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El niño y el adolescente tienen derecho a que se respete su integridad moral, psíquica y física y
a su libre desarrollo y bienestar. No podrán ser sometidos a tortura, ni a trato cruel o
degradante.
El niño y el adolescente tienen derecho a la libertad. Ningún niño o adolescente será detenido
o privado de su libertad. Se excluyen los casos de detención por mandato judicial o de
flagrante infracción a la ley penal.
Los niños son inscritos en el Registro del Estado Civil correspondiente por su padre, madre o el
responsable de su cuidado, inmediatamente después de su nacimiento. De no hacerlo en el
plazo de treinta días, se procederá conforme con lo prescrito en el Título VI de la Ley Orgánica
del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil.
El niño y el adolescente que carecen de familia natural tienen derecho a crecer en un ambiente
familiar adecuado.
Los padres deben velar porque sus hijos reciban los cuidados necesarios para su adecuado
desarrollo integral.
El niño y el adolescente que estuvieren en condiciones de formarse sus propios juicios tendrán
derecho a expresar su opinión libremente en todos los asuntos que les afecten y por los
medios que elijan, incluida la objeción de conciencia, y a que se tenga en cuenta sus opiniones
en función de su edad y madurez.
El ejercicio de este derecho estará sujeto a las restricciones determinadas por ley.
El niño y el adolescente tienen derecho a la libertad de asociarse con fines lícitos y a reunirse
pacíficamente.
Sólo los adolescentes podrán constituir personas jurídicas de carácter asociativo sin fines de
lucro. Los niños podrán adherirse a dichas asociaciones.
La capacidad civil especial de los adolescentes que integran estas personas jurídicas sólo les
permite la realización de actos vinculados estrictamente a los fines de las mismas, siempre que
no importen disposición patrimonial.
Estas asociaciones son reconocidas por los Gobiernos Locales y pueden inscribirse en
los Registros Públicos por el solo mérito de la Resolución Municipal de reconocimiento.
CAPÍTULO II
La autoridad educativa adoptará las medidas del caso para evitar cualquier forma
de discriminación.
a) El desarrollo de la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física del niño y del
adolescente, hasta su máximo potencial;
d) El respeto a los padres, a la propia identidad cultural, al idioma, a los valores nacionales y
los valores de los pueblos y culturas distintas de las propias;
e) La preparación para una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de solidaridad,
comprensión, paz, tolerancia, igualdad entre los sexos, amistad entre los pueblos
y grupos étnicos, nacionales y religiosos;
El niño y el adolescente tienen derecho a ser respetados por sus educadores y a cuestionar sus
criterios valorativos, pudiendo recurrir a instancias superiores si fuera necesario.
Los padres o responsables tienen la obligación de matricular a sus hijos o a quienes tengan
bajo su cuidado en el sistema regular de enseñanza.
Los Directores de los centros educativos comunicarán a la autoridad competente los casos de:
a) Maltrato físico, psicológico, de acoso, abuso y violencia sexual en agravio de los alumnos;
e) Desamparo y otros casos que impliquen violación de los derechos del niño y adolescente;
El Estado garantiza modalidades y horarios escolares especiales que permitan a los niños y
adolescentes que trabajan asistir regularmente a sus centros de estudio.
Los Directores de los centros educativos pondrán atención para que el trabajo no afecte su
asistencia y su rendimiento escolar e informarán periódicamente a la autoridad competente
acerca del nivel de rendimiento de los estudiantes trabajadores.
Artículo 20.- A participar en programas culturales, deportivos y recreativos.-
Los municipios canalizarán los recursos y ejecutarán programas con la colaboración y concurso
de la sociedad civil y de las organizaciones sociales.
El adolescente que trabaja será protegido en forma especial por el Estado. El Estado reconoce
el derecho de los adolescentes a trabajar, con las restricciones que impone este Código,
siempre y cuando no exista explotación económica y su actividad laboral no importe riesgo o
peligro, afecte su proceso educativo o sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico,
mental, espiritual, moral o social.