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María Parado de Bellido

Miércoles, 01 de abril de 2015 | 4:30 am

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En estos días se cumple un aniversario del fusilamiento de la heroína ayacuchana María Parado de
Bellido. Como es conocido, ella actuó en la independencia en favor de la causa patriota y fue
ajusticiada por negarse a revelar quién le había confiado un secreto de guerra. Por ello, su caso
corresponde a ciertos principios que no son habituales en el Perú actual. A diferencia de quienes
prometen algo y hacen lo contrario, María Parado se sacrificó en aras de la consecuencia.

Era fines de marzo de 1822, cuando esta señora de unos 50 años fue detenida por las tropas
realistas que ocupaban Ayacucho. La coyuntura política había sido abierta 18 meses atrás por el
desembarco del general José de San Martín en Pisco en setiembre de 1820. En ese momento, el
libertador nombró a Álvarez de Arenales como responsable de una columna encargada de
adentrarse en la sierra y levantar entusiasmo por la independencia. Arenales tomó Ica y después
de combatir en Nazca subió a la sierra por Puquio; capturó Huamanga antes de dirigirse al valle del
Mantaro, continuó su camino y combatió exitosamente en Cerro de Pasco; finalmente retornó a la
costa, a reunirse con el campamento general que se había movido a Huara en el norte chico.

Cuando Arenales recorrió la sierra central, los patriotas locales sacaron cabeza y tomaron las
ciudades, que luego no pudieron mantener al retornar los realistas, que se habían hecho fuertes
en la sierra sur, desde donde combatieron con energía y decisión. En esa circunstancia fue
interceptada una carta enviada por María Parado a su esposo, informándole de los planes del
ejército realista. El hijo de María Parado se había unido a las guerrillas patriotas, mientras que su
esposo iba y venía. La carta mostraba que había un traidor dentro del alto mando realista. Era la
única forma de acceder a los planes secretos que María informaba a su esposo.

Los realistas se alarmaron, no podían confiar en nadie. Por ello, el general español José Carratalá
le planteó a María canjear su vida por el nombre de su confidente. Pero, ella decidió callar, no
obstante ser madre de familia y estar presentes sus hijas durante el juicio. No rompió su
compromiso ni siquiera atendiendo a sus responsabilidades maternales. La tensión entre
patriotismo y maternidad ha sido analizada por Rosa Elena Fajardo, concluyendo que se impuso el
primero dejando atrás el sentimiento mariano, que se supone un producto natural en la mujer de
protección de la familia por encima de todo.

Según la autora, la fortaleza para superar esta pulsión provendría de su condición femenina, más
hecha a la consecuencia que la masculina, puesto que los hombres estaban obligados a la vida en
sociedad, donde transar era imprescindible. Mientras que la mujer vivía sola en la unidad
doméstica y ahí, encerrada en sus pensamientos y sentimientos, la fidelidad le era propia y
natural.

Después de la sentencia, María fue paseada por las cuatro esquinas de la Plaza de Huamanga. En
cada una se repitió la condena, añadiendo que sería levantada si entregaba a su informante. Pero,
ella calló, no obstante que sus hijas se arrodillaron frente a ella y le rogaron que salve su vida. El
cura que la asistió hasta el final cuenta que estuvo serena y que vestía sencillamente con blusa y
polleras cubriéndose con un sombrero de paja.

Fusilada en la plazuela del Arco, unas cuadras al norte de la plaza de armas, su casa fue incendiada
y sembrada de sal, “por ser madriguera de traidores y espías”, según decía la sentencia de la Corte
Marcial. Los montoneros fueron derrotados y su líder murió ajusticiado, aunque los Bellido
lograron huir y conocieron al Perú independiente.

No obstante su interés, María Parado está casi olvidada. Se la ignora por ser una provinciana que
desmiente la idea corriente de que los peruanos(as) de la época estaban escasamente interesados
en la independencia. Además, expresa un valor ético casi perdido: la entereza para entregar la vida
antes de incumplir los compromisos.

