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1. Introducción.
Docente – investigador de las Universidades Nacionales de Rosario (UNR) y Entre Ríos (UNER).
Secretario de Extensión e Investigación de la Facultad de Trabajo Social (UNER), y miembro del Consejo
de Investigaciones (UNER). Beca 2007 Doctorado en Ciencia Política (UNR).
actores, directa o indirectamente, y finalmente d1) establecer alguna clase de relación
entre el marco institucional (entendido como una unidad) y el desempeño de una
variable dependiente (por ejemplo, el desarrollo económico de una nación), o d2)
establecer alguna clase de relación entre una institución concreta y una variable
dependiente (por ejemplo, cómo la regla de la mayoría influye en la construcción de
coaliciones políticas).
El presente trabajo tiene como propósito abordar las discusiones actuales del
Enfoque Neo –Institucionalista, signadas por dos preguntas elementales cuyas
respuestas aún no son satisfactorias, en el sentido de constituirse no sólo en referentes
de significados comunes al interior del campo, sino fundamentalmente en guías para la
investigación: ¿Qué es una institución? y ¿Cómo es que efectivamente importan? 1
Con estos propósitos, se realizará una breve descripción del lugar que las
instituciones han tenido y tienen en la Ciencia Política (lugar que por si mismo justifica
estas preocupaciones), para luego plantear con la mayor claridad posible las confusiones
reinantes en el campo (aunque no sólo en el campo de la Ciencia Política) y las
implicancias que de ellas se derivan. Finalmente, se propondrá un conjunto conciso de
proposiciones en condiciones de guiar estudios futuros cuyo objeto sea analizar parcial
o globalmente los resultados del proceso político.
Para dar cuenta del lugar que las instituciones han tenido y tienen en la Ciencia
Política, unas pocas afirmaciones son suficientes. “La teoría política clásica no
consiste sólo en discusiones acerca de ideales políticos y deberes individuales. Desde
Platón y Aristóteles –pasando por Maquiavelo, Hobbes, Locke, Rousseau y otros en
esta tradición-, uno de los mayores problemas era establecer qué instituciones políticas
producen el mejor tipo de sociedad y de individuo” (ROTHSTEIN, 2001); “La Ciencia
Política tiene sus raíces en el estudio de las instituciones” (PETERS, 2003); “Se puede
decir sin exagerar, que hasta la revolución behavioralista de mediados del siglo XX, el
1
La multiplicidad de definiciones de institución, así como la forma en que estas importan, y las
implicancias que ello tiene ya para la acumulación de conocimiento, ya para la comunicación
intersubjetiva, no es patrimonio exclusivo de la Ciencia Política. La Sociología y la Economía mantienen
aún panoramas semejantes. Para un estado de la cuestión en el campo de la Economía, ver HODGSON,
2006; un insight particular de SEARLE, 2005; y SCOTT, 2004 y PETERS, 1999 en Sociología. Para un
estado de la discusión en Sociología y Economía, NEE 2003, y en Sociología y Ciencia Política
KOELBLE, 1995.
estudio de las instituciones (junto con la historia del pensamiento político) era la
Ciencia Política” SHEPSLE, 1999, destacado en el original); “…las instituciones
políticas ocupan un rol esencial, desenvuelven una competencia importante, dan su
sentido a la vida de las colectividades organizadas. Quien no comprende la
importancia, la centralidad de las instituciones en los sistemas políticos, no sólo
aquellos contemporáneos, se condena a una incomprensión general de la compleja
dinámica que distingue a la vida de las colectividades” (Pasquino, 1992; citado en
PINTO; 2006); “En los 90’ todos somos neo-institucionalistas” (Mc Farland, 1991;
citado en ORREN y SKOWRONEK, 1999)
Lo primero que debe destacarse a continuación es que los extremos del continuo
que se extiende entre el 350 AC y el S XX se tocan, en el sentido de que el lugar del
estudio de las instituciones en la reflexión política de aquel entonces y en la Ciencia
Política actual es sobresaliente, a excepción quizás (sólo quizás) del interregno
behavioralista. 2
No obstante, hay quienes sostienen que la Ciencia Política
behavioralista, antes que desplazar el centro de su atención desde las instituciones hacia
los individuos, no hizo más que “…explorar sus conexiones… [de las instituciones] con
el más amplio sistema social y económico” (ORREN y SKOWRONEK, 1999) . 3
2
Ya para entrar en la discusión sobre si ese movimiento fue o no una “revolución”, ya para profundizar en
los usos de los términos “behavioralistas” y “conductistas”, ver FARR, 1999.
