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NOCHE.

DE HAROLD PINTER.
(TRADUCCIÓN DE ESTEBAN MONTES)

PERSONAJES:

HOMBRE.
MUJER.

Ambos entrados en los cuarenta años. Sentados con una taza de café.

HOMBRE.- Estoy hablando de aquella vez, junto al río.


MUJER.- ¿Qué vez?
HOMBRE.- La primera vez. En el puente. Cuando comenzábamos, en el
puente.
(Pausa)
MUJER.- No puedo recordar.
HOMBRE.- En el puente. Nos detuvimos y miramos hacia el río. Era de noche.
Habían encendido las luces en la vereda. Estábamos solos. Miramos hacia el
río. Puse mi mano en tu pequeña cintura. ¿No te acuerdas? Metí la mano
debajo de tu abrigo.
(Pausa)
MUJER.- ¿Fue en invierno?
HOMBRE.- Claro que fue en invierno. Fue cuando nos conocimos. Fue nuestro
primer paseo. Tienes que acordarte de eso.
MUJER.- Recuerdo que caminamos. Recuerdo haber caminado contigo.
HOMBRE.- ¿La primera vez? ¿Nuestro primer paseo?
MUJER.- Si, claro. Lo recuerdo. (Pausa) Bajamos por el camino, rumbo al
campo y atravesamos por unos barandales. Caminamos hasta una esquina en
el campo y nos detuvimos por los barandales.
HOMBRE.- No. Fue en el puente donde nos detuvimos.
(Pausa)
MUJER.- Entonces fue con alguien más.
HOMBRE.- ¡Absurdo!
MUJER.- Fue con otra muchacha.
HOMBRE.- Fue hace muchos años. Ya se te olvidó. (Pausa) Recuerdo la luz
sobre el agua.
MUJER.- Tomaste mi rostro entre tus manos, de pie, junto a los barandales.
Fuiste muy gentil, muy amoroso. Yo te importaba. Tus ojos buscaban mi rostro.
Me preguntaba quién eras. Me preguntaba qué pensabas. Me preguntaba qué
harías.
HOMBRE.- Estás de acuerdo en que nos conocimos en una fiesta. ¿Estás de
acuerdo con eso?
MUJER.- ¿Qué fue eso?
HOMBRE.- ¿Qué?
MUJER.- Me pareció oír a un niño llorando.
HOMBRE.- No se oyó nada.
MUJER.- Me pareció que era un niño que lloraba, despertando.
HOMBRE.- La casa está en silencio. (Pausa) Es muy tarde. Estamos aquí
sentados. Deberíamos estar en la cama. Tengo que levantarme temprano.
Tengo cosas que hacer. ¿Por qué discutes?
MUJER.- No. Yo no discuto. Quiero irme a la cama. Tengo cosas que hacer.
Tengo levantarme temprano en la mañana.
(Pausa)
HOMBRE.- Un hombre llamado Doughty hizo una fiesta. Tú lo conocías. Yo
tuve que ir porque conocía a su esposa. Ahí te encontré a ti. Estabas de pie,
junto a la ventana. Te sonreí y para mi sorpresa, tú sonreíste también. Te gusté.
Yo estaba sorprendido. Me encontraste atractivo. Después me lo dijiste. Te
gustaron mis ojos.
MUJER.- A ti te gustaron los míos. (Pausa) Tocaste mi mano. Me preguntaste
quién era yo y que hacía y que si estaba conciente de que me estabas tocando
la mano, de que tus dedos tocaban los míos, de que tus dedos se movían de
arriba a abajo entre los míos.
HOMBRE.- No. Nos detuvimos en el puente. Yo estaba detrás de ti. Puse mi
mano debajo de tu abrigo, sobre tu cintura. Sentiste mi mano sobre ti.
(Pausa)
MUJER.- Habíamos ido a una fiesta. La hicieron los Doughty. Tú conocías a su
esposa. Ella te miraba cariñosamente, como dando a entender que eras su
querido. Parecía que te amaba. Yo no. No te conocía. Tenían una linda casa.
Cerca del río. Fui por mi abrigo y te dejé esperándome. Te ofreciste a
acompañarme. Pensé que eras muy fino, muy cortés, agradablemente
educado, muy amable. Me deslicé por mi abrigo y miré por la ventana,
sabiendo que estabas esperándome. Miré hacia abajo, sobre el jardín, rumbo al
río y pude ver el reflejo de las lámparas sobre el agua. Entonces me dirigí a ti y
juntos bajamos por el camino, atravesando los barandales, hacia el campo,
debió haber sido una especie de parque. Mas tarde encontramos tu carro. Me
llevaste.
(Pausa)
HOMBRE.- Yo toque tus senos.
MUJER.- ¿Dónde?
HOMBRE.- En el puente. Sentí tus senos.
MUJER.- ¿De verdad?
HOMBRE.- Estaba de pie, detrás de ti.
MUJER.- Me preguntaba si lo harías, si realmente querrías hacerlo.
HOMBRE.- Si.
MUJER.- Me preguntaba cómo lo harías, me preguntaba si verdaderamente
deseabas hacerlo.
HOMBRE.- Puse mis manos debajo de tu sweater, desabroché tu brassière,
sentí tus senos.
MUJER.- Otra noche tal vez. Otra muchacha.
HOMBRE.- ¿No recuerdas mis dedos en tu piel?
MUJER.- ¿Estuvieron mis senos en tus manos? ¿Cubiertos por tus manos?
HOMBRE.- ¿No recuerdas mis manos en tu piel?
(Pausa)
MUJER.- ¿De pie, detrás de mí?
HOMBRE.- Si.
MUJER.- Pero si mi espalda estaba contra los barandales, Sentí el brandal…
detrás de mi. Tú estabas frente a mí. Veía en tus ojos. Mi abrigo estaba
cerrado. Hacía frío.
HOMBRE.- Abrí tu abrigo.
MUJER.- Era muy tarde. Estaba helando.
HOMBRE.- Y entonces dejamos el puente, bajamos por la vereda y llegamos a
un maldito basurero.
MUJER.- Y me tomaste y me dijiste que me amabas y que siempre me
cuidarías, y dijiste que mi voz, mis ojos, mis muslos y mis senos, eran
incomparables, y que siempre me adorarías.
HOMBRE.- Si, lo hice.
MUJER.- Y siempre me adoras.
HOMBRE.- Si, lo hago.
MUJER.- Y entonces, tuvimos hijos y nos sentamos y hablamos y tu recordaste
mujeres en puentes y veredas y malditos basureros.
HOMBRE.- Y tú recordaste tus nalgas contra un barandal y hombres que te
toman de las manos y te miran a los ojos.
MUJER.- Y me hablan dulcemente.
HOMBRE.- Y tu dulce voz. Hablándoles suavemente por la noche.
MUJER.- Y dicen, te adoraré siempre.
HOMBRE.- Diciendo, te adoraré siempre.

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