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ISBN: 978-84-612-6593-0
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Fundación Inquietudes
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28008 Madrid, España
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mar que verdaderamente somos, y que es entre tantas cosas un COLECCIÓN RESERVADA
silencio, no se da sino con otro ser que, como nosotros, habla
y entiende, de forma que el silencio no es (sólo) el del mar y DE SONETOS VOTIVOS
el del campo sino el de quien habla «en la entraña» y por ello
«profundamente» (pág. 16).
La palabra «votivo» invoca el deseo, la aceptación y
la gratitud. No intento disimular que todo esto tiene lugar,
por ejemplo, «en cuartos cursis de moteles viles» (pág. 20).
Mi acumulación de pedanterías busca contrarrestar una ten-
tación: la de pensar que si hay poca poesía erótica de este calado
es porque hay poca poesía erótica, ya que ha solido estar muy de Figuras y melodías
mal vista. Principalmente, no, no es por eso. Es por lo mucho
que obliga a poner en juego. Dicho de otro modo, porque es
dificilísima. Para Tomás Segovia, gracias, y un respeto.
Carlos Piera
II III
¿Qué sabes tú, qué sabes tú apartada Tus ojos que no vi nunca en la vida
injustamente en tu crüel pureza; turbarse de deseo, ni saciados
tú sin vicio, sin culpa, sin bajeza, dormirse tras la entrega, ni extraviados
y sólo yo lascivo y sin coartada? mientras tú gimes loca y sacudida;
que tengas tetas para ser mordidas, que hurtan tu lengua, rica pesca extrema,
lengua que dar y nalgas para asidas ni fueron nunca abiertos la diadema
y un sexo que violar entre las piernas. de coral húmeda y abrasadora
No hay más minas del Bien que las cavernas que por tu rey mi miembro coronase:
del Mal profundas; y comprende, amada, yo mismo en todo esto, hora tras hora,
que o te acuestas conmigo o no eres nada. mi muerte fundo y a mi mal doy base.
IV V
¿Pero cómo decirte el más sagrado Toda una noche para mí tenerte
de mis deseos, del que menos dudo; sumisa a mi violencia y mi ternura;
cómo, si nunca hombre alguno pudo toda una larga noche sin premura,
decirlo sin mentira o sin pecado? sin nada que nos turbe o nos alerte.
y haciéndote gemir con quejas tiernas Y al fin mirar con límpida mirada
hasta que el celo en ti también se yerga, tu cuerpo altivo junto a mí dormido
único idioma que jamás engaña; de grandes rosas malvas florecido,
y tu sonrisa dulce y fatigada,
y suavemente abriéndote las piernas
con la lengua de fuego de la verga cuando ya mis caricias no te quemen,
profundamente hablándote en la entraña? mujer ahíta de placer y semen.
V (bis) VI
Toda una noche para mí tenerte No sabréis nunca el odio que alimento,
sumisa a mi violencia y mi ternura, infame tejedor, sastre canalla,
toda una larga noche sin premura, hipócrita modista que mal haya,
sin nada que nos turbe o nos alerte. por vuestro arte y su crüel tormento.
Para vencerte, y vencerte, y vencerte, Pues ¿no es infamia, niña, que un fragmento
y para entrar a saco sin mesura de nylon deleznable, o una malla
en los tesoros de tu carne pura, de fino jersey sean la muralla
hasta que en un rendido hartazgo inerte en que se estrella el ardor más violento;
VII VIII
Eran el más solemne de tus dones tu lengua agraz bebía al fin el riego
cuando al fin liberabas sus perfiles de mi saliva, aún ayer prohibido,
en cuartos cursis de moteles viles, y mi cuerpo arrancaba del olvido
deliciosa de susto y decisiones. el tempo de tu ronco espasmo ciego.
Juguetona y nerviosa los mecías Qué paz... Tu sexo agreste aún apresaba
retozando desnuda sobre el lecho, gloriosamente el mío. Todo estaba
plétora pendular frente a mis dientes. en su sitio otra vez, pues que eras mía.