María Andrea Parado de Bellido fue una patriota peruana identificada con la
causa de la Independencia del Perú, al extremo que por luchar por la libertad fue
fusilada hace 192 años porque se negó a delatar a otros patriotas que, como ella,
peleaban contra la dominación de la Corona Española.
Nació en Huamanga (Ayacucho), el 5 de julio de 1761, y fue una indígena
quechuahablante que desde 1820 trabajó en la sección de correos del distrito de
Paras, en la provincia de Cangallo, donde vivía su familia.
Su hijo Tomás Bellido, el cuarto de los siete descendientes que tuvo con su
esposo Mariano Bellido, se alistó en el Ejército Libertador con su padre en 1820,
año en que pasaron por Ayacucho las tropas patriotas de Juan Antonio
Álvarez de Arenales. María Parado de Bellido, identificada con el anhelo de que el
Perú sea un país libre, también se unió a la causa independentista.
Gracias a una carta que la ayacuchana envió a los montoneros (guerrilleros)
acaudillados por Quiroz Lazón, los patriotas huyeron del pueblo de Quilcamachay,
el 29 de marzo de 1822, y evitaron a las tropas realistas del general español José
Carratalá.
Para desgracia de María Parado de Bellido, la carta llegó a manos de Carratalá
por lo que fue apresada el 30 de marzo en Huamanga.
Se le torturó para que delatara a otros independentistas, pero como se negó, fue
fusilada el 11 de mayo de 1822. Este domingo conmemoramos a esa fecha como
el ‘Día de la acción heroica’ de María Parado de Bellido.
Una mujer notable que destacó por su valentía y heroísmo, sacrificando su vida por la libertad de
la patria.

Heroína de la Independencia

María Parado de Bellido nació en Huamanga, Ayacucho, el 5 de julio de 1777.

Sus padres fueron don Fernando Parado, criollo residente en esa ciudad y una humilde indígena.

Creció en las alturas de Huamanga sin recibir instrucción.

A la edad de 15 años contrajo matrimonio con don Mariano Bellido, hombre dedicado a los
negocios entre Huamanga, Cusco y La Paz; formando una familia unida y feliz con los siete hijos
que tuvieron: Gregoria, Andrea, Mariano, Tomás, María, Leandra y Bartola.

Con la llegada al Perú de la fuerza multinacional independentista, las tropas realistas se replegaron
hacia el interior del país. En la ciudad de Huamanga, el general Carratalá había establecido una
plaza fuerte pero ésto no impidió la formación continua de fuerzas patriotas, una de las cuales se
hallaba en el distrito de Parás, perteneciente a la provincia de Cangallo, a órdenes de Cayetano
Quiroz.

A estas fuerzas guerrilleras se suma el esposo de María Parado, don Mariano Bellido,
desempeñándose como receptor de correos.

A su vez, su hijo Tomás, se unió al grupo patriota que comandaba el general Arenales, a su paso
por Huamanga en 1820.

Luego de un año sin tener noticias de su hijo y deseosa de evitarle peligros a éste, María envió a
sus hijas Gregoria y Andrea al pueblo de Cangallo con la misión de rescatarlo, enviando para tal
caso 500 pesos al jefe de la guarnición.
El jefe Quiroz no tuvo inconveniente en devolver el hijo a la madre, pero antes llamó a éste a su
presencia para comunicarle la petición de María Parado. Tomás Bellido, con gesto patriótico, se
negó a volver al hogar antes de ver triunfante la bandera de la libertad y aconsejó a su jefe la
aceptación del dinero para el servicio de la causa.

Al saber la actitud de su hijo, la Bellido, admirada y entusiasmada, trabajó desde ese día en favor
de la causa libertadora. De esta forma, comenzó a informar al ejército patriota de los
desplazamientos y podería bélico realistas, por medio de cartas a su esposo. Como era analfabeta,
sólo firmaba las cartas que dictaba a don Matías La Madrid, su compadre y secretario de la
intendencia de Huamanga. De este modo ayudó a los patriotas a planificar mejor sus ataques,
causando la desesperación de los realistas.

Es así que en un enfrentamiento entre patriotas y realistas, al revisar las ropas de un patriota
caído, los soldados españoles encontraron una carta dirigida desde Huamanga, donde se daba
cuenta de secretos militares de los realistas.

Se determinó que la autora de la carta era María Parado de Bellido, razón por la cual el 24 de
marzo de 1822 es apresada y presentada ante el general Carratalá.

Fue sometida a las más inhumanas torturas. Como la letra de la carta era diferente de la firma,
Carratalá quiso descubrir quién era el redactor y ofreció salvarle la vida a María, si delataba a sus
cómplices y revelaba los secretos de los insurgentes, pero esta valerosa mujer se negó a tan ruin
acción y escogió la muerte, sabiendo que con ella dejaba en la orfandad a sus menores hijos.

Ante su mutismo, fue condenada a enfrentar un pelotón de fusilamiento, programando su


ejecución en La Pampa del Arco.

