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Docencia y Enseñanza:
Hacia una Antropología Ética de la Docencia.
Nombre: José Martínez Arellano.
E- mail: mtzarellano1968@hotmail.com

Preparación: Licenciatura en Filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).


Candidato al Grado de Maestría en Docencia para la Educación Media Superior (MADEMS) por la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Miembro de la Comunidad Mexicana de Educación Filosófica (COMEFilos).
Institución donde labora: Escuela Preparatoria Oficial No. 16.
Subsistema: Media Superior de Bachillerato General.
Estado: Av. Arenal, El Tepalcate, Chimalhuacán, Estado de Mexico, C. P. 56330.
Tels. 5852 83 00 / 5113 58 72.

E-mail: prepa16lobo@prodigy.net

Mesa de trabajo: Docencia e Investigación en Educación.

Abstract

Sobre un diagnóstico de nuestra época, Lipovetsky señala que el cuadro sintomatológico se llama la “era
del vacío”, es decir, la posmodernidad o tardomodernidad que ha puesto su morada y que se reproduce
cotidianamente en la vida privada de las personas, no ha sido invitada, sino que irrumpió violentamente en la historia,
en la sociedad, en la cultura, en las familias, en los jóvenes y ha llegado a las escuelas. Es una crisis de la razón,
que se caracteriza principalmente por una fragmentación del sentido y de valores.

Vivimos tiempos de crisis y de grandes transformaciones. Por ello la escuela debe responder a los nuevos
desafíos y sus actores, a saber; docentes y alumnos; ya no se pueden considerar como dos horizontes inalcanzables
y ajenos a la construcción del conocimiento y de los aprendizajes. Así, Docencia y Enseñanza, se presentan como
diálogo y palabra, es decir la construcción de una koinonía (Comunidad de enseñanza y aprendizaje), donde el
docente y sus alumnos conviven, participan y comparten la enseñanza. El acto del aprendizaje no supone alguien
que “enseña” y alguien que es “enseñado”. De este modo, pensar la educación mas allá de la pedagogía y de las
técnicas, nos alejará de la suposición de un mundo de superiores e inferiores, de gente que sabe y de gente que no
sabe.

Por ello, debemos asumir que una Educación que no considere lo humano y la dignidad humana como lo
central y fundamental en la formación de los estudiantes, debe ser considerada como una Educación enajenada. Los
nuevos modelos pedagógicos y didácticos, no pueden ser asumidos como la “panacea” de los problemas de la
escuela y de las aulas de clase, si no están articulados a la trayectoria biográfica y profesional del Docente. Porque el
docente de este tiempo no sólo enseña con sus “palabras”, también enseña con su “testimonio y ejemplo”.
Finalmente, “decir” y “mostrar” constituyen la “iconicidad” del Docente (modelo e imagen de sus estudiantes).
2

Docencia y Enseñanza: Hacia una Antropología Ética de la Docencia.

“Nunca somos/ a solas sino


vértigo y vacío/ muecas en el espejo
del horror y vómito. La vida no es de
nadie, todos somos la vida/ pan de sol
para los otros/ los otros todos que
nosotros somos/ para que pueda ser
de otro modo/ salir de mí, buscarme
entre los otros/ los otros que no son si
yo no existo/ los otros que me dan
plena existencia”.
Octavio Paz (Fragmento Piedra de sol).

Introducción.

Hoy en día, en las sociedades globales, se encuentra un paradigma predominante: la


unificación de los mercados, la presencia de sociedades y culturas que impactan, de
manera especial la escuela, la enseñanza y la docencia. Por otro lado, la modernidad
arroja señales de ruptura y fragmentación de la vida cultural, política y económica.
Estos problemas evidencian la presencia de dos perspectivas, la primera señala el afán
por la unificación e interdependencia (univocismo) y la segunda se caracteriza por una
fragmentación de la realidad que se traduce en un estado de pérdida total, pobreza
extrema e indigencia espiritual en la que se encuentran las sociedades actuales
(equivocismo). La primera inalcanzable, por ser rígida y dogmática, la segunda por
dispersa y relativista.

En consecuencia, ¿cómo subsanar esta dicotomía entre la universalidad y las


particularidades, entre la enseñanza y la docencia, de la realidad como del individuo?
¿Cómo recuperar el sentido original de la educación como formación del ser humano?
¿Es posible seguir pensando en una enseñanza y en una docencia para el cuidado y
procuración del bien común en las comunidades escolares?

