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Sociología de los Medios de Comunicación Social

UNIDAD 1: Aportes de la Sociología Clásica


i. El pensamiento marxista
El reciente fracaso de las sociedades comunistas y su giro hacia una economía más capitalista hace
necesario plantearse el papel que juega la teoría de Marx en la sociología.

Marx ofreció una teoría sociológica abstracta, coherente y sumamente satisfactoria que puede emplearse
para analizar cualquier sociedad.

Si bien es cierto que en el enfoque de Marx se percibe una poderosa influencia de su ideología, es
importante admitir que no existe una teoría sociológica “libre de valores”. A los sociólogos les resulta imposible
ser totalmente neutrales. Marx no realizó esfuerzo alguno por ocultar el carácter ideológico de su obra; en
efecto, la ideología se encuentra en la base misma de la estructura de su teorización.

Su humanismo le llevó a predicar la revolución para destruir ese sistema capitalista que explotaba a la
inmensa mayoría de la gente, la creación de una sociedad socialista más humana que la capitalista. Aunque
defendió la revolución, Marx no creía que ese cambio implicara forzosamente un derramamiento de sangre. La
transición al socialismo podía realizarse pacíficamente y, teniendo en cuenta esta orientación humanista de
Marx, así hubiese querido que se realizase.

Por último, cabe destacar que no hay discontinuidad entre la obra temprana de Marx (sobre el potencial
humano) y su obra madura (sobre las estructuras sociales).

 LA DIALÉCTICA

Marx adoptó el modo dialéctico de la lógica de Hegel, aplicándolo, a diferencia de éste, al estudio del
mundo material. Esto permitió a Marx tomar la dialéctica del reino de la filosofía y trasladarla al reino de lo que
se considera la ciencia de las relaciones sociales existentes en el mundo material.

Dos características básicas distinguen el pensamiento de Marx de la mayor parte del pensamiento
sociológico:
- El método de análisis no contempla una única y unidireccional relación causa-efecto entre las diversas
partes del mundo social. Para el pensador dialéctico, las influencias sociales nunca se dan en una única
dirección: un factor puede tener un efecto sobre otro, pero éste último también puede influir sobre el
primero. Cuando los pensadores dialécticos hablan de causalidad siempre se refieren a las relaciones
recíprocas entre los factores sociales, así como a la totalidad de la vida social en la que se dan.
- En el análisis dialéctico los valores sociales no son separables de los hechos sociales. No sólo es imposible
apartarlos, sino que tampoco es deseable, porque produce una sociología inhumana y desapasionada.

Ambas características reflejan que Marx creía que los diversos componentes del mundo social se
entremezclaban gradual e imperceptiblemente. Marx afirmaba que los capitalistas y el proletariado no se
encontraban claramente separados, sino que se entremezclaban de manera gradual. Ello implicaba que una gran
cantidad de personas se situaban entre las dos clases, o se movían de una clase a la otra.

Un pensador dialéctico jamás se centra en una unidad social aislada del resto de las unidades sociales.
Además, se interesan no sólo por la relación de los fenómenos sociales del mundo contemporáneo, sino también
por la relación entre esas realidades contemporáneas y los fenómenos sociales pasados y futuros. Ello supone
dos implicaciones diferentes: primero, significa que los sociólogos dialécticos se interesan por el estudio de las
raíces históricas del mundo contemporáneo y, segundo, se preocupan por la dirección futura de dicha sociedad.
Este interés por el futuro constituye una de las principales razones de que la sociología dialéctica sea
intrínsecamente política, pues posee una imagen del mundo futuro y su interés es promover actividades
prácticas que den vida a ese mundo. En su opinión, el cambio social es una posibilidad futura de lo que ahora
existe en potencia: las fuentes del futuro existen en el presente.
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La naturaleza básica de la dialéctica se opone a la orientación determinista. Como los fenómenos sociales
están en constante acción y reacción, el mundo social no admite un modelo simple y determinista. El futuro
puede basarse en algún modelo contemporáneo, pero no de forma inevitable. Los marxistas esperaban y creían
que el futuro produciría el socialismo, pero el proletariado no podía esperar pasivamente a que éste llegara.
Tenían que ganárselo y carecían de garantías absolutas de su llegada.

El pensador dialéctico se interesa por el estudio de las relaciones reales más que por las grandes
abstracciones. Es la aversión a analizar grandes abstracciones lo que alejó a Marx de Hegel y lo que le hubiera
llevado a rechazar hoy la excesiva simplificación de la dialéctica al modelo de tesis, antítesis y síntesis. La
revolución y el nuevo tipo de sociedad fueron predichas por Marx, pero no las consideraba inevitables. El
proletariado tenía que colaborar y luchar por el socialismo para alcanzarlas.

Lo más conocido de la dialéctica puede ser su interés por el conflicto y la contradicción. Marx se centraba
en cuestiones como el conflicto entre las grandes estructuras creadas por los capitalistas y los intereses del
proletariado. Para él, la contradicción última en el seno del capitalismo se da en la relación entre burguesía y
proletariado. La primera produce al segundo, y al producir y expandir al proletariado, los capitalistas producen a
sus propios sepultureros. A medida que el capitalismo se expande, aumenta la cantidad de trabajadores
explotados y el grado de esa explotación. El creciente grado de explotación genera una oposición cada vez mayor
del proletariado, la cual provoca una mayor explotación y opresión, y el resultado probable es una confrontación
entre las dos clases, en la que el proletariado, desde el punto de vista de Marx, el probable que triunfe.

Marx se preocupaba por la interacción entre los principales niveles del análisis social. Por ejemplo, junto a
Engels, señalaba que “las circunstancias hacen a los hombres en la misma medida en que los hombres hacen las
circunstancias.” Es decir, el corazón de su pensamiento se encontraba en la relación entre las personas y las
grandes estructuras creadas por ellas. Por una parte, estas grandes estructuras ayudaban a las personas a
realizarse; por otra, planteaban una gran amenaza a la humanidad. Marx construyó su análisis crítico de la
estructura de la sociedad a partir de sus premisas sobre los actores, la acción y la interacción.

 EL POTENCIAL HUMANO

La base del pensamiento de Marx la constituyen sus ideas sobre el potencial de los seres humanos (seres
genéricos). Creía que hasta que no les llegara su oportunidad histórica, las personas no empezarían a acercarse a
lo que en última instancia podrían llegar a ser. La naturaleza de las sociedades anteriores al capitalismo había
sido demasiado severa como para permitir que las personas se realizaran. El capitalismo, aunque había
solventado algunos de estos problemas, constituía un entorno demasiado opresivo que impedía que la mayoría
de las personas pudieran desarrollar su potencial humano. Marx esperaba que el comunismo proporcionara un
entorno apropiado en el que las personas pudieran comenzar a expresar su potencial.

Capacidades y necesidades
Las capacidades pueden definirse como las facultades y aptitudes de las personas. En el sistema marxiano,
las capacidades humanas no son simplemente lo que son ahora, sino lo que fueron en un pasado y lo que serán
en un futuro bajo diferentes circunstancias sociales.

Las necesidades constituyen deseos de las personas de cosas que normalmente no se pueden obtener de
forma inmediata. Pueden variar según los entornos sociales en los que viven las personas.

Puede distinguirse entre capacidades y necesidades naturales y de la especie. Las primeras son las que
compartimos con otros animales, mientras que las específicas son exclusivamente humanas.

Conciencia
El núcleo de la noción del potencial humano reside en la idea de Marx de que los hombres se distinguen
de otros animales por su conciencia y por su capacidad de ligar esa conciencia a sus acciones. Critica a quienes

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analizan la conciencia como si ésta existiera independientemente de las personas, en lugar de analizar la
conciencia de las personas reales, conscientes.
 Mientras los animales sólo “hacen”, las personas pueden distanciarse mentalmente de lo que están
haciendo.
 Los actores humanos son capaces de elegir entre actuar y no hacerlo.
 Las mentes de los seres humanos les permiten planear de antemano la acción a realizar.
 Los seres humanos poseen flexibilidad tanto física como mental.
 Los seres humanos son capaces de controlar su atención en lo que hacen durante largos períodos de
tiempo.
 La naturaleza de la mente humana lleva a las personas a ser altamente sociales.

La conciencia constituye una característica de las personas, y su forma se deriva de la acción y la


interacción humanas: la conciencia es un producto social. Las relaciones sociales y la producción de la vida
material constituyen una expansión de la conciencia.

Es la capacidad de controlar sus actividades mediante la conciencia lo que distingue a las personas de los
animales. Para Marx, la característica específica de la naturaleza humana es su inteligencia creativa, su
capacidad de trazar una estructura en la imaginación para luego construirla en la realidad.

Las personas, su conciencia y sus actividades tienen que relacionarse con el mundo natural. Las personas
necesitan objetivos para sus pensamientos y acciones, y los más importantes de estos objetivos son las otras
personas y la naturaleza. Los humanos necesitan actuar sobre algo, y es la naturaleza sobre lo que
principalmente actúan, acompañados de todas sus capacidades creativas y en colaboración con otras personas.
Se distinguen tres componentes de la relación entre los seres humanos:
 Percepción: es el contacto inmediato que tienen las personas con la naturaleza a través de sus
sentidos.
 Proceso de orientación: organiza, modela e impone un marco a las diversas percepciones del
mundo recibidas por las personas.
 Apropiación: una vez percibido el mundo y organizada esa percepción, los actores emplean sus
capacidades creativas para actuar sobre la naturaleza con el fin de satisfacer sus necesidades.

Pueden distinguirse tres estadios básicos de la relación entre el potencial humano y los procesos de la
percepción, orientación y apropiación: la sociedad primitiva, el capitalismo y el comunismo.

1. En la sociedad primitiva las personas empleaban recursos naturales para producir las cosas que
necesitaban. Como se necesitaba producir relativamente pocas cosas las personas desarrollaban sus
capacidades en un grado muy limitado. La capacidad de pensamiento, su conciencia equivalía a poco
más que a una conciencia animal.
2. Para Marx, el capitalismo constituía una fase en la que la capacidad creativa de la mayoría de los seres
humanos, que se expresaba en el acto de la apropiación, había quedado virtualmente eliminada. La
mayoría de la gente se limitaba a querer tener el dinero suficiente para poder poseer las mercancías que
deseaba. La meta era la propiedad, en lugar de la expresión de las capacidades humanas.
3. El comunismo era una fase en la que se habrían destruido las fuerzas estructurales que causaban la
distorsión de la naturaleza humana, y en la que las personas podrían expresar su potencial humano en
un grado desconocido. Según Marx, en el capitalismo se habían desarrollado las formas tecnológicas y
organizativas que podría emplear una sociedad comunista, aunque en un sentido radicalmente opuesto.
Para Marx, el comunismo constituye una fase que permite a las personas “desarrollar sus capacidades
genéricas.”

Actividad
La actividad puede ser considerada como el medio que utilizan las personas para apropiarse de los objetos
de la naturaleza. Este concepto es virtualmente inseparable de los conceptos de trabajo y creatividad.

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El trabajo constituye una expresión de las capacidades distintivas de las personas. No se limita a las
actividades económicas, sino que entraña todas las actividades productivas que requieren las capacidades
creativas del actor. A su vez, también facilita un mayor desarrollo de las capacidades y las necesidades de las
personas.
La actividad hace referencia al movimiento implicado en los esfuerzos deliberados; el trabajo, al proceso
de producción material; y la creatividad, a la capacidad de las personas para hacer productos únicos. Bajo el
comunismo, para Marx, era probable que se diera una situación en la que la capacidad creativa de los seres
humanos se viera plenamente involucrada en la actividad y el trabajo.

 Objetivación. Para apropiarse del mundo natural, la gente debe comprometerse siempre con un proceso de
objetivación, que implica la producción de objetos. Este proceso es importante para Marx porque reafirmaba
su orientación materialista y su interés por el mundo real de los actores reales. Además, la objetivación era el
auténtico proceso en el que las personas expresaban sus capacidades humanas. El potencial humano se
realizaba en la objetivación de los productos. Este proceso debe presentar ciertas características para ser una
expresión del potencial humano: 1) la conciencia de los actores debe estar implicada en la actividad. 2) los
actores deben expresar sus capacidades de una manera comprehensiva. 3) deben expresar también su
carácter intrínsecamente social en este proceso, 4) el proceso de objetivación no debe constituir
simplemente un medio para lograr los fines (es decir, ganar dinero), sino que debe entrañar la expresión de
las capacidades creativas de los individuos.

 Trabajo. El trabajo crea valor de uso, una condición necesaria, independientemente de las demás formas de
la sociedad, para la existencia de la raza humana. Es un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso
en que el hombre media, regula y controla su metabolismo con la naturaleza. Este concepto implica la
apropiación, objetivación y plena expresión del potencial humano. En la sociedad capitalista, el trabajo, en
lugar de constituir un fin en sí, se reducía a ser un medio para alcanzar el fin de ganar dinero. Es decir, bajo el
capitalismo, el trabajo no equivale a trabajo, actividad y creatividad.

Sociabilidad
Las personas son intrínsecamente sociales. El hombre es un animal que sólo dentro de la sociedad se
convierte en individuo. Todas las capacidades específicamente humanas no tienen sentido si se expresan
aisladamente; deben estar relacionadas tanto con el mundo natural como con el social. Las personas necesitan
relacionarse con otras personas por el mero hecho de relacionarse, como para poder apropiarse de la naturaleza
adecuadamente.

Consecuencias imprevistas
Marx hace referencia al hecho de las personas (dotadas, al menos potencialmente, de características
humanas positivas) hayan producido el capitalismo, una estructura que distorsiona su naturaleza esencial. Se
trata de la idea de consecuencias imprevistas. La intención de la gente, según Marx, no era crear una estructura
que distorsionara la naturaleza humana, pero ese fue el resultado. Aunque forman parte integrante de la
sociedad pasada y presente, probablemente las consecuencias imprevistas no constituyen una característica de
la sociedad. Es decir, el comunismo no necesariamente se verá perturbado por las consecuencias imprevistas.

ALIENACIÓN

En sus primeras obras, Marx denominaba alienación a las distorsiones que causaba la estructura de la
sociedad capitalista en la naturaleza humana. Ofreció básicamente una teoría de la alienación arraigada en la
estructura social. Es la estructura social la que rompe las interconexiones naturales que caracterizan la naturaleza
humana en un sentido ideal. Aquí es sumamente importante el sistema de dos clases, en el cual los capitalistas
emplean a los trabajadores y son propietarios de los medios de producción y de los productos resultantes. Para
sobrevivir y tener acceso a las herramientas y las materias primas, los trabajadores se ven obligados a vender a
los capitalistas su fuerza de trabajo. Aunque hagan uso de esas herramientas, las interrelaciones naturales están
rotas.

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Componentes de la alienación
Este concepto incluye cuatro componentes básicos:
 Los trabajadores están alienados de su actividad productiva. No trabajan para sí mismos, para satisfacer
sus propias necesidades. Trabajan para los capitalistas. Están alienados de respecto de su actividad. La
actividad productiva se reduce a un medio para cumplir el único objetivo importante para el
capitalismo: ganar el suficiente dinero para sobrevivir.
 Están alienados también del objeto de esas actividades: el producto. Este, al igual que el proceso de
producción, pertenece a los capitalistas, que pueden usarlo como deseen. Esto suele significar que lo
venden para obtener beneficio. Los trabajadores incluso no tienen una percepción correcta de lo que
producen, apenas perciben el papel que juegan en el proceso de producción y se limitan a cumplir un
papel insignificante en el proceso global. Suelen creer que es la cadena de montaje, no las personas que
en ella trabajan, lo que produce el producto final.
 En tercer lugar, están alienados de sus compañeros de trabajo. El capitalismo destruye la cooperación
natural entre las personas, las cuales se ven obligadas a trabajar sólo para los capitalistas. Suelen verse
obligados a competir, e incluso a enfrentarse entre ellos. Con el fin de extraer la máxima productividad y
evitar el desarrollo de relaciones cooperativas, el capitalista enfrenta a los trabajadores. De este modo,
evitan ser ellos mismos el blanco de la hostilidad obrera.
 Por último, en un nivel más general, están alienados de su propio aspecto humano en la sociedad
capitalista. Los individuos se realizan cada vez menos como seres humanos y quedan reducidos en su
trabajo al papel de animales, bestias de carga o máquinas inhumanas. El resultado es una masa de
personas incapaces de expresar sus capacidades específicamente humanas.

Distorsiones derivadas de la alienación


La alienación es la ruptura estructuralmente impuesta de la interconexión total y natural que constituye
una parte esencial de la vida, al menos en sentido ideal. El comunismo implica un restablecimiento de las
interconexiones destruidas por el capitalismo. Por tanto, la alienación se opone a lo que las personas pueden
potencialmente ser.
Las distorsiones causadas por la sociedad capitalista implica, entre otras cosas que:
 la estructura del proceso de producción convierte a los trabajadores en monstruos tullidos, al obligarles
a trabajar sin permitirles usar sus capacidades.
 Sólo unas pocas personas tienen autorización para realizar trabajo intelectual.
 Monotonía en tareas especializadas
 La sociedad se orienta sólo hacia la posesión de objetos
 La persona ya no puede satisfacer sus necesidades y capacidades humanas y se ve obligada a
concentrarse en las capacidades y necesidades naturales.
 Las personas han producido una sociedad que les permite sentirse a gusto solo cuando funcionan como
animales.

Idea de mundo invertido: los más importantes, los trabajadores, se encuentran en la base de la sociedad,
luchando por subsistir. Los capitalistas, que no producían nada por sus propios medios, constituían la fuerza
dominante.

Emancipación
El objetivo de la sociología de Marx era la emancipación de la humanidad de la esclavitud de la sociedad
capitalista. Dicha emancipación será total sólo cuando el hombre real e individual se haya convertido en un ser
genérico.
La transición hacia la sociedad socialista y la emancipación podía lograrse sólo mediante la acción concreta
o praxis. Por un lado, este concepto significa que se debe adoptar una postura intelectual crítica que contribuya a
la realización de la acción necesaria para revolucionar la sociedad.

La sociedad comunista creada mediante la praxis no gobernará sobre los individuos, pues en sí misma no
es otra cosa que los individuos concretos en sus mutuas relaciones sociales; eliminará la alienación, y reunirá a
las personas con sus productos, sus actividades productivas, con otras personas y con ellas mismas. La meta de la

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emancipación es el ser genérico, es decir, la meta es el comunismo, que constituye la primera expresión real y la
realización auténtica del hombre, de la esencia del hombre y de su esencia como algo real.

ESTRUCTURAS DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA

Marx percibía las estructuras sociales como un conjunto de relaciones sociales numerosas y continuas.
Esta es una perspectiva dinámica o dialéctica, sin embargo consideraba que el conjunto de relaciones en el
capitalismo eran externas a los actores y coercitivas. Esto no significaba que el conjunto de relaciones fuera
inevitable, pero ciertamente había adquirido una realidad objetiva bajo el capitalismo y debía ser destruido para
acercarse al comunismo.

Mercancías
Las personas producen los objetos que necesitan para sobrevivir mediante su interacción con la naturaleza
y otros actores; la objetivación constituye un aspecto necesario y universal de la vida humana. Estos objetos se
producen para el uso de una persona o para el de otras en su entorno inmediato: constituyen valores de uso. Los
objetos son los productos del trabajo humano y están bajo el control del actor. Sin embargo en el capitalismo
este proceso de objetivación adopta una nueva y peligrosa forma. Los productos en lugar de ser usados
inmediatamente, son intercambiados en el libre mercado a cambio de dinero: valores de cambio. El papel que
desempeñan las personas en la producción de mercancías y en su control se mistifica. La mercancía aparece
como una realidad externa, casi mística e independiente.

 Fetichismo de la mercancía. El fetichismo de las mercancías implica el proceso por el que los actores
olvidan que es su trabajo el que confiere a las mercancías su valor. Llegan a creer que su valor procede
de las propiedades naturales de las cosas o que el funcionamiento impersonal del mercado es lo que les
otorga valor. Así, para los actores, el mercado realiza una función que. para Marx, los actores son los
únicos que pueden realizar: la producción de valor. El fetichismo de las mercancías confiere a estas y al
mercado una realidad objetiva independiente que es externa al actor y coercitiva.
 Reificación. Las personas producen no sólo objetos económicos, sino también relaciones sociales y
estructuras sociales. La reificación puede considerarse como el proceso por el cual se llega a creer que
las formas sociales humanamente creadas son naturales, universales y absolutas y, consecuentemente,
que esas formas sociales adquieren de hecho, esas características. El concepto de reificación implica el
convencimiento de las personas de que las estructuras sociales están fuera de su control y son
inalterables. De este modo, las estructuras adquieren realmente el carácter que las personas le otorgan.

Capital
Como estructura independiente, el capital explotaba a los trabajadores, los responsables de su creación.
Marx pensaba que el poder del capital aparecía como un poder otorgado por la naturaleza, un poder productivo
inherente al capital. Así las personas tendía a deificar el capital al creer que, por naturaleza, el sistema capitalista
era externo a ellas. Los trabajadores eran explotados por un sistema y habían olvidado que ellos lo habían
producido mediante su trabajo, por lo que no se percataban de que podía cambiar.

 Circulación de mercancías. Marx distinguía dos tipos de circulación de mercancías. Ambos representaban la
totalidad de las relaciones económicas establecidas, que son externas y coercitivas para el actor. Uno de
estos tipos de circulación, Dinero-Mercancías-Dinero (D-M-D), es característico del capital; no ocurre lo
mismo en el otro caso: Mercancías-Dinero-Mercancías (M-D-M). En la circulación simple de mercancías
predomina el circuito M-D-M. El mismo no puede darse de manera aislada, sino que está intrínsecamente
relacionado con otros circuitos semejantes. de otras mercancías. Este tipo de proceso de intercambio
desarrolla una red completa de relaciones sociales espontáneas en lo que se refiere a su crecimiento y que
se sitúan al margen del control de los actores. En el circuito capitalista (D-M-D) se parte de una compra para
finalizar en una venta. El fin es el dinero en una forma más extensa. Constituye un proceso más abstracto
que el anterior. La mercancía real pierde significado y la esencia del capital se reduce a la circulación irreal de
dinero.
Propiedad Privada

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La propiedad privada se deriva del trabajo de los trabajadores. Por lo tanto, es el producto, el resultado, la
consecuencia necesaria del trabajo alienado, de la relación externa del trabajador con la naturaleza y con sí
mismo. Pero los trabajadores pierden de vista y dejan de controlar este hecho. En lugar de controlar la propiedad
privada, es ésta la que los controla.
La propiedad privada, además de ser producto del trabajo alienado, una vez que existe, exacerba a su vez
la alienación al interponerse entre las personas y el proceso de producción. Para que las personas puedan existir
deben destruir la propiedad privada y los demás componentes estructurales de la sociedad capitalista.

División del trabajo


Esta idea se deriva de la distinción de Marx entre los propietarios de los medios de producción y los que se
ven obligados a vender su fuerza de trabajo a los propietarios para vivir. En particular, a Marx le interesaba la
tendencia estructural por la cual las personas se ven obligadas a especializarse en tareas cada vez más
específicas. Esta especialización impedía que los actores se realizaran y expresaran su potencial humano.
Críticas:
 Separa artificialmente al individuo del conjunto de la comunidad. Las personas se preocupan sólo por
su bienestar e ignoran el interés de la comunidad.
 El proceso laboral se rompe hasta el punto de que se separan funciones que idealmente deberían estar
integradas: las funciones intelectuales están separadas de las manuales.
 Las capacidades del individuo se reducen a una simple herramienta en el proceso de producción.
 Influye en el hombre, lo atonta, deshumaniza y reduce a un mero fragmento de hombre.

Clase Social
Marx consideraba a las clases sociales como estructuras externas y coercitivas para las personas. Según
Ollman, las clases sociales son relaciones sociales deificadas. Las clases sociales se derivan de los actos de
producción; las personas llegan a deificar las clases y, consecuentemente, comienzan a obrar una vida
independiente que constriñe al actor.

Marx consideraba a las grandes estructuras sociales como relaciones antes que como estructuras
materiales reales. Son fuerzas externas y coercitivas. Se derivan de los pensamientos y las acciones de los actores
y, una vez que cobran vida, constriñen los procesos mismos que los crearon.

ASPECTOS CULTURALES DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA

El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política e intelectual en
general. No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad social es la
que determina su conciencia.

Parece que Marx relega el nivel cultural a la condición de “epifenómeno” determinado por las estructuras
sociales y económicas. Parecía reducir todo cambio social a un cambio de índole material sobre el que se erigía la
superestructura cultural: El cambio producido en la base económica transforma más o menos lenta o
rápidamente toda la colosal superestructura.

Marx consideraba al nivel cultural implicando las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o
filosóficas, o, en simples palabras, las formas ideológicas, lo cual analizó al hablar de la conciencia de clase, la
falsa conciencia y la ideología.

Conciencia de clase y falsa conciencia


Tanto capitalistas como trabajadores tienen una percepción incorrecta del modo en que funciona el
sistema y del papel que desempeñan en él (falsa conciencia). En la evolución hacia el comunismo existe la
posibilidad de que el proletariado desarrolle una comprensión exacta de cómo funciona el capitalismo y cómo le
afecta (conciencia de clase).

Lo que caracteriza al capitalismo es la falsa conciencia. La burguesía no es consciente de su propia historia


y del papel que desempeñó en la formación del capitalismo, ni tampoco de las contradicciones que existen en el
seno del capitalismo. No es consciente de las consecuencias de sus acciones. Existe una diferencia crucial entre

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las dos clases: la burguesía nunca podrá transformar su falsa conciencia en una auténtica, ello sólo es posible en
el caso del proletariado. En tanto que clase no propietaria, constituye el modelo para una sociedad futura donde
no exista propiedad. Deberá convertirse en una clase “contra el capital” y, principalmente, en una “clase para si”,
es decir, adquirir una verdadera conciencia de clase.

Ambos conceptos son dinámicos y cobran sentido sólo a la luz del cambio y del desarrollo social. La falsa
conciencia describe la situación durante el período capitalista, mientras que la conciencia de clase es la condición
que le espera al proletariado y que puede ayudarle a realizar el cambio hacia una sociedad comunista.

Ideología
Marx considera a la ideología como el sistema integrado de ideas que es externo a los individuos y resulta
coercitivo para ellos. Las ideas de la clase dominante son en todas las épocas las ideas dominantes. Las ideas
dominantes no son más que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, relaciones materiales
hechas ideas.
Ideas fundamentales sobre las ideologías:
1. Representan los intereses de la clase dominante.
2. Constituyen un reflejo invertido y truncado de la realidad.
3. Tienen una existencia independiente que resulta coercitiva para las personas.

El papel de las ideologías es asegurar la conformidad de los oprimidos y explotados. Determinan las
acciones de los actores de la clase dominante quienes, a su vez, influyen en los pensamientos y acciones del
proletariado.

LA ECONOMÍA DE MARX

La economía marxiana parte de los conceptos de valor de uso y valor de cambio. Las personas siempre han
creado valores de uso, para satisfacer sus necesidades directamente. Este valor de uso se define
cualitativamente; es decir, algo es o no útil. Por el contrario, un valor de cambio se define cuantitativamente, por
la cantidad de trabajo requerida para la apropiación de cualidades útiles; se producen para cambiarlos por
valores de otro uso y ponen en movimiento un proceso que implica distorsión de la naturaleza humana.

Para Marx, la fuente básica de cualquier valor era la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario,
requerida para producir un objeto en condiciones normales de producción y con un grado medio de cualificación
e intensidad de tiempo. Esta es la conocida teoría del valor-trabajo.

Los capitalistas pagan a los trabajadores una cantidad inferior al valor que producen y se apropian del
resto. Los trabajadores no son conscientes de esta explotación y los capitalistas tampoco suelen serlo. Creen que
este valor extra se deriva de su inteligencia, de su inversión de capital, etc. Esto nos lleva al concepto central de
plusvalía definido como la diferencia entre el valor del producto y el de los elementos invertidos en la formación
del mismo. Aunque los medios de producción se invierten en el proceso de producción, es el trabajo lo que
constituye la fuente real de plusvalía. La cantidad de plusvalía es, por lo tanto, una expresión exacta del grado de
explotación de fuerza de trabajo por parte del capital o del trabajador, por parte del capitalista.

