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1. ASPECTOS FORMALES
1. OBJETO DE TRABAJO
La pedagogía tiene como principio fundamental coadyuvar a formar el ser humano para
que éste construya una mejor sociedad; por lo tanto, el estudiante de licenciatura debe
entender el entramado social con sus componentes y principales construcciones para
poder interpretar y proponer soluciones que desde la escuela transformen el contexto.
Ser pedagogo implica entonces, desde esta mirada, tener la capacidad de entablar un
diálogo permanente con el mundo de la vida que construyen los actores educativos
(estudiantes, docentes, padres de familia y comunidad en general), para que
decodificando esas necesidades reales, pueda plantear acciones-pensamientos que
procuren transformar esa realidad. De dimensionar ese deber docente, ser encarga este
curso.
INVESTIGACIÓN EN HISTORIA DE LA
EDUCACIÓN PEDAGOGÍA EN COLOMB.
PEDAGOGÍA Y SOCIEDAD
3. PROPÓSITOS DE FORMACIÓN
Reconocer la relación directa que se teje entre la pedagogía y la sociedad. Para ello debe:
NÚCLEOS PROBLÉMICOS
LECTURAS BÁSICAS
LECTURAS BÁSICAS
NÚCLEO PROBLÉMICO 4-5. ¿Cómo se concibe una pedagogía con enfoque social?
LECTURAS BÁSICAS
FERNÁNDEZ MORENO, Juan Manuel. Paulo Freire: una propuesta de comunicación para
la educación en América Latina. 8 páginas.
LECTURAS BÁSICAS
Nadie pudo imaginar de manera exacta, hace cincuenta años en plena revolución social
de la década de los sesenta, que la educación sería la cuestión a resolver, la esencia de la
vida para abordar los siglos venideros. Cuando la cultura tradicional se desbordó, y las
aulas se convirtieron en campos de lucha ideológica, cuando los profesores fueron
tildados como amanuenses del sistema y catalogados como los tiranos del saber, en esos
momentos nadie pensó que esas prácticas anarquistas del momento pondrían a la
humanidad a reflexionar sobre la razón de ser la educación. Muchos jóvenes, influidos por
el hipismo, por los deslumbrantes jovencitos de Liverpool (con los que por primera vez los
medios mostraron su poder de influencia), con la revolución sexual como arma mortífera
usada en contra de la familia como statu quo; decidieron gritar al unísono: “No
necesitamos educación/ No necesitamos control mental/ No más sarcasmos en clase
profesores/ Dejen en paz los niños/”2 En esos momentos la concepción de educación
como oficio se debilitó profundamente y empezó a gestarse la idea del «arte de educar».
Sin embargo, la educación durante todos estos años posteriores, se vio envuelta en las
necesidades de desarrollar seres para la producción y se fue convirtiendo en un simple
medio de instrumentación para afrontar los cambios universales, descuidando el reclamo
implícito en aquella revolución cultural. Había que trasmitir saberes encaminados a la
capacitación de seres para la era de la informática, es decir capaces de movilizarse en las
múltiples formas del conocimiento, con lo cual la ciencia se fragmentó en mil pedazos y la
sociedad terminó invadida por especialistas del conocimiento, capaces de desentrañar los
fenómenos tecnológicos más complejos, pero incapaces de interactuar de manera ética
con los demás congéneres. Los centros educativos de toda índole, se convirtieron en
fábricas del conocimiento, descuidando la esencia del hombre: la vida.
Pero de igual manera, muchos pensadores de diferentes áreas del conocimiento, han
venido retomando aquellos ideales de la educación y de forma contracultural han
elaborado propuestas encaminadas a reconstruir el acto educativo, sobre todo desde
concepciones humanísticas, centradas más en el ser como constructo humano, que en su
papel de ente productor. Dentro de esa corriente se aborda el texto “Los cuatro pilares de
la educación”3 de Jacques Delors, del cual se haré una introducción de manera reflexiva.
1
DE MELLO, Anthony. Un minuto para el absurdo. ?
