Professional Documents
Culture Documents
Edward W. Soja
Presentación:
Josep Vicent Boira
Traducción:
Carmen Azcárraga
Valencia, 2014
Copyright ® 2014
Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reprodu-
cirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo
fotocopia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y
sistema de recuperación sin permiso escrito del autor y del editor.
Director de la colección
JOAN ROMERO GONZÁLEZ
Catedrático de Geografía Humana
Universitat de València
© EDWARD W. SOJA
© TIRANT HUMANIDADES
EDITA: TIRANT HUMANIDADES
C/ Artes Gráficas, 14 - 46010 - Valencia
TELFS.: 96/361 00 48 - 50
FAX: 96/369 41 51
Email:tlb@tirant.com
http://www.tirant.com
Librería virtual: http://www.tirant.es
ISBN 978-84-16062-01-0
MAQUETA: Tink Factoría de Color
Presentación................................................................................................ 9
Prólogo......................................................................................................... 19
Introducción............................................................................................... 33
Agradecimientos......................................................................................... 263
mente, no todo el mundo comparte las razones de Soja: entre los más
ilustres descreídos, Sir Peter Hall, autor del conocido Ciudades del ma-
ñana. Historia del urbanismo en el siglo XX (en edición española por
Serbal, 1996) y con quien el propio Soja mantuvo una polémica en las
páginas de la revista City en 2012 sobre la orientación filosófica o no del
texto. Sin embargo, como señaló Karl Schlögel en un libro memorable
(En el espacio se lee el tiempo, Siruela, 2007) opinando sobre el Soja an-
terior a este volumen: “Algo queda de cierto en la crítica de Edward Soja
y otros a la desespacialización: que las cuestiones tocantes al espacio
han sido desterradas o desplazadas del pensamiento social e histórico”.
Es preciso, pues, recuperar “las cuestiones tocantes al espacio” en la vida
en general (la géographie de la vie, como señaló el maestro Vidal de la
Blache en 1903), pero muy especialmente en la justicia y en el Derecho
en particular.
La lectura de este libro es muy recomendable pues reafirma no sólo
la idea de que el espacio cuenta (somos seres profundamente espaciales,
no solo temporales o sociales), sino que es preciso abordar la espacia-
lización de la sociedad contemporánea desde una perspectiva crítica,
que busque la justicia espacial y el auténtico derecho a la ciudad que sus
habitantes, todos, tenemos. Soja recuerda que de las palabras griega y
latina de ciudad (polis y civis) provienen la mayor parte de vocablos que
definen nuestra convivencia social: política, policía, polite (en inglés,
educado, cortés), civilización, civil, ciudadano, cívico… Soja entronca
así con el pensamiento de Henri Lefebvre, Michel Focault o David Har-
vey (a quienes menciona muchas veces en estas páginas y con quienes
dialoga mediante extensas citas de sus obras) y abre nuevas perspectivas
a los teóricos del espacio y de la justicia pero también a su práctica.
Soja se mueve con soltura entre el act-tank y el think-tank (en algunas
reseñas ha sido definido como un scholar-activist o un academic agent
for change) de un pensamiento radical como mínimo vigorizante que
permite sabernos más dueños de nuestro entorno y menos obsecuentes
con el poder y la administración en su gestión anodina (y banalmente
perversa) del espacio.
¿Cuándo veremos en España o en América Latina un juicio en el
que la ciudadanía denuncie a su administración local o regional por un
supuesto delito de injusticia espacial, por no haber transporte público
18 Josep Vicent Boira
Consecuencias e implicaciones
Por todas sus raíces locales, la victoria del BRU tenía implicaciones
que sobrepasaban con creces la región de Los Ángeles. Si se hubiera per-
mitido que se extendiera como precedente legal hasta sus límites poten-
ciales, habría podido conducir a cambios radicales en la vida urbana a
lo largo del país. Imaginen las posibilidades. Cualquier planificación por
parte de cualquier autoridad pública, ya sea para transporte público o
política sanitaria o para la situación de escuelas y parques de bomberos,
podría ser sometida a un “test de justicia” para determinar si el patrón
de distribución propuesto es justo y equitativo para todas las áreas y
comunidades afectadas, justicia basada en las diferentes necesidades de
ricos y pobres, así como de las poblaciones mayoritaria y minoritaria.
También se podrían aplicar otros test similares a políticas de impuestos,
distribución electoral por distritos, cierres de hospitales, programas de
construcción de escuelas, efectos en la salud de la contaminación del
aire y del agua, emplazamiento de instalaciones tóxicas, prácticamente
toda decisión de planificación y política que influya en la vida urbana.
No sorprende que el acuerdo suscitara reacciones enérgicas. La MTA
y otras autoridades relevantes en la planificación, reforzadas por voces
políticas más conservadoras y algunas liberales, se movilizaron para in-
vertir o sabotear la decisión. Se instaron (y denegaron) recursos judicia-
les. En los medios locales aparecieron indicios de “temor rojo” similares
a los que destrozaron los esfuerzos por construir viviendas públicas en
Los Ángeles en los años cincuenta. Cuando estos temores no se afianza-
ron, hubo más ataques personales contra los dirigentes del BRU.
Las reacciones no se ciñeron a Los Ángeles. El potencial radical de la
decisión BRU y del acuerdo no pasó desapercibido en Washington y en
la administración Bush, especialmente tras la inyección de poder presi-
dencial al sistema judicial del régimen Bush-Cheney. El esfuerzo federal
por prevenir la expansión potencial del precedente legal establecido por
la decisión llegó a un punto álgido en 2001. En el caso Alexander c. San-
doval, basado en un recurso del Department of Transportation federal
Prólogo 31
ANTEPONIENDO EL ESPACIO
Como espero haber dejado claro, la justicia espacial no es sustitutiva
o alternativa a otras formas de justicia; más bien representa un énfa-
sis particular y una visión interpretativa. También he argumentado que
poner en primer plano la perspectiva crítica espacial y concebir la bús-
queda de la justicia social como una lucha por la geografía incrementan
la posibilidad de abrir nuevos caminos de pensamiento sobre esta ma-
teria, así como de enriquecer ideas y prácticas existentes. La discusión
continúa aquí con una mirada más detallada hacia el resurgimiento del
interés en la visión crítica espacial que se ha desarrollado en los últi-
mos años, y cómo está provocando y se está viendo afectada por nuevos
modos de pensamiento sobre la espacialidad de la (in)justicia y la (in)
justicia de la espacialidad.
El giro espacial
Poner en primer plano los aspectos espaciales de la justicia es una
de las muchas “espacializaciones” que se están generando por lo que
algunos autores llaman actualmente un giro espacial, una difusión sin
precedentes del pensamiento crítico espacial en un amplio espectro de
materias. Sólo algunas disciplinas han otorgado tradicionalmente una
atención especial al espacio y a la espacialidad, principalmente la geo-
grafía, la arquitectura, la planificación urbana y regional y la sociología
46 Edward W. Soja
turero. Era geógrafo e iba a [la Universidad de] Hull”. Casi se podía oír la
risita del público, especialmente cuando se componía mayoritariamente
de espectadores británicos: un geógrafo en una universidad menor es
casi lo más lejos que se puede estar del nivel intelectual de aquellos chi-
cos que estudian historia.
El giro espacial ha surgido contra este privilegio continuo de lo his-
tórico sobre lo geográfico. Su objetivo más ambicioso es lograr una res-
tauración, un reequilibrio complementario de interpretación y pensa-
miento histórico y geográfico. Alcanzar esto, al menos en este momento,
implica anteponer la perspectiva espacial en cierto grado, si no privile-
giarla estratégica y temporalmente sobre todas las demás. Esto significa
invertir el orden usual, poniéndola en primer lugar como el principal
foco discursivo y explicativo, como se pretende al espacializar conceptos
como justicia, desarrollo, políticas y urbanismo.
Situarlo en primer lugar no significa que el pensamiento espacial
deba practicarse solo, divorciado de las realidades históricas y de la vida
social. He destacado ya en múltiples ocasiones que anteponer la visión
espacial no supone rechazar los razonamientos histórico y sociológico,
sino un esfuerzo por abrirlos a nuevas ideas y aproximaciones que han
sido sistemáticamente olvidadas y marginadas en el pasado. Fomentar
el giro espacial permite la expectativa de importantes ganancias teóricas
y prácticas para poner en primer plano aspectos espaciales que no han
sido bien desarrollados o aplicados ampliamente en el pasado. Esto a su
vez conlleva nuevas posibilidades para descubrir conocimientos ocul-
tos, teorías alternativas y formas revisadas de comprender, como ha ido
ocurriendo en el descubrimiento de los efectos generadores de la aglo-
meración urbana y en la búsqueda de la justicia espacial.
APLICACIONES CONTEMPORÁNEAS
Antes del fin del siglo XX, la expresión específica justicia espacial
no aparecía prácticamente en la doctrina, al menos en inglés. Como se
60 Edward W. Soja
Gerrymandering
Un ejemplo mucho más inocente pero más fácil de entender sobre
cómo la organización política del espacio produce y reproduce (in)
justicias espaciales se relaciona con el trazado de límites que definen
72 Edward W. Soja
El Apartheid sudafricano
El apartheid se encuentra en el otro extremo del proceso de creación
de geografías injustas, un sistema de control espacial o territorial asocia-
do al antiguo régimen racista de la República de Sudáfrica y ahora refe-
rente simbólico de todas las formas de dominación y opresión cultural
derivadas de estrategias espaciales de segregación y establecimiento de
fronteras. Paradigmáticamente, la historia del apartheid gira en torno a
las luchas por la geografía. A través de legislación, racionalización ideo-
lógica y acción política violenta, se cambió la forma de organización
74 Edward W. Soja
La ocupación de Palestina
Las geografías coloniales y postcoloniales de control y dominación
continúan produciéndose hoy, tal vez en ningún sitio tan vívida y delibe-
radamente como en la Palestina ocupada por Israel. Como reflejo de los
actuales acontecimientos violentos y de inestabilidad en toda la región,
las tierras fronterizas entre árabes e israelíes se han convertido en un
76 Edward W. Soja
eco de lo que sucedió con las luchas por una mayor justicia racial des-
pués de la segregación en las escuelas inducida por la decisión Brown c.
Board of Education en 1954. Parecía que cuanto más fuerza tuvieran los
antecedentes revolucionarios, más fuerte se hacía la resistencia reaccio-
naria.
Durante el período de la lucha contra la segregación escolar, la ubi-
cación de las escuelas primarias y secundarias y de las zonas de asisten-
cia de los estudiantes en Estados Unidos estaba experimentando una de
las reorganizaciones espaciales de los servicios públicos de mayor en-
vergadura que se hayan intentado en cualquier parte del mundo. Para la
consolidación del distrito escolar se utilizaban herramientas que fueron
precursoras de los actuales sistemas de información geográfica (SIG)
y de las ideas tomadas de la teoría de los lugares centrales y otras for-
mulaciones de geógrafos profesionales. Los instrumentos y la capacidad
para haber planeado y promovido la eliminación de la segregación en
las escuelas de una manera justa y democrática existían, pero no había
voluntad y conciencia para hacerlo.
Resulta tentador argumentar que la primacía de las luchas contra el
racismo institucionalizado en el movimiento de derechos civiles en lu-
gar de un ataque más amplio sobre las geografías discriminatorias des-
viaba cualquier posibilidad para el movimiento por la justicia espacial
de emerger como una fuerza complementaria y de apoyo. En cualquier
caso, el movimiento de derechos civiles en todas sus manifestaciones,
desde la zonificación inclusiva y la eliminación de la segregación escolar
hasta la acción afirmativa y los programas contra la pobreza, era insti-
tucional y constitucionalmente mitigado en cuanto a su impacto. Con
la penetración de la administración Bush en el Tribunal Supremo y sus
limitaciones al sistema judicial en su conjunto, muchos de sus logros
más importantes se han invertido.