El deseo de una mayor plusvalía empuja al capitalismo a cumplir lo que Marx denominó ley general de la
acumulación capitalista. Pero al final, la explotación que esto genera produce ganancias progresivamente
menores. En su afán por evitar estas reducciones, se produce la sustitución del hombre por la máquina. Un
creciente número de personas despedidas pasan a formar el “ejército industrial de reserva”. A su vez, la mayor
competencia conduce a una disminución de la cantidad de capitalistas. En estas circunstancias extremas, el
capitalismo se vuelve vulnerable a la revolución.

ii. Teoría sociológica de Emile Durkheim

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Su mayor preocupación fue la influencia de las grandes estructuras de la sociedad, y de la sociedad misma,
sobre los pensamientos y acciones de los individuos. Contribuyó enormemente a la formación de la teoría
estructural-funcional, que se centró en el análisis de la estructura social y la cultura.

El desarrollo y uso del concepto de hecho social constituye el núcleo de su sociología. Los hechos sociales
son las estructuras sociales, así como las normas y los valores culturales que son externos y coercitivos para los
actores.

Durkheim afirmaba que, para diferenciarse de la filosofía, la sociología debía orientarse hacia la
investigación empírica. Con el fin de que la sociología se alejara de la filosofía y de darle una identidad clara y
particular, afirmó que el objeto distintivo de la sociología debía ser el estudio de los hechos sociales. Esta idea de
que dichos hechos debían ser tratados como cosas le daría ese carácter particular.

Por otra parte, para distinguirla de la psicología, afirmó que los hechos sociales eran externos y coercitivos
para el actor. El objeto de la sociología debía ser el estudio de los hechos sociales, mientras que la psicología se
ocupaba de los hechos psicológicos, básicamente heredados, según Durkheim; hechos internos.

Durkheim distinguía entre dos grandes tipos de hechos sociales: los materiales y los inmateriales. Los
hechos sociales materiales son los más claros, porque son entidades reales y materiales, pero sólo adquieren
una importancia menor en su obra. Por ejemplo, la arquitectura y el derecho.

El núcleo de su sociología es el estudio de los hechos sociales inmateriales, tales como las normas, los
valores, la cultura en general. Estos hechos no están tan definidos como los materiales. Al menos en cierta
medida, residen en la mente del actor, pueden considerarse externos y coercitivos respecto de los hechos
psicológicos.

Durkheim organizó los hechos en distintos niveles de realidad (en orden descendente en lo que se refiere
a generalidad):
a) Hechos sociales materiales
 Sociedad
 Componentes estructurales de la sociedad (iglesia, estado, etc.)
 Componentes morfológicos de la sociedad (distribución de la población, canales de
comunicación, etc.)
b) Hechos sociales inmateriales
 Moralidad
 Conciencia colectiva
 Representaciones colectivas
 Corrientes sociales

Consideraba que la sociedad estaba constituida por órganos (hechos sociales) o estructuras sociales que
realizaban diversas funciones para la sociedad.

LA DIVISIÓN DEL TRABAJO EN LA SOCIEDAD

Es un hecho social material que indica el grado en que las tareas o las responsabilidades se han
especializado. Según Durkheim, existen dos tipos ideales de sociedad:

a) Primitiva: caracterizada por la solidaridad mecánica (se mantiene unificada debido a que la totalidad
de sus miembros tienen aptitudes y conocimientos similares. Todos están implicados en la realización de
actividades parecidas y tienen responsabilidades semejantes), presenta una estructura social
indiferenciada, con poca o ninguna división del trabajo. Menor densidad dinámica. Derecho represivo: sus
miembros creen profundamente en una moralidad común, por lo que cualquier ofensa contra su sistema
de valores compartido suele ser de gran importancia para la mayoría de los individuos. El transgresor suele
ser severa e inmediatamente castigado. La aplicación está en poder de las masas.

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b) Moderna: caracterizada por la solidaridad orgánica (se mantiene unificada debido a las diferencias
entre las personas, debido al hecho de que tienen diferentes tareas y responsabilidades, cada una necesita
de las otras), presenta una mayor y más refinada división del trabajo. Mayor densidad dinámica. Derecho
restitutivo: a los individuos se les suele pedir que cumplan con la ley o que recompensen o restituyan a los
que han resultado perjudicados por sus acciones. Apenas existe moralidad común en esta sociedad, y en
caso de que la hubiere, es poco influyente. La aplicación de este derecho es responsabilidad única de
entidades especializadas.

Solidaridad: implica el descubrimiento de lo que mantenía unida a la sociedad.


Se ocupó no sólo de la especialización de los individuos, sino también de la de los grupos, las estructuras y
las instituciones. Como las personas que forman las sociedades caracterizadas por la solidaridad mecánica suelen
parecerse en lo tocante a las tareas que realizan, hay mayores probabilidades de que compitan entre sí. Por el
contrario, en las sociedades caracterizadas por la solidaridad orgánica, la diferenciación facilita la cooperación
entre las personas y permite que puedan apoyarse en una misma base de recursos.

Densidad dinámica: hace referencia a la cantidad de personas en una sociedad y al grado de interacción
que se produce entre ellas. Deben producirse juntas. Un aumento de la cantidad de personas más un aumento
de su interacción conduce a la transición de la solidaridad mecánica a la orgánica dado que, si se producen
simultáneamente, provocan un aumento de la competencia por los recursos escasos y una lucha más intensa por
la supervivencia entre los diversos componentes paralelos de la sociedad primitiva. El nacimiento de la división
de trabajo permite a las personas y a las estructuras sociales creadas por ellas cooperar, en lugar de entrar en
conflicto.

Derecho: para estudiar los hechos sociológicos inmateriales de una manera científica el sociólogo debe
buscar y examinar los hechos sociales materiales que reflejen la naturaleza de los inmateriales y sus cambios. Esa
función es cumplida por el derecho.
En su nivel más básico, la gran preocupación de Durkheim era el debilitamiento de la moralidad común en
el mundo moderno. Las personas corrían el riesgo de padecer una pérdida de los vínculos morales. Sin los
mismos el individuo llegaría a ser esclavo de pasiones cada vez más ambiciosas e insaciables, lo cual desataría
una enloquecida búsqueda de placer. El individuo necesitaba de una moralidad y un control externo para ser
libre.

Anomia
Los individuos se enfrentan a la anomia cuando la moral no les constriñe lo suficiente; es decir, cuando
carecen de un concepto claro de lo que es una conducta apropiada y aceptable, y de lo que no lo es.

Durkheim creía que la división del trabajo en la sociedad moderna era una fuente de cohesión que
compensaba el debilitamiento de la moral colectiva. Sin embargo, entendía a la anomia como una patología
asociada con el nacimiento de la solidaridad orgánica. Los individuos también pueden sentirse aislados y
abandonados en la realización de tareas altamente especializadas. Durkheim calificaba esta situación de
anormal, porque sólo en circunstancias no normales la división moderna del trabajo relegaba a las personas a
tareas y empleos aislados y carentes de sentido.

Conciencia Colectiva
Durkheim analizó el problema de la moralidad a través de diversos conceptos.
El conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de los miembros de una sociedad,
forma un sistema determinado que tiene vida propia, llamado conciencia colectiva o común. Es algo
completamente distinto a las conciencias particulares aunque sólo se realice en los individuos.

El aumento de la división del trabajo causa una reducción de la conciencia colectiva. Esta es mucho menos
importante en las sociedades con una solidaridad orgánica. La conciencia colectiva difiere en los dos tipos de
sociedades, de acuerdo a cuatro dimensiones: volumen (cantidad de gente que comparte una misma conciencia

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colectiva), intensidad (grado en que la sienten), rigidez (su nivel de definición) y contenido (forma que adopta la
conciencia en los dos tipos de sociedad: religiosa, en la mecánica y definida por el “individualismo moral” en la
orgánica).

Representaciones colectivas
Implica un concepto más específico que el de conciencia, y comprende a los estados específicos o
substratos de la conciencia colectiva. Hace referencia a las normas y valores de colectividades específicas como
la familia, la ocupación, el estado, y las instituciones educativas y religiosas. Estas representaciones no pueden
reducirse al nivel de la conciencia individual. Resultan del substrato de los individuos asociados, pero poseen
características sui generis. Trascienden al individuo debido a que su existencia no depende de ningún individuo
particular, son también independientes en el sentido de que su duración en el tiempo es mayor que la duración
de la vida del individuo. Son el elemento central del sistema de hechos sociales inmateriales.

SUICIDIO Y CORRIENTES SOCIALES

Las corrientes sociales son los hechos sociales inmateriales que son igualmente objetivas e influyen en
igual grado sobre el individuo que las representaciones, pero que, sin embargo, carecen de esa forma
cristalizada. Por ejemplo: los grandes movimientos de las masas guiadas por el entusiasmo, la indignación, etc.

Al analizar el suicidio, uno de los actos más privados y personales, Durkheim buscaba comprobar que un
acto de este tipo podía ser influido por hechos sociales (principalmente por las corrientes), y por ende, explicado
por la sociología. En su estudio concluyó que cada grupo social tiene por el suicidio una inclinación colectiva que
le es propia y de la que proceden las inclinaciones individuales. Lo que la constituye son las corrientes de
egoísmo, altruismo y anomia que influyen en la sociedad.

Cuatro tipos de suicidio


Considerando dos variables: integración (grado en que se comparten los sentimientos colectivos) y
regulación (grado de constricción externo sobre las personas), Durkheim señaló los siguientes tipos de suicidio:

1. Suicidio egoísta (bajo grado de integración): es común en aquellas sociedades en los que el individuo no
está totalmente integrado en la unidad social global. Esta falta de integración produce un sentimiento de
vacío y falta de significado en los individuos. Cuando las corrientes sociales son débiles, los individuos
fácilmente sobrepasan la conciencia colectiva y hacen lo que desean; este egoísmo no reprimido
desemboca en una gran insatisfacción personal, a un gran descontento y, finalmente, al suicidio. Familias,
grupos religiosos y entidades políticas fuertemente integradas actúan como agentes de la conciencia
colectiva y evitan estas tendencias suicidas.
2. Suicidio altruista (alto grado de integración): se lleva a cabo cuando la integración social es demasiado
fuerte. El individuo se ve literalmente obligado a suicidarse. El grado de integración en este caso, no
constituye la principal causa de suicidio altruista. Los diferentes grados de integración producen corrientes
sociales que, a su vez, influyen en las tasas de suicidio. La probabilidad de que este tipo de suicidio
aumente nace de la creencia profunda de una perspectiva “mejor” después de la vida.

3. Suicidio anómico (baja regulación): su probabilidad aumenta cuando dejan de actuar fuerzas reguladoras
de la sociedad. Esta interrupción suele crear insatisfacción en los individuos: sus pasiones apenas están
controladas y son libres de iniciar una salvaje persecución del placer. Las tasas de suicidio anómico
aumentan tanto cuando la naturaleza de la interrupción es positiva (por ejemplo, un crecimiento
económico súbito) o negativa (una depresión económica). Cualquier tipo de interrupción hace que la
colectividad rea temporalmente incapaz de ejercer su autoridad sobre los individuos.

4. Suicidio fatalista (alta regulación): sucede cuando la regulación es excesiva. Es común en personas cuyo
futuro está implacablemente determinado, cuyas pasiones están violentamente comprimidas por una
disciplina opresiva.

¿Mente Colectiva?

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Los fenómenos culturales no pueden flotar por sí mismos en un vacío social. Los hechos sociales
inmateriales se hayan firmemente anclados en los procesos mentales de los individuos, por lo cual se descarta la
idea de la existencia de una mente colectiva ajena a los individuos. La conciencia colectiva flota como un vacío,
un tipo de absoluto indescriptible, y también está conectada con el resto del mundo por un substrato del que,
consecuentemente, depende.

RELIGIÓN

La religión es un hecho social inmaterial por excelencia. Tiene lo que Durkheim denominó “naturaleza
dinamogénica”; es decir, tiene la capacidad no sólo de dominar a los individuos, sino de elevarles por encima de
sus aptitudes y capacidades.

Durkheim creía que era mucho más fácil entender la naturaleza esencial de la religión en la sociedad
primitiva que en la moderna. Los sistemas ideológicos de las religiones primitivas presentaban un menos
desarrollo que los de las religiones modernas, con el resultado de que eran menos confusos. Además, en las
sociedades primitivas hay conformidad moral e intelectual, en ellas aparece la religión en su forma más
originaria. En estas sociedades pudo equiparar la religión con la conciencia colectiva. Es decir, la religión en la
sociedad primitiva constituye una moralidad colectiva que todo lo abarca. Pero a menudo que se desarrolla la
sociedad y crece la especialización colectiva, se reduce el dominio de la religión. En lugar de constituir la
conciencia colectiva de la sociedad moderna, la religión pasa a ser simplemente una de entre varias
representaciones colectivas.

Si bien admite que los dominios de la religión se reducen, también afirma que la mayoría de las diversas
representaciones colectivas de la sociedad moderna tienen su origen en el tipo de religión que predomine en esa
sociedad.

Lo sagrado y lo profano
Para Durkheim la cuestión más importante era la fuente de la religión moderna. ¿De dónde procede la
religión primitiva (y la moderna)? Durkheim concluyó que la sociedad era la fuente de toda religión. La sociedad
(a través de los individuos) creaba la religión al definir ciertos fenómenos como sagrados y otros como profanos.
Los aspectos de la realidad social que entran en la definición de lo sagrado (los que se apartan y se consideran
prohibidos) forman la esencia de la religión. El resto constituye lo profano (aspectos mundanos, cotidianos,
comunes). Lo sagrado infunde obediencia, respeto, misterio, temor y honor.

Para el desarrollo de la religión son necesarias ciertas condiciones:


a) El desarrollo de creencias religiosas.
b) Un conjunto de ritos, reglas de conducta que prescriben como comportarse en relación con lo
sagrado.
c) Una iglesia, una comunidad moral.

En base a estas condiciones, Durkheim define la religión como un sistema solidario de creencias y de
prácticas relativas a las cosas sagradas; es decir, separadas creencias y prácticas que unen en una misma
comunidad moral, llamada Iglesia, a todos aquellos que se adhieren a ellas.

Totemismo
Es un sistema religioso en el que ciertas cosas, en particular animales y plantas, llegan a considerarse
sagradas y emblemas del clan. Durkheim lo consideraba la forma más simple y primitiva de religión, comparable
a otra forma primitiva de organización social, el clan. Consideraba a los tótemes como representaciones
materiales de la fuerza inmaterial que mana de ellos. Y esa fuerza inmaterial no es sino la conciencia colectiva de
la sociedad.

El totemismo es la religión de una especie de fuerza anónima e impersonal, que se encuentra en cada uno
de esos seres sin que se confunda con ninguno de ellos. Las generaciones pasan pero esta fuerza permanece
siempre actual, viva e idéntica a sí misma.

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Efervescencia colectiva
La conciencia colectiva es la fuente de la religión, y esta conciencia sólo puede surgir de la sociedad.
¿Cómo crea el clan el totemismo? La respuesta es la efervescencia colectiva. Durkheim parecía tener en mente,
para este concepto, grandes momentos históricos en los que una colectividad alcanza un nuevo y alto nivel de
exaltación, que produce marcados cambios en la estructura de la sociedad. Por ejemplo: la reforma y el
renacimiento. Es durante estos períodos de efervescencia colectiva cuando los miembros del clan crean el
totemismo. En suma, este es la representación simbólica de la conciencia colectiva, la cual a su vez, se deriva de
la sociedad. Por lo tanto la sociedad es la fuente de la conciencia colectiva, de la religión, del concepto de Dios y,
en última instancia, de todo lo sagrado. Entonces, lo sagrado y la sociedad son lo mismo.

REFORMISMO SOCIAL

Los hechos sociales materiales constituyen también soluciones estructurales a los problemas morales de
nuestro tiempo. El creía que los problemas de la sociedad moderna eran aberraciones temporales y no
dificultades intrínsecas. Por ello se oponía tanto a los radicales como a los conservadores de su época. Los
conservadores no tenían esperanza en la sociedad moderna y proponían el regreso a la sociedad primitiva. Los
radicales pensaban que la sociedad no admitía reforma alguna y creían que la única vía era la revolución que
dejara espacio al socialismo y al comunismo.

En cambio Durkheim afirmaba que los problemas de la época conformaban patologías que admitían
“remedios” administrados por el “médico social”, quién sabía que reformas estructurales eran necesarias para
aliviar los problemas del mundo. Durkheim hablaba de tres formas patológicas y anormales de división del
trabajo, que se debían a fuerzas temporales o transitorias que no eran inherentes de la sociedad moderna:
anomia, desigualdad en la estructura del mundo del trabajo y la organización inadecuada (incoherencia) en el
mundo del trabajo. Durkheim era un reformista, no un radical ni un revolucionario.

Asociaciones profesionales
La principal reforma para aliviar las patologías sociales fue el desarrollo de las asociaciones profesionales.
Durkheim no creía que hubiera un conflicto básico de intereses entre los diversos tipos de personas agrupadas
en las asociaciones que existían en su época.

Sugirió que la estructura necesaria para proporcionar esta moralidad integradora era la asociación
profesional, que podía agrupar a los actores de una misma industria, unidos y organizados en un grupo propio.
Pensaba que una asociación de este tipo debía tener una forma diferente y nueva, y la creía superior a otro tipo
de agrupaciones tales como los sindicatos y las asociaciones de empresarios que únicamente servían para
subrayar las diferencias entre los propietarios, los administradores y los trabajadores. Dentro de una misma
asociación, las personas que pertenecían a dichas categorías reconocerían sus intereses comunes, así como su
común necesidad de un sistema moral integrador.

Culto al individuo
La reforma estructural dependía de los cambios que se produjeran en la moralidad colectiva, en el refuerzo
de su identidad. Durkheim creía que estaba surgiendo una versión moderna de la conciencia colectiva al culto al
individuo (diferente de la primitiva). Este concepto parecía fusionar las fuerzas aparentemente opuestas de la
moralidad y el individualismo. Implica la idea de que el individualismo se está convirtiendo en el sistema moral
de la sociedad moderna. Durkheim elevó al individualismo a la categoría de sistema moral.

Durkheim consideraba que era posible distinguir entre las personas que se comportan de acuerdo con una
moralidad que exige reconocer debidamente la dignidad, los derechos, la libertad inherentes al individuo, y las
que simplemente actúan con el único fin de promover su propio interés por simple egoísmo.

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EL ACTOR EN EL PENSAMIENTO DE DURKHEIM

También analizó los aspectos microscópicos de la realidad social. Consideró al actor y sus procesos
mentales como factores secundarios o, más frecuentemente, como variables dependientes cuya explicación
residía en factores focales e independientes: los hechos sociales.
Durkheim criticaba el estudio de la conciencia, pero reconocía la importancia de los procesos mentales. El
hombre es para la sociología no tanto un punto de partida como un punto de llegada.

Parece que Durkheim se centró en los hechos externos porque son, en realidad, susceptibles de un análisis
científico, pero tal análisis macroscópico no era suficiente. Su meta última fue integrar una comprensión de los
procesos mentales en el sistema teórico.

Supuestos sobre la naturaleza humana


Identificó varios componentes de la naturaleza humana. En un nivel básico, aceptaba la existencia de los
impulsos biológicos. Pero según él, para la sociología eran más importantes los sentimientos sociales. También
postuló que las personas eran capaces de pensar. Concluyó así también que las personas son libres siempre que
las fuerzas externas controlen sus pasiones; de estas fuerzas, la más general e importante era la moralidad
común. La pasión individualiza, pero también esclaviza. Nuestras sensaciones son esencialmente individuales;
pero somos más personas cuanto más nos apartamos de nuestros sentidos, y más capaces somos de pensar y
actuar de acuerdo con nuestro pensamiento. Según Durkheim, el cuerpo representaba las pasiones, el alma la
moralidad común de la civilización: ambos se contradicen y se niegan. Para él, además, la libertad procede del
exterior más que del interior. La moralidad parte del desinterés por nosotros mismos y del compromiso con algo
diferente a nosotros.

Socialización y educación moral


Durkheim se interesaba mucho por la internalización de las costumbres sociales a través de la educación y,
en términos más generales, de la socialización. La moralidad social existe fundamentalmente en el nivel cultural,
pero también es internalizada por el individuo. La moralidad común penetra en nosotros y forma parte de
nosotros.

Definía la educación y la socialización como los procesos mediante los cuales el individuo aprende las
maneras de un determinado grupo o sociedad, es decir, adquiere las herramientas físicas, intelectuales y morales
necesarias para actuar en la sociedad. La educación moral tiene tres aspectos fundamentales:
a) Su meta es proporcionar la disciplina que necesitan los individuos para controlar las pasiones que
amenazan con someterlos.
b) Los individuos nacen con un sentimiento de autonomía, pero se trata de una clase de autonomía
atípica en virtud de la cual el individuo entiende por qué las reglas que prescriben ciertos tipos de
conducta deben ser “deseadas libremente”, es decir, “voluntariamente aceptadas” por
consentimiento ilustrado.
c) El objetivo primordial del proceso de socialización era el desarrollo de un sentimiento de
dedicación y respeto a la sociedad y a su sistema moral.

La idea de internalización además muestra el rechazo por el concepto de mente colectiva, porque permite
afirmar que las fuerzas colectivas sólo pueden existir en la conciencia individual. Sea interno o externo el
constreñimiento de cada individuo, la moralidad colectiva se sirve de él para controlar los pensamientos y
acciones del mismo.

La conformidad no debe llegar al extremo de subyugar el intelecto totalmente. Los individuos no son
meros reflejos de las ideas colectivas, la individualidad existe.

Variables dependientes
La principal variable independiente en las obras de Durkheim es la moralidad colectiva, y la variable
dependiente (más allá del suicidio en su caso particular) son los estados mentales.

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 Categorías mentales. Afirmaba que la forma que adopta la sociedad influye en la forma que adopta el
pensamiento. Es el mundo social el que da forma a las categorías mentales: notable es el caso de la
influencia de la sociedad. Desde esta perspectiva, los actores tienen muy poca o nula independencia, y
prevalece una imagen pasiva de los mismos.

ACCIÓN INDIVIDUAL E INTERACCIÓN

En su sistema encontramos de manera implícita y sin detallar la idea de que los cambios en el nivel de los
macrofenómenos sociales producen cambios en el nivel de la acción y la interacción individual. Lo cual convierte
a este en el punto más vulnerable y criticable de su obra.
III. La Sociología comprensiva de Max Weber

Se opuso a la utilización del razonamiento abstracto puro, prefiriendo siempre una investigación empírica y
a menudo histórica. Su metodología modela su investigación y la combinación de ambas fundamenta su
orientación teórica.

METODOLOGÍA
Historia y Sociología

Weber se centraba en lo sustancial: las ciencias solo pueden ser establecidas y pueden desarrollar sus
métodos empleando la claridad y resolviendo problemas sustantivos. Para él, la tarea de la sociología consistía
en proveer a la historia de un servicio que ésta necesitaba. La sociología representaba solo un preliminar, una
modesta tarea que persigue formular conceptos distintivos y generalizar las uniformidades de los procesos
empíricos. Esto la distingue de la historia, que está orientada al análisis causal y a la explicación de acciones
individuales, de estructuras y de personalidades poseedoras de una significación cultural.

Según Weber, la historia se compone de acontecimientos empíricos y únicos; no puede haber


generalizaciones en el nivel de la experiencia. Los sociólogos deben separar el mundo empírico del universo
conceptual que construyen. Los sociólogos pueden elaborar generalizaciones, pero éstas no son historia y no
deben ser confundidas con la realidad empírica.

Weber creía que la historia se compone de una inagotable fuente de fenómenos específicos. Para
estudiarlos es necesario elaborar una gran variedad de conceptos destinados a ser útiles para la investigación del
mundo real. La tarea de la sociología consiste en desarrollar los conceptos que la historia utiliza para analizar
causalmente los hechos históricos específicos. En este sentido, trataba de combinar lo específico y lo general en
un esfuerzo por hacer evolucionar una ciencia, que hiciera justicia a la compleja naturaleza de la vida social.

Verstehen (comprensión)
Weber creía que los sociólogos tenían una ventaja sobre los científicos naturales, la cual residía en la
capacidad de los sociólogos para comprender fenómenos sociales. Weber trató de usar las herramientas de la
hermenéutica (arte de conocer, comprender y explicar) para entender los actores, la interacción y asimismo toda
la historia de la humanidad. Rechazó la idea de que verstehen implicara intuición, participación armónica o
empatía. Para él, llevaba consigo la elaboración sistemática y rigurosa más que una simple impresión sobre un
texto o sobre la vida social. Para él este concepto es un procedimiento de estudio racional.

Causalidad
La causalidad es un concepto importante para la sociología. Weber la definía como la probabilidad de que
un acontecimiento fuera seguido o acompañado por otro. El investigador tiene que observar tanto las razones
como el significado de los cambios históricos. Weber afirmaba, por ejemplo, que la ética protestante fue uno de
los factores causales de la aparición del moderno espíritu del capitalismo. Sin embargo no era la única causa;
otros factores también pudieron haber llevado al mismo resultado.

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Lo importante es destacar la creencia de que, puesto que tenemos una comprensión especial de la vida
social, el conocimiento causal de las ciencias sociales es diferente del de las naturales. Weber expone el
concepto de “causalidad adecuada”, el cual supone que lo mejor que se puede hacer en sociología es establecer
proposiciones probabilísticas acerca de la relación entre los fenómenos sociales; es decir, si ocurre X entonces es
probable que ocurra X entonces es probable que ocurra Y. El objetivo es estimar el grado en que cierto efecto es
favorecido por determinadas condiciones.

Tipos ideales
Un tipo ideal está formado por la acentuación unidimensional de uno o más puntos de vista y por la
síntesis de gran cantidad de fenómenos concretos individuales, los cuales se colocan según esos puntos de vista
enfatizados de manera unilateral en una construcción analítica. Dicha construcción mental, puramente
conceptual, no puede ser encontrada empíricamente en ningún lugar de la realidad.

Un tipo ideal es un concepto construido por un científico social, a partir de su interés y orientación teórica,
para aprehender los rasgos esenciales de ciertos fenómenos sociales. Funcionan como aparatos heurísticos; han
de ser de gran utilidad y ayuda para la investigación empírica y para entender el mundo social. Actúan como una
vara de medir. Su función consiste en compararla con la realidad empírica a fin de establecer sus divergencias o
similitudes, para comprenderla y explicarla causalmente. Son conceptos construidos lógicamente. Todo tipo ideal
está destinado a ser derivado inductivamente del mundo real de la historia social. Pueden describir tanto
entidades estáticas (estructuras) como dinámicas (desarrollo social).

Weber ofrece diversas variedades de tipos ideales:


1. El tipo ideal histórico: tipo ideal encontrado en una época histórica dada (por ejemplo, la situación
moderna de mercado capitalista).
2. El tipo ideal de la sociología general: fenómenos que se dan a lo largo de todos los períodos
históricos y en todas las sociedades (burocracia)
3. El tipo ideal de acción: tipos de acción puros basados en las motivaciones de un actor determinado
(acción afectiva)
4. El tipo ideal estructural: formas que se obtienen de las causas y consecuencias de la acción social
(la dominación tradicional, por ejemplo).

Valores
Una percepción común de la postura de Weber es que los científicos sociales no tienen que dejar de
ninguna manera que sus valores personales influyan en la investigación científica.

 Valores y enseñanza. existe una necesidad de que los profesores controlen sus valores personales en el
aula. La función del académico es enseñar los hechos en el aula, no sus valores personales
 Valores e investigación. el investigador también debe separar incondicionalmente el establecimiento de
los datos empíricos y sus propias evaluaciones personales; es decir, su evaluación de esos hechos como
satisfactorios o insatisfactorios.

Los valores deben restringirse a los momentos previos a la investigación social. Es entonces cuando deben
contribuir a seleccionar lo que vamos a estudiar. Las ideas de Weber se recogen en su concepto de relevancia
valorativa, la cual implica una selección de aquella parte de la realidad empírica que encierra para los seres
humanos uno o varios de los valores culturales generales que la gente ha mantenido en la sociedad en que los
científicos observadores viven.

A pesar de todo esto, los juicios de valor no deben ser totalmente eliminados del discurso científico.
Weber consideraba que una actitud de indiferencia moral no tiene conexión con la objetividad científica.

SOCIOLOGÍA SUSTANTIVA

La anomalía básica de la obra de Weber es que, a pesar de su compromiso con la sociología de los
procesos a pequeña escala, su trabajo se sitúa primordialmente en los niveles a gran escala del mundo social.

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¿Qué es la sociología?
Weber la define como una ciencia a la que compete la comprensión interpretativa de la acción social y, pot
lo tanto, la explicación causal de su curso y sus consecuencias.