2
Traducción del tema: Another brick in the wall, del legendario grupo de rock Pink Floyd, que se convirtió en himno del
descontento estudiantil desde su aparición. En: Revista Universidad del Tolima. Humanidades y Ciencias Sociales.
Ibagué. Julio 1991. Página. 127.
3
DELORS, Jacques. La educación encierra un tesoro. Madrid. Santillana. Ediciones UNESCO. 1996.
4
Ibid., Página 95.
establece una concordancia con el título: La educación del futuro: Ars Vs. Officium. Por
una parte, siguiendo a Delors, la educación debe comprometerse en buscar las
herramientas necesarias para poder deconstruir y reconstruir la complejidad del mundo
postmoderno, cuya principal características es que todo es válido y que todo está en
permanente cambio; por otra parte la educación debe mostrar un derrotero capaz de
desentrañar las múltiples rutas de ese mundo y evitar que el desenfreno de la carrera nos
conduzca a la autodestrucción, al aislamiento, a la individualización total del ser y la
insolidaridad. Para contrarrestar estas realidades, la educación del futuro que debe darse
hoy, debe asumir cuatro sentidos: Aprender a conocer, Aprender a hacer, Aprender a vivir
juntos y Aprender a ser.
Aprender a hacer es una forma de aprendizaje que debe intentar respuestas a la pregunta:
¿cómo enseñar al alumno a poner en práctica sus conocimientos? 7 Y esto también tiene
que observarse desde la óptica cambiante de los entornos y por lo tanto de las prácticas
posibles del conocimiento. ¿Será que el conocimiento adquirido por el alumno es flexible y
le permite acceder al mundo de la producción cuando se enfrenta a él? La época actual no
puede limitar al ser humano en la manipulación de la herramienta, sino que debe permitirle
la transformación de la misma. Cada vez, sobre todo en las economías mas desarrolladas,
se necesitan menos operarios en el sentido Taylorista, pero requiere de más seres
socialmente preparados para interactuar en un sistema de relaciones complejas. En ese
sentido Aprender a hacer está relacionado directamente con el desarrollo de
competencias, como lo expone Delors:
5
Ibid., Página 97.
6
Ibid., Página 97.
7
Ibid., Página 99.
profesional, el comportamiento social, la aptitud para trabajar en equipo, la
capacidad de iniciativa y la de asumir riesgos”8
Es decir, un individuo listo para acceder a la cadena productiva de la era actual. Esta
concepción es debatible desde la óptica humanística de la educación, pero es necesario
preguntarnos si ese concepto de educación es necesario o no para poder hacerle frente al
mundo globalizado que nos acomete, cuya respuesta sospecho sería un contundente si.
Aprender a vivir juntos, tercera categoría de aprendizaje propuesta por Delors, está
enfocada en dar una respuesta a la pregunta: ¿Sería posible concebir una educación que
permitiera evitar los conflictos o solucionarlos de manera pacífica, fomentando el
conocimiento de los demás, de sus culturas y espiritualidad?9, pregunta de vital
trascendencia para la supervivencia de la cultura humana. Los hechos recientes nos
muestran una clara tendencia al antagonismo total de ciertos sectores ideológicos de la
humanidad. Pareciera que el desarrollo tecnológico alcanzado por el ser humano le ha
impedido progresar en otros sentidos, y además la naturaleza humana actual es ante todo
competitiva y eso contribuye a fortalecer la condición natural de rechazo ante el otro, ya
que: “...los seres humanos tienden a valorar en exceso sus cualidades y las del grupo al
que pertenecen y a alimentar prejuicios desfavorables hacia los demás”10 Es por tal motivo
que la educación se debe preocupar por crear espacios de interacción en donde se
promueva el respeto por la diferencia y la valoración del otro, para acceder a la posibilidad
de conformar colectivos humanos que piensen en lo humano. Sobre esta preocupación,
Jiddu Krishnamurti desarrolló toda una teoría que se enmarca dentro de la línea de las
escuelas del pacifismo y que tuvo mucho auge en las décadas de los años 70 y 80, como
reacción posterior a la revolución educativa de los años sesenta. La principal característica
de dicha escuela radicaba en que:
“La filosofía pacifista descubre al educador actual una serie de valores sencillos,
naturales, profundamente humanos, y en consecuencia, necesarios...y al parecer
hoy en día olvidados totalmente: nos referimos al amor, a la comprensión, a la
libertad, a la autonomía, y en suma, a una concepción de la acción pedagógica
pareja a una verdadera acción espiritual”11
La cuarta categoría llamada Aprender a ser, está construida en relación con las tres
anteriores, ya que anuncia el desarrollo integral de cada individuo como meta primordial
de la educación, y le gran importancia a que: “Todos los seres humanos deben estar en
condiciones, en particular gracias a la educación recibida en su juventud, de dotarse de un
8
Ibid., Página 100.
