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Historia de China

China es un país con una historiamilenaria y trepidante. Una nación que cuenta con unas tradiciones
ancestrales y una cultura que se remonta a varios siglos en el tiempo. Sus sorprendentes paisajes,
su especial gastronomía y las amables gentes, dejan prendado al visitante. Un territorio que a lo
largo del tiempo ha pasado por etapas históricas y períodos muy diferentes y que merecen ser
conocidos. En CurioSfera.com queremos explicarte la historia de China y su origen. ¿Comenzamos?

Origen de China

Para conocer la historia y origen de China primero debes conocer cómo es y su situación geográfica.
La República Popular de China (Zhonghua Renmin Gongheguo), es el país más poblado del
mundo y el tercero en extensión después de Rusia y Canadá, es la primera potencia de Asia.

Sus tierras se extienden desde el corazón del continente (Tíbet y Sinkiang) hasta las costas del
Pacífico. Limita al norte con Mongolia y Rusia; al este con Rusia, Corea del Norte, el mar Amarillo y
el mar de la China Oriental; al oeste con Kazajstán, Kirguisistán, Tadjikistán, Pakistán y la India; al
sur con Nepal, Bhután, Myanmar, Laos, Vietnam y el mar de la China Meridional.

Para los occidentales, China es sinónimo de exotismo y misterio, sugiere refinamientos sutiles y
crueldades extremas, obras de arte admirables y paisajes de gran belleza. Esta imagen no debe
inducir a perpetuar simplificaciones y prejuicios, y no puede ocultar la importancia de una de las
civilizaciones más destacadas del planeta.

China, cuya historia está llena de acontecimientos, de descubrimientos científicos, es un país muy
complejo, en el que conviven más de 1.350 millones de personas, esto es, más de una quinta parte
del total del planeta.

Justamente el enorme volumen de su población lo convierte en una de las incógnitas que la


humanidad tiene planteadas para los próximos años. China no es tan solo el mercado potencial más
importante del mundo, sino que el dinamismo que ha cobrado su economía está a punto de
convertirlo en un gigante comercial.

La resolución del enigma chino dependerá, a partir de ahora, del modelo político y económico que se
adopte y de la mayor o menor inclusión de la nación en el concierto internacional.

Prehistoria de China – Los Shang y los Zhou (Chou)

El paleolítico antiguo está representado en China por el célebre sinántropo, cuyas osamentas fueron
descubiertas (1921) en Zhou Koudian (Chou-Kou-tien), al sudoeste de Beijing. A partir del 4.000 a.C.
se comprueba un rápido desarrollo de varias culturas neolíticas, particularmente en la región de la
“China del loes” (valle del Huang He), que aparece ya como adelantado sobre las comarcas vecinas.
Reproducción del hombre primitivo hallado en China (Hombre de Pekín)

A fines de este período neolítico (2200 a.C. a 1800 a.C.) los anales tradicionales sitúan la primera
dinastía de la historia de China, la de los Xia o Hsia. Hacia principios del milenio II a.C. se produce
en China un fenómeno capital: la aparición de la técnica del cobre.

Con esta revolución técnica se precisan algunas características de la civilización china arcaica. Así,
apareció lo que se ha llamado la “dicotomía fundamental”: por una parte, los nobles, habitantes de
las “ciudades-palacio”, y por otra parte, los campesinos, que cultivaban las tierras alrededor de los
muros de la población.

Mapa del imperio de la dinastía Shang

Los anales han conservado la lista de los soberanos de una dinastía Shang (fechas tradicionales:
1766 a.C. a 1112 a.C.). Los Shang fueron reemplazados por los Zhou (fines del milenio II a.C.).

Los Zhou establecieron primeramente su capital cerca del emplazamiento de la actual Xian (Sian), y
se refugiaron más tarde (750 a.C.), bajo la presión de los “bárbaros” vecinos, en Henan (Honan),
cerca de Luoyang.

Señales de la primitiva civilización china

Bajo el dominio de los Zhou se produjo una expansión colonizadora hacia la China Central y hasta el
sur del Yangzi Jiang. Como la autoridad de los reyes Zhou no podía extenderse hasta los límites de
un territorio tan vasto, se formaron en la periferia varios principados autónomos y la unidad del
mundo chino corrió el riesgo de romperse.

