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TAN FRIO QUE QUEMA
-¡Has hecho qué!-, Exclamó Jane Graves mientras se ponía de pie para
mirar a su hermana Jewel, que estaba sentada con los ojos llorosos.
Así fue como Jane supo que algo estaba muy mal. Cuando Jewel la
condujo al apartamento y le dijo que se sentara en el sofá, Jane se
había preparado para lo peor.
-Lo siento, Janie-, dijo Jewel entre las lágrimas que ahora corrían por su
rostro y engrosó su voz, sacando a Jane de sus pensamientos. -Yo solo ...
yo quería ...-
Jane apretó la mano de su hermana más fuerte. -Está bien, Jewel. Solo
dime qué está pasando y lo solucionaremos -, dijo, usando su voz más
suave.
Jane se encontró con los ojos de Jewel. -Por favor dime que no te
involucraste con un prestamista, Jewel-, dijo con dureza, sin importarle
cuando Jewel retrocedió con sorpresa.
Jane exhaló un suspiro de alivio. -Gracias a Dios ... esas personas son
peligrosas. Entonces, ¿con quién hiciste ...?
Jane se calló cuando vio la forma en que Jewel había convertido sus
labios en un ceño fruncido. Ella reconoció la expresión que señalaba
que vendrían más malas noticias.
-Esta bien me involucré con un usurero-, dijo Jewel, mirando a Jane con
aire culpable.
Jewel permaneció en silencio, sin negarlo, lo cual fue tan bueno como
la confirmación, y el corazón de Jane cayó al suelo. Miró a Jewel,
tratando de procesar este último desastre. -¿Así que pediste prestado
dinero a alguien que dice ser un usurero? Tal vez es un farsante que
trató de asustarte -.
-¿Por qué pedir dinero prestado? Tienes ese nuevo trabajo. Lo estabas
haciendo muy bien -, dijo finalmente Jane.
-Espera aquí, Jewel. Veré quién es, y luego podremos resolver las cosas -,
dijo mientras se dirigía hacia la puerta, pasando por el vestíbulo con
incrustaciones de mármol, las luces brillando reflejándose en el suelo
prístino.
Su corazón se hundió.
Jamás.
Jane tragó saliva, se puso de pie tan derecha como pudo y luego gritó:
-¿Quién está allí?-
Levantó sus ojos hacia los de Jewel, buscando su expresión, sin apartar
la mirada hasta que ella asintió a regañadientes.
-El veinte por ciento te compra ocho semanas-, dijo con naturalidad.
Dos horas más tarde, Jane había cerrado la puerta, pero no estaba más
cerca de una solución. Miró rápidamente a Jewel, que parecía afligida
pero no asustada, algo que Jane contó como una mejora.
corazón empezara a golpear aún más fuerte, y no fue por el miedo que
había pasado hace un momento. Tan distorsionado como estaba a
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Página
CAPÍTULO TRES
Pero esa resolución se puso a prueba con cada segundo que pasaba
mientras escuchaba las voces apagadas al otro lado de la puerta. Él
afino sus labios, a punto de irse. Pero un instante antes de que él se
volteara, la puerta se abrió lentamente para revelar a una mujer
parada en el otro lado. Él la miró a los ojos, y las orbes marrones se
ensancharon levemente y destellaron con miedo y una inteligencia que
incluso el miedo no podía ocultar.
Tal vez era la forma en que había encontrado su mirada, con miedo, sí,
pero sin retroceder. O tal vez era la forma en que se inclinaba para
pararse frente a la mujer a su lado, actuando como un escudo,
literalmente poniéndose en su línea de fuego.
Admirable.
Buenas tardes.-
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-¡Espera!-, Gritó la mujer antes de haber dado dos pasos. Se volvió, la
miró, vio la desesperación en sus ojos, lo suficientemente intensa como
para sosegarlo. Se detuvo, pero se mantuvo en silencio.
-¿Es esto sobre el empleo?-, Preguntó ella, con voz cautelosa pero ojos
brillantes de esperanza.
-¡Sí!-, Exclamó, pero luego se calmó. -Sí. Yo lo estoy. Yo, ah, me disculpo.
Se me pasó por la cabeza que alguien podría estar en contacto al
respecto pronto. Por favor entra.-
-Te lo diré más tarde-, dijo Jane, sin apartar los ojos de Exander.
Graves-.
Y por segunda vez esa noche, ella lo detuvo. -No. Espere, señor Vale. -
Hizo una pausa, lo miró. -Tú eres él. Exander Vale, el hombre para el que
estaría trabajando -, dijo.
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Página
CAPÍTULO CUATRO
Era agotador, pero ella usó todo su enfoque, determinó que este
hombre la rechazaría a la primera señal de debilidad y que cualquier
pequeño rayo de esperanza que él representara se perdería.
Curiosidad.
Eso era lo que era. Jane lo hizo sentir curiosidad, un hecho que ella no
podía explicar pero que usaría a su favor. Si él tuviera curiosidad, estaría
dispuesto a pasar por alto la rareza de las circunstancias e ir en contra
del protocolo, que, por el momento, era su única esperanza.
