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Traduccion de TODO LO SOLIDO SE

l.•
·r •
ANDREA MORALES VIDAL
DESVANECE EN EL AIRE.
••
La experiencia de la modernidad
••
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Alguna,�" J, AU th•r u wJul ,-/11 uato"" fueron publicadu con 1n«rn,�d.d, h•io wu lom11 ��<"Tanl<'1\U
dntinu. en o,,,.."'·
nvreroo de 1978; ,4..,,,,..."
R.rvww, 1,, 1174; y &rlul,m /i.n,,rto, octubre, de 1981.
MARSHALL BERMAN
••
El autor .iiudt"Ct L• Jutoru.ación pa.u utili.z.ar extractos «.. \e lu s.igui<nta oht-u:
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© Funr,
,,.....,.,.g,,
«licóóc, e inrrod..cción de R. W. !-linr, traJ..a:ión de R. W. Flim y Anhur
Scuw; and Giroux, lr,c., 1971, 1,n. Rrproduc.do con ,u -,ori¡.oción ••
••
Coppoulli.
&yo..J goc,d .,,J n,J, ,-le l'ncdrich Ni<1uchc, traducción de Mmtnn< Cow1111, Rc-gnrry G1t<W1y, 1'67.
f"'-"" ....,,,{,uo,. © LI< 1, uaduc,:ión u ing)611um« .,,d Hud,on, Lrd.. 1'7). R<pro..lucido con autoriunón
de Vi.lo.ing Prns, lnc.
ftu,st, de joh&nn Wollg,.ng �. ,d,ción critica y ruducc,ón de Wal«r Amdt. © W. W. Nonon and Cc.,

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Iec., 1976. R.tprodu..:i,d.o con .,u auroriu-eion.
f..,.Jl, de Joh&nn '&'_ollgang Goerbe. cr.wucción de Wu«r K.aufm•nn. © Wal«r Kaulmann,.1%1 Rq,rod.cido
coa autotiución de Doubkday and Co., lnc.
frot -4 <JVtlUM"°"· de Hcrba, Muc,,,c, Bcacon !',os, 19SS.

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Tk ,._.,.,,o{� /.if• y Art"' P..-is, de Charin 81ud�air<, rnduccaón ck Jonath.tn M1yn<, l'haidoe Praa.
Ltd., 196S.
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HofH .,..,,.., �. de N-.dc:,hcú �am. inducción de Mu H1yward. C Athmcua, Publishon, 1,10

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R.tproducido con ,v .autorit.k-i6ft. .
P<tmb'"I, de A.odm Bdy. tr>d .. ,ciócl de R. M'l"irc: y J. MutTUud, lncfuna Univcnirt Prc:u, 1'68.
·A •hlr. l,an., de fcdo,, Do,u>ievslti, tnch,cción ck Do...ld Faugn, en Do,,� -4 """""'irr,.i;,,.., el<
Do-Id Faucn, Harvu-d Univn-.iry Presa, 196S.
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O.,, /ll-,kl,u,.,· ,./nud f'Ot<ry, tndl.lCOÓn ck Oam,a Brown y W. S. Mcnrin:O Clar=u Bnnm 'IV. S.
Mcnrin, 1974. RrprodlKÍ<k> con m11<>n?.aC1ón de Ath<D<Vm Publu�n.
Nous fo,,, suuúr¡�d y 71,c p...,,d i,,q•iwo,. de l'cdor Dostoinslr.i, m,ducción de Ralph Matla;,. CE. P.
Dunon, 1%0. R<procluc.do con sa 1utonuoón. ..,
• 11>r Egyp<aa swnp•, m T� prou: o/ Uu, Al�IAln. tradue<ión y tru-1yo critico de OlttnCe Browtt. C

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Pnncrtc,n Uni•<niry Prc:u, 1965; Pr.no,<on Pap<rb.Klr., 1967. R<prt>ducido con autonución de Prinawn Uninni-
•r Pr ....
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de Fcdor Dottoicvslr.i, o.nd..cción de, Rx:hard Lec Rmfadd, Criurioe
Boou, 1'55. O S. G. Pbillips. lr,c, 195�. Rcproduc.do con su 1utoriución.

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Tk "'"""'' o{ l(oJ>m S-,J,,o,,: ''"7'-" Jbu:TAt>Ons, edición de NU1CJ Holt. Ncw Yorli Unmniry Pnss.,
1,7'9. () Nancy Holt. 1979. Rcproduc.do con su aucoriución.
·An urban c0<1•aieoca>a:•, en ll'<IUT Srr«r, de Jamc-s Mcn,11 � Jamn Mcnill, 1%2. Rq,rod,acida """
....:OOución de, A <h<n<um P-..bli.shcn.

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4J.d, .,....,.,, de Hcnry Milkr. Q G·ro,e Prns, lnc., 196). Rcproduudo con su ... toriucióo.
TH f'T"' CAlú-,. de F. Sean .FiucenJd. () Charln Scr_ib-r', Soru, 19H, (O m,ovaclo. ltq,<oclucido a,n
U>U><UXión de chuln Scribna's Sona .
• •Shootinc scnp<• . .,. P<><w11 .. �rú,
.,.J _,., /910-1974. dr Adnenn< llKb. (O "11. W. Nonon IOd Co., ll>C.,

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197'5. Rq,rodDC>do con ,u autonuc1ón. ,
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·Ho..-1·, en H� ....,¡ otl,n ,-...,. de Allcn Girubc,g © Alkn Ginsbn-¡, 1954., 1,s, Rcproducódo ""'

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,an.oru..ación de Gry Ligl,u Boolu.
• n,. bronu honcm.u, •, de AJcundn P-.t.hl.i n, m Th< tr-.,ú tl,u,km. dc Edm....i Wi looc1. O Edmund 'ff ilY..a, MEXICO
1'.lt, 1941, C ,mondo EdmW>d 'flinon. 1'51, 1971, y Elena Wil,on, .Jbac.c1 del ,-,o ck Edmund W,l.oc. ESPANA
197'. R,prod...:.do u,,, &wtonuoón de f.,..,, Su-.w and G,roui, (r,c ARGENTINA
CCXOMl!IIA


•• Ir\'TRODUCCION. LA MODERNIDAD:

,. .•
Marshall Berman
AYER, HOY Y MAÑANA
talmente modernos es ser antimodernos: desde los tiempos de Marx

••
y Dostoievski hasta los nuestros, ha sido imposible captar y abarcar
las potencialidades del mundo moderno sin aborrecer y luchar con-
'. tr'l algunas de sus realidades más palpables. No hay que asombrarse

••
. entonces de que, corno dijera el gran modernista y antirnodernista
Kierkegaard, la seriedad moderna más profunda debe expresarse a tra-
vés de la ironía. La ironía moderna ha animado muchas grandes obras

•• del arte y el pensamiento a lo largo del siglo pasado y al mismo tiem-


po penetra en la vida cotidiana de millones de personas corrientes.

••
Este libro pretende reunir esas obras y esas personas, devolver la ri- Hay una forma de experiencia vital -la experiencia del tiempo y el
queza espiritual de la cultura modernista a los hombres y mujeres mo- espacio, de uno mismo y de los demás, de las posibilidades y los pe-
dernos de la calle, mostrar en qué forma, para todos nosotros, el mo- ligros de la vida- que comparten hoy los hombres y mujeres de todo

••
dernismo es _realismo. Esto no resolverá las contradicciones que im- el mundo de hoy. Llamaré a este conjunto de experiencias la «mo-
pregnan la vida moderna; pero debería ayudarnos a comprenderlas, dernidad». Ser modernos es encontrarnos en un entorno que nos pro-
de manera que podamos ser claros y honrados al hacer frente y ajus-

••
mete aventuras, poder, alegría, crecimiento, transformación de noso-
tar las cuentas y superar a las fuerzas que nos hacen ser lo que somos. tros y del mundo y que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo
Poco después de terminar este libro, mi querido hijo Marc, de cin- lo 'lue tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos. Los en-

••
co años, me fue arrebatado. A él dedico Todo lo sólido se desvanece tornos y las experiencias modernos atraviesan todas las fronteras de
en el aire. Su vida y su muerte acercan al hogar muchos de los temas la geografía y la etnia, <le la clase y la nacionalidad, de la religión y
e ideas_del libro: la idea de que los que están más felices en el hogar, la ideología: se puede decir que en este sentido la modernidad une a

•• como el lo estaba, en el mundo moderno pueden ser los más vulne-


rables a los demonios que lo rondan; la idea de que la rutina cotidia-
r�a d� los parques y las bicicletas, de las compras, las comidas y las
toda la humanidad. Pero es una unidad paradójica, la unidad de la des-
unión: nos arroja a todos en una vorágine de perpetua desintegra-

••
ción y renovación, de lucha y contradicción, de ambigüedad y an-
li�p1ezas, de los abrazos y besos habituales, puede ser no sólo infi- gustia. Ser modernos es formar parte de un universo en el que, como
n!tamente gozosa y bella sino también infinitamente precaria y frá- � dijo Marx, «todo lo sólido se desvanece en el aire».

••
gil: que mantener esta vida puede costar luchas desesperadas y he- Las personas que se encuentran en el centro de esta vorágine son
. roicas, .Y que a veces perdemos. Ivan Karamazov dice que, más que propensas a creer que son las primeras, y tal vez las únicas, que pa-
c�alqu1er ot:a cosa, la muerte de un niño lo hace querer devolver su san por ella; esta creencia ha generado numerosos mitos nostálgicos

••
b_dlete al universo. Pero no lo devuelve. Sigue luchando amando; de un Paraíso Perdido premoderno. Sin embargo, la realidad es que
y
sigue adelante. un número considerable y creciente de personas han pasado por ella

••
durante cerca de quinientos años. Aunque probablemente la mayoría
Nueva York, enero de 1981 de estas personas han experimentado la modernidad como una ame-
naza radical a su historia y sus tradiciones, en el curso de cinco si-

••
glos ésta ha desarrollado una historia rica y una multitud de tradi-
ciones propias. Deseo explorar y trazar el mapa de estas tradiciones,
comprender las formas en que pueden nutrir y enriquecer nuestra

•• propia modernidad, y las formas en que podrían oscurecer o empo-


brecer nuestro sentido de lo que es la modernidad y de lo que pue-


de ser.
· La vorágine de la vida moderna ha sido alimentada por muchas
3 ••
••
La modemidA.d: aytr, hoy y mañana
2

[uentes: los grandes descubrimientos en las ciencias físicas, que han naria, una época que genera insurrecciones explosivas en todas las di-

••
cambiado puestras imágenes del universo y nuestro lugar en él; la in- mensiones de la vida personal, social y política. Al mismo tiempo, el
dustrialización de la producción, que transforma el conocimiento público moderno del siglo XIX puede recordar lo que es vivir, mate-
rial y espiritualmente, en mundos que no son en absoluto modernos.

