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CAPÍTULO I

ESTRUCTURA SOCIAL, DESIGUALDAD Y ESTRATIFICACIÓN SOCIAL

2 Estructuras y estructuras sociales

Una de las primeras ideas de este término se refiere al entramado de elementos y materiales
que constituyen y sostienen un edifico. Otra fuente histórica para la palabra estructura procede
de la anatomía de los seres vivos, en cuanto a la relación de las partes con un todo orgánico. En
línea con ambas tradiciones, la constructiva y la orgánica, la noción de estructura alude en su
sentido más general a un conjunto de relaciones entre elementos dotado en alguna medida de
orden, coherencia y estabilidad. Los componentes clave de las estructuras son (a) las unidades
que las integran -cantidad y características distintivas- y (b) las relaciones que estas mantienen
entre sí -los vínculos que las unen-.

2.1. Estructuras sociales

En la sociología, el término estructura designa los aspectos más profundos y recurrentes de la


realidad social, su armazón. En sentido más genérico, el término también se emplea a menudo
para distinguir los elementos fundamentales de la sociedad de los secundarios, los esenciales de
los superfluos, los estables de los contingentes. Las ciencias sociales y la sociología aplican la
idea de estructura a diferentes niveles dela realidad social. Para hablar de las características
agregadas más generales de grandes unidades sociales. El término proporciona una descripción
de nivel macro, por ejemplo, de la estructura política, social, económica o territorial de un país.
Se recurre a estos conceptos para resaltar su importancia cuando se analizan otros fenómenos
que supuestamente dependen de ellos, por ejemplo, cómo los resultados electorales en un
determinado país dependen de su estructura política. En otras ocasiones, cuando
descendemos un peldaño desde el nivel macro-social para situarnos en lo que se suele llamar el
nivel meso, se hace un uso algo más específico del concepto. El nivel meso-social está
constituido principalmente por instituciones y organizaciones, entidades sociales situadas en un
plano intermedio entre los grandes agregados del nivel macro y las unidades del nivel micro-
social que son los individuos. Por ejemplo, la estructura del personal de una empresa, la
estructura de un organismo público, las estructuras familiares. Los párrafos anteriores sugieren
que el término estructura social puede ser de una gran utilidad para describir y explicar muchos
fenómenos sociales, pero su significado contiene bastante ambigüedad, que se deriva de los
diferentes niveles de la realidad social y del tipo de elementos, relaciones y posiciones que
componen las estructuras sociales. Hasta ahora, la falta de un paradigma compartido significa,
en otras palabras, que los sociólogos carecen de una visión homogénea, unificada y precisa de
la estructura social. El uso de la idea de estructura social en antropología social, es muy
ilustrativo a este respecto. Primero, porque el análisis de las estructuras sociales por parte de
los antropólogos se ha situado en planos de abstracción muy distintos: así, lo que para el
británico Radcliffe-Brown son sobre todo relaciones sociales, para el centro europeo Nadel son
configuraciones de roles y para el francés Lévi-Strauss son modelos sistémicos. Y segundo,
porque ese tipo de análisis tiene referentes empíricos muy distintos y se aplica a niveles de la
realidad social muy diversos. En resumen, una consecuencia desafortunada de este déficit
paradigmático es que, a pesar de que la noción de estructura social es de hecho uno de los
conceptos claves de la sociología, no parece existir un acuerdo claro y unívoco sobre su
significado en la disciplina, debido a la importancia que el concepto de estructura social tiene
en sociología y a su uso generalizado por los sociólogos, por lo que sus definiciones acaban
reflejando la pluralidad y heterogeneidad de enfoques que caracterizan la disciplina.

2.2. Dos visiones de la estructura social

Podemos distinguir la visión cultura y la visión relacional. Ambas visiones comparten algunos
rasgos generales: como en qué consiste una estructura social, y en determinar cuál es el
elemento de la sociedad más estructural en el sentido demás influyente. Y se distinguen por dar
más importancia a unos determinados aspectos o dimensiones de las estructuras sociales frente
a otros. Para quienes comparten la visión cultural, el elemento básico de la estructura social
son las normas, creencias y valores que regulan la acción social. Una tradición sociológica
entiende las estructuras sociales como conjuntos de pautas culturales y normativas que definen
las expectativas de los actores sobre su comportamiento social. El autor de referencia para estas
visiones de la estructura social es Talcott Parsons, el padre del funcionalismo estructural. Para
Parsons, la relación de los actores sociales con sus situaciones, que incluyen a los demás actores,
están siempre medidas y definidas por un sistema de símbolos culturalmente estructurados y
compartidos. Desde el punto de vista relacional, los elementos que componen la estructura
social son las relaciones sociales, que conectan a los individuos, pero también a grupos,
instituciones, organizaciones, comunidades y sociedades. Los antecedentes de esta perspectiva
hay que buscarlos en la obra de Karl Marx, que interpreta la estructura social como un sistema
de relaciones entre posiciones de clase; autores como Simmel, para quien la sociedad existe en
la medida en que los individuos entran en asociación, y en la antropología social británica:
Radcliffe-Brown veía a los seres humanos conectados por una compleja red de relaciones. Una
variante importante de esta segunda gran visión es la perspectiva distributiva, donde una
estructura social es una distribución ordenada o jerarquizada de individuos en diferentes
posiciones sociales. Por ejemplo, según Blau, una estructura social se define por la distribución
de personas. La distribución se refiere simplemente a las cantidades de personas que ocupan
cada posición; a su vez, las posiciones se refieren a los parámetros que sirven como criterios de
diferenciación social, que distinguen a unos grupos o estratos sociales de otros. Los parámetros
estructurales se dividen en dos categorías elementales: (a) parámetros nominales, que dividen
a una sociedad en categorías socio-demográficas, como el sexo, la etnia o la raza, la ocupación
y la confesión religiosa; y (b) parámetros graduados, que sitúan a la gente en un rango ordenado
de posiciones, como la edad, la educación, la renta, el poder, la clase social o el prestigio. De
acuerdo con Blau, las estructuras sociales no solo se refieren a las distribuciones de la población
en distintas posiciones, sino que esas distribuciones afectan también a las relaciones de los
individuos que ocupan esas posiciones y a su interacción social. Desde esta perspectiva, por
ejemplo, se pueden estudiar las pautas de matrimonio interracial de una comunidad y analizar
cómo el grado de homogamia (el emparejamiento dentro de una misma posición social) o
heterogamia (el emparejamiento entre personas que pertenecen a distintas posiciones sociales)
depende del tamaño y la distribución delos grupos que se forman en torno a este parámetro de
la raza. Por ejemplo, la forma en que inmigrantes se emparejan entre sí o se casan unos con
otros en una sociedad que ha recibido fuertes flujos migratorios. En definitiva, la tesis básica es
que las pautas matrimoniales en una sociedad dependen en una medida importante de su
estructura social. Esto es una ilustración de una aplicación típica del análisis sociológico
estructural a comportamientos sociales bien concretos. Pero igualmente podríamos considerar
el caso, que ha ocupado la atención de no pocos sociólogos europeos, de cómo las relaciones y
los conflictos laborales en un determinado país dependen de las características de sus
estructuras de clases.

2.3. Estructura social, recursos y desigualdad

Vamos a aprovechar aquí las ventajas que nos ofrece la visión relacional para tratar de
entender sociológicamente la desigualdad social y sus fenómenos asociados. En este sentido, si
las estructuras sociales son distribuciones de posiciones sociales en torno a uno más
parámetros, son también distribuciones más o menos desiguales de recursos socialmente
valorados de diferentes tipos. Dicho de otro modo, ocupar una determinada posición en una
estructura social supone disponer de una cantidad de recursos que distingue a esa posición
social de otras. Algo obvio cuando reparamos en el hecho de que los miembros de distintas
clases sociales disponen de cantidades significativamente diferentes de renta y de
riqueza. Ahora bien, ¿por qué se da esa correspondencia entre los parámetros de la estructura
social y los recursos? En realidad, si los parámetros son la base de distinciones sociales es porque
están asociados a cantidades desiguales de recursos socialmente valorados. Sino fuera sí, los
parámetros no servirían como fundamento de las distinciones sociales y no se formarían grupos
sociales sobre la base de esos parámetros. Para comprenderlo hay que darse cuenta de dos
cosas. Primera, en el mundo real los parámetros nominales y los graduados se cruzan entre sí
de manera que la gente pertenece simultáneamente a más de una categoría social. Y segunda,
aunque no siempre son perfectamente coincidentes, las diferencias en un parámetro suelen
estar significativamente relacionadas con las diferencias en otro: por ejemplo, en una sociedad
con un gran componente migratorio sucede que los inmigrantes económicos pertenecen en
mucha mayor medida que los nativos a las clases trabajadoras y en mucha menor a las clases
acomodadas. Esta posible asociación entre parámetros estructurales de distinto tipo
(nominales y graduados) tiene consecuencias de gran importancia. Una de ellas que queremos
destacara hora es que cuando se produce una asociación significativa entre un parámetro
nominal y un parámetro graduado, lo que sucede en muchas estructuras sociales, surgen
también nuevas divisiones estructurales entre grupos sociales jerárquicamente ordenados.
Estas correlaciones dan lugar a parámetros ordinales, una mezcla de parámetros nominales y
graduados. El prestigio ocupacional, que resulta de la combinación de un parámetro nominal -
la ocupación que se ejerce- con dos parámetros graduados -los ingresos que se
obtienen de ella y la cualificación educativa que se requiere para desempeñarla- es un ejemplo
típico de estos parámetros ordinales. Resumiendo, podemos decir que, por una parte, en la
medida en que se pueden entender como distribuciones de posiciones, las estructuras sociales
son también distribuciones de recursos entre las unidades que ocupan esas posiciones. Y, por
otra, que posiciones y recursos no se distribuyen prácticamente nunca de forma uniforme u
homogénea entre los miembros de una sociedad y los grupos que forma. En teoría, los
parámetros nominales (sexo, raza, etnia, etc.) producen diferencias horizontales entre grupos
social eso heterogeneidad social, mientras los parámetros graduados (renta, clase, educación
,etc.) producen diferencias verticales o desigualdad.
3 Desigualdades sociales3.1. Fuentes de desigualdad social

Quizá la respuesta más general que se pueda dar a la pregunta sobre el origen de las
desigualdades sociales resida en el hecho inevitable de la diversidad humana. Las personas
difieren en cuanto a sus habilidades, su talento, su capacidad física, su atractivo su ambición.
Una respuesta nos la ofrece el economista indio Amartya Sen, que dice que si los seres humanos
fueran muy parecidos entre sí, no habría apenas espacio para las desigualdades. Y los diversos
criterios por los que los seres humanos se diferencian unos de otros, constituyen la materia
prima sobre la que se levantan las estructuras sociales y se producen las desigualdades
sociales. Sin embargo, sabemos que no todos los posibles criterios de diferenciación que
distinguen a los seres humanos tienen la misma importancia en las estructuras sociales. La
relevancia estructural de muchos criterios de diferenciación varía característicamente de unas
sociedades a otras y cambia a lo largo de las épocas históricas. Pensemos, por ejemplo, en el
sexo y en lo distinta que es la posición social de las mujeres en las sociedades occidentales
contemporáneas comparada con su condición en las sociedades tradicionales o en las
sociedades musulmanas actuales. Pero entonces, ¿por qué algunos factores de los que nos
distinguen tienen más importancia social que otros? Ya en el siglo XVII, el filósofo Thomas
Hobbes sostuvo en su famosa obra Leviatán que el hombre, cuyo goce consiste en compararse
con otro hombre, nada puede gustar salvo lo eminente. Es decir, cuando valoramos las
diferencias, hacemos una estimación diferencial de las posiciones sociales que surgen de ellas y
decidimos que unas son preferibles, más deseables o simplemente mejores que otras. Los
parámetros estructura les implican juicios de valor sobre las diferencias y desigualdades y hacen
que prefiramos unas posiciones a otras. Por supuesto, esos juicios de valor sobre las posiciones
sociales se aplican igualmente a la cantidad y la calidad de los recursos que llevan asociados. Por
ejemplo, el diferente reconocimiento de que gozan distintas ocupaciones y profesiones en las
sociedades modernas: los médicos tienen un prestigio profesional más alto que los
antropólogos, y tres veces superior al de los camareros. La atribución de estima y valor social es
la fuente de la que en primera instancia surgen las desigualdades sociales, después hay un
segundo proceso derivado del primero, los parámetros, que además de regular las relaciones
sociales, definen posiciones desiguales en la estructura social dotadas de una mayor o menor
cantidad de bienes y servicios valorados. Además, los criterios de distinción social se encuentran
muy a menudo asociados unos a otros en el mundo real, porque quienes obtienen una posición
ventajosa en uno de ellos procuran conseguirla también en los demás. Esa doble
correspondencia hace que ocupar una determinada posición conceda o impida el acceso a un
conjunto de recompensas más amplio que el asociado inicialmente a la posición desigual
original. Por ejemplo, en las sociedades tradicionales donde un hombre puede casarse con más
de una mujer, sólo los hombres que son capaces de mantener económicamente varias mujeres
se casan con varias mujeres, lo que a su vez les otorga no sólo más estima social sino también
más descendencia y por tanto mejores oportunidades de mantener su posición social de
preminencia. La desigualdad material derivada de la riqueza se convierte en este caso en
desigualdad reproductiva y en desigualdad de prestigio. En las sociedades modernas, los
miembros de las clases alta disponen de ingresos altos, que les proporciona adquirir un mayor
nivel educativo, mejores cuidados de salud, y estas recompensas se convierten en otras formas
de desigualdad.
3.2. Cuatro tipos de desigualdades socialmente relevantes

Desigualdades económicas. Se refieren a las cantidades diferentes de renta y riqueza que


reciben y están a disposición de los individuos u hogares que componen una sociedad. La renta
es el flujo de dinero. La riqueza alude a la cantidad de bienes acumulados en forma de activos.
Con dinero satisfacemos nuestras necesidades básicas; sirve también en cierta medida para
conseguir el resto de los recursos valorados que asociamos a muchas otras desigualdades
sociales, como el poder, la influencia, la educación y el prestigio. Su extraordinaria funcionalidad
permite que la renta y la riqueza se asocien fácilmente a otros parámetros estructurales y a otras
formas de desigualdad. Por esa razón las desigualdades de renta y riqueza determinan decisiva
y crucialmente no sólo las pautas de consumo de la gente, sino en término mucho más generales
sus oportunidades vitales. Desigualdades de clase. A diferencia de lo que sucede con las
desigualdades económicas, quienes estudian las desigualdades de clase reconocen que las
clases sí forman agrupaciones distintivas de personas que se pueden identificar a partir de una
serie de características socialmente relevantes. Otra cosa diferente, sin embargo, es que los
sociólogos hayan alcanzado un acuerdo sustancial al respecto del significado o de la definición
de las clases sociales. La sociología contemporánea entiende que las clases sociales son grandes
agregados de personas que comparten una misma posición social derivada del tipo de trabajo
que hacen, es decir, de su ocupación. La ocupación se encuentra asociada muy frecuentemente
a otros parámetros estructurales como la renta, el prestigio o la educación. Desigualdades de
género. Se entiende por género la construcción social y cultural del sexo, es decir, todas aquellas
características que sin estar estrictamente vinculadas a las diferencias biológicas entre hombres
y mujeres también hacen que sean distintos. Las desigualdades de género se refieren a las
distribuciones dispares de recursos y recompensas sociales entre ambos géneros. Y no se habla
de desigualdades de sexo sino de desigualdades de género precisamente para resaltar que estas
no son meros correlatos de disimilitudes biológicas, sino que nacen de las características sociales
y culturales delos sexos. Con toda probabilidad, el tremendo desarrollo de la sociología del
género y de los estudios sobre las mujeres es en sí mismo una expresión del cambio radical de
la posición social de la mujer en las sociedades contemporáneas. Dicho cambio comenzó con la
reducción de las cargas reproductivas que implica la baja fecundidad de las sociedades
modernas y con la masiva incorporación de la mujer a los sistemas educativos y al mundo del
trabajo fuera del hogar. Desigualdades étnicas. La etnia ha terminado por sustituir a la raza en
las ciencias sociales. Las etnias o grupos étnicos se definen como aquellos conjuntos de personas
que proclaman descender de un origen común y comparten una serie de tradiciones y
costumbres que les confieren su identidad, los distinguen de otros grupos sociales. La gama de
identificadores étnicos es muy variada. La apariencia física ligada a la raza, la lengua, la tradición
religiosa, o el origen nacional, regional. Como en muchas ocasiones los grupos étnicos
constituyen minorías en sociedades más amplias en las que conviven con grupos mayoritarios.
Los estudiosos de las desigualdades étnicas se han ocupado de dos fenómenos sociales muy
difundidos: la discriminación, en virtud de la cual no se reconoce a un grupo un derecho, y el
prejuicio, que es la predisposición a juzgar positiva o negativamente a las personas por las
características que se les atribuyen socialmente.
3.3. Otras formas de desigualdad

La enumeración de esos cuatro tipos de desigualdad en modo alguno agota la respuesta a la


pregunta básica que tantos estudiosos de la desigualdad se han hecho y siguen haciéndose:
desigualdad, ¿de qué? Vamos a reseñar algunos tipos adicionales de desigualdades sociales
atendiendo a si en sociología se suelen considerar como generadores básicos de otros tipos de
desigualdad(variables independientes) o como desigualdades derivadas o producidas en alguna
medida por las primeras (variables dependientes).Entre las primeras, la edad no depende de
factores sociales, pero sí el ciclo vital, es decir ,la delimitación de las distintas edades en el
sentido de fases biográficas (niñez, juventud, edad adulta, vejez), la atribución de diferentes
papeles y responsabilidades a cada una de ellas y los recursos de que disponen. Por ejemplo, las
desigualdades de ingresos a lo largo del ciclo vital. Otras veces las desigualdades relativas a la
edad se analizan desde el punto de vista de las generaciones, dicho técnicamente, de las
cohortes, grupo de individuos que han experimentado el mismo acontecimiento, normalmente
el nacimiento. El hecho de que cada generación experimente los mismos acontecimientos
históricos a diferentes edades puede marcar de por vida su posición social: por ejemplo, las
recompensas sociales y económicas que obtendrá una generación que hace su transición a la
vida adulta en un momento de fuerte crecimiento económico o en un período de paz serán
distintas de las que consigan quienes abandonan la juventud durante una depresión o durante
una guerra. Una teoría muy conocida se fija en el número de individuos que componen distintas
generaciones y en cómo el tamaño de las mismas afecta a la fortuna social y al bienestar
económico de sus miembros debido a que las generaciones con pocos miembros encuentran
menos competencia. Otro tipo de desigualdad es la desigualdad entre diferentes unidades
territoriales de una entidad social o política más amplia. Normalmente, al hablar de las
desigualdades entre estas unidades territoriales nos estamos refiriendo sobre todo a
desigualdades económicas. Las desigualdades entre estas unidades territoriales son de una
importancia extraordinaria porque sintetizan muchas otras formas de desigualdad y, por ello,
determinan crucialmente las oportunidades vitales de la gente. No es lo mismo ser ciudadano
de Suiza que de Haití. En sociología se suelen tratar otras formas de desigualdad como variables
dependendientes. Dos formas específicas de desigualdad, las desigualdades educativas y las
desigualdades de salud, destacan sobre las demás, pero hay que mencionar otras, como las
desigualdades en relación con la vivienda, y las desigualdades de consumo. En cuanto a las
desigualdades educativas, el logro educativo aparece muy asociado a otros parámetros
estructurales como el sexo, la clase o la etnia. Las desigualdades de salud se producen, entre
otras razones, porque la incidencia de la enfermedad depende del entorno social en que uno
nace, crece, se desarrolla y envejece, de las pautas de alimentación, de los recursos que se
pueden dedicar a cuidados médicos, de los sistemas sanitarios y de las condiciones de trabajo
que no experimenta. Finalmente, pondremos un par de ejemplos más de dos tipos de
desigualdad. El primero se refiere al estudio Conley sobre las desigualdades económicas y
educativas que se producen como consecuencia de la posición que los hermanos ocupan en sus
familias, en este caso familias estadounidenses. Este estudio muestra que más de la mitad de la
desigualdad económica en los EEUU se produce dentro de las familias, es decir, entre hermanos
que pertenecen a una misma familia, y no entre personas que pertenecen a familias distintas. El
segundo de estos ejemplos procede del Reino Unido. Analiza lo que su investigadora llama el
capital erótico, sus manifestaciones y sus consecuencias. Es básicamente una combinación de
belleza física, atractivo sexual, cuidado de la imagen y habilidades sociales, que proporcionan
rendimientos a quien es capaz de invertirlo bien. Los hombres y mujeres bien dotados de capital
erótico tienen más posibilidades de promoción social y consiguen con más facilidad
recompensas socialmente valoradas de todo tipo.

