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Cada persona va perfilando a lo largo del tiempo una actitud propia sobre la

sexualidad, que será facilitadora o inhibidora de su expresión según sus propias


experiencias, las referidas por otras de su entorno, el ambiente social y cultural en
el que está inmersa, su formación y su información, sus creencias religiosas, etc.
A la vez, y de forma inevitable, transmite a su entorno una imagen basada en su
conducta y en sus opiniones, que pueden ser coincidentes o no con su íntima
realidad. Desde la infancia, las primeras actitudes hacia el sexo, que a menudo
permanecen inalteradas, se basan en lo que oímos y percibimos de nuestros
padres, madres, educadores y educadoras, así como de compañeros y
compañeras. En definitiva, es indudable que el entorno social mediatiza de
manera importante tanto nuestra actitud como nuestra conducta hacia la
sexualidad propia y ajena. Cuando surgen problemas sexuales, por leves que
sean, generan en el individuo reacciones de ansiedad, inseguridad, miedo al
fracaso, etc. y repercuten en la pareja, que puede responder adoptando diversas
actitudes -comprensiva, de colaboración o de rechazo o irritación- pero que en
general no suelen dejarla indiferente.

Entonces la sexualidad es una acción específica del ser humano, que está
integrada en el conjunto de las demás acciones que hacemos. Lo más frecuente
es que la sexualidad forme parte de una relación amistosa o de pareja (esto último
tiene sus salvedades, como por ejemplo en la masturbación individual en la que la
relación es con uno mismo, o en la fantasía erótica, en la que nos relacionamos
con un otro de carácter ficticio).

Nadie se extrañaría si dijésemos que comer es una acción, ya que partiendo de la


necesidad biológica somos conscientes de que tenemos hambre y hacemos una
serie de actos con la finalidad de conseguir satisfacernos. Siguiendo este mismo
argumento también podríamos decir que partiendo de una consciente necesidad
sexual, la excitación, hacemos una serie de cosas para conseguir un objetivo, que
de tener éxito, llamamos orgasmo y que es la mayor satisfacción que sentimos en
cuanto al desarrollo de la excitación sexual.
Así pues, la dimensión psicosocial de la sexualidad conjuga factores psicológicos
(emociones, ideas, actitudes personales) con factores sociales (influencia del
entorno social) y su evaluación es muy importante porque con ella se puede
explicar el origen de numerosos trastornos sexuales.

Campos de actuación del psicólogo en sexología


La Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó la atención en 1974 sobre
la falta de formación sobre sexualidad de personas capaces de ejecutar los
programas educativos donde se pretendía dar información, proponer tratamientos
y formar docentes para la asistencia materno-infantil, centros de planificación
familiar, de salud mental y comunitaria.
De ahí se desprende la necesaria especialización como asesor en educación
sexual, experto en terapia sexual y en investigación.

Salud sexual
La salud sexual hace referencia a la experiencia como proceso continuo
de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad. La
salud sexual se observa en las expresiones libres y responsables que propician un
bienestar armónico personal y social, enriqueciendo la vida individual y social; no
se trata sólo de la ausencia de disfunción, enfermedad o discapacidad.
La OMS define la salud sexual o la sexualidad sana como "la aptitud para disfrutar
de la actividad sexual y reproductiva, amoldándose a criterios de ética social y
personal. La ausencia de temores, de sentimientos de vergüenza, culpabilidad, de
creencias infundadas y de otros factores psicológicos que inhiban la reactividad
sexual o perturben las relaciones sexuales. Y la ausencia de trastornos orgánicos,
de enfermedades y deficiencias que entorpezcan la actividad sexual y
reproductiva".

El psicólogo como asesor en educación sexual (orientador o educador)


Los avances en el conocimiento de los distintos aspectos de la sexualidad, el
surgimiento de la pandemia de VIH y del mejor conocimiento de otras
enfermedades de transmisión sexual, el reconocimiento del placer sexual como
hecho social, la salud reproductiva, el intento de evitar la violencia de género, el
reconocimiento de las derechos sexuales como humanos, el respeto a las
minorías y el desarrollo de medicamentos eficaces para problemas sexuales hace
necesaria una buena educación sexual.
Dicha educación sexual intenta estar abierta a los sectores de población (escuela,
facultades, minorías con discapacidades, grupos especiales de la población,
minorías étnicas, profesionales de la salud...) y está encaminada a:
 Promover un comportamiento sexual responsable mediante la ejecución de
programas de educación a la población mediante el uso de diversos medios para
prevenir la explotación, acoso, manipulación y discriminación sexual.
 Eliminar el temor, prejuicio, discriminación y odio relacionado con la
sexualidad y las minorías sexuales donde se conocería y respetarían las
identidades sexuales masculina y femenina, y las diferentes conductas sexuales y
orientaciones sexuales (homosexualidad, bisexualidad, heterosexualidad).
 Eliminar la violencia de género en las que se reconocerían la violencia sexual
en diversas formas y las diferentes formas de prevención de las mismas.
 Integrar programas de salud sexual dentro de la salud pública mediante
evaluaciones generales y protocolos de intervención.

