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FORMAS DE EXTINCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD PENAL.

Una vez que la responsabilidad penal ha nacido, y por lo tanto, ha podido ser exigida por el ordenamiento
jurídico, tienen lugar estas causales según la cuales, la pretensión punitiva del Estado ya no puede ser
impetrada. Se encuentran reguladas en el art. 93 del CP, a saber:

1) La muerte del responsable.

La muerte “natural” del responsable ( no su muerte presunta), pone fin a su responsabilidad penal. Sin
embargo esta regla sólo se aplica respecto de las penas personales. La pena pecuniaria, en cambio, sólo se
extingue cuando al fallecimiento del responsable no hubiere recaído sentencia ejecutoria. Así las cosas, la
responsabilidad pecuniaria ya impuesta por sentencia ejecutoria se traspasa a los herederos del difunto.

2) El cumplimiento de la condena.

Entendemos por cumplimiento de la condena, el efectivo transcurso del tiempo de imposición de la


condena, así como el pago total de las sumas impuestas por una pena pecuniaria.

Además de ello, la pena se entiende cumplida una vez reunidos los requisitos y transcurrido el tiempo
impuesto a través de las medidas alternativas de remisión condicional, reclusión nocturna y libertad vigilada
contenidos en la ley 18.216.

3) La Amnistía.

La Amnistía es una manifestación de la voluntad soberana expresada a través de una ley, que extingue por
completo la pena y todos sus efectos.

La Amnistía se denomina propia cuando se refiere a hechos que aún no han sido enjuiciados. A su vez, se
denomina impropia cuando se refiere a hechos ya enjuiciados respecto de los cuales ya se ha pronunciado
sentencia condenatoria.

La Jurisprudencia nacional ha señalado que los efectos de la amnistía no se extienden, sin embargo, a la
responsabilidad civil derivada del delito y declarada por sentencia firme.

A este respecto es conveniente recordar que el art. 250 inc. final del CPP declara que no se pueden
sobreseer definitivamente causas que se refieran a delitos que no pueden ser amnistiados conforme a los
tratados internacionales ratificados por Chile, que se encuentren vigentes. Así, por ejemplo, no pueden ser
objeto de amnistía, y por tanto, tampoco pueden ser objeto de sobreseimiento definitivo delitos como el
genocidio o la desaparición forzada de personas (Convención ONU 1984, Convención OEA, 1994 y 1998,
Convención de Ginebra de 1948).

4) El indulto.

Constituye una manifestación del Derecho de Gracia, conforme al cual se remite o conmuta la pena, pero sin quitar al
condenado su carácter de tal para los efectos de la reincidencia o nuevo delito, y otros efectos que determinen las
leyes. A diferencia de la Amnistía sólo se refiere a personas ya condenadas por sentencia ejecutoriada.

El indulto puede ser general, contenido en una ley, que beneficie a todas las personas que reúnan determinados
requisitos; o bien puede ser particular, contenido en un Decreto Supremo presidencial, que beneficia sólo a
determinadas personas.

El indulto presidencial se encuentra regulado a través de la ley 18.050 y su Reglamento.

El indulto no puede referirse a conductas terroristas (Ley 18.314).

El indulto particular tampoco puede referirse a la rehabilitación para el ejercicio de derechos políticos derivados de la
calidad de ciudadano, ya que esta es una facultad privativa del Senado (art. 17 inc. 2º C. Pca)
5) El perdón del ofendido.

El perdón del ofendido extingue las penas impuestas por delitos de acción privada (falta y delito de injuria y
calumnia, la provocación a duelo y la denostación pública por haberlo aceptado, y el matrimonio de
menores de edad sin el consentimiento de sus representantes legales.

6) La Prescripción.

Transcurso del tiempo sin que el hecho punible haya podido ser perseguido, o sin que haya podido
ejecutarse la condena impuesta, de lo cual se extingue la acción penal o en su caso la pena.