4 La sociología ante la desigualdad: la estratificación social


Podemos considerar que la estratificación social no es en realidad más que un caso particular
del análisis de estructuras sociales en el que, tal y como lo hemos definido antes, nos interesan
sobre todo la clase, el estatus y el poder. Diremos que la estratificación social apunta a la división
institucionalizada de una sociedad en capas o estratos de individuos que disponen de cantidades
desiguales de recursos valorados, desiguales oportunidades vitales y desigual influencia social.
¿Qué hay de especial en la forma en que la sociología de la estratificación social estudia las
desigualdades? La perspectiva sociológica de la estratificación social encierra la promesa de
responder a la pregunta con la que el sociólogo Gerhard Lenski abría su hoy clásica obra Poder
y privilegio. Teoría de la estratificación social: ¿quién obtiene qué y por qué?

4.1. Algunos elementos y conceptos básicos

Cuando se define un tipo de sociedad o un gran período histórico por una forma dominante
de estratificación social, se habla de sistema de estratificación social. Pero lo importante ahora
es que, a diferencia de lo que sucede con otras desigualdades como las puramente económicas
que derivan de la renta o los ingresos, las divisiones propias de la estratificación social producen
grupos y categorías sociales distintivos identificables irreconocibles. Un aspecto interesante de
estos grupos sociales desiguales es la relativa estabilidad delas posiciones y divisiones sociales
que los forman, lo que supone algún grado de institucionalización de las desigualdades sociales.
¿Por qué las personas que nacen en el seno de un determinado estrato social tienen más
probabilidades de seguir perteneciendo a ese estrato y no a otro? La institucionalización de las
desigualdades y divisiones sociales es clara en casos históricos como los de las castas y los
estamentos, en los que aquellas se apoyan en un ordenamiento jurídico que las establece, las
sostiene y las defiende. Pero también en las modernas sociedades de clases, existe algún grado
de institucionalización. Para comprenderlo, hay que darse cuenta de que las posiciones sociales
se heredan hasta cierto punto y, las divisiones sociales persisten con el paso de las generaciones.
Por así decirlo, las posiciones sociales desiguales duran más que las personas que las ocupan y
la herencia es uno de los mecanismos básicos de la reproducción de las desigualdades sociales.
La sociología de la estratificación ha acuñado el término adscripción, es decir, la ubicación de
una persona en una determinada posición social depende de cualidades heredadas, como
origen, sexo o grupo étnico. Por el contrario, se llama logro al mecanismo de ubicación social
que no obedece a características adscritas, sino a lo que una persona puede conseguir por sus
propios medios y que depende de sus méritos. En las sociedades meritocráticas o meritocracias,
basadas en el logro, el talento y el mérito personal tienen mucho más peso en la ubicación social
de una persona que en las sociedades adscriptivas. A lo largo de la historia, las sociedades se
sitúan en algún punto de una escala continua que va de la adscripción al logro. Esto nos lleva a
la movilidad social, que se refiere simplemente a los desplazamientos de individuos y grupos
desde unas posiciones social esa otras. Lógicamente, las sociedades adscriptivas tienden a
impedir o a dificultar la movilidad intergeneracional

El tercer elemento característico de la estratificación social es la legitimación, que hace


referencia al modo en que se justifican las desigualdades que produce la estratificación social.
En muchas sociedades preindustriales la desigualdad se consideraba como un fenómeno natural
que típicamente se justificaba por creencias religiosas. En cambio, las sociedades modernas han
abandonado los intentos de justificar la desigualdad en la religión o la tradición para hacer
descansar el peso de la legitimación en las ideologías.

4.2. Clase, estatus y poder: teorías clásicas de la estratificación social

Presentaremos las contribuciones a este campo de Karl Marx y Max Weber. Para Karl Marx las
clases no sólo servían para conceptualizar las desigualdades sociales y económicas en el
capitalismo industrial, sino que constituían también un elemento explicativo fundamental de su
visión de la historia humana. De sus escritos podemos afirmar que las clases son grupos
económicos que se sitúan en idéntica relación con los medios de producción o, para ser más
precisos, con la propiedad y el control de dichos medios. En las sociedades capitalistas, las dos
grandes clases son la burguesía y el proletariado. Para Marx las relaciones entre las clases
sociales son necesariamente conflictivas porque son relaciones de explotación. Los capitalistas
venden sus productos por un valor superior al de la retribución de los salarios de sus
trabajadores. Esto significa que el trabajo productivo crea un valor añadido o plusvalía que
constituye el beneficio del que se apropian los capitalistas. Pero esta teoría de las clases no se
circunscribía a la época capitalista, sino que pretendía ser aplicable a toda sociedad humana en
la que hubiera un excedente económico. Que las clases tengan intereses enfrentados es esencial
para comprender el papel que desempeñaban en las ideas de Marx. Marx se propuso ofrecer
una completa visión de la historia humana que se resume en su concepción del
llamado materialismo histórico. La historia de la humanidad no era otra cosa que la historia de
la lucha de clases (El Manifiesto Comunista). La estructura económica condiciona o incluso
determina los procesos de la vida social, política y cultural. Pero desde el punto de vista
científico, no es fácil explicar todos los procesos sociales, políticos o culturales a partir de las
estructuras económicas. Por otro lado, no está claro qué mecanismos hacen posible que las
clases cobren conciencia de sus intereses. Los procesos que hacen una clase consciente de su
explotación y dispuesta a movilizarse para poner fin a esta situación no son
automáticos. Weber entendía que las clases son grupos de individuos que comparten las
mismas oportunidades de vida, las cuales vienen, a su vez, determinadas por el mercado. La
importancia que Marx atribuía a la producción reside para Weber en el intercambio
mercantil. Weber definía las clases en función del acceso diferencial a las recompensas que se
obtienen en el mercado. Las clases son una forma de desigualdad con un claro componente
económico, que incluye también todos aquellos factores que permiten aumentar los beneficios
derivados de las relaciones de mercado como, por ejemplo, la educación y los conocimientos
técnicos. Otra diferencia crucial con el marxismo es que si para Marx el antagonismo de clase
era el motor del cambio social, Weber concedía una importancia histórica variable y contingente
a los conflictos entre clases. Las clases sociales son solo bases posibles parala movilización o el
conflicto; coexisten con otras fuentes de acción y de organización colectiva que no tienen por
qué tener un carácter estrictamente económico. El enfoque weberiano presenta al menos otras
dos dimensiones básicas de la diferenciación social: el estatus y el poder. El estatus se refiere al
prestigio atribuido a determinados grupos y, puede ser un elemento fundamental en la
atribución de recompensas materiales. El poder se refiere a la capacidad de exigir obediencia
ajena. En resumen, la aproximación de Weber al estudio de la estratificación reconoce la
importancia de otras dimensiones distintas de las puramente económicas que sirven para definir
desigualdades sociales.
4.3. Teorías recientes de la estratificación social

Las dos posiciones unidimensionales de Marx y Weber marcaron durante la segunda mitad del
siglo XX gran parte del desarrollo de la sociología de la estratificación. La visión unidimensional
del estatus terminó siendo un rasgo muy característico del funcionalismo sociológico que
dominó en los Estados Unidos en los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Para los
funcionalistas, la desigualdad es un instrumento de distribución de recompensas que contribuye
al buen funcionamiento del sistema social. Es un mecanismo inconscientemente desarrollado
por el que las sociedades aseguran que las posiciones más importantes están ocupadas por las
personas más cualificadas. Sostienen que las desigualdades sociales proporcionan una
estructura de incentivos en virtud de la cual los más capacitados ocupan las posiciones más
importantes para la supervivencia del sistema, lo que redunda en beneficio de todos. Así, la
sociedad aparece dividida en estratos que (a) se relacionan entre sí a través de la división
funcional del trabajo; (b) aparecen ordenados en función del prestigio; y (c) en modo alguno
tienen intereses antagónicos, puesto que todos ganan con la supervivencia del sistema; se sitúan
así en las antípodas de la posición marxista. De tal forma que la perspectiva funcionalista justifica
la desigualdad social como un mero producto de las desigualdades personales. En resumen, la
clase como dimensión de la desigualdad social terminó prácticamente por desaparecer en la
sociología funcionalista: el sistema de estratificación de las sociedades contemporáneas se
reducía a un continuum de posiciones en una escala jerárquica de prestigio social y económico
derivado sobre todo del prestigio de las ocupaciones. Contra los teóricos funcionalistas,
Dahrendorf aceptó el argumento marxista de que una sociedad dividida en clases contiene
conflictos internos que pueden generar procesos de cambio social. Sin embargo, para
Dahrendorf son las relaciones de autoridad las que constituyen la esencia de las clases. Y, por
consiguiente, la distribución desigual de la autoridad es la fuente principal de los conflictos
sociales. La sociología británica de la estratificación ha hecho contribuciones de mucha
importancia al análisis de clase. Ya a finales de los años cincuenta el sociólogo británico David
Lockwood vio con claridad la dificultad de hacer encajar el expansivo grupo delos trabajadores
no manuales de bajo nivel y a los empleados de cuello blanco en general en el mapa de clases
marxista. Para resolver el problema propuso distinguir entre situación de mercado (posición
económica), situación de trabajo (constituida por las relaciones en el lugar de trabajo) y situación
de estatus (que hace referencia al prestigio) como elementos definidores de la posición de clase.
La propuesta de Lockwwod recuperaba el carácter multidimensional de la estratificación social
de Weber.
CAPÍTULO II LA ESTRATIFICACIÓN SOCIAL EN LAS SOCIEDADES
HUMANAS: LAHISTORIA DE LA DESIGUALDAD

2 Distintos sistemas de estratificación humana

Los científicos sociales usualmente describen tipos de sistemas de estratificación social en la


historia: sistemas comunales primitivos, esclavitud, sistemas de castas, sistemas estamentales
o feudales y sistemas de clases. Estos tipos pueden compararse entre sí a partir de cinco
características básicas:

- El grado de cierre o apertura normativa de sus divisiones. Por ejemplo, si los individuos se
atienen a ciertas reglas, son libres de abandonar su rango presente y entrar en un rango superior
o inferior, pero en otras sociedades esta movilidad vertical puede estar prohibida.- El método
real para ubicar a la gente a partir del estatus o la clase. Varía a lo largo de un continuum que va
desde la adscripción hasta el logro. La adscripción se refiere a una forma de situarse socialmente
que queda fuera del control del individuo. El logro se refiere a una forma de situarse basada en
el mérito del individuo.

- El método principal de legitimación. Este proceso es importantísimo en las sociedades que


mantienen un grado alto de desigualdad entre sus miembros. Deben ser persuadidos de que su
posición baja es “adecuada y correcta”.

Métodos de legitimación:

- la tradición o la costumbre, - una justificación ideológica, - creencias religiosas, - justificación


legal.- La forma predominante de desigualdad.

Encontramos tres tipos:

1) las desigualdades de honor, estatus o prestigio;

2) de influencia económica y recompensas materiales;

3) las basadas en el poder militar, político o burocrático. En la mayoría de las sociedades lastres
están presentes e interrelacionadas. Por ejemplo, cuando una persona resulta favorecida con
respecto a un tipo de desigualdad, tiene también ventaja respecto a las demás.- El nivel
comparado de desigualdad en cada tipo de sistema de estratificación. Se basa principalmente
en el grado de desigualdad entre las élites y la gente corriente con respecto a los valores
económicos y de poder.

2.1. Sociedades comunales primitivas

Representan las primeras formas de organización social. Su economía se basa en los métodos
simples de recolección y caza. Debido a sus métodos primitivos de producción de alimentos y su
estilo de vida nómada, la acumulación de posesiones materiales es, por lo general, imposible.
Pueden tener jefes, líderes respetados, hechiceros que ejercen influencia o poder. Sin embargo,
se limita a su capacidad para realizar funciones valiosas para toda la tribu. La forma
predominante de desigualdad es el estatus u honor. No se ofrecen justificaciones ideológicas
sistemáticas, ni religiosas ni legales para la existencia de las desigualdades de estatus. Y lo que
es más importante aún, como el nivel general de desigualdad es muy bajo, no se necesitan.

2.2. Esclavitud

Surgió inmediatamente después de que los seres humanos se asentaran en comunidades


agrícolas establecidas. Sus características principales son:

Se trata de una relación económica -la propiedad de los seres humanos-. A diferencia de la
experiencia estadounidense, la esclavitud no siempre ha sido una condición hereditaria ni un
sistema normativamente cerrado. Así, aunque la esclavitud era a menudo un estatus adscrito,
se podía salir del estatus de esclavo. Solo en una pocas sociedades como la de los Estados Unidos
la casta racial produjo un estatus de esclavo hereditario y más cerrado. En las sociedades
esclavistas los dos medios principales de legitimación eran el legal y el ideológico. El estatus de
esclavo era normalmente una relación de propiedad legal sancionada por la autoridad del
Estado. La justificación ideológica variaba desde las creencias racistas que explicaban las
cualidades inferiores de los esclavos hasta las ideologías no raciales.

2.3. Casta

En ningún lugar se ha aproximado el sistema de castas tanto al tipo ideal como en la India. En
el sistema de castas hindú se desarrollaron cuatro divisiones principales de castas con la casta de
los sacerdotes y la de los guerreros. Además, había muchas subcastas. Pero una gran cantidad
de personas quedaba literalmente fuera de las castas, los intocables. A diferencia de un sistema
de clases, el extremado cierre normativo especifica que nadie que haya nacido en
una casta determinada puede moverse hacia arriba o hacia abajo en la escala social. Otro
aspecto importante del sistema de castas es su elevado grado de institucionalización y la
aceptación de la rigidez de sus rangos, así como de los derechos y deberes de cada casta. Es un
sistema muy ritualista, lo que significa que se deben observar reglas estrictas en las relaciones
entre castas diferentes. La aceptación relativa de este ritual y de la desigualdad de casta en la
India, ha llevado a algunos a sugerir que el sistema de castas en su sentido más estricto solo ha
existido en la India. Sin embargo, investigaciones históricas recientes indican que el sistema de
castas no siempre fue aceptado por los intocables y que existieron algunos movimientos
religiosos que desafiaron la legitimidad del sistema de castas. ¿Qué es lo que explica esta
extraordinaria aceptación? La mejor respuesta la encontramos en el método de justificación o
legitimación, la religión hindú. La religión hindú incluye la creencia en la reencarnación. Se cree
que los individuos experimentan una reencarnación ascendente o descendente en el sistema de
castas dependiendo del grado en que han respetado sus obligaciones y deberes de casta. Así,
nadie desea renacer como un intocable, y menos aún los propios intocables. El grado de
desigualdad en el sistema de castas hindú ha sido alto (cantidades de riqueza y poder). Pero las
diferencias de poder y económicas no son las formas de desigualdad más importantes. Es la
desigualdad de estatus la que domina. El ordenamiento de las castas constituye, ante todo, una
jerarquía de status, en tanto que las desigualdades de riqueza y poder se derivan de las
desigualdades de estatus. Por ejemplo, fuera de la India, en Japón, desde principios del siglo
XVII, los dirigentes shogun establecieron un sistema muy rígido de castas cerradas para ejercer
un control absoluto ante la amenaza de colonización de Japón por parte de países europeos.
2.4. Estamento

Se discute si el feudalismo es ante todo una relación basada en el poder militar o en la


dominación económica. Mar Bloch señala que en la Alta Edad Media europea el poder militar lo
ostentaba un grupo de familias. Marx subrayó la relación basada en la dominación económica
en la que una clase poseía los principales medios de producción. Fue en la Europa de la Edad
Media donde se desarrolló la forma de feudalismo que más se ajusta al tipo ideal, centrada en
la propiedad de tierras por una clase originalmente militar denominada nobleza, y otra
llamada plebeyos, quienes tenían la obligación de dar trabajo y servicio militar a sus señores a
cambio de productos básicos y de la protección contra amenazas externas. La tierra la poseían
fundamentalmente grupos de nobles emparentados. A medida que se fueron ampliando estos
lazos entre familias nobles, aparecieron familias nobles más poderosas y se formaron reinos, y
así surgió la verdadera forma del sistema estamental. La sanción del Estado hizo que se
formalizaran los rangos estamentales, similares a las clases, a los que se les dio justificación o
legitimación mediante la ley. Se definieron tres estamentos por ley: sacerdotes (el primer
estado), la nobleza (el segundo estado) y los plebeyos (todos los demás, tercer estado). La
religión siempre cumplió la tarea de justificar las desigualdades. Más tarde, con la aparición del
Estado, las más altas magistraturas de la iglesia recibieron sanción legal como primer
estado. Con respecto a la apertura o cierre normativo, la forma que predominaba es el cierre.
Pero había ciertas oportunidades de movilidad social. Por ejemplo, un campesino
excepcionalmente inteligente podía llegar a ocupar una posición religiosa alta, o un guerrero
excepcionalmente hábil podía alcanzar una posición entre la nobleza. Pero en las últimas fases
del feudalismo los rangos se hicieron más rígidos. La posición hereditaria se convirtió en norma
y predominó la adscripción. Se prohibió el matrimonio entre miembros de estamentos o clases
diferentes, asegurando así el cierre hereditario.