3
Si la emergencia y predominio de estudios de orientación behavioralista en las ciencias sociales en
general, y en la Ciencia Política en particular fue sólo un giro metodológico (DAHL, 1961) o si fue
“mucho más que la implantación del método científico”, porque entre otras características desplazó el
centro de interés de los estudios desde las instituciones a los individuos (EASTON, 1997), ello es aún
objeto de debate.
4
“Cada una de las diversas disciplinas que conforman colectivamente las ciencias sociales han contenido
una tradición institucionalista más antigua. En cada uno de los casos, esa tradición ha resurgido
recientemente con algún nuevo giro…el nuevo institucionalismo tiene un significado diferente en el
contexto de cada una de estas disciplinas alternativas” (GOODIN, 2003)
a la anterior. En el primer nivel, vale afirmar que las aspiraciones teóricas y las
metodologías de la vieja versión difieren sustantivamente de la nueva, más a tono con
los desarrollos de las modernas ciencias sociales. En un segundo y más sutil nivel de
análisis, son 5 los atributos que caracterizan al Viejo Institucionalismo, y que por ello
mismo lo distinguen de la nueva versión, a saber: 1) legalismo (se ocupa de la ley y del
lugar fundamental que ocupa en la actividad gubernamental); 2) estructuralismo
(participa del supuesto de que la estructura importa, puesto que determina en buena
medida el comportamiento de los sujetos); 3) holismo (derivado del acento puesto en el
análisis formal legal en perspectiva comparada, se tomaban como unidad de análisis los
sistemas íntegros, lo que redundaba también en un desplazamiento del análisis por parte
de la descripción); 4) historicismo (la comprensión tanto de la trama institucional como
5
5
No obstante lo dicho, existen desarrollos denominados Nuevo Institucionalismo Histórico, lo que no
constituye contradicción alguna. (PETERS, 2003; KOELBLE, 1995; ORREN y SKOWRONEK, 1999).
Se le atribuye el nombre de “neo institucionalismo histórico” a T. Skocpol (PETERS, 2003).
Pero cabe hacerse aquí otras preguntas de un orden diferente, prioritarias:
¿Cómo es posible que se identifique la Ciencia Política con el estudio de las
instituciones , a la vez que se reconoce que a las preguntas elementales no se puede dar
6
una respuesta robusta? Puesto de otra forma ¿Qué debe tener un estudio o una
investigación científica de la política para ser reconocido como institucionalista? ¿Qué 7
institucionalismo han pretendido dar cuenta de algunas de estas preguntas. Por caso,
Peters entiende que los denominadores comunes que pueden discutirse como “corpus
común de trabajo académico” neo institucionalista son: a) una institución es un rasgo
estructural de la sociedad y/o la forma de gobierno; b) estable en el tiempo; c) afecta el
comportamiento individual (PETERS, 2003).
Decir que las instituciones afectan el comportamiento de los individuos no es
trivialmente cierto. Es efectivamente una respuesta a la pregunta ¿Por qué estudiamos
9
las instituciones?, que nos permite recortar un poco más al objeto de estudio. Sin
embargo, en términos sustantivos, tiene tanto “gusto a poco” como la afirmación “las
instituciones importan”. ¿Cómo es que importan? (¿Cómo es que las instituciones
afectan el comportamiento individual?) sigue siendo una pregunta con demasiadas
respuestas para que todas sean válidas (aún reconociendo diferencias en las situaciones
y contextos de la acción humana individual).