Weber consideraba que la sociología podía ser practicada procediendo desde la acción de uno o varios,
pocos o muchos individuos, es decir, empleando un modo estrictamente individualista. Sin embargo, se vio
forzado a admitir que es imposible eliminar totalmente de la sociología a las ideas colectivas, pero se limitó a
reducirlos a patrones y a regularidades de la acción individual.

Weber está interesado en lo que los individuos hacen y en por qué lo hacen (en sus motivos subjetivos), le
interesa reducir las colectividades a las acciones de los individuos. Sin embargo, en la mayoría de la sociología
sustantiva, pone énfasis en las grandes estructuras (como la burocracia y el capitalismo) y no se preocupa de lo
que los individuos hacen ni del por qué de sus actos.

Acción Social
Weber diferenciaba entre acción social y conducta puramente reactiva. El concepto de conducta esta
reservado al comportamiento automático que implica procesos no pensados. Un estímulo se presenta y la
conducta se origina, con poca intervención entre estímulo y respuesta. Weber estaba más interesado en la
acción, que supone claramente la intervención de procesos reflexivos entre el origen del estímulo y la conclusión
de la respuesta. La acción está destinada a ocurrir cuando los individuos atribuyen significados subjetivos a sus
acciones. El propósito más claro de Weber consistía en centrarse en los individuos y en las pautas y regularidades
de su acción, no en la colectividad.

Weber utilizaba en su metodología el tipo ideal para aclarar el significado de acción, identificando cuatro
tipos básicos:
1. Racionalidad con arreglo a fines o acción que está determinada por expectativas en el
comportamiento tanto de objetos del mundo exterior como de otros hombres, y utilizando estas
expectativas como condiciones o medios para el logro de fines racionalmente perseguidos.
2. Racionalidad con arreglo a valores o acción que está determinada por la creencia consciente en el
valor, ético, estético, religioso, etc., propio y absoluto de una determinada conducta, sin relación
alguna con el resultado.
3. La acción afectiva, determinada por el estado emocional del actor
4. La acción tradicional, determinada por los modos de comportamiento habituales del actor y por
sus costumbres.

Cualquier acción implica normalmente alguna combinación de estos cuatro tipos

Clase, estatus y partido


Weber se negaba a reducir la estratificación a los factores económicos (o clase) y los veía de manera
multidimensional. Así, la sociedad está estratificada sobre la base de la economía, el estatus y el poder. Ello
implica que la gente puede situarse en la parte alta de una de esas dimensiones y en la baja de otra.

 Clase: constituye un grupo humano cuya situación compartida es una base posible y frecuente para la
acción de un grupo. Weber sostiene que una situación de clase se da cuando aparecen tres condiciones:
1) es común a cierto número de hombres un componente causal específico de sus probabilidades de
existencia, en tanto que 2) tal componente esté representado exclusivamente por intereses lucrativos y
de posesión de bienes y 3) en las condiciones determinadas por el mercado (de bienes o de trabajo).
Esta es la situación de clase.
 Estatus: se refiere a la situación de estatus como todo componente típico del destino vital humano
condicionado por una estimación social específica, positiva o negativa, del honor. El estatus se asocia con
los estilos de vida.
 Partidos: son estructuras que luchan por el poder. Son los elementos más organizados de los sistemas de
estratificación weberianos. Suelen representar a las clases y/o a los grupos de estatus.

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Estructuras de autoridad
Aunque Weber criticara al capitalismo, no defendía la revolución. Pretendía un cambio gradual de la
sociedad, no violento. Para él, le esperanza descansaba en los grandes líderes políticos más que en las masas o
en los burócratas. Colocaba la nación por encima de cualquier otra cosa. El interés vital de la nación radica en la
democracia y el parlamentarismo. La democracia ofrece el máximo dinamismo y el mejor medio de generar
líderes políticos. Weber advirtió que las estructuras de autoridad existen en cada institución social y sus puntos
de vista políticos estaban relacionados con el análisis de esas estructuras en sus diferentes ambientes. Estas
constituían, por supuesto, el facto más importante para entender sus perspectivas políticas.

Definió la dominación como la probabilidad de encontrar obediencia a ciertos mandatos, dentro de un


grupo determinado. Puede tener distintas bases, tanto legítimas como ilegítimas. Las formas legítimas reciben el
nombre de autoridad, la cual se legitima por medio de tres bases: racional, tradicional y carismática.

1. Autoridad legal: puede tomar gran variedad de formas estructurales, pero el ejercicio más puro de esta
autoridad se ve manifestado en la burocracia. Desde el punto de vista técnico, la burocracia es capaz de
alcanzar el más alto grado de eficacia y es formalmente el más racional de los medios de ejercer
autoridad sobre los seres humanos. Es superior a cualquier otra forma en precisión, estabilidad, rigor de
disciplina y en su fiabilidad.

Su potencial desventaja comprende la posibilidad de que la racionalización se convirtiera en una


amenaza para la libertad individual.

Weber también distinguió entre la burocracia típico-ideal y el burócrata típico ideal. Concebía a las
burocracias como las estructuras y a los burócratas como posiciones dentro de esas estructuras. La
burocracia típico-ideal es un tipo de organización. Sus unidades básicas estas constituidas por oficinas
ordenadas de una forma jerárquica por medio de reglas, funciones, documentos escritos y medios
compulsivos.

Weber creía que en el caso del socialismo se vería un incremento y no una reducción de la
burocratización. Si el socialismo debía adquirir un nivel de eficacia comparable a la del capitalismo, esto
significaría un tremendo incremento de la importancia de los burócratas profesionales. El capitalismo
ofrecía la mejor alternativa para la preservación de las libertades individuales y los liderazgos creativos
en un mundo burocrático.

Se diferencia, por último, entre ética de la responsabilidad (compromiso apasionado con los valores
últimos que se combina con el análisis desapasionado de los medios alternativos para lograrlos); y la
ética de la convicción (la elección racional del medio está predeterminada y el actor orienta su acción
hacia la realización de algunos valores absolutos o demandas incondicionales). La ética de la convicción
implica una retirada del mundo racional, mientras que la ética de la responsabilidad implica una lucha
por una humanidad mejor dentro de este mundo.

2. Autoridad tradicional: se basa en la pretensión de los líderes y en la creencia, por parte de los
seguidores, de que existen virtudes en la santidad de las normas y los poderes antiguos. El líder no es un
superior, sino un maestro. El personal administrativo esta constituido por partidarios personales. La
lealtad personal determina la relación de la plantilla administrativa con el maestro.

Los tipos de autoridad tradicional incluyen la gerontocracia (el gobierno de los más viejos) y el
patriarcalismo primario (líderes que heredan sus posiciones). Ambas formas cuentan con un jefe
supremo, pero carecen de cuadro administrativo, por ende, de burocracia. El patriarcalismo moderno,
por su parte cuenta con una administración y una fuerza militar que son puros instrumentos personales
del señor. Más moderno aún es el feudalismo que limita el poder del señor mediante el desarrollo de
relaciones más rutinizadas, incluso contractuales.

3. Autoridad carismática: el sentido del carisma depende más del grupo de seguidores y del modo en que
definen al líder carismático que de sus rasgos personales. El carisma es una fuerza revolucionaria,

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representa incluso una amenaza para el sistema racional. Lleva consigo el cambio en las mentes de los
actores, que causa una reorientación interna o subjetiva, a diferencia de la racionalidad, la cual es
externa: cambia las estructuras de la sociedad primero, y luego los pensamientos y acciones de los
individuos.

Comparada con el tipo ideal de burocracia, esta autoridad carece de todos los elementos. Los miembros
no cuentan con un adiestramiento técnico, no poseen jerarquías muy claras, no existe una carrera ni
tampoco promoción.

El carisma es inestable por naturaleza; existe en su forma pura sólo mientras vive el líder carismático.
Sólo de esta forma se prosigue hasta la rutinización de este tipo ideal, a partir de la cual, debe
convertirse en autoridad tradicional o legal racional.

Weber predecía la llegada de un mundo de indiscutible hegemonía del sistema legal racional. La única
esperanza radicaría en individuos carismáticos que supieran cómo evitar el poder coercitivo de la
sociedad.

Racionalización
Se distinguen cuatro tipos básicos de racionalidad (objetiva) en la obra de Weber:
1. Racionalidad práctica: se aceptan realidades dadas y se limitan a calcular las formas más oportunas de
tratar las dificultades que presentan. Este tipo de racionalidad se opone a cualquier cosa que amenace
trascender la rutina diaria.
2. Racionalidad teórica: implica un esfuerzo cognitivo para dominar la realidad mediante conceptos
abstractos más que a través de la acción. Conduce al actor a trascender las realidades cotidianas en un
intento de entender el mundo.
3. Racionalidad sustantiva (como la práctica pero no la teórica): ordena directamente la acción en pautas
con arreglo a conjuntos de valores. Implica la elección de medios en función de fines en el contexto de
un sistema de valores.
4. Racionalización formal: implica el cálculo de medios y fines. Este cálculo se presenta en referencia a
reglas, leyes y regulaciones universalmente aplicadas.

La racionalidad formal puede definirse mediante seis características básicas: calculabilidad, eficiencia,
predictibilidad, reemplazo de la tecnología humana por tecnología no humana, control y consecuencias
irracionales.
Por otra parte, esta racionalidad entra en conflicto con la racionalidad sustantiva. Sin embargo se destacan
ciertos puntos en compón entre los cuatro tipos. Todos ellos llevan consigo procesos mentales que tratan de
dominar la realidad relegando las percepciones particularizadas y ordenándolas en regularidades comprensibles
y significativas.

 Economía. Los intereses de Weber tienen que ver con el desarrollo de la economía capitalista racional en
Occidente, que es un ejemplo específico de economía racional definida como una organización funcional
orientada al precio en moneda que se origina en las luchas de intereses del hombre en el mercado. Lo
que más claramente define a la moderna empresa racional capitalista es su calculabilidad,
perfectamente ilustrada por la confianza en los libros de cuentas. Sólo se considera que una sociedad es
capitalista cuando las necesidades de la población se satisfacen a diario por medio de métodos y
empresas capitalistas. Dentro de la economía, algunos de los requisitos previos incluyen un mercado
libre con una demanda amplia y estable, una economía monetaria, tecnologías baratas y racionales, una
fuerza de trabajo libre y disciplinada, técnicas de contabilidad racional, etc.
 Religión. Weber analizó el grado en que muchas religiones primitivas actúan como impedimentos para
lograr la racionalidad. Lo “sagrado” es lo único inalterable. A pesar de esta perspectiva, la religión en el
mundo occidental ha demostrado que podía ser alterable, pues fue la responsable de la racionalización y
jugó un papel clave en la racionalización de otros sectores de la sociedad. En cuanto a la religión, la

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racionalización está ligada a ciertos grupos, en particular los de sacerdotes. Son aquellos
profesionalmente adiestrados los que contribuyen a impulsar la racionalización. Poseen un aparato
sistemático de conceptos religiosos, son tanto los productores como los impulsores del proceso de
racionalización. También los profetas cumplen papeles claves, motivan al laico, sin seguidores no habría
religión. Existen dos tipos de profetas: éticos (creían haber recibido el encargo divino) y los ejemplares
(demostraban a otros por medio del ejemplo personal el camino hacia la salvación religiosa). Los
profetas juegan un papel clave inicial, pero una vez que se ha formado la congregación, no se necesitan
más. La tarea de educar a las masas recae cada vez más sobre los sacerdotes.
 Derecho. se refiere a un cuerpo de normas, externo y coercitivo para los individuos y para sus
pensamientos y acciones. Weber no se ocupa de cómo las personas crean el derecho, cómo lo
interpretan o cómo lo aplica, sino de su efecto coercitivo sobre ellas. En el caso del derecho primitivo, el
sistema de normas no era diferenciado; se castigaba de la misma manera a todos los culpables; además
carecía de un cuerpo de funcionarios. En el caso más moderno, contamos con una elaboración
sistemática de leyes y una administración profesionalizada de la justicia. La profesión legal es crucial para
la racionalización del derecho y por ende, también lo es la preparación legal (tanto artesanal como
académica). Los conceptos legales producidos son de carácter abstracto, son generales.
 Política. Cuanto más racional se vuelve la estructura política, más probable es eliminar de forma
sistemática los elementos irracionales del seno del derecho. Weber adopta la perspectiva de que los
actores son impulsados por fuerzas estructurales (el estado) y culturales (la racionalización). Definió la
política como una comunidad cuya acción social se orienta hacia la subordinación a un orden establecido
por los participantes de un territorio y de la conducta de las personas que pertenecen a él, a través de su
disposición a recurrir a la fuerza física (este tipo de política nunca ha existido).
 Ciudad. Es una entidad con los siguientes rasgos: es un asentamiento relativamente cerrado,
relativamente grande, posee un mercado y tiene autonomía política parcial.
 Formas de arte. Weber consideraba que el arte de Occidente se ha desarrollado en una dirección
peculiarmente racional. La creatividad musical se reduce a procedimientos rutinarios basados en
principios comprehensivos. Lo mismo observó respecto de la pintura, la arquitectura, etc. El proceso de
racionalización no ha quedado a merced de fenómenos concretos, sino que se ha incrustado en
diferentes estructuras sociales y en el pensamiento y las acciones de los individuos.

La religión y el nacimiento del capitalismo


Según Weber, los sistemas institucionales militares y religiosos, políticos y jurídicos, se relacionan
funcionalmente con el orden económico de varias formas. Intereses (materiales e ideales) son los que dominan
inmediatamente la acción de los hombres, no ideas.

Weber desarrolló una tipología de los caminos de salvación al analizar las relaciones entre las religiones del
mundo y la economía. El ascetismo es el primer gran tipo de religiosidad, combina la orientación hacia la acción
con el compromiso de los creyentes de auto negarse los placeres terrenales. Estas religiones se subdividen en
ultramundanas (normas y valores obligan a los creyentes a trabajar dentro del mundo secular, pero también a
luchar contra las tentaciones) e intramundanas (como el calvinismo, en las cuales no se rechaza el mundo, sino
que urge activamente a sus miembros para que trabajen dentro del mundo de modo que puedan alcanzar la
salvación, se busca el control estricto de las pautas de vida de los miembros). Ambos tipos llevan formas de
autonegación.
El misticismo por su parte, implica contemplación, emoción e inactividad. Se subdivide en rechazo del
mundo e intramundano. Ambos tipos de misticismo y el ascetismo ultramundano pueden considerarse como
sistemas ideológicos que impiden el desarrollo del capitalismo y de la racionalidad. El ascetismo intramundano
es el sistema de normas y valores que contribuye óptimamente al desarrollo del capitalismo

La ética protestante y el espíritu del capitalismo. La evidencia de que el protestantismo es significativo se


funda en la observación de los países cuyos sistemas religiosos están mezclados. El protestantismo ha logrado
con éxito convertir la búsqueda de beneficios en una cruzada moral. Fue el apoyo del sistema moral el que
condujo a la expansión sin precedentes de la búsqueda de provecho y, en última instancia, al sistema capitalista.

El espíritu del capitalismo se puede considerar como un sistema normativo que implica ideas
interrelacionadas. Su objetivo consiste en infundir una actitud que persoga el beneficio racional y

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sistemáticamente. Además predica la renuncia a los placeres terrenales. Lleva implícitas ideas como ser
laborioso, ser puntual, ser frugal y próspero, y “ganar dinero es un fin legítimo en sí mismo”. Esto sitúa al espíritu
del capitalismo fuera del espacio de la ambición individual y dentro de la categoría de los imperativos éticos.

El protestantismo fue crucial para el nacimiento del espíritu del capitalismo, sin embargo, no lo fue para su
perpetuación. El capitalismo moderno se opone en muchos sentidos al calvinismo y a la religión en particular. El
capitalismo se ha convertido en una entidad real que combina normas, valores, mercado, dinero y leyes. Se ha
vuelto un hecho social que es externo y coercitivo para el individuo. Según Weber, el capitalismo es una
consecuencia imprevista de la ética protestante.

El calvinismo y el espíritu del Capitalismo. El calvinismo implicaba la idea de predestinación: las personas
estaban predestinadas a estar entre las que se salvaría o bien entre las que se condenarían. Para reducir la
incertidumbre, los calvinistas desarrollaron la idea de la existencia de signos que indicaban si una persona se
salvaría. Las personas están obligadas a trabajar con esfuerzo, porque si son diligentes descubrirán las señales de
salvación, señales que se encuentran en el éxito económico. El calvinismo originó un sistema ético y, en última
instancia, una colectividad de capitalistas nacientes.

Religión y capitalismo en China. ¿Por qué no surgió el capitalismo en China? Los obstáculos sociales,
estructurales y religiosos impidieron de dicho desarrollo. Faltaba mercado, los lazos de la comunidad se
fundaban en lazos de parentesco y se regían por los más ancianos y tradicionalistas; se trataba de un Estado
patrimonial, no existís un sistema racional y calculado de administración; la naturaleza de su lenguaje hacía difícil
el pensamiento sistemático, el saber se mantenía sobre todo en forma de parábolas; existía una falta de
mentalidad requerida, una ausencia de sistemas ideológicos. Tanto el Confucianismo como el taoísmo no
producían suficiente tensión o conflicto como para motivar a sus seguidores a acciones innovadores.

Religión y capitalismo en la India. La principal barrera para el desarrollo del capitalismo era el sistema de
castas. Por otra parte, la idea de reencarnación implicaba que una persona merecía su situación actual en base a
su comportamiento en la vida pasada, por lo cual, el hindú debe hacer méritos para su próxima vida; además, el
mundo es sólo una morada transitoria y un impedimento para la indagación espiritual.

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UNIDAD 2: Aportes del Estructural Funcionalismo para comprender la funcionalidad y disfuncionalidad de los
Medios de Comunicación.

i. Primeros descubrimientos de los efectos de la comunicación

LA TEORÍA DE LOS EFECTOS

Durante los años 40 el estudio sobre los efectos de la comunicación se orienta y gira básicamente sobre los
mensajes y procesos comunicativos que de manera directa o indirecta están relacionados con la persuasión.

Después de las conclusiones de Lazarsfeld y Hovland, los efectos ya no pueden interpretarse como
resultados puntuales. La investigación descubre una multiplicidad de factores de “intervención”: imagen que el
público tiene de las fuentes de información, el paso del tiempo y su influencia sobre la memorización, las
vinculaciones de los individuos al grupo, las actividades de los líderes de opinión. Debe abandonarse la tendencia
a considerar la comunicación de masas como una causa necesaria y suficiente de los efectos que se producen en
el público, para verla como una influencia que actúa, junto con otras influencias, en una situación total. Los
efectos de la comunicación empiezan a estudiarse, así, más en términos de causas cooperantes que en términos
de causas mayores, necesarias o suficientes.

Algunos de los descubrimientos de Hovland pueden sintetizarse en que la eficacia persuasiva del acto
comunicativo se relaciona con la credibilidad de la fuente; un mismo mensaje puesto en boca de una fuente
dotada de mayor credibilidad ofrece también mayores resultados de eficacia persuasiva.

La eficacia de los mensajes variará según la condición de recepción: mayor o menos predisposición a la
aceptación de los mensajes según la hora de recepción, según si la recepción es en solitario o comunitaria, según
se produzca en el propio hogar o fuera de él.

Hovland fue quien dejó sentadas las bases de las condiciones psicológicas de la decodificación y quien
abrió experimentalmente el camino para una nueva teoría de los efectos.

En un orden evolutivo, pueden mencionarse los siguientes hitos:


 Lazarsfeld – Berelson – Gaudet: seguimiento de los cambios de opinión y actitud que se derivan de una
campaña electoral: los medios de comunicación, más que promover cambios, lo que hacen es reforzar
opiniones ya existentes. Son los contactos personales, principalmente los líderes de opinión, quienes
consiguen los cambios de actitud.
 Lazarsfeld, Berelson y McPhee: refuerzo de la hipótesis anteriormente planteada.
 Katz y Lazarsfeld: investigación centrada en el papel de los líderes de opinión y en el establecimiento de
un doble escalón de la comunicación. Las acciones del emisor y del receptor están determinadas por su
ubicación en el sistema social; la comunicación de masas opera como refuerzo de actitudes y opiniones
ya existentes; la gente tiende a escuchar lo que más le gusta y lo que está de acuerdo con sus
expectativas de futuro; entre los medios y el público se sitúan los líderes de opinión, que valoran,
enfatizan o discuten las informaciones de los medios.

DEL FUNCIONALISMO A LOS “USOS Y GRATIFICACIONES”

La sociología de la comunicación funcionalista parte de la idea de que la actividad social debe entenderse
en términos de la estructura, de interdependencia de elementos, en el sentido de que el uso de los medios no es
independiente de la función social que cumplen.

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El primero en formular las propuestas básicas de la teoría funcionalista de los medios fue Lasswell. Al
revisar el proceso de comunicación de cualquier lugar se observan tres categorías de especialistas: un grupo
vigila el entorno político del estado como un todo, otro correlaciona la respuesta de todo el estado al entorno,
y un tercero trasmite ciertas pautas de respuesta de los viejos a los jóvenes.

La teoría funcionalista pronto encontró su límite al precipitarse en definir o cosificar sus funciones más
relevantes. En lugar de profundizar en el terreno de las estructuras, de las interrelaciones entre el sistema
comunicativo y la organización social, se tendió a encasillar en unos pocos conceptos todo el acervo y la
dinámica de los procesos comunicativos:
Supervisión del ambiente: recoger y distribuir información, con lo cual se ejerce la función de protección
de la comunidad ante los hipotéticos peligros que puedan acecharla.
Preparación de la respuesta de la sociedad: se trata de conseguir el umbral necesario de consenso y
prontitud en la respuesta, ante los acontecimientos que amenacen la estabilidad de la comunidad. Una vez
garantizado el conocimiento del ambiente, permitir la respuesta adecuada y consensuada, social, para su
defensa.
Transmisión de la herencia cultural de una generación a otra: el acuerdo acerca de unas pautas comunes
de conducta debe proseguirse de generación en generación, para evitar que se produzca una distorsión en la
organización social.

A las tres funciones señaladas, Wright añade una cuarta función que ya no se relaciona con la función
política: la del entretenimiento.

En la fase más desarrollada de su elaboración, el funcionalismo establece dos nuevas divisiones y distingue
entre funciones manifiestas y funciones latentes, y entre funciones y disfunciones. Respecto a esta segunda
distinción, se considera que, de la misma forma que los medios pueden contribuir a la estabilidad (base del
progreso social), también pueden contribuir al desorden y al retroceso, poniendo en peligro dicha estabilidad.

Respecto a las funciones manifiestas y latentes, Merton introduce la idea de los “intereses” que
acompañan a los procesos informativos destinados al dominio de los emisores sobre los receptores. En ciertos
casos, el establecimiento del consenso a través de la información brindada por los medios puede tener una
finalidad persuasiva y de dominio.

La teoría de los “usos y gratificaciones” (de Katz, Blumer y Gurevitch) llegó a desplazar los planteamientos
teóricos clásicos del funcionalismo. A partir de esta teoría la investigación de las comunicaciones gira su atención
hacia las actitudes de los receptores. Esta actitud de aproximación a lo que “la gente hace con los medios” obliga
a revisar críticamente las categorías establecidas por el funcionalismo clásico y a considerar hasta qué punto
aquellas funciones entendidas como satisfacciones a las necesidades de los usuarios, son dependientes de otras
posibles fuentes de gratificación.

Las funciones atribuidas a los medios aparecen ahora como funciones atribuidas a otros modelos de
comunicación y, por lo tanto, intercambiables y sustituibles.

ii. Preocupación social con respecto a los “mass-media”

Los mass-media constituyen un poderoso instrumento que puede ser utilizado para bien o para mal y que,
en ausencia de los controles adecuados, la segunda posibilidad es, en conjunto, más verosímil.

Existe una base para una amplia preocupación con respecto al papel social de los mass media, una base
que tiene que ver con los tipos variables de control social ejercidos por poderosos grupos de interés en la
sociedad.

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El poder económico parece haber reducido la explotación directa y haberse vuelto hacia un tipo más sutil
de explotación psicológica, logrado en gran parte mediante la diseminación de propaganda a través de los
medios. Las sociedades complejas están sometidas a diversas formas de control organizado. La manifiesta
preocupación por las funciones de los medios se basa en parte en la observación válida según la cual tales
medios han asumido la labor de lograr que los públicos masivos se amolden al statu quo social y económico.
Muchos temen ante todo, la omnipresencia y el poder potencial de los medios. Finalmente, existe el peligro de
que estos instrumentos constituyan una orientación hacia el deterioro de los gustos estéticos y las pautas
culturales populares.

ALGUNAS FUNCIONES SOCIALES DE LOS MASS MEDIA

Es indudable que los medios atienden a muchas funciones sociales, entre ellas se hallan las siguientes,
definidas por Lazarsfeld:
1. Función otorgadora de status
Confieren status o categoría a cuestiones públicas, personas, organizaciones y movimientos sociales. El
prestigio social de personas o de políticas sociales queda realzado cuando estas exigen una atención
favorable en los mass media. Para algunos, representan el juicio considerado de expertos, por lo que exigen
el respeto de los profanos. Dan prestigio y realzan la autoridad de individuos y grupos al legitimar su status.

2. Compulsión de normas sociales


Los mass media pueden iniciar una acción social “exponiendo” condiciones distintas respecto a lo
establecido por la moral pública. Sin embargo no se emprende ninguna acción social organizada con
respecto a una conducta desviada de la norma social, a no ser que haya anuncio público de la desviación. La
publicidad cierra el hueco entre “actitudes privadas” y “moralidad pública”. La publicidad ejerce presión en
pro de una moralidad única más bien que dual, al impedir la evasión continua. Exige reafirmación pública y
aplicación de la norma social. Los mass media sirven para reafirmar normas sociales al exponer desviaciones
respecto a tales normas.

3. Disfunción narcotizante
Cabe distinguirla como disfunción dado que a la compleja sociedad moderna no le interesa tener grandes
masas de la población, políticamente apáticas e inertes. El vasto suministro de comunicaciones puede
suscitar tan sólo una preocupación superficial por los problemas de la sociedad, y esta superficialidad, a
menudo, enmascarar una apatía masiva. La exposición a tal flujo de información puede servir para narcotizar
antes que para dinamizar al receptor. A medida que aumenta el tiempo de exposición, decrece el disponible
para la acción organizada. El individuo llega a confundir el saber acerca de los problemas con el hacer algo al
respecto. Su conciencia social se mantiene irreprochable. Se preocupa, está informado, pero no actúa.

ESTRUCTURA DE LA PROPIEDAD Y CONTROL DE LOS MASS MEDIA

Es evidente que los efectos sociales de los medios variarán al variar el sistema de propiedad o pertenencia
y de control. Las grandes firmas comerciales financian la producción y distribución de los mass media y, en
general, quien paga la orquesta es también quien escoge lo que ésta ha de tocar.

CONFORMISMO SOCIAL

Los medios contribuyen al mantenimiento del sistema prevaleciente. La reafirmación continuada del orden
establecido subraya el deber de aceptarlo. Los medios no sólo continúan afirmando el statu quo sino que
además dejan de suscitar preguntas esenciales acerca de la estructura de la sociedad. EL consecuencia, al llevar
al conformismo y al facilitar muy poca base para una estimación crítica, los medios restringen, indirecta pero
efectivamente, el desarrollo convincente de una visión genuinamente crítica. Por lo tanto, no cabe confiar en
ellos para que elaboren cambios, aunque se trate de cambios ínfimos, en la estructura actual.

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IMPACTO SOBRE EL GUSTO POPULAR

Con la amplia difusión de la educación popular y con la aparición de las nuevas técnicas de la
comunicación de masas, se desarrolló un mercado enormemente ampliado para las artes. Sin embargo, las
grandes masas no poseen una elevada cultura. Con el ascenso de la educación popular se ha producido un
declive en el gusto popular. Muchos han adquirido una “alfabetización formal”, capacidad para leer y captar
significados superficiales y una correlativa incapacidad para una total compresión de lo que leen. Se ha creado
un abismo profundo entre alfabetización y comprensión.

¿Están atrapados los realizadores de los mass media comercializados en una situación en la que,
cualquiera sean sus preferencias privadas, no pueden elevar radicalmente las pautas estéticas de sus productos?
Los intentos esporádicos de elevar niveles se han topado con profunda resistencia por parte de las audiencias de
masas.

