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RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA

Coordinación Nacional del Perú


Línea de Acción «Formación y Liderazgo»
Curso elaborado por: Luis Alberto Amico

CURSO: ESPIRITUALIDAD
CARISMÁTICA

CONTENIDO DEL CURSO


• Objetivos y metodología
• Tema 1: ¿Qué es la Renovación Carismática Católica?
• Tema 2: Nacimiento de la Renovación Carismática
• Tema 3: El camino de la Renovación
• Tema 4: Organización de la RCC
• Tema 5: La espiritualidad de la Renovación
• Tema 6: El Espíritu Santo: Don, comunión y alegría
• Tema 7: La efusión del Espíritu Santo
• Tema 8: El discernimiento
• Tema 9: Los carismas
• Tema 10: Los dones de 1ª Corintios 12 (Primera Parte)
• Tema 11: Los dones de 1ª Corintios 12 (Segunda Parte)
• Tema 12: Los dones de 1ª Corintios 12 (Tercera Parte)

Objetivos del curso:


1. Conocer profundamente nuestra espiritualidad carismática, identificándonos libremente con
la Renovación.
2. Descubrir la manera como Dios actúa para renovar y salvar a su pueblo.
3. Contribuir al fortalecimiento como organización de la RCC.

Metodología del curso:


Se buscará combinar lo expuesto aquí con ejemplos prácticos aportados por el ponente. Para ello, se
aconseja que se invite a ponentes con amplia experiencia en la RCC, no sólo en su propio grupo de
oración, sino que conozcan la realidad de otros lugares. Al finalizar cada tema, pueden hacerse
Talleres, compartir preguntas por grupos o, si es una enseñanza semanal, dejar el Trabajo para la
semana para resolver por el participante en casa. Es bueno que se incentiven las preguntas por parte
de los participantes del curso.
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TEMA 1

¿QUÉ ES LA RENOVACIÓN
CARISMÁTICA CATÓLICA?
Objetivo del tema:
Conocer lo esencial de la experiencia y la espiritualidad carismática, como un instrumento escogido
por Dios para renovar su Iglesia.

A. Introducción
a. Evocación:
¿Cuántas veces alguien nos ha preguntado qué es la Renovación Carismática Católica? ¿Supimos
dar respuesta a esa interrogante?
b. Ubicación y concatenación con el curso:
Llegamos a esta Escuela con una experiencia previa de lo que es la espiritualidad carismática, pero
tenemos que conocer las fuentes y características de esta experiencia renovadora para así darle su
verdadero sentido.
c. Motivación y presentación del tema:
El Señor tiene un porqué hace las cosas, y Él tiene un sabio Plan para renovar su Iglesia. Vamos a
conocer una parte importante de este Plan.

B. Cuerpo de la enseñanza (50’)


Es una corriente de gracia por medio de la cual el Espíritu de Dios nos lleva a vivir de manera
vivencial la realidad del Cuerpo de Cristo.
Renovación es una conversión y entrega constante a Dios, una docilidad creciente al Espíritu Santo.
De allí que para la Iglesia, la Renovación es un Pentecostés actual para renovar la Iglesia de hoy. La
Renovación Carismática Católica (RCC), más que ser un movimiento en la Iglesia, es la Iglesia en
movimiento.
Puede definirse la RCC como un regreso a las fuentes primeras del cristianismo, y estas fuentes
pueden resumirse en:
1. La proclamación de la Palabra con poder.
2. La invitación a una conversión personal.
3. El reconocimiento de Jesús como Señor y Salvador, como base para una relación personal
con Jesús.
4. El bautismo (Efusión) en el Espíritu Santo que nos ayuda a vivir como hijos de Dios.
5. La integración a la comunidad cristiana (Grupo de Oración).
6. El testimonio comunitario y personal de un Dios vivo entre nosotros y que nos ama
incondicionalmente.
Es bueno aclarar por qué la RCC no es considerada un movimiento. Generalmente, un movimiento
surge de las ideas de su fundador o de la organización de un grupo de personas, u otros factores
sociológicos explicables. En cambio, la RCC no es creación del hombre, sino de Dios.
Quizás pudiera ser denominada “movimiento” en cuanto se trata de un grupo grande de personas
que comparte, usa y valora las riquezas de la RCC para su propio bien y el de la Iglesia; y segundo,
en cuanto algunos están procurando desarrollar medios que aseguran que esta Efusión del Espíritu
no se pierda, ni se vuelva ineficaz dentro de la Iglesia y a través del tiempo.
Debemos conocer también qué es la Renovación Carismática, según los Estatutos de la Renovación
(ICCRS), aprobados por S.S. Juan Pablo II. Allí se nos dice que:
“La Renovación Carismática Católica es un movimiento mundial, pero no uniforme, ni unificado.
No tiene fundador particular, ni un grupo de fundadores como muchos otros movimientos. No tiene
lista de miembros participantes.
La Renovación Carismática es la reunión muy diversa de individuos, grupos y actividades, con
frecuencia del todo independientes unos de otros, en diferentes grados y modos de desarrollo, con
diversos énfasis; y que sin embargo participan de la misma experiencia fundamental y persiguen los
mismos objetivos generales”.
Esto se refiere a que la Renovación está extendida por los cinco continentes, integrada por personas
de diferente cultura, por lo cual no puede ser uniforme, sino de acuerdo a su realidad. Es un grupo
en “movimiento”: unos llegan y otros se van, por lo que no se tiene una lista de miembros. Con
diferente grado de apertura y por lo tanto de compromiso, pero todos con un mismo deseo de
conocer y tener un encuentro personal con Jesús, por gracia de Dios Padre y por obra del Espíritu
Santo. Y en cuanto a su origen, sin duda divino, teniendo como único fundador al Espíritu Santo.

1. ¿Por qué Renovación?


Cuando se renueva una obra de arte, comienza por quitarse el polvo que tiene encima. Luego, se
repara lo que se ha quebrado; se repone lo perdido, se repasan los colores. El resultado es una
revelación: queda descubierta toda la belleza de la obra primitiva.
Aquí se trata del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Para muchos, la Iglesia no era más que
obligaciones, formulismos y rutinas que no lograban penetrar la fe ni descubrir las riquezas que
estaban encerradas en ella. Ahora, para muchos la Renovación Carismática es una verdadera
revelación: Cristo, la Iglesia, las Sagradas Escrituras, la oración, la Virgen María, la jerarquía
eclesiástica, el prójimo, aún las flores, los cerros y el sol, han cobrado nueva belleza.
Ahora bien, hay diferencias entre la renovación de una obra de arte y la renovación de la Iglesia.
Pues al renovar la obra de arte se aspira a darle su esplendor de antaño y no a superar al artista. En
cambio, en cuanto a la Iglesia, el que la renueva no es el hombre sino el Espíritu Santo, y todos
conocemos de su creatividad infinita y de que Dios no se repite. Por lo tanto, las nuevas
comunidades no serán un calco de las primeras comunidades, sino que tendrán el toque innovador
de Dios.

¿Por qué Carismática?


Como hemos visto, la Renovación es más que una moda, más que un simple movimiento: es una
corriente de gracia por la que el Espíritu del Señor nos lleva a vivir de manera experiencial y
profunda la realidad del Cuerpo Místico de Cristo, y de la comunicación de los carismas.
Pero esto no justificaría el uso de la palabra “carismática” si no fuera por varias particularidades:
1. La Renovación nació de una manera carismática. No fue fruto de estudio, ni de
planificación. No fue perfeccionamiento de una obra ya existente, no fue prevista. Fue una
sorpresa del Espíritu.
2. La Renovación se ha propagado de una manera carismática. Hemos visto cómo ha crecido
rápidamente. Si hoy nos ponemos a pensar, es similar a la propagación del evangelio al
inicio de la Iglesia. En el lugar menos esperado, encontraremos un Grupo de Oración, y si no
lo hay hoy, seguro que mañana el Señor lo formará.
3. La experiencia diaria de Dios. Como hemos visto, esta experiencia es múltiple: su
providencia es sorprendente, sus inspiraciones, etc.
4. La Renovación se ha propagado a través de los carismas, entendidos como manifestaciones
del Espíritu Santo para el bien común y para el servicio de los demás. Esta es una de las
características que más nos diferencian de otras corrientes renovadoras. Por ello, hay que
cuidar que en los Grupos de Oración se usen los carismas que el Señor nos ha confiado
según su dirección.
Eso sí, debemos tener cuidado de que la designación de “carismática” no la tomemos como
exclusiva, como si la Iglesia en su totalidad no fuera carismática y no estuviera dotada de dones
extraordinarios.

¿Por qué Católica?


Porque está integrada en la Iglesia católica, que es la misma Iglesia que se renueva por el Espíritu
(estamos conscientes de que hay cosas esenciales que no se pueden cambiar, pero sí hay cosas
accidentales que necesitan una renovación).
Mas es bueno resaltar algunos frutos que se vienen mostrando en sus integrantes y que dan fe de
nuestra sujeción a la Iglesia:
1. La Eucaristía es vista como el centro de toda oración y alabanza al Padre.
2. La experiencia “carismática” reaviva en el hombre una mayor apreciación de las prácticas
tradicionales: el rezo del Rosario, la oración de la Liturgia de las Horas, etc.
3. Hay un despertar de la vivencia y frecuentación de los sacramentos.
4. Fomenta y es alimentado por la enseñanza tradicional de la Iglesia.
5. Cree en la Iglesia católica y en la autoridad dada a la Iglesia por Cristo. Desde el comienzo
ha habido obediencia y respeto a la jerarquía eclesiástica.
6. Con la dirección adecuada se espera evitar los peligros de movimientos fanáticos del pasado
y ser fuente de una verdadera renovación dentro de la Iglesia.
Por otro lado, no olvidemos que al ser “católica”, es también universal; por lo que está abierta a
todos los hombres, no importando su condición social, económica, ni aún su credo (siempre que
respeten y acepten nuestra sujeción a la Iglesia católica).

Trabajo para la semana:


Responder, desde una perspectiva personal, las siguientes preguntas:

1. ¿Qué aspectos de mi vida ha contribuido a renovar la RCC?


2. ¿Qué ocurriría si en la RCC dejasen de manifestarse los carismas?
3. ¿Qué aspectos de mi catolicismo he redescubierto o reavivado gracias a mi
espiritualidad carismática?
4. ¿Qué tenemos que hacer para que la Renovación se renueve permanentemente?
5. ¿Por qué para los carismáticos es tan importante la experiencia diaria con Dios?

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TEMA 2

NACIMIENTO DE LA RENOVACIÓN
CARISMÁTICA
Objetivo del tema:
Conocer la forma como el Espíritu Santo suscitó la RCC, la cual es, por tanto, no producto de
voluntad humana, sino iniciativa del Señor.

A. Introducción
a. Evocación:
¿Quién fundó la RCC? Si contestan “el Espíritu Santo”, replicar: ¿Y de quiénes se valió para dar
inicio a esta Renovación? ¿Por qué escogió este momento de la Historia de la Iglesia?
b. Ubicación y concatenación con el curso:
Si hemos dicho anteriormente que la RCC fue suscitada por el Señor para renovar la Iglesia, es
porque Él inscribe su obra en el tiempo y en el espacio, y nunca detiene su obra creadora.
c. Motivación y presentación del tema:
Conozcamos cómo el Señor fue preparando esta nueva efusión del Espíritu en su Iglesia, y la forma
maravillosa e inesperada –para los hombres– como lo hizo.

B. Cuerpo de la enseñanza (50’)


Lectura: LOS ALBORES DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA
Por: P. Diego Jaramillo, cjm
Libro: «Historia de la Renovación Carismática» ;
Centro Carismático Minuto de Dios;
Santafé de Bogotá, 1997
En 1959 el Papa Juan XXIII oró para que el Espíritu Santo renovara en la Iglesia las maravillas de
un nuevo Pentecostés (Constitución Apostólica «Humanae salutis», n. 21).
La década del 60 fue testigo de cómo Dios respondió a la oración del Pontífice. El Concilio
Vaticano II fue un pasar del Espíritu Santo por nuestro tiempo.
Otra presencia del Divino Paráclito ha sido la Renovación Carismática que, en pocos años, invadió
el mundo católico.
¿Cuándo y dónde comenzó? La respuesta es difícil de dar. Ocurre como las burbujas cuando el agua
empieza a hervir; van brotando simultáneamente en varios lugares. Así ha ocurrido en la Iglesia, en
estos años, caldeada por el fuego del Espíritu Santo.
Por eso no es de extrañar que ya el 15 de agosto de 1960 apareciera en la revista "Time" un artículo
en el que se leen estas frases: «Soy católico romano y desde hace años el hablar en lenguas ha sido
parte integrante de mi culto a Dios».
Sin embargo ese y posiblemente muchos otros resurgires de los carismas fueron experiencias
aisladas. Ciertamente los grupos que hicieron historia y que más influyeron en la Corriente
Carismática Católica se remontan a 1967, en tres universidades norteamericanas.
En la década de los 60 en las universidades de Nuestra Señora (Notre Dame), en South Bend
(Indiana), y en la de Duquesne, en Pittsburgh (Pensilvania), se formaron grupos de estudiantes y
profesores deseosos de vivir ardientemente la fe: vigilias bíblicas, asambleas de canto y enseñanza,
oración espontánea, misas juveniles seguidas de ágapes para compartir, etc., eran expresiones
normales vivencia fraternal que, sin embargo, como tanta obras e intentos de los hombres
languidecían tras el primer entusiasmo.
Sin embargo un grupo de profesores y alumnos empezó a surgir. Entre ellos se trabó gran amistad y
los nexos que anudaron entre sí les permitieron luego formar una base de apoyo para la Renovación.
Quizá el pionero fue Ralph Keifer, laico, casado, profesor de teología en Notre Dame en 1965, y
luego residente en Pittsburgh. Cerca de él, su amigo William Storey quien, tras ingresar a la Iglesia
Católica, había llegado a ser profesor de liturgia e historia eclesiástica y fundador de la asociación
Xi Rho. Estos dos letras del alfabeto griego, que son las primeras del nombre de Cristo, suelen
formar un anagrama conocidísimo, el Crismón. El grupo Xi Rho, pretendía estudiar la Biblia, unirse
en la oración y fomentar las experiencias comunitarias a que aluden los Hechos Apostólicos (2,42).
Sin embargo los ideales no se lograban y el grupo buscaba nuevas metas como la de ayudar a los
alcohólicos. Era una crisis de identidad que se iba agravando desde 1964 hasta 1966.
Mientras eso sucedía, en Pittsburgh algunos jóvenes cursillistas buscaban por su cuenta cómo
cumplir la voluntad de Dios.
Los cursillos de Cristiandad son una experiencia de conversión cristiana que en 1949 suscitó en
España el obispo Juan Hervas, en compañía del teólogo Juan Capó y del laico Eduardo Bonnin,
influenciados por el pensamiento de Cardenal Suenens, del teólogo Ives Congar, y del pastoralista
Padre Georges Michonneau.
Los Cursillos se iniciaron en Estados Unidos en 1957. Cuatro años después se realizó el primer
Cursillo en inglés. La noticia de los cursillos llegó a los líderes cristianos de las universidades antes
mencionadas, que vieron en ellos una especie de renovación. Eran estos líderes Steve Clark,
estudiante de filosofía en la Universidad de Yale, quien había pasado a la Iglesia católica desde el
protestantismo. Steve Clark trabajó de 1963 a 1965 en Notre Dame.
Al lado de Steve Clark estaba Ralph Martin, alumno de filosofía de Notre Dame (1960–1964), de
tendencias ateas, quien preparaba una tesis sobre Nietzsche. Precisamente, argumentando y
atacando la fe cristiana, conoció a Clark. Asistió al segundo cursillo en Notre Dame en 1964 y allí
se convirtió a la fe de modo tan radical que al principio nadie quería creer que fuera el mismo que
protestaba porque en su apartamento que compartía con Felipe O’mara, éste organizaba reuniones
cristianas. Precisamente, en 1965, en una de esas reuniones se presentaron casos de glosolalia, que
el líder interrumpió por no saber comprenderla.
Ralph y Steve pasaron juntos las Navidades de 1965 y en ellas proyectaron un retiro espiritual que
realizarían en 1966. Fue entonces cuando se comprometieron a trabajar en los cursillos, como
miembros de la junta directiva nacional.
Otros amigos o alumnos de Keifer en Notre Dame fueron George Martin, quien a los 18 años había
hecho un retiro ignaciano que marcó su vida, y en Notre Dame estudiaba filosofía y escribía una
tesis sobre Kierkegaard; también la pareja de Kevin y Dorothy Ranaghan, estudiantes de teología y
amantes de la liturgia, igualmente Bert Ghezzi, presidente del grupo Xi Rho , con inquietudes
teológicas, que había invitado a Hans Kung a Norteamérica, como conferencista, y además
preparaba su tesis en historia; igualmente, Paul DeCelles, profesor de física en la universidad; se
menciona también a Jim Cavnar, Gerry Rauch, Kerry Koller, Ralph Johnson, Jim Rauner y otros.
En diciembre de 1965 había terminado en Roma el Concilio Vaticano II. Nada de raro tenía pues
que comenzaran a cosecharse sus frutos.
Al terminar su retiro de verano, Steve Clark y Ralph Martin fueron invitados a inaugurar y clausurar
la Convención Nacional de Cursillos, en Kansas City, en agosto de 1966. Luego viajaron a Lansing
ya como miembros de las directivas nacionales. También allí se les designó dirigentes de la
parroquia estudiantil de San Juan, en la universidad del estado de Michigan.
En el segundo semestre de 1966 los líderes cristianos, ansiosos de una renovación que sacudiera del
marasmo su apostolado, empezaron a rezar diariamente “Veni, Sancte Spiritus”, oración que la
liturgia suele llamar “La Secuencia Áurea”. Por otra parte, Steve Clark proponía el estudio del libro
“La y el Puñal”, que narra el ministerio del pastor Wilkerson en Nueva York y la célebre historia de
Nicky Cruz. Ralph Keifer encontró otro libro que tuvo gran influencia, “Hablan en otras lenguas”,
de Jhon Sherril y la obra “Compromiso y Liderazgo” de Douglas Hyde, un comunista inglés
convertido al cristianismo.
Motivado por lo expuesto en esos libros, y queriendo conocer en la práctica los grupos que en ellos
se hablaba y la manifestación de los carismas, Ralph Keifer y William Storey establecieron en
Pittsburgh contactos con Will Lewis, pastor episcopaliano de la Iglesia del Santo Cristo. El pastor
Lewis tampoco había vivido una experiencia pentecostal, pero los relacionó con la señora Betty
Schomaker, parroquiana suya, que participaba en reuniones de oración. El encuentro con la señora
Schomaker fue el 6 de enero de 1967, festividad de la Epifanía, es decir, de la manifestación de
Cristo a todas las naciones. Ese día se pactó la asistencia a una reunión de oración para la semana
siguiente, en su casa, situada en las colinas al norte de Pittsburgh.
Así llegó el 13 de enero de 1967, fiesta del Bautismo de Cristo, cuando descendió el Espíritu Santo
sobre Jesús y lo ungió como el Mesías de Dios. En esa festividad, el grupo se congregó a las siete y
media de la noche en casa de Florencia Dodge, y en él participaron cuatro católicos: Ralph Keifer y
su esposa Bobbi, Patrick Bourgeois, y William Storey. Keifer y Bourgeois eran profesores de
teología y Storey profesor de historia de la Iglesia. Cuando terminaba la reunión, Storey dijo: “Vine
a recibir el bautismo del Espíritu Santo, y no me voy hasta que lo haya recibido”. Un asistente al
grupo oró por él diciendo: “Señor, Tú conoces su corazón y sus necesidades. Llénalo ahora con tu
Espíritu”.
Ocho días después, el 20 de enero, regresaron a dicho grupo Ralph y Patrick, pidieron que oraran
por ellos y recibieron la efusión del Espíritu Santo. Poco después, uno de ellos escribiría: “Fue
como si hubiera entrado en un inmenso mar, sólo que el agua era Dios, el agua era el Espíritu
Santo”.
Como resultado de ello, Keifer empezó a escribir cartas, a llamar por teléfono y a compartir con
otros su experiencia. Los primeros contactados fueron una pareja de novios que se casaría meses
más tarde, Paul Gray y Mary Ann Springle, estudiantes de teología de Duquesne. Con ellos
organizaron Keifer y Storey un retiro para el grupo de Xi Rho; el tema escogido era “Las
Bienaventuranzas, o cómo actúan los cristianos”, pero a última hora se cambió por “Los Hechos de
los Apóstoles, o cómo hacerse cristianos”. Serían cuatro conferencias sobre los cuatro primeros
capítulos de los Hechos y había que leer “La Cruz y el Puñal”. Paul debía dar la segunda
conferencia y Mary Ann la tercera. Ambos recordaban su nerviosismo que sólo se calmó al invocar
al Espíritu Santo.
Todos sentían hambre de Dios, y cuando Keifer comenzó a orar con imposición de manos, se
desataron las lenguas y la alegría. Fue una experiencia de oración profunda, de vigilia y expectativa,
de presencia de Dios: “Era como si Jesús estuviera caminando allí tocando a cada uno y dándole
una misión”. Su acción se manifestó cuando por haberse ido el agua, los dirigentes de la casa de
retiros “El Arca y la Paloma” les pidieron que se retiraran. Ellos oraron y pusieron a prueba a Dios
para que solucionase el problema del agua. La sorpresa fue enorme cuando, al concluir la oración
David Mangan se encaminó maquinalmente a un grifo para beber y el agua brotó con abundancia.
Las crónicas guardan, además de los ya citados, algunos nombres de los participantes a ese retiro
del 17 al 19 de febrero de 1967: Patty Gallagher Mansfield, Karin Sefcik, el Padre Healey y David
Mangan. Éste fue precisamente el que planteó la gran pregunta: «¿No se podría renovar nuestra
confirmación y suplicar al Espíritu Santo que volviera de nuevo sobre nosotros?». Y cuando el
Espíritu Santo llenó a los participantes, Storey dijo: «El Señor Obispo se va a sorprender cuando
sepa que todos fueron bautizados en el Espíritu Santo». Luego, Ralph Keifer empezó a usar la
fórmula de “bautismo en el Espíritu” que, en ambientes metodistas, había usado desde finales del
siglo pasado Charles Finney y que alude a la experiencia del Pentecostés personal vivido o
renovado en cada bautizado. Éste fue, pues, el pesebre de la Renovación Carismática para usar la
expresión de Haral Bredesen, o según dice Patty Gallagher, sucedió como si allí se estuviera
escribiendo el primer capítulo de un nuevo libro de los Hechos Apostólicos, obra a la que se designa
también como “el Evangelio del Espíritu Santo”.
Quince días después, el 4 y 5 de marzo, el fuego prendió en Notre Dame, donde Keifer había escrito
y enviado luego, como misionero y testigo, a un amigo suyo. Allí, en casa de Kevin y Dorothy
Ranaghan y de Bert y Mary Lou Ghezzi, se encendió la llamarada.
También en Notre Dame los universitarios católicos habían buscado y sembrado con los retiros de
fin de semana “Antioquía”. Ese nombre quería recordar que en Antioquía los discípulos del siglo
primero empezaron a llamarse “cristianos”. Pero ni ellos, ni las marchas en pro de los derechos de
los negros (como la de Selma, Alabama, en la que participaron con Martin Luther King), habían
dado resultado.
Ahora la universidad empezó a conmoverse y la renovación brotó con fuerza en South Bend,
Indiana, y aunque ya el 13 de marzo alguien les preguntaba: “Ahora que han recibido el Espíritu
Santo , ¿cuándo abandonarán la Iglesia Católica?”, eso no sucedió, sino que se afirmaron en ella.
Dos años más tarde, el 14 de noviembre de 1969, apareció un informe de la Comisión de Doctrina
de la Conferencia Nacional de los Obispos Católicos de los Estados Unidos. Ese informe, redactado
por el Obispo Alexander Zaleski, de Lansing, Michigan, fue la primera carta de reconocimiento de
la Renovación Carismática en la Iglesia.
A mediados de marzo vinieron de Michigan a Pittsburgh Steve Clark y Ralph Martin y recibieron el
bautismo del Espíritu Santo. Luego, del 7 al 9 de abril con 40 estudiantes se presentaron a un retiro
en Notre Dame. De ahí en adelante comenzó la siembra y la cosecha abundante por todos los
continentes.