IX X
Los quiero embrutecer, pero es en vano: Hábil como una boca era tu coño.
en sus fibras más íntimas, maltrechos, Siempre había, después de tus felinas
aún guardan la memoria de tus pechos, agonías de gozo, en las divinas
su tibia paz, su peso soberano. frondas de tu deseo, otro retoño.
XI XII
Algo debe morir cuando algo nace; Y sin embargo, a veces, todavía,
debe ser sofocado, y su sustancia así, de pronto, cuando te estoy viendo,
chupada para ser riego o lactancia vuelvo a verte como antes, y me enciendo
en que otro ser su urgencia satisface. del mismo fuego inútil que solía.
No habrá otra hora pues en que te abrace Y me pongo a soñar en pleno día,
mientras muerdo en la cándida abundancia y reprocho al destino, corrigiendo,
de tus dos pechos; no habrá ya otra instancia como los locos, lo que fue; y no entiendo
en que tu cuerpo con mi cuerpo enlace; cómo no pude nunca hacerte mía.
Mi degollado ardor tu altar levanta, prueba que lo otro es nada —que gozaste,
mi reprimida hambre te alimenta, que a ti también este limbo te crispa,
y el yermo de mi lecho te cimenta. ¡que al fin te di el orgasmo!— y lo otro es nada.
XIII XIV
XV XVI
Cuando yaces desnuda toda, cuando Qué incomparable don que a un tiempo mismo
te abres de piernas ávida y temblando des a luz tu risa, y al abismo,
y hasta tu fondo frente a mí te hiendes, secretamente, valerosa te abras,
y hace que te conozca a un tiempo mismo y al fin me rompe, y soy ya puro embate,
volátil e infantil con el oído y un yo sin mí ya tuyo a ciegas late
y mujer y temible con la verga. gestándose en la noche de tu boca.
XVIII XIX
¿No es raro que acordarnos todavía Sé que no sabes que recuerdo tanto
nos ponga melancólicos y graves? tu piel untuosa y pálida, amasada
Hacíamos muy mal el amor, ¿sabes? con fiebre y luna, y tu boca abrasada,
Sin gracia, aprisa, sin sabiduría. blanda y jugosa y salada de llanto,
II III
Si del Amor, como Platón enseña, Sean dadas las gracias al sofoco,
nace en las almas el conocimiento, al estertor, al hipo, a la ronquera,
en los cuerpos en cambio un mutuo y lento a los ojos en blanco, a la bizquera,
conocer da al Amor su mejor leña. a la turbia visión fuera de foco.
Más dentro estallo cuanto más te entiendo, Aprendí para siempre, esa hora ardiente,
poco a poco mi verga va aprendiendo qué a gusto se revuelca el alma altiva
cómo excavar tu espasmo, aún invicta entre la piel, los pelos, la saliva,
IV V
Qué bien bailabas cuando oscuramente Hay una fantasía que a menudo
te sentías fundada en mi mirada. me hace temblar como una fiebre aguda:
Y a la vez, bien lo sé, yo no era nada tú yaces junto a mí toda desnuda;
en tu ritual salvajemente ausente. yo yazgo junto a ti también desnudo.
Duele saber que hundida en una cama una mano litúrgica en tu sexo
nunca darás lo que intocable alcanzas, de vello montaraz; la otra en un pecho;
y yo no sé soltarme solo al pasmo; y si pensara que me falta una,
mas lo que digo aquí, ¿dónde se trama? tu otro pecho, lo sé, figura el nexo
¿dónde sabes que miro mientras danzas? con tu parte intocable, tu derecho
¿dónde tenemos juntos este orgasmo? a un libre curso de remota luna.