-Puedo hacer lo que sea necesario,- dijo Jane, su mirada nunca deja la
suya.
-Espero que lo digas en serio, Janie,- dijo él, su voz ahora casi íntima, su
tono áspero y profundo rozando su piel como lo hubiera hecho un
toque.
-Muy bien. Firma esto,- dijo, recogiendo una hoja de papel grueso color
crema y lo que parecía ser un bolígrafo de oro sólido de su maletín.
apretados que estaban sus puños, abrió las manos y recogió el bolígrafo
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y el papel de él, tomándose un momento para maravillarse de lo
pesados que ambos se sentían.
-Esto concluye nuestros negocios por esta noche. Esté en esta dirección,
a las nueve de la mañana en punto,- dijo, presentando una tarjeta
gruesa de color crema.
Ella esperaba que fuera para mejor, pero el pesado bolígrafo que
pesaba en su mano y la retorcida incertidumbre y el miedo que
pesaban en su corazón no la dejaban decirlo con seguridad.
***
Era diminuta desde esta distancia, podría haber sido una de las tantas
personas que corrían de aquí para allá, aunque no había demasiadas a
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estas horas. Pero incluso si ella hubiera estado en una multitud de miles
de personas, habría sido completamente inconfundible. Exander lo
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sabía, pero lo que él no sabía era por qué ella había comprometido
tanto a su dragón.
Y sin embargo, solo eso no era lo que lo tenía volando por los cielos, con
los ojos pegados a ella.
Exander no dudó que Jane era más que competente. Pero esa no era
la razón, ni tampoco su valentía que bordeaba la estupidez, o la forma
en que se había arrojado a lo completamente desconocido. No, la
forma en que ella lo había mirado, tragándose su miedo y
encontrándose con él de frente era lo que le había hecho imposible
decirle que no porque estaba demasiado curioso, quería ver lo que ella
podía hacer a continuación.
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Página
CAPÍTULO CINCO
Tembló ante el recuerdo del hombre, sus fríos ojos mirando a Jewel
como si no pudiese esperar para obtener el pago. Frotando sus manos
por los brazos para ahuyentar el repentino escalofrío, se paró y entró en
los rayos del sol que se deslizaban por sus cortinas.
A las seis, estaba vestida y subió por las escaleras del sótano, lista para
tomar el autobús temprano hacia el trabajo. Su turno no empezaba
hasta las ocho, pero al guardia de seguridad le gustaba y la dejaba
entrar temprano. Ella trabajaría, luego iría a la reunión con Exander,
volvería y terminaría el día sin que nadie lo supiera. Ya sea que el
trabajo con él funcionara o no, ella todavía necesitaba cada centavo
que pudiera encontrar.
cambio.
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-El Sr. Vale me lo dijo. También me dio su foto,- dijo.
Ella debe de haber hecho una mueca, porque él se rió, el sonido era
agradable a pesar de las circunstancias.
***
Ella esperó, sus tripas agitadas, desgarrada entre querer hacer las horas
extras y no querer meter a Phil en problemas.
Casi dos horas y media pasaron en un latido del corazón, y Jane apenas
podía recordar lo que había hecho. Su mente había estado demasiado
preocupada con los pensamientos de la próxima reunión, pero
afortunadamente su trabajo requería poca atención. Pero ya era hora.
Así que se escabulló, saludando a Phil y lanzando un -Volveré en una
hora- sobre su hombro. Entonces encontró a Eric, estacionado donde
estaba cuando la dejó esta mañana. Se subió al auto.
Se dijo esto una y otra vez, estando de acuerdo con la lógica, pero
todavía no había sido capaz de resolverlo. Una situación que se agudizó
aún más cuando Eric relató que Jane había ido a trabajar esta mañana
al amanecer. No sabía qué pensar de esto, no entendía por qué quería
desesperadamente hacer algo. Pero pronto se daría cuenta.
-A través de esas puertas. Estarás bien,- dijo Eric en un susurro bajo, con
un claro tono de condescendencia.
Sus ojos parpadearon con ira, y ella se puso un poco más recta, el
movimiento no hizo nada para aumentar su estatura, pero dando a
conocer su enfado. -No estaba segura, y parecía prudente mantener a
mi otro...-
Ella se quedó dura, con la cara congelada por un momento, pero los
indicios de una sonrisa aparecieron. Lo cubrió rápidamente, pero
Exander lo había visto, no podía habérselo perdido, ni perderse la forma
en que la expresión había iluminado toda su cara, pareciendo darle
ánimos desde dentro. Y no podía perderse la forma en que su corazón,
que ya estaba latiendo rápidamente, se aceleraba aún más.
Ella miró a sus ojos, sus propios remolinos de emoción que Exander no
podía nombrar.