2.5. Clase

La revolución industrial configuró finalmente un nuevo sistema de estratificación que


denominamos sistema de clases. Uno de los aspectos más importantes de las sociedades de
clases es que su base económica es industrial. Cuando cambió la infraestructura económica, la
vieja nobleza perdió suposición dominante en la política y la economía. Las nuevas sociedades
industriales requerían un sistema diferente de estratificación para poder expandirse. Y debía ser
un sistema de estratificación que permitiera que, al menos en cierta medida, la ubicación de
clase dependiera más de la capacidad o del mérito que de los criterios adscriptivos de los
sistemas de estratificación anteriores, por la necesidad de una fuerza laboral más cualificada y
formada. Sin embargo, del énfasis en la apertura y en el logro no se sigue que exista también un
énfasis normativo en la igualdad. Las élites en las sociedades de clases no obtienen menos
beneficios materiales que sus equivalentes en las sociedades feudales; la mayoría de la
población general está mejor, aunque la desigualdad está creciendo de nuevo en muchas
sociedades industriales. Las sociedades de clases tienen el mismo problema que las otras en
cuanto a su legitimación, y es que hay que convencer a los menos favorecidos de la sociedad de
que su posición baja es de alguna manera justa o adecuada, lo que se lleva a cabo mediante la
ideología de la igualdad de oportunidades. Así, encontramos leyes diseñadas para fomentar la
libre competencia o la igualdad de oportunidades, pero estas leyes son en parte un aspecto de
la legitimación de la desigualdad y a menudo se eluden cuando se llevan a la práctica. En los
sistemas de clases tempranos la forma de desigualdad más importante era económica. Pero hoy
en día las desigualdades económicas no son tan importantes como las desigualdades de poder
burocrático. La propiedad ha dejado de estar en manos de las familias ricas y han crecido las
burocracias públicas y las grandes corporaciones, afirmándose que las posiciones más altas de
estas instituciones burocráticas son las formas más importantes de la superioridad de clase en
las sociedades industriales avanzadas.

3 La aparición de la desigualdad y la estratificación social


(Ver cuadro pág. 52)

3.1. Los primeros grupos humanos

Dependiendo de hasta dónde queramos remontarnos en la cadena de la evolución humana y


situar la aparición de los genuinos seres humanos, podemos decir que los seres humanos han
estado en la tierra desde hace entre 500000 y 4 o 5 millones de años. Si admitimos la estimación
más conservadora de 500000 años, podemos concluir que durante al menos 490000 años los
seres humanos sobrevivieron fundamentalmente con lo que hoy se denomina el modo de
producción de caza y recolección. Entre estas tribus comunales primitivas, encontramos una
característica bastante común: una cuasi igualdad. La estratificación social era poco frecuente.
En ocasiones se encuentran desigualdades de poder e influencia en la tribu, pero el nivel de
estas desigualdades tiene a ser muy bajo. Y cuando las hay, se basan, por lo general, en la
experiencia que concede la edad o en el estatus de ser el mejor proveedor de alimentos. Existe
la libre discusión en grupo entre todos los miembros adultos de la tribu, aunque en algunas
tribus sólo participan los varones. Como no conocen o, al menos, no hacen uso de la agricultura
ni de la crianza de animales, las fuentes de alimento en su entorno suelen reducirse con el
tiempo, por lo que se ven obligados a trasladarse. Esto también impide la acumulación de
muchas posesiones materiales. Podemos encontrar por lo general otras características que
influyen en el grado y en el tipo de desigualdad social entre estas gentes. La cooperación frente
al conflicto. La práctica de la caza es más eficaz cuando se practica como una empresa
cooperativa.

De la recolección cooperativa de alimentos se deriva la necesidad de compartir. Si no se


practicaba el reparto, lo probable era que el incentivo para continuar la relación cooperativa de
intercambio se debilitara y que el hambre los matara a todos. Detengámonos ahora en un
importante rasgo biológico, el sexo, y es que la combinación de este rasgo biológico con el modo
de producción de los primeros seres humanos da lugar a la división sexual del trabajo. Por sí
sola, la división del trabajo no necesariamente implica desigualdad social. Pero, no existiendo
concentración económica o de poder, cuando una ocupación era más importante para la
supervivencia del grupo, los más cualificados para esta ocupación solían recibir mejores
recompensas. Así, el cazador que era hábil recibía el mayor honor, y de aquí donde hallamos la
forma más importante de desigualdad en las sociedades comunales primitivas. Por otra parte,
las mujeres no siempre ocupan un estatus bajo, ni la biología ha dado siempre a las mujeres un
estatus inferior. Pero cuando se requiere fuerza física para realizar tareas importantes para la
supervivencia del grupo, son los hombres lo que, por lo general, se encargan de ellas y reciben
un estatus superior .El rango relacionado con la edad es también un rasgo bastante común de
las tribus comunales primitivas. La edad también proporciona destreza, o más bien
conocimiento. Así, podemos encontrar desigualdad de estatus basada tanto en el sexo como en
la edad. Por último, muchas tribus comunales primitivas tienen líderes que suelen ser jefes o
hechiceros. Sin embargo, su estatus de liderazgo a tiempo parcial se basa en la destreza, en su
habilidad para contar historias, celebrar rituales religiosos o, de nuevo, proporcionar alimento.
Pero a diferencia de lo que sucede en la mayoría de las sociedades posteriores, los vástagos no
tienen asegurada la posición de sus padres en un sistema de estratificación. El temprano
cambio social. Un importante cambio que afectó a las vidas de muchos de estos pueblos
primitivos impulsó a nuestros ancestros hacia un ciclo de avance tecnológico progresivo. El
cambio se debió a un aumento del número de cazadores y recolectores hace alrededor de 10000
años. Fue un primer estímulo para el cambio. Además, cuando terminó el período más frío de la
última glaciación y aumentó el nivel del mar, había por tanto menos tierra, lo que llevó a una
constante y creciente escasez de alimentos, propiciando un aumento de los conflictos entre las
tribus. La presión que se deriva de tener menos tierra y más población hizo necesario el cambio.
Es improbable que alguien descubriera de repente que las plantas podían cultivarse, es más
probable que ese conocimiento ya existiera. Lo que ocurrió es que se hizo cada vez más
necesario que un mayor número de personas aplicara los métodos agrícolas.

3.2. La revolución neolítica

La mayoría de los científicos sociales considera la revolución neolítica como el primer


acontecimiento importante de la evolución de las sociedades humanas. Gracias a los nuevos
métodos agrícolas se produjo al menos un excedente de alimentos que liberó a algunas personas
de dedicar todo su tiempo a producir comida. Aparecieron los artesanos, una pequeña clase
comercial y, lo que es más importante, los líderes políticos y religiosos. Pero todavía no hallamos
grandes diferencias de riqueza y poder. Con el transcurso del tiempo, los métodos de la caza y
la recolección dieron paso a la agricultura a tiempo completo. El aumento de la población
experimentó un impulso. Durante los primeros 8000 años de agricultura aumentó de 10 millones
a 300 millones de personas. Este aumento de la población relativamente rápido generó otros
cambios en las sociedades humanas. Así, disponemos de datos arqueológicos que muestran que
existía una desigualdad social creciente durante los primeros miles de años de desarrollo
agrícola. Los dos tipos principales de evidencia arqueológica son las prácticas de
enterramientos y las estructuras de las viviendas. Se convirtió en una práctica común enterrar
las posesiones personales junto a los cadáveres. Estos bienes indicaban la riqueza o el estatus
de una persona. Algunos arqueólogos concluyen también a partir de las evidencias disponibles
que esas desigualdades de riqueza y poder se convirtieron finalmente en hereditarias. Esta
conclusión se basa en el descubrimiento de niños enterrados en tumbas ricas que contenían
posesiones materiales, además, algunos cementerios antiguos tienen clases distintas de
tumbas. Algunas están sólidamente construidas y están situadas en lugares centrales, mientras
otras son simples tumbas que o contienen nada salvo el cadáver. Con respecto a las viviendas,
encontramos aldeas con multitud de casas simples, pero en el centro las viviendas familiares
solían ser más grandes y estar mejor construidas. Hallamos una desigualdad social cada vez
mayor en la evidencia que se encuentra en los grandes monumentos religiosos. Un ejemplo de
tales monumentos es Stonehenge. Se calcula que se necesitaron treinta millones de horas de
trabajo humano para construir este monumento. Una conclusión razonable es que tal inversión
de trabajo humano requirió desigualdades de poder, y el poder suficiente sobre otros para
movilizar semejante esfuerzo laboral. Aunque por aquel entonces aparecieron de forma
independiente muchas ciudades, la primera conocida se llamaba Uruk. Situada al sur de
Mesopotamia, las excavaciones han mostrado que con los años aumentaron los niveles de
desigualdad entre sus habitantes. Una base importante de desigualdad era la esclavitud, aunque
la religión era la más importante, habiéndose descubierto impresionantes templos religiosos
que contenían la mayor parte de la riqueza de la ciudad. Con todo, los líderes religiosos más
poderosos no podían dominar una población tan numerosa y creciente. Aparecieron, pues,
funcionarios administrativos y ejércitos que se encargaban del orden social. En algunos
asentamientos agrícolas encontramos la temprana aparición de lo que Marx denominó “el modo
de producción asiático”. En Asia la agricultura necesitaba de sistemas de riego. Como el riego
requería una forma superior de organización social, apareció algo similar a una élite estatal para
hacerse cargo de los proyectos comunes, como los sistemas de riego. Con el tiempo, esta élite
estatal creció hasta llegar a dominar la sociedad con una forma de organización social diferente
a la del feudalismo.

Por otra parte, al mismo tiempo, las ciudades atraían a gente que huía de la amenaza que para
la seguridad de la población rural suponían los ejércitos de otras ciudades. A medida que fueron
creciendo los conflictos militares, empezó a arraigar lentamente un nuevo tipo de desigualdad,
la esclavitud .Cuando los métodos de producción de alimentos, avanzaron hasta el punto en el
que una persona podía producir excedente, comenzó a desarrollarse la esclavitud. El factor
definitivo en el desarrollo de la esclavitud fue el poder militar. El poder militar era necesario
tanto para mantener esclavos como para conseguirlos. Y otra forma más de desigualdad
merece mención. Lenski señala que el estatus de la mujer era probablemente peor en la mayoría
de las tribus agrícolas. Por una razón: con el desarrollo de la agricultura simple y siendo la caza
mucho menos importante, había más trabajos que podían realizar las mujeres al tiempo que
criaban a sus hijos. En las Américas estas condiciones surgieron más tarde, hace alrededor de
3000 años. Lo que es importante advertir sobre estas primeras ciudades americanas es que una
amplia investigación arqueológica ha descubierto que existían formas de desigualdad más o
menos similares a las de las primeras ciudades en otras partes del mundo.

3.3. Los antiguos imperios agrarios

Empezaron a existir hace alrededor de 5000 años en lugares como Egipto y China, siendo el
Imperio Romano uno de los más poderosos. Había muchas diferencias entre los imperios
antiguos. Pero también es posible encontrar diferencias dentro de cada uno de ellos debido a
que, por lo general, tuvieron una larga existencia. En cuanto a las diferencias internas, los
imperios romano y egipcio, por ejemplo, experimentaron períodos iniciales de menor
desigualdad y cierta democracia, sobre todo Roma. Sin embargo, todas estas sociedades
padecían un estado de guerra crónico y la esclavitud solía ser muy importante para sus
economías. Encontramos también características comunes. Solían tener gobiernos centralizados
con élites políticas y religiosas dirigentes que disponían de un amplio control político y
económico. Los imperios tenían poblaciones numerosas y un vasto territorio. Había una
compleja división del trabajo, con artesanos y mercaderes a tiempo completo, además de
religiosos, militares y agricultores. Durante este período las sociedades humanas alcanzaron un
nivel alto de desigualdad. En la cima se situaba una pequeña clase dirigente. La propiedad
pertenecía al soberano, quien podía comprar, con sus propiedades y el excedente de
producción, la lealtad de los funcionarios que trabajaban para mantener este sistema de gran
desigualdad. Si bien la mayoría de las desigualdades de riqueza y poder eran hereditarias, existía,
al menos, la posibilidad de movilidad social. Aunque la mayor parte de las masas vivía en el nivel
de subsistencia o muy cerca de él. Solo un pequeño grupo disponía de un poco de tierra o un
oficio cualificado, por lo que se situaban entre las masas y la clase dominante dentro del sistema
de estratificación.

3.4. Sociedades agrarias tardías

Con el aumento de las conquistas de los nómadas alrededor del 500 d. de C., sumado a que
estas sociedades entraron en un período en el que el arte, la literatura, la ciencia, la innovación
tecnológica y las instituciones sociales estaban, por lo general, en decadencia, la gente se unió
para protegerse y formar pequeños asentamientos muy semejantes a los de las primeras
sociedades agrícolas. En China, se logró absorber a los invasores nómadas con menos
desorganización social. Y en Oriente Medio, norte de África y España, apareció el Imperio
Islámico, que brindó avances y orden social. Se inició el período clásico de las sociedades
feudales, y con estas nuevas sociedades volvieron a surgir las desigualdades extremas. Antes
del 1200 de. De C. en Europa había, por lo menos, tres modos diferentes de producción agrícola
y tres formas correspondientes de organización social. El modo pastoral sedentario
implicaba sociedades vinculadas por medio del parentesco. En torno al Mediterráneo y el sur de
Alemania predominaba un modo de producción basado en el comercio de pequeñas mercancías.
En otras zonas de Europa predominaba el modo feudal; había un sistema de señoríos, con
terratenientes y arrendatarios. El gran tamaño de las unidades de tierra no variaba con el paso
de los años porque no se subdividía de generación en generación. A resultas de ello, la
producción aumentó bajo el modo feudal y se produjo un mayor excedente debido a los
novedosos avances tecnológicos de la época. Como era más eficaz, el modo feudal se impuso
finalmente en toda Europa. Pero el aumento de riqueza y poder de algunos terratenientes les
permitió dominar a otros terratenientes, lo que generó niveles mayores de desigualdad entre la
nobleza y el pueblo llano, dando lugar a la aparición de los Estados modernos. Veamos por qué
se desarrollaron esos Estados en el momento y en el lugar en que lo hicieron. La clave del
argumento está en las revueltas campesinas que se desarrolló en las zonas feudales de Europa
donde la nobleza experimentó las amenazas a sus privilegios, y donde una acomodada clase
comercial comenzó a desafiar el poder y la riqueza de la nobleza. Tenemos los tres principales
estados o divisiones de este tipo de sociedades. En el primer estado está el alto clero y en el
segundo, la nobleza. Aunque la Iglesia y la nobleza solían coexistir en una relación en cierto
modo difícil, tendían a cooperar para fortalecer y reforzar su posición por encima del tercer
estado (o los campesinos).La clase de los sacerdotes era extremadamente rica, recibían gran
parte del excedente que producían las clases trabajadores de la tierra. En la Inglaterra del siglo
XIV, por ejemplo, la Iglesia poseía cerca de un tercio de la tierra. El clero estaba en sí mismo muy
estratificado, clasificados en alto y bajo clero. El alto clero solía ser reclutado entre los nobles o
la clase gobernante y disfrutaba de un estilo de vida similar al de aquellos. El bajo clero era
reclutado entre el pueblo llano, de modo que los párrocos no vivían mucho mejor que
los plebeyos. Además, con el párroco se podía contar para hacer seguir los mandatos de la
jerarquía de la Iglesia y asegurarse de que el pueblo llano los acatara. El núcleo principal de la
riqueza y el poder se encontraba en la nobleza. A pesar de su reducido tamaño, poseía la mayor
parte de la riqueza.

3.5. La caída del feudalismo y el nacimiento de las sociedades industriales

Hacia el siglo XVI arraigó en Europa un nuevo sistema industrial de producción que llegaría a
cambiar la naturaleza de la sociedad quizá con mayor rapidez que nunca ,provocando el conflicto
entre tres actores principales:

1) la vieja nobleza o aristocracia cuyos beneficios e influencia dependían en última instancia de


la propiedad de la tierra;

2) la élite política cuya posición dependía de la enorme burocracia estatal que se creó
inicialmente para proteger los intereses de la nobleza; y

3) una clase nueva y cada vez más poderosa de comerciantes que dependía del nuevo sistema
industrial de producción.

El pueblo llano representó el papel de peones, personas que debido a su miseria se amotinaban
o contribuían por otros medios a la crisis nacional representada por los tres actores principales
que perseguían orientarla en su propio beneficio. En lugar como China y la India este cambio
se produjo más despacio porque el modo de producción agrícola no era exactamente feudal,
sino asiático. Además, como la propiedad privada de la tierra estaba menos extendida y las élites
políticas dominaban a los nuevos comerciantes urbanos, el poder de esas élites no se vio
desafiado por terratenientes acaudalados ni por una nueva clase de comerciantes. Los Países
Bajos fueron los primeros en convertirse en una nación dominante en el marco de este moderno
sistema mundial debido a que fueron los primeros en realizar una revolución burguesa que en
la década de 1560 abatió el viejo Estado. En Inglaterra el cambio de poder de la
nobleza terrateniente a la nueva clase de comerciantes fue un proceso más bien gradual, porque
la nobleza de Inglaterra era más débil. En otras naciones como Francia la vieja nobleza tuvo
más fuerza. El Estado protegió los intereses feudales de la nobleza terrateniente hasta que
la competencia internacional llevó a la crisis económica a niveles extremos, y desembocó en una
revolución violenta. En China y Rusia, la crisis política y económica siguió una línea ligeramente
diferente. Lo que ocurrió fue que a raíz de la revolución violenta surgieron burocracias estatales
autoritarias que condujeron al socialismo de Estado. Se desarrollaron nuevas sociedades
industriales, capitalistas y socialistas, surgieron élites con nuevas bases de poder. Pero a pesar
de sus diferencias, la nueva tecnología industrial y la organización social que surgió impusieron
límites generales al tipo de sistema de estratificación que podía existir.

4 La reducción de la desigualdad en las sociedades industriales y posindustriales

La historia de las sociedades humanas puede verse como una historia de crecientes
desigualdades. En las sociedades industriales maduras esa tendencia ha cambiado. Pero
también la desigualdad entre las sociedades industriales varía de modo significativo. Sin
embargo, la población general ha logrado finalmente beneficiarse de la revolución asociada al
aumento del rendimiento de los sistemas cada vez más avanzados de producción
económica. Aunque las élites de las sociedades industriales relativamente democráticas hayan
podido perder un poco del poder político dominante del que una vez disfrutaron las élites de
sociedades anteriores, los avances materiales de la población en general no se han producido a
expensas de las élites. En las sociedades industriales el conjunto de las masas ha mejorado en
términos generales, pero también han mejorado las élites. De hecho, puede decirse que en las
sociedades industriales la posición de las élites ha mejorado debido en parte a que la posición
de las masas también lo ha hecho. Hablemos de las sociedades posindustriales. Estas sociedades
tienen menos producción industrial pesada y una economía basada más bien en los servicios e
industrias de alta tecnología. Lo que aún no han llegado a explicar estas teorías de la sociedad
posindustrial es por qué varía la cantidad de desigualdad entre unas y otras de estas sociedades:
dado que en algunas sociedades posindustriales como los Estados Unidos, la numerosa
población que se encuentra en los estratos más bajos es cada vez más incapaz de ascender a
puestos de trabajo más cualificados que requieren más formación, el cambio posindustrial ha
generado diferencias mayores entre estas naciones con respecto a sus niveles de desigualdad.
Algunas de las razones de esta inversión de la tendencia histórica hacia una creciente
desigualdad son:

1. La complejidad de la tecnología de las máquinas y de las organizaciones. Las élites se han visto
a sí mismas ignorantes de gran parte de esta tecnología, lo que conduce a que ningún individuo
pueda gobernar por sí solo la gran empresa industrial, de manera que las élites han tenido que
hacer concesiones en su autoridad en beneficio de la eficiencia.

