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Discipulado radical
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Ebook1,714 pages23 hours

Discipulado radical

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About this ebook

Danny Totocayo es conferencista, apologista cristiano y escritor de varios libros entre los cuales destacan: La fe ciega del ateo, Discipulado Radical, Refutando el calvinismo y Catolicismo romano: un camino hacia el infierno. En el año 2018 fundó el Ministerio apologético Escudo y Adarga junto al Profesor J

LanguageEspañol
Publisheribukku, LLC
Release dateDec 17, 2021
ISBN9781685740382
Discipulado radical

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    Discipulado radical - Guerrero de Cristo

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    DISCIPULADO RADICAL

    Guerrero de Cristo

    Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

    El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora. Todos los textos e imágenes fueron proporcionados por el autor, quien es el único responsable por los derechos de los mismos.

    Publicado por Ibukku

    www.ibukku.com

    Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico

    Copyright © 2021 Danny Totocayo Bonifacio

    ISBN Paperback: 978-1-68574-037-5

    ISBN eBook: 978-1-68574-038-2

    ÍNDICE

    Prólogo

    Por Eduardo Gutiérrez

    DISCIPULADO

    Lección 01

    LO QUE DEBES HACER PARA SER SALVO

    Lección 02

    LA ORACIÓN

    Lección 03

    EL PECADO

    Lección 04

    LA SANTIFICACIÓN

    Lección 05

    NUESTRO ENEMIGO: SATANÁS

    Lección 06

    EL PERDÓN

    Lección 07

    NOVIAZGO Y SEXUALIDAD

    Lección 08

    MATRIMONIO Y CRIANZA

    Lección 09

    LA FE

    Lección 10

    EL DISCÍPULO RADICAL

    Lección 11

    NUESTRO PADRE CELESTIAL

    Lección 12

    VENCIENDO EL ORGULLO

    Lección 13

    ESCLAVOS DE CRISTO

    Lección 14

    EL ARREPENTIMIENTO VERDADERO

    Lección 15

    LA CONVERSIÓN VERDADERA Y LA FALSA

    Lección 16

    EL CORAZÓN APÓSTATA

    Lección 17

    EL OCULTISMO

    Lección 18

    SANIDAD PARA UN CORAZÓN HERIDO

    Lección 19

    EL AYUNO

    Lección 20

    LA LENGUA

    Lección 21

    LAS TENTACIONES Y LAS PRUEBAS

    Lección 22

    ¿CÓMO DEBEMOS VESTIRNOS Y ADORNARNOS?

    Lección 23

    EL CRISTIANO Y EL DINERO

    Lección 24

    EL AMOR, LO MÁS GRANDE DE TODO

    Lección 25

    RENOVANDO NUESTRA MENTE

    Lección 26

    LA MADUREZ

    Lección 27

    ¿PROMETE DIOS HACERNOS RICOS MATERIALMENTE?

    Lección 28

    JUEGOS DE AZAR

    Lección 29

    EL CASI CRISTIANO

    Lección 30

    ¡NO TEMAS!

    Lección 31

    LA ADORACIÓN A DIOS

    Lección 32

    MINISTRANDO LIBERACIÓN

    Lección 33

    CRISTIANISMO RADICAL

    Lección 34

    ALIMENTACIÓN BÍBLICA

    Lección 35

    LAS BEBIDAS ALCOHÓLICAS Y LAS DROGAS

    Lección 36

    ¿AJUSTICIAMIENTO O ASESINATO?

    Lección 37

    LA IGLESIA: NUESTRA NUEVA FAMILIA

    Lección 38

    CRECED EN GRACIA

    Lección 39

    ¿APOSTASÍA EN LA IGLESIA DE CRISTO?

    Lección 40

    ¿DEBEMOS GUARDAR EL SÁBADO COMO DIA DE REPOSO?

    Lección 41

    LA BIBLIA

    Lección 42

    LA EXISTENCIA DE DIOS

    Lección 43

    LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD

    Lección 44

    NATURALEZA Y ATRIBUTOS DE DIOS

    Lección 45

    LOS NOMBRES DE DIOS

    Lección 46

    EL ESPÍRITU SANTO

    Lección 47

    EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO

    Lección 48

    EL FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO

    Lección 49

    DONES ESPIRITUALES

    Lección 50

    DONES MINISTERIALES

    Lección 51

    ¿QUIÉN ES JESUCRISTO?

    Lección 52

    EL CRISTIANISMO ES GRANDIOSO

    Lección 53

    LOS ÁNGELES DE DIOS

    Lección 54

    LOS DOS PACTOS

    Lección 55

    ¿BAJO QUÉ LEY ESTÁN LOS CRISTIANOS?

    Lección 56

    REFUTANDO EL CALVINISMO

    Lección 57

    ¿QUÉ SUCEDE DESPUÉS DE LA MUERTE?

    Lección 58

    EL CASTIGO ETERNO

    Lección 59

    LOS ÚLTIMOS DIAS

    Lección 60

    LA IDOLATRÍA CATÓLICO-ROMANA

    EVANGELISMO Y AVIVAMIENTO

    Lección 01

    CÓMO TESTIFICAR A LOS INCONVERSOS

    Lección 02

    DIOS ESTA BUSCANDO UN HOMBRE

    Lección 03

    EN BUSCA DE LAS ALMAS

    Lección 04

    COMO TENER UN AVIVAMIENTO Espiritual EN TU PROPIA VIDA

    Lección 05

    BUSQUE LA UNCIÓN

    Lección 06

    EN BUSCA DE UN AVIVAMIENTO

    TEMAS DE CONTROVERSIA

    Lección 01

    SI DIOS ES BUENO, ¿PORQUE PERMITE EL SUFRIMIENTO?

    Lección 02

    LA HOMOSEXUALIDAD ES UNA ABOMINACIÓN

    Lección 03

    EL ABORTO

    Prólogo

    Por Eduardo Gutiérrez

    Después de leer este Discipulado no me queda dudas de que es una gran herramienta en manos de cualquier pastor o líder cristiano en especial de la rama no calvinista del cristianismo evangélico. Este libro es un compendio de conocimientos e información realmente valioso, que puede ser usado en las medidas de las necesidades de las iglesias locales en toda América Latina.

    Quiero felicitar a Danny Totocayo y a los demás expositores por esta joya, la cual con toda seguridad les costó mucho sacrificio escribir. Sin duda Dios tuvo que ayudarlos.

    Con un estilo sencillo y fácil de comprender Danny Totocayo ha logrado poner en manos de la Iglesia un libro que reune una gran cantidad de tópicos importantes. Creo que la intención en este libro fue ir desde la A hasta la Z y estimo que logro su objetivo. Todo bien organizado por temáticas.

    Este libro en mi humilde opinion logra la armonía entre lo complejo y lo sencillo y entre lo profundo y lo básico. Tanto un estudioso como un nuevo cristiano podrían leer este Discipulado y comprender cual es el mensaje de los autores y que quieren transmitir.

    En este Discipulado, usted encontrará información bíblica y doctrinal de variados temas cardinales del Cristianismo Pentecostal, además de una guía fácil para comenzar a adentrarse en el estudio bíblico y ministerial. Además, si eres un recién bautizado te puede ayudar a comprender muchos aspectos de la doctrina evangélica pentecostal.