INICIOS DE LA RCC EN EL PERÚ


Los Primeros Años
Y como el fuego que se prende, la Renovación Carismática se extendió rápidamente por todo el
mundo, llegando al Perú a fines de 1969 a través de sacerdotes, laicos y hermanos no católicos,
quienes habían asistido a retiros carismáticos en Estados Unidos y tenían una sola inquietud:
compartir esta experiencia con todos, y también realizar un retiro en Lima para este fin.
Hubo entonces una reunión entre el padre Patricio Rearden O.P., quien se encontraba por un tiempo
en Lima antes de dirigirse a Cochabamba y más tarde a Santa Cruz (Bolivia), lugar de mucha
bendición para la Renovación, y el pastor bautista Hobart Vann, iniciando los preparativos para esta
reunión. Y fue en mayo de 1970 en el que se realizó el primer retiro carismático en el Perú.
Participaron en este retiro sacerdotes de muchas parroquias de Lima y alrededores y,
paradójicamente, solamente cuatro o cinco pastores protestantes. La asistencia en el día era de una
cincuenta personas, superando en más de cien por las noches.
De los sacerdotes asistentes destacaron posteriormente como líderes del movimiento carismático
católico en el Perú los padres George De Prizio y Neal Mc Caulay, actualmente en el Canadá.
Muchos salieron transformados por la fuerza del Espíritu y animados para seguir adelante
compartiendo esa presencia santa de Cristo cuando toca nuestras vidas y deseando gritar a todos los
vientos que Él vive, que es real, que está presente hoy en nuestros corazones.
En medio de este entusiasmo, llega en enero de 1971 al Perú un equipo de líderes carismáticos de
Estados Unidos, dirigidos por el padre Francis McNutt y la señora Barbara Shlemon, enfermera
dedicada al ministerio de sanación, para dar un retiro carismático al que asistieron más de
trescientas personas entre sacerdotes, religiosos y, por primera vez, laicos, en el que todos sintieron
la fuerza poderosa de Dios a través de su Santo Espíritu.
Todos juntos en oración profunda, recibieron la efusión del Espíritu Santo, muchos por primera vez,
manifestándose sus carismas de una forma extraordinaria. Es que realmente, igual como había
sucedido en los Estados Unidos, el Espíritu Santo estaba realizando un nuevo Pentecostés aquí en el
Perú. Todos estuvieron de acuerdo en que esta experiencia no sólo había sido algo sensible, sino
real, gracias al amor de Cristo que se manifestó en nuestros corazones.
Ese día tomaron una decisión: fomentar estos encuentros, descentralizándolos, y formar grupos de
oración en sus parroquias, en sus conventos y, si era posible, hasta en sus casas.
Es bueno recordar a los Coordinadores que presidieron por algún período la RCC del Perú: el padre
José Kane, el padre Rómulo Falcón, el padre Miguel La Fay –hoy obispo–, el padre Conrado
Cantin, la Srta. Rosario de Piérola, el padre Buenaventura Dureau ofm, y actualmente, la Srta.
Miroslava Egúsquiza, quienes sirven y han servido al Señor con amor y dedicación.
En los inicios de la Renovación en el Perú, existía una reserva por parte de la Jerarquía, por
cuestionar algunas actitudes de la Renovación. Les parecía chocante al catolicismo tradicional
ciertas manifestaciones como el don de lenguas, el no ser los sacerdotes los que presidieran los
grupos de oración, sino laicos. En esa época la Renovación era cuestionada como un
«emocionalismo pasajero» y en forma displicente se les fue llamando a estos grupos
«carismáticos», cuyo nombre es hoy oficial.
La RCC es un movimiento netamente eclesial, abierto tanto a los sacerdotes, religiosos, como a los
laicos –seglares–, sin distinción alguna. La RCC, estrictamente no es un movimiento de laicos al
que son invitados los sacerdotes, ni un movimiento de sacerdotes al que son invitados los laicos. Es
una renovación profunda espiritual que cabe dentro de todos los estados de vida.
Dios nos está llamando, a través de la Renovación, a ser miembros vivos de su cuerpo y a
redescubrir la riqueza de la comunidad cristiana.
Recomendamos especialmente las siguientes lecturas sobre este tema:
• Kevin y Dorothy Ranaghan, Pentecostales Católicos; Logos International; Plainfield, N.J.,
1971.
• Edward D. O´Connor, C.S.C., La Renovación Carismática en la Iglesia Católica; Lasser
Press; México, 1973.
• Benigno Juanes, S.J., ¿Qué es la Renovación Carismática y qué pretende?; Santo Domingo,
1996.
• P. Chus Villarroel O.P., La Renovación Carismática; Sereca, España, 1995.
Trabajo para la semana
Responder, desde una perspectiva personal, las siguientes preguntas:

1. Cuenta brevemente cómo es que llegaste por primera vez a tu grupo de oración.
2. ¿Qué conocías y qué no conocías sobre la historia de los inicios de la RCC en el
mundo aquí contada?
3. ¿Qué conocías y qué no conocías sobre la historia de los inicios de la RCC en el
Perú aquí contada?
4. ¿Qué conoces sobre cómo empezó la RCC en tu diócesis? Cuenta brevemente lo
que sabes.
5. ¿Piensas que es importante conocer la historia de la RCC en tu diócesis? ¿Por
qué?

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TEMA 3

EL CAMINO DE LA RENOVACIÓN
Objetivo del tema:
Profundizar sobre el sentido y misión de la RCC en la Iglesia de hoy, así como qué es lo que el
Señor espera de nosotros.

A. Introducción
a. Evocación:
¿Has descubierto cuál es tu misión en la vida? ¿Qué quiere el Señor de ti?
b. Ubicación y concatenación con el curso:
La RCC nació con una misión. Por lo tanto, no se limita a “seguir existiendo”: se proyecta hacia el
logro de una visión que el Señor nos ha ido mostrando conforme fue transcurriendo el tiempo.
c. Motivación y presentación del tema:
Abramos bien nuestros ojos espirituales para ver lo que nuestros ojos carnales nunca pudieron ni
podrán ver.

B. Cuerpo de la enseñanza (Tiempo total: 100’)

A. MISIÓN DE LA RCC DEL PERÚ


1. Fomentar una conversión personal, madura y continua hacia Jesucristo, nuestro Señor y
Salvador.
2. Fomentar una receptividad personal decisiva hacia la persona, la presencia y el poder del
Espíritu Santo. Estas dos gracias espirituales con frecuencia se experimentan unidas en lo
que se ha llamado en diferentes partes del mundo un bautismo en el Espíritu Santo o una
renovación en el Espíritu.
3. Fomentar la recepción y utilización de los dones espirituales (carismas) no sólo en la
Renovación Carismática, sino también en toda la Iglesia.
4. Fomentar el trabajo de evangelización con el poder del Espíritu Santo, incluyendo la
evangelización de quienes no están en la Iglesia, la re-evangelización de los cristianos
nominales, la evangelización de la cultura y de las estructuras sociales.
5. Promover el crecimiento progresivo en la santidad mediante la apropiada integración de
estos acentos carismáticos con la totalidad de la vida de la Iglesia.
¿Qué es la MISIÓN?
Es la definición de la razón de ser de la RCC,
que la hace diferente de otros movimientos similares.
Se define respondiendo a las preguntas qué, para qué y cómo.

B. VISIÓN PARA EL AÑO 2010


Fuente: Acuerdos de la Junta Nacional de la RCC del Perú de enero del 2000.
Queremos una RCC en el Perú que:
1. Viviendo la fe, desde una conversión personal y comunitaria, renovada permanentemente
con el poder del Espíritu Santo, use los dones y carismas y sea un camino firme de
santidad.
2. Unida entre sus miembros e integrada a la estructura eclesial y a los otros movimientos de la
Iglesia, afirme cada vez más su presencia.
3. Conozca la realidad social y eclesial de su entorno, para que ejerza un servicio profético y
propicie diversos ministerios de Promoción Humana y Desarrollo Social en beneficio de los
más necesitados.
4. Tenga grupos de oración, ministerios y comunidades bien formados en la espiritualidad
carismática y en la sana doctrina de la Iglesia, que sean fermento de transformación social y
eclesial.
5. Cuente con centros de formación espiritual, eclesial y humana que propicien líderes
infantiles, juveniles y adultos.
6. Promueva vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales, y genere casas de formación de
espiritualidad carismática.
7. Renueve y fortalezca la familia, jóvenes y niños peruanos, fomentando su presencia y
participación en los grupos de oración y en la vida de la Iglesia.
8. Realice una evangelización con el poder del Espíritu Santo, utilizando los medios de
comunicación, y así poder llegar a todos los ámbitos sociales del país.
9. Se autofinancie mediante la catequesis de diezmos y ofrendas para, de esta manera, contar
con los recursos humanos, tecnológicos, económicos y de infraestructura, suficientes para el
cumplimiento de su misión.
¿Qué es la VISIÓN?
Es el conjunto de propósitos generales que señalan
lo que la RCC quiere ser en el futuro.
Se elaboran para un horizonte de planeación
a largo plazo (mínimo de cinco años).
Señala el rumbo a seguir.

C. OBJETIVOS DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA


Como parte de la Iglesia, la Renovación Carismática Católica, asume una misión particular,
reflejada en sus objetivos.
El objetivo básico de la Renovación Carismática es:
Que todos conozcan a Jesucristo, para vivir en el amor.
De aquél, se desprenden estos otros objetivos:
1. Promover una conversión personal, madura y continua a Jesucristo, nuestro Señor y
Salvador.
2. Propiciar una apertura decisiva hacia la persona del Espíritu Santo, su presencia y su poder a
través del bautismo en el Espíritu.
3. EVANGELIZAR:
• a quienes no pertenecen a la Iglesia,
• a los bautizados que no viven su fe (cristianos de nombre),
• la cultura y las estructuras sociales,
• para la participación en la misión de la Iglesia,
• mediante palabras y obras (testimonio de vida).
4. Impulsar el crecimiento progresivo hacia la santidad, a través de la correcta integración de
los dones carismáticos con la vida plena de la Iglesia.
5. Llevar a los cristianos a tener una vida sacramental viva y auténtica. Fomentar la recepción y
el uso de los dones espirituales (carismas), no solamente en la Renovación Carismática, sino
también en la Iglesia entera.

D. FRUTOS DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA


Fuente: Documento del Encuentro Episcopal Latinoamericano en La Ceja (Colombia): “La Renovación Espiritual
Católica Carismática”; septiembre de 1987.
1. El descubrimiento de la Persona viviente de Jesús, reconocido como Hijo único de Dios, con
el cual el cristiano entra en relación personal como Salvador, Señor y Mediador cerca del
Padre.
2. El gusto por una oración profunda, personal y comunitaria.
3. Crece el aprecio por la oración litúrgica y especialmente por la Eucaristía.
4. Amor a la Palabra de Dios.
5. Conversión y santificación.
6. Una amplia abnegación fraterna.
7. Cambio progresivo.
8. Aumento de vocaciones sacerdotales y religiosas.
9. Devoción mariana, que fomenta un amor filial a la Madre de Dios y de la Iglesia, y busca
rendirle el culto verdadero.
10. Aprecio por la vida sacramental.
11. Fuerza evangelizadora de la Renovación. Los fieles comienzan a sentir un verdadero
poderoso anhelo de evangelizar y de llevar la Buena Nueva de la Salvación integral de
Cristo a los demás.
También podemos enumerar como frutos de esta Renovación:
a) Una vinculación más estrecha y viva entre los Pastores y la grey.
b) Una mayor apreciación de la auténtica santidad.
c) Una progresiva purificación de la religiosidad popular.
d) Y una revitalización de las auténticas comunidades eclesiales de Base.
Trabajo para la semana:
1. ¿Cuáles de los puntos de la Visión ya se han cumplido o están muy cerca de
cumplirse? ¿Por qué?
2. ¿Cuáles de los puntos de la Visión aún no hemos alcanzado? ¿Por qué?
3. ¿Piensas que estamos cumpliendo con nuestra Misión como carismáticos?
4. Redacta una oración de una página en base a los objetivos de la RCC.
5. Redacta una oración de una página en base a los frutos de la RCC.

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TEMA 4

ORGANIZACIÓN DE LA RCC
Objetivo del tema:
Conocer la forma como está organizada la RCC en el Perú.

A. Introducción
a. Evocación:
Completen la frase de Cristo: «El que quiera ser el primero, se hará...» (Mc 10, 44).
b. Ubicación y concatenación con el curso:
La Misión y la Visión tienen que afirmarse en una estructura, para así hacerla viable.
c. Motivación y presentación del tema:
Revisemos nuestros conocimientos sobre cómo estamos organizados.

B. Cuerpo de la enseñanza (50’)

1. CÓMO ES UN GRUPO DE ORACIÓN


Todo Grupo de Oración es una comunidad de hermanos en la fe, con un número variable de
integrantes, y que está dirigida por un Equipo de Servidores, quienes, con la guía del Espíritu Santo,
tienen la responsabilidad de escuchar al Señor y conducir la asamblea de acuerdo a Su voluntad.
El Equipo de Servidores está presidido por el Responsable del Grupo de Oración, y lo integran
además los servidores y pre-servidores en funciones. Estas personas son las más comprometidas del
Grupo, y el número de servidores puede variar según las necesidades de la asamblea, aunque se
calcula que debe haber un servidor por cada cinco o seis asambleístas, para que éstos sean bien
atendidos. Los servidores son nombrados por el Responsable del Grupo y se reúnen con él (ella) un
día aparte de la reunión de la asamblea para discernir la marcha del Grupo de Oración y evaluar su
servicio.
Cada Grupo de Oración puede tener, además, diversos Ministerios, según se discierna la necesidad
de su funcionamiento. Estos Ministerios están conformados por hermanos comprometidos del
Grupo de Oración que en equipo realizan algún servicio específico de manera permanente: Música,
Enseñanza, Alabanza, Acogida, Intercesión, Sanación, etc., y que de esta forma ejercen en
comunidad el carisma o carismas recibidos por el Señor para provecho del Cuerpo de Cristo.
Cada Ministerio tiene, a su vez, un responsable, quien es nombrado por el Responsable del Grupo
de Oración. Es aconsejable que el responsable del Ministerio sea un servidor en actividad. Para
integrar algún Ministerio no hace falta ser “servidor” nombrado, pero sí es indispensable que haya
seguido el Seminario de Vida en el Espíritu completo, manifestar un proceso de conversión, deseo
de servir a sus hermanos, una actitud de humildad y voluntad para trabajar en equipo, y también
tener el carisma o carismas que se requieran para realizar el servicio que corresponde a dicho
Ministerio.
Los Grupos de oración en el Perú están organizados de acuerdo a su zona geográfica. En las
diócesis donde la cantidad de grupos no es muy grande, se integran directamente a una
Coordinación Diocesana. Esta Coordinación Diocesana de la RCC es un equipo presidido por el
Coordinador Diocesano y lo integra además cada Responsable de los Grupos de Oración de su
jurisdicción, así como los responsables de los Ministerios Diocesanos de servicio. En el caso de que
la cantidad de grupos de oración sea mayor y su respectivo pastoreo lo requiera, la diócesis se
subdivide en Zonas, y entonces los grupos se integran a una su respectiva Coordinación Zonal. Así,
cada Coordinación Diocesana puede contar con diversas Coordinaciones Zonales y, dentro de éstas,
aparecen los Grupos de oración. De esta manera, los Responsables de los Grupos de oración se
integran a su respectiva Coordinación Zonal, la cual es presidida por el Coordinador Zonal, y éste a
su vez integra la Coordinación Diocesana en lugar de los Responsables de los grupos.
Los Coordinadores Zonales de la RCC son nombrados por su respectivo Coordinador Diocesano de
la RCC, y éste es nombrado a su vez por el Coordinador Nacional de la RCC. Cuando en una
diócesis existen Zonas, los Responsables de los Grupos de oración son nombrados por su respectivo
Coordinador Zonal. Si no existen Coordinaciones Zonales en la diócesis, los Responsables de los
Grupos son nombrados directamente por el Coordinador Diocesano de la RCC.