En los siglos VII a.C. y VI a.C. tres grandes principados destacarían sucesivamente: Qi (en
Shangdong o Shangtung), Qin (en Shanxi) y, sobre todo, Chu, cuyo territorio se extendió hasta el sur
del Yangzi Jiang.

La Edad del Hierro en China

La evolución que se aprecia desde el siglo VI a.C. se precisaría y aceleraría con la introducción de
la fundición del hierro y el arado uncido. Con las nuevas herramientas agrícolas y con los grandes
trabajos colectivos de construcción de diques se incrementaron las tierras aptas para el cultivo.

Herramientas de metal halladas en China

Estos importantes cambios en las condiciones económicasdeterminaron una nueva estructuración


de la sociedad. Diversas reformas tendieron a destruir los restos de la antigua nobleza y a organizar
las bases de un poder centralizado.

Los campesinos fueron agrupados y se instauró el principio de la responsabilidad colectiva.


Paralelamente se engrandecieron los núcleos urbanos, que se convirtieron en centros comerciales y
artesanales.
El pensador y filósofo chino Confuncio

El pensamiento filosófico y político también experimentó profundas transformaciones: época llamada


de las “cien escuelas”. Nació entonces el pensamiento de Confucio, que resaltaba los principios
morales y proponía regular las costumbres por la educación.

Otras escuelas importantes fueron la de los taoístas, que recelaban de la política y propugnaban la
vuelta a la naturaleza y a un modo de vida lo más sencillo posible, y la de los legistas, que querían
regentar la sociedad con todo el poder de la ley.

Primera unificación de China e imperio Han

En los siglos IV a.C. y III a.C. las disputas entre los grandes principados se transformaron en
verdaderas guerras de anexión, que concluyeron (año 221 a.C.) con el triunfo de la dinastía que
gobernaba el estado occidental de los Qin. En este el primer emperador ordenó la construcción de
la gran muralla china.

El primer emperador de la dinastía Qin, Shi Huangdi (221 a.C. a 210 a.C.), organizó, siguiendo
los principios de la escuela legalista, la administración centralizada y jerarquizada. que perduró a
través de todas las dinastías, y trató de unificar la cultura y la ideología chinas según las pautas de
aquella escuela.

La dinastía Han (206 a.C. a 220 a.C.) desde su capital, Changan, continuó la obra unificadora de los
Qin, pero al mismo tiempo se formó una nueva clase de terratenientes que controlaban grandes
dominios y a menudo tendieron a independizarse del poder central.

Mapa territorio Dinastía Qin

Los Han adoptaron el confucianismo en lugar del legalismo como ideología oficial, reservaron para el
Estado diversos monopolios e inauguraron un nuevo sistema de reclutamiento de los funcionarios,
que fue origen de la importante clase de los mandarines.

Bajo los Han el emperador se convirtió en personificación del Estado, con supremo poder legislativo,
ejecutivo, judicial y religioso. Entre los años 9 y 22 un gran dignatario, Wang Man, usurpó la
autoridad.

A partir del año 23 la dinastía Han recuperó el poder, pero transfirió la capital más al este,
a Luoyang, por lo que recibe la denominación de “Han orientales”. El aumento del número de
campesinos libres que pasaron al control de los grandes propietarios originó una gran sublevación
popular, la de los “turbantes amarillos” (184), cuyos jefes estaban influidos por la ideología taoísta.
La crisis se agudizó con los ataques de los nómadas, que arremetían en la frontera del noroeste, y la
dinastía se hundió, con lo que el poder real pasó a los militares que gobernaban las regiones, así
como a las grandes familias terratenientes que los sostenían.

Durante el periodo llamado de los “tres reinos y seis dinastías” (220-618) China estuvo dividida
en tres reinos, el de Wei al norte, el de Shual oeste y el de Wu en el bajo Yangzi Jiang, en lucha por
el poder y en progresivo repliegue hacia el sur, mientras el norte sufría sucesivas invasiones de
tribus bárbaras.

