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La energía nuclear. Riesgos y beneficios


Rafael J. Pérez Miranda
México, DF, junio de 2014-06-09

Explosión nuclear sobre Hiroshima


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Presentación
Es reiterada la afirmación de los científicos acerca de la timidez con que la humanidad está
enfrentando el problema del calentamiento global y el peligro que ello conlleva; los acuerdos
internacionales sobre reducción de la emisión de gases con efecto invernadero no cuentan con la
adhesión de los principales países emisores (los que están fuera del Protocolo de Kyotto emiten
más del 80% de dichos gases). A principios de siglo el 43% de las emisiones globales de CO2
procedía del petróleo, el 37% del Carbón y el resto del gas natural, si bien más de la mitad del
petróleo se utilizaba en medios de locomoción.1 Es decir, la utilización de fuentes alternativas para
la producción de energía atiende sólo una parte del problema, pero de una magnitud significativa.
Las dos fuentes productoras de energía eléctrica que no generan moléculas de CO2 son la
hidroeléctrica y la nuclear; y ésta es la única que se puede expandir todo lo que las decisiones de
políticas públicas decidan, pues existe material nuclear suficiente para alimentarlas durante
muchas décadas; si bien hay que reconocer que deben contemplarse inversiones muy fuertes para
la obra civil, adquisición de reactores nucleares y programas para desmontar las plantas al finalizar
su vida su vida útil. Por otra parte, el costo de la tecnología necesaria para instalar una planta
nuclear para generar energía eléctrica es de fácil acceso en nuestros días, lo que no sucede con la
mayoría de las fuentes alternativas de energía eléctrica.
Pero programar la generación de energía eléctrica mediante usinas nucleares implica
abordar problemas de no fácil solución: la eliminación de los residuos nucleares, el
desmantelamiento de las plantas obsoletas (que puede resultar más caro que la instalación de la
central nuclear), aceptar el control internacional del uso de la energía nuclear y del material
nuclear enriquecido sólo para fines pacíficos.
Realizaremos algunas breves consideraciones generales sobre los desafíos que los riesgos
de las nuevas tecnologías generan al sistema jurídico.

I. Los riesgos y el derecho


Los avances de la ciencia y de la tecnología moderna no terminan de asombrar a la
sociedad, tampoco dejan de preocuparla; las dudas nacen muchas veces de la información

1/ SCOLOW, Robert H y Stephen W. Pacala. Plan para estabilizar las emisiones de carbono. Rev.
Investigación y Ciencia. Barcelona, noviembre de 2006, pág. 17.
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recibida de medios de comunicación, que dedican a las noticias el espacio que el mercado les
permite: prensa escrita, radio y televisión, comunican resultados muy importantes en pocas líneas
o en pocos segundos. La información sobre temas de por sí complejos, vertida en tan poco espacio,
es seguida frecuentemente de vaticinios catastrofistas utilizados para atraer la atención del
público, los que no necesariamente se sustentan científicamente. Es conveniente destacar, por
otra parte, que en los últimos años se ha incrementado el periodismo especializado en difusión
científica, que dispone de espacios más amplios y puede por tanto realizar análisis más serios y
analíticos; sin embargo, tiene en su contra una audiencia mucho más reducida.
En algunos casos la relación de las nuevas tecnologías y sus efectos negativos son de
apreciación directa:
El desarrollo de la energía nuclear se manifestó en muy poco tiempo en el bombardeo a
ciudades japonesas; los efectos aún afectan a quienes no habían nacido al momento de los
bombardeos a Hiroshima y Nagasaki, caso ejemplar de eventos que producen daños que van más
allá del efecto instantáneo del acontecimiento. Al comenzar a utilizarse la energía nuclear con
fines pacíficos los informes de los científicos hacían referencia al pleno control de la misma,
debido a lo cual se debía confiar plenamente en su uso; contundente afirmación que fue
cuestionada por la realidad de los accidentes de Three Mile Island (Pensylvania, 1979), Chernobyl
(Ucrania, 1986), Fukushima (2011) un caso claro de evaluaciones de riesgo que subestiman los
peligros derivados de las nuevas tecnologías. El primero de estos accidentes hizo que se
suspendiera la aprobación de reactores nucleares en EUA; cuando se había avanzado en materia
de seguridad y se hablaba de reactores de segunda generación sucedió el accidente de Fukushima
(Japón, 2011) provocado por un tsunami que dejó sin refrigeración cuatro de los núcleos de la
central nuclear.
Los desechos nucleares, los residuos de combustible de los reactores, de
Fukushima Daiichi , se supone que serán retirados en 2020 – 2021. El desmantelamiento
total de la central se realizará entre 2051 – 2061. El costo se estima en 100,000 millones
de dólares. Murieron 3200 personas por enfermedad y suicidios derivados de la
evacuación. Se estima en 1,000 las muertes por los casos de cáncer ocasionados por las
fugas radioactivas.2