Tuvo una particular influencia en el descarrilamiento del movi-
miento de los derechos civiles y en la reducción del impacto nacional
de esas victorias legales como la decisión Bus Riders Union el conjun-
to de exigencias legales que bien impedían a los tribunales oír quejas
de particulares o grupos sobre cualquier forma de discriminación, o,
alternativamente, requerían que los demandantes demostraran que la
En busca de la justicia espacial 89
se ha ido vinculando de una manera más próxima con los años a los mo-
vimientos por la justicia espacial y el derecho democrático a la ciudad.
Como ocurrió con la decisión Bus Riders Union, esta convergencia ha
creado oportunidades de aprendizaje mutuo y de compartir estrategias,
pero también ha conducido a algunas confusiones y a intereses diver-
gentes, lo que se debe sobre todo a las diferentes filosofías que subyacen
y a los distintos marcos teóricos. El ambientalismo radical y romántico
que a menudo guía al MJA contrasta marcadamente con la perspectiva
espacial crítica que está detrás de la lucha por crear geografías más jus-
tas.
En lugar de una perspectiva explícitamente espacial, muchas formas
de ambientalismo apasionado tienden a enfatizar la causalidad física o
natural, dando lugar a nociones tan excesivamente idealizadas como la
santidad de la Madre Tierra y al activismo que se centra en objetivos
estrictamente definidos y casos únicos y muy localizados de impactos
ambientales discriminatorios. David Harvey (1996) utilizó el término
“localismo militante” para describir este estrecho enfoque del MJA y su
efecto fragmentador sobre las luchas de clase y obreras. Entre los ma-
yores logros de la Bus Riders Union se encuentra haber mantenido las
conexiones entre la justicia ambiental y en el transporte y las luchas más
amplias contra la discriminación por motivos de raza, clase y género.
Para que quede claro, esto no quiere decir que los defensores de la
justicia ambiental o que las cuestiones que abordan no sean espaciales:
todo en la tierra es espacial, se reconozca o no como tal. Tampoco se su-
giere que el MJA no haya contribuido de manera significativa a la lucha
por la justicia espacial y el derecho democrático a una ciudad justa. Al
igual que en las luchas por el espacio público, la búsqueda de la justicia
ambiental en concreto ha sido y debe seguir siendo una parte vital de
la lucha más amplia por la justicia. Justicia ambiental y justicia espacial,
sin embargo, no deben confundirse alegremente. La justicia ambiental
puede ser mejor considerada y concebida como un subcampo de la jus-
ticia espacial centrado en la discriminación geográfica con respecto a
los impactos ambientales negativos, que van desde la ubicación de una
instalación de residuos tóxicos al impacto desigual regional y nacional
del calentamiento global y el cambio climático.
En busca de la justicia espacial 91
del turismo mundial, que es ahora la industria más grande del mundo.
La reducción de las desigualdades regionales se sacrificó en beneficio
de un consumismo rampante y la necesidad asumida de reorganizar el
espacio urbano y regional para cumplir con la demanda del mercado
mundial. Con una ironía cruel, la planificación del bienestar regional
casi desapareció en un periodo en que las desigualdades en la renta y la
polarización social estaban alcanzando niveles sin precedentes. Afor-
tunadamente, no obstante, había señales de reactivación asociadas a lo
que algunos llaman hoy un Nuevo Regionalismo.
FUNDAMENTOS TEÓRICOS
La construcción teórica es uno de los, al menos, cinco modos o nive-
les de formación del conocimiento. La teoría constituye en sí misma un
puente entre las esferas más abstractas de la ontología y la epistemolo-
gía, las cuales confeccionan respectivamente afirmaciones sobre la esen-
cia del ser humano-en-el-mundo y desarrollan formas de asegurar que
nuestro conocimiento del mundo es fidedigno; y los crecientes modos
concretos de análisis empírico y aplicación práctica o praxis, la transfor-
mación del conocimiento en acción, la teoría en la práctica.
Antes de continuar, quiero resaltar que estas cinco formas de conoci-
miento están interconectadas y son de igual importancia. La práctica no
es intrínsecamente mejor que la teoría, ni la teoría mejor que la ontolo-
gía. Del mismo modo, la concreción no es inherentemente superior a la
abstracción. Todas desempeñan un papel en la producción del conoci-
miento y deben verse como figuras interdependientes. Aquí me centraré
108 Edward W. Soja
LA TEORIZACIÓN DE LA JUSTICIA
La justicia, definida y teorizada en un estrecho sentido legal, acarrea
normalmente la idea del juicio justo de culpabilidad o inocencia ante la
ley y el consiguiente debate sobre lo que constituye una pena justa para
el culpable. En este sentido jurídico, la justicia se refiere normalmente a
los individuos e implica un acontecimiento o una acción concretos. Un
planteamiento más amplio, en el que aquí se hace hincapié, amplía el
En busca de la justicia espacial 115
Orígenes urbanos
El desarrollo de una teoría general de la justicia tiene unas profun-
das y características raíces en la cultura occidental. Las consideraciones
más convencionales encuentran su origen en la formación de la ciudad-
estado griega, o polis, y especialmente en la Atenas de la época de Pe-
ricles, alrededor del 600 a.C., cuando muchos escritores occidentales
reivindicaron que esta sociedad democrática fuera, ante todo, una prác-
tica generalizada. Cada vez hay mayores indicios de que los principios
democráticos y la sensibilidad a las nociones de justicia social empeza-
ron mucho antes en las ciudades-estado del sudeste asiático y de que la
democracia y la justicia en sentido estricto, se veían considerablemente
limitadas en la polis ateniense. La mayor parte de la población, formada
por los esclavos, casi todas las mujeres, los simples artesanos y otros
que no reunían los requisitos para ser ciudadanos, estaban excluidos del
orden democrático. No obstante, lo que verdaderamente se desarrolló
116 Edward W. Soja
La prudencia de Pirie (“a pesar del desafío […] el ataque […] sería
loable investigar la posibilidad”) refleja el tabú virtual que se había desa-
rrollado en la geografía radical contrario a prestar demasiada atención a
los procesos y relaciones espaciales frente a los sociales y, especialmente,
a atreverse a sugerir que los procesos o formas espaciales podrían dar
forma a las relaciones de clase, un signo del presunto fetichismo espacial
de distracción.
Harvey también influyó como teórico urbano crítico en otros geó-
grafos involucrados en el estudio de la geografía y la desigualdad desde
una perspectiva menos radical o explícitamente marxista, pero había
poca inclinación hacia el uso de términos específicos de justicia espacial
o territorial. El estudio de la justicia social geográficamente desde un
punto de vista liberal-progresista, pero no explícitamente marxista, era
suficiente. Sin embargo, geógrafos de la disciplina también vacilaban a
la hora de sugerir cualquier sentido sólido de causalidad espacial, recor-
dando cómo se pillaron los dedos en el siglo XIX los coqueteos con el
determinismo geográfico-cum-ambiental.
Hasta hace muy poco, para la mayor parte de los expertos, el estudio
de la geografía de la desigualdad y de la injusticia social nos alejaba de
una conceptualización espacial más concreta. En el trabajo de David
Smith, por ejemplo, se ha producido un cambio hacia la filosofía moral,
un terreno estrechamente ligado con John Rawls y los estudios jurídicos
críticos. Esto atrajo la atención hacia las nociones de geografías mo-
136 Edward W. Soja
rechos capitalista […] pero también podemos definir nuevos derechos, como
el derecho a la ciudad, que […] no es meramente un derecho de acceso a lo
que establecen los especuladores de la propiedad y los urbanistas del Estado,
sino un derecho activo a cambiar la ciudad, a darle forma de acuerdo con
nuestros deseos internos y a rehacernos a nosotros mismos de este modo con
una imagen diferente.
La creación de nuevos espacios urbanos comunes, una esfera pública
de participación democrática activa, requiere que hagamos retroceder esta
enorme ola de privatización que ha sido el mantra de un neoliberalismo des-
tructor. Tenemos que imaginar una ciudad más inclusiva, aunque siga siendo
fragmentadora, que esté basada no sólo en una nueva ordenación de los dere-
chos, sino también en unas nuevas prácticas político-económicas. Si nuestro
mundo urbano ha sido imaginado y creado, también puede ser re-imaginado
y re-creado. El derecho inalienable a la ciudad merece que se luche por ello.
Se solía decir que “el aire de la ciudad nos hace libres”. En la actualidad, el
aire está un poco contaminado, pero siempre se puede limpiar. (2003, 941)
La versión Lefebvriana
El concepto de derecho a la ciudad, tal y como lo formuló originaria-
mente Lefebvre, restablece los fundamentos urbanos de la búsqueda de
la justicia, la democracia y los derechos de los ciudadanos. Tras siglos
durante los cuales el Estado nacional delimitó la ciudadanía y los De-
rechos Humanos, parece que la ciudad es de nuevo un espacio especial
y un lugar de ventajas sociales y económicas, un punto central para la
forma de funcionar del poder social y la jerarquía y, por lo tanto, un po-
En busca de la justicia espacial 141
Esta cita está tomada de un epílogo de Social Justice and the City
(1973, 306) de Harvey y es el eje central de su temprano descontento y
desacuerdo con Lefebvre, una razón para afirmar que Lefebvre estaba
yendo demasiado lejos en sus reivindicaciones. No obstante, Lefebvre
va más allá.
El capitalismo se ha visto a sí mismo capaz de atenuar (si no de resolver)
sus contradicciones internas durante un siglo y, en consecuencia, en los cien
años desde que se escribió El Capital, ha logrado conseguir “crecimiento”. No
podemos calcular a qué precio, pero conocemos los medios: la ocupación del
espacio, la producción del espacio. (1976, 21)
espacialidad humana. Foucault veía todas las geografías, desde las pro-
ducidas por lo que llamó las pequeñas tácticas del hábitat hasta la esfera
mundial de la confrontación y el conflicto geopolítico, llenas no sólo
de injusticia y opresión, sino también de oportunidades potencialmente
emancipadoras y liberadoras. Foucault no se centró en la ciudad per se,
sino que, fijándose en las “heterotopías” que surgen de la intersección
del espacio, el conocimiento y el poder, abrió nuevos caminos de pen-
samiento espacial.
Estas innovadoras reconceptualizaciones del espacio pedían una
forma distinta de conciencia espacial, una vía de pensamiento que re-
conociera que el espacio está lleno de políticas y privilegios, ideologías
y colisiones culturales, ideales utópicos y opresión distópica, justicia e
injusticia, poder opresivo y posibilidad de emancipación. Para ver el es-
pacio y la geografía de esta forma tan exhaustiva y desafiante, deben
reconocerse varios principios casi axiomáticos, empezando por la ase-
veración ontológica de la espacialidad fundamental del ser. A riesgo de
ser en cierto modo repetitivo, permítanme perfilar brevemente algunos
de los principios de una nueva conciencia espacial derivados del trabajo
de Lefebvre y Foucault.
El punto inicial sigue siendo el mismo: la espacialidad humana en to-
das sus formas y expresiones se produce socialmente. Creamos nuestras
geografías, para lo bueno y para lo malo, de forma justa e injusta. Por
tanto, se puede decir de forma similar que creamos nuestras historias,
bajo condiciones que no son de nuestra propia elección, sino en con-
textos del mundo real que ya han sido formados en el pasado por pro-
cesos socioespaciales, del mismo modo que construimos las geografías
del presente histórica y socialmente. Esto desplaza totalmente la idea
del espacio como un mero entorno o contenedor externo, un escenario
naturalizado o neutral para el drama social aparentemente conducido
por el tiempo que es la vida.
El hecho de que nuestras geografías e historias se produzcan social-
mente y no nos las haya otorgado simplemente dios o la naturaleza, nos
lleva a una conciencia de que las geografías en las que vivimos pueden
tener tanto efectos positivos como negativos. Pueden proporcionar ven-
tajas y oportunidades, estimular, emancipar, entretener, encantar, posi-
150 Edward W. Soja
Reapariciones contemporáneas
Con sus inicios alrededor del año 2000, la idea del derecho a la ciu-
dad empezó a tener éxito como tema de producción escrita, conferen-
cias y encuentros académicos y, cada vez más, como concepto movili-
zador para la organización y la acción social y política. En la actualidad,
si teclea “derecho a la ciudad” en su buscador, aparecen cerca de nueve
millones de entradas. Las conferencias nacionales o internacionales con
“derecho a la ciudad” en sus títulos se han multiplicado, algunas de las
cuales se enumeran en el apartado Notas y Referencias.