A partir del siglo IV, el imperio nacional chino se vio reducido a la China Meridional. En él, el budismo
alcanzó gran esplendor y las artes y las ciencias un gran desarrollo, favorecido por el uso del papel,
que había sido inventado en el período anterior (puedes ver quién inventó el papel)

Al mismo tiempo, al norte del Yangzi Jiang, se formaron algunos imperios fundados por jefes no
chinos que supieron asimilar la técnica y la administración chinas sin perder sus vínculos tribales. El
más importante fue el imeprio de Wei (386 – 557), de la tribu turca de los tuoba o tabgach, que
unificaron el norte y adoptaron el budismo.

Segundo período imperial de China

En el año 581 un dignatario de origen chino, Yang Jian (Yang Kien), reunió bajo su autoridad las
regiones del norte y en el año 589 sus ejércitos ocuparon Jiankang (actual Nanjing). Fundó una
nueva dinastía, la dinastía de los Sui, que reunificó de nuevo las tierras chinas.

La dinastía Tang (618-907) continuó la obra de los Sui inaugurando uno de los períodos más
brillantes de la historia de China, que se vio convertida en el centro político, económico y cultural de
Asia, con una población de unos 50 millones de habitantes.

El emperador Tai zong (627-649) volvió a dar a la administración un alto grado de racionalización y
competencia, y a pesar de adoptar un código legal y de costumbres basado en el confucianismo,
mantuvo el imperio abierto a todas las ideologías.

Bajo el mandato de Xuanzong (713-756), el imperio chino, que ya se había anexionado Corea y
Annam, intentó consolidar sus posiciones en Asia Central, pero fue derrotado por los árabes.

Con esta derrota comenzó la decadencia de la dinastía Tang, que fue sucedida por un período
anárquico llamado de las “cinco dinastías” (907-960) en el que China estuvo de nuevo dividida. A
pesar de todo, las ciudades del sur, enriquecidas por el comercio del té, vivieron un momento
extraordinariamente próspero.

La reunificación llevada a cabo por los Song (960-1279) se realizó sobre la ideología oficial de
un neoconfucianismo altamente autoritario, que legalizó y constitucionalizó un rígido despotismo
imperial en medio de una gran intransigencia hacia las restantes escuelas de pensamiento, que
fueron perseguidas como heréticas.
A pesar de las reducciones territoriales sufridas por el imperio chino, a consecuencia de la formación
de reinos bárbaros dentro de sus fronteras, los emperadores Song se abstuvieron de emprender
grandes expediciones militares contra ellos por temor a que el ejército llegara a tener demasiada
influencia.Las ciudades del sudeste, gracias al auge del comercio del té, continuaron su vida
próspera, convertidas en el nuevo centro de gravedad de China; en ellas siguió aumentando la
importancia social de los gremios comerciales y se produjeron importantes descubrimientos técnicos,
como el compás magnético, la pólvora y la imprenta de tipos móviles.

Los ataques de los bárbaros obligaron a trasladar la capital a Hangzhou, al sur del Yangzi Jiang
(1126). El imperio formado por Gengis Jan supuso una grave amenaza para China, que finalmente
fue sometida por los mongoles cuando Kubílai (1260-94) conquistó la China de los Song.

El líder de los Mongoles, Gengis Jan

Kubilai trasladó la capital a Beijing y fundó la dinastía de los Yuan(1279-1368), que transformó
profundamente la estructura del país. Los Yuan desarrollaron las posibilidades comerciales del sur
(exportación de seda, importación de especias), el papel moneda se hizo de uso general (ver historia
del dinero).

Los juncos visitaron todos los puertos del sur y sureste de Asia y se estableció una zona de libre
cambio comercial desde el Pacífico hasta la Europa oriental, a causa del control mongol de la “ruta
de la seda” y de la seguridad que dio a las comunicaciones el sistema mongólico de postas.

Los mongoles abrieron su corte a los viajeros occidentales, como Marco Polo, y a la cultura budista,
llevada por los monjes tibetanos. Pero a su vez la población china quedó totalmente excluida de la
política del país: los altos cargos del gobierno fueron monopolizados por los mongoles.