2 / MUKERJEE, Madusree. Fukushima hoy. En Rev. Investigación y Ciencia, marzo 2016, Barcelona. Pág. 8
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Los científicos y tecnólogos sostienen que los nuevos reactores, denominados de


generación III+ son mucho más seguros en la medida en que disponen de un sistema pasivo de
enfriamiento que evitaría que se repita el problema de Fukushima originado en que no funcionó el
sistema de enfriamiento alternativo por falta de energía; también se está experimentando con
sistemas de enfriamiento basados en gas en sustitución del agua. Sin embargo, estas afirmaciones
siguen siendo cuestionadas por la experiencia histórica y hay coincidencia respecto a la
imposibilidad de garantizar un reactor nuclear contra todo tipo de riesgos.3 El precio de construir
una central nuclear con muy altos grados de seguridad y los costos y dificultades ocasionados por
la eliminación de los residuos nucleares, dificultan la posibilidad de recurrir a esta fuente de
energía que no contamina y no genera gases con efecto invernadero.4 Se deberá continuar
evaluando la conveniencia de impulsar esta forma de generar energía eléctrica realizando estudios
sobre el costo de la seguridad y los riesgos que genera.

Durante la guerra fría se presentó como una posibilidad real un enfrentamiento nuclear
entre EUA y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la respuesta frente a este nuevo
riesgo fue el incremento del arsenal nuclear de ambos bandos, para disuadir al enemigo de
intentar un ataque ante la amenaza de recibir una respuesta de tal magnitud que lo haría
desaparecer (teoría de la disuasión). Los obstáculos que impidieron un desarme nuclear efectivo,
fueron atribuidos a los intereses de las empresas y de las corporaciones militares. Los países más
avanzados científica y culturalmente, más desarrollados industrialmente, demostraron que no
estaban en condiciones de manejar seriamente la nueva sociedad de riesgos; el arsenal nuclear
acumulado en unos pocos países era (y es) suficiente para destruir a la humanidad. La etapa actual
es denominada posguerra fría, sin embargo las principales potencias continúan acumulando
armas, como si hubiera expectativas cercanas de guerra caliente.
Se debate si muchas de las nuevas tecnologías son peligrosas, pero también si es necesario,
incluso conveniente, invertir en la evaluación de los riesgos que generan, ya que ello derivaría en
un aumento del precio de los productos y de los servicios. En efecto, el costo de la seguridad

3 / PIORE, Adam. Energía Nuclear. Prepararse para el cisne negro. En Rev. Investigación y Ciencia,
Agosto de 2011. Barcelona, págs.. 36 y ss.
4 / Las dificultades que presenta ubicar los desechos nucleares el tiempo necesario para que dejen de

ser peligrosos, sin que afecten el medio ambiente y sin que se transformen en un peligro para las
diversas manifestaciones de vida ha provocado que hasta ahora se haya optado por dejarlos en las
mismas centrales nucleares, muchas de ellas ya sin actividad. Ver al respecto un interesante artículo
de? WALD, Matthew L. Residuos nucleares? ¿nuevas soluciones? En la revista Investigación y Ciencia.
Barcelona 2009. Págs. 30 y ss.
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impulsa a la sociedad, en repetidas ocasiones, a asumir riesgos que se podrían evitar. La


realización de servicios de mantenimiento continuos a los aviones podría reducir los accidentes
aéreos, pero incrementaría en exceso el precio de los pasajes; el sistema actual de control y
mantenimiento de aeronaves responde a un coeficiente que contempla un nivel satisfactorio de
seguridad costeable, que permita el acceso relativamente masivo de viajeros.

La energía nuclear y la aviación son industrias sustentadas en nuevas tecnologías que por el
desarrollo de los conocimientos respecto a las mismas no deberían causar daños importantes,
pero los accidentes siguen sucediendo, eliminando la posibilidad de llegar al riesgo cero. Sin
embargo, podemos realizar algunas distinciones entre ambas.

a) Los accidentes de aviación provocan un número importante de muertes en cada evento,