9
Ibid., Página 103.
10
Ibid., Página 103.
11
COLOM, Antoni J. / MELICH, Joan-Carles. Después de la modernidad nuevas filosofías de la educación. Barcelona.
Paidós. 1997. Página 153. Este tema en particular es abordado de manera clara en el capítulo titulado: “La ideología
permanente: el pacifismo” Páginas 135-165.
pensamiento autónomo y crítico y de elaborar un juicio propio, para determinar por sí
mismos qué deben hacer en las diferentes circunstancias de la vida”12 Lo anterior hace
pensar que para que la educación esté a la altura de dicho reto, debe propender por la
libertad de pensamiento, el cuestionamiento, el juicio y los criterios, y la creatividad como
oportunidad de expresar el sentir individual y colectivo de los participantes en el proceso
educativo.
12
Op. Cip. DELORS, Jacques. Página 106.
PAULO FREIRE: UNA PROPUESTA DE COMUNICACION PARA LA EDUCACIÓN EN
AMÉRICA LATINA
Las ideas en este texto son el origen de dos circunstancias que se hermanan desde su
concepción: el gusto por la lectura de Paulo Freire y el trabajo de un grupo de
investigadores en comunicación y educación. Estas circunstancias conjugan el ser y hacer
de la docencia en comunicación y toman forma en el campo de la Comunicación Educativa
en el Aula (C.E.A.).
El enfoque de cada uno de los investigadores ha resultado en la diversidad de caminos
para enriquecer a la CEA. Actualmente, una de esas direcciones toma camino hacia
Brasil, en donde encontró a uno de los principales teóricos de la educación en América
Latina y el mundo: Paulo Freire.
Porque Freire pensó y buscó la realidad como el camino que traspasó y transformó las
fronteras de la concepción del mismo ser humano y del mundo (su historia y su cultura),
entre la teoría y la práctica, entre el texto y el contexto, entre el educador y el educando.
Porque la propuesta de Freire fue, es y será pedagógica: "ayudar al hombre a ser
hombre"; pedagogía que basó en la evolución de conceptos como sociedad, educación y
diálogo (comunicación).
Paulo Freire se ocupó de los hombres y mujeres "no letrados", de aquellos llamados "los
desarrapados del mundo", de aquellos que no podían construirse un mundo de signos
escritos y abrirse otros mundos, entre ellos, el mundo del conocimiento (sistematizado) y
el mundo de la conciencia (crítica). Porque para Freire el conocimiento no se transmite, se
"está construyendo": el acto educativo no consiste en una transmisión de
conocimientos, es el goce de la construcción de un mundo común.
Un mundo actual donde el desarrollo tecnológico es el hilo conductor de los grupos
sociales y ocupa, cada vez más, espacios estratégicos y determinantes en la formación de
las sociedades actuales.
Para Freire la relación entre comunicación, educación y sociedad humana es de total
implicación. En realidad no existe ser humano fuera de la sociedad y ésta no puede existir
sin algún modo de educación. Más aún, la "forma" de la educación se relaciona
directamente con la "forma" de la sociedad.
