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TAN FRIO QUE QUEMA

Jane Graves está en problemas.


Si no obtiene cien mil dólares, la persona
que más ama tendrá que lidiar con las
consecuencias. Es inútil O eso piensa ella
hasta que el dragón de hielo Exander Vale
entra en escena.
Exander pensó que era feliz, pero una
mirada a Jane despierta sentimientos que
nunca antes tuvo. Se siente curioso,
intrigado por el humano, pero decidido a
mantener su distancia. Pero con cada día,
la atracción de su valiente, espíritu
generoso y su cuerpo tentadoramente
curvilíneo se hace más fuerte.
Exander lucha para negar su vínculo, pero
el peligro acecha, y si no protege a la
mujer que ahora sabe que es su
compañera, podría perderla para siempre
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CAPÍTULO UNO

-¡Has hecho qué!-, Exclamó Jane Graves mientras se ponía de pie para
mirar a su hermana Jewel, que estaba sentada con los ojos llorosos.

Jewel se quedó boquiabierta y luego se echó a llorar, los sollozos


destrozaban su delgado cuerpo, pero Jane no había pasado por alto el
destello de dolor que había cruzado las facciones de Jewel. Así que,
inclinándose ante la necesidad de consolar a su hermana como
siempre, e ignorando la culpabilidad inmediata por haberle gritado,
Jane se sentó junto a ella, jaló el pequeño cuerpo de Jewel contra el
suyo mucho más grande, y la abrazó, meciéndola suavemente y
tranquilizándola, algo que Jane había hecho innumerables veces antes.

Jewel se separó y hundió la cara en su sofá blanco como la nieve,


dejando que los sollozos abrumadores se hicieran cargo. Y Jane solo le
dio unas palmaditas en la espalda, sabiendo que sería una pérdida de
aliento hablar con Jewel cuando ella estaba así. En cambio, miró el
sofá, impresionada de que su hermana hubiera logrado mantenerlo tan
prístino, pero luego pensó que no podría haber sido demasiado difícil ya
que nunca dejaba que nadie se sentara en él, al menos no Jane de
todos modos.

Así fue como Jane supo que algo estaba muy mal. Cuando Jewel la
condujo al apartamento y le dijo que se sentara en el sofá, Jane se
había preparado para lo peor.

Entonces recordó cómo Jewel había prometido pagarle por el sofá y


nunca lo había hecho. Pero si lo que ella había dicho era verdad, el
sofá, los autos, todo era un vano intento de parecer un adulto . Jane
agarró la mano de Jewel y apretó, notando que Jewel se había
calmado.

-Dime de nuevo. ¿Por qué pediste dinero prestado? ¿Y qué banco te


dio un préstamo?

Jewel parpadeó, sus largas y húmedas pestañas revoloteaban sobre los


ojos color avellana que Jane siempre había admirado, especialmente
cuando los comparaba con su color marrón ordinario. Era algo que ella
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intentaba no hacer con demasiada frecuencia, habiendo reconocido


hace mucho tiempo lo inutil de ello. Jewel era hermosa, con rasgos
delicados y un cuerpo perfectamente proporcionado que hacía
babear a los hombres. Y Jane era solo, bueno, Jane.

-Lo siento, Janie-, dijo Jewel entre las lágrimas que ahora corrían por su
rostro y engrosó su voz, sacando a Jane de sus pensamientos. -Yo solo ...
yo quería ...-

Jane apretó la mano de su hermana más fuerte. -Está bien, Jewel. Solo
dime qué está pasando y lo solucionaremos -, dijo, usando su voz más
suave.

Jewel lloró en silencio por unos momentos más, y luego, después de


unos pocos jadeos más tristes, dijo: -No pedí dinero prestado a un
banco, Jane-.

Jane se encontró con los ojos de Jewel. -Por favor dime que no te
involucraste con un prestamista, Jewel-, dijo con dureza, sin importarle
cuando Jewel retrocedió con sorpresa.

-No me involucré con un prestamista-, dijo, para alivio de Jane.

Jane exhaló un suspiro de alivio. -Gracias a Dios ... esas personas son
peligrosas. Entonces, ¿con quién hiciste ...?

Jane se calló cuando vio la forma en que Jewel había convertido sus
labios en un ceño fruncido. Ella reconoció la expresión que señalaba
que vendrían más malas noticias.

Lo había visto lo suficiente, después de todo.

-Esta bien me involucré con un usurero-, dijo Jewel, mirando a Jane con
aire culpable.

Jane dejó caer su mano, miró a su hermana con incredulidad. -Jewel


Graves, dime que esto es una broma-, dijo en su voz más severa.

Jewel permaneció en silencio, sin negarlo, lo cual fue tan bueno como
la confirmación, y el corazón de Jane cayó al suelo. Miró a Jewel,
tratando de procesar este último desastre. -¿Así que pediste prestado
dinero a alguien que dice ser un usurero? Tal vez es un farsante que
trató de asustarte -.

-Él es real, Jane. Mucho. Y yo le debo a él -.


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Jane se restregó las manos por la cara en un gran suspiro. Jewel podía
ser ... testaruda, frívola, y Jane sabía que era más que responsable de
eso. Pero Jewel nunca mentia, bueno casi nunca mentía . Y lo que es
peor, ella parecía genuinamente preocupada. Asustada. No parecía
Jewel en absoluto. Por lo general, dejaba las preocupaciones a Jane.

-¿Por qué pedir dinero prestado? Tienes ese nuevo trabajo. Lo estabas
haciendo muy bien -, dijo finalmente Jane.

Jewel miró hacia abajo, el miedo ahora reemplazado por culpa. -


Trabajas tan duro, y sé que no tienes mucho. Solo quería tener mis cosas
por mi misma. Demostrar que podía cuidar de mí misma -.

-Entonces, ¿pediste prestado dinero?-, Respondió Jane con voz dura.

Jewel se estremeció, y Jane deseó poder recuperar las palabras. Pero lo


que Jewel había hecho, la decepcionó de una manera que no podía
articular. Claro, Jewel había luchado por abrirse camino en el mundo;
eso tenía sentido. Solo había tenido a Jane, y Jane sabía que no podía
sustituir a sus padres, a una familia. -Bueno. Entonces debes dinero.
¿Cuánto debes?- -Cien mil dólares-.

Jane no pudo detener su fuerte exhalación, sintió el pánico subir en su


garganta.

Cien mil dólares.

Podría ser un millón para la probabilidad de que Jane ganara lo


suficiente para pagarlo. Pero ella había puesto cara de valiente a
Jewel.

-Bueno. De acuerdo -, dijo, tratando de calmar sus pensamientos


confusos. -¿Cuando vence el plazo?-

Antes de que Jewel pudiera contestar, llamaron a la puerta, un


golpeteo corto y fuerte que llenó la sala, bajo y lleno de peligro.

Jewel miró a Jane y susurró: -Hoy


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CAPÍTULO DOS

Un golpeteo en la puerta de entrada no debería haber sido tan siniestro,


pensó Jane. Pero lo fue. Demasiado.

Sobre todo porque no había habido una llamada desde la recepción.


Jane había insistido en que Jewel viviera en un edificio con un portero
exactamente por esta razón. Pero tal vez fuera un vecino, o uno de los
incontables amigos de Jewel que venia de visita.

Sí , se dijo Jane mientras se levantaba y caminaba hacia la puerta, es


solo un amigo que viene de visita. No es un mensajero escalofriante
relacionado con la loca historia de Jewel.

-Espera aquí, Jewel. Veré quién es, y luego podremos resolver las cosas -,
dijo mientras se dirigía hacia la puerta, pasando por el vestíbulo con
incrustaciones de mármol, las luces brillando reflejándose en el suelo
prístino.

Cuando llegó a la pesada puerta de madera, se detuvo y miró por la


mirilla.

Su corazón se hundió.

Este no era uno de los amigos de Jewel.

El hombre que estaba parado al otro lado de la puerta era de estatura


mediana con una complexión fuerte, no especialmente amenazante.
Pero cuando Jane lo miró a los ojos oscuros, aunque no pudiera verla,
parecía seguir cada uno de sus movimientos, el temor le retorció las
entrañas. Se apartó de la puerta, tratando de recuperar el aliento.

Fuera lo que fuera lo que estaba pasando, su hermanita la necesitaba,


y Jane nunca la decepcionaría.

Jamás.

Jane tragó saliva, se puso de pie tan derecha como pudo y luego gritó:
-¿Quién está allí?-

-Sabes por qué estoy aquí. Abre la puerta.-

-Ahora no es un buen momento-. ¿Puede Jewel llamarte más tarde?

-Abre la puerta. Ahora.-


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Las palabras gotearon con la promesa helada de retribución que hizo
revolotear el corazón de Jane. -Janie, abrele -, dijo Jewel.

Jane saltó, no se había dado cuenta de que Jewel había cruzado la


sala de estar y ahora estaba parada junto a ella. Los ojos de su
hermana estaban húmedos, muy abiertos, y mostraban el miedo que
solo recientemente había empezado a aferrarse a Jane.

Por costumbre, Jane pasó un brazo alrededor de la cintura de su


hermana, la abrazó, triste por no poder tomarse un momento para
molestar a Jewel sobre cómo había conseguido toda la altura de la
familia. Pero ahora no era el momento para eso, así que sostuvo a su
hermana, silenciosamente recordándole que no importaba lo que
sucediera Jane siempre estaría allí.

-Voy a abrir la puerta-, susurró Jane. -Pero déjame hablar, ¿de


acuerdo?-

Levantó sus ojos hacia los de Jewel, buscando su expresión, sin apartar
la mirada hasta que ella asintió a regañadientes.

Luego separó la cadena, giró el cerrojo y la cerradura de la puerta y


luego la abrió. Pero no completamente Solo lo suficiente para
encontrarse cara a cara con el hombre que estaba del otro lado.

Pasó junto a ella y entró en el apartamento, sus ojos de reptil hicieron


temblar a Jane.

-¿Lo tienes?-, Dijo, volviendo su glacial mirada hacia Jewel.

Por instinto, Jane se puso delante de su hermana, queriendo ponerse


entre Jewel y el peligro.

-Necesito más tiempo-, graznó Jewel, pero se quedó en silencio cuando


Jane la miró.

-Una extensión te costará-, dijo el hombre, mirando a Jewel de una


manera que hizo que Jane quisiera enviarla a la otra habitación.

-¿Cuánto?- Preguntó Jane, acercándose a él.

-El veinte por ciento te compra ocho semanas-, dijo con naturalidad.

-Bueno. Ocho semanas, -dijo Jane rápidamente, desesperada por alejar


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a este hombre de Jewel.


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Giró los ojos de Jewel a Jane, y Jane hizo todo lo posible para quedarse
quieta y no mostrar el miedo que reverberaba en ella. Sentía como si la
hubiera mirado durante horas, pero en realidad solo habían pasado
unos segundos. Pero después de ese período interminable, el hombre
asintió.

-Ocho semanas-, dijo. Luego se fue.

Jane miró la puerta aún abierta, su corazón tronando en sus oídos.

-Lo siento, Janie-, dijo Jewel en voz baja.

Pero Jane realmente no la escuchó, demasiado preocupada por


descubrir cómo iba a sacar a su hermana de este lío.

Dos horas más tarde, Jane había cerrado la puerta, pero no estaba más
cerca de una solución. Miró rápidamente a Jewel, que parecía afligida
pero no asustada, algo que Jane contó como una mejora.

-Tal vez pueda--

-No, Jewel. Ya has hecho suficiente. Voy a solucionarlo -, dijo Jane.

Jewel frunció el ceño. -Es mi vida, Jane. Yo puedo cuidar de mí misma.-

Jane tragó el grito que amenazaba con surgir. Jewel claramente no


entendía la gravedad de esta situación, y Jane no tenía la paciencia
suficiente para explicarlo en este momento. Después de un suspiro ella
dijo, -Sé que puedes, Jewel, pero yo--

Su voz murió en su garganta cuando otro fuerte golpe resonó en la


puerta. Jewel se quedó boquiabierta y, al mismo tiempo, las hermanas
se volvieron hacia la puerta.

-¿Crees que cambió de idea?- Jewel susurró.

-No lo sé, pero lo averiguaré-, dijo Jane.

Con el corazón latiéndole con fuerza, ella nuevamente caminó hacia la


puerta, moviéndose más despacio esta vez, no ansiosa por más
visitantes, pero igualmente reacia a posponer esto.

No reconoció al hombre que estaba afuera, pero el hecho de que no lo


reconociera no le impedía que se le secara la garganta o que su
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corazón empezara a golpear aún más fuerte, y no fue por el miedo que
había pasado hace un momento. Tan distorsionado como estaba a
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través de la esfera de la mirilla, todavía era absolutamente devastador,


su belleza masculina pura brillaba tan fuertemente que parte de su
confusión se desvaneció un poco.

Pelo alto, rubio oscuro impecablemente peinado, hombros lo


suficientemente anchos para borrar la luz del salón, rasgos faciales tan
hermosos como una estatua bellamente tallada. Todo él cubierto con
un traje que probablemente costaba más que todas las prendas de
vestir que Jane había tenido juntas. Ni siquiera su impaciencia, a juzgar
por el apretado apretón de su mandíbula, podía quitarle su atractivo
innegable.

Jane tragó saliva e intentó recomponerse. Ella y su hermana estaban en


medio de una crisis, por lo que necesitaba estar concentrada, sin
distracciones por el hombre que estaba al otro lado de la puerta.
Probablemente era uno de los muchos pretendientes de Jewel, los que
conoció cuando ella y su novio Henry tomaban uno de sus muchos -
descansos-.

Y quienquiera que fuera, no miraría a Jane dos veces, ni siquiera la


primera vez.

-Jewel, tu cita está aquí. ¿Debería enviarlo a casa? -Jane llamó.

-No tenía una cita, Janie-, dijo Jewel, frunciendo el ceño.

-Jane Graves,- llamó el hombre que estaba parado afuera de la puerta,


su voz era un estruendo profundo que ella escuchó claramente incluso
a través de la gruesa puerta de madera, -estoy aquí por ti-.

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CAPÍTULO TRES

Exander Vale estaba profundamente irritado, un hecho que le


desagradaba profundamente.

La calma y el control fueron los pilares de su vida. Lo había visto


demasiadas veces, los dragones cediendo al capricho de sus
emociones, un destino que nunca dejaría acontecer a si mismo.

Pero esa resolución se puso a prueba con cada segundo que pasaba
mientras escuchaba las voces apagadas al otro lado de la puerta. Él
afino sus labios, a punto de irse. Pero un instante antes de que él se
volteara, la puerta se abrió lentamente para revelar a una mujer
parada en el otro lado. Él la miró a los ojos, y las orbes marrones se
ensancharon levemente y destellaron con miedo y una inteligencia que
incluso el miedo no podía ocultar.

Exander rompió su mirada, mirando hacia abajo a su cara redonda, su


rica piel morena clara y de aspecto suave, aunque su expresión se
tensó por la preocupación. Miró hacia abajo, hacia el espeso y oscuro
cabello que rozaba sus hombros, sobre los amplios senos envueltos en
una sencilla blusa blanca, sus caderas llenas y sus cortas piernas
cubiertas con pantalones negros igualmente simples. No había nada en
ella que exigiera atención, pero aun así, Exander se sintió intrigado por
ella, aunque no pudo decir por qué.

Tal vez era la forma en que había encontrado su mirada, con miedo, sí,
pero sin retroceder. O tal vez era la forma en que se inclinaba para
pararse frente a la mujer a su lado, actuando como un escudo,
literalmente poniéndose en su línea de fuego.

Admirable.

Pero también irritante. Había venido por negocios y no para ser


incomodado con los inconvenientes a los que se enfrentaba la mujer, al
mirarla a ella y a su acompañante cuyo rostro demostraba
preocupacion le dijo a Exander que efectivamente tenían problemas.
Era hora de cortar esto y concluir esta transacción. Una pena, sin
embargo. La mujer parecía interesante, podría haber sido útil.

Centró su mirada en la otra mujer, instintivamente diciéndole que ella no


era a quien él había estado buscando. -Me disculpo por la molestia.
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Buenas tardes.-
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-¡Espera!-, Gritó la mujer antes de haber dado dos pasos. Se volvió, la
miró, vio la desesperación en sus ojos, lo suficientemente intensa como
para sosegarlo. Se detuvo, pero se mantuvo en silencio.

-Eres uno de ellos, ¿verdad? ¿Un dragón? -Ella pregunto.

Los dragones se le habían revelado a los humanos hace una década,


pero aun así sorprendió a Exander cuando un humano notaba lo que
era cuando no estaba cambiado. Y reconocer su naturaleza a un
humano todavía se sentía extraño. Habían vivido en secreto durante
milenios, por lo que este cambio todavía era muy nuevo.

-Sí-, dijo finalmente.

Luego la observó y vio que sus ojos brillaron de emoción.

-¿Es esto sobre el empleo?-, Preguntó ella, con voz cautelosa pero ojos
brillantes de esperanza.

-Sí-, respondió. -¿Estás interesado aún?-

-¡Sí!-, Exclamó, pero luego se calmó. -Sí. Yo lo estoy. Yo, ah, me disculpo.
Se me pasó por la cabeza que alguien podría estar en contacto al
respecto pronto. Por favor entra.-

Exander la miró, escéptico. Se le había pasado por la cabeza? Sin


precedentes, y le hizo preguntarse qué la había inquietado tanto. Y
luego lo hizo preguntarse por qué le importaba.

Ignoró la sensación y dijo: -Si estás tan ocupada, probablemente no


eres lo que necesito-. Y odiaría perder más de mi tiempo -.

Apretó sus labios llenos en una delgada línea, el movimiento


enfatizando la redondez de su mentón y sus mejillas, y
sorprendentemente hizo que Exander se preguntara si su piel podría ser
tan suave como parecía. -No, por favor entra-, dijo.

Cuando ella se hizo a un lado, Exander entró y luego miró a su


alrededor. La vivienda era lo que él sabía que los humanos
consideraban agradable, aunque no coincidía con su impresión inicial
de la mujer, el mobiliario y el oro acentuaban lo frivola de la estancia,
no tan cálida y acogedora como habría esperado que fuera su hogar.
Pero entonces, las apariencias engañaban.
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-Janie, ¿de qué se trata esto?- La otra mujer habló en voz baja, como si
Exander no fuera capaz de escucharla.

-Te lo diré más tarde-, dijo Jane, sin apartar los ojos de Exander.

La otra mujer, que debía ser la hermana de Jane, lo miró rápidamente y


luego miró hacia otro lado, y la impresión inicial de Exander quedó
confirmada. Era deslumbrante, con rasgos delicados, donde las de su
hermana eran puras; ella era alta y delgada lo opuesto a Jane que era
baja y curvilínea. Pero no tenía nada de la valentía de Jane, no había
encendido nada en Exander, lo que le sorprendió. Físicamente, Jewel
era el tipo de mujer que perseguía cuando se sentía inclinado a hacer
tal cosa, algo que le había inspirado a hacer cada vez menos. Pero
Jewel lo dejó frío.

-¿Así que esto es por el trabajo?-, Dijo Jane.

El asintió. -Examino a todos los candidatos personalmente-.

-¿Y estás a punto de rechazarme?-, Preguntó, con la cara afectada.

-Yo lo estoy. No sé lo que está pasando aquí. No me importa, pero no


trabajarías en mi organización -.

Se levantó un poco, inclinó su cabeza, su rostro ahora apretado con


determinación. -Me gustaría. Puedo. Te prometo que no cometerás un
error -, dijo.

La razón dictó que se fuera, pero algo lo mantuvo en su lugar. -No lo


creo, Sra.

Graves-.

Ella encontró su mirada, la suya propia rebosante de convicción. -Solo


dame una oportunidad. No te arrepentirás -.

Exander la miró, debatió y finalmente dijo: -Muy bien. Te guiaré por el


proceso. Alguien estará en contacto -.

Y por segunda vez esa noche, ella lo detuvo. -No. Espere, señor Vale. -
Hizo una pausa, lo miró. -Tú eres él. Exander Vale, el hombre para el que
estaría trabajando -, dijo.

Él asintió y ella continuó. -Bueno, probablemente puedas decir que


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realmente necesito este trabajo. Fui muy minuciosa en la aplicación, y


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no puedo esperar; quiero decir que estoy ansioso por comenzar. No hay
necesidad de esperar. De hecho, ¿puedo comenzar mañana?

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CAPÍTULO CUATRO

JANE ESPERÓ, SU ALIENTO SE CONGELÓ EN SU GARGANTA MIENTRAS


OBSERVABA A EXANDER. SU CARA NO LE DECÍA NADA EXCEPTO sus
labios firmes, casi crueles. Ella se preguntó si eso era lo que él pensaba
que era una sonrisa, pero los pensamientos huyeron mientras él se
acercaba. Entonces se acercó más aún.

Su presencia había sido abrumadora, incluso con la distancia que los


había separado. Pero así de cerca, su cuerpo ancho y alto apenas
rozando el suyo, con sus ojos azules amarronados tan helados como su
comportamiento, y sin embargo casi irresistibles, centrados en los suyos,
le daban al momento una intensidad aún más potente.