2. Conceder a las clases bajas más excedente económico ha elevado la productividad. Además,
si los salaros se mantuvieran en el nivel de subsistencia no habría mercado para el aumento de
los bienes industriales. Sería muy difícil que las élites consiguieran aumentar sus beneficios.

3. Cuando se tiene una renta de varios millones de dólares, el siguiente millón aporta poco valor.
Las élites están dispuestas a hacer ciertas concesiones económica, reduciendo los peligros de la
revolución y granjeándoles algún grado de respeto de parte de las clases bajas.

4. También es importante, en especial para las clases bajas, la reducida tasa de crecimiento
demográfico de las sociedades industriales. Así, cuando la producción crece y la población se
mantiene estable, hay mucho más para dividir entre las élites y las masas.

5. El sistema industrial requiere por doquier mucho más conocimiento y cualificación. Una clase
pobre e ignorante de campesinos no sería útil en la sociedad industrial de hoy.

6. La difusión de una ideología más igualitaria y de los sistemas democráticos. Para asegurarse
el apoyo de las mas en aquellas revoluciones, fue necesario hacer concesiones políticas
democráticas.

7. Con el creciente conflicto internacional y el desarrollo de la guerra total, las élites no pueden
permitirse perder la lealtad de la población. Ya hemos visto que la población de a pie del Imperio
Romano opuso poca o ninguna resistencia a los invasores nómadas. Antelas desigualdades y la
explotaciones extremas, el Imperio Romano había perdido la lealtad del pueblo. Hay que hacer
concesiones para que las sociedades industriales sobrevivan en el mundo de los crecientes
conflictos internacionales.

8. Por último, mientras el nivel de desigualdad en las naciones industriales es menor, la


desigualdad a escala mundial está creciendo rápidamente. Puede que ambas cosas estén
relacionadas. La división del trabajo hace que la mayoría de los empleos peor pagados estén en
las naciones menos desarrolladas, mientras las sociedades industriales avanzadas se benefician
de los empleos de alta tecnología y gran remuneración.

5 Conclusión: la historia de la desigualdad

La perspectiva teórica descubrió que el nivel de desigualdad en una sociedad dada guarda
relación con:
1) el nivel de la tecnología, y

2) la cantidad de bienes excedentes que produce esa sociedad. Estos dos factores suelen estar
interrelacionados.

Con un nivel tecnológico bajo, nadie tendrá el poder de dominar los recursos de la sociedad.
Habrá un nivel general de igualdad. A medida que avanza la tecnología y se produce más
excedente, las élites, liberadas de la producción cotidiana, encontrarán los medios para dominar
el excedente de bienes, lo que les dará poder sobre los demás así como una porción mayor de
ese excedente. Por lo general, el nivel de desigualdad aumenta con el avance tecnológico. Hay
que plantear una cuestión adicional sobre la perspectiva de Lenski. No existe una única
trayectoria de evolución social que hayan seguido, o vayan a seguir, todas las sociedades Existe
solo una tendencia muy general hacia sociedades más complejas y tecnológicamente más
avanzadas. Pero a lo largo de su recorrido, y debido a sus peculiares entornos culturales, sociales
o físicos, algunas sociedades cambian (o avanzan), mientras otras no lo hacen. El bosquejo
histórico que acabamos de presentar ofrece una visión general del modo en que la desigualdad
se convirtió en un aspecto perdurable de la mayoría de las sociedades humanas. Con él podemos
entender el conflicto que suele estar detrás de los sistemas de estratificación social. De hecho,
la existencia de la desigualdad y el conflicto por los recursos escasos es lo que hace necesaria la
estratificación social. Sin un sistema de estratificación social existiría un conflicto abierto y una
perpetua agresión por la distribución de los recursos escasos. Sin embargo, una vez que se ha
establecido firmemente un sistema de estratificación social, “tiene lugar solo una ligera disputa
por la distribución de los recursos. La disputa ya ha tenido lugar y se ha consolidado, al menos
durante algún tiempo”.

CAPÍTULO III LAS CLASES SOCIALES EN LAS SOCIEDADES MODERNAS


2 ¿MUERTE DE LAS CLASES?

Desde finales de los años sesenta y primeros setenta, autores como Alain Touraine y Daniel
Bell vienen sosteniendo que el mundo contemporáneo está experimentando la transición a un
nuevo orden social que denominan sociedad posindustrial. El rasgo básico es la creciente
expansión del sector de los servicios a costa de la industria. El predominio del sector de los
servicios en las sociedades posindustriales se corresponde con el ascenso social de los cuadros
técnicos y los profesionales, que basan su posición preeminente en el control del conocimiento
científico y de los medios de información en general. La información se ha convertido en la
principal fuerza productiva y, por ende, la posesión de conocimientos representa un papel
equivalente al de la posesión de propiedades en la sociedad industrial. En las sociedades
posindustriales democráticas, la meritocracia es el principal mecanismo de asignación de
ventajas socioeconómicas, y en la medida en que la educación se hace obligatoria y se
generaliza, las ventajas no son heredadas. El orden de estratificación coincide en amplia medida
con las cualificaciones educativas. Pero tal vez lo más decisivo es la aparición de un nueva clase,
que dispone del conocimiento científico que controlan la cultura, cuya base económica es el
capital cultural. Hay quien apunta hacia la aparición de una sociedad en la que, a resultas del
declive dela producción industrial, el trabajo será un bien escaso objeto de la más cruda
competencia. Otra visión pesimista sugiere la aparición de una infraclase compuesta de los que
solo consiguen integrarse en el mercado secundario de trabajo (exiguas remuneraciones, poca
estabilidad), o directamente de quienes no consiguen ningún empleo. Como dice Wright,
“mientras la clase obrera es rutinariamente explotada por su fuerza de trabajo, la infraclase
generalmente no posee ninguna fuerza de trabajo que valga la pena explotar. Ante el reto que
representaban estos cambios estructurales, la sociología ha formulado dos respuestas
contrarias. Mientras la sociología de la estratificación ha reaccionado ajustando tanto su versión
teórica de las clases como los esquemas empleados para identificar, observar y analizar las
clases, ha habido otra vertiente teórica -representada por célebres autores como el alemán
Ulrich Beck o el polaco Zygmunt Bauman-. Beck defiende la idea de que hoy vivimos en
la segunda modernidad: se está creando un nuevo tipo de capitalismo, de economía, política y
derecho, de sociedad y vida personal. Bajo la influencia de la globalización, las instituciones que
han marcado la sociedad industrial, han cambiado de manera profunda. Este cambio radical es
más patente, con la pérdida de importancia del modelo de familia convencional y el cambio del
papel social de la mujer. A nivel micro, esto se puede observar en el proceso de
la individualización. Este concepto ya fue descrito por Georg Fimmen, un contemporáneo de
Max Weber, quien se refería sobre todo al debilitamiento de la familia extensa que acompañaba
a la industrialización y la urbanización, la pérdida de lazos tradicionales significaba a la vez una
mayor autonomía del individuo. Para Beck, esta tendencia hacia la individualización conlleva la
disolución de todas barreras sociales y un giro hacia un estilo de vida reflexivo. El sujeto
individualizado se ve obligado a encontrar su propio estilo de vida y a definirse activamente ante
la sociedad. La individualización también implica que, mientras las etapas de la vida en la
sociedad industrial seguían unas pautas claramente estandarizadas, las biografías de hoy en día
se han vuelto más diversas y menos lineales. De este modo, mientras las biografías de las
personas estaban antes muy marcadas por su clase social, hoy le corresponde a cada uno marcar
su propio camino. La obra de Beck ha atraído todo tipo de críticas desde la sociología. Por un
lado, hay varios estudios que muestran que la pertenencia a una clase u otra sigue teniendo un
impacto muy fuerte sobre las oportunidades vitales de las personas. Además, Beck no contesta
a la pregunta de si la antigua estructura social ha sido sustituida por otra forma de estratificación
social, o si, más bien, nos acercamos a una modernidad líquida sin regularidades.

3 Clases sociales: definiciones y esquemas

3.1. Definiciones clásicas

El origen de la moderna teoría de clases se encuentra en la obra de Karl Marx. Para Marx, las
clases se definían en relación con los medios de producción. En el capitalismo hay básicamente
dos clases: los capitalistas y el proletariado. Como los capitalistas poseen los medios de
producción se pueden apropiar de la plusvalía del proceso de producción y, explotan a los
proletarios que sólo poseen su mano de obra. Por ello, los intereses materiales de capitalistas y
trabajadores son diametralmente opuestos. Marx pretendía deducir de la dinámica de la lucha
de clases el curso mismo de la historia universal. Al igual que Marx, Max Weber entendió que
los miembros de una clase compartían intereses comunes que les diferenciaban de los
miembros de otras clases, pero no veía muy probable que este hecho llevara a los obreros a
luchar contra los capitalistas. Pero para Weber lo que define las clases es el acceso desigual
a recursos escasos y socialmente valorados, siendo determinante: la distribución de la
propiedad y la riqueza, y la posición en el mercado, muy marcada por la formación. Weber
identificó cuatro clases sociales: los obreros (que no tienen ni propiedad ni formación); la
pequeña burguesía (que se caracterizan por tener propiedad pero poca educación); los técnicos,
funcionarios y otros empleados de cuello blanco (quienes tienen una formación específica, pero
no poseen propiedad); y la burguesía (cuyos miembros son privilegiados tanto en cuanto a sus
propiedades como a su educación).

3.2. Definiciones contemporáneas

Las sociedades industriales avanzadas se caracterizan por un continuo desarrollo de la división


técnica del trabajo. Y las ocupaciones han terminado por convertirse en los indicadores más
importantes de los diferentes niveles de retribución material, autoridad y reconocimiento
social. Como ha indicado Crompton, la variedad de esquemas de clase se puede reducir a tres:

1) los esquemas construidos a partir de las jerarquías ocupaciones;

2) las escalas de prestigio ocupacional, que reflejan la valoración subjetiva de las diferentes
ocupaciones; y

3) los esquemas ocupaciones teóricos de clase construidos a partir de los enfoques clásicos
weberiano y marxista. Aunque son más frecuentes los estudios basados en Weber, también
sigue existiendo el análisis de clase en clave neomarxista. Concretamente, Erik Olin Wright, al
igual que Marx, distinguió tres posiciones de clase en el capitalismo contemporáneo que
responden al control del capital monetario, el capital físico y la fuerza de trabajo, que distingue
entre: la burguesía, que domina el proceso de producción y compra la fuerza de trabajo de otros;
la pequeña burguesía (trabajadores autónomos); que solo ejerce control sobre sus propios
medios de producción, el proletariado, cuyos miembros ni siquiera controlan su propia fuerza
de trabajo, que deben vender a la burguesía. Ahora bien, esta teorización de Wright permitía
advertir la situación de determina dos grupos sociales que no encajaban, como directivos, que
no son propietarios pero controlan los medios de producción. Y, además, Wright fue criticado
porque introducía como dimensión relevante de la posición de clases el control de la fuerza de
trabajo, queda lugar a relaciones de autoridad. Por eso Wright construyó un segundo esquema
de clases basándose en el economista Roemer. Wright distingue cuatro tipos de bienes -fuerza
de trabajo, bienes de producción, bienes de organización y bienes de cualificación-. En el nuevo
esquema las relaciones sociales de autoridad pueden considerarse distintas de los bienes de
organización. Los grupos que en el primer intento de Wright aparecían en situaciones
paradójicas o contradictorias se identifican ahora por su posesión de bienes de organización y
credenciales de cualificación. (Ver cuadro página 85).

Por su parte, Goldthorpe construye su esquema de clases a partir de una clasificación de


ocupaciones basada en una escala de deseabilidad general de las mismas. Goldthorpe añade lo
que denomina el estatus del empleo, en virtud del cual se pueden distinguir, dentro de una
misma categoría ocupacional, los empleados de los trabajadores autónomos o de los capataces.
Distingue siete grandes categorías representadas en tres: la clase deservicio (propietarios y
directivos, profesionales, funcionarios); las clases intermedias (empleados no manuales,
pequeños propietarios, técnicos, supervisores de los trabajadores manuales); y las clases
trabajadoras (trabajadores manuales). Goldthorpe estima que su mapa de clases es sólo el
principio de su propuesta, pero nada dice el grado real de formación de las distintas clases. Para
que una clase se encuentre realmente formada, los miembros de una clase deben permanecer
vinculados a lo largo del tiempo. Se puede pensar en analizar el grado de su formación social y,
después, de su formación política.
3.3. La clasificación socio-económica europea (EseC)

La tradición neo weberiana que está en la sociología contemporánea de la estratificación muy


ligada a la obra del sociólogo inglés John Goldthorpe parte de los principales supuestos teóricos
de Weber, pero ha modernizado su aparato analítico para adaptarlo a la realidad social
contemporánea se amplió el número de clases. En la tradición neo weberiana las clases
sociales surgen de las relaciones de empleo, está la denominada Clasificación Socio-económica
Europea (EseC), desarrollada a partir del esquema de Goldthorpe. Es una clasificación de
agrupaciones de ocupaciones, que además tiene en cuenta la posición relativa en la jerarquía
de competencias y el número de personas subordinadas que le corresponden a cada individuo
en el lugar de trabajo. Cuando no se desempeñan bajo el modo del trabajo por cuenta propia,
estas ocupaciones profesionales se atienen bien a lo que se suele dominar relaciones de servicio
de los empleados a sus empleadores. La relación de servicio surge cuando la cualificación del
empleado es muy específica y, la capacidad de supervisión que tiene el empleador sobre su
trabajo es muy limitada. En tal situación resulta más eficiente confiar en la labor del empleado
que vigilarle. A diferencia de la típica relación laboral de contrato (dinero a cambio de esfuerzo),
en las relaciones de servicio los empleados rinden un servicio a los empleadores a cambio de
alguna compensación. (Ver tabla 3.3. página 87)

La EseC se forma agrupando ocupaciones que, por sus características (estatus de empleo, tipo
de contrato, etc.), mantienen una posición similar en el mercado de trabajo. Una vez
establecidas las diez categorías básicas, la clasificación permite ulteriores agrupaciones, más
sintéticas, que reducen el número de clases. Respecto a anteriores esquemas de clases, la EseC
tiene más capacidad comparativa, yes apropiada para hacer comparaciones
internacionales. El cambio estructural ha hecho necesario ajustar su aparato analítico para
poder reflejarlas transformaciones sociales y económicas que se han ido produciendo a un ritmo
cada vez más acelerado en las sociedades posindustriales. Por ejemplo, hoy en día existen
nuevas ocupaciones que antes no existían, mientras otras ocupaciones pierden importancia o
incluso desaparecen totalmente. Por otro lado, algunos ajustes del aparato analítico también
han servido para reconciliar el análisis de clase con la crítica de la teoría feminista,
argumentando que el esquema de Goldthorpe representaba una perspectiva masculina de la
sociedad. Conviene subrayar que el esquema clasificatorio que estamos utilizando no identifica
específicamente como media, alta o baja, a ninguna de las clases que lo componen. De hecho,
el término clases medias puede que tenga más utilidad en el análisis de las desigualdades
económicas.

4 La estructura de clases en España y sus cambios recientes

4.2. Transformaciones de la estructura de clases en España

La transformación de la estructura de clases se puede sintetizar en las siguientes grandes


tendencias:
1. Mientras el tamaño de clases medias no ha cambiado sustancialmente, se ha producido una
alteración radical en su composición en virtud de la cual los profesionales han ganado
importancia a costa de los pequeños empleadores y los trabajadores autónomos y, se debe a la
profesionalización creciente de la estructura ocupacional española y al aumento del nivel de
cualificación. En todo caso, el ritmo de caída se ha atenuado a partir del estallido de la crisis.
Esto sugiere que en algunas ocupaciones el trabajo autónomo puede convertirse en un
refugio.2. En conexión con la expansión del sector de los servicios, el balance entre trabajadores
manuales y no manuales se ha decantado claramente a favor de los segundos: esto es un
resultado estructural más de las transformaciones productivas que cabe esperar de las
economías posindustriales.3. Los obreros no cualificados han crecido a expensas de los
cualificados: en este desarrollo se refleja el proceso de la desindustrialización. Entre los
empleados de cuello blanco, los de rango inferior (comercio y otros servicios) han crecido
bastante más que los de rango superior (ocupaciones intermedias). Esto puede interpretarse
como un efecto de la pérdida de empleo en la industria y en la construcción, y también a la
posible formación de un proletariado de los servicios integrado por trabajadores de escasa
cualificación. ¿Han supuesto estos cambios en la distribución de las clases una polarización de
la estructura social española durante estos últimos años? Aunque las explicaciones del cambio
de la estructura ocupacional son necesariamente muy complejas, factores como el progreso
tecnológico parecen está detrás de estos fenómenos de polarización. Es claro que las
innovaciones tecnológicas exigen trabajadores más cualificados y mejor retribuidos, de ahí la
creciente profesionalización de la fuerza de trabajo y el crecimiento de las clases integradas por
profesionales. Pero, a la vez, la tecnología sustituye también muchos empleos administrativos
que se sitúan no en la parte baja sino en el centro de la jerarquía ocupacional. De esta manera,
los empleos de alta cualificación y gran calidad (directivos y profesionales) crecen junto a los
trabajos de baja cualificación de mala calidad (típicamente en los servicios personales),
despejando así la zona intermedia de la estructura. Esta mejora se inscribe en la pauta de
modernización de la economía española, caracterizada por una prolongada transición desde una
economía agraria a una economía posindustrial, transición que, si nos atenemos a la distribución
sectorial de la población ocupada, en España ha ocurrido sin que se haya pasado por una fase
específicamente industrial.