2. ORGANIZACIÓN DE LA RCC EN EL PERÚ


(Según el Estatuto de la RCC del Año 2000)
A continuación, citamos algunos artículos del Estatuto de la RCC del Perú que se refieren a su
organización y al proceso de nombramiento de sus dirigentes:
Art. 4° Siendo un movimiento eclesial, la RCC reconoce, respeta y asume con humildad y
obediencia las disposiciones de la Jerarquía de la Iglesia Católica.
Art. 5° La RCC del Perú es competente para establecer y hacer respetar su propio régimen de
organización interna que está establecido por el presente Estatuto.
Art. 6° La RCC del Perú ejerce autoridad sobre sus miembros en los asuntos que le son propios.
Art. 10° En la RCC del Perú se da las siguientes expresiones:
1. Grupos de Oración Carismáticos: Entendemos por Grupos de Oración a un grupo de
personas que se reúnen en torno a Cristo, guiados por el Espíritu Santo para compartir la fe y
la vivencia cristiana, alabando a Dios Padre, transformando sus vidas y edificándose
mutuamente a imagen de Jesucristo y de su Evangelio. Sus miembros deben tender hacia
una madurez que los lleve a un compromiso mayor de pertenencia entre ellos y a la
definición de su apostolado (c.f. Hch 2, 42).
2. Comunidades Carismáticas: Nacen del llamado del Espíritu Santo a vivir esa gracia. Es el
Señor mismo quien toma la iniciativa de constituir la Comunidad, da la visión y reúne a
gente de diferentes edades, procedencia y estados de vida. Pueden establecerse, entre otras
formas, como “Comunidades de Alianza” o “Comunidades de Vida”.
3. Ministerios Carismáticos: Es una de las expresiones que surgen para brindar un servicio
determinado al Pueblo de Dios con las características propias de la Renovación,
transmitiendo sus experiencias. Así, pueden ser, para la evangelización enseñanza, misiones,
comunicaciones, música, sanación, etc. Los Ministerios son entes de servicio, no órganos de
autoridad.
La RCC del Perú acoge con entusiasmo y secunda las mociones del Espíritu Santo sobre otras
formas comunitarias de expresión carismáticas que pudieran suscitarse.
Art. 14° La RCC del Perú cuenta con la siguiente estructura orgánica:
• Coordinación Nacional: Coordinador Nacional, Sub Coordinador Nacional, Coordinadores
Diocesanos, Representante de las Comunidades Carismáticas, Responsables de Ministerios
Carismáticos y Ministerios de Servicios.
• Coordinación Diocesana (Prelaturas o Vicariatos Apostólicos según corresponda):
Coordinador Diocesano, Sub Coordinador Diocesano, Coordinadores Zonales, Ministerios
Diocesanos.
• Coordinación Zonal: Coordinador Zonal, Sub Coordinador Zonal, Responsables de los
Grupos de Oración, Ministerios Zonales, Comunidades.
• Grupo de Oración, Comunidades Carismáticas y Ministerios Carismáticos.
Art. 26° El Responsable es nombrado por el Coordinador Zonal en discernimiento con el
Coordinador Diocesano de una terna presentada por los servidores del Grupo de Oración. El
Coordinador Zonal preside la reunión en que se elige dicha terna.
Art. 31° Del Coordinador Zonal
a) Es nombrado por el Coordinador Diocesano de una terna presentada por los
Responsables de la Zona. El nombramiento será dado a conocer a las autoridades
eclesiásticas respectivas.

Art. 38° Del Coordinador Diocesano


a) Es nombrado por el Coordinador Nacional de una terna presentada por los miembros de la
Coordinación Diocesana en actividad y comunicado a la autoridad eclesiástica respectiva.

Art. 49° (La Coordinación Nacional) Se reúne ordinariamente dos veces al año y
extraordinariamente, cuando lo convoca el Coordinador Nacional. En dichas reuniones los
Coordinadores Diocesanos podrán proponer y elegir a cualquier miembro de la RCC como
Coordinador Nacional, el mismo que tendrá que ser confirmado por la Conferencia Episcopal
Peruana.

3. ECCLA: ENCUENTRO CARISMÁTICO LATINOAMERICANO


El ECCLA (Encuentro Carismático Católico Latino Americano) se realiza desde 1972, y en cada
uno de estos eventos internacionales participan líderes de la Renovación Carismática de nuestros
países. En ellos, se busca lograr un intercambio de experiencias y alcanzar una visión común para la
RCC de América Latina. El objetivo de los ECCLAs es:
a. El conocimiento mutuo de los responsables de la Renovación Carismática en Latinoamérica.
b. El intercambio de experiencias personales y comunitarias.
c. La profundización de los temas relacionados con la Renovación.
d. El discernimiento de la voluntad de Dios para la Renovación.
e. El crecimiento de la Renovación a través del Continente.
f. La manifestación de la unidad de los cristianos por la fuerza del Espíritu.
g. La insinuación de líneas de acción para los grupos.
ECCLAs realizados:
1. 1972 en Bogotá (Colombia).
2. 1974 en Bogotá.
3. 1975 en Aguas Buenas (Puerto Rico).
4. 1976 en México D.F.
5. 1977 en Caracas (Venezuela).
6. 1979 en Lima.
7. 1982 en Belo Horizonte (Brasil).
8. 1983 en Santo Domingo (Rep. Dominicana).
9. 1985 en San José (Costa Rica).
10. 1986 en Buenos Aires (Argentina).
11. 1988 en Quito (Ecuador).
12. 1989 en Antigua (Guatemala).
13. 1991 en Santiago (Chile).
14. 1993 en Río de Janeiro (Brasil).
15. 1995 en Tegucigalpa (Honduras).
16. 1996 en Ciudad del Este (Paraguay).
17. 1998 en Monterrey (México).
18. 2000 en Caguas (Puerto Rico).
De 1989 a 1995 se realizaron también cuatro ECCLAs juveniles (hoy Encuentro Latinoamericano
de Jóvenes) y desde 1994 el CONCCLAT (Consejo Católico Carismático Latinoamericano), que es
la reunión de los Responsables de cada país. El actual presidente del CONCCLAT es Francisco de
Salles Baptista Ferreira (Brasil).

4. ICCRS: CONSEJO Y SERVICIO INTERNACIONAL


En 1978 se creó un Consejo y una Oficina Internacional bajo la dirección del Cardenal Leon Joseph
Suenens (nombrado por el Papa Pablo VI como Asistente Episcopal de la RCC a nivel
internacional) para responder a las necesidades de comunicación, cooperación y coordinación a
nivel mundial.
Fue conformado con líderes de todo el mundo, estableciéndose primero en Bruselas y luego en
Roma.
Desde esa fecha este Consejo ha desarrollado una actividad internacional que se desarrolla en dos
aspectos:
• Por un lado, promueve la comunicación y cooperación entre los organismos de la RCC a
nivel nacional de cada país.
• Y por otro lado, sirve de canal de comunicación y cooperación entre la Renovación
internacional y la Santa Sede.
Este Consejo es conocido como ICCRS: Servicio Internacional de la Renovación Carismática
Católica.
El ICCRS es una organización que busca impulsar la RCC en la Iglesia católica a nivel mundial.
Para lograr la realización de sus objetivos y proyectos, el ICCRS ofrece a la Renovación mundial
ayuda y servicio. La sabiduría, conocimiento profundo y experiencia que el ICCRS obtiene de todo
el mundo, las pone a disposición de la Renovación mundial.
Cuando ICCRS ofrece enseñanza, servicio pastoral, dirección o entrenamiento local, lo hace como
un servidor, no como autoridad que espera obediencia.
El ICCRS, en su relación con los grupos nacionales o locales de la RCC desea subrayar que no
busca imponer su autoridad, sino ofrecer sus servicios. Tiene por tanto autoridad de servicio y cierta
autoridad moral.
Su relación con las expresiones nacionales o locales de la RCC no limita la relación entre los
Grupos con sus obispos locales o nacionales, ni limita la libertad individual o de grupos para
relacionarse con la Santa Sede. Como sucesor del Cardenal Suenens, S.S. Juan Pablo II nombró al
Obispo Paul J. Cordes (1994).
Actualmente, su presidente es el australiano Allan Panozza. Los miembros del Consejo del ICCRS
pueden permanecer como máximo tres períodos de tres años cada uno.
Debemos enfatizar que la misión principal del ICCRS es promover y hacer conocer la RCC por
todo el mundo, por que es importante para ellos conocer lo que ocurre en otros lugares.
Por eso, la obligación de cada miembro del ICCRS es informar con regularidad al Consejo cómo se
encuentra su zona, lo que les ayuda a poder mantener contacto y comunicación con los miembros de
la Jerarquía de la Iglesia en sus respectivos países y en el Vaticano.
También, trata de entablar relaciones con los dirigentes de la RCC de su zona para traer su punto de
vista y experiencia al Consejo, lo que permite conocer el actuar del Espíritu Santo en la Iglesia y
enriquecernos al testimoniarlas.
Actualmente, integran este Consejo: Allan Panozza (Australia – Presidente), Matteo Calisi (Italia -
Vicepresidente), Nikol Baldacchino (Malta), Cathy Brenti (Francia), Obispo Joe Grech (Australia),
Henri Lemay (Canadá), James Murphy (EE.UU.), Mark Nimo (Ghana), P. Bart Pastor (Filipinas), P.
Rufus Pereira (India), Jean Pliya (Benin), P. Michael Slavik (República Checa), Telésforo
«Chiquito» Villalba (Argentina) y Erni Wiethaeuper (Brasil).
El ICCRS edita bimestralmente su Boletín, el cual contiene enseñanzas e información sobre lo que
acontece en la RCC de todo el mundo. Para recibir dicho Boletín hay que suscribirse realizando un
pago de US$ 20.00, y enviarlo a la dirección abajo indicada:
International Catholic Charismatic Renewal Services
Palazzo della Cancelleria
00120 Vatican City, Europe
Página Web: http://www.iccrs.org
E-mail: iccrs@iol.it

Trabajo durante la semana:


1. ¿Cuáles de los puntos de la Visión ya se han cumplido o están muy cerca de
cumplirse? ¿Por qué?
2. ¿Cuáles de los puntos de la Visión estamos lejos de alcanzar? ¿Por qué?
3. Redacta una oración de una página en base a los objetivos de la RCC.
4. Redacta una oración de una página en base a los frutos de la RCC.
5. Haz un organigrama que refleje la organización de tu Grupo de Oración.

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TEMA 5

LA ESPIRITUALIDAD DE LA
RENOVACIÓN
Objetivo del tema:
Identificar los elementos más característicos de la vivencia carismática, y fomentar su presencia en
nuestras asambleas de oración.

A. Introducción
a. Evocación:
¿Qué es lo que más caracteriza tu forma de ser? Identifica cuatro o cinco elementos puntuales.
b. Ubicación y concatenación con el curso:
Si el Señor tiene una visión particular para la Renovación, es porque busca que podamos recorrer un
camino específico. La RCC vive una espiritualidad propia, que es parte de la espiritualidad
cristiana.
c. Motivación y presentación del tema:
Vayamos descubriendo paso a paso el camino que el Señor pone ante nosotros.

B. Cuerpo de la enseñanza (Tiempo total: 100’)

1. La espiritualidad cristiana
La espiritualidad es un modo de vivir la vida total, es un talante de vida. Segundo Galilea la define
como «la motivación que impregna los proyectos y compromisos de vida». Otros la definen como
«la vida conducida por el Espíritu». Es, pues, un proceso de seguimiento de Cristo bajo el impulso
del Espíritu y bajo la guía de la Iglesia, por el camino de la propia vocación.
El teólogo J. Martín Velasco define la espiritualidad así: «Espiritualidad es la forma concreta que
toma la identidad cristiana encarnada en la vida de un cristiano o de un grupo de cristianos». De
esto se desprende que la espiritualidad no es una experiencia religiosa que nos desliga de nuestro
contexto vital y que signifique para nosotros una huida del mundo. No es andar por las nubes, sino
más bien vivir comprometido en el mundo, teniendo en cuenta nuestra responsabilidad histórica.
La espiritualidad cristiana es trinitaria, pues implica tener una relación personal con Dios Padre, su
Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo. Esta espiritualidad nos impulsa a seguir a Jesús. El valor
fundamental de la espiritualidad cristiana es hacernos discípulos de Jesús. Producto de esta
espiritualidad común a todos los cristianos, se exige del creyente (tanto a un obispo como a
cualquier laico):
• La cruz.
• El amor a todos.
• La fe.
• El compromiso.
La espiritualidad cristiana también requiere del creyente el vivir por el Espíritu Santo y ser
conducido por Él. Vivir según el Espíritu es vivir según los criterios y perspectivas de Dios. Pero es
una espiritualidad encarnada, pues la fe, la esperanza y el amor tienen que encarnarse proyectándose
hacia quienes son el rostro escondido de Dios: nuestros hermanos.

2. La espiritualidad de la Renovación Carismática


En el resumen que sigue glosaremos a tres maestros prominentes de la Renovación Carismática
Católica: el P. Salvador Carrillo Alday, Mssp., al P. Benigno Juanes S.J. y al padre Jesús (Chus)
Villarroel O.P..
Según el padre Salvador Carrillo, «la espiritualidad de la Renovación no es paralela a ninguna
espiritualidad, sino que renueva y revitaliza todas las corrientes espirituales que el Espíritu Santo ha
hecho surgir a lo largo de la historia de la Iglesia».
El padre Chus Villarroel, por su parte, afirma: “La espiritualidad de la Renovación enfatiza
fuertemente la vivencia de un Jesús vivo y resucitado. No precisamente como una frase teórica sino
como una experiencia personal y comunitaria. La fuerte experiencia religiosa pentecostal que se
recibe con el «bautismo en el Espíritu» hace referencia inmediata a Jesús el resucitado que mediante
su Espíritu nos ha tocado. Con ello se produce la alegría de la Pascua de resurrección. De un solo
golpe se descubren dos cosas fundamentales: la fe y su contenido básico. Esta alegría impregna
todas las manifestaciones de un grupo carismático”.
Y añade: “Dentro de la espiritualidad de la Renovación carismática, hay un punto que es necesario
destacar: todo es gratis, pero al precio de la sangre de Cristo. Por eso, el hombre tiene que pasar por
el bautismo y optar por Jesucristo. Esta opción incluye un largo proceso de purificación o sanación
que se llama obediencia de la fe y que se inicia cuando la gracia te lleva a someter tu vida al señorío
de Jesús. De esta forma, el poder del Resucitado y Señor desalojará de nosotros el dominio de todos
los demás señores. Es una acción liberadora, pero en ella se van a sentir conmovidos los cimientos
del propio yo. El sometimiento de tu vida al poder del señorío de Jesús va a constituir el inicio del
proceso de la santificación de cada persona”.
La Renovación renueva el carisma propio de cada persona, de cada institución y de cada familia
religiosa: “La Renovación no se pone nunca en contradicción con ningún carisma, porque su campo
de acción es anterior a la división de todos los carismas. Va a incidir en lo que es común a todo
cristiano, es decir, en el Bautismo y, en general, en el terreno de la iniciación cristiana” (P. Chus
Villarroel, “La Renovación Carismática”).

3. Elementos primordiales de la espiritualidad carismática

a. Bautismo en el Espíritu Santo


La experiencia carismática se inicia con un Pentecostés, y Pentecostés no el fin de un preparación,
sino el inicio de un proceso de cambio y de vida nueva. Es una experiencia abierta a todos:
sacerdotes, religiosos, laicos, ricos, pobres, pecadores, cultos e incultos, y personas de cualquier
movimiento eclesial.
Desde la experiencia de Pentecostés se descubre:
• A Jesús
• A la comunidad
• La eucaristía
• La oración
Esta experiencia es necesaria para el cristiano porque hoy sobra conocimiento y falta experiencia,
las personas quieren llegar a Jesús, pero se encuentran con muchas doctrinas, documentos,
teologías, reflexiones, puntos de vista, etc., mientras que lo que se necesita es una experiencia
religiosa que nos proporciona el Espíritu Santo y que se expresa con una palabra: AMOR. Cuando
experimentamos esto, descubrimos a Dios presente en la Iglesia y que no se ha separado de
nosotros.
«La fuerza de la Renovación carismática está en que cree en el constante Pentecostés que el Espíritu
Santo realiza en la Iglesia y en cada uno de sus miembros...» (La Ceja, 31).

b. Trinitaria
Contemplando a cada uno como es conocido por la Palabra de Dios:
• Dios Padre amoroso.
• Cristo Salvador y Señor.
• Espíritu Santo santificador.
«La gran fundamentación teológica de la Renovación espiritual carismática está, pues, en el
Misterio Trinitario, y particularmente en el conocimiento progresivo de la Persona del Espíritu
Santo y en su acción insustituible e ininterrumpida en la Iglesia y en cada u no de nosotros» (La
Ceja, 18).
«Algunos piensan equivocadamente que esta Renovación se centra exclusivamente en el Espíritu
Santo y minimiza la acción del Padre y la de Jesús. Muy al contrario, el Espíritu Santo es quien da
al cristiano testimonio de Jesús (Jn 15, 26) y quien lo capacita para que sea testigo de su
resurrección» (La Ceja, 24).

c. Encuentro personal con Cristo vivo y resucitado


La efusión del Espíritu Santo nos lleva inmediatamente a reconocer a un Cristo vivo, resucitado y
que es nuestro salvador personal, a la vez que produce una adhesión explícita y personal con Él.
Esta adhesión a Jesús se produce por efecto de la fe que el Espíritu Santo nos concede, junto con sus
muchos dones. En este encuentro toda la persona queda afectada y Jesús pasa a ser el centro de la
vida y deja de ser una persona alejada para convertirse en alguien amoroso y anhelante de entrar en
comunicación con la persona amada.

d. Jesús es el Señor, mi Señor


La experiencia de Jesús como Señor es una realidad fundamental en la Renovación. Hacer de Jesús
mi Señor implica que sea efectivamente:
• Centro de mi vida
• Centro de mis elecciones
• Centro de mi familia
• Señor de mi pasado, presente y futuro
Señor de:
• Mis relaciones
• Mi sexualidad y emotividad
• Mi casa y mis bienes
• Mi manera de pensar y hablar
• Todas las áreas de mi vida
Al decir que Jesús es mi Señor, estoy haciendo un acto de obediencia y de sometimiento a la
voluntad del Padre, al evangelio de Jesús, sin restricciones ni limitaciones de ningún tipo.
Aceptar a Jesús como Señor de mi vida, es reconocer:
• A Jesús como Maestro al que debo acomodar mi vida,
• Los caminos distintos y nuevos por donde el Espíritu me guía,
• Los escondrijos y zonas donde se esconde el hombre viejo y someter esas zonas al poder
salvador y sanador de Jesús.
Vivir el señorío de Jesús es poner cruces, obediencias, muerte y tristezas a la luz de la resurrección,
para ser transformados hasta que nuestra vida cambiada nos permita decir: «Ya no vivo yo, es Cristo
quien vive en mí».
«Precisamente, uno de los frutos de la Renovación es la proclamación alegre que muchos están
haciendo de un Jesús vivo, “constituido Señor y Cristo por Dios” (Hch 2, 36) y a quien están
sirviendo con gozo pascual» (La Ceja, 25).

