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invocados)
En ese marco es preciso señalar que, el objetivo del recurso de casación es asegurar
el exacto y uniforme cumplimiento de la Ley penal en los fallos judiciales en todo el
territorio nacional, valiéndose para ello de la competencia atribuida al Supremo
Tribunal (la unificación jurisprudencial y nomofilaxis), con la finalidad de
garantizar el principio de igualdad ante la Ley, en observancia de la tutela
jurisdiccional efectiva, toda vez que es un mecanismo que busca otorgar a los
ciudadanos la posibilidad de cuestionar la inadecuada aplicación o interpretación de
las disposiciones legales por el Tribunal de Apelación, contrarios a otros
precedentes, por lo que se ha dejado establecido que no todo Auto de Vista es
recurrible en casación, sino únicamente los que resulten ciertamente contrarios a la
jurisprudencia establecida en un hecho similar; es decir, para que el planteamiento
del recurso sea eficaz, el recurrente no debe limitarse únicamente a presentar su
recurso dentro el plazo establecido por ley y señalar la contradicción en la que
incurrió el Tribunal de Alzada, sino, asegurarse que los precedentes invocados,
correspondan a situaciones fácticas análogas, debiendo concurrir elementos
comunes que hagan posible su catalogación como similares en cuanto a su
naturaleza, contenido y finalidad, lo contrario implica la imposibilidad del Tribunal
Supremo de Justicia de cumplir con su competencia unificadora y nomofiláctica.
A ese efecto, debe considerarse que la doctrina legal invocada, contenida en el Auto
Supremo Nro. 131/2007 de 31 de enero de 2007 (SP I), en lo sustancial y pertinente
establece: “A partir del cambio de sistema procesal, se implementa como principio
rector del sistema de prueba vigente el principio de la libre valoración; por tanto no
existe el sistema de prueba legal o tasada, vigente durante mucho tiempo en el
marco del proceso inquisitivo, en el que sólo determinadas pruebas servían para
demostrar la verdad de los hechos imputados, señalándose además el valor de cada
una de ellas. En el sistema actual, a diferencia del sistema anterior, el Juez es libre
para obtener su convencimiento, porque no está vinculado a reglas legales sobre la
prueba, ni a las presunciones que ésta defina, de ahí que puede convencerse por lo
que le diga un único testigo, frente a lo que digan varios. Ahora bien, el principio de
libre valoración de la prueba no significa que el juez o Tribunal tengan una facultad
sin limitaciones, con total irrevisabilidad de la convicción del órgano a quo respecto
de los hechos probados. El principio de libre valoración de la prueba significa que el
Juez debe apreciar la prueba durante el juicio "según las reglas de la sana crítica, es
decir según las reglas de la lógica y dentro de ellas, el principio de no contradicción,
así como según los principios generales de la experiencia", debiendo traducir ese
razonamiento en el fallo de manera objetiva, situación que se expresa a través de los
elementos que prueba que en su conjunto formulan la razonabilidad del fallo y la
motivación del titular del órgano jurisdiccional para decidir de tal o cual forma,
sobre la base de la imputación objetiva. Es obligación de quien acusa, cumplir con la
carga de la prueba, demostrando plenamente la hipótesis acusatoria, tarea que
puede requerir la demostración no sólo de cuestiones objetivas, sino también de
elementos normativos y subjetivos descritos en el injusto típico, de ahí que ante la
eventual inexistencia de uno de estos elementos, la conducta no puede subsumirse,
dentro del tipo de injusto atribuido, en función del principio de legalidad penal y
consecuente afectación a la seguridad jurídica de las personas, situaciones que
devienen en defectos absolutos no susceptibles de convalidación, ya que afectan la
esfera de las garantías constitucionales del individuo, estando además
expresamente previstas como defectos de la sentencia en el artículo 370 del Código
de Procedimiento Penal. Ante un eventual error en la subsunción de la conducta por
el A quo si la sentencia aporta los elementos de prueba necesarios para que a partir
de un nuevo análisis se pueda determinar que la conducta constituye delito dentro
de la familia de los delitos que se analizan y que han sido acusados previa
verificación de que para dictar nueva resolución no es necesaria la realización de un
nuevo juicio, el Tribunal Ad-quem, en aplicación del principio "iura novit curia" y
observando la celeridad procesal, en aplicación del artículo 413 del Código de
Procedimiento Penal, dictará sentencia directamente” (sic).
