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El Peronismo Jujeño.

La década de 1920, fue importante para las provincias del norte argentino, ya que
se dio la consolidación de la producción azucarera a gran escala, en este sentido,
los ingenios conocidos como Ledesma, La Esperanza y La Mendieta completaban
el cuadro del sector azucarero jujeño.

A diferencia de los industriales tucumanos, en Jujuy y Salta, los ingenios utilizaban


caña de azúcar de su propiedad y contaban con mejores condiciones climáticas,
produciendo mejores resultados en la producción y beneficiándose por el bajo costo
de mano de obra proveniente de Bolivia.

Los ingenios azucareros, tenían un gran poderío económico y contaban con una
estrecha relación con la autonomía estatal bajo la forma inicial de una dependencia
financiera, a la que no lograron sustraerse ni los opositores radicales, de esta
manera la actividad azucarera se convirtió en la actividad económica más
importante de la provincia.

Los ingenios, constituyeron un poder económico y financiero de tal magnitud que el


funcionamiento del Estado jujeño dependía de los ingresos
derivados de los impuestos y empréstitos azucareros. Estos
ingresos permitían a la administración pagar sueldos a los
propios funcionarios, empleados civiles y policiales, realizar
y mantener obras públicas, instalar o ampliar servicios
básicos, etc. Lo elemental de este hecho, era que el Estado
quede en posición de deudor de los ingenios, así la política estaba en gran parte
sujetada por las empresas azucareras.
Los productores norteños de esta actividad, recurrían a cargos de senadores y
diputados nacionales por las provincias donde se encontraban sus ingenios.

El orden político vigente a nivel nacional durante los años de la restauración


conservadora se había caracterizado en todo el país, por un engaño de las reglas
consideradas normales para el desenvolvimiento eficiente del
sistema de partidos.

En Jujuy, una de las formas que asumía el fraude electoral, se


basaba en la presión ejercida sobre los votantes de los
departamentos en donde los ingenios poseían grandes cantidades de tierra, donde
los arrendatarios indígenas de las tierras provinciales, no solo eran obligados a
acudir a los trabajos en la zafra azucarera, sino también a votar por el candidato a
diputado provincial del partido conservador que se postulaba.
La influencia de la oligarquía azucarera de las provincias norteñas, había alcanzado
su punto más alto, luego del derrocamiento de yrigoyen en 1930, expresando su
poder mediante posiciones y puestos políticos ocupados directamente por
propietarios de ingenios. En este sentido, una de las figuras de mayor importancia
fue Herminio Arrieta, propietario del Ingenio Ledesma de Jujuy y conductor del
partido conservador local.

Los vínculos entre Estado y Capital, fueron llevados a su máxima expresión durante
la década de 1930, cuando individuos integrados a la esfera de influencia directa de
los ingenios azucareros alcanzaron los puestos políticos más altos del ámbito
provincial, instaurando un régimen oligárquico.

En 1940, después de una década de gobiernos conservadores, el radicalismo


accedería nuevamente al gobierno de la provincia, ya que Raúl Bertres, ganaba las
elecciones a gobernador y daba cuenta de una gran orientación popular, en
oposición permanente a las pretensiones de poder de los oligarcas azucareros.

Dos años después y en un contexto político diferente con el retorno a las “viejas
prácticas” electorales bajo la presidencia de Castillo, se producía la intervención
federal en la provincia. La convocatoria electoral realizada por el interventor fue
seguida por la abstención del radicalismo y el regreso del conservadurismo al poder.
Este escenario político, dejaba ver la real estructura de poder que poseían los
conservadores en Jujuy a lo largo de los años.

