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El Doctor John Martyn Harlow curó a Gage de su herida y le trató durante unas
semanas hasta que se recuperó y pudo regresar junto a su familia en el cercano New
Hampshire. Sin embargo, aunque físicamente parecía recuperado, su carácter había
cambiado, no se reincorporó a su trabajo y sus compañeros decían que “nunca más
fue Gage”. En los años siguientes realizó varios trabajos manuales, fue conductor de
diligencias, viajó por Nueva Inglaterra e, incluso, vivió y trabajó varios años en
Valparaíso, en Chile. En todos sus desplazamientos siempre le acompañó la barra de
hierro que había cambiado su vida y, a veces, se exhibía con ella.
Por fin regresó con su familia, su madre y su hermana, que por entonces vivían en
San Francisco. Allí murió el 21 de mayo de 1860, casi 12 años después del accidente.
Años más tarde, el Dr. Harlow, aquel médico que le curó en Cavendish, Vermont, se
enteró de su muerte y pidió permiso a la hermana para exhumar el cadáver y
recuperar el cráneo. También encontró la barra de hierro y ambos, cráneo y barra,
los depositó en el Museo de la Facultad de Medicina de Harvard después de dar
varias conferencias y publicar varios folletos explicando la herida y sus
consecuencias. Son estas conferencias, que unían herida y cambios en el carácter, las
que hicieron famoso a Phineas Gage, después de muerto.
Hace unos años, en 1994, fue el neurólogo portugués Antonio Damasio el que
recuperó a Phineas Gage, su herida y sus cambios de carácter. Al año siguiente lo
incluyó, con gran extensión e importancia, en su libro Descarte’s Error. Damasio
planteó las primeras conclusiones sobre las áreas dañadas del cerebro de Gage y su
relación con su extraordinario cambio de carácter.
El Dr. Harlow y algunos otros expertos que le examinaron, hablan de que “Pienso
que este caso es enormemente interesante para cualquier fisiólogo preparado y
para cualquier intelectual filósofo”. Otro declaró que Gage “pronto recuperará las
facultades de cuerpo y mente… ahora que con considerables perturbaciones en su
función”. Harlow escribió que el equilibrio entre las facultades intelectuales y las
inclinaciones animales se había roto. Gage era ahora caprichoso, irreverente,
indulgente con la blasfemia, irrespetuoso con los compañeros, impaciente ante la
frustración o con la oposición a sus deseos, a veces obstinado, otras veces indeciso o
vacilante, siempre haciendo planes que, ante el menor problema, se dejan de lado y
se sustituyen por otros. Un niño en lo intelectual y un hombre en las pasiones
animales, así lo describe el Dr. Harlow.
Antes del accidente, Gage, aunque no había ido a la escuela, era un trabajador hábil,
especializado, rápido, con una mente equilibrada, enérgico y perseverante. Su
conducta cambió tras el accidente quizá por los daños que la barra de hierro hizo en
su cerebro. Pero nos queda una duda ya que el trabajo de Harlow es posterior a la
muerte de Gage.
Heridas como esta, en accidentes ocurridos en nuestros días, han alterado conductas
en relación con el ánimo, la memoria, la planificación o las relaciones sociales. Y hay
daños similares en la sustancia blanca en algunas demencias o en el Alzheimer.
Referencias:
Damasio, H., T. Grabowski, R. Frank, A.M. Galaburda & A.R. Damasio. 1994. The
return of Phineas gage: Clues about the brain from the skull of a famous patient.
Science 264: 1102-1105.
Damasio, A.R. 1995. Descarte’s Error: Emotion, reason, and the human brain. Avon
Books. New York.
Darrell Van Horn, J. y 5 cols. 2012. Mapping connectivity damage in the case of
Phineas Gage. PLoS ONE 7: e37454
Ratiu, P. y 4 cols. 2004. The tale of Phineas Gage, digitally remastered. Journal of
Neurotrauma 21: 637-643.
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