    Sin duda, este como cualquier otro manual debe de ser estudiado y examinado a la luz de la Escritura. Este volumen servirá de guía básica tanto para líderes como para nuevos creyentes en especial en Iglesias pentecostales. La Biblia dice que mi pueblo muere porque le falta el conocimiento y esto es una gran verdad Bíblica. Creo que manuales como este libro deberían de ser una fuente de estudio para todo el que predique la Palabra de Dios.

    Danny Totocayo es un excelente apologista por lo que ha dedicado tiempo en profundizar en el estudio de las doctrinas del Cristianismo. Esto lo hace un instrumento útil en manos de Dios y creo que con este libro estara siendo de gran ayuda a la Iglesia de Cristo.

    Creo que no es necesario decir mas en este escueto prologo y solo me resta desearles una feliz lectura y felicitar a mi hermano Danny por este libro.

    Pastor Eduardo Gutierrez

    www.reflexionesdelpastor.com

    DISCIPULADO

    Lección 01

    LO QUE DEBES HACER PARA SER SALVO

    COMENTARIOS INTRODUCTORIOS

    ¡La salvación del Castigo Eterno es el tema más importante!

    Querido lector, le pido que lea atentamente todo lo que se dirá con respecto a la salvación del alma, ya que este tema es el mas importante de todos. En esta vida existen muchas cosas importantes; pero nada es más importante que saber que es lo que debe hacerse para ser salvo de la condenación eterna. Después de morir no te importara cuanto obtuviste en esta vida, sino donde pasaras la eternidad.

    Mientras estas vivo, puedes buscar la salvación que Dios te ofrece, pero después de muerto ya no habrá oportunidad para buscar el perdón de Dios, es por eso que ahora debes de asegurarte de recibirlo.

    Para que comprenda bien este tema, conviene que le explique, (aunque sea de manera breve), como hemos llegado a un mundo de maldición y desgracia y cómo podemos ser salvos del castigo eterno.

    1. La Biblia nos dice que Dios creo el universo y todo lo que existe. El Señor creo los cielos y la tierra, los animales y la vegetación, los seres angelicales y los seres humanos. Todo lo que existe es obra de Dios y fue creada para manifestar a todos su grandeza, belleza y Poder.

    2. La Biblia nos dice que una de sus criaturas, un ser angelical, un Querubín para ser exacto, se rebeló contra Dios, arrastrando a una tercera parte de los ángeles, los cuales, al igual que él, no tendrán perdón por su pecado, ya que el conocimiento que tenían de Dios era mucho como para que Dios les pueda ofrecer perdón. Este ser angelical se llama diablo y satanás y fue expulsado del cielo.

    La expulsión de satanás se dio después de haber sido creado el universo, si no es así, ¿dónde fue expulsado satanás, si no existía el universo?

    3. Cuando Dios creo la tierra, hizo en el sexto día al hombre (Adán y Eva) para que al igual que otras de sus criaturas le obedeciesen, le conociesen y disfrutasen de su amor; pero el hombre al rebelarse voluntariamente contra Dios, experimento las consecuencias que Dios ya le había dicho que vendrían sobre él, si comia del fruto prohibido.

    La Sagrada Escritura nos dice que cuando el diablo engañó a Eva (1 Timoteo 2.14) para que comiera del fruto que Dios le prohibió, Ella desobedeció a Dios, dio a Adán del fruto y este sin ofrecer resistencia, consintió en comer de aquel fruto.

    4. Adán y Eva no fueron ignorantes sobre el significado de la muerte como algunos suponen. Ellos no sabían cómo era la muerte por experiencia; pero sabían de qué se trataba. La muerte significa separación. Y esto es lo que sabian que iba a ocurrir si desobedecían a Dios. Cuando Adán y Eva pecaron hubo una separación Espiritual (pérdida de la comunión con Dios) y también hubo un muerte física (separación del espíritu del cuerpo), esta ultima muerte ocurrio tiempo después.

    Es absurdo decir que Dios prohibió a Adán y Eva algo, si ellos no sabían lo que significaba la muerte, la cual viene como consecuencia de la desobediencia. ¿Es posible que en la mente de Adán no estuviera presente la caída de satanás?

    La muerte también traería implícitamente, un mundo caído en donde Adán sufriría para conseguir el pan de cada día y la mujer sufriría al dar a luz. La fauna y la vegetación también serían afectadas.

    5. Pero de todas las consecuencias, Dios, en su bendito amor, gracia soberana y misericordia, decidió postergar la muerte eterna. La muerte eterna es la exclusión de la presencia de Dios, es decir la separación, incluido el fuego eterno (Mateo 25:41,46).

    Dios postergo su juicio de muerte eterna por su gran amor y misericordia para que, en tanto que no ajusticia al mundo, cualquiera que quiera, aproveche este tiempo para pedir misericordia y pueda recibir salvación de la terrible condenación del castigo eterno.

    6. El pecado de Adán por justicia divina se le imputa a todo ser humano. ¿Por qué es así? Porque Adán fue nuestro representante. No hay porque quejarse. Si nosotros hubiéramos estado en el jardín del Edén, quizá hubiéramos hecho cosas peores. Quizá hubiéramos hecho una ensalada de frutas con el fruto prohibido. Y quizá también hubiéramos dicho a Eva; estúpida o le hubiéramos dado una bofetada, lo cual también es pecado. ¿Quien dijo que solo comer del fruto prohibido en el Eden era pecado? ¿Acaso Adán tenia licencia para maltratar a Eva y ser tenido por inocente?

    Dios no quiso el pecado; pero es posible que Dios haya permitido que entrara el pecado en el mundo, ya que podría sacar un bien enorme: daría perdón y probablemente mayor felicidad en el cielo a todos aquellos que recibirían la salvación.

    Ningún pecador puede ser excusado, porque a cada uno se le ofrece la oportunidad de recibir perdón. Y si el ser humano no lo recibe, es porque no quiere la dicha de estar con Dios por siempre.

    7. Por causa del pecado de Adán y Eva, los seres humanos nacemos separados de Dios (sin comunión) y también morimos físicamente. Sin embargo, nacer en estado de muerte, no significa que el ser humano no pueda buscar a Dios; pero por causa de su amor por el pecado es imposible que busque a Dios, hasta que El Espíritu Santo lo despierte y lo convenza de su pecado y le haga ver su necesidad de perdon.

    8. Dios quiere la salvación de toda la humanidad. Dios quiere que todos sean salvos; pero no obliga a nadie a ser su hijo. Si los seres humanos no reciben la salvación es porque luchan contra El Espíritu Santo para no someterse a Dios cuando se les predica el evangelio.

    Aquellos a los cuales el evangelio no les ha llegado, no tienen excusa, ya que Dios se ha revelado por medio de la naturaleza para que lo busquen y Dios les de revelación sobre la salvación que necesitan como ha ocurrido muchas veces. Se de musulmanes y de muchos otros que sin conocer una sola palabra del evangelio llegaron a conocer a Dios porque buscaron a Dios. Es cierto que por la sola naturaleza la mayoría de personas no le buscara; pero no hay excusa.

    9. Para ser salvo necesitas hacer algo. La Biblia nos dice que un carcelero, el cual estaba a punto de suicidarse, dijo desesperado al apóstol Pablo y a su compañero de milicia, Silas: ¿qué debo hacer para ser salvo? (Hechos 16:30), a lo cual ellos respondieron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa (Hechos 16:30-31).

    Pablo y Silas no dijeron que este carcelero no debía hacer nada como muchos suponen. Pablo y Silas dijeron claramente que este debía hacer algo: Creer en Cristo.