PROPAGANDA PARA OBJETIVOS SOCIALES

¿Cuáles son las condiciones para el uso efectivo de los mass media en lo que cabría denominar
“propaganda para objetivos sociales? Como mínimo, una de las siguientes condiciones debe ser satisfecha para
que esta propaganda resulte efectiva:
 Monopolización: se da cuando hay poca o ninguna oposición en los mass media a la difusión de valores,
políticas o imágenes públicas. Tiene lugar en ausencia de la contra propaganda. Corresponde, desde
luego, a la estructura política autoritaria. Produce efectos evidentes en las audiencias.
 Canalización de los valores básicos: anunciar es una actividad dirigida generalmente a la canalización de
pautas de comportamiento o actitudes preexistentes; rara vez trata de instalar nuevas actitudes o de
crear pautas de conducta significativamente nuevas.
 Contacto cara a cara (complementación): la maquinaria de la persuasión masiva incluye el contacto cara
a cara en organizaciones locales como un anexo a los mass media. Las discusiones locales sirven para
reforzar el contenido de la propaganda de masas.

Los mass media demuestran ser más efectivos cuando operan en una situación de virtual monopolio
psicológico, o cuando el objetivo consiste en canalizar más que en modificar actitudes básicas, o cuanto actúan
conjuntamente con unos contactos cara a cara. El papel actual de los medios queda limitado, en su mayor parte,
a las preocupaciones sociales periféricas y los medios de comunicación no muestran el grado de poder social que
corrientemente les es atribuido.

iii. Estructura y función de la comunicación en la sociedad

EL ACTO DE LA COMUNICACIÓN

Una manera conveniente de describir el acto de comunicación es la que surge de contestar las siguientes
preguntas:
 ¿Quién: el comunicador, investigación de un análisis de control
 dice qué: análisis de contenido
 en qué canal: análisis de medios
 a quién: análisis de audiencia
 con qué efectos: impacto sobre la audiencia, análisis de los efectos

ESTRUCTURA Y FUNCIÓN

Todo proceso puede ser examinado bajo dos marcos de referencia: estructura y función; y el análisis de la
comunicación suele versar en las tres funciones definidas por Lasswell anteriormente.

EQUIVALENCIAS BIOLÓGICAS

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Se puede lograr una adecuada perspectiva de cualquier sociedad humana cuando se estudia la
comunicación como una característica de la vida en todos sus niveles.

El caso de la sociedad humana

Los procesos de comunicación de la sociedad humana revelan numerosas equivalencias con las funciones
especializadas que se encuentran en el organismo físico y en las sociedades animales inferiores.

Una serie de equivalencias significativas están relacionadas con los circuitos de comunicación, que son
predominantemente de un sentido o de dos sentidos, según el grado de reciprocidad entre comunicadores y
audiencia. Hay comunicación en dos sentidos cuando las funciones de enviar y recibir son efectuadas con la
misma frecuencia por dos o más personas. En el caso de los medios modernos, las audiencias responden o
replican tras una cierta demora, y muchos de los controladores de mass media emplean métodos científicos de
sondeo de opinión a fin de acelerar el cierre del circuito.

Necesidades y valores

Es posible investigar la sociedad humana en términos de valores, es decir, con respecto a unas categorías
de relaciones que son objetos reconocidos de gratificación Puesto que los valores no están equitativamente
distribuidos, la estructura social revela mayor o menor concentración de poder, de riqueza y de otros valores en
unas pocas manos. En toda sociedad, los valores son modelados y distribuidos de acuerdo con unas normas más
o menos distintivas (instituciones). Las instituciones incluyen comunicaciones invocadas como apoyo de la red de
acción como un todo. Estas comunicaciones son la ideología. Por lo que se refiere al poder, cabe distinguir entre
la doctrina política, la formula política y la miranda (cosa para ver).

CONFLICTO SOCIAL Y COMUNICACIÓN

Una de las funciones de la comunicación es la de facilitar información acerca de lo que está haciendo la
otra élite dirigente, así como sobre su poderío. Dado el temor de que los canales de información estén
controlados por los otros, existe tendencia a recurrir a una vigilancia secreta. Por otra parte, se emplea la
comunicación con el propósito de establecer contacto con audiencias situadas dentro de las fronteras de la otra
potencia.

Las élites dirigentes están también sensibilizadas respecto de potenciales amenazas en el entorno interior.
Se tomar precauciones para imponer “seguridad” a tantas cuestiones políticas como sea posible. Al propio
tiempo, la ideología de la élite es reafirmada y las ideologías contrarias son suprimidas.

COMUNICACIÓN EFICIENTE

En la sociedad humana, la eficacia del proceso depende de las posibilidades de juicio racional que ofrece.
Un juicio racional implica objetivos de valor. Una de las tareas de la sociedad racionalmente organizada es la de
descubrir y controlar todo factor que se interfiera con una comunicación eficiente.

Existen obstáculos deliberados en el camino de la comunicación, tales como la censura y la drástica


supresión de los viajes. Estos obstáculos pueden, hasta cierto punto ser superados mediante una hábil evasión,
pero es indudable que a la larga será más eficiente superarlos por medio del consentimiento o de la coacción.

La ignorancia y la falta de cualificación también pueden contribuir a la ineficiencia de la comunicación. La


misma también se ve afectada por la estructura de la personalidad e quien emite. Algunas de las amenazas más
serias se relacionan con los valores del poder, la riqueza y el respeto.

LA INVESTIGACIÓN EN LA COMUNICACIÓN

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Todo lo que se efectúe en función de relevo puede ser examinado en términos de input y output.
Además del eslabón de relevo, debemos considerar el primer eslabón de la secuencia de comunicación. Al
estudiar los centros de interés del observador principal, se ponen en evidencia dos series de influencias: los
datos a los que está expuesto y los hechos de su entorno.

MASAS Y PÚBLICOS

Para pertenecer a una masa basta con poseer ciertos símbolos de referencia comunes. Para conformar un
público se necesita algo más que una atención pasiva. Un individuo deja de ser miembro de la masa y se
convierte en público cuando aspira a influenciar en la vida pública.

Grupos de sentimiento y Públicos


El desenlace de un conflicto, por ejemplo, suele depender de la violencia y no del debate; en tales
condiciones no hay público, sino una red de grupos unidos por el sentimiento que actúan como multitudes y, por
consiguiente, no toleran disensiones. Hay observación, público y áreas de sentimiento con diversos grados de
influencia en la política. Estas zonas están relacionadas con las características estructurales y funcionales de la
sociedad mundial y especialmente del poder mundial.
La estructura de observación dentro de un Estado es un índice valioso del grado de integración del Estado.
Cuando las clases dirigentes temen a las masas, no comparten la visión de la realidad del ciudadano medio, en
este caso, el grado de discrepancia muestra hasta qué punto los dirigentes basan su poder sobre la distorsión de
la realidad. Los canales de comunicación son controlados con la esperanza de organizar la atención de la
comunidad en general, de tal modo que sólo lleguen respuestas consideradas como favorables para la posición
de poder de las clases dirigentes.

El principio del conocimiento equivalente


La estructura de observación respecto a un tema, dada por un especialista será más elaborada y refinada
que la del lego. Sin embargo, es muy posible que ambos estén de acuerdo en los términos amplios y superficiales
de la realidad. Uno de los objetivos que podría fijarse la sociedad democrática sería el de conseguir un
conocimiento equivalente entre el del experto, el del dirigente y el del ciudadano.

IV Análisis funcional y comunicación de masas

En los últimos años, diversos estudios han utilizado un marco funcionalista para examinar diferentes
aspectos de las comunicaciones de masas. Se deben considerar los siguientes puntos específicos:
 Cuestiones apropiadas para el análisis funcional. Existe una necesidad de especificación y codificación de los
tipos de fenómeno de la comunicación de masas que han sido, o pueden ser aclarados, por medio de la
aproximación funcional.
 Organización de hipótesis en un marco funcional sistemático. Investigaciones basadas en una estructura
organizativa amplia.
 Reformular hipótesis en términos funcionales. Considerar exigencias funcionales y el modelo de equilibrio.

Comunicación de masas: la tecnología moderna es un componente necesario, pero no suficiente. Esta


comunicación es también identificable por la naturaleza de la audiencia, la comunicación en sí, y el comunicador.
La comunicación de masas va dirigida a audiencias amplias, heterogéneas, anónimas para el comunicador.
Los mensajes son transmitidos públicamente y sincronizados para llegar rápidamente. Pretenden ser
documentos más bien transitorios antes que permanentes.
El comunicador tiende a ser, o a operar en su seno, una compleja organización formal que puede involucrar
grandes gastos.

TEMAS PARA EL ANÁLISIS FUNCIONAL

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El análisis funcional se ocupa de examinar aquellas consecuencias de los fenómenos sociales que afectan al
funcionamiento normal, ala adaptación o al ajuste de un sistema dado: individuos, grupos, sistemas sociales y
culturales.

Merton define que el requisito general para aplicar el análisis funcional es que el objeto del análisis
represente un tema estandarizado (es decir, normativo y repetitivo). Algunos de estos temas estandarizados más
evidentes son:

 En el más amplio nivel de abstracción, la propia comunicación de masas, como proceso social, es un
fenómeno normativo y repetitivo en muchas sociedades. El análisis funcional a este nivel parece hoy
depender sobre todo de la especulación, y aporta escasa promesa de un desarrollo inmediato de una
teoría empíricamente verificable de la comunicación de masas.
 Un segundo tipo de análisis funcional considera cada método particular de comunicación de masas
(diarios, televisión, radio) como el tema para el análisis.
 En tercer lugar, la aproximación funcional puede ser utilizada en el análisis institucional de cualquier
mass media u organización de la comunicación de masas, examinando la función de alguna operación
normativa y repetida en dicha organización.
 Finalmente, el cuarto tipo estudia las consecuencias de desarrollar las actividades básicas de
comunicación por medio de la comunicación de masas. Estas actividades básicas, son definidas por las
funciones establecidas por Lasswell.

Hacia un inventario funcional de las comunicaciones de masas

El análisis funcional no se limita al estudio de las consecuencias útiles, sino que varios tipos de
consecuencias son reconocidos hoy por la teoría funcional, cada una de las cuales se debe tener en cuenta para
el inventario completo.

Merton distingue entre las consecuencias y los motivos de una actividad concreta. Estos dos elementos no
son idénticos. Los resultados buscados se denominan funciones manifiestas, y los inesperados son funciones
latentes. No toda consecuencia tiene valor positivo para el sistema en el que tiene lugar. Los efectos que son
indeseables desde el punto de vista del bienestar de la sociedad o de sus miembros son denominados
disfunciones. Cualquier acto puede surtir a la vez efectos funcionales y disfuncionales.

Dos consecuencias o funciones positivas tienen lugar para la sociedad a partir de disponer de una corriente
constante de datos sobre acontecimientos “relevantes”:
 Este flujo de información facilita a menudo inmediatas advertencias acerca de amenazas o peligros
inminentes desde el exterior de la sociedad.
 Una corriente de datos acerca del entorno es instrumental para las cotidianas necesidades
institucionales de la sociedad.

Para los individuos cabe discernir funciones de vigilancia: en primer lugar, mientras el bienestar personal
esté vinculado al bienestar de la sociedad, las dos funciones anteriores sirven también al individuo para otras
funciones de utilidad más personales: fuente de información cotidiana, prestigio, etc.
Lazarsfeld y Merton han sugerido otras dos funciones de la comunicación: otorgamiento de categoría y
observancia de normas sociales (la comunicación de masas posee una función moralizante cuando refuerza el
control social sobre los miembros individuales al exponer públicamente toda desviación en su conducta).

La vigilancia a través de la comunicación de masas puede revelarse como disfuncional. En primer lugar, la
no censura de noticias sobre el mundo amenaza potencialmente la estructura de cualquier sociedad. En segundo
lugar, unas advertencias mal interpretadas acerca de un peligro en el entorno podrían sembrar el pánico entre la
audiencia masiva.
 Los datos acerca de peligros en el entorno, en vez de ejercer funciones de advertencia, causan
exageradas ansiedades en la audiencia.

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 Un exceso de noticias puede conducir a la privatización, ya que el individuo llega a sentirse abrumado
por los dato sometidos a su atención y reacciona dirigiéndose hacia cuestiones de su vida privada sobre
las que ejerce mayor control.
 El acceso a las noticias de comunicación masiva puede motivar la apatía, o hacer creer que un ciudadano
informado equivale a un ciudadano activo: disfunción narcotizante.

Cabe también examinar el impacto de las noticias difundidas por los medios sobre la propia cultura. Entre
las posibles funciones se cuentan el enriquecimiento y la variedad que se vierten en una cultura a través de la
información así como el posible crecimiento y la adaptabilidad de la cultura como resultado de tales contactos.
Por el lado disfuncional, una información no controlada acerca de otras sociedades puede conducir a la invasión
cultural y al debilitamiento de la cultura autóctona

UNIDAD 3: Aportes de la teoría crítica para comprender el lugar de los Medios en la conformación del Orden
Social.

i. Comunicación y anticipación utópica: contribuciones de la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt a la


Sociología de la Comunicación

Existen dos grandes tradiciones teoréticas que han aportado los fundamentos metodológicos de mayor
incidencia en la investigación sobre la comunicación de masas: la Mass Communication Research y La teoría
crítica, de la Escuela de Frankfurt en sus dos generaciones. Ambas tradiciones, evidentemente, representan dos
proyectos de investigación fundamentalmente opuestos en cuanto a su fundamentación metodológica y en
cuanto a las finalidades sociales a las que se destina la investigación social. Sin embargo la teoría surgida en los
centros de estudio norteamericanos ha alcanzado una mayor difusión debido a su carácter de saber práctico que
respondía a las necesidades de una sociedad industrial necesitada de una sociología de carácter experimental y
cuantitativo, destinada a su racionalización y gestión.

Por el contrario, la teoría crítica represento la recuperación de los elementos críticos más genuinos de la
filosofía social marxista. Las contribuciones esenciales de Horkheimer, Adorno y Marcuse (representantes de la
primera generación de la Escuela), así como la de Habermas (segunda generación) se sitúan básicamente en su
labor de sistematización metodológica que afecta tanto a las técnicas de investigación usadas como a su
fundamentación epistemológica que implica las motivaciones sociales que determinan el uso de dichas técnicas
de investigación.

FUNDAMENTOS DE LA TEORÍA CRÍTICA COMO TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN

Pueden contemplarse los aportes de la Escuela de Frankfurt a partir de la identificación de dos grandes
períodos correlativos a sus dos generaciones: los primero representantes de este tipo de racionalidad crítica
accedieron al estudio de la comunicación desde la crítica cultural y mediante una voluntad de estudio global de
la totalidad histórica, formada por la sociedad del capitalismo monopolista, entendida como máximo estadio
evolutivo de la sociedad burguesa. Se observaba en la cultura de masas un fenómeno relativamente autónomo
en el que se manifestaban las contradicciones surgidas en el marco de la totalidad social.

Por el contrario, Habermas entiende la comunicación, en sentido general, como el elemento central de la
racionalidad crítica, por lo que ha iniciado una comprensión de la Teoría Social Crítica como Teoría de la
Comunicación capaz de englobar el análisis de los espacios de comunicación pública e institucional (ámbito
normativo-estructural), y el análisis de los espacios comunicativos de condición subjetiva (ámbito genético-
subjetivo). La filosofía social incorpora, así, la filosofía del lenguaje de origen anglosajón, los avances de la
lingüística generativa y la hermenéutica contemporánea.

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MARK HORKHEIMER: LA TEORÍA CRÍTICA COMO ALTERNATIVA A LA SOCIOLOGÍA BURGUESA

Frente a la teoría social burguesa que obedece secretamente a una praxis social dominante destinada a la
reproducción de las condiciones sociales de existencia imperantes en el orden capitalista, la Teoría crítica se
perfila como un radical rechazo a la aceptación del mundo tal como existe.

La teoría social crítica insiste en la recuperación de la autonomía del individuo en los ámbitos social y
científico. En este sentido Horkheimer replantea la unidad teoría y praxis, definiendo la Teoría Crítica como un
elemento más del proceso revolucionario en el que la realidad es analizada y aprehendida para ser trascendida y
alcanzar como meta última, una situación fundada en la razón. El pensar crítico rechaza cualquier aceptación de
una realidad social objetivable, susceptible de ser reflejada pasivamente por el teórico observador, planteándose
la recuperación del concepto de totalidad, de lo existente como conjunto de hechos realizados históricamente,
mediante una praxis social enmarcada en el conjunto de la actividad humana en el marco de constantes luchas
que resultan del proceso de confrontación de las diversas clases sociales. Es necesario tener conciencia de que
los hechos que nos entregan los sentidos están preformados de dos modos: por el carácter histórico del objeto
percibido y por el carácter histórico del órgano percipiente.

La teoría crítica se define como alternativa a la teoría social burguesa de carácter empírico y cuantitativo,
destinada al análisis de las partes del proceso social suficientemente consolidadas, desconociendo la totalidad
social en la que estas partes o fragmentos cumplen su cometido y respecto a la cual adquieren su sentido. Para
Horkheimer, será la filosofía el elemento esencial impulsor de su reflexión, hasta el punto de que la Sociología es
entendida como disciplina filosófica.

HORKHEIMER/ADORNO/MARCUSE: LA TEORÍA CRÍTICA COMO ALTERNATIVA A LA MASS


COMMUNICATION RESEARCH

Respecto al estudio de la comunicación de masas, la teoría crítica alcanzará sus primeras realizaciones
importantes durante la década de los años 40, como resultado de su confrontación con la Sociología de la
comunicación, surgida de la MCR.
La teoría crítica hacía un especial hincapié en el análisis de quiénes controlan los medios de comunicación
de masas y en la naturaleza comercial del sistema comunicativo en el cual se ejerce este tipo de comunicación
pública.

Si la MCR respondía a un público formado por los gestores de la industria comunicativa interesados en el
qué de la comunicación, la teoría crítica respondía a aquellas fuerzas sociales progresistas que se mostraban
interesadas en saber el quién, cómo y por qué se ejerce el control de la comunicación masiva en la sociedad de
capitalismo avanzado. La teoría crítica se opone a cualquier consideración asocial y ahistórica de la comunicación
de masas que posibilite un análisis sometido a criterios de rentabilidad o de eficacia comercial o persuasiva.

HORKHEIMER/ADORNO: INDUSTRIA CULTURAL Y CRÍTICA A LA RAZÓN INSTRUMENTAL

Estos autores realizaron un exhaustivo análisis de la naturaleza represiva de la sociedad de capitalismo


avanzado, en el que la razón se encuentra sometida a una reducción de sus valores instrumentales y operativos.

Dado que la comunicación pública se manifiesta como uno de los principales agentes de control social,
propondrán la denominación de Industria Cultural para caracterizar, desde la perspectiva crítica, la realidad
social que los investigadores norteamericanos denominaron mass culture, incorporando así la naturaleza
burocrático-industrial que caracteriza este tipo de comunicación pública institucionalizada. Como resultado de
una sociedad cosificada, en la Industria Cultural se observa la performance de un tipo de comunicación que

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refleja dicha cosificación y en la que la finalidad racional de una comunicación libre se verá sometida a los
criterios de la racionalidad instrumental.

Consideran que incluso el lenguaje es reducido a un instrumento más del enorme aparato de producción,
en el que las formas clásicas de cultura serán descontextualizadas en su ejecución efectiva, convirtiéndose en
productos destinados al engranaje industrial que, a su vez, ha modificado profundamente las formas clásicas de
la recepción de la forma cultural.

MARCUSE: CULTURA Y UNIDIMENSIONALIDAD

Marcuse incidió abiertamente en el análisis de los sistemas de manipulación colectiva propios de una
sociedad enferma en la que a una elevación y democratización del consumo y del bienestar material le
corresponde un mayor dominio y control social. Nos hallamos en una sociedad unidimensional regida por una
racionalidad tecnológica que se manifiesta como racionalidad política fluyendo mayoritariamente en un solo
sentido.

Como culminación de este universo unidimensional, la sociedad burguesa asiste a la destrucción de la


cultura como apropiación subjetiva de conocimientos que se correlaciona con una progresiva aniquilación de la
autonomía de lo individual, ajeno al sentido totalitario de lo burgués. La cultura pasa a ser un sistema de control
social y, en este sentido, se ha visto sometida a una progresiva selección de sus elementos críticos. Nos hallamos
frente a una cultura afirmativa propia del universo deificado de la cultura burguesa que participa tanto de las
formas de cultura material, como en las formas de la cultura intelectual afines al mantenimiento y a la
racionalización de la realidad existente que, como en el positivismo, actúa como una réplica académica de la
conducta socialmente requerida.

La cultura afirmativa, de la cual participa la comunicación de masas, no interviene como instrumento de


destrucción ideológica de la sociedad tendente al “fin de las ideologías”; contrariamente a ello, actúa como
instrumento de incorporación de la ideología de la burguesía madura en todos los ámbitos de la vida cotidiana.
En este punto se sitúa el origen de la decepción histórica de los pensadores críticos, que asistirán a una
progresiva incorporación de la clase obrera a los intereses y aspiraciones propios de la sociedad burguesa que
impone una cosificación de la sociedad y la aceptación de la satisfacción de las necesidades mediante criterios
exclusivamente referidos a la lógica propia del sistema de producción capitalista.

HABERMAS: HACIA UNA NUEVA DEFINICIÓN DE LA TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN

La obra de Habermas ha introducido significativas variaciones tendentes a asumir los imperativos


impuestos por el curso de los acontecimientos contemporáneos: la tecnocratización de la sociedad capitalista, el
abandono mayoritario de la clase obrera de las expectativas de transformación revolucionaria de la sociedad, la
continuidad hegemónica de la ciencia social de carácter positivista que divide la unidad entre teoría y práctica, la
consolidación del stalinismo entre la Unión Soviética y la reprivatización de los espacios de opinión pública. El
aspecto más renovador de su aporte a la teoría social crítica ha sido el “giro” lingüístico que ha dado lugar a una
nueva reformulación de la teoría del lenguaje.

Para este autor, el problema del lenguaje ha reemplazado el problema tradicional del conocimiento y la
crítica trascendental del lenguaje sustituye a aquella del conocimiento.

Habermas planteará el análisis de la acción comunicativa como un componente esencial para el


conocimiento de las formas de construcción de la realidad social y como elemento motor que podrá posibilitar
cualquier acción conducente a la auto emancipación de los individuos frente a los sistemas de dominación,
puesto que en el contexto lingüístico de comunicación, los sujetos interpretan la naturaleza y se interpretan a sí
mismos dentro de su entorno.

Habermas se propone la superación de la noción de competencia lingüística mediante la definición de la


competencia comunicativa entendida como la capacidad de un hablante ideal de producir y entender un número
ilimitado de producciones lingüísticas, pero añadiendo la capacidad de producir situaciones comunicativas

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potenciales mediante un sistema de reglas generadoras de una situación ideal de comunicación. La competencia
comunicativa abarca tanto las condiciones internas del discurso como la situación de comunicación en la que se
produce el discurso.

También introduce el concepto de Pragmática Universal, el cual se orienta hacia la observación de las
condiciones formales que determinan, en el marco de la acción comunicativa, la posibilidad de establecer una
comunicación (diálogo) libre de coerciones. Esta nueva concepción de la pragmática se destina al análisis de las
pretensiones de validez de la acción comunicativa fundamentado en la verdad, rectitud, veracidad y
comprensibilidad del discurso en sus aspectos formales y no por lo que respecta al contenido proposicional de
las frases enunciadas o de los textos analizados.

Habermas observa que la construcción de la realidad social se basa en dos tipos de acción:
1. La acción instrumental: resulta del nivel técnico aplicado al proceso de producción como transformación
de la naturaleza exterior (trabajo), y en la cual los individuos desarrollan un conjunto de relaciones según
el rol que ocupan en el proceso de producción.
2. La acción social: resulta de la interacción simbólica intersubjetiva que, a su vez, se desglosa en tres
nuevos tipos de acción:
 Acción comunicativa: presupone la existencia de una posibilidad efectiva de establecer un
diálogo libre de coerciones, basado en la igualdad de roles comunicativos y el la presuposición
de condiciones universales de comprensión mutual tendentes al establecimiento de un consenso
de los actores como finalidad última de la acción social.
 Acción estratégica: en este caso, los actores se encuentran enfrentados y buscan orientar el
diálogo hacia el propio éxito.
 Acción simbólica: considera que no siempre será necesario un discurso verbalizado.

El núcleo de la teoría de la comunicación de Habermas estará centrado en la acción comunicativa. A partir


de las condiciones formales que determinan dicha acción, se pueden reconstruir las deformaciones o
distorsiones que la comunicación sufre en el curso de la acción social. De este modo, la teoría general de la
comunicación deberá basarse en tres componentes de acción social:
a) La reconstrucción de las condiciones universales de comprensión en una situación ideal de
comunicación, comprendiendo el análisis de la competencia comunicativa de los actores.
b) El estudio de las formas de comunicación sistemáticamente distorsionadas, de forma manifiesta o no
manifiesta.
c) El estudio de los diversos tipos de acción.

En la acción instrumental y en la creación estratégica existe una racionalidad teleológica (finalidad u


objetivo) subyacente, resultante de un saber práctico destinado a la elección de los medios más adecuados para
la consecución de finalidades concretas. Por el contrario, en la acción comunicativa, se identifica una
racionalidad comunicativa, centrada en un saber destinado a asegurar las condiciones de corrección de la acción
comunicativa como superación de las comunicaciones sistemáticamente distorsionadas.

COMUNICACIÓN Y ANTICIPACIÓN UTÓPICA

En ambas generaciones, la comunicación y el lenguaje, en sus diversas manifestaciones sociales, se


presentan como un componente de la reflexión crítica en la que se ejerce una anticipación utópica, puesto que
cualquier sociedad futura regida por la razón deberá ser mediatizada por formas comunicativas (y por ende,
culturales) libres, ajenas al control social y portadoras de una consenso normativo. En ese sentido, cualquier final
de la utopía comportará también formas comunicativas igualitarias y libres, y hacia ese objetivo se orientan las
contribuciones de la Teoría Social Crítica de la Escuela de Frankfurt.

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UNIDAD 4: Aportes de la Teoría Sociológica Contemporánea para la comprensión de la sociedad mediática

i. Pierre Bourdieu: conceptos centrales de su propuesta teórica


ii. Pierre Bourdieu: Sobre la televisión

La televisión, a través de diferentes mecanismos, pone en muy serio peligro las diferentes esferas de la
producción cultural, así como también la vida política y la democracia. Sin embargo, existen excepciones que
luchan para que lo debería haberse convertido en un extraordinario instrumento de democracia directa no acabe
siéndolo de opresión simbólica.

EL PLATÓ Y SUS BASTIDORES

Bourdieu rechaza la alternativa de abstenerse de usar la televisión como medio de expresión. Considera
que es importante hablar por televisión, pero en determinadas condiciones.

¿Por qué, a pesar de los pesares, la gente hace todo lo posible por aparecer en la televisión en condiciones
normales? Al aceptar participar sin preocuparse por saber si se podrá decir alguna cosa, se pone claramente de

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manifiesto que no se está ahí para decir algo, sino por razones completamente distintas, particularmente para
dejarse ver y ser visto. “Ser”, desde este aspecto, es “ser visto”. La pantalla del televisor se ha convertido hoy en
día en una especie de fuente de exhibición narcisista.

La opción de negarse lisa y llanamente a expresarse por medio de la televisión no resulta defendible. En
determinados casos, aparecer en ella puede constituir una especie de deber, a condición de que sea posible
hacerlo en condiciones razonables. La televisión es un instrumento que, teóricamente, permite la posibilidad de
llegar a todo el mundo, a lo cual cabe preguntar: ¿Está lo que tengo que decir al alcance de todo el mundo?
¿Merece ser escuchado por todo el mundo?

Una censura invisible

El acceso a la televisión tiene como contrapartida una formidable censura, una pérdida de autonomía que
está ligada, entre otras cosas, a que el tema es impuesto, a que las condiciones de la comunicación son
impuestas y, sobre todo, a que la limitación del tiempo impone el discurso, por lo cual resulta poco probable que
pueda decirse algo.

Es verdad que hay intervenciones políticas, y un control político (ejercido mediante los nombramientos de
cargos dirigentes), pero también es cierto que en una época como la actual, de gran precariedad en el empleo y
con un ejército de reserva de aspirantes a ingresar en las profesiones relacionadas con los medios, la propensión
al conformismo es mayor. La gente se deja llevar por una forma consciente o inconsciente de autocensura.
También es necesario resaltar la censura económica. Podría decirse que lo que pesa sobre la televisión es la
coerción económica. Si bien es cierto que lo que sucede en ella está limitado por los dueños, los anunciantes o el
Estado, estas limitaciones son cosas tan notorias y burdas que ocultan los mecanismos anónimos, invisibles, a
través de los cuales se ejerce la censura de todo orden que hace que la televisión sea un colosal instrumento de
mantenimiento del orden simbólico.