Cuando se habla de una sociedad crítica, abierta, plástica; entonces se habla de una
educación de igual magnitud en el proceso enseñanza-aprendizaje. Y esta enseñanza,
parte de la educación, exige la competencia del diálogo (comunicación), ya que sin éste no
puede darse la primera, por lo tanto, estas dos áreas se conforman como una constante y
han tomado expresión a lo largo de la historia en lenguajes como la danza, el teatro y los
cantos, entre otros. Así mismo, con el avance tecnológico de cada grupo social, se piensa
en la pintura, la escultura, la escritura en papiro, en piedras, en cerámica y,
posteriormente, la fotografía, el cine, la cartografía, la radio, la televisión, las
computadoras (INTERNET), etc.
Bajo esta visión, se habla de una sociedad de la información, en la cual el individuo como
usuario de algún tipo de tecnología puede "conectarse" al mundo, satisfaciendo una
necesidad básica: comunicarse. Cuando se habla de comunicación el referente varía
desde la relación cara a cara (interpersonal), hasta el salto vertiginoso del uso de nuevas
tecnologías como pivote fundamental del desarrollo de las (nuevas) sociedades
capitalistas. Sin embargo, estas líneas no responden a estos referentes, sino que pretende
llegar al ámbito de aquellas características que sustentan, que conforman la relación entre
el alma de la educación y la comunicación. Y, según Paulo Freire, esta relación deberá ser
reflexiva, dialógica, que implique y forme a un ser humano libre, justo y equitativo.
Paulo Freire se refiere al hombre y a la mujer como seres biológicos e históricos. La
condición de histórico sólo se alcanza cuando el sujeto se da cuenta, conscientemente, de
las relaciones que mantiene con otros sujetos y con el mundo en que se sitúa(n). Y
distingue al ser humano en dos:
- Ser de relaciones y
- Ser de contactos
El Ser de Contactos
Cuando el ser humano es reducido únicamente a un "estar en" el mundo, a una pura
permanencia, en donde la captación de la realidad y las relaciones entre datos y datos,
hechos y hechos es sólo un reflejo (doxa), entonces se habla de un ser de contactos,
quien tiene respuestas unívocas, singulares (no plurales), reflejas y no reflexivas, estas
respuestas (a problemas cotidianos) son culturalmente inconsecuentes.
En esta esfera, el Ser se limita a vivir minimizado al acto biológico de estar presente y se
caracteriza por la casi total centralización de sus intereses en torno a formas vegetativas
de vida; esto es, sus preocupaciones se ciñen más a lo que hay en él de vital,
biológicamente hablando, y no en que le falta tenor de vida en el plano histórico. Este Ser
de contactos se caracteriza por la adaptación, el acomodamiento y/o el ajuste, lo cual se
expresa en:
síntomas de deshumanización
comportamientos de la esfera animal
pérdida de la capacidad de optar (crítica)
sometimiento a prescripciones ajenas
acomodo, ajuste, ya no se integra
incapacidad de alterar la realidad
alteración de sí mismo para adaptarse
destemporalización
desarraigo
masificación, en anonimato: no existe, sólo vive.
Por ello, Paulo Freire precisó una lucha por la humanización, una lucha para integrar al
sujeto con el mundo constantemente amenazado por los factores de la opresión y superar
aquello que hace del sujeto un individuo acomodado o ajustado.
El ser humano dinamiza el mundo con esta lucha a través de actos creativos, recreativos y
de toma de decisiones, esto le permite tener un mayor campo de dominio sobre la
realidad, acrecentándola y humanizándola con algo que él mismo construye: cultura e
historia. Es decir, el sujeto comienza un proceso de temporalización de espacios
geográficos e instaura un juego de relaciones con los demás seres y con el mundo.
Alterar, crear y responder a los problemas cotidianos permiten dar movimiento a la
sociedad y, por tanto, a la cultura.
El diálogo, para Freire, es un fenómeno humano y revela la palabra; ésta como algo más
que un medio para que el diálogo se produzca, e impone buscar su esencia: acción y
reflexión, en tal forma, solidarios y en interacción radical. No hay palabra verdadera que no
sea unión inquebrantable entre acción y reflexión.