    Esta respuesta no significaba que solo debía creer que Cristo existio, ya que esto lo hacen hasta los demonios. Lo que Pablo y Silas dijeron implicaba creer en las enseñanzas de Cristo, en su encarnacion, en su perfeccion moral, en su sacrificio, en su resurrección y en su intercesión. Pablo solo estaba dando un resumen de lo que este hombre debía hacer.

    Ya explicado todo esto, aunque de manera breve, creo que ya puedo mostrarle los pasos que debes dar para creer en Cristo y ser salvo de la condenación eterna.

    SI QUIERES SER SALVO, RECONOCE QUE ERES UN MALVADO Y VIL PECADOR COMO LO DICE DIOS

    La dulce y tierna voz de nuestro Dios Santo, Justo y Misericordioso llama a todos los hombres de todas las naciones a ir a Él, reconociendo sus pecados.

    El Señor, por medio del profeta Jeremías, te dice: Reconoce, pues, tu maldad, porque contra Jehová tu Dios has prevaricado, y fornicaste con los extraños debajo de todo árbol frondoso, y no oíste mi voz, dice Jehová (Jeremías 3:13. Véase también Salmo 51:6).

    No estas oculto ante Dios. El ha visto todos tus pecados y espera que reconozcas sin excusa alguna tu maldad. No puedes decir, no soy pecador; porque estarías diciendo que eres perfecto y no hay nadie perfecto. Tampoco puedes decir que eres menos pecador que otros, porque solo estarías justificándote. Ser menos pecador que otros, no te librara de la condenación eterna.

    Reconoce con despiadada honestidad, que eres más malo de lo que crees ser. ¿Acaso ya te has olvidado lo malo que has sido? Dios no salvara a nadie que se siente puro y digno. Solo salvara a aquellos que reconocen humildemente su miseria e hipocresia.

    Todos hemos pecado contra Dios (Romanos 3:23) y por lo mismo, no podemos justificarnos delante de El. Si quieres ser salvo de la oscuridad y abismo del castigo eterno debes reconocer la fealdad de tu corazon. Todo el cielo sabe que en lo profundo de tu corazón eres un enemigo que está en rebeldía activa y continua contra Dios. ¡No trates de negarlo! ¡Acéptalo!

    Nuestros pecados han dejado rastro y el cielo es testigo de nuestros pecados y corrupciones. Nuestros pecados nos han hecho seres, Espiritualmente leprosos, sucios, desnudos, ni aptos para vivir, ni aptos para morir tampoco (C. H. Spurgeon. Todo de gracia. Pág. 5).

    Todos hemos pecado al haber hecho lo malo y al no haber hecho lo bueno cuando podíamos hacerlo (Santiago 4:17). Todos hemos pecado al quebrantar la Ley de Dios (1 Juan 3:4) y por eso Dios nos llama desobedientes. ¿Deberíamos defender nuestro nombre aun cuando hemos estado pecando a cada rato y en todas las formas? ¿No deberíamos, más bien, con humildad, reconocer nuestros pecados y miseria?

    Hay una verdad indiscutible, y esta verdad es que, ¡todos pecaron! (Romanos 3:23) y usted no es la excepción. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros (1 Juan 1:8). El profeta Isaías, horrorizado y humillado declaro: Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento (Isaías 64:6).

    Usted sabe que debe de reconocer ahora mismo que es malo delante de Dios. Quizá sea bueno para sus amigos; pero no para Dios. No le quiero acusar; pero si usted recuerda sus pecados pasados, se horrorizaría por lo vil y sucio que ha sido como para estar tratando de justificarse.

    Dios testifica contra ti, que has puesto tu, corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu (Zacarías 7:12).

    ¡Todos hemos pisoteado los mandamientos de Dios! Sin embargo, no todos hemos reconocido nuestras impurezas y maldades. ¡No esperemos que otros reconozcan sus pecados para hacerlo nosotros! Dios espera que reconozcas tus pecados, porque El ha visto absolutamente todo lo que has hecho en tu vida.

    ¡Eres pecador y grande es tu culpa!

    ¿Es injusto que Dios llame a todos los hombres, hijos de desobediencia (Efesios 2:2), hijos del infierno (Mateo 23:15), hijos del diablo (1 Juan 3:10), enemigos de Dios (Éxodo 15:6), generación perversa (Deuteronomio 32:5), sepulcros blanqueados (Mateo 23:27), lobos (Mateo 7:15), desventurados, pobres, ciegos y desnudos (Apocalipsis 3:17)? No, porque esa es la pura verdad.

    ¡Oh amigo! ¡Eres hostil contra Dios a toda hora! ¡Escupes su rostro y eres un anticristo Espiritual que ha vivido enemistado contra Dios infinitamente al desobedecerlo todo el tiempo!

    Si todos tus vecinos y amigos vieran en una gran pantalla todo lo que has hecho, solamente en esta semana, estarías muy avergonzado; pero tus vecinos no pueden ver todo lo que has hecho. Sin embargo, Dios, si lo ha visto todo y nada se ha escapado de su vista. Es en vano buscar excusas y justificar lo malo. No justifiques tus pecados cuando Dios los condena, no los ames cuando Dios los aborrece. Dios está en todo lugar y nada está oculto a sus ojos. Cada pecado nuestro ha sido visto por Dios desde cada ángulo. Sus malas motivaciones y fingimiento, sus hipocresías y oscuridad. Todo ha sido visto por Dios, aun lo más escondido y vergonzoso. Su cinismo y auto indulgencia, sus justificaciones y sus vanidades. Toda tu vida esta descubierta ante Dios. Nada puedes ocultarle. El Santo de los santos lo ha visto todo.

    Dios no solo ha visto tus pecados, sabe su número. Así como vuestros cabellos están todos contados (Mateo 10:30) por Dios, vuestros pecados también lo están. ¡El Señor dice: Tengo en memoria toda su maldad! (Oseas 7:2). Pero también puede olvidarse de ellos en un abrir y cerrar de ojos.

    El pecado ha hecho que nuestras vidas huelan mal y que nuestro corazón se haya vuelto un monstruo espantoso. Reconoce pues, que delante de tu Hacedor, eres en el mejor de los casos, un gusano que se arrastra, cargando pecado y culpa camino al infierno.

    ¡No eres inocente, eres un gran pecador! ¡Tus pecados son numerosos!

    ¡Mentiste aun cuando tu conciencia te decía que no debías hacerlo! En las mentiras también están incluidas las exageraciones. El hecho de permanecer en silencio para recibir crédito falso por algún logro de otra persona es también una mentira. Un sutil cambio de tono, una inflexión o cualquier expresión puede ser tan desorientadora y falta de veracidad como la mentira más osada (Ray Confort. Sermón El mejor secreto del diablo).

    ¡Tu corazón ha sido envidioso y malo!

    ¡Has deshonrado a tus padres y les has levantado la voz!

    ¡Has insultado y hasta golpeado a los predicadores del evangelio!

    ¡Has hecho abortar a la mujer encinta!

    ¡Has tenido dioses ajenos! Tus ídolos fueron los personajes de la televisión, de la música, de los deportes, de María, de los santos, etc.

    ¡Has gastado dinero en cosas sin importancia en lugar de pensar en los necesitados! Las pocas veces que has dado ayuda ha sido solo para calmar tu conciencia o por miedo al infierno; pero casi nada o nada has hecho por amor.

    ¡Has tomado el nombre de Dios en vano y has blasfemado su nombre! Aun asi Dios te ha sido paciente y no te ha lanzado al fuego que te mereces.