La World Charter for the Right to the City (Carta mundial por el de-
recho a la ciudad) elaborada en 2004, junto con el Foro Social de las
Américas que tuvo lugar en Quito y el Foro Urbano Mundial en Barce-
lona, estimularon la globalización del concepto. Para intentar diseñar
juntos una justicia global, una justicia ambiental y unos movimientos
a favor de los Derechos Humanos, la Carta empieza reconociendo que
la ciudad “es un espacio cultural rico y diversificado que pertenece a
todos sus habitantes” y que todo el mundo “tiene derecho a la ciudad
libre de cualquier discriminación basada en el sexo, la edad, el estado de
salud, los ingresos, la nacionalidad, la etnia, la condición migratoria o
la orientación política, religiosa o sexual, y derecho a conservar la me-
moria cultural y la identidad”. Los ciudadanos se definen no sólo como
habitantes permanentes, sino también como habitantes “en tránsito”. In-
cluye una lista de los “Principios del derecho a la ciudad” que incluye la
gestión democrática, el completo ejercicio de la ciudadanía y el uso de
los recursos económicos y culturales, la igualdad y la no discriminación,
la especial protección de las personas y grupos vulnerables, y las políti-
cas solidarias y progresistas. Se reconoce que el derecho a la ciudad no
se reduce a la ciudad formal:
Los territorios urbanos y sus alrededores rurales también son espacios y lu-
gares de ejercicio y cumplimiento de los derechos colectivos como modo de
asegurar una distribución equitativa, universal, justa, democrática y sostenible
y el disfrute de los recursos, de la riqueza, de los servicios, de los bienes y de
las oportunidades que ofrece la ciudad.
Está claro que estas luchas por el derecho a la ciudad son luchas fun-
damentalmente contra los efectos opresivos del capitalismo y, más con-
cretamente, contra sus variantes neoliberales. No obstante, también hay
aperturas hacia una multiplicidad de agentes y objetivos que amplían
el alcance de la acción política para incluir lo que he estado describien-
do como la producción de geografías discriminatorias e injustas de di-
versos tipos, relativas al género, a la raza, la sexualidad y los factores
medioambientales, entre otros. En este punto, es importante recordar
el concepto pentagonal más plural de Iris Marion Young de injusticia
como opresión, en el que la lucha de clases per se, se centra principal-
mente en la explotación económica en el lugar de trabajo y en el lugar
de residencia, mientras otras estructuras de ventajas sociales y poder
156 Edward W. Soja
Desindustrialización y reindustrialización
Durante los primeros años posteriores a la reestructuración econó-
mica de los años 60, lo que más se evidenció fue un proceso de desin-
dustrialización, que supuso que los primeros observadores declararan la
llegada de lo que se describió como sociedad postindustrial. Esta carac-
terización reflejó la fuerte caída en el sector sindicalizado de la produc-
ción de la economía nacional a través de la masiva pérdida de empleos
y el cierre de fábricas, y al mismo tiempo el rápido crecimiento de los
servicios o empleos en el sector terciario, muchos de los cuales se paga-
ban con salarios bajos y proporcionaban muchos menos beneficios. El
más afectado por este proceso de desindustrialización precoz fue el vas-
to cinturón de producción americano, que se extiende desde St. Louis
y el este de Chicago a Detroit, Cleveland, Pittsburgh, y luego a Nueva
York, Filadelfia y Boston. Se produjo una similar “inversión de papeles
de las regiones”, donde áreas de fabricación que fueron líderes sufrieron
una caída significativa, en el noreste de Inglaterra, la región del Ruhr
en Alemania y en muchos otros centros industriales de la Europa occi-
dental. Mientras muchas comunidades industriales obreras de Nortea-
mérica eran devastadas y el poder del movimiento obrero nacional se
debilitaba significativamente, muchos argumentaban que estos efectos
destructivos eran los daños inevitables asociados a una nueva sociedad
postindustrial emergente en la que el sector servicios y la demanda de
164 Edward W. Soja
ra. En ninguna parte se evidenció más este fenómeno que en los próspe-
ros suburbios obreros que rodeaban las ciudades más grandes. Estados
Unidos se había convertido en una nación predominantemente subur-
bana con una distribución de la renta que sobresalía en la media, más
que nunca, y probablemente más que en cualquier otro país. Entre 1973
y la crisis de 2008, se produjeron importantes cambios en la distribución
de la renta y en la naturaleza de la desigualdad económica y la injusticia
en Estados Unidos. El más dramático y preocupante de estos cambios se
puede ver reflejado en dos tipos de estadísticas, una que compara los
ingresos relativos de los ricos y los pobres y otra que traza el cambio en
la renta de la familia media. Con un comienzo lento pero a un ritmo
acelerado en los últimos veinte años, se aprecia una enorme concentra-
ción de la riqueza en el 1 por ciento más rico de la población, y más aún
en el 0,01 por ciento más alto. Por el año 2000, este pequeño 0,01 por
ciento de la población estadounidense, aproximadamente trece mil fa-
milias, ganaban casi tanto como veinte millones de los hogares más po-
bres y trescientas veces más que una familia media (frente a las setenta
veces como promedio en 1970) (Krugman 2002, 2008). Mientras los
ingresos de los “quintos afortunados” (el quintil superior) de la pobla-
ción ha crecido rápidamente, la renta de los menos afortunados, el quin-
til más bajo, se ha reducido entre 1970 y la crisis económica de 2008. En
2001, el quinto más pobre de la población controlaba sólo el 3,5 por
ciento de la renta total nacional, la proporción más baja hasta la fecha.
Al mismo tiempo, el quinto más rico controlaba algo más de la mitad
del total de la renta y el 5 por ciento más alto tenía casi un cuarto en su
poder, ambas cifras récord. También hay abundantes pruebas que sugie-
ren que, en todo caso, estas estadísticas empeoraron durante el mandato
Bush-Cheney, cuando determinadas prácticas alcanzaron niveles sin
precedentes, como los subsidios a los ricos a través de incentivos fisca-
les, entre otras. Por ejemplo, los últimos datos a los que he tenido acceso
muestran que la proporción de la renta total nacional poseída por el 1
por ciento más rico alcanzó niveles récord en 2005 (21,2 por ciento),
igual que a la inversa la proporción que poseía el 50 por ciento de abajo
(12,8 por ciento). Aunque las estadísticas pueden manipularse para re-
ducir la aparente magnitud de estos cambios, no cabe duda de que desde
1970 los ricos se han hecho más ricos a un ritmo que ha sobrepasado
168 Edward W. Soja
que cualquier otra cosa, las sinergias creativas que surgían de esa aglo-
meración proporcionaron la fuerza que impulsó la aparición en Los Án-
geles de un movimiento local y regional no sólo innovador, sino que
sería reconocido nacional e internacionalmente.
obstante, no hay duda que el movimiento Justice for Janitors utilizó los
medios con una gran eficacia durante su existencia y tal vez nunca tanto
como en el caso que provocó en mayor medida su inicial empodera-
miento público, las manifestaciones de Century City del 15 de junio de
1990. Century City se construyó en las propiedades del gigante del cine
Twentieth Century Fox como una de las ciudades de la periferia de Los
Ángeles más grandes y más antiguas. El plató sigue siendo de pequeño
tamaño pero es todavía legendariamente visible desde su puerta de en-
trada en Pico Boulevard. El mayor grupo de edificios de gran altura fue-
ra del centro de Los Ángeles, en ocasiones utilizado para las películas
como escenario de Manhattan, marca ahora la nueva Century City e
incluye, además de la sede de la Fox Corporation, teatros, un centro
comercial, la mayor concentración de despachos de abogados de Los
Ángeles y el formal e icónico hotel Century Plaza. En 1967, el presiden-
te Lyndon Johnson estuvo atrincherado en el interior de ese hotel mien-
tras tenía lugar frente al mismo una de las manifestaciones locales más
importantes contra la guerra, que fue fuerte y violentamente reprimida
por el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD). En 1990, Justice
for Janitors llevó su lucha al mismo lugar pero con métodos y resultados
muy diferentes. Lo ocurrido en 1990 representó una nueva forma de
activismo obrero; fue más un acontencimiento situacionista que una
sentada o una huelga convencionales y sin violencia. Cuatrocientos o
más trabajadores de mantenimiento y limpieza con sus características
camisetas y gorras rojas bailaron y cantaron a medida que caminaban
lentamente por las calles y las aceras, siempre atentos a la presencia de
policía a pie y a caballo. Los manifestantes también se percataron de la
ubicación de los medios de comunicación y de las líneas invisibles de
transgredir lo público y lo privado en las calles y aceras, al menos por lo
que respectaba a la esperada reacción de la policía. Llegado un momen-
to, las líneas se cruzaron, la policía reaccionó, dos docenas de trabajado-
res fueron heridos, y todo fue grabado en vídeo. La cinta sería utilizada
más tarde en un pleito que finalizó con la policía de Los Ángeles acusada
de iniciar los disturbios y obligó a la ciudad a pagar al SEIU Local 399 3.
5 millones de dólares por daños y perjuicios. La victoria oficial se plas-
mó en un nuevo contrato por el que se aumentaron los salarios un 25
por ciento y la disponibilidad de unas muy necesitadas prestaciones sa-
194 Edward W. Soja
nificación urbana de cualquier otro lugar del país estaban dirigidos es-
pecíficamente a la formación de estudiantes para que ocuparan puestos
tradicionales como urbanistas o asesores urbanísticos, respondiendo a
la demanda definida externamente, en UCLA, el objetivo ampliamente
compartido era preparar a los estudiantes para ser agentes de cambio in-
novadores dondequiera que trabajasen. Por lo tanto, el currículo estaba
basado y organizado de una forma más amplia para promover los estu-
dios interdisciplinares y capacidades como la organización comunitaria
y el pensamiento crítico, añadidos a la formación tradicional en méto-
dos cuantitativos, recursos económicos públicos, planificación física y,
más adelante, sistemas de información geográfica (SIG).
Especialidades tradicionales como vivienda, transporte o planifica-
ción del uso del terreno no se obviaron, sino que se enfocaron desde di-
versas perspectivas, reflejando la necesidad, apoyada por Perloff, de gra-
duados generalistas, críticos y creativos, que se ocuparan de los graves
problemas que afectan a la sociedad contemporánea. La vivienda, por
ejemplo, es estudiada por economistas en lo que se refiere a las políticas
nacionales e internacionales, por sociólogos y demógrafos como parte
de la “planificación para diversas colectividades” y por organizadores
comunitarios y diseñadores urbanos como una forma de desarrollo
económico local y de activismo. Aunque se exigía a los estudiantes ele-
gir entre cuatro áreas de especialización (desarrollo urbano y regional,
análisis y políticas sociales, construcción del entorno y medio ambiente
y recursos), la mayoría también se adscribía a ciertos movimientos so-
ciales basados en la raza/etnia, la clase, el género, la paz y la justicia, la
vivienda y el medio ambiente.
Casi todos los grandes departamentos de urbanismo creían trabajar
en la conjunción entre la teoría y la práctica, pero muy a menudo esta
unión teoría-práctica dividía a la Facultad en dos campos opuestos, con
poca interacción entre los profesionales y los académicos, los prácticos
y los teóricos o los científicos sociales. Sin embargo, en UCLA se hizo
un mayor esfuerzo, no siempre exitoso, para propiciar un diálogo más
equilibrado y respetuoso entre la teoría y la práctica. La planificación se
vio como una forma de praxis social: la transformación del conocimien-
to en acción. En concreto, se animó a los estudiantes de Doctorado a
explorar los debates teóricos actuales en las ciencias sociales y las huma-
En busca de la justicia espacial 215
entre seis y quince estudiantes. Los informes finales del equipo estaban
suscritos por dos miembros de la Facultad y por el cliente oficial. Con el
propio proyecto integral se sustituía la realización de una tesis entre los
requisitos del máster. En Notas y Referencias hay una lista representati-
va de estos informes de proyectos.