••
científico en tecnología, crea nuevos entornos humanos y destruye
los antiguos, acelera el ritmo general de la vida, genera nuevas for- De esta dicotomía interna, de esta sensación de vivir simultáneamen-
te en dos mundos, emergen y 'Se despliegan las ideas de moderniza-
m¡s de poder colectivo y de lucha de clases; las inmensas alteracio-

••
nes demográficas, que han separado a millones de personas de su há- ción y modernismo. En el siglo XX, nuestra fase tercera y final, el pro-
bitat ancestral, lanzándolas a nuevas vidas a través de medio mundo; ceso de modernización se expande para abarcar prácticamente todo
el crecimiento urbano, rápido y a menudo caótico; los sistemas de co- el mundo y la cultura del modernismo en el mundo en desarrollo con-
munKaci6n de masas, de desarrollo dinámico, que envuelven y unen
a las sociedades y pueblos más diversos, los Estados cada vez más po-
sigue triunfos espectaculares en el arte y el pensamiento. Por otra par-
te, a medida que el público moderno se expande, se rompe en una
multitud de fragmentos, que hablan idiomas privados inconmensu- ••
••
deroses, estructurados y dirigidos burocráticamente, que se esfuer-
zan constantemente por ampliar sus poderes; los movimientos socia- rables; la idea de la modernidad, concebida en numerosas formas frag-
lc:11 masivos de personas y pueblos, que desafían a sus dirigentes po- mentarias, pierde buena parte de su viveza. su resonanci_a Y. su pro-

••
líticos y económicos y se esfuerzan por conseguir cierto control so- fundidad, y pierde su capacidad de organizar y dar un signif icado a
bre sus vidas; y finalmente. conduciendo y manteniendo a todas es- la vida de las personas. Como resultado de todo esto, nos encontra-
tas perso�u e ins�t�cioncs un mercado capitalista mundial siempre mos hoy en medio de una edad moderna que ha perdido el contacto

••
en �pans16n y dras.t1camC?1tc fluctuante. �n el siglo XX, los procesos con las raíces de su propia modernidad.
sociales que dan ongen a esta vorágine, manteniéndola en un estado Si en la primera fase de la modernidad hay una voz. moderna ar-
de perpetuo devenir, han recibido el nombre ele «modernización», Es- quetípica, antes de las revoluciones francesa _Y american�,. ésta es la
tos procesos de la historia mundial han nutrido una asombrosa va-
�cdad de i�eas y visionts que pretenden hacer de los hombres y mu-
de Jean-Jacques Rousscau. Rousseau es el primero en utilizar la pa-
labra moderruste en el sentido en que se usará en los siglos XIX y XX;
mod��nas 1:'ás vit�- ••
••
ieres los sujetos tanto como los objetos de la modernización darles y es la fuente de algunas de nue�tras tradici�nes
el p�er de cam_bi_ar el mundo que estácambiándoles, abrirse' paso a les, desde la ensoñación nostálgica hasta la mtrospeccion psicoanali-
traves de la vor��me y hacerla suya. A lo largo del siglo pasado, es- rica y la democracia participativa. Rousseau fue, como todo e! mun-

••
tos valores y visrones llegaron a ser agrupados bajo el nombre de do sabe, un hombre de profundos conflictos. Gran parte de su an-
vid� en tensió�, yero
-medernismo». Este libro es un estudio de la dialéctica entre moder- gustia emana de las peculiaridades de su �r.opia
nización y modernismo. algo de ella se deriva de su aguda
sén �1b1lidad ha �1a las co�d1c1ones
Con la es�ranza de aprehender algo tan amplio como la historia
de la mo�ermdad, la he dividido en tres fases. En la primera fase,
sociales que estaban empezando a configurar las vidas de millones de
personas. Rousseau asombró a sus contemp?�áneos al
estaba «al borde del abismo», en
p_roclamar que
visperas de �os ••
••
que.,cie extiende más o menos desde comienzos del siglo XVI hasta fi- la sociedad europea
nales del .XVIII, las personas comienzan a experimentar la vida mo- alzamientos revolucionarios más explosivos. Experimentaba la vida
1ema; apenas si saben con qué han tropezado. Buscan desesperada- cotidiana en esa sociedad --especialmente en París, su capiul- 'como

••
un torbellino, le tourbillon social ¿ Cómo iba el individuo a mover-
1•
nente, pero, medio a ciegas, un vocabulario adecuado; tienen poca o
rula sensación de pertenecer a un público o comunidad moderna en se y vivir en el torbellino?
�1 seno de la cual pudieran compartir sus esfuerzos y esperanzas.

••
' Fmile . ou de l'tducation, 17&2, en la edición de la Bibliorheque de la Plfode de
Nuestra segunda fase. comienza con la gran ola revolucionaria de la
las Oeui·res complétt1 de Rousseau (París, Gallim.ird, 19S9 ss.) volumcn_1v. Pan l.:1 idea
lécada de 1790. Con la Revolución francesa y sus repercusiones, sur-
de Rousse au del tot1rbillon social y de cómo sobrevivir en él, véase el � IV, P· S� l.
h ro

••
;e_ abrupta y espectacularmente el gran público moderno. Este pú- Sobre el c.:1ricter voluble de la sociedad europea y los futuros !eY:antam1cntus r evolu-
-lico comparte la sensación de estar viviendo una época revolucio- cionarios. Emile , I, p. 2'i2; 111. p -468; IV, pp. S07-S08.

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-
.,
• r=·-"·

:1
Marshall Berman L, modvnnd.ul: ayer, hoy y mañ11na
s
En la novela romántica de Rousseau La nueva Eloísa, su joven hé-
saje de máquinas de vapor, fábricas automáticas, vías férreas, nuevas

••
roe, Saint-Preux, realiza un movimiento exploratorio -movimiento
y vastas zonas industriales; de ciudades rebosantes que han crecido
arquetípico de millones de jóvenes en los siglos venideros- del cam-
de la noche a la mañana, frecuentemente con consecuencias humanas
po a la ciudad. Escribe a su amada, Ju!i�, desde las profundidade_s del

••
pavorosas; de diarios, telegramas, telégrafos, teléfonos y otros me-
tourbillon social, tratando de transmitirle su asombro y su miedo.
dios de comunicación de masas que informan a una escala cada vez
Saint-Preux experimenta la vida metropolitana como «un choque per-
más amplia; de Estados nacionales y acumulaciones multinacionales
petuo de grupos y cábalas, un flujo )' reflujo continuo de prejuicios

••
de capital cada vez más fuertes; de movimientos sociales de masas
y opiniones en conflicto [ ... ) Todos entran constantemente en con-
• tradicción consigo mismos» y «todo es absurdo, pero nada es cho- que luchan contra esta modernización desde arriba con sus propias
formas de modernización desde abajo; de un mercado mundial siem-

••
cante, porque todos están acostumbrados a todo». Es un mundo en
el que ,, lo bueno, lo malo, lo hermoso, lo feo, la verdad, la virtud, pre en expansión que lo abarca todo, capaz del crecimiento más es-
sólo tiene una existencia local y limitada». Se presenta una multitud ¡ pectacular, capaz de un despilfarro y una devastación espantosos, ca-
¡

••
de nuevas experiencias, pero el que quiera gozarlas «debe ser más aco- paz de todo salvo de ofrecer solidez y estabilidad. Todos los grandes
'J
1 modernistas del siglo XIX atacan apasionadamente este entorno, tra-
modaticio que Alcibíades, estar dispuesto a cambiar sus principios J
tando de destrozarlo o ha cerio añicos desde dentro; sin cm bargo, to-
con su público, a ajustar su espíritu a cada paso». Al cabo de unos l

••• pocos meses en este ambiente, dos se encuentran muy cómodos en él, sensibles a sus posibilidades,
1 afirmativos incluso en sus negaciones radicales, juguetones e irónicos
¡

l
incluso en sus momentos de mayor seriedad y profundidad.

••
estoy comen?.ando a sentir la embriaguez en que te sumerge esta vida agitada
y tumultuosa. La multitud de objetos que pasan ante mis ojos, me causa vér- Podemos hacernos una idea de la complejidad y riqueza del mo-
tigo. De todas las cosas que me impresionan, no hay ninguna que cautive mi dernismo del siglo XIX y de las unidades que le instilan su diversi-

j
••
corazón, aunque todas juntas perturben mis sentidos, haciéndome olvidar dad, si escuchamos brevemente dos de sus voces más distintivas:
quién soy y a quién pertcnezco.» Nietzsche, que es generalmente considerado como una de las fuentes
primarias de muchos de los modernismos de nuestros tiempos, y

••
Reafirma su compromiso con su primer amor; sin embargo, como él J Marx, que no es normalmente asociado a ninguna clase de modernis-
mismo dice, teme que «no sepa un día que voy a amar al siguiente» .
Anhela desesperadamente algo sólido a lo que asirse, pero «sólo veo
1 mo.
He aquí a Marx, hablando en un inglés incorrecto, pero podero-

••
1

fantasmas que hieren mi vista, pero desaparecen en cuanto trato de so en 1856 3. «Las llamadas revoluciones de 1848 no fueron más que
2.
atraparlos» Esta atmósfera --de agitación y turbulencia, vértigo y pequeños hechos episódicos», comienza, «ligeras fracturas y fisuras

••
embriaguez psíquicos, extensión de las posibilidades de la experien- en la dura corteza de la sociedad europea. Bastaron, sin embargo,
1
cia y destrucción de las barreras morales y los vínculos personales, para poner de manifiesto el abismo que se extendía por debajo. De-
expansión y desarreglo de la personalidad, fantasmas en las calles y mostraron que bajo esa superficie, tan sólida en apariencia, existían

••
en el alma- es la atmósfera en que nace la sensibilidad moderna. verdaderos océanos, que sólo necesitaban ponerse en movimiento
Si avanzamos unos cien años y tratamos de identificar los ritmos para hacer saltar en pedazos continentes enteros de duros peñascos».
y tonos distintivos de la modernidad del siglo XJX, lo primero que Las clases dominantes de la reaccionaria década de 1850 dijeron al

•• advertimos es el nuevo paisaje sumamente desarrollado, diferenciado


y dinámico en el que tiene lugar la experiencia moderna. Es un pai-
mundo que todo volvía a ser sólido; pero no está claro que ellas mis-

••
2 3
julie, ou la nouvelle Héloise, 1761, segunda parte, cartas 14 y 17. En Oeeures «Spcach ar che annivcrsary of rhe People's Paper-, en Roben C. Tuck er , comp.,
: completes, volumen 11, pp. 231-236, 255-256. En The politics of authenticity, Athe- Tbe Marx-Engels reader, 2.' ed., Norron, 1978, pp. 577-:,78. [«Discurso pronunciado
K. Marx y F. Engels Obras escogidas


_:: neurn, 1970, especialmente pp. 113-J 19, 163, 177, he examinado estos cuadros temas en la fiesta de aniversario del People's \Var» en
y
• _de Rousseau desde un pu neo de vista ligeramente diferente. (en adelante OE), 2 vols., Madrid, Akal, 1975, vol. 1, pp. 368-369]. En adelante este
volumen será citado como MER .
••
·······---- --------