    ¡Has maltratado a otros con tus palabras! (Mateo 5:21-22). Tu garganta no es menos que un sepulcro abierto (Romanos 3:13). ¡Tus palabras hirientes, sucias, malintencionadas, astutas y engañosas son la evidencia!

    ¡Has menospreciado a tus padres y a tu prójimo! El Señor Jesús dijo que lo que se les hace a las personas se lo hacen a Él. Nadie puede por ninguna razón menospreciar a nadie porque todos hemos sido creados por Dios. Nuestro Señor Jesús dijo: "Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego" (Mateo 5:22).

    ¿Crees que es poca cosa decirle a tu prójimo fatuo? Si para ti es poca cosa, es porque estas en profunda oscuridad; pero para Dios esto no es poca cosa, para Él es un gran pecado.

    ¡Has aborrecido a tus hermanos! El que aborrece a su hermano, es homicida para Dios (1 Juan 3:15).

    ¡Has cometido adulterio! (Mateo 5:28). Tus ojos vagabundos se han posado en la mujer de tu prójimo y eso te hace también un adultero.

    ¡Has robado al no pagar impuestos y al dar monedas falsas! ¡Has robado tiempo de otros al usarlos para tus planes, en los cuales no les has hecho participes! ¡Has robado tiempo de otras personas al no darles la oportunidad de que se desarrollen!

    ¡Has consultado el horóscopo, los adivinos, los curanderos y todos los servidores de satanás!

    ¡No ayudaste a los pobres! La vida de otras personas te fue menos importante que el soplo del viento. La mayoría de las veces que ayudaste, lo hiciste con el dinero o bienes de otros. Las pocas veces que ayudaste, lo hiciste porque tenías miedo al infierno o porque tenias la esperanza de ganarte el cielo; pero no por amor. Incluso ayudaste algunas veces solo porque no querias que tú conciencia te acusara. Otras veces ayudaste porque querias ser visto y hasta porque deseabas ser feliz; pero no por amor.

    ¡Has hecho soborno!

    ¡Has practicado la fornicación y otras perversiones sexuales innombrables!

    ¡Eres orgulloso, cuando hay tantas razones para ser humilde! Tu jactancia y desprecio hacia quienes están a tu alrededor te hace digno de toda condenación.

    ¡Eres una persona chismosa, calumniadora y problemática! Además de sembradora de discordias. ¿No crees que es demasiado, lo malo que has hecho?

    ¡Amas el dinero, no a las personas! ¡Eres hipócrita! Finges tener amor y tener otras virtudes, cuando en ti solo hay un corazón duro y materialista.

    Intentar contar nuestros pecados es como intentar contar las gotas de la lluvia o la arena del mar. Hemos pecado mucho, y a cada rato. Algunas veces, casi por cada respiración. Lo que nos merecemos por justicia es la desgracia sin fin.

    ¿Quién podrá medir tu culpa? ¿Qué infierno te podrá condenar?

    Dios no es injusto si hiciera que el infierno se abriera y te tragase ahora mismo. Hemos pecado tanto contra Dios como para buscar justificarnos.

    ¡Oh alma perdida!, todos tus pecados muestran que, estás profundamente dormida en brazos del demonio, al borde del abismo, en las fauces de la destrucción eterna (Sermón, Despiértate tú que duermes. John Wesley).

    ¿Cómo puedes orar a Dios y hacerle peticiones, cuando has decidido vivir haciendo tu propia voluntad? ¿Acaso no es pecado el orar a Dios estando en rebelión? Sin embargo, asi te has acostumbrado a vivir, orando sin someterte a tu Creador.

    ¡Reconoce ya tus pecados! Hazlo, aun sino has pecado como Barrabas. Yo tuve que reconocer mis pecados aun cuando muchas personas decían de mí que era un buen joven, debido a que yo no iba a las fiestas, no tomaba bebidas alcohólicas, no estaba en drogas, no estaba en peleas y no hacía las cosas malas que otros hacían; pero delante de Dios no era ningún ángel, era mil veces más abominable que una serpiente.

    ¡Todos hemos pecado y debemos reconocerlo humillados delante de Dios!

    No solo es pecador, el borracho, el pendenciero, el drogadicto o la prostituta. Delante de Dios yo era un pecador desgraciado y un sepulcro blanqueado. Mis pecados han sido innumerables como los tuyos; pero también grandes, grandes en extremo, porque contra Dios mismo yo hice lo malo; pero Dios tuvo misericordia de mí y me extendió sus brazos para sacarme de los abismos del pecado y de la corrupción.

    Yo pequé contra mi conciencia, contra mi prójimo y contra Dios; mas entendí que debía reconocer mi vileza con un corazón humillado y arrepentido ante Aquel que es Santo y que lo escudriña todo.

    ¿Cuántos pecados tienes que cometer para que Dios te llame pecador? ¿Crees que si mientes tres veces, Dios te llamara mentiroso? No. Eres un mentiroso por haberlo hecho una sola vez y eres pecador por ello.

    ¿Acaso no hemos producido pecado en grandes cantidades? ¡Hemos sido máquinas de pecar!

    Como Esdras debes decir: …Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti: porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo (Esdras 9:6).

    De tus pecados y los míos se puede decir que han sido numerosos. Tanto como la arena del mar. Ni tú ni yo podemos contarlos. Pero Dios puede y tiene en memoria toda maldad. El Señor ha dicho: Tengo en memoria toda… maldad (Oseas 7:2), y a pesar de todo, nos ama.

    ¡Mira la infinita profundidad de tus pecados, lo pesados que son, lo numerosos que son, lo grandes que son y reconócelos!

    ¡No ponga excusas!

    Dices: Dios endureció mi corazón como a Faraón para excusarte por tus pecados. ¡Quizá! Pero Dios endureció el corazón de Faraón por medio de los mandamientos y castigos que le dio. Los mismos castigos eran un acto de bondad que Dios mostraba a Faraón para que pudiera reflexionar sobre su estado Espiritual y asi pudiera arrepentirse; pero él era terco y no quiso obedecer a Dios y por ello sufrió más castigos que lo endurecieron cada vez más.

    Dios no endurece al que se humilla. Las pruebas o castigos nos pueden endurecer; pero también nos pueden llevar a la humillación y al arrepentimiento.

    Dios no dominó milagrosamente la voluntad de Faraón, haciéndole ser un títere bajo control como algunos suponen.

    Una vez un amigo me dijo, Voy a hacerle amargar a cierta persona, si le digo que debe de estudiar y lo consiguió; pero decir a alguien que debe estudiar, no es malo. Las personas orgullosas se amargan y endurecen cuando se les dice que hagan ciertas cosas. Cuando Dios endureció a Faraón, lo hizo por medio de su palabra, por medio de sus milagros y sus justos castigos. Y nada de esto hace culpable a Dios.

    El día de Pentecostés tres mil personas recibieron la palabra de Dios y se humillaron delante del Creador, pero poco después, la misma palabra de Dios que era para vida, endureció a otros: Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos (Hechos 5:33). ¿Puede darse cuenta que el hombre se endurece al oír la Palabra de Dios y Dios solo de esa manera los endurece? ¿Pero quién es el culpable? Solamente el hombre rebelde, nunca Dios.

    El apóstol Juan nos dice en el libro de Apocalipsis, que en los días de la Gran tribulación, cuando Dios envíe algunos juicios a la tierra, algunos pecadores ni aun así se arrepentirán, de donde se deduce que Dios esperaba que se arrepintieran en lugar de que se endurecieran. ¿Tiene la culpa, Dios, del endurecimiento de aquellos que son rebeldes? ¿Tiene la culpa Dios cuando la gente oye su Palabra y ellos se enfurecen? Claro que no, entonces no hay excusas.