Reflexión personal
1. ¿La experiencia de vivir la espiritualidad carismática ha hecho de mí una persona
más cristiana?
¿En qué aspectos?
2. ¿Mi grupo de oración es un lugar donde cada semana mis hermanos tienen un
encuentro con un Cristo vivo y resucitado?

e. Experiencia de liberación
De la experiencia del bautismo en el Espíritu se deriva normalmente una experiencia de liberación
que se concede al creyente. Es una liberación de: vicios que forman hábito, sexualidad
descontrolada, violencia, alcoholismo, drogadicción, tabaquismo, ansiedades, bloqueos, temores,
timidez, complejos, tibieza religiosa, vida rutinaria, injusticias, agresiones, egoísmo, orgullo, etc.
El Espíritu Santo toca profundamente lo íntimo, y reestructura, armoniza, equilibra y cura a toda la
persona, creándose una sensación de liberación.

f. Vivir en acción de gracias


El padre Chus Villarroel dice al respecto: «Si te dejas guiar por el Espíritu, la dicha es más grande
que la pena». Cuando nos caemos en la cuenta de que hemos sido liberados, y que fue por pura
Gracia, sin que hayamos hecho nada para ello, empezaremos a confiar en Dios y a dejarnos guiar
por su Espíritu. Pasamos entonces de la retribución a la GRATUIDAD.
Llamamos retribución a: querer ganar o alcanzar a Dios con el propio esfuerzo, querer ganar a Dios
para nuestra causa a fuerza de ayunos, limosnas, oraciones, novenas y cumplimiento. Esto es:
querer salvarse por sus propias fuerzas y sus buenas obras, es decir, vivir aún en el Antiguo
Testamento.
Por el contrario, GRATUIDAD es:
• Entrar en confianza total en Dios, el cual actúa a través de mi historia y de la Historia.
• El estilo de vida del Hombre nuevo.
• Responder al Amor de Dios, no a una exigencia.
• Responder a una predilección de Dios, devolviendo gratuitamente a los demás.
• Dejar que Dios tome la iniciativa y responder a ello.
El vivir la gratuidad nos lleva a la alegría, no a una alegría mantenida con terapias, técnicas,
aplausos o exceso de ellos, o por tener cosas o no tener problemas y conflictos, sino que brota de la
seguridad de estar entre las manos de Dios a pesar de lo que somos, y de cómo somos.
g. La alabanza
La alabanza brota inmediatamente que te das cuenta de quién es el Señor y de lo que Él hizo y hace
en cada uno y en la comunidad. Por otra parte, el Señor usa la alabanza para hacer al grupo más
receptivo a la acción del Espíritu Santo.
No hay nada más bíblico ni eclesial que la alabanza. La Eucaristía está llena de alabanzas: oración
colecta, Gloria, prefacio, Sanctus, plegaria eucarística, doxología final de la plegaria eucarística,
etc.
Dios es un ser muy libre y en Él caben todo tipo de manifestaciones. Por eso, cuando sientes la
oración de alabanza como una liberación, te das cuenta de lo verdadera que es. Sólo cuando te haces
libre, conoces lo inhibido que estabas antes. Somos nosotros los que recortamos mil libertades, los
que nos cargamos de exigencias y los que nos creamos multitud de tabúes.
La alabanza en la Renovación es liberadora, ensancha el corazón y da rienda suelta a sentimientos
siempre coartados por la estrechez de los ritualismos.

h. La comunidad y el amor fraterno


Otro elemento característico de la espiritualidad de la Renovación es la vida de comunidad y el
amor fraterno tanto en comunidad como fuera de ella con todos los hermanos.
La conversión cristiana es conversión a la persona de Cristo y también a nuestros hermanos. Es
aceptar a Cristo y a los hermanos. Todo ello no sobre la base de la propia conveniencia, sino
fundados en un compromiso, no sólo relación con los que nos llevamos bien, con los que somos
amigos, sino como nos amó y ama Cristo.
No olvidemos que la experiencia de Dios tan fundamental en la Renovación Carismática es una
experiencia social y comunitaria. Por eso, las expresiones fundamentales de la Renovación son
comunitarias: los Grupos o asambleas de Oración y las Comunidades de Alianza y Vida.

4. Fuentes de la espiritualidad de la Renovación


Las fuentes donde se alimenta la espiritualidad de la Renovación Carismática son:
• La oración. Comunitaria y personal, tanto de alabanza como de agradecimiento.
• La Palabra de Dios. Por ella conocemos los designios de Dios, aprendemos los criterios y
valores del reino, y nos vamos transformando en Cristo.
• Los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación. Del contacto personal con Cristo,
que la Eucaristía nos ofrece, nace la fuerza para seguir al resucitado que, como a los
discípulos de Emaús, se nos hizo presente «mientras nos hablaba» y «al partir el pan». La
Reconciliación es también un encuentro con Jesús que perdona y que sana las heridas
causadas por el pecado.
• El magisterio de la Iglesia. Los documentos eclesiales diversos que se han ido publicando,
han permitido a la Renovación ir ajustando su caminar, abriéndose más a todos.
Trabajo para la semana:
1. ¿La experiencia de vivir la espiritualidad carismática ha hecho de mí una persona
más cristiana? ¿En qué aspectos?
2. ¿Mi grupo de oración es un lugar donde cada semana mis hermanos tienen un
encuentro con un Cristo vivo y resucitado?
3. Los hermanos que perseveran asistiendo a tu grupo de oración, ¿por qué
continúan haciéndolo?
4. Expón, con tus propias palabras, la importancia de la alabanza en las reuniones de
oración.
5. ¿De qué manera concreta podemos hacer presente cada uno de los elementos
primordiales de la espiritualidad carismática en nuestras reuniones de oración?
Señala la manera para cada caso.

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TEMA 6

EL ESPÍRITU SANTO:
Don, Comunión y Alegría
Objetivo del tema:
Conocer y valorar al Espíritu Santo como una Persona que actúa en nuestras vidas.

A. Introducción
a. Evocación:
¿Cuál es el Don más grande que has recibido?
b. Ubicación y concatenación con el curso:
Una característica de la espiritualidad carismática es el proclamar a Jesús como Señor de nuestras
vidas. Pero, «nadie puede decir “Jesús es el Señor” si no lo hace movido por el Espíritu Santo» (1
Co 12, 3).
c. Motivación y presentación del tema:
Vamos a conocer más profundamente a quien es el Don de los dones.

B. Cuerpo de la enseñanza (50’)

1. ¡El Espíritu Santo, Don!


Jesús dice a la samaritana: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le
pedirías tú a Él y Él te daría agua viva” (Jn 4, 10). ¿Cómo estar seguros de que ese don de Dios
indica precisamente al Espíritu Santo? Nos lo dice el evangelista Juan: “Si alguno tiene sed venga y
beba. Desde el interior del que crea en mí, como dice la Escritura, brotarán torrentes de agua viva...
Esto dijo del Espíritu que iban a recibir los que habrían de creer en Él” (Jn 7, 37–39).
Por su parte, el apóstol Pablo confirma esta demostración basada en la imagen del agua (Cf. 1 Co
12, 13: “Todos hemos bebido en un solo Espíritu”), pero añade una segunda que es toda de él, no
menos convincente. Él dice que Jesús, “ascendiendo a lo alto, le ha dado a los hombres dones” (Ef
4, 8). Pero ¿qué les dio Cristo a los hombres después de su ascensión? ¡El Espíritu Santo que
difundió el día de Pentecostés sobre la Iglesia!
Él es el grande, el único don, que cayendo en la Iglesia, se quiebra en una serie de dones diversos,
como la luz que, conforme a los cuerpos en los que desciende, suscita colores diversos. Decía al
respecto san Agustín: “En virtud de este don que es el Espíritu Santo, otorgado en común a todos
los miembros de Cristo, es distribuida una multitud de dones propios a cada uno. En efecto, cada
uno no posee todos los dones, sino quienes unos, quienes otros, no obstante que todos tengan ese
mismo don del que se les distribuyen a cada uno los suyos, es decir, el Espíritu Santo”. El don total,
formado por la suma de todos los dones, lo posee solamente el cuerpo entero de Cristo, que es la
Iglesia.

2. El Espíritu es comunión
Por eso el Espíritu Santo es llamado en la Escritura el don de Dios. Pero también es llamado
comunión (koinonía: 2 Co 13, 13). Ante todo, comunión entre el Padre y el Hijo. En la Trinidad
solamente el Espíritu Santo lleva un nombre común a las tres personas divinas, porque todo en Dios
es “Espíritu” y todo es “Santo”, mientras que no todo se puede llamar “Padre”, y menos será todo
“Hijo”.
Es el Espíritu de ambos, del Padre y del Hijo, a que se refiere la misma Escritura cuando llama al
Espíritu Santo ya sea “Espíritu del Padre” o “Espíritu de su Hijo Jesucristo”. El Espíritu Santo es,
pues, la comunión del Padre y del Hijo entre sí, el manantial de toda comunión y de toda
comunidad. Gracias a este motivo trinitario es Él también comunión entre nosotros y con Dios : “El
Padre y el Hijo han querido que nosotros tuviéramos comunión entre nosotros y con ellos por medio
de lo que es comunión en el seno de ellos mismos, y han querido reunirnos en unidad a través de
aquel mismo don que ellos poseen en común”, afirmaba San Agustín.
La comunión personal con Dios y la comunión eclesial entre nosotros, manan todas de la única
fuente que es el Espíritu; manan de la comunión trinitaria. De el Espíritu Santo asciende la
comunión por la que nosotros formamos el único cuerpo del único Hijo de Dios. La expresión “en
la unidad del Espíritu”, tan estimada en la liturgia, expresa en forma de oración esta visión y
significa: en la unidad que es el Espíritu Santo.

3. El Espíritu es gozo
El Espíritu Santo, en tercer lugar, es gozo, alegría. Esto lo comprueba ya en parte la Escritura, que,
en esta forma, asocia con frecuencia la alegría con el Espíritu Santo: “Los discípulos estaban llenos
de alegría en el Espíritu Santo” (Hch 13, 52); “El Reino de Dios es gozo en el Espíritu Santo” (Rm
14, 17); “Son frutos del Espíritu Santo: amor, alegría, paz...” (Gál 5, 22). El Espíritu Santo –para
decirlo con palabras de san Ambrosio– es aquel río del que habla el Salmo 46, que desciende de lo
alto y que “con sus afluentes alegra la ciudad de Dios” (v. 5), es decir, la Iglesia. En todas partes se
vuelve a repetir el mismo doble movimiento: de lo que el Espíritu Santo es para nosotros en la
Iglesia nos elevamos a los que es en el seno de la Trinidad; de lo que es en el seno de Trinidad
descendemos a lo que es en medio de nosotros y para nosotros.

4. El Espíritu Santo Amor


Estos tres rasgos distintivos del Espíritu Santo, recogidos de la Biblia —don, comunión, gozo—
hacen referencia a una única realidad que los contiene a todos: el amor.
El don es signo de amor. “No hay don de Dios más excelente que el amor; es el único que distingue
a los hijos del reino... Nos han sido dados otros dones mediante el Espíritu Santo, pero sin el amor
no sirven para nada” (Trin. XV, 18, 32; p. 681).
También la comunión es signo y reflejo de amor. El amor es por así decir, el contenido de la
comunión, porque asegura la perfecta y profunda comunión entre las personas. La comunión no es
sino el encuentro de más seres espirituales y racionales en el amor.
En el último término, ¿de dónde proviene el gozo y la alegría sino del amor y del ser amados?
Existe —dice Agustín— en todo ser una especie de ley de gravedad que lo hace buscar el punto de
su equilibrio y de su reposo. Dicho principio para los seres razonables es el amor. “Mi peso es el
amor; a dondequiera que soy conducido es Él el que me conduce” (Confess. XIII, 9, 10). Pues bien,
el amor gracias al cual nuestro corazón tiende a Dios y está inquieto hasta que repose en él, es el
Espíritu Santo, “don en el que gozamos el reposo, en el que gozamos de Ti” (Confess. XIII, 9, 10)...
¿De qué amor se trata, entonces? No se trata en primer lugar de nuestro amor por Dios sino más
bien del amor de Dios para nosotros, un amor que, una vez que se hace presente en el hombre, lo
impulsa por lógica interna a amar, a su vez, a los hermanos. Es el amor que Pablo llama el máximo
de los carismas porque es el todo respecto a las partes; es la fuente de la que dimanan todos los
carismas; no un carisma de tantos, así fuera el más sublime. En una palabra, es el Donador mismo
de los carismas: el Espíritu Santo.
En el Espíritu de Dios es, por tanto, en quien nosotros amamos a Dios; Él es “el lugar de nuestro
reposo”, hacia el cual atrae como un torbellino a nuestro deseo. Cuando nosotros clamamos.
“¡Abba, Padre!” (Gal 4, 6), no es el Espíritu Santo el que grita en nosotros (¡Dios no es Padre por el
Espíritu Santo, como lo es por el Hijo!); más bien somos nosotros los que gritamos “en el Espíritu
Santo” (cf. Rm 8, 15), en el sentido de que Él es el que difunde en nuestro corazón aquel amor filial
“sin el cual —dice Agustín— clama al vacío todo el que clama” (Sermo 71, 18: PL 8, 461).
Fuente: Raniero Cantalamessa, OFMCap: “Renovarse en el Espíritu”; C. C. Minuto de Dios; Bogotá, pp. 176-181.

5. El Avivamiento

Definición
Avivamiento, como se usa en el contexto religioso, significa una efusión del Espíritu de Dios sobre
toda clase de personas, sean religiosas, no religiosas y aún aquellas que se oponen a la religión.

Entender el avivamiento
Mediante el Espíritu de Avivamiento, ocurren conversiones, sanaciones y aún milagros, que van
más allá de lo que corrientemente siempre ocurre. Avivamiento es la acción de Dios, y representa un
período de tiempo en el cual la intensidad de la presencia y del poder de Dios literalmente
“estremece la habitación”.

El papel del hombre


Avivamiento es también una “acción del hombre”, en el sentido de que esto es generalmente
precedido por gente de fe que está buscando una efusión especial del Espíritu de Dios, y está orando
para que suceda. Es precedido de una preparación que Dios da a las personas con ministerios y
dones, para que cuando el avivamiento llegue, puedan entender qué es lo que está pasando y puedan
ayudar a aquellos que son tocados por el Espíritu.

Avivamiento y Renovación
Hay que hacer una distinción importante entre “avivamiento” y “renovación”. El avivamiento busca
la acción de Dios en todo el mundo y sobre toda clase de personas. La renovación se enfoca
principalmente en aquellos que pertenecen a la Iglesia y se centra en la renovación de la vida de la
Iglesia, llevando a la adoración, la fe y la enseñanza de la Iglesia bajo el Espíritu de Dios.

Fundamento bíblico
• El Antiguo Testamento nos da alguna indicación: Joel 3, 1–2
• El Nuevo Testamento es muy explícito: Hechos 1, 5.8; 2, 16–21

Avivamiento y grupos de oración


a) El avivamiento está sucediendo
De las muchas historias de conversión de personas que están recurriendo a Dios y que llegan a
conocer a Jesús en forma personal, es evidente que nos encontramos en medio de un acción especial
de Dios. En los grupos de oración debe haber regocijo por eso, y no deben permitir que cualquier
desaliento por las dificultades en su grupo, les impida ver las maravillas que Dios está haciendo.
b) Preparación para el derrame completo
Se debe enseñar claramente que el avivamiento va precedido siempre por la oración de la gente y
por un derrame del Espíritu. Las oraciones, por lo tanto, no deben ser sólo por quienes participan
del grupo de oración, sino también para que Dios derrame su Espíritu sobre todos los hombres de la
comunidad.
c) Importancia de cada persona
La preparación importante para el avivamiento, no consiste en que “la gente importante” esté
preparada, sino consiste en que el Espíritu de Dios ha preparado muchas “personas corrientes” que
creen que el Reino ha venido en Jesús. Por lo tanto, cada persona en cada grupo de oración de
oración, tiene una parte importante en uno de los mayores actos religiosos de Dios en toda la
historia de la humanidad. Todo lo que uno puede decir sobre esto es “Aleluya”.
Fuente: Mons. Vincent M. Walsh: “Guíen a mi pueblo”; Key of David Publications, Philadelphia (USA), 1987.

Trabajo para la semana:


Responder, desde una perspectiva personal, las siguientes preguntas:

1. ¿Por qué se dice que el Espíritu Santo es el Don de los dones?


2. ¿Por qué algunos prefieren llenarse de dones, pero no del Espíritu Santo?
3. Redacta una oración en la que le pides al Espíritu Santo que te llene y transforme
tu ser.
4. ¿Se está viviendo en tu Grupo de oración un avivamiento cómo el que se
describe en el presente tema? Señala por qué.
5. ¿Qué tendríamos que hacer para vivir en un permanente avivamiento espiritual?
Da pautas concretas.

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TEMA 7

LA EFUSIÓN DEL ESPÍRITU SANTO


Objetivo del tema:
Reconocer que la efusión del Espíritu Santo es una gracia del Señor para toda la Iglesia.

A. Introducción
a. Evocación:
¿Alguna vez han estado totalmente sumergidos en el agua? ¿Qué experimentaron?
b. Ubicación y concatenación con el curso:
Cuando los creyentes recibieron el cumplimiento de la Promesa del Padre el día de Pentecostés,
tuvieron una experiencia que transformó sus vidas. Quedaron totalmente llenos e inundados por la
presencia del Espíritu Santo.
c. Motivación y presentación del tema:
Vamos a sumergirnos en los torrentes de Agua viva.

B. Cuerpo de la enseñanza (50’)

1. La efusión del Espíritu Santo dentro de la Renovación Carismática


La expresión “efusión” o “bautismo en el Espíritu Santo”, tan usada y tan central en la renovación
carismática, viene del texto de los Hechos de los Apóstoles: “Juan bautizó en agua, pero vosotros
seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hch 1, 5). Y fue en Pentecostés
cuando se llevó a cabo esa promesa del Señor Jesús.
Pues bien, lo que se pretende dentro de la Renovación Carismática es rogar a Jesús que nuevamente
realice en nosotros lo mismo que hizo en sus Apóstoles y con los mismos fines, es decir, que
derrame en nosotros el Don del Espíritu Santo, Fuerza de Dios, para ser testigos suyos en todas
partes, hasta los confines de la tierra (Cf. Hch 1, 8).
En muchos casos, la persona que pide el bautismo en el Espíritu también ha recibido el sacramento
de la confirmación, en virtud del cual el bautizado recibe el Don Inefable, el Espíritu Santo mismo y
con él una fuerza especial; y mediante el carácter sacramental queda más perfectamente vinculado a
la Iglesia y más estrechamente obligado a difundir y defender la fe, como verdadero testigo de
Cristo, por la palabra y las obras.
Entonces, ¿en qué consiste “la efusión del Espíritu Santo” dentro de la renovación carismática?
La efusión del Espíritu Santo consiste en la oración que una comunidad cristiana eleva a Jesús
glorificado para que derrame su Espíritu, de manera nueva y en mayor abundancia, sobre la persona
que ardientemente lo pide y por quien se ora. Esta oración se hace de ordinario mediante la
imposición de manos.
En esa forma, el que bautiza en el Espíritu Santo no es tal o cual hermano, sino el mismo Jesús
glorificado, pues sólo Él es quien puede bautizar en el Espíritu, de acuerdo a la palabra del
Evangelio: “Sobre quien vieres al Espíritu descender y posarse sobre él, ése es el que bautiza en el
Espíritu Santo” (Jn 1, 33-34).
No siendo el bautismo en el Espíritu ni el sacramento del bautismo, ni el de confirmación, puede
decirse que el bautismo en el Espíritu es una efusión más, una nueva efusión de Espíritu Santo
que pone en actividad el rico potencial de gracia que Dios ha dado a cada uno, según la propia
vocación y según el carisma personal del estado propio de vida (Cf. 1 Co 7, 7).
En unos, pondrá en actividad lo recibido sólo en el bautismo y en la confirmación; en otros, lo que
Dios ha dado también a través de la penitencia y de la eucaristía. En éstos, activará la gracia
matrimonial; en aquéllos, renovará el carisma sacerdotal. En unos, hará vivir en plenitud el
llamamiento a un estado de simple soltería; en otros, llevará a la perfección el don de una virginidad
consagrada.
Esa nueva efusión del Espíritu de Dios, con toda la riqueza de su gracia, obra en la persona que
recibe el bautismo en el Espíritu, una conversión interior radical y una transformación profunda en
su vida; le da una luz poderosa para comprender mejor el misterio de Dios, lo impulsa a un nuevo
compromiso personal con Cristo y a una entrega sin restricciones a la acción del Espíritu Santo, le
comunica los dones y carismas necesarios para cumplir su misión personal en la edificación del
Cuerpo de Cristo, y le confiere una fuerza divina para dar testimonio de Jesús en todas partes y en
circunstancias muy diferentes, mediante el ejemplo de la vida y la comunicación de la Palabra de
Dios.
Finalmente, hay que notar que el bautismo en el Espíritu Santo no cubre todas las riquezas de la
renovación carismática. Así como el bautismo en el Espíritu no fue para los Apóstoles sino el
principio de una nueva vida, en la nueva Alianza, en el nuevo Pueblo de Dios y en la renovación
carismática, no es sino el principio de una vida nueva, de un nuevo caminar en el Espíritu, de un
vivir realmente en plenitud la vida cristiana.
Fuente: «El bautismo en el Espíritu Santo», de Salvador Carrillo Alday, M. Sp. S., Instituto de Sagrada Escritura;
México, 1974; pp. 19–23.