Del examen de contrastación del precedente citado con relación al Auto de Vista, se
evidencia que no existe situación de hecho similar conforme lo exige el párrafo
tercero del artículo 416 del Código de Procedimiento Penal, por cuanto el análisis
del abuso del principio de libre valoración y el incumplimiento de la carga de la
prueba por el acusador, en el caso del referido precedente el Tribunal Supremo lo
realizó con motivo de la denuncia de errónea aplicación de la ley sustantiva con
incidencia en el error de subsunción del hecho en la conducta típica atribuida, para
asumir que la carga de la prueba le corresponde al acusador, a diferencia del caso de
autos en que el recurrente pretendió que se realice análisis con motivo de la
denuncia de incorporación y valoración de pruebas ilícitas por parte del Tribunal,
sin que el acusador haya cumplido con la carga de la prueba.
En lo que respecta al Auto Supremo Nro. 50 de 27 de enero de 2007 (SP II), cuya
doctrina legal aplicable prevé que: “La pena se constituye en un factor de cohesión
del sistema político-social, gracias a su capacidad de restaurar la confianza colectiva
en la seguridad jurídica y la paz social que brinda el ordenamiento legal, renueva la
fidelidad de los ciudadanos hacia las instituciones y margina cualquier
contraproyecto de sociedad, o lo que es lo mismo, garantizar la constitución de la
sociedad. A la vez, es un medio del que se vale el Estado, para facilitar al individuo,
que por sus actos precedentes se encuentra constreñido a afrontar una sanción
legal, a reconsiderar su postura frente a las normas socialmente aceptadas y
replantear su conducta respecto a los valores jurídicos protegidos, promoviendo la
reinserción social. Finalmente esta experiencia, cuya publicidad se encuentra
garantizada por el sub sistema penal, genera en el común social una premisa de
conducta-reacción, que se constituye en el medio de prevención general, como otro
fin de la pena. De ahí que si del conocimiento de un determinado hecho el Titular
del órgano jurisdiccional llega a determinar que la conducta cumple los
presupuestos de la imputación objetiva, le corresponde aplicar la norma secundaria
contenida en la sanción penal, parte del decisorio que es de suma importancia para
la aceptación del juicio, su credibilidad y el logro de los fines de la pena. La pena no
es el resultado de una simple operación lógica sino de la valorización de los hechos y
del imputado mismo; su personalidad, la motivación, etc. Para que la
fundamentación tenga poder de convicción se requiere que la sentencia exteriorice
el razonamiento del Juez. El punto de partida para determinar la pena, es el marco
normativo del delito. Luego se tienen que explicar qué aspectos o circunstancias
agravan la pena, y cuáles la atenúan. Para el proceso de la determinación de la
pena, hay que tomar en cuenta especialmente los hechos precedentes, las
circunstancias y las condiciones de vida del imputado. Igualmente las causas que
llevaron a la comisión del hecho delictivo y el hecho mismo. Es facultad del Tribunal
de alzada, ante la evidencia de que concurren en el fallo de mérito errores u
omisiones formales que se refieran a la imposición o el cómputo de penas, modificar
directamente el quantum observando los principios constitucionales y procesales”
(sic).
En lo que concierne al Auto Supremo Nro. 305 de 25 de agosto de 2006 (SP II), cuya
doctrina legal aplicable en lo sustancial y pertinente establece: “El Tribunal de
alzada no se encuentra legalmente facultado para valorar total o parcialmente la
prueba debiendo, en consecuencia, circunscribir sus actos a los asuntos que fueron
objeto de la apelación restringida, conforme lo previene el artículo 419 del Código de
Procedimiento Penal que establece que: "Cuando no sea posible reparar,
directamente, la inobservancia de la ley y/o su errónea aplicación, el Tribunal de
alzada anulará total o parcialmente la sentencia y ordenará la reposición del juicio
por otro juez o Tribunal". Por lo señalado precedentemente, con la facultad que
confiere al Tribunal Supremo el artículo 50 inciso 1) de la Ley 1970 de 25 de marzo
de 1999, cuando advierte que en el proceso se han pronunciado fallos que atentan
contra el debido proceso que, en el fondo, no sólo afectan al principio de legalidad
formal sino material, corresponde regularizar el procedimiento disponiendo que el
Tribunal ad quem dicte un nuevo Auto de Vista aplicando la Doctrina Legal
adoptada en el presente Auto Supremo, garantizando, a la vez, los principios de
universalidad, legalidad y probidad jurisdiccional que debe caracterizar a todo
Tribunal de Justicia” (sic).