-Tienes un trato.-
***
Su ira por ser despedida, sin embargo. Le irritó. El despido era algo que
no le era raro, era algo que ella esperaba aunque alguien se tomara el
tiempo de darle un primer vistazo. Entonces, ¿por qué le preocupaba
tanto, sobre todo teniendo en cuenta que el destino de Jewel estaba
en juego? Tal vez porque él estaba jugando con ella, tratando su vida
como si no fuera más que una entrada en un libro de contabilidad, y
ahora que había terminado por hoy, él esperaba que ella se fuera. Una
justa e irracional ira brotó dentro de ella. No tenía motivos para sentirse
así, debería haber estado agradecida, dispuesta a tolerar cualquier
cosa, pero algo la alejó de eso, y en su lugar, dejó que la ira tomara el
control.
***
Intrigante.
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Página
CAPÍTULO SIETE
Pero hoy fue diferente. Ella había mirado las fotos y reportajes de
noticias, visto un sinnúmero de dragones en Internet, pero el haber
estado muy cerca le dio una nueva perspectiva, una que quería
explorar más a fondo. Así que miró, dejando que sus ojos
permanecieran fijos en la gente que le recordaban a Exander. Eran
pocos, pero sus ojos pillaron a algunos, un hombre cuya poderosa
constitución le recordaba a él, una mujer cuya piel emitía el mismo brillo
preternatural.
Verlo como cualquier otra cosa, por muy guapo que fuera, por mucho
que la atrajera, era una locura, sólo se sumaría a la ya insoportable
situación.
***
-JEWEL! ¡ABRE LA PUERTA!-
-¡Ya voy, Janie!- gritó Jewel, su voz silenciada por la gruesa madera. El
portero la había saludado con la mano, pero Janie sabía que había
llamado para decirle a Jewel que estaba en camino, por lo que estaba
molesta porque la puerta no estaba abierta cuando llegó.
Pero Jane pasó por alto su atuendo, y el hecho de que parecía haber
estado durmiendo, o haciendo cualquier otra cosa, mientras que Jane
había estado preocupándose por arreglar las cosas.
Jane giró los ojos, pero cumplió, sentándose en la silla de madera dura
cuando habría preferido extenderse en el mullido sofá.
-Así que está hecho. Siete semanas de prueba y tendré el dinero,- dijo
Jane.
Jewel inclinó su cabeza. -Janie, eres una mentirosa horrible. Dime qué
pasó.-
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-Mi otro trabajo...- Jane empezó y luego se fue.
-¿Y? Que necesito un trabajo. Cualquier cosa que gane con él. ¿Cómo
cuidaré de mí misma?-
-¿Será esa una opción? No creo que sea capaz de ayudar tanto, o tal
vez ni siquiera en absoluto,- dijo Jane, voz baja con su vergüenza.
-Todo saldrá bien. Tengo un plan B,- dijo Jewel, volviéndose para mirar a
Henry, su intermitente nuevo-viejo novio, quien, basado en su falta de
camisa o cualquier otra ropa además de ropa interior, era otra vez
‘nuevo’.
Henry miró hacia ella, ojos prácticamente como carteles de neón que
gritaban Culpable. -Intenté convencerla de que no lo hiciera, pero no
quiso escucharme.-
-¿Y tú no me lo dijiste?-
-No soy un soplón, Janie,- dijo, suavizando las palabras con una rápida
sonrisa.
Ella había pasado todos los días de las últimas dos semanas en su
oficina, y parecía que hoy era particularmente agotador para ella. Ella
se había inquietado, y mirado alrededor de la habitación, sin mostrar
ninguna de sus reservas ordinarias. Se preguntó si eso significaba que
ella se estaba acostumbrando a él. Pero rápidamente dejó ese
pensamiento a un lado y dejó de lado el contrato que había estado
leyendo para concentrarse en ella.
-¿Acostumbrada a qué?-
-¿Qué?-
Se tapó los ojos y sacudió la cabeza. -¿No podría haberme dicho eso
hace dos semanas atrás?- dijo ella.
ojos.
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Exander se rió a carcajadas, y ella se puso en pie, moviéndose hacia la
ventana, donde él notó que su mirada casi siempre estaba atraída.
Ella sonrió levemente, y Exander sintió que hacía lo mismo. -No estoy
haciendo que esto suene más interesante, ¿verdad?-
-Eso debe ser increíble,- contestó ella, sus ojos tomando una cualidad
lejana.
-Lo siento, Sr. Vale. Sé que no le gusta perder el tiempo,- dijo ella
girando.
-Llámame Exander,- dijo en una orden ronca, las palabras salieron antes
de que pudiera pensarlo de nuevo, el tenor de su voz lejos de revelar
comfort.
Ella se detuvo, le miró, sus ojos brillaron con sorpresa. -De acuerdo. Si te
parece bien, iré al sótano. Parece que hay mucho que organizar allá
abajo y estoy segura de que les vendría bien una mano,- dijo.
-¿Me dirás qué está pasando? Haré que Padre te envíe de vuelta al
curso de control de la ira,- dijo Exander.
Kyr frunció el ceño, apretó el vaso y los dientes aún más. -Es Bell.
Haciendo todo lo posible para volverme loco como siempre.-
-¿Hacer qué?-
-Y tú también,- respondió.
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Los hermanos se rieron, y luego Kyr lo miró, una pregunta en sus ojos. -¿Y
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-Es inusual, eso es todo,- dijo. -Ella ha estado pegada muy cerca de ti.