2. ¿Cómo puede definirse este “Bautismo en el Espíritu Santo?


Primero, digamos lo que no es:
1. NO es un nuevo sacramento.
2. NO significa que se recibe por primera vez al Espíritu Santo (ya lo recibimos en el Bautismo
y la Confirmación).
3. NO es recibir una gran perfección de una manera repentina.
4. NO es el premio a una gran santidad personal.
5. NO es un método para evitar las dificultades inherentes a toda vida cristiana.
Es un acontecimiento en nuestra vida en el cual el Señor baja de la mente al corazón y
experimentamos en nuestra vida la presencia amorosa del Padre, de Cristo y del Espíritu Santo y la
manifestación de su poder que nos capacita para ser verdaderos testigos de Jesús y ministros de su
salvación total.
Es abrirle toda la persona para que este Divino Espíritu tome posesión de ella y la oriente en
adelante. Es tener una experiencia profunda de la presencia amorosa de Dios en nuestras vidas que
nos facilite la entrega total a Él.
Es revivir la gracia la gracia del Bautismo y la Confirmación y los demás compromisos adquiridos
con el Señor a lo largo de nuestras vidas.
Es un primer gran paso de un nuevo camino espiritual bajo la acción amorosa del Espíritu.

3. Los principales frutos de este “bautismo en el Espíritu Santo” son los


siguientes:
• Un gran amor a la Palabra de Dios. Se experimenta la realidad de esas palabras del Salmo:
“Tus palabras, Señor, son espíritu y vida”.
• Una intensa sed de oración.
• Un amor muy profundo a la sagrada Eucaristía y al Sagrario.
• Un aprecio filial por la Santísima Virgen. Entra Ella de un modo nuevo en nuestras vidas.
• Amor filial al Santo Padre y a la Jerarquía y un gran aprecio por el Magisterio.
• Se descubre el valor de la comunidad y se experimenta la necesidad de amarla y de
proyectarse a ella con generosidad.
• Los carismas empiezan a aparecer y crecer con su ejercicio.
• Lo más importante es el gozo inefable que se disfruta con la experiencia de la persona
amorosa del Señor en nuestras vidas. “Si alguno me abre, entraré, cenaré con él y él
conmigo” (Ap 3, 20).

4. ¿Qué se debe hacer para recibirlo?


• Creer en su realidad y saber bien de qué se trata.
• Pedirlo con fe al Padre por medio de Cristo: “Si pues, vosotros siendo malos, sabéis dar
cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que
se lo pidan! (Lc 11, 13).
• Es muy útil que esta petición la haga uno en unión con un grupo de personas que pidan esta
gracia para nosotros y que lo hagan con la imposición de manos. Esta imposición de manos
es un gesto bíblico e indica la unión que tenemos en la oración para pedir esta plenitud del
Espíritu Santo.
Fuente: Mon. Alfonso Uribe Jaramillo, “Conozca la Renovación Carismática”; Centro Carismático Minuto de Dios;
Bogotá.

5. Otra definición de “bautismo en el Espíritu”:


“El Bautismo del Espíritu Santo, como se usa en la Renovación Carismática, es una experiencia de
Cristo resucitado en una forma personal.
Esta experiencia ocurre debido a una cierta “liberación” del poder del Espíritu Santo, que ya está
presente dentro del individuo por el Bautismo y la Confirmación. Esto lleva usualmente a una vida
devocional profunda, a una atracción a la oración, a la Sagrada Escritura y a los sacramentos,
marcando el comienzo de una unión más íntima con Dios.”
(Mons. Vincent M. Walsh,
“Una llave para la Renovación Carismática en la Iglesia Católica”).

Trabajo para la semana:


1. Narra brevemente cómo fue tu efusión del Espíritu Santo.
2. ¿En qué aspectos cambió tu vida luego de tener tu efusión del Espíritu Santo?
3. Redacta una oración de una página en la que alabas al Señor por lo hecho a raíz
de tu efusión del Espíritu Santo.
4. ¿De qué forma propiciarías que otros hermanos católicos que no pertenecen a la
RCC –y que están desvinculados de la Iglesia– reciban la efusión del Espíritu?
5. ¿De qué forma propiciarías que otros hermanos católicos que no pertenecen a la
RCC –y que participan de otros movimientos de la Iglesia– reciban la efusión del
Espíritu?

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TEMA 8

EL DISCERNIMIENTO
Objetivo del tema:
Destacar la necesidad de emplear el discernimiento como condición previa para usar
adecuadamente los carismas.

A. Introducción
a. Evocación:
Recuerda algo que comiste, que te supo muy rico a la hora de comerlo, pero que luego te cayó mal.
b. Ubicación y concatenación con el curso:
Cuanto más llenos estamos del Espíritu Santo, más llenos estamos de su luz. Esa luz nos permite
ver las cosas como las ve el Señor: «El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad completa» (Jn
16, 13).
c. Motivación y presentación del tema:
Vamos a ver las cosas como Dios las ve, para valorarlas y emplearlas según los mismos criterios del
Señor.

B. Cuerpo de la enseñanza (50’)

1. Definiciones
Muchos autores han definido el discernimiento. La mayoría coincide en señalar que discernimiento
es averiguar cuál es el origen y la naturaleza de las distintas inclinaciones, tendencias, actitudes,
comportamientos y actos humanos, y señalar por qué objetivos o intereses han sido provocados.
Esta definición pone énfasis en el aspecto de reconocer la fuente de algo, que puede ser: Dios, el
espíritu humano o un espíritu malo.
La experiencia de una atracción a lo que es contrario a la voluntad de Dios, se llama “espíritu
malo”, “ángel malo” o simplemente “demonio”, aunque la atracción sea hacia algo óptimo, si se
considera en sí mismo. Por ejemplo: hacer más oración, dedicarse al apostolado, dar todos los
bienes a los pobres, partir a lejanas tierras para evangelizar... Todas estas acciones son excelentes en
sí mismas, pero si no son lo que Dios me pide a mí en las circunstancias concretas de mi vida, debo
deducir que no son sugeridas por el espíritu bueno, sino por un espíritu malo; en último término, por
el demonio, que es el “padre de la mentira”.
También se suele ver el discernimiento como el descubrir el plan de Dios para uno o para la
comunidad. Es buscar la voluntad de Dios antes de decidir algo: «Hagamos lo que el Señor
haría...». Saber discernir es pensar como Dios piensa, querer lo que Dios quiere y hacer su voluntad.
No tener discernimiento es todo lo contrario. Discernimos también entre cosas buenas, para
descubrir lo que Dios quiere de nosotros: por ejemplo, un joven deberá discernir el rumbo que dará
a su vida. Quizás tenga por delante varias posibilidades, todas buenas. ¿Cuál es la voluntad de Dios
para él?
El objetivo del discernimiento es, pues, en uno o otro caso, buscar “lo que agrada a Dios” (Rm 12,
2; 14, 18; 2 Co 5, 9; Ef 5, 10; Flp 4, 18; Col 3, 20; Tt 2, 9).
El Nuevo Testamento usa principalmente dos términos griegos que se refieren al discernimiento:
a. diákrisis, que expresa la idea de separar, hacer una distinción (Hb 5, 14; 1 Co 12, 10).
Discernir significa separar para elegir: discernimos lo bueno de lo malo, para quedarnos con
lo bueno.
• Hb 5, 14: «En cambio, el manjar sólido es de adultos; de aquellos que, por
costumbre, tienen las facultades ejercitadas en el discernimiento (diavkrisin) del
bien y del mal».
• 1 Co 12, 10: «...a otro, discernimiento de espíritus (a[llw/ »de;¼ diakrivsei”
pneumavtwn)...»

b. dokimásein, que tiene el sentido de probar, aprobar, examinar (Rm 12, 2; 1 Co 11, 28; 2
Co 13, 5; Ef 5, 10; 1 Tes 5, 21; 1 Jn 4, 1).
• Rm 12, 2: «Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante
la renovación de vuestra metne, de forma que podáis distinguir (to; dokimavzein)
cuál es la voluntad de Dios: lo buen, lo agradable, lo perfecto».
• 1 Co 11, 28: «Examínese (dokimazevtw), pues, cada cual, y coma así el pan y
beba de la copa».
• 2 Co 13, 5: «Examinaos vosotros mismos si estáis en la fe. Probaos
(dokimavzete:) a vosotros mismos. ¿No reconocéis que Jesucristo está en
vosotros?».
• Ef 5, 10: «Examinad (dokimavzonte”) qué es lo que agrada al Señor».
• 1 Tes 5, 21: «Examinadlo todo (pavnta de; dokimavzete), retened lo bueno».
• 1 Jn 4, 1: «Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad
(dokimavzete) si los espíritus vienen de Dios».
De ahí la idea de discernir mediante una prueba al término de la cual se rechaza lo falso y lo malo,
para retener lo auténtico y lo bueno.
Igualmente, existe una diferencia entre el arte del discernimiento y el carisma del discernimiento.
El “arte” del discernimiento es la facultad adquirida de discernir producto de la formación, la
oración frecuente, la experiencia, el conocimiento de la Palabra de Dios y la enseñanza de la Iglesia.
Este cúmulo de elementos nos llevarán a ir conociendo cuál es la voluntad de Dios en cada
circunstancia, y debe ser ejercido por todo cristiano.
El carisma del discernimiento (1 Co 12, 10) no es aprendido. Es más bien un instinto o luz
particular que comunica el Espíritu Santo, para discernir con un recto juicio, o en sí mismo, o en
otros, de qué origen provengan los movimientos interiores del alma. Sobre este carisma, que no es
tan frecuente entre los cristianos, profundizaremos en la sexta sesión.

2. Discernimiento y carismas
El discernimiento es fundamental para el correcto uso de los carismas que el Señor nos ha dado.
“El discernimiento es absolutamente necesario para todo dirigente y servidor de la Iglesia de Jesús,
porque es el don que nos capacita para saber utilizar bien todos los demás dones. Sin discernimiento
todos los demás dones se convierten más en un peligro que en una bendición que edifique la
comunidad. Una cosa buena, desgraciadamente, puede servir para mal” (José H. Prado Flores,
Formación de Líderes).

3. Discernimiento y liderazgo
Para un líder es fundamental el discernimiento, tanto como el recurso necesario antes de tomar cada
decisión, como para descubrir cuál es el plan de Dios para él y para su comunidad.
“El líder sin discernimiento es un verdadero estorbo, porque en las cosas de Dios el que no junta,
desparrama... y el que no está con Cristo, está contra él. Lo peor que le puede pasar a una
comunidad es tener líderes que trabajan mucho, pero sin discernimiento... y generalmente los que
no tienen discernimiento trabajan demasiado. (...) Discernimiento es una luz de Dios para conocer
a Dios, y en Él, cuál es su plan. Discernimiento es un don que Dios da, es una luz especial para
poder conocer y reconocer su voz entre las miles de voces de este mundo” (José H. Prado Flores,
Formación de Líderes).

4. Qué discernir
A nivel grupal, debemos discernir, en primer lugar, cuál es el plan del Señor para nuestro Grupo
de Oración. Discernamos, también, entre otras cosas:
• Cómo los dones se están manifestando y de qué forma.
• La calidad de la oración.
• Las sugerencias de los miembros del grupo de oración y del equipo de servidores.
• La necesidad de nombrar nuevos servidores, así como el modo de su elección.
• Qué ministerios deben existir en el Grupo de Oración.
• Qué quiere el Señor del Grupo de Oración: ¿Cuál es nuestro carisma y misión?

5. Cómo conocer el plan de Dios


¿Cómo adquirir esa visión del plan de Dios? ¿Qué debemos hacer para conocerlo? Ante todo, nunca
olvidemos que es un don de Dios que Él da a quienes llama para el liderazgo. Por nuestra parte, nos
podemos disponer para recibirlo y buscarlo, sobre todo mediante estos tres aspectos:
A. Escudriñad las Escrituras. Ellas dan testimonio de cómo Dios ha llevado a cabo su plan de
salvación. Escudriñando estas Escrituras nos encontramos con ciertos principios básicos y
fundamentales que siempre hemos de tener en cuenta:
a. Dios siempre ha usado al hombre tal como es. Dios nos acepta como somos.
b. Dios llama a quien Él quiere. Él no ha escogido lo fuerte del mundo; al contrario, a través
de lo más débil ha confundido a lo fuerte.
c. Donde abunda el pecado sobreabunda la misericordia de Dios, porque cuando somos más
débiles es cuando somos más fuertes, porque la luz de Dios brilla y resplandece más en las
tinieblas.
d. Dios actúa de forma ordinaria y de forma extraordinaria. Por tanto, no debemos estar
esperando siempre manifestaciones extraordinarias de su poder.
e. Dios actúa siempre como más conviene. Siempre debemos estar abiertos a las sorpresas
del Espíritu, porque el viento sopla como quiere.
En las Sagradas Escrituras encontramos a Dios mismo. Allí se revela, se manifiesta y se entrega
Dios mismo, dando a conocer su voluntad.
B. Oración. Algo muy lógico, y que por ser lógico casi nunca hacemos, es preguntar lo que no
sabemos. Si queremos conocer el plan de Dios, hay que preguntárselo, hay que hablar y platicar con
Él. Si no le preguntamos al Señor cómo quiere hacer las cosas, nunca vamos a saber realizarlas, ni
menos el hacerlas de acuerdo a su voluntad. El que no tenga tiempo para orar no debe dirigir las
ovejas del Señor.
C. Pureza de corazón. El hombre, con todas sus capacidades humanas, es incapaz de captar las
cosas de Dios. No las puede entender porque sólo el Espíritu las revela. En cambio, el hombre
espiritual, es decir, el hombre lleno del Espíritu, ese sí puede comprender el misterio de Dios.
“Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (Mt 5, 8). Sólo un corazón
limpio de rencores, odios y resentimientos, puede ver a Dios y descubrir su voluntad. Se necesita
estar abiertos a los signos de los tiempos para descubrir el plan de Dios en las circunstancias
concretas que vivimos.
Fuente: El punto 5 es tomado del libro: “Formación de Líderes”, de José H. Prado F.

Trabajo durante la semana


1. Cuenta brevemente algún caso en que estuviste a punto de tomar alguna decisión
y, después de discernir bien, el Señor te hizo cambiar de opinión.
2. Comenta brevemente el siguiente texto bíblico: «Examinadlo todo, retened lo
bueno» (1 Tes 5, 21).
3. Señala qué consecuencias podría tener un uso sin discernimiento de los siguientes
dones carismáticos:
• don de lenguas,
• palabra de conocimiento,
• palabra de profecía
4. ¿Es importante discernir el plan de Dios para nuestra vida? ¿Por qué?
5. ¿Qué otros aspectos de la vida del Grupo de oración tendríamos que discernir?
(además de los que aparecen en "Qué discernir"). Haz una lista de ellos.

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TEMA 9

LOS CARISMAS

Objetivo del tema:

Lograr tener una visión sobre qué son los carismas y su importancia en la vida de la Iglesia y del
creyente.

A. Introducción
a. Evocación:
¿Cuántas veces te has sentido indigno de una gracia recibida de Dios?
b. Ubicación y concatenación con el curso:
El Espíritu Santo, que vive y actúa en nosotros, se manifiesta en cada uno para provecho común (cf.
1 Co 12, 7). Este es un fruto del bautismo en el Espíritu.
c. Motivación y presentación del tema:
Aprovechemos lo que Dios nos dio.

B. Cuerpo de la enseñanza (50’)

1. Definición
Los carismas son acciones de Dios, por medio de las cuales el Señor usa a la persona como un
instrumento de gracia para otra. Generalmente, la persona que Dios usa se da cuenta que es Él quien
la mueve. La persona para quien la gracia va dirigida, puede o no responder a ella.
2. Partes de la definición
1) Acciones de Dios
Todo carisma verdadero comienza con Dios, quien está cerca de nosotros y está sumamente activo
atrayendo a todos hacia Él. Por lo tanto, decir que los carismas son “acciones de Dios” no quiere
decir que no ocurran a diario y regularmente. Esto quiere decir que hemos “despertado” a Dios;
esperamos en Dios, y ponemos de lado nuestro modo humano de actuar y pensar.
2) Usa a la persona
Los carismas no son “voces del cielo” o intervención divina directa (aunque esto puede ocurrir).
Son poderes o capacidades que da Dios a una persona para ayudar a sus hermanos de la comunidad.
Son parte regular y normal del plan de Dios, por medio de los cuales equipa el Cuerpo de Cristo
para ayudar a sus miembros.
3) La persona se da cuenta
El “conocimiento” juega un papel importante en los dones de servicio. Pablo escribe: “Ahora,
hermanos, no los quiero dejar en ignorancia acerca de los dones espirituales” (1 Co 12, 1). Los
carismas son una obra armoniosa entre el Espíritu Santo y la persona. Mientras más conocimiento
de los carismas tengan las personas, mucho más podrá usarlas el Espíritu Santo.
4) La persona a quien la gracia va dirigida, puede o no responder a ella
Los actos de Dios son una invitación constante a personas que permanecen libres. Aún con los
carismas poderosos de Jesús, las personas son libres de responder a ellos. Los carismas son una
invitación poderosa y cuando no se usan, la gente tiene menor oportunidad de responder a Dios.

3. Otras definiciones
“Carisma es una manifestación del Espíritu para provecho del Cuerpo de Cristo. Más en particular,
es un don gratuito (luego, no depende de méritos o esfuerzos humanos), espiritual (es decir, del
Espíritu Santo que actúa en nuestro espíritu), que consiste en un poder (o capacidad para efectuar
algo) y cuya finalidad es un servicio en favor de la comunidad cristiana” (P. Carlos Aldunate s.j.,
“Carismas, ciencia y espíritus”).
“Los carismas son dones del Espíritu Santo que se distinguen por su visibilidad y su finalidad
comunitaria con miras a la edificación del Reino de Dios” (Card. Joseph Suenens, “¿Un nuevo
Pentecostés?”).
“Carisma es, en su sentido más amplio, el llamamiento que Dios hace a cada uno para que realice en
la Comunidad un determinado servicio y la capacidad que le da para realizarlo. Todos los carismas
son expresión del poder de la gracia de Dios en el Espíritu” (Hans Küng).
“Carisma es una aptitud natural que ha sido liberada por el Espíritu Santo y asumida para el servicio
de la edificación y crecimiento del Cuerpo de Cristo” (Heribert Mühlen, “Espíritu, Carisma y
Liberación”).
“Un don carismático es una manifestación del poder y de la presencia de Dios dada libremente para
el honor y la gloria de Dios y para el servicio de otros” (Mons. Vincent M. Walsh, “Una llave para
la Renovación Carismática en la Iglesia Católica”).
“El mismo Espíritu Santo no sólo santifica y dirige el Pueblo de Dios..., sino que también distribuye
gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, distribuyendo a cada uno según quiere (1
Co 12, 11) sus dones, con los que les hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes
que sean útiles para la renovación y la mayor edificación de la Iglesia, según aquellas palabras: A
cada uno... se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad (1 Co 12, 7). Estos
carismas, tanto los extraordinarios como los más comunes y difundidos, deben ser recibidos con
gratitud y consuelo, porque son muy adecuados y útiles a las necesidades de la Iglesia” (Lumen
gentium, 12).
“Extraordinarios o sencillos y humildes, los carismas son gracias del Espíritu Santo, que tienen
directa o indirectamente una utilidad eclesial; los carismas están ordenados a la edificación de la
Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo” (Catecismo de la Iglesia Católica, Nº
799).

4. Carismas y santidad
Por mucho tiempo ha prevalecido la idea de que “carisma” es sinónimo de santidad. Por eso
algunos se consideran “fuera de lugar” en cuanto a los carismas.
Lo cierto es que una persona puede estar adornada con muchos carismas y ser una persona mediocre
o mala en lo que respecta a la santidad. Dios concede los “dones” para el crecimiento espiritual del
individuo y de la comunidad, pero el individuo puede hacer mal uso de esos “carismas”; puede
emplearlos para su beneficio personal, para ganar prestigio, para enorgullecerse.
Carismas no indican santidad. Lo normal es que una persona santa, por eso mismo que se deja
conducir por el Espíritu Santo, cada vez va siendo enriquecida con más dones espirituales para que
pueda servir mejor a la comunidad a la cual se ha entregado con fervor. Todos nuestros grandes
santos presentan una gama vistosísima de “carismas superiores” con que Dios los fue dotando,
conforme ellos se fueron abriendo, más y más, a la acción del Espíritu Santo. Pero para saber si una
persona es de veras santa, no hay que hacer el recuento de sus “carismas”, sino hay que examinar si
en ella se evidencia el fruto del Espíritu Santo: amor, gozo, paz, paciencia, bondad, benignidad,
mansedumbre, fe, templanza (Ga 5, 22–23).