Como segunda alternativa a la redacción de la tesis del máster, los
estudiantes también podían optar por preparar proyectos individuales
a demanda bajo la dirección de dos miembros de la Facultad y de un
cliente concreto. En un año normal, aproximadamente el 40 % de es-
tudiantes del último curso estaba inmerso en proyectos integrales, otro
40 % en proyectos individuales a demanda y el resto en la redacción
de sus tesis. Estos proyectos individuales y grupales proporcionaban lo
que en esencia eran servicios profesionales gratuitos a diversos clientes
externos. A menudo también estaban ligados a proyectos de investiga-
ción individuales en la Facultad y al activismo comunitario, así como a
diversos centros de investigación e institutos del campus, sumándose al
gran impacto del departamento en la región de Los Ángeles.
Desde el principio, Urban Planning se definió como un servicio al
“tercer sector” y a otras áreas desfavorecidas (pobres, minorías, inquili-
nos, trabajadores), esto es, todas las situadas entre la sociedad y el sector
privado, entre las estructuras institucionales del gobierno y el poder del
mercado. Gran parte de todo esto se convirtió en la forma de propor-
cionar apoyo técnico y organizativo e investigación por objetivos a las
organizaciones comunitarias, sindicatos y organismos gubernamentales
implicados en la promoción del desarrollo económico local entre mino-
rías y comunidades pobres. En la mayoría de ocasiones, el departamen-
to rechazó proyectos de investigación muy extensos con financiación
externa, ya que decidió no convertirse en una fábrica de investigación
que vende sus servicios al mejor postor.
Continuidades y conclusiones
Los sucesos del 11 de septiembre de 2001 tuvieron efectos inmedia-
tos y significativos en el movimiento por la justicia de Los Ángeles, al
desacelerar su impulso y desviar su foco de atención principal, al menos
temporalmente. Por ejemplo, la decisión de reemplazar a trabajadores
de seguridad del aeropuerto ya contratados por empleados de la admi-
nistración pública federal tuvo un efecto especialmente fuerte sobre el
sindicato HERE (Hotel Employees and Restaurant Employees Union, Sin-
dicato de empleados de hoteles y restaurantes), uno de los participantes
más activos en la formación de una coalición regional. Gran parte de
sus miembros, la mayoría trabajadores inmigrantes pobres, fueron des-
pedidos repentinamente y la satisfacción de sus necesidades urgentes
absorbió la mayor parte de las energías y gastos del sindicato. Como
consecuencia del 11-S se perdieron más de 4.000 puestos de trabajo en
la industria del turismo y 7.000 en total. Sin embargo, la destrucción de
empleo no fue el único problema.
La conmoción desatada por el 11-S se usó rápidamente a escala lo-
cal y nacional para implementar agresivas políticas económicas que de
otro modo habrían sido inaceptables para la sociedad, principalmente
en relación con la búsqueda de la justicia social y la conservación de las
libertades civiles. Las iniciativas políticas nacionales asociadas a cues-
tiones de seguridad y a la creación de la agrupación federal en torno a la
Oficina de Seguridad Nacional tuvieron efectos adversos que golpearon
directamente los movimientos obreros y en contra de la pobreza de todo
el país. Se propusieron recortes federales en formación laboral, centros
de salud, guarderías, educación superior y muchas otras prestaciones
del bienestar en un momento en el que, sólo en el año precedente, la
población nacional que vivía bajo el umbral de la pobreza había aumen-
tado en más de un millón de personas y la polarización social, medida
por la distancia entre los más ricos y los trabajadores pobres, alcanzó
niveles inigualables en la historia estadounidense.
238 Edward W. Soja
Los Ángeles. Madeline Janis, como ahora prefiere que la llamen, fue
nombrada en 2002 comisionada voluntaria del consejo de la Los Angeles
City Redevelopment Authority (Autoridad de renovación urbana de la
ciudad de Los Ángeles), según dicen, la mayor agencia de este tipo del
país y, durante las últimas cuatro décadas, una organización de plani-
ficación pública con una gran influencia. En 2006, el alcalde actual y
antiguo activista sindical Antonio Villaraigosa volvió a nombrar a Janis
con cierta oposición debido a sus políticas asertivas.
En el mismo año, otra activista local destacada, Cecilia Estolano, fue
nombrada Directora ejecutiva de la Autoridad de renovación urbana e
inició un significativo programa de reorientación para el organismo, co-
nocido por favorecer los intereses empresariales y los proyectos a gran
escala, como el proyecto de renovación de Bunker Hill en el centro de
Los Ángeles. Estolano es una abogada medioambiental que trabajó en
la California Coastal Commission (Comisión de costas de California)
y en la U.S. Environmental Protection Agency (Agencia de protección
medioambiental de Estados Unidos) como asesora jefe de políticas.
También tiene un máster en urbanismo por UCLA y mantiene un con-
tacto cercano con Urban Planning, impartiendo ocasionalmente el cur-
so obligatorio Derecho y calidad de vida urbana.
Puede que sus extremos más radicales se hayan moderado al expan-
dir su poder e influencia locales, pero LAANE no sólo ha mantenido
su liderazgo en la formación de coaliciones locales entre trabajadores,
comunidad y universidad, sino también ha sido un desencadenante
esencial para la expansión de las ideas y programas estratégicos de estas
coaliciones a escala estatal, nacional y mundial. Este alcance nacional y
global de LAANE se ejemplifica mejor en las luchas contra la mayor em-
presa de venta al por menor del mundo y fuente renovada de injusticias
laborales: Wal-Mart.
grafía del barrio. Sin embargo, en 2001 todo empezó a cambiar, cuando
Ralph Horowitz, un socio de la inmobiliaria que era oficialmente la pro-
pietaria del terreno, demandó a la ciudad por violar el contrato.
La demanda interpuesta reclamaba que la tierra no se estaba usando
con los fines de desarrollo urbano pertinentes y, por lo tanto, los pro-
pietarios originales habían visto denegado su derecho de readquisición
tras diez años. La ciudad rechazó la demanda, pero inició negociaciones
secretas que condujeron a un acuerdo en 2003, lo que dejó estupefactos
a los horticultores de la comunidad y a sus partidarios. A cambio de
poco más que la promesa de donar parte del terreno a la construcción
de un campo de fútbol, Horowitz podía volver a comprar la tierra por
casi los mismos aproximadamente cinco millones de dólares que se pa-
garon por ella en la expropiación por embargo diez años atrás, a pesar
del enorme incremento de su valor que se produjo en ese periodo de
tiempo. El asunto se complicó además ante ciertos indicios de que algu-
nos líderes de la comunidad afroamericana en las protestas precedentes
contra el proyecto LANCER apoyaron esta decisión, a lo mejor porque
pensaron que el huerto comunitario no había beneficiado lo suficiente a
los afroamericanos de la zona.
Alentados por las esperanzas de que el nuevo alcalde, Antonio Villa-
raigosa, apoyaría enérgicamente sus peticiones, los agricultores crearon
una nueva organización como respuesta: South Central Farmers Feeding
Families (Agricultores de South Central que alimentan a las familias), y
recabaron un apoyo generalizado de grupos medioambientales, famo-
sos de Hollywood y otros grupos de la región. A pesar de los pleitos di-
rigidos a invalidar la venta de la propiedad, de los intentos por comprar
la propiedad para restablecer el huerto, de vehementes llamamientos al
alcalde y al ayuntamiento y de las protestas casi diarias en el lugar, la
mañana del 13 de junio de 2006, los agricultores empezaron a ser des-
alojados. Al menos cuarenta manifestantes fueron arrestados, incluyen-
do la actriz Daryl Hannah. Al día siguiente, una empresa de seguridad
privada ocupó la propiedad para impedir el regreso de los agricultores y
pocas semanas después las excavadoras arrasaron el terreno.
Más tarde, Horowitz afirmó que no vendería la tierra ni por cien
millones de dólares, debido a supuestos comentarios antisemitas y a la
En busca de la justicia espacial 249
dos años atrás) que es muy probable que el hecho de reaccionar como
si las condiciones fueran las mismas, sólo otra de las muchas corrientes
de las crisis económicas, no conduciría a resultados muy positivos para
las poblaciones desfavorecidas del mundo. Entonces, ¿qué podría guiar
estas nuevas perspectivas?
No sorprenderá al lector que empiece por la necesidad de una pers-
pectiva espacial incluso más asertiva, que reconozca la consecuente es-
pacialidad de nuestras vidas y entienda cómo los procesos sociales y
espaciales se entrelazan para producir tanto geografías opresivas como
favorecedoras. Es probable que este reconocimiento de una nueva con-
ciencia espacial continúe extendiéndose a otros muchos campos de de-
sarrollo teórico, análisis empírico y activismo social. Siendo más opti-
mista, preveo un cambio radical en el pensamiento intelectual y político
del siglo XXI, que reconozca y reconsidere las profundas distorsiones de
finales del siglo XIX y que preste una atención crítica a la consiguiente
espacialidad de la vida humana, al igual que la que se le ha asignado
tradicionalmente a nuestra socialidad definida por la historia. Tanto si
este cambio radical se desarrolla como si no, es muy posible que una
perspectiva espacial crítica sea más central y esencial que nunca antes
para afrontar los retos del futuro.
Impulsar el giro espacial aún más lejos pasará por el surgimiento
en la actualidad de ideas sobre la importancia de la urbanización, el
regionalismo y la interrelación de las escalas geográficas desde lo global
a lo local. Los estudios sobre los efectos generadores de la aglomeración
urbana y las economías regionales cohesivas aún están dando los pri-
meros pasos, pero han logrado un nivel extraordinario, empujando a
un número creciente de académicos a reconocer estos efectos como las
causas principales del desarrollo económico, la innovación tecnológica
y la creatividad cultural. Que sean también geografías generadoras de
injusticias, que profundizan las desigualdades del poder social y político
y las crisis explosivas del capitalismo como la del 2008, ha de abordarse
con la misma diligencia y énfasis.
Lo que hemos aprendido de los debates y las luchas por la justicia
espacial y por el derecho a la ciudad está conduciendo a una interpreta-
ción más espacial de lo que ocurrió en 2008, especialmente en relación
con su arraigo en los profundos procesos de reestructuración que tu-
En busca de la justicia espacial 255
Empecé a escribir este libro hace más de diez años y publiqué algunas
ideas iniciales sobre la justicia espacial en Postmetropolis: Critical Stu-
dies of Cities and Regions (2000), especialmente en el Capítulo final. Un
año después de esta publicación recibí una pequeña ayuda del Institute
for Labor Education (Instituto de formación laboral) de UCLA (ahora
IRLE, Institute for Research on Labor and Employment —Instituto para
la investigación sobre trabajo y empleo—) para un proyecto sobre la
justicia espacial y el resurgimiento de la formación de alianzas entre
el empleo, la comunidad y la universidad en Los Ángeles. En muchos
sentidos, En busca de la justicia espacial es un informe final ampliado
de este proyecto, y agradezco al Programa de empleo Miguel Contreras
y al IRLE su apoyo y paciencia. El objetivo de llegar e informar a una
audiencia de activistas obreros y comunitarios sigue siendo central en
este libro.
Quisiera aprovechar la oportunidad para agradecer al destacado
grupo de estudiantes que participó en la investigación de ese proyecto y
continúan ayudando en el desarrollo de la teoría y la práctica de la bús-
queda de la justicia espacial. Incluyo a Mustafa Dikec, Joe Boski, Tom
Kemeny, Walter Nichols, Alfonso Hernández-Márquez, Stefano Bloch,
Ava Bromberg y Konstantina Soureli. La aportación de Konstantina ha
sido particularmente valiosa gracias a sus comentarios editoriales y a su
ayuda para mantenerme al día de los recientes acontecimientos. Gra-
cias también a las docenas de estudiantes de Doctorado que asistieron
al curso sobre Teoría del Urbanismo que impartí durante más de diez
años, los cinco últimos centrados en la temática de la justicia espacial.