6
Aún si fuese acertado el punto de vista de que el estudio de las instituciones fue olvidado (sino
“suspendido”) durante dos décadas de primacía del conductismo, la afirmación de que el estudio de las
instituciones es Ciencia Política (considerada en el bobbiano “sentido amplio”) desde hace
aproximadamente 2800 de desarrollo sería acertada. Necesariamente, la pregunta ¿qué instituciones
acapararon la atención de los estudiosos de la política desde aquel entonces? nos reenvía a la misma
controversia arriba señalada.
7
O lo que es lo mismo, “… es decisivo que nos preguntemos qué criterios debemos tener en cuenta que
podrían descalificar cualquier tentativa de alguno de esos enfoques de colarse en el partido
institucionalista utilizando falsas afirmaciones? (PETERS, 1999)
8
Pareciera ser que citar en las primeras 5 páginas de algún trabajo “The new institutionalism:
organizational factors in Political Life” la seminal obra de James March y Johan P. Olsen, que en Ciencia
Política marca un hito en “el redescubrimiento de las instituciones”, o al propio Douglass C. North (el
institucionalista histórico en Economía) opera como salvoconducto, en el sentido de eximir al autor de
decir “algo más” que aquellos “santos y señas”, guiños o lugares comunes..
9
No pocos autores, muchos de ellos enrolados en las versiones más “rígidas” del individualismo
metodológico, sostienen que las preferencias de los individuos son exógenas al proceso político, y por
ende fuera del “alcance” de las instituciones.
Hay quienes, por el contrario, han reconocido una definición de instituciones, y
acto seguido se han referido al institucionalismo y a su/s objeto/s de estudio
desconociendo por completo todas las implicancias que su definición tiene,
contradiciéndose por ello en el párrafo siguiente. De ello se ocupa este trabajo en el
apartado siguiente, pero vale destacar aquí que todos estos (y otros) esfuerzos han sido
en vano, y que la afirmación de Elinor Ostrom (originalmente publicada en 1986) aún
da cuenta del estado de las cosas en el campo: “The multiplicity of uses for a key term
like “institution” signals a problem in the general conception held by scholars of how
preferences, rules, individual strategies, customs and norms, and the current structural
aspects of ongoing political systems are related to one another…The multiple referents
for the term “institutions” indicates the multiple concepts need to be separately
identified and treated as separate terms” (OSTROM, 2000)
3. Instituciones y Organizaciones
este trabajo quizás no sean los más adecuados, se espera poder demostrar que la
coherencia de esos ejemplos, y el potencial explicativo que subyace a los mismos,
guarda sintonía fina con formas de influir el comportamiento de los actores presentes en
la amplia mayoría de los trabajos que reclaman filiación institucionalista. Sin embargo,
esos mismos trabajos estiran y deforman ya el concepto mismo de institución, ya las
formas que estas tienen de influir el comportamiento de los actores.
Razones? Sólo algunas hipótesis: a) la ductibilidad de una deformada versión del
Neo Institucionalismo para oficiar de marco casi para cualquier propósito; b) las modas
académicas, intelectuales y editoriales; c) los beneficios que se obtienen al demostrar
que “nuestro trabajo” comparte algo con una tradición, un referente, una corriente
determinada. Y todo ello, recombinado y reenviado a la comunidad académica a través
de trabajos, investigaciones, discursos que han evitado pagar las deudas pendientes, no
hacen más que amplificar la confusión.
Como sea, el resultado global es, como señala Ostrom, que el mínimo
requerimiento de un lenguaje común al interior del campo disciplinar no se satisfaga. Su
11
Distinción nada trivial si consideramos que hay comportamientos que son permitidos en un período
como el del recreo, que están penados en el período de clase dentro del aula.
12
Premio Nóbel de Economía 1993, es Spencer T. Olin Professor en Ciencias y Artes de la George
Washington in Saint Louis University. Autor, entre otros libros, de “Estructura y Cambio en Historia
Económica” e “Instituciones, Cambio Institucional y desempeño Económico”.