En general, el apoyo conservador, había jugado un importante papel en el ascenso


de Perón al poder. A diferencia de lo ocurrido en otras provincias, en Jujuy los
sectores conservadores se alinearían en bloque a las filas de la oposición,
constituyéndose en opositores del peronismo.
La intervención federal a la provincia, llevada a cabo por el gobierno militar
promovido al poder con el golpe del 4 de junio de 1943, ponía fin a la restauración
conservadora. Esta intervención no se caracterizaría por su aceptación a la
influencia de los intereses azucareros, ya que el entonces interventor Coronel
Manuel A. Sueiro, solucionaba un conflicto laboral ocurrido en el ingenio La
Esperanza, fallando a favor de los trabajadores en huelga, brindándole mejoras
salariales y rebajas en los precios de elementos de proveeduría.

La movilización obrera y sindical ocurrida en la provincia de


Buenos Aires el 17 de octubre de 1945 que pedía la liberación de
Juan Domingo Perón, detenido por fuerzas milites, marcaría la
orientación política de un nuevo régimen orientado a capitalizar
electoralmente el intervencionismo estatal en el terreno socio-
laboral. Este acontecimiento tuvo gran importancia en la vida
política de nuestro país, ya que daría inicio al partido peronista. Un mes más tarde
quedaba formado el partido laborista, con voluntad de instituirse como
representante y defensor de los intereses de la clase trabajadora.

Mientras tanto, en Jujuy, el nombre del viejo caudillo radical Miguel


Tanco, figuraba como uno de los posibles dirigentes del partido
laborista en el ámbito local. Sin embargo, la disidencia radical
encabezada por este líder político, tomando el nombre de Unión
cívica radical yorigoyenista, decidía brindar su apoyo a Perón y
presentarse en los comicios de 1946 como una fuerza separada del
partido laborista. En estos orígenes del peronismo jujeño, resaltaba MIGUEL TANCO
la homogeneidad de la fuerza tanquista y el rechazo de los conservadores a
cualquier posibilidad de alianza.

Los comicios del 24 de febrero de 1946, en las que el pueblo de la provincia debía
elegir presidente y vicepresidente de la Nación, diputados nacionales, gobernador
y vice gobernador además de diputados provinciales, otorgaron al partido liderado
por Tanco un triunfo arrollador. La UCR yorigoyenista, logro obtener no solo la
gobernación de la provincia, sino también, la mayoría de las bancas provinciales y
nacionales. Este resultado electoral, confirmaba la importante influencia de Perón y
el grupo Tanquista en Jujuy.

Una de las etapas más importantes de la historia política argentina del siglo XX, está
marcada por un antes y un después del surgimiento del peronismo, ya que las
medidas tomadas a nivel nacional por Perón y la Secretaria de Trabajo y Previsión
implicaron cambios significativos para gran parte de la sociedad y los trabajadores.
En Jujuy, una de las políticas sociales más importantes llevadas a cabo por el
gobernador peronista Alberto Iturbe (1946 – 1952), tiene que ver con la política
sanitaria, educativa y habitacional.

En el país, los primeros años del gobierno peronista, fueron los más prósperos
económicamente, durante este periodo fueron llevadas a cabo las obras publicas
más importantes. Esta situación económica favorable, le permitiría a Iturbe llevar a
cabo sus obras constructivas siguiendo los postulados del poder nacional, es decir,
a partir de la conformación del Estado Planificador en Jujuy. Es así que en diciembre
de 1946 se aprobaba el Plan Cuadrienal de Obras Publicas que tendrían principal
atención en el campo de la vivienda.

Además de estas acciones de mejoras sociales, la política social del régimen


peronista de Jujuy se había visto favorecida por la colaboración entre el gobierno,
la Secretaria de Trabajo y las organizaciones sindicales. Esto da cuenta de la
rapidez con que llegaron a implementarse numerosas disposiciones inclinadas a
adaptar las leyes existentes en materia laboral a la realidad de los trabajadores de
ingenios.
De esta manera la gestión peronista en la provincia, orientaría al Estado, no solo al
mejoramiento integral de las condiciones laborales del trabajador azucarero, sino
también hacia el objetivo de imponer ciertos límites al poderío económico del sector
y favorecer a la sociedad en general.

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