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Hubo un rebrote de la escuela activa. El pedagogo espiritualista liberal Juan Mantovani fue
repuesto en su cargo, y tuvo bajo su influencia la formación de la siguiente generación pedagógica,
que se vería enriquecida por el psicoanálisis, y en algunos casos derivaría en el funcionalismo.
La educación desarrollista.
El CONET unifica las escuelas medias a su cargo bajo la forma de ENET de seis años, divididas en
dos ciclos, al cabo de los cuales se obtiene el título de técnico, e imparten, en un turno el clásico
conocimiento académico, y a contraturno la formación específica en talleres. La concepción del
saber técnico que predomina en el CONET se basa en la “tecnología”, entendida como una
aplicación práctica descendente de conocimiento científico puro, restableciendo la tradicional
jerarquía de saberes. En ese esquema, la educación técnica queda necesariamente subordinada,
relegada a los márgenes del sistema.
Libre, no laica.
El principal debate educativo que afronta Frondizi se origina en torno al dictado de normas que
permitieron, organizaron, financiaron y fortalecieron la educación privada. Se autoriza la creación
de Universidades privadas y se las faculta a expedir títulos habilitantes. Por primera vez se
configura un sistema orgánico privado en todos los niveles. Dentro del sector privado, tienen
mayoría las escuelas religiosas. De modo que a favor de la decisión del gobierno, bajo la consigna
“Libre”, se encolumna la iglesia católica, el liberalismo católico, y un importante número de
jóvenes de sectores medios. En la contraparte, por la educación “Laica” –además de libre- se
encolumnan también sectores multitudinarios, culturalmente vinculados a la escuela pública, y al
reformismo universitario. El frondicismo impone la opción “libre” y la educación privada gana un
lugar, que nunca resignará, dentro del sistema educativo.
Reformismo en la Universidad.
Pese a la proscripción del peronismo y de sus figuras intelectuales, las universidades recuperan su
autonomía. Francisco Romero se hizo cargo de la UBA, y conforma una tendencia junto con otros
intelectuales de prestigio como Norberto Rodríguez Bustamante, Manuel Sadosky, y Gino Germani.
Se restaura el cogobierno y la libertad de cátedra. Se reanuda la producción científica y cultural.
Las banderas de censura al peronismo y florecimiento intelectual corren en paralelo durante
algunos años.
Afín con una mirada excluyente del desarrollo industrial concentrado, la dirección de la educación
técnica es pensada nuevamente en términos economicistas. Pero a diferencia de la mirada
desarrollista, no hay mirada integral de largo plazo. El individuo es pensado como “capital
humano”, cuya formación necesaria se mide solo en función de un cálculo costo-beneficio. Bajo
esta mirada, y retomando el antecedente de la reforma Saavedra Lamas, en 1968 se implementa
una nueva reforma educativa, de corta duración, en la que se intenta incorporar una escuela
intermedia para niños de 11 a 14 años. Además, se institucionaliza legalmente la educación
privada.
Alternativas populares.
Por fuera del sistema educativo, tienen lugar experiencias educacionales alternativas, vinculada a
la iglesia, y al progresismo, que van a converger en la pedagogía del oprimido de Paulo Freire, y
hacia fines de los 60 darán lugar a la Teología de La liberación, de corte revolucionario. Para esta
concepción, el conocimiento que detenta la cultura tradicional, académica, es un medio de
opresión sobre los sectores populares. La educación, para ser liberadora, no debe reproducir la
cultura oficial, sino entrar en un diálogo con los saberes populares, problematizando su situación
de subordinación social, de modo tal que en ese intercambio los dominados tomen conciencia de
las causas de su situación, y aprendan la cultura como una acción de rebelión política contra el
orden capitalista dependiente.
A comienzos de los 70, algunas innovaciones del régimen dan lugar a la apertura en “Cátedras
Nacionales” en la Universidad.
En 1973 de crea la CTRA, en la que convergen distintas expresiones del gremialismo docente, bajo
una nueva visión del educador: no es ya un apostol de la civilización, sino un “trabajador de la
educación” que compartiendo su destino de clase con los demás trabajadores argentinos, tiene un
compromiso primario con la lucha cultural por la liberación.
El tercer gobierno peronista tuvo una primera etapa, en materia educativa, caracterizada como
una “pedagogía nacionalista popular liberadora”. Bajo la dirección del Ministro Jorge Taiana, tiene
lugar una lucha entre la derecha peronista y lo sectores de izquierda. Dentro del ala progresista se
desenvuelven nuevas experiencias de comunicación social, educación agraria, Política universitaria,
y sobre todo, educación de adultos. En este último área se impulsa una campaña masiva de
alfabetización denominada CREAR (Campaña de Reactivación Educativa). En la universidad de
Buenos Aires es designado interventor Rodolfo Puiggrós que impulsa una renovación de los
métodos de enseñanza aprendizaje y de los contenidos científicos, orientados hacia un proyecto
de liberación nacional, apoyado activamente por la juventud peronista, la izquierda y sectores
radicales y progresistas.
Pero este ciclo se cierra con la intervención a las Universidades dispuesta por Isabel Perón en 1974.
El Golpe Autoritario se adelanta en Educación.
La dictadura en la educación , no espera a 1976. Comienza cuando en 1974 Isabel Perón designa a
Ivanissevich en el Ministerio de Educación y a Ottalagano en la UBA. Comienzan desde allí una
labor represiva de “limpieza ideológica” que adelanta lo que va a ser el país bajo la dictadura. Se
cierran establecimientos. Se remueven profesores. Se reimplantan las corrientes más retrógradas.
Y se usan los establecimientos educativos como un campo más de la llamada “guerra
antisubversiva”. El terrorismo de estado ya está instalado en la educación, durante la presidencia
de Isabel Perón. Es el inicio de la guerra a la educación pública.