    Además, Dios debe de permitir que los espíritus de engaño hagan su obra en personas rebeldes (1 Reyes 22:23) y estas sean destruidas. Muchas personas solo cuando están hundidas y destruidas por sus pecados claman a Dios y dejan su locura moral, volviéndose a Dios. Otros ni aun en la peor ruina se vuelven a Dios. Pero la culpa siempre es de la persona rebelde. Las desgracias en la vida nos deben llevar al arrepentimiento; pero muchos han decidido endurecerse hasta el final de sus vidas.

    Dices: Mi corazón es engañoso por naturaleza. No, no es cierto, la Biblia no enseña algo asi. El corazón está compuesto por voluntad, mente y sentimientos. Tú decidiste engañarte queriendo creer lo malo como bueno y ahora te sientes perdido teniendo tantas confusiones; pero el culpable eres tú. Si por naturaleza tu corazón te engañara, no habría necesidad de que satanás te engañe; pero lo hace.

    Que el corazón sea muy fácil de engañar no significa que tu corazón por naturaleza sea engañoso. Muchos leemos en el libro de Jeremías 17:9 y ponemos como excusa, Mi corazón es engañoso y nos olvidamos que un corazón engañoso es el resultado de la propia voluntad. Santiago 1:26 nos dice al respecto: Si alguno se cree religioso, pero no pone freno a su lengua, sino que engaña a su propio corazón, su religión es vana. El corazón es fácil de engañar; pero no engañoso por naturaleza.

    Si tu esposo (a) te dijera: No puedo dejar de mentirte e insultarte. Mi corazón es engañoso y perverso. Lo siento; pero es que así nací. ¿No sería vil?

    Dices: Mi naturaleza es pecaminosa. Esta es otra excusa más de aquellos rebeldes que no se someten a Dios. Tanto si tu naturaleza tiende al mal o no, eso no significa que tus pecados están justificados. Las leyes de Dios fueron dadas para que cierres tu boca (Romanos 3:19); pero tú la has abierto para dar excusas.

    No se olvide que en Romanos 2:14 se dice que los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley. Asi que tu naturaleza no es pecaminosa. Muchas cosas se pueden hacer según nuestra naturaleza y no son pecaminosas. Charles Finney tiene razón cuando dice: Los apetitos, las pasiones, los deseos, y las propensiones, no son pecaminosos, aunque son ocasiones para pecar.

    Mientras vivamos en este cuerpo nuestros apetitos y pasiones pueden ceder a la tentacion; y seguramente todos hemos caído; pero ante Dios no hay excusas. Haber cedido a la tentación dando lugar a las pasiones desordenadas es una buena razón para reconocer que hemos pecado, no para excusarnos.

    LA CULPA DEL PECADO

    1. Al repetir lo que otros pecadores han hecho, te identificas con ellos y así, te vuelves más culpable. Jesús dijo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres! ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno? Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación (Mateo 23:29-36).

    De nada te sirve honrar e identificarte con los siervos de Dios que sufrieron por la justicia, si al mismo tiempo rechazas las enseñanzas de la Biblia tal como están y te identificas con los falsos maestros y con sus prácticas.

    Al rechazar a Cristo y la Biblia tal como está, das testimonio contra ti y eres cómplice con el pecado de otros. Por esto eres más culpable.

    Los hombres hacen propia la culpabilidad de los siglos pasados, reproducen sus atrocidades, se identifican con ella; y así es que lo que parece al principio un decreto arbitrario, el visitar sobre los hijos los pecados de los padres, viene a ser en semejantes casos un juicio recto. Si se arrepienten cortan el terrible vínculo de pecado y castigo; pero si se endurecen en su mal, heredan el castigo aplazado de los pecados de sus padres a la vez que el suyo propio (Plump).

    2. Tus pecados son más graves debido a que los llevas a la práctica teniendo conocimiento de la voluntad de Dios. Nuestro Señor Jesús dijo: Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá (Lucas 12:47-48).

    3. Si eres de las personas que leen la Biblia todos los días y no la obedeces te vuelves más culpable. Y si no la lees sabiendo que es tu deber hacerlo para conocer la voluntad de Dios, te vuelves más culpable aún.

    4. Las desgracias, sufrimientos, pruebas, enfermedades y las desilusiones que experimentamos en la vida son los llamados de Dios para reflexionar. Sin embargo, te endureces y amargas en lugar de rendirte a Cristo. Esto te hace más culpable.

    5. La salud, riqueza, y educación deben llevarte a amar a Dios. Pero eres desagradecido y persistes en pisotear los mandamientos de Cristo. Esto te hace más culpable.

    6. Los riesgos de muerte debieron haberte hecho reflexionar; sin embargo, sigues pisoteando la ley de Cristo, esto te hace más culpable. "Algunas veces permite que las vidas de los hombres pasen por grandes riesgos a fin de que se hallen a un paso de la muerte; como si en este movimiento de su providencia hubiera un clarinazo que les advirtiera que se aproxima su sentencia" (Charles Finney).

    ¿Qué más esperas que Dios haga por ti? Dios no está obligado a hacer más nada por ti. Pero todavía te habla y te dice que hay perdón.

    7. Si Dios te habla en sueños sobre el juicio venidero y te muestra algo de él para que te vuelvas a El, y aun asi no consideras sus esfuerzos para salvarte y sigues viviendo enloquecido por el pecado, ¿no te hace esto más culpable? Seguramente que te hace más culpable. Charles Finney escribió sobre esto: Un ejemplo notable de un sueño en que se podía ver la mano del Señor fue relatado por el Pastor Edwards. Uno de sus vecinos, un hombre disoluto, soñó que iba a morir e iría al infierno. No voy a entrar en circunstancias de lo que según el sueño ocurrió allí. Basta con decir que en el sueño consiguió permiso para regresar durante un año a la tierra para ser probado, y se le dijo claramente que, si no se reformaba, dentro de un año debería regresar al infierno. Al levantarse, y bajo la terrible impresión del sueño decidió ir a visitar a su pastor, Mr. Edwards, aquella misma mañana. Edwards le dijo: Éste es un solemne aviso de Dios para su alma. Usted debe hacer caso del aviso y abandonar sus pecados o su alma se perderá por toda la eternidad. El hombre prometió solemnemente que lo haría. Al retirarse el hombre, Edwards escribió en su diario los pormenores de la conversación y naturalmente la fecha del suceso. El borracho reformó su conducta y todo fue bien durante un tiempo; asistió a la iglesia y parecía serio en su propósito, pero antes de poco volvió a las andadas: empezó otra vez a emborracharse. Un día, estando borracho, se cayó escaleras abajo en su tienda y se fracturó el cuello. Mrs. Edwards fue a consultar su diario y halló que hacía un año aquella misma noche que el hombre había tenido el sueño. Había sido emplazado y el momento de rendir cuentas había llegado. No hay duda de que en general los sueños están bajo el control de leyes psicológicas, y siguen, aunque con mucha irregularidad, el curso de nuestras fantasías despiertos, y por esta razón muchas personas no creen que la mano del Señor obre en ellos; con todo, esta opinión no es del todo legítima, pues Dios puede, sin duda, poner su mano sobre la mente que sueña, así como sobre la mente despierta, y en muchos casos se muestra que lo ha hecho.