Sobre el Auto Supremo Nro. 59 de 27 de enero de 2006 (SP II), cuya doctrina legal
aplicable establece que: “De acuerdo a la línea doctrinal sentada por la Corte
Suprema de Justicia en varios Autos Supremos la "teoría del dominio del hecho"
respecto de la acción de los agentes que da lugar a la vulneración de bienes
jurídicos, que afirma que en todos los delitos dolosos es autor quien tiene en sus
manos el curso de los hechos del suceder típico y antijurídico, lo que significa que
para que el agente sea considerado co-autor de un delito doloso es necesario que
haya una resolución conjunta para ejecutar el hecho por parte de los agentes, sin
importar en el momento del hecho la mayor o menor gravedad de su actuación por
haber previamente consentido en el accionar de todos en el logro común del
resultado antijurídico. Al respecto son muy claros los Autos Supremos números 54
de 26 de febrero de 2002, y 426 de 16 de agosto de 2001. Por otra parte es
imprescindible que los Tribunales de Sentencia y de alzada fundamenten
debidamente sus fallos porque al adolecer de este factor esencial en las resoluciones
"violan el debido proceso" por dejar en estado de incertidumbre a los sujetos
procesales respecto a cada uno de los puntos impugnados” (sic).
En ese marco, del examen comparativo entre el precedente citado con respecto al
Auto de Vista, se evidencia que no existe situación de hecho similar conforme prevé
el párrafo tercero del artículo 416 del Código de Procedimiento Penal, toda vez que
el análisis de la teoría del dominio funcional del hecho, en el caso del referido
precedente deviene de la denuncia de inobservancia y errónea aplicación del artículo
20 del Código Penal, a diferencia del caso de autos en que el recurrente pretendió
que se realice análisis de la teoría del dominio funcional del hecho, sin cumplir con
la carga argumentativa que debe contener todo recurso.
En lo que respecta al Auto Supremo Nro. 29 del 26 de enero de 2007 (SP II), cuya
doctrina legal aplicable determina que: “Los Tribunales de Sentencia y de apelación
en todos los actos procesales deben aplicar los principios constitucionales y legales
de "igualdad" y de "contradicción" a efectos del conocimiento de las partes procesales
de todos y cada uno los "actos procesales" que se producen en el proceso penal. En el
caso de Autos se evidencia violación de los derechos fundamentales a la defensa,
igualdad y seguridad jurídica en perjuicio de la Institución recurrente, al no
habérsele hecho conocer el nuevo memorial corregido por el imputado
evidenciándose violación al principio de "contradicción" que rige el sistema de
enjuiciamiento. Por otra parte la Corte Suprema de Justicia ha establecido en
varios Autos Supremos la línea doctrinal que establece: "...de acuerdo a la nueva
concepción doctrinaria la apelación restringida es el medio legal para impugnar
errores de procedimiento o de aplicación de normas sustantivas en los que se
hubiera incurrido durante la sustanciación del juicio o la sentencia; no siendo el
medio jerárquico para revalorizar la prueba o revisar las cuestiones de hecho que
hacen los Jueces o Tribunales inferiores, sino para garantizar los derechos y
garantías constitucionales, los Tratados Internacionales, el debido proceso y la
correcta aplicación de la ley. Por ello no existe la doble instancia y el Tribunal de
alzada se encuentra obligado a ajustar su actividad jurisdiccional a los siguientes
aspectos: anular total o parcialmente la sentencia y ordenar la reposición del juicio
por otro Juez o Tribunal, cuando no sea posible reparar directamente la
inobservancia de la ley o su errónea aplicación; cuando la nulidad sea parcial, se
indicará el objeto concreto del nuevo juicio; y cuando sea evidente que para dictar
una nueva sentencia no es necesario la realización de un nuevo juicio, resolverá
directamente...". En el caso de Autos, se establece que el Tribunal de alzada realiza
un nuevo ejercicio de "revalorización de la prueba" a efectos de cambiar la situación
jurídica del imputado, por lo que debió en su caso anular la sentencia y disponer el
reenvío del juicio a conocimiento de otro tribunal unipersonal” (sic).