6 Manha/1 Berman La modernidad, ayer, hoy y nl4ñ4114

••
7

mas se lo creyeran. De hecho, dice Marx, «la atmósfera en la que vi- bres nuevos, y que tales hombres nuevos son' los obreros. Estos son
vimos ejerce sobre cada uno de nosotros una presión de 20 000 libras i�almente un invento de la época moderna, como las

••
propias má-
[pero]_ ¿acaso la sentimos?» Uno de los objetivos más urgentes de q urnas». Por lo tanto una clase: de «hombres nuevos», hombres to-
Marx es hacer que la gente «la sienta»; ésta es la razón por la que sus talmente modernos,. será capaz de resolver las ·contradicciones de la

••
ideas _ están expresadas en imágenes tan intensas y extravagantes mod�rnidad, de superar l.1:5 presiones aplastantes, los terremotos, los
-abismos, terremotos, erupciones volcánicas, aplastante fuerza de hechizos sobrenaturales, los abismos personales y sociales, en medio
gravedad-, imágenes que seguirán resonando en el arte y el pensa- de los cu�les est�n 'obligados a vivir los hombres y mujeres moder-

••
miento modernista de nuestro siglo. Marx continúa: «Nos hallamos no�. Hab1e�d.� dicho esto, Marx se vuelve de pronto juguetón y re-
en presencia de un gran hecho característico del siglo XIX, que nin- laciona su visron del futuro con el pasado, con el folklore inglés, con
gún partido se atreverá a negar,.. El hecho fundamental de la vida mo-

••
S?akespeare: «En todas las manifestaciones que provocan el descon-
derna, tal como Marx la experimenta, es que ésta es radicalmente con- cierto d� _la burguesía, de la aristocracia y de los pobres profetas de
tradictoria en su base: la r�g�es1on, reconocemos a nuestro buen amigo Robín Goodfellow,

••
al v1eJO topo que sabe cavar la tierra con tanta rapidez, a ese digno
Por un lado han despertado a la vida unas fuerzas industriales y científicas zapador que se llama Revolución».
de cuya existencia no hubiese podido sospechar siquiera ninguna de las épo- Los escritos de Marx son famosos por sus finales. Pero si lo ve-

••
cas hi.stóricas precedentes. Por otro lado, existen unos síntomas de decaden- mos como un modernista, advertiremos el movimiento dialéctico sub-
cia que superan en mucho a los horrores que registra la historia de los últi- yacente q�e anima su pensamiento, movimiento sin fin gue fluye a
mos tiempos del Imperio Romano.

••
contracorriente de sus propios conceptos y deseos. Así, en el Manz-
Hoy día, todo parece llevar en su seno su propia contradicción. Vemos fies:o comunista, vemos que el dinamismo rev luc:ionario
que las máquinas, dotadas de la propiedad maravillosa de acorta� y hacer más
� que derro-
cara a la moderna hurgues: .. nace de los impulsos y necesidades más
fruciifero el irrbajo humano, provocan el hambre y el agotamiento del tra-

••
profundos de esos burg�eses: . .
bajador Las fuen�r� de rique�a recién �esc�biertas se co.nvierten, por arte de
un extraño malef 1C10, en fuentes de pnvac1ones. Los triunfos del arte pare- L1 burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesante-
cen adquiridos al precio de cualidades morales. El dominio del hombre so-

••
mente l�s instrumentos de producción y, por consiguiente, las relaciones de
bre la naturaleza es cada vez mayor; pero, al mismo tiempo, el hombre se producción, y con ello todas las relaciones sociales [ ... J U na revolución con-
convierte en esclavo de otros hombres o de su propia infamia. Hasta la pur, tinua en la producción, una incesante conmoción de rodas las condiciones so-

••
luz de la ciencia parece no poder brillar más que sobre· el fondo tenebroso ciales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época bur-
de la ignorancia. Todos nuestros inventos y progresos parecen dotar de vida guesa de todas las anteriores.
intelectual a las fuerzas materiales, mientras que reducen a la vida humana al

••
nivel de una fuerza material bruta. Probablemente sea ésta la visión definitiva del entorno moderno, ·ese
entorno que ha dado origen a una plétora asombrosa de movimien-
Estas miserias y misterios llenan de desesperación a muchos moder- t?s modernistas, desde los tiempos de Marx hasta los nuestros. La vi-

••
nos. Algunos quisieran «deshacerse de los progresos modernos de la sión se desarrolla:
técnica con tal de verse libres de los conflictos actuales»; otros tra-
tarán de equilibrar los progresos en la industria con una regresión Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias

••
y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen añejas
neofeudal o neoabsolutista en la política. Sin embargo, Marx procla-
anees de haber podido o�ificarse. Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo
ma una fe paradigmáticamente modernista: «Por lo que a nosotros
lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar
se refiere, no nos engañamos respecto a la naturaleza de ese espíritu

••
-serenamenre sus condiciones de existencia y sus relacioneS' recíprocas •.
maligno gue se manifiesta en las contradicciones que acabamos de se-
fialar , Sahernos que para hacer trabajar bien a las nuevas fuerzas de
• MER, PP· -4; j--476. He variado ligeramente la traducción clásic.a, hecha por Sa-


la sociedad se necesita únicamente que éstas pasen a manos de horn- mue] Moore en 1888. [OE, voL1, p. 25; traducción corregida.]
••••
r
¡
M arsliall Baman L., modernidad: ,1yn·, hoy y ma,i,ma
8 1 9

••
Así el movimiento dialéctico de la modernidad se vuelve irónicamen- 1
ligro, la madre de la moralidad -un gran peligro-- pero esta vez trasladado
te contra su fuerza motriz fundamental, la burguesía. Pero puede que a lo individual, a lo más cercano y más querido, a la calle, a nuestro propio
no se detenga allí: después de todo, todos los movimientos_ moder-

••
hijo, nuestro propio corazón, nuestros más internos y secretos reductos del
nos se ven atrapados en este ambiente, incluyendo el del prop10 Marx. deseo y la voluntad .
Supongamos, como Marx supone, que la� formas burguesas se des�

••
componen y que un movimient� comumsta. alcanza el poder: ¿que En tiempos como éstos,· «el individuo se atreve a individualizar-
impedirá a esta nueva forma social compartir la suerte de su� _ante- se ... Por el contrario, este valiente individuo «necesita un conjunto
cesores y desvanecerse en el aire moderno? Marx comprendió esta de leyes propias, necesita de sus propias habilidades y astucias para

••
cuestión y sugirió algunas respuestas que revisaremos más ad_elante. su auto-conservación, auto-elevación, auto-despertar, auto-libera-
Pero una de las virtudes distintivas del modernismo es la de dejar que ción». Las posibilidades son a la vez gloriosas y ominosas. «Ahora
el eco de las interrogaciones permanezca en el aire mucho después de

••
nuestros instintos pueden desbocarse en todas las direcciones posi-
que los propios interrogadores, y sus respuestas, hayan abandonado bles; nosotros mismos somos una especie de caos.» El sentido de sí
la escena. , mismo y de la historia del hombre moderno «se convierte realmente

••
Si avanzamos un cuarto de siglo, hasta Nietzsche en la década �e en un instinto para todo, un gusto por probarlo todo». En este pun.-
1880, nos encontramos con prejuicios, lealtades y esperanzas muy di- to se abren muchos caminos. ¿Cómo encontrarán los hombres y las
ferentes, pero con una voz y un sentimiento de la vida moderna sor-

••
mujeres modernos los recursos para hacer frente a su «todo»? Nietzs-
prendentemente similares. Para Ni�t�sc_he, corr:io pa_ra Mar;", la� co- che apunta que hay muchos «Little Jack Horners» por todas par-
rrientes de la historia moderna eran rrorucas y dialécticas: ast los idea- tes, cuya solución al caos de la vida moderna es intentar no vivir en

••
les cristianos de la integridad del alma y el deseo de verdad habían absoluto: para ellos «ser mediocres es la única moralidad que tiene
llegado a destruir el propio cristianismo. El resulta�o eran los suces�s sentido» .
traumáticos que Nietzsche llamó «la muerte de Dios» y el «adveni- Otro tipo de moderno se dedica a parodiar el pasado: «Necesita

••
miento del nihilismo». La humanidad moderna se encontró en me- de la historia porque es el armario en que se guardan todos los trajes.
dio de una gran ausencia y vacío de valores pero, al mismo tiem�o, Advierte que ninguno le va completamente bien» -ni el primitivo,
una notable abundancia de posibilidades. Aquí, en Más allá del bien ni el clásico, ni el medieval, ni el oriental-c-, «así que sigue probán-

•• Y del mal' de Nietzsche (1882), encontramos, como encontrábamos


en Marx, un mundo en el que todo está preñado de su contrario :
. 5 dose unos y otros», incapaz de aceptar el hecho de que un hombre
moderno «nunca puede verse verdaderamente bien vestido», porque

••
no hay ningún rol social en los tiempos modernos en que se pueda
En estos puntos cruciales de la historia aparecen -yuxtapuestos y a menudo
calzar perfectamente. La postura de Nietzsche hacia los peligros de
entrelazados- una especie de tempo tropical rivalizando en desarrollo, mag-
la modernidad es aceptarlos con alegría: «Nosotros los modernos,

••
nífico, múltiple, de fuerza y crecimiento similares al de la junga, y una enor-
me destrucción y autodestrucción, debida a los egoísmos violentamente en- los semi-bárbaros. Sólo estamos en medio de nuestra bienaventuran-
frentados, que explotan y se combaten en busca del sol y la luz, incapaces za cuando el peligro es mayor. El único estímulo que nos halaga es
lo infinito, lo inconmensurable». Y sin embargo Nietzsche no está

••
de encontrar algún límite, algún control, alguna consideración dentro de I?
moralidad de que disponen ... Nada más que nuevos «porqués», no más [ór- dispuesto a vivir para siempre en medio de este peligro. Tan ardien-
mulas comunales· una nueva fidelidad al malentendido y a la falta de respete temente como Marx, afirma su fe en una nueva clase de hombre -«el
mutuo; decadencia, vicio y los deseos más elevados terriblemente ligados

••
hombre de mañana y pasado mañana»- quien, «en oposición a su
unos con otros, el genio de la raza fluyendo sobre la cornucopia del bien Y hoy», tendrá el valor y la imaginación para «crear nuevos valores» ne-
del mal; una simultaneidad fatal de primavera y otoño ... Nuevamente hay pe- cesarios para que los hombres y las mujeres modernas se abran ca-

.
mino a través de los peligrosos infinitos en que viven .
• 'J
• ti
'
,�,f.
s Los pasajes citados están tomados de las secciones 262, 223 y 224. La traducción
es de Mariannc Cowan (1955; Gateway, 1967), pp. 210-211, 146-150 .
Lo distintivo y notable de la voz que comparten Marx y Nietzs-
che no es solamente su ritmo frenético, su energía vibrante, su rique-
••
---�----.-

Marshall Berman

••
10 La modernidad: aytr, hoy y mañAna ti

za imaginativa, sino también sus cambios rápidos y drásticos �e tono das. Jackson Pollock imaginaba sus cuadros chorreantes como selvas .