Actualmente la institución de la prescripción sólo se aplica respecto de delitos comunes, ya que según
indica el art. 250 CPP, no es posible sobreseer una causa que se refiera a delitos que se declaran
imprescriptibles por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes.

Plazo de prescripción de la acción penal (art. 94 CP), leer y aprender: crímenes sancionados con pena de
presidio, reclusión o relegación perpetuos: 15 años; demás crímenes: 10 años; Simples delitos: 5 años, y
faltas: 6 meses. Este plazo se cuenta, si se trata de penas compuestas, atendiéndose a la pena privativa de
libertad. Si no se imponen penas privativas de libertad se estará a la pena mayor.

El plazo de prescripción de la acción penal empieza a correr desde el día en que se comete el delito. Pero si
el delito es permanente el plazo de prescripción corre desde que cesa el estado antijurídico. En los delitos
continuados cada delito se cuenta por separado, ya que su consideración como un solo gran delito sólo es
una ficción doctrinal.

Es importante tener en cuenta que si el responsable se ausenta del territorio de la República se cuenta sólo
un día de prescripción por cada dos días de ausencia (art. 100 CP)

La prescripción de la acción penal se interrumpe, perdiéndose el tiempo transcurrido, desde que el


delincuente comete un nuevo crimen o simple delito. LA prescripción también se suspende desde que el
procedimiento se dirige contra el imputado, pero si el procedimiento se paraliza por tres años, o si termina
sin condenarle, la prescripción continuará corriendo como si nunca se hubiera suspendido (arts. 95, 96 CP)

Respecto a la prescripción de la pena los plazos se establecen en el art. 97 CP (leer y aprender. Penas de
presidio, reclusión y relegación perpetuos: 15 años; demás penas de crímenes: 10 años; penas de simples
delitos: 5 años y penas de faltas: 6 meses.

El plazo referido comienza a correr desde la fecha de la sentencia de término, o desde el quebrantamiento
de la condena si la pena ya había comenzado a cumplirse, pero si el responsable se ha ausentado del país se
cuenta un día de prescripción por cada dos días de ausencia (arts. 98, 100 CP)

La prescripción de la pena se interrumpe cuando el condenado cometiere nuevamente crimen o simple


delito. La prescripción de la pena no se suspende (art. 99 CP).

Ahora bien, tanto la prescripción de la acción penal como la prescripción de la pena corren a favor y en
contra de toda clase de personas, y serán declaradas de oficio por el tribunal aún cuando el imputado no la
alegue, con tal que se halle presente en el juicio (arts. 101 y 102 CP).

Si el responsable se presentare o fuere habido antes de completar el tiempo de prescripción de la acción


penal o de la pena, pero habiendo transcurrido ya la mitad del tiempo exigido, el tribunal deberá considerar
el hecho como revestido de dos o más circunstancias atenuantes muy calificadas y ninguna agravante. Esta
regla no se aplica, sin embargo, a las prescripciones de falta y a las prescripciones de corto tiempo (art. 103
CP).

Respecto a las inhabilidades legales provenientes de crimen o simple delito, éstas sólo durarán el tiempo requerido
para prescribir la pena, computado de la manera de que disponen los arts. 98, 99 y 100. Esta regla no es aplicable, sin
embargo, a las inhabilidades para el ejercicio de derechos políticos. La prescripción de la acción civil proveniente del
delito se rige por el Código Civil (art. 105 CP).
PENAS EN GENERAL TEORÍA DE LA PENA.

1) Concepto de pena: La pena es una consecuencia jurídica estigmatizadora que se impone al responsable de un
delito, cuyo fin es lograr efectos de prevención general y especial, de manera de proteger en último término, los
bienes jurídicos que la sociedad estima más valiosos. La pena debe ser declarada a través de una sentencia
condenatoria firme o ejecutoriada, pronunciada por tribunal competente, en virtud de un proceso previo legalmente
tramitado.