La palabra
La existencia, en tanto humana, no puede ser muda, silenciosa, ni tampoco nutrirse de
falsas palabras, sino de palabras verdaderas con las cuales los hombres y mujeres
transforman el mundo. Existir, humanamente, es "pronunciar el mundo", es transformarlo.
El mundo pronunciado, a su vez, retorna problematizado a los sujetos pronunciantes,
exigiendo de ellos un nuevo pronunciamiento.
Los seres humanos se hacen en la palabra, en el trabajo, en la reflexión. Decir la palabra
es derecho de todos e implica el encuentro de los sujetos para la transformación de este
mundo. El diálogo es el encuentro de los Seres-Sociedades-Naciones, mediatizados por el
mundo, para pronunciarlo sin agotarse en una relación yo-tú.
Si al decir la palabra con que al pronunciar el mundo los hombres y mujeres lo
transforman, el diálogo se dispone como el camino mediante el cual los sujetos ganan
significación en cuanto tales. Por esto, el diálogo es una exigencia existencial.
El diálogo es un acto creador; la conquista implícita en él es la del mundo por los sujetos
dialógicos, no la del uno por el otro. Conquista del mundo para la liberación de los seres y
de las sociedades.
La autosuficiencia en el diálogo es incompatible, porque quienes carecen de humildad o
aquellos que la pierden, no pueden aproximarse al pueblo. Si alguien no es capaz de
sentirse y saberse tan ser humano como los otros, significa que le falta mucho por caminar
para llegar al lugar de encuentro con ellos. En este lugar de encuentro no hay ignorantes
absolutos ni sabios absolutos, hay seres humanos en comunicación en busca de saber
más: de sí mismos, de los demás y del mundo.
No hay diálogo tampoco si no existe una intensa fe en los sujetos mismos, en su poder de
hacer y rehacer, de crear y recrear; fe en la vocación de Ser más. La fe en los Seres es un
dato a priori del diálogo, existe aún antes de instaurarse éste.
Notas Bibliográficas
1 Freire define al mundo como una realidad objetiva, independiente del Ser y posible de
ser conocida. Cabe aclarar que este concepto toma varios sentidos según la época
histórica en que la concibe, por ejemplo, en Pedagogía del Oprimido lo define como el
"lugar de encuentro de cada uno consigo mismo y con los demás", la relación es de tipo
social y conciliatoria.
2 La unidimensionalidad del tiempo hace referencia a un "hoy" constante, un "exceso" del
tiempo presente del sujeto, en el cual se ahoga y está preso, en donde no hay toma de
conciencia del tiempo y del espacio, de su condición histórica, de sí mismo y de los otros.
FREIRE, Paulo. La Educación como Práctica de la Libertad. p. 30.
3 "La esperanza es una necesidad ontológica", es el diseño, la conjetura de lo que se va a
hacer en la realidad, conlleva un trabajo diario, constante, con objetivos que indican la
dirección o direcciones para llegar a "algún" lugar... la utopía. FREIRE, Paulo, Pedagogía
de la Esperanza. p. 8
4 Auto-objetivarse.- es no ser aquello de lo que se tiene conciencia; es "como salir de sí
mismo" y observarse desde afuera.
5 FREIRE, Paulo. Op. Cit. pp. 29-30
Bibliografía
Freire Paulo. Pedagogía del Oprimido, México. Siglo XXL. 1970.
La educación como práctica de la libertad. México. Siglo XXI. 1980.
Pedagogía de la esperanza. México. Siglo XXI. 1985.
EL RETORNO AL MUNDO DE LA VIDA
Hemos sido arrebatados de nuestro hábitat para llevarnos a la escuela. Ese lugar artificial
en donde unos mandan y los otros obedecen, en donde las paredes se ciernen sobre
nuestros instintos, en donde la puerta es amplia para entrar y estrecha para salir, en
donde nuestros pensamientos son sólo «anécdotas», ese lugar cuyo oasis llamado
RECREO, es apenas un una pequeña estancia en el largo y lento trajín del reloj...Pero
existe un futuro alentador, llegar a la Escuela del Pensamiento Superior, la tierra
prometida en donde se construye un ambiente similar al primigenio, en donde los
maestros son doctos, en donde los horarios los podemos elegir, en donde no se necesita
de un patio de descanso porque la flexibilidad es señora errabunda de los campus, en
donde el ethos se construye entre diatribas y derechos a la igualdad...mentira mil veces
contada... La universidad casi siempre es un sueño y los sueños, sueños son, decía
Calderón de la Barca.