••
e inflexión, su disposición a volverse contra sí misma, a cuest.1onarse en que los espectadores podían perderse (y desde luego encontrarse);
y negar todo lo que se ha dicho, a transf�rmarse e_n un� amplia gam.> pero en gran medida hemos perdido el arte de introducirnqs en el cua-
de voces armónicas o disonantes y a estirarse, mas alla de sus capa- dro, de- 'reconocernos como participantes y protagonistas del arte y
cidades, hasta una gama infinitamente más amplia, a expr:sar y cap-
tar un mundo en el que todo está preñado de su contrar�o y «�odo
lo sólido se desvanece en el aire». En esta voz resuena, al mismo tiem-
el pensamiento de nuestro tiempo. Nuestro siglo ha engendrado un
arte moderno espectacular; pero parece que hemos olvidado cómo
••
••
captar la vida moderna de la que emana este arce. El pensamiento mo-
po, el autodescubrimiento y la burla de sí mismo, la autocomplace_n- derno, desde Marx y Nietzsche, ha crecido y se ha desarrollado en
cia y la duda de sí mismo. Es una voz que conoce el dolor y el m1�- muchos aspectos; no obstante nuestro pensamiento acerca de la mo-

••
do, pero que cree en su capacidad de salir adelante. L�s graves peli- dernidad parece haber llegado a un punto de estancamiento y regre-
gros están en todas partes, y pueden atacar en cualquier momento, sión.
pero ni siquiera las heridas más profundas puede� det_ener q�� e_sta Si prestamos atención a los pensadores y escritores de la moder-
energía fluya y se desborde. Es irónico y contradictorio, polifónico
y dialéctico, denunciar la vida moderna en nombre de los valores que
la propia modernidad ha creado, esperar -a menudo cont�a toda es-
nidad del siglo XX y los comparamos con los de hace un siglo, en-
contramos que la perspectiva se ha achatado radicalmente y que el
••
••
campo imáginativo se ha reducido. Los pensadores del siglo XIX eran,
peranza- que las modernidades de mañana y pasa1o manana c�ra- al mismo tiempo, enemigos y entusiastas de la vida moderna, en in-
rán las heridas que destrozan a los hombres y las muieres de hoy. fo. cansable lucha cuerpo a cuerpo con sus ambigüedades y sus contra-

••
dos los grandes modernistas del siglo XIX �spíncus _tan diversos dicciones; la' fuente primordial de su capacidad creativa radicaba en
sorno Marx y Kierkegaard, Whitman a Ibse�, Ba�dda1re, Melv_dk sus tensiones internas y en su ironía hacia sí mismos. Sus sucesores
Carlyle, Stimer , Rimbaud, Strindberg, Dostoievski y muchos mas-- del siglo XX se han orientado mucho hacia las polarizaciones rígidas
hablan en este ritmo y en esta tonalidad.

¿Qué ha sido del modernismo del siglo XIX en el siglo XX? En al-
y la, totalizaciones burdas. la modernidad es aceptada con un entu-
siasmo ciego y acrítico, o condenada con un distanciamiento y un des-
••
••
precio neoolímpico; en ambos casos es concebida como un monolito
gunos aspectos ha madurado. y crecido por encima de l_as esperanzas cerrado, incapaz de ser configurado o cambiado por los hombres mo-
más desenfrenadas. En la pintura y la escultura, la poes,a y la novela, dernos. Las visiones abiertas de la vida moderna han sido suplanta-
el teatro y la danza, en la arquitectura y el diseño, en _t01ª '.ma g�ma

••
das por visiones cerradas; el esto y aquello por el esto o aquello.
de medios electrónicos y en un amplio espectro de disciplinas cien- Las polarizaciones fundamentales tienen lugar al comienzo mis-
tíficas que ni siquiera existían hace un siglo, nuestro siglo ha produ- mo de nuestro siglo. He aquí a los fu turistas italianos, partidarios apa-

••
cid� ;_.na sorprendente cantidad de obras e ideas de la m� alta cali- sionados de la modernidad en los años que precedieron a la primera
dad. Puede que el siglo XX sea el más brillantemente creativo _de roda zuerra mundial: «Compañeros, os decimos ahora que el triunfante
la historia mundial, en gran medida porque sus energías creativas han

••
progreso de la ciencia hace que los cambios en la humanidad sean· ine-
hecho eclosión en todas partes del mundo. La brillantez y la profun- vitables, cambios que están abriendo un abismo entre los dóciles es-
didad del modernismo vivo -vivo en la obra de Grass, García Már- clavos de la tradición y nosotros, los modernos libres que confiamos

••
quez, Fuentes, Cunningham, Nevelson, Di Suver?, Kenzo �ange. en el esplendor radiante de nuestro futuro .. 6. Aquí no hay ambigüe-
Fassbinder, Herzog, Sembene, Robert Wilson, Philip Glass, Richard dades: «tradición- -todas las tradiciones del mundo en el mismo
Foreman, Twyia Tharp, Maxine Hong Kingston y untos otros que saco- es igual a dócil esclavitud, y modernidad es igual a libertad.

••
nos rodean- nos ofrecen mucho de qué enorgullecernos, en un mun-
do en que hay tanto de qué aver gonz arse y" de qué temer. � sin cm·
1
6
·Mmafcstu .,f-thc Iuturis t p amt e r s , 1910·. de Urnberto Boccioni et al., traduci-
bargo, me parece, no sabemos corno utilizar nuestro modernismo; he-

••
do por Robert Brun, en Umbro Apolloruo, comp .• Futurist manifesto5, Viking, 1973,
mos perdido o roto la conexión entre nuestra cultura y nuestras ,., p. 25.
----------- -�--------------------------,:=------------�-=· ·=-. .-=.. ,=- -·=- -====,,7.
••
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••
La rnodcrnid ad: ayer, },oy y manan a
Marshall Berman 13
12

jóvenes futuristas se lanzaron ardientemente a lo que llamaban «la


-: Levantad vuestras piquetas, vuestras hachas y martillos, y destruid,

••
guerra, la única higiene del mundo», en 1914. En el plazo de dos años,
destruid sin piedad las ciudades venerables! ¡Adelante! ¡Quemad los
sus dos espíritus más creativos -el pintor-escultor Umberto Boccio-
estantes de las bibliotecas! ¡Desviad el curso de los canales para que
ni y el arquitecto Antonio Sant'Elia- resultarían muertos por las má-

••
inunden los muscos![ ... ] ¡Que vengan los alegres incendiarios de de-
quinas. que adoraban. El resto sobrevivió para convenirse en peones
dos tiznados! ¡Ya están aquí! ¡Ya están aqui!» Marx y Nietzsche tam-
culturales de Mussolini, pulverizados por la mano negra del fururo.
bién podrían regocijarse por la destrucción moderna de las estructu-

••
Los futuristas llevaron la glorificación de la tecnología moderna
ras tradicionales; pero ellos conocían el coste humano del progreso
a un extremo grotesco y autodestructivo que aseguró que sus extra-
y sabían que la modernidad tendría que recorrer un largo camino an-
vagancias no se repitieran jamás. Pero su romance acrítico con las má-
tes de que pudieran cicatrizarse sus heridas .

••
quinas, unido a su total alejamiento de la gente, se reencarnaría en
formas menos fantásticas, pero de vida más larga. Después de la pri-
Cantar cmos a las grandes multitudes excitadas por el trabajo, el placer y el
mera guerra mundial, encontramos este nuevo tipo de modernismo

••
motín; cantaremos las marcas polifónicas y multicolores de la revolución en
las capitales modernas; cantaremos el fervor nocturno de los arsenales y los en las formas refinadas de la «estética de la máquina», las pastorales
astilleros brillando bajo violentas lunas eléctricas; codiciosas estaciones de fe- tecnocráticas del Bauhaus, Gropius y Mies van der Rohe, Le Cor-
busier y Léger, el Ballet mécanique. Volvemos a encontrarlo después

••
rrocarril que devoran serpientes emplumadas de humo; fábricas que cuelgan
Jl' las nubes con las serpcnteantes líneas de su humo; puentes que montan a de una nueva guerra mundial, en las rapsodias espaciadas de alta tec-
horcajadas sobre los ríos, como gimnastas gigantes, brillando al sol con su nología de Buckminster Fuller y Marshall McLuhan y en Fut ure

••
resplandor de cuchillos; aventurados barcos de vapor locomotoras de en- schock, de Alvin Toffler. Aquí, en Understanding media, de Mcl.u-
trañas profundas ... y la luz lustrosa de los aeroplanos( ) 7• han, publicado en 1964,

••
Setenta años más tarde, la verba y el entusiasmo juvenil de los futu- Resumiendo, el ordenador promete, mediante la tecnología, una condición
ristas todavía puede conmovernos junto con su deseo de fundir sus penrecosral de unidad y comprensión universales. El siguiente paso lógico pa-
energías con la tecnología moderna y crear el mundo de nuevo. Pero

••
recería ser [ ... ] la superación de los lenguajes en aras de una conciencia cós-
¡es tanto lo que queda fuera de este mundo nuevo! Podemos verlo mica general ( ... ] La condición de «ingravidez» que a decir de los biólogos
incluso en esa maravillosa metáfora: «las mareas polifónicas y mul- promete la inmortalidad física, tal vez sea paralela a la condición de mudez
que podría conferir una perpetuidad de paz y armonía colectivas 9 .

••
ticolores de la revolución». La capacidad de experimentar los tras-
tornos políticos de manera estética (musical, pictórica) es una expa:1-
sión real de la sensibilidad humana. Pero, en cambio, ¿qué pasa con Este modernismo está subyacente en los modelos de modernización

••
todos los que son barridos por estas mareas? Su experiencia no se ve que los científicos sociales norteamericanos de la posguerra -cuyo
por ninguna parte en el cuadro futurista. Parece ser que algunos ti- trabajo a menudo estuvo amparado por generosas subvenciones del
gobierno y de diversas fundaciones- desarrollaron para exportar al

••
pos muy importantes de sentimientos humanos mueren cuando na-
cen las máquinas. De hecho, en los escritos futuristas posteriores Tercer Mundo. He aquí, por ejemplo, el himno a la fábrica moderna
«buscamos la creación de un tipo no-humano para quien se hayan del psicólogo social Alex Inkeles:

••
abolido los sufrimientos morales, la bondad de corazón, el afecto y
Una fábrica guiada por una política de gestión y de personal moderna dará
el amor, esos venenos corrosivos de la energía vital, interruptores de
nuestra poderosa electricidad, corporal» 8. De acuerdo con esto, los

••
writings, Farrar, Straus y Giroux, 1972, pp. 90-91. Para un tratamiento ingenioso (aun-
que partidista) del futurismo dentro del contexto de la evolución de la modernidad,

l
7
F. T. Marinetti, -The founding and manifesto of futurism, 1909•, traducido por véase Reyner Banham, Tbeory art d dcsign in tb e first macbine ,:ge,· Pracger, 1967,


