You are on page 1of 7

Las invasiones bárbaras

Fin del Imperio Romano

fechas historia de Roma

Occidente asediado

La división del Imperio en dos mitades, a la muerte de Teodosio, no puso fin a los problemas,
sobre todo en la parte occidental. Burgundios, Alanos, Suevos y Vándalos campaban a sus anchas
por el Imperio y llegaron hasta Hispania y el Norte de África.

Los dominios occidentales de Roma quedaron reducidos a Italia y una estrecha franja al sur de la
Galia. Los sucesores de Honorio fueron monarcas títeres, niños manejados a su antojo por los
fuertes generales bárbaros, los únicos capaces de controlar a las tropas, formadas ya
mayoritariamente por extranjeros.

El año 402, los godos invadieron Italia, y obligaron a los emperadores a trasladarse a Rávena,
rodeada de pantanos y más segura que Roma y Milán. Mientras el emperador permanecía,
impotente, recluido en esta ciudad portuaria del norte, contemplando cómo su imperio se
desmoronaba, los godos saqueaban y quemaban las ciudades de Italia a su antojo.

El saqueo de Roma

En el 410 las tropas de Alarico asaltaron Roma. Durante tres días terribles los bárbaros saquearon
la ciudad, profanaron sus iglesias, asaltaron sus edificios y robaron sus tesoros.

La noticia, que alcanzó pronto todos los rincones del Imperio, sumió a la población en la tristeza y
el pánico. Con el asalto a la antigua capital se perdía también cualquier esperanza de resucitar el
Imperio, que ahora se revelaba abocado inevitablemente a su destrucción.
Los cristianos, que habían llegado a identificarse con el Imperio que tanto los había perseguido en
el pasado, vieron en su caída una señal cierta del fin del mundo, y muchos comenzaron a vender
sus posesiones y abandonar sus tareas.

San Agustín, obispo de Hipona, obligado a salir al paso de estos sombríos presagios, escribió
entonces La Ciudad de Dios para explicar a los cristianos que, aunque la caída de Roma era sin
duda un suceso desgraciado, sólo significaba la pérdida de la Ciudad de los Hombres. La Ciudad de
Dios, identificada con su Iglesia, sobreviviría para mostrar, también a los bárbaros, las enseñanzas
de Cristo.

Fin del Imperio Romano de Occidente

Finalmente, el año 475 llegó al trono Rómulo Augústulo. Su pomposo nombre hacía referencia a
Rómulo, el fundador de Roma, y a Augusto, el fundador del Imperio. Y sin embargo, nada había en
el joven emperador que recordara a estos grandes hombres. Rómulo Augústulo fue un personaje
insignificante, que aparece mencionado en todos los libros de Historia gracias al dudoso honor de
ser el último emperador del Imperio Romano de Occidente. En efecto, sólo un año después de su
acceso al trono fue depuesto por el general bárbaro Odoacro, que declaró vacante el trono de los
antiguos césares.

Así, casi sin hacer ruido, cayó el Imperio Romano de Occidente, devorado por los bárbaros. El de
Oriente sobreviviría durante mil años más, hasta que los turcos, el año 1453, derrocaron al último
emperador bizantino. Con él terminaba el bimilenario dominio de los descendientes de Rómulo.

El fin del Imperio romano

La gloriosa historia del Imperio romano de Occidente llegó a su fin en el año 476, cuando Odoacro,
un caudillo bárbaro, destituyó al joven emperador Rómulo Augusto y asumió el gobierno de Italia

ROMANOS

Atila y el papa León

SCALA

En el 410 las tropas del visigodo Alarico saquearon Roma, causando una conmoción general en
todo el Imperio. Pero la ilustre historia del Imperio romano de Occidente vivió su último capítulo
en el año 476 en Ravena, ciudad que desde hacía unas décadas era la capital del mismo Imperio. El
general bárbaro Odoacro se hizo con el gobierno de Italia, tras destituir y desterrar a Rómulo
Augusto, el último emperador, un joven que por su debilidad se ganó enseguida el apodo de
"Augústulo", el pequeño Augusto.

Tradicionalmente, estos sucesos han sido descritos como los que marcaron el tránsito de la
Antigüedad a la Edad Media. Sin embargo, Augusto no fue el personaje principal de esta debacle,
sino tan sólo una víctima involuntaria de las decisiones de otros: en primer lugar, Orestes y
Odoacro; algo más lejos, en Constantinopla, Zenón, el emperador de Oriente; en la sombra,
condenado a la inacción, el depuesto emperador de Occidente, Julio Nepote. Orestes, padre de
Rómulo Augusto que estuvo afincado en Panonia (Hungría), llegó a unirse al séquito del huno
Atila.