5 Las clases en perspectiva comparada

5.1. Modelos de capitalismo y pautas de estratificación social

Se analiza la estructura de clases española en comparación con Francia, Reino Unido y


Dinamarca. Para ello, es útil apoyarse en la tipología de los regímenes de bienestar creada por
Esping-Andersen, en un país dado con referencia a una tipología de modelos de políticas
sociales. Muchas ocupaciones típicamente femeninas se encuentran en los sectores de la salud,
la educación y la administración pública, con la ciencia y la investigación. Por lo tanto, es
importante tener en cuenta el papel del Estado de bienestar. El régimen liberal consiste en un
Estado de bienestar que interviene lo menos posible en el mercado laboral, siguiendo un
principio de laissez-faire. Se limita a prevenir casos de pobreza extrema. Sin seguro de
desempleo en condiciones ni pensiones públicas, cada individuo es el responsable de
mantenerse a sí mismo. Por eso es característico una alta tasa de empleo en hombres y mujeres,
aunque con salarios bajos. Como el Estado recauda relativamente pocos impuestos y
redistribuye pocos recursos, este diseño institucional se traduce en un alto grado de desigualdad
y de pobreza. Los representantes son principalmente los países anglosajones (EEUU). El
régimen socialdemócrata, incluye los derechos sociales dentro de sus fundamentos básicos de
ciudadanía. Como el desempleo, la maternidad y la vejez, también una red de servicios sociales
(educación, sanidad) universalmente accesibles. De ese modo maximiza la capacidad de los
ciudadanos para mantener un nivel de vida digno. Se financia con impuestos generales mediante
un aparato fiscal progresivo. Las políticas de inserción laboral, el destacado papel del
Estado como empleador y una fuerte presencia de las mujeres en el sector público contribuyen
a mantener altas tasas de empleo. Otro resultado son las bajas tasas de pobreza o exclusión
social. Los países nórdicos son los que más se aproximan a este modelo (Suecia). El régimen
conservador se manifiesta en un Estado de bienestar con un nivel intermedio de intervención
en el mercado laboral. El principio de la subsidiariedad se origina en la doctrina católica, postula
que los miembros de cada familia deban ayudarse mutuamente antes que la sociedad civil o las
instituciones públicas. El corporativismo otorga un protagonismo especial a los grandes agentes
sociales (los sindicatos y la patronal) en la regulación del mercado de trabajo. Los derechos
sociales dependen de las cotizaciones, que están ligadas al empleo remunerado. Tanto las
pensiones como las prestaciones por desempleo son proporcionales al salario, de modo que el
Estado de bienestar tiende a estabilizar y reproducir las pautas de desigualdad social existentes
en el mercado laboral. Hay un sistema de asistencia social que evita las tasas de pobreza
elevadas. El sistema fiscal, al incentivar la inactividad económica o el trabajo a tiempo parcial de
la mujer, apoya un modelo de familia en el que suele haber un único sustentador (el marido o
padre). La mayoría de los países de Europa continental se asemejan al modelo del régimen
conservador (Alemania). El régimen fragmentado tiene puntos en común con el régimen
conservador, sobre todo el sistema de Seguridad Social con cotizaciones proporcionales al
salario. Sin embargo, el sistema de salud es universal. Además, un alto porcentaje de las mujeres
no tiene un trabajo remunerado, una marcada brecha social separa a los insiders (integrados)
de los outsiders (excluidos) del sistema de empleo. No existe un sistema eficaz de asistencia
social o una buena red de servicios sociales, de modo que este modelo produce elevadas tasas
de pobreza. El régimen fue añadido con posterioridad a la tipología original de Esping-Andersen
al considerarse que los países mediterráneos no encajaban bien dentro del esquema tripartito
original (Italia). Estudios han mostrado que el número de puestos de trabajo y el tipo dependen
significativamente de la configuración institucional del país. Según Mayer, es posible incluso
discernir las biografías típicas que corresponden a cada régimen de bienestar, desde la edad
normal para independizarse, tener hijos y empezar a a trabajar, hasta la edad habitual de la
jubilación.

5.2. Las estructuras de clase en cuatro países europeos

España representa al régimen fragmentado, Francia al conservador, Dinamarca al


socialdemócrata y Reino Unido al régimen liberal. Veamos cómo su configuración institucional
nos permite ver hasta qué punto las características de la estructura social de España, y su
desarrollo a lo largo de las últimas décadas, son puramente idiosincrásicas o corresponden a un
patrón global. Así como la influencia de la globalización. Podemos comprobar que no solo en
España las mujeres ocupan puestos de nivel más bajo que los hombres. Al contrario, el hecho
de que las mujeres ocupen una posición socioeconómica más baja que los hombres es un rasgo
que todavía comparten todas las sociedades desarrolladas, algo que se debe en gran medida a
las pautas históricas de menor nivel educativo, cualificación y estabilidad profesional de las
mujeres frente a los hombres y que cabe esperar que vayan despareciendo a medida que las
mujeres jóvenes consiguen títulos educativos tanto o más altos que los hombres de sus mismas
edades. Históricamente, la situación desfavorecida de las mujeres ha estado así ligada a su
menor nivel de formación. España se distingue de otros países europeos en que tiene una
estructura social con mucho más peso de los trabajadores no cualificados y del trabajo
autónomo. En cambio, hay relativamente pocos directivos y profesionales. Las diferencias de
género, presunto rasgo distintivo del régimen fragmentado, se notan más en la tasa de empleo
que en la estructura de clases de la población ocupada, que no parece más desigual que en otros
países.

5.3. Desindustrialización y cambio de la estructura de clases. ¿Mejora opolarización?

Dado el declive que sufre el sector secundario industrial, han perdido protagonismo los
trabajos manuales al darse el paso a una economía de servicios. En cuanto a la oferta de mano
de obra, cabría esperar una mejora generalizada del perfil, porque la expansión educativa
mejoró el nivel de formación. Pero existe otra hipótesis que afirma que el cambio tecnológico y
la informatización, sobre todo, han mermado la demanda de personal administrativo. En
cambio, muchos trabajos que no requieren más que un nivel de formación básico, como el de
camarero, peluquero, chofer o personal de limpieza, no son fácilmente sustituibles. Las dos
hipótesis implican consecuencias muy diferentes parala evolución de las clases medias y la clase
trabajadora tradicional. Mientras la primera predice un crecimiento de las clases medias a costa
de las clases bajas, la segunda apunta a una polarización de la estructura de clases y a la
consecuente pérdida de puestos de trabajo en la zona media de la distribución. La clase que
más peso ha perdido entre los hombres españoles son los autónomos y pequeños propietarios.
Esta tendencia está muy ligada al declive de la agricultura. El porcentaje de los trabajos manuales
cualificados solo se ha reducido marginalmente en España. La clase de trabajadores no
cualificados se ha mantenido constante. Entre los hombres, la clase que más ha crecido en
tamaño en España desde 1995 es la de los directivos y profesionales. La tendencia
predominante entre los hombres es, por lo tanto, la de una mejora(upgrading) general de la
estructura de clases. En cuanto a las mujeres, las variaciones siguen básicamente la misma
dirección que entre los hombres, pero son algo más pronunciadas. En resumen, entre las
mujeres también ha tenido lugar una apreciable mejora del perfil ocupacional.

TEMA IV DESIGUALDADES ECONÓMICAS

2.1. Conceptos básicos: ¿desigualdad de qué?

Sueldos y salarios, renta procedente de la inversión, transferencias recibidas del Estado y


rentas de capital, forman la renta personal. La cantidad percibida antes de las transferencias
privadas y del Estado es la renta de mercado, es decir, aquellos rendimientos que se obtienen
exclusivamente en los mercados (de trabajo, de capital) sin la intervención distributiva del
Estado. Cuando a la renta personal se le deducen los impuestos y cotizaciones sociales hablamos
de la renta disponible. La renta que los individuos ahorran pasa a formar parte de
su riqueza. La renta permanente se refiere a los ingresos percibidos por una persona a lo largo
de su ciclo vital completo una vez que se descuentan las fluctuaciones puntuales que se pueden
producir como consecuencia de acontecimientos vitales o laborales previstos(formación,
jubilación) o imprevistos (enfermedad, discapacidad, episodio puntual de desempleo).

2.2. Indicadores de desigualdad: ¿cómo se mide?

(consultar texto y gráficos del texto, págs. 119-123)

En la práctica, el punto de partida más habitual para describir una distribución suele serla curva
de Lorenz. Para representar gráficamente las cantidades acumuladas de un recurso en manos
de distintas proporciones acumuladas de la población. Cuanto más se separe la curva de
Lorenz de la diagonal más desigualmente distribuida está la renta. En una situación hipotética
de extrema desigualdad en la que una sola familia o individuo posee todos los recursos de la
sociedad, la curva de Lorenz sería totalmente horizontal siguiendo el eje de las x hasta que, al
llegar al 100% (último individuo),trazaríamos una línea vertical. Si tenemos una distribución
ordenada de menor a mayor, llamamos cuantil de orden p, estando p entre 0 y 1, al valor de la
variable que deja por debajo de sí una proporción p de los casos. La comparación del
porcentaje de la renta (u otro recurso) total que está en manos de un cuantil determinado es un
instrumento sencillo pero poderoso. Cuanto mayor la razón entre estos cuantiles, mayor
también la desigualdad. Las comparaciones más frecuentemente utilizadas en la literatura
empírica son P90/P50, P50/P10, P90/P10 oP80/P20. Se entiende que estas razones de
percentiles ofrecen información sobre la parte alta de la distribución, la parte baja y los
extremos, respectivamente. Una razón entre P90y P50 de 5,2 nos estaría indicando que
el percentil 90 de nuestra distribución tiene ingresos 5,2 veces superiores a los ingresos
del percentil 50. Pasemos a continuación a describir las medidas sintéticas o medidas resumen.
Tal vez la más extensamente utilizada en la literatura sobre desigualdad económica sea el índice
de Gini, para calcularla simplemente se compara la renta de cada individuo de la distribución
con la de cada una de las demás rentas y la suma total de estas comparaciones se divide entre
el tamaño de la distribución y la renta media total. La medida resultante se encuentra acotada
entre los valores 0 y 1. El valor 0 corresponde a una distribución perfectamente igualitaria (todas
las unidades reciben la misma proporción del recurso) mientras el valor 1 describe una
distribución completamente desigual (todo el recurso se encuentra en manos de un solo
individuo).

2.3. La unidad de análisis: ¿desigualdad entre quién?

Podemos diferenciar tres tipos de desigualdad dependiendo del nivel de análisis que se tome.
En primer lugar podemos referirnos a la desigualdad en los países. En segundo lugar podemos
hacer referencia a la desigualdad entre países. En tercer lugar podemos hablar de la desigualdad
global, es decir, de la desigualdad de un recurso en el mundo siendo la unidad de análisis todos
los individuos, familias u hogares del mundo, y las trataríamos como si pertenecieran a un único
país.

3 Las desigualdades económicas en las sociedades contemporáneas

3.2. Principales descripciones y explicaciones de la desigualdad económica dentro delos países


Probablemente la descripción más recurrente de las transformaciones a largo plazo delos
cambios en la desigualdad de los ingresos sea la célebre curva de Kuznets. Desarrolló una
explicación de la relación entre crecimiento y desigualdad económica basada en los cambios en
el peso de los distintos sectores de la economía. A medida que un país se industrializa la
desigualdad de la renta aumenta para disminuir de nuevo al alcanzarse un umbral de ingresos
per cápita y desarrollarse el Estado de bienestar. Desde hace unos pocos años existe consenso
sobre la tremenda complejidad de los cambios en la desigualdad económica. Por ejemplo, la
dispersión en las rentas de los hombres explica una proporción elevada del cambio en la
desigualdad total. Esto es fruto de un número elevado de factores, tanto desde el punto de vista
de la oferta como de la demanda. Por el lado de la oferta incluyen el cambio demográfico, el
acceso al mercado laboral de las cohortes del baby boom y de los trabajadores inmigrantes, los
niveles de cualificación de la población y la creciente participación laboral de las mujeres. Por el
lado de la demanda, factores como el signo del ciclo económico, los procesos de
desindustrialización y el crecimiento del sector de los servicios, los procesos globalizadores o los
cambios tecnológicos. Es importante además considerar las posibles interacciones entre
factores en estos distintos niveles. Por ejemplo, la creciente demanda de fuerza de trabajo
cualificada que se deriva de la apertura comercial de los países y la exposición a la competencia
internacional, puede haber contribuido a aumentar la desigualdad en países como los Estados
Unidos en los que los salarios no están sujetos a restricciones institucionales. En cambio, en los
países que se garantiza un nivel salarial mínimo, como en Europa, el resultado ha sido un
aumento del desempleo, no de la desigualdad salarial. En el caso de los ingresos totales
disponibles en el hogar o en la familia el número de factores intervinientes se multiplica y
aumenta la complejidad de sus relaciones. En este caso, la literatura se ha fijado en dos grandes
factores. Por una parte, factores institucionales como el aumento de los hogares con un único
adulto y de aquellos formados por pensionistas, la creciente participación laboral de las mujeres
y la propensión de las parejas, a ser similares en características relevantes como el nivel
educativo. Por otra parte, se añade la capacidad redistributiva del sistema fiscal y la generosidad
y grado de universalidad de las políticas sociales. En su análisis, Gustafson y Johansson apoyan
la idea de que ningún factor por sí mismo es capaz de dar cuenta de manera satisfactoria del
fenómeno; mientras que el debilitamiento del sector industrial y el aumento de la globalización
tienen, según sus datos, un efecto desigualador. Los factores institucionales tales como un
sector público fuerte o la densidad sindical, por el contrario, hacían que la desigualdad se
redujera. Por su parte, otros autores como Linderthan encontrado que gran parte de las
diferencias entre los Estados Unidos y Europa se debía al distinto efecto del cambio tecnológico,
a los procesos de fijación de salarios y al sistema impositivo.

3.3. El papel distributivo del Estado

(Leer sobre el texto de forma somera)

3.4. Desigualdades entre las regiones en España

Las desigualdades de la renta entre comunidades eran bastante marcadas a principios de la


década de los setenta y no se percibía una asociación con el nivel de vida medio, es decir, no
había una relación clara entre la renta media y el grado de desigualdad de una zona. Treinta
años más tarde, las desigualdades se habían reducido en todas las comunidades, aunque en
distintas proporciones, con el resultado final de una marcada convergencia que, por otra parte,
no presenta tampoco pautas que permitan establecer asociaciones con la calidad de vida media,
el tamaño poblacional o el tipo de sectores económicos dominantes. Sí encontramos
cuestiones más interesantes en el estudio de la pobreza. Cuanto mayores sean los ingresos
individuales en una comunidad autónoma, menor será el riesgo de pobreza que presenta.

4 Las desigualdades económicas desde la perspectiva internacional

4.1. La desigualdad entre países

¿Es posible comparar el PIB per cápita de países y momentos históricos diferentes? Loes si se
utiliza una medida, la Paridad del Poder Adquisitivo (PPA), que incorpore las diferencias en los
niveles de precios de una cesta de productos de los distintos países e nel presente y que
descuente los niveles de crecimiento del pasado para determinar el valor del PIB
retrospectivo. Siempre han existido países más ricos que otros, pero a partir de la revolución
industrial las diferencias de riqueza se vuelven muy evidentes, unos prosperan
significativamente y otros quedan rezagados. Según Milanovic (2012), hay cuatro resultados
incontestables del análisis de la desigualdad entre países a lo largo del tiempo. El primero es que
las desigualdades son considerablemente superiores en la actualidad a las del siglo XIX y la
mayor parte del XX. Alrededor de 1820, Gran Bretaña y Países Bajos, los países más ricos del
mundo, eran solo tres veces más ricos que China y la India, los dos más poblados y que figuran
entre los más pobres del mundo. Hoy en día, la ratio entre Gran Bretaña (que ya no es el país
más rico del mundo) y China (a pesar de su espectacular crecimiento económico de los últimos
treinta años) es ahora de seis a uno. El segundo consiste en que la desigualdad entre países del
mundo es hoy en día tan elevada que la mayor parte de la desigualdad global se explica de hecho
por la nacionalidad de los individuos. El tercero alude a que, si no se tiene en cuenta el tamaño
de los países, la desigualdad entre estos no ha dejado de crecer, salvo en el período de
entreguerras. Y el cuarto se refiere a que, si, por el contrario, se pondera la renta de los países
según su población, el éxito económico de India y China en los últimos treinta años, al converger
con los países más ricos, ha hecho que la desigualdad global se reduzca en ese período más
reciente. Una de las cuestiones más debatidas en la literatura actual es el efecto de la
globalización sobre la convergencia de rentas entre los países del mundo. El economista Sala i
Martín menciona que el nivel de globalización de estos factores es, todavía hoy en día, limitado:
los conflictos migratorios son una muestra de los impedimentos a la movilidad de las personas;
los países ricos han conseguido, a través del establecimiento de aranceles, evitar la competencia
que para sus productos supone la entrada en los mercados internacionales de la producción
agrícola o textil de los países pobres; algunos países pobres impiden al capital extranjero
instalarse en sus límites territoriales, etc. El efecto de la globalización predice que
habrá movimientos de capital de los países ricos a los pobres. Pero si en la última parte del siglo
XX solamente un 5% de todos los flujos de capital se invertían en países pobres, en 1913, justo
antes de la Primera Guerra Mundial, este porcentaje era del 25%. La segunda ola globalizadora,
por lo tanto, no ha conseguido promover el flujo de capital en el sentido que la teoría de la
globalización esperaba. A esto se le conoce como la paradoja de Lucas (ver texto de economía).

4.2. La desigualdad global

La obtención de datos adecuados es mucho más exigente que en cualquiera de los otros dos
tipos de desigualdad. Es preciso conocer el PIB per cápita o algún indicador similar sobre el nivel
de vida medio para todos los países. Requiere el uso de encuestas en las que se recojan ingresos
y/o gastos de individuos, familias u hogares representativos del conjunto de la población
mundial. Según datos ofrecidos por Milanovic, entre 1988-2005: 1) el 10% más rico (el decil
superior) poseía el 56% de la renta global, mientras que el 10% más pobre (el decil inferior)
solamente recibía el 0,7%; 2) la renta media en manos del decil más rico era unas ochenta veces
superior a la renta media del decil más pobre; 3) la comparación entre las rentas de los más ricos
y los más pobres produce resultados aún más desiguales a medida que nos fijamos en tramos
superior e inferior cada vez más extremos. La desigualdad global durante el período citado fue
muy elevada. La cuestión que no genera tanto consenso es la tendencia de esta desigualdad
mundial o global. Por una parte, la desigualdad dentro de un buen número de países ha tendido
a aumentar en ese período. Por otra, la renta media de las naciones del mundo no ha tendido a
converger porque los países ricos, en media, han crecido a mayor ritmo que los países pobres.
El resultado de estas dos tendencias parecería ser necesariamente un aumento dela desigualdad
global, pero hay un tercer elemento sumamente importante que ha tenido un efecto igualador:
los países pobres que están creciendo a mayor ritmo, la India y China, son además los más
poblados, es decir, acumulan una parte significativa de la población mundial. Aunque estos dos
países aún son relativamente pobres, su rápido crecimiento unido al tamaño de sus poblaciones,
que hace que estos países pesen más en el cálculo dela desigualdad global, con lo que han
contribuido a hacer que el mundo, si lo consideráramos como un solo país, sea ahora más igual
que hace unas décadas.

