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(Est. 4:1-17)
Fondo histórico.
1 rasgó sus vestidos…ceniza. Estos eran símbolos tradicionales de duelo y humillación (cp. Jer. 6:26; Dn. 9:3).
Rasgarse las ropas y vestirse de cilicio (una tela oscura usualmente fabricada con pelos de cabra) y de ceniza era
una señal de duelo o de desastre colectivo.
3 ayuno. El ayuno de los judíos hace un fuerte contraste con el banquete del rey y de Amán (cp. 3:15).
6 la plaza. Un sitio tradicional para las manifestaciones de luto.
11 él tiene una sola ley. Según Herodoto (I. 96–101), Deioces, primer rey de Media, estableció esta ley. Los persas
la guardaron hasta la época de Ester. por estos treinta días. Ester arriesgó su vida al acercarse al rey sin ser
llamada, especialmente cuando él no la había llamado por treinta días. No se sabía cuál sería la reacción del rey.
14 si permaneces callada. La nacionalidad de Ester aun no se sabía en el palacio. Para interceder por su pueblo,
tendría que revelarse. de otro lugar. Sin mencionar explícitamente a Dios, se alude a la ayuda que él puede prestar
de diversas maneras al pueblo judío. La creencia de Mardoqueo en la protección de Dios contrasta con la creencia
de Amán en la suerte (3:7) para determinar el futuro de los judíos. quién sabe…como ésta. La pregunta de
Mardoqueo es una fuerte afirmación, aunque indirecta, del control de Dios sobre los asuntos aún de los poderosos.
13-14 Después de escuchar a Ester que en otras palabras le decía: «Si hago lo que me pides, moriré» (v. 11),
Mardoqueo le da una respuesta a fondo. Le dice: «De todas maneras morirás. Si no hablas, puede que pierdas la
gran oportunidad, el privilegio, de servir a Dios salvando a tu nación».
16 ayunad por mí…yo…ayunaremos. Así como Ester había obedecido antes a Mardoqueo en ocultar su identidad,
ahora le obedecería en identificarse con su pueblo judío, aunque fuera por ello condenada a ser exterminada. si
perezco, perezco. Al abogar por los judíos, Ester se arriesgaba a morir, ya que si el rey no la recibía, ella moriría. Si
ella era perdonada, habría la esperanza de que todos los judíos se salvaran.La respuesta de Ester es su compromiso
definitivo con Mardoqueo y su pueblo, los judíos, bajo amenaza de muerte. En esencia, ella dice: «Haz tu parte en
ayudarme, y yo haré cuanto tú has dicho que haga, no importa que muera». El ayuno, especialmente cuando está
acompañado de oración, es una señal de intensidad o deseo respecto a una necesidad desesperada (Jon. 3:5-8).
CAPITULO 4
1-14. MARDOQUEO Y LOS JUDIOS SE ENLUTAN.
1. Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho—Confiando en la naturaleza irrevocable del decreto del
monarca persa (Dn. 6:15), Amán lo publicó una vez que se hubo conseguido la real autorización y Mardoqueo fue
uno de los primeros que lo oyeron. Por amor de sí mismo, como también por sus compatriotas, este decreto
asombroso le causó gran aflicción. Los actos descriptos en este pasaje son, según costumbre oriental, expresivos
del dolor más penetrante; y su llegada a la puerta del palacio, bajo el impulso de emociones indómitas, fue para
presentar una petición, ardiente aunque vana, por la misericordia real. El acceso, sin embargo, a la presencia del
rey era imposible para persona en su estado desfigurado; “porque no era lícito pasar adentro de la puerta del rey
con vestido de saco.” Pero halló medios de hacer llegar a la reina Ester el conocimiento de la horrible conspiración.
4. y la reina tuvo gran dolor; y envió, vestidos para hacer vestir a Mardoqueo—Su motivo para hacer esto fue o el
de capacitarlo para continuar en su puesto de antes, o tal vez, ponerlo en condiciones de venir lo bastante cerca del
palacio como para informarle a ella la causa de angustia tan repentina y tan excesiva.
5. Entonces Esther llamó a Hatac, uno de los eunucos del rey, que él había hecho estar delante de ella—Casi
nunca se puede tener comunicación con las mujeres en el harén, y únicamente por medio de los guardas. El jefe de
los eunucos recibe el mensaje de labios de la reina, lo lleva a algún oficial inferior del serrallo, y, cuando se ha
cumplido la comisión, el subordinado la comunica al superintendente, por medio de quien es llevada a la reina. Este
eunuco jefe, generalmente un viejo que se ha recomendado mediante un largo curso de servicio fiel, es siempre
nombrado por el rey; pero es para sus intereses, como también su deber, congraciarse con la reina también; por
consiguiente, hallamos a Hatac haciéndose muy servicial en llevar estas comunicaciones particulares con
Mardoqueo, quien por el mismo medio pudo conseguir la poderosa influencia de ella.
8. le encargara que fuese al rey—El lenguaje aquí es excesivamente fuerte, y, como difícilmente se puede suponer
que Mardoqueo todavía estuviera usando de autoridad sobre ella como hija adoptiva, hay que considerar que él le
estaba rogando más bien que mandando, en nombre de los hermanos de ella, y en nombre de su Dios, que hiciese
una apelación directa a los sentimientos de su real esposo.
11. cualquier hombre o mujer que entra al rey al patio de adentro sin ser llamado—Los reyes persas estaban
rodeados de tanto formulismo que casi era imposible acercarse a ellos. La ley mencionada fue decretada primero
por Deyoces, rey de Media, y después, cuando fue establecido el imperio, fue adoptada por los persas, de que todo
asunto fuese tratado y las peticiones transmitidas al rey por medio de sus ministros. Aunque no se pensaba que la
restricción fuera aplicable a la reina, sin embargo, por el carácter estricto e inflexible de las leyes persas, y por el
deseo extremado de ensalzar la majestad del soberano, aun su esposa favorita no tenía el privilegio de entrada,
sino por favor y condescendencia especiales. Ester estaba sufriendo por la severidad de esta ley, y como no había
sido admitida a la presencia del rey durante todo un mes, ella tenía motivos para temer que el cariño imperial
hubiera sido enajenado de ella, poca esperanza tenía de poder ayudar a su patria en esta terrible emergencia.
13, 14. Entonces dijo Mardoqueo que respondiesen a Esther—La respuesta de Mardoqueo fue a este efecto: Que
ella no debía entregarse a la vana esperanza de que ella, por su conexión real, escaparía de la condena general de
su raza; que él, Mardoqueo, creía confiadamente que Dios se interpondría, y, si no por medio de ella, por algún otro
libertador, salvaría a su pueblo; pero que el deber evidentemente le correspondía a ella, puesto que había grandes
razones para creer que éste era el propósito de la providencia al elevarla a ella a la dignidad de reina, y por lo tanto
que ella debía ir con corazón valiente, no dudando del éxito.
16. así entraré al rey, aunque no sea conforme a la ley—La petición de Mardoqueo fue irresistible, y habiendo
establecido un solemne ayuno por tres días, ella manifestó su decisión firme de hacer la súplica al rey, aunque
pereciera en la tentativa. yo también con mis doncellas—Es probable que ella hubiera reunido al rededor de sí
doncellas judías, o mujeres que eran prosélitas de aquella religión.