13
“El estudio de las instituciones: lecciones del enfoque de la Elección Racional”, publicado
originalmente en el “Journal of Theoretical Politics” (1989), y reeditado en JAMES FARR, JOHN
DRYZEK Y STEPHEN T. LEONARD (Eds.) “La Ciencia Política en la Historia” (1999). SHEPSLE es
Prof. de la JFK School of Government de la Harvard University, y es autor, entre otros libros, de
“Anallyzing Politics”.
14
OSTROM es Arthur F. Bentley Professor of Political Science, en la Indiana University. Ha publicado,
entre otros libros, “El Gobierno de los Comunes” (F.C.E., 2000)
apreciación, publicada inicialmente en 1986 , y re-editada casi 15 años, después pone
15
inducido por la estructura para dar cuenta de las regularidades observadas en el análisis
de instituciones políticas concretas. En su análisis, instituciones equivale a formato de
juego, lo que supone tanto procedimientos como estructuras (tanto el poder de veto del
presidente –institución– como un comité parlamentario -estructura–), que no es otra
cosa que una nueva manifestación de la confusión entre organizaciones e instituciones,
y en consecuencia, en la forma en que las instituciones influyen en los actores.
No obstante esto, algunas tempranas “aportaciones” del autor (fines de los 70’)
son sustantivas a los fines de este trabajo: 1) la política tiene lugar en un contexto, a
menudo formal, a veces informal; 2) a pesar de estar dispuesto a sostener que los
individuos tienen valores que sostienen en privado, que llevan a aquellos contextos, y
que podrían tener cabida en un paradigma optimizador, las explicaciones sólo basadas
en dicho paradigma se consideran innecesariamente empobrecidas; 3) las características
institucionales, estructuras y procedimientos, contribuyen a producir resultados que
contradicen las afirmaciones corrientes de que en política “todo es flujo” y cualquier
resultado es posible (SHEPSLE, 1999).
Ahora bien, lo que Shepsle no advierte (y muchos otros que no realizan
distinción alguna entre organización e institución) es que aquello que es relevante,
porque tiene efectos observables en los resultados, es la dimensión institucional de la
organización (o estructura) en análisis. O parafraseando al propio Shepsle, es la
dimensión procedimental de la estructura en cuestión lo que afecta los resultados . 17
15
“An agenda for the study of institutions”, publicado originalmente en “Public Choice” N° 48 (1986).
Con motivo de su reedición en 2000, la autora tuvo la gentileza de enviarme una copia digitalizada del
artículo.
16
Ward C. Krebs Family Professor del Departamento de Ciencia Política de la Stanford University. Editor
del “Oxford Hanbook of Political Economy”, entre otros.
17
Y en esto Shepsle es taxativo, al afirmar que “La estructura y el procedimiento se combinan con las
preferencias para producir los resultados” (SHEPSLE; 1999)
Una legislatura, para seguir con un ejemplo que el propio autor conoce al dedillo
por sus conocidos estudios, tiene características estructurales tales como “…la división
y especialización del trabajo en los comités, la organización del liderazgo, las
disposiciones relativas al personal asesor, las agrupaciones de partido” (SHEPSLE,
1999). Todas esas características no son otra cosa que reglas o efectos de reglas de un
orden más elevado que las reglas del debate, por citar sólo un ejemplo.
En un paralelo algo tosco, las instituciones que el autor denomina estructuras no
son sino a las instituciones (tal como las entiende este trabajo) lo que las decisiones
sobre como decidir son a las decisiones mismas. El Programa de Investigación de la
Elección Pública, conocido también como La Escuela de Virginia (PINTO, 2006;
BUCHANAN, 2005) por la pertenencia de sus fundadores al Departamento de
Economía de esa Universidad, realizó un analogía semejante. En el estudio de las
decisiones públicas, que con criterios extra-mercado asignaban en la década del 60 más
de 1/3 del PBI, estos economistas distinguieron de la toma de decisiones de la política
cotidiana o diaria, la política constitucional que refiere precisamente al conjunto de
fenómenos y procesos mediante los cuáles las reglas de la política ordinaria se deciden.
Unas y otras constituyen reglas; pero hay algo de diferente en unas y otras.