Cabe resaltar que, por lo general, las personas que intervienen en el medio son tan manipuladoras como
manipuladas. Incluso la denuncia de los escándalos de los periodistas, productores, etc. en particular, pueden
contribuir a desviar la atención de lo esencial, en la medida en que la corrupción de las personas disimula esa
especie de corrupción estructural que se ejerce sobre el conjunto del medio a través de mecanismos tales como
la competencia por las cuotas del mercado. Esto lleva, consecuentemente, a la violencia simbólica, entendida
como una violencia que se ejerce con la complicidad tácita de quienes la padecen y, a menudo, también de
quienes la practican, en la medida en que unos y otros no son conscientes de padecerla o practicarla.

Los sucesos son, en su mayoría, elementos de distracción. Los prestidigitadores tienen un principio
elemental que consiste en llamar la atención sobre una cosa distinta de la que están haciendo. Se trata de
informar sobre hechos que, evidentemente, no deben escandalizar a nadie, que no dividen, que crean consenso,
que interesan a todo el mundo, pero que no tocan nada importante.

La televisión posee una especie de monopolio de hecho sobre la formación de las mentes del sector de la
población que no lee periódicos. Al privilegiar los sucesos, se dejan de lado las noticias pertinentes que debería
conocer el ciudadano para ejercer sus derechos democráticos. Lo cual hace que se establezca una división, en
materia de información, entre quienes pueden leer los diarios llamados serios, y quienes, en el otro extremo, no
cuentan con más bagaje político que la información suministrada por la televisión.

Ocultar mostrando

La televisión puede ocultar mostrando. Lo hace cuando muestra algo distinto de lo que tendría que
mostrar si hiciera lo que se supone que ha de hacer, es decir, informar; y también cuando muestra lo que debe,
pero de tal forma que hace que pase inadvertido o que parezca insignificante, o lo elabora de tal modo que toma
un sentido que no corresponde en absoluto a la realidad.

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Los periodistas tienen unos “lentes” particulares mediante los cuales ven unas cosas, y no otras, y ven de
una forma determinada lo que ven. Llevan a cabo una selección y luego elaboran lo que han seleccionado. Este
principio de selección consiste en la búsqueda de lo sensacional, de lo espectacular. La televisión incita a la
dramatización, en un doble sentido: escenifica en imágenes un acontecimiento, y exagera su importancia, su
gravedad, así como su carácter dramático, trágico. Los periodistas se interesan por lo excepcional, por lo que es
excepcional para ellos. Se interesan por lo extraordinario, lo que se sale de lo común. Implica, también, lo que no
es cotidiano en relación con los demás periódicos. Se trata de una coerción terrible: la que impone la búsqueda
de la primicia informativa, la exclusiva. Para ser el primero en ver algo, y en mostrarlo, se está dispuesto a lo que
sea. Y como todo el mundo se copia mutuamente para adelantarse a los demás, para mostrarlo antes o para
mostrarlo de un modo distinto, todo el mundo acaba haciendo lo mismo, y la búsqueda de la exclusividad
desemboca en la uniformización y la banalización.

Los peligros políticos inherentes a la utilización cotidiana de la televisión resultan de que la imagen posee
la particularidad de producir lo que los críticos llaman efecto de realidad. La imagen puede mostrar y hacer creer
en lo que muestra. Este poder de evocación es capaz de provocar fenómenos de movilización social. Puede dar
vida a ideas o representaciones, así como a grupos. La televisión que pretende ser un instrumento que refleja la
realidad, termina convirtiéndose en un instrumento que crea una realidad. La televisión se convierte en el
árbitro del acceso a la existencia social y política.

Uno de los factores fundamentales de las luchas políticas consiste en la capacidad de imponer unos
principios de visión del mundo, de hacer llevar unos lentes que hagan que la gente vea el mundo según unas
divisiones determinadas. Al imponer estas divisiones, se crean grupos, los cuales se movilizan y, al hacerlo,
pueden conseguir convencer de su existencia, presionar y obtener ventajas. En estas luchas la televisión adopta
un papel determinante (hoy se producen manifestaciones para la televisión, aquellas que por su naturaleza,
despierten el interés de la gente de televisión, y logren ser retransmitidas y amplificadas, alcanzando plena
eficacia).

La circulación circular de la información

EL mundo de los periodistas es un mundo fragmentado, donde hay conflictos, competencias, hostilidades.
A pesar de ello, los productos periodísticos son extremadamente homogéneos. Las diferencias más evidentes,
relacionadas fundamentalmente con el color político de los periódicos, ocultan profundas similitudes,
consecuencia, sobre todo, de los constreñimientos impuestos por las fuentes y por mecanismos tales como la
lógica de la competencia. Esta competencia, al darse entre periodistas sometidos a unas mismas imposiciones, a
unos mismos sondeos y anunciantes, homogeneiza: para saber lo que uno va a decir, hay que saber lo que han
dicho los demás. Esto produce un efecto de enclaustramiento, e incluso de censura, muy eficaz.

La parte más determinante de la información, es decir, esa información sobre la información que permite
decidir qué es importante, qué merece ser trasmitido, procede en gran parte de otros informadores. Lo que
conduce a una especie de nivelación, de homogeneización de las jerarquías y de su importancia.

El índice e audiencia es la medición del número de telespectadores que sintonizan cada cadena. Esta
medición se ha convertido en el criterio último del periodista. Impera en la actualidad, una mentalidad de índices
de audiencia. En todas partes se piensa en términos de éxito comercial. Ahora, y cada vez más, el mercado es
reconocido como instancia legítima de legitimación. Lo pone de manifiesto otra institución reciente que es la
lista de best sellers.

La urgencia y el “fast thinking”

Los índices de audiencia ejercen un efecto muy particular sobre la televisión: se traducen en una mayor
presión de la urgencia. La competencia adquiere la forma de una rivalidad temporal por la primicia informativa,
por ser el primero.

La televisión no resulta muy favorable para la expresión del pensamiento. Establece un vínculo, negativo,
entre la urgencia y el pensamiento. A través de la televisión, se está condenando a contar con fast thinkers,

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piensan mediante “ideas preconcebidas”, mediante “tópicos”. Las ideas preconcebidas son ideas que todo el
mundo ha recibido, porque flotan en el ambiente, banales, convencionales, corrientes. El problema principal de
la comunicación consiste en saber si se han cumplido las condiciones de recepción, pero al transmitir una idea
preconcebida, el problema está resuelto. La comunicación es instantánea porque, en realidad, no existe, o es
sólo aparente. El intercambio de estas ideas es una comunicación sin más contenido que el propio hecho de la
comunicación. Tienen la ventaja de que todo el mundo puede recibirlas, y de modo instantáneo: por su
banalidad, son comunes al emisor y al receptor. Y, por el contrario, el pensamiento es subversivo: primero debe
desbaratar las ideas preconcebidas, y luego tiene que demostrar las propias.

Debates verdaderamente falsos o falsamente verdaderos

Debates verdaderamente falsos: “enfrentamientos concertados”

Debates falsamente verdaderos: ciertas operaciones de censura:


a) el papel del presentador: es quien impone el tema, quien impone la problemática. Concede la palabra,
reparte elogios, demuestra posiciones a través de lo no verbal (miradas, silencios, gestos,
entonaciones). Se revela entonces más de lo que se puede controlar. Distribuye los tiempos, fija el
tono de las intervenciones, manipula la urgencia, utiliza el tiempo, las prisas. Se erige en portavoz del
público.

b) Composición del panel de invitados: determinar quienes asisten, hay personas que uno ni pensaría
invitar, hay otros que rechazan las invitaciones: el panel que se ve oculta todo este proceso previo. Esta
composición es importante porque ha de dar la imagen de un equilibrio democrático.
También se destaca otro factor invisible al respecto: el dispositivo montado previamente: mediante
conversaciones preparatorias para sondear a los participantes que puede desembocar en una especie
de guión, más o menos rígido, como un molde al que los participantes han de adaptarse.
También se resalta la propia lógica del juego del lenguaje. El debate democrático debe comprender
enfrentamientos, definir al bueno y al bruto. Pero al mismo tiempo, los golpes han de respetar el
molde de la lógica del lenguaje formal.

c) El inconsciente de los presentadores: los periodistas, con sus lentes, con sus categorías de
pensamiento, plantean unas preguntas que no tienen nada que ver con nada.

Contradicciones y tensiones

La televisión es un instrumento de comunicación muy poco autónomo sobre el que recae una serie de
constreñimientos originados por las relaciones sociales entre los periodistas, relaciones de competencia
encarnizada, despiadada, pero que son también relaciones de connivencia, de complicidad objetiva, basadas en
los intereses comunes vinculados a su posición en el campo de la producción simbólica y en el hecho de que
comparten unas estructuras cognitivas y unas categorías de percepción y de valoración ligadas a su origen social
y a su formación. De esto resulta que la televisión acabe siendo un instrumento muy controlado.

En la actualidad, la televisión ha llevado al extremo una contradicción que atormenta a todos los universos
de producción cultural: la contradicción entre las condiciones económicas y sociales en las que hay que estar
situado para poder producir un determinado tipo de obras, esas obras llamadas “puras”, autónomas en relación
con las imposiciones comerciales, etc. y, por otra parte, las condiciones sociales de transmisión de los productos
obtenidos en tales condiciones; es la contradicción entre las condiciones en las que hay que estar para poder
hacer obras de vanguardia, y las condiciones en las que hay que estar para poder transmitir esas producciones a
todo el mundo. La TV lleva a su extremo esta contradicción en la medida en que está más sometida que
cualquier otro universo de producción cultural a la presión comercial, a través de los índices de audiencia.

Al mismo tiempo, las tensiones son muy fuertes entre quienes desearían defender los valores de la
autonomía, de la libertad respecto de las exigencias de la publicidad, de los jefes, etc. y quienes se someten a
esas exigencias y son pagados por ello en justa compensación.
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LA ESTRUCTURA INVISIBLE Y SUS EFECTOS

El mundo del periodismo es un microcosmos que tiene sus leyes propias y se define por su posición en el
mundo global, así como por las atracciones y las repulsiones a la que lo someten los otros microcosmos. Decir
que es autónomo, significa que lo que ocurre en él no puede comprenderse en forma directa a partir de factores
externos.

Cuotas de mercado y competencia

Existe una estructura interna que no es advertida por los telespectadores ni por los periodistas; estos
notan sus efectos, pero no ven hasta que punto el peso relativo de la institución en la que trabajan incide sobre
ellos, del mismo modo que tampoco ven su lugar y su propio peso dentro de aquella. Para tratar de comprender
lo que puede hacer un periodista, hay que tener en cuenta una serie de parámetros:
1. La posición del medio de comunicación en el que trabaja en el campo periodístico.
2. Su propia posición en el espacio de su periódico o cadena.

Un campo es un espacio social estructurado, donde hay dominantes y dominados, relaciones permanentes
de desigualdad. Es también un campo de fuerzas, de luchas para transformar o conservar ese campo de fuerzas.
La fuerza de cada cual, dentro de ese universo, define su posición dentro del campo y, consecuentemente, sus
estrategias. La competencia económica entre cadenas por las audiencias o cuotas de mercado, se lleva a cabo en
forma de competencia entre los periodistas por la primicia.

Hoy la televisión tiene a volverse dominante económica y simbólicamente en el campo periodístico, lo cual
se manifiesta particularmente en la crisis de la presa: hay periódicos que desaparecer, y otros se ven obligados a
plantearse continuamente el problema de su supervivencia.

Una fuerza de banalización

Por su extensión, por su peso realmente extraordinario, la televisión produce unos efectos que, aunque no
carezcan de precedentes, son absolutamente inéditos. Cuanto más amplio es el público que un medio de
comunicación pretende alcanzar, más ha de limar sus asperezas, más ha de evitar todo lo que pueda dividir,
excluir, más ha de intentar no “escandalizar” a nadie, más evitará plantear problemas. Cuanto más extiende su
difusión un periódico, más se orienta hacia los temas para todos los gustos. Se elabora el objeto en función de
las categorías de percepción del receptor. Por eso se lleva a cabo toda la labor colectiva, tendente a
homogeneizar, a banalizar, a conformar; a pesar de que no va destinada a nadie en concreto y de que nadie ha
pretendido nunca llevar a cabo dicho proceso.

Existen revoluciones que trastornan las bases materiales de una sociedad y revoluciones simbólicas, que
son las que transforman las estructuras mentales, es decir que cambian nuestra manera de ver y de pensar. Si la
televisión iniciara un giro, por leve que fuera, hacia una revolución simbólica, no tardarían en cortarle las alas.
Pero resulta que, sin que nadie necesite pedírselo, debido al mero efecto de la lógica de la competencia, la
televisión no hará nunca dicho giro: está perfectamente ajustada a las estructuras mentales del público y a los
valores establecidos del conformismo y el academicismo, o a los valores del mercado.

Por otro lado, es colosal la censura que los periodistas ejercen, sin darse cuenta, al no retener más que lo
que es capaz de interesarlos, de captar su atención, es decir, de entrar en sus esquemas mentales, y condenar a
la insignificancia o a la indiferencia a expresiones simbólicas merecedoras de llegar al conjunto de los
ciudadanos.

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Otra consecuencia del crecimiento del peso relativo de la televisión en el espacio de los medios de
comunicación, y del peso de los constreñimientos comerciales sobre esa televisión, es el paso de una política de
acción cultural a través de la televisión a una especie de demagogia de lo espontáneo: hoy se adapta a los gustos
de las masas para alcanzar la audiencia más amplia posible.

Unas luchas arbitradas por el índice de audiencia

Es importante tener en cuenta la posición de los órganos de prensa a los que representan los profesionales
en el espacio periodístico y la posición de estos señores en dichos órganos.

Los diferentes protagonistas de un campo elaboran polémicas representaciones ideales de los demás
agentes con los que compiten: para ellos son objeto de estereotipos, e incluso de insultos. Estas
representaciones son a menudo estrategias de lucha que toman nota de la relación de fuerza y que pretenden
transformarla o conservarla. Esas representaciones ideales son tomas de posición en las que se expresa
esencialmente la que adopta quien las expresa, con formas más o menos negativas. Al mismo tiempo, son
estrategias que pretenden transformar la posición.

En lo que respecta a la agenda (aquello de lo que hay que hablar, los temas o problemas “importantes”)
está definido cada vez más por la televisión (en la circulación circular de la información, el peso de la televisión
es determinante a la hora de fijar la agenda). La posición de los periodistas de la prensa escrita resulta
amenazada por ello y, al mismo tiempo, la especificidad de la profesión queda en entredicho.

A causa del incremento del peso simbólico de la televisión, una determinada visión de la información
(hasta ahora exclusiva de los periódicos sensacionalistas) tiende a imponerse al conjunto del campo periodístico.
Y, como consecuencia, que una determinada categoría de periodistas tiende a imponer sus valores, sus
preferencias, sus formas de ser y de hablar, su “ideal humano”, al conjunto de los periodistas.

Las cadenas de televisión recurren cada vez más a los trucos de los periódicos sensacionalistas y dedican
más espacio a las crónicas de sucesos y a las noticias deportivas. Los sucesos tienen el efecto de crear un vacío
político, de despolitizar o de reducir la vida del mundo a la anécdota o al cotilleo, al fijar y mantener la atención
en unos acontecimientos carentes de consecuencias políticas, que se dramatizan para “extraer la lección
pertinente” o para transformarlos en problemas de la sociedad.

En la actualidad, los periodistas de la prensa escrita se encuentran ante la siguiente alternativa: ¿hay que
seguir la dirección del modelo dominante, hacer periódicos de televisión, o acaso hay que acentuar la diferencia,
optar por una diferenciación del producto?

El campo del periodismo tiene una particularidad: depende mucho más de las fuerzas externas que
cualquier otro campo de producción cultural. Depende muy directamente de la demanda, está sometido a la
sanción del mercado. La alternativa entre lo “puro” o lo “comercial” se impone con particular brutalidad y el
peso del polo comercial es particularmente fuerte.

El único embrión de crítica son los programas satíricos. En cuanto a las recompensas, no hay más que la
copia (el hecho de servir de inspiración a otro periodista), pero se trata de un indicio raro, poco visible y
ambiguo.

La influencia de la televisión

Los periodistas tienen sus responsabilidades, pero las mismas están mayormente definidas en sus
posibilidades e imposibilidades por la estructura en la que están colocados y por la posición que ocupan en ella.

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Actualmente, todos los campos de producción cultural están sometidos a la coerción estructural del campo
periodístico. Y esta coerción tiene efectos sistemáticos equivalentes en todos los campos. En otras palabras, un
campo cada vez más dominado por la lógica comercial impone una creciente coerción sobre los demás
universos. Los índices de audiencia ejercen presión sobre la televisión, esta ejerce presión sobre los periódicos y
sobre los periodistas; y a través del peso de todo el conjunto del campo periodístico, pesa sobre todos los
campos de producción cultural. En cada uno de los campos hay dominados y dominadores según los valores
internos del campo.

La colaboración

Las fuerzas y las manipulaciones periodísticas pueden actuar de forma más sutil, introduciendo en los
universos autónomos productores heterónomos que, con el apoyo de fuerzas externas, recibirán una
consagración que no pueden recibir de sus colegas. Cada vez más, las personas de determinadas disciplinas
tienen en cuenta la consagración a través de los medios de comunicación. La presencia en ellos le confiere una
forma de reconocimiento.

En el caso de las disciplinas aparentemente más independientes, el arbitraje mediático se vuelve cada vez
más importante en la medida en que la consecución de créditos puede depender de una notoriedad
dependiente tanto de la consagración mediática, como de la consideración entre los propios colegas.

Cuanto más reconocimiento recibe la gente de sus colegas y, por lo tanto, más rica es en capital específico,
más inclinada está a resistir; e, inversamente, cuanto más heterónoma es, cuanto más la atrae lo comercial, más
inclinada se siente a colaborar, respecto a los medios. Cuanto más autónomo y más rico en capital específico sea
un productor cultural, y más exclusivamente orientado esté hacia ese mercado restringido en el que como
clientes sólo tiene a sus competidores, más inclinado se sentirá a la resistencia. Por el contrario, cuanto más
destine sus productos al mercado de la gran producción, más tendencia mostrará a colaborar con los poderes
externos y a someterse a sus requerimientos o exigencias.

De este modo, la colaboración es entendida como un sometimiento sin condiciones a unas coerciones
destructoras de las normas de los campos autónomos.

Derecho de entrada y deber de salida

La televisión produce dos efectos. 1) Rebaja el derecho de entrada a un determinado número de campos.
2) Dispone de los medios para llegar al mayor número de personas posibles. Lo que parece difícil de justificar es
que se utilice la amplitud de la audiencia para rebajar el derecho de entrada en el campo. Lo que Bourdieu
defiende son las condiciones necesarias para la producción y la difusión de las creaciones mas ilustres de la
humanidad.

Para evitar la alternativa del elitismo y la demagogia hay que defender el mantenimiento e incluso la
elevación del derecho de entrada en los campos de producción, y el fortalecimiento del deber de salida, junto
con una mejora de las condiciones y los medios para salir.

LA INFLUENCIA DEL PERIODISMO

Es importante analizar la influencia que los mecanismos de un campo periodístico cada vez más sometido
a las exigencias del mercado ejercer:
 en primer lugar, sobre los periodistas
 Sobre los diferentes campos de producción cultural: jurídico, literario, artístico, científico, etc.

Se trata de examinar como la coerción estructural que impone este campo, a su vez dominado por el
mercado, modifica más o menos profundamente las relaciones de fuerza dentro de los diferentes campos.

39
El grado de autonomía de un medio de comunicación se mide, en principio, por la parte de sus ingresos
que proviene de la publicidad o de la ayuda del Estado, así como por el grado de concentración de los
anunciantes.

Por lo que al grado de autonomía del periodista particular se refiere, depende:


 del grado de concentración de la prensa
 de la posición de su periódico en el espacio de los periódicos, es decir, más o menos cerca del polo
“intelectual” o del polo “comercial”;
 de su posición en el periódico o medio de comunicación, que determina las diferentes garantías
estatutarias de las que dispone y también su sueldo
 de su capacidad de producción autónoma de la información.

Resulta evidente que los diferentes poderes, y en particular los gubernamentales, actúan no sólo a través
de las imposiciones económicas que están en disposición de ejercer, sino también de todas las presiones que
permite el monopolio de la información legitima; este monopolio facilita unas armas en la lucha que las enfrenta
con los periodistas, en la que tratan de manipular las informaciones o a los agentes encargados de transmitirlas,
mientras que la prensa, por su lado, trata de manipular a quienes poseen la información para intentar
conseguirla y asegurarse su exclusiva. Y no hay que olvidar el excepcional poder simbólico que confiere a las
grandes autoridades del Estado la capacidad de definir, por sus acciones, sus decisiones y sus intervenciones en
el campo periodístico, el orden del día y la jerarquía de los acontecimientos que se imponen a los periódicos.

Algunas propiedades del campo periodístico

Para comprender cómo el campo periodístico contribuye a reforzar lo “comercial” en detrimento de lo


“puro”, hay que darse cuenta a la vez de que este campo se organiza según una estructura similar a la de los
demás campos y de que en él, el pero de lo comercial es mucho mayor. Este campo es sede de una oposición
entre dos lógicas y dos principios de legitimación:
 el reconocimiento por los colegas, otorgado a aquellos que acatan más completamente los valores
o los principios internos,
 el reconocimiento por el mayor número posible de gente, materializado en los distintos tipos de
audiencias.

Los periodistas se muestran tanto más propensos a adoptar el criterio de los índices de audiencia, cuanto
más alta es la posición que ocupan en un medio de comunicación y más directamente depende éste del
mercado. Mientras que los periodistas más jóvenes y menos establecidos son más propensos a oponer los
principios y los valores de la profesión a las exigencias, más realistas o más cínicas de sus veteranos.

La competencia incita a ejercer una vigilancia permanente de las actividades de los competidores, con el
fin de sacar provecho de sus fracasos, evitando sus errores, y de contrarrestar sus éxitos, tratando de utilizar los
supuestos instrumentos de éstos. Así, la competencia, lejos de ser generadora de originalidad y diversidad, tiene
a favorecer la uniformidad de la oferta.

Los efectos de la intrusión

La influencia del campo periodístico tiende a reforzar en cualquier otro campo a los agentes y a las
instituciones situados en la proximidad del polo más sometido al efecto del mercado; este efecto se incrementa
porque los campos sobre los que se ejerce están más sometidos, estructuralmente, a esa lógica y porque el
campo periodístico que lo ejerce está también más sometido, coyunturalmente, a las imposiciones externas.

El fortalecimiento de la influencia del campo periodístico, a su vez progresivamente sometido a la


dominación de la lógica comercial, tiene a amenazar la autonomía de los diferentes campos de producción
cultural al reforzar, dentro de ellos, a los agentes o las empresas más proclives a ceder ante el hechizo de los

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beneficios “externos” porque disponen de menos capital específico y están menos seguros de los beneficios que
el campo les garantiza de inmediato o en un plazo más o menos lejano.

La influencia del campo periodístico sobre los campos de producción cultural se ejerce principalmente a
través de la intervención de unos productores culturales situados en un lugar incierto entre el campo periodístico
y los campos especializados. Estos intelectuales periodísticos están en posición de ejercer dos efectos
importantes:
1. introducir nuevas formas de producción cultural
2. imponer, a través de juicios críticos, unos principios de valoración de las producciones culturales que,
al conferir la ratificación de una apariencia de autoridad intelectual a las sanciones del mercado, y al
reforzar la propensión espontánea de determinadas categorías de consumidores , tienden a reforzar el
efecto de los índices de audiencia sobre la recepción de los productos culturales y, también,
indirectamente y a medio plazo, sobre la producción, al orientar las decisiones hacia productos menos
exigentes y más vendibles.

Dentro de los campos especializados, pueden llegar a encontrarse amenazados unos logros que fueron
posibles gracias a la autonomía del campo y a su capacidad de resistirse a las exigencias mundanas, simbolizadas
por los índices de audiencia. Ante estas amenazas, hay dos estrategias posibles, más o menos frecuentes según
los campos y su grado de autonomía:
 señalar firmemente los límites del campo y tratar de restaurar sus fronteras, amenazadas por la intrusión
del modo de pensamiento o de acción periodístico
 salir de la torre de marfil para imponer los valores surgidos del retiro en ella, y utilizar todos los medios
posibles, en los campos especializados o fuera de ellos, y dentro del propio campo periodístico, para
tratar de imponer en el exterior los logros que llegaron a ser posibles gracias a la autonomía.

Aunque los agentes comprometidos en el campo periodístico y el político estén en una relación de
competencia y de lucha permanente y el campo periodístico esté, en cierta medida, englobado dentro del
político, estos campos comparten el hecho de estar directa y estrechamente colocados bajo el efecto de la
sanción del mercado y del plebiscito. De lo que resulta que el dominio del campo periodístico refuerza las
tendencias de los agentes comprometidos en el campo político a someterse a la presión de las expectativas y las
exigencias del mayor número posible de personas, a veces apasionadas e irreflexivas, expectativas y exigencias
que a menudo se convierten en reivindicaciones movilizadoras gracias a la expresión que reciben en la prensa. La
prensa, sobre todo televisiva, actúa en el mismo sentido que el sondeo: el sondeo instaura con los electores una
relación directa, sin mediación. Por ello, la influencia siempre creciente del campo periodístico sobre el campo
político, contribuye al debilitamiento de la autonomía del campo político y de la capacidad otorgada a los
representantes de invocar su competencia de expertos o su autoridad de custodios de los valores colectivos.

Los juegos olímpicos: programa para un análisis

El referente aparente de estos juegos es la manifestación real, es decir, un espectáculo propiamente


deportivo, una confrontación entre atletas de todo el mundo. El referente oculto es el conjunto de
representaciones de este espectáculo que filman y difunden las televisiones de los diferentes países, las cuales
realizan una selección nacional de la materia bruta, que se supone indiferenciada nacionalmente, presente en el
estadio; este es un referente doblemente oculto, puesto que nadie lo ve en su totalidad, y nadie ve que no lo ve,
ya que cada telespectador tiene la ilusión de ver el espectáculo en su verdad.
La representación televisiva transforma la competición deportiva entre atletas en una confrontación entre
los campeones (combatientes) de diferentes naciones.

Habría que analizar, en primer lugar, la construcción social del espectáculo, de todas las manifestaciones
que rodean las competiciones; habría que analizar la producción de la imagen televisada de ese espectáculo, que
se convierte en un producto comercial sometido a la lógica del mercado. Habría que tomar como objeto el
conjunto del campo de producción de los juegos olímpicos en tanto que espectáculo televisado, o, en tanto
instrumento de comunicación, el conjunto de las relaciones objetivas entre los agentes y las instituciones
comprometidos en la competencia por la producción y la comercialización de las imágenes y los discursos sobre

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los juegos. Habría que analizar, finalmente, los diferentes efectos de la intensificación de la competencia entre
las naciones que la televisión ha producido a través de la planetarización del espectáculo olímpico.

El periodismo y la política

En un mundo dominado por el temor a ser aburrido y el afán de divertir a cualquier precio, la política está
condenada a aparecer como un tema ingrato que se excluye en la medida de lo posible de las horas de gran
audiencia, un espectáculo poco estimulante y difícil de tratar, que hay que convertir en interesante. De ahí la
tendencia a sacrificar al reportero de investigación a favor del animador; a sustituir la información, el análisis, la
discusión, por la mera diversión.

Hoy parece ser requisito para las figuras políticas estar siempre disponibles, siempre dispuestos a acudir y
a participar, así como a seguir el juego aceptando responder a todas las preguntas y estando dispuesto a todas
las concesiones, a todos los compromisos con tal de figurar y asegurar la notoriedad mediática. El temor de
aburrir les induce a otorgar prioridad al combate sobre el debate, a la polémica sobre la dialéctica, y a recurrir a
cualquier medio para privilegiar el enfrentamiento entre las personas, en detrimento de la confrontación entre
argumentos. Otorgan más importancia al efecto político de sus discursos que a su contenido.

Todos estos mecanismos se aúnan para producir un efecto global de despolitización o, más exactamente,
de desencanto de la política. La búsqueda de la diversión tiende a desviar la atención hacia un espectáculo (o
escándalo) cada vez que la vida política hace que surja una cuestión importante, pero de apariencia fastidiosa, o,
más sutilmente, a reducir lo que se suele llamar la “actualidad” a una rapsodia de acontecimientos divertidos, a
menudo situados como “entre el suceso y el show”, acontecimientos carentes de proporción yuxtapuestos pos
las casualidades de la coincidencia cronológica.