El corazón de Jane latía a un ritmo errático, pero ella le miró fijamente y,


por alguna clase de poder que no sabía que poseía, logró no
pestañear, no moverse, aunque prácticamente ardía con la necesidad
de mirar hacia otro lado, de escapar de su intensa mirada, una que
podía ver la estaba evaluando, determinando si ella sería capaz de
salvar a su hermana. Ella rezó para pasar el examen.

Era agotador, pero ella usó todo su enfoque, determinó que este
hombre la rechazaría a la primera señal de debilidad y que cualquier
pequeño rayo de esperanza que él representara se perdería.

-¿Mañana?- dijo finalmente.

-S-sí.- Jane comenzó despacio, pero recuperó la voz, y consiguió ahogar


la palabra con firmeza. -Mañana comenzará el período de prueba de
siete semanas, después de las cuales tendré derecho a un bono
firmado.-

Él no respondió, pero en vez de eso dejó que su mirada recorriera cada


centímetro de su cuerpo, comenzó con el profundo color marrón de sus
ojos, se movió por encima de sus redondas mejillas, sus labios llenos, y su
mentón redondeado. Cayó hacia abajo por el cuello de Jane, uno que
no era delgado como el de Jewel, sino que tenía la solidez que Jane
llevaba encima.

El latido de su corazón se incrementó, al igual que la tensión que se


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agitaba en su estómago, pero ella no se lo demostraría, por lo que


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permaneció de pie mientras él continuaba su pausada lectura,


moviéndose sobre su clavícula, no que fuera discernible, bajando por el
estante de sus senos, algo de lo que Jewel siempre se había lamentado
de lo que Janie había logrado, pero que a Jane sólo le servía para
enfatizar el grosor de su cintura, la anchura de sus caderas, la corta
tozudez de sus piernas.

No fue hasta que llegó a la cima de sus cómodos zapatos de trabajo


que hizo su camino de regreso, igualmente relajado, igualmente
incómodo, especialmente porque en ese segundo viaje, Jane recordó
lo que llevaba puesto, la blusa y los pantalones perfectos para su
trabajo de entrada de datos, pero la ropa que sin duda gritaba sencillez
y bajo costo a este hombre que Jane instintivamente sabía que sólo
aceptaba lo más fino de todo. No debería importar, pero Jane sintió un
pequeño revés en su instinto ante su propia insuficiencia.

Él volvió a mirarla a los ojos, su expresión plana, desinteresada. O al


menos, Jane sospechaba, que a él hubiera gustado que ella pensara
así. Pero vio algo allí. No rechazo, a lo que ella ya estaba bastante
acostumbrada; tampoco compasión.

Curiosidad.

Eso era lo que era. Jane lo hizo sentir curiosidad, un hecho que ella no
podía explicar pero que usaría a su favor. Si él tuviera curiosidad, estaría
dispuesto a pasar por alto la rareza de las circunstancias e ir en contra
del protocolo, que, por el momento, era su única esperanza.

-¿Qué puedes hacer?- preguntó él.

-Puedo hacer lo que sea necesario,- dijo Jane, su mirada nunca deja la
suya.

-Espero que lo digas en serio, Janie,- dijo él, su voz ahora casi íntima, su
tono áspero y profundo rozando su piel como lo hubiera hecho un
toque.

Él no pudo haber pretendido la fuerte sugerencia que pesaba en sus


palabras, así que Jane lo ignoró y dijo:-Sí.-

-Muy bien. Firma esto,- dijo, recogiendo una hoja de papel grueso color
crema y lo que parecía ser un bolígrafo de oro sólido de su maletín.

Jane, que no se había dado cuenta hasta ese mismo momento de lo


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apretados que estaban sus puños, abrió las manos y recogió el bolígrafo
Página
y el papel de él, tomándose un momento para maravillarse de lo
pesados que ambos se sentían.

Garabateó su firma de un lado a otro de la página, sin siquiera


molestarse en leerla.

-Esto concluye nuestros negocios por esta noche. Esté en esta dirección,
a las nueve de la mañana en punto,- dijo, presentando una tarjeta
gruesa de color crema.

-Pero tengo que trabajar,- dijo Jane.

-No te preocupes, Janie, lo harás. Mis oficinas a las nueve de la


mañana.-

Y entonces él se había ido, una aparición conjurada de otro universo,


una que le había dado la oportunidad de salvar a su hermana pero una
oportunidad que, Jane sabía, vendría a sus propias costas. No podía
decir qué o cómo, pero Jane sabía que Exander Vale acababa de
cambiar su vida.

Ella esperaba que fuera para mejor, pero el pesado bolígrafo que
pesaba en su mano y la retorcida incertidumbre y el miedo que
pesaban en su corazón no la dejaban decirlo con seguridad.

***

EXANDER HABÍA ENVIADO EL COCHE POR DELANTE Y CEDIÓ A LA


URGENCIA DE CAMBIAR.

Curioso, porque su dragón rara vez se daba a conocer, estaba


contento de quedarse hasta que Exander le llamaba, pero esa noche
resultó ser diferente. Y sospechaba que sabía el por qué, algo que lo
dejó perplejo mientras se deslizaba por el aire, aleteando
ocasionalmente largas alas de cuero y su aguda visión centrada en una
humana.

Era diminuta desde esta distancia, podría haber sido una de las tantas
personas que corrían de aquí para allá, aunque no había demasiadas a
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estas horas. Pero incluso si ella hubiera estado en una multitud de miles
de personas, habría sido completamente inconfundible. Exander lo
Página
sabía, pero lo que él no sabía era por qué ella había comprometido
tanto a su dragón.

Y si era honesto consigo mismo, estaba un poco nervioso por su propio


comportamiento fuera de su carácter. Él valoraba su control, su
capacidad para tomar decisiones razonadas por encima de cualquier
otra cosa, pero durante su tiempo con Jane Graves, había hecho
cualquier cosa menos eso.

Sospechaba que ella nunca había conocido a un dragón o pasado


tiempo real con uno, quizás todavía se preguntaba si eran reales. Pero
no había habido nada de la emoción y temor que siempre veía cuando
traía a un nuevo ser humano al redil. Hubo júbilo, sí, y alivio, pero
Exander sabía que la fuente de esas emociones era algo más que un
nuevo trabajo, y quería saber qué era.

Y sin embargo, solo eso no era lo que lo tenía volando por los cielos, con
los ojos pegados a ella.

Nunca, jamás, Exander se había desviado tanto. Los seres humanos


pasaban por un proceso riguroso que podría tomar años, y nunca eran
traídos por un capricho.

Excepto Jane Graves.

Exander no dudó que Jane era más que competente. Pero esa no era
la razón, ni tampoco su valentía que bordeaba la estupidez, o la forma
en que se había arrojado a lo completamente desconocido. No, la
forma en que ella lo había mirado, tragándose su miedo y
encontrándose con él de frente era lo que le había hecho imposible
decirle que no porque estaba demasiado curioso, quería ver lo que ella
podía hacer a continuación.

La curiosidad se desvanecería pronto, de eso no tenía ninguna duda.


Pero él muy raramente se encontró con un ser humano tan interesante
como ella, que parecía una pérdida de tiempo no intentar al menos ver
qué más la hacía sentir mal. Y una vez que estuviera satisfecho, él
seguiría adelante, dejándola terminar su servicio o irse, y sacándola
completamente de su mente.

Pero por ahora, se elevó, volviéndose a enfocar en Jane mientras


caminaba rápidamente por la manzana desierta de la ciudad. Ella se
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había alejado bastante de lo que él creía que era el apartamento de su


Página

hermana y se preguntó por qué caminaba en vez de conducir o alquilar


un coche. También sintió un extraño pinchazo de preocupación al
pensar en ella sola y sin compañía, sintió una oleada de alivio aún más
desconocida cuando ella giró hacia una puerta de entrada, una que él
asumió que conducía a un edificio de apartamentos basado en las
salidas de incendios exteriores.

Este lugar no era tan bonito como el de Jewel Graves, y Exander no se


perdía las señales de desgaste y deterioro general que marcaban el
edificio.

Y descubrió que no le gustaba.

Dio vueltas en círculos por encima, buscando un indicio de Jane, y lo


encontró en el nivel más bajo del edificio. Aterrizó en el techo cruzando
la calle y se agachó, la visión se centró en el apartamento del sótano
izquierdo. Las gruesas cortinas hacían imposible ver el interior, pero él
sintió su presencia, preguntándose cómo se había sintonizado tanto con
ella después de una sola reunión antes de desechar la pregunta.

Sin embargo, se quedó allí durante horas, tratando de imaginar lo que


ella podría estar haciendo, y cuando el apartamento se oscureció,
finalmente se fue volando, más emocionado por el día siguiente de lo
que podía recordar haber estado sobre cualquier otra cosa en años.

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Página
CAPÍTULO CINCO

DESPUÉS DE HORAS DE ESTAR TUMBADA EN LA OSCURIDAD, JANE DEJÓ


DE FINGIR QUE DORMÍA, SE LEVANTÓ DE LA CAMA, Y se dirigió a la
computadora de escritorio que tenía en su sala de estar. Se había
movido y girado, intentando entender en qué se había metido de
alguna manera, pero ahora quería respuestas, así que recorrió todos los
rincones de Internet, recogiendo toda la información sobre dragones
que podía encontrar.

Ella había llenado esa solicitud un día en su trabajo de ingreso de datos


mientras las computadoras habían caído, enviándola por un capricho
después de ver el asombroso salario. Entonces se había olvidado
rápidamente de ello, incluyendo la parte donde se suponía que debía
investigar dragones, ya que no sabía casi nada sobre ellos.

Parecía una tontería lo poco que sabía, teniendo en cuenta


especialmente la enorme historia que su aparición había sido, pero
supuso que tenía una excusa. Tratar de cuidar de una adolescente
Jewel y mantener un techo sobre su propia cabeza había tomado
cada gramo de su atención, así que aparte de unas cuantas historias
sensacionalistas mientras esperaba en la cola de la tienda de
comestibles, ella no sabía mucho sobre ellos y antes, no había estado
demasiado preocupada por encontrar algo más.

Ahora, leyó todo lo que pudo, desde artículos de revistas académicas


hasta informes periodísticos que te dejaban sin aliento. Parecía que los
dragones habían existido a lo largo de la historia de la humanidad,
manteniendo en secreto su existencia excepto por los mitos y leyendas
que se habían desarrollado alrededor de sus pocas interacciones con
los humanos. Pero entonces, por razones que nadie había podido
explicar, se habían revelado al mundo en general, y habían revelado
cuán profundamente funcionaba su poder en el mundo humano.

Los dragones controlaban o influenciaban casi todos los aspectos de la


sociedad humana, desde el gobierno hasta la industria, y no dudaban
en ejercer esa influencia, aunque tendían a evitar la publicidad. Pero
aún así, se habían estado abriendo más, incorporando pocos humanos
selectos en sus negocios, y aquellos que escogieron fueron
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recompensados, haciendo el doble, o el triple, de lo que hacían en


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compañías similares que no eran de dragones. Jane había sido


escéptica, sabiendo muy bien que tenía que haber una trampa, pero
ahora estaba agradecida de que el escepticismo no la hubiera
detenido. Sería difícil, casi imposible, pero si ella obtuviera ese bono
firmado podría pagar la deuda de Jewel, y mantener a ese hombre
lejos de ella.

Tembló ante el recuerdo del hombre, sus fríos ojos mirando a Jewel
como si no pudiese esperar para obtener el pago. Frotando sus manos
por los brazos para ahuyentar el repentino escalofrío, se paró y entró en
los rayos del sol que se deslizaban por sus cortinas.

A las seis, estaba vestida y subió por las escaleras del sótano, lista para
tomar el autobús temprano hacia el trabajo. Su turno no empezaba
hasta las ocho, pero al guardia de seguridad le gustaba y la dejaba
entrar temprano. Ella trabajaría, luego iría a la reunión con Exander,
volvería y terminaría el día sin que nadie lo supiera. Ya sea que el
trabajo con él funcionara o no, ella todavía necesitaba cada centavo
que pudiera encontrar.

Salió de puntillas por la puerta principal, no de humor para que el


inquilino del piso principal le dijera que era ruidosa por la mañana, pero
antes de dar dos pasos la detuvo una profunda voz masculina.

-¿Srta. Graves? ¿Jane Graves?-

Jane no se detuvo, la costumbre le había enseñado a ignorar a los


extraños que la llamaban.

-Al Sr. Vale no le gusta que lo dejen esperando. Y realmente no le gusta


cuando la gente desafía sus órdenes.-

Jane se detuvo entonces, se giró para ver a un hombre guapo y


elegante, con un uniforme de algún tipo, parado junto a un oscuro
coche de la ciudad. Lo miró con cautela, buscando cualquier indicio
de peligro. Parecía lo suficientemente amigable, una sonrisa agradable
en su cara, ojos azules dando la bienvenida, pero ella seguía siendo
cautelosa.

-¿Cómo sabe mi nombre?-

Jane trató de mantener su voz, pero demasiado tarde se dio cuenta de


que sólo había confirmado su identidad y no había recibido nada a
22

cambio.
Página
-El Sr. Vale me lo dijo. También me dio su foto,- dijo.

Ella debe de haber hecho una mueca, porque él se rió, el sonido era
agradable a pesar de las circunstancias.

-Lo siento. Eso fue un poco espeluznante,- dijo.

-Sólo un poco,- dijo Jane, sintiendo que algo de su inquietud se relajaba.

-Tengo que llevarle a verlo,- dijo.

-Preferiría ir por mis medios allí,- dijo.

Él se encogió de hombros. -Órdenes son órdenes, y yo le escoltaré.-

-¿Y cuáles son las consecuencias por desobedecer estas órdenes?-


preguntó Jane, incapaz de detenerse.

-Nunca quise averiguarlo.-

Esas palabras fueron aterradoras, pero algo acerca de la honestidad en


ellas rompió la última resistencia de Jane, por no mencionar lo
desesperadamente que necesitaba este trabajo. -Tengo que hacer una
parada primero. Serán un par de horas,- dijo Jane.

-Sí, señora,- dijo abriendo la puerta trasera.

Jane caminó hacia el coche, luego entró, se instaló en el interior suave


como la mantequilla, sintiéndose un poco enferma con el conocimiento
de que este coche probablemente costó tanto como Jewel, y ahora
Jane, debían.

Cuando el hombre se subió al auto y se deslizó detrás del volante, Jane


dijo:-Ni siquiera sé tu nombre. ¿Es Jeeves o algo así?-

Él se volvió a reír. -Jeeves es el mayordomo. Puedes llamarme Eric.-

Jane se unió a su risa, y luego se pusieron en marcha.

***

-LLEGAS TEMPRANO ESTA MAÑANA, JANIE. INTENTANDO CONSEGUIR


23

HORAS EXTRAS?- PREGUNTÓ PHIL EL VIEJO GUARDIA DE SEGURIDAD


Página

cuando ella entró por la puerta.


-Tengo una cita esta mañana, y quiero hacer un par de horas para que
no me descuenten la paga.-

Phil inclinó la cabeza, considerando todo. -Sabes que no debo dejar


entrar a nadie hasta que empiece el turno.-

-Lo sé. Y no quiero meterte en problemas. Pero si hay alguna manera...-


dijo Jane.

Ella esperó, sus tripas agitadas, desgarrada entre querer hacer las horas
extras y no querer meter a Phil en problemas.

-Pasa, Janie,- dijo finalmente.

-¡Sí! Te hornearé galletas, Phil,- dijo.

Le dio una palmadita en el brazo a Phil mientras caminaba por el


detector de metales y luego subió los ascensores hasta su cubículo,
esperando que a su supervisor no le importara si indexaba los
documentos fuera de hora o no.

Casi dos horas y media pasaron en un latido del corazón, y Jane apenas
podía recordar lo que había hecho. Su mente había estado demasiado
preocupada con los pensamientos de la próxima reunión, pero
afortunadamente su trabajo requería poca atención. Pero ya era hora.
Así que se escabulló, saludando a Phil y lanzando un -Volveré en una
hora- sobre su hombro. Entonces encontró a Eric, estacionado donde
estaba cuando la dejó esta mañana. Se subió al auto.

La miró a través del espejo retrovisor. -¿Estás lista?-

-Tan lista como nunca lo estaré,- dijo


24
Página
CAPÍTULO SEIS

EXANDER SE LEVANTÓ DE SU SILLA Y SE ACERCÓ A LA VENTANA CUANDO


SE DIO CUENTA DE QUE HABÍA LEÍDO LA MISMA frase por tercera vez y
aún no la había absorbido. Reprimió un gruñido de frustración y cerró las
manos a sus espaldas, suprimiendo el impulso de caminar, para hacer
algo que aliviara la energía salvaje que le había animado desde que
había visto a Jane Graves.

Después de salir de su apartamento anoche, le pidió a Eric que la


acompañara e intentó sacarla de su mente. Ella era sólo otra
empleada, una transacción más, un intercambio de servicios por dinero,
como los miles que habían venido antes y que vendrían después.

Se dijo esto una y otra vez, estando de acuerdo con la lógica, pero
todavía no había sido capaz de resolverlo. Una situación que se agudizó
aún más cuando Eric relató que Jane había ido a trabajar esta mañana
al amanecer. No sabía qué pensar de esto, no entendía por qué quería
desesperadamente hacer algo. Pero pronto se daría cuenta.

Mientras que el reloj se acercaba a las nueve, los oyó acercarse.

-A través de esas puertas. Estarás bien,- dijo Eric en un susurro bajo, con
un claro tono de condescendencia.

Un segundo más tarde, escuchó girar el pomo de la puerta y,


curiosamente, sintió como aumentaba el latido de su corazón. No se
giró, no inmediatamente, y en vez de eso escuchó mientras ella
caminaba por el suelo. Escuchó su suave aliento, olió su limpio aroma
femenino, sin perfumes, sólo jabón y Jane, y decidió que era perfecto
para ella. Se concentró en lo que estaba fuera, observando el paso del
tráfico en las calles de abajo, intentando contener sus pensamientos
repentinamente incontrolables. Se dijo a sí mismo que aún no se había
enfrentado a ella porque quería ver cómo reaccionaría y no porque
necesitara tiempo para recomponerse.

-Sr. Vale, ¿podemos empezar?-

Se giró rápidamente, ignoró el pequeño tirón en su pecho cuando la


miró, y le dijo:-¿Tienes otros planes, Janie?-
25
Página
Ella abrió un poco los ojos y luego asintió. -Aquí está su bolígrafo,- dijo
ella, levantando el bolígrafo que él había olvidado. -Y sí. Tengo que
volver al trabajo.-

La miró, vestida como había estado el día anterior, la mano extendida,


el débil temblor delatando sus nervios, aunque se las había arreglado
para mantener su cara con una máscara de calma. Tres largos pasos
cerraron la distancia entre ellos, y más cerca, su aroma seductor era
más fuerte, desencadenó en él una ola de lo que se sentía demasiado
cerca del deseo para su gusto, un sentimiento que sólo se intensificó
cuando tomó el bolígrafo de su mano, con sus dedos acariciando
suavemente los suyos.

Sólo a través de pura voluntad consiguió ignorar el silbido de su


conciencia que le atravesó, tratando de recordarse a sí mismo que ella
era sólo una empleada, y no una particularmente atractiva,
ciertamente no una que pudiera tenerlo tan completamente fuera de
su juego.

-¿Trabajo?- dijo después de que largos momentos habían pasado, el


peso de su mirada sobre él haciendo que ese silbido resonase mil veces.
-Pensé que teníamos un acuerdo, ¿Srta. Graves?-

-Lo hicimos. Lo tenemos,- dijo ella rápidamente.

-¿Entonces por qué estaba en otro trabajo? Ahora su tiempo es mío.-

Sus ojos parpadearon con ira, y ella se puso un poco más recta, el
movimiento no hizo nada para aumentar su estatura, pero dando a
conocer su enfado. -No estaba segura, y parecía prudente mantener a
mi otro...-

Ella se interrumpió mientras lo miraba, su cara cayendo en una


expresión de conmoción ante lo que él sabía que era su vicioso ceño
fruncido. La idea de ella en algún otro lugar lo irritó, pero en vez de
examinar por qué, se centró en el negocio que tenía entre manos.

-Si este arreglo va a funcionar, necesito su completa atención y


concentración,- dijo.

-Por supuesto,- susurró, aunque Exander no se perdió la rebelión en sus


ojos.
26

-Bien,- dijo con un gesto brusco.


Página
Luego, expediente en mano, volvió a cruzar la habitación para pararse
frente a ella, sintiendo un momento de admiración cuando ella no
retrocedió. Hizo un gran espectáculo al leer los documentos del
expediente, aunque era muy consciente de cada pequeño gesto,
cada cambio de matiz en su expresión.

-Jane Graves, 31 años. Se convirtió en guardiana de su hermana menor


Jewel a los diecisiete años de edad después de la muerte de su madre.
No fue a la universidad. Sin hijos. Nunca ha estado casada. ¿Qué te
hace una candidata adecuado?-

Él levantó la vista, viendo como ella reprimía visiblemente sus


emociones.

-Estoy impresionada. Sabe todo sobre mí. Esto es lo que sé de usted.