5. Responsabilidades de los líderes


1. Conocer bien los carismas.
2. Explicar y fomentar los carismas en los miembros de la comunidad.
3. Vigilar los dones carismáticos en la asamblea de oración.
4. Dar orientación para usar los dones fuera de la asamblea de oración.
5. Velar para que los carismas verdaderamente edifiquen la Iglesia.

6. Dificultades
1. Que se imiten los carismas en lugar de ser auténticos.
2. Uso irresponsable de los carismas por no emplear el discernimiento.
3. Que no se propicie una atmósfera de oración que permita fluir los carismas.

7. Sugerencias para los líderes


1. Reunir a aquellos que tienen los carismas y formar ministerios, a fin de que se apoyen
mutuamente.
2. Enseñar frecuentemente sobre los carismas.
3. Dejar que los hermanos testifiquen los resultados del uso de sus carismas.

8. Clasificaciones de los carismas


Los carismas son innumerables y abundantes según la necesidad de la comunidad. Unos manifiestan
un carácter de gracia transitoria: por ejemplo, una visión, una palabra profética, conocimiento y
poder. Otros son más estables como parte permanente de la persona, como el ser apóstol, el carisma
presbiteral, los ministerios de gobierno, la diaconía, la música y la enseñanza. Otros, edifican la
Iglesia de una forma: los carismas de exhortación, servicio. Otros miran a un estado de vida; otros
se ordenan a una actividad específica, como el presidir, ejercer misericordia (Rm 12, 8). Consultar:
1 Co 12, 7–11; 12, 27–28; Rm 12, 6–8; Ef 4, 11–13; 1 Pe 4, 10–11. Complementar con: 1 Co 3, 5–
10; 7, 1–7; 13, 1–3; 2 Co 6, 3; 12, 1–12; Tt 1, 5; 1 Tm 1, 12; Mc 16, 17; Hch 6, 4; 11, 27; 13, 1; 20,
28.
Así, se les puede “clasificar” en los siguientes grupos:
A. Carismas de apostolado, enseñanza y gobierno: Son los que se refieren a una función de guía
y pastores del rebaño dentro de la verdadera doctrina. Ayudan a definir el propio ministerio.
• Apóstoles (1 Co 12, 28; Ef 4, 11).
• Profetas (1 Co 12, 28; Ef 4, 11).
• Pastores (Ef 4, 11; Hch 20, 28).
• Maestros (1 Co 12, 28; Ef 4, 11; Rm 12, 7).
• Evangelistas (Ef 4, 11; Hch 21, 8).
• Epíscopos, presbíteros, diáconos (Hch 14, 25; 15, 2; 20, 17–28; Flp 1, 1; Tt 1, 5).
• Diaconías diferentes (Hch 6, 1–6; Rm 12, 7; Ef 4, 12; 1 Pe 4, 11).
B. Carismas de saber o conocer: Son los que nos permiten conocer cosas ocultas o misterios.
• Palabra de conocimiento o ciencia (1 Co 12, 8).
• Palabra de sabiduría (1 Co 12, 8).
• Discernimiento de espíritus (1 Co 12, 10; 14, 29).
• Revelaciones (1 Co 14, 26).
• Penetración de misterios (1 Co 13, 2).
• Visiones (Hch 2, 7; 9, 3–17).
C. Carismas de palabra para proclamar el misterio: Son los que nos permiten hablar el misterio
y transmitir la voluntad de Dios a la comunidad.
• Palabra de profecía (1 Co 12, 10; Rm 12, 8).
• Don de lenguas que comprende: Xenoglosia (Hch 2, 6–11; Mc 16, 17), que es proclamar;
oración en lenguas [glosolalia] (1 Co 14, 1–2.10–29); mensaje en lenguas.
• Interpretación de lenguas (1 Co 12, 10.30).
D. Carismas de poder: Que sirven para actuar, hacer en función del Reino y manifiestan
claramente el poder de Dios.
• Fe (1 Co 12, 9; Hch 14, 9).
• Milagros (1 Co 12, 10.28; Hch 4, 30).
• Sanación y exorcismos (1 Co 12, 9; Mc 16, 17).
E. Carismas de servicio: se refieren a una función de organización y servicio a los hermanos.
• Funciones administrativas (1 Co 12, 28).
• Presidir (Rm 12, 8).
• Asistencia a las necesidades (1 Co 12, 28).
• Distribución de los propios bienes (1 Co 13, 3).
• Entrega de la propia vida (1 Co 13, 3).
F. Carismas de estados de vida: Miran a seguir el camino del Señor según una vocación de vida.
• Matrimonio (1 Co 7, 7).
• Celibato, virginidad, soltería consagrada (1 Co 7, 7–34).
G. Dones de Motivación: Orientan hacia el ministerio o servicio permanente del creyente.
• Profecía
• Servir
• Enseñar
• Exhortación
• Dar
• Administración
• Mostrar misericordia

9. RESUMEN:
Los carismas siempre han existido en nuestra Iglesia. Cada orden o comunidad religiosa tiene un
carisma de servicio particular al cual son llamados sus miembros. Los carismas abundan en la
actualidad, y la Renovación Carismática se compromete directamente a fomentarlos. La acción
inicial del bautismo en el Espíritu, despierta en los hermanos a la acción del acción del Espíritu,
quien los equipa con los carismas según su voluntad y llamado.
Estos carismas pueden ser extraordinarios o extremadamente ordinarios –y estos últimos son
algunas veces más numerosos y más poderosos–. No somos fieles a nuestro nombre de carismáticos
si no conocemos, no enseñamos ni entusiasmamos a los demás a usar los carismas para la
edificación de la Iglesia.
“Los carismas se han de acoger con reconocimiento por el que los recibe, y también por todos los
miembros de la Iglesia. En efecto, son una maravillosa riqueza de gracia para la vitalidad apostólica
y para la santidad de todo el Cuerpo de Cristo; los carismas constituyen tal riqueza siempre que se
trate de dones que provienen verdaderamente del Espíritu Santo y que se ejerzan de modo
plenamente conforme a los impulsos auténticos de este mismo Espíritu, es decir, según la caridad,
verdadera medida de los carismas” (Catecismo de la Iglesia Católica, Nº 800).

Trabajo durante la semana


1. ¿Qué carismas se manifiestan más en tu grupo de oración? ¿A qué crees que ello
se debe?
2. ¿Qué carismas se manifiestan menos en tu grupo de oración? ¿A qué crees que
ello se debe?
3. ¿Piensas que los carismas sólo se manifiestan en la Renovación Carismática, o
crees que toda la Iglesia es carismática? Fundamenta tu respuesta.
4. Hemos dicho en este tema que «carismas no indican santidad... para saber si una
persona es de veras santa, no hay que hacer el recuento de sus “carismas”». Pero,
¿de qué forma crees que los carismas pueden contribuir a la santificación del
cristiano?
5. ¿Cuál de las “otras definiciones” de carisma te parece la más acertada? ¿Por qué?

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TEMA 10

LOS DONES DE 1ª CORINTIOS 12


Primera Parte: carismas de saber o conocer
1. DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITUS

Definición
Es una iluminación interna que muestra a la persona qué poder o espíritu es la causa u origen de
algún pensamiento, acción, evento o manifestación carismática, con la finalidad de proteger del
engaño a la comunidad.

Partes de la definición
1) Iluminación interna
Evidentemente, este carisma difiere de los otros carismas donde se pronuncian palabras (dones de
palabra) o el poder de Dios se manifiesta (dones de poder). Aquí, el don es una iluminación interna.
Esta iluminación no viene de sabiduría humana sino de Dios. No es el resultado de estudio (de
teología o psicología), sino que viene de la sensibilidad al Espíritu de Dios. Se forma súbitamente
en la mente sin aparente ocasión natural, espontáneamente, completo. No depende del esfuerzo, la
iniciativa ni los conocimientos de la persona; es un conocimiento que lleva consigo su propia
convicción.
2) Qué poder o espíritu
Nótese que el nombre del don es en plural: “de espíritus”. Así, la actividad del hombre puede venir
del Espíritu de Dios, de la persona misma o del espíritu maligno.
3) Causa u origen
Esta iluminación tiene un enfoque bien determinado, a saber: ayudar a la persona a identificar el
origen y la intención de un mensaje, propuesta, acción o pensamiento. Sobre todo, al momento de
decidir acerca de algo importante, es en extremo necesario tener en claro cuál es la procedencia de
las propuestas que se dan. El discernimiento no se queda en las apariencias, sino que descubre las
intenciones del corazón. También permite detectar la presencia del Señor o del maligno en una
persona o lugar.
4) Pensamiento, acción, evento o manifestación carismática
Hay cosas que suceden dentro y fuera de nosotros. Actuamos y otros actúan sobre nosotros. Ocurren
eventos, nos piden y ofrecen cosas. No hay límite a los que debe ser sometido a discernimiento.
Toda actividad carismática debe ser sometida a discernimiento.
5) Proteger del engaño a la comunidad
El discernimiento de espíritus es ese “filtro espiritual” que no permitirá que lo malo pase por bueno.
La comunidad continuamente está expuesta a situaciones que pueden parecer buenas y provechosas,
pero que conducen a alejarnos de la voluntad del Señor, pues “el mismo Satanás se disfraza de
ángel de luz” (2 Co 11, 14). Este es un carisma que no puede faltar en los pastores de la comunidad.
Cómo abrirnos a este carisma
1. Llevar una vida de oración permanente y profunda.
2. Tratar sinceramente de buscar a Dios y estar unido a su voluntad (Rm 12, 2).
3. Creer que Dios me ayudará a discernir. Estar abierto a la guía del Espíritu Santo.
4. Comprender la necesidad de discernimiento y aceptar la posibilidad real de decepción y
equivocación en las decisiones.
5. Buscar el consejo de otros, especialmente de aquellos que posiblemente estén en desacuerdo
o vean la situación de distinta manera.
6. Conocer y estudiar la Palabra de Dios y las enseñanzas de la Iglesia sobre vida espiritual.
7. Aprender de los que llevan más tiempo involucrados en la vida espiritual y, si es posible,
tener un guía o asesor espiritual personal.
8. Someter a discernimiento los diversos acontecimientos buscando “interpretar las señales de
los tiempos” (Mt 16, 3).

Responsabilidades de los líderes


1. Discernir todas las manifestaciones carismáticas.
2. Desarrollar la sabiduría pastoral: “¿Esto es de Dios?”
3. Usar el discernimiento en toda ocasión. Pedir dirección al Señor.
4. Enseñar a cada persona de la comunidad a discernir.
5. Discernir si lo ocurrido es sólo producto del entusiasmo popular.
6. Encauzar el entusiasmo de la asamblea y las manifestaciones carismáticas que se producen.

Dificultades
1. No discernir correctamente por falta de apertura o conocimiento del carisma.
2. Edificar basándonos sólo en el entusiasmo de la gente.
3. Las personas que “disciernen” a Satanás por todos lados.
4. Avanzar demasiado rápido en el Espíritu.
5. Líderes dominantes y autoritarios.
6. No ejercer el discernimiento en forma comunitaria.
7. No considerar los impulsos del hombre viejo que aún sobreviven en las personas.

Sugerencias para los líderes


1. Crecer por preguntar e investigar. No dejar dudas.
2. El discernimiento se aprende y ejerce mejor en grupo.
3. Los grupos aprender de otros grupos.
4. Obediencia a aquellos con autoridad.
5. Aprender a “reconocer las señales de los tiempos” (Mt 16, 3; 24, 32–35).
6. Reconocer la estrategia del Enemigo para alejarnos del Señor y saber cómo contrarrestarla
con las armas de Dios.
7. No dejarnos llevar por las apariencias externas, que pueden ser engañosas (2 Co 11, 14; Mt
10, 16).

Pautas objetivas que ayudan al discernimiento


1. La Palabra de Dios.
2. Las enseñanzas de la Iglesia católica.
3. Las obligaciones del estado de vida de uno.
4. Obediencia a la autoridad legítima.
Confirmación del discernimiento
Existen algunas señales que indican a la persona que determinadas situaciones o inspiraciones NO
son de Dios. Estas son:
1. La paz del alma se pierde sin ninguna razón objetiva.
2. La ansiedad aparece a causa de no seguir las inspiraciones de Dios.
3. La tristeza comienza y no se puede averiguar la fuente.
4. La persona tiene la tentación de retroceder en la vida espiritual y de abandonar la vida en el
Espíritu como muy difícil.
5. Los temores surgen, que eran desconocidos antes de esto. Se manifiesta cierta
escrupulosidad o una preocupación por hacer siempre lo correcto.

RESUMEN:
La paz resulta de la unión de la voluntad de la persona con la voluntad de Dios. El
discernimiento descubre la actividad de Dios por dentro y también revela la actividad que podría
parecer fácilmente como de Dios, pero que no lo es. El discernimiento ayuda a la persona a
entenderse a sí misma capacitándola a identificar las fuentes de inspiraciones, a darse cuenta de
aquellos factores que destruyen la paz y cuáles son las tentaciones específicas que él afronta del
Enemigo y de su propia naturaleza humana. “Yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues,
prudentes como las serpientes...” (Mt 10, 16).

2. DON DE PALABRA DE CONOCIMIENTO


“...y a otros, por el mismo Espíritu, les concede que hablen con profundo conocimiento” (1 Co 12,
8).
También se le conoce como Palabra de Ciencia, de Entendimiento o de Revelación.

Definición
Es un don que consiste en conocer o saber algo que sólo Dios puede saberlo y la persona que lo ha
vivido. Este don nos permite conocer algo determinado del pasado, presente o podría ser que algo
del futuro (lo que no es usual), lo que permite o prepara la acción de Dios. En este don se incluye el
conocimiento de una verdad o hecho teológico o de otro tipo en forma infusa.

Partes de la definición
1) Es un don
Es un regalo de Dios. Muchos ni experimentaron nunca antes este tipo de manifestación hasta que
recibieron la efusión o bautismo en el Espíritu.
2) Conocer o saber algo
Por este don, Dios revela y comunica lo que ha pasado o está sucediendo en la vida de las personas.
De esta manera, puede conocerse la raíz de un problema o la causa de una atadura o el
conocimiento de una sanación que se está produciendo. El Señor le da a conocer o saber a quien
tiene el don, algo en forma sobrenatural –pues antes no lo sabía– y no como producto de nuestras
capacidades humanas. Es decir, conocer hechos o circunstancias con gran detalle o no sobre una
verdad o acontecimiento. Generalmente, este don de manifiesta en los llamados a orar por otros –
como los ministerios de sanación e intercesión– para conocer el origen de sus males físicos o
interiores. Por ejemplo: saber que la persona por la que se ora tiene miedo a la oscuridad porque sus
hermanos la encerraron en una caja cuando era muy pequeña. Este hecho, la persona afectada puede
no recordarlo hasta el día en que a través de este don se le hizo recordar.
3) Incluye el conocimiento de una verdad o hecho teológico
La persona, sin haberlo estudiado o leído, da a conocer una verdad sobre Dios con plena convicción
de lo que dice y luego comprueba que era tal como dijo. Esta palabra de conocimiento nos viene a
la mente o al corazón con una certeza y una seguridad que hasta no manifestarla no sentiremos la
paz del Señor.
4) En forma infusa
Se dice “infuso” cuando algo aparece en nosotros sin previa experimentación, ni haberse informado
de manera consciente. Este don puede manifestarse como una idea clara que llega a la mente y que,
en la medida en que la vamos comunicando, van apareciendo otros detalles adicionales. Otras
veces, se manifiesta como una palabra que martillea la mente; por ejemplo: aborto (el aborto podría
ser la causa del problema de la persona). También se manifiesta en la mente como una visión , una
imagen de un lugar, persona, cosa o animal. Y hay que preguntar a la persona qué significa para ella
esa imagen o visión, qué relación puede tener con su vida, y ella nos explicará algún suceso en el
que tiene su origen el problema. Este don puede darse de muchas formas del sentir, ver, saber, oler y
oír.
En cuanto al sentir, se refiere a que la persona que tiene el don siente el malestar de otra persona,
percibiendo calor o la sensación de percibir lo mismo; esto ocurre cuando se ora por sanación o
también Dios da a conocer que está sanando a alguien o que se debe orar por ese órgano o parte
afectada de la persona.
En el conocimiento infuso, la persona sólo tiene la certeza de que es así y no de otra forma. Este
don es muy necesario en los ministerios de sanación e intercesión, y en general para todo cristiano
para conocer o saber el origen último de las cosas o las causas que lo producen.

Casos bíblicos de Palabra de Conocimiento


En las Sagradas Escrituras encontramos muchos casos en los cuales aparece este carisma. Por
ejemplo, el profeta Natán descubre el pecado de David y conoce también que ha sido perdonado (2
Sam 12). Jesús supo que un poder había salido de él cuando la mujer tocó su manto (Mc 5, 28–32),
también les indicó a los apóstoles quién prestaría su casa para la última Cena (Mc 14, 13–15), y
supo que ya venían a apresarlo en Getsemaní (Mc 14, 42).
Pedro conoce que llegan los que han de conducirlo a casa de Cornelio (Hch 10, 9–23). Ananías
tiene conocimiento sobrenatural de la presencia de Pablo en Damasco y de su conversión (Hch 9,
10–16). Pedro conoce mediante este carisma la mentira de Ananías y de Safira (Hch 5, 3–4). En las
vidas de santos, como el Párroco de Ars, san Juan Bosco, santa Catalina de Siena, aparece este
carisma con mucha frecuencia y siempre con su función benéfica de una o de varias personas.

Responsabilidades de los líderes


1. Entender el uso del don en la asamblea de oración, como una manera de la acción del
Espíritu Santo para que la persona incrédula se dé cuenta de su obra sobrenatural y de su
presencia.
2. Que se pida y ore para que el Señor dé el don a hermanos de la asamblea.
3. Enseñar a los miembros de la asamblea a usar estos dones en la vida diaria.
4. Motivar a abrirse a este don sin temor, teniendo fe en la existencia del don.

Dificultades
1. El hablar sin sabiduría puede dañar o afectar a las personas involucradas.
2. No utilizar el don como se debe.
3. Cerrarse a su manifestación por temor.
4. No tener una guía correcta.
5. No haber sido instruido adecuadamente sobre las manifestaciones tan diversas de este don.

Sugerencias para los líderes


1. Usar toda oportunidad para que se manifieste este don.
2. Debe pedirse que, para su uso correcto, se tenga sabiduría, lo que evitará que cometamos
desatinos en su uso, así como usar el discernimiento de espíritus para conocer lo que viene
de Dios.
3. Hay personas que tienen desarrollado esta capacidad en forma natural y se le puede
relacionar con lo que la ciencia llama “retrocognición” (conocimiento del pasado),
“simulcognición” (del presente) o “premonición” (del futuro).
4. Este don se asocia con el discernimiento de espíritus, con el cual se conoce que algo viene o
no de Dios.
5. Es bueno que se pida la confirmación del don en la asamblea, mediante un “amén” por parte
del que siente que lo que se dijo se refiere se refiere a él.

RESUMEN
A través de este don, Dios enseña al hombre sobre sus verdades, permite que Su luz penetre en el
entendimiento del hombre. Este carisma es el diagnóstico que Dios hace de un hecho, de un
problema, de un estado de ánimo, de una situación, y que lo comunica a nuestra mente. Dios quiere
muchas veces participarnos conocimientos concretos con un fin especial. Lo hace mediante este
carisma cuya utilidad es mayor de la que suponemos.
El don de palabra de conocimiento es utilísimo, porque nos permite mirar las cosas creadas con la
luz de la fe y nos enseña a usarlas debidamente y a convertirlas en peldaños para ascender hasta
Dios y no en medios para alejarnos de Él.
Dios puede manifestarse de muy diversas maneras de acuerdo a las personas. Él es libre y siempre
hay que estar esperando las sorpresas del Espíritu Santo.

3. DON DE PALABRA DE SABIDURÍA

Definición
Es una iluminación del Señor a la persona, que la impulsa a decir una palabra práctica para que se
cumpla la voluntad de Dios en una situación determinada.