En ese sentido, del análisis de contrastación del precedente descrito con referencia
al Auto de Vista impugnado, se tiene que en el caso del referido precedente el
análisis del Tribunal de Supremo está vinculado a la aplicación de los principios
constitucionales y legales de igualdad y de contradicción a efectos del conocimiento
de las partes procesales de todos y cada uno de los “actos procesales” que se
producen en el proceso penal y a la prohibición de revalorización de pruebas o
revisión de cuestiones de hecho por los Tribunales de Alzada, con motivo de las
denuncias de violación del principio de contradicción y revalorización por parte del
Tribunal de Alzada, y el recurrente en el caso de autos pretendió el análisis de la
denuncia de violación del artículo 12 del Código de Procedimiento Penal, bajo el
argumento de habérsele suprimido su derecho a la igualdad de oportunidades para
ejercer durante el proceso las facultades y derechos que le asisten.
Sobre el Auto Supremo Nro. 26 de 26 de enero de 2007 (SP II), cuya doctrina legal
aplicable establece que: “Que la regla general para las notificaciones la establece el
artículo 160 Código de Procedimiento Penal, por lo que una vez dictado el Auto de
Vista el Tribunal a quo tiene la obligación de notificar debidamente, al imputado o
imputados, al Ministerio Público, y al o los querellantes y/o víctimas, preservando la
igualdad procesal (artículo 12 Código de Procedimiento Penal), el debido proceso
(artículo 16-IV Constitución Política del Estado artículo 1 del Código de
Procedimiento Penal), el derecho a la defensa (artículo 16-II Constitución Política
del Estado, artículos 8, 9 Código de Procedimiento Penal), el derecho al recurso
(artículo 389 Código de Procedimiento Penal) y el derecho al acceso a la justicia
(artículos 11, 77, 398 Código de Procedimiento Penal). Conforme al artículo 169 del
Código de Procedimiento Penal son insubsanables los defectos que conforme su
numeral 3 impliquen "inobservancia o violación de derechos y garantías previstos
en la Constitución, las Convenciones y Tratados internacionales vigentes y en este
Código". Sólo el efectivo conocimiento de las resoluciones judiciales asegura que no
se provoque indefensión en la tramitación y resolución de todo proceso.
Desconociendo el Tribunal ad quo que para cumplir con el mandato de la ley sus
resoluciones deben ser obligatoriamente notificadas a las partes procesales,
conforme determinan los artículos 160 y siguientes del Código de Procedimiento
Penal. En el caso de autos esta omisión privó en forma indebida el derecho del
Ministerio Público y de la víctima a utilizar el recurso de casación como medio de
impugnación contra la resolución, medio de impugnación que dada su configuración
procesal, es el único recurso idóneo e inmediato establecido expresamente en la ley
para impugnar la decisión del Tribunal ad quo. Si bien el artículo 419 del Código
ritual penal señala taxativamente las formas de resolución del recurso de casación,
la uniforme doctrina legal sentada por la jurisprudencia de este Tribunal de
Casación ha establecido que los defectos absolutos deben ser reparados o corregidos
tanto por el Tribunal de Casación como por los Tribunales de Apelación, con la
facultad conferida en el artículo 15 de la Ley de Organización Judicial, cuando se
evidencie defecto procedimental absoluto por flagrante violación a derechos y
garantías previstos en la Constitución Política del Estado, Convenciones y Tratados
Internacionales, así como en el Código de Procedimiento Penal” (sic).
Al respecto, se tiene que el recurrente si bien invocó el citado Auto Supremo Nro. 26
de 26 de enero de 2007, empero omitió señalar en términos precisos la contradicción
entre el Auto de Vista impugnado y el antedicho Auto Supremo, olvidando además
establecer si la situación fáctica o de hecho es similar, máxime si la doctrina legal
aplicable descrita precedentemente está vinculada al defecto de procedimiento
advertido con la facultad conferida por el artículo 15 de la Ley de Organización
Judicial, en cuanto a la obligación de notificación a las partes procesales, con las
resoluciones; por lo que, se evidencia que el Auto Supremo invocado como
precedente resulta imposible contrastar con la resolución de vista, por no tratarse
de un hecho similar, de conformidad al artículo 416 párrafo tercero del Código de
Procedimiento Penal.