La administración pasó a manos de funcionarios extranjeros (budistas y nestorianos) y la


antigua clase intelectual confucianista pasó a ocupar el último lugar de la escala social; a pesar de
las teóricas mejoras legales, la situación del campesino empeoró y se generalizó la situación de
pauperismo colectivo, que provocó la aparición del bandidaje y, a partir del año 1325, de revueltas
populares.

El imperio Ming

A mediados del siglo XIV la revuelta campesina de los “turbantes rojos” asestó un golpe fatal a la
dinastía mongol de los Yuan. Fue un campesino de Anhuí, Zhu Yuanzhang (Chu Yuang-chang), el
que en medio de las turbulencias logró hacerse con el poder y fundó una nueva dinastía, la dinastía
de los Ming (1368-1644).

Adoptó el nombre de Hongwu (Hung Wu) (1368-99), y bajo el Gobierno de su hijo Yongle (Yong-lo)
(1403-1425) el imperio conoció un gran progreso. La dinastía Ming representó la revalorización de la
época clásica (Han y Tang), el triunfo de una exaltada xenofobia y el repliegue de China en sí
misma.
El neoconfucianismo siguió legalizando el despotismo imperial, pero al mismo tiempo surgió un
confucianismo de tendencias idealistas, que destacó la dignidad del hombre, verdadero centro del
universo. La clase de los funcionarios se abrió a personas no pertenecientes a la aristocracia
terrateniente, pero la situación de los campesinos empeoró.

La minería y la metalurgia se desarrollaron, y los comerciantes chinos, al ver interrumpida la ruta de


las caravanas, establecieron colonias en las islas del índico para controlar las rutas marítimas. En
1425 Annam se sometió al vasallaje chino.

A fines del siglo XVI la corte alcanzó un gran refinamiento y el gobierno pasó a manos de los
eunucos; al mismo tiempo comenzó la intervención colonial europea con la instalación de los
portugueses en Macao (ver historia de Portugal).

La China de los manchúes

Los manchúes, que habían formado en el noreste un imperio en el que se mezclaban los principios
administrativos chinos con sus instituciones tribales, penetraron en China y proclamaron la dinastía
Qing (Tsíng) (1644-1912) o Manchú.

La conquista fue fácil, aunque el sentimiento nacionalista mantuvo durante algún tiempo una postura
de resistencia pasiva; la nueva dinastía, que en 1658 había sido reconocida en toda China, respetó
las tradiciones ideológicas y la organización social china, y se limitó a proteger las fronteras
chinas con guarniciones manchúes en los puntos estratégicos.

Los 150 primeros años de la dinastía representaron un momento de estabilidad interior y expansión
exterior, impulsada ésta por un considerable desarrollo demográfico, que se unió a la introducción de
nuevos cultivos e industrias.

Bajo el Gobierno de Kangxi (Káng-hsi) (1662-1723) China, en igualdad técnica con Europa, abrió sus
puertas a los jesuítas, que la pusieron en contacto cultural, técnico y religioso con Occidente; el
imperio chino englobó parte de Manchuria, el Turquestán, Mongolia (que fue protectorado chino
hasta 1912) y el Tíbet.

Pero a la muerte de Kangxi (1723) las actividades coloniales de ingleses, franceses y


portugueses en el continente asiático provocaron una limitación de la política de tolerancia y apertura
hacia los occidentales.

Durante el siglo XIX se produjo un cambio fundamental: China se desfasó técnicamente respecto a
Europa por no producirse en ella la Revolución industrial; esto la colocó en inferioridad de
condiciones ante las potencias occidentales, que obligaron a China, a través de una serie de
guerras, a abrirles sus mercados, admitir establecimientos extranjeros en sus puertos y firmar
concesiones mineras y ferroviarias.
Las necesarias reformas económicas tropezaron con el conservadurismo de las clases altas y la
oposición de los gobernantes, así como con la influencia de la ideología confuciana y del orden
social tradicional, que llevó a los grupos nacionalistas a formar numerosas sectas secretas y a
rechazar, por reacción, las técnicas occidentales, empeorando así las condiciones económicas del
país.

Frente a esta situación, la posición de la dinastía se hizo difícil; ante el exterior, por tratar de
oponerse a los abusos occidentales, y ante el interior, por no tener fuerza suficiente para lograrlo.