5 Pobreza, privación y exclusión social

5.1. Las definiciones de pobreza y su medición

La pobreza absoluta se podría definir como la imposibilidad de cubrir unas necesidades


consideradas básicas, medidas a través de una cesta de productos que supuestamente pueden
satisfacerlas. La perspectiva de la pobreza absoluta se ve afectada por un buen número de
problemas. En primer lugar, si nos atenemos a las necesidades nutricionales dentro de una
sociedad, estas dependen de factores como la constitución física o la intensidad de la actividad
realizada. En segundo lugar, el umbral de subsistencia depende de los niveles de vida específicos
de una sociedad en un momento dado. Algunos de los bienes que sirven para cubrir las
necesidades básicas en una sociedad rica pueden considerarse artículos que no están al alcance
ni siquiera de las clases medias en los países pobres: un pobre en Luxemburgo puede vivir con
más comodidades que un rico en Bangladesh. ¿Se puede comparar el nivel de vida en general
en distintos momentos del tiempo o en distintas áreas geográficas? En la actualidad, el análisis
de la pobreza absoluta está prácticamente ausente en los países ricos y su uso se restringe
fundamentalmente a la comparación entre países del mundo con niveles de renta muy
heterogéneos. Además, la alusión a las necesidades básicas destila cierto carácter asistencial:
el problema de la pobreza desaparece si todos los individuos cubren sus necesidades básicas,
independientemente de cuál sea su situación en relación con el resto de la sociedad. En
consecuencia, se considera que esta definición suele subestimar los problemas derivados de la
escasez de recursos. Estas cuestiones nos remiten al análisis de la pobreza relativa que
incorpora la relación con la sociedad concreta en la que se ubica. A partir del establecimiento
de un umbral que no es fijo sino que se crea en relación con el resto de la distribución. En el
estudio de la pobreza relativa podemos hablar de una cesta de bienes y servicios que puedan
garantizar una vida digna de acuerdo con las convenciones y los estándares de una sociedad
determinada. El umbral se fija en niveles que dificultan o impiden el acceso a bienes y servicios
o actividades que permitan la plena integración de los individuos en la sociedad en la que viven.
Los valores más habituales se sitúan entre el 40 y el 70% de la media. Cuando se desea investigar
la pobreza severa se suele recurrir a umbrales del 20 o el 25% de la media o la mediana de los
ingresos. En la Tabla 4.3 (pág. 141) se muestra un segundo indicador de pobreza, la tasa de
pobreza relativa para cada país dentro de su grupo de renta. Las naciones más ricas tienen en
media un menor grado de pobreza, pero dentro de este grupo existen notables diferencias entre
países, el 3% en Países Bajos o la República Checa, el 12% en Israel o EEUU. Un resultado que
debemos resaltar es que no existe una asociación clara entre pobreza absoluta y pobreza
relativa. Es fundamental recurrir a diversas medidas de pobreza y combinarlas con un
conocimiento detallado del nivel de vida medio del país, así como de lo dispersa o concentrada
que se encuentra la distribución de los ingresos encada país.

Desde los años ochenta cada vez es más frecuente que estos análisis se acompañen de
indicadores sobre la privación multidimensional, que puede definirse como la falta de acceso a
bienes y servicios que son considerados necesarios por la sociedad (aunque no sean de primera
necesidad). Por ejemplo, condiciones de habitabilidad de la vivienda, ausencia de agua
corriente, si el barrio tiene problemas de inseguridad, dieta variada y saludable, gastos
corrientes del hogar, gastos imprevistos. La visión de la pobreza como la imposibilidad de
realizar el potencial vital, inspiró la adopción por el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) del índice de desarrollo humano (IDH) para medir la pobreza de desarrollo
humano en distintos países del mundo. El índice incorpora tres dimensiones, -salud, educación
y nivel de vida-, que se concretan en cuatro indicadores: la esperanza de vida al nacer como
indicador de salud, los años de escolarización previstos para niños y niñas en edad escolar como
indicadores de educación, y el Ingreso Nacional Bruto (INB) per cápita (usando $PPA)como
indicador del nivel de vida. Por último, merece la pena mencionar el enfoque de la pobreza
subjetiva que se basa en el uso de las opiniones de los propios individuos y hogares sobre su
situación en relación con la de la sociedad en la que se incluyen, a partir de los resultados
obtenidos en encuestas de opinión.

5.2. La pobreza en las sociedades desarrolladas

En primer lugar, la tasa de pobreza media en la Unión Europea se encuentra en torno al16%.
Hay países como Suecia, Alemania o Francia con tasas por debajo de esa media y otros como
Reino Unido o España que presentan tasas superiores a la media. En los últimos cinco o seis
años, la pobreza ha tendido a aumentar en todos los países. En segundo lugar, hay factores que
sistemáticamente se asocian con un mayor riesgo de pobreza:

1) tiende a ser ligeramente superior para las mujeres.

2) las personas con edades superiores a los 65 años presentan un mayor riesgo de pobreza.

3) la composición del hogar es un factor muy relevante que potencia o inhibe el riesgo de
pobreza. Dependiendo del país, entre una quinta y una tercera parte de los individuos que vivían
en hogares de un solo adulto con hijos dependientes a su cargo se encontraban en situación de
pobreza. Los hogares con dos adultos menores de 65 años presentan tasas de pobreza muy
inferiores a la media y, salvo en el caso español, no han tendido a aumentar en los últimos años.
4) Tener un nivel educativo por debajo de secundaria hace que la tasa de pobreza aumente de
manera clara.

5) El riesgo de pobreza aumenta espectacularmente cuando el individuo reside en hogares con


intensidades de empleo muy bajas. En tercer lugar, en España sus tasas de pobreza totales y
específicas, son sistemáticamente superiores a la media. Una peculiaridad del caso español
consiste en que los factores que supuestamente protegen del riesgo de pobreza, como la
educación universitaria o una intensidad laboral máxima, lo son en mucha menor medida en
España que en el resto de contextos. Es llamativo que en España existía en 2011 un 10% de
personas con estudios universitarios y casi un 8% de personas con la máxima intensidad laboral
en situación de pobreza. Los mayores de 65 años han visto reducir sus tasas de pobreza en los
últimos años, en parte como consecuencia de que, al empeorar la situación general para el resto
de la población, la situación relativa de éstos mejora. Pero esta relativa mejoría no es
incompatible con una intensificación de la incapacidad para cubrir necesidades que, no
obstante, no aparece en la perspectiva relativa que se adopta aquí. Debemos tratar
brevemente el tema de la redistribución, entendida ahora como la capacidad de la acción del
Estado a través de los impuestos y las transferencias sociales para reducir la incidencia de la
pobreza. En España, mientras en 2000 las transferencias lograban reducir la pobreza un 18%, en
2011 este porcentaje aumentaba hasta prácticamente el 27%. Pero al compararla con las de
otros países de nuestro entorno, vemos que en Alemania es del 37%, Francia 44%, Reino Unido
45% y Suecia 50%.

5.3. La relación entre desigualdad y pobreza

Por una parte, podemos afirmar que pobreza absoluta y desigualdad son independientes. Por
otra parte, la relación entre pobreza relativa y desigualdad es evidente en la medida en que
el umbral de pobreza por definición está construido con respecto a la media o la mediana de la
distribución. Normalmente, un aumento de la desigualdad va acompañado de un aumento de
la pobreza, pero tal asociación depende de la manera exacta en la que cambia la distribución de
la renta. Sin embargo, el sentido de la asociación no está determinado de antemano. En todo
caso, lo que debe quedar claro es que la pobreza relativa es más un indicador de desigualdad
que de incapacidad para cubrir necesidades básicas.

TEMA V MOVILIDAD SOCIAL

2.1. Movilidad social: conceptos y tipos básicos

La movilidad social se refiere simplemente a los desplazamientos de individuos y grupos desde


unas posiciones sociales a otras y a los cambios que esos movimientos implican. Puesto que las
posiciones sociales se hallan jerarquizadas, denominamos movilidad vertical a los movimientos
ascendentes o descendentes en la jerarquía de un sistema de estratificación dado. Junto a
la movilidad vertical, se suele distinguir la movilidad horizontal para aludir a los desplazamientos
entre posiciones que no implican un cambio significativo en la jerarquía social. Por ejemplo,
cuando el hijo de un trabajador agrario llega a ser un trabajador no cualificado en la industria
experimenta movilidad horizontal. Al estudiar la movilidad social podemos proceder de dos
formas distintas. En primer lugar, la movilidad intra generacional, la movilidad que
experimentan los miembros de una misma generación a lo largo de su ciclo vital. Podemos
asimismo observar y analizarlos cambios de posición social de los hijos en relación con sus
padres (o a veces sus abuelos), a lo que se denomina movilidad intergeneracional: en este caso,
lo social. Uno de los problemas que plantea el estudio de la movilidad social reside en que el
conjunto de las posiciones ocupacionales no es estable en el tiempo; es decir, la estructura
ocupacional varía a lo largo del tiempo. Por consiguiente, tanto la movilidad intra generacional
como la intergeneracional pueden analizarse en primera instancia como un producto de los
cambios sociales que afectan a la estructura ocupacional en su conjunto, denominados como
movilidad estructural o forzada. Este es el caso, por ejemplo, de la movilidad que tiene lugar
cuando se produce un trasvase generalizado de población desde el campo a las ciudades. La
cantidad de movimientos que viene determinada por el cambio de la estructura es lo que se
denomina movilidad estructural o forzada. Por otro lado, en la movilidad neta o movilidad
circulatoria, los cambios de posición social no son imputables a los cambios de la estructura
ocupacional, sino única y exclusivamente a la circulación de los individuos por la
estructura. Ahora bien, si en el caso de la movilidad vertical y horizontal o en el de la movilidad
intra generacional o intra generacional parece fácil arbitrar medidas que nos permitan
distinguirlas en la práctica, discriminar empíricamente entre la movilidad estructural y la
movilidad circulatoria resulta bastante complicado, pues aunque la movilidad total de una tabla
se puede dividir en una parte estructural y otra circulatoria, no hay modo de adscribir a un
individuo o a un grupo concreto cada una de las dos movilidades. Movilidad estructural y
movilidad circulatoria son características de la tabla de movilidad, no de los individuos o las
clases que forman parte de ella. Esto se conoce como el “problema de los
marginales" de la tabla de movilidad. Tales problemas de medida han conducido al desarrollo
de técnicas de análisis que han llevado a otra nueva distinción, esta vez entre movilidad absoluta
(la movilidad total que describe una tabla de movilidad) y movilidad relativa (que hace referencia
a las probabilidades comparadas de llegar a formar parte delas distintas clases que tienen los
individuos de distintos orígenes sociales). Además, el grado de movilidad relativa entre
generaciones que es propio de una sociedad se ha considerado un indicador fiable de su fluidez
social y por ende de la igualdad de oportunidades de que disfrutan sus miembros.

2.2. Teorías de la movilidad social

En términos generales podemos decir que las teorías de la movilidad social se han desarrollado
como parte de las grandes aproximaciones a la estratificación en las sociedades industriales.
Alimentado en las últimas décadas de una corriente de investigación sistemática a medida que
aumentaba la disponibilidad de datos, progresaban las técnicas estadísticas y se multiplicaba la
capacidad de procesar electrónicamente la información acopiada. Como han señalado Erikson
y Goldthorpe, las diferentes concepciones de la sociedad industrial incluyen una particular visión
de la movilidad social. La concepción liberal dela sociedad industrial, sostiene

(a) que la sociedad industrial supone un decisivo aumento de las tasas de movilidad social
respecto a lo que ocurría en las sociedades preindustirales
(b) ;(b) que en las sociedades industriales predomina la movilidad ascendente sobre la
descendente;
(c) (c) que las oportunidades de movilidad tienden a igualarse para todos los orígenes
sociales; y
(d) (d) que tanto las tasas de movilidad como el grado de igualdad de oportunidades
tienden a aumentar con el tiempo a medida que crece el desarrollo económico y avanza
la modernización social, debido a tres tipos: El primer tipo son los efectos
estructurales: la innovación tecnológica y la continua diferenciación de ocupaciones;
exigen mano de obra cada vez más cualificada, lo que potencia los desplazamientos
intergeneracionales hacia posiciones más ventajosas. En segundo lugar se dan los
efectos procesuales: los procesos de selección social meritocráticos, se convierten en el
mecanismo de selección preferido allí donde se ha generalizado el acceso a la educación
formal. En tercer lugar, los efectos de composición: como los procesos de logro
predominan en segmentos sociales y económicos más dinámicos, a costa de los que se
encuentran en decadencia, aumenta la fluidez social. Esta visión de la sociedad
industrial constituye un importante ingrediente del complejo ideológico del “modo de
vida americano” o, “el sueño americano”, de acuerdo con el cual el trabajo duro, la
aplicación y la constancia constituyen las llaves del éxito social. Ante esta visión liberal,
la reacción del marxismo académico fue notablemente débil. Consistió en defender una
visión en la que lo esencial era la reproducción de las posiciones de clase. Por ejemplo,
los estadounidenses Bowles y Gintis propusieron la llamada teoría de la
correspondencia, cuyo objetivo era mostrar cómo las similitudes entre las relaciones
sociales en el sistema educativo y las relaciones sociales en el sistema productivo
contribuían a reproducir las desigualdades del capitalismo. También dentro de esta
corriente podemos destacar la del norteamericano Harry Braverman, quien avanzó la
teoría de la descualificación creciente de la mano de obra en el capitalismo avanzado,
que insistía en la degradación y rutinización del trabajo. Pero los resultados procedentes
de censos y grandes encuestas han desmentido la teoría de la descualificación.

Las críticas más consistentes a la narrativa liberal de la modernización, o a las teorías


funcionalistas de la estratificación y la movilidad social, sostienen que existen, además,
diversos factores -que incluyen las peculiaridades culturales de cada país, sus tradiciones
históricas nacionales y los distintos tipos de intervención política que hayan podido poner
en práctica- han generado diferentes modelos de movilidad, que en consecuencia varían
significativamente de unas a otras naciones. Otra línea de crítica a la teoría liberal, es la
formulada en los Estados Unidos por los sociólogos Lipset y Zetterberg. Estos autores
sostienen que podemos esperar una movilidad social relativamente alta solo una vez que se
ha alcanzado un cierto nivel de industrialización y expansión económica y cuando se ha
generalizado el acceso a los títulos y credenciales educativos. Una vez traspasado un cierto
umbral de industrialización, las tasas de movilidad de los países desarrollados serán altas y
muy similares entre sí. También Featherman y Hauser, se preguntan si existe o no
convergencia entre los distintos países industriales hacia un régimen común de movilidad
social, distinguiendo entre la movilidad absoluta y la relativa. Su hipótesis es que, aunque
las pautas de movilidad absoluta puedan diferir entre unas y otras naciones existe un
“régimen de movilidad” subyacente, que es por lo general común a todas las sociedades
con economía de mercado en las que predomina la familia nuclear. La convergencia entre
los regímenes de cambios estructurales los que pueden dar lugar a variaciones muy
significativas de la movilidad absoluta en diferentes países. Finalmente, cabe reseñar los
avances en la teoría de la movilidad social. En el proyecto CASMIN, integrado por los
sociólogos Goldthorpe, Erikson y Müller, el proyecto situó en el centro de su interés la
movilidad de clase. Reconocieron enseguida que la distinción puramente conceptual entre
movilidad estructural y movilidad de intercambio no había conducido a resultados empíricos
satisfactorios. Comenzaron a utilizar los sofisticados modelos estadísticos logarítmico-
lineales. Y llegaron a la conclusión de que en los estudios de movilidad la distinción
pertinente era entre tasas absolutas y tasas relativas de movilidad.

Podemos resumir los dos hallazgos fundamentales de la siguiente manera:

(a)las tasas absolutas de movilidad intergeneracional en las sociedades modernas se


caracterizan por una amplia variación tanto dentro de cada sociedad nacional como entre
diferentes naciones; y

(b) esa amplia variación es un producto sobre todo de los efectos estructurales, porque los
efectos de la fluidez son mucho más estables. Esto significa que en estas sociedades el
cambio en las pautas de movilidad se debe, en lo fundamental, a factores exógenos a la
propia movilidad social. El cambio en las pautas de movilidad social obedece sobre todo al
conjunto de factores de diverso tipo -demográficos, económicos, políticos, etc.- que
determinan el cambio de las estructuras de clase en los distintos países.

2.3. Dos maneras de estudiar la movilidad

A través del análisis de la movilidad de clase (por sociólogos europeos) y el análisis del logro
de estatus (por sociólogos estadounidenses). Cada una de esas dos perspectivas se mueve en
un contexto conceptual distinto para definir, observar y medir. Se refiere, en primer lugar, a la
definición de las posiciones desde la que se produce la movilidad. La cuestión pertinente aquí es
desde dónde y hasta dónde se produce la movilidad. El análisis de los desplazamientos desde
unas a otras clases. Lo que interesa es la movilidad de individuos entre clases que se identifican
por sus posiciones en los mercados de trabajo. El analista de la movilidad de clase supone que
el cambio de una clase a otra implica de alguna manera que todo el sistema de relaciones
sociales asociado a la pertenencia a la clase se transforma con ese movimiento. En cambio, a
quien estudia el logro de estatus le interesa sobre todo el movimiento de los individuos, en
función del prestigio, el estatus socioeconómico o los ingresos. La jerarquía social favorita de los
sociólogos que estudian el logro de estatus es el prestigio ocupacional. Como el prestigio de
cada ocupación es conocido, se pueden medir fácilmente las diferencias entre, por ejemplo, los
padres y sus hijos con solo conocer los empleos que desempeñan. En la práctica, analizar en qué
medida las ocupaciones que desempeñan las personas suponen una ganancia o una pérdida de
prestigio, frente a la movilidad de clase, lo que el logro de estatus analiza es el cambio de
posición en una escala de prestigio ocupacional. La perspectiva sociológica del logro de estatus
es muy apropiada para analizar los factores que determinan el éxito o el fracaso individual ayuda
a responder preguntas sobre los factores que explican quién prospera y quién no en la estructura
ocupacional. Preguntas como: ¿cómo influye la educación o la ocupación de los padres en la
ocupación que consiguen sus hijos?, ¿qué factores distinguen a los hijos de un determinado
origen social que prosperan de los que no lo consiguen El modelo de Blau y Duncan subrayaba
principalmente el papel de la educación y la ocupación de los padres, así como de la educación
y la primera ocupación de los hijos, en el prestigio ocupacional que éstos conseguían. Otro
modelo de logro de estatus -el modelo de Wisconsin-, propuso tomar en consideración algunos
elementos psicológicos y psicosociológicos. Este nuevo modelo incluyó las aspiraciones
educativas y laborales de los hijos y las influencias que estos recibían de sus grupos de
referencia, además de la capacidad mental y el rendimiento académico. Lo que más interesa a
los economistas no es el prestigio ocupacional, sino los ingresos. Consiste en estimar los ingresos
de los padres y de los hijos, y el grado de correlación. Un alto grado de correlación equivale a un
grado bajo de movilidad intergeneracional y, un nivel bajo de correlación indica un grado alto
de movilidad. Un enfoque alternativo consiste en observar los ingresos de los hermanos. Por
último, la perspectiva el logro de estatus ha recibido críticas. En opinión de los críticos, los
modelos de logro de estatus, al buscar las características individuales que determinan el éxito o
el fracaso profesional, dejando a un lado otros factores y procesos estructurales que pueden ser
decisivos para entender cómo la gente cambia de posición social. Por ejemplo, los recursos que
se heredan de la familia de origen (ingresos, prestigio profesional de los padres),
transformaciones sectoriales de la economía que hacen que la agricultura pierda terreno frente
a la industria o que éstos se contraigan ante la expansión del sector de los servicios.