Exander Vale. Edad desconocida. El primer hijo de una poderosa familia
de dragones. Sin amigos y muchos enemigos. Nunca ha estado casado.
Sin hijos. Totalmente un idiota,- dijo ella, levantando desafiante la
cabeza antes de que pareciera recordar lo que estaba en juego.
Palideció pero mantuvo su expresión uniforme.

-¿Así que tú también hiciste tu investigación?- contestó él, a lo que ella


asintió. -Janie, si vas a trabajar aquí, no puedes creer todo lo que lees
en los tabloides. Tengo varios amigos.-

Ella se quedó dura, con la cara congelada por un momento, pero los
indicios de una sonrisa aparecieron. Lo cubrió rápidamente, pero
Exander lo había visto, no podía habérselo perdido, ni perderse la forma
en que la expresión había iluminado toda su cara, pareciendo darle
ánimos desde dentro. Y no podía perderse la forma en que su corazón,
que ya estaba latiendo rápidamente, se aceleraba aún más.

-Estás contratada. Y ahora que las introducciones están fuera del


camino, establezcamos algunas reglas,- dijo Exander.

Ella asintió. -Está bien, pero necesito volver pronto,- dijo.

-Regla número uno: tu tiempo es mío y sólo mío. He contactado a su


empleador anterior y les he hecho saber que no regresarás,- dijo.

-¡Hiciste qué!- exclamó ella.


27

-Soy muy exigente, y como dije, requiero toda tu atención.-


Página

-¿Cómo voy a...?- dijo en voz baja, echando un vistazo.


-¿Hay algo que debería saber? ¿Algo que interfiera?- preguntó él.

-No. No, no lo hay,- dijo, aunque Exander no le creyó. Eligió no presionar


sobre ese punto, al menos ahora.

-Nuestro acuerdo es completamente confidencial. No debes hablarle


de eso a nadie, ni discutir nada de lo que hacemos aquí con nadie,
incluyendo tu hermana. ¿Existen términos susceptibles?-

-Sí. ¿Y hay una bonificación?- preguntó ella.

Ahh. Así que había una preocupación financiera apremiante en su


ansiedad. Tenía sentido. Ella estaba lejos de ser la primera en
encontrarse en un aprieto, no sería la última, él lo sabía con seguridad.
Pero la curiosidad que Exander esperaba que se desvaneciera se volvió
más fuerte.

-Sí. Después de las primeras siete semanas, si lo haces, recibirás un bono


firmado equivalente a un año de salario. Pero créeme, te lo habrás
ganado,- dijo.

Pero en vez de verse ansiosa o nerviosa ante su proclamación


intencionalmente nefasta, casi sonrió, mostrando los primeros indicios de
calma que Exander había visto en ella.

Ella miró a sus ojos, sus propios remolinos de emoción que Exander no
podía nombrar.

-Tienes un trato.-

***

JANE NO PODÍA CREER QUE HUBIERA DICHO LAS PALABRAS, ESTABA A


PUNTO DE LOGRAR ESTO, PERO EL ASENTIMIENTO BRUSCO DE EXANDER le
confirmó que lo había logrado. Él volvió a su escritorio, esos pasos
antinaturales se parecían más a un planeo que a una caminata
humana real, y una extraña sensación de resolución la golpeó. La suerte
había sido echada.

¡No seas tan dramática, Jane! se regañó a sí misma.


28

-¿Qué es tan entretenido, Janie?-


Página
Su voz baja, fría como el hielo, pero todavía extrañamente cálida, la
sacó de sus pensamientos, y sólo entonces se dio cuenta de que una
sonrisa había cruzado su cara. Ella levantó su mirada a la suya y sintió el
caluroso crepúsculo de la vergüenza sonrojar su piel, una sensación que
se intensificó mientras más tiempo mantenía sus ojos en los suyos, en su
expresión plana, ilegible, pero intensa. Él la estaba escudriñando, eso
estaba claro, y ella no podía detener el pensamiento errante que
saltaba en su cabeza. No podía evitar preguntarse en qué estaba
pensando él.

Se aclaró la garganta. -N-Na…- tartamudeó al principio y luego se


detuvo, tragó y volvió a empezar. -Nada. ¿Qué debo hacer?-

-Vete a casa. Eric te traerá cuando yo te quiera,- dijo.

Entonces él se giró, su amplia espalda pareciendo que estaba


cubriendo el sol. Ella mantuvo su mirada allí, extrañamente enojada por
ser despedida y fascinada por los anchos y musculosos hombros bajo el
fino traje. El primer pensamiento era más preocupante que el último.
Cualquiera con ojos podía ver el atractivo de Exander, y habría
reconocido que era guapo, más allá de guapo, así que su respuesta a
él, por muy tonta e indeseable que fuera, no era de ninguna
preocupación.

Su ira por ser despedida, sin embargo. Le irritó. El despido era algo que
no le era raro, era algo que ella esperaba aunque alguien se tomara el
tiempo de darle un primer vistazo. Entonces, ¿por qué le preocupaba
tanto, sobre todo teniendo en cuenta que el destino de Jewel estaba
en juego? Tal vez porque él estaba jugando con ella, tratando su vida
como si no fuera más que una entrada en un libro de contabilidad, y
ahora que había terminado por hoy, él esperaba que ella se fuera. Una
justa e irracional ira brotó dentro de ella. No tenía motivos para sentirse
así, debería haber estado agradecida, dispuesta a tolerar cualquier
cosa, pero algo la alejó de eso, y en su lugar, dejó que la ira tomara el
control.

-Sr. Vale,- dijo ella.

Él se giró, viéndose de ninguna manera contento de que ella no se


hubiera ido cuando la despidió.
29

-Mi tiempo es valioso, Janie. No lo desperdicies.-


Página

-Es Jane. O Sra. Graves,- dijo con firmeza.


Él levantó una ceja rubia-marrón, movimiento que sólo realzaba su
belleza etérea e inhumana. -Como desee, Srta. Graves. Mi tiempo es
valioso. No lo desperdicie.-

-Puedo respetar eso. Y quiero que haga lo mismo.-

Esa frente se elevó más, y ella continuó asintiendo levemente a su


cabeza. -Estamos haciendo un intercambio, un comercio justo, así que
haré lo que me pida, pero me respetará.-

Jane estaba contenta de que su voz no temblara, ya que por dentro


estaba temblando, preguntándose de dónde habían salido las agallas
para decir tal cosa. Y aunque su expresión no había cambiado, ella
sospechaba que él también podía verlo. Esperó y rezó para que él no
probara su resolución. Porque no sabía si podía mantenerse firme, no
frente a su escrutinio inquebrantable.

-Muy bien. Buenos días, Stra. Graves.-

Se volvió de nuevo, y esta vez Jane siguió su ejemplo, sorprendida de


que sus rodillas temblorosas la mantuvieran erguida. Ella no era así.
Trataba de evitar los conflictos, no le gustaba crear disturbios,
especialmente en un momento como éste, pero algo la obligó a
hacerlo. Exander estaba acostumbrado a salirse con la suya. No había
dudas de eso. Y Jane sabía que si ella no se enfrentaba a él, la
pisotearía. Así que dinero o no, tenía que mantener su ingenio,
demostrar que no se desmoronaría.

La única pregunta ahora era si podía mantenerlo durante las próximas


siete semanas.

***

EXANDER ESCUCHÓ COMO JANIE -LA SRTA GRAVES, SE CORRIGIÓ


RÁPIDAMENTE- SE RETIRABA. JURÓ QUE PODÍA OÍR los golpes de su
corazón, y sus sentidos aumentados habían revelado la vibración de su
pulso en la base de su suave cuello, y el rápido aumento de sus
respiraciones. Pero ella se había mantenido firme, presionándolo.
30

Eso era algo con lo que él no tenía mucha experiencia, habiéndose


Página

acostumbrado a que se obedecieran todas las demandas de


inmediato y sin lugar a dudas. Pero le pareció intrigante, más aún
porque nunca lo habría esperado de ella. Anoche había demostrado
valor, pero él no lo esperaba aquí, no cuando ella entró, tímida, casi
asustada, temblando un poco. Pero al contrario de todas las señales,
ella se había mantenido firme, presionando.

Intrigante.

Aún así, esperaba que ella no hiciera de eso un hábito. Su corazón


golpeando fuertemente y la abrasadora conciencia que ella despertó,
le dijeron que quizás no sería capaz de resistirse a la clase de intriga
particular que era Jane Graves, y que no tenía ningún deseo de poner
a prueba su legendaria determinación.

31
Página
CAPÍTULO SIETE

JANE SE ESCABULLÓ DEL EDIFICIO, INTENCIONADAMENTE EVITANDO A


ERIC. NECESITABA ESPACIO, PENSAR, PARA RALENTIZAR su corazón
palpitante, para averiguar cómo demonios se las arreglaría durante las
próximas siete semanas, tratando de ignorar lo que pasaría si no lo
lograba. La oficina de Exander estaba en el distrito financiero, así que
miró a los transeúntes, perdiéndose a sí misma en la multitud como tan a
menudo lo hacía cuando quería alejarse de sus propios pensamientos.

Pero hoy fue diferente. Ella había mirado las fotos y reportajes de
noticias, visto un sinnúmero de dragones en Internet, pero el haber
estado muy cerca le dio una nueva perspectiva, una que quería
explorar más a fondo. Así que miró, dejando que sus ojos
permanecieran fijos en la gente que le recordaban a Exander. Eran
pocos, pero sus ojos pillaron a algunos, un hombre cuya poderosa
constitución le recordaba a él, una mujer cuya piel emitía el mismo brillo
preternatural.

Pero ninguno, ni el más guapo de los hombres, ni la más bella de las


mujeres, le llegaba a él a los tobillos. Eran todos uniformemente
atractivos, inhumanamente atractivos, pero ninguno tenía esa
combinación de belleza y poder innegable, la facilidad casual que lo
unía todo. Era una mezcla potente y embriagadora.

Él era una mezcla potente y embriagadora.

Jane se reprendió, se recordó a sí misma que esto era sobre Jewel, no


sobre él o ella, o cualquier cosa tonta que él le hiciera sentir. Ella tendría
que recordar y mantener eso en su mente siempre.

Verlo como cualquier otra cosa, por muy guapo que fuera, por mucho
que la atrajera, era una locura, sólo se sumaría a la ya insoportable
situación.

Para que mantendría la cabeza agachada, haría el trabajo y se


aseguraría de que su hermana estuviera libre y limpia.

Enfocada y resuelta, Jane caminó un poco más rápido.


32
Página

***
-JEWEL! ¡ABRE LA PUERTA!-

-¡Ya voy, Janie!- gritó Jewel, su voz silenciada por la gruesa madera. El
portero la había saludado con la mano, pero Janie sabía que había
llamado para decirle a Jewel que estaba en camino, por lo que estaba
molesta porque la puerta no estaba abierta cuando llegó.

Jewel abrió la puerta y resopló con exasperación. -¿Dónde es el fuego?-

Jane reprimió un exasperado suspiro mientras miraba a su hermana.


Eran casi la una en punto y Jewel estaba claramente recién salida de la
cama, su camiseta sin mangas y los bóxers cortos de hombres le dijeron
eso a Jane. También le dijeron que Jewel probablemente tenía
compañía.

Pero Jane pasó por alto su atuendo, y el hecho de que parecía haber
estado durmiendo, o haciendo cualquier otra cosa, mientras que Jane
había estado preocupándose por arreglar las cosas.

-Acabo de caminar treinta cuadras. Me gustaría sentarme,- dijo Jane,


moviéndose hacia el sofá.

-¿30 cuadras? No te sientes en el sofá, entonces; ve a sentarse en el


comedor,- dijo Jewel, con la nariz arrugada.

Jane giró los ojos, pero cumplió, sentándose en la silla de madera dura
cuando habría preferido extenderse en el mullido sofá.

-Así que,- dijo Jewel mientras se instalaba frente a ella.

-Así que está hecho. Siete semanas de prueba y tendré el dinero,- dijo
Jane.

-¡Janie! Muchas gracias,- dijo Jewel, saltando y lanzando sus brazos


alrededor de los hombros de Jane. Jane se rió, abrazó a su hermana de
nuevo, su corazón elevándose en la felicidad de Jewel. -Te dije que me
encargaría de todo.-

-¿Qué es?- preguntó Jewel, mirando escépticamente a Jane.

-¿Qué quieres decir? Todo está bien,- dijo.


33

Jewel inclinó su cabeza. -Janie, eres una mentirosa horrible. Dime qué
pasó.-
Página
-Mi otro trabajo...- Jane empezó y luego se fue.

-¿Qué pasa con eso?-

-Él dice que tengo que renunciar.-

Jewel se encogió de hombros. -¿Y?-

-¿Y? Que necesito un trabajo. Cualquier cosa que gane con él. ¿Cómo
cuidaré de mí misma?-

-Es un maldito dragón, Janie. No te dejará morir de hambre. Y si lo peor


empeora, puedes quedarte aquí conmigo.-

-¿Será esa una opción? No creo que sea capaz de ayudar tanto, o tal
vez ni siquiera en absoluto,- dijo Jane, voz baja con su vergüenza.

-Todo saldrá bien. Tengo un plan B,- dijo Jewel, volviéndose para mirar a
Henry, su intermitente nuevo-viejo novio, quien, basado en su falta de
camisa o cualquier otra ropa además de ropa interior, era otra vez
‘nuevo’.

-Sí, Janie. Puedes quedarte con nosotros.-

-Qué amable. Pero no querría entrometerme,- dijo Jane, volviendo sus


ojos hacia el arco del pasillo donde estaba Henry.

-¿Cómo estás esta mañana, Janie?- preguntó, rascándose la cabeza y


frotando su estómago plano, aparentemente desvergonzado por su
estado de desnudez.

-Buenas tardes, Henry,- dijo Jane, tratando de evitar arrugar la nariz.

Henry era lo suficientemente amable, y Jewel se había quedado con él


por mucho más tiempo que los otros, pero Jane siempre se preocupaba
de que él sacara lo peor de su hermana, o que ellos sacaran lo peor de
los demás, y ella no podía imaginarlos a todos viviendo juntos
pacíficamente y funcionando durante demasiado tiempo.

Otro problema para agregar a su plato ya lleno.

-¿Cómo te fue con el dragón?- preguntó Henry, tirándose en el sofá.

Miró a Jewel, con la frente arrugada. -¿Qué?- dijo Jewel. -Estaba


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molesta y necesitaba hablar con alguien.-


Página
Jane agitó la cabeza. -¿Por qué no me sorprende? ¿Sabías lo del
prestamista antes, Henry?-

Henry miró hacia ella, ojos prácticamente como carteles de neón que
gritaban Culpable. -Intenté convencerla de que no lo hiciera, pero no
quiso escucharme.-

-¿Y tú no me lo dijiste?-

-No soy un soplón, Janie,- dijo, suavizando las palabras con una rápida
sonrisa.

-Lástima. Me habría ahorrado un montón de problemas.-

-Todo estará bien, Jane,- dijo Jewel.

-Es fácil para ti decirlo,- murmuró Jane.

Jewel frunció el ceño, sus fosas nasales sonando como siempre lo


hacían cuando se ofendía. -No te esfuerces por mí. Puedo cuidarme
sola. Arreglar mis propios problemas,- contestó Jewel con soltura.

Jane tomó la mano de su hermana. -No. Yo me encargaré de ello. Y


tienes razón, todo estará bien,- dijo Jane con una confianza que no
sentía.

-Ese es el espíritu,- dijo Jewel.

-Hey, Janie,- llamó Henry, mirándola con una sonrisa suplicante en su


cara.

-No, Henry. Acabo de caminar treinta cuadras, y ya ha sido un largo día.


Así que no, no te haré tostadas francesas.-

-Vamos, Jane, por favor,- dijo Jewel.

Miraba de uno a otro, sus expresiones idénticas casi graciosas.

-Bien,- dijo en un profundo suspiro mientras se ponía de pie. -¿También


quieres tocino?-
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Página
CAPÍTULO OCHO

DOS SEMANAS DESPUÉS

-LA ESTOY ABURRIENDO, STRA. GRAVES?-

Exander no había mirado hacia arriba, pero ante la profunda


exhalación de Jane, -Sí,- lo hizo, sonriendo antes de poder contenerse a
sí mismo.

Ella había pasado todos los días de las últimas dos semanas en su
oficina, y parecía que hoy era particularmente agotador para ella. Ella
se había inquietado, y mirado alrededor de la habitación, sin mostrar
ninguna de sus reservas ordinarias. Se preguntó si eso significaba que
ella se estaba acostumbrando a él. Pero rápidamente dejó ese
pensamiento a un lado y dejó de lado el contrato que había estado
leyendo para concentrarse en ella.

-Lo siento,- dijo ella, -pero no estoy acostumbrada a esto.-

-¿Acostumbrada a qué?-

-A no hacer nada. Quiero decir, la entrada de datos no es


emocionante, pero al menos hacía algo. Aquí sólo estoy sentada,- dijo,
mirando alrededor de la oficina como si fuera desagradable, y no un
espacio hermoso y bien diseñado donde se hacían negocios.

-Entonces haga algo,- dijo él.

-¿Qué?-

-Muestra algo de iniciativa. Es parte del proceso.-

Se tapó los ojos y sacudió la cabeza. -¿No podría haberme dicho eso
hace dos semanas atrás?- dijo ella.

-Estaba esperando a que lo descubrieras,- respondió encogiéndose de


hombros.

-Suerte que no me morí de aburrimiento primero,- dijo con un giro de


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ojos.
Página
Exander se rió a carcajadas, y ella se puso en pie, moviéndose hacia la
ventana, donde él notó que su mirada casi siempre estaba atraída.

Pero la suya estaba cautivada con ella, y se encontró a sí mismo


dándole la bienvenida a la oportunidad de verla sin preocuparse de ser
visto. Todavía no podía entenderlo, no podía señalar lo que era, pero en
lugar de disminuir, su fascinación por ella crecía cada día.

No había nada diferente en ella; llevaba la misma ropa sosa y poco


favorecedora, mantenía el cabello apretado en un rodete, ni una sola
hebra fuera de lugar, lo que lo tenía medio convencido de que había
imaginado lo que había visto esa primera noche, las gruesas y oscuras
olas cayendo en cascada contra su rostro. Se había encontrado a sí
mismo, demasiado a menudo, imaginándose tirando de ese cabello
hacia abajo, arrancando la blusa blanca de su piel morena, respirando
agitadamente mientras esperaba el primer vistazo de las curvas que
escondía la ropa...

Detuvo el pensamiento en seco y siguió su mirada hacia la vista.

-¿Qué haces de todos modos?- preguntó ella, volviéndose hacia él.

Sin pensar la miró, el sol la bañaba en un resplandor luminoso.

-¿Cosas secretas de dragón? ¿No puedes contármelo aunque trabaje


aquí, más o menos?- dijo ella después de un largo momento.

-Algunas cosas secretas de dragón. Ni de cerca. La mayoría de las


veces sólo observo, me aseguro de que nuestras propiedades y activos
estén protegidos.-

Ella sonrió levemente, y Exander sintió que hacía lo mismo. -No estoy
haciendo que esto suene más interesante, ¿verdad?-

Ella agitó la cabeza. -No,- dijo, su voz rebosante de humor.

-¿Qué puedo decir? A pesar de las afirmaciones de lo contrario, ser un


dragón no es todo destello y glamour. No volamos de castillo en castillo,
acumulando oro y quemando pueblos mientras pasamos. Bueno,
normalmente no.-

Su risa suave, casi musical, dibujó una de las suyas.


37

-Pero puedes, ¿verdad? ¿Volar?- preguntó ella.


Página
Incluso a través de la luz brillante del sol, él vio la chispa en su expresión,
pero no fue de miedo o reverencia que generalmente recibía de los
humanos una vez que se daban cuenta de lo que era. Era algo más
parecido a curiosidad y asombro. Y por primera vez, trató de ver a
través de los ojos de un ser humano, a través de sus ojos, trató de pensar
en lo que debía ser saber que existían criaturas mitológicas.

-Puedo,- dijo simplemente.

-Eso debe ser increíble,- contestó ella, sus ojos tomando una cualidad
lejana.

-Supongo. Nunca lo he pensado. Es como si fueras tú; es sólo una parte


de lo que soy,- dijo, poniéndose de pie para cruzar la oficina y pararse
junto a ella.

Agitó la cabeza. -No. No es nada como eso. Lo único notable de mí


es...-

Ella se interrumpió, miró hacia otro lado, y su silencio molestó a Exander.


Ella no tenía forma de saberlo, saber que esta, una charla genial con un
humano, no tenía precedentes, algo que no había sucedido antes, y
probablemente no volvería a suceder.

Pero él no tenía forma de decirle eso, de lo increíble que la encontraba,


sin revelar mucho, demasiado. No estaba muy seguro de entenderlo él
mismo.

-Lo siento, Sr. Vale. Sé que no le gusta perder el tiempo,- dijo ella
girando.

-Llámame Exander,- dijo en una orden ronca, las palabras salieron antes
de que pudiera pensarlo de nuevo, el tenor de su voz lejos de revelar
comfort.

Ella se detuvo, le miró, sus ojos brillaron con sorpresa. -De acuerdo. Si te
parece bien, iré al sótano. Parece que hay mucho que organizar allá
abajo y estoy segura de que les vendría bien una mano,- dijo.