Por esta razón, este trabajo intentará considerar algunos de los elementos que ha
propuesto la hermenéutica como un punto intermedio no sólo para los excesos, sino
también para las intenciones. Es en ella donde encontramos un marco conceptual y una
3

perspectiva ética y ontológica como dispositivo emergente para la construcción de una


educación que propicie la formación y el cuidado de los estudiantes.
La apuesta por la hermenéutica es solventar los extremos, el término medio entre
ambos, una posición intermedia y analógica, que brinde nuevas posibilidades a la
enseñanza, a la docencia y a la filosofía misma. Este nuevo camino de la hermenéutica
es donde se sitúa la antropología ética de la docencia como vocación, servicio y actitud
ética-dialógica, pero sobre todo, como la expresión de un camino humano y de un
proyecto de identidad docente que construya esa humanidad que tanto anhelamos en
un porvenir que tiene el corazón y el ser partido.

El síntoma de la época: La pérdida simbólica de la relación con el


mundo.

Nuestra época nos confronta, inevitablemente; con la herencia del racionalismo que
ha calado hondamente en la cultura filosófica, éste paradigma intenta
fundamentalmente describir la actitud humana en la modernidad porque pone el acento
en la mente de los seres humanos y se escinde de la subjetividad y las vivencias que
constituyen nuestra historia de vida personal y social.

De acuerdo con Ana Harendt, simultáneo al crecimiento de la duda y de la ciencia, la


introspección y la pérdida del sentido común, así como también la ineludible tendencia
de la pérdida del sentido humano de la acción, considera que las relaciones humanas
han sido afectadas hasta la exacerbación del individualismo como estilo de vida
preponderante en nuestra época y, junto a ello, las nuevas sociedades viven un nuevo
modelo: éxito, industria y veracidad, que influirán en los nuevos modelos morales1.

De esta forma, podemos asumir que la escisión mente-cuerpo se inaugura


justamente cuando Descartes pone en el centro a la conciencia, como única propiedad
de los seres humanos y como la más inmediata y presente. De esto se deriva que el

1 ARENDT, Annah (2002). La condición humana, (Barcelona), Paidós.


4

conocimiento se da en una mente separada del cuerpo, es decir, cuerpos sin mente que
sólo forman parte del aglutinado social2.

Finalmente, Manfred Frank alude a esta problemática un diagnóstico de las


sociedades modernas y localiza en ellas una ausencia de sentido como un modo de
existencia normal que nace desde el pensamiento de la Ilustración, producto de ello
tenemos una razón ilustrada que propinó; al hombre, la caída del mundo
suprasensible 3 . En este sentido el hombre ha sido arrojado a la tierra, al mundo
empírico y práctico, donde la máxima es la utilidad y la eficiencia, paradigmas de esta
época y el rostro de la verdadera destrucción de lo suprasensible donde la razón habita
sola, las virtudes no la acompañan.

Por otro lado, la época actual también pone al descubierto la situación que guarda la
naturaleza humana, un profundo vacío espiritual, desorientación, ausencia de criterios y
la relatividad de los valores que lo comprometan consigo mismo y con los demás 4. En
este sentido, la hermenéutica y la docencia se tocan íntimamente cuando el ser
humano se comprende a sí mismo y es capaz de salir y comprender al otro. Una
antropología ética de la docente conlleva a comprender que el docente es un ser
humano que él no es nada sin los alumnos, la realización de su ser y el ejercicio de su
vocación radica esencialmente a quienes sirve y educa: a los estudiantes. Su quehacer
o su labor docente van más allá del espacio institucional. Aquí se inscribe entonces, lo
que personalmente denomino la Docencia como un proyecto de identidad ética en
donde se recupere al hombre en su totalidad, de reunir las partes con el todo, de no
renunciar a la razón, sino que hay que dotarla y vincularla con otras dimisiones del
hombre: pasión, deseo y voluntad. El hombre es esencia y existencia, es razón y
emociones, es un ser biológico y un ser simbólico, porque nada tendría sentido en esta

2 LEMKE, J. L. (1997). “Cognition, context, and learning: A social semiotic perspective” en Kirshner y Whitson,
Situated cognition: social, semiotic and psychological perspectives, Lawrence Erlbaum Associates.
3 MANFRED, Frank (1994). El dios venidero, (Madrid), Ediciones del Serbal, p 19.
4 ROJAS, Enrique (2008). El hombre light, Editorial Planeta, México. El autor realiza un análisis del hombre

contemporáneo caracterizado por la ausencia de referencias, una necesidad de consumo de información sin ton ni
son, aceptando una postura ecléctica, donde las personas se convierten en hedonistas, materialistas, con poca ética,
permisivos, relativistas y consumistas.
5

vida si nos despojamos de la experiencia humana siempre finita, limitada y


fragmentaria.

