Informal son todos aquellos elementos que definen un texto como mal. Estas se dividen en: Características externas. Son aquellas que mejoran un texto por ejemplo se observan a simple vista sin necesidad de leer el texto y se refiere a la distribución del contenido (párrafos) y el esquema de presentación Características internas. Estas son aquellas características que se observan al leer un texto tales como la objetividad, subjetividad, marcas textuales, modos discursivos y prototipos textuales.
Independientemente de cuál sea la intención del
hablante, el texto debe tener unidad en el tratamiento del asunto, integridad en los aspectos tratados, claridad en la presentación de las ideas; además de coherencia en la organización de la información, propiedad en el uso de las expresiones, corrección en el empleo de las palabras y precisión en la forma de plantear el tema. ¿En qué consiste cada cualidad? unidad de propósito: Se logra cuando los conceptos tratados en cada párrafo tienen el único compromiso de aportar información pertinente con la intención del autor. Coherencia: Es el resultado de la intimidad conceptual que reina entre las ideas vertidas en el texto. Integridad: un texto es íntegro cuando todos los aspectos contribuyen a dar cabalidad y plenitud al tema tratado. . Precisión: Esta cualidad funciona como una podadora de la integridad. La precisión propicia que se expongan las ideas indispensables para que el tema sea completo, sin entrar en detalles triviales. Propiedad: Las palabras empleadas en la exposición se han seleccionado por su adecuación al concepto que dan a conocer; son las más representativas del concepto. Corrección: Cualidad que exige el correcto uso de cada vocablo, y que por lo mismo muestra el cuidado que el autor pone en su cultivo intelectual. Claridad: El mensaje se entiende desde la primera lectura, por lo cual se dice que la claridad se logra cuando las otras cualidades están presentes en el discurso. Sea cual sea la forma que adopte un texto el lector debe poder comprenderlo con facilidad, lo que resulta imposible cuando la propiedad y corrección de los vocablos empleados aparecen lesionados, cuando las oraciones carecen de lógica o tienen una sintaxis muy rebuscada, y/o cuando los párrafos aparecen desordenados. En cambio, el lector estará en capacidad de comprender el mensaje desde la primera lectura, si el texto está bien concebido y las ideas expuestas con sencillez y naturalidad, con esa sencillez y naturalidad que es fruto de conocer las normas de nuestro código lingüístico y sujetarnos a ellas sin rigidez. La unidad de sentido es lo que le confiere identidad al texto. un texto no es tal cosa si lo que tenemos es un conjunto de párrafos aislados u oraciones sueltas. Es vital que todos los párrafos estén estrechamente ligados con el tema central. La unidad de sentido se beneficia cuando la intención del emisor está encaminada a tratar el tema de una forma íntegra, pero también precisa. Para lograr claridad es preciso ante todo que tengamos bien definido el propósito del mensaje, haber buscado la información necesaria para dar solidez a la expresión, y haber decidido cuál es el tipo de prosa adecuado para que ese mensaje en particular llegue con más fuerza al receptor. Si queremos contar una anécdota, conviene la narración, si la intención es dar a conocer las últimas investigaciones acerca de la incidencia del café en la salud, elegiremos la prosa expositiva, pero si nos sentimos defraudados por las contradicciones que arrojan los resultados de los estudios alrededor de la negra bebida, entonces optaremos por un ensayo. En cualquier caso cuidaremos la consecución de la unidad de sentido, pues así la claridad queda favorecida. Es importante, y debemos anotarlo, que las palabras elegidas reflejen las ideas sin generar ambivalencias, y que las organicemos en oraciones bien construidas, tanto si se da prioridad a las estructuras simples y coordinadas, como si se prefieren las más complejas construcciones subordinadas en la elaboración de los párrafos