El sentimiento de que el mundo, tal como lo presenta la televisión, resulta inaprensible para el común de
los mortales se une a la impresión de que el juego político es un asunto de profesionales para impulsar, sobre
todo entre la gente menos politizada, un desapego fatalista, favorable, evidentemente, al mantenimiento del
orden establecido. Hay que tener una fe muy profunda en la capacidad de “resistencia” del pueblo para suponer
que el cinismo de los productores de televisión pueda hallar su límite en el cinismo activo de los espectadores:
considerar universales la aptitud para adoptar una actitud crítica y la capacidad de oponer una lectura profunda
a los mensajes de los medios, significa caer en una forma perversa de ilusión.

iii. Mark Fishman: La fabricación de la noticia

LAS NOTICIAS Y LOS SUCESOS POLÍTICOS

Los sociólogos y los periodistas están embarcados en una misma empresa: la producción de hechos
sociales. No obstante, los métodos por ellos empleados y el carácter de sus descubrimientos habitualmente
difieren.

Las personas no únicamente hacen cosas, sino que constantemente notifican acerca de lo que hacen. El
cuadro que nos trazamos acerca de la forma en que opera el mundo está integralmente ligado a nuestra propia
manera de operar en el mundo. La construcción de la realidad social por las personas mismas no es una
aberración, sino algo intrínseco a la naturaleza de la interacción humana. El mundo social llega a ser conocido
para sus miembros merced a las notificaciones que uno a otro se hacen acerca él, pero estos mismas
notificaciones forman parte de ese mundo social que ellos describen y tornan intangible. La construcción social
de la realidad es algo permanente e inevitable. Este es un proceso mediante el cual es construida socialmente
una realidad importante y especialísima: la realidad pública de las noticias que difunden los medios de
comunicación social. La pregunta esencial es ¿de qué manera se producen las crónicas que difunden los medios
de comunicación social, y qué nexo hay entre su producción y la creación y recreación de los fenómenos sociales
acerca de los cuales ellas informan?

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El montaje de una ola de crímenes

Una ola de crímenes es simplemente un tema criminal específico sobre el cual se informa de manera
abundante. Los temas criminales específicos son conceptos organizadores: permiten apreciar diversos incidentes
como relacionados entre sí, en la medida en que se los contempla como casos de un tema más abarcador. Estos
temas noticiales facultan a los redactores para organizar una serie de acontecimientos, de otra manera confusos,
en “paquetes” o grupos de rubros noticiales ordenados. Estos rubros brindan a los programas noticiosos y a los
periodistas un orden de presentación. Pero no es su única función, los jefes de redacción precisan de ellos para
preparar y seleccionar unas pocas notas y artículos del cúmulo de material que reciben cada día.

Las valoraciones acerca de lo noticiable pueden difundirse rápidamente en el tiempo y el espacio. Los
diarios de la mañana suministran ideas a los jefes de redacción de los diarios de la tarde y de los programas de
radio de la noche; a su vez, los medios vespertinos y nocturnos dan a los medios matutinos un panorama sobre
los últimos acontecimientos. Como estas agencias informativas pueden estar situadas en diferentes ciudades y
regiones del país, las valoraciones acerca de lo noticiable pueden abarcar muy pronto un inmenso territorio.
Cuando los periodistas advierten que otros colegas están informando acerca del mismo tema, este último
adquiere preponderancia dentro de la comunidad de las agencias informativas. Los primeros que informaron
sobre el tema, al ver que otros comienzan a utilizarlo, sienten que su valoración original se confirma.

Cabe resaltar que, por más que los periodistas tengan la expectativa de ver aparecer un cierto tema como
noticia, no pueden seguir informando sobre él si carecen de un suministro permanente de nuevos incidentes de
los que puedan dar cuenta como instancias de ese tema. Por ende, tenemos que examinar las fuentes de las
noticias para entender el origen y persistencia de ciertas olas, tales como la criminal.

La creación del suceso público

Puede concluirse que una “ola de crímenes”, en el caso analizado, fue una deformación de la realidad. Sin
embargo, si se conciben a todas las olas de crímenes como meras olas de sucesos periodísticos, entonces la ola
analizada fue, ciertamente, real. Las agencias noticiosas crearon la ola, en el sentido de que dieron una forma y
un contenido determinantes a todos los incidentes sobre los que informaron. Una ola de crímenes es una “cosa”
presente en la conciencia pública, que organiza la percepción de las personas acerca de un aspecto de la
comunidad en que viven, y fue esta “cosa” lo creado por los medios de información.

Pero la ola de crímenes fue también real en otro sentido. Las noticias organizan la percepción que tenemos
un mundo que está más allá de nuestra experiencia inmediata; pero al hacerlo, los medios no se limitan a
introducir ciertas imágenes en la mente de las personas, sino que construyen además algo en la sociedad misma.
Aunque las olas sean “cosas en la mente”, son reales por las consecuencias que provocan. Estas consecuencias
no son meros productos colaterales del proceso de confección de la información, sino parte integral de él. Al
menos en parte, las noticias crean el entorno acerca del cual informan. Una noticia tiene como efecto producir
más noticia. De este modo, las olas de crímenes no son solamente sucesos públicos a través de la prensa, sino
que en un grado significativo, son fabricados dentro de ella. Pensar que las noticias distorsionan o reflejan la
realidad no es útil, ya que las “realidades” son construidas, y las noticias forman parte del sistema que las
construye.

Los sucesos públicos nunca han sido conocidos de otra manera que a través de los medios
institucionalizados de comunicación que los formulan en la sociedad. Son ellos los que establecen las
condiciones de nuestra experiencia del mundo, más allá de las esferas de interacción en las que nos movemos. Si
pretendemos saber de qué manera llegamos a contemplar la esfera de lo público como lo hacemos, es necesario
preguntarnos cómo transforman estos medios un mundo indeterminado en un conjunto formulado de sucesos;
debemos estudiar los métodos rutinarios que siguen los periodistas para fabricar la noticia.

El estudio de la labor periodística

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La preocupación central de los estudios tradicionales fue la selectividad de la noticia, nuestra preocupación
básica en este libro es la creación de la noticia. ¿De qué manera los hombres de prensa fabrican la noticia? Los
elementos fundamentales de este proceso de producción son: las rutinas de trabajo, mediante las cuales los
periodistas abordan el floreciente mundo de hechos particulares, y los métodos mediante los cuales transforman
ese mundo en artículos e historias.

Los hombres de prensa enfrentan en su labor una realidad: encuentran a ciertas personas que dicen o
manifiestan algo. La manera en que ellos interpretan a esas personas y en que construyen ese algo, dándole
forma de noticia, no es totalmente arbitraria ni está totalmente fijada por la naturaleza de lo que tienen ante sí.

El conocimiento no es el registro pasivo de percepciones, sino la consecuencia de una actividad de los


individuos. La persona, en su conocimiento del mundo, interactúa con él, y en ese proceso provee al mundo de
una forma y un contenido determinados. En este caso, la interacción implica una acción social, y es una forma de
trabajo. Si la noticia constituye una especie determinada de conocimiento se debe a que las personas emplean
métodos específicos que procuran organizar su mundo y darle coherencia. La noticia es el resultado de los
métodos empleados por los hombres de prensa. Si se emplearan métodos diferentes, el resultado sería noticias
de otra forma, y el público conocería el mundo externo ajeno, de una manera diferente.

Fishman adopta una perspectiva según la cual los métodos de trabajo rutinario de los periodistas son el
factor decisivo y determinante de la construcción interpretativa que ellos hacen respecto del mundo de
actividades que tienen ante sí. La relación que mantiene el periodista con el mundo del cual tiene que dar
cuenta, no es directa, sino que está mediada por inquietudes prácticas. Los hombres de prensa no inventan
nuevos métodos de dar cuenta del mundo en cada ocasión en que se enfrentan con él, sino que recurren a los
utilizados en el pasado; descansan en los procedimientos operativos corrientes en su organización y en su
profesión.

Existe una distinción entre dos niveles de fabricación de la noticia:


1.El primero y fundamental, el del periodismo corriente, el de la producción de noticias rutinarias mediante
las prácticas usuales y los métodos cotidianos del periodismo. Son noticias rutinarias aquellas que llenan
más habitualmente los diarios, lo que la mayoría de los hombres de prensa considerarían buena, sólida y
honesta información profesional.
2.El del “periodismo manipulado”, abarca los avances y retrocesos de un juego político en el que la noticia
sólo es utilizada por su calor instrumental al servicio de intereses particulares. Este periodismo
presupone el periodismo de rutina: se erige sobre un cimiento de prácticas noticiales rutinarias que
procura encauzar en provecho propio.

Organización del libro

Puede abordarse el proceso de producción de la noticia en cuatro etapas, referidas a los métodos por los
cuales los hombres de prensa:
1. Detectan acontecimientos
2. Los interpretan como sucesos significativos: se determinan qué cosas son noticiables.
3. Investigan su carácter fáctico: métodos de verificación y criterios empleados para determinar los
“hechos”.
4. Los recopilan o “montan” en notas y artículos.

Por otra parte, Fishman concluye examinando de qué manera una presa libre, no sometida a censura,
compuesta por agencias independientes, puede terminar suministrando una visión uniforme del mundo a la que
sólo se puede caracterizar como ideológica. Las raíces de tal hegemonía ideológica se remontan a la labor
rutinaria de detección, interpretación, investigación y montaje de las noticias. En última instancia, los orígenes
de una ideología periodística se hallan en la labor práctica del hombre de prensa, tal como se la impone la
estructura de las agencias noticiosas vigente en su sociedad.

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EL CONTACTO CON EL MUNDO DE LA NOTICIA

Los ámbitos de origen de la noticia

La función más ampliamente reconocida a los periódicos en nuestra sociedad es la de transmitir noticias,
vale decir, informar sobre lo que acontece en el mundo. De muchas maneras puede organizarse a un grupo para
hacer esto, pero los periódicos norteamericanos han establecido una modalidad predominante: la división de la
cobertura en ámbitos noticiales (beats).

Los cronistas generales son aquellos que no están asignados a un ámbito noticial específico, o sea, los que
trabajan en la sala de redacción, realizando tanto investigaciones y artículos, como sugiriendo artículos a otros.
En cambio a los reporteros que buscan la noticia en su ámbito, rara vez se les asigna un artículo determinado;
más bien se espera de ellos que general las noticias por propia iniciativa. En comparación con los cronistas
generales, el trabajo de los reporteros es más autónomo. Corresponde en gran medida al reportero decidir qué
información habrá de buscar y cómo lo hará.

El ámbito noticial es un concepto periodístico fundado en el mundo operativo real de los reporteros. Se
pueden esbozar ciertos conceptos claves que permiten aclarar que es el beat y qué es lo que caracteriza a este
particular sistema de cobertura de la información:
1. La historia de cada uno de estos ámbitos noticiales en una agencia periodística cualquiera trasciende a las
historias individuales de las personas que, dentro de la organización, trabajaron en ese ámbito.
2. Si bien el reportero a quien se le ha asignado uno de estos ámbitos es el responsable de la información en
esa jurisdicción, ningún reportero es el dueño de estos ámbitos noticiales.
3. El beat es un complejo objeto de información, consistente en una esfera de actividades que ocurren fuera
de la sala de redacción. Este objeto, esta esfera de actividades, es coherente, consta de algo más que de la
distribución fortuita de actividades.

Los reporteros asignados a un ámbito noticial y otras personas ven la existencia de relaciones entre
secuencias de dos maneras, que resultan ser dos modos operativos de definir el ámbito noticial como
objeto periodístico. En primer lugar, el reportero apreciará que un cierto número de secuencias de
actividades forman parte de un mismo tema o tópico. En segundo lugar, los reporteros aprecian la relación
entre estas secuencias de actividades a causa de que acontecen en el mismo lugar físico, son ejecutadas
por las mismas personas, y están sometidas a los mismos procedimientos habituales. En este sentido, el
ámbito noticial tiene una definición territorial: es una entidad localizable y situable.

Esta doble manera de definir el ámbito noticial (por temática y por territorio) constituye una auténtica
dualidad en cuanto al concepto que el periodista tiene de dicho ámbito. Esta dualidad, a su vez, torna
posible la superposición. Los periodistas ven el mundo social organizado de tal manera que los temas y
territorios tienden a coincidir.

4. Los ámbitos noticiales son un medio social al cual el reportero pertenece. Este medio pasa a formar
parte de la red de relaciones sociales que constituye ese ámbito, y dentro de ella hace amigos y
enemigos, transmite chismes y comparte secretos, etc. Aunque el reportero toma el medio social del
ámbito que le toca cubrir como el objeto de información, es a la vez parte de ese objeto: los reporteros
están, respecto de este ámbito, en una relación reflexiva.

La detección de los sucesos / Precondiciones del contacto con el mundo de la noticia

El modo en que los reporteros detectan sucesos noticiables se separa en dos cuestiones:
1. el contacto que mantienen con las actividades, documentos y conversaciones que acontecen en los
ámbitos noticiales: es menester ver cómo toman contacto sistemático con los acontecimientos.
2. los recursos con que cuentan los reporteros para interpretar aquellas cosas con las que toman contacto.
Los métodos que aplican para interpretar o para dotar de sentido a su ambiente los predispondrán a ver

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ciertas cosas como sucesos y otras como “no sucedidos”. La detección periodística de sucesos depende,
en primer término, tanto de los métodos para tomar contacto con este, como de los esquemas para
interpretar los posibles acontecimientos noticiables.

Los reporteros toman contacto estratégica y sistemáticamente, sólo con unas pocas fuentes de
información dentro de tales territorios. Es inherente a su carrera una compleja rutina laboral, denominada
ronda. Ella da cuenta de la mayoría de los contactos que el reportero mantiene diariamente en el ámbito noticial
y es el cimiento básico a partir del cual procede toda su labor en dicho ámbito. El trabajo de prensa se
desenvuelve dentro de un ambiente de restricciones que proceden de dos fuentes: la entidad para la cual trabaja
(obligación de generar noticias diariamente), el particular sector del mundo de la noticia que el tiene bajo su
cobertura directa (deber de hacer frente a una pluralidad de mundos informativos o fuentes de noticias).

En su labor rutinaria, el reportero debe prestar atención a dos esferas de actividad constituidas en forma
bastante diferente. La cobertura del beat le exige seguir una serie de actividades burocráticamente organizadas,
que se desenvuelven a un ritmo independiente de las demandas temporales y limitaciones de especio impuestas
por la entidad periodística a la que pertenece. El ritmo al cual las notas son reunidas en la edición definitiva
(tiempo de montaje) y el ritmo al cual se desarrolla la información disponible para los reporteros (tiempo de los
sucesos), se organizan a lo largo de dos dimensiones temporales totalmente independientes. El trabajo del
reportero debe desplegarse en estas dos dimensiones. Esto es, precisamente, lo que la ronda le permite. Se trata
de un método para estructurar su labor en sus desplazamientos rutinarios.

La ronda del reportero

Los reporteros asignados a los ámbitos del municipio, del gobierno de distrito y de la justicia, planean sus
rondas muy cuidadosamente y a lo largo del conjunto específico de entidades y organismos que deben atender.

Lo esencial de las rondas es que representan una solución rutinizada frente al problema recurrente del
acomodamiento de las actividades del reportero a dos dominios organizados de modo muy distinto: los de la
agenda noticiosa y los de los entornos que integran su ámbito noticial.

La ronda posee un carácter normativo. La rutinización de la cobertura periodística del reportero en la


forma de una ronda está sancionada por la organización a la que pertenece. Decir que es una exigencia
normativa equivale a decir que posee el carácter de una idealización: lo que debe hacer, si actúa como se debe.
Esa idealización constituye el conocimiento operativo que el reportero posee acerca de sus propios movimientos
a los largo del territorio de su ámbito noticial. Además, contiene implícitamente una ideología, e informa de
continuo al reportero acerca de en qué consiste su ámbito noticial. Cabe aclarar, que la ronda no abarca todas las
actividades del reportero, es sólo parcial y traza el mapa básico de cobertura.

Fundamentos burocráticos del contacto con la noticia

¿Con qué cosas toman contacto sistemático los hombres de prensa, al seguir una ronda rutinaria de
actividades?

En primer lugar, en el plano institucional más amplio, el reportero sólo visita regularmente medios que
estén organizados de manera burocrática. En segundo lugar, al centrarse en el plano más concreto de las fuentes
de información específicas a las que tiene acceso, el reportero sólo toma contacto con medios en los cuales se
producen transacciones formalmente organizadas de los asuntos oficiales.

La otra clase de centro informativo, incluido en la ronda, es la reunión. Se trata de reuniones formales
previamente establecidas, que tienen la característica de concentrar en un breve período diversas fuentes
informativas.

Estos procedimientos, guiados por la búsqueda de información “burocráticamente organizada” incitan de


continuo a los periodistas a tratar todos los fenómenos de su interés como si estuvieran organizados

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burocráticamente; de manera inevitable, hace que incorporen exclusivamente en sus rondas entornos
burocráticos cada vez mayores. Las tareas novedosas son rutinizadas de modo tal que conectan al reportero con
los sistemas de información burocráticos más amplios que puedan encontrar.

Para los periodistas el mundo está organizado burocráticamente. Esta concepción del periodista es el
fundamento mismo de su capacidad de detectar sucesos. Dicha perspectiva lo dota de un medio para la
localización del saber acerca de determinados acontecimientos sociales ya acontecidos. Sea cual fuere el
acontecimiento, los funcionarios y autoridades están en una posición estructural apta para conocerlos, lo cual las
convierte en la mayor fuente de información. Si la tarea del burócrata consiste en hacer determinadas cosas, otra
parte no menos fundamental consiste en informar sobre lo que hace. La confiabilidad de las operaciones de
ambos sistemas (burocrático y periodístico), está normativamente sancionada dentro de las organizaciones que
los abarcan.

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BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA: GRAMSCI Y EL BLOQUE HISTÓRICO
i. Introducción

Los principales pensamientos de Gramsci se articulan alrededor de un concepto clave: el concepto de


bloque histórico. En primer lugar, Gramsci es marxista; es conveniente colocar sus trabajos en función de dicho
marco. Por otro lado, cabe resaltar que en su obra, sólo se encuentran indicios de la noción de bloque histórico:
se trata, por lo general, de la afirmación sumaria de la unidad entre la estructura socio-económica y la
superestructura política e ideológica.

El concepto de bloque histórico debe ser considerado bajo un triple aspecto:


1. El estudio de las relaciones entre estructura y superestructura es el aspecto esencial de este concepto.
Pero Gramsci nunca concibió este estudio bajo la forma de primacía de uno u otro elemento del bloque.
El punto esencial de las relaciones estructura-superestructura reside en el estudio del vínculo que realiza
su unidad.
Si consideramos un bloque histórico, es decir, una situación histórica global, se distingue, por una parte,
una estructura social, las clases, que depende directamente de las relaciones de las fuerzas productivas;
y, por la otra parte, una superestructura ideológica y política. La vinculación orgánica entre estos dos
elementos la efectúan ciertos grupos sociales cuya función es operar no en el nivel económico sino en el
superestructural: los intelectuales. Esta capa social diferenciada es la de los “funcionarios de la
superestructura”. Su carácter orgánico aparece en la solidaridad estrecha que lo liga a las clases de las
que son sus representantes: en primer lugar, la clase fundamental en el nivel económico.

2. Un estudio estático de este tipo debe ser completado por un estudio dinámico: el bloque histórico debe
ser considerado como el punto de partida para el análisis de cómo un sistema de valores culturales (o
ideología) penetra, se expande, socializa e integra un sistema social. Un sistema social está integrado
sólo cuando se construye un sistema hegemónico bajo la dirección de una clase fundamental que confía
su gestión a los intelectuales: en este caso se ha logrado un bloque histórico.

3. Es en el marco del análisis del bloque histórico que Gramsci estudia cómo se quiebra la hegemonía de la
clase dirigente, se construye un nuevo sistema hegemónico y se crea un nuevo bloque histórico. Este
último aspecto es el que está más ligado a la acción política.

ii. La superestructura del Bloque Histórico


Las superestructuras del bloque histórico forman una totalidad compleja en cuyo seno se distinguen dos
esferas esenciales: por una parte, la de la sociedad política, que agrupa al aparato de estado; por la otra, la de la
sociedad civil, es decir, la mayor parte de la superestructura.

SOCIEDAD CIVIL

Gramsci utiliza el concepto para definir la dirección intelectual y moral de un sistema social. Para Marx, la
sociedad civil es el conjunto de la estructura económica y social en un período determinado, una concepción que
incluye el complejo de las relaciones económicas y la formación de las clases sociales. La concepción gramsciana
de la sociedad civil es radicalmente diferente, en tanto pertenece al momento de la superestructura: se pueden
fijar dos grandes planes superestructurales: el primero, llamado “sociedad civil”, está formado por el conjunto de
los organismos vulgarmente llamados privados, y que corresponden a la función de hegemonía que el grupo
dominante ejerce en toda la sociedad (debe ser considerada como la hegemonía cultural y política de un grupo
social sobre el conjunto de la sociedad, como contenido ético del Estado).

Las características generales de la sociedad civil


Gramsci la contrapone a la sociedad política (estrictamente del Estado), del cual ella constituye su “base” y
su “contenido ético”.

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La sociedad civil es una totalidad compleja, puesto que su campo de acción es muy amplio y su vocación
por dirigir todo el bloque histórico implica una adaptación de sus contenidos en función de las categorías
sociales que alcanza. Posee tres aspectos complementarios:
a. como ideología de la clase dirigente, en tanto abarca las ramas de la ideología (arte, ciencias, derecho, etc.)
b. como concepción del mundo difundida entre todas las capas sociales a las que liga a la clase dirigente, en
tanto se adapta a todos los grupos.
c. como dirección ideológica de la sociedad, se articula en tres niveles esenciales: ideología propiamente dicha;
estructura ideológica (organizaciones que crean y difunden ideología); y el material ideológico (instrumentos
técnicos de difusión de la ideología: sistema escolar, medios de comunicación, etc.)

El campo de la sociedad civil


El campo que abarca es extremadamente vasto, puesto que constituye el de la ideología. Gramsci define a
la ideología como una concepción del mundo que se manifiesta implícitamente en el arte, en el derecho, en la
actividad económica, en todas las manifestaciones de la vida intelectual y colectiva.

Sólo las ideologías orgánicas, ligadas a la clase fundamental, son esenciales. Con el desarrollo de la
hegemonía, la ideología se extiende a todas las actividades del grupo dirigente. Esta crea una o más capas de
intelectuales que se especializa en cada uno de los aspectos de la ideología de ese grupo. En apariencia
independientes, las ramas de la ideología no son más que los diferentes aspectos de un mismo todo: la
concepción del mundo de la clase fundamental.

Los diferentes grados de la ideología


La ideología debe difundirse en toda la sociedad. Sin embargo no posee la misma homogeneidad en todos
los niveles: la ideología difundida entre las capas sociales dirigentes es evidentemente mucho más elaborada que
los trozos de ideología encontrados en la cultura popular. Gramsci define diferentes grados cualitativos que
corresponden a capas sociales determinadas: en la cúspide más elaborada del mundo: la filosofía. En el nivel
más bajo: el folklore. Entre los dos extremos, el sentido común y la religión.

La filosofía es el estadio más elaborado de la concepción del mundo, el nivel donde más claramente
aparecen las características de la ideología como expresión cultural de la clase fundamental. Es la referencia del
sistema ideológico. Debe poseer el máximo de coherencia. El filósofo conoce toda la historia del pensamiento. La
filosofía es la piedra angular de la hegemonía; influye sobre las normas de vida de todas las capas sociales.

Su rol esencial dentro del bloque histórico se manifiesta por su influencia sobre las concepciones del
mundo propagadas entre las clases auxiliares y subalternas: el sentido común. Toda filosofía orgánica debe
prolongarse por el sentido común. Esto significa que a la vez que elabora un “pensamiento superior al sentido
común y científicamente coherente, todo movimiento filosófico orgánico debe mantenerse en contacto con las
capas populares, a fin de dirigir mejor a las clases subalternas. En el sentido común predominan esencialmente
los caracteres difusos y dispersos de un pensamiento genérico de cierta época y de cierto ambiente popular. Es
una amalgama de diversas ideologías tradicionales y de la ideología de la clase dirigente. Pero las ideologías
tradicionales, y en especial las religiones, constituyen los principales elementos.

Esta amalgama, que son las religiones, no esta formada sólo por aspectos de las religiones modernas, sino
por antiguas creencias, supersticiones, etc. Cada capa social posee su propio sentido común, de tal modo que
esta concepción del mundo se presenta bajo una multiplicidad de formas: su rasgo más fundamental es el de ser
una concepción disgregada, incoherente, incongruente, conforme a la posición social y cultural de las multitudes,
cuya filosofía sea.

En el nivel más bajo del bloque histórico se sitúa el folklore. Es una concepción del mundo más allá de su
carácter primitivo e incoherente. Es una concepción no solo no elaborada y asistemática, ya que el pueblo (clases
subalternas e instrumentales) no puede tener concepciones elaboradas, sistemáticas y políticamente
organizadas; sino también múltiple, en el sentido de diverso, yuxtapuesto y estratificado (de lo más a lo menos
grosero).

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En la medida en que la ideología abarca todas las actividades de la clase dominante, la sociedad civil debe
disponer de una articulación interna extremadamente compleja.

Estructura ideológica y material ideológico


Uno de los aspectos esenciales de la sociedad civil consiste en su articulación interna, es decir, en la
organización mediante la cual la clase dirigente difunde su ideología. Gramsci califica a esta organización de
estructura ideológica de la clase dirigente, y entiende por este término la organización material destinada a
mantener, defender y desarrollar el frente teórico e ideológico. Comprende tanto a las organizaciones
encargadas de difundir la ideología, como a todos los medios de comunicación social y todos los instrumentos
que permiten influir sobre la opinión pública.

Gramsci distingue dentro de la estructura ideológica las organizaciones encargadas de la difusión, de


aquellas que incorporan a su actividad general una “fracción cultural” (tal es el caso de los jueces y oficiales del
ejército). Las organizaciones culturales son: la Iglesia, la escuela y los organismos de prensa. Gramsci agrega
como sujeto también a la estructura ideológica, todo aquello que influye o puede influir directa o indirectamente
sobre la opinión pública (bibliotecas, círculos, clubes, etc.) La difusión de la ideología requiere una articulación
compleja de la sociedad civil.

Una sociedad civil dentro de la sociedad civil: la Iglesia Católica.


Todavía hoy, la Iglesia católica constituye una verdadera sociedad civil autónoma. Esto se debe a dos
factores: su homogeneidad ideológica y la importancia de la estructura ideológica.

A su vez, la iglesia mantiene una unidad ideológica “oficial” a través de dos medios: la política y la
evolución ideológica progresiva. La relación entre los diferentes niveles de la religión está asegurada por la
política, en este caso, ejerciendo una disciplina de hierro sobre los intelectuales, a fin de que no pasen ciertos
límites en la distinción y no la tornen irreparable. La iglesia ha optado, igualmente, a favor de un movimiento
progresista que tiende a dar satisfacciones a las exigencias de la ciencia y la filosofía, pero con ritmo tan lento y
metódico que las mutaciones no han sido percibidas por las masas de los simples, si bien aparecen como
revolucionarias y demagógicas ante los integralistas. De esta manera, la iglesia logra conservar cierta
homogeneidad de su bloque ideológico.

LA SOCIEDAD POLÍTICA

En la teoría marxista clásica, el estudio su estudio se refiere más al aparato de Estado que a la dirección
ideológica y cultural de la sociedad. En los cuadernos, Gramsci presenta numerosas definiciones de la sociedad
política:
 Sociedad política o Estado: corresponde a la función de dominio directo o de comando que se expresa
en el estado y en el gobierno jurídico.
 Sociedad política o dictadura o aparato coercitivo: para conformar a las masas del pueblo, de acuerdo al
tipo de producción y de la economía de un momento dado.
 Gobierno político: aparato de coerción estatal que asegura legalmente la disciplina de aquellos grupos
que no consienten ni activa ni pasivamente, pero que está preparado para toda la sociedad en previsión
de los momentos de crisis en el comando y en la dirección, casos en que no se da el consenso
espontáneo.

La sociedad política agrupa el conjunto de las actividades de la superestructura que dan cuenta de la
función de coerción. En este sentido, es una prolongación de la sociedad civil, de la dirección económica e
ideológica que una clase ejerce sobre la sociedad. Su función, entonces, es el ejercicio de la coerción, la
conservación, por medio de la violencia, del orden establecido (aspectos militares, jurídicos y coacciones
legales). Esta concepción extensiva de la coerción deja distinguir entre varios aspectos en la sociedad política,
según su ligazón más o menos estrecha con la sociedad civil (dictadura pura y simple cuando es autónoma;

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hegemonía política cuando depende de la sociedad civil) y según se limite al nivel técnico-militar (de simple uso
de la fuerza) o político-militar (dirección política de la coerción).

