
procesiones. Pero la peste siguió en
aumento durante el otoño y todo el año
siguiente de 1577. Hasta el 20 de enero de
1578 no se declaró su extinción. Por su
extraordinaria conducta durante la peste,
aquella dura prueba se denominó la peste
de san Carlos.[16]

Últimos años de su vida


Agotado prematuramente por su trabajo,
le acometió una fuerte calentura en una de
sus correrías pastorales. Gravemente
enfermo llegó a Milán el 2 de noviembre
de 1584, y al anochecer del día siguiente
entregó su alma a Dios. «Una lumbrera de
Israel se ha extinguido», exclamó Gregorio
XIII al recibir la noticia de su muerte. L.
Pastor resume su vida en estas palabras:

«El cardenal de Milán, con la


acerada rectitud de su carácter se
presenta a los ojos de sus
contemporáneos y de la posteridad
como uno de los grandes hombres
que lo sacrificaron todo para
hallarlo todo; que renunciaron al
mundo y precisamente por su
renuncia ejercieron un inmenso
influjo sobre él. Fuera del fundador
de la Compañía de Jesús, ningún
personaje ejerció tan honda y
duradera influencia en la
restauración católica como S. Carlos
Borromeo; es una columna de la
historia eclesiástica en la frontera de
dos épocas, el Renacimiento
moribundo y la victoriosa Reforma
católica»

Pastor, vol. 19, 116

.
Culto

Cripta de Carlos Borromeo, en la Catedral de Milán.

Intercesión de san Carlos Borromeo ayudado por la


Virgen de Rottmayr, Karlskirche, Viena.

Después de su muerte, se le empezó a


tener devoción como un santo. Dicha
devoción comenzó a crecer de tal manera
que los milaneses celebraban su
aniversario, aun cuando no estaba
canonizado. En un principio, la devoción
era privada, pero después de 1601 el
cardenal César Baronio escribió que su
aniversario ya no debería seguir
manteniéndose como una Misa de
réquiem, sino que un Te Deum debía ser
cantado. Debido a esto, se iniciaron las
diligencias para su canonización. El
proceso comenzó en Milán, Pavia, Boloña
y en otros lugares. En 1604 se envió su
causa a la Congregación de Ritos,[9] la cual
culminó con su canonizado, el 1 de
noviembre de 1610, por el papa Paulo V.
La Iglesia católica celebra su fiesta el 4 de
noviembre.[17]

Su cuerpo se conserva incorrupto en la


cripta de la catedral de Milán, encerrado
en una soberbia caja de plata, regalo de
Felipe IV de España. Una reliquia
importante, su corazón, se venera en la
Iglesia de San Carlos y San Anbrosio de
Roma.

En el tercer centenario de su canonización


(26 de mayo de 1910) el papa Pío X
escribió la encíclica Editae Saepe, en la
que recordó la memoria del santo y alabó
su obra apostólica y doctrinal en el ámbito
de la Reforma Católica. En este
documento, el pontífice coloca a san
Carlos como modelo de la lucha contra el
modernismo.[18]

La iconografía del santo es muy rica. Entre


ellas: Retrato de San Carlos Borromeo,
pintado por Ambrosio Figini y conservado
en la Biblioteca Ambrosiana de Milán; San
Carlos Borromeo adorando a la Trinidad de
Orazio Borgianni, que se conserva en la
Iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane
en Roma; San Carlos Borromeo dando la
comunión a las víctimas de la peste de
Tanzio da Varallo en Domodossola (Italia).
La Imperial Orden de San Carlos fue
creada por Maximiliano I de México el 10
de abril de 1866 para condecorar de
manera exclusiva a las mujeres que
hubiesen destacado en el servicio a la
comunidad. La orden hacía honor a san
Carlos Borromeo, el santo patrono de la
emperatriz Carlota de México, quién la
encabezaba. Se dividía en dos clases:
Gran Cruz (para un máximo de 24 damas)
y Cruz (sin límite alguno). La orden fue
destituida después de la caída del
emperador en 1867

Las dos congregaciones relacionadas con


el arzobispo de Milán en su diócesis,
como las Ursulinas, a quienes ayudó con
su aprobación (1566), y los Oblatos de San
Ambrosio, fundados por él (1578),[11]
luego de su canonización, añadieron a sus
nombres el de San Carlos, a saber;
Ursulinas de San Carlos y Oblatos de los
Santos Ambrosio y Carlos.