Estoy seguro de que Bell puede encontrar algo para ella si quieres,
presionarla y ver si es un fracaso,- dijo Kyr.
El Baile Dragon era una característica del calendario social todos los
años, y Exander nunca había inventado una razón para salirse de él y se
había resignado a que las cosas no fueran diferentes este año.
-¿Bell, supongo?-
Kyr levantó la vista, los ojos brillando con fuego. -¿Quién más?- dijo
mientras se giraba y salía furioso de la oficina.
Ella asintió.
-Tengo la noche libre, así que iré a ver a mi hijo,- dijo Eric.
Eric la miró con un brillo en sus ojos. -Exander no está mal, sabes. Puede
ser difícil, como dije, pero es una de las personas más decentes que he
conocido.-
Se puso furiosa de ira, los ojos brillando. -No puedes dictar dónde vivo,-
dijo.
-¿Y a dónde quieres que vaya?- preguntó finalmente, la voz una mezcla
de pánico e ira que le hizo extrañar los tonos suaves y relajantes de ella.
-No.-
-¿No?-
-Sí,- dijo. -No.- Se rió y luego agitó la cabeza. -No estás acostumbrado a
oír eso, sospecho.-
-Por supuesto que no. Pero eso no cambia el hecho de que no puedes
quedarte aquí.-
***
Y por muy débil y terrible que fuera, ese deseo de estar con él era lo que
la había hecho ceder tan rápidamente.
-Llámame Jane. Es decir, más vale que nos llamemos por el nombre si
vamos a ser compañeros de piso.-
-Estoy pensando que estoy loca por hacer esto. Necesito esto, pero
quedarme contigo es una locura. Aunque mi casa no sea segura, ¿por
qué te importa?- preguntó ella.
Jane se bajó del auto, notó que incluso en la oscuridad la casa tenía
una atmósfera amigable, casi cálida.
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Página
CAPÍTULO ONCE
Jewel la miró como si tuviera dos cabezas. -¿Viste esta vista de un millón
de dólares?- dijo mientras caminaba por la sala de estar para mirar por
las puertas francesas.
Probablemente costaba más que eso, pero Jane contuvo la lengua. -Es
linda, pero todavía me gustaba el apartamento.-
-Tal vez debería haberte dejado sola,- dijo Jane alrededor de la ira que
se alojó en su garganta.
***
-Janie es genial. Pero ella no es como yo,- dijo Jewel, dejando que una
mano siguiera su estrecha cadera. -Pero tú y yo... creo que podríamos
llegar a un entendimiento mutuamente beneficioso,- dijo mientras se
acercaba cada vez más.
Ella alargó la mano cuando Jane gritó: -Es hora de irse, Jewel.-
Jewel levantó una esquina de su boca en lo que Exander pensó que era
una sonrisa sensual, y luego dijo: -Piensa en ello.-
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Página
CAPÍTULO DOCE
-Exander,- susurró.
Ella había soñado con esto, lo quería, pero nunca había pensado que
pasaría. Pero estaba sucediendo, y la realidad era mucho mejor que
cualquier cosa que pudiera haber conjurado en su mente.
Sus labios eran firmes pero suaves sobre los de ella, su mano fuerte y
ardiente contra su piel. Y cuando él deslizó la lengua entre sus labios, su
sabor picante y masculino explotó en su boca, el primer sabor de él
extrajo un gemido.
Ella abrió sus ojos, casi asustada de mirarle y ver el arrepentimiento, pero
incapaz de no hacerlo. Pero ella no pudo ver nada en su expresión, y
salvo por sus fuertes respiraciones, él no dio indicios de lo que había
ocurrido entre ellos.
***
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Página
HABÍA SIDO INFANTIL Y TONTO DE SU PARTE HUIR ASÍ, PERO NECESITABA
ESTAR LEJOS DE ÉL, NO HABÍA querido escuchar sus disculpas,
prometiéndole que nunca volvería a suceder.
Regresaría pronto, una vez que recobrara el juicio y estuviera lista para
enfrentarlo. Pero por ahora, caminó en el jardín público cerca del
edificio. Había tropezado con el lugar por accidente, un pequeño oasis
en la ciudad, y descubrió que las visitas la tranquilizaban y la
renovaban. Mientras caminaba, de vez en cuando se detenía para oler
una de las flores exuberantes y perfectas, se preguntaba de dónde
habían salido. El lugar parecía otro mundo, le recordaba a él, de hecho.
-¿Dije algo que no debí haber dicho? Todavía lucho con los matices de
la comunicación humana,- dijo.
-Está bien. Soy Jane Graves, por cierto,- dijo, caminando, con la mano
extendida.
-Por supuesto que no,- dijo Jane, bajando un escalón para estar a su
lado.
-Entonces trabajaron como ella quería. Siempre pensó que serían una
agradable sorpresa para la gente cansada de la ciudad.-
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Página
CAPÍTULO TRECE
hombre adulto.