El psicólogo como terapeuta sexual


Las respuestas sexuales fallan muchas veces por razones emocionales. La
conducta sexual, las fantasías... siempre tienen un impacto individual en la
persona. Puede sentirse satisfecha y relajada o, quizá la ignorancia, la
culpabilidad, los deseos ocultos, producen una ansiedad que entorpece la
respuesta sexual. De hecho, gran parte de las disfunciones sexuales tienen
causas psíquicas y la mayoría pueden tratarse con éxito. De ahí la importancia
que tiene la terapia sexual llevada a cabo por el psicólogo especialista en
sexología.
Fue Wolpe (1958) el que afirmó que la mayor parte de los problemas sexuales
derivan de unas actitudes negativas del sujeto ante la actividad sexual, lo que
produce una ansiedad condicionada ante la actividad sexual que inhibe la
respuesta sexual del individuo. La resolución de estos problemas pasaría, por
tanto, por una corrección de las actitudes erróneas del sujeto y por algún tipo de
terapia educativa o conductual dirigida a eliminar los mitos y prejuicios así como
disminuir la ansiedad.
Los problemas de salud sexual provienen de situaciones (personales, de la
relación de pareja o sociales) que deberían identificarse y darle un tratamiento
adecuado. Actualmente se recomienda un enfoque donde se dé relevancia a los
síntomas o síndromes clínicos que alteran la salud sexual del individuo o de la
relación de éste con su pareja. Los problemas sexuales pueden tener diferentes
causas (orgánicas, psicológicas y sociales) y es donde el terapeuta sexual tiene
que descartar y valorar las diferentes incidencias.
El terapeuta sexual ha de realizar inicialmente una evaluación de la conducta
sexual, la historia del problema y al final valorar un diagnóstico con un posible
tratamiento. Muchas veces superar el sufrimiento en secreto de la persona que
presenta o cree presentar un problema sexual es el inicio de la solución. El
terapeuta sexual descarta inicialmente si el problema sexual planteado tiene una
causa médica y si sospecha que pudiera ser así lo derivará al especialita médico
pertinente (urólogo, ginecólogo, andrólogo...). Si se descarta una patología
orgánica se continúa la terapia sexual y se intentará modificar un problema de
comportamiento.
Un problema sexual existe cuando un individuo realiza una actividad sexual que le
hace sentirse infeliz o coartado en su libertad o si la misma representa alguna
molestia o algún peligro para sí mismo o para las demás personas de su entorno o
grupo social de referencia, pudiendo estar esta anormalidad relacionada
causalmente tanto con alteraciones orgánicas, como con anomalías o trastornos
funcionales o psicológicos. Los principales problemas de salud sexual se pueden
englobar en:
 Alteraciones del funcionamiento sexual (disfunciones sexuales): deseo sexual
hipoactivo, aversión sexual, disfunción orgásmica, dispareunia o dolores
sexuales. En la mujer estarían la disfunción de la excitación sexual, vaginismo y
en el hombre la disfunción eréctil y la eyaculación precoz. Se engloban la mayoría
de los problemas sexuales y se sitúan en las diferentes fases de la conducta
sexual (deseo, excitación u orgasmo).
 Trastornos del vínculo afectivo (parafilias): exhicionismo, fetichismo,
frotaurismo, pedofilia, masoquismo y sadismo sexual, travestismo fetichista y el
voyerismo. Son conductas menos frecuentes en la población.
 Comportamiento sexual compulsivo: búsqueda de parejas múltiples, fijaciones,
aventuras amorosas y comportamiento compulsivo en la relación. Conflictos de
identidad de género: disforias en la niñez, adolescencia o la edad adulta e
intersexualismo.
 Relacionados con la violencia y victimización: abuso, acoso y violación
sexual, fobias sexuales y otras conductas de riesgo. Son conductas que se
realizan o sufren mediante una actividad sexual con otra persona sin su
consentimiento.

El psicólogo como investigador en sexología


La investigación es necesaria para aumentar la comprensión del sexo, la
sexualidad, la salud sexual y el comportamiento sexual, así como para evaluar la
eficacia de estrategias de prevención, programas, cursos y tratamientos. Así las
principales vías de investigación irían encaminadas a:
 Promover la investigación sobre la salud sexual de personas y grupos de
población. La evaluación iría encaminada a recopilar datos para tomar decisiones
y valorar la eficacia de programas de educación sexual.
 Promover la sexología como una disciplina de investigación y con relación a
otras disciplinas (medicina, enfermería, sociología, antropología, epidemiología).
Se pretende crear una mejora en los conocimientos y una percepción renovada
de las cuestiones complejas de la sexualidad y de la salud sexual.
 Difundir los conocimientos científicos para crear una base a nuevas
experiencias de calidad para el futuro.

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