Las animadas discusiones que surgieron en torno a este tema contri-
buyeron de manera significativa en la elaboración de En busca de la
justicia espacial.
En UCLA, he sido afortunado de formar parte de un extraordinario
grupo de académicos y activistas del urbanismo que han hecho de la re-
gión urbana de Los Ángeles un laboratorio inusualmente creativo para
el desarrollo de nuevas ideas sobre planificación urbana y regional y teo-
ría del desarrollo, economía geopolítica y la formación de coaliciones de
264 Agradecimientos
PRÓLOGO
Quiero dejar claro desde el principio que mi interpretación del caso Bus
Riders Union (BRU) como ejemplo de cómo las estrategias espaciales han en-
trado en la práctica política no está relacionada necesariamente con la forma en
que determinadas organizaciones y sus líderes ven sus esfuerzos y campañas.
La mejor manera de entender estos objetivos, estrategias y logros es a través de
los escritos de Eric Mann, director y cofundador del Labor/Community Strate-
gy Center (Centro de estrategia laboral/comunitario) y de las páginas Web del
Strategy Center y sus organizaciones afiliadas, incluyendo Bus Riders Union,
Transit Riders for Public Transportation, National School for Strategic Organi-
zing, y Community Rights Campaign (www.thestrategycenter.org). Gracias a
Eric y a Lian Hurst Mann, Manuel Criollo (actualmente Organizador jefe de
BRU) y Barbara Lott-Holland (Copresidenta del BRU) por clarificarme sus
puntos de vista sobre la injusticia racial y espacial y por su revisión crítica de
un proyecto anterior que discutía el caso BRU.
Para tener una idea del enfoque espacial sobre el racismo y las injusticias del
capitalismo que tomaron las principales figuras detrás de la decisión judicial,
véase Hurst Mann (1996, 1991) y Dutton y Hurst Mann (2003, 2000, 1996),
que figuran en la bibliografía del prólogo, que también incluye otras referen-
cias pertinentes sobre esta decisión. Lian Hurst Mann es una crítica y teórica
de la arquitectura, cofundadora del Strategy Center, editora de su publicación
política trimestral bilingüe Ahora/Now, y en la actualidad cocoordinadora de
la National School for Strategic Organizing (Escuela nacional de organización
estratégica). Recientemente, ella y varios colegas han diseñado la expansión
de las publicaciones y actividades multimedia del Strategy Center, que produ-
ce libros, folletos y películas. El último libro del “movimiento editor” interno
Frontlines Press es Katrina’s Legacy: White Racism and Black Reconstruction in
New Orleans and the Gulf Coast (2009), de Eric Mann.
Como se ha subrayado en el texto, hubo varios casos sobre derechos civiles
que reclamaron equidad en el transporte y justicia racial antes de la decisión
de 1996 dictada en la demanda colectiva del BRU. Los urbanistas cuestionaron
sin éxito a la Cleveland Transit Authority en la década de 1970 en cuanto a las
inversiones en ferrocarril frente a las destinadas al autobús, y retos similares
tuvieron lugar en Filadelfia en 1991 (Better North Philadelphia v. Southeastern
Pennsylvania Transportation Authority [SEPTA]) y Nueva York en 1995 (New
266 Notas y Referencias
York Urban League Inc. v. the State of New York Metropolitan Transit Autho-
rity et al.). Por qué estos casos fracasaron y el caso BRU fue un éxito es una
pregunta compleja. No cabe duda de que el poderoso compromiso político, la
experiencia y el esfuerzo organizativo estratégico de la coalición movilizada
por el Strategy Center fue un factor fundamental. También se evidencia amplia-
mente que las estrategias específicamente espaciales jugaron un papel clave en
el caso BRU y en las acciones del Strategy Center antes y después de la decisión
de 1996. Como ejemplos de visión espacial crítica, véase Mann y otros (1996,
1991) y, más recientemente, BRU Five-Year Plan for Countywide New Bus Servi-
ces (2005), rico en mapas y disponible para comprar en L/CSC, Wiltern Center,
3780 Wilshire Blvd., Los Ángeles, CA 90010.
La principal fuente que he utilizado para el análisis de la causa judicial y
las implicaciones del acuerdo es la tesis doctoral de Mark Evans Garrett, no
publicada. Garrett, de formación abogado, obtuvo su Doctorado en urbanismo
en 2006, tras trabajar durante más de diez años como investigador asociado en
numerosos proyectos de investigación sobre urbanismo. Mark merece mi agra-
decimiento por su análisis exhaustivo y consciente espacialmente de la historia
de la política de transporte de Los Ángeles y por numerosas discusiones sobre
diversos temas a lo largo de los años.
El caso BRU también se discute brevemente y se contextualiza en la historia
del desarrollo del transporte de Los Ángeles en el ensayo “Waiting for the Bus”
de Sikivu Hutchinson (2000) y en su libro Imagining Transit (2003). En este
último, la autora argumenta que “la geografía cultural del transporte ha tenido
una poderosa influencia en la construcción de la raza, el género y la subjeti-
vidad urbana en la ciudad postmoderna”. Hutchinson es miembro de la Los
Angeles County Commission on Human Relations (Comisión de relaciones hu-
manas del Condado de Los Ángeles) y editora de blackfemlens.org, A Journal of
Progressive Commentary and Literature. Para más información sobre la historia
del desarrollo del transporte de Los Ángeles, véase Wachs (1996).
La referencia a Los Ángeles por delante de Nueva York como área urbaniza-
da más densa de Estados Unidos en 1990 sigue siendo alarmante y fácilmente
malinterpretada. La estadística se basa en una categoría censal relativamente
nueva de “zona urbanizada” (urbanized area), definida por la extensión de las
secciones censales que tiene una población de 500 habitantes por milla cuadra-
da, algo así como lo que se llamó en el pasado “zona urbana” (built-up area).
Un factor principal tras la densificación de Los Ángeles desde 1950, cuando era
probablemente la metrópolis menos densa del país, y hasta 1990, fue la suma
neta de 7,4 millones de personas durante ese periodo de cuarenta años. Al me-
nos de 4 a 5 millones de ese aumento neto se concentró alrededor del centro de
Notas y Referencias 267
INTRODUCCIÓN
Mi defensa de una perspectiva espacial crítica y la idea de que un nuevo
modo de pensamiento espacial ha estado desarrollándose en los últimos años
se encuentran en tres libros relacionados entre sí, Postmodern Geographies
(1989), Thirdspace (1996a), y Postmetropolis (2000). El presente libro es tanto
una extensión de aquellos tres libros previos como un punto de partida, al me-
nos en el sentido del estilo de redacción y la audiencia a la que se dirige. Con-
tinúo formulando demandas teóricas al lector, pero me esfuerzo más en evitar
abstracciones incomprensibles y una jerga estrictamente académica. Antici-
pándome a la crítica de algunos geógrafos y otras personas incómodas con un
énfasis espacial tan intenso, he prestado especial atención en varios capítulos a
explicar mi punto de vista espacial más asertivo y con el argumento de que la
conciencia espacial que ha emergido en los últimos años es significativamente
diferente en contenido y alcance respecto de la que han sostenido tradicional-
mente muchos geógrafos y la mayoría de científicos sociales. Quiero subrayar
que no estoy diciendo que otras perspectivas o visiones espaciales estén equi-
vocadas o mal dirigidas, sino más bien que es necesario llevarlas más allá, para
extender su alcance y su poder interpretativo, como están haciendo muchos
académicos y activistas.
La primera vez que discutí la dialéctica socio-espacial en 1980 fue en un
artículo que criticaba la geografía marxista por no ser suficientemente espacial
y por privilegiar demasiado las relaciones históricas y sociales. Se publicó una
versión modificada de este texto en Postmodern Geographies (1989). Tanto aquí
como en posteriores discusiones sobre cómo geógrafos radicales y liberales han
abordado cuestiones relacionadas con la justicia y la democracia, sugiero, para-
dójicamente, que una tendencia similar hacia la explicación social e histórica,
más que espacial, impregna hoy gran parte de la bibliografía geográfica. La dia-
léctica socio-espacial ayuda a explicar por qué la justicia espacial no debe ser
reducida a ser sólo una parte o un aspecto de la justicia social. La justicia social
es siempre e inherentemente espacial como la justicia espacial es siempre e in-
herentemente social. Son mutuamente formativas, sin privilegios una sobre la
otra, aunque la mayoría de los académicos están probablemente más cómodos
viendo la justicia social como un concepto de orden superior.
Se enumeran algunas referencias de Henri Lefebvre y el derecho a la ciudad
en las notas al Capítulo 3. Sobre la idea de que el mundo entero está siendo
urbanizado, véase Soja y Kanai (2007). Para más información sobre las “luchas
por la geografía” inspiradas en las palabras de Edward Said, véase Watts (2000).
270 Notas y Referencias
Pirie, G. H. 1983. “On Spatial Justice”. Environment and Planning A15: 465-73.
Soja, Edward. 2008. “Taking Space Personally”. In The Spatial Turn: Interdisci-
plinary Perspectives, ed. Barney Warf and Santa Arias, 11-35. New York and
London: Routledge.
– 2003. “Writing the City Spatially”. City 7, 3: 269-80.
– 2000. Postmetropolis: Critical Studies of Cities and Regions. Oxford: Blac-
kwell Publishers.
– 1999. “Lessons in Spatial Justice”. hunch 1 (inaugural issue): 98-107. Rot-
terdam: Berlage Institute.
– 1996a. Thirdspace: Journeys to Los Angeles and Other Real-and-Imagined
Places. Oxford: Blackwell Publishers.
– 1996b. “Margin/Alia: Social Justice and the New Cultural Politics”. In
The Urbanization of Injustice, ed. Andrew Merrifield and Erik Swynge-
douw, 180-99. London: Lawrence and Wishart.
– 1989. Postmodern Geographies: The Reassertion of Space in Critical So-
cial Theory. London: Verso Press.
– 1980. “The Socio-Spatial Dialectic”. Annals of the Association of Ameri-
can Geographers 70: 207-25.
Soja, Edward, and J. Miguel Kanai. 2007. “The Urbanization of the World”. In
The Endless City, ed. Ricky Burdett and Dayan Sudjic, 54-69. New York:
Phaidon.
Watts, Michael. 2000. Struggles over Geography: Violence, Freedom and Develo-
pment at the Millennium. Heidelberg: Department of Geography, University
of Heidelberg (Hettner Lecture 1999).
1. ¿Por qué espacial? ¿Por qué justicia? ¿Por qué L.A.? ¿Por qué
ahora?
Anteponiendo el espacio
Los primeros textos completos sobre el giro espacial aparecieron en 2008.
Uno, en alemán, con el título en inglés Spatial Turn, procedente de una confe-
rencia internacional organizada por el Departamento de medios de comunica-
ción de la Universidad de Siegen, Alemania, en octubre de 2006. El otro, The
Spatial Turn: Interdisciplinary Perspectives, fue editado por el geógrafo Barney
Warf y Santa Arias, profesor de literatura inglesa y española, y publicado en
2008. Se pueden encontrar discusiones sobre el giro espacial en un amplio aba-
nico de disciplinas, desde teología y ciencia de la organización hasta sociología,
crítica literaria e historia.
Notas y Referencias 271
de bienestar social y el fracaso de los partidos políticos para abordar las cifras
crecientes de pobreza, desempleo y falta de vivienda. También participan en lo
que se podría llamar la globalización del movimiento de la justicia.
Aplicaciones contemporáneas
Quisiera destacar aquí la organización mundial de académicos y activistas
llamada The Space of Democracy and the Democracy of Space Network (Red del
espacio de la democracia y la democracia del espacio), dirigida por Jonathan
Pugh y con base en la Universidad de Newcastle, Reino Unido. La red ha or-
ganizado una serie de conferencias en varios países, entre ellas una en Long
Beach, California, “Ontology, Space, and Radical Politics” (“Ontología, espacio
y política radical”), con contribuciones de Laura Pulido, Gilda Haas, Goetz
Wolff, Nigel Thrift, y Edward Soja. Véase también Pugh (2009). Aunque la red
no se centra en el término justicia, el enfoque hacia la democracia es asertiva-
mente espacial y se basa explícitamente en el giro espacial.