Página
-Lo que tú digas, hijo. Ven, vamos a ver las rosas de tu madre.-
***
-Aquí vamos,- dijo en voz baja mientras se ponía sus zapatos, los tacones
de plataforma le daban cuatro pulgadas de estatura extra que
necesitaba desesperadamente.
bruscamente.
-Vamos a llegar tarde,- dijo con voz ronca.
Así que giró los ojos hacia la ventana y tragó, preguntándose en qué se
había metido.
***
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-¿CÓMO ESTÁS ESTA NOCHE, EXANDER?-
Apretó con más fuerza los dientes, sabiendo lo que hacía su padre, pero
aún así no pudiéndose resistir a mirar hacia atrás. Sebastian ahora tenía
una mano en el hombro de Jane, un contacto ligero, casual para el ojo
inexperto.
Suficiente.
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-Exander,- dijo cuándo se detuvo frente a ellos, sus ojos pegados a Jane.
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Página
CAPÍTULO QUINCE
ÉL ESTABA ENOJADO.
Enfadado.
No había ninguna señal externa de ello, no realmente, pero aún así, ella
podía verlo, se preguntaba desde cuándo estaba tan en sintonía con él
que podía sentir su estado de ánimo.
Cuando ella miró hacia la mano que él había tendido sobre la palanca
de cambios, vio el tenue resplandor de algo. Luego miró más de cerca,
se dio cuenta de que eran escamas. El resplandor del azul cobrizo se
arremolinó, casi iridiscente y más bello de lo que ella había recordado
de los pocos destellos que había visto antes en algunos de sus
momentos más descuidados en la casa.
Ella sabía que era ella, lo había visto tan claro como el día en que él
marchó hacia ella y Sebastián. Tal vez eso fue todo. Sebastián se había
presentado, fue amable y agradable cuando la mayoría de los otros
invitados sólo la miraban boquiabiertos. Y ella estuvo agradecida por la
cara amistosa. Que él fuera encantador y divertido no había hecho
daño. Pero aún así, ella no tenía una comprensión real del mundo de los
dragones, e incluso en sus mejores días, no era buena en la política. Así
que tal vez se metió en algo que no debería, rompió alguna regla no
hablada.
no corregirla.
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A menos que...
Se le hizo un vacío en el estómago. Tal vez había hecho algo tan malo,
tan inapropiado que no podía pasarlo por alto. Tal vez él terminaría el
acuerdo, dejándola sin el dinero de la bonificación y sin forma de
ayudar a Jewel.
Detrás de él, ella intentó pensar en algo que decir, una manera de
llegar a él, pero se quedó corta. Y cuando la puerta se cerró detrás de
él, el sonido pesado con carácter definitivo, se sintió casi desesperada.
-¿Qué hice para hacerte enojar, Exander?- dijo ella, su propia voz
cayendo como si susurrando las palabras se aliviara el golpe de su
respuesta.
Ella esperó, los ojos fijos en los suyos, por alguna razón sintiendo que su
destino dependía de su respuesta.
-Esto es lo que me hiciste, Janie,- dijo, su voz un susurro ronco que la hizo
temblar. -Y no estoy enfadado.-
Sus ojos volaron a los suyos por sus suaves palabras, y lo que vio allí casi
le robó el aliento. Sus ojos ardían de fuego helado, pero no de ira. Era
pasión, y estaba dirigida a ella. Su corazón se aceleró mientras Exander
tomaba su cara entre sus grandes manos, mantuvo los ojos fijos en los
suyos mientras se inclinaba hacia delante para cerrar la distancia entre
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Exander acarició sus labios contra los suyos con esa potente mezcla de
control y urgencia que ella había llegado a reconocer como parte de
él. La había besado antes, pero eso había sido un enfado, pero esto...
esto era otra cosa. Una exploración, sí, pero más. En este beso, podía
sentirle abrirse a ella, dejándola entrar, algo que la emocionaba más
allá de todo.
El calor que había visto allí antes era ahora un infierno de pasión, algo
que ella no esperaba pero que no podía negar. Y mientras la tocaba, él
movió su mano sobre la parte superior de sus senos, bajo el sostén de
raso, sobre la elevación de su estómago, más abajo para agarrar su
muslo por completo, y ella sintió su aprecio y su deseo.
-Tócame, Janie,- dijo mientras volvía a arrastrar sus dedos por encima de
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Y ella luego dejó que sus manos siguieran el rastro, la piel ardiente de
Exander y los músculos duros contra sus manos haciendo que la
palpitación fuera tan intensa que apretó los muslos para aliviarla. La
acción resultó insuficiente, sin embargo, cuando ella rozó sus dedos
sobre su eje duro, el calor y el poder de él que atravesaban sus
pantalones de esmoquin.
Jane mantuvo sus ojos pegados a los suyos mientras él trabajaba, vio
cuando tiró su camisa a un lado, mostrando hombros fuertes y lisos
contra los que Jane quería recostar la cabeza, a los que ella quería
agarrarse mientras lo montaba, no que ella hubiese hecho tal cosa
alguna vez. Entonces ella escuchó bajar la cremallera, el sonido de sus
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-Mírame, Jane,- susurró, y sin pausa, ella lo hizo, dejando que su mirada
acariciara de nuevo sus hombros y pecho y luego se moviera más
abajo, hasta que sus ojos se fijaron en la gruesa raíz de su eje, él cual
salía de él, duro, con la punta mojada por su deseo.