3. ¿Cómo se mide la movilidad social?

3.1. La tabla de movilidad

Las tablas de movilidad presentan la clase de origen en las filas y la clase de llegada o destino
en las columnas. En el caso de la movilidad intra generacional, se registran las clases de origen
y de destino de las mismas personas en dos momentos distintos de su vida. En el caso de la
movilidad intergeneracional, se define como clase de origen la delos padres y como clase de
destino la de los individuos seleccionados. (Consultar tabla página 171) Es importante advertir
que cuando analizamos la movilidad intergeneracional estas distribuciones marginales no se
corresponden exactamente con la estructura de clases en dos momentos precisos del tiempo.
¿Por qué? Primero, porque en una tabla de movilidad intergeneracional no aparecen todos los
miembros de la generación de los padres: algunos de ellos no tuvieron hijos y otros los pudieron
haber perdido. Segundo, como los padres a los que se refieren los datos de una tabla de este
tipo son individuos de diferentes edades, su distribución de clase no se corresponde con la
estructura de clases en un único momento del tiempo. Y tercero, las personas de las que se mide
su clase de destino incluyen tanto a ocupados como a antiguos ocupados, que corresponde a su
última ocupación antes de jubilarse o de perder el empleo, y suelen excluir a los ocupados más
jóvenes (para evitar inferir la posición de clase que acompañan a los comienzos de las carreras
laborales).

3.2. Tasas absolutas de movilidad

Distinguiremos tres tipos de tasas de movilidad a las que llamamos tasas absolutas de
movilidad. Se denomina tasa total de movilidad a la proporción de casos que cambian deposición
entre dos momentos del tiempo, es decir, el porcentaje de individuos cuyo origen no coincide
con su destino y que se encuentran situados fuera de las celdas que componen la diagonal
principal de la tabla. Pero gracias a la clasificación cruzada de origen y destino, con los datos de
una tabla de movilidad se pueden calcular también otros dos tipos de tasas absolutas: las tasas
de salida (la proporción de miembros de un determinado origen que se mueven a un destino
dado) y las tasas de llegada (la proporción de miembros de una posición de destino que
proceden de un determinado origen).

3.3. Tasas relativas de movilidad

El propósito básico de la noción de movilidad relativa es medir las diferentes oportunidades


de alcanzar determinados destinos sociales desde orígenes diferentes. La noción de movilidad
relativa capta el grado de fluidez social, que se produce en una estructura social con
independencia de los cambios producidos en dicha estructura. En ese sentido, la fluidez social
es una posible medida de la igualdad de oportunidades de una estructura social. En la Tabla
5.2, las posibilidades de terminar en la clase de servicio de nivel alto son mucho mayores para
los hijos de padres de esta clase que para los hijos de los trabajadores manuales 13,2% frente a
35,6%. Esta es la idea básica del concepto de movilidad relativa: confrontar la movilidad desde
distintas clases sociales al margen del cambio de su tamaño. ¿Cómo se compara la movilidad
social de unas clases con otras? Con un concepto estadístico fundamental: las llamadas odds
ratios. Por ejemplo, para llevar a cabo la comparación de las probabilidades de alcanzar el
destino A en lugar del destino B para los individuos de origen A y los individuos de origen B, se
usa la siguiente fórmula:

Nº personas procedentes clase origen A que llegan a clase A Odds


ratio= Nº personas procedentes clase origen B que llegan a clase B Odds ratio= Nº
personas procedentes clase origen B que llegan a clase A Nº personas
procedentes clase origen B que llegan a clase B

Indica que las posibilidades de alcanzar la clase de servicio en lugar de la clase de los
trabajadores no cualificados son diez veces más altas para los hijos de la clase de servicio. Esto
es lo que nos permite dar el paso de la movilidad absoluta a la movilidad relativa y poder hablar
así de la fluidez social. La diferencia entre movilidad absoluta y relativa es que mientras la
movilidad absoluta refleja el cambio en la estructura de clases, la movilidad relativa se refiere al
grado de apertura o fluidez social de la estructura. En términos generales, la movilidad absoluta
es más relevante en lo que se refiere a las condiciones de vida de las personas, mientras la
relativa es más interesante en términos analíticos. Sin embargo, la movilidad absoluta tiene una
importancia mucho mayor, porque las ocupaciones y las transformaciones por la
industrialización y la tercerización se reflejan inmediatamente en la movilidad absoluta, pero no
necesariamente en la relativa. Los individuos experimentan personal e inmediatamente la
movilidad absoluta. Es más determinante para el bienestar social y un reflejo del cambio
económico de un país y de la transformación de su estructura de clases. No obstante, la
movilidad relativa también ha merecido nuestra atención aquí porque siendo una medida de la
fluidez sociales también un mejor reflejo de la igualdad o desigualdad de oportunidades de llegar
a los destinos preferidos.

4 Movilidad social intergeneracional

4.1. El caso español

El análisis más importante sobre la movilidad de clase en España lo ha realizado Julio Carabaña.
Este análisis de la movilidad cubre un amplio período de tiempo que se extiende a lo largo del
siglo pasado. España se parece durante la primera parte del siglo XX a otros países que
empezaron a industrializarse tarde, y que tienen asimismo una baja tasa de movilidad
descendente. Sin embargo, para que los españoles nacidos después de la Guerra Civil, España
se termina pareciendo más a otros países como Suecia y EEUU, donde también prevalecen los
desplazamientos desde los orígenes de las clases obreras. El análisis de Carabaña lo lleva a
formular una hipótesis modificada sobre la relación entre la industrialización y la movilidad total.
La industrialización lleva consigo un aumento de la movilidad total que se basa en la expansión
de las clases altas de destino. Sin embargo, a medida que avanza la desagrarización también
cambia la distribución marginal de los orígenes. El efecto de movilidad de la modernización se
ve disminuido a largo plazo por su propio impacto en la estructura de clases, porque cada vez
contiene menos posiciones bajas en la generación de los padres. Lo mismo se podría argumentar
sobre el siguiente paso a la sociedad posindustrial: una vez que ya no quedan muchos individuos
que tenían padres obreros, las tasas de movilidad ascendente bajan. En cuanto a la movilidad
relativa o fluidez social, los hallazgos de Carabaña concuerdan en gran medida con la hipótesis
de una constancia o invarianza de la fluidez social a lo largo del tiempo. Los datos para España
se ajustan a un patrón común descrito por el llamado modelo nuclear como el que se observó
en el proyecto CASMIN para otros países.

4.2. Comparación internacional

Después del proyecto CASMIN, el siguiente gran proyecto comparado del análisis dela
movilidad en Europa fue dirigido por el sociólogo británico Richard Breen. El principal objetivo
siguió siendo el de testar la hipótesis liberal y la llamada hipótesis FJH. Pero mientras en CASMIN
esta tarea se afrontó utilizando una sola base de datos por país, el proyecto de Breen utilizó
hasta 117 encuestas procedentes de 11 países diferentes. Además, CASMIN se apoyaba en datos
entre finales de los años sesenta y mediados delos años setenta, y el nuevo proyecto cubre el
período entre 1970 y 2000. Breen constató que los resultados del proyecto contradicen tanto
la hipótesis de FJH original como la hipótesis modificada de Erikson y Goldthorpe. De hecho, lo
que este equipo descubrió es que sí existen diferencias significativas en cuanto a la fluidez social,
tanto entre países como a lo largo de la historia de cada país. Ahora bien, el rechazo de la
hipótesis liberal sobre los efectos de la industrialización en la movilidad es más rotundo aún si
cabe, ya que las pautas de fluidez no muestran ninguna relación con el nivel de desarrollo
económico. Hay indicios de que la intervención del Estado en un contexto(pos)socialista o
socialdemócrata puede hacer aumentar la fluidez social, pero los ejemplos de Israel o los Estados
Unidos de América demuestran que ese no es el único camino posible. Lo que estos análisis
recientes dejan claro es una cierta convergencia de las estructuras de clases de estos países,
todos los cuales terminan aproximándose en mayor o menor medida al modelo de la sociedad
posindustrial. Además, sugieren que la tendencia que la sociología de la estratificación social ha
mostrado en las últimas décadas a prestar mucha más atención a las medidas de fluidez social
que a las tasas absolutas de movilidad quizá haya sido un camino equivocado. Su propuesta a
este respecto consiste en fijarse con mucho más detalle en cómo el ciclo económico cambia el
tejido productivo y la composición de las clases.

5. Algunas implicaciones y consecuencias de la movilidad social

5.1. Implicaciones teóricas

La magnitud de la movilidad social es básica para evaluar el grado de consolidación o


formación de las clases sociales. Pero, ¿qué se considera una clase social realmente formada?
La identidad demográfica, definida como la ausencia de movilidad, es el primer ingrediente de
la formación de una clase y el requisito previo de su formación social, es el hecho de que sus
miembros comparten oportunidades y estilos de vida similares. Las perspectivas vitales de los
miembros de una clase se hallarán condicionadas por sus orígenes sociales cuando la clase en
cuestión haya adquirido un grado suficiente deformación demográfica. Una clase, para
mantener un mínimo de identidad social debe poseer un cierto grado de estabilidad o
inmovilidad. Y si llegan a tener alguna capacidad de definir colectivamente sus intereses
comunes y movilizarse en su defensa es porque la mayoría de quienes las componen sigue
perteneciendo a ellas a lo largo de sus vidas. En las sociedades posindustriales, el declive de los
sindicatos como actores sociales, puede relacionarse con el escaso grado de formación de las
clases trabajadoras. Sombart, un sociólogo alemán contemporáneo de Weber, publicó en 1905
un libro titulado ¿Por qué no hay socialismo en los EEUU?, apuntando a la movilidad social para
explicar la inexistencia de radicalismo obrero y de movimientos socialistas. La formidable
movilidad social, vertical y horizontal, en los EEUU supuso para su clase trabajadora una
permanente puerta de huida hacia la libertad del cambio de clase social gracias a un tremendo
dinamismo económico y a la expansión colonial al oeste. Una clase social insuficientemente
formada debido a la intensidad de la movilidad social es muy improbable que se convierta en un
actor social relevante.

5.2. Consecuencias prácticas

En primer lugar, ¿qué relación hay entre igualdad, desigualdad y movilidad? Imaginemos una
distribución de recursos (la renta, por ejemplo) con un cierto grado de desigualdad cuya forma
no cambiara con el paso del tiempo. Consideremos ahora dos supuestos. En el primero, las
mismas personas permanecen exactamente en las mismas posiciones. En el segundo supuesto,
aunque la forma de la distribución no cambia, sí lo hacen los individuos que componen esas
posiciones. En la terminología que hemos presentado antes, toda la movilidad a lo largo del
período sería movilidad neta o circulatoria y el grado de formación de estas clases de renta sería
nulo. Lo que esto significa es que para evaluar el impacto de la desigualdad no basta con
examinar la forma de la estructura, sino que es imprescindible precisar cuántos individuos
circulan por ella o cambian de posición. La desigualdad, en suma, es inseparable de la
movilidad. En segundo lugar, en todas las sociedades modernas la movilidad social se ha
convertido en una cuestión de interés político. Implica que la gente obtiene sus recompensas de
acuerdo con sus propios méritos y no debido a ventajas o privilegios heredados. Una sociedad
más móvil es también una sociedad más abierta: una sociedad animada por un grado suficiente
de dinamismo interno ofrece a sus miembros la oportunidad de promocionarse y mejorar su
posición social de origen. Así, para los economistas, el peso de los factores adscriptivos y las
barreras a la movilidad facilitan una asignación ineficiente del talento. El resultado de esta mala
asignación del talento es una menor productividad. Para los economistas, por tanto, la movilidad
es un indicador del grado de eficiencia de una sociedad. Por otra, la movilidad social entronca
directamente con los valores centrales de las democracias liberales y la posible justificación de
las desigualdades: de acuerdo con esos valores, en una sociedad perfectamente móvil las
desigualdades observables estarían legitimadas al atribuirse a diferencias individuales de talento
y capacidad. Pero hay que determinar con precisión la naturaleza de las desigualdades
observables: si se han heredado por medio de algún proceso adscriptivo y por tanto son
repudiables, o si se han conseguido en virtud del logro personal y por tanto son aceptables. En
resumen, la evidencia de altas tasas de movilidad puede utilizarse para argumentar que existe y
funciona una auténtica meritocracia.

La meritocracia y sus paradojas

La idea central de la meritocracia es la persistencia de desigualdades necesarias, cuya


distribución se realiza de tal modo que se aprovechan de modo óptimo los recursos humanos
básicos de la sociedad.

El tipo ideal de sociedad meritocrática implica:

a) Que las posiciones sociales se distribuyen de acuerdo con el mérito y la cualificación.

b) Que la educación formal es el medio principal.

c) Que la posibilidad de acceso a la educación formal depende solo de sus


preferencias y capacidades. Los críticos de la meritocracia han tendido a señalar que si la
igualdad social es un ideal deseable, no es por el camino de la educación como se logrará, sino
por el de las reformas estructurales directas. El problema fundamental es que también los
resultados de los test de inteligencia presentan una notable correlación con el origen social. Si,
por ejemplo, un 80% de las capacidades intelectuales son hereditarias, una vez estratificada la
sociedad con arreglo a ellas, la herencia de la posición social sería de un 80%, y la movilidad
social quedaría reducida al 20%.En todo caso, cabía aceptar la conclusión de que, si el ambiente
escolar e incluso familiar se igualaban, las únicas diferencias relevantes serían las provenientes
de la herencia genética, por tanto, cuanto más meritocrática una sociedad, menor sería en ella
movilidad y mayor la herencia social transmitida a través de la herencia biológica.

TEMA VI CONSECUENCIAS DE LA DESIGUALDAD SOCIAL

2 Las múltiples consecuencias de la desigualdad

Ocupar una determinada posición en una estructura social supone disponer de una cantidad
de recursos socialmente valorados que distingue a esa posición social de otras.

Esas cantidades desiguales de recursos se asocian con oportunidades vitales desiguales y


deciden en una importante medida el destino social de las personas. Pero la gente no suele
experimentar la desigualdad respecto a los demás en un único tipo de recurso o recompensa
social, sino en varios a la vez.

2.1. Distintos efectos de la clase y el estatus

Los enfoques contemporáneos postulan que el espacio de la estratificación social y los


procesos por los que se estructura la desigualdad social incluyen más de una dimensión
relevante. La clase y el estatus -dos conceptos de naturaleza más relacional que atributiva-se
han convertido así en los dos terrenos dominantes del análisis sociológico de la
desigualdad. Mientras las clases sociales se refieren a grandes agregados de personas que
comparten una misma posición social y económica derivada del tipo de trabajo que hacen, el
estatus apunta hacia el grado variable de prestigio, estima o reconocimiento que se atribuye a
diferentes posiciones sociales. Si las clases se generan en los mercados de trabajo y en las
unidades productivas, cabe esperar que sean relevantes para explicar las desigualdades que
nacen de forma inmediata y directa de las relaciones laborales. Las distintas cantidades de renta
que las personas obtienen a cambio de su trabajo o el grado diferente de seguridad con que las
perciben (como consecuencia del desempleo) son claros ejemplos de posibles efectos de la clase
en las desigualdades económicas. Otros dos campos en los que los efectos de clase se hacen
muy patentes son las desigualdades de logro educativo y las desigualdades de salud. Finalmente,
un último caso en el que se han planteado también posibles efectos de clase es el de varias
formas de participación política y, en particular, la decisión de voto. Por lo que se refiere al
efecto del estatus, el estatus establece distancia social entre las personas y, al hacerlo, ofrece
oportunidades y pone limitaciones a las relaciones sociales. La gente tiende a emparejarse o a
trabar amistad con quienes tienen su mismo o parecido estatus. Por otra parte, siendo el estatus
básicamente prestigio, una segunda manifestación del mismo es la tendencia a exhibir estilos
de vida que reflejan la distinción incorporada a las posiciones a las que se reconoce un
determinado estatus. En las sociedades contemporáneas, se hace muy patente, en la esfera del
consumo cultural. Antes hay que advertir que en ocasiones los efectos de estas dos
dimensiones de la estratificación no son enteramente discernibles, por ejemplo, en el
comportamiento político. En un trabajo reciente, dos destacados estudiosos norteamericanos
de la estratificación, defienden que en las últimas décadas se ha producido una palpable
disminución de las simplificaciones políticas e ideológicas de la clase, mientras las desigualdades
graduadas, notablemente las asociadas a la renta, resultan cada vez más importantes y tienen
un efecto creciente en las desiguales oportunidades de consumo.

3 Desigualdades en el mercado de trabajo

Si las clases se definen por las relaciones sociales que se establecen en los mercados de trabajo
y las unidades productivas. El mercado de trabajo es así la matriz social básica dela que nacen
las clases.

Los individuos situados en distintas posiciones de clase difieren en:

1) la cantidad de renta que perciben;

2) la estabilidad de sus ingresos; y

3) las perspectivas de promoción profesional. Para ilustrar esto examinaremos las asociaciones
que se producen entre clase social y renta, clase social y desempleo y clase social y jubilación.

3.1. Clase y renta

La propuesta teórica sociológica más relación da con el análisis de las diferentes retribuciones
monetarias que reciben las clases sociales quizá sea la teoría del cierre social. El cierre social
tiene lugar cuando determinados grupos intentan tener el monopolio de las ventajas y
maximizar las recompensas asociadas a una posición, manteniendo al resto de grupos al margen.
La socióloga estadounidense Kim Weeden señaló la existencia de varios mecanismos que lo
explican. Al margen de la propiedad privada y de los mecanismos informales como las redes
sociales, los requisitos en forma de certificados académicos específicos que se requieren para el
acceso a gran parte de las ocupaciones son quizá los más evidentes; otras ocupaciones utilizan
mecanismos como la representación en asociaciones o la afiliación sindical. Otro estudio
realizado en el Reino Unido en los años setenta y al final de los años noventa, analiza la
estabilidad económica y la relación entre edad y renta, mostrando la evidencia de diferencias
clasistas: son las rentas de las clases trabajadores las más sujetas a una potencial inestabilidad
económica, puesto que para las clases trabajadoras, una cantidad mayor de trabajo realizado se
corresponde con una mayor retribución. Mientras en las ocupaciones de la clase de servicio
disfruta de una mayor autonomía, propia de un tipo de intercambio más difuso (la llamada
relación de servicio). También es de señalarla renta permanente, obtenida a lo largo del ciclo
vital. Al principio de la vida laboral, hasta aproximadamente los 25 años de edad, las distintas
clases se encuentran en unos niveles de ingresos relativamente similares: hasta ese momento,
los profesionales y directivos jóvenes tienen ingresos solamente algo superiores a los
trabajadores manuales y no aumentan a un ritmo demasiado diferente. Las diferencias no se
encuentran, por lo tanto, en el punto de partida sino en cómo evolucionan con la edad: si nos
fijamos en ambos extremos, las curvas para la clase trabajadora se muestran muy estables
(prácticamente planas) muy temprano en su vida, mientras que las curvas para la clase de
servicio no cesan de aumentar hasta una fase del ciclo vital muy tardía.