Y claro, no sólo (o no necesariamente) afectan el comportamiento de los actores
y los resultados: al establecer secuencias, opciones disponibles, opciones prohibidas,
formas de resolución de controversias, etc. se incorpora además la idea de que las
instituciones no deberían considerarse como exógenas al proceso político, sino que por
el contrario pueden ser modificadas, reemplazadas, y es ese también un proceso que
merece nuestra atención. El temprano desarrollo de estos temas, y la innovación que
suponían en el estado de la cuestión a inicios de los 60’ bien valen la mención.
18
“Hay una tensión persistente en las ciencias sociales entre las teorías que construimos y la evidencia
que compilamos sobre la interacción humana en el mundo que nos rodea. Estas es más notable en el
campo de la economía, donde el contraste entre las implicancias lógicas de la teoría neoclásica y el
desempeño de las economías es pasmoso” (NORTH, 2000). En el plano micro, esto se traslada a la
motivación humana, que es más compleja que lo que suponen los supuestos conductuales de la Elección
Racional. Si adicionalmente se considera que la información es normalmente incompleta, y los modelos
(una creación humana) y elecciones individuales, “en un conjunto de hipótesis
consistente lógicamente y potencialmente comprobable” de la conducta humana
(NORTH, 2000). En “Instituciones, Cambio Institucional y Desempeño Económico”,
North inaugura el capítulo I afirmando: “Las instituciones son las reglas del juego en
una sociedad, o más formalmente, son las limitaciones ideadas por el hombre que dan
forma a la interacción humana” (NORTH, 2000)
A esta sintética y potente definición, conviene agregar: 1) el autor afirma que
“proveen una estructura a la vida social” (NORTH, 2000), pero no son “una estructura”
ni “la estructura”. Correcto es afirmar que las instituciones tienen efectos cuyas
propiedades, entre otras, hacen previsibles y/o regulares, ciertos comportamientos.
Propiedades estructurantes puede ser aceptado si y sólo sí se asume que el vocablo
estructura y/o sus derivados no importan aquí determinismo de ninguna clase; 2) el 19
autor no ignora que las dotaciones diferenciales de poder ponen a algunos actores en
situación de imponerles a otros reglas de su conveniencia (NORTH, 2000); 3)
Recomendación inicial del autor es no confundir reglas con organismos o jugadores”
(para nosotros, reglas con actores), y con claridad meridiana explicita ejemplos no-
contradictorios con aquella recomendación:
“Una distinción capital en este estudio se ocupa de las instituciones y
organizaciones u organismos… Al igual que las instituciones, los organismos
proporcionan una estructura a la interacción humana. Conceptualmente lo que
debemos diferenciar con claridad son las reglas y los jugadores…Los organismos
incluyen cuerpos políticos (partidos políticos, el Senado, el cabildo, una agencia
reguladora), cuerpos económicos (empresas, sindicatos, ranchos familiares,
cooperativas), cuerpos sociales (iglesias, clubes, asociaciones deportivas), y órganos
educativos (escuelas, universidades, centros vocacionales de capacitación). Son grupos
congnitivos casi nunca ofrecen modelos verdaderos del mundo en situaciones de decisión relevantes,
entonces el enfoque teórico falla y debemos revisarlo (NORTH, 2000)
19
“…las Ciencias Sociales pueden ser entendidas como las múltiples variaciones de la cuestión que
vincula oportunidades y deseos…”. (ELSTER, 2003). La forma en que se vinculan “deseos y
oportunidades” es un proceso decisorio que subyace a la acción humana individual. “Una manera simple
de explicar una acción es verla como el producto final de dos operaciones sucesivas de filtración.
Empezamos con un conjunto grande de todas las acciones abstractamente posibles que puede realizar un
individuo. El primer filtro está compuesto por todas las restricciones físicas, económicas, legales y
psicológicas que enfrenta el individuo. Las acciones coherentes con esas restricciones forman su conjunto
de oportunidad. El segundo filtro es un mecanismo que determina que acción que está dentro del conjunto
de oportunidad será realizada realmente… a veces las restricciones son tan rigurosas que…el conjunto de
oportunidad se reduce a una única acción en cuya explicación no tienen cabida las elecciones (o las
normas)… Hay escuelas de Teoría Social a las que se suele denominar “estructuralistas” que sostiene que
toda la explicación de la conducta toma esta forma:” Y como bien apunta el autor, “el conjunto de
oportunidad rara vez se reduce literalmente a una opción física” (ELSTER, 2003).
de individuos enlazados por alguna identidad común hacia ciertos objetivos.”
