A los trescientos años del milagro de Luján, la Virgen fue proclamada patrona de Argentina, Uruguay y Paraguay bajo la advocación de Nuestra Señora de Luján.
El acto se celebro el 5 de Octubre de 1930, el discurso estovo en manos
de Mons. Miguel de Andrea. Dijo: “Jurar el Patronato de la Virgen de Luján es, desde el punto de vista nacional, empeñar el honor de Dios y de la Patria por mantener la incolumidad de la tradición que ella encarna y que es religiosa y patriótica. Son dos los elementos que deben concurrir por igual al mantenimiento de la verdadera grandeza de los pueblos: la tradición y el progreso. Si por mantener la tradición se obstaculiza el progreso, el pueblo se momifica; si por fomentar el progreso se repudia la tradición, se falsea la historia y se adultera la Patria”. En la alocución de Mons. Andrea se nos encarece mantener la incolumidad de la tradición que ella encarna y que es religiosa y patriótica. La experiencia acumulada en la memoria colectiva de un pueblo constituye la tradición. Por una parte la tradición es lo que se transmite como valioso y por otro es el marco de referencia donde se da la experiencia puntual. La Virgen de Luján ha querido quedarse entre nosotros por una elección anticipada. Ella quiso quedarse en Luján y allí debe permanecer. Su elección es religiosa, en primer lugar, porque desde allí y no desde otro lugar quiere derramar sus gracias espirituales a todo el pueblo argentino y en segundo lugar es una elección patriótica porque desde allí quiere custodiar a sus hijos. Allí han acudido los héroes de nuestra patria para pedirle que los custodiara en sus empresas y han logrado por su bendición la libertad de nuestra querida Argentina. La Virgen en Luján nos protege con su manto, es nuestra patrona, pero además en ella se encierra el fondo del alma argentina y su centro natural. Allí se formaron y se formarán, los auténticos patriotas que llevarán a la patria a su verdadera grandeza. La experiencia acumulada en la memoria colectiva de un pueblo constituye la tradición. Por una parte la tradición es lo que se transmite como valioso y por otro es el marco de referencia donde se da la experiencia puntual. Esta tradición auténtica es la base para el verdadero progreso. Sin ella no habrá progreso verdadero. Es en nuestras raíces marianas lujarienses donde debe arraigar el verdadero progreso de la patria y no será de otra manera. La misión que María tiene preparada para sus hijos desde Luján es extraordinaria. Ella es nuestra porque se ha querido quedar con nosotros y nos exhorta a que nos entreguemos a ella. Ella es nuestra Reina porque así lo hemos querido nosotros y por tanto debe reinar sobre todos y en especial sobre el corazón de cada uno de los argentinos y finalmente ella es nuestra patrona por voluntad de Dios y a ella la debemos honrar y seguir para que nos conduzca a la grandeza de una patria verdaderamente católica y luego a la patria del cielo. Un acontecimiento importantísimo que vincula a la Virgen de Luján con nuestra patria es la consagración que hizo el Presidente Argentino Juan Carlos Onganía el 30 de Noviembre de 1969. Consagró la Nación al Inmaculado Corazón de María en Luján. La Misa de consagración fue presidida por el Cardenal Caggiano. El mismo Presidente hizo la plegaria de consagración. El juramento de tener a la Virgen de Luján como reina y patrona ha quedado sellado por la visita de San Juan Pablo II en el año 1982 que la honró regalándole una “rosa de oro”. Que María de Lujan que tenemos el honor de tenerla como patrona de nuestro instituto, nos proteja.