-Te quiero demasiado, Jane. Pero voy a hacer esto bueno para ti. Lo
prometo.-
-Estás tan mojada para mí,- dijo, con voz baja y ronca.
Jane sintió un arrebato de vergüenza, y bajó los ojos, pero luego los
volvió a levantar cuando Exander se detuvo. -No te avergüences. Es
precioso. Y es todo para mí.-
Y luego él se movió.
Con cada golpe, Jane dejó salir una estridente respiración que se
convirtió en un suspiro y finalmente en un gemido. Las sensaciones que
él despertó en ella eran completamente desconocidas, le hacía latir el
corazón mientras su cuerpo se tensaba en una espiral de placer. Y
cuando él serpenteó su mano sobre su cadera y entre sus muslos para
pellizcar su clítoris, la pasión que había estado construyendo dentro de
ella estalló.
***
-No lo sé. Parecías… enfadado cuando hablaba con él. Pensé que...
había hecho algo. Que tal vez no debería haber estado hablando con
él.-
-¿Dudas de mí?- dijo él, sus ojos acariciando su carne desnuda como lo
hubieran hecho sus manos.
-Quiero decir, vamos. Era un vestido bonito, pero vi a las mujeres allí.
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-¿Ver qué?-
-No me importa lo que él vio. Pero no, no sé lo que tú ves.- Las palabras
la dejaron aún más vulnerable, expuesta, pero la sonrisita de Exander,
de la que sabía que nunca se cansaría, la alentó.
-Veo estas hermosas curvas, unas que se sienten y saben mucho mejor
de lo que imaginaba,- dijo él con un pequeño beso en su hombro.
Luego le tocó el pecho, puso la mano sobre su corazón. -Y veo esto, lo
que te hizo actuar tan desinteresadamente, lo que me fascinó desde el
primer día que te vi. Lo que me hizo sentir, algo que nunca había hecho
antes.-
Fue sincero, dijo las palabras con tal convicción que Jane no pudo
evitar creerle. Se inclinó hacia él para besarle, usando su boca para
expresar las palabras que brotaban en su corazón. Y él devolvió el beso,
sus labios calientes, que ardían contra su boca, y sus manos contra su
cuerpo.
Él profundizó una mano entre sus muslos, tocó allí el tejido tierno, y luego
rompió el beso y la miró. -¿Estás dolorida?- preguntó, acariciándola con
los dedos haciendo que le fuera difícil concentrarse, y mucho menos
contestar.
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Página
CAPÍTULO DIECISÉIS
-¿Estás de buen humor hoy, Janie?- dijo mientras se alejaba del coche y
giraba hacia el lado del pasajero.
Con una última sonrisa, Jane se alejó, bajando por la acera sintiéndose
casi como si estuviese flotando en el aire. Trató de recordar una época
en la que se había sentido tan feliz como ahora, pero se quedó en
blanco. Nada en su vida la había preparado para esto, para lo que era
estar con él. Feliz parecía una palabra demasiado simple, pero Jane no
podía pensar en una mejor.
Y una parte de ella, una que intentó ignorar, estaba preocupada por lo
que podía hacer Jewel, por la ganancia que podría intentar buscar. Y si
estaba siendo sincera, Jane sabía que lo intentaría. Amaba a su
hermana, quizás más de lo que se amaba a sí misma, pero no se hacía
ilusiones sobre quién era, y sabía perfectamente que si se le daba la
oportunidad, Jewel la aprovecharía.
Se le cayó el pan.
***
No era propio de él, o al menos del que había sido antes de ella. Se
enorgullecía de no necesitar a nadie, nada, pero unas semanas con
Jane le habían demostrado lo equivocado que estaba. Porque
necesitaba cosas.
La necesitaba.
Era Jane.
Su compañera.
-¿Qué pasa?- preguntó, con voz severa cuando vio a Eric en la puerta y
la expresión de su cara.
-Tiene una visita. Insiste en que la veas, dijo que querrías oír lo que tiene
que decir,- dijo Eric, su expresión casi tan tormentosa como Exander
sabía que era la suya.
Miró por el camino, vio a Jewel que se dirigía hacia él, y sintió su instinto
retorciéndose. Pero se tragó la preocupación, y asintió a Eric. -Gracias,
Eric.-
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-Paciencia,- dijo.
-No te preocupes por eso. Ella está bien. Y quieres mantenerla así.-
-¿Me ama? Claro que sé cuánto me quiere. Tú, Henry, todos los demás
siempre se esfuerzan por decírmelo. Me harté de oírlo si quieres saber la
verdad.-
-Desearía que alguien me amara tanto así,- dijo Jewel, casi reflexiva por
un momento.
Jewel resopló, se giró, pero Exander pudo ver que había llegado a ella.