Geógrafos de Inglaterra, a menudo radicados en ciudades y universidades
del norte han estado promocionando activamente tales nociones como geogra-
fías participativas, espacios de democracia y luchas frente al desplazamiento
debido a la gentrificación, la privatización y el impacto de megaproyectos como
los Juegos Olímpicos. Un grupo llamado Autonomous Geographies (Geogra-
fías autónomas) organizó una conferencia en Manchester en 2009 sobre (“The
Right to Stay Put”) (“El derecho a quedarse”), con base en la frase usada por el
274 Notas y Referencias
Lucas, Robert E., Jr. 1988. “On the Mechanics of Economic Development”. Jour-
nal of Monetary Economics 22: 3-42.
MacLeod, Gavin. 2002. “From Urban Entrepreneurialism to a Revanchist City?
On the Spatial Injustices of Glasgow’s Renaissance”. Antipode 34: 602-24.
Marcuse, Peter, et al. 2009. Searching for a Just City: Debates on Urban Theory
and Practice. London and New York: Routledge.
McDonald, John F. 1997. Fundamentals of Urban Economics. New York: Pren-
tice Hall.
Milkman, Ruth. 2006. L.A. Story: Immigrant Workers and the Future of the U.S.
Labor Movement. New York: Russell Sage Foundation.
Mitchell, Don. 2003. The Right to the City: Social Justice and the Fight for Public
Space. New York: Guilford Press.
Pastor, Manuel, Jr., Chris Benner, and Martha Matsuoka. 2009. This Could Be
the Start of Something Big: How Social Movements for Regional Equity Are
Reshaping Metropolitan America. Ithaca, N.Y.: Cornell University Press.
Pickerill, Jenny, and Paul Chatterton. 2006. “Notes towards Autonomous Geo-
graphies: Creation, Resistance and Self-Management as Survival Tactics”.
Progress in Human Geography 30: 730-46.
Pirie, G. H. 1983. “On Spatial Justice”. Environment and Planning A15: 465-73.
Pugh, Jonathan, ed. 2009. What Is Radical Politics Today? London: Palgrave
Macmillan.
Warf, Barney, and Santa Arias, eds. 2008. The Spatial Turn: Interdisciplinary
Perspectives. New York and London: Routledge.
Marston, Sallie, and Neil Smith. 2001. “States, Scales and Households: Limits
to Scale Thinking? A Response to Brenner”. Progress in Human Geography
25: 615-19.
McDowell, Linda. 2001. “Linking Scales: Or How Research about Gender and
Organizations Raises New Issues for Economic Geography”. Journal of Eco-
nomic Geography 1: 227-50.
Purcell, Mark. 2003. “Islands of Practice and the Marston/Brenner Debate:
Toward a More Synthetic Critical Human Geography”. Progress in Human
Geography 27: 317-32.
Sheppard, Eric. 2002. “The Spaces and Times of Globalization: Place, Scale,
Networks, and Positionality”. Economic Geography 78: 307-30.
Sheppard, Eric, and Robert McMaster, eds. 2004. Scale and Geographic Inquiry:
Nature, Society and Method. Malden, Mass.: Blackwell.
Smith, Neil. 1995. “Remaking Scale: Competition and Cooperation in Prena-
tional and Postnational Europe”. In Competitive European Peripheries, ed.
H. Eskelinen and F. Snickars, 59-74. Berlin: Springer Verlag.
Swyngedouw, Erik. 1997. “Neither Global nor Local: ‘Glocalization’ and the Po-
litics of Scale”. In Spaces of Globalization, ed. Kevin Cox, 137-66. New York:
Guilford Press.
– 1996. “Reconstructing Citizenship, the Rescaling of the State and the
New Authoritarianism: Closing the Belgian Mines”. Urban Studies 33:
1499-521.
Geografías exógenas
La cita de la introducción, así como la declaración en el texto sobre el impe-
rialismo y la geografía son de Edward Said (1993), páginas 7 y 93. La declara-
ción sobre la lucha por la geografía también fue utilizada como una introduc-
ción a Derek Gregory (1995a). Gregory desarrolla su acertada interpretación
de Said en los escritos posteriores, que se enumeran a continuación. La cita al
inicio del Capítulo 1 es de Robbins y otros (1994), página 21. Said comenzó
su discusión sobre las geografías imaginativas en Orientalims en una sección
sobre geografía imaginativa y su representación (1978, 49-63). Para más infor-
mación sobre sus pensamientos acerca de la importancia de la geografía y el
espacio, véase Said (2000).
El geógrafo político John O’Laughlin ha escrito de manera intensa sobre ge-
rrymandering (manipulación de circunscripciones electorales) (1982a, 1982b,
1982c). Partiendo de su tesis doctoral de 1973, que fue la primera referencia
Notas y Referencias 279
sobre justicia espacial que he encontrado, produjo una serie de artículos sobre
política racial, geografía y manipulación de distritos electorales. Aunque gene-
ralmente no considero que sea demasiado de fiar, Wikipedia tiene una entrada
interesante y completa sobre gerrymandering.
Sobre el apartheid en Sudáfrica y lo que ha venido sucediendo desde su
transformación, veáse el trabajo de Alan Mabin, Profesor de arquitectura y
urbanismo en la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo. Mabin ha
escrito extensa y explícitamente sobre cuestiones relacionadas con la injusticia
social y espacial en Sudáfrica. Presentó un trabajo (y fue coorganizador) en la
conferencia de París de 2007 sobre la justicia e injusticia espacial titulado “Su-
burbs, Sprawl, Planning and Spatial Justice as Viewed through Developments in
Gauteng City Region, South Africa” (Suburbios, expansión, planificación y justi-
cia espacial vista a través de avances en la región ciudad de Gauteng, Sudáfrica),
y presentó un trabajo similar en la reunión conjunta del American Collegiate
Schools of Planning (ACSP, Escuelas universitarias americanas de urbanismo) y
la Association of European Schools of Planning (AESOP, Asociación de escuelas
europeas de urbanismo) en Pekín, China, en 2008. En el resumen del trabajo,
subraya: “En Sudáfrica, el legado del apartheid hace de la búsqueda de la justi-
cia espacial el centro de cualquier actividad de planificación”. Véase también su
capítulo en Varady (2005). Los escritos de Mabin son particularmente eficaces
en explorar el duradero legado del apartheid en los hoy multirraciales pero
aún fuertemente fortificados suburbios de Johannesburgo. También merece
destacarse en el ámbito de la justicia espacial en Sudáfrica el trabajo de Phi-
lippe Gervais-Lambony (2008), geógrafo de la Universidad Paris X-Nanterre
y organizador de la primera conferencia internacional sobre justicia espacial
celebrada en París en 2007. Escribe con frecuencia con Mabin, que también
participó en su organización.
El vínculo entre la imposición de las geografías coloniales y postcoloniales
y los procesos de subdesarrollo y dependencia no está bien desarrollado en la
doctrina. Los procesos de colonización y subdesarrollo, como se perciben aquí,
son ambos fundamentalmente formas de control social impuestas en gran me-
dida a través de estrategias espaciales. Apartheid, traducido como “desarrollo
separado”, se sitúa en el extremo final de la territorialidad racial totalizadora, si
no totalitaria. El subdesarrollo crea geografías económicas y políticas configu-
radas de manera más sutil para mantener distintivamente diferentes procesos
de desarrollo en países y regiones centrales y periféricas. Una de las expresiones
más obvias de las geografías de explotación del subdesarrollo son los sistemas
de transporte “dendríticos” que se encuentran en muchas zonas colonizadas,
facilitando el drenaje de los recursos naturales y humanos de la periferia hacia
280 Notas y Referencias
Geografías endógenas
Algunos escritos de académicos juristas muy recientes sobre género, vio-
lencia doméstica y ruralidad han sido especialmente impregnados de una pers-
pectiva espacial crítica, dando a la doctrina jurídica y judicial un énfasis sobre
la ciudad y la urbanidad. Véase Pruitt (2008a, 2008b). El libro de Rosen-Zvi,
Taking Space Seriously (2004), aunque se centra en Israel, presenta una visión
completa remarcable sobre las intersecciones entre el espacio, el Derecho y la
sociedad. Nick Blomley, Profesor de geografía en la Universidad Simon Fra-
ser y anteriormente en UCLA, ha sido más responsable que nadie en llevar la
perspectiva espacial crítica y las ideas de Henri Lefebvre a los estudios jurídicos
críticos. Su obra, referenciada más adelante, es particularmente pertinente para
los estudios sobre propiedad privada y espacio público.
Como especialista principal sobre raza, espacio y Derecho, mencionar a Ri-
chard Thompson Ford. En dos libros recientes (2008, 2005) critica las reclama-
ciones exageradas y excesivas de los prejuicios raciales por desviar la atención
de los problemas más graves de discriminación racial, así como otras prácticas
discriminatorias incluyendo las geografías injustas. También es coeditor, junto
con Delaney y Blomley, de Legal Geographies Reader (2001) y de varios artícu-
los sobre geografía política y Derecho.
Hay mucha bibliografía disponible en línea sobre desigualdades medioam-
bientales, racismo medioambiental y el movimiento por la justicia ambiental.
El énfasis en la raza es tan fuerte, sin embargo, que muy pocas referencias adop-
tan explícitamente una perspectiva espacial crítica en el medio ambiente. Una
excepción importante es David Harvey (1996), con Justice, Nature and the Geo-
graphy of Difference.
Notas y Referencias 283
Blomley, Nicholas, David Delaney, and Richard T. Ford, eds. 2001. The Legal
Geographies Reader: Law, Power, and Space. Oxford: Blackwell.
Cooper, Davina. 1998. Governing out of Order: Space, Law and the Politics of
Belonging. New York: New York University Press.
– 1996. “Talmudic Territory? Space, Law and Modernist Discourse”. Jour-
nal of Law and Society 23: 529-48.
Delaney, David. 1998. Race, Place and the Law. Austin: University of Texas
Press.
Ford, Richard Thompson. 2008. The Race Card: How Bluffing about Bias Makes
Race Relations Worse. New York: Farrar, Straus and Giroux.
– 2005. Racial Culture: A Critique. Princeton, N.J.: Princeton University
Press.
– 1999. “Law’s Territory: A History of Jurisdiction”. Michigan Law Review
97.
– 1994. “The Boundaries of Race: Political Geography in Legal Analysis”.
Harvard Law Review 107: 1843-1921.
– 1992. “Urban Space and the Color Line: The Consequences of Demarca-
tion and Disorientation in the Postmodern Metropolis”. Harvard Blac-
kletter Journal 9: 117-47.
Frug, Gerald. 1993. “Decentering Decentralization”. University of Chicago Law
Review 60: 253-338.
Haar, Charles M. 1996. Suburbs under Siege. New Brunswick, N.J.: Rutgers Uni-
versity Press. (Mount Laurel decisions)
Holder, Jane, and Carolyn Harrison, eds. 2003. Law and Geography. Current
Legal Issues, vol. 5. Oxford: Oxford University Press.
hooks, bell. 1990. “Choosing the Margin as a Space of Radical Openness”. In
Yearning: Race, Gender, and Cultural Politics. Boston: South End Press.
Kirp, David L., John P. Dwyer, and Larry Rosenthal.1996. Our Town: Race,
Housing, and the Soul of Suburbia. Princeton N.J.: Princeton University
Press. (Mount Laurel decisions)
Oh, Reginald. 2008. “Taking Geography Seriously: Asserting Space into Criti-
cal Legal Theories”. Paper presented at the annual meeting of The Law and
Society Association, May 27, 2008.
– 2004. “Re-Mapping Equal Protection Jurisprudence: A Legal Geogra-
phy of Race and Affirmative Action”. American University Law Review
53.
Osofsky, Hari. 2007. “A Law and Geography Perspective on the New Haven
School”. Yale Journal of International Law 32.
Notas y Referencias 285
Pruitt, Lisa R. 2008a. “Gender, Geography and Rural Justice”. Berkeley Journal
of Gender, Law & Justice 23: 338-91.