3.2. Clase social y desempleo

El desempleo no afecta por igual a todas las clases sociales. Analizamos los datos en un estudio
comparativo entre Austria, Francia y Gran Bretaña con España. Separando datos entre hombres
y mujeres. Entre los hombres españoles las tasas más elevadas se encuentran entre los
trabajadores manuales cualificados y los trabajadores no cualificados. Mucho más baja entre los
directivos y profesionales de nivel alto y bajo. También es baja entre los autónomos y pequeños
propietarios, quienes muchas veces pueden adaptarse a los períodos de poca actividad
económica reduciendo sus horas de trabajo. Pero las tasas de desempleo del Reino Unido,
Austria y Dinamarca, entre unas clases y otras son apreciablemente más pequeñas. Las tasas de
desempleo de los trabajadores no cualificados en España es 6,5 veces más alta que la de los
directivos y profesionales de nivel alto, esa misma razón se sitúa en 5 en Austria, 3,8 en el Reino
Unido y tan solo 3,5en Dinamarca. Por lo tanto, las desigualdades de clase son más acentuadas
en España. La situación entre las mujeres es semejante. Los datos analizados reflejan la
enorme segmentación que existe en el mercado laboral español. Esta es una de las
características de los países del sur de Europa. Los mercados de trabajo de estos países se
encuentran segmentados entre un sector de trabajadores que disfrutan de un alto grado
de seguridad laboral y otro compuesto de trabajadores precarios que en períodos de crisis caen
fácilmente en el desempleo. Dos conclusiones se derivan de este análisis. En primer lugar, entre
las distintas clases:

las clases trabajadoras experimentan una incidencia del desempleo claramente mayor. Por
tanto, una forma de entender las mayores tasas de desempleo españolas en relación con las de
otros países europeos es a partir de su estructura de clases, que en España sigue reflejando una
mayor proporción de trabajos no cualificados. En segundo lugar, en España se observan
marcadas diferencias de género en cuanto a la participación en el mercado laboral y riesgo de
desempleo.

3.3 Jubilación y clase social

Radl ha analizado las pautas de estratificación social en la transición desde el trabajo a la


jubilación en once países europeos occidentales. Un hallazgo central es que existe un fuerte
impacto de la clase social en la edad de salida del mercado laboral. Los trabajadores que se
jubilan más tarde se encuentran sobre todo en el extremo superior e inferior de la jerarquía
ocupacional, además de entre los autónomos y pequeños empresarios. En cambio, hay una
marcada tendencia hacia la prejubilación entre los trabajadores manuales cualificados, los
supervisores y las ocupaciones intermedias. Además, los efectos de la clase son muy parecidos
entre hombres y mujeres. En España los resultados principales se pueden resumir de la
siguiente manera. La clase de servicio se halla, en gran medida, protegida de los riesgos
principales de la carrera laboral tardía: a saber, la pérdida de empleo y los problemas de salud,
y pueden decidir el momento de su jubilación en función de criterios financieros. Puesto que el
sistema español de pensiones contempla sensibles reducciones de renta por jubilación
anticipada, los empleados con elevada cualificación serán capaces de adaptar su
comportamiento de jubilación al esquema de ajuste que para los próximos años impone la
reforma del sistema de pensiones. Los trabajadores manuales, tanto cualificados como no
cualificados, muestran altas tasas de salida involuntaria del mercado de trabajo. Con un elevado
riesgo de desempleo e incapacidad durante la fase final de sus carreras. En consecuencia, una
disminución de sus pensiones. Los autónomos y los pequeños propietarios, de igual modo que
los agricultores, permanecen en el mercado de trabajo durante más tiempo que los empleados
por cuenta ajena. Si no es por razones de mala salud, mantienen el empleo más tiempo. Su no
dependencia de un empleador, así como la posibilidad de ir reduciendo gradualmente sus horas
de trabajo a medida que cumplen años, les permitirá adaptarse al retraso de la edad de
jubilación.

4 Otros resultados de la desigualdad de clase

4.1. Clase social y logro educativo

El origen de esa asociación es bastante obvio: diferentes sectores sociales pugnan por situar a
sus hijos en las mejores condiciones posibles respecto de los bienes socialmente valorados que
a la larga van a determinar sus oportunidades vitales. La educación es, sin ningún género de
dudas, uno de esos bienes socialmente valorados que amplía de forma muy notable el rango de
las oportunidades vitales. La inversión en educación se convierte en una de las principales
estrategias de las familias. Puesto que históricamente la educación formal ha sido un bien
escaso, ha sido también un recurso por el que competían las distintas clases sociales. Distintos
enfoques y teorías han pretendido explicar los mecanismos que producen los contrastados
diferenciales clasistas de logro educativo en las sociedades avanzadas. Es una fuerte asociación
entre el logro educativo y la procedencia social y una desigual distribución de los títulos
educativos entre las distintas clases.

El caso español ilustra muy bien dicha asociación a lo largo de gran parte del siglo XX. Las
distribuciones del nivel de estudios y clase de origen no son independientes. Dicho en otros
términos, en España, y para la población nacida entre 1920 y 1966, la clase de origen ha
producido una distribución de las titulaciones académicas que tiene una clara relación con la
clase de origen. Los hijos pertenecientes a la clase de servicio han tenido veinte veces más
probabilidades de conseguir un título universitario que los hijos de los obreros del campo. La
excepción, ya conocida a esta pauta, son los hijos de padres pertenecientes a la pequeña
burguesía del campo, que muestran un promedio de años de estudio y un porcentaje de
universitarios inferiores a los de los hijos de los trabajadores urbanos (aunque superiores a los
de los obreros del campo). Se puede suponer, además, que la superioridad educativa les ha
resultado a esos estratos necesaria para mantener su ventajosa posición social. Por otra parte,
durante la segunda mitad del siglo XX los sistemas de enseñanza se han desarrollado de forma
espectacular, los recursos públicos han tendido a incrementarse. La pregunta es entonces,
¿cómo ha influido esa enorme expansión educativa en la desigualdad de oportunidades
educativas? La investigación desarrollada sobre todo en los Estados Unidos apuntó a una
disminución gradual pero sostenida de la misma a medida que los procesos de industrialización
y modernización se desarrollaban y los sistemas educativos se expandían. La educación se iba
convirtiendo en un factor de logro basado en el mérito y el talento personal y, por ende, en un
criterio no adscriptivo de estratificación social. Contra esta visión optimista de las sociedades
industriales, la investigación comparada sobre las pautas de variación de las desigualdades
educativas realizada a principio de los años noventa por Shavit y Blossfeld, propusieron la
llamada tesis de la persistencia de la desigualdad. Por otra parte, hay pruebas concluyentes de
que en España la reducción delas desigualdades clasistas de oportunidades educativas ha sido
inequívoca.

4.2. Clase y desigualdades de salud

Si bien, no es fácil interpretar la relación entre desigualdad económica y salud cuando


tomamos como unidad de análisis a los países, al fijarnos en los individuos dentro de estos sí se
aprecia una relación lineal entre el nivel de vida de los individuos y su salud, algo que el
epidemiólogo británico Michael Marmot ha denominado el síndrome del estatus. Marmot y sus
colaboradores descubrieron que los importantes diferenciales de salud que apreciaban eran una
maqueta en miniatura, no solo de la sociedad británica en su conjunto, sino de cualquier otra
sociedad del mundo. Una de las conclusiones consiste en descartar la idea de que las diferencias
de salud tienen lugar exclusivamente entre los pobres y el resto. La evidencia empírica mostraba
que los efectos de la posición socioeconómica sobre la salud tienen lugar en toda la escala de
las clases sociales. La evidencia de la que se dispone en fechas más recientes muestra de
manera elocuente que los resultados de salud de los individuos dependen de su posición social
y que esta relación se mantiene en el tiempo y en sociedades con distinto nivel de
desarrollo. En cuanto a los mecanismos causales que están detrás de las desigualdades de
salud, la educación puede afectar a la salud a través de la adopción de estilos de vida más
saludables. Además, el nivel educativo alcanzado afecta a la ocupación que se tiene y a los
ingresos que se obtienen. Los ingresos pueden tener un efecto sobre la salud individual a través
de varias vías. Una mayor renta permite acceder a entornos y estilos de vida más saludables. Al
uso de la renta para analizar las desigualdades de salud se le ha criticado estar sujeto a
problemas de causalidad inversa, en la medida en que tener buena salud es condición necesaria
para acceder a determinado tipo de ocupaciones, a tener una relación estale con el empleo, etc.
La ocupación puede, por su parte, afectar a la salud de los individuos a través de las condiciones
de trabajo. La existencia de la clasificación socioeconómica EseC, permite realizar un análisis
más específico sobre los efectos de la clase social. Analizando los países de España, Francia,
Italia, Alemania y Reino Unido. En términos generales, las clases trabajadoras, tanto cualificadas
como no cualificadas, perciben su salud de manera más negativa que las clases que se componen
de los grandes empleadores y los directivos y profesionales. Analizando con más detalle estos
datos, encontramos que la salud percibida es en general un bien más escaso en Italia que en
Francia pero, a cambio, se encuentra menos desigualmente distribuido: España constituye un
caso interesante, con una distribución dela salud (subjetiva) aún más clasista. La salud, sin
embargo, se encuentra aún más desigualmente distribuida en el Reino Unido y en
Alemania. Entre las mujeres, en el panel de la derecha, se aprecia una tendencia similar. En
términos generales, las mujeres de todos los grupos perciben su salud como peor que las de los
hombres de clases equivalentes. En cualquier caso, debido a la naturaleza subjetiva de la
medida utilizada aquí -la salud percibida- es importante interpretar esos datos con cautela. Lo
que significa tener mala salud depende del contexto cultural y de los estándares de referencia
que tiene cada uno.

4.3. Clase e inmigración

El estudio sobre migraciones ha mostrado que los inmigrantes no se distribuyen por igual en
el mercado de trabajo de destino, lo que da lugar al fenómeno de la concentración étnica: los
inmigrantes tienden a ocupar nichos laborales diferentes en función de sus orígenes. El
funcionamiento de sus propias redes sociales o el escaso tiempo de permanencia en el país de
destino llevan a los inmigrantes a ocuparse ampliamente en los empleos que se sitúan en la
parte más baja de la estructura ocupacional. Incluso cuando esos factores se controlan en los
modelos estadísticos, las oportunidades laborales de los inmigrantes económicos aparecen
lastradas por lo que se suele llamar la penalización étnica. El resultado es su masiva
concentración en empleos mal pagados y con pocas perspectivas de promoción laboral y, en
consecuencia, su incorporación a las clases menos favorecidas del país de destino. En general
los inmigrantes desempeñan trabajos de calidad netamente inferior a los delos españoles y, en
consecuencia, forman parte de las clases menos ventajosas. Por eso, el fenómeno de la
inmigración no ha sido neutral para la distribución de las clases en España, sino que ha hecho
aumentar las clases trabajadoras que se sitúan en los peldaños más bajos del sistema de
estratificación. Un estudio ha mostrado que los inmigrantes procedentes de países ricos tienen
más presencia que los españoles en el sector de los servicios de alto nivel, estos inmigrantes
procedentes de países desarrollados se concentran en los sectores económicos de alta
productividad que exigen profesionales en puestos de trabajo de gran calidad en términos de
cualificación, ingresos y prestigio. En cambio, el resto de los inmigrantes se concentran más que
los ocupados nativos en la agricultura, la construcción y los servicios personales. Estos
inmigrantes de los países desarrollados aventajan relativamente a los españoles en las
ocupaciones de directivos y gerentes, técnicos y profesionales científicos; los igualan en las
ocupaciones de empleados administrativos y trabajadores de los servicios; y presentan déficit
acusados entre operadores, ocupaciones elementales y trabajadores del sector agrícola. Por
contra, el resto de los europeos (del Este), los africanos y los latinoamericanos se caracterizan,
en cambio, por situarse desproporcionadamente respecto a los españoles en las ocupaciones de
menor calidad. Estas diferentes pautas de inserción ocupacional sugieren que, tal y como
predice la teoría, nativos e inmigrantes ocupan en la sociedad anfitriona una posición de clase
muy distinta, y sugieren tanto una presencia desmedida en las clases trabajadores como una
ausencia en las clases más favorecidas asimismo desproporcionada en relación con la dela
población nativa.

5 Dos efectos más de las desigualdades sociales

5.1. Clase y comportamiento político

Hay dos cuestiones sobre las que giran los debates del llamado voto de clase o clasista: la
cuantificación del efecto y las explicaciones del voto clasista. En primer lugar, conviene
determinar la fuerza de la asociación entre ambas variables, es decir, cuánto afecta la clase social
al voto y cómo ha ido variando su peso a lo largo del tiempo. Alfrod agrupó todas las ocupaciones
en dos categorías, trabajadores manuales y no manuales, y todas las opciones políticas en otras
dos, izquierda y resto de opciones, para estudiar la evolución del voto clasista en Gran Bretaña,
Canadá, el Reino Unido y Australia, llegando a la conclusión de que el voto de clase había perdido
fuerza entre los años cincuenta-sesenta y los ochenta del siglo pasado. Los trabajos más
recientes incorporan esquemas de clase más completos, mayor cantidad y variedad de opciones
políticas, y ofrecen resultados en parte diferentes: si bien parece cierto que el voto de clase
parece haberse debilitado en algunos países al utilizar la distinción dicotómica entre la izquierda
y el resto, cuando se incorporan todas las opciones disponibles no se puede afirmar, salvo para
los países escandinavos, que en las democracias occidentales el voto de clase haya perdido
fuerza. Sobre la evolución del voto de clase en España, no existe una tendencia clara hacia un
debilitamiento de la relación entre clase y voto global. Entre1986 y 2000, los trabajadores
manuales, sean cualificados o no cualificados, tienden a apoyar al PSOE; el rechazo a este partido
por parte de la clase de servicio es, además, notable. A pesar de la tendencia general en las
elecciones de 1996 y 2000 a un mayor apoyo al PP, todos los trabajadores manuales mantenían
un nivel de voto a este partido notablemente inferior a la media, mientras los propietarios y la
clase de servicio de nivel alto tendieron a apoyarlo en proporción muy superior al electorado en
general. El voto a IU contó con apoyos (tal vez sorprendentemente) interclasistas, desde la clase
de servicio de nivel bajo hasta los trabajadores manuales no cualificados, y con un rechazo claro
delos pequeños empresarios y autónomos. Es importante comprender las explicaciones que se
encuentran detrás de dicha asociación entre clase y voto. Por un lado, tenemos explicaciones
basadas en la identificación ideológica y/o partidista de los ciudadanos. Los votantes adquieren
su afinidad partidista en el seno de la socialización familiar y la mantienen de manera
notablemente estable en el tiempo. Por otro lado, se encuentran las explicaciones basadas en
los intereses económicos, que no es exclusiva de la sociología. Se argumenta que la relación
entre clase y voto tiene lugar porque los ciudadanos tratan de optimizar sus intereses de clase,
que son fundamentalmente económicos. Este tipo de explicaciones también se relaciona de
manera clara con el teorema del votante mediano propuesto desde la economía política. Esta
teoría postula que el votante mediano (decisivo en la competición electoral), cuyos ingresos se
encuentran por debajo de la media, tenderá a favorecer las políticas que implican un cierto nivel
de redistribución. Los partidos políticos tienen en cuenta esta preferencia del votante mediano
y la incorporan a sus cálculos electorales. Estos dos grandes tipos de explicaciones no dan
cuenta de por qué ha podido perder peso el voto de clase o clasista.

Geoffrey Evans se refiere a cinco tipos de explicaciones fundamentales:

1) los procesos de aburguesamiento de las clases trabajadoras;

2) el conflicto basado en las clases se ha visto desplazado por nuevas divisiones sociales como el
género, la raza y la etnia;

3) los mayores niveles formativos de los ciudadanos hacen que estos puedan, en cada vez mayor
medida, tomar sus decisiones políticas;

4) los valores pos materialistas están desplazando a la tradicional división ideológica entre
izquierda y derecha a la hora de tomar las decisiones de voto; y

5) dado que la clase trabajadora supone un porcentaje menor que en el pasado del electorado,
los partidos de izquierda han tenido que moderar sus programas para intentar captar a las clases
medias.
5.2. Estatus y consumo cultural

Los analistas del consumo cultural se han apoyado fundamentalmente en tres tipos de
propuestas teóricas. En primer lugar, la teoría de la homología (Bourdieu), defiende que la
correspondencia entre ambos procesos de estratificación, socioeconómica y cultural, es muy
estrecha. En su célebre libro La distinción, expuso cómo los gustos e intereses individuales
tendían a estar determinados por la posición socioeconómica. A través de la socialización,
distinta para cada clase, se forman determinados gustos y preferencia, que se internalizan hasta
que llegan a ser una segunda naturaleza de las personas. Además, al igual que en el terreno
económico, en el ámbito cultural existe competencia y conflicto. Las clases dominantes hacen
gala de unos hábitos cultivado y movilizan su capital cultural, además del económico, para
mantener su posición privilegiada presentando sus gustos como los más legítimos y
distinguidos. En segundo lugar, las tesis de la individualización representadas, por ejemplo, por
Ulrich Beck, afirman que el aumento general del nivel de vida, la creciente movilidad social y
geográfica, la intensificación del género, la etnia, la clase social, han dejado de constituir
elementos que definan la acción social y los estilos que se definen ahora por una gran libertad
de elección individual. En ter lugar, en contra de los postulados de la teoría de la homología,
las clases altas no solo no despreciaban las manifestaciones populares de consumo sino que las
consumían, incluso en mayor medida que las clases trabajadoras. Las clases favorecidas
consumirían, de acuerdo con esta propuesta, más cultura en general y de una mayor variedad
de tipos, incluyendo los más populares, que los estratos menos favorecidos de la
población. Sobre consumo cultural, Joahn Goldthorpe y Tak Wing Chan, en un artículo del
año2007, resumían sus diversos análisis sobre el consumo de actividades culturales en Inglaterra
(una sociedad tradicionalmente considerada como una de las más clasistas). Sus resultados
muestran que el consumo de cultura en aquel país no se encuentra ordenado siguiendo
estrictamente el espejo de la estructura social. La fuente de diferenciación se halla más bien
entre los consumidores omnívoros, es decir, de todo tipo de productos culturales, que se
encuentran fundamentalmente en las posiciones sociales más favorecidas, y los consumidores
unívoros, que únicamente se nutren de productos populares. En cuanto a la segunda cuestión
que puebla la literatura actual sobre las desigualdades sociales en la participación cultural, se
desprenden más o menos directamente de la obra de Max Weber, que apuntan a que el estatus
puede ser más apropiado que la clase para analizar los estilos de vida, el análisis empírico
reciente ha permitido comparar la capacidad explicativa de los distintos indicadores disponibles.
La evidencia empírica indica que son el estatus -más que la clase social- y el nivel educativo los
factores que en mayor medida logran dar cuenta de las diferencias en el consumo de cultura.

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