R. W. Flint, en Fut urlst manijestos, p. 22. pp. 99-137.
8
Marinetti, -Multiplied man and the reign of che rnachine-, en War, tbe u/orld's 9
Understanding media: tbc ext ensions of man, McGraw-Hill, 1965, p. 80 .
only hygiene, 1911-1915, en R. W. Flinr, compilador y traductor, Marinetti, selccted
La modernidad: ayer, hoy y mañan" IS ••
a sus trabajadores un ejemplo de conducta racional, equilibrio emocional, co-
rnunicación abierta y respeto a las opiniones, los sentimientos y la clirnidad
los otros grandes críticos del siglo XIX- también comprendierbn Lis
formas en que la tecnología y la organización social modernas deter-
••
dd_trabajador, que puede ser un ejemplo poderoso de las prácticas y lo; prin-
crpios de la vida moderna 1�.
minaban el destino del hombre. Pero todos creían que los individuos
modernos tenían capacidad para comprender este destino y, tras ha- ••
••
berlo comprendido, luchar contra él. De aquí que incluso en medio
Los futuristas deplorarían la escasa intensidad de esta prosa, pero se-
de un presente miserable, pudieran imaginar un futuro abierto. Los
guramente estarían encantados con la visión de la fábrica como un
críticos de la modernidad del siglo XX carecen casi por completo de

••
ser' humano ejemplar que los hombres y mujeres deberían tomar
esa empatía y esa fe en los hombres y mujeres contemporáneos. Para
como modelo para su vida. E I ensayo de Inkeles se titula « The rno-
Weber, esos contemporáneos no son nada más que «especialistas sin
demizatio� �f. m_an• y tiene por objetivo mostrar la importancia del

••
deseo y la miciauva humanos en la vida moderna. Pero su problema, espíritu, sensualistas sin corazón; y esta nulidad se refleja en la ilu-
sión de que se ha llegado a un nivel de desarrollo nunca antes alean-
y el problema de todos los modernismos de la tradición Iuturista, es
7.ado por la humanidad- 11. Por lo tanto la sociedad moderna no sólo
que, con unas máquinas resplandecientes y unos sistemas mecánicos

••
es una jaula, sino que todos los que la habitan están configurados por
que d�sempeñ�n todos los papeles principales -<le igual modo que
sus barrotes; somos seres sin espíritu, sin corazón, sin identidad se-
en la cita anterior el sujeto es la fábnca--, al hombre moderno le que-
xual o personal ( «esta nulidad ... reflejada (atrapada) en la ilusión de

••
da m_uy poco que hacer que no sea enchufar las máquinas.
S, _nos trasladarnos al polo opuesto del pensamiento del siglo XX, que se ha llegado ... "), casi podríamos decir sin ser. Aquí, al igual que
en las formas futuristas y tecnopastorales del modernismo, el hom-
que dice un rotundo «¡no!» a la vida moderna, encontramos una vi-

••
bre moderno como sujeto --como ser vivo capaz de respuesta, juicio
sión sorprendentemente similar de lo que es la vida. En el clímax de
L� ética protestante y el espíritu del capitalismo, de Max Weber, es- y acción en y sobre el mundo-- ha desaparecido. Irónicamente, los
críticos del siglo XX de la «jaula de hierro» adoptan la perspectiva de
cnta en 1904, todo el «poderoso cosmos del orden económico rno-

••
los guardianes de ésta: puesto que los que se encuentran dentro de
derno- es visto corno una -jaula de hierro». Este orden inexorable
ella están desprovistos de libertad o dignidad interior, la jaula no es
capitalista, legalista y burocrático, «determina las vidas de todos los
una prisión; simplemente ofrece, a una raza de nulidades, el vacío que

••
i�dividuos nacidos dentro del mecanismo [ ... ] con una fuerza irresis-
tible», Está d�st!nado a «determinar el destino del hombre hasta que necesitan y anhelan ".

se. queme la ultima ton�lada de carbón fósil». Ahora bien, Marx y


!
••
11
Th« protestant etbic and tbe spiru of capitalum, traducida al inglés por Talcou
Nietzsche -y ocqueville y Carlyle y Mill y Kierkegaard y todos Parsons, Scribncr, 1930, pp. 181-183 [La ética protestante y ti espirit u del capitalismo,
Barcelona, Península, 1972]. He alter ado ligeramente la traducción, de acuerdo con la
versión más vivida de Perer Gar en Columbia Collegc, Man in contemporary societv,

••
10
-The rnoderniz auon of man-, en Myron Weiner, comp., Modernizatwn: the di- Columbia, 19'>3, 11, pp. 96-97. Gay, sin embargo, sustituye -jaula de hierro- por .,·a
nam,cs of growtb, Basic Books, 1 %6, p. 1 '49. Esta compilación da una buena idea del misa de fuerza». ·
pa�ad_igma americano de la modernización en su punto culminante. Entre las obras
<· En algunos de los ensayos posteriores de Weber se puede encontrar una pcrs·

••
principales de esta tradición se encuentran Daniel Lerner, The passing of traduional
pecuva mis �ialécuca, como por ejemplo en • Polines as a vocauon- y -Sciencc as a
soaety, Free Press, 1958, y �- W. Rosrow, The stagts of economic growth: A non- vocauon- (en Hans Gerth y C. Wright Milis, cornpiladores y traductores, From .',fax
communut rrumiftsto, Cambridge, 1960. Para. una temprana critica radical de esta li- Weber, Oxford, 19-46). Georg Simrnel, amigo y contemporáneo de Weber, insinúa pero
t�rat�ra, vé�c Michael Walzer, -The only revolucion: notes on the throry of moder-

••
nunca llega a, desarrollar realmente lo que probablemente sea lo mis parecido a una
mzau_o��· Dissent, 11, 1 %4,
pp. 132-1-40. Pero este cuerpo teórico también suscitó mu- teoría dialéctica de la modernidad del siglo XX. Véase, por ejemplo, • The conflict in
c�u crmcas y controversias dentro de la corriente central de las ciencias sociales oc-
modern culture-, • The mctropolis and mental life., .•Group expansion and rhe deve-
cidentales. Las polémicas están incisivamente resumidas. en S. N. Eisenstadr Tredi-

••
tion , eh angt d - J -- . w·11 ey, 1973. Vale la pena señalar que cuandola 'obra de loprnent of individuality-; en Gtorg Si.mmtl on mdmid=.liry and social [orms, corn-
"':. mcx.crruty, pilado por Donald Levine, Universidad de Chicago, 1971. En Simmcl --y mis urde
lnkdes aparecio Iinalrnenre en forma de libro, como Alex Inkeles y David Smith, Bt-
en sus jóvenes seguidores como Georg Lukács, T. W. Adorno y Walte, Benjamin->
commg mod_ern: mdn:iJ"41 changt in six drotloping countries, Harvard, 197-4, la ima- la profundidad y la v151Ón dialécticas van siempre entrelazadas, a menudo e n la rruxrn I


gen panglosiana de la vida moderna dio paso a perspecrivas mucho mis complejas. frase, con una desesperación cultural monolítica.

. �SJ!A!.\E-.UIUU.d.ou .• ·-..-·-* -�-·.


••
••
16
Marshall Berman l..a modernidad: ayer, hoy y m,111.,zna 17

Weber tenía poca fe en el pueblo, pero aún menos en sus clases quienes aman el mundo moderno y por quienes lo odian: la moder-


dirigentes, ya fueran aristocráticas o burguesas, burocráticas o revo- nidad está constituida por sus máquinas, de las cuales los hombres y

•• 1¡,
lucionarias. De ahí que su postura política, por lo menos durante los las mujeres modernos son meramente reproducciones mecánicas.
últimos años de su vida, íucra un liberalismo perpetuamente en ar- Pero es una parodia de la tradición moderna del siglo XIX, en cuya
. ·.
·� mas. Pero cuando el distanciamiento y el desprecio weberianos hacia órbita Marcuse pretendía moverse, la tradición crítica de Hegel y

••
.··, los hombres y mujeres modernos se separaron de la instrospección Marx. Invocar a estos pensadores al tiempo que se rechaza su visión
<: crítica y del escepticismo weberianos, el resultado fue una política de la historia como una actividad agitada, una contradicción dinámi-
¡@!
.. mucho más a la derecha que la del propio Weber. Muchos pensado- ca, una lucha y un progreso dialécticos, es conservar de ellos poco

•• res del siglo XX han visto las cosas de esta manera: esas masas pulu-
lantes que nos apretujan en las calles y en el Estado, no tienen una
más que sus nombres. Mientras tanto, aun cuando los jóvenes radi-
cales de los sesenta lucharon por conseguir cambios que permitiesen

••
sensibilidad, una espiritualidad o una dignidad como la nuestra: ¿no a la gente que les rodeaba controlar su vida, el paradigma «unidimen-
es absurdo entonces que estos «hombres masa» (u «hombres vacíos») sional» proclamaba que no había cambio posible y que, de hecho, esa
rengan no sólo el derecho de gobernarse, sino también, a través de gente no estaba ni siquiera realmente viva. A partir de este punto se

••
sus mayorías masivas, el poder de gobernarnos? En las ideas y gestos abrieron dos caminos. Uno fue la búsqueda de una vanguardia que
intelectuales de Ortega, Spengler, Maurras, T. S. Eliot y Allen Tate, estuviera totalmente «fuera» de la sociedad moderna: «El substrato
vemos cómo la perspectiva neoolímpica de Weber ha sido usurpada, de los marginales y desclasados, los explotados y perseguidos de otras

•• distorsionada y magnificada por los modernos mandarines y aspiran-


tes a aristócratas de la derecha del siglo XX.
razas y otros colores, los parados y los inservibles» 13. Estos grupos,
ya estuviesen en los guetos o las cárceles de Norteamérica o en el Ter-

••
L<? más sorprendente, y lo más inquietante, es la forma en que cer Mundo, podrían calificarse como vanguardia revolucionaria pues-
prosperó esta perspectiva entre algunos de los demócratas participa- to que supuestamente no habían sido alcanzados por el beso de la
tivos de la reciente Nueva Izquierda. Pero esto es lo que sucedió, por muerte de la modernidad. Desde luego tal búsqueda está condenada

••
lo menos durante un tiempo, a finales de los años sesenta, cuando el a la futilidad; no hay nadie que esté o pueda estar «fuera» del mundo
«hombre unidimensional» de Herbert Marcuse se convirtió en el pa- contemporáneo. A los radicales que, habiendo comprendido esto, to-
radigma dominante del pensamiento crítico. De acuerdo con estepa- maban sin embargo a pecho el paradigma unidimensional, les parecía

•• radigma, tanto Marx como Frcud están obsoletos: no sólo las luchas
sociales y de clase, sino también los conflictos y contradicciones psi-
que lo único que quedaba era la futilidad y la desesperación .
La atmósfera voluble de los sesenta generó un cuerpo amplio y

••
cológicos han sido abolidos por el estado de «administración total». vital de pensamiento y controversia sobre el sentido último de lamo-
Las masas no tienen «yo», ni «ello», sus almas están vacías de ten- dernidad. En buena parte, lo más interesante de este pensamiento giró
sión interior o dinamismo: sus ideas, necesidades y hasta sus sueños en torno a la naturaleza del modernismo. El modernismo de los se-