De esta forma, el problema de la racionalidad unívoca se vincula inmediatamente al


problema de la dimensión humana. ¿Qué clase de racionalidad nos identifica? ¿Cómo
nos identificamos frente a las instituciones sociales? ¿Qué vale recuperar de la razón y
qué es pertinente modificar? Cuestiones referentes a la perspectiva de hacer
comprensible el proyecto antropológico de la docencia por el que se apuesta.

Sin embargo, de nueva cuenta recuperamos el ámbito de la razón y de otras


facultades o dimensiones antropológicas como algo sustantivo para la vida humana. La
razón acompañada nos permite acceder al mundo sensible desde la humildad de lo
contingente y fragmentario5. Por tanto, el pensar es una experiencia que se comparte,
es un pensar con todo, un pensar holístico6 donde las posibilidades no se agotan, es un
pensar ancho y de largo alcance.

Una antropología ética de la Docencia y la perspectiva Hermenéutica.

La docencia cobra cada vez mayor importancia en el presente siglo, los decentes
tiene una función social que demanda de ellos un larga lista de competencias y perfiles
profesionales. Mucho se ha escrito sobre las presiones que pesan sobre el docente y
las responsabilidades que enfrenta y debe desafiar todos los días. Por otro lado, el gran
discurso pedagógico actual sobre la docencia es el de la profesionalización, es decir, un
profesional eficiente, con estándares de calidad, con conocimientos amplios y
actualizados sobre el uso y manejo de las TIC´S. También se habla de la docencia en
términos de “eficiencia y eficacia”. Bajo esta luz, un docente tiene que ser visto en el

5 BEUCHOT, P. M. (2000). Tratado de hermenéutica analógica, (México), UNAM-Itaca.


6 Holístico (del griego ὅλος = todo, entero, total). Se refiere una forma de comprensión de la realidad como totalidad y
de procesos integrales, los cuales no pueden ser reducidas a entidades particulares. Se reconoce como uno de los
textos más significativos de la holística el escrito por el filósofo sudafricano Jan Christian Smuts (1870-1950), quien
en 1926 publicó Holismo y evolución. En este texto, desarrolla su concepción holística o de totalidad de las cosas
según la cual, si se configura el todo con sus partes pero se observa la totalidad, se producen realidades y efectos
diferentes a los producidos por las partes.
6

imaginario social con el estatus de un abogado, un médico o un ingeniero, como un


abogado.

A partir de ello, las reformas educativas presididas por el afán de una profesión
moderna y afín “de los tiempos que corren”, encontramos una contradicción entre “ser y
el deber ser”, entre el docente y la escuela, el docente como un funcionario en una
Escuela adelgazada como institución que no propicia ni garantiza el desarrollo
profesional de la docencia. Por tanto, la incompatibilidad del ideario de la
profesionalización docente está centrada en sólo poner el énfasis en la capacitación,
entrenamiento y suministro de técnicas, marcando con esto una clara retirada de la
formación humana, ética y vocacional. No es suficiente la técnica, es preciso
complementar la profesionalización docente con una formación en principios: técnica y
principios.

Maurico Beuchot, señala que la aspiración a la virtud no se logra sólo con el


conocimiento de la teoría o las teorías, sino que es preciso el ejercicio y la práctica
cotidiana, más aún; la técnica y la práctica al unísono para alcanzar la finalidad y
construir sentido7. La gran amenaza de nuestro tiempo es justamente la pérdida de
sentido, el privilegio de la técnica y la eficiencia, la profesionalización como calidad más
que la “cualidad”, la aspiración al título, al puesto de mando. Las personas y su historia
están escindidas en el mundo globalizado y tecnificado. El docente está inmerso en la
lógica del éxito que ahoga el sentido humano de la profesión. Por tanto, el docente no
sólo es un funcionario, empleado, trabajador o un productor, es ante todo es un ser
humano8.