Fusilamiento de María Parado de Bellido

Para trasladarse al lugar donde debía efectuarse su sacrificio, la obligaron a dar una vuelta a la
plaza principal, en donde en cada esquina, un emisario leía en voz alta, la orden de muerte por alta
traición. Más esta inigualable mujer, no se alteró en ningún momento, y dirigiéndose altivamente
a sus verdugos les decía: "No estoy aquí para informarles a ustedes, sino para sacrificarme por la
causa de la libertad".

María Parado de Bellido fue fusilada en la Plaza de Armas de Ayacucho, el 27 de marzo de 1822, su
cadáver fue trasladado al templo de La Merced, donde se le dio sepultura.

María Parado de Bellido es una mujer proveniente de raza indígena, nacida en


Huamanga en el año de 1761, y se casó muy joven con Mariano Bellido, con quien
tuvo siete hijos: Gregoria, Andrea, Mariano, Tomás, María, Leandro y Bartola.

Al enterarse de que el general español Carratalá iba a atacar por sorpresa a Quiroz,
María Parado, que era iletrada, hizo escribir una breve nota para alertar a Quiroz y
la envió con un joven indio a su esposo que trabajaba en Paras. Lamentablemente
la carta cayó en manos de los españoles, y aunque Quiroz llegó a recibir la noticia
y pudo evitar el ataque, María Parado fue detenida por orden del militar español y
sometida a un severo y violento interrogatorio, negándose ella a revelar quién había
escrito la misiva.

Ordenado su fusilamiento, porque toda amenaza fue inútil, Carratalá le ofreció el


indulto si denunciaba a sus cómplices pero fue también en vano; María Parado
soportó hasta el último momento la violencia del cruel jefe español y se negó a pedir
perdón a cambio de confesar lo que sabía.

El 11 de Mayo de 1822 fue fusilada en Huamanga la heroína ayacuchana María


Parado de Bellido, quien escribió con su muerte consagrada a la libertad de nuestra
patria, una de las más célebres páginas de nuestra historia.
Universidad nacional de San Agustín de Arequipa

Hay muchos héroes en Perú sin embargo la mayoría de ellos son varones, pero también hay que
destacar los actos de las heroínas de nuestra independencia, un ejemplo de esto son los sucesos
de Quilcamachay, donde María parado de bellido una madre de siete hijos como cualquier
mujer de hoy en día, pero con la fortaleza de enfrentarse al orden establecido que ella
consideraba injusto, es así que se une al movimiento independista de Quiroz en la sierra peruana.
Probablemente ella haya nacido en Huamanga (Ayacucho) en el año de 1777. Fue hija del criollo
Fernando Parado y una humilde indígena ayacuchana. A los 15 años contrajo matrimonio con el
comerciante Mariano Bellido, con quien tuvo 7 hijos: Gregoria, Andrea, Mariano, Tomás, María,
Leandra y Bartola.
Sus convicciones patrióticas surgieron en 1820, pues su esposo y sus hijos Tomás y Mariano se
unieron al ejercito patriota de Cayetano Quiroz para luchar contra las fuerzas realistas y ayudar a
la Independencia del Perú. En 1822 empezó a colaborar enviando informes de los movimientos
militares del general español José Carratalá. Sus cartas eran recibidas por Quiroz

Era la conexión con las huestes patriotas, en concordancia con Lima, apoyaba a las columnas
enviadas desde la capital por San Martín pasando de nuevo a la ofensiva, San Martín había
enviado una expedición al sur para atacar a los virreinales y tenia un pacto con una fracción de la
nobleza limeña que lo había apoyado para tomar la capital, colocó al frente al coronel Agustín
Gamarra, quien se había pasado a las filas libertarias, tras ser por años represor de la causa
libertaria. Los dirigentes de este ejercito fueros cercados inadvertidamente y sobre ellos y sus dos
mil quinientos soldados cayeron sorpresivamente las fuerzas quechuo-españolas del general
virreinal Jerónimo Valdez la noche del 6 al 7 de abril de ese 1822; y ni siquiera hubo batalla, pues
fue una deserción en masa, de ese ejército enviado por la nobleza nada quedó. El botín de guerra
del vencedor fue enorme. Y era para este ejército que los montoneros habían venido brindando
sus vidas; porque en las serranías había empezado una brutal represión, tanto en tierras
huancavelicanas, como en las ayacuchanas y juninenses, avanzaban las huestes represivas,
comandadas por un hombre encanallado en matanzas y el incendio de pueblos, el coronel José
Carratalá (tan distinto él a otros jefes españoles, que eran liberales y constitucionalistas, como el
propio virrey General La Serna). Pues bien, precisamente eran las tierras de Cangallo donde
actuaban de montoneros el esposo e hijo de la mártir. En carta a su esposo, ‘idolatrado Mariano’,
les advertía el peligro que corrían y que pasase la voz a Quiroz, quien era el jefe de aquellos
grupos, a fin de que todos se replegaran, era imprescindible a causa de la derrota patriota en la
costa y la nueva ofensiva andina del ejército virreinal. Pero por descuido de los guerrilleros, la
carta fue dejada en una chamarra y los capitanes españoles la remitieron a la ciudad de
Huamanga.