Partes de la definición
1) Iluminación del Señor a la persona
La primera acción de Dios es similar al discernimiento: es una iluminación interior. El alcance de
este don es mucho más extenso que el discernimiento, refiriéndose a cualquier necesidad o situación
imaginable.
2) A decir una palabra práctica
La persona necesita palabras distintas en cada situación. Algunas veces para avanzar, otras veces
para esperar. Algunas palabras prácticas son creativas, dando una idea completamente nueva. Este
carisma nos proporciona en un momento dado todos los conocimientos necesarios para defender la
fe, para dar testimonio del Señor o para solucionar un problema difícil, o para ver la manera de
realizar un plan que el Señor nos ha mostrado individual o comunitariamente. Ante una situación
confusa, dice: “Hay que hacer esto...”. Este carisma consiste en recibir en forma súbita y bajo la
acción directa del Espíritu Santo, los conocimientos necesarios para enfrentarnos a una situación
difícil, dar la respuesta o solución acertadas a preguntas o problemas difíciles.
Nos capacita para utilizar bien en un momento dado los conocimientos naturales o sobrenaturales
que hayamos adquirido. La palabra de sabiduría aplica el conocimiento natural y las verdades de la
fe a la situación que se vive. Es la palabra correcta en tiempos de oportunidad o emergencia.
3) Para que se cumpla la voluntad de Dios
El carisma ayuda a la gente a conocer la voluntad de Dios y sobre todo la manera práctica de
realizarla. Jesús habló constantemente palabras de sabiduría, como las que le dijo al joven rico:
“anda y vende todo lo que posees, y dáselo a los pobres... y luego vuelves y me sigues” (Mt 19, 21).
Su propósito es abrir a los oyentes a la sabiduría de Dios al manejar o reaccionar ante una situación,
o para silenciar a un oponente.
4) En una situación determinada
Jesús no anduvo diciéndole a todos las mismas palabras. Lo que le dijo al joven rico era la voluntad
de Dios para él en ese momento. A situaciones diferentes, corresponden soluciones diferentes, y el
Espíritu de Dios es creativo, no aplica indistintamente los mismos esquemas y reglas.
Su aplicación se da principalmente en las siguientes circunstancias:
• En momentos de tomar decisiones (ya sea un individuo, un grupo de oración, una familia o
una parroquia).
• En momentos de consejo, la palabra de sabiduría no es dictada, sino surge gradualmente.
• En momentos de prueba, cuando la obra de Dios se ve amenazada, la palabra de sabiduría
suprime la amenaza.
• En momentos de oportunidad, pues las palabras apropiadas pueden abrir a una persona al
Espíritu de Dios o ser el momento culminante que se necesita para una serie de gracias.
• En momentos de crisis, ya sea personal o del grupo, salvan la situación o proporcionan la
guía necesaria.

Casos bíblicos de Palabra de Sabiduría

En el Antiguo Testamento:
El caso más famoso es la palabra dicha por Salomón cuando fue llamado a resolver una disputa
entre las dos mujeres que peleaban por un mismo niño (cf. 1 Re 3, 16–28).

En el Nuevo Testamento:
Jesús también manifestó este carisma cuando:
• Respondió a la tentación del demonio en el desierto (cf. Mt 4, 1–10; Lc 4, 3–12).
• Dio una directiva práctica al joven rico de cómo entrar en el reino de los cielos (cf. Lc 18,
22).
• Acalló a sus oponentes sobre el impuesto al César (cf. Mt 22, 21) y a los sumos sacerdotes
que lo interrogaron sobre el bautismo de Juan (cf. Mt 21, 24–27).
• Salvó la vida a la mujer adúltera a quien iban a apedrear (cf. Jn 8, 7).
Jesús, además, prometió a sus discípulos estas palabra ungidas del Espíritu: «Cuando los lleven ante
las sinagogas, los jueves y las autoridades, no se preocupen pensando cómo se van a defender o qué
van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en ese mismo momento lo que hay que decir» (Lc
12, 11–12). Por ello, en la primera Iglesia, los apóstoles manifestaron este carisma en diversas
oportunidades (cf. Hch 4, 19–20; 6, 2–4; 15, 28–29).
Cómo se prepara la persona para recibir este don
1. A través de una vida profunda de oración personal.
2. Una fe habitual de que Dios quiere revelar su voluntad y guiar nuestras decisiones.
3. Un sincero deseo de servir a otros.

Cómo recibir este don


1. La persona tiene que estar deseosa de someter sus pensamientos humanos y sus talentos a
Dios.
2. La persona tiene que estar buscando la voluntad de Dios en cada situación.
3. El toque carismático de Dios viene finalmente, después de que la cooperación humana ha
estada completa.

Responsabilidades de los líderes


1. Entender el uso y la necesidad del uso de este don en la asamblea.
2. Enseñar a los miembros de la comunidad a emplear este don en la vida diaria.
3. Destacar el poder de las “palabras ungidas” en nuestro lenguaje.

Dificultades
1. No usar este don.
2. Que permanezca en los hermanos un lenguaje “del mundo”.
3. Usar un exagerado “lenguaje espiritual”.
4. Confundirse y creer que uno es “el sabio”.

Sugerencias para los líderes


1. Usar toda oportunidad para enseñar sobre este don (cf. 2 Tim 4, 2).
2. Arraigar a las personas a la Palabra de Dios para que obtengan sabiduría.
3. Procurar que todos reciban y usen este don.
4. Procurar usar este don aún fuera de la reunión de oración.

RESUMEN:
Esta palabra de sabiduría es distinta a la sabiduría intelectual humana, y es muy importante. El
Señor nos lo proporciona como fruto de la oración y del estudio para profundizar en el mensaje y en
los criterios del Señor y para juzgar sabiamente los acontecimientos y realidades. Por ello, Santiago
escribe: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual la da a todos
abundantemente y sin reproche, y le será dada” (1, 5). Y también san Pablo cuando dice a los
Colosenses: “No cesamos de orar por vosotros para que seáis llenos del conocimiento de la
voluntad de Dios con toda sabiduría e inteligencia espiritual” (1, 9). Hoy necesitamos mucho este
Carisma porque arrecian los cargos y sofismas para desacreditar a la Iglesia y porque las ocasiones
para hablar con sabiduría del Señor y de su ministerio se multiplican por doquier.
Trabajo durante la semana
1. Da dos ejemplos conocidos por ti con relación al discernimiento de espíritus: un
ejemplo de buen discernimiento y otro de mal discernimiento. Explica el porqué.
2. Escribe una definición, con tus propias palabras, del don de palabra de
conocimiento.
3. Según lo dice Santiago 1, 5: «Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría,
pídala a Dios...», escribe una oración en la que pides al Señor que aumente en ti
Su sabiduría.

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TEMA 11

LOS DONES DE 1ª CORINTIOS 12


Segunda Parte: carismas de palabra
4. EL DON DE PALABRA DE PROFECÍA

Definición
El don de palabra de profecía es una acción de Dios por medio de la cual una persona, en oración,
comunica el mensaje de Dios a la comunidad. Aunque la profecía puede ser de índole que predice,
usualmente el mensaje se enfoca en una verdad ya conocida, pero la cual hace falta recordar en ese
momento.

Partes de la definición
1) Acción de Dios
El profeta ordinariamente está consciente de dos cosas:
a) Tiene un mensaje que transmitir.
b) Este mensaje es de Dios.
Es el Espíritu de Dios quien impulsa a la persona a comunicar dicho mensaje a la comunidad. La
iniciativa es del Señor.
2) En oración
Esta manifestación carismática ocurre generalmente durante la oración, cuando ésta es guiada por el
Espíritu, siendo el momento más frecuente en el ambiente de silencio y paz que sigue a la oración
en lenguas.
3) Comunica el mensaje de Dios
Hay toda clase de profecías. El único factor común es que provienen de Dios. Por ello, suelen estar
formuladas en primera persona: “Hijos míos, no tengan temor; yo estoy con ustedes...”
4) De índole que predice
La mayor parte de las profecías no predicen el futuro. Y las que lo hacen deben ser discernidas muy
cuidadosamente.
5) Se enfoca en una verdad ya conocida
Este es el contenido usual de una profecía. Su poder no está en revelar sucesos futuros, sino en
recordar verdades ya conocidas.
6) Hace falta recordar en ese momento
Hay cientos y cientos de verdades acerca de Dios y su amor por nosotros. El poder de la profecía
está en su pertinencia: es lo que la gente necesita oír en ese preciso momento.
Discernimiento de la profecía
Podemos distinguir tres tipos de profecía: profecía verdadera, no-profecía, y falsa profecía. Lo que
aquí se dice de la profecía puede aplicarse a los carismas de hablar en lenguas y de interpretar.
– Profecía verdadera
La profecía verdadera edifica, es decir: alienta, consuela, fortalece, da paz y gozo, hace sentir la
presencia y la acción de Dios, lleva al arrepentimiento y la conversión. La edificación recibida trae
como respuesta un asentimiento interior que no es reacción emocional. Esto es lo que algunos
llaman “testimonio interior”.
– No-profecía
La no-profecía ocurre cuando alguien dice, en forma de profecía, algo que en realidad no es
mensaje de parte de Dios, sino de la persona misma que habla. Esto sucede con frecuencia.
Lo que se dice puede ser bueno, aún podría ser un texto de la Sagrada Escritura, pero no se dice en
ese momento por inspiración de Dios. No daña pero tampoco edifica, parece faltarle poder; no
produce los efectos de la verdadera profecía. La persona puede tomar por profecía un pensamiento
que viene a su mente.
– Falsa profecía
No se presenta con frecuencia y es relativamente fácil de discernir. Causa daño en la asamblea y
crea confusión. Suele tener un contenido contrario a la doctrina de la Iglesia. Puede estar inspirada
por malos espíritus. También puede provenir de personas que sufren problemas emocionales o
desórdenes en su vida moral y los reflejan en palabras agrias, hostiles, condenatorias, presentadas
en forma de profecía.
Para el discernimiento de la profecía deben usarse los siguientes criterios: La profecía verdadera
edifica y lleva a los frutos del Espíritu. Cuando se pronuncia en una asamblea de oración, el grupo
tiene una sensación mayor de la presencia de Dios. La profecía verdadera toca los corazones de las
personas o da un entendimiento más claro de la actividad de Dios dentro de su pueblo.
La no-profecía no da fruto –ni bueno ni malo–. Aunque no perturba, tampoco posee el poder del
verdadero don carismático. Si una asamblea se caracteriza por tener demasiada profecía de este tipo,
se vuelve inactiva y se apaga el poder de Dios entre los miembros.
Cuando ocurre, los líderes, con mucho tacto, deben: a) Hablar con la persona que pronuncia con
regularidad expresiones que no son profecías; b) Dar enseñanzas claras en el uso de la profecía con
ejemplos de qué es una no-profecía y sus causas; c) Enseñar que la no-profecía debe pronunciarse
mejor en forma de una oración de alabanza.
La falsa profecía desbarata, causa ansiedad y aparta la asamblea o la comunidad de la voluntad de
Dios. Los frutos de la falsa profecía son malos, aunque a veces no se ve sino después de que ha
pasado algún tiempo, cuando surgen los resultados de creer en esta “profecía”. Una comunidad bien
instruida debe ser capaz de discernir la falsa profecía y rechazarla. Si es así, no tendrá ningún efecto
negativo.
Responsabilidades de los líderes
1. Proporcionar el clima espiritual adecuado para la profecía.
2. Estimular a las personas a profetizar.
3. Enseñar a pronunciar correctamente una profecía.
4. Enseñar a escuchar la profecía.
5. Enseñar a interpretar la profecía y a “apropiarse” de su contenido.
6. Enseñar a distinguir si la profecía es verdadera o no.
7. Corregir el uso incorrecto de la profecía.

Dificultades
1. Usar la no–profecía.
2. Uso de la falsa profecía.
3. Mal uso de la profecía personal y directiva.
4. No acoger adecuadamente el mensaje del Señor.
5. La no manifestación de este don.

Sugerencias para los líderes


1. Observar a las personas que profetizan.
2. Recordar a las personas las profecías que se dijeron.
3. Buscar el seguimiento de la profecía para que no se pierda el mensaje. Anotarlas si es
posible.
4. Buscar ayuda cuando haya confusión sobre la profecía.
5. Orar para que el Señor regale este don a la comunidad.

RESUMEN
En la Escritura, cuando Dios habla al hombre, es para ayudarlo. Los profetas del Antiguo
Testamento eran una fuente constante de renovación espiritual. La efusión del Espíritu el día de
Pentecostés cumplió la promesa de Joel del don de profecía (Hch 2, 17). 1 Co 14 muestra la
importancia de la profecía para la comunidad. Desde el principio, la Renovación Carismática ha
dado énfasis a la alabanza comunitaria y espontánea, así como al uso de la palabra de profecía. Pero
el don tiene que ser bien usado y discernido para que tenga el efecto deseado por el Señor:
“Edificar, exhortar y consolar” (1 Co 14, 3).

5. EL DON DE LENGUAS

Definición
El don de lenguas es un lenguaje no conceptual en el que el Espíritu Santo se manifiesta en forma
audible a través de nosotros, habiéndonos cedido para que él produzca sonidos con nuestras cuerdas
vocales y lengua, de forma igual a un lenguaje humano cualquiera. Los sonidos acuden a nuestros
labios sin que nosotros pensemos necesariamente en ellos.

Partes de la definición
1) Lenguaje no conceptual
Quiere decir que, a diferencia del lenguaje humano y común, no se piensa para formar palabras, que
los sonidos no son palabras que signifiquen algún contenido o concepto. Puede parecerse a los
idiomas conocidos, pero no lo es.
2) Se manifiesta en forma audible
El Espíritu Santo está orando de continuo en nosotros, pero no lo oímos. Al cedernos al don de las
lenguas, entonces podemos escucharle a través de nuestras cuerdas vocales, produciendo sonidos
con nuestra boca como si se tratara de algún idioma conocido. La oración en lenguas, cuando se
cede a ella por primera vez, suena como cinco o seis palabras repetidas en diversas maneras. La
oración en lenguas comienza y continúa mientras la persona lo desee. Según pasa el tiempo, la
oración en lenguas se extiende o cambia, y en algunas ocasiones cambia el lenguaje.
3) Habiéndonos cedido para que el Espíritu Santo produzca sonidos
Decimos “cedido” porque en todo momento tenemos perfecto control de nosotros y nuestros labios.
Nuestra voluntad no se paraliza al manifestarse el don en nosotros. Este don no se consigue por
imitación o esfuerzo personal. Es dado por el Espíritu Santo.
4) Sin que nosotros pensemos necesariamente en ellos
La persona que ora en lenguas no comprende lo que está diciendo ni está tratando intencionalmente
de decir algo: “Si estoy orando en lenguas, mi espíritu reza, pero mi entendimiento queda ocioso”
(1 Co 14, 14). Sólo se deja conducir por el Espíritu Santo. Los que escuchan esta oración tampoco
comprenden lo que dice quien ora en lenguas.

Manifestaciones del don

1) La xenoglosia:
Es el fenómeno por el que, de modo milagroso, una persona puede ser comprendida por gentes que
hablan idiomas diferentes al suyo.

2) La glosolalia (Orar en lenguas):


Este es el Don que comúnmente se manifiesta en nuestros grupos de oración, y que es citado por
san Pablo en 1 Co 12, 10. Consiste en “orar” en lenguaje no conocido, como manifestación sonora
de la oración interior que hace el Espíritu Santo dentro de nosotros, y es conocido como Don de
lenguas propiamente dicho u oración en lenguas.
Pablo emplea la expresión “orar en el Espíritu” (1 Co 14, 15; Ef 6, 18). La carta de Judas también
dice: “Vosotros, queridos, edificándoos sobre vuestra santísima fe y orando en el Espíritu Santo”
(Judas 20). Pablo también se refiere a los “gemidos inefables” (Rm 8, 26) con que gime el Espíritu
en los creyentes, lo que puede ser otra alusión al “orar en lenguas”. Pablo pide que no se impida
orar en lenguas (cf. 1 Co 14, 39).
Dentro de la glosolalia, encontramos también el canto en lenguas, que es cuando éste adquiere una
musicalidad y ritmo muy especial. Aún cuando cada persona tiene sus propios sonidos y diferentes a
los de los demás, en conjunto el canto en lenguas adquiere una armonía sinfónica, como si alguien
la dirigiese (Ef 5, 19; Col 3, 16s).
Al llegar a este punto, el Espíritu Santo dirige al grupo en armonía y el individuo se encuentra
cantando con otros en cierta nota musical (cualquier músico podría anotar el canto en una escala).
Es interesante resaltar que en la oración y el canto en lenguas, la comunidad entera termina casi
simultáneamente.
La otra manifestación de la glosolalia es el mensaje o profecía en lenguas, que es un discurso en
lenguas y es para toda la comunidad. Para ello, el Espíritu Santo previamente ha inspirado al
silencio para escucharla, igual como sucede con una palabra de profecía. Luego de producirse el
mensaje en lenguas, se obliga una inmediata interpretación de dicho mensaje.
Responsabilidades de los líderes
1. Ayudar a todas las personas a cederse a este don.
2. Que el don se use bien en la asamblea de oración.
3. Hacer que se ore en lenguas diariamente.<
4. Que entiendan los hermanos de la asamblea la variedad de las lenguas.
5. Discernir si alguna manifestación del Don es auténtica (de Dios), pues el Enemigo también
las puede imitar.

Cómo abrirnos a este carisma


1. Se debe tener fe en el Don.
2. Se debe pedir y desear tener el Don.
3. Ser sencillos, dóciles y abiertos a este Don.
4. Buscar el apoyo de hermanos experimentados que oren por uno.

Dificultades
1. Creer que la oración en lenguas es una meta por obtener y no fijarse en los cambios en la
persona (conversión).
2. El no abrirse lo suficiente para que este Don se manifieste en la asamblea.
3. El temor a no ir más allá del Don de lenguas; es decir, no abrirse a otras manifestaciones del
Espíritu.
4. Dejar de lado la oración en lenguas, sin darle la debida importancia.
5. Que se manifieste el Enemigo en lenguas (es fácilmente reconocible pues produce efectos
contrarios a los frutos del Espíritu Santo).
6. Forzar a los hermanos a que oren en lenguas, dándoles a entender que si no lo hacen, su
oración no está bien hecha.

Sugerencias para los líderes


1. Fomentar su uso. Debe crearse el ambiente para su uso.
2. Dar enseñanzas continuas para sobre el Don, sobre todo para los hermanos nuevos.
3. Si no se recibe el don, no se debe preocupar, el Señor sabe cuándo y a quién otorgarlo.

RESUMEN
El orar en lenguas no es un don imprescindible, pero sí muy útil para el crecimiento espiritual y,
según numerosos comentaristas, es la más amplia puerta de entrada al mundo de los carismas. Pero
no es la única. En comparación con la profecía, el orar en lenguas es carisma de menor importancia,
como lo indica san Pablo (cf. 1 Co 14, 5), porque la profecía edifica a la comunidad más que la
glosolalia. Pero para la edificación personal, la glosolalia es de mayor valor que los otros carismas.
A no ser, añade Pablo, que el glosólalo sea también intérprete de lo que dice.
Se puede crecer en este don (cf. 1 Co 14, 12). Todo depende de nuestra colaboración. Ante todo hay
que estudiarlo. Este modo de orar puede ser signo de la presencia de Cristo y del Espíritu en la
comunidad. El estar convencidos de ello puede hacer madurar y fructificar la oración del creyente.
Todo cristiano posee potencialmente los dones del Espíritu, desde que recibió el Don de Dios por el
Bautismo, pero se requiere una liberación, una entrega amorosa al Señor para que los carismas
empiecen a manifestarse.
6. DON DE INTERPRETACIÓN DE LENGUAS

Definición
La interpretación de lenguas consiste en que, después de haber escuchado el discurso en lenguas
(mensaje o profecía), la persona siente que debe dar un mensaje o profecía, sabiendo en su interior
que corresponde a lo dicho en lenguas. Dicho mensaje es dicho en un idioma entendible por los
demás.

