Basicamente, el efecto Bauschinger nos dice que un material deformado
plásticamente a tracción (pongamos como ejemplo el estirado de un metal) tendrá
un límite de elasticidad en compresión más bajo que el proporcionalmente esperado. Fácil, ¿verdad?
Lo que quiere decir esto es que en la mayoría de materiales, la deformación plástica
en una dirección afectará de manera perceptible a la respuesta plástica en la dirección contraria. Un material que es sometido a tracción, tendrá una resistencia a compresión más baja que si no se hubiese estirado.
Figura 1: Efecto Bauschinger. Camino 0-1-2
en tracción La figura 1 muestra el efecto. La secuencia 0-1-2 muestra el camino en tracción, llegando el material a su límite elástico en 1. Cuando alcanza 2, la dirección de carga cambia. El material retrocede siguiendo la misma curva de carga elástica, justamente hasta que comienza la compresión. Si no existiese el Efecto Bauschinger, el material se deformaría plásticamente a una tensión σ3 =-σ2. En la figura 1 se puede ver la curva teórica discontinua. Sin embargo la realidad es que el material sólo llegará hasta una compresión σ4, inferior a lo esperado según las características del material.
Por decirlo de alguna forma, el material se “ablanda” debido a la inversión en la
dirección de la carga. Si os digo la verdad, no me parece nada intuitivo.
Un ejemplo real se puede observar en la figura 2. En el eje de ordenadas tenemos el
cociente entre el límite elástico a compresión σc y el límite elástico a tracción σt. Por otro lado en abscisas representamos la carga previa a la que se sometió el material. Dicha curva, que idealmente debería ser plana e igual a 1, decae conforme aumenta la pre-carga, lo cual quiere decir que el límite a compresión se va a haciendo más pequeño con respecto al de tracción. No es asunto baladí. Figura 2: Ratio entre el límite de tracción y compresión para 3 aceros al carbono y un acero aleado para distintas cargas.