(NORTH, 2000).
En la misma línea de North, Ostrom toma partido por un concepto como
referente único del término institución, y ese no es otro que el de regla . “In this 20
presentation, I do not try to resolve the debate over which of the definitions of
institution is the ‘right definition.’ Instead, one concept— that of rules—is used as a
referent for the term ‘institution,’ and defined. I distinguish rules from physical or
behavioral laws and discuss the prescriptive nature of rules.” (OSTROM, 2000)
Distinguir reglas de leyes físicas o de la conducta entraña consecuencias
poderosas para el análisis: a diferencia de las leyes físicas y de la conducta (aquellas
reglas de decisión que tienen los agentes), las instituciones pueden cambiar; y ser
potencialmente cambiadas por los propios seres humanos es una de las características
salientes. Esto constituye un cierto refinamiento respecto a la definición instituciones
como “las reglas del juego” en el estricto sentido asignado por los teóricos de juegos. 21
Entonces ¿qué entendemos por reglas? “Rules, as I wish to use the term, are
potentially linguistic entities (Ganz, 1971; V. Ostrom, 1980; Commons, 1957) that refer
to prescriptions commonly known and used by a set of participants to order repetitive,
interdependent relationships.” (OSTROM, 2000).
Algunas precisiones se hacen necesarias. Que las instituciones tienen fuerza
prescriptiva debe entenderse, siguiendo a la autora, en el sentido de que existe
“conocimiento y aceptación” por parte de los individuos de que si las rompen, habrá
quienes podrán responsabilizarlo por ello (otros individuos, o quienes tienen la función
de monitorear el comportamiento de los individuos). El concepto de regla, por lo dicho,
no debe ser confundido con el de ley formal; esta deviene en regla (en institución)
cuando es conocida, aceptada, y los individuos serán considerados responsables si las
infringen. Por todo ello, el refuerzo es un componente necesario de la institución . 22
20
Rothstein sostiene que hay acuerdo en general en sostener que las instituciones son las “reglas de
juego” (ROTHSTEIN, 2001), algo que no es evidente ni mucho menos en la literatura (no sólo en las
definiciones que provee esta literatura, sino fundamentalmente en el plano de los ejemplos que ofrece esta
literatura, que sistemáticamente contradice lo que se sostiene en aquellas definiciones).
21
“En nuestro tratamiento, las reglas del juego incluyen no sólo la estructura de movimientos e
información y las consecuencias físicas de todas las decisiones, sino también los sistemas de preferencia
de todos los jugadores” (SHUBIK, 1996: 17)
22
Dicho de otra forma, “Rules without enforcement are but words on paper”, tal el título de un artículo de
la autora, publicado en el Newsletter del IHDP, en 2004.
Disponible en http://www.ihdp.uni-bonn.de/html/publications/update/pdf-
files/IHDPUpdateLaw2_2004.pdf
Ahora sí, se está en condiciones de dar cuenta del segundo propósito del trabajo,
a saber: la forma en que las instituciones efectivamente importan. Aunque no en todos
los casos, esta cuestión está íntimamente ligada a otra: ¿emergen, se desarrollan y/o
cambian las instituciones porque cumplen una función ? Cuando convenga, ampliaré
23
23
Debe decirse aquí que restringir o influir en el comportamiento de los individuos no es la función de las
instituciones. En tanto constatación empírica del vínculo existente entre instituciones e individuos,
demanda esa formulación en primer lugar una necesariedad así como un sentido en el que esa influencia
verificada es ejercida, y quizás fundamentalmente la forma en que ello es interdependiente con otros
elementos que permiten explicar un todo. La función, si alguna, debe ser algo más.