Él asintió con la cabeza, por alguna razón incapaz de hablar, y la miró,


sin pestañear, mientras salía de la oficina y cerraba la puerta tras ella.

Exander se quedó allí, mirando fijamente a lo lejos después de que ella


38

se fuera, incapaz de averiguar cómo o por qué le afectaba tanto, pero


Página

igualmente incapaz de fingir que no era nada.


Sólo el sonido de su puerta abriéndose lo alejó de la ventana.

-Kyr, por favor entra,- dijo mientras su hermano irrumpió en la oficina, y


se dirigía directo al decantador de whisky escocés.

-Ahora no, Exander,- dijo, tomando dos largos tragos.

Exander se rió, preguntándose qué estaba molestando a su hermano


ahora. -¿Alguien estacionó en tu lugar de estacionamiento otra vez?-

Kyr se giró, el cristal apretado en su mano. -He dicho que no empieces.-

-¿Me dirás qué está pasando? Haré que Padre te envíe de vuelta al
curso de control de la ira,- dijo Exander.

Kyr frunció el ceño, apretó el vaso y los dientes aún más. -Es Bell.
Haciendo todo lo posible para volverme loco como siempre.-

Exander asintió, pero permaneció en silencio. Kyr y Bell habían estado


dando vueltas y vueltas durante años, y Exander había decidido desde
hacía mucho tiempo que su obstinado hermano no reconocería a su
pareja hasta que estuviera bien y preparado, así que decidió no
malgastar su aliento.

-Estoy seguro de que lo resolverás,- dijo Exander.

-Debería sólo despedirla y terminar con eso,- dijo Kyr, repitiendo la


declaración por milésima vez, aunque él y Kyr sabían que eso nunca
ocurriría.

-Tal vez,- dijo Exander, tomando el rumbo menos comprometedor.

Kyr dejó su vaso y se acercó. -¿Cómo lo haces?- preguntó él.

-¿Hacer qué?-

-Quédate tan jodidamente calmado todo el tiempo.-

-Supongo que es mi naturaleza,- dijo.

-Mamá siempre lo decía, hielo y fuego,- dijo.

-Y siempre te esforzaste por demostrarle que tenía razón,- dijo Exander.

-Y tú también,- respondió.
39

Los hermanos se rieron, y luego Kyr lo miró, una pregunta en sus ojos. -¿Y
Página

cuál es la historia con la nueva empleada?-


-¿Qué historia? No hay historia,- dijo Exander.

-Es inusual, eso es todo,- dijo. -Ella ha estado pegada muy cerca de ti.
Estoy seguro de que Bell puede encontrar algo para ella si quieres,
presionarla y ver si es un fracaso,- dijo Kyr.

-¡No!- Exander exhaló y luego alisó su chaqueta. -Eso no será necesario,-


dijo.

-Si tú lo dices,- dijo Kyr, aunque miraba a su hermano con escepticismo.

Y Exander estaba agradecido cuando Kyr eligió no presionar sobre el


tema y en lugar de ello cambió a un nuevo tema. -¿Vienes al baile?-

-¿Alguna vez oiría el final de ello si no lo hiciera?-

El Baile Dragon era una característica del calendario social todos los
años, y Exander nunca había inventado una razón para salirse de él y se
había resignado a que las cosas no fueran diferentes este año.

-Te veré allí con tu sabor de la semana, supongo.- dijo Exander.

-Sí, de lo contrario todas las mamás intentarán hacerme aparear antes


de que acabe la noche. Debería probar esa cosa del dragón de hielo,
porque no parece que tengas ese problema,- dijo Kyr.

-No. Es todo tuyo. Viejas damas y sus madres se inclinan en presencia de


Kyr Vale.-

El teléfono de Kyr sonó, y él lo tomó, y de inmediato se enfrentó a su


habitual ceño fruncido. -Todo depende de que yo llegue al baile, por
supuesto,- dijo.

-¿Bell, supongo?-

Kyr levantó la vista, los ojos brillando con fuego. -¿Quién más?- dijo
mientras se giraba y salía furioso de la oficina.

Exander consiguió sofocar su risa hasta que su hermano se fue.


40
Página
CAPÍTULO NUEVE

-BUENAS NOCHES, ERIC,- DIJO JANE.

-Buenas noches, Janie,- respondió él. Entonces palideció, un rubor rojo


apareciendo en su cuello. -Quiero decir, Srta. Graves.-

Ella se rió. -Por favor, llámame Janie.-

Él se paró y entró en el ascensor con ella. -¿Vas a casa?-

Ella asintió.

-¿Te importaría tener compañía parte de la caminata? Voy en esa


dirección,- dijo Eric.

-Por supuesto que no,- respondió ella.

Él le abrió la puerta, y salieron del alto y elegante edificio.

-Tengo la noche libre, así que iré a ver a mi hijo,- dijo Eric.

Jane le miró rápidamente, pero no presionó. Habían sido amistosos,


pero ella no se atrevía a preguntarle sobre la naturaleza de su trato con
Exander. Así que en vez de eso murmuró algo no comprometedor, pero
Eric continuó.

-Ahora tiene once años.-

-¿Vive con su madre?- preguntó Jane.

Eric agitó la cabeza. -No, mi esposa y yo vivimos en otra parte de la


ciudad. Chad se queda en el centro.-

Jane continuó caminando, pero de nuevo miró a Eric rápidamente. -


¿Quieres contarme sobre ello?-

Eric sonrió. -¿Soy tan obvio?-

Se encogió de hombros. -Parece que quisieras hablar.-

-Lo siento. He visto a mucha gente ir y venir, y nunca he tenido ganas de


compartir. Pero siento que lo entiendes.- Eric le lanzó una mirada de
evaluación, y luego asintió, pareciendo contento con su decisión. -Tú lo
41

haces. La mayoría de los otros, casi todos ellos, se centran en el dinero,


Página
el prestigio imaginario de estar cerca de ellos. Pero estás en esto por la
familia, ¿verdad?-

Jane asintió. -Mi hermana. ¿Y tú estás en esto por tu hijo?-

-Sí. Tuvo un accidente cuando era un niño pequeño, sufrió lesiones


cerebrales graves, del tipo que le hacen imposible quedarse en casa. Mi
esposa y yo teníamos seguro, pero vimos el tipo de lugares en los que
terminaría, sabíamos que no lo cuidarían como deberían, y no
podíamos hacerlo en casa. Así que recurrí a los dragones, rezando para
que me contrataran.-

-Lo hicieron, obviamente-, dijo Jane.

-Síp, lo mejor que me ha pasado nunca. Es difícil, y el Sr. Vale es...


exigente, pero Chad tiene el mejor cuidado que el dinero puede
comprar.-

-Eso es genial, Eric,- dijo.

Eric la miró con un brillo en sus ojos. -Exander no está mal, sabes. Puede
ser difícil, como dije, pero es una de las personas más decentes que he
conocido.-

Se detuvo frente a un ordenado edificio de ladrillo de cuatro pisos, y


Jane le volvió a sonreír.

-Disfruta tu visita, Eric. Te veré mañana.-

-Hasta mañana, Janie,- dijo mientras entraba en el edificio.

Jane pensó acerca de lo que Eric había dicho mientras continuaba


camino a casa, y descubrió que lo dicho se reflejaba en lo que
experimentó. Él era distante, reservado, severo y definitivamente no
amistoso, pero sólo le había mostrado amabilidad.

El era fundamentalmente decente, decidió ella. Lo había captado en


un primer momento, pero a medida que habían pasado los días, se
había convencido cada vez más de la verdad del hombre que estaba
detrás del frío exterior. Y al acercarse a su casa, se dio cuenta de que se
sentía sorprendentemente ligera, la preocupación por Jewel
desapareciendo ante sus nuevas realizaciones sobre Exander Vale.
42
Página
CAPÍTULO DIEZ

EXANDER MIRÓ ALREDEDOR DEL PEQUEÑO Y ORDENADO APARTAMENTO


Y SINTIÓ SU CEÑO FRUNCIDO. EL LUGAR ESTABA LIMPIO, TAN alegre
como podía estar un apartamento en el sótano, pero era totalmente
inadecuado. Exander había podido acceder con demasiada facilidad,
y su mente corría con la posibilidad de que alguien más pudiera
hacerlo. Y además, si ella iba a trabajar para él, debería tener un
entorno mejor.

Eso fue lo que se dijo a sí mismo mientras se asomaba por el pequeño


apartamento, cubriendo el espacio con cuatro largos pasos y luego
volviendo a hacerlo. La idea de estar en su casa, viendo cómo vivía, le
pareció mucho más interesante de lo que debería haber permitido.

Al oír el sonido de la llave deslizándose en la cerradura, se giró y miró


hacia la puerta principal, vio a Jane comenzar a avanzar cuando sintió
su presencia, el miedo se transformó en molestia en un abrir y cerrar de
ojos.

-¿Cómo entraste aquí?- dijo ella.

-Sólo tomó veinte dólares. El superintendente me dejó entrar,- contestó


Exander, mirando cómo el rostro de Jane se volvía en un ceño fruncido
que probablemente reflejaba el suyo propio.

Cerró la puerta detrás de sí misma y la cerró con llave, y luego caminó


hasta que se paró frente a él.

-¿Hay algo en lo que pueda ayudarle, Sr. Vale?-

-Dejaste esto,- dijo, levantando la bufanda a cuadros azul y marrón que


Jane había dejado atrás.

-Gracias, supongo,- dijo ella, levantando la bufanda de su mano.

Cuando sus dedos le rozaron los suyos, sintió una punzada de


electricidad, y por la forma en que ella abrió los ojos, también la había
sentido. Parecía una tontería, ahora que lo dijo en voz alta, pero
cuando él vio la bufanda, su único pensamiento había sido que debía
devolverla, que sería cosa de caballeros. Y no tenía nada, nada que ver
43

con el deseo de verla.


Página
-¿Hay algo más?- preguntó ella, con la bufanda apretada en sus dedos.

-En realidad, ha habido un cambio de planes. Este lugar es totalmente


inadecuado. No puedes quedarte aquí,- dijo con firmeza.

Se puso furiosa de ira, los ojos brillando. -No puedes dictar dónde vivo,-
dijo.

-Ahí es donde te equivocas. Puedo. Y lo hago.-

Ella respiró duramente, sus ojos chocando con los suyos.

-¿Y a dónde quieres que vaya?- preguntó finalmente, la voz una mezcla
de pánico e ira que le hizo extrañar los tonos suaves y relajantes de ella.

-A mi casa, por supuesto,- respondió.

Jane lo miró como si ella cuestionara su estabilidad mental, y pudo


admitir que él mismo la cuestionó. No lo había pensado, pero la idea de
Jane en su casa era atractiva. Demasiado atractiva. Y eso la sacaría de
este lugar.

-No.-

-¿No?-

-Sí,- dijo. -No.- Se rió y luego agitó la cabeza. -No estás acostumbrado a
oír eso, sospecho.-

-No lo estoy. E incluso menos acostumbrado a aceptarlo, Srta. Graves.-

-No te pertenezco, sabes,- dijo ella en voz baja.

-Por supuesto que no. Pero eso no cambia el hecho de que no puedes
quedarte aquí.-

-¿Por qué no?-

-Porque no es seguro,- dijo.

Y porque te quiero conmigo.

Pero él dejó eso sin decir.

-Y si digo que no, ¿qué harás?- preguntó ella.


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Se encogió de hombros. -No lo sé.-


Página
Esa respuesta parecía aplacarla, para su sorpresa. -Bien. Voy a empacar
un bolso si te parece bien,- dijo.

***

EL PASEO EN SU COCHE CARO, ÉL AL VOLANTE, ERA SURREALISTA. ESTABA


CONFUNDIDA, SE SENTÍA CASI DESGARRADA por las emociones
conflictivas que la atravesaban. Era más que ridículo, él entrando en su
casa, exigiendo que ella se fuera.

Incluso peor que ella hubiese consentido.

Cuando lo había visto de pie en su casa, su gran cuerpo haciendo que


el espacio pareciera aún más pequeño, ella estaba eufórica, había
querido lanzarse en sus brazos, empujar su cuerpo contra el suyo. E
incluso después de que él había hecho su insensata petición -orden -
ella todavía lo sentía, esa fuerza innombrable que la enviaba cada vez
más cerca de él, imposible de creer pero imposible de negar.

Y por muy débil y terrible que fuera, ese deseo de estar con él era lo que
la había hecho ceder tan rápidamente.

Agitó la cabeza, su propio disgusto con ella misma incapaz de ser


contenida por un momento más.

-¿En qué está pensando, Sta. Graves?- preguntó él de repente, aunque


Jane ni siquiera se había dado cuenta de que había estado mirándola.

-Llámame Jane. Es decir, más vale que nos llamemos por el nombre si
vamos a ser compañeros de piso.-

-Muy bien. ¿En qué estás pensando, Jane?- dijo.

-Estoy pensando que estoy loca por hacer esto. Necesito esto, pero
quedarme contigo es una locura. Aunque mi casa no sea segura, ¿por
qué te importa?- preguntó ella.

-A mi madre le habrías caído bien. Hubiera insistido en que era un


terrible descuido por mi parte dejar que vivas en un lugar tan
inapropiado,- respondió finalmente.
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-¿Lo haría?- dijo Jane, cediendo a su curiosidad.


Página
-Sí. La perdimos hace muchos años, pero supongo que algunas de sus
lecciones se quedaron en mí,- dijo.

Jane volvió a mirarle, vio su expresión reflexiva. Se preguntaba si tal vez


Exander no era tan distante como parecía, si era menos inmune a la
decencia común de lo que podría haber querido que otros pensaran.

-Estamos aquí,- dijo mientras giraba hacia un largo camino de entrada y


aparcaba frente a un pequeño bungalow.

Jane se bajó del auto, notó que incluso en la oscuridad la casa tenía
una atmósfera amigable, casi cálida.

-¿Esperabas una cueva?- preguntó él.

-No, pero quizá un frigorífico,- respondió.

Agarró la pequeña maleta que ella tenía en su mano. -Aún no has


entrado.-

Jane se rió a pesar de sí misma.

46
Página
CAPÍTULO ONCE

-DIOS MÍO,- DIJO JEWEL, GIRANDO EN CÍRCULOS,-ESTE LUGAR ES


INCREÍBLE, JANIE! Y CARO, TAMBIÉN.-

-No me importa cuánto cueste, Jewel. Todavía me gustaba mi casa.-

Jewel la miró como si tuviera dos cabezas. -¿Viste esta vista de un millón
de dólares?- dijo mientras caminaba por la sala de estar para mirar por
las puertas francesas.

Probablemente costaba más que eso, pero Jane contuvo la lengua. -Es
linda, pero todavía me gustaba el apartamento.-

-Estás chiflada. Mi hermana mayor está demente. ¿Cómo es posible que


prefieras tu apartamento en el sótano de mierda a esto?-

-Tú también vivías en ese sótano asqueroso. Y lo prefiero porque es mío.


Me lo gané, y nadie me lo puede quitar. Así que no te emociones
demasiado, porque esto es sólo temporal.-

-Tal vez deberías tratar de hacerlo permanente,- dijo Jewel, refiriéndose


a Jane con un destello en los ojos.

Jane agitó la cabeza, lamentando su decisión de permitir que Jewel la


visitara. -No. Me aseguraré de que el problema esté resuelto. Esa es mi
única preocupación ahora mismo.-

Jewel miró alrededor de la casa de Exander, una sonrisa en su cara. -


Quizá debería haber tomado tu lugar. Esto no habría sido tan malo
después de todo,- dijo.

-Tal vez debería haberte dejado sola,- dijo Jane alrededor de la ira que
se alojó en su garganta.

-No te enojes, Janie. Sólo estoy tratando de señalar el lado positivo. Tú


también puedes sacar algo de esto,- dijo.

Jane reprimió un gemido, su frustración con Jewel era especialmente


fuerte hoy. -Ya lo has visto. ¿Estás lista para irte?- preguntó ella.

-Pero hay una piscina. ¿Puedo...?-


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-No tienes traje de baño,- dijo Jane.


Página
-Hay uno en mi bolso. Me imaginé que un dragón, indignantemente rico
y humeante, tendría una,- dijo ella encogiéndose de hombros.

Jane apretó sus labios en una delgada línea, mirando fijamente a su


hermana. -Una hora, Jewel. Y luego nos vamos.-

***

EXANDER SABÍA QUE JANE ESTABA ALLÍ, LA HABRÍA SENTIDO INCLUSO SI


NO HUBIERA VISTO EL COCHE QUE LE HABÍA DADO EN EL camino de
entrada. Ignorando la forma en que su corazón se aceleró cuando notó
que ella estaba en casa, él se movió hacia el patio trasero, con las
ansias de verla superando el deseo de no ver a su compañera.

Caminó a través de las puertas francesas abiertas, y su mirada se posó


inmediatamente sobre Jane. Estaba tumbada en una silla, la cara
medio cubierta con enormes gafas de sol, su modesta camiseta
cortada haciendo poco para ocultar todas las curvas de sus pechos, sus
pantalones cortos de mezclilla aferrándose a sus muslos de una manera
que lo puso celoso. Y como había sido el caso en las semanas desde
que ella se había mudado, le costó trabajo apartar la mirada,
aprovechó cada oportunidad para mirar fijamente, sabiendo que
estaba jugando con fuego, pero no pudiendo parar.

Un chapoteo en la piscina llamó su atención, y vio como Jewel salía del


agua, su piel marrón brillando bajo el brillante sol, su diminuto bikini
dorado apenas cubriéndola. Caminó lentamente hacia la silla de la
sala de estar junto a Jane, con ojos que nunca se apartaron de la suya.

-Janie,- dijo, -tenemos compañía.-

La mano de Jane voló hacia su cara, y se quitó las gafas de sol,


pareciendo sorprendida y luego culpable.

-Lo siento,- dijo ella, apresuradamente poniéndose de pie, -No te


esperaba hasta más tarde. Saldremos de aquí en unos minutos. Rayos -
dijo mirando a su alrededor-, no traje toallas.-

Janie huyó, dejándole a él y a Jewel solos, y cuando Exander la volvió a


mirar, pudo ver la invitación y la avaricia en sus ojos.
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-Te gusta,- dijo Jewel.


Página
Exander no dijo nada, sólo la miró con indignante disgusto, algo que ella
no notó o no le importó.

-Janie es genial. Pero ella no es como yo,- dijo Jewel, dejando que una
mano siguiera su estrecha cadera. -Pero tú y yo... creo que podríamos
llegar a un entendimiento mutuamente beneficioso,- dijo mientras se
acercaba cada vez más.

Ella alargó la mano cuando Jane gritó: -Es hora de irse, Jewel.-

Jewel levantó una esquina de su boca en lo que Exander pensó que era
una sonrisa sensual, y luego dijo: -Piensa en ello.-

Exander no se molestó en verla irse. No había necesidad. Sabía


exactamente lo que Jewel era, lo que ella tenía para ofrecer.

Su hermana, sin embargo, era un asunto completamente diferente.

Él lo había negado, tratado de fingir, pero eso ya no funcionaba. Cada


segundo que pasaba con ella sólo lo confirmaba. Quería a Jane
Graves, y no sabía cuánto tiempo más podría resistirse a ella.

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Página
CAPÍTULO DOCE

EXANDER NO LEVANTÓ LA VISTA CUANDO JANE ENTRÓ EN SU OFICINA,


NO DIO NINGÚN INDICIO DE QUE LA VIERA MIENTRAS ELLA DEPOSITABA el
archivo en su escritorio. Era algo que ella había notado más y más
últimamente, o mejor dicho, algo que se había perdido.

Pensó que lo imaginaba, pero sentía sus ojos en ella cuando no lo


miraba. Nunca lo había visto, sin embargo, se había dicho a sí misma
que era simplemente su sueño de lo que en secreto quería y no
cualquier cosa que él hiciera.

Pero ahora, no estaba tan segura. Él había estado diferente, más


retraído, y ella se dio cuenta de que echaba de menos el pequeño lazo
que había surgido entre ellos.

-Exander,- susurró.

Miró hacia arriba, ojos azules amarronados planos, distantes.

-¿Sí, Jane?- dijo él.

-Quería disculparme por lo de antes. No te pregunté si Jewel podía


venir, así que ¿espero que no te importara?- dijo, con una pregunta
clara en su voz.

Se quedó de pie, se acercó a ella, sus poderosos pasos casi hipnóticos. -


Tu hermana es muy importante para ti. Es natural que quieras pasar
tiempo con ella,- dijo.

Ella arrugó la frente. -Esa no es una respuesta.-

Exander se acercó, subiendo sobre ella con su imponente altura. -Cuida


de ella,- dijo, acercándose aún más.

Su proximidad hizo que Jane casi se sintiera mareada, su olor masculino


limpio llenando sus sentidos y desencadenando un urgente trompo de
deseo entre sus muslos.

-Sí,- susurró finalmente, la palabra salió algo ronca casi como un


gemido.
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-¿Quién cuida de ti?- preguntó él.