•• «no son suyos»; su vida interior está «totalmente administrada», pro-


gramada para producir exactamente aquellos deseos que el sistema so-
cial puede satisfacer, y nada más. «Las personas se reconocen en sus
senta se puede dividir a grandes rasgos en tres tendencias basadas en
las actitudes hacia la vida moderna en su conjunto: afirmativa, nega-

•• mercancías; encuentran su alma en su automóvil, en su equipo de alta


fidelidad, en su casa a varios niveles, en el equipamiento de su coci-
na» 12.
13 !Vid.,
pp. 256-257. Véase mi crítica a este libro en Partisan Review, otoño de
1964, y la polémica entre Marcuse y yo en el número siguiente, invierno de 1965. El


pensamiento de Marcuse se haría más abierto y dialéctico a finales de los sesenta, y
Ahora éste es un estribillo familiar del siglo XX, compartido por seguiría un curso diferente a mediados de los setenta. Los hitos más notables son An

••
); cssay on libcration, Beacon, 1969 [ Un ensayo sobre la liberación, México, Mortiz, 2.' ed.
,i,,;, 1972], y su último libro Tbe aestbetic dimension, Beacon, 1978 [La dimensión estética,
! 12
Barcelona, Materiales, 1978}. No obstante', 'por una ironía histórica maligna, ha sido
.•,
One-dimensional man: studies in tbe ideology of avanced industrial society, Bca-


:}
con Prcss.' 1964,. p. 9 [ El hombre unidimensional: estudios sobre la ideología. de las so- el Marcuse rígido, cerrado y -unidirncnsional- el que ha atraído más atención y ejer-
?
ciedades industriales avanzadas, Barcelona, Seix-Barral, 1969). cido más influencia hasta ahora.
-�
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La modernidad: ayer, hoy y mañana ••
••
18 Marshall Berman 19

tiva y marginada. Puede que esta división parezca burda, pero las ac- adversaria» (Lionel Trilling) 17, una «cultura de la negación- (Renato

••
titudes recientes hacia la modernidad tienden de hecho a ser más sim- Poggioli) 18• Se decía que la obra de arte moderna «nos molesta con
ples y burdas, menos sutiles y dialécticas que las de hace un siglo. una absurdidad agresiva- (Leo Sreinberg) 19• Busca el derrocamiento
El primero de esos modernismos, el que intenta marginarse de la violento de todos nuestros valores y se preocupa poco de la recons-
vida moderna, fue proclamado con más fuerza por Roland Barthes,
en literatura, y Clement Greenberg en las artes visuales. Greenberg
trucción de los mundos que destruye. Esta imagen adquirió fuerza y
credibilidad a medida _que avanzaban los años sesenta y se caldeaba
el clima político: hubo círculos en que el -modernisrno- se convirtió ••
••
alegaba que la única preocupación legítima del arte modernista era el
arte en sí; es más, para un artista el único enfoque correcto, en cual- en el santo y seña de todas· las fuerzas en rebelión 20• Obviamente
quiera forma o género, era la naturaleza y los límites de ese género: esto revela parte de la verdad, pero es demasiado lo que omite. Omi-

••
el mensaje es el medio. Así, por ejemplo, el único tema que un pin- te el gran romance de la construcción, fuerza crucial del modernismo
tor modernista podía permitirse era la lisura de la superficie (lien- desde Carlyle y·Marx hasta Tatlin y Calder, Le Corbusier y Frank
zo, etc.) en que se realiza la pintura, porque «sólo la lisura es única Lloyd Wright, Mark di Suvero y Róbert Smithson. Omite la fuerza

••
y exclusiva del arte» 1'1. El modernismo se presentaba, pues, como la afirmativa y vitalizadora que en los modernistas de más altura va
búsqueda del objeto de arte puro y autorref erido. Y eso era todo: la siempre entrelazada con el asalto y la revuelta: la alegría erótica, la
belleza natural y la ternura humana de D. H. Lawrence, siempre uni-

••
relación apropiada del arte moderno con -la vida social moderna era
una total falta de relación. Barthes puso esta ausencia bajo una luz do en mortal abrazo con su cólera y desesperación nihilista; las figu-
positiva, incluso heroica: el escritor moderno -vuelve la espalda a la ras del Guernica de Picasso, luchando para mantener con vida a la

••
sociedad y se enfrenta al mundo de los objetos sin pasar por ninguna vida misma, aun en -su gemido de muerte; los últimos coros triunfa-
de las formas de la historia o la vida social- 15• Y así el modernismo les de A lave supreme de Coltrane; Aliosha Karamazov, que en me-
aparecía como un gran intento de liberar a los artistas modernos de dio del caos y la angustia besa y abraza la tierra¡ Molly Bloom que
las impurezas y vulgaridades de la vida moderna. Muchos artistas y
escritores -y más aún, críticos de arte y literarios- se han mostra-
cierra el libro modernista arquetípico con un «sí dije sí quiero Sí�.
Hay otro problema en la idea de que el modernismo no significa
más que problemas: tiende a proponer como modelo de sociedad mo- ••
••
do agradecidos a este modernismo por establecer la autonomía y dig-
nidad de sus vocaciones. Pero muy pocos artistas o escritores mo- derna una sociedad que en sí misma está exenta de problemas. Omite
dernos han permanecido fieles mucho tiempo a este modernismo: un todas .. las perturbaciones ininterrumpidas de todas las relaciones so-

••
arte sin sentimientos personales o relaciones so�iales está destinado a
parecer árido y carente de vida al cabo de poco. La libertad que con-
17
Beyond culture, Prefacio, Viking, 1965 [Más a/Li <Ú iA culturd, Barcelona, Lu-
men, 1969 J. Esta idea es desarrollada con gran fuerza en Trilling, • The rnodern ele-
fiere es la libertad de un sepulcro hermosamente construido y per-

••
ment in rnodern liter ature», Parusan Reuiew, 1961, reeditado en Bevond Cvlture,
fectamente sellado. pp. 3-30, bajo el título de -On the teaching of modern literarure-. .
Luego vino la visión dél modernismo como revolución perma- 1
• Tbe tbeory of the avant-garde, 1962, traducido del italiano al inglés por Gerald

••
nente y sin fin contra la totalidad de la existencia moderna: era la «tra- Fitzgerald, Harvard, 1968, p. 111.
19
-Contemporary art and the plight of its public -. conferencia pronunciada en el
dición de derrocar la tradición» (Harold Rosenberg) 16, una «cultura
Museo de Arte Moderno, en 1960, editada en Harper's, 1962, reeditada en Baucock,
Tbe nnu art, pp. 27-'17, y en Steinberg, Otbe» criteria: conjrontauons icuh cwenci.eth

••
14
• Modernist painung-, 1961, en Gregory Battcock, comp., The nMV arr.. Dur- ccnt"ry art, Oxford, 1972, p. 15.
20
ton, 1%6, pp. 100-110. · Irving Howe analiza críticamente la •guerra entre la cultura modernista y la so-
,s Wriú.ng dtgru uro, traducido al inglés por Annetre Lavers y Colin Smith, Lon- ciedad burguesa-, de ida y vuelta, auténtica y falsa, en • The culture oí rnoderrusm v,

••
�res, Jonath_an Cape, 1%7, p. 58 [f/ grado cero de fa escntur,i, México, Siglo XXI, Commmtery, noviembre de 1 %7; reeditado bajo el rirulo • The idea of che modern •,
• 973 J_- _ Asocio este labro con los años sesenta porque fue entonces cuando su impacto como introducción a la antología de Howe, Luerary moderrusm, Fawceu Prernier ,
se dejó sentir a grm escala, tanto en Francia como en lftglaterra y Estados Unidos. 1967. Este conflicto es el terna central de la compilación de Howe, que incluy e a los
' new, Horizon,
.

••
t6 Th e tra diiuon ,,f cm, 1959, p. 81 [La tradición de lo nuevo, Ca- cuatro autores antes citados, junto con muchos otros contemporáneos interesantes, y
racas, Monte Avila]. los espléndidos manifiestos de Marinc:ni y Zamiatin.
•• 20 :lfarihall Bcrman

••
La modernidad: ayer, hoy y m.1ñana
21
ciales, [a inquietud y la agitación perpetuas» que durante doscientos
años han sido elementos fundamentales de la vida moderna. Cuando fícaba, en primer lugar, romper las barreras entre el «arte» y otras ac-

•• s estudiantes de la Universidad de Columbia se rebelaron en 1968, tividades humanas tales como el espectáculo c_omercial, la tecnología
aJ �gunos industrial, la moda y el diseño, la política. También estimulaba a es-
de sus profesores conservadores �escribieron sus acciones
critores, pintores, bailarines, compositores y cineastas a romper las

••
como «modernismo en las calles». Presumiblemente esas calles ha-
brían estado tranquilas y en orden -¡ en el centro de Manhattan !- fronteras de sus especialidades para trabajar juntos en producciones
sólo con que de alguna manera se hubiera podido mantener � la �ul- y actuaciones que combinaran diversos medios y crearan unas artes

••
más ricas y polivalentes .
tura moderna al margen de ellas, confinándola a las aulas universita-
rias a las bibliotecas y a los museos de arte moderno 21• Si los pro- Para los modernistas de esta clase, que a veces se llamaban a sí
fes¿res hubiesen aprendido sus propias lecciones, habrían r:cordad? mismos «posrnodernistas», el modernismo de la forma pura y el mo-

•• cuánto del modernismo -Baudelaire, Boccioni, Joyce, Maiakovski, dernismo de la revolución pura, eran demasiado estrechos, dernasia-
Léger y otros- se ha nutrido de !os
pro_blemas _reales de las calles
do farisaicos, demasiado opresivos del espíritu moderno. Su ideal era
abrirse a la inmensa variedad y riqueza de las cosas, los materiales y

••
modernas y ha transformado su ruido y disonancia en belleza y ver-
dad. Irónicamente, la imagen radical del modernismo como pura sub- las ideas que el mundo moderno producía inagotablemente. Insufla-
versión ayudó a alimentar la fantasía neoconservadora de �n mundo ron aire fresco y lúdico en un ambiente cultural que en los años cin-

•• purificado de la subversión modernista. «El seductor ha_ s1�0 el mo- cuenta se había vuelto insoportablemente solemne, rígido y cerrado .
dernismo», escribía Daniel Bell en Tbe cultural contradictions of ca- El modernismo pop recreó la apertura al mundo, la generosidad de
visión, de algunos de los grandes modernistas del pasado: Baudelai-

••
pitalism. «El movimiento moderno quebranta la unidad de la c�l_t�-
ra», «hace pedazos la "cosmología racional" en que se basa la v1_s1on re, Whitman, Apollinaire, Maiakovski, William Carlos Williams .
burguesa del mundo consistente en una relación ordenada e�tre tiem- Pero si este modernismo igualó en resonancia imaginativa a estos mo-

••
po y espacio», etc., etc 22• Si fuera p�sible �xpulsar a la serpiente mo- dernistas del pasado, nunca aprendió a recuperar su garra crítica.
dernista del jardín moderno, el espacio, el tiempo y el cosmos se arre- Cuando un espíritu creativo como John Cage aceptaba el apoyo del
glarían por sí solos. Entonces, presumiblemente, retorn_arfa _una edad shah de Irán y montaba espectáculos modernistas a pocos kilómetros