Y conviene reconocer que el problema del orden y la influencia que en él tienen
las instituciones han sido centrales en el trabajo de March y Olsen . En North la 24
24
“Institutional thinking emphasizes the part played by institutional structures in imposing elements of
order on a potentially inchoate world.” (MARCH y OLSEN, 1984)
permitted actions or outcomes and forbids those that are not specifically included… 3)
A rule requires a particular action or outcome… Only the third type of rule requires
that an individual take one and only one action rather than cose from a set of actions.”
(OSTROM, 2000)
Ejemplo de las infrecuentes situaciones del tercer tipo es la sentencia judicial a
la que se ve compelido un juez cuando el jurado encontró culpable al acusado, en el que
si hay determinismo alguno es de la regla particular en cuestión, y no de las
instituciones en general. 25
6. Consideraciones finales.
25
No todas las instituciones actúan de la misma forma: el Código Penal carga con unos costos la conducta
delictiva pero no puede impedir que un robo tenga lugar; más la ley electoral si impide que un menor de
18 años vote en nuestro país. Hay instituciones informales que son efectivas para informar el
comportamiento de los actores que las observan sólo en público.
Quizás parezca inoportuna aquí la pregunta: ¿Por qué conviene estudiar la
influencia de las instituciones? La respuesta es sólo en apariencia evidente: resulta más
“económico” actuar sobre los incentivos que los actores reconocen al momento de
tomar una decisión 1) que modificar la forma en que estos forman sus preferencias
(SEN, 1973); o 2) que modificar sus modelos mentales para descifrar el medio
(NORTH, 2000), o para seleccionar el conjunto factible o de oportunidad (ELSTER,
2003).
¿Qué supone este trabajo para el estudio de las instituciones políticas? En primer
lugar, provee una definición clara de lo que es una institución política: una regla del
juego o proceso político en estudio, reconocida y aceptada como tal, que influye en la
especificación del “conjunto factible” de opciones de cada actor interviniente en dicho
proceso, ya que permite, prohíbe, o incentiva/desalienta un determinado curso de
acción.
Como en toda institución (no sólo las instituciones políticas), el potencial de
cada regla para “producir” (y predecir) un determinado resultado es variable, y debe ser
objeto de estudios situados. Por ejemplo, la posibilidad de que en un acto eleccionario
emita su voto un menor de edad es próxima a cero (no igual, pero muy próxima). En el
proceso político de sanción de una ley en un sistema bicameral, las alternativas son
distintas de cero, pero las secuencias y/o los resultados posibles son finitos y conocidos
(por ejemplo, la composición de las cámaras y de las coaliciones por programas o temas
en un sistema bicameral permiten inferir las probabilidades de que una cámara insista
con la versión original de su proyecto ante las modificaciones introducidas por la otra).
Finalmente, aún cuando el desaliento de una determinada conducta provenga de una
institución como la pena de muerte, su efectividad para informar el comportamiento de
los agentes es bastante más reducida que la de los regímenes electorales para evitar que
un menor de edad emita su voto.
Para finalizar sólo se pretende aquí aportar algunas notas para el estudio de las
instituciones políticas: a) que las instituciones entendidas como reglas evitan que el
concepto se transforme en uno “agárralo todo”, y/o que se confunda con otros; b) que
las instituciones importan, porque como mínimo afectan el conjunto de oportunidad de
los actores (ya prohibiendo acciones, ya habilitándolas, ya incentivándolas o
promoviéndolas); c) que el estudio de las instituciones que no aborden las relaciones
entre aquellas y la conducta humana (conducta política en nuestro caso), o que esté
desprovisto de modelos de la conducta, carece de sentido; d) que la acción humana
individual es más fundamental en la explicación de los resultados sociales, ya que casi
nunca puede anularse la posibilidad de elección (ELSTER, 2003); e) particular atención
merece el proceso no exento de conflicto, mediante el cuál los jugadores acuerdan -
desacuerdan (o algunos actores acuerdan-desacuerdan) en torno a cuál es la forma
preferida de jugar el juego de todos los días (lo que interpela a la cuestión de cómo
emergen, se estabilizan y cambian las instituciones).
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