– 2008b. “Place Matters: Domestic Violence and Rural Difference”. Wis-
consin Journal of Law, Gender & Society 23, 2: 347-416.
Raustiala, Kal. 2005. “The Geography of Justice”. Fordham Law Review 73.
Rosen-Zvi, Issacher. 2004. Taking Space Seriously: Law, Space, and Society in
Contemporary Israel. Aldershot, UK, and Burlington, Vt.: Ashgate.
Silbaugh, Katharine B. 2007a. “Women’s Place: Urban Planning, Housing De-
sign, and Work-Family Balance”. Fordham Law Review 76.
– 2007b. “Wal-Mart’s Other Woman Problem: Sprawl and Work-Family
Balance”. Connecticut Law Review 39.
Taylor, William, ed. 2006. The Geography of Law: Landscape, Identity and Regu-
lation. Oxford and Portland: Hart Publishing.
Verchick, Robert R. M. 1999. “Critical Space Theory: Keeping Local Geography
in American and European Environmental Law. Tulane Law Review 73.
Mesogeografías
Me considero a mí mismo tan regionalista como urbanista, y he prestado
una atención especial a aspectos mesoanalíticos o regionales a lo largo de En
busca de la justicia espacial. Junto con referencias anteriores a trabajos míos
(1989, 1996, 2000), varios escritos más recientes han tratado de capturar el sig-
nificado de una perspectiva regional y el surgimiento del Nuevo Regionalismo.
Se enumeran más adelante, junto con otras referencias sobre la teoría del de-
sarrollo regional y el Nuevo Regionalismo, como parte de la bibliografía sobre
mesogreografías.
Quiero aclarar para el lector que muchos de los argumentos que presento
sobre los vínculos entre la globalización y la urbanización de la (in)justicia y
sobre la teoría del desarrollo geográfico desigual no se comparten ampliamente
y que hay pocas referencias que proporcionen argumentos similares. Sin em-
bargo, no pretendo defender enérgicamente mi punto de vista, sino más bien
demostrar cómo la perspectiva regional puede estimular nuevos modos de
pensar sobre las cuestiones fundamentales de los estudios del desarrollo en y a
través de todas las escalas geográficas.
Los escritos de Gunnar Myrdal (1957) y François Perroux (1950, 1955,
1988), si bien no se reconocieron como tales en aquel momento, estaban entre
los pioneros no sólo del concepto de subdesarrollo sino también del pensa-
miento actual sobre el estímulo de la aglomeración como una fuerza poderosa
286 Notas y Referencias
Orfield, Myron. 1997. Metropolitics: A Regional Agenda for Community and Sta-
bility. Washington, D.C.: Brookings Institution Press/Lincoln Institute for
Land Policy.
Pastor, Manuel, Jr., Chris Benner, and Martha Matsuoka. 2009. This Could Be
the Start of Something Big: How Social Movements for Regional Equity are
Reshaping Metropolitan America. Ithaca, N.Y.: Cornell University Press.
Perroux, François. 1988. “The Pole of Development’s New Place in a General
Theory of Economic Activity”. In Regional Economic Development: Essays
in Honor of François Perroux, ed. B. Higgins and D. J. Savoie, 48-76. Boston:
Unwin Hyman.
– 1955. “Note sur la Notion de ‘Pole de Croissance.’” Economie Appliquee
7: 307-20.
– 1950. “Economic Space: Theory and Applications”. Quarterly Journal of
Economics 64: 89-104.
Scott, Allen J. 2001. Global City-Regions: Trends, Theory, Policy. New York:
Guilford Press.
– 1998. Regions and the World Economy. Oxford: Oxford University Press.
Soja, Edward. Forthcoming. “Regional Urbanization”. In Urban Design: Roots,
Influences and Trends, ed. A. Loukaitou-Sideris and T. Banerjee. New York
and London: Routledge.
– 2009. “Regional Planning and Development Theories”. In The Interna-
tional Encyclopedia of Human Geography, ed. N. Thrift and R. Kitchin,
259-70. Amsterdam: Elsevier.
– 2002. “The New Regionalism: A Conversation with Edward Soja”. An
interview by R. Ehrenfurt. Critical Planning 9: 512.
Storper, Michael. 1997. The Regional World: Territorial Development in a Global
Economy. New York: Guilford Press.
en este Capítulo combina los materiales de mis propias lecciones y los trabajos
producidos por los cincuenta o más estudiantes que han participado en el curso
a lo largo de los años. Quiero agradecerles aquí a todos lo que he aprendido de
su duro trabajo.
La teorización de la justicia
Isin (2002) no sólo presenta la mejor historia crítica del concepto de ciu-
dadanía, sino que desarrolla varios argumentos poderosos sobre la causalidad
espacial urbana. Geógrafo-urbanista, Isin parte de Foucalt, Lefebvre, Weber y
Aristóteles para argumentar que ser político es esencialmente ser urbano, que
las políticas así como los conceptos de ciudadanía y justicia derivan del hábitat
urbano y los polémicos esfuerzos por obtener el derecho a la ciudad. Revolu-
cionando los estudios sobre ciudadanía, también asegura que la configuración
de los derechos de los ciudadanos fue más un juego de poder para establecer y
mantener la dominación y el control sobre los no-ciudadanos, los “otros”, que
una expresión del proceso idealizado de democracia participativa. También
hay muchos otros ecos interesantes de Iris Marion Young en Being Political.
Algunos de los muchos títulos de libros indicativos publicados después de
la aparición de A Theory of Justice de John Rawls en 1971 incluyen Social Justice
and the City (D. Harvey 1973), Social Justice (D. Miller 1976), Understanding
Rawls (R. P. Wolff 1977), Justice and the Human Good (W. Galston 1980), Jus-
tice: Alternative Political Perspectives (J. Sterba 1980), Marx and Justice (A. Bu-
chanan 1982), Spheres of Justice (M. Walzer 1983), Blacks and Social Justice (B.
Boxhill 1984), Beyond Justice (A. Heller 1987), Justice and Gender (D. Rhode
1989), Theories of Justice (B. Barry 1989), Justice and Modern Moral Philosophy
(J. Reiman 1990) y Justice and the Politics of Difference (I. M. Young 1990).
Isin, Engin. 2002. Being Political: Genealogies of Citizenship. Minneapolis: Uni-
versity of Minneapolis Press.
Rawls, John. 1993. Political Liberalism. New York: Columbia University Press.
– 1971. A Theory of Justice. Cambridge, Mass.: Harvard University Press.
290 Notas y Referencias
Young, Iris Marion. 2005. “Structural Injustice and the Politics of Difference”.
AHRC Centre for Law, Gender, and Sexuality Intersectionality Workshop,
May 21-22, Keele University, UK.
– 2000. “Democratic Regionalism”. In Inclusion and Democracy. New
York: Oxford University Press.
– 1999. “Residential Segregation and Differentiated Citizenship”. Citizens-
hip Studies 3, 2: 237-52.
– 1990. Justice and the Politics of Difference. Princeton, N.J.: Princeton
University Press.
Twentieth Century, ed. Allen J. Scott and Edward W. Soja, 311-35. Berkeley
and Los Angeles: University of California Press.
Ruddick, Susan. 1996. Young and Restless in Hollywood: Mapping Social Identi-
ties. New York: Routledge.
Sassen, Saskia. 1991. The Global City: New York, London, Tokyo. Princeton, N.J.:
Princeton University Press.
Scott, Allen J. 2008. Social Economy of the Metropolis: Cognitive-Cultural Capi-
talism and the Global Resurgence of Cities. Oxford: Oxford University Press.
– 2006. Geography and Economy. Clarendon Lectures in Geography and
Environmental Studies. Oxford: Oxford University Press.
– 2005. On Hollywood: The Place, the Industry. Princeton, N.J.: Princeton
University Press.
– ed. 2001. Global City-Regions: Trends, Theory, Policy. Oxford: Oxford
University Press.
– 2000. The Cultural Economy of Cities. London: Sage.
– 1998. Regions and the World Economy. Oxford: Oxford University Press.
– 1993. Technopolis: High-Technology Industry and Regional Development
in Southern California. Berkeley and Los Angeles: University of Califor-
nia Press.
– 1992. “Low-Wage Workers in a High-Technology Manufacturing Com-
plex: The Southern California Electronics Assembly Industry”. Urban
Studies 29: 1231-46.
– 1988a. Metropolis: From the Division of Labor to Urban Form. Berkeley
and Los Angeles: University of California Press.
– 1988b. New Industrial Spaces: Flexible Production Organization and
Regional Development in North America and Western Europe. London:
Pion.
– 1984. “Territorial Reproduction and Transformation in a Local Labor
Market: The Animated Film Workers of Los Angeles”. Environment and
Planning D: Society and Space 2: 277-307.
Scott, Allen J., John Agnew, Edward Soja, and Michael Storper. 2004. “Global
City-Regions”. In Global City-Regions, ed. Scott.
Scott, Allen J., and Edward Soja. 1986. “Editorial Essay: Los Angeles: Capital
of the Late Twentieth Century”. Environment and Planning D: Society and
Space 4: 249-54.
– eds. 1996. The City: Los Angeles and Urban Theory at the End of the
Twentieth Century. Berkeley and Los Angeles: University of California
Press.
300 Notas y Referencias
Scott, Allen J., and Michael Storper, eds. 1986. Production, Work, Territory: The
Geographical Anatomy of Industrial Capitalism. London: Allen and Unwin.
Soja, Edward. 2003a. “Writing the City Spatially”. City 7, 3: 269-80.
– 2003b. “Tales of a Geographer-Planner”. In Story and Sustainability:
Planning, Practice, and Possibility in American Cities, ed. Barbara Eck-
stein and James A. Throgmorton, 207-24. Cambridge, Mass.: MIT Press.
– 2003c. “Urban Tensions: Globalization, Economic Restructuring, and
the Postmetropolitan Transition”. In Global Tensions: Challenges and
Opportunities in the World Economy, ed. Lourdes Beneria and Savitri
Bisnath, 275-90. New York: Routledge.
– 2000. Postmetropolis: Critical Studies of Cities and Regions. Oxford, UK,
and Malden, Mass.: Blackwell Publishers.
– 1997. “Six Discourses on the Postmetropolis”. In Imagining Cities, ed.
Sallie Westwood and John Williams, 19-30. London: Routledge.
– 1996a. Thirdspace: Journeys to Los Angeles and Other Real-and-Imagined
Places. Oxford, UK, and Malden, Mass.: Blackwell Publishers.
– 1996b. “Los Angeles 1965-1992: From Restructuring-Generated Crisis
to Crisis-Generated Restructuring”. In The City, ed. Scott and Soja, 426-
62.
– 1995. “Postmodern Urbanization: The Six Restructurings of Los Ange-
les”. In Postmodern Cities and Spaces, ed. Sophie Watson and Kathy Gib-
son, 125-37. Oxford, UK, and Cambridge, Mass.: Blackwell.
– 1992. “Inside Exopolis: Scenes from Orange County”. In Variations on a
Theme Park: The New American City and the End of Public Space, ed. M.
Sorkin, 94-122. New York: Hill and Wang.
– 1991. “Poles Apart: New York and Los Angeles”. In Dual City: The Res-
tructuring of New York, ed. J. Mollenkopf and M. Castells, 361-76. New
York: Russell Sage Foundation.
– 1990. “Heterotopologies: A Remembrance of Other Spaces in the Cita-
del-LA”. Strategies: A Journal of Theory, Culture and Politics 3: 6-39.
– 1989. Postmodern Geographies: The Reassertion of Space in Critical So-
cial Theory. London: Verso.
– 1987. “Economic Restructuring and the Internationalization of the Los
Angeles Region”. In The Capitalist City, ed. M. P. Smith and J. Feagin,
178-98. Oxford: Basil Blackwell.
– 1986. “Taking Los Angeles Apart: Some Fragments of a Critical Human
Geography”. Environment and Planning D: Society and Space 4: 255-72.