El primer conflicto armado de China con una potencia europea fue con Gran Bretaña: la
llamada guerra del opio (1839-1842) fue fácilmente ganada por Gran Bretaña, que por el Tratado de
Nankín(1842) impuso la cesión de Hong Kong como base naval y comercial, la apertura al comercio
británico de los puertos de Guangzhou, Xiamcn, Fuzhou, Ningbo y Shanghai, y la regularización de
los aranceles comerciales.

El movimiento religioso Tai ping (1848-64), apoyado por los campesinos, organizó en el sur un
estado independiente como protesta contra los abusos de los extranjeros y contra los excesivos
impuestos.

La sublevación puso en graves dificultades al Gobierno de Beijing, que solo pudo aplastarla por la
intervención de potencias perjudicadas por la interrupción de las actividades comerciales. Los
británicos y los franceses aprovecharon esta situación, y por el Tratado de Beijing obtuvieron nuevas
ventajas.

A partir de este momento China fue una presa fácil para las potencias imperialistas. Francia
estableció un protectorado en Annam-Tonkín, Rusia consiguió el extremo noreste de China y Japón
obtuvo Formosa y la península de Liaodong.

Las pérdidas chinas no fueron mayores gracias a la rivalidad entre las potencias colonialistas, ya
que, mientras Rusia y Japón pretendían dividir el país en zonas de influencia, EE.UU. y Gran
Bretaña preferían una política de “puertas abiertas” para todas las potencias.

La rápida derrota en la primera guerra chino-japonesa no fue bastante para hacer ver a las clases
superiores la necesidad de introducir cambios en la estructura del país. Hasta después del
aplastamiento de los bóxers por las potencias occidentales (1900) no se adoptaron sistemas
occidentales de educación, organización militar y administración.

La revolución y la república china

En el año 1911, Sun Yatsen, apoyado por jóvenes militares y estudiantes, educados en las ideas
occidentales, fundó, en Cantón, el Guomindang, partido nacionalista cuyos principios fundamentales
eran la unificación nacional, la democracia y el aumento del nivel de vida popular.

Sun Yatsen, fundador de el Guomindang, partido nacionalista chino


Este mismo año un motín de las tropas de Wuchang inició la revolución, que acabó con
la abdicación, en 1912, de Pu Yi, último emperador chino. La presidencia de la República fue
ofrecida por Sun Yatsen a Yuan Shikai, general del ejército real, mientras Sun se reservaba la
dirección de la Asamblea Nacional; pero pronto entraron en conflicto, porque Yuan trató de gobernar
autoritariamente mediante un régimen personalista.

A su muerte, ocurrida en 1916, el país se desintegró políticamente; mientras en teoría el Gobierno


de Beijing siguió funcionando, una serie de “señores de la guerra” o comandantes militares
semiindependientes se repartieron el país.

Sun Yatsen, con la ayuda de la URSS y de los comunistas, logró instalar un gobierno en Guangzhou
que preparó un plan de reformas sociales, al mismo tiempo que modernizó el ejército.

Después de la muerte de Sun (1925) y de un período de rivalidades, la dirección del Guomindang


pasó a Jiang Jieshi, quien expulsó a los comunistas del gobierno y emprendió una expedición al
Norte contra los “señores de la guerra”.

Los comunistas se organizaron en guerrillas bajo la dirección de Mao Zedong y Chu Te, y formaron
un gobierno popular, que procedió a repartir tierras entre los campesinos. El ejército del
Guomindang, dirigido por Jiang Jieshi, ocupó Guangzhou y efectuó una matanza de comunistas,
aunque sin conseguir dominar completamente el foco revolucionario.

Siguieron largos años de lucha entre comunistas y fuerzas del Guomindang, hasta que en 1934
estas últimas expulsaron del sur de China a los comunistas, que se instalaron en la provincia de
Shanxi, en el norte, después de recorrer 10.000 km (la Larga Marcha). Mientras, militares rivales del
Guomindang se disputaron el poder en las provincias del Norte, a las que convirtieron en un foco de
luchas civiles y anarquía.

En marzo de 1931 fue aprobada, en la nueva capital, Nanjing, una Constitución provisional de la
República; poco tiempo después, generales disidentes proclamaron la independencia de cinco
provincias del Sur.