-Primero...-
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-Henry... dijo que yo podría tener una crisis, cambiar de opinión, así que
era mejor que no lo supiera.-
Sus ojos se abrieron de par en par, y ella lo miró, dudando y quizás con
el más leve tinte de arrepentimiento llenándolos. -No crees... Quiero
decir, él no lo haría...-
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Página
CAPÍTULO DIECISIETE
-Lo siento, Janie. Pero estoy seguro de que pronto terminaremos con
esto.-
Así que tragó, inclinó su cuerpo para poder verlos a ambos por el rabillo
del ojo, y se inclinó hacia la pared, no que eso le diera ninguna
protección. El apartamento al que la habían llevado era una de esas
unidades amuebladas, probablemente alquiladas por la semana. Y no
estaba muy lejos de su casa, su antigua casa, y pensó que había
reconocido el edificio cuando se acercaban. El hombre no había
tenido reparos en que ella viera hacia dónde se dirigían, un hecho que
la ponía más nerviosa que nada. Pero mantendría la cabeza fría y
superaría esto.
Henry nunca podría haber tenido la idea por sí mismo. O más bien,
pudo haberlo hecho, pero no había forma de que estuviera lo
suficientemente concentrado como para ejecutarla. Jewel, sin
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Por supuesto, también había otra posibilidad. Quizá fue idea de Henry, o
quizá de su compañero, y Jewel no estaba involucrada. Tal vez Jewel la
estaba buscando ahora, frenética y preocupada, preguntándose por
qué no había aparecido.
La voz del hombre era áspera, baja, y Jane podía sentir el frío de sus ojos
sobre ella.
-Sí. Lo hará...-
-No te hablaba a ti, Henry,- dijo el hombre, sin quitarle los ojos de
encima a Jane.
-Oh.-
Jane miró a Henry entonces, lo vio tragar con fuerza, y pensó que
reconocía un indicio de preocupación en sus ojos. Ella podía ver los
engranajes girando, veía como calculaba lo que estaba a punto de
ocurrir. La el bajo nivel de tensión que había estado aquí desde que
llegó se elevó.
Jane miró al hombre entonces, vio el frío y codicioso cálculo en sus ojos.
-Sí.-
Entonces se giró, queriendo estar lo más lejos posible de él, pero sin
tener adónde ir.
-Da--
que ella le hubiera visto la cara dos veces, tal vez eso significaba que
estaba menos inclinado a cortarla en pedazos y tirar las partes de un
helicóptero comprado con el dinero de Exander.
-¿Jewel?-
-Puedes hablar con ella después de que tenga pruebas. Pon a Jane al
teléfono.-
-YO lo seré.-
***
-ESTÁ HECHO?-
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-Sí,- dijo Sebastian. -Tengo la cuenta, y el dinero ha sido transferido. Y Kyr
tiene los ojos puestos sobre Jane.-
-Bien. Dile que no entre a menos que sea absolutamente necesario,- dijo
Exander.
-No lo hará. Dice que ella no parece estar en peligro inmediato, a pesar
del cadáver.-
Colgó y miró a Jewel, que estaba sentada en la silla frente a él, con los
ojos llenos de lágrimas.
-Lo está. ¿Por qué me sorprende que estés más preocupada por tu
novio que por tu hermana?-
Exander agitó la cabeza, asco llenándolo. ¿Cómo era posible que ella y
Jane compartieran sangre?
-¿Dónde crees?-
-Tendrás tu dinero, Jewel. Pero vas a mirarla. Déjala ver lo que hiciste,
ver lo qué significaba ella para ti. O no. Y entonces no tendrás nada.-
-Ella no te creerá. Por eso nunca le dijiste que intenté besarte. Sabías
que ella nunca tomaría tu palabra por encima de la mía.-
-¿Qué?-
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-No se lo dije, pero no porque no me creyera. Tal vez lo habría hecho,
tal vez no, pero no quería romperle el corazón para averiguarlo.-
***
Jane había dicho las palabras en su mente, prácticamente las gritó más
veces de las que recordaba. Cada vez que miraba a Henry, y veía la
sangre roja-marrón que se había juntado a su alrededor y el olor
metálico que llenaba la habitación, lo decía aún más alto, rezando aún
más fuerte para que fuera verdad.
-Es una pena. Henry era un buen chico. Tonto, pero bueno.-
-Sabes,- dijo un momento después, -no eres tan mala. Espero que el
dragón pague, porque odiaría tener que hacerte cualquier cosa. Te
diré algo, si se llega a eso, lo haré rápido.-
En cierto modo, ella supuso que lo decía en serio. Este hombre era un
monstruo, pero no podía compararse con la traición que estaba
sacudiendo a Jane hasta el corazón. Si ella hubiera podido algo, su
corazón se rompería en dos. Y ella sabía que los sentimientos vendrían
después, si lograba salir de esto, pero por ahora sólo una pregunta
impregnaba su mente. ¿Por qué?
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CAPÍTULO DIECIOCHO
Sebastian asintió. -Mantendré un ojo sobre ella,- dijo, sin perder de vista
a Jewel, que estaba sentado en la parte trasera de la furgoneta, con la
cabeza gacha.
-Las escaleras funcionaron muy bien para mí,- dijo Exander, sonando
casi casual, como su yo habitual, aunque era todo lo contrario.