••
de oro tecno-pastoral, y máquinas y hombres podrían vrvrr juntos fe- del lugar donde gemían y morían prisioneros políticos, la falta de ima-
lices para siempre. ginación moral no era sólo suya. El problema fue que el modernis-
mo pop nunca desarrolló una perspectiva crítica que pudiera clarifi-

••
La visión afirmativa del modernismo fue desarrollada en los se-
car cuál era el punto en que la apertura al mundo moderno debía
senta por un grupo heterogéneo de autores entre los que �e in�luían
detenerse y el punto en que el artista moderno debe ver y decir
John Cage, Lawrence Alloway, Marshall McL_uhan, Leslie �1e�le_r;

••
Susan Sontag, Richard Poirier, Roben Vcnturi. En parte coincidió
con la aparición del pop art a comienzos de los sesenta. Sus te��s do-
minantes eran que «debemos abrir los oj?s a I� vida iue v1v11�os_» vol. 2; también en este volumen, « The dcath of avant-garde liter ature , , 1964 y • The

••
new mutant s •, 1965. Susan Sontag, -One culture and the ncw sensibility•, 1965, -Hap-
(Cage), y «cruzar la frontera, salvar el vacio» (Fiedler) . Ello s1gni-

.,
penings .. , 1962, y «Norcs on "camp"•, 1964, en Agai,w interpretation, Farrar, Straus
r Giroux, 1966 (Contra la interpretación, Barcelona, Seix Barral, 1969). Realmente, es-


21 tas tres formas de modernismo de los sesenta se pueden encontrar en los diversos en-
Véase el perspicaz análisis en Morris Dicksrein, Cates of Eden: American cul-
ture in tbe sixties, Basic Books, 1977, pp. 266-267 . sayos de que consta el libro; pero llevan vidas separadas. Sontag nunca trata de com-
22
Bell, Cultural contradictions of capit alism, Basic Books, 1975, p. 19 (Lu con- pararlas o confrontarlas entre sí. Richard Poirier Tbe performing sel]: composuions and
tradicciones culturales del capitalismo, Madrid, Aliania, 2.' ed. 1982]; -Modcrnisrn and decomposition, in cveryday !,fe, Oxford, 1971. Roben Veruuri, Complexity and con-

.1 tradict ton in arclutecucre, Museum of Modern A rt , 1966, y Venturi, Denise Scotr

•1
capitalisrn», Partisan Reuieiu, 45, 1978, p. 214. Este último ensayo se utilizó como pre-
facio para la edición de bolsillo de Cultural ccntradictions, 1978. Brown y David Iz enour, en Learning from Las Vt·gas, MIT, 1972. Sobre Al!oway, Ri-
1 23
Cage, -Experirncmal music-, 1957, en Silcnce, Wesleyan, 1961, p. 12. «Cross chard Hamilton, john Mcl-Iale, Reyner Banham y otros británicos que han contribui-
the border, close the gap•, 1970, en Fiedlcr, Collcct e d eHays, Srcin and Dny , 1971, do a la estética pop, véase John Russell y Suzi Gablik, l'op art redefined, Praeger, 1970,
• ¡ '. y Charles jcnck s, Modem rnoucments in arcbitect ure, Anchor, 1973, pp. 270-298 .

• 1
••
--------

••
modernidad: ayer, hoy y mariana 23
22
demidad. De aquí �ue el dis,�rso y la controversia sobre el signifi-
que algunos de los poderes de este mundo tienen que desapa-

••
cado de la modernidad, tan vitales hace una década, ahora práctica-
recer", mente hayan dejado de existir.
Todos los modernismos y antimodernismos de los sesenta, por l? Muchos intelectuales -:-artistas y literatos- se han sumergido en

••
unto tenían serios fallos. Pero su sola plenitud, junto a \U intensi-
dad; vitalidad de expresión, gene�ó un lenguaje c�mún, un ambien- el m�?do del estructu�alismo,. un mundo que simplemente deja la
cuestión de la modernidad -¡urto con todas las demás cuestiones
te vibrante, un horizonte compartido de experiencia .Y des�os. Tod�s


estas visiones y revisiones de la modernidad eran onentaoones acti- ac�r�a del ser y la histo�ia- fuera del mapa. Otros han adoptado una
vas hacia la historia, intentos de conectar el presente turbulento con �1suca del. posi:11odern1smo, que se esfuerza por cultivar la ignoran-
cia �e _la historia y la cultura modernas, y habla como· si todos los

"•
un pasado y un futuro, de ayudar a las hombres y mujeres de t�d? senurmentos, la expresividad, el juego, la sexualidad y la comunidad
el mundo contemporáneo a sentirse cómodos e_n él. Tod_� _estas_ ini- humanos acabar�n de se� invent�dos -p?r lo� posmodernistas- y

••
ciativas fracasaron, pero brotaron de una amplitud de visten e ima-
ardiente deseo de disfrutar del prese?te. Fue la �u- fu�ran desconocidos, e incluso inconcebibles una semana antes 2\
ginación y de un
sencia de estas visiones e iniciativas generosas lo que hizo de los anos �1entras tanto, los científicos sociales, incómodos por los ataques crí-

••
ticos a sus modelos recnopastorales, han abandonado la tarea de cons-
setenta una década tan triste. Prácticamente nadie parece hoy en día truir un modelo que pudiera ser más fiel a la vida moderna. En vez
conexión humana que entraña la idea de rno-
querer establecer la gran de eso, han dividido la modernidad en una serie de componentes se-

* Para un ejemplo de nihilismo pop en su forma más


desp�eocupada, véase el rno-
parados -industrialización, construcción del Estado, urbanización,
desarrollo �<J�s mer9do�, formación de una elite-- y se han opues-
to a cualquier- <Sptento de integrarlos en un todo. Ello los ha librado ••
••
del arquitecto Philip Johnson, entrevistado por Susan Sonta�
nólogo de hur,c>:;: negro
pan la BBC en í •>:;5: de generalizaciones extravagantes y totalidades vagas, pero también
de un pensamiento que pudiera comprometer sus propias vidas y
el sentido enético está, de una rna-

••
SOl'ITAG: Pienco, pienso qu:: en Nueva York
nera curiosa y muy moderna, mis desarrollado que en cualquier otra parte. S1 lasco· 1_' Los más notables entre 'los
exponentes tempranos del posmodernismo fueron
sas se experimentan moralmente se vive en estado de in.dignación y horr or perrnanen-
Lesl'.c Fiedler e lhab Hassan: Fiedler, • The dearh of the avant-garde lirerarure», 1964
te, pero [ríen], pero si se tiene una manera móy moderna de ...

••
:,- • l he ncw rnurants-, 1965, ambos en Collected f$54JS. volumen 11; Hassan, Tbe Jis:
JOHNSON: ¿Supone que cambiará
el sentido de la moral, el hecho de que: no po
memberment of Orph.eu$: to�a_rdj a postmodern literature, Oxford, 1971, y ·POST-
damos usar la moral como medio para juzgar a esta ciudad, porque no podamos so- modernISM: a paracritical �,bliography•, en Perecnticism: 1t•ven speculations o{ tb«
portarla? ¿Y que estamos cambiando
iodo nuestro sistem.1 moral para encajar el hecho
times, Illinois, 1973. Para ejemplos posmodernos posteriores, véase Charles Jencks,

••
de que vivimos ridículamente? Thc Language uf post-modern arcbitecture, Rizzoli, 1977; Michel Benamou y Charles
S01'frAV Bueno, pienso que estarnos aprendiendo las limitaciones de, de la n�· Calleo, Periormance 111 post-modern culture, Milwaukee, Coda Press, 1977; y el libro
riencia moral de las cosas. Creo que es posible ser estético ... en curso Boundary 2: a ¡ournal of postmodern lueraturr. Para críticas sobre la torali-

••
JOHNSON: Para disfrutar simplemente
de las cosas 1.11 como son: vernos la bellev>
J.J del proyecto, véase Robert Alter, • Thc selí-conscious moment: reflecuons on rhe
de un modo totalmente diferente de como posiblcmente la veía [Lewis) Mumíord. aftermarh of posr-modernisrn-, Triquarterly, n." )), primavera de 1975, pp. 209-230,
SOl'ITAG: Bueno, pienso, creo que ahora mfsmo veo cosas a una especie de dobl, Y Matei Calinescu, Faces of modermty, Indiana, 1977, pp. 132-1 H. Números recienus

••
nivel, a la vez. moralmente y ... Je Boundary l sugieren algunos de los problemas inherentes .J concepto de posmo-
JOHNSON: ¿ Y de: qué te sine creer en co�as buenas? derrusrno. Esta revista_ frecuentemente fascinante se ha interesado progresivamente por
SONTAG: Porque yo ...
\'cntores como_ Melville, '.oe, las Bronté, Wordsworth, e incluso Fidding y Stclne.
JOHNSON: Es feudal y fútil. Creo que es nucho mejor ser nihilisu Y olvidarlo todo I erfecto, pero s1 esos escritores pertenecen al período posmodcrno ¿cu.indo tuvo lu-

••
Es decir, sé que mis amigos moralisus me a•:ae2n, ch, pero. realmente¿ se aso no se con- gar la era moderna? ¿En la Edad Media? En el contexto de las artes visuales se desa-
mueven por nada? r_rollan otros problemas diferentes en Douglas Davis, -Post-post arr-, 1 y 11, y -Syrnbo-
lt�mo meets rhe faerw queene•,_ en Villagt Vout, 24 de junio, 13 Je agosto y 17 de

••
El monólogo de Johnson sigue 'f sigue, interrumpido por tartamudeos perpk10, d1c1embre_ de 1979. Véase también, en lo que respecta .J teatro, Richard Schechner,
de Sontag quien, aunque claramente quiere entrar en el juego, no puede decidirse del • The dec;me and fall ,,¡ rhe [ American J avanr-garde-, Prrfommg Arts [ournal, 14, 1981,
todo a decir adiós a la moral. Citado en Jencks, Modrm mat!nrttnti vi arcbuea ur«. pp. 48-6_.


pp. 208-210.
- ij,.-c.-· ·�-

e f�· .
,H nrsbnl! Berman
•l 2.J L,1 modernidad: ayer, hoy y mahana
25
e1
•• su lugar en la historia 25. El eclipse del problema de la mo-
'{'
su materialidad, sus fuerzas, sus energías, sus sensaciones y sus pla-
o b ras y h . . f. d I d ., d
J er111id a d en la década de los setenta a s1gn1 rea o a estruccion
. .,e ceres». ¿ Actuamos políticamente, derrocamos tiranías, hacemos re-

••
ma vital de espacio público. Ha apresurado la desintegración
una f or · · , voluciones, creamos constituciones con el fin de establecer y prote-
de nuestro mundo en una agregación de grupos priva d os d e mter':s ger los derechos humanos? Mera «regresión de lo jurídico», porque,
material y espiritual, habitantes de mónadas sm ventanas, mucho mas desde la época feudal las constituciones y los códigos son únicamen-