CONMEMORABLES
(nuevos sonetos Votivos)
de Noticia natural
II III
Abrazarte al salir junto a la puerta, Nunca estoy más fundido con tu vida,
en camisón, descalza, despeinada, más en la honda ruta en que perdido
blanda y mimosa de haber sido amada, sigo tu más recóndito latido,
tibia de sábanas y mal despierta. que si cedes la grupa estremecida,
IV V
Para que al fin mi voz soltando el grito conocer sin remedio el peso ciego
te llame tú, tú, tú, escribo esto que hay que vencer en tu jugosa gruta
con las palabras que infectó tu nombre, para entrar en tu lazo palpitante
VI VII
con mis dientes, tus tetas, mi bufido, decirte «Quiero estar dentro de ti»,
mis garras, tu humedad, tu hondón peludo escuchar que me dice en un sofoco
—sin ti ni mí en su edén de sordomudo. «Quiero que estés dentro de mí» tu boca.
VIII IX
X XI
Hasta la paz que has trastornado gana: Sin piedad empuñado y sacudido,
sacia como la tierra subvertida tu cuerpo gime, implora y desvaría
su ahogada sed de oxigenada vida, en el alto voltaje de agonía
absorbe el sismo que añoró su gana, por mis dedos y labios inducido.
Guarda otra vez el tiempo en sus dobleces Nada sino la carne sueña y piensa;
el implacable polo que atraía sólo hundido en su fiebre y en su peso
mi urgencia alzada hacia tu oscura brecha, vive el sentido, y la aventura inmensa
como si hendirte a ti fuera a las veces que llamamos espíritu, y por eso
hacer mi propia paz de veras mía, no puede el ansia en la que te has urdido
en mis brazos violada y satisfecha. rendirse a la Verdad sin un rugido.
XII XIII
Todo el calor que por tu piel ondea Cómo me duele en la mañana fea
hacia el valle central de ti gravita, tu ausencia que me azolva los pulmones.
cálida orografía que transita Tiznado el rostro de hoscos nubarrones,
la mano que en tus vegas se pasea un cielo innoble y cegatón bizquea,
XIV XV
En el cerco hosco y negro de tus greñas falta entre mis anémicas paredes
una ternura tenebrosa anida, el rescoldo que, oculto en la hosca lana
turbia luz ávida en tus ojos fieros. de un pubis de mujer, irradia y mana,
fuente y pan de mis hambres y mis sedes:
Y en tu rostro de pronto están las señas
del otro, el de la espada tan temida, le falta al frondor rojo de mi otoño
el dios voraz y soberano: ¡Eros! la pavesa recóndita de un coño.
XVI XVII
sin avaricia, con más mimo que hambre, en su acre lujo, en su mudez ardiente,
haciéndome más tuyo que a ti mía, donde sé que eres negra abismalmente,
fiel en tu coño mismo a ti completa. ciega verdad donde anegar la mía.
XVIII XIX
Sabemos tanto ya, que de antemano No tengas miedo de este acecho mío:
es como si mil veces, en los hechos, la misma sed que hace de ti su presa
te hubiera hecho el amor: me sé tus pechos te hace libre también y siempre ilesa,
como me sé este oficio en que me ufano, y arde más que por ti por tu albedrío.
Cuando una tierna mano delicada, Esa infalible ley que me asegura
piadosa, ultramaterna, va rendida que mi verga da el éxtasis de suyo
a acariciar su escroto, desanida y que incito al acoso antes que tú yo
un aletazo de ala deslumbrada. me roba el homenaje y la aventura.
nunca pudo saberlo, madriguera y que estar más abajo que tus nalgas
del cielo que su madre nunca pudo no es amar preso y sin riesgoso abismo,
darle, sino soñar que alguien le diera. ni es por dócil menor el paroxismo.
Este fatuo estandarte que enarbolo me imponga como cáliz en que bebo
en el árido espacio, nunca pudo un límite inquerido y deprimente;
sostenerte en su fe de testarudo la edad más bien me hace ahora evidente
si pronto en tu refugio no lo inmolo. el sentido del trance en que me muevo.
Arcipreste de Hita
inédito