Flavio Orestes, el padre de Rómulo Augusto, llegó a unirse al séquito del huno Atilia

A la muerte de este, en el año 453, Orestes buscó fortuna en el Imperio romano de Occidente,
donde desarrolló una exitosa carrera. Se rebeló y marchó contra el emperador Julio Nepote, que
huyó de Ravena en agosto de 475. Dos meses más tarde, el 31 de octubre, su hijo, Rómulo
Augusto, era proclamado en Ravena emperador de la parte occidental del Imperio romano.
Orestes ejerció el poder en nombre de su hijo durante los escasos diez meses que duró su
mandato: hubo de hacer frente a una rebelión de su ejército, y las tropas amotinadas escogieron
como líder a Odoacro. Comprimida entre Orestes y Odoacro, la figura de Rómulo Augusto quedó
empequeñecida, difuminada; fue una marioneta en manos de uno y otro, un instrumento más de
sus juegos de poder.

Causas de la caída del Imperio Romano

Caida del Imperio Romano - Rafael

El declive del Imperio Romano toma varias causas, pero aquellas fundamentales se detallan a
continuación. No existe sin embargo un orden definido para las causas de la caída del Imperio
Romano, ocurriendo muchas de ellas durante el último período del Imperio, mientras que otras se
encontraban presentes a lo largo de sus 500 años de existencia. En este artículo puedes encontrar
los hechos históricos que llevaron a la caída del Imperio Romano de Occidente.

Causas de la caída del Imperio Romano

Las causas de la caída del Imperio Romano se detallan a continuación en la siguiente lista:

Antagonismo entre el Senado y el Emperador


Una de las principales causas que explican la caída del Imperio Romano, consistió en el
antagonismo sostenido entre el Senado y los Emperadores. El Emperador romano poseía el poder
legal para gobernar sobre los asuntos religiosos, civiles y militares del estado, con el Senado
actuando como cuerpo consejero. El Emperador tenía el poder sobre la vida y la muerte, eran
poderosos, caprichosos y acaudalados, lo que trajo como consecuencia que se volvieran corruptos,
y muchos de ellos se abandonaran a un estilo de vida perverso, inmoral y engañoso. En no pocas
ocasiones, los Emperadores sufrieron el antagonismo del Senado, pues ocurría que los senadores
no simpatizaban con el Emperador, o este se oponía a los criterios del Senado.

Pérdida de la moral

Otra de las causas fundamentales que dieron al traste con el Imperio Romano, residía en la
pérdida de la moral. Este deterioro, especialmente en la clase alta, la nobleza y los Emperadores,
trajo un impacto devastador en el pueblo romano. Ejemplo de ello, encontramos en la inmoralidad
y la promiscuidad de los actos sexuales, incluyendo el adulterio y las orgías. Algunos Emperadores
como Tiberio, mantenían grupos de jóvenes muchachos para sus placeres, Nerón disfrutaba del
incesto, e incluso poseía un esclavo castrado para tomarlo como esposa, Heliogábalo forzó a una
virgen vestal para contraer matrimonio y Cómodo, famoso por su harén de concubinas, enfurecía
a la multitud romana sentándose en el teatro o en los juegos, vestido con prendas de mujer.

Decadencia de Roma

Esta pérdida de la moral, también afectó a la clase baja y los esclavos. Las fiestas religiosas,
conocidas como Saturnalia o los Bacanales, consistían en la realización de sacrificios, canciones
obscenas, actos lascivos y un derroche de promiscuidad sexual donde muchas veces, estos actos
bestiales y otros sucesos obscenos tomaban también lugar en la arena del Coliseo como mera
forma de entretenimiento. Los burdeles y la prostitución forzada florecieron, al igual que el
consumo masivo de alcohol, y los juegos de azar en los combates de gladiadores, donde no faltaba
la crueldad sádica hacia el hombre y las bestias de la arena.

Corrupción política y de la Guardia Pretoriana

El poder de la Guardia Pretoriana, la élite de soldados que componían la escolta personal del
Emperador, también cayó en un abismo de corrupción política, a tal punto, que su potestad les
permitía a este grupo masivo de soldados, decidir cuándo un Emperador debía ser depuesto y
cuándo debían nombrar uno nuevo. La historia de Sejano, comandante de la Guardia Pretoriana
durante el reinado de Tiberio, ilustra el poderío de los pretorianos. En cierto punto, la Guardia
Pretoriana llegó a subastar el trono del Imperio al mejor postor.

Rápida expansión del Imperio


El rápido crecimiento de las tierras conquistadas por el Imperio condujo a una necesidad de
defender las fronteras y los nuevos territorios de Roma. Los pueblos conquistados, al que muchos
romanos se referían como los bárbaros, mostraban un marcado odio hacia sus conquistadores. Los
impuestos establecidos a estos pueblos eran tan altos y abusivos, que las rebeliones se volvieron
un suceso frecuente.

Guerras constantes y alto gasto militar

Las frecuentes sagas bélicas llevadas a cabo por el Imperio, requerían de un presupuesto militar
excesivamente grande. El ejército romano se volvió cada vez más numeroso, y la demanda de
soldados era imparable. Los bárbaros, una vez conquistados, eran autorizados a unirse al Imperio
Romano en calidad de mercenarios extranjeros.