El bandolerismo, fenómeno tradicional en la historia de China, se recrudeció en la década de 1920 a


1930 a consecuencia de la anarquía reinante. La revolución antifeudal de Sun Yatsen produjo
profundos cambios en la estructura económica y social de la China tradicional.

Sin embargo, la revolución burguesa durante la etapa de Jiang Jíes-hi no consiguió su plena
realización y el afianzamiento en todo el país. Las luchas civiles que ensangrentaron China desde
1920 hasta 1940 fueron un síntoma de este fracaso, que repercutió desfavorablemente en el
progreso técnico y económico.

A principios de la década de 1930 los campesinos de las regiones centrales, bajo la dirección
del partido comunista, se constituyeron en comités locales y procedieron al reparto de tierras y a la
organización de milicias populares que engrosaron las filas del ejército revolucionario.
En 1931 Japón invadió Manchuria y la convirtió en un estado vasallo; en 1937 atacó el Norte del país
y conquistó Shanghai y Nanjing, lo que significó la segunda guerra chino-japonesa (1937-45).

Las fuerzas del Guomindang pactaron con los militares disidentes del Sur y con el ejército popular
comunista con el fin de coordinar la acción militar frente a los invasores. Japón logró controlar los
centros urbanos y las áreas costeras; sin embargo, el campo era dominio de las guerrillas de Mao
Zedong (Mao Tse Tung), abastecidas por la URSS.

Tras la capitulación de Japón en 1945 y la consiguiente retirada de las tropas niponas del territorio
chino, resurgieron las disidencias latentes entre Jiang Jieshi y los comunistas, al plantearse el
conflicto de la ocupación de las zonas liberadas.

Jiang Jieshi

En 1946 se reanudó la guerra civil. Las fuerzas del Guomindang, que gozaban del apoyo de EE.UU.
(ver historia de Estados Unidos), fueron perdiendo terreno, especialmente en Manchuria y el norte
de China.

El régimen de Jiang Jieshi perdió apoyo popular y cayó, en las zonas que todavía controlaba, en una
semianarquía, agravada por la escasez económica y la inflación. En 1948 EE.UU. retiraron su apoyo
al jefe del Guomindang, a causa de la corrupción que reinaba en su gobierno (una gran parte de la
ayuda y las armas estadounidenses fueron a parar, a través de generales sobornados, a manos de
los comunistas).

En las zonas conquistadas por los comunistas se procedía al reparto de tierras y a la implantación
de una serie de medidas encaminadas a mejorar la situación económica de la población.

Finalmente, el ejército popular de Mao Zedong tomó Nanjing (1949) y Jiang Jieshi, completamente
derrotado, se refugió con los restos de su ejército en la isla de Formosa, donde, bajo protección
estadounidense, gobernó hasta su muerte (1975).

Historia República Popular China

El 1 de octubre de 1949 Mao Zedong anunció en Beijing la proclamación de la República


Democrática Popular China. Una asamblea del pueblo eligió presidente de la República a Mao
Zedong, primer secretario del partido, y a Zhou Enlai jefe del Gobierno y ministro de Exteriores.

Mao Zedong (Mao Tse Tung)

Las relaciones con la URSS, ya intensas durante la revolución, se acrecentaron con el triunfo. La
Unión Soviética facilitó ayuda económica, técnica y militar en gran escala, montó fábricas y
complejos industriales, etc. Hasta 1957 la socialización del sector agrícola, base de la economía
china, se efectuó en varias etapas y según normas rigurosas de austeridad.
En 1950 las tropas chinas ocuparon el Tíbet, Estado teocrático dotado de una posición estratégica
clave para el dominio de China, donde los sacerdotes budistas (lamas) fueron despojados de su
poder y sometidos a una dura represión.

Ocupación China del Tibet

El envío masivo de voluntarios chinos en ayuda de Corea del Norte (guerra de Corea 1950-53) y la
protección aeronaval de EE.UU. a Formosa, motivada por el bombardeo chino de las islas costeras
de Matsu y Quemoy, bajo control de Jiang Jieshi, agravaron las relaciones entre EE.UU. y China, ya
extremadamente tensas desde el triunfo de la revolución.