Las aulas, (¿será extraña coincidencia su parecido fonético a la palabra “jaulas”?) se han
erigido como lugares artificiales. Se han convertidos en monumentos apológicos a los
campos de concentración del saber. No importa cuántos juegos de piso y pared se invente
el maestro para hacernos más emotiva su transmisión de saberes, siempre será un lugar
frío y siniestro si rompe nuestros sueños, si olvida nuestro origen, si es ajeno a nuestras
motivaciones y necesidades.
La mayoría de aulas que habité y aún habito fueron, y siguen siendo, diseñadas por el
ogro de la educación. Un pizarrón, un tablero acrílico, sillas lo suficientemente incomodas
para hacer detestable el arte de estar sentado, algunos graffitis freudianos escritos por las
manos temblorosas de las adolescentes, un maestro, profesor, docente u tutor al frente
con aire de grandeza, una mesa, un pulpito o cualquier otro mueble en mejor estado que
las sillas de los estudiantes para recordarles la diferencia de estatus, pocas sonrisas,
muchos miedos, cientos de preguntas del profesor para resolver, ninguna diseñada para la
incertidumbre; miles de preguntas del estudiante, ninguna posible de formular. Un horario
por cumplir, unas temáticas predispuestas por alguien tan lejano que es imposible de
imaginar, unos premios establecidos para los mejores replicadores, para los mejores
plagiadores del conocimiento y unos castigos para los diferentes, para los que tienen su
propia opinión, para los que se niegan a repetir. En esas aulas lo que más se anhela es la
libertad, lo que más se detesta es el conocimiento. Puede ser disonante pero he aprendido
más por fuera del aula que dentro de ellas, porque afuera he podido hablar de igual a igual
con mis mejores maestros, he compartido las vivencias de mis estudiantes, he degustado
las derrotas y los triunfos de mis compañeros, he compartido lecturas, he derrumbado
teorías, he construido hipótesis, he contra argumentado sueños... y todo esto sin
necesidad de que alguien me sobornara con la imagen ilusoria de la nota.
¿Por qué el aula no puede ser un espacio diferente? Ingresar a una implica despojarse del
traje de la vida cotidiana y asumir el «uniforme» de estudiante. ¿Acaso son seres distintos
el que aprende y el que vive?
Como punto de encuentro el aula es válida. Allí se llega pero para emprender un viaje,
para acompañar aun colectivo que sabe y que quiere saber más. El aula es como la
primera estación del saber, en donde organizamos el equipaje, verificamos el boleto,
listamos los accesorios y utensilios necesarios para el viaje y nos reunimos para partir.
Desdichadamente la mayoría de aulas sólo alcanzan a ser estaciones solitarias en donde
el deseo de viajar ha sido olvidado, y sólo se ofrece la posibilidad de conocer el mundo a
través de un mapa.
El aula como lugar artificial no debe ser destruida, debe ser transformada. La esencia no
está en su construcción física, está en la mente y en el corazón de quienes por oficio o por
concepción ética la habitan. Igual he visto salones dotados de variadas herramientas
didácticas ser un desierto y pequeños albergues sin ni siquiera sillas, ser un oasis. Del
aula deben emigrar urgentemente el poder, la mentira, la injusticia y los ilusionistas, para
darle paso a la autoridad, la búsqueda de la imposible verdad, la equidad y los mediadores
del saber.