Economía decadente y alta inflación

El Gobierno Romano se encontraba constantemente amenazado por la bancarrota, en parte


debido al alto costo que demandaba el Imperio, y en parte también a su economía estancada, los
elevados impuestos y una inflación que condujo al final inevitable del Imperio Romano. La mayoría
de los habitantes de Roma apenas pudieron disfrutar de la increíble prosperidad de esta nación.
Por ejemplo, la cantidad de oro enviada al oriente en pago por bienes de lujo, llevó a una escasez
de este mineral para producir las monedas romanas. Como resultado, la moneda romana se
devaluó tanto, que el sistema de trueque hubo de ser implantado en una de las mayores
civilizaciones conocidas por el mundo.

Desempleo de la clase trabajadora

La mano de obra esclava y barata fue otra de las grandes causas que provocaron la caída del
Imperio Romano. Los plebeyos de Roma, al no poder competir contra los esclavos, quedaron
desempleados y pasaron a depender de las dádivas del Estado. Además de lo anterior, los
romanos pusieron en práctica una política de comercio sin restricciones que empeoró aún más la
situación de los plebeyos, pues se vieron imposibilitados de competir con el comercio extranjero.

Caida del Imperio Romano de Occidente

Ante ello, el Gobierno se vio obligado a subsidiar la clase trabajadora de Roma para equilibrar las
diferencias de los precios. El resultado final, fue que muchos de los plebeyos decidieron vivir de los
subsidios del estado, sacrificando su nivel de vida por la facilidad de una vida ociosa. La evidente
diferencia entre los romanos ricos y pobres aumentó aún más.
La chusma y el costo de los juegos de gladiadores

Si los miles de ciudadanos romanos desempleados se hartaron de sus vidas, esto llevó a
numerosos disturbios civiles y motines callejeros. El populacho necesitaba encontrar un modo de
entretenerse, y los espectaculares juegos de gladiadores comenzaron a llenar el vacío de sus vidas.
El costo de estos juegos corría a cargo de los Emperadores, y por ende del Estado, por lo que
muchos corruptos políticos patrocinaron los juegos para ganarse el favor y el apoyo del pueblo. El
costo de los juegos de gladiadores, eventualmente llegó a representar un tercio de los ingresos
totales del Imperio Romano.

La esclavitud

El número de esclavos se incrementó dramáticamente durante las dos primeras centurias del
Imperio Romano. La dependencia del pueblo romano a los esclavos fue tal, que no solo disminuyó
la moral, los valores y la ética, sino que propició el estancamiento de cualquier nueva tecnología
que pudiera producir bienes de manera más eficiente. Los romanos dependían de la mano de obra
esclava para casi todas sus necesidades, y esta dependencia inhibió cualquier cambio o
crecimiento tecnológico.

Por otra parte, el trato despiadado a los esclavos condujo a numerosas rebeliones y Guerras
Serviles, siendo la más reconocida de ellas, la encabezada por el famoso gladiador Espartaco. En
los últimos siglos del Imperio, y con el advenimiento del cristianismo, la actitud hacia el esclavo
cambió. Con la manumisión (acto de liberar a los esclavos), el número de la servidumbre
disminuyó considerablemente, junto a la dependencia de Roma por esta fuerza de trabajo.

Desastres naturales

Durante el período del Imperio Romano, no solo existieron guerras externas, enfrentamientos
civiles, peleas callejeras, incendios y rebeliones, sino también desastres naturales como las plagas,
la hambruna y los terremotos. Como en todos los períodos y sociedades, las personas buscaban a
quien culpar, incluyendo algunas religiones.

Cristianismo

La vida parecía desesperanzadora para los millones de personas regidas bajo Roma, y la idea de
una muerte temprana era algo inevitable. El cristianismo en cambio, promovía la creencia de la
vida después de la muerte, lo que dio un nuevo aliento de esperanza y coraje al desesperado
pueblo romano. Con el paso del tiempo, el Emperador Romano Constantino el Grande, se
proclamó devoto de la fe cristiana y emitió un edicto en favor de los cristianos otorgándole su
protección. Poco a poco, el Imperio Romano pasaría de una actitud antagonista a un estilo de vida
pacífico.
Caida del Imperio Romano

Invasión bárbara

Durante su reinado, Roma acumuló el odio de sus enemigos más cercanos. Dentro de ese rango,
los ejércitos bárbaros se encontraban compuestos por tribus como los visigodos, los hunos y los
vándalos. El golpe final que llevó a la caída del Imperio Romano, fue infligido por estas tribus
bárbaras. La ciudad de Roma fue saqueada por los visigodos en el 410 d. C., y por los vándalos en
el 455 d. C., evidenciando la desintegración de la autoridad romana y su inevitable declive.

You might also like