Respecto a la coerción, la sociedad política se define por las situaciones en donde es utilizada:
 la más habitual consiste en el control de los grupos sociales que no consienten con la dirección de la
clase fundamental y, por lo tanto, entran en contradicción con la clase dirigente. Para mantener su
dominación, ésta utiliza entonces, la coerción, en mayor o menor medida, legal.
 la segunda es más excepcional y transitoria, puesto que se trata de los períodos de crisis orgánica: la
clase dirigente pierde el control de la sociedad civil y se apoya sobre la sociedad política para intentar
mantener su dominación.

La función coercitiva del aparato estatal es administrada por un personal intelectual delimitado: la
burocracia, esto es, la cristalización del personal dirigente, que ejerce el poder coercitivo y que, hasta cierto
punto se transforma en casta. Esta homogeneidad se ve facilitada por el hecho de que la nueva clase
fundamental a menudo confió privilegios corporativos de origen burocrático y militar a las antiguas clases
dirigentes del bloque histórico. Cuando el aparato de Estado se muestra impotente para controlar una crisis
orgánica, esta clase puede suscitar, en el seno de la sociedad civil, organizaciones paramilitares que una vez
consumada su misión se integrarán al Estado.

LAS RELACIONES ENTRE SOCIEDAD CIVIL Y SOCIEDAD POLÍTICA EN EL SENO DE LA SUPERESTRUCTURA

Sociedad civil y sociedad política están en constante relación. El estudio dividido de las dos esferas debe
ubicarse en el marco de una unidad dialéctica, donde el consenso y la coerción son utilizados alternativamente y
donde el papel exacto de las organizaciones es menos preciso. No existe sistema social donde el consenso sirva
de única base de la hegemonía, ni Estado donde un mismo grupo social pueda mantener duraderamente su
dominación sobre la base de la pura coerción; es una utopía, por estar basado en el presupuesto de que todos
los hombres son realmente iguales y, por consiguiente, igualmente razonables y morales, es decir, pasibles de
aceptar la ley espontáneamente, libremente, y no por coerción, como impuesta por otra clase, como algo
externo a la conciencia.

La colaboración en el seno del Estado de los órganos de las dos sociedades

Entre la fuerza civil y la sociedad política, entre el consenso y la fuerza, no existe separación orgánica. Uno
y otro colaboran estrechamente. Este es el caso de la formación de la opinión pública. El Estado cuando quiere
iniciar una acción poco popular, crea preventivamente la opinión pública adecuada, es decir, organiza y centraliza
ciertos elementos de la sociedad civil. La opinión pública es el contenido político de una voluntad política que
puede ser discordante. Es por eso que se desarrolla en la lucha por el monopolio de los órganos de la opinión
pública: periódicos, partidos, parlamento, de modo que se dispersen los desacuerdos en fragmentos individuales
y desorganizados.

La función del parlamento es consumar la unión de la fuerza con el consenso: el ejercicio normal de la
hegemonía en este terreno se caracteriza por la combinación de la fuerza y el consenso que se equilibran en
formas variadas, sin que la fuerza rebase demasiado al consenso, o mejor tratando de obtener que la fuerza
aparezca apoyada sobre el consenso de la mayoría que se expresa a través de los órganos de la opinión pública,
los cuales, con este fin, son multiplicados artificialmente.

La distinción entre sociedad civil y política no es orgánicamente completa ya que la clase dominante, en el
ejercicio de su hegemonía, utiliza una y combina otra. Esta combinación tiende a ceder el lugar a una creciente
ambivalencia de los órganos de la superestructura. En teoría, son las llamadas organizaciones privadas las que
dirigen la sociedad civil, y es el aparato coercitivo del Estado, quien administra la sociedad política. En los hechos,
la evolución histórica tiene consecuencias perturbadoras sobre este reparto.

En un principio, Gramsci razona desde el punto de vista, según el cual, el estado ejerce la función
minimalista, o de Estado gendarme, propia del marco liberal. Sin embargo, va notando los signos de una
estatización de la sociedad civil que se expresa en la decadencia de los órganos clásicos de expresión de la

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sociedad civil en el seno del aparato político, en beneficio de un control directo por parte del Estado. Esta
estatización aparece también en la absorción de la cultura y la educación, hasta entonces confiada a organismos
privados, en provecho de “servicios públicos intelectuales”. Estos distintos servicios no pueden ser abandonados,
en una sociedad moderna, a la iniciativa privada y deben ser asegurados por el Estado. Esta estatización no se
limita a la organización social, sino que se extiende a todas las instituciones que deben ser consideradas de
utilidad para la instrucción y la cultura públicas.

A la influencia de la sociedad política sobre la civil puede oponerse al fenómeno inverso: frente a la
debilidad de la sociedad política, es posible que emerjan de la sociedad civil nuevas fuerzas de coerción de la
clase dominante.

La estrecha colaboración e incluso el carácter ambivalente de los órganos de la sociedad civil se expresa en
una noción de Estado, entendida como el conjunto de órganos (privados o estatales) mediante los cuales el
grupo dominante ejerce su dominación. La estructura definitiva del Estado depende de las características de la
actividad de los intelectuales, entendidos como “empleados” de la clase dominante para el ejercicio de la
dirección política y cultural del bloque histórico. El Estado aparece, entonces, más allá de la diversidad de
organizaciones que lo componen y de la dualidad de las funciones de dirección por cuyo intermedio asegura la
hegemonía de la clase fundamental, como el conjunto de la actividad de ese grupo social particular que
constituye la capa de los intelectuales.

Consecuencias políticas y prácticas de la distinción de las dos sociedades


El problema de las relaciones entre sociedad civil y política es esencialmente una cuestión metodológica:
son dos aspectos de la hegemonía de la clase dominante. No obstante, su distinción es esencial. El hecho de que
tal o cual organización depende de una u otra sociedad importa menos que el rol respectivo de estos dos
momentos de la superestructura de un período histórico y en un país determinado. Por el contrario, las dos
funciones de hegemonía y de coerción permanecen separadas.

A nivel estratégico, la importancia relativa de la sociedad civil en relación a la sociedad política es una
cuestión esencial: para que la hegemonía sea sólidamente establecida, es necesario que ambas sociedades estén
igualmente desarrolladas y orgánicamente ligadas: esta manera, la clase dominante podrá utilizarlas alternativa y
armoniosamente para perpetuar su dominación. Esto supone la adopción de estrategias diferenciadas por parte
de los grupos que quieren derribar el sistema hegemónico para crear un nuevo bloque histórico. En las
sociedades “primitivas” la lucha se concentra alrededor del aparato del Estado. En las sociedades más complejas,
lo esencial del combate va dirigido contra la sociedad civil. Para el nuevo bloque histórico, sólo una larga guerra
de trincheras podrá poner fin a la hegemonía actual.

La necesidad de la distinción entre ambas sociedades, también está justificada en el plano teórico, pues la
confusión entre una y otra en provecho de la sola sociedad política acarrea un grave error teórico que Gramsci
denomina “estadolatría”, que implica una determinada actitud respecto del gobierno de los funcionarios o
sociedad política que, en el lenguaje común, es la forma de vida estatal a la que se da el nombre de Estado y que
vulgarmente se entiende como la totalidad del Estado.

En un sistema hegemónico progresivo, es decir un sistema donde la clase dirigente empuja realmente la
sociedad entera hacia delante, la sociedad civil juega un rol esencial y casi general (hegemonía): el período del
Risorgimiento se distingue por la atracción espontánea que los moderados ejercen sobre todas las fuerzas
políticas e ideológicas y, por lo tanto, por la atracción de la burguesía sobre todas las demás clases sociales. En el
extremo opuesto, la desaparición de la sociedad civil en beneficio de la sociedad política es el signo de la pérdida
de control de la clase fundamental sobre la sociedad, al punto de no poder mantenerse sino por la coerción
(dictadura): en tal caso, el bloque histórico se vuelve regresivo.

Sociedad civil, sociedad política y fin del Estado

El nuevo sistema hegemónico formado alrededor de la clase obrera debe resolver el problema de la
distinción entre sociedad civil y sociedad política. Durante la lucha por derribar al bloque dominante, el nuevo
sistema hegemónico deberá ligar orgánicamente los dos momentos de su superestructura: frente al bloque

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dominante, para quien la aparente diversidad de las organizaciones es un factor de extensión de su hegemonía,
la superestructura de la dirección de la clase obrera y de sus aliados debe ser homogénea y hasta monolítica.

En el nuevo Estado de transición hacia la sociedad sin clases, la superestructura política e ideológica se
encuentra unificada y centralizada. Es el Estado que tiene siempre el fin de crear nuevos y más elevados tipos de
civilización, de adecuar la civilización y la moralidad de las más vastas masas populares a las necesidades del
continuo desarrollo del aparato económico de producción, y por ende, de elaborar también físicamente los
nuevos tipos de humanidad.

Toda clase fundamental que aspira a la hegemonía afirma representar a la sociedad entera y fundar una
sociedad regulada. Cada Estado es ético en cuanto una de sus funciones más importantes es la de elevar a la
gran masa de la población a un determinado nivel cultural y moral, nivel que corresponde a las necesidades de
desarrollo de las fuerzas productivas y, por consiguiente, a los intereses de las clases dominantes. Pero el
desarrollo de las relaciones sociales y económicas acarrear rápidamente una ruptura en el seno del bloque
histórico entre la clase dirigente y las clases subalternas: el Estado ético desaparece en beneficio del Estado de
clase y de ahí la coerción hacia las clases subalternas. Se llega a la superación del Estado, ala sociedad regulada,
porque la clase que plantea el fin del Estado representa a la gran mayoría de la población (a nivel estructural)
pero fundamentalmente porque esta clase dirige ideológicamente al conjunto de los grupos sociales que forman
esta sociedad. Para Gramsci, el momento esencial de la sociedad civil es el momento primordial de la
superestructura.

iii. La relación entre estructura y superestructura en el seno del Bloque Histórico

El problema de las relaciones entre estructura y superestructura es uno de los más delicados que plantea
el análisis del bloque histórico.

LA ESTRUCTURA DEL BLOQUE HISTÓRICO

Al considerar los diferentes grados en la formación de un sistema hegemónico, Gramsci desarrolla muy
poco el nivel estructural: la estructura aparece definida como el conjunto de las fuerzas materiales y del mundo
de la producción. Sobre la base del grado de desarrollo de las fuerzas materiales de producción se dan los grupos
sociales, cada uno de los cuales representan una función y tienen una posición determinada en la misma
producción. Gramsci señala el vínculo directo y rígido que existe entre estos dos niveles de la estructura: esta
relación es una realidad rebelde; nadie puede modificar el número de empresas y de sus empleados.

El segundo aspecto esencial de la estructura consiste en el carácter relativamente estático de este


elemento, en relación a la superestructura del bloque histórico: el conjunto de las fuerzas materiales de
producción es el elemento menos variable del desarrollo histórico; siempre puede ser verificado y medido con
exactitud.

Una fase estructural sólo puede ser analizada y estudiada concretamente después que ha superado todo
su proceso de desarrollo, no durante dicho proceso. Puesto que la estructura no puede ser analizada con
precisión en el presente, la solución entonces consiste en mirar hacia el pasado. Pasado y estructura se
identifican: la estructura es pasado real porque es el testimonio incontrovertible de lo que se ha hecho y de lo
que continúa subsistiendo como condición del presente y del porvenir.

El estudio de la superestructura utilizado por Gramsci explica que ésta es el reflejo del conjunto de las
relaciones de producción, el análisis de su evolución permitirá el estudio indirecto de la estructura misma. Tiene
la ventaja, además, de enfocar la dinámica de la estructura y no su “fotografía” estática, y de subrayar la
influencia de la superestructura sobre su evolución.

EL VÍNCULO ORGÁNICO ENTRE ESTRUCTURA Y SUPERESTRUCTURA

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Para que se forme un bloque histórico es necesario que la estructura y la superestructura de este bloque
estén orgánicamente ligadas. Esta organicidad es definida como la necesidad, para el movimiento del bloque
superestructural, de evolucionar en los límites del desarrollo de la estructura, pero también, más concretamente,
como la obra de los grupos sociales encargados de administrar las actividades superestructurales.

En el análisis de todo bloque histórico es necesario considerar dos principios


a. Ninguna sociedad se propone tareas para cuya solución no existan las condiciones necesarias y
suficientes, o estén, al menos, envías de desarrollo.
b. ninguna sociedad desaparece y puede ser sustituida si antes no desarrolló todas las formas de vida que
están implícitas en sus relaciones.

Gramsci estudia los caracteres esenciales de todo movimiento superestructural orgánico, y señala dos
aspectos:

a. Todo acto o ideología orgánica debe ser “necesaria” a la estructura: las ideologías deben organizar los
grupos sociales y dirigirlos en conformidad con las condiciones socio-económicas.
b. Los movimientos superestructurales orgánicos tienen un carácter permanente. Representan la ideología, la
política de distintos grupos sociales y, en este sentido, dan lugar a la crítica histórica-social que se dirige a
los grandes agrupamientos. Sólo en la medida en que estos movimientos superestructurales respondan a
estas condiciones orgánicas, serán el reflejo de la estructura y formarán con ella un bloque histórico.

Concretamente, el vínculo orgánico es asegurado por la capa social encargada de administrar la


superestructura del bloque histórico: los intelectuales. Cada grupo social, al nacer en el terreno originario de la
producción económica, se crea conjunta y orgánicamente uno o más rangos de intelectuales que le dan
homogeneidad y conciencia a la propia función, no sólo en el campo económico, sino también en el social y
político.

Los intelectuales son los funcionarios de la superestructura al servicio de la clase que representan y con la
cual mantienen una vinculación social y económica muy estrecha. Una vez establecido el vínculo con la
estructura, las ideologías y las actividades políticas devienen el verdadero terreno donde los hombres toman
conciencia de los conflictos que se desarrollan en el nivel de la estructura, lo que les da un valor “estructural” y
confirma la noción del bloque histórico donde las fuerzas materiales son el contenido, y las ideologías son la
forma. Sin embargo, este carácter orgánico reconoce ciertos límites, en la medida en que no todos los
movimientos superestructurales son orgánicos. Opuestos a estos movimientos, Gramsci menciona:
 movimientos coyunturales: están ligados a la estructura, pero se presentan como ocasionales, inmediatos,
casi accidentales.
 Errores políticos de los representantes de las clases dirigentes: no existe vinculación directa con la
estructura,
 Actos que tienen por objeto la ordenación interna de la superestructura y, por lo tanto, del personal
intelectual de la clase dirigente.
 Ideologías arbitrarias: sin vinculación directa o indirecta con la estructura, sin importancia histórica, son la
antítesis de las ideologías orgánicas.

Sólo una parte de los movimientos de la superestructura posee carácter orgánico. Esta constatación tiene
ciertas consecuencias en lo que concierne a los roles respectivos de la estructura y de la superestructura:
 la importancia decisiva de la superestructura se muestra en la necesidad del carácter orgánico del
elemento superestructural;
 este carácter orgánico no significa que los fenómenos superestructurales no orgánicos tengan
importancia propia.

LA INTERPRETACIÓN SUPERESTRUCTURAL DEL BLOQUE HISTÓRICO

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Por una parte, la superestructura es el elemento motor del bloque histórico y, por otra, la sociedad civil
juega el papel fundamental en el seno de la superestructura. Pero, afirmar la primacía de la superestructura
sobre la estructura, ¿no es invertir el esquema marxista?

Gramsci define el momento de catarsis como el paso del momento meramente económico (o egoístico-
pasional) al momento ético-político, esto es, la elaboración superior de la estructura en superestructura en la
conciencia de los hombres. Ello significa el paso de lo objetivo a lo subjetivo y de la necesidad a la libertad.
Cuando Gramsci analiza las relaciones de fuerza que operan en una situación histórica dada, estudia
básicamente las relaciones estructura-superestructura y distingue varios grados:
 El más primario es aquél donde las relaciones de fuerza están estrictamente ligadas a la estructura y
donde las superestructuras son su prolongación directa.
 En un segundo grado se sitúan las relaciones de fuerzas políticas, que Gramsci denomina como la
valoración del grado de homogeneidad, autoconciencia y organización alcanzado por los diferentes
grupos sociales.

Este nivel se divide en varias etapas, que van desde la toma de conciencia negativa (la de la fase
económico-corporativa, donde el grupo toma conciencia de homogeneidad y de sus intereses propios sólo en el
plano de las estructuras económicas, sin poner en cuestión el sistema hegemónico establecido) a la toma de
conciencia positiva (neto pasaje de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas, es decir el
momento denominado catarsis, fase en la cual las ideologías existentes se transforman en partido, se confrontan
y entran en lucha hasta que una sola combinación de ellas tiene a prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda
el área social y creando así la hegemonía de un grupo social fundamental sobre una serie de grupos
subordinados).

La primacía reconocida al momento superestructural es la primacía reconocida al momento activo del


bloque histórico, momento constitutivo sin el cual no existiría el momento ético-político, el cual domina el
momento económico mediante el reconocimiento que el sujeto activo de la historia hace de la objetividad,
reconocimiento que permite resolver las condiciones materiales en instrumento de acción y por lo tanto obtener
el fin deseado.

LA INTERPRETACIÓN ORTODOXA DE LA NOCIÓN DE BLOQUE HISTÓRICO

Marx afirma que las ideologías vienen siempre después de las instituciones, casi como un momento
reflejo, en cuanto son consideradas en su aspecto de justificaciones póstumas y mistificadas-mistificadoras de la
dominación de clase. Se trata de una concepción de las relaciones estructura-superestructura que parece
bastante determinista. Sin embargo, Marx escribe que es en el terreno de las “formas ideológicas” que los
hombres toman conciencia del conflicto entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, y luchan
por resolverlo.

El movimiento histórico depende siempre de las condiciones estructurales. No obstante, esta primacía del
momento estructural es puesta en cuestión para los períodos de “revolución social”, es decir, cuando las
relaciones de producción se vuelven irracionales.

En síntesis, la interpretación clásica considera que, para Gramsci, la estructura socio-económica del bloque
histórico sigue siendo el momento determinante al cual es preciso referirse, aunque no sean en “última
instancia”.

LA RELACIÓN DIALÉCTICA Y ORGÁNICA ENTRE ESTRUCTURA Y SUPERESTRUCTURA

La diferencia entre otorgar primacía al momento estructural o superestructural, reside en la interpretación


de Marx o la de Gramsci. Marx otorga primacía a la estructura socio-económica: esta juega el rol esencial: es el

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escenario de toda la historia y tiene un papel decisivo, mientras que la superestructura política le está
subordinada y la superestructura ideológica depende a su vez de la superestructura política.

Gramsci no analiza esta relación en el seno del bloque como una relación entre dos elementos de
importancia desigual: la superestructura ético-política tiene un papel tan importante como su base económica y
no primordial, ya que esto sería no reconocer los límites orgánicos fijados a la acción de la superestructura. La
relación entre estos dos momentos del bloque histórico es una relación dialéctica entre dos momentos
igualmente determinantes: el momento estructural, puesto que es la base que engendra la superestructura, que
no es, en una primera instancia, más que su reflejo; en el curso del período considerado, la superestructura sólo
podrá desarrollarse y actuar entre límites bien precisos. La estructura por lo tanto influye constantemente sobre
la actividad superestructural. En función de esta base, el momento político juega un rol motor, en tanto
desarrolla la conciencia de clase de los grupos sociales, los organiza política e ideológicamente; lo esencial del
movimiento histórico se desarrolla por lo tanto en el seno de la superestructura y la estructura se convierte en el
instrumento de la actividad superestructural. La debilidad o importancia de esta última puede incluso limitar la
evolución de la estructura.

El concepto de bloque histórico tiene por objetivo evitar el error del análisis separado de sus dos
elementos. Se refuerza la concepción de bloque histórico, en cuanto las fuerzas materiales son el contenido y las
ideologías la forma, siendo esta distinción de contenido y forma, puramente dialéctica, puesto que las fuerzas
materiales no serían concebibles históricamente sin forma, y las ideologías sería caprichos individuales sin la
fuerza material.

EMPLEO POLÍTICO DE LA RELACIÓN ESTRUCTURA-SUPERESTRUCTURA

La afirmación del vínculo orgánico y de la unidad dialéctica entre estructura y superestructura tiene por
objetivo evitar dos errores posibles: el error en que se cae frecuentemente en el análisis histórico-político
consiste en no saber encontrar la relación justa entre lo orgánico y lo ocasional. Se llega así a exponer como
inmediatamente activas, causas que operan en cambio de una manera mediata, o por el contrario a afirmar que
las causas inmediatas son las únicas eficientes. En un caso se tiene un exceso de “economismo”, en el otro, un
exceso de “ideologismo”.

El aspecto esencial del error economicista radica en la concepción mecánica de las relaciones entre
estructura y superestructura, que considera a esta última como un puro reflejo. En el plano político, el
economismo desemboca en dos actitudes aparentemente opuestas: el sindicalismo (la sociedad civil es
asimilada a la estructura, lo que conduce a limitarse a una política económico-corporativa y, políticamente, a la
pasividad en espera de que la evolución natural tenga como consecuencia el trastrocamiento de la
superestructura reflejo) y el aventurerismo (la superestructura deviene el campo de lo irracional, de lo arbitrario
y de la espontaneidad; se expresa en el plano político por el sindicalismo revolucionario y el espontaneísmo).

Respecto al error del ideologismo, este tiene los mismos efectos: así, la negación del momento estructural
supone una visión de la historia que se limita al momento ético-político de la superestructura. Excluida la
política, la historia se limita a una historia de las ideas: los hechos sociales son imprevisibles y toda organización
de los hombres es antihistórica.

Ambos errores sobrestiman o rechazan la naturaleza orgánica del vínculo entre estructura y
superestructura. El aspecto esencial de bloque histórico no reside tanto en la distinción entre ambos elementos
sino en la naturaleza orgánica de sus relaciones: sólo las superestructuras deben ser consideradas como
necesarias a la estructura, en el sentido que la vuelven homogénea y la organizan. En cuanto a la estructura, si
bien no es inmediatamente operante, constituye el instrumento de la superestructura.

iv. Hegemonía y bloque histórico

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El análisis del bloque histórico como relación entre dos movimientos dicotómicos (estructura-
superestructura y sociedad civil-sociedad política) muestra la importancia de la sociedad civil en el bloque
histórico. Esta importancia es evidente en la traducción política de esta noción: la hegemonía.

EL CONCEPTO DE HEGEMONÍA

Cuando Gramsci se refiere a la hegemonía, entiende de hecho la dictadura del proletariado. El proletariado
puede convertirse en clase dirigente y dominante en la medida en que consigue crear un sistema de alianzas de
clase que le permita movilizar contra el capitalismo y el Estado burgués a la mayoría de la población trabajadora,
es decir, en la medida en que consigue obtener el consenso de las amplias masas trabajadoras.

Sin embargo, Gramsci distingue hegemonía y dictadura del proletariado; esta última es “dirección” a la vez
que “dominación” de la sociedad, vale decir control de la sociedad civil y de la sociedad política. Esto sólo puede
lograrse si la clase obrera ensancha la “base social” de su dirección, gracias a un sistema de alianzas con otras
clases subalternas.

El concepto gramsciano de hegemonía se separa de la de Lenin en un punto capital: la preeminencia de la


dirección cultural e ideológica. Para Gramsci, el terreno esencial de la lucha contra la clase dirigente se sitúa en la
sociedad civil: el grupo que controla la sociedad civil es el grupo hegemónico y la conquista de la sociedad
política remata esta hegemonía extendiéndola al conjunto del Estado (sociedad civil + sociedad política). La
hegemonía gramsciana es primacía de la sociedad civil sobre la sociedad política, a la inversa que en el análisis
leninista.

HEGEMONÍA Y BLOQUE HISTÓRICO

El aspecto esencial de la hegemonía de la clase dirigente reside en su monopolio intelectual, es decir, en la


atracción que sus propios representantes suscitan entre las otras capas de intelectuales: los intelectuales de la
clase históricamente progresiva, en las condiciones dadas, ejerce una atracción tal que acaban por someter
como subordinados a los intelectuales de los demás grupos sociales y, por lo tanto, llegan a crear un sistema de
solidaridad entre todos los intelectuales, con vínculos de orden psicológico y, a menudo, de casta. Esta atracción
termina por crear un bloque ideológico (o bloque intelectual) que liga las capas intelectuales a los
representantes de las clases dirigentes.

La hegemonía de un centro director sobre los intelectuales se afirma a través de dos líneas principales: 1)
una concepción general de la vida, una filosofía que ofrece a los adherentes una dignidad intelectual, que
provee, en principio, de una dignidad intelectual, de un principio de distinción; 2) un programa escolar, un
principio educativo y pedagógico general, que interesan y dan una actividad propia, en su dominio técnico, a la
fracción más homogénea y numerosa de los intelectuales: los educadores, desde el maestro de escuela a los
profesores universitarios.

En un sistema realmente hegemónico, el bloque ideológico es factor de hegemonía en un doble sentido:


en su mismo seno, en la medida en que los representantes de la clase dirigente orientan a los de los otros grupos
sociales, pero sobre todo en el nivel del bloque ideológico al posibilitar a la clase dirigente controlar a otras
capas sociales por intermedio del bloque ideológico. La consecuencia de este doble papel del bloque es que su
disgregación separa de la clase dirigente no sólo a los intelectuales sino también a los grupos que éstos
representan. La disgregación del bloque histórico sustituye la atracción espontánea por la coacción más o menos
larvada e indirecta, hasta llegar las medidas de policía propiamente dichas y a los golpes de Estado. Si el
desarrollo y la homogeneidad del bloque ideológico son las principales pruebas de la hegemonía del grupo
dirigente, su desmoronamiento y la utilización de la coacción son los signos del debilitamiento de la hegemonía y
del pasaje a la dictadura.

HEGEMONÍA Y DICTADURA

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El análisis desemboca en la afirmación del carácter esencial de la dicotomía estructura/sociedad civil. Esta
primacía se traduce en la práctica de la noción de hegemonía: el nivel de la sociedad civil corresponde a la
función de hegemonía que el grupo dominante ejerce en toda la sociedad. En un sistema así, la clase
fundamental a nivel estructural dirige la sociedad por el consenso que obtiene gracias al control de la sociedad
civil. Este control se caracteriza por la difusión de su concepción del mundo entre los grupos sociales y por la
constitución de un bloque histórico al que corresponde la gestión de la sociedad civil. La consecuencia de este
control ideológico sobre otros grupos es el debilitamiento de la sociedad política y, por lo tanto, de la coerción.
Es en esta medida que Gramsci califica de “democrática” a la hegemonía. La sociedad política se reduce así a un
rol de apoyo y tiene incluso a integrarse parcialmente a la sociedad civil.

El término hegemonía política expresa el sello de la sociedad civil sobre la política. Gramsci utiliza el
concepto de dictadura o dominación para definir la situación de un grupo social no hegemónico que domina la
sociedad por la sola coerción, gracias a que se adjudica el aparato de Estado. Este grupo no tiene la dirección
ideológica y sólo es posible encontrarla en casos de crisis del bloque histórico: situaciones intermedias en espera
de la construcción de un sistema hegemónico: el período de primacía de la sociedad política, o dictadura, es un
período de transición entre dos períodos hegemónicos. Hegemonía y dictadura no están totalmente separadas.
La clase dirigente, aún en un sistema hegemónico, no dirige toda la sociedad sino solamente a las clases
auxiliares y aliadas que le sirven de base social, y utiliza la coacción frente a las clases opositoras. Un grupo social
es dominante respecto a los grupos adversarios que tiende a “liquidar”, y es dirigente de los grupos afines o
aliados.

HEGEMONÍA Y TRANSFORMISMO

La situación de transformismo se da cuando la clase dominante integra a los intelectuales de otros grupos
sociales decapitando así su dirección política e ideológica. Es un proceso orgánico: expresa la política de la clase
dominante que se niega a todo compromiso con las clases subalternas y subutilizar entonces sus jefes políticos
para integrarlos a su clase política. En una estrategia así, la dictadura deja de ser una situación transitoria porque
no se apoya solamente en la sociedad política.