La docencia tiene dos aspectos inamovibles que constituyen la propia naturaleza


del docente, por un lado, la trayectoria biográfica o interna y, la segunda, la formación
profesional o externa. Estas dos dimensiones, el interno y el externo, constituyen la
identidad docente. La dos dimensiones tiene una lectura particular, la primera es una
7 BEUCHOT, Puente, catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras, dirige un Seminario de Hermenéutica en el
Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM (IIFL), donde expone ampliamente el modelo Hermenéutica
analógica.
8 ROCKWELL, Elsie (1985). Ser maestro. Estudios sobre el trabajo docente, México: SEP/El Caballito.
7

reflexión no didáctica, es decir, lo que hacemos o decimos: discurso interno y, la


segunda es el discurso externo: cómo lo hacemos (didáctica).

La trayectoria biográfica docente se relaciona con nuestro pasado –aunque no es


nuestro pasado–, es decir, la historia vital que se construye gracias a todas nuestras
experiencias socializadoras, aquellas que fueron construyendo el rol del docente: la
formación universitaria, la incorporación de un determinado imaginario social sobre la
asignatura y la función docente, el proceso de inserción institucional dentro de la
estructura del sistema educativo9.

La formación profesional tiene que ver con nuestro presente actual, no anterior,
aquel que reúne el conjunto de condiciones de posibilidad de la acción docente, el
conjunto efectivo de posiciones y de interrelaciones que intervienen en una determinada
estructura discursiva que tiene como escenario principal y marco referencial la clase y
el aula de clase. Se trata del resultado de nuestra historia puesta en interrelación con
las historias de los otros, y también puesta en interrelación con el resto de
acontecimientos que pueden irrumpir de manera más o menos fortuita en nuestro
espacio discursivo, es decir, en la clase.

El vínculo de ambas dimensiones nos lleva finalmente a la cuestión fundamental:


el de nuestra identidad como docentes: el compromiso ontológico de construir y
reconstruir el ser; es decir, la manifestación de nuestro compromiso y responsabilidad
en la multiplicidad de formas de decir y hacer con las que nos identificamos, se hacen
presente, –diríamos se actualizan– los itinerarios diversos de nuestra historia personal;
y también se ponen en juego los lugares o posiciones actuales a los que nuestro deseo
y el deseo de los demás nos sujetan.

El docente es un ser humano, con una historia personal “pegada a la piel”, que
nunca abandona y que la lleva hasta el aula de clase. El docente es una totalidad, se
interpreta a sí mismo y su historia se articula con la historia de los otros (estudiantes).
9MARCELO, C. (2007), ESTEVE, José. M. (2006), BARTH, R.S. (1988b), FEIMAN-NEMSER, S. (2002), señalan el
proceso de inserción a la docencia y el tránsito de la Universidad al mundo laboral.
8

La docencia es un modo de ser en el mundo, como lo diría H. G. Gadamer, de tal suerte


que para comprender al docente es necesario comprender la parte y el elemento y para
comprender las partes se ha de comprender el todo.

De esta forma, el docente es lo que fue, su pasado, su biografía personal que se


conjuga con su formación profesional y didáctica. El pasado y presente del docente
determinan el modo como interpreta y comprende lo que tiene en sus manos, lo que
tiene enfrente, en su actividad cotidiana, a saber, sus alumnos. El docente actualiza su
pasado (biografía) y se hace presente cuando interpreta o comprende, decimos
entonces que el docente es un horizonte histórico que garantiza comprender su
presente, su actividad y que valora las significaciones presentes10. El docente, el ser
humano que comprende el horizonte del otro –del estudiante-; de modo que cuando
dialogamos con este “otro”, la experiencia no se restringe solamente a conocerlo y
cuantificarlo, sino a comprenderlo e interpretarlo. Comprender a los estudiantes exige,
en definitiva, un viajar a lo largo de ellos, abriendo nuevas expectativas que tiendan a
modificar las propias. De acuerdo a Gadamer, la fusión de horizontes; en este caso del
docente y de los estudiantes no se da por partes o de manera separada. Esto significa,
que la docencia es una totalidad porque se da como lenguaje y se puede decir que
comprendemos el lenguaje, lo que es posible en y sólo a través de él 11. La base ética
para Gadamer es el lenguaje en forma de diálogo que debe servir como un medio para
la vida ética, y es una práctica reflexiva en la que siempre estamos comprometidos.

La Docencia como Misterio y Ministerio: La construcción de una


Docencia simbólica.