kapy-2005
EL MUNDO DE LA VIDA
Por eso la escuela debe retornar al mundo de la vida, el mundo inmediato, el mundo
natural, ese del cual nos quieren separar para llevarnos al jardín infantil, a la escuela, a la
oficina, a la fábrica, ese mundo que define Mélich como:
Para acceder al mundo de la vida del estudiante hay que desmontar el concepto de
máquina trivial que ha predominado en la escuela (consciente o inconscientemente)
Dentro de la concepción sistémica de la educación se plantea que la formación es parte de
un proceso continum, lo cual determina el mismo como dinámico e infinito. Así, cada vez
que se cierra un ciclo de formación se abre otro el cual requiere de unas entradas o
saberes previos, unos procesos o aprendizaje y unos resultados o saberes finales, que de
igual manera continúan el ciclo. El gráfico es de la manera:
CAJA
ENTRADAS NEGRA SALIDAS
14
MÉLICH, Joan-Carles. Antropología simbólica y acción educativa. Piados. Barcelona. 1996.
Saberes Aprendizaje Nuevos
Previos Escolar saberes
PROCESOS DE FORMACIÓN
en el model
ESCOLAR
En esta concepción no hay ningún problema porque el mundo es sistémico y por lo tanto
la educación como proceso social lo es, lo que sucede es que la complejidad del sistema
se reduce de manera peligrosa cuando se cree que el estudiante como elemento
(máquina) trivial del sistema puede ser manipulable para producir un resultado deseado.
Así por ejemplo, se tiende a especular que para obtener seres preparados para el mundo
moderno estos deben ser capaces de desenvolverse dentro de ciertos esquemas, por lo
tanto no es sino agregar «predeterminados» ingredientes en el aprendizaje disciplinar y
zas! Obtenemos el ser que deseamos. Esa malformación planteada en la supuesta
eficacia de la escuela, conllevó al manejo de la Escuela bajo los preceptos de un recetario.
Lo anterior fue planteado por Niklas Luhmann, cuando diferencia, precisamente hablando
de la educación como sistema, las máquinas triviales y no triviales, y retomando los
estudiantes dentro de la categoría de estas últimas, dice:
LA UTOPÍA DE LA AUTONOMÍA
La utopía es un «sin lugar», es el sueño benéfico de la raza humana y hay que hacer la
aclaración porque la humanidad ha estado plagada de sueños mezquinos, por eso
surgieron seres del tamaño demencial de Hitler o Stalin, porque los pueblos tenían sueños
demenciales y fácilmente manipulables, y ellos encarnaron sus ideales de superioridad, su
deseo de ser el «otro que domina«, no el «otro igual». Autonomía es un gobernarse así
mismo, lo cual resulta paradójico en el mayor mundo dependiente construido. La utopía de
la autonomía es el sueño del humanista y la tortura del hombre simple.
Uno puede rastrear las utopías de la escuela y darse cuenta que ellas fueron
desapareciendo bajo la carcajada sonora de las necesidades. Frases como las siguientes
se encargaron de alejar las utopías.
Es increíble pero estas frases las he escuchado a personas que se jactan de ser
educadores. Ellas, las metafísicas utopías tuvieron su momento de gloria en los años
sesenta en medio del sonido estridente de las guitarras eléctricas, pero fueron absorbidas
por el mundo acelerado de la eficiencia y la eficacia, por los centros del poder, por la
escuela y sus calificaciones (¿cómo medir una utopía?). Pronunciar la palabra utopía hoy
en día es como nombrar una extraña medicina de un viejo chamán.
De igual manera, la autonomía (como palabra pedagógica) hoy tiene su auge. En las
Escuelas de Pensamiento Superior y en casi todo ámbito educativo nombrarla significa
estar «in». La autonomía se apodera de los discursos educativos, de las normatividades,
de las reglas de juego entre docentes e instituciones educativas, pero nadie saber
exactamente qué es y para qué sirve. La escuela pregona autonomía y está sujeta a las
necesidades mezquinas del mercado global. El profesor habla de autonomía pero es él
quien decide quién sabe y quién no. El estudiante dice estar en proceso de construcción
de su entorno autónomo, pero sólo le preocupa tener una nota suficiente, una exposición
adecuada, un cartón que lo acredite. Todas esas acciones indican que nunca habíamos
estado tan lejos de la autonomía como hoy.