Así las cartas fueron descubierta por los españoles en el pueblo de Quilcamachay el 29 de marzo
de 1822. Al día siguiente María Parado de Bellido fue detenida en Huamanga. La torturaron para
que diga el nombre de sus compañeros independentistas, pero la heroína resistió el tormento sin
delatar a nadie. Fue fusilada por orden de Carratalá en la Pampa del Arco (Ayacucho) el 11 de
mayo de 1822
Este 12 de junio se conmemoran 184 años del fallecimiento del Dr. Toribio Rodríguez de Mendoza,
Precursor ideólogo de la Independencia peruana; connotado personaje que vivió en las
postrimerías de la etapa virreinal y a inicios de la incipiente República.

De él se pueden decir muchas cosas y los cargos que ocupó fueron variados entre ellos se puede
mencionar: Licenciado y Doctor en Teología por la Universidad de San Marcos (1770), Profesor de
Filosofía y Teología en el Real Convictorio de San Carlos (1771), posteriormente con Cátedra de
Maestro de las Sentencias (1773) en la Universidad de San Marcos. Llegó a recibir las órdenes
menores y el presbiterado (1778), se graduó de Bachiller en Sagrados Cánones (1779) y se recibió
de Abogado ante la Real Audiencia de Lima (1779), y por oposición obtuvo la colación y canónica
institución del Curato y Doctrina de Indios de Marcabal (La Libertad). Fue llamado a Lima por el
Virrey Teodoro de Croix que le confirió el cargo de Vicerrector del Convictorio de San Carlos
(1785), Rector interino (1786) y titular (1788). Fue además Miembro de la Sociedad Académica de
Amantes del País (1794) y participó en el Mercurio Peruano.

Siguió con su labor docente obteniendo la Cátedra de Artes (1793), pasando luego a la de Prima de
Sagrada Escritura en la Universidad de San Marcos. Elegido Vicerrector de esa Casa de Estudios
(1801), tuvo que renunciar por presiones del Virrey Fernando de Abascal (1817). Fue de los
primeros que firmó el Acta de Independencia del Perú (15/07/1821), asociado a la Orden El Sol del
Perú y miembro de la Sociedad Patriótica (1822). Diputado por Trujillo, integró el primer Congreso
Constituyente (1822) y consolidada finalmente la República (1824) llegó a ser elegido Rector de la
Universidad de San Marcos y Decano del Colegio de Abogados de Lima. Entre sus más importantes
obras se encuentran “De Theologiae preambulis atque locis selectas” (1811) y “Defensa de la carta
publicada sobre la devoción del corazón de María Santísima” (1813).

El día de hoy, se conmemora 184 años del fallecimiento de este ilustre ideólogo y fundador de la
independencia peruana, ello nos obliga a mostrar una pequeña pero importante parte de su
grandiosa obra, me refiero al Informe que presentó sobre las pruebas que daban los opositores
(aspirantes) a la Cátedra de Filosofía, publicado en el “Mercurio Peruano” del día 13 de noviembre
de 1791. En el mencionado informe Rodríguez de Mendoza, señala muy detalladamente la forma
en que se realizaban los exámenes de los aspirantes, tiempo de duración, materias a tratar, etc.