-Muy gracioso, idiota. Pero, ¿sabes qué? Creo que haré que Jane me
acompañe al aeropuerto, para que me despida a salvo.-
-No hay trato. Vete ahora y llévate tu dinero contigo. Pero Jane se
queda aquí.-
-Como le dije, Sr. Smith, esa no es una opción. Le sugiero que tome su
dinero.-
-¿Y sólo me vas a dejar salir caminando de aquí?- preguntó con voz
incrédula.
Bajó el cuchillo lentamente. -Está bien, está bien. Sólo pásame ese
papel, y te dejaré en paz. Y lo siento mucho, Jane. No te lo merecías.-
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En cualquier otro momento, Exander se habría tomado un momento
para reflexionar sobre el hecho de que Jane había logrado incluso
ganarse a su secuestrador. Pero ese momento no era ahora.
-Jane, ¿podrías apartar la mirada por favor?- dijo Exander, los ojos aún
puestos en el hombre.
***
Y para cuando ella abrió los ojos pudo ver que Exander estaba a medio
camino del cambio, sus piernas eran ahora poderosas, con garras, y
cubiertas con escamas, alas de cobre brotando de su espalda.
Corazón roto.
El dragón se volvió hacia ella, y miró a sus ojos, los ojos de Exander, y
todo lo demás se desvaneció.
Pero a través de todos ellos, él la abrazó, y besó sus lágrimas tan rápido
como llegaron.
-Sí.-
-No lo entiendo, haciendo algo así con tu propia sangre. Y Janie, esa
dulce chica. ¿Ella lo sabe?-
-Eso creo,- dijo. -Pero aún no he hablado con ella sobre eso.-
Pensar que él había sido tan ciego, tan tonto como para haber resistido
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***
Sólo entonces notó sus brazos que la rodeaban, sintió su cuerpo detrás
del suyo. Se calmó instantáneamente, el pánico y el miedo
retrocedieron con su próximo aliento. Tal como ella había orado, él
venía por ella. Y él estaba con ella ahora. Se dejó caer en el consuelo
que él le ofrecía, sabiendo que podía enfrentarse a cualquier cosa con
él.
A salvo.
pensamientos. -Siento que hayas tenido que ver eso. Perdí el control,
pero ojalá no hubieras tenido que verlo.-
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Jane pensó en la sensación del brazo de ese hombre a su alrededor, el
frío metal presinando su piel, y esperó a que el remordimiento la
golpeara.
Nunca lo hizo.
-Tal vez me hace mala, pero no lo siento. Me habría matado sin pensarlo
dos veces. Le disparó al pobre Henry. Henry,- dijo, recordando algo que
se le había pasado por la cabeza momentáneamente.
-Lo siento mucho, Jane,- dijo Exander, con voz llena de compasión.
Jane cerró los ojos contra el dolor punzante que se extendió por su
pecho. Una pequeña y estúpida parte de ella esperaba...
Volvió a mirar hacia otro lado, sin estar segura de cómo iba a lidiar con
esto.
-Gracias, Exander.-
-Yo—-
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***
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-NO,- DIJO ÉL, APRETANDO SUS DEDOS CONTRA SU BOCA, -NO DIGAS
NADA. SÓLO NECESITABA QUE LO OYERAS. Estuve muy cerca de
perderte, y no podía perder la oportunidad.-
Quería oír las palabras de ella, y sabía que lo haría, pero no ahora y no
así. Cuando ella las dijera, sería con todo el corazón, no sopesado por la
traición de su hermana. Suspiró profundamente y luego se acurrucó en
los brazos de Exander, su cálido y pesado peso contra él sintiéndose
bien.
-A ti,- dijo ella, su voz suave pero las palabras resonando a través de su
corazón.
-NO TENEMOS QUE HACER ESTO,- DIJO EXANDER DOS DÍAS DESPUÉS.
Jane se preguntaba si eso era todo lo que ella había sido, el cheque de
pago, un lugar innegable e indiscutible para aterrizar, se preguntaba si
todos esos recuerdos de los lazos amorosos que ella creía que las había
atado habían sido producto de su imaginación.
Exander tomó su mano, y ella lo miró, vio el amor, el apoyo en sus ojos.
Jane siempre se había enorgullecido de ser fuerte por sí misma, pero
ahora mismo tomaría libremente el apoyo que él le ofrecía, con la
esperanza de que fuera suficiente para ayudarla a superar esto.
-Estoy bien.- Miró a Jewel, la miró fijamente. -Pero dime, y por favor se
honesta, ¿fuiste parte de esto?-
***
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EL AGARRE DE JANE EN SU MANO ESTABA APRETADO, PERO LE GUSTÓ.
Había conducido sin dirección una vez que salieron del apartamento
de Jewel, pero cuando llegaron a un pequeño parque, él se detuvo y la
guió fuera del auto.
-No sé…-
-Te amo, Janie,- dijo, cortándola. -¿Te he dicho hoy lo increíble que eres,
cómo tu capacidad de poner a los demás por delante de ti misma me
impresiona y me humilla?-
FIN
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