La pena se traduce en una restricción o pérdida de determinados derechos del delincuente. En nuestro ordenamiento
jurídico los derechos que pueden ser objeto de restricción o privación en virtud de una sanción penal son: la libertad
personal (por ej. con la reclusión, extrañamiento, destierro); la libertad de trabajo y la igualdad ante los cargos
públicos (ej. inhabilitación y suspensión para cargos públicos o profesiones titulares); el derecho a sufragio y el
derecho a ser elegido (ej. inhabilitación para derechos políticos); y, la propiedad (ej. multas, comiso).

Ahora bien, ciertamente existen otras medidas que consisten en privación o restricción de derechos de los
ciudadanos, pero que no son penas en sentido estricto, ya que son aplicadas por autoridades administrativas y no en
virtud de un proceso penal sino en base a un procedimiento administrativo; también existen medidas coercitivas
pronunciadas por autoridades judiciales pero no en base a un juicio propiamente tal; la pregunta que cabe formularse
es en consecuencia ¿cómo se distinguen ese tipo de medidas, de las penas?

Al respecto el art. 20 del Código Penal establece que no se consideran penas la restricción de la libertad de los
procesados (medidas cautelares personales), la separación de los empleos públicos acordada por las autoridades en
uso de sus atribuciones o por el tribunal durante el proceso o para instruirlo, ni las multas ni demás medidas
correccionales que los superiores jerárquicos impongan a los subordinados y gobernados en uso de sus atribuciones
disciplinarias o gubernativas.

2.- Clasificación de las penas.

Nuestro sistema penal se caracteriza por su heterogeneidad, es decir, existe no una sino varias clases de penas,
aunque en la práctica se da un predominio de las penas privativas de libertad por sobre las otras clases de pena.

El sistema chileno de determinación de la pena es rígido, es decir, el sentenciador debe seguir una serie de reglas
preestablecidas para establecer la naturaleza y la medida del castigo.

Hechas las anteriores prevenciones podemos efectuar una primera clasificación distinguiendo:

a) Desde el punto de vista de su gravedad, entre penas de crímenes, penas de simples delitos y penas de faltas. Son
penas de crímenes todas las penas perpetuas, las penas privativas y restrictivas de libertad mayores, y las
inhabilitaciones.

 Son penas de simple delito las privativas y restrictivas de la libertad menores, el destierro y las suspensiones.

 Es pena de falta: la prisión.

 Son penas comunes a los crímenes, simples delitos y faltas, la multa y el comiso o pérdida de los instrumentos
y efectos del delito.

b) Desde el punto de vista de su naturaleza se distingue entre: penas corporales, que recaen sobre la integridad
corporal del sentenciado; las penas infamantes, que recaen sobre el honor de las personas (subsiste en nuestro
ordenamiento la degradación contenida en el Código de Justicia Militar; penas privativas de libertad; penas
restrictivas de la libertad; penas privativas de derechos; y, penas pecuniarias.

c) Desde el punto de vista de su autonomía se distingue entre: penas principales y penas accesorias. Constituyen
penas accesorias el comiso, la caución, la sujeción a la vigilancia de la autoridad, y en algunos casos la inhabilitación y
la suspensión, ello ocurre en los casos en que la ley no las impone expresamente como pena sino que ordena que
otras penas las lleven consigo (arts 22, 23, 27, 28, 29, 30 CP)
d) Penas copulativas, alternativas y facultativas. Como indica Etcheberry, no existe diferencia sustancial entre las
penas accesorias y las penas copulativas, siempre que se imponen varias penas conjuntamente a un sujeto,
forzosamente estas serán penas copulativas. No obstante, en ciertos casos el legislador califica determinadas penas
expresamente como penas accesorias, como ocurre en el caso de la inhabilitación. Esto tiene importancia, por ej.
Respecto del indulto (art. 43 CP), pues cuando la inhabilitación es pena accesoria no la comprende el indulto de la
pena principal, a menos que expresamente se haga extensivo a ella. Penas alternativas son aquellas que están
señaladas en la ley con un carácter opcional, pudiendo libremente elegir el Juez si las aplica o no (ej. Art 121 CP, el
juez puede elegir entre aplicar reclusión mayor, confinamiento mayor o extrañamiento mayor). Penas facultativas,
por su parte, son aquellas que el sentenciador está facultado para aplicarlas o no aplicarlas junto con otras penas (ej.
Art. 246 CP, el tribunal está facultado para imponer la multa conjuntamente con la pena de suspensión, o bien aplicar
sólo la pena de multa o sólo la pena de suspensión)