La primera constitución, según el modelo soviético, fue promulgada en 1954. China participó en
la Conferencia de Bandung de países afroasiáticos (1955). Una revuelta en el Tíbet fue reprimida
militarmente (1959) y el dalai-lama tuvo que refugiarse en la India. En octubre de 1962 estalló
un conflicto armado en la frontera chino-india del Himalaya por divergencias en su trazado, y las
tropas chinas, tras derrotar a las indias, se retiraron a sus posiciones, pero el contencioso no fue
resuelto.

Tras un primer período de nacionalizaciones, industrialización forzada (1953-57), colectivismo y rigor


ideológico, la campaña de las Cien Flores alentó la crítica contra los errores del régimen (1957), pero
produjo tal explosión de descontento, que fue frenada en seco y seguida por una gran purga de
intelectuales y cuadros del partido.

Imagen publicitaria de la campaña de las Cien Flores China

El “gran salto hacia adelante” (1958), pretendió acelerar los cambios revolucionarios mediante las
comunas populares, pero la economía quedó desorganizada y la crisis llegó a la dirección del
partido. Mao Zedong tuvo que ceder la presidencia de la República a Liu Shaoqi (1959), partidario de
una política más moderada.

Desde 1960 las relaciones con la Unión Soviética entraron en una profunda crisis, motivada por
divergencias ideológicas en la estrategia comunista mundial y por conflictos fronterizos. Enarbolando
la bandera de la revolución mundial, China aumentó su influencia entre los pueblos del Tercer
Mundo, aunque tras la Conferencia Afroasiática de Argel (1965) sus posiciones retrocedieron ante
las presiones soviéticas.

En el contexto de la disputa ideológica con la URSS, a la vez que íntimamente vinculada a los
problemas internos de la organización económico-social, la Revolución Cultural Proletaria, iniciada
en Beijing a fines de 1965, marcó la evolución de la República Popular hacia el radicalismo.

La revolución, caracterizada por la movilización masiva de los jóvenes chinos (Guardias Rojos) y la
activación de la propaganda ideológica, tuvo como efecto la progresiva sustitución de los mandos
“revisionistas” por partidarios entusiastas de las doctrinas de Mao.
Liu Shaoqi, Deng Xiaoping y sus colaboradores fueron destituidos (1968), y el IX Congreso del
Partido Comunista Chino (PCCh) en abril de 1969 confirmó la rápida ascensión de Lin Biao, sucesor
designado de Mao.

Continuaron, sin embargo, las tensiones ejército-partido, y en 1971 murió Lin Biao cuando, tras caer
en desgracia, huía en avión a Moscú. Dos años más tarde, el X Congreso del PCCh liquidó al “grupo
antipartido” de los radicales, aumentó el poder de Zhou Enlai y rehabilitó a Deng y otros dirigentes
purgados durante la Revolución cultural.

X Congreso del PCCh

En el campo internacional, la posición de China experimentó sensibles cambios en el período 1970-


75: distensión con EE.UU., reflejada en el ingreso de la República Popular China en la ONU,
reemplazando a Formosa (1971), y en la visita de Nixon a Beijing (1972). La muerte de Zhou Enlai
(enero 1976), reemplazado por el poco conocido Hua Guofeng como primer ministro en funciones,
abrió un período de incertidumbre.

La muerte de Mao y el triunfo del reformismo

La historia reciente de China viene marcada por el fallecimiento de su líder. Tras la muerte de Mao
Zedong (9 septiembre 1976) se afirmó el papel de Hua Guofeng y, sobre todo, de Deng Xiaoping,
rehabilitado en 1977 y designado viceprimer ministro en 1978, personalidad clave en la etapa
posterior, en la que se impusieron los elementos moderados, a través de una campaña de crítica
contra la radical “banda de los cuatro”, encabezada por Jiang Qing, viuda de Mao.

Muerte de Mao Tse Tung

Liquidado este grupo, China entró en una etapa de “realismo”. En política internacional se mantuvo
la distancia con respecto a la URSS, se firmó un tratado de paz y amistad con Japón (1978) y Deng
visitó EE.UU. (1979).