La época actual, según Gilles Lipovetsky, es caracterizada por el predominio de un


acérrimo individualismo al que denomina narcicismo y hedonismo 12. Nada mueve la
voluntad o el espíritu sino tiene por delante una dádiva, un ingrediente para el amor a sí
mismo. San Pablo, en la Primera Carta a los Corintios, asegura que: “si yo no tengo

10 GADAMER, Hans-Georg (1996). Verdad y método I. Fundamentos de una hermenéutica filosófica, (Salamanca),
Ediciones Sígueme, p. 372.
11 Ibídem, p. 373.
12 LIPOVETSKY, G. (1985). La Era del Vacío: Ensayos sobre el Individualismo contemporáneo, (Barcelona), Editorial

Agrama, cap. 3.
9

amor, nada soy 13 ”, podemos ser un nicho de virtudes, poseer muchos títulos
académicos, ser un políglota, poseer todas las técnicas o estrategias pedagógicas, pero
si no amo lo que hago, lo que digo o lo que muestro, nada ni nadie soy. Ninguna tarea
docente tiene sentido si está impulsada por el amor, no sólo a sí mismos, sino a los
“otros”14.
En el fondo, el problema no es de inteligencia o sabiduría, sino de voluntad y de
compromiso, pocos están dispuestos a hacerlo. Sin embargo, ¿cuál es la causa de esta
unilateralidad del docente? ¿Dónde se origina este egoísmo y vacío de la docencia?
¿Cómo resignificar la tarea del docente en los tiempos de crisis? ¿Actualmente por qué
la docencia se concibe y se vive como un trabajo rutinario, que lejos de ser una
profesión honorable, se ha convertido en un empleo?

Como hemos dicho antes, el diagnóstico actual señala una ruptura y un trastorno de
la vida cultural, política, de los mercados, la economía y la escuela no escapa a esta
turbulencia babilónica, donde los significados y los lenguajes se han diluido en el vacío
y en el sin sentido.

¿Pero qué señales de esperanza se guardan? ¿Qué podemos recuperar de esta


despauperización de la educación y la docencia? ¿Qué podemos hacer para solventar
la crisis? ¿Cómo reconstruir el diálogo, el reconocimiento de las subjetividades y la
fusión de horizontes en la escuela, en el aula de clases y la solidaridad entre los
alumnos y alumnas?

Siguiendo las reflexiones precedentes, nos interesa mostrar como la


hermenéutica proporciona a la docencia un marco conceptual y una perspectiva ética y
ontológica que conlleva a considerar al docente como un sujeto de “carne y hueso”, a
saber; un ser finito y trascendente que se resignifica; es decir, que se traduce o se
recrea constantemente, de tal forma que dicha resignificación implica una
responsabilidad personal. La hermenéutica comporta una actitud ética, es decir, el

13 Sagrada Escritura, Nuevo Testamento, Primera Carta a los Corintios, Capítulo 13, versículo 2.
14Tomado de una entrevista con el Académico Edgar Morales Flores, Profesor de Textos Filosóficos Medievales y
Renacentistas y de Problemas de Filosofía de la Historia y de las Ciencias Sociales en la Facultad de filosofía y
Letras, aseguró que no existe una sola definición de amor. Edgar Morales resume el amor en dos sentidos: Eros y
Ágape, el primero se refiere al amor carnal, sensual, erótico y el amor divino, espiritual.
10

ethos de la hermenéutica es el diálogo, en palabras de Gadamer, esto permite que los


hombres construyan siempre nuevos puentes entre sí. De tal manera que educar es
formar, es modelar y educar en principios, en virtudes morales, en el diálogo y la
apertura hacia los demás.

Por otro lado, Mauricio Beuchot explora en su Hermenéutica analógica una


aplicación a las relaciones humanas. En la relación con los otros se puede funcionar
como ícono o bien como ídolo. El docente es ícono del alumno en el sentido de ser
suficientemente humilde para que el otro pueda reencontrar su libertad, cundo no se
imponen los propios parámetros y expectativas sobre el otro, sino que se respeta su
naturaleza esencial15.

La figura de Mauricio Beuchot y su propuesta hermenéutica nos colocan


directamente en una concepción de la docencia como una antropología en el plano de
la ética, un comportamiento ético nos lanza a una recuperación icónica de nuestro
espacio social y espiritual, nos permite revincularnos con la totalidad; nos otorga un lazo
global con el cosmos, una pertenencia. Lo ético nos permite pertenecer: tanto a los
otros, como al mundo, como la maravillosa experiencia de enseñar y compartir. Un
comportamiento poco ético, por el contrario, castigará nuestra capacidad de vinculación
tanto con el espacio social como con el macrocosmos, además de cerrarnos las puertas
al corazón de los otros: nos condenará a las rejas del aislamiento.