HEGEMONÍA Y ALIANZA DE CLASES

La fuente del error del término alianza, proviene de la base social de la hegemonía que, por definición,
supone la existencia de una clase dirigente y de clases dirigidas. EL problema radica en saber cuál es la naturaleza
de las relaciones entre una y otras. La clase dirigente está en una situación preeminente, tanto a nivel estructural
como superestructural. Por su parte, los grupos aliados tienen un papel secundario en ambos niveles del bloque
histórico. Esta supremacía económica e intelectual supone una desigualdad de hecho en las relaciones con los
grupos asociados. Es evidente que si estos grupos auxiliares son vitales para mantener su hegemonía, a clase
fundamental no podrá limitarse a absorber sus intelectuales para controlarlos y deberá tener en cuenta
fundamentalmente sus intereses específicos. En esta medida, el sistema hegemónico puede ser calificado de
alianza, ya que el grupo dominante es coordinado concretamente con los intereses generales de los grupos
subordinados y la vida estatal es concebida como una formación y una superación continua de equilibrios
inestables entre los intereses del grupo fundamental y los de los grupos subordinados.

Pero el interés del grupo dirigente puede coincidir con el de los grupos auxiliares, y este es un factor
esencial para la solidez de la hegemonía. Sería el caso de la burguesía. En este caso, los intereses de ambos
grupos son complementarios.

Cualquiera sea la naturaleza del compromiso precedente entre la clase dirigente y los grupos aliados, éste
tiene por objeto ampliar la base social de la hegemonía ejercida por la clase fundamental en el nivel de la
estructura económica.

SISTEMA HEGEMÓNICO Y CLASES SUBALTERNAS

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Existen tres grupos sociales en el interior del bloque histórico: por una parte, la clase fundamental que
dirige el sistema hegemónico; por otra, los grupos auxiliares que sirven como base social de la hegemonía y de
semillero para su personal; por último, excluidas del sistema hegemónico, las clases subalternas.

El régimen normal en las relaciones entre las clases dirigentes y las subalternas es el de dominación, es
decir, la utilización predominante o exclusiva de la sociedad política. La clase fundamental tiene como principales
enemigos a los grupos que estiman que el nuevo bloque histórico ya ha sido superado. El aspecto coercitivo de
las relaciones entre la clase dirigente y las clases subalternas aparece bajo tres aspectos:

1.el primer caso es aquel en el cual las clases subalternas juegan un rol decisivo para la victoria de la clase
fundamental, hegemónica sobre estos grupos sociales. Dada esta situación, puede suceder que los grupos
subalternos obliguen a la clase dirigente a sobrepasar sus objetivos e incluso sus posibilidades reales.
2.La segunda hipótesis es la del transformismo, es decir, la preeminencia de la sociedad política sobre la civil:
la clase dominante se contenta con mantener su dominación sobre los grupos subalternos,
manteniéndolos en la pasividad política; para ellos los separa pacíficamente de sus élites absorbiéndolas
en su clase política.
3.El tercer caso es el de la dictadura pura y simple, es decir, el uso exclusivo de la sociedad política para
dominar a las clases subalternas. Una situación así es peligrosa para la clase dominante, en tanto implica
su falta de control sobre la sociedad civil: el bloque histórico está en crisis y la etapa no puede ser sino
transitoria.

v. El rol de los intelectuales en el seno del Bloque Histórico

El problema de la unidad del bloque histórico es en realidad el de la naturaleza del vínculo orgánico que
relaciona estructura y superestructura y, en el seno de esta última, sociedad civil y sociedad política. Es estudio
de la función de los intelectuales en el seno del bloque histórico presenta un triple aspecto:

 El vínculo orgánico entre el intelectual y el grupo que representa, y su función en el seno de la


superestructura.
 Las relaciones entre los intelectuales del bloque histórico y los del antiguo sistema hegemónico
(intelectuales tradicionales).
 La organización interna del bloque intelectual en el seno del bloque histórico.

LA FUNCIÓN DEL INTELECTUAL EN EL SENO DEL BLOQUE HISTÓRICO

Sólo deben considerarse las superestructuras “históricamente orgánicas”, es decir, que son necesarias a
determinadas estructuras. La organicidad de la superestructura se caracteriza por dos aspectos: por una parte,
su permanencia (es necesario distinguir los movimientos orgánicos relativamente permanentes) y, por la otra, su
función de organización de la estructura.

Si bien Gramsci distingue diferentes categorías de intelectuales, todas tienen en común el vínculo más o
menos estrecho que las une a una clase determinada. Los intelectuales forman una capa social diferenciada
ligada a la estructura (clases fundamentales en el campo económico), encargada de elaborar y administrar la
superestructura que le dará a esta clase homogeneidad y la dirección del bloque histórico. De esta manera
reconocemos el carácter dialéctico del vínculo orgánico.

El vínculo entre el intelectual y la clase fundamental


Los intelectuales no constituyen una clase propiamente dicha, sino que son grupos ligados a las diferentes
clases; es decir, cada clase tiene su propia capa de intelectuales. Se forman en conexión con todos los grupos

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sociales, pero en especial con los más importantes. Este vínculo es particularmente estrecho, orgánico, cuando el
intelectual proviene de la clase que representa.
Las clases subalternas se ven obligadas a “importar” sus intelectuales; lo cual explica la gran vulnerabilidad
de estas clases: la conciencia de clase de sus intelectuales corre peligro de ser menos elevada, y los dirigentes de
las clases dominantes intentarán permanentemente integrar estos intelectuales a la clase política, recurriendo al
transformismo.

La concepción orgánica del intelectual supone el rechazo de toda concepción autónoma que ve a los
intelectuales como una categoría social cristalizada, esto es, que se concibe a sí misma como continuación no
interrumpida de la historia y, por lo tanto, independiente de la lucha de los grupos, y no como expresión de un
proceso dialéctico por el cual cada grupo social elabora su propia categoría de intelectuales.

Carácter superestructural de la función intelectual


El vínculo orgánico entre el intelectual y la clase social que representa aparece esencialmente en la
actividad que éste desarrolla en el seno de la superestructura para volver homogénea y hegemónica a la clase.
En la medida en que la clase fundamental aspire a la dirección de la sociedad, la principal función de los
intelectuales será el ejercicio de la hegemonía y de la dominación. Son los empleados del grupo dominante para
el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno político. Son funcionarios de las
superestructuras. Son quienes elaboran la ideología de la clase dominante, dándole conciencia de su rol y
transformándola en una concepción del mundo que impregna todo el cuerpo social. Son también los agentes de
la sociedad política, encargados de la gestión del aparato de Estado y de las fuerzas armadas. Cada una de estas
funciones (hegemónica, coercitiva, económica) contribuye a la unidad de la clase fundamental y a su hegemonía
en el seno del bloque histórico.

Vínculo orgánico y autonomía


El intelectual goza de relativa autonomía respecto a la estructura socioeconómica, y no es su reflejo pasivo.
Esta autonomía es, en primer lugar, consecuencia del origen social de los intelectuales. La gran mayoría de los
intelectuales proviene de las clases auxiliares aliadas a la clase dirigente.

A la autonomía estructural, se suma la autonomía debida a la función misma de los intelectuales como
agentes de la superestructura: el intelectual no es el agente pasivo de la clase que representa, así como la
superestructura no es el reflejo puro y simple de la estructura. La autonomía es, por otra parte, indispensable
para el ejercicio total de la dirección cultural y política: esta función cultural debe ser completa y representar la
“autoconciencia cultural, la autocrítica de la clase dominante”. Esta autocrítica es un signo del desarrollo de la
clase dominante, consciente de sus fuerzas y debilidades. Para ejercer esta dirección cultural, los intelectuales
deben distanciarse de las clases dominantes para unirse luego a ellas más íntimamente, para ser una verdadera
superestructura y no sólo un elemento inorgánico e indiferenciado de la estructura-corporación.

Esta autonomía tiene ciertas consecuencias sobre la evolución de un período histórico dado: este período
deberá ser estudiado en su totalidad. Esta autonomía desemboca, al dejar de ser fundamental la clase dirigente,
en crisis orgánica, o en la ruptura del vínculo orgánico que liga a esta clase con los grupos intelectuales de la
sociedad civil.

La relación entre los intelectuales y el mundo de la producción no es inmediata, como ocurre con los
grupos fundamentales, sino que es mediata en grado diverso en todo el tejido social y en el complejo de las
superestructuras.

INTELECTUALES ORGÁNICOS E INTELECTUALES TRADICIONALES

A cada modo de producción le corresponde una clase fundamental y, por lo tanto, un tipo de intelectual. El
viejo tipo de intelectual era el elemento organizativo de una sociedad predominantemente de base campesina y
artesana; para organizar el Estado y el comercio, la clase dominante cultivaba un determinado tipo de
intelectual. La industria ha introducido un nuevo tipo de intelectual: el organizador técnico, el especialista e la
ciencia aplicada.

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Los intelectuales orgánicos del nuevo bloque histórico, especialmente los de la clase dominante, se
oponen a los intelectuales del antiguo bloque histórico. Estos últimos, los tradicionales, están formados por las
diferentes capas de intelectuales que existían antes de la llegada de la nueva clase fundamental que, para
imponer su hegemonía, debe absorberlos o suprimirlos. La liquidación coercitiva o legal es utilizada para con los
intelectuales que dirigían la antigua sociedad política. La absorción de los intelectuales tradicionales no
organizados es más simple, ya que las élites de la nueva clase dirigente ejercen una fuerte atracción sobre toda la
masa de intelectuales de cualquier grado que se encuentra en estado difuso, por las necesidades, satisfechas
aunque fuere elementalmente de introducción y administración. Estos intelectuales aislados son, esencialmente,
los intelectuales rurales.

Pero la categoría de intelectuales tradicionales está formada también por capas sociales homogéneas,
organizadas en castas, que dirigían la sociedad civil del antiguo bloque, y cuya absorción es más difícil. Es
ejemplar el caso del clero, con quien la burguesía debió entrar en lucha por el control de la sociedad civil.
Conflicto entre la burguesía y la Iglesia
La Iglesia es una organización intelectual cosmopolita. De ahí que el primer esfuerzo de los intelectuales de
la burguesía fuera “nacionalizar” la Iglesia y colocarla bajo la tutela del Estado.

Clase fundamental en el nivel económico, la burguesía logró extender progresivamente su primacía sobre
la sociedad civil y la sociedad política. La lucha entre los intelectuales orgánicos y los tradicionales tuvo por
objetivo el control de la sociedad civil.

Los intelectuales están siempre ligados a una clase: el clero estaba vinculado a la aristocracia terrateniente
durante la Edad Media para administrar la sociedad civil, y fue combatido por los intelectuales orgánicos en la
medida en que todavía controlaba un amplio sector que está en beneficio del antiguo sistema hegemónico.

La autonomía de los intelectuales tradicionales


Una de las características de los intelectuales tradicionales es la de presentarse como una categoría
autónoma, independientes del grupo social dominante. Esta posición se explica por tres razones: 1) estos grupos
han perdido la base social a la cual estaban ligados; 2) estos intelectuales se proclaman autónomos por estar
formalmente organizados en castas; 3) el hecho de que su ideología sea religiosa refuerza esta convicción en la
medida en que la religión es una concepción muy compleja.

Por su parte, los intelectuales orgánicos no pueden afirmarse como continuación de los intelectuales
precedentes, ya que éstos han sido o continúan siendo los administradores de la antigua sociedad que
combaten: cada nuevo organismo histórico crea una nueva superestructura, cuyos representantes especializados
e intelectuales sólo pueden ser concebidos como surgidos de la nueva situación, no como continuación de sus
precedentes. El hecho de que se afirmen a la vez nuevos y “autónomos” muestra que, en realidad, son los
intelectuales del antiguo régimen hegemónico los que siguen dirigiendo la sociedad civil e intentan mantenerse
asumiendo la dirección ideológica de la nueva clase fundamental.

La afirmación de autonomía por parte de los intelectuales es entonces un signo de la debilidad de los
intelectuales orgánicos. Su única autonomía verdadera es aquella que requiere su función como agentes de la
superestructura.

Influencia de los intelectuales tradicionales sobre el desarrollo de la superestructura


La atracción que los intelectuales orgánicos ejercen sobre los tradicionales conduce, ya sea a la adhesión
de los mismos con el mantenimiento de su organización, o bien a su fusión en el seno de una misma
organización superestructural. En este segundo caso, los órganos donde se realiza esta fusión son el aparato del
Estado en la esfera de la sociedad política y los partidos en la esfera de la sociedad civil. Un intelectual que entra
a formar parte del partido político de un determinado grupo social, se confunde con los intelectuales del mismo
grupo, se liga estrechamente a él, lo cual ocurre mediante su participación en la vida estatal sólo en forma
relativa, y en algunos casos no se produce.

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Los intelectuales tradicionales son el factor esencial de contradicción entre la estructura y la
superestructura, en tanto frenan su evolución. En un principio, el acercamiento de los intelectuales orgánicos y
tradicionales puede dificultar la acción de los primeros, dado que los principios de los tradicionales suelen
contradecir la evolución de la estructura económica. Sin embargo la fuerte y recíproca atracción hace que estos
sufran la influencia del nuevo tipo de intelectuales.

LA JERARQUÍA DE LOS INTELECTUALES

La distinción entre intelectuales orgánicos y tradicionales permite estudiar la formación del sistema
hegemónico. Terminado este proceso, los intelectuales se agruparán en un bloque intelectual o ideológico que
se ligará orgánicamente a la estructura del bloque histórico. Por lo tanto, es en es seno del bloque intelectual
donde los intelectuales son jerarquizados según dos puntos de vista: en tanto se considere solamente la
superestructura, el análisis hace referencia a una jerarquía cualitativa. Si se considera la totalidad del bloque
histórico, se tenderá a analizar las relaciones entre los representantes de la clase dominante y los de las clases
subordinadas en el seno del bloque intelectual.

Jerarquía cualitativa de los intelectuales


Esta jerarquía excluye a aquellos en el seno de la superestructura que no ejercen una función intelectual,
es decir, a los agentes subalternos que no tienen una función de dirección. Fuera de estos agentes, aquellos que
participan de la hegemonía se ubican según el valor cualitativo de su función, desde el gran intelectual al
intelectual subalterno. En la cúspide, los creadores de la nueva concepción del mundo en sus diversas ramas:
ciencias, filosofía, arte, derecho, etc. En la escala inferior, los encargados de administrar o divulgar esta ideología.
Gramsci distingue el creador, el organizador y el educador.

La articulación del bloque intelectual en el seno del bloque histórico


En el seno del bloque intelectual, la jerarquía es básicamente el reflejo del sistema hegemónico que se
expresa en la diferencia esencial entre los intelectuales orgánicos de las clases dirigentes y los de las clases
subordinadas, reflejo a su ves, de la relación entre estas clases en el nivel superestructural.

En sociedades analizadas (ejemplo página 113), la pequeña y mediana burguesía “produce” los
intelectuales orgánicos del campesinado y de la gran aristocracia agraria. Estos intelectuales se dividen además
en intelectuales laicos y clero. Los intelectuales rurales que “representan” al campesinado ejercen una doble
función: por una parte reciben de la base campesina los impulsos de su actividad política e ideológica, pero
básicamente son los encargados de ponerla en contacto con la administración local y con el Estado. En realidad,
más que representarlos, son encargados de controlarlos y mantenerlos en la pasividad. Por lo tanto, en virtud de
su función social, los intelectuales rurales no son los intelectuales orgánicos del campesinado. Incluso su origen
social los convierte en adversarios ancestrales, por este mismo motivo, no tiene entonces un contacto social con
el campesinado. El intelectual rural no es en realidad el intelectual orgánico de la masa campesina, sino más bien
el de la clase dominante y tiene como función político-social la de perpetuar su hegemonía neutralizando a las
clases subalternas.

El vínculo entre el intelectual rural y la clase dominante se efectúa a través del bloque intelectual que
agrupa al conjunto de intelectuales. Por ejemplo, aunque es evidente que el clero constituye la fracción
numérica e ideológicamente más importante de los intelectuales, la fracción laica cumple una función
estratégica esencial, en tanto su objetivo es proveer a los intelectuales de una alternativa dentro del sistema en
ruptura con el clero

Los verdaderos dirigentes de este bloque intelectual, los que centralizan y dominan el sistema
hegemónico, son los grandes intelectuales, los grandes pensadores de las capas intelectuales, estrechamente
ligados a los grandes propietarios terratenientes de quienes son su expresión ideológica. Ellos son los encargados
de desmontar toda tentativa de ruptura del bloque ideológico en beneficio de las clases subalternas, separando
a los intelectuales subalternos de la masa campesina e insertándolos en un sistema cultural desarraigado del
contexto social y al servicio de la clase dominante.

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La subversión del bloque histórico requiere, por lo tanto, la disgregación del bloque intelectual, armazón
flexible, pero muy resistente del bloque histórico. El bloque intelectual desarrolla y dirige al sistema hegemónico.
De ahí que el estrato social de los intelectuales constituya uno de los elementos esenciales del bloque histórico.

vi. El nuevo bloque histórico

El bloque histórico es la articulación interna de una situación histórica dada. Pero en la medida en que esta
situación evoluciona, también lo hacen la estructura y la superestructura de dicho bloque histórico. El mismo se
constituye alrededor del sistema hegemónico de la clase fundamental. Pero, por una parte, esta clase no es
fundamental por tiempo indefinido y, por la otra, este sistema hegemónico excluye a las clases subalternas,
entre las cuales se encuentra la futura clase fundamental.

El problema de la creación de un nuevo bloque histórico es entonces el de la creación de un nuevo sistema


hegemónico, pero es también el problema de la irrupción de una crisis orgánica en el bloque que debe
desembocar en una situación favorable para las nuevas fuerzas sociales. Por lo tanto, la construcción de un
nuevo bloque se trata de una empresa que necesita la resolución positiva de dos condiciones:
1. la irrupción de una crisis orgánica en el bloque histórico, es decir, la ruptura del vínculo orgánico entre
estructura y superestructura, el hecho de que los intelectuales no representen más a las clases. Esta
crisis puede ser suscitada por las clases subalternas (organizadas o no), o bien puede ser consecuencia
del fracaso político de la clase dirigente.
2. la creación de un sistema hegemónico que agrupe a las clases subalternas; si la crisis es “espontánea” y
las clases subalternas no están organizadas, la clase dominante retomará el control de la situación y la
vieja sociedad se mantendrá, al menos, provisoriamente. Por otra parte, en ausencia de esta
organización, la crisis orgánica no podrá ser suscitada.

Cabe aclarar que toda crisis en el seno del bloque histórico no es necesariamente una crisis orgánica. Para
que ella se produzca es necesario que la ruptura englobe a las clases fundamentales, es decir, a la clase
dominante, por una parte, y a la clase que aspira la dirección del nuevo sistema hegemónico, por la otra.

Pero también las crisis pueden desarrollarse en el interior del sistema hegemónico mismo, poniendo frente
a frente a la clase fundamental y a sus grupos auxiliares, o incluso fracciones de la clase fundamental entre sí. En
una crisis así, las clases subalternas permanecen excluidas o son solamente las fuerzas de apoyo de las fracciones
en conflicto.
LA CRISIS ORGÁNICA

Es una ruptura entre la estructura y la superestructura, es el resultado de contradicciones que se han


agravado como consecuencia de la evolución de la estructura y de la ausencia de una evolución paralela de la
superestructura: la crisis consiste precisamente en que muere lo viejo sin que pueda nacer lo nuevo.

En la medida en que la clase dirigente deja de cumplir su función económica y cultural, el bloque
ideológico que le da cohesión y hegemonía tiende a disgregarse. La acción moderadora de los grandes
intelectuales permite, empero, que no se llegue necesariamente a este resultado. La desaparición del antiguo
bloque histórico sólo se produce si la crisis de la estructura acarrea una crisis orgánica o crisis de hegemonía; la
misma es, en efecto, la característica esencial de la crisis orgánica: la clase dominante deja de tener la dirección
de las clases subordinadas; éstas se separan de los intelectuales que las representan. La crisis orgánica afecta,
por lo tanto, el modo habitual de dirección de la clase dirigente sobre los otros grupos sociales (el consenso), y
fortalece la posición de los órganos de la sociedad política en el seno de la superestructura.

Esta crisis de hegemonía, definida como crisis de autoridad, es, por lo tanto, una crisis de la autoridad de la
clase dirigente, convertida en clase puramente dominante e, consecuentemente crisis de la ideología tradicional,
de la cual las clases subalternas se han separado. Esta ruptura entre representantes y representados se
materializa en dos tipos de situaciones: no es que la ruptura se produzca súbitamente en un momento preciso,

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sino que es allí cuando se concreta. El primer caso de ruptura se da cuando la clase dirigente fracasa en alguna
empresa política para la cual demandó i impuso el consenso de las grandes masas; el segundo caso puede darse
porque las masas pasaron de la pasividad política a una cierta actividad y plantearon reivindicaciones que en su
caótica conjunto constituyen una revolución, en la medida en que son iniciativas inorgánicas (llevadas a cabo sin
la intermediación de los intelectuales). A su vez, el espíritu de separación de la clase dirigente, debe ir
acompañado por la construcción de un sistema hegemónico opuesto al sistema de la clase dirigente que,
organizado por los intelectuales orgánicos de la clase subalterna fundamental, canalizará esta espontaneidad; en
su defecto, las consecuencias de la crisis orgánica serán la victoria de la clase dirigente, el aplastamiento de la
dirección de las clases subalternas y la vuelta de éstas a su pasividad política.

Consecuencias de la crisis
La aguda crisis de hegemonía lleva a una ruptura frente a la cual los protagonistas (las clases sociales y sus
intelectuales orgánicos) deben reaccionar profundamente. Afecta esencialmente a la sociedad civil. La clase
dirigente deviene clase dominante, lo que significa que conserva el control de la sociedad política, vale decir, del
aparato del Estado, de la coerción. La posición de la clase dominante es muy favorable: según la gravedad de la
crisis y las relaciones de fuerza con el enemigo, puede optar por las siguientes posibilidades:
1. la recomposición de la sociedad civil: se trata de la solución normal. La clase dominante dispone de
una capa muy diversificada y sólida de intelectuales cuya combinación política puede reformar en caso
de crisis. El aparato del Estado es utilizado para aplastar la dirección de las clases subalternas y
separarlas de sus intelectuales por la fuerza o por la atracción política. Los intelectuales orgánicos de la
clase dominante son reagrupados bajo la dirección única; el ejemplo más perfecto es el del partido
único.
2. cesarismo: expresa una situación en la cual las fuerzas en lucha (totalmente antagónicas, que no
pueden fundirse) se equilibran de una manera catastrófica, o sea de una manera tal que la
continuación de la lucha no puede menos que concluir con la destrucción recíproca. Las únicas
posibilidades de evolución radican en la situación internacional, en el peso internacional del país de
que se trate, y en la debilidad relativa de uno de los grupos antagónicos. En la medida en que el
cesarismo es un arbitraje entre dos protagonistas, la balanza podrá inclinarse para un lado o para el
otro. Según favorezca a la clase conservadora o a las fuerzas progresivas, será progresivo o regresivo.

Respecto a las clases subalternas, su situación a priori es desfavorable, dado que los diversos estratos de la
población no poseen la misma capacidad de orientarse rápidamente y reorganizarse con el mismo ritmo. Frente
al potencial intelectual y estratégico de la clase dominante, las clases subalternas sólo podrán oponer su fuerza y
pensar en la victoria si se organizan y se someten a una verdadera dirección. El problema consiste entonces en
desarrollar su propio sistema hegemónico frente al sistema dominante.

La duración de la crisis orgánica


Por su carácter orgánico, esta crisis de hegemonía refleja la crisis de la estructura, y sigue, por lo tanto, su
evolución. De ahí que una situación así pueda prolongarse durante un largo período histórico. Esta duración
excepcional significa que en la estructura se han revelado contradicciones incurables y que las fuerzas políticas,
que obran positivamente en la conservación y defensa de la estructura misma, se esfuerzan sin embargo por
sanear y por superar dentro de ciertos límites. Esta duración es por lo tanto, la consecuencia de los esfuerzos de
la superestructura por mantener el antiguo régimen.

Según la duración de la crisis, las fuerzas en presencia, especialmente las clases subalternas, deberán
adoptar una estrategia diferente. Por lo tanto, la naturaleza de la crisis orgánica y las condiciones de su
desarrollo, influyen directamente sobre la formación del nuevo sistema hegemónico.

EL NUEVO SISTEMA HEGEMÓNICO

Una crisis orgánica desemboca en un nuevo sistema hegemónico sólo si las clases subalternas consiguen
organizarse y construir su propia dirección política e ideológica. Una clase es verdaderamente homogénea
cuando se adueña del Estado (sociedad civil + sociedad política), y, por otra parte, las clases subalternas en razón
de su situación en el seno del bloque histórico tienen posibilidades reducidas para organizarse: el proletariado

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es, como clase, pobre en elementos organizativos, y no tiene ni puede formarse un estrato propio de
intelectuales sino muy lentamente, y sólo después de la conquista del poder estatal.

La primera etapa consiste entonces en separarse del sistema hegemónico de la clase dirigente. Este
espíritu de escisión debe ser la adquisición progresiva de la conciencia de su propia personalidad histórica. Esta
conciencia de clase será obra de quien será la futura clase fundamental entre las clases subalternas. Esta clase
esencial debe crear entonces los intelectuales orgánicos que le darán su propia concepción del mundo y que
organizarán un sistema hegemónico sobre las otras clases subalternas. Del mismo modo, la hegemonía también
implica la absorción de los intelectuales de los otros estratos aliados. También resulta esencial la cuestión de
saber si se dispone de fuerza armada, y si es “productivo” emplearla; esto se debe a que no resulta suficiente
una dirección política e ideológica totalmente autónoma, sino que debe complementarse con una dirección
militar. Dirección ideológica y dirección político-militar son entonces las dos condiciones necesarias en una
verdadera lucha de las clases subalternas contra el sistema hegemónico dominante.

La estrategia del nuevo sistema hegemónico


La estrategia de las clases subalternas es la resultante orgánica del análisis del bloque histórico concreto;
esto tiene dos consecuencias:
1. la estrategia del sistema hegemónico de las clases subalternas debe ser una estrategia totalmente
autónoma: la escisión ideológica y política debe extenderse al nivel estratégico, no imitar los métodos de
lucha de las clases dominantes.
2. la segunda necesidad consiste en determinar esta estrategia en función del análisis del bloque histórico
y, fundamentalmente, de la importancia de la sociedad civil y de la sociedad política. De dicho análisis se
deduce que la estrategia utilizada debe variar según la primacía de uno o del otro. La estrategia de estas
clases deberá adaptarse a la superestructura del bloque histórico: en los países que poseen una fuerte
sociedad civil, la lucha no puede sino tomar la forma de una “guerra de posiciones”. Por el contrario, en
los países en que la sociedad civil es primitiva, la lucha es esencialmente política y militar, y debe tomar
la forma de una “guerra de movimiento”.

Para Gramsci, siempre debe primar la lucha ideológica; las clases subalternas deben conquistar en primer
lugar la sociedad civil: un grupo social puede y hasta tiene que ser dirigente antes de conquistar el poder
gubernativo. La “guerra de movimiento” sólo es válida cuando existe la posibilidad de un triunfo definitivo, sólo
cuando demuestra ser la solución necesaria.

En síntesis, las clases subalternas y sus intelectuales deben adoptar una estrategia que se adapte al bloque
histórico del cual forman parte y especialmente a la relación entre sociedad civil y sociedad política en ese
bloque.

vii. Cierre

El aporte original de Gramsci atañe al estudio del vínculo orgánico entre estructura y superestructura. Este
vínculo es el nudo del bloque histórico. El punto débil de dicha relación, en la teoría marxista, provenía de su
carácter puramente abstracto; Gramsci le da una expresión concreta, social, a dicho vínculo: los intelectuales.

El estudio de las revoluciones burguesas, así como el de la estrategia adoptada por Gramsci muestra que
los dos puntos esenciales conciernen a la actitud de las clases subalternas con respecto a los intelectuales y a la
concepción de la “guerra de posiciones”. Al mostrar que la clase obrera debe, obligatoriamente, disgregar el
bloque ideológico suscitando una “masiva” escisión de izquierda entre los intelectuales subalternos, Gramsci
señala la actitud específica que se debe adoptar: estas capas sociales deben ser atraídas, con su originalidad
propia, a las posiciones de las clases subalternas. Estas clases ya no son “amorfas y atrasadas” sino que poseen
una calificación cultural creciente que se refleja en el sentido común. Las posibilidades de desarrollar una
dirección cultural de estas capas son considerables y aumentan en la medida en que el bloque ideológico sufre
una profunda crisis tanto entre los intelectuales orgánicos, como en el seno de los intelectuales tradicionales.

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