– 1980. “The Socio-Spatial Dialectic”. Annals of the Association of Ameri-
can Geographers 70: 207-25.
Notas y Referencias 301
Soja, Edward, Alan Heskin, and Marco Cenzatti.1984 and 1985. “Los Ange-
les nel caleidoscopio della restrutturazione”. Urbanistica 80: 55-60. “Los
Angeles through the Kaleidoscope of Urban Restructuring”. Los Angeles:
Graduate School of Architecture and Urban Planning, UCLA, Special Pu-
blication.
Soja, Edward, Rebecca Morales, and Goetz Wolff. 1983. “Urban Restructuring:
An Analysis of Social and Spatial Change in Los Angeles”. Economic Geo-
graphy 59: 195-230.
Storper, Michael. 1997. The Regional World: Territorial Development in a Global
Economy. New York and London: Guilford Press.
Storper, Michael, and Susan Christopherson. 1989. “The Effects of Flexible Spe-
cialization on Industrial Politics and the Labor Market: The Motion Picture
Industry”. Industrial and Labor Relations Review: 331-48.
Storper, Michael, and Susan Christopherson. 1987. “Flexible Specialization and
Regional Industrial Agglomerations”. Annals of the Association of American
Geographers 77: 104-17.
Storper, Michael, and Allen J. Scott, eds. 1992. Pathways to Industrialization
and Regional Development. London: Routledge.
Chang, Edward T., and Russell C. Leong, eds. 1993. Los Angeles-Struggles
toward Multiethnic Community. Seattle: University of Washington Press.
Chavez, John R. 1998. Eastside Landmark: A History of the East Los Angeles
Community Union, 1968-1993. Palo Alto, Calif.: Stanford University Press.
Gottlieb, Robert. 2007. Reinventing Los Angeles: Nature and Community in the
Global City. Cambridge, Mass.: MIT Press.
Gottlieb, Robert, Mark Vallianatos, Regina Freer, and Peter Dreier. 2005. The
Next Los Angeles: The Struggle for a Livable City. Berkeley and Los Angeles:
University of California Press.
Houston, D., and Laura Pulido. 2001. “The Work of Performativity: Staging
Social Justice at the University of Southern California”. Environment and
Planning D: Society and Space 20: 401-24.
Mann, Eric. 1987. Taking On General Motors: A Case Study of the UAW Cam-
paign to Keep GM Van Nuys Open. Los Angeles: UCLA Institute of Indus-
trial Relations, Center for Labor Research and Education.
Merrifield, Andy. 2000. “Living Wage Activism in the American City”. Social
Text 62, 18-1: 31-54.
Milkman, Ruth. 2007. “Los Angeles Exceptionalism and Beyond: A Response
to the Critics”. Industrial Relations 46: 691-98.
– 2006. L.A. Story: Immigrant Workers and the Future of the U.S. Labor
Movement. New York: Russell Sage Foundation.
– ed. 2000. Organizing Immigrants: The Challenge for Unions in Contem-
porary California. Ithaca, N.Y.: Cornell University Press.
Milkman, Ruth, and Kent Wong. 2000. Voices from the Front Lines: Organizing
Immigrant Workers in Los Angeles. Los Angeles: UCLA Center for Labor
Research and Education.
Nicholls, W. 2003. “Forging a ‘New’ Organizational Infrastructure for Los An-
geles’ Progressive Community”. IJURR 27: 881-96.
Pincetl, Stephanie. 1994. “Challenges to Latino Immigrants and Political Orga-
nizing in the Los Angeles Area”. Environment and Planning A 26, 6: 895-914.
Pulido, Laura. 2006. Black, Brown, Yellow, and Left: Radical Activism in Los An-
geles. Los Angeles and Berkeley: University of California Press.
– 2001. “Race, Class, and Political Activism: Black, Chicano/a and Japane-
se American Leftists in Southern California”. Antipode 34, 4: 762-88.
– 2000. “Rethinking Environmental Racism: White Privilege and Urban
Development in Los Angeles”. Annals of the Association of American
Geographers 90, 1: 12-40.
Notas y Referencias 303
tuto de relaciones industriales) desde 2001 hasta 2008 y ha escrito mucho sobre
las dificultades y los éxitos de la organización de inmigrantes (2006; véase la
lista de referencias al Capítulo 1) y sobre cuestiones de género en el movimien-
to obrero. Kent Wong, su coautora en varias publicaciones (véase Milkman y
Wong, 2001), es desde hace tiempo activista obrera y actualmente Directora del
Center for Labor Research and Education (Centro de investigación y educación
laboral) de UCLA.
El nombre del IRLE se ha revisado ligeramente para transformarse en el
Institute for Research on Labor and Employment (Instituto para la investigación
sobre trabajo y empleo). Su Director actual es Chris Tilly, miembro de la Fa-
cultad Urban Planning y su Director adjunto es Christopher Erickson (véase
Erickson y otros 1997, 2002). La primera investigación para En busca de la jus-
ticia espacial se financió con una pequeña ayuda del IRLE bajo la dirección de
Milkman. El IRLE, bajo sus diversos nombres y direcciones, ha sido una fuerza
educativa y de investigación central para el movimiento obrero de Los Ángeles
durante más de treinta años.
La bibliografía para este periodo incluye referencias de los acontecimientos
de 1992, la Coalition to Stop Plant Closings y Justice for Janitors. Sobre Richard
Gillett, véase Davey (2002).
Baldassare, Mark. 1998. Los Angeles Riots: Lessons for the Urban Future. Boul-
der, Colo.: Westview Press.
Davey, Andrew. 2002. Urban Christianity and the Global Order: Theological Re-
sources for an Urban Future. Peabody, Mass.: Hendrickson Publishers.
Davis, Mike. 1993a. “Who Killed Los Angeles? A Political Autopsy”. New Left
Review 197: 3-28.
– 1993b. “Who Killed Los Angeles? The Verdict Is Given”. New Left Review
199: 29-54.
– 1990. “Police Riot in Century City-Just Like Old Times: Cops Beat Up
Demonstrators, Unionists, and Latinos”. L.A. Weekly, June 22-28.
Erickson, Christopher, Catherine Fisk, Ruth Milkman, Daniel Mitchell, and
Kent Wong. 2002. “Justice for Janitors in Los Angeles: Lessons from Three
Rounds of Negotiations”. British Journal of Industrial Relations 40: 543-67.
Erickson, Christopher, Ruth Milkman, Daniel Mitchell, Abel Valenzuela, Ro-
ger Waldinger, Kent Wong, and Maurice Zeitlin. 1997. “Helots No More: A
Case Study of the Justice for Janitors Campaign in Los Angeles”. In Orga-
nizing to Win, ed. Kate Bronfenbrenner, Sheldon Friedman, Richard Hurd,
Rudy Oswald, and Ronald Seeber, 102-22. Ithaca, N.Y.: Cornell University
Notas y Referencias 305
estudiantes de Urban Planning; The Other Los Angeles: The Working Poor in
the City of the 21st Century (2000), de nuevo dirigido por Paula More y estu-
diantes de Urban Planning; y A Study in Corporate Irresponsibility: McDonalds
Corporation’s Operations at LAX (2002). En la página Web de LAANE está dis-
ponible una lista completa de publicaciones, incluyendo algunos resúmenes y
textos: laane.org.
Matsuoka, Martha. 2005. “From Neighborhood to Global: Community-Based
Regionalism and Shifting Concepts of Place in Community and Regional
Development”. PhD diss., Urban Planning, UCLA.
Pastor, Manuel, Jr. 2008. “Poverty, Work, and Public Policy: Latinos in
California’s New Economy”. In Mexicanos in California: Transformations
and Challenge, ed. Patricia Zavella and Ramón Gutiérrez. Chicago: Univer-
sity of Illinois Press.
– 2007. “Environmental Justice: Reflections from the United States”. In
Reclaiming Nature: Environmental Justice and Ecological Restoration,
ed. James K. Boyce, Sunita Narain, and Elizabeth A. Stanton. London:
Anthem Press.
– 2001a. “Looking for Regionalism in All the Wrong Places: Demography,
Geography, and Community in Los Angeles County”. Urban Affairs Re-
view 36, 6: 747-82.
– 2001b. “Common Ground at Ground Zero? The New Economy and the
New Organizing in Los Angeles”. Antipode 33, 2: 260-89.
Pastor, Manuel, Jr., Chris Benner, and Laura Leete. 2007. Staircases or Tread-
mills: Labor Market Intermediaries and Economic Opportunity in a Chan-
ging Economy. New York: Russell Sage Foundation.
Pastor, Manuel, Jr., Chris Benner, and Martha Matsuoka. 2009. This Could Be
the Start of Something Big: How Social Movements for Regional Equity are
Reshaping Metropolitan America. Ithaca, N.Y.: Cornell University Press.
– 2006. “The Regional Nexus: The Promise and Risk of Community-Ba-
sed Approaches to Metropolitan Equity”. In Jobs and Economic Develop-
ment in Minority Communities, ed. Paul Ong and Anastasia Loukaitou-
Sideris. Philadelphia: Temple University Press.
Pastor, Manuel, Jr., Peter Dreier, Eugene Grigsby, and Marta López-Garza.
2000. Regions That Work: How Cities and Suburbs Can Grow Together. Min-
neapolis: University of Minnesota Press.
Pastor, Manuel, Jr., James L. Sadd, and Rachel Morello-Frosch. 2007. “LULUs of
the Field: Research and Activism for Environmental Justice”. In Professional
Advocacy for Social Justice, ed. Andrew Barlow. Lanham, Md.: Rowman and
Littlefield.
Notas y Referencias 309
Valenzuela, Abel, Jr. 2003. “Day-Labor Work”. Annual Review of Sociology 29,
1: 307-33.
Valenzuela, Abel, Jr., Nik Theodore, Edwin Melendez, and Ana Luz Gonza-
les. 2006. On the Corner: Day Labor in the United States. Technical Report,
UCLA Center for the Study of Urban Poverty.
Strategy for Santa Monica (Una estrategia sobre autogestión urbana para Santa
Mónica). El informe se basó en las experiencias de autogestión de Yusgolavia
y exploraba maneras de democratizar los procesos de planificación e impulsar
el poder económico y social de los barrios y las comunidades. Shearer, quien
sería después Embajador de Finlandia bajo la administración Clinton, era en
aquel momento el marido de Ruth Yanatta Goldway, la futura alcaldesa de San-
ta Mónica y una figura líder en Santa Monicans for Renters’ Rights (Ciudadanos
de Santa Mónica por los derechos de los inquilinos).
Baar, Kenneth. 1983. “Guidelines for Drafting Rent Control Laws: Lessons of a
Decade”. Rutgers Law Review 35, 4: 721-885.
Boggs, Carl. 1989. Social Movements and Political Power: Forms of Radicalism
in the West. Philadelphia: Temple University Press.
Clark, William A. V., and Alan D. Heskin. 1982. “The Impact of Rent Control
on Tenure Discounts and Residential Mobility”. Land Economics 58, 1: 109-
17.
Clark, William A. V., Alan D. Heskin, and Louise Manuel.1980. Rental Housing
in the City of Los Angeles. Los Angeles: UCLA Institute for Social Science
Research.
Haas, Gilda, and Allan Heskin. 1981. “Community Struggles in Los Angeles”.
International Journal of Urban and Regional Research 5, 4: 546-63.
Heskin, Allan D. 1991. The Struggle for Community. Boulder, Colo.: Westview
Press.
– 1983. Tenants and the American Dream: Ideology and the Tenant Move-
ment. New York: Praeger.
– 1980. “Crisis and Response: An Historical Perspective on Advocacy
Planning”. Journal of the American Planning Association 46: 50-63.
Heskin, Allan D., J. Eugene Grigsby, and Ned Levine. 1990. “Who Benefits from
Rent Control? Effects on Tenants in Santa Monica, California”. Journal of the
American Planning Association 56, 2: 140-52.
Heskin, Allan D., Ned Levine, and Mark Garrett. 2000. “The Effects of Vacancy
Control: A Spatial Analysis of Four California Cities”. Journal of the Ameri-
can Planning Association 66, 2: 162-76.