    8. A menudo el Espíritu de Dios da a los pecadores una visión impresionante de lo corto del tiempo (Lucas 12.20). "Les hace sentir que esta gran verdad se aplica con todo poder a ellos, que su propio tiempo es corto y que con toda probabilidad no tienen mucho más tiempo de vida" (Charles Finney). Pero ni siquiera esto consideraste, eso te hace más culpable.

    9. A veces Dios produce la impresión de que el presente es la última oportunidad del pecador para asegurar su salvación. Charles Finney escribió: No sé cuántos casos de éstos han sido observados por mí. Casos en que los pecadores han sentido profundamente que aquella es la última oferta de misericordia y los últimos esfuerzos que hace el Espíritu a su favor. Mi observación me ha enseñado en estos casos a esperar que el resultado comprobará que era un aviso, que no se trata sino de la voz de Dios, y que Dios no miente al hombre, sino que le enseña la verdad de modo solemne e impresionante. ¡Oh, cuánto le conviene al pecador escuchar y hacer caso de estos avisos a tiempo!

    ¿Es tu última oportunidad? ¿No será grave, si no haces las paces con Dios?

    10. Las oraciones, vidas rectas y lágrimas inconsideradas te hacen más culpable. Has desobedecido a Dios sabiendo que hay personas que se preocupan por tu eternidad. Esto también te hace más culpable. ¿Por qué seguiste el pecado cuando tus amigos, esposa y hermanos te dijeron afectuosamente que lo abandones?

    Todos los medios que está usando para salvarte están obrando solo para mal para ti. Dios los usa para bien; pero tú te maldecirás a ti mismo por los mismos medios por los que Dios intenta bendecirte (Charles Finney).

    11. Ni los milagros que Dios hace en ti, en tu familia, en tus amigos y vecinos captaron tu atención. "¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto, os digo que, en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaúm, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto, os digo que, en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti" (Mateo 11:21-24).

    Dios hizo todo lo posible para captar tu atención y atraerte a sus pies. ¿Cómo podrás excusarte en el día del juicio? Esto te hace más culpable que los habitantes de Tiro, Sidón y Gomorra.

    12. El pecado es algo que se enseña por medio de la práctica y te hace más culpable, si lo haces delante de los demás. Cuando una persona peca contra Dios es visto muchas veces por otros y estos por nuestro mal testimonio pueden imitarnos. Eso te hace más culpable.

    13. Has aprendido a pecar y de manera sagaz has aprendido a vivir sin culpa alguna. Dios ha visto las formas de ayudarte a no pecar; pero tú has visto de muchas formas como podías pecar aun cuando había impedimentos. Te las ingeniaste para pecar, has visto la forma de manipular, mentir y tratar mal a los demás y conseguir egoístamente lo que tus apetitos deseaban satisfacer. ¡Dios no se ha olvidado de todo esto! Pero eso no es todo, sino que pisoteas la ley de Dios y te sientes tranquilo sin culpa alguna. Lo peor es que te gustaría oír a algún predicador que justifique tu conducta, dándole interpretaciones a la Biblia que se acomoden a tu mundanalidad, para no sentirte culpable; pero cada día que vives y respiras pecando sin querer arrepentirse añades castigo para ti. La gravedad de tu pecado crece.

    Romanos 2:5 dice: Mas por causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios.

    ¡Tú puedes conocer la gravedad de tu pecado!

    No en su totalidad, pero si puedes ver lo grave que es el pecado, al menos lo suficiente como para arrepentirte. En realidad, eres peor pecador de lo que crees ser. Charles Finney afirmo: Ningún ser humano puede vivir al ver la dimensión real de sus pecados. En su misericordia Dios no permite a sus criaturas ver lo peor, el corazón desnudo del ser humano. La culpa del pecador es mucho mayor de lo que jamás pueda pensar, y su peligro mayor de lo que supone. Si los viera tal y como son, no sobreviviría ni un momento.

    Cuando una persona pone la Biblia frente a sus ojos y deja que Dios lo examine (Salmo 139:23) puede darse cuenta de su verdadero carácter y lo espantoso que es su corazón a causa del pecado.

    Si vieras al Dios Santo, gritarías: hay de mí que soy hombre muerto, porque he visto al Dios Santo. Dios, en su gran misericordia, nos permite conocer su Santidad por la Revelación bíblica y por la obra de su Espíritu; pero parece difícil ver su Santidad en toda su plenitud y seguir vivos.

    SI QUIERES SER SALVO, RECONOCE QUE EL CASTIGO JUSTO POR TUS PECADOS ES EL CASTIGO ETERNO

    La paga del pecado es muerte, muerte eterna, no aniquilación; sino exclusión eterna de la presencia de Dios.

    Nuestro Señor Jesús dijo: Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda (Apocalipsis 20:8).

    El castigo eterno es terrible. Pero Dios es justo y ha declarado que el inconverso será echado al lago de fuego (Apocalipsis 19:20; 20:15) en las llamas que nunca se apagan (Mateo 3:12; Marcos 9:43) recibiendo el tormento eterno (Mateo 25:46). ¡Esto es terrible! Pero como dijera Charles Finney: Ninguna pena menor que infinita puede ser una expresión adecuada del desagrado de Dios contra el pecado y de su decisión a resistirlo y castigarlo (Charles Finney).

    ¡Oh amigo! ¡La paga por tu pecado es la desgracia sin fin!

    Esta desgracia es algo que todos se merecen.

    ¡Cuán horrible es nuestra culpa y cuan terrible nuestro castigo!

    Aarón Block explica el porque de un castigo eterno: Vea, no es la cantidad, sino la calidad de un crimen que determina el grado del castigo de un criminal. Y la calidad del crimen es determinada por la calidad de contra quien cometemos el crimen. Esto se puede ver en nuestro propio sistema de justicia penal. Si piso una hormiga, no es probable que tenga que enfrentar ningunas consecuencias legales. Sin embargo, si mato a un gato doméstico por ninguna razón, puedo ser demandado por el dueño del animal, y aun enjuiciado por crueldad animal. Y si quito la vida de un ser humano sin justa razón, ciertamente recibiré la cadena perpetua y/o la pena de muerte. Cuanto mayor sea el valor de un ser, mayor será el crimen contra él y más severo será el castigo. Y la verdad es que nosotros, pecadores totalmente depravados y malvados como somos, hemos ofendido a un Dios que es infinito en gloria y pureza, e infinito en valor. Nos hemos atrevido a levantar los puños hacia el cielo y rebelarnos contra nuestro propio Señor y Rey. Nos hemos atrevido a maldecir y blasfemar a este Creador Todopoderoso, y pronunciar a nosotros mismos como señores y dioses de nuestras propias vidas… Como los puritanos declaraban con toda razón, ¡el pecado es locura total! ¿Cómo podemos aun pensar en rebelarnos contra este gran y terrible Dios? Pero el pecado más grande de todos, el que absolutamente sellará nuestra condenación en el infierno por toda la eternidad, es menospreciar la bondad y misericordia de Dios demostrada en la cruz del Calvario… Realmente es locura rechazar a un Salvador tan infinitamente digno que nos ofrece la vida, y aún estaba dispuesto a venir a este mundo y morir en una cruz para salvarnos de la ira de Dios que justamente merecíamos. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisotee al Hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado y ofenda al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: ‘Mía es la venganza, yo daré el pago’, dice el Señor. Y otra vez: ‘El Señor juzgará a su pueblo’. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! (Hebreos 10:29-31) (Las crónicas de las sectas: ElAniquilacionismo.http://nomeaverguenzo.blogspot.pe/2011/08/las-cronicas-de-las-sectas-el.html).