Página
Pero ella no contestó, no pudo, no cuando sus labios estaban a
centímetros de los suyos, sus ojos, generalmente tan fríos, ahora
iluminados con fuego. Por instinto, ella sacó la lengua para lamerse los
labios repentinamente secos, y el movimiento tiró de su mirada. Él
levantó su mano, la puso sobre su mejilla, y luego puso su pulgar a lo
largo del labio inferior de ella, los ojos brillando mientras lo hacía.

Dejó salir una profunda exhalación pero luego se congeló cuando él se


inclinó hacia delante y selló sus labios sobre los de ella. Sus ojos se
cerraron, y su corazón empezó a latir con fuerza.

Ella había soñado con esto, lo quería, pero nunca había pensado que
pasaría. Pero estaba sucediendo, y la realidad era mucho mejor que
cualquier cosa que pudiera haber conjurado en su mente.

Sus labios eran firmes pero suaves sobre los de ella, su mano fuerte y
ardiente contra su piel. Y cuando él deslizó la lengua entre sus labios, su
sabor picante y masculino explotó en su boca, el primer sabor de él
extrajo un gemido.

Había más pasión en su beso que nada de lo que había experimentado


antes, y ella quería caer en él, entregarse a él, sin importarle dónde
estaban, quién era, sólo cuidando que cada fibra de su ser clamara por
él.

Y luego él se fue, el beso se rompió, dejando a Jane perdida.

Ella abrió sus ojos, casi asustada de mirarle y ver el arrepentimiento, pero
incapaz de no hacerlo. Pero ella no pudo ver nada en su expresión, y
salvo por sus fuertes respiraciones, él no dio indicios de lo que había
ocurrido entre ellos.

-Jane,- dijo en un profundo gruñido.

Pero no esperó a oírlo y en vez de eso salió corriendo de la oficina tan


rápido como sus piernas pudieron llevarla.

***
51
Página
HABÍA SIDO INFANTIL Y TONTO DE SU PARTE HUIR ASÍ, PERO NECESITABA
ESTAR LEJOS DE ÉL, NO HABÍA querido escuchar sus disculpas,
prometiéndole que nunca volvería a suceder.

Regresaría pronto, una vez que recobrara el juicio y estuviera lista para
enfrentarlo. Pero por ahora, caminó en el jardín público cerca del
edificio. Había tropezado con el lugar por accidente, un pequeño oasis
en la ciudad, y descubrió que las visitas la tranquilizaban y la
renovaban. Mientras caminaba, de vez en cuando se detenía para oler
una de las flores exuberantes y perfectas, se preguntaba de dónde
habían salido. El lugar parecía otro mundo, le recordaba a él, de hecho.

Su corazón patinó con ese pensamiento, y ella giró para volver,


decidiendo que mientras más esperase, más difícil sería enfrentarse a él.

Se giró, pero fue detenida por un saludo.

-Hola,- dijo un hombre.

Jane miró hacia la fuente del sonido y su mirada se posó sobre un


hombre alto y guapo. Un dragón, pudo ver instantáneamente, con
cabello oscuro, ojos oscuros, y piel bronceada demasiado
perfectamente para pertenecer a un humano. Ella nunca lo había visto
antes, pero algo sobre él le era familiar, aunque no podía saber qué.

-Hola,- respondió ella.

-¿Vienes aquí a menudo?- preguntó él.

Jane sonrió, y la expresión del hombre se volvió curiosa.

-¿Dije algo que no debí haber dicho? Todavía lucho con los matices de
la comunicación humana,- dijo.

-Está bien. Soy Jane Graves, por cierto,- dijo, caminando, con la mano
extendida.

-¿Jane? ¿La Jane de Exander?-

Jane vaciló un momento, sabiendo que habría recordado a este


hombre si lo hubiera conocido.

Él sonrió, la amabilidad iluminando sus ojos. -Soy Ormr Vale. El padre de


Exander.-
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Élla se preguntó cómo se le había pasado antes porque parecía muy


Página

obvio ahora. Ilumina sus cabellos, añade unos remolinos de azul a lo


marrón de sus ojos, y sería el doble de Exander, el parecido era muy
fuerte.

-Encantada de conocerlo,- dijo Jane.

-¿Te importaría dar un paseo conmigo?- preguntó él.

-Por supuesto que no,- dijo Jane, bajando un escalón para estar a su
lado.

-Mi esposa encargó estos jardines,- dijo.

-¿De verdad? Son hermosos,- respondió Jane.

Un fugaz momento de dolor cruzó su cara. -Nunca llegó a verlos. Pero


me aseguré de que fueran construidos exactamente como ella quería.
¿Exander te trajo aquí?- preguntó, mirándola.

Agitó la cabeza. -Tropecé con ellos un día.-

-Entonces trabajaron como ella quería. Siempre pensó que serían una
agradable sorpresa para la gente cansada de la ciudad.-

-Lo son,- dijo Jane débilmente.

-Entonces, ¿mi hijo ha sido agradable?- preguntó, levantando las cejas


mientras cambiaba de tema con facilidad.

-Umm...- comenzó Jane y luego se detuvo, sin saber cómo responder.

-Eso significa que no, supongo-, dijo.

-Ha sido interesante,- Jane finalmente estableció.

-Interesante. No es una palabra que muchos hayan usado para describir


a mi hijo.-

Jane se detuvo y luego miró a Ormr con ojos inquisitivos.

-Tiene una gran reputación, ¿sabes? Frío, distante, aburrido.-

-¿Aburrido?- dijo Jane incrédula, comenzando a caminar de nuevo. -


Frío, sí, distante, sí, ¿aburrido? Cualquier cosa menos,- dijo.

Pero se quedó callada otra vez cuando vio la divertida expresión de su


compañero. -Lo siento.-
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-No lo sientas. Estoy de acuerdo, al menos en su mayoría. Mi hijo es
muchas cosas, ninguna de las cuales es aburrida. Tampoco es frío ni
distante, aunque supongo que tengo una opinión sesgada.-

Jane murmuró evasiva.

-¿No estás de acuerdo?-

-No lo conozco lo suficiente como para decirlo,- contestó Jane.

-Lo dudo. Me alegro de que te haya encontrado.-

-Oh, no me encontró. Sólo soy una empleada o espero serlo pronto,-


dijo.

-Por supuesto,- dijo él.

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Página
CAPÍTULO TRECE

EL SONIDO DE LA RISA, LAS DOS VOCES QUE RECONOCERÍA EN


CUALQUIER LUGAR, FLOTARON HACIA ÉL. Siguió el sonido, ociosamente
preguntándose por qué sus nervios estaban repentinamente a gusto.

Se encontró con ellos, su padre sentado junto a Jane en uno de los


bancos de piedra. Sus pulmones se apretujaron al verla, bañada por la
luz del sol, una sonrisa de puro deleite en su cara.

Ella era luminosa, impresionante.

A él no le gustó en absoluto, o más bien, no le gustó el deseo que surgió


en sus entrañas al verlos.

-La estaba buscando, Srta. Graves,- dijo, sin molestarse en suavizar su


tono ni siquiera cuando vio la mirada de desaprobación de su padre.

La sonrisa en la cara de Jane se congeló, y lo miró.

-Yo sólo... No importa.- Se puso en pie, extendió la mano a su padre. -


Fue un placer conocerle, Ormr. Espero que nos veamos pronto.-

-A ti también, Janie. Y lo haremos. El Baile del Dragón es el próximo fin


de semana. Por favor, asiste.-

Su padre habló de una manera que incluso Exander era incapaz de


desafiar, y Jane asintió.

-Está bien...,- dijo ella.

-Excelente. Te veré allí,- dijo su padre.

Jane se alejó sin mirarlo, y para cuando él volvió a mirar a su padre, el


hombre ya se había puesto de pie.

-¿Así que estás tratando de alejar a tu compañera?- preguntó él.

-Es sólo una empleada, Padre. Nada más.-

Exander exhaló con fuerza, sintiéndose como un crío y no como un


55

hombre adulto.
Página

Su padre resopló. -Ella dijo exactamente lo mismo. Tampoco le creí.-


-¿Por qué la invitaste al baile?-

-Porque es encantadora, y no necesitas perder el tiempo presentándola


a nuestro mundo. Además, siempre sigues con eso, perdiendo el tiempo
y siendo eficiente. ¿Por qué las cosas serían diferentes con tu
compañera?-

-Padre,- dijo Exander en un suspiro impaciente, -no es así.-

-Lo que tú digas, hijo. Ven, vamos a ver las rosas de tu madre.-

***

MÁS TARDE ESA NOCHE EXANDER EMPRENDIÓ VUELO, EMPUJÁNDOSE


TAN LEJOS Y TAN RÁPIDO COMO PUDO.

Pero no importaba lo alto que fuera, lo duro que empujaba, no podía


escapar de los pensamientos de ella, de la sensación de sus labios bajo
los suyos, sus suaves suspiros de placer.

Tampoco podía escapar de lo que su padre había dicho,


preguntándose si podría ser verdad.

¿Jane Graves, su compañera?

Su dragón parecía aceptar la idea, pero Exander no estaba seguro. No


estaba listo para una compañera, no sabía si alguna vez lo estaría. Pero
aunque lo fuera, no sería Janie, tan dulce, tan tierna, tan capaz de
hacerlo sentir sin siquiera intentarlo.

Se dejó caer, relajando su cuerpo completamente, emocionándose en


la ingravidez de la caída libre mientras corría hacia la tierra. En el último
momento, se contuvo, volteó, agitó sus alas y se dirigió de regreso a la
casa.

Incluso antes de llegar, la sintió, y la forma en que ronroneó su dragón lo


hizo preocuparse aún más de que su padre tuviera razón.
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Página
CAPÍTULO CATORCE

JANE SE MIRÓ DE NUEVO EN EL ESPEJO Y PASÓ SUS MANOS SOBRE EL


PÁLIDO SATÉN DORADO, INCAPAZ DE recordar lo que la había poseído
para dejar que Jewel la convenciera de que se pusiera este vestido. Ella
tenía un vestido negro perfectamente útil colgado en el armario, y su
cola de caballo con torzada estándar la había hecho pasar por más
que su parte justa de eventos elegantes. Pero esto, cómo se veía ahora,
con el cabello enrollado en un elegante rodete alto, el vestido costoso
hundiéndose peligrosamente bajo, era demasiado.

La sorda agitación que escuchó en la sala de estar le hizo saber que


Exander estaba esperando. El hombre guardaba sigiloso silencio
cuando quería, así que ella sabía que el ruido era su señal para darse
prisa.

Lo que significaba que no tenía tiempo de sacar su viejo vestido. Y


probablemente Jewel se lo había llevado de todos modos.

-Aquí vamos,- dijo en voz baja mientras se ponía sus zapatos, los tacones
de plataforma le daban cuatro pulgadas de estatura extra que
necesitaba desesperadamente.

Y mientras caminaba por los pisos de madera, no podía evitar el


pequeño estremecimiento de placer ante el sonido que hacían los
zapatos. Esta había sido su elección. De hecho, ella había tenido sus
ojos en ellos durante años, plataformas de color crema de un estilo
atemporal que a menudo deseaba haber sido lo suficientemente rica o
atrevida como para intentar conseguir.

Y ella todavía no era ninguna de esas cosas, ni mucho menos, pero al


menos por esta noche, lo fingiría. Una nueva resolución la empujó, y se
apresuró a la puerta principal donde Exander esperaba. Él estaba de
espaldas, pero al oír que ella se acercaba, giró, y luego se detuvo en
seco.

La miró, sus ojos se nublaron, y luego se deslizaron hacia el hielo, sus


labios convirtiéndose en una mueca burlona que tomaron su nueva
57

confianza junto con ella. Él volvió a mirarla fijamente y luego se volvió


Página

bruscamente.
-Vamos a llegar tarde,- dijo con voz ronca.

-Lo siento,- dijo tentativamente, no muy segura de por qué se estaba


disculpando, pero sintiendo la necesidad de hacerlo de todos modos.

El aplanó sus labios pero no habló, y Jane lo siguió hasta el coche,


temblando de miedo. Pero aún así, no pudo ignorar su figura.

Su esmoquin se adaptaba a la perfección, la chaqueta abrazando su


ancha espalda y mostrando el corte de su cintura, y con cada uno de
sus largos pasos, vio el poder de sus fuertes muslos.

Se le secó la garganta, y ella se quedó de pie un momento, mirándolo,


sabiendo que él siempre había sido guapo, poderoso, pero dándose
cuenta de que nunca lo había sido tanto como ella lo había
encontrado ahora. Cuando llegó a la puerta del pasajero, la abrió y la
miró, y ella fue golpeada momentáneamente. Sus ojos aún estaban
helados, la cara tan quieta que parecía tallada en granito, demoníaca,
angelical, y más atractiva que cualquier hombre, dragón, que ella
hubiera visto antes.

Finalmente, ella se movió y se deslizó entre él y el coche y luego dentro


del auto, tratando de calmarse en los pocos momentos que había
estado sola antes de que él entrara. Fue un tiempo demasiado breve, y
ella no se había recuperado cuando él se deslizó al volante y partieron.

El silencio en el coche era pesado, casi insoportable, y Jane le miró


furtivamente con una mirada subrepticia, sin poderse perder el tic en su
mandíbula, la forma en que mantenía los labios en esa línea severa.
Pensó en decir algo, pero luego decidió no hacerlo. Ya era bastante
difícil mantener la concentración, el vestido y los zapatos desconocidos,
su proximidad, dejándola más tensa que de costumbre. Por no
mencionar el hecho de que estaba a punto de mezclarse con la élite
de los dragones. Lo mejor era salvar la poca concentración que tenía
para pasar la noche.

Así que giró los ojos hacia la ventana y tragó, preguntándose en qué se
había metido.

***
58
Página
-¿CÓMO ESTÁS ESTA NOCHE, EXANDER?-

Su padre se detuvo junto a él y miró hacia arriba, los ojos brillando.

-Bien, Padre. ¿Y tú?- dijo alrededor de la rabia que se había alojado en


su garganta después de haber logrado apartar la mirada de Jane.

Fue difícil, sin embargo, especialmente cuando ella estaba hablando


con Sebastian.

-¿Me escuchaste, Exander?-

Se dio cuenta cuando volvió a mirar a su padre de que se había dado


la vuelta.

-Dije, Janie se ve encantadora esta noche, ¿no?-

-No me había dado cuenta,- dijo.

-Eres el único. Sebastian definitivamente parece darse cuenta.-

Apretó con más fuerza los dientes, sabiendo lo que hacía su padre, pero
aún así no pudiéndose resistir a mirar hacia atrás. Sebastian ahora tenía
una mano en el hombro de Jane, un contacto ligero, casual para el ojo
inexperto.

Pero Exander lo conocía mejor. Sebastian era un tiburón, y Jane no


podía manejarlo. Él la masticaría, la escupiría y no pensaría más en ella.
Y si ella tuviera un poco de sentido común, lo sabría.

-Estás cambiando, Exander,- dijo Ormr.

Miró hacia abajo, vio el iridiscente resplandor de escamas que ahora


cubrían sus manos.

-¿Todavía crees que no es nada?- añadió su padre.

Esto era inaceptable, perder el control así. Necesitaba recomponerse,


recuperar su equilibrio.

Una hazaña que resultó imposible cuando escuchó la suave risa de


Jane, un sonido que le llegaba incluso sobre el estruendo del salón de
baile.

Suficiente.
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Se volvió y caminó hacia ellos, su ira aumentando con cada paso.


Página
Sebastian apretó más fuerte a Jane, con la cara brillante y divertida
mientras se acercaba.

-Exander,- dijo cuándo se detuvo frente a ellos, sus ojos pegados a Jane.

-Sebastián,- dijo simplemente, mirando como los ojos de Jane se


abrieron al oír su tono.

-¿Dónde encontraste a esta adorable criatura?- dijo él.

En vez de responder, dijo: -Jane, es hora de irse.-

Él no esperó a que ella dijera nada mientras enlazaba su brazo a Jane y


la sacaba del salón de baile, ignorando las escamas que aún brillaban
en su piel.

60
Página
CAPÍTULO QUINCE

ÉL ESTABA ENOJADO.

Enfadado.

No había ninguna señal externa de ello, no realmente, pero aún así, ella
podía verlo, se preguntaba desde cuándo estaba tan en sintonía con él
que podía sentir su estado de ánimo.

Y luego se preguntó qué había hecho para enfadarlo tanto.

Cuando ella miró hacia la mano que él había tendido sobre la palanca
de cambios, vio el tenue resplandor de algo. Luego miró más de cerca,
se dio cuenta de que eran escamas. El resplandor del azul cobrizo se
arremolinó, casi iridiscente y más bello de lo que ella había recordado
de los pocos destellos que había visto antes en algunos de sus
momentos más descuidados en la casa.

Se lamió los labios nerviosamente, sabiendo que sus sospechas estaban


confirmadas. Todo lo que ella había leído y lo que había visto con
Exander decía que era más probable que ocurriera un cambio cuando
el dragón experimentaba emociones profundas. Emociones como la
furia que prácticamente vibraba de él.

Ella sabía que era ella, lo había visto tan claro como el día en que él
marchó hacia ella y Sebastián. Tal vez eso fue todo. Sebastián se había
presentado, fue amable y agradable cuando la mayoría de los otros
invitados sólo la miraban boquiabiertos. Y ella estuvo agradecida por la
cara amistosa. Que él fuera encantador y divertido no había hecho
daño. Pero aún así, ella no tenía una comprensión real del mundo de los
dragones, e incluso en sus mejores días, no era buena en la política. Así
que tal vez se metió en algo que no debería, rompió alguna regla no
hablada.

Se arriesgó a echar un vistazo a Exander de nuevo. Las escamas se


habían ido ahora, pero ella vio la ira que se desprendía de él como olas
frígidas. Si ella había cometido un error, no era propio de él ignorarla y
61

no corregirla.
Página

A menos que...
Se le hizo un vacío en el estómago. Tal vez había hecho algo tan malo,
tan inapropiado que no podía pasarlo por alto. Tal vez él terminaría el
acuerdo, dejándola sin el dinero de la bonificación y sin forma de
ayudar a Jewel.

Tal vez la enviaría lejos.

Con ese último pensamiento, su cuerpo comenzó a temblar. Ella no


consideró el por qué, pero sabía que el no verlo todos los días sería lo
peor de todo.

Se estacionó, luego salió y caminó alrededor del auto para abrirle la


puerta como siempre lo hacía. Pero esta vez fue diferente. No la miró, y
donde antes ella había encontrado su mirada desconcertante por las
cosas que le hacía, la hacía sentir, la hacía querer, ahora encontraba su
ausencia aún peor, la nueva distancia que de repente se había creado
entre ellos era una cosa horrible y desgarradora.

Detrás de él, ella intentó pensar en algo que decir, una manera de
llegar a él, pero se quedó corta. Y cuando la puerta se cerró detrás de
él, el sonido pesado con carácter definitivo, se sintió casi desesperada.

-Exander,- susurró mientras él se alejaba.

Por un momento pensó que no la había oído, pero él se detuvo, se giró,


la boca se apretó con ira, los ojos brillando de furia fría. Ella sintió que se
marchitaba bajo su furia, y cuando se volvió demasiado, ella rompió su
mirada y bajó sus ojos a su mano.

A pesar de su enojo, ella fue incapaz de detenerse a sí misma de


alcanzarlo, arrastrando sus dedos a lo largo de la fuerte y venosa parte
posterior de su mano. Su piel era cálida contra las yemas de sus dedos,
lisa. Ella sólo quería un toque, pero una vez que colocó sus dedos en su
mano, descubrió de nuevo cómo se sentía él contra ella, ella no alejó su
mano.

En vez de eso, continuó tocándolo, en algún momento después de


haber decidido que si él iba a echarla, ella lo tocaría el tiempo que él
le permitiese, para ver si el sentimiento de su mano contra la suya era
algo parecido a lo que ella se había imaginado.
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Pero no lo fue. No era nada como lo que se había imaginado.


Página
Era mucho mejor que ella dudaba de que tuviera palabras para
describirlo.

Intensificó su toque, dejó que sus dedos se desviaran a través de los


suyos, rastreando su pulgar, sus puntas redondeadas y contundentes.

Y entonces ella no tocó nada porque él alejó con violencia su mano.

Ella mantuvo la mirada fija hacia abajo durante un momento y luego


respiró profundamente antes de levantarla y encontrarse con la suya. El
hielo que esperaba no la saludaba. En vez de eso, donde antes sus ojos
habían sido frígidos y su boca una línea seria, ahora ardían, el azul
amarronado arremolinándose y sus exuberantes y llenos labios relajados.

-¿Qué hice para que se enfadara, Sr. Vale?-

Él entrecerró sus ojos y se acercó. -Te lo dije. Llámame Exander,- dijo, su


voz deslizándose sobre ella como una caricia que sólo entonces se dio
cuenta de que deseaba desesperadamente.

-¿Qué hice para hacerte enojar, Exander?- dijo ella, su propia voz
cayendo como si susurrando las palabras se aliviara el golpe de su
respuesta.

Ella esperó, los ojos fijos en los suyos, por alguna razón sintiendo que su
destino dependía de su respuesta.