pero el daño culmina en el momento en que el mismo acaece; se conoce de inmediato el
número de muertos y heridos, se puede estimar los costos de la reparación del daño.
b) Los accidentes nucleares pueden ser mucho más importantes en sus efectos respecto al
número de personas muertas y heridas, las cuales no se limitarán a las acaecidas en el
momento del accidente; todavía no se puede afirmar de manera contundente que han
dejado de producirse daños por las explosiones y accidentes nucleares citados. Además de
producir daños inmediatos en vidas humanas, los accidentes nucleares afectan seriamente
al ambiente, produciendo daños difíciles de reparar en el mediano plazo. Sin embargo,
también en este caso tenemos de inmediato la información sobre la existencia del evento
dañino y desde ese mismo momento se puede iniciar el proceso de control de daños y de
asignación de responsabilidades. Algo similar sucede con la mayoría de los fármacos que
comienzan a producir efectos nocivos no contemplados o no descubiertos en las
experimentaciones exigidas para autorizar su comercialización.
c) Un tipo de daño diferente deriva de nuevas tecnologías que pueden producir efectos
perniciosos en las personas o en el medio ambiente, con el agravante de que el daño se
puede comenzar a visualizar después de muchos años. Es el multicitado caso del DDT por
un lado y de los gases que afectan la capa de ozono; en ambos casos se necesitó de años
para conocer sus efectos dañinos; en ambos la solución es bastante sencilla, dejar de
utilizarlo y de generarlos, respectivamente, pero la reparación de sus efectos nocivos
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demorará muchas décadas. Mas pernicioso en sus efectos cercanos y de largo plazo es la
generación de gases con efecto invernadero que provocan el cambio climático.

Desde una perspectiva crematística se deben contemplar algunos aspectos importantes que
orientan la conveniencia o no de adoptar políticas públicas preventivas; tomaremos como ejemplo
la propuesta de que se etiqueten los productos transgénicos y sus derivados:

a) Si se acepta realizar análisis de riesgo costosos, el incremento en el precio del producto


puede eliminar la ventaja competitiva frente al producto natural.
b) A precios iguales, el consumidor puede preferir el producto natural y no consumir el
elaborado con nuevas tecnologías.
c) El consumidor que no considera que pueda haber peligro debería pagar un precio más
elevado por las exigencias de un sector social, que puede ser minoritario, que considera
muy grave los efectos posibles derivados del riesgo.

Por otra parte las autoridades permiten la venta al público de automóviles deportivos que
pueden desarrollar velocidades cercanas a los 300 kilómetros horarios; sin embargo, las mismas
autoridades prohíben que en las ciudades se circule a velocidades superiores a los 50 ó 60
kilómetros horarios y a más de 120 ó 150 kilómetros horarios en las autopistas; se supone que las
sanciones para quienes infrinjan estas velocidades son lo suficientemente disuasivas y por tanto
las sanciones se aplican en muy pocos casos, si bien puede haber violaciones de estas velocidades
y ellas derivar en daños irreparables, como privar de la vida a una o más personas, se considera
que es un riesgo que la sociedad puede y debe aceptar.
En gran medida impulsado por los movimientos ambientalistas de la década de los 70, EUA
incorporó un sistema de evaluación costo/beneficio que se debían considerar obligatoriamente
para la emisión de normas regulatorias; el sistema de evaluación surge, en consecuencia, como
respuesta a la presión de los votantes y no necesariamente es producto de rigurosos análisis
científicos. Los criterios de evaluación fueron evolucionando pero se mantuvieron como principio
general en las distintas presidencias, hasta nuestros días. La adopción de estos criterios ha influido
en el derecho comparado, la mayoría de los países, incluido el nuestro, han incluido en sus
legislaciones disposiciones en este sentido, considerando como parte importante de los costos el
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impacto ambiental de las medidas y los riesgos que genera, en especial la posibilidad de provocar
daños irreparables.
Las diversas disciplinas científicas se refieren a los riesgos conforme sus objetos de
investigación, en consecuencia se carece de un concepto técnico común a todas ellas. En términos
muy genéricos se los suele definir como “eventos posibles aunque inciertos, que pueden producir
daños”, pero ello también contiene a la idea de peligro; la nota distintiva reside en el posible
origen de los eventos, en el caso del peligro pueden ser fenómenos naturales, en el de los riesgos,
se suele hacer referencia al origen en conductas humanas. 5 A los efectos de este estudio
entendemos por riesgo los hechos que es probable que produzcan daños, hechos que se
originan en conductas humanas6/. Por otra parte, cuando hablamos de daños estamos partiendo
de la existencia de bienes tutelados por la ley o que núcleos importantes de la sociedad
consideran que deben ser tutelados que pueden ser afectados negativamente.

Si las conductas riesgosas se relacionan con beneficios individuales o sociales, se debe evaluar
si es conveniente prohibirlas, estableciendo un vínculo adecuado entre los posibles daños, la
posibilidad de evitarlos, y la importancia de los beneficios potenciales producto de la conducta
riesgosa7. Los peligros derivados del uso pacífico de la energía nuclear y del transporte aéreo son
un ejemplo de riesgos que no generan conflictos serios a la sociedad, son asumidos como
necesarios; aparentemente sólo una minoría informada se ha opuesto sistemáticamente a la
utilización de la energía nuclear con fines pacíficos.