    No habrá fin para esta aguda y horrible miseria. Cuando mires hacia delante, veras un largo para siempre, una duración infinita ante ti, la cual tragará tus pensamientos, y sorprenderá tu alma; y estarás absolutamente desesperado de no tener liberación (Jonathan Edwards. Sermón, Pecadores en manos de un Dios airado).

    No veas como poca cosa tu pecado, acepta que es grave y que por lo mismo te mereces castigo eterno.

    SI QUIERES SER SALVO, RECONOCE QUE TUS OBRAS NO TE PUEDEN SALVAR

    Puedes decir, Y mis buenas obras ¿Qué de ellas? ¿No me pueden salvar de este terrible castigo?

    No, amigo, no te pueden salvar, porque has hecho obras con malas motivaciones. Tus buenas obras son obras malas para Dios. Sin embargo, aun si tus obras fuesen puras y sin contaminación, tampoco podrías ser salvo por ellas, ya que has pecado. ¡Todos hemos pecado! Las buenas obras por muy santas y numerosas que sean no borran tus pecados pasados.

    De nada te sirve ser premio nobel de la paz, que hayas salvado la vida a diez mil personas, o que hayas vendido todos tus bienes y se los hayas dado a los pobres. Tu pecado exige y grita al cielo pidiendo castigo, no importando si para ti es un pecadillo. Dios es el que dice que el castigo eterno es la paga justa por el pecado.

    No te sirve de nada decir que has hecho más bien que mal. Lo que tienes que hacer para ser salvo (en base a tus méritos) es probar que nunca has pecado, ni siquiera una vez. Tienes que demostrar a Dios que eres perfecto y que has obedecido toda la ley hasta la última tilde. Solo cuando demuestres esto serás salvo por tus méritos. Pero por las obras de la ley nadie será justificado (Romanos 3:20; Hechos 13:39), porque la ley exigía permanecer en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas; pero ¿quién puede justificarse de esta manera? Es evidente que nadie.

    Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas (Gálatas 3:10).

    Si no estás recibiendo castigo eterno es porque Dios misericordiosamente ha postergado el día de la ejecución. ¡Nada más! Desde el momento en que hemos pecado, deberíamos de haber sido separados de la presencia de Dios, recibiendo castigo eterno; pero en su misericordia, Dios nos deja vivos.

    ¿Pero, por qué Dios no me puede salvar del castigo eterno por mis buenas obras? ¿Acaso Dios no nos llama a hacer buenas obras?

    Porque Dios es justo infinitamente, y debe castigar el pecado, a pesar de lo bueno y santo que seas. Dios no castigara a nadie por lo muy bueno que es, sino por el pecado que ha cometido. Sin embargo, no existen buenos y santos que se justifican a sí mismos. Los hombres más humildes, más santos y más puros siempre reconocen que sus pecados son muy malos y deben ser castigados aun cuando hayan hecho buenas obras.

    Si solo por el arrepentimiento y la santidad fuéramos al cielo, Dios solo hubiera dicho desde el cielo: habitantes de toda la tierra, arrepiéntanse y los perdonare; pero no, Dios no hizo eso. Dios es justo y por el pecado debe de existir castigo.

    Si, ni siquiera mi arrepentimiento, amor y buenas obras pueden salvarme, entonces, ¿Qué puedo hacer para ser salvo?

    SI QUIERES SER SALVO, CREE EN CRISTO (QUIEN MURIÓ POR TI Y POR CADA PERSONA EN LA CRUZ)

    El Señor Jesús, dejo su Trono, se encarno y vivió en perfección moral en esta tierra para un día ir a la cruz y morir en tu lugar por causa de tus pecados; pero también resucito e intercede ante el Padre por todos aquellos que creen en El. Creer en Cristo es creer todo esto.

    Si quieres ser salvo, cree en Cristo, quien dejo su trono para morir en tu lugar

    La solución para que seamos salvos del castigo es el sacrificio de Cristo. La Biblia nos dice que Dios dio a su propio Hijo, Jesús, El Señor, para que sufriera en nuestro lugar.

    Jesús, el inocente y sin pecado, sufrió nuestro castigo y derramó su sangre para que podamos recibir perdón. Sin derramamiento de sangre no hay perdón (Hebreos 9:22). Si Jesús hubiera pecado no podría haber sufrido en nuestro lugar. El sufriría por su propio pecado. Pero Jesús, no solo fue hombre; sino Dios. Su naturaleza santa y divina era impecable y por lo tanto, Jesús nunca peco. Este cordero inocente murió por nosotros. Esta es la bendita noticia, ¡Cristo murió por nosotros!

    ¿Por qué tenía que morir Cristo?

    Porque amaba a la humanidad y quería salvarnos. La justicia de Dios exigía castigo. Dios no puede pasar por alto el pecado porque El es justo y su justicia exige castigo. Pero la buena noticia es que nuestro Señor Jesús decidió sufrir nuestro castigo y así cancelar nuestras deudas para que no tengamos que pagarlas nosotros. Jesús sufrió por los pecados pasados, presentes y futuros de todas las personas de todos los tiempos para que todos puedan acudir a Dios en busca de perdón y puedan ser salvos de la desgracia eterna.

    Si Cristo sufrió por tus pecados, como dice la Escritura, ¿Por qué deberías de sufrir la condenación por lo malo que has hecho en tu vida? Deberias apropiarte de esta verdad: Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8). Si no crees y no te apropias de esta verdad, sufrirás la condenación. Charles Ryrie nos dice porque sufrirías la condenación si no te apropias del pago que Cristo hizo por tus pecados con la siguiente ilustración: Cuando se mató el cordero pascual, sus pecados fueron cubiertos. Pero si él no aplicaba la sangre a su puerta, moría. ¿Constituía esto un segundo pago por sus pecados? Por supuesto que no. El primer y suficiente pago simplemente no fue aplicado a aquella casa en particular. La muerte después de no aplicar la sangre era solamente retribución por no apropiarse del sacrificio eficaz. La expiación que Cristo hizo pago por los pecados de todo el mundo, pero el individuo tiene que apropiarse de ese pago por fe (Charles Ryrie. Teología Básica).

    Si crees que Jesús murió por tus pecados, puedes invocar a Dios con un corazón arrepentido y El te perdonara.

    Si Cristo no hubiera muerto por nuestros pecados, derramando su sangre, podríamos acercarnos a Dios para pedirle perdón y no lo recibiríamos, por muy arrepentidos que pudiéramos estar, porque sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados (Hebreos 9:22).

    El creer en Jesús como el Salvador no es meritorio; pero es necesario para ser salvos de la condenación eterna. Ni el arrepentimiento ni la fe en Cristo son meritorios. ¡Nada te gana la salvación del castigo eterno!

    Sin embargo, aunque la fe y el arrepentimiento no te ganen el cielo, debes hacerlo. ¡Cree en Cristo y arrepiéntete! Si crees en Cristo y su sacrificio, arrepintiéndote de todo corazón, seras librado del castigo eterno.

    Los sufrimientos y muerte de nuestro Señor Jesús

    Nuestro Señor Jesús pagó por nuestros pecados, recibiendo nuestro castigo para que nosotros no tuviéramos que pagarlos. El profeta Isaias nos dice: Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isaías 53:5).