Su aliento se le escapó de los pulmones en un sorpresivo suspiro cuando


él le agarró la mano y la apretó contra la dura cresta que estaba
cubierta por el fino paño de sus pantalones. Ella abrió los ojos, pero no
apartó la mano. En vez de ello, ella curvó un poco los dedos, la áspera
caricia de la tela fue la primera sensación, una que pronto fue
ahuyentada por la sensación de su dureza contra la palma de su mano.

-Esto es lo que me hiciste, Janie,- dijo, su voz un susurro ronco que la hizo
temblar. -Y no estoy enfadado.-

Sus ojos volaron a los suyos por sus suaves palabras, y lo que vio allí casi
le robó el aliento. Sus ojos ardían de fuego helado, pero no de ira. Era
pasión, y estaba dirigida a ella. Su corazón se aceleró mientras Exander
tomaba su cara entre sus grandes manos, mantuvo los ojos fijos en los
suyos mientras se inclinaba hacia delante para cerrar la distancia entre
63

ellos. Y entonces él se detuvo, lo suficientemente cerca como para que


Página
ella pudiera sentir su cálido aliento contra su cara, los labios flotando
sobre los de ella, tan cerca que su piel temblaba de anticipación.

-No lo entiendo. Nunca nadie…-

Él calló, los ojos mirando su cara como si tratara de develar un misterio,


resolver un gran acertijo.

-Te quiero a ti, Janie,- dijo finalmente.

-Sí, sí,- susurró ella.

Y antes de que ella completara la palabra, él cerró el espacio final


entre ellos y selló sus labios sobre los de ella. Ella exhaló en un profundo
suspiro, liberando un aliento que ni siquiera se había dado cuenta de
que había estado conteniendo. Y por primera desde que podía
recordar, se sintió completa.

Exander acarició sus labios contra los suyos con esa potente mezcla de
control y urgencia que ella había llegado a reconocer como parte de
él. La había besado antes, pero eso había sido un enfado, pero esto...
esto era otra cosa. Una exploración, sí, pero más. En este beso, podía
sentirle abrirse a ella, dejándola entrar, algo que la emocionaba más
allá de todo.

Pero cuando él deslizó la lengua entre sus labios, todo menos la


necesidad de sentir más de él la abandonó. Él apretó con fuerza su
cara y se adentró profundamente, acariciando con su lengua la cálida
caverna de su boca.

Se quedó congelada por un momento, la abrumadora afluencia de


placer dejándola bloqueada, pero se recuperó y empezó a extender
sus manos sobre su musculoso abdomen, sobre los duros planos de su
pecho, estirándose para poder envolver sus brazos alrededor de sus
imposibles y anchos hombros. El calor de su fuerte cuerpo cayó sobre
ella, poniéndola frenética por más, un sentimiento que sabía que
compartían cuando él rompió su beso y la miró fijamente, el pecho
palpitando con sus respiraciones profundas.

-Una lástima,- dijo él finalmente.

Ella lo miró, confundida.


64
Página
-Es un vestido encantador, así que es una pena que tenga que
arruinarlo,- dijo mientras agarraba los anchos breteles y tiraba, rasgando
el vestido hasta que cayó en pedazos a cada lado de ella.

El aire fresco golpeó su piel recién desnuda y la hizo temblar. También se


dio cuenta de que ahora estaba frente a Exander, desnuda, excepto
por su sostén sin tirantes, bragas y los tacones que tanto amaba. Y de
repente se sintió expuesta e insegura. Había visto a las mujeres en el
baile, la clase que Exander probablemente prefería, y sabía que no
estaba a la altura. Se había sentido sexy en el sostén, lo suficientemente
sexy como para arriesgarse a llevarlo puesto aunque no estaba segura
de que pudiera soportar el peso de sus senos. Las bragas sólo se habían
añadido al efecto, la costosa y casi suntuosa seda, era una indulgencia
que nunca se había permitido antes.

Pero ahora, bajo la mirada de Exander, no había dónde esconderse. Él


vería que sus pechos estaban lejos de ser elegantes, vería su estómago
blando, la amplia exhibición ostentosa de sus caderas, las piernas cortas
que incluso esos hermosos zapatos no podían disimular.

Ella se estremeció cuando Exander trazó su clavícula con su pulgar, y


luego, después de respirar tranquilamente, le miró a los ojos.

El calor que había visto allí antes era ahora un infierno de pasión, algo
que ella no esperaba pero que no podía negar. Y mientras la tocaba, él
movió su mano sobre la parte superior de sus senos, bajo el sostén de
raso, sobre la elevación de su estómago, más abajo para agarrar su
muslo por completo, y ella sintió su aprecio y su deseo.

-Tan hermosa,- dijo en un reverente susurro, voz espesa, baja, casi


asombrada.

Luego se abrió camino subiendo por su cuerpo, esculpió su espalda


hacia arriba con sus manos, donde se detuvo a trabajar en los ganchos
de su sostén y luego lo tiró a un lado.

Jane no supo dónde aterrizó, ni siquiera se molestó en preguntarse, no


cuando Exander la miraba como lo hacía ahora, no mientras sus
pezones se arrugaban bajo la intensidad de su mirada, y una sensación
en espiral la atravesaba para aterrizar en el ápice de sus muslos,
provocando una insistente vibración que sólo él podía calmar.
65

-Tócame, Janie,- dijo mientras volvía a arrastrar sus dedos por encima de
Página

la clavícula de ella para palmarle el pecho en su gran mano. Ella cerró


los ojos contra la sensación, pero los abrió cuando él le dijo: -No. Mírame
mientras te toco. Al igual que voy a mirarte mientras me tocas.-

Ella cumplió y levantó la mano y sacó su camisa de su cintura,


dejándose un momento para darse cuenta de la suavidad de la tela
antes de que se volviera a enfocar y trabajara los botones
ansiosamente. Su primer vistazo de su piel desnuda alentándola, y
pronto ella tuvo la camisa abierta y la empujó hacia abajo alrededor
de sus hombros, los ojos cogiendo con codicia su relleno.

Él era la perfección, la belleza masculina personificada, y aunque Jane


le había visto a simple vista antes, no lo había mirado de cerca. Lo hizo
ahora, dejando que su mirada trazaran los músculos de sus hombros, la
ligera capa de vello que cubría su ancho pecho, el rastro que se hizo
más grueso a medida que desaparecía en sus pantalones.

Y ella luego dejó que sus manos siguieran el rastro, la piel ardiente de
Exander y los músculos duros contra sus manos haciendo que la
palpitación fuera tan intensa que apretó los muslos para aliviarla. La
acción resultó insuficiente, sin embargo, cuando ella rozó sus dedos
sobre su eje duro, el calor y el poder de él que atravesaban sus
pantalones de esmoquin.

Ella lo tocó tentativamente y luego se volvió más audaz, trazando el


contorno de su eje y luego cerrando sus dedos sobre él, maravillada en
la sensación de sentir su poder en su mano, la mente girando con
anticipación de cómo se sentiría dentro de ella.

Entonces ella dejó caer su mano y lo miró, preguntándose si tal vez lo


habría malinterpretado, si quizás él no tenía la intención de que las
cosas continuaran. Y cuando ella encontró su mirada, el fuego que vio
allí era un infierno y estaba dirigido a ella. Él agarró su cinturón, lo
desabrochó y luego deslizó el grueso cuero de su cintura, el sonido del
cuero contra la tela llenando la habitación y chisporroteando otra ola
de intensa anticipación.

Jane mantuvo sus ojos pegados a los suyos mientras él trabajaba, vio
cuando tiró su camisa a un lado, mostrando hombros fuertes y lisos
contra los que Jane quería recostar la cabeza, a los que ella quería
agarrarse mientras lo montaba, no que ella hubiese hecho tal cosa
alguna vez. Entonces ella escuchó bajar la cremallera, el sonido de sus
66

pantalones golpeando el piso y a él saliendo de ellos, dejándolo


Página
gloriosamente desnudo, algo que ella había soñado, pero que nunca
había pensado que podría hacerse realidad.

-Mírame, Jane,- susurró, y sin pausa, ella lo hizo, dejando que su mirada
acariciara de nuevo sus hombros y pecho y luego se moviera más
abajo, hasta que sus ojos se fijaron en la gruesa raíz de su eje, él cual
salía de él, duro, con la punta mojada por su deseo.

Con su mano moviéndose por su propia voluntad, ella se acercó a él,


clamó al primer toque de su piel caliente y lisa contra la palma de su
mano, las pequeñas protuberancias de las venas por debajo creando
pequeños patrones irregulares de presión contra su mano. Ella lo
acarició y fue recompensada con la más leve sacudida, uno de los
pocos signos que Exander le dio de perder el control. Pero después de
un momento, él puso sus dedos alrededor de su muñeca y alejó su
mano.

-Te quiero demasiado, Jane. Pero voy a hacer esto bueno para ti. Lo
prometo.-

Como si estar con él, tener la oportunidad de verlo y tocarlo, ¿pudiera


ser malo? Pero Jane no dijo eso, no pudo decir nada cuando Exander
jaló sus bragas por sus piernas y luego movió los dedos hacia vértice de
sus muslos, sosteniéndolos allí, justo en el precipicio.

Cuando ella encontró su mirada, él se movió, acariciando un dedo


contra sus labios inferiores, luego otro, el tacto suave, gentil y
completamente asombroso. Ella separó las piernas por instinto, mirando
la luz de sus ojos cuando lo hizo.

-Umm,- gimió cuando él pasó esos dos dedos a lo largo de su abertura y


luego separó sus labios, presionando un dedo contra su clítoris y usando
el otro para rodear su abertura.

-Estás tan mojada para mí,- dijo, con voz baja y ronca.

Jane sintió un arrebato de vergüenza, y bajó los ojos, pero luego los
volvió a levantar cuando Exander se detuvo. -No te avergüences. Es
precioso. Y es todo para mí.-

Aunque no le había hecho ninguna pregunta, Jane asintió, y vio la


satisfacción en sus ojos cuando lo hizo. Pero luego él apartó sus dedos.
67

Sin embargo, Jane no tuvo tiempo para lamentarse, ya que apretó su


Página

cuerpo duro contra ella, el pene grueso presionaba insistentemente


contra su estómago, y capturó sus labios en un profundo y ardiente
beso. Después de que arrojó su sostén y comenzó a atormentar sus
pezones distendidos con sus pulgares mientras tomaba los pechos entre
sus manos grandes, él saqueó su boca con su lengua, sin dejar ni una
pulgada de ella inexplorada.

Las rodillas de Jane se debilitaron, sólo la conciencia de que si se caía


perdería su toque la mantenía en pie. Y cuando ella empujó su lengua
en su boca y le acarició la suya, el gemido bajo que la garganta de él
soltó provocó una ola de humedad que ella podía sentir cubriendo el
interior de sus muslos.

Exander rompió el beso, la miró fijamente, los ojos ardiendo de pasión. -


No, Janie. Te necesito ahora.-

-Sí,- susurró ella.

Antes de que la palabra fuese completamente dicha, él la levantó y


ella envolvió sus piernas alrededor de la cintura. Su polla encontró su
centro de forma certera, y él se sumergió dentro de un solo golpe,
empalándola con su dureza. Alguna parte distante de ella se maravilló
de su demostración de fuerza, pero el resto de ella estaba preocupada.
El aire fue expulsado de sus pulmones y su coño latía alrededor de su
eje. Ella no había estado con nadie desde hacía años, y nunca nadie
de su circunferencia y longitud, así que el ajuste era apretado, la
plenitud de tenerlo dentro de ella, estirándola, se tambaleaba entre el
placer y el dolor.

Y luego él se movió.

Chispas de placer lo suficientemente fuertes como para congelar sus ya


congelados pulmones pasaron a través de ella, y ella apretó su agarre
sobre él, tratando de mecerse contra él para obtener más de esa
sensación. Pero él la abrazó con fuerza, su brazo ce cerró sobre su
cintura evitando que se moviera tan salvajemente como ella quería.

Todavía enterrado dentro de ella, caminó hasta su dormitorio y, sin


romper la conexión, la acostó en la cama y luego se extendió sobre
ella. Ella nunca antes había estado dentro de su dormitorio, se había
sentido fascinada por cómo sería su espacio personal, pero en este
momento no podía prestarle atención. Entre las sábanas que olían a él,
sus esculpidos brazos bajo sus manos, su dureza llenándola como nadie
68

jamás la había llenado, se perdió en un mar de Exander, incapaz de


hacer otra cosa que no fuera disfrutar del paseo.
Página
Miró fijamente a Exander, su cara retorcida en una mueca de deseo
que la asombraba. Nunca antes Jane Graves había inspirado la lujuria y
lo que ella esperaba era el afecto que vio en su cara.

Cuando levantó su mano para tocarle la cara, él se curvó bajo su toque


y plantó un beso en la palma de su mano. Y entonces se concentró, sus
ojos se encontraron con los suyos mientras él agarraba con fuerza sus
caderas, la abrazó, y luego comenzó a golpearla una y otra vez, las
caderas empujando con fuerza, los músculos de sus brazos tensándose
con su esfuerzo.

Con cada golpe, Jane dejó salir una estridente respiración que se
convirtió en un suspiro y finalmente en un gemido. Las sensaciones que
él despertó en ella eran completamente desconocidas, le hacía latir el
corazón mientras su cuerpo se tensaba en una espiral de placer. Y
cuando él serpenteó su mano sobre su cadera y entre sus muslos para
pellizcar su clítoris, la pasión que había estado construyendo dentro de
ella estalló.

Ella gritó hasta que estuvo ronca, las sensaciones bombardeando su


cuerpo como nunca antes lo había experimentado. Ella lo agarró, se
aferró a él, su ancla en la tormenta de placer que había creado, su
coño revoloteando alrededor de su rígido eje, que aún entraba y salía
de ella, sus dedos apretándole fuerte.

Entonces se puso rígido y, en un llanto bajo, derramó su semilla dentro


de ella. El calor de su esencia llenando su vientre desencadenó otra
liberación, y juntos gritaron su placer.

***

EXANDER LA HABÍA ABRAZADO DURANTE HORAS, BESÁNDOLA Y


TOCÁNDOLA SUAVEMENTE, COMO SI FUERA PRECIOSA PARA ÉL. Y ELLA
hizo lo mismo, una parte de ella todavía aturdida por la idea de estar en
la cama con él, pero la otra, mucho más interesada en tomar el placer
que habían encontrado juntos y dejar todo lo demás afuera, al menos
por ahora.
69

-¿Es Sebastian tu amigo?- preguntó mucho tiempo después,


Página

lamentando la pregunta cuando se puso rígido.


-¿Por qué?- preguntó él.

-No lo sé. Parecías… enfadado cuando hablaba con él. Pensé que...
había hecho algo. Que tal vez no debería haber estado hablando con
él.-

-Sí, lo es. En realidad, es una de las pocas personas que considero un


amigo. Nuestros padres son aliados cercanos y nos criamos juntos,- dijo
mientras le acariciaba la espalda.

-¿Entonces por qué estabas tan molesto?-

-No era contigo. No realmente. Pero lo conozco. Estaba cautivado por


ti, y habría ido más lejos si yo no hubiera intervenido.-

Ella sintió una incongruente calidez ante la idea de que Exander


estuviese celoso, aunque era consciente de que lo ridícula que era la
idea. -Te equivocas. Sólo estaba siendo amable.-

Él exhaló una pequeña carcajada. -Janie, los dragones no son


agradables. Tomamos siempre cada ventaja, ya sea en los negocio o
en lo personal. Es nuestra naturaleza. Y créeme, Sebastian no es
diferente. Estaba cautivado por ti, y habría intentado acostarse contigo
si le hubieras dado la oportunidad.-

-Si tú lo dices,- dijo Jane.

Exander empujó su hombro hasta que quedó acostada y luego se


levantó para flotar sobre ella. Su cuerpo bloqueó la luz de la luna, pero
ella aún podía ver su cara en las sombras, esa intensidad que siempre
iluminaba sus ojos centrados únicamente en ella. La sensación era
extraña, la dejó vulnerable, expuesta, pero también la hacía sentir
descarada de una manera que nunca antes había sido.

-¿Dudas de mí?- dijo él, sus ojos acariciando su carne desnuda como lo
hubieran hecho sus manos.

-Sí,- dijo finalmente.

-¿Por qué?- respondió.

Ella se congeló, sabiendo la respuesta pero reacia a darle voz.

-Respóndeme, Janie,- dijo.


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-Quiero decir, vamos. Era un vestido bonito, pero vi a las mujeres allí.
Página

Eran todas hermosas. Decenas, diría que parecidas a Jewel. Y yo sólo


soy yo. Sólo Jane la rechoncha. De ninguna manera él estaba
interesado.-

Exander la besó, su aliento huyendo como siempre lo hacía cuando ella


estaba cerca, y luego él se echó hacia atrás, los rodó hasta que Jane se
recostó a su lado. Mientras hablaba, él comenzó a tocar su cuerpo,
pasándole las manos por sus flancos, burlándose del rollo de su
estómago. -¿Realmente no puedes verlo?-

-¿Ver qué?-

-¿Ver lo que yo veo, lo que Sebastian vio?-

-No me importa lo que él vio. Pero no, no sé lo que tú ves.- Las palabras
la dejaron aún más vulnerable, expuesta, pero la sonrisita de Exander,
de la que sabía que nunca se cansaría, la alentó.

-Veo estas hermosas curvas, unas que se sienten y saben mucho mejor
de lo que imaginaba,- dijo él con un pequeño beso en su hombro.
Luego le tocó el pecho, puso la mano sobre su corazón. -Y veo esto, lo
que te hizo actuar tan desinteresadamente, lo que me fascinó desde el
primer día que te vi. Lo que me hizo sentir, algo que nunca había hecho
antes.-

Fue sincero, dijo las palabras con tal convicción que Jane no pudo
evitar creerle. Se inclinó hacia él para besarle, usando su boca para
expresar las palabras que brotaban en su corazón. Y él devolvió el beso,
sus labios calientes, que ardían contra su boca, y sus manos contra su
cuerpo.

Él profundizó una mano entre sus muslos, tocó allí el tejido tierno, y luego
rompió el beso y la miró. -¿Estás dolorida?- preguntó, acariciándola con
los dedos haciendo que le fuera difícil concentrarse, y mucho menos
contestar.

Cuando ella no respondió, él los volvió a girar y comenzó a bajar por su


cuerpo, lamiéndole los pezones, moviendo la lengua en su ombligo
antes de colocar su cabeza en el vértice de sus muslos. Viéndolo mirar
fijamente a su carne más íntima, su aliento contra su piel sensible, casi la
hizo llegar al clímax en el acto. Y ella corcoveó en la cama cuando él
apretó un suave beso contra sus labios inferiores, y luego se echó hacia
atrás para mirarla de nuevo.
71
Página
-Sí, estás demasiado adolorida,- dijo, moviendo su nariz contra su
núcleo, lo que la hizo temblar. -Pero voy a probarte.-

Entonces, con concentración y habilidad que Jane no había pensado


que fuera posible, lo hizo, enviándola al clímax después del clímax hasta
que estaba completamente exprimida.

-Duerme,- dijo finalmente mientras la tiraba a sus brazos.

Y mientras ella se alejaba, sabía que no importaba lo que pasara,


atesoraría este momento para siempre.

72
Página
CAPÍTULO DIECISÉIS

JANE NO PODÍA BORRAR LA ESTÚPIDA SONRISA DE SU CARA, INCLUSO


CUANDO ERIC LA MIRABA INTERROGATIVAMENTE.

-¿Estás de buen humor hoy, Janie?- dijo mientras se alejaba del coche y
giraba hacia el lado del pasajero.

-Mucho,- dijo ella, sin sentirse ni un poco avergonzada cuando Eric le


sonrió a sabiendas.

-¿Hacia dónde nos dirigimos hoy?- preguntó, cogiendo la puerta.

-Hoy visito a Jewel y creo que me gustaría caminar,- dijo, levantando su


cara hacia el sol brillante.

-¿Estás segura?- preguntó él.

-Sí,- dijo. -Pero te llamaré si te necesito, ¿de acuerdo?-

-Muy bien,- dijo él.

Con una última sonrisa, Jane se alejó, bajando por la acera sintiéndose
casi como si estuviese flotando en el aire. Trató de recordar una época
en la que se había sentido tan feliz como ahora, pero se quedó en
blanco. Nada en su vida la había preparado para esto, para lo que era
estar con él. Feliz parecía una palabra demasiado simple, pero Jane no
podía pensar en una mejor.

En ocasiones, más a menudo de lo que ella deseaba, las dudas surgían,


preguntas sobre cuánto tiempo duraría, si era real. Y aunque ella quería
preguntar más veces de las que podía contar, siempre se callaba la
boca. Aún así, él parecía sentir esos momentos de interrogación, porque
de alguna manera, cada vez, la agarraba y la besaba hasta que ella
no podía pensar en nada más que en él.

De hecho, deseaba estar con él ahora, lo habría estado si hubiese


quedado con ella. Pero Jewel había llamado, le dijo que la echaba de
menos, y Jane había sido golpeada por la culpa. Solo habían pasado
unas pocas semanas, pero eso era mucho más tiempo del que ella y
73

Jewel habían estado separadas. Y Jane estaba deseando ponerse al


Página
día con ella, asegurándose de que su hermana estaba bien y
haciéndole saber que pronto se ocuparía de su problema de dinero.