Algunos institutos de vida consagrada y


sociedades de Vida Apostólica de la
Iglesia católica llevan su nombre, tales
como: las Hermanas de la Caridad de San
Carlos, fundadas en Nancy, Francia (1652);
las Hermanas de la Caridad de San Carlos
Borromeo de Maastricht, fundadas en
Bélgica (1837); las Hermanas de la
Caridad de San Carlos Borromeo de Viena,
fundadas en Austria (1845); la
Congregación de los Misioneros de San
Carlos, fundada por Juan Bautista
Scalabrini en Piacenza (1887); las
Misioneras de San Carlos Borromeo, del
mismo fundador en 1895; las Hermanas
de la Caridad de San Carlo Borromeo de
Trzbnica, Polonia (1923); las Hermanas
enfermeras de San Carlos, fundadas por
Giovanni Masciadri en Milán (1932), la
Fraternidad Sacerdotal de Misioneros de
San Carlos Borromeo, fundada por
Massimo Camisasca en Roma (1999).
Es patrono de Humaitá (Paraguay),
Municipio de San Carlos (México),[19] de la
diócesis de Ciudad Quesada (Costa
Rica),[20]de la Diócesis de San Carlos
(Filipinas),[21] de Lombardía (Italia), del
Cantón del Tesino (Suiza), de Monterrey
(California), de los municipios italianos de
Saló, Portomaggiore, Rocca di Papa y
Nizza Monferrato. Además de la Misión de
San Carlos Borromeo de Carmelo. Además
el gobernador de [Chile], Joaquin del Pino
y Rosas funda el 3 de julio de 1800 la
ciudad de San Carlos, Chile en homenaje
al santo patrono de la localidad chilena, de
igual forma la iglesia central de dicha
ciudad lleva el nombre de "Parroquia San
Carlos Borromeo"

También es considerado patrono de los


catequistas, seminaristas y empleados de
banca y de bolsa.[17]

Referencias
1. De Certau, 1977, párrafo 1.
2. De Certau, 1977, párrafo 4.
3. Mezzadri, 2001, p. 86.
4. De Certau, 1977, párrafo 9.
5. De Certau, 1977, párrafo 11.
6. De Certau, 1977, párrafo 7.
7. De Certau, 1977, párrafo 5.
8. Mezzadri, 2001, p. 87.
9. Ffrench Keogh, 1910.
10. Mezzadri, 2001, p. 88.
11. Mezzadri, 2001, p. 91.
12. Galviati, 1933, párrafo 11.
13. Peronnet, 1990, p. 232.
14. Mezzadri, 2001, p. 78.
15. Galviati, 1933, párrafo 14.
16. Mezzadri, 2001, p. 90.
17. Siervas de los Corazones Traspasados
de Jesús y María. «San Carlos Borromeo» .
www.corazones.org. Consultado el 2 de
diciembre de 2015.
18. Pío X, 1910, título.
19. Culminan las fiestas de San Carlos.
Milenio.com Tamaulipas. 6 de noviembre
de 2015.
20. Portal de la Diócesis de Ciudad
Quesada.
21. Gcatholic.org Consultado el
10/11/2015.

Bibliografía
Obras consultadas

De Certau, Michel (1977). «Carlo


Borromeo, Santo» . Dizzionario
Biografico degli italiani (en italiano) 20.
Treccani.
Peronnet, Michel (1990). Iniciación a la
Historia. 5 El siglo XVI. Mompelier: Akal.
ISBN 978-84-760-0478-4.
Ffrench Keogh, Willian (1910). «San
Carlos Borromeo» . Enciclopedia
Católica. Nueva York. Consultado el 2 de
diciembre de 2015.
Galviati, Giovanni (1933). «Carlo
Borromeo, san» . Enciclopedia Italiana
(en italiano). Treccani.
Mezzadri, Luigi (2001). Storia della
Chiesa tra Medioevo ed epoca Moderna
(en italiano) III. Roma: Centro Liturgico
Vicenziano. ISBN 88-86655-94-0.
Pío X (1910). Editae Saepe (en inglés,
italiano y latín). Roma: Libreria Editrice
Vaticana. Consultado el 8 de diciembre
de 2015.

Otras obras

Opere complete di S. C. Borromeo, ed. G.


A. SASSI, 5 vol., Milán 1747, 2 vol., ed.
Augsburgo 1758;
A. SALA, Documenti circa la vita e le
gesta de S. C. B., 3 vol., Milán 1857-61;
Acta Ecclesiae Mediolanensis, ed. A.
RATTI (más tarde Pío XI), vol II y III Milán
1890-92;
C. BASCAPÉ, De vita et rebus gestis
Caroli card. S. Praxedis arch. Mediolani,
Ingolstadt 1592 (obra capital);
Pastor, Barcelona 1010-61, vol. 15, 117-
38, vol. 19; 94-116;
DHGE GII,486-534;
Bibl. Sanct. 111,812-50.

Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una
categoría multimedia sobre Carlos
Borromeo .
Catholic Hierarchy
Biografía de San Carlos Borromeo en
Santoral Católico de
www.divinavoluntad.net
San Carlos Borromeo en SCTJM
San Carlos Borromeo en Church Forum
(enlace roto disponible en Internet Archive;
véase el historial y la última versión).

Carta de San Carlos Borromeo enviada a


los legados durante la última fase del
concilio de Trento

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