e) Penas divisibles y no divisibles. Esta clasificación distingue según si las penas son fraccionables o divisibles. Por
regla general las penas que contiene nuestra legislación son divisibles y ello permite su graduación a través de la
aplicación de las agravantes y atenuantes. NO son divisibles aquellas que no admitan fraccionamiento, por ejemplo
las penas perpetuas (tampoco era fraccionable cuando estaba vigente, la pena de muerte).

f) Penas simples y compuestas. Se dice que la pena es simple cuando el delito tiene asignada una sola pena, ya sea
que se trate de una pena indivisible o un grado de una divisible. Si el delito tiene asignada varias penas se habla de
pena compuesta, que puede darse porque se le apliquen dos o más indivisibles , varios grados de una pena divisible,
una indivisible con un grado de una divisible. Para estos efectos cada grado de una pena divisible se considera una
pena distinta (art. 57 CP)

g) Penas aflictivas y no aflicitivas. De acuerdo al art. 37 CP, son penas aflictivas todas las penas de crímenes y las de
presidio, reclusión, confinamiento, extrañamiento y relegación menores en sus grados máximos, es decir, las que
tengan una duración superior a tres años. Esta clasificación tiene importancia para ciertos efectos constitucionales,
que determina por ej. La suspensión o pérdida de ciertos derechos como el derecho a sufragio o la calidad de
ciudadano, según si la persona ha sido condenada o no a penas aflictivas (art. 16 Nº2, 17 Nº2 Constitución Pca.)
SOBRE LA NATURALEZA Y EFECTOS DE ALGUNAS PENAS

Las penas privativas de libertad que contempla nuestro Código Penal son las de presidio, reclusión y prisión (arts. 25,
32). En la práctica estas sanciones son, lejos, las más utilizadas por nuestros sentenciadores. La ley distingue el
presidio de la reclusión en base a la obligación del condenado de sujetarse o no a trabajos mientras dure su privación
de libertad. Esta distinción, sin embargo, carece de efectos en la práctica, ya que el Reglamento de Establecimientos
Penitenciario, DS de Justicia Nº 518 de 1998, establece un régimen penitenciario común tanto para los condenados
como para los detenidos y las personas sujetas a medidas cautelares personales.

En cuanto a las penas restrictivas de la libertad, nuestro Código distingue:

a) el Confinamiento, (art. 33 CP), definiéndolo como la expulsión del condenado del territorio de la República con
residencia forzosa en un lugar determinado;

b) el Extrañamiento (art. 34 CP), que consiste en la expulsión del condenado del territorio de la República a un lugar
de su elección. Estas penas son de muy poca aplicación en la práctica, el legislador las reserva para delitos
especialmente graves, como aquellos contra la Seguridad del Estado (arts. 118, 121 y sgts).

Constituyen también penas restrictivas de la libertad: c), la relegación (art. 35 CP), que consiste en el traslado del
condenado a un punto habilitado del territorio de la República, con prohibición de salir de él, pero gozando de
libertad de movimiento dentro de sus límites; y d) El destierro (art. 36 CP), que se define como la expulsión del
condenado de algún punto de la República. Estas penas son de poca o nula aplicación práctica, de hecho en el caso
del destierro actualmente no existe ningún delito que lo considere expresamente como pena (antiguamente se
consideraba como pena del delito de amancebamiento, art. 381 CP, hoy derogado).