Mientras caminaba hacia el apartamento de Jewel, debatió si debía


compartir o no los acontecimientos sucedidos con Exander. Por un lado,
Jane nunca antes había experimentado estos sentimientos, y estaba
casi mareada de alegría, no podía esperar para compartirlo con
alguien. Pero por otro lado, siempre trató de dar un buen ejemplo a
Jewel, no quería hacerle creer que era algo más de lo que era.

Y una parte de ella, una que intentó ignorar, estaba preocupada por lo
que podía hacer Jewel, por la ganancia que podría intentar buscar. Y si
estaba siendo sincera, Jane sabía que lo intentaría. Amaba a su
hermana, quizás más de lo que se amaba a sí misma, pero no se hacía
ilusiones sobre quién era, y sabía perfectamente que si se le daba la
oportunidad, Jewel la aprovecharía.

El pensamiento la hacía reír. Exander había insistido en que los dragones


siempre forzaban su ventaja, algo que le recordaba a Jewel. Tal vez era
parte dragón. Tendría que compartir su especulación con Exander,
prácticamente podía ver su expresión mientras él consideraba las
palabras.

Y ese pensamiento la hizo suspirar. Y de nuevo maravillaos ante el


cambio en su relación. Él la dejaba entrar, le mostraba más y más de sí
mismo, y sólo ese hecho, la idea de cómo él respondería, la llenaba de
una felicidad que era tan fuerte como aterradora.

Pasó por delante de una pequeña panadería a unas dos manzanas de


lo de Jewel y luego regresó. Tenían panes increíbles, así que decidió
comprar un par, para hacer tostadas francesas para Jewel e incluso
Henry si él estaba allí. Otro acontecimiento milagroso por lo que Jane
estaba preocupada. Nunca lo había confesado, pero a veces le
molestaba la frecuencia con la que Henry estaba alrededor,
especialmente durante lo que se suponía que sería su tiempo con
Jewel. Pero ella no sentía eso ahora, y de hecho lo entendía un poco
mejor. No había límites alrededor de su relación con Exander. Ni siquiera
sabía si la llamaría una relación, pero comprendía de alguna manera
que antes no había comprendido por qué Jewel se aferraba tan
desesperadamente a Henry, a otros. Si la hacían sentir una fracción de
74

lo que hizo Exander, ella habría hecho lo mismo.


Página

Y luego se preguntó qué haría cuando él no estuviera.


Ese pensamiento minó algo de su alegría, así que terminó de pagar el
pan y se fue, tratando de revitalizar sus espíritus. Por una vez en su vida,
relájate y deja que el futuro se cuide solo. Asintió con la cabeza, sin
importarle cómo pudieran haber mirado los transeúntes, y luego
continuó.

Estaba a una cuadra de lo de Jewel y giró para cortar por la calle


lateral que la llevaría al edificio.

Fue detenida por un brazo que la tomó alrededor del codo.

-No grites. Y ven conmigo en silencio. La vida de Jewel depende de


ello,- dijo un hombre con una voz baja y malvada.

Se le cayó el pan.

***

EXANDER LEYÓ EL ARCHIVO DELANTE DE ÉL, USANDO TODA SU


CONSIDERABLE VOLUNTAD PARA NO MIRAR EL RELOJ. Ella se había ido
hacía menos de una hora, intentando pasar el día con Jewel. Él sabía
eso, la había animado a irse, pero ahora se encontraba contando los
momentos hasta que ella regresara.

No era propio de él, o al menos del que había sido antes de ella. Se
enorgullecía de no necesitar a nadie, nada, pero unas semanas con
Jane le habían demostrado lo equivocado que estaba. Porque
necesitaba cosas.

La necesitaba.

Esperó la negación, la recriminación que él sabía que antes se hubiera


hecho. Pero no había nada. Se mentiría a sí mismo si intentaba fingir que
ella había logrado descubrir el corazón que él no creía que hubiese
existido. Pero ella sí, y donde antes no había sido capaz de admitirlo, no
podía negarlo ahora. Tal vez esto era lo que él se había estado
perdiendo durante todos esos años, lo que dejar entrar a alguien haría
por ti.
75

Tiró el contrato y dejó su oficina para pararse frente a la ventana del


balcón. Pero no era tan simple. Habría sido tal vez más importante si él
Página
pudiera atribuirlo a cualquiera, hacerse creer que esta reacción era
natural, consecuencia de una nueva cercanía.

Pero no era eso.

Era Jane.

Y en su corazón, el que ella había descubierto recientemente, sabía que


nadie más lo haría.

Sospechaba que ella sentía lo mismo, pero no estaba seguro. El


pensamiento le hizo sonreír. Siempre había sido así con Jane, ella
dejándolo fuera de equilibrio, inquieto, inseguro de una manera en la
que no estaba con nadie más. Entonces, ¿por qué sería esto diferente?
Aún así, si ella sentía algo como lo que él sentía, querría hacer esto
permanente.

Hace sólo unas semanas el pensamiento, la mera sugerencia le habría


hecho correr, desencadenando una oleada de ira y duda. Pero no
más. Sabía hasta el fondo de su ser que la había encontrado.

Su compañera.

Se rió a carcajadas, algo que había hecho muy raramente antes de


conocerla. Papá estaría muy divertido, feliz también, y sabía que
conseguiría un sinfín de mierda de su hermano y Sebastian. Y no le
importaba. Esto estaba bien, más que nada en toda su vida. Decidió
que se lo diría en cuanto volviera, esperando que estuviera de acuerdo.

Un golpe en la puerta llamó su atención y, sorprendido, fue a


contestarla.

-¿Qué pasa?- preguntó, con voz severa cuando vio a Eric en la puerta y
la expresión de su cara.

-Tiene una visita. Insiste en que la veas, dijo que querrías oír lo que tiene
que decir,- dijo Eric, su expresión casi tan tormentosa como Exander
sabía que era la suya.

Miró por el camino, vio a Jewel que se dirigía hacia él, y sintió su instinto
retorciéndose. Pero se tragó la preocupación, y asintió a Eric. -Gracias,
Eric.-
76

Eric se detuvo y miró de él a Jewel, se giró y luego se fue. Entonces


Jewel, que se estaba tomando su dulce tiempo, se acercó a él, y se
Página

maravilló de nuevo ante la habilidad de Jane para llegar a las personas.


Eric había estado con él durante años, y aunque su relación era cordial,
Exander sabía que Eric no se preocupaba por él. Pero a él le importaba
Jane. Eso estaba claro.

-Jewel,- soltó,-¿qué has hecho?-

-Paciencia,- dijo.

Exander apretó los dientes, mordió la furiosa réplica que amenazaba


con emerger. A Jewel le encantaría ver que ella lo estaba afectando,
así que él no quería darle la satisfacción, y lo más importante es que
aún no sabía qué plan había preparado y cómo estaba involucrada
Jane. Y hasta que lo hiciera, se andaría con cuidado.

Y entonces él trataría con ella.

Ella pasó muy junto a él, esforzándose por demorarse, su toque, su


asqueroso perfume haciendo que quisiera retroceder.

-Pensé que hoy tendrías la visita de Jane,- dijo mientras cerraba la


puerta detrás de ella.

-Lo haré. Eventualmente. Pero quería visitarte primero.-

Se acercó a las puertas francesas y luego miró alrededor de la casa,


con ojos que se movían sobre todo con codicia, la posesión iluminaba
su mirada.

-Este es un lugar realmente encantador. Quiero uno igual,- dijo.

-Entonces encuentra a un idiota que te compre uno. No debería ser


muy difícil. Eres una chica lo suficientemente guapa si se puede pasar
por alto el hecho de que no tienes un alma,- dijo casualmente.

-Ya encontré a un idiota para comprarlo. Tú. Y tengo alma. La misma


que tú.-

La cara de Jewel se puso seria, fea, y la molestia y la ira que vibraban


en la sangre de Exander se convirtieron en miedo. Pensaba que sabía lo
que era Jewel, una chica malcriada y codiciosa, pero inofensiva. Pero
ahora dudaba de ello. Había una amenaza en ella, y no estaba seguro
de si se la había perdido antes o si algo había cambiado.

-Jewel,- dijo con calma -¿Qué quieres y dónde está Jane?-


77

-Jane está... con amigos. Y sabes lo que quiero.-


Página
-¿Y quiénes son estos amigos?-

-No te preocupes por eso. Ella está bien. Y quieres mantenerla así.-

Exander miró fijamente a Jewel, apretó sus puños para evitar


estrangularla. -Si ella es herida de alguna manera...-

-Wow. ¿De verdad te importa? Sabía que te gustaba, pero me lo


preguntaba. Pero Henry dijo que lo hacías. Dijo que no serías capaz de
resistirte a la buena y noble Jane.-

-Jewel, piensa en lo que estás haciendo. Sabes cuánto Jane- -

-¿Me ama? Claro que sé cuánto me quiere. Tú, Henry, todos los demás
siempre se esfuerzan por decírmelo. Me harté de oírlo si quieres saber la
verdad.-

-Entonces, ¿por qué le estás haciendo esto?-

Jewel parecía confundida, frunciendo sus cejas. -No le estoy haciendo


nada. Si algo le pasa a Janie, será culpa tuya.-

-¿Cuánto?- dijo Exander, su voz helada.

-Así está mejor.- Ella sonrió. -Cien millones de dólares.-

-Bien. Pero llévame con Jane.-

La boca de Jewel se abrió en shock. -Me estás jodiendo. Le dije a Henry


que estaba loco, que deberíamos pedir menos. Pero parece que me
equivoqué, y deberíamos pedir más. ¿Realmente harías eso? ¿Darme
cien millones de dólares?-

-Te daré cualquier cosa por ella.-

-Desearía que alguien me amara tanto así,- dijo Jewel, casi reflexiva por
un momento.

-Alguien lo hace, Jewel,- susurró.

Jewel resopló, se giró, pero Exander pudo ver que había llegado a ella.

-¿Dónde está ella?-

-Primero...-
78

-Tendrás tu dinero. Pero llévame a ella ahora,- dijo.


Página
Jewel se alejó, encogiéndose, y él se dio cuenta entonces de que había
empezado a cambiar. No intentó detenerse, quería que Jewel
entendiera lo que estaba en juego.

-No lo sé,- dijo finalmente, susurrando.

-¿Qué quieres decir?-

-Henry... dijo que yo podría tener una crisis, cambiar de opinión, así que
era mejor que no lo supiera.-

-¿Y tú le creíste? Que se lleve a tu hermana. Dios sabe dónde.-

-Él no es... Él nunca...-

-Por supuesto que no lo haría. Al igual que él no te vendería y se


quedaría con el dinero para sí mismo.-

Sus ojos se abrieron de par en par, y ella lo miró, dudando y quizás con
el más leve tinte de arrepentimiento llenándolos. -No crees... Quiero
decir, él no lo haría...-

-Secuestraste a tu propia hermana y la amas. ¿Aún dudas de lo que


alguien que no la ama le haría a ella?-

79
Página
CAPÍTULO DIECISIETE

-HENRY, SI TAN SÓLO PUDIERA LLAMAR...- JANE SE CALLÓ, PERO NO


CUANDO MIRÓ A HENRY. ERA SU COMPAÑERO quien la preocupaba. No
había dicho nada, no desde que se le acercó por primera vez, pero la
había mirado con ojos fríos como las lagartijas, ojos que la irritaban tan
completamente como lo habían hecho ese primer día.

-Lo siento, Janie. Pero estoy seguro de que pronto terminaremos con
esto.-

Empezó a discutir, pero luego lo reconsideró. Es posible que Henry aún


no lo supiera, pero él no estaba a cargo aquí, y Jane pensó que su
compañero sería un oído menos simpático.

Así que tragó, inclinó su cuerpo para poder verlos a ambos por el rabillo
del ojo, y se inclinó hacia la pared, no que eso le diera ninguna
protección. El apartamento al que la habían llevado era una de esas
unidades amuebladas, probablemente alquiladas por la semana. Y no
estaba muy lejos de su casa, su antigua casa, y pensó que había
reconocido el edificio cuando se acercaban. El hombre no había
tenido reparos en que ella viera hacia dónde se dirigían, un hecho que
la ponía más nerviosa que nada. Pero mantendría la cabeza fría y
superaría esto.

Exander vendría por ella.

No había duda en su mente de que se trataba de él. La gente a la que


Jewel le debía se habían enterado de alguna manera de la conexión
de Jane con Exander y buscaba explotarla. No había razón para que
alguien se molestara por ella. Pero la pregunta que le quemaba, la que
chamuscaba su cerebro, era si Jewel estaba involucrada o no. Se
odiaba a sí misma por siquiera pensarlo, por permitir que la duda entrara
en su mente, pero no podía permitirse el lujo de ser ingenua, no ahora.

Henry nunca podría haber tenido la idea por sí mismo. O más bien,
pudo haberlo hecho, pero no había forma de que estuviera lo
suficientemente concentrado como para ejecutarla. Jewel, sin
80

embargo, Jane sabía que podía concentrarse cuando le convenía.


Página

Parecía alucinante, era alucinante, pero no podía descartar la


posibilidad. Y eso la hirió casi tanto como el hombre que se la llevó la
había asustado.

Por supuesto, también había otra posibilidad. Quizá fue idea de Henry, o
quizá de su compañero, y Jewel no estaba involucrada. Tal vez Jewel la
estaba buscando ahora, frenética y preocupada, preguntándose por
qué no había aparecido.

Sí, eso era. Tenía que serlo.

-¿Crees que pagará?-

La voz del hombre era áspera, baja, y Jane podía sentir el frío de sus ojos
sobre ella.

-Sí. Lo hará...-

-No te hablaba a ti, Henry,- dijo el hombre, sin quitarle los ojos de
encima a Jane.

-Oh.-

Jane miró a Henry entonces, lo vio tragar con fuerza, y pensó que
reconocía un indicio de preocupación en sus ojos. Ella podía ver los
engranajes girando, veía como calculaba lo que estaba a punto de
ocurrir. La el bajo nivel de tensión que había estado aquí desde que
llegó se elevó.

-Te hice una pregunta. ¿Crees que pagará?-

Jane miró al hombre entonces, vio el frío y codicioso cálculo en sus ojos.

-Sí.-

Entonces se giró, queriendo estar lo más lejos posible de él, pero sin
tener adónde ir.

-Buena cosa para ti,- dijo el hombre.

-Da--

-¡No digas mi puto nombre!-

-Sí, claro,- dijo Henry.


81

Y Jane sintió su primer momento de alivio. Si el hombre estaba tan


preocupado por mantener su nombre en secreto, incluso después de
Página

que ella le hubiera visto la cara dos veces, tal vez eso significaba que
estaba menos inclinado a cortarla en pedazos y tirar las partes de un
helicóptero comprado con el dinero de Exander.

Henry se quedó en silencio entonces, y la ya opresiva atmósfera


empeoró. Con cada segundo que pasó, la resolución de Jane fue
puesta a prueba.

Él vendrá por mí. Él vendrá por mí.

Decía las palabras una y otra vez en su cabeza, no permitiéndose


olvidar, no dejando que la duda de un momento se colara
sigilosamente.

Cuando finalmente sonó el teléfono, no pudo decir si ella o Henry


estaban más sorprendidos. Lo miró fijamente, con los ojos muy abiertos,
hasta que su compañero le dijo:-¡Contesta, imbécil!-

-Correcto.- Henry asintió con la cabeza y luego agarró el teléfono.

-¿Jewel?-

Su cara se iluminó de emoción y luego cayó. -Pon a Jewel al teléfono.-

Su compañero parecía casi tan interesado como Jane en la respuesta,


y ambos vieron como la cara de Henry se retorcía en sus pensamientos.

-No. No hay trato.-

-Ponlo en el altavoz,- susurró urgentemente el otro hombre.

Henry quitó el teléfono de su oreja, apretó el botón, y luego lo colocó


en la mesita de centro de laminado barato.

-Puedes hablar con ella después de que tenga pruebas. Pon a Jane al
teléfono.-

Inmediatamente reconoció su voz, sintió un cosquilleo al oírlo. Lo único


que no le resultaba familiar era la tenue nota de preocupación que
escuchó en su voz. Dudaba que los demás se dieran cuenta, pero ella
lo escuchó de todos modos, y eso lo hizo más real. Si él estaba
preocupado, tan preocupado que no podía ocultarlo, la situación era
muy mala.

-Estoy aquí,- dijo Jane.


82
Página
Henry y el hombre la miraron, el hombre parecía particularmente
disgustado, aunque no dijo nada.

-¿Te han hecho daño, Janie?-

-No. Estoy bien, pero Jewel...-

-Mira. Ya basta de esto. Si quieres a la chica de vuelta, danos nuestro


dinero. Hoy.-

-No. Obtengo a Jane. Entonces luego tendrás tu dinero.-

-¿Y cómo sabemos que no nos matarás a todos?-

-No lo sabes. Pero si quieres un centavo de mi dinero, tendrás que


confiar en mí.-

El otro hombre hizo una mueca, y Henry le miró, confundido, claramente


buscando guía. Los momentos que pasaban eran insoportables, y Jane
esperó, bien consciente de que era su destino el que estaba en juego,
pero sintiéndose extrañamente distanciada de todo.

-Tienes tres horas. Quiero el dinero en una cuenta en el extranjero.


Cualquier nombre que elijas.-

-Te llamaré en tres horas,- dijo. Y luego colgó.

-¿Puedes creerlo, carajo?- exclamó Henry.

-No, chico, no puedo. Pensaba con seguridad que estabas lleno de


mierda,- dijo el otro hombre.

-Mira. Te lo dije. Vamos a ser ricos, hombre!- dijo Henry.

-YO lo seré.-

Y con una eficacia suave y casual, el hombre sacó su arma y disparó a


Henry justo entre los ojos.

***

-ESTÁ HECHO?-
83
Página
-Sí,- dijo Sebastian. -Tengo la cuenta, y el dinero ha sido transferido. Y Kyr
tiene los ojos puestos sobre Jane.-

-Bien. Dile que no entre a menos que sea absolutamente necesario,- dijo
Exander.

-No lo hará. Dice que ella no parece estar en peligro inmediato, a pesar
del cadáver.-

-Ve y asegúrate de que se mantenga así,- dijo Exander.

Colgó y miró a Jewel, que estaba sentada en la silla frente a él, con los
ojos llenos de lágrimas.

-¿Es verdad?- ¿Está Henry...?-

-Lo está. ¿Por qué me sorprende que estés más preocupada por tu
novio que por tu hermana?-

-Estoy preocupada. Es sólo...-

-¿Sólo qué, Jewel?-

-Quiero decir, no puede hacerle nada hasta que tenga el dinero.-

Exander agitó la cabeza, asco llenándolo. ¿Cómo era posible que ella y
Jane compartieran sangre?

-Vamos,- dijo cuando finalmente recuperó la calma.

-¿Ir? ¿Ir a dónde?-

-¿Dónde crees?-

Ella agitó la cabeza. -No. No voy a ir a ninguna parte cerca de eso.


Dijiste que yo hacía esto y tenía mi dinero.-

-Tendrás tu dinero, Jewel. Pero vas a mirarla. Déjala ver lo que hiciste,
ver lo qué significaba ella para ti. O no. Y entonces no tendrás nada.-

-Ella no te creerá. Por eso nunca le dijiste que intenté besarte. Sabías
que ella nunca tomaría tu palabra por encima de la mía.-

Jewel estaba de pie, parecía casi triunfante. Exander volvió a agitar la


cabeza. -Lo entendiste todo mal, Jewel.-
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-¿Qué?-
Página
-No se lo dije, pero no porque no me creyera. Tal vez lo habría hecho,
tal vez no, pero no quería romperle el corazón para averiguarlo.-

***

ÉL VENDRÁ POR MÍ. ÉL VENDRÁ POR MÍ.

Jane había dicho las palabras en su mente, prácticamente las gritó más
veces de las que recordaba. Cada vez que miraba a Henry, y veía la
sangre roja-marrón que se había juntado a su alrededor y el olor
metálico que llenaba la habitación, lo decía aún más alto, rezando aún
más fuerte para que fuera verdad.

El otro hombre la miró fijamente, su expresión aún plana, pero en ella


podía ver la malicia, la codicia, la amenaza. Casi la había llevado hasta
las lágrimas, le había hecho latir el corazón con una ferocidad que casi
ahogaba sus pensamientos, que casi la hacía creer que Exander no
vendría.

Pero él lo haría. Él lo haría.

-Es una pena. Henry era un buen chico. Tonto, pero bueno.-

-Entonces, ¿por qué le disparaste?- preguntó Jane.

Inmediatamente se arrepintió de las palabras, pero el hombre no


parecía demasiado molesto, y de hecho parecía dar la bienvenida a la
conversación.

-No fue nada personal. Sin él nunca me habría tropezado contigo, la


oportunidad de mi vida. Pero cincuenta millones es mucho más que
treinta y tres y un tercio. Así que es matemática simple. Dos son menos
que tres.-

-¿Quién es el tercero?- preguntó Jane, una sensación de hundimiento


creciendo en la boca de su estómago.