    Jesús llevo nuestros pecados en su cuerpo (1 Pedro 2:24) sufriendo la fatal condena por nosotros. Fue azotado y crucificado (Mateo 27:26), aun su rostro fue desfigurado (Isaías 52:14).

    El azote con el que le flagelaron fue el horrible flagellum taxillatum, compuesto de un bastón con tiras de cuero. En cada punta de cada tira se encontraba llena de pedazos de hueso y de plomo.

    Jesucristo no solo fue castigado duramente, sino que El Padre lo desamparo. Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eli, Eli, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mateo 27:45-46).

    ¡El sacrificio de Cristo fue la mayor muestra de amor!

    Alguien escribió: William y Mary Tanner estaban cruzando los rieles del ferrocarril cuando sucedió. El pie de Mary resbaló y se encajó entre el riel y el cruce para peatones de madera. Ella trató frenéticamente de sacar el pie al tiempo que empezó a escuchar el ruido de un tren que se aproximaba. Sólo quedaban segundos, pues el expreso venía a toda prisa hacia ella por una curva. Will Tanner le haló el pie desesperadamente tratando de liberarla. Cuando el tren se acercó más, y el silbido sonó a todo volumen, y los frenos chirriaron, Will la tomó en sus brazos. Mientras la gente se estremecía horrorizada, el tren les pasó por encima. Un testigo dijo que justo antes de que la máquina los golpeara escuchó al valiente hombre gritar: «¡Me voy a quedar contigo Mary!» ¡Ese sí que es un gran amor! Esta historia me recuerda a nuestro Salvador, el cual nos amó con un amor que puede salvarnos (Juan 3:16). La muerte se precipitó sobre Él mientras pendía en la cruz y asumió la pena completa que nosotros merecíamos. Escuchó a personas gritarle que se salvara a Sí mismo y que bajara de la cruz (Mateo 27:40). Pero para salvar a los demás, Cristo optó por no salvarse a Sí mismo (v.42). Con amor divino y sacrificatorio, Jesús rehusó salvar su propia vida. Murió para poder perdonar nuestros pecados. Nuestro Salvador se quedó en la cruz: por ti y por mí (Dr. M. R. De Haan parece ser el autor de este relato. Citado en http://www.renuevodeplenitud.com/reflexiones-el-murio-por-mi.html).

    Dios vio tus pecados y quiso borrarlos, pero no había manera de borrarlos y quitarlos de su vista, ¡solo un sacrificio podía evitar que nosotros fuéramos castigados! Por esa razón Dios el Padre entrego a Jesús su Hijo, para que muriera en nuestro lugar. ¡Jesús, siendo Rey, fue a la cruz como cordero para morir por nosotros. No rehusó morir, lo que rehusó fue salvar su vida, porque quiso derramar su sangre para ofrecerte perdón de la pena eterna. ¡Por amor a sus criaturas, prefirió los clavos y el maltrato, la humillación y la muerte!

    Dios dio a su propio Hijo y El no rehusó ir a la cruz para pagar nuestras deudas.

    ¡Jesús resucitó!

    ¡Jesús murió, y fue abandonado por El Padre, pero al tercer día resucitó! ¡Su tumba está vacía y se ha sentado a la diestra del Padre para abogar por ti! ¡Ven al Cristo resucitado y abandónate a El que hay perdón para ti! ¡Jesús ya pago tu deuda! ¡No muera sin ser salvo querido amigo! Cristo ya hizo todo por tu salvación. Debes correr a Cristo y abandonarte a Él renunciando tus pecados para siempre.

    Si crees sinceramente que Cristo te amo y murió por ti, entonces le amaras y le obedecerás. Una vida de desobediencia es señal de que no crees en El. La fe es aquello sin lo cual no se puede recibir el evangelio; y el arrepentimiento es aquello sin lo cual no se puede recibir sin fingimiento (Juan Bunyan).

    ¡Ahora puedes gritar por misericordia ya que se honró la justicia de Dios! ¡Todavía estas a tiempo para hacerlo! ¡No mueras sin ser salvo de esta espantosa condenación! ¡Confía en Cristo como tu salvador y arrepiéntete de tus pecados!

    Ahora, Dios está presto a tener piedad de ti; este es un día de misericordia; puedes gritar ahora con el aliento de obtener misericordia. Pero cuando el día de misericordia pase, tus gritos y chillidos de lamento y dolor serán en vano; estarás enteramente perdido y alejado de Dios, como para que nadie se interese en tu bienestar (Pecadores en manos de un Dios airado. Jonathan Edwards).

    El vasto mar del sacrificio propio del amor de Jesucristo es tan profundo que pueden hundirse en el, todas las montañas de nuestros pecados (Charles Spurgeon. Todo de gracia).

    Aunque el número de tus pecados haya sido como la arena del mar y sientas que tus pecados clamen al cielo por venganza, Dios es compasivo y misericordioso para borrar tus pecados. Solo tienes que creer en Cristo. No importa si tus pecados resuenan más alto que tus oraciones, si te acercas a Dios y te abandonas a Él, todo pecado será cubierto por la sangre de Cristo (Anónimo).

    Él te ama, así como estas. No tienes que ganar su amor. Solo tienes que creer en Cristo y arrepentirte de tus pecados abandonándolos para siempre. No hay pecado que Él no pueda perdonar. Tus pecados no son más grandes que las misericordias de Dios. No puedes pensar que Dios no puede perdonarte, porque esto sería insultar el sacrificio de Cristo. El Señor Jesús te espera con los brazos abiertos. ¡No rechaces su salvación! Abandónate a Él, porque El y solo El pagó por tus pecados.

    No sabes cuando has de morir; pero un día morirás

    No sabes cuando has de morir; sin embargo, vives como si no te pudiera tocar la muerte. Dices que puedes morir en cualquier momento; pero no crees lo que afirmas. Vives como si tuvieras todas las oportunidades y no sabes si esta misma noche te ha de sorprender la muerte.

    Más o menos cada día mueren 150 mil personas en el mundo. La muerte es segura. Usted un día morirá, porque está establecido que los hombres mueran (Hebreos 9:27). ¡No muera sin Jesucristo!

    Jonathan Edwards escribió: La prudencia y el cuidado de los hombres naturales para preservar sus propias vidas, o el cuidado de otros para preservarlos a ellos, no les brinda seguridad en ningún momento… Hay la clara evidencia de que la propia sabiduría de los hombres no es seguridad para ellos cuando están frente a la muerte; si fuera de otra manera veríamos alguna diferencia entre los hombres sabios y políticos y los demás con respecto a su propensión a una muerte temprana e inesperada; pero ¿cómo es esto en los hechos? También morirá el sabio como el necio (Ecl.2:16). La mayoría de esos que hasta ahora han vivido bajo los mismos medios de gracia y han muerto, han ido indudablemente al infierno; la razón no es que ellos no eran tan sabios como los que ahora están vivos; no fue porque no planearon cosas que les aseguraran su escape. Si pudiéramos hablar con ellos, y preguntarles, a uno por uno, si ellos esperaban cuando estaban vivos y cuando oían hablar acerca del infierno que serían objetos de esa miseria, indudablemente escucharíamos uno por uno contestar: No, yo nunca pretendí venir aquí; había dispuesto las cosas de otra manera en mi mente; pensé haber planeado el bien para mí; proyecté un buen modelo. Intenté tomar un cuidado eficaz; pero vino sobre mí inesperadamente. No lo esperaba en ese momento y de esa manera; vino como un ladrón. La muerte me burló. La

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