Respecto a las penas privativas de Derechos, nuestro legislador ha contemplado las inhabilitaciones y las
suspensiones para cargos públicos, derechos políticos y el ejercicio de profesiones titulares. Si la inhabilitación es
perpetua y absoluta (art. 38 CP) implica la prohibición de todos los honores, cargos, empleos, oficios públicos,
derechos políticos y profesiones titulares de que estuviere en posesión el condenado, y la incapacidad perpetua para
obtenerlos o ejercerlos. Si la pena es temporal y absoluta, el efecto es el mismo, pero obviamente limitado al tiempo
que dure la condena. Cabe tener presente que la inhabilitación absoluta temporal se divide en grados distintos a los
de las penas privativas de libertad, en efecto, el grado mínimo va de 3 años y 1 día a 5 años, el grado medio va de 5
años 1 día a 7 años, y el grado máximo va de 7 años 1 día a 10 años.

Las inhabilitaciones también pueden ser especiales, en tal caso (art. 39), sea que se trate de inhabilitaciones
especiales perpetuas o temporales, producen la privación del cargo, profesión, empleo u oficio del cual se traten,
junto con los honores inherentes a él, sea en forma perpetua o por el tiempo que dure la condena; además de lo
anterior, producen la incapacidad para obtener “otros” cargos, empleos o profesiones en la “misma carrera”. (leer y
estudiar nuevo art. 39 bis, caso especial de inhabilitación absoluta temporal para educadores y profesiones que
trabajan con menores de edad)

Respecto a las suspensiones (art. 40 CP), esta pena inhabilita al profesional o funcionario para ejercer el cargo, oficio
público o profesión titular mientras dure el tiempo de la condena. Esta sanción carece de efectos en la práctica, ya
que por aplicación del Estatuto Administrativo quien resulta suspendido en virtud de una sentencia condenatoria
pierde el cargo definitivamente. Por otro lado, la suspensión siendo “temporal”, en la práctica resulta ser una sanción
perpetua, ya que como requisito para acceder a un cargo público (art. 11 del Estatuto Administrativo) es menester no
haber sido condenado por crimen o simple delito.

Las inhabilitaciones y las suspensiones se aplican, ya sea como penas principales (239, 221, 222 CP), o como penas
accesorias (arts. 27 a 31 CP, leer y aprender)

Nuestro Código también contempla como pena a la multa. Conforme al art. 25 la cuantía de la multa no puede
exceder de 30 UTM respecto de los crímenes, de 20 UTM en los simples delitos y 4UTM en las faltas, sin perjuicio de
que la ley contemple en casos especiales multas de cuantía superior (ej. En el delito de cohecho). De acuerdo al art.
49 CP si el sentenciado no tuviere bienes para satisfacer la multa, sufrirá por vía de sustitución y apremio la pena de
reclusión, regulándose un día por cada quinto de UTM adeudada, sin que ella pueda exceder nunca de 6 meses.
Queda exento de este apremio el condenado a reclusión menor en grado máximo o a otra pena más grave.
Además de lo expuesto, nuestro Código contempla como penas accesorias a la sujeción a la vigilancia a la autoridad, y
a la caución. Estas penas pueden imponerse como penas accesorias (con 5 años de duración) a las de presidio,
reclusión y relegación perpetuos (art. 27 CP); o por el tiempo que el tribunal determine como pena accesoria para los
condenados por delitos de violación, estupro y otros delitos sexuales, así como también para los condenados por
delitos de amenazas y para los reincidentes de los delitos de hurto y robo (art. 298, 452 CP). La pena de caución
impone al condenado la obligación de presentar un fiador que asegure que el condenado cumplirá su pena, la
caución es pena accesoria facultativa en los delitos de amenazas (arts. 46, 298 CP)

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