El hombre parecía casi comprensivo. -No importa, ¿verdad?-

-Me importa a mí. ¿Te importaría a ti?-


85

-Probablemente no. Y si sé algo, es que la gente siempre se preocupa


Página

por el número uno. No importa quién sea. Familiares, amigos, todos te


venderán en un minuto si les pones otra moneda de diez centavos en el
bolsillo.-

Jane se quedó callada, mirando al hombre, preguntándose si pronto se


convencería de que lo que él decía era verdad.

-Sabes,- dijo un momento después, -no eres tan mala. Espero que el
dragón pague, porque odiaría tener que hacerte cualquier cosa. Te
diré algo, si se llega a eso, lo haré rápido.-

-Gracias. Supongo,- dijo.

En cierto modo, ella supuso que lo decía en serio. Este hombre era un
monstruo, pero no podía compararse con la traición que estaba
sacudiendo a Jane hasta el corazón. Si ella hubiera podido algo, su
corazón se rompería en dos. Y ella sabía que los sentimientos vendrían
después, si lograba salir de esto, pero por ahora sólo una pregunta
impregnaba su mente. ¿Por qué?

Le había dado todo a Jewel, había dedicado su vida a asegurarse de


que tenía todo lo que su madre no había sido capaz de darles, para
asegurarse de que tenía cosas que Jane nunca había podido darse a sí
misma. Y esta había sido su recompensa.

Una lágrima se deslizó por su mejilla.

86
Página
CAPÍTULO DIECIOCHO

-VOY A ENTRAR AHORA,- DIJO EXANDER.

Sebastian asintió. -Mantendré un ojo sobre ella,- dijo, sin perder de vista
a Jewel, que estaba sentado en la parte trasera de la furgoneta, con la
cabeza gacha.

-Gracias. Volveré pronto.-

Exander caminó hacia el sucio edificio, atrayendo las miradas de los


curiosos espectadores. No es que le importara. Lo único que le
importaba era llegar a Jane y sacarla de allí. Y luego encontrar su
venganza.

Subió rápidamente las cuatro escaleras, manteniéndose en forma


humana, pero incapaz de ignorar la urgencia que le golpeaba, la
necesidad de dar rienda suelta a su dragón. Con el tiempo, le dijo al
dragón, tratando de calmar a la bestia que apenas controlaba.

Cuando llegó a la puerta del apartamento donde estaba retenida


Jane, se detuvo, respiró hondo, y luego dio tres duros toques. Sabía que
estaba dentro, podía sentirla como si fuera parte de él. Y oyó a la otra
persona, la que pronto pagaría por lo que había hecho.

-Si quieres tu dinero, abrirás la puerta. ¡Ahora!-

Exander oyó algo, y entonces la cerradura se abrió. -Abre despacio, y


entra con las manos en alto.-

Abrió la puerta, miró hacia el oscuro interior, los ojos se posaron


inmediatamente sobre Jane, un hombre alto detrás de ella, un brazo
carnoso envuelto en su cintura, el otro sosteniendo un cuchillo en su
garganta.

Sólo a través de pura voluntad Exander mantuvo a raya a su dragón. Y


sólo lo consiguió repitiendo la silenciosa promesa de venganza.
87

-¿Por qué carajo estás aquí? ¡Ese no era el trato!-


Página
El hombre apretó la cintura de Jane, y Exander se arriesgó a acercarse
un paso más. -Estoy tratando de acelerar el asunto. Le mostré a tu
compañero la cuenta y la tengo aquí,- dijo, buscando en su bolsillo.

-Mantenlo arriba, al frente donde pueda verlo,- dijo el hombre.

Exander desplegó el papel, y luego extendió su brazo tan lejos como


pudo. -Verás, cien millones de dólares en una cuenta en el extranjero
para S. Smith. Felicitaciones, es usted un hombre muy rico, señor Smith.-

El hombre sonrió, aflojando su agarre. Entonces se congeló, y pareció


reconsiderarlo.

-Espera, ¿cómo salgo de aquí?-

-Las escaleras funcionaron muy bien para mí,- dijo Exander, sonando
casi casual, como su yo habitual, aunque era todo lo contrario.

-Muy gracioso, idiota. Pero, ¿sabes qué? Creo que haré que Jane me
acompañe al aeropuerto, para que me despida a salvo.-

-No hay trato. Vete ahora y llévate tu dinero contigo. Pero Jane se
queda aquí.-

-No. Ella viene conmigo.-

-Como le dije, Sr. Smith, esa no es una opción. Le sugiero que tome su
dinero.-

No habría cambiado nada. No había ningún rincón del mundo donde


este hombre estuviera a salvo de él, pero no permitiría que Jane
estuviera en su presencia ni un segundo más de lo estrictamente
necesario. Y una mirada al Sr. Smith reveló que estaba tan ocupado
gastando su nueva riqueza que no quería presionar sobre el tema.

-¿Y sólo me vas a dejar salir caminando de aquí?- preguntó con voz
incrédula.

Exander asintió. No miró a Jane, no podía, o estaría demasiado


distraído, y podría perder el poco de control que tenía.

Bajó el cuchillo lentamente. -Está bien, está bien. Sólo pásame ese
papel, y te dejaré en paz. Y lo siento mucho, Jane. No te lo merecías.-
88
Página
En cualquier otro momento, Exander se habría tomado un momento
para reflexionar sobre el hecho de que Jane había logrado incluso
ganarse a su secuestrador. Pero ese momento no era ahora.

El hombre se alejó lentamente, y luego se apresuró para arrebatar el


papel de la todavía extendida mano de Exander.

-Jane, ¿te lastimó?- preguntó, sin apartarse del hombre.

-Estoy bien,- dijo, aunque él podía oír el temblor nervioso de su voz,


probablemente una mezcla de miedo, adrenalina, un shock mezcla de
todo.

-Jane, ¿podrías apartar la mirada por favor?- dijo Exander, los ojos aún
puestos en el hombre.

***

ELLA ESTABA INCREÍBLEMENTE FELIZ CUANDO LO VIO, PERO AHORA


ESTABA PERPLEJA POR SU PETICIÓN. El miró lejos de ella, los ojos aún
miraban fijamente al recién apodado Sr. Smith, pero mientras Exander lo
miraba, él rápidamente se quitó las zapatillas y pantalones que llevaba
puestos, se quitó la chaqueta y se quedó desnudo.

Y para cuando ella abrió los ojos pudo ver que Exander estaba a medio
camino del cambio, sus piernas eran ahora poderosas, con garras, y
cubiertas con escamas, alas de cobre brotando de su espalda.

El Sr. Smith empezó a correr, pero no sirvió de nada. En el siguiente


parpadeo, Exander se había convertido completamente en un enorme
dragón azul cobrizo. Levantó su cabeza escamosa, el color iridiscente
brillando incluso en el oscuro apartamento.

Inhaló, su gran pecho palpitando, y al exhalar soltó una ráfaga de


fuego azul cobrizo. La bola de fuego atrapó al Sr. Smith, y se encendió,
todo su cuerpo envuelto por las llamas. Todavía luchaba, sin embargo,
dio un paso, dos, y luego cayó de rodillas, gritando al principio, y luego
se calló, su cuerpo asándose hasta que fue irreconocible, un bulto
quemado y ennegrecido que Jane no hubiera sabido que había sido un
89

humano a menos de que lo hubiera visto por ella misma.


Página
Exander se deslizó hacia el bulto, lo empujó con la nariz, aparentemente
sin ser molestado por las llamas. Y entonces, inhaló, y las llamas volvieron
a su boca, dejando sólo volutas de humo como una pista de que
habían estado allí.

La emoción se arremolinó dentro de Jane. Alivio, miedo, gratitud.

Corazón roto.

El dragón se volvió hacia ella, y miró a sus ojos, los ojos de Exander, y
todo lo demás se desvaneció.

Y en el siguiente parpadeo, el dragón se había ido, y en su lugar estaba


Exander, desnudo, poderoso. Preocupado.

Los pies de Jane estaban arraigados en el suelo, pero él se acercó a


ella, extendiéndose para rozar sus dedos a través de su cara. Él no
hablaba, pero ella podía ver la emoción que pasaba por su cara.

Luego la acercó, la sumergió en su abrazo, y la presa de emoción que


ella había mantenido en su interior se rompió. Después de su primer
sollozo, ella parecía incapaz de detenerlos, y ellos vinieron uno tras otro,
cada uno desgarrador, dándole poder al siguiente.

Pero a través de todos ellos, él la abrazó, y besó sus lágrimas tan rápido
como llegaron.

Jane se sintió ingrávida, luego vio que sus pies ya no estaban en el


suelo. Exander la sostenía ahora, la acunaba contra su pecho como si
fuera la cosa más preciosa que jamás hubiera tenido, un tesoro a
proteger. Jane se quedó inmóvil en sus brazos mientras él iba hacia la
pequeña escalera de incendios, y para cuando llegó allí, su dragón
había regresado. Jane lo agarró tan fuerte como pudo, apoyó su
cabeza contra su pecho escamoso.

Y entonces él saltó, el sonido de sus alas aleteando, el golpeteo de su


corazón contra su oreja, alejando todo lo demás.
90
Página
CAPÍTULO DIECINUEVE

-¿SIGUE DURMIENDO?- PREGUNTÓ SU PADRE.

-Sí,- contestó Exander.

-Bien. Necesita descansar,- dijo.

Había estado tratando de consolarlo toda la noche.

No estaba funcionando. Sólo ver a Jane, sabiendo que estaba


realmente, realmente bien, lo haría.

-¿Sebastian está con la hermana?- preguntó el padre, su voz rebosante


de escarnio que ni siquiera reflejaba lo que Exander sentía.

-Sí.-

-No lo entiendo, haciendo algo así con tu propia sangre. Y Janie, esa
dulce chica. ¿Ella lo sabe?-

-Eso creo,- dijo. -Pero aún no he hablado con ella sobre eso.-

-¿Y qué harás tú?- preguntó su Padre.

-Tengo mis deseos. Pero Jane es quien debe decidir,- dijo.

Su padre asintió, aparentemente satisfecho con la respuesta. -Sabes


que es tu compañera, ¿verdad, hijo?- dijo unos momentos después.

-Sí. Sí, lo sé,- dijo Exander, el impulso de verla repentinamente


demasiado fuerte para resistirse.

Se giró y se fue sin despedirse, la necesidad de verla prevaleciendo


sobre todo lo demás. Tan pronto como pudo, se dirigió al dormitorio
donde ella dormía, deslizándose tan silenciosamente como pudo. Su
corazón se disparó cuando la vio al mismo tiempo que su estómago
comenzó a agitarse. La memoria de ese cuchillo contra su garganta, la
comprensión de lo que pudo haber pasado, lo que pudo haber
perdido, lo que podrían haber perdido, exprimió todo el aire de sus
pulmones.

Pensar que él había sido tan ciego, tan tonto como para haber resistido
91

tanto tiempo como lo había hecho, para no aceptar lo que ella


Página

significaba para él y luego casi perderla...


Se quitó la ropa y se acostó junto a ella, envolviéndola con fuerza en sus
brazos.

Había estado cerca; casi la había perdido. Y en ese momento, decidió


que pasaría el resto de su existencia probándole lo mucho que ella
significaba. Prometió que si ella lo dejaba, él la abrazaría para siempre.

***

JANE SE DESPERTÓ INSTANTÁNEAMENTE, LOS RECUERDOS INUNDARON SU


MENTE ENSEGUIDA. Y SIMPLEMENTE, al instante, el pánico, intenso e
implacable, se apoderó de ella.

-Te tengo, Janie,- susurró Exander.

Sólo entonces notó sus brazos que la rodeaban, sintió su cuerpo detrás
del suyo. Se calmó instantáneamente, el pánico y el miedo
retrocedieron con su próximo aliento. Tal como ella había orado, él
venía por ella. Y él estaba con ella ahora. Se dejó caer en el consuelo
que él le ofrecía, sabiendo que podía enfrentarse a cualquier cosa con
él.

Se quedaron entrelazados, los dedos de Exander se enredaron con los


suyos mientras ella se acurrucaba en su abrazo, Jane no supo por
cuánto tiempo. Pero con cada segundo que pasaba se sentía más
fuerte, segura.

A salvo.

-Sabía que vendrías,- dijo finalmente, odiando romper la tranquila paz


pero sintiéndose obligada a hablar.

-Espero que no lo hayas dudado ni por un instante,- dijo. Luego la giró


entre sus brazos para que ella pudiera mirarlo, sus ojos suaves con el
afecto desnudo que Jane ahora se preguntaba cómo se había perdido
antes. -Ni un solo instante. No hay nada que no haría por ti, Janie. Si no
sabes nada más, tienes que saber eso.-

Sus ojos se nublaron un poco, y Jane podía adivinar la dirección de sus


92

pensamientos. -Siento que hayas tenido que ver eso. Perdí el control,
pero ojalá no hubieras tenido que verlo.-
Página
Jane pensó en la sensación del brazo de ese hombre a su alrededor, el
frío metal presinando su piel, y esperó a que el remordimiento la
golpeara.

Nunca lo hizo.

-Tal vez me hace mala, pero no lo siento. Me habría matado sin pensarlo
dos veces. Le disparó al pobre Henry. Henry,- dijo, recordando algo que
se le había pasado por la cabeza momentáneamente.

-Lo siento mucho, Jane,- dijo Exander, con voz llena de compasión.

Ella lo odiaba. -No lo hagas,- dijo con firmeza. -No me compadezcas.-

-No te compadezco. La compadezco,- dijo él con convicción.

-¿Así que es verdad?- preguntó Jane, buscando en los ojos de Exander


una negación que sabía que no vendría.

-Sí. Jewel y Henry trabajaban con el otro hombre.-

Jane cerró los ojos contra el dolor punzante que se extendió por su
pecho. Una pequeña y estúpida parte de ella esperaba...

-¿Dónde está ella?- preguntó Jane un momento después, abriendo sus


ojos para encontrarse con los de Exander.

-Con Sebastian y Kyr,- dijo.

Volvió a mirar hacia otro lado, sin estar segura de cómo iba a lidiar con
esto.

-Estaré aquí, Janie. Te ayudaré a pasar por esto,- dijo.

Y ella le creyó. De alguna manera este hombre, un cambiaformas


dragón con el que no tenía nada en común, se había convertido en la
única persona en su vida en la que podía confiar.

-Gracias, Exander.-

-Te amo, Janie,- dijo.

-Yo—-
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***
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-NO,- DIJO ÉL, APRETANDO SUS DEDOS CONTRA SU BOCA, -NO DIGAS
NADA. SÓLO NECESITABA QUE LO OYERAS. Estuve muy cerca de
perderte, y no podía perder la oportunidad.-

Quería oír las palabras de ella, y sabía que lo haría, pero no ahora y no
así. Cuando ella las dijera, sería con todo el corazón, no sopesado por la
traición de su hermana. Suspiró profundamente y luego se acurrucó en
los brazos de Exander, su cálido y pesado peso contra él sintiéndose
bien.

-Exander,- susurró, encontrándose con sus ojos.

-¿Qué necesitas, Janie?- respondió.

-A ti,- dijo ella, su voz suave pero las palabras resonando a través de su
corazón.

La besó suavemente, aumentó la presión cuando ella se abrió a él. Ella


alisó sus manos bajando por sus hombros, se presionó contra él, sus
curvas contra su cuerpo le encendieron. Pero él se contuvo, mantuvo su
toque ligero y sin prisas mientras moldeaba su carne bajo sus manos
antes de descansar en el ápice de sus muslos, gimiendo cuando
encontró la humedad allí, sintiendo la dura protuberancia de su clítoris.

Ella gritó cuando él tocó el brote distendido, y aunque su propio deseo


bramó, él mantuvo sus movimientos lentos, controlados, acariciándola
hasta que ella gritó su clímax. Cuando ella abrió sus ojos y se encontró
con los suyos, él se empujó dentro, sabiendo que había encontrado su
hogar.
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CAPÍTULO VEINTE

-NO TENEMOS QUE HACER ESTO,- DIJO EXANDER DOS DÍAS DESPUÉS.

-No puedo esconderme aquí para siempre. Necesito enfrentarme a


ella.-

Jane había hablado con más fuerza de la que sentía, porque su


estómago estaba agitado y con nudos, su corazón temblando
alrededor de su pecho desatado ante la idea de ver a Jewel. Pero tenía
que hacerlo, tenía que verla finalmente, ponerle fin a esto.

-Está en su apartamento,- dijo Exander.

-Entonces llévame allí, por favor,- dijo Jane.

Asintió, y luego giró el coche hacia la interestatal. Odiaba irse, volver a


la ciudad, pero tenía que hacer esto antes de seguir adelante con su
vida, con la vida que esperaba tener con Exander.

Hicieron todo el viaje de 45 minutos en silencio, pero fue cómodo, o tan


cómodo como cualquier cosa podría ser teniendo en cuenta lo que
Jane tendría que hacer a continuación. Y cuando finalmente llegaron,
Jane se sorprendió de los recuerdos que la asaltaron. Cuánto tiempo
habían buscado un lugar, cuán decepcionada había estado Jewel por
el precio, cuán emocionada cuando Jane dijo que cubriría la mitad.

Jane se preguntaba si eso era todo lo que ella había sido, el cheque de
pago, un lugar innegable e indiscutible para aterrizar, se preguntaba si
todos esos recuerdos de los lazos amorosos que ella creía que las había
atado habían sido producto de su imaginación.

Exander tomó su mano, y ella lo miró, vio el amor, el apoyo en sus ojos.
Jane siempre se había enorgullecido de ser fuerte por sí misma, pero
ahora mismo tomaría libremente el apoyo que él le ofrecía, con la
esperanza de que fuera suficiente para ayudarla a superar esto.

Asintieron hacia el portero, subieron al ascensor, pero todo pasó como


algo borroso. Y cuando ella giró el pomo de la puerta, vio a Sebastián y
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a Kyr, y finalmente a Jewel, acurrucada en la esquina de ese sofá


blanco del que estaba tan orgullosa.
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Cuando vio a Jane, se levantó y corrió hacia ella, la tiró en un fuerte
abrazo que le robó el aliento a Jane. -¿Cómo estás? No me dijeron
nada,- dijo Jewel mientras miraba con asco a Sebastián y Kyr.

-Estoy bien.- Miró a Jewel, la miró fijamente. -Pero dime, y por favor se
honesta, ¿fuiste parte de esto?-

Jewel parpadeó, y Jane pudo ver la mentira formándose detrás de sus


ojos. -Por favor, Jewel. Sólo dime la verdad.-

-Hubieras estado bien, Janie. No te habría pasado nada. Sabes que te


quiero. Sólo nos tenemos la una a la otra.-

-Teníamos,- susurró Jane. -Sólo nos teníamos la una a la otra. Pero ya no


más. Te amo, Jewel. Siempre. Pero no quiero volver a verte nunca más.
Nunca.-

-Jane, se seria. Eres mi hermana mayor. Tú me criaste. No puedes


simplemente sacarme de tu vida.-

-No lo hice. Tú lo hiciste. Y no aceptaré la culpa por ello. Te habría dado


todo lo que tenía. ¡Lo sacrifiqué todo por ti! Y no fue suficiente.- Se
encontró con los ojos de Jewel de frente. -Pero he terminado. Para
siempre.-

Estaba feliz de cómo sonaba aún su voz, pero no estaba sorprendida.


Había derramado su última lágrima por Jewel, no le dedicaría otro
momento de preocupación.

-¡Es él! Te ha estado llenando la cabeza de mentiras. ¿Sabes lo que


intentó hacer? Se me insinuó, me dijo que no había razón para que no
pudiéramos ser amigos. Intenta separarnos, Janie. ¡No lo dejes!-

Jane agarró a Jewel, la abrazó con fuerza, recordando las innumerables


veces que lo había hecho antes, recordando cuánto había amado a su
hermanita.

-Adiós, Jewel,- dijo.

Luego se giró, tomó la mano de Exander y se fue del apartamento.

***
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EL AGARRE DE JANE EN SU MANO ESTABA APRETADO, PERO LE GUSTÓ.

Había conducido sin dirección una vez que salieron del apartamento
de Jewel, pero cuando llegaron a un pequeño parque, él se detuvo y la
guió fuera del auto.

-¿Estás bien, Janie?-

Ella lo miró, sus ojos mojados de lágrimas no derramadas, y él se


arrepintió de la estúpida pregunta.

-Lo estaré. Pronto. Sólo es difícil...-

-Lo sé,- dijo.

-¿Crees...? ¿Crees que hice lo correcto?- preguntó ella.

Y volvió a sorprenderse de nuevo por esta mujer, su compañera. -Sé que


lo hiciste. Lo hiciste mejor de lo que la mayoría lo habría hecho.
Ciertamente mejor de lo que yo lo habría hecho.-

-Gracias, Exander. Por todo,- dijo ella mirándolo.

-Espera. Eso suena como un adiós.-

-No sé…-

-Te amo, Janie,- dijo, cortándola. -¿Te he dicho hoy lo increíble que eres,
cómo tu capacidad de poner a los demás por delante de ti misma me
impresiona y me humilla?-

Ella agitó la cabeza.

-Bueno, lo hace. Todo sobre ti lo hace. Espero que te quedes conmigo.


Para siempre.-

Y luego esperó, su aliento congelado en su pecho.

-Te amo, Exander.-

En vez de responderle, él capturó sus labios en un beso.

FIN
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