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Etimología:

«Parusía» deriva del término griego παρουσία (parousía), forma sustantivada del verbo
πάρειμι (páreimi, «estar presente, asistir»).1 El significado principal del sustantivo era
«presencia» o «bienes», aunque en sentido figurado podía significar «venida» o «llegada». 2
En el griego del Nuevo Testamento se utiliza, salvo excepción, con el significado
escatológico del segundo advenimiento de Cristo.

Del Elenismo:

En los papiros de la literatura helenística, parousia "es un término técnico para la llegada
de un emperador, un rey, un gobernante, persona famosa a la ciudad o provincia". A veces
parousia es usada para describir la invasión de una provincia por un general.

El vocablo helenístico p. significa llegada, visita y presencia de ejércitos, empleados,


soberanos o divinidades. En el AT falta un equivalente hebreo, y los LXX no muestran
contacto alguno con la terminología neotestamentaria. Pero el concepto fue ya empleado en
sentido escatológico en la apocalíptica greco-judaica. También en el NT se unen en el
concepto de p. elementos griegos antiguos con ideas veterotestamentarias sobre el día de
Yahveh. En el NT la p. es en gran parte intercambiable con «día de Dios» (cf. Am 5, 18;
Sal 96, 13; 98, 9; etc.). Lc, Jn, Heb, Jds y Ap emplean sólo éméra. Parusía y éméra son
términos que aparecen juntos en Pablo, Santiago, 2 Pe y 1 Jn. Según esto, éméra era
originariamente el término más antiguo, que luego fue desplazado más y más por p. Este
proceso muestra además que p. fue referido sobre todo al momento del juicio y por tanto
asumió la significación de éméra. De los lugares paralelos Mt 24, 3, Lc 21, 7 (D) se
desprende que p. equivale también a «venir». Todos los documentos muestran que p. nunca
significa segunda venida, sino que siempre significa venida simplemente, pero no la llegada
de Jesús en la carne, sino la llegada del Hijo del hombre en el juicio universal.

Del Catecismo:

1001 ¿Cuándo? Sin duda en el "último día" (Jn 6, 39-40. 44. 54; 11, 24); "al fin del
mundo" (LG 48). En efecto, la resurrección de los muertos está íntimamente
asociada a la Parusía de Cristo: El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y
por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer
lugar (1 Ts 4, 16).

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