Generación de riesgos y responsabilidad: Las conductas humanas aplicadas a las nuevas


tecnologías pueden motivar que un riesgo derive en un daño sobre bienes o personas, es una
relación que permite establecer un vínculo causal que deriva en responsabilidad. En estos casos,
el derecho privado establece reglas que permiten restablecer los equilibrios patrimoniales
exigiendo que quien causó los daños los repare. Las nuevas tecnologías originaron cambios en las
disposiciones relacionadas con la obligación de reparar el daño, como la responsabilidad objetiva.
Por otra parte, en muchos casos la sociedad ha tenido que asumir la necesidad de aceptar algunos

5/ LÓPEZ CEREZO, José A. – José Luis Luján. Ciencia y Política del Riesgo. Alianza Editorial, colección
Ciencia y Técnica. Madrid, España, 2000, págs. 22 y ss.
6/ ESTEVE PARDO, José. Técnica, riesgo y derecho. Tratamiento del riesgo tecnológico en el Derecho

Ambiental. Ed. Ariel Derecho, Barcelona, España, 1999, pág. 31.


7/ PROGRAMA DE NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO. Informe sobre desarrollo humano 2001.

Gestión de riesgos tecnológicos, págs. 67 y ss. Ed. Mundi Prensa. Madrid, España, 2001.
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riesgos, por los efectos nocivos que se derivarían de la prohibición del hecho que lo genera, por la
posibilidad de controlarlo o establecer medidas disuasivas adecuadas, o por una combinación
ponderada de varios de estos factores.

El establecimiento de una relación de imputación individualizada que permita exigir la


reparación de los daños privados, o de medidas regulatorias administrativas preventivas, implica
un conocimiento científico de la tecnología y de la relación causa-efecto entre la conducta humana
que provoca el riesgo y los daños producidos. La evaluación de riesgo se realizará a partir de un
primer resultado derivado de multiplicar la probabilidad de que se verifique el hecho dañoso por
el tamaño del daño que se produciría.

Sin embargo, los daños que derivan de la contaminación nuclear no son controlables por las
personas, puede que no se detecten que se comenzó a producir el daño en el corto o mediano
plazo, y que si se detecta no se puede predecir durante cuanto tiempo el hecho riesgoso seguirá
produciendo efectos nocivos; pueden, por otra parte, afectar a un sector significativo de una
región. Este tipo de riesgos no pueden ser enfrentado con las normas tradicionales sobre
responsabilidad subjetiva u objetiva propias del derecho privado.

Debemos considerar además que muchas de las conductas que generan riesgos, la gran
mayoría, son conductas no prohibidas, otras están expresamente garantizadas por disposiciones
constitucionales o legales, como la libertad de investigación, de libre comercio interno e
internacional, y de libre empresa. Para prohibir o regular estas conductas, con vista a la
protección del interés general, el gobierno requiere de disposiciones jurídicas expresas de igual o
superior nivel jerárquico, así como las reglamentarias correspondientes.

En el caso de los riesgos derivados de las nuevas tecnologías encontramos un primer


inconveniente que se origina en la lentitud del sistema formal de producción de normas jurídicas
con relación a la velocidad de los logros científicos y a la eficiencia de las empresas para
transformarlos en desarrollos tecnológicos susceptibles de ser patentados y de ser explotados
industrialmente.
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Las corporaciones realizan inversiones sustanciales para lograr ventajas competitivas a través
de estas creaciones técnicas y, por tanto, mientras antes puedan colocar en el mercado los nuevos
productos y los nuevos procesos, antes podrán recuperar las inversiones realizadas y antes
comenzarán a lograr las ganancias extraordinarias que motivaron la inversión; inversión
económicamente significativa y riesgosa, ya que en la mayoría de los casos no se puede garantizar
el éxito final.

Para este tipo de riesgos el sistema jurídico ha establecido que, en ciertos casos no se requiere
que se produzca el daño para aplicar sanciones, es suficiente que se ejecuten las conductas
consideradas peligrosas para que se configure el supuesto que origina la aplicación de la sanción.
Los acciones que configuran hechos ilícitos o delitos de peligro, son reconocidas especialmente
por el derecho correccional administrativo y por el derecho penal; este criterio es utilizado por el
derecho público en aquellas situaciones en las cuales el hecho peligroso está asociado en un
porcentual muy alto con el daño concreto, o cuando el hecho riesgoso podría provocar daños
irreparables, o cuya reparación puede demorar varias generaciones. La realización de la conducta
descrita como peligrosa, en el caso de que no se produzca el daño, no se considera sólo tentativa,
implica la realización del ilícito [civil, correccional o penal] de manera plena. En muchos casos, el
daño se podría producir, o se podría detectar que se produjo, luego de muchos años de haberse
realizado la conducta riesgosa, estos casos son frecuentes en los riesgos generados por las nuevas
tecnologías y generan un difícil problema relacionado con los criterios tradicionales que regulan la
prescripción liberatoria.

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