••
aislados de lo que necesitamos estar. . te «las formas que tornan aceptable un poder esencialmente norma-
Casi el único autor de la pasada década que ha dicho _algo sus- lizador» 26. ¿ Usamos nuestros cerebros para desenmascarar la opre-
tancial sobre la modernidad es Michel Foucault. Y lo que dice es una sión, lo que Foucault aparentemente intenta hacer? Mejor dejarlo,

•• serie interminable y atormentada de variaciones sobre los temas wc-


berianos de la jaula de hierro y las nulidades humanas curas aln�as
están moldeadas para adaptarse a los barrotes_. Foucault esta ob_�es!o-
porque todas las formas de investigación sobre la condición humana
«no hacen sino remitir a los individuos de una instancia disciplinaria

••
a otra» realzando, con ello, el triunfal «discurso del poder». Cual-
nado por las prisiones, los hospitales, los asilos, _por las que l:.rv_mg quier crítica suena a vacío, pues los propios críticos están en la «má-
Coffrnan ha llamado las «instituciones totales». Sin t�mbargo_, a dife- quina panóptica, dominados por sus efectos de poder que prolonga-

••
rencia de Goffman, Foucault niega la posibilidad de cua)qu1er _cl_ase mos nosotros mismos, ya que somos uno de sus engranajes» 27•
d e libertad va sea fuera de estas instituciones o entre sus mterstrcios. Después de haber estado sometidos a esto durante cierto tiempo,
Las totalidades de Foucault absorben todas las facetas de 1 a vt.d a m�-
t ,

••
nos damos cuenta de que en el mundo de Foucault no hay libertad
derna. Foucault desarrolla estos temas con una inflexibilidad obsesi- porque su lenguaje forma un tejido sin costuras, una jaula mucho
va y, de hecho, con rasgos sádicos, imponiendo sus_ id:a� a sus lec- más hermética de lo que Weber llegara a soñar, y dentro de la cual

••
tores como barrotes de hierro, haciendo que cada dialéctica penetre no puede brotar la vida. El misterio es por qué tantos intelectuales
en nuestra carne como una nueva vuelta de tornillo. de hoy en día quieren, al parecer, asfixiarse en la jaula con él. La res-
Foucault reserva su desprecio más feroz para las personas. que puesta es, sospecho, que Foucault ofrece a una generación de refu-

•• imaginan que la humanidad moderna tiene la posibilidad �e ser libre.


·Creemos sentir un acceso espontáneo de deseo sexual? Simplemente
giados de los sesenta una coartada histórica mundial para explicar el
sentimiento de pasividad e importancia que se apoderó de tantos de


�omos movidos «por las modernas tecnologías del P?der _q�e toman nosotros en los setenta. Es inútil tratar de resistir a las opresiones e
la :vida como su objeto», somos arrastrados por el «dispositivo de se- injusticias de la vida moderna, puesto que hasta nuestros sueños de

•I
xualidad que el poder organiza en su apoderamiento de los cuerpos,

•1•'
libertad no hacen sino añadir más eslabones a nuestras cadenas; no
1
obstante, una vez que comprendemos la total inutilidad de todo, po-
demos por lo menos relajarnos.
15 La
principal justificación para abandonar el concepto de rnodernización es ofre-
cida con la mayor claridad en Samuel Huntington, «The Change to change: moder-

•• nization, development and politics», Comparative Policics, 3, _1970-1971 '. pp. 286-322. 2
� The history of sexuality, vol. 1, Introducción, 1976, traducido al inglés por Mi-
Véase también S. N. Eiscnsradr, • Thc desintegration of the 1111c1al parad1gm ...' en Tra-
chael Hurley, Panrheon, 1978, pp. 144. 1 SS, y todo el capítulo final [Historia de la ff-
dition, change and modernity (citado en nota 10), pp. 98-11 S. Pese a la ten_denc1a general,


xualidad, vol. 1, La voluntad de saber, Madrid, Siglo XXI, 1978) .
durante los setenta unos pocos científicos sociales afinaron y projuridiz aron el con- 17
Discipline and punish: tbc birtb of thc prison, 1975, traducido por Alan Sheri-

••
cepto de modernización. Véase, por ejemplo, lrving Leonard Markowiiz, Power and dan, Panthcon, 1977, pp. 217, 226-228 [ Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Ma-
class in Africa, Prenticc-Hall, 1977 . drid, Siglo XXI, 1978). Todo el capítulo titulado -El panoptisrno», pp. 195-228, mues-
Es posible que la teoría de la modernización siga desarrollándose durante los ochen-
tra a Foucaulr en su momento más arrollador. Ocasionalmcnce aparece en este capí-
ta, a medida que se asimile la fecunda obra de Fernand Braudel y sus seguidores en

••
.,'r tulo una visión menos monolícica y más dialéctica de la modernidad, pero la luz no
historia comparativa. Véase Braudel, Capitalism and material. life, 1400-1800, _tradu-
tarda en apagarse. Todo esto debería de ser comparado con la obra anterior y más pro-
cido por Miriam Kochan, Harpcr & Row, 1973, y A'[tertboughts on material civiliza-
funda de Goffman, por ejemplo los ensayos sobre «Characteristics of total inst iru-
tion and capitalism, traducido por Patricia Ranum, Johns Hopkins, 1977; 1 mmanuel


rions» y « The underlife of a public insrirurion», en Asylums: essays 011 tlie social stt u a-
Wallerstein, The modern world system, vols. l y 11, Academic Press, 1974, 1980. [El
tion of mental patients an d other inm ates, Anchor, 1961 [ f ntcruados: Ensayos sobre lz
moderno sistema mundial, Madrid, Siglo XXI, 1979, 1984) .
situación social de los enfermos mentales, Buenos Aires, Amorronu, 1970).
/
------·-· ---
¡.
••
La modernidad: ayer, hoy y mañana
1.6 27

lo más ·c�rcano y,más querido, a la calle, a nuestro propio hijo, nues-

••
En este contexto tan desolado, quisiera resucitar el modernismo
dinámico y dialéctico del siglo XIX. Un gran modernista, el crítico y tro propio corazon, nuestros más íntimos y secretos reductos del de-
poeta mexicano Octavio Paz, se ha lamentado de que la modernidad, seo Y la voluntad». Las máquinas modernas han cambiado. conside-

••
-cortada del pasado y lanzada hacia un futuro siempre inasible, vive rablemente durante los años que separan a los modernistas del si-
al día: no puede volver a sus principios y, así, recobrar sus poderes glo XIX de _nosotros;. pero lo, hombres y las mujeres modernos tal
de renovación- 28. Este libro sostiene que, de hecho, los modernismos como los vieron Marx y Nietzsche y Baudelaire y Dostoievski ;ólo
del pasado pueden devolvernos el sentido de nuestras propias raíces
modernas, raíces que se remontan a doscientos años atrás. Pueden
ahora podrían comenzar a sentirse totalmente a sus anchas
� arx, Nietzsche y sus contemporáneos
der�1dad como una totalidad en un momento en
experimentar �n
'
la mo-
••
••
ayudamos a asociar nuestras vidas con las vidas de millones de per- que sólo una pe-
sonas que' están viviendo el trauma de la modernización a miles de quena parte del mundo era verdaderamente moderna. Un siglo más·
tarde, cuand� el pr?ce�o de modernización había arrojado una red

l.
kilómetros de distancia, en sociedades radicalmente distintas a la

••
nuestra, y con los millones de personas que lo vivieron hace un siglo de la que nadie, ni siquiera en el rincón más remoto del mundo, pue-
o más. Pueden iluminar las fuerzas y necesidades contradictorias que de escapar, podemos aprender mucho de los primeros modernistas
nos inspiran y atormentan: nuestro deseo de estar arraigados en un no tanto sobre su época co_m? sobre la nuestra. Hemos perdido nues-
pasado social y personal estable y coherente, y nuestro insaciable de- tro control de las contradicciones que ellos tuvieron que captar con
seo de crecimiento -no solamente de crecimiento económico, sino toda su fuerza, �� todos !c_.,__momentos de su vida diaria, simplemen-
!.
1.
también de crecimiento en experiencia, placer, conocimiento, sensi- te para poder v1v�r. Parado¡1camente, es posible que finalmente esos
bilidad-, crecimiento que destruye tanto los paisajes físicos y socia- pnm_eros modermst�s nos comprendan -la modernización y el mo-
les de nuestro pasado como nuestros vínculos emocionales con estos
mundos perdidos; nuestras desesperadas lealtades a los grupos étni-
dernismo que consmu_ye nuestras vidas- mejor de lo que nosotros
nos comprendernos. S1 podemos hacer nuestras sus visiones y utili-
••
••
cos, nacionales, de clase y sexo, de los que esperamos que nÓs den zan s�s perspecnvas para observar nuestro propio entorno con nue-
una «identidad» sólida, y a la internacionalización de la vida cotidia- vos ojos, veremos que en nuestras vidas hay más profundidad de lo
na --de nuestros vestidos y objetos domésticos, nuestros libros y que pensa�os. Sentiremos nuestra comunidad con las gentes de todo

••
nuestra música, nuestras ideas y fantasías- que difunde todas nues- el mundo que han estado luchando con los mismos dilemas qu'! no-
tras identidades por todo el mapa; nuestro deseo de vivir de acuerdo sotros. � volv�remos a conectar con una cultura modernista notable-
con unos valores claros y sólidos, y nuestro deseo de abrazar las po- mente nea y vibrante, nacida de esas luchas: una cultura que contie-
sibilidades ilimitadas de la vida y la experiencia modernas que anulan
todos los valores; las fuerzas sociales y políticas que nos lanzan a con-
ne grandes reser�as de fuerza y salud, si somos capaces de recono-
cerla como propia. ·
Entonces podría resultar que el retroceso fuera una manera de
••
••
flictos explosivos con otras personas y otros pueblos, aun si desarro-
llamos una sensibilidad y una empatía más profundas hacia nuestros ª.v_anzar: que recordar los modernismos del siglo XIX nos diera 1� vi-
enemigos designados y acabamos por darnos cuenta, a veces dema- sion Y el valor para crear los modernismos del siglo XXI . Este acto

••
siado tarde, de que después de todo no son tan diferentes de noso- de recuerdo podría ayudarnos a devolver el modernismo a sus raíces,
tros. Experiencias como éstas nos ligan al mundo moderno del si- par.a. que se nutra }' renueve y sea capaz de afrontar las aventuras y
glo XIX: un mundo en el cual, como dijo Marx «todo está preñado p�l1gros que le aguardan: _Apropiarse de las modernidades de
ayer

••
de su contrario» y «todo lo sólido se desvanece en el aire»; un mun- puede ser a la vez �na critica de las modernidades de hoy y un acto
do en el cual, como dijo Nietzsche, «hay peligro, la madre de lamo- de fe e� las modernidades -y en los hombres y mujeres modernos--
ral, un gran peligro [ ... ] pero esta vez desplazado a lo individual, a de manana y de pasado mañana.

21
Aúemat1ng current, 1967, traducido del castellano al inglés por Helen Lane, Vi- ••

.
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