A ello se suma la docencia como misterio 16 que entraña muchas preguntas


inexplicables y difíciles de responder, a pesar del esfuerzo de ofrecer algunas
respuestas sobre nuestra actividad docente, existe una suerte de trascendencia de
nuestra labor cotidiana, es decir; lo que hacemos no se queda únicamente en las cuatro
paredes del salón de clase, sino que marcha por las puestas y ventanas para posarse
en la vida de los jóvenes. En suma, la docencia como misterio alberga nuevas
esperanzas, donde cada día, cada jornada se renueva cuando se piensa cuál es el
camino más seguro para el aprendizaje y el aprendizaje.

15
BEUCHOT Mauricio (2005), Tratado de hermenéutica analógica, (México), ITACA-UNAM
16Del latín “mysterium”, es decir aquello que no se puede explicar, comprender o descubrir porque nos rebasa y no
es accesible al conocimiento sensible ni intelectual.
11

Pero la docencia también es ministerio17, en términos de servicio, es conversación y


diálogo, es respetar y cuidar al otro, asumir una actitud humilde como principio
filosófico. Dicho principio se muestra cuando entramos en contacto con nuestros
alumnos, como un lector que tiene contacto con el libro que lee, como un amante que
conquista a la amada.

Esta conexión de la docente entra en contacto con su “otro”, como el pintor y sus
materiales, como el músico y la partitura. Se trata de un diálogo con nuestros alumnos,
un contacto cotidiano en los pasillos y en las aulas de clase, cuando dialogamos con los
colegas, cuando planeamos, cuando tenemos juntas académicas, cuando narramos,
cuando compartimos nuestra historia. La docencia como ministerio es “transcendencia”
que supera la reflexión de “sí mismo”, el cubículo que nos secuestra, es “extramuros”,
porque trasciende los muros, el egoísmo, la fama, que se expresa volcándose hacia los
demás. El fin de la educación es construir un ser con el diálogo y la comprensión. Por
ello, la docencia es conversación porque elimina las fronteras del encuentro con el ser,
de modo que los alumnos no son objetos, sino seres que habitan la misma morada, a
saber, el lenguaje. La docencia como ministerio es un “ser par otros”, el sacrificio y la
ruptura del egoísmo y la particularidad.

Por ello, una docencia que se relata, que se construye de los sentidos y del
conocimiento, ambos se entretejen y se funden. La docencia no sólo es racionalidad:
nómina, vacaciones, tabulador, asistencia, carrera magisterial, puntaje escalafonario,
papeles, juntas, calificaciones, oficinas, entendida solamente así, sería una
“enajenación institucional”, es decir; ser habitante de la “Escuela de Papel”, lugar donde
se privilegia lo objetivo. La docencia es también interacción y contacto, es diálogo y
expresión, experiencia subjetiva de una labor que es auténticamente humana.

17Ministerio, en sentido etimológico: ministerium-ii (n); significa servicio, función, servidumbre. En este sentido, por mi
parte, entiendo que nos debemos a los demás. Qué ejercicio de la docencia es un “servicio”, esencialmente un
docente no sólo vive para sí, sino que su actividad cobra sentido cuando de expresa con sus alumnos.
12

Allí están la docencia y los estudiantes que habitan en nuestra mente, que todos días
imaginamos y que nos mueven a seguir construyendo cada noche aquellos caminos
que nos conduzcan al encuentro con los alumnos, a planear y edificar diálogos
auténticos, a inventar nuevas historias. Por ello, la docencia como ministerio, se traduce
como una forma de educar y enseñar en el aula de clase, como un proyecto de “dar la
vida por el otro”, una dimensión ética sobre la docencia que humanice a los demás y al
docente mismo. Debemos velar, estar atentos y vigilar. El egoísmo acecha el sueño de
la experiencia del encuentro con el otro. Hoy en día el docente está obligado a no dejar
de expresar, de compartir, de pensar que se debe a los demás, no dejar de conquistar
cada noche una historia más humana y fraterna en el servicio de la enseñanza. La
auténtica docencia no es inmediata, horaria, cada día, cada noche es tejer una nueva
historia que le dé sentido a nuestra actividad, a nuestro ser docente. Cuando una
persona está auténticamente feliz, quiere decir que está en armonía consigo mismo y
con su ambiente.
13

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