Partes de la definición
1) Después de haber escuchado
El discurso en lenguas se da en un momento de silencio y como respuesta a una motivación interior
o impulso inspirador.
2) La persona siente que debe dar un mensaje
La persona se siente impulsada a dar el mensaje en el idioma de los presentes como quien da una
profecía, que puede ser más largo o más corto que lo dicho en lenguas. También puede darse el caso
de que sean más de dos interpretaciones para un mismo mensaje en lenguas.
3) Sabiendo en su interior que corresponde a lo dicho en lenguas
El mensaje en lenguas se da en primera persona de parte de Dios, quien es quien habla. Muy
ocasionalmente, el mensaje es un pasaje bíblico. En los casos en que la persona se la pasa dando
mensajes bíblicos, han de estar seguros de que no es interpretación real. La interpretación puede ser
sobre una oración o como es usual, sobre un mensaje o profecía. Generalmente, es otra persona la
que hace esta interpretación.

Responsabilidades de los líderes


1. Enseñar cómo se usa este don.
2. Abrirse y hacer que otros se abran a este don.
3. Discernir sobre quién lo tiene o no.
4. Vivir según lo que Dios nos indique.
5. Saber aclarar que no se trata de una traducción, en donde se conoce el significado de las
palabras o sonidos en el mensaje en lenguas. El “idioma” que se habla se desconoce,
solamente fluye a uno el mensaje. Este carisma se llama “interpretación de lenguas” y no
“traducción de lenguas”.

Base bíblica para el don de Interpretación de lenguas


Como este don es compañero del don de lenguas, su enseñanza está también en 1 Corintios 12 y 14.
En 1 Co 12, 10 dice: “Uno recibe el don de lenguas, otro interpretación de lenguas”. En 1 Co 12, 30
Pablo inscribe la interpretación como un ministerio carismático que no todos reciben: “¿Acaso
todos tienen don de lenguas? ¿Acaso todos las interpretan?”. En el capítulo 14, Pablo extiende la
enseñanza sobre los dones:
1. La interpretación es para la edificación de la Iglesia y es igual a la profecía (v. 5);
2. El que habla en lenguas debe pedir el don de interpretación (v. 13);
3. El don de lenguas debe estar seguido de interpretación (v. 27);
4. El don de lenguas no debe usarse en alta voz si no hay un intérprete presente (v. 28).
Dificultades
1. No entender cómo encaja el mensaje en lenguas con la interpretación.
2. Falta de uso y de conocimiento de cómo abrirse a este don.
3. No detectar cuándo es una falsa interpretación o una no-profecía.

Sugerencias para los líderes


1. Deben proponerse talleres para su uso.
2. Estos talleres deben ser promovidos por personas que tengan la debida experiencia.
3. Toda interpretación debe someterse al discernimiento para comprobar que es el don y no
producto de la imaginación.

RESUMEN
Algunas veces, para el bien de quienes están participando de la oración y porque Dios desea que
ellos comprendan lo que se está orando o proclamando en nombre del Señor, el Espíritu concede
que se comprenda lo que está siendo dicho. Esta comprensión se da “con el corazón”, a través de un
entendimiento espiritual y no a través de una traducción conceptual y gramatical de las palabras. El
don de lenguas y de interpretación de lenguas se complementan recíprocamente.
El objetivo de este don, como todos, es llevarnos siempre hacia el Padre, estrechar cada vez más
nuestra vida con Él a través de los méritos de Jesús y por el poder del Espíritu Santo.

Trabajo durante la semana


1. Escribe tres ejemplos: el primero, de una profecía verdadera; el segundo, de una
no-profecía; y el tercero, de una falsa profecía. Haz un breve análisis de cada una
(tanto de su contenido como de sus posibles efectos en la comunidad).
2. Si alguien te pregunta qué es el don de lenguas, ¿qué le responderías? (Da una
respuesta clara y directa, con tus propias palabras).
3. ¿Por qué crees que en ocasiones el Señor, a través de alguna persona de la
comunidad, comunica un mensaje en lenguas seguido de su respectiva
interpretación, en vez de dar directamente el mensaje como profecía?

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TEMA 12

LOS DONES DE 1ª CORINTIOS 12


Tercera Parte: carismas de poder
7. EL DON DE FE

Definición
El Don de fe es el poder de Dios, que permite tener absoluta confianza en que él oirá
favorablemente la oración y actuará a pesar de las circunstancias difíciles.

Partes de la definición
1) Don
Es un regalo de Dios por medio del Espíritu Santo; es gratuito. No es un sentimiento que podamos
crear dentro de nosotros, no es una convicción o certeza.
2) Poder de Dios
No viene de nuestra seguridad, personalidad, ni conocimiento. Viene de Dios. Es disponible para ti,
se manifiesta más a los “débiles” (Cf. 2 Co 11, 9). Este don es una acción del Espíritu haciendo que
el poder de Dios se manifieste presente aquí y ahora.
3) Permite tener absoluta confianza
La confianza es el primer fruto de este carisma, no es confianza en sí mismo, en el hermano o en el
Grupo de oración. Es la confianza en Dios, y que viene de Dios. Por medio de este carisma, la
persona es capacitada, sin razonamiento humano y sin ninguna duda, para pedir o para hablar en el
nombre de Jesús en forma tal que lo que ella dice o pide tiene que suceder.
4) Él oirá favorablemente la oración
Es en un ambiente de oración donde Dios actuará más rápidamente. Esta fe viene de Dios, él es su
fuente; por ello, tenemos plena confianza de que él escuchará aquello que inspiró a la persona a
pedir.
5) Y actuará
Se espera una acción de Dios por propia mano a través de sus siervos, nosotros. Incluye dos
acciones de Dios:
• Interiormente, me da confianza.
• Exteriormente, produce “bendición al hermano” (acto).
6) A pesar de las circunstancias
Nada es imposible para Dios. Él nos lleva a realizar obras que por nosotros mismos no haríamos.
Diferencia entre la virtud de la fe y el don carismático de la fe
La virtud de la fe es un poder que los cristianos tienen todo el tiempo. Es el dinamismo dentro de
ellos por medio del cual ellos asienten a las verdades cristianas y actúan sobre ellas en una forma
usual (como asistir a Misa). Esta fe es causada al escuchar la Palabra de Dios y es la fe salvífica
necesaria para la salvación. El don carismático es un don pasajero por medio del cual Dios mueve a
la persona a orar o a actuar con certidumbre. Dios manifiesta su poder mediante una persona por la
fe carismática. Cristo describió la fe carismática como capaz de mover montañas.
Se puede decir que la virtud teologal es “nuestra fe”, que nos ha sido dada permanentemente. El don
carismático es la “fe de Dios”, la cual fluye por medio de nosotros en un momento dado cuando
Dios quiere actuar. Evidentemente, este don está relacionado estrechamente con la sanación y los
milagros.

Responsabilidades de los líderes


1. Distinguir tres tipos de fe:
a. Fe teologal: También llamada fe doctrinal. Por la que acepto reveladas por Dios
como Padre, en Jesús y en el Espíritu Santo, sobre uno mismo y sobre el hombre, y
que son definidas por la Iglesia, no sólo por la veracidad de dichas verdades, sino por
la confianza que depositamos en Aquél que las proclamó. Esta fe la recibimos desde el
bautismo como regalo de Dios (aunque inicialmente no nos demos cuenta).
b. Fe virtud: Es el la fe fruto del Espíritu Santo (Cf. Ga 5, 22–23), que nos ayuda a
vivir de acuerdo a nuestra creencia. La fe virtud lleva al hombre a creer concretamente
y a experimentar la viva presencia de Dios en nuestra vida, independientemente de las
circunstancias del momento. Esta fe virtud lleva al hombre a tener una vida totalmente
abandonada a la providencia de Dios.
c. Fe carismática: Don de Fe que es un carisma para beneficio común, que nos
permite confiar ciegamente en el Señor en circunstancias especiales y difíciles. Es el
poder de Dios que nos mueve a una confianza íntima de que Dios actuará, de que el
poder de Dios va a intervenir en alguna situación de la vida del hombre. Esa confianza
lleva a una oración convencida, a una decisión, a una firmeza o algún otro acto que
libera la bendición de Dios. Esta es la Fe que estamos estudiando en el presente tema.
2. Abrir a los hermanos a este Don.
3. Distinguir (discernir) lo que viene de la naturaleza humana y lo que viene de Dios.
4. Enseñar la importancia de la Fe.

Cómo abrirse a este don


Como todo Don, es gracia, regalo de Dios, y Él lo distribuye según su voluntad; mas podemos
colaborar así:
1. Ser persona de oración y estudiosa de la Palabra.
2. Estar disponibles (“He aquí la esclava del Señor...”). Estar entregados al trabajo de Dios.
3. Conocer la voluntad del Señor (María escuchó antes al ángel).
4. Aceptar su voluntad y actuar en fe (“Hágase en mí...”). Esto es permitirle romper nuestro
patrón de pensamiento.
5. Glorificar y alabar al “Responsable de nuestro actuar” (Magníficat).

Dificultades
1. Caer en un tipo de “fe irracional”, por falta de discernimiento.
2. Caer en la autosuficiencia: no escuchar a Dios, a la autoridad, etc.
3. Caer en el desaliento y el temor.
4. No actuar en fe.

Importancia de este don


1. Edifica la casa.
2. Ayuda a actuar.
3. Su uso multiplicará las manifestaciones del poder y amor de Cristo.
4. Arma poderosa en la evangelización (conversión).

Sugerencias para los líderes


1. Lograr que todos reconozcan cómo Dios responde siempre a toda oración.
2. Distinguir qué problemas pueden resolverse con recursos humanos.
3. Fomentar relatos de fe (testimonios).
4. Demostrar a los hermanos que hace falta la Fe carismática y la absoluta dependencia de
Dios.
5. Recordar que crecemos en la fe no por mirarnos a nosotros mismos, sino mirando a
Jesucristo. Por ende, no debemos concentrarnos en nosotros (ni en “cuánta” fe tenemos),
sino en el Señor, en su poder y en sus promesas.

RESUMEN
El Don de fe es una respuesta al hecho de que Dios está ahí y que nos muestra lo que podemos
esperar de Él. La Fe es esperar que el Señor hará lo que nos ha mostrado que hará, esperarlo, confiar
en ello y hacer las cosas que le permitan a Él realizar lo que quiere hacer. Es la Fe que nos hace
posible ver la gloria de Dios, es la Fe que “espera”, es la Fe expectante. Esto significa que a menudo
tenemos que hacer algo antes de que veamos a Dios obrar (Ejemplo: Pedro caminando sobre el
agua).
Este Don es frecuentemente pasado por alto, mas es el que abre las puertas al Don de Sanación y de
Milagros. Varía en curso de los acontecimientos en beneficio de la obra de Dios y de nosotros. La
Fe carismática es un Don poderoso, y a veces más poderoso e importante que la sanación. Además,
es bueno tener en cuenta que un acto de fe (fe doctrinal y virtud) es mío y el Don de Fe es Dios
actuando a través mío.

8. EL DON DE SANACIÓN

Definición
El don de sanación es el poder de Dios que restablece la salud a la persona en algún nivel de su ser.

Partes de la definición
1) Es el poder de Dios
El don pertenece únicamente a Dios y no a una persona, movimiento o “curandero”. Mas Dios
puede usar a alguien para que esto suceda. Entonces, la persona estará ejerciendo el don de
sanación.
2) Restablece la salud a la persona
Debemos recordar que nuestro Señor vino a darnos “Vida, y Vida en abundancia” (Jn 10, 10), por lo
que Él, cuando sana, sana al hombre integralmente; es decir, puede sanar –y lo hace– no sólo su
cuerpo, sino también su mente (memoria, emociones, recuerdos, sentimientos, etc.) y su espíritu.
3) En algún nivel de su ser
Podemos reconocer diversas manifestaciones de este don según sea el nivel en que se realiza:
• Sanación Interior: Sana nuestra mente (hombre interior). Por medio de la cual se alivian
algunas emociones o problemas mentales que están asociados con recuerdos dolorosos o
actitudes psicológicas que no son sanas.
• Sanación Física: Sanación de nuestro cuerpo. Por medio de la cual alguna enfermedad o
dolencia del cuerpo se cura y la persona retorna a la salud, al menos en esa área.
• Sanación Espiritual: Por medio de la cual se quita algún hábito de pecar o tentación. Se
puede recurrir en este caso a la oración de liberación o exorcismo (cuando nuestro espíritu se
halla enfermo por acción del maligno).
Todos son parte de un solo carisma al servicio del hombre completo.

Importancia de este don


1. El carisma de sanación es signo importante de la llegada del Reino (cf. Mt 11, 4–5). Todos
los carismas están ordenados hacia el crecimiento de la Iglesia, hacia la manifestación del
Reino. Algunos sin embargo, como el don de sanación, están ligados más estrechamente a la
evangelización que viene a confirmar con estos signos (cf. Hb 2, 4).
2. En las primeras comunidades cristianas, era un carisma habitual (cf. 1 Co 12, 9). Fue parte
integrante y esencial en el mensaje de los apóstoles sobre Jesucristo (cf. Hch 5, 12; 2, 43).
Mas no sólo pertenece al pasado, sino que acompaña a toda predicación sin restricción (cf.
Mc 16, 15–18); pero si no lo evidenciamos, es porque no lo usamos o no creemos en él.
3. Jesús nos dijo: “El que cree en mí, hará aún cosas mayores que yo” (Jn 14, 12–13). El Señor
nos recuerda que SÍ EXISTE, y que Él puede dar al Siglo de la Ciencia el poder sobrenatural
de las curaciones, y lo está haciendo a través de la RCC.
4. Es un carisma disponible para todo creyente (cf. Mc 16, 15; 6, 17). Ese poder mana de
nuestro bautismo y todo creyente que ejercita el poder de su bautismo, puede ser
instrumento de sanación y liberación. Mas actúa más fácilmente en las personas conscientes
de sus limitaciones, pero que se abandonan a Dios. >

Relación entre la sanación y la predicación en el Evangelio


Existe una relación muy importante entre las dos. En aquel tiempo las sanaciones eran una
confirmación de la predicación de Jesús. Él desaprobaba que se buscaran como “metas”, pero
trataba de que el pueblo las viera como señales del Reino y de la importancia del mensaje. El
mensaje era más importante que la sanación. Los apóstoles también trataron de mostrar las
sanaciones como una señal de lo que el pueblo no podía ver (cf. Hch 3, 11–26).

¿Por qué no se usa y no se busca este don?


1. Porque se impone al enfermo la resignación sobre el deseo de curarse: “Es voluntad de Dios
lo que tienes”.
2. Porque pareceríamos interesados si le pedimos a Dios esta gracia.
3. Porque tenemos la impresión de que este Don está descontinuado. Creemos que sólo se dio
en la fundación de la Iglesia.
4. Por miedo a tentar a Dios y pecar de presuntuosos.
5. Por pensar que las curaciones carismáticas suplirían una esfera de la medicina científica.
6. Porque se está en alerta para no tomar a Dios como especie de “curandero mágico”.

Responsabilidades de los líderes


1. Familiarizarse con el Don: ejercitarlo.
2. Ver la necesidad de sanación en los miembros de la asamblea.
3. Ver las diferentes medios en que Dios sana:
• La gente sana dondequiera que Dios esté presente.
• Una asamblea de oración poderosa debería sanar.
• Imposición de manos, unción con aceite, agua bendita, Unción de los enfermos, la
Eucaristía, la Reconciliación, la Santa Misa, etc.
• La oración por sanación del que nos ama.
4. Comunicar una visión global del carisma de sanación.
5. Difundir el don de sanación: usarlo y buscar a quienes tienen el don.

Dificultades
1. Perder de vista el propósito real del grupo de oración.
2. No reconocer las fuentes de sanación en la Iglesia.
3. Exigir que la persona crea que será sanada.
4. ¡Profetizar la sanación!
5. Perderse en técnicas.
6. Usar la oración para evitar los medios normales de sanación (médico, medicamentos).
7. Tener pensamientos mágicos sobre sanación.

Sugerencias para los líderes


1. Tener esperanza en la acción de Dios, cuyo designio no siempre responde a nuestros
pensamientos.
2. Discernir lo que Dios quiere para el enfermo y lo que éste necesita.
3. Suprimir el desaliento.
4. Creer en la imposición de manos.
5. Comenzar la sanación a niveles importantes.
6. Señalar lo que arruina o impide la sanación: el pecado, la pérdida de valores, no orar por la
causa exacta, no ser honesto.

RESUMEN
La sanación ha surgido recientemente como una parte importante de la vida de la Iglesia y como un
poder definitivo contenido en el cristianismo. La nueva liturgia de la Unción de los enfermos ha
dado mayor énfasis a la sanación. Aún aquellos que se mantienen a distancia del movimiento
carismático están intrigados por los conceptos de “sanación física” y “sanación interior”.
Los carismáticos creemos que la presencia y la actividad de Dios es siempre curativa para el
hombre, al menos en algún nivel de su ser, y sin embargo, dándonos cuenta del misterio y del poder
del sufrimiento en el plan de Dios para redimir al mundo.

9. DON DE MILAGROS

Definición
Es el poder de Dios interviniendo en una situación determinada. El milagro anula, contradice o
supera el curso normal de lo que suele acontecer.

Partes de la definición
1) Es el poder de Dios interviniendo
Es una manifestación del poder de Dios y presencia victoriosa de Jesucristo. Todos los carismas son
acciones de Dios, mas el Don de milagros pone de relieve “el aspecto de intervención” que a veces
es tan rápida o extraordinaria, que llena de admiración ver el amor y el poder de Dios. El carisma
siempre requiere de una persona que ha cedido a la acción de Dios, pues aunque Dios puede hacer
milagros sin que nadie ore –intervención divina espontánea directa–, mas escogió usarnos como
instrumentos: Cf. Jn 14, 12; Hch 3, 12.16.
2) En una situación determinada
Este don puede ser usado dondequiera. Hay milagros grandes donde la situación es grave,
desesperada, sin esperanza y los hay pequeños, donde la dificultad “es pequeña o pasajera”. No sólo
se circunscribe a la sanidad, sino a toda situación de vida: dinero, familia, fe, conversión, etc.
Puede haber además una sanación milagrosa, mas no toda sanación es un milagro.
3) Anula, contradice o supera el curso normal
El milagro rompe o pasa por encima de las leyes naturales y de la lógica. Una sanación sólo és
milagrosa cuando es un caso insoluble para la ciencia médica. Cuando el Señor acelera el proceso
de curación que se podría conseguir de otra manera (tratamientos, reposo), no se considera un
milagro, sino sanación.
Responsabilidad de los líderes
1. Demostrar que Dios da diariamente el Don de milagros.
2. Predicar el amor de Dios por nosotros (Cf. Jn 10, 10).
3. Enseñar cómo orar por milagros (Cf. Stg 1).
4. Resaltar la necesidad de la actitud de servicio y humildad.
5. Predicar el kerygma.

Dificultades
1. Aunque hubo un milagro, todavía quedarán problemas por resolver.
2. Confianza falsa en milagros.
3. No discernir la presencia de un milagro por escepticismo o al contrario ser caza milagros.

Sugerencias para los líderes


1. Recordar que es un Don asequible y ocurre frecuentemente.
2. Testificar a los hermanos las maravillas del Señor.
3. Recordar que Jesús es el Señor.

Cómo abrirse a este don


1. Una vida de oración y escucha al Espíritu.
2. Aspirar y pedir el Don de fe y el de discernimiento y de evangelización.
3. Discernir el momento del Señor y la manera de actuar.
4. Actuar en fe.

RESUMEN
Desde el punto de vista teológico, los milagros son signos que muestran la presencia del prometido
reinado de Dios, y que acreditan a los portadores históricos de esta promesa.
El milagro no es una demostración arbitraria de la Omnipotencia de Dios, sino un testimonio del
amor y el poder de Dios que quiere salvar a todo el hombre y a todos los hombres. Dios manifiesta
a través de la realización de un milagro que no le es indiferente la vida del hombre y de todo su
pueblo, que es un Dios que se inclina hacia el hombre en el momento oportuno y necesario para
salvarlo. Es una de las maneras de Dios de manifestar la acción de su divina providencia, que está
siempre pronta a rescatar al hombre.

Trabajo durante la semana


1. ¿Qué entiendes por la expresión «actuar en fe»? Da un ejemplo concreto.
2. ¿Por qué crees que muchas veces la sanación se produce a través de un proceso?
3. Señala cuál sería la diferencia entre una sanación y un milagro.

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