La desmaoización prosiguió con la sustitución de Hua Guofeng como presidente del partido por el
reformista Zhao Ziyang (1980), el juicio contra la “banda de los cuatro” y la condena a muerte de la
viuda de Mao, aunque la pena le fue conmutada por la de cadena perpetua (1981).

Li Xiannian

En 1983, el nombramiento de Li Xiannian como presidente de la República China confirmó el poder


de Deng Xiaoping, que impuso un programa de modernización a través del sexto plan quinquenal
(1981-1985). El XII Congreso del PCCh selló la desmaoización, abolió el cargo de presidente del
partido y Hu Yaobang fue designado secretario general.
Prosiguió la campaña contra los radicales y el Diario del Pueblo decretó que “el marxismo-leninismo
no puede resolver todos los problemas de nuestro tiempo”. Las reformas más audaces fueron
económicas: introducción de estímulos materiales, desarrollo del sector privado, inversiones
extranjeras y polos de desarrollo abiertos al capitalismo, según el criterio de “dos sistemas y un solo
régimen político”. En 1984 se firmó con Gran Bretaña el acuerdo para la retrocesión de Hong Kong
en 1997.

Asamblea del partido comunista de China

El acelerado crecimiento económico y la liberalización política impulsaron las grandes


manifestaciones estudiantiles (diciembre 1986-enero 1987) para reclamar libertades democráticas.

Los conservadores se alarmaron y Hu Yaobang fue destituido como secretario general y


reemplazado por Zhao Ziyang (1987). El viraje fue confirmado por el XIII Congreso del PCCh, en el
que se retiró Deng, y el nombramiento de Li Peng como primer ministro, que impuso un programa de
austeridad y centralización de las decisiones económicas (1988).

La muerte de Hu Yaobang en abril de 1989 fue el detonante de masivas manifestaciones


estudiantiles de protesta en la plaza de Tiananmen de Beijing. Tras la sangrienta intervención del
ejército (4 junio) y la posterior ola de represión y ejecuciones, Zhao Ziyang fue sustituido al frente del
partido por Jiang Zemin.

Un manifestante retiene una columna de tanques durante las protestas en la plaza de Tiananmen

El régimen sufrió entonces una etapa de aislamiento internacional, que superó tras la crisis del golfo
Pérsico (agosto 1990) y la firma de un tratado fronterizo con Rusia en 1991.

Deng abandonó en 1989 su último cargo, la presidencia de la comisión militar del comité central del
PCCh, pero sus partidarios mantuvieron la hegemonía en el XIV Congreso del partido (1992) e
impusieron un programa de “construcción del socialismo con características chinas”. EE.UU. renovó
a China la cláusula de nación más favorecida (1994), pero las tensiones volvieron en 1996 con una
crisis diplomático-militar en el estrecho de Formosa y nuevas tensiones en el Tíbet.

La muerte de Deng no cambió la dirección comunista ni sus proyectos de reforma, y Jiang Zemin fue
elegido presidente de la República China. Después del XV Congreso (1997), Jiang Zemin se afianzó
en la secretaría general del Partido, y Li Peng, al que se atribuye la represión de Tiananmen, fue
reemplazado como primer ministro por Zhu Rongji, un declarado reformista, que estableció un
programa para la transformación de las empresas estatales, la extensión del sector privado y una
reducción drástica de la burocracia (1998).

En junio de 1998 el presidente Clinton realizó una visita a China, la primera tras la matanza de
Tiananmen, para crear un nuevo marco político para las crecientes relaciones económicas. Un año
después se produjo la retrocesión de Macao por parte de Portugal. Por otra parte, la intercepción por
cazas chinos de un avión espía estadounidense en Hainan originó una seria crisis diplomática
(2001).
China liberó a los miembros de la tripulación pero retuvo el aparato, y EE.UU. impuso al país
represalias comerciales. Ese mismo año el presidente Jiang Zeming firmó con su homólogo ruso,
Vladimir Putin, un tratado de amistad y cooperación sin precedentes, y en noviembre la República
Popular ingresó en la Organización Mundial del Comercio (OMC), tras quince años de intensas
negociaciones. En el XVI Congreso del partido (2002) Hu Jintao sustituyó a Jiang Zemin en los
cargos de secretario general y presidente del país.

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