Sin embargo, el Dr. Toribio Rodríguez de Mendoza no hizo un simple análisis de lo que se hacía
durante estos exámenes sino que más bien hizo una crítica constructiva del mismo, planteando
un nuevo método para examinar a estos aspirantes a la cátedra. En primer lugar, muy sabiamente
Toribio rodriguez de mendoza

explicaba que el examen de una hora versaba sobre los libros de Physico Auditu, de Coelo, de
Generatione de Aristóteles, y que además debía ser defendida la doctrina aristotélica planteada en
los mencionados textos, contra las impugnaciones que le hacían otros dos coopositores. Sin
embargo, el Dr. Toribio Rodríguez de Mendoza, critica esta forma de examinar, dado que para él,
era más un tema de memoria que de un verdadero conocimiento de la materia; además refería
que las obras tratadas eran para él de las más oscuras entre las obras aristotélicas, “¿será racional,
será justo obligar a estos jóvenes en edad y literatura, a que expongan unos libros que no han
leído: unos libros digo, que aún meditados con la más escrupulosa y detenida atención y con los
comentarios a la vista, han sido, y serán siempre la tortura de los mejores ingenios”. Este breve
pero importante comentario del Dr. Rodríguez de Mendoza, que en aquella época era Rector del
Real Convictorio de San Carlos, sólo nos demuestra su naturaleza sincera y con verdadero ánimo
modernizante para la anquilosada educación virreinal.

Hoy es un día conmemorativo en el cual se hace justa loa a este ilustre personaje; que con sus
obras y actos hizo tanto por nuestra República, es realmente un verdadero Ideólogo y Fundador
de la Independencia peruana

Toribio Rodríguez de Mendoza Collantes

Toribio Rodríguez de Mendoza Collantes es considerado habitualmente un precursor ideológico de


la independencia del Perú, y lo es efectivamente en el sentido profundo de sembrador de ideas
que, en su desarrollo, conducirían a la independencia.

Toribio Rodríguez de Mendoza, fue un sacerdote peruano y considerado como el precursor


ideológico de la independencia del Perú, debido a que fue un profundo sembrador de ideas que
cundujeron al país a su era republicana.

Nació en Chachapoyas, el 15 de abril de 1750. Sus padres fueron Santiago Rodríguez de Mendoza y
María Collantes.
Estudio en el Seminario de San Carlos y San Marcelo en Trujillo y en el Seminario de Santo Toribio
en Lima. Asímismo, cursó estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, recibiendo
los grados de licenciado y doctor en Teología.

Al fundarse en 1771 el Real Convictorio de San Carlos, fue nombrado profesor de Filosofía y
Teología y también se recibió de abogado ante la Real Audiencia de Lima. Por oposición obtuvo un
curato en Marcabal, aunque al poco tiempo es llamado nuevamente al Convictorio para que
asuma el vicerrectorado.

Durante su estancia en el Convictorio, reforzó los estudios de ciencias naturales y matemáticas,


propugnó la ampliación de las asignaturas: "¿qué razón hay para ignorar la Geografía y la Historia
del suelo que pisamos?", escribió. Prescinde también del latín en la enseñanza; pues, como diría
Ricardo Palma, ese estudio es "aquello que se aprende en cinco años y se olvida en cinco días".
Sostiene enfáticamente Rodríguez de Mendoza:

"Es muy feraz el suelo americano y encierra un inmenso tesoro no conocido: y cuántos hallazgos
no se harán así en los objetos propios de la Historia Natural, o como en la Geografía del Reino con
las facilidades que ministren la Física y las Matemáticas, la falta de estos conocimientos ha
formado hasta el día un obstáculo invencible al progreso de esos dos ramos y otros de igual
importancia".

"[...] los indios por fin son elevados a la dignidad de hombres...Los primeros resultadosserán la
unidad del idioma y al fin la recíproca amistad nacida de la igualdad que pone a cubierto de la
oprecsión".

De estas ideas se desprenderían las que manifiestan muchos de sus antiguos alumnos que firman
este Manifiesto del Primer Congreso del Perú:

"A los Indios de las provincias interiores. Nobles hijos del sol, amados hermanos, a vosotros
virtuosos indios [...] y no os asombre que os llamemos hermanos: lo somos en verdad,
descendemos de los mismos padres, formamos una sola familia.

Se preocupó por la educación popular, confiando en que la unidad del idioma sería el camino para
lograr la igualdad del indio con el criollo y con el blando. Su ancianidad no impidió que la llegada
de la expedición del general San Martín lo haga abandonar y se puso órdenes del ejército
libertador y así, ser parte del nacimiento de la República del Perú.
Toribio Rodríguez de Mendoza fue miembro de la Sociedad Amantes del País, que fundó el
Mercurio Peruano. Fue elegido diputado por Trujillo, presidió las sesiones preparatorias del Primer
Congreso Constituyente del Perú de 1822, fue decano del Colegio de Abogados de Lima y rector de
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Falleció en Lima el 12 de junio de 1825.

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