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CAPÍTULO I

1 EL EXISTENCIALISMO ES UN HUMANISMO

En primer lugar, se le he reprochado el invitar a las gentes a permanecer en un


quietismo de desesperación, porque si todas las soluciones están cerradas,
habría considerar que la acción en este mundo es totalmente imposible y
desembocar finalmente en una filosofía contemplativa.
Se nos ha reprochado, por otra parte, que subrayamos la ignomia humana, que
mostramos en todas las cosas lo sórdido, lo turbo, lo viscoso, y que
desetendemos cierto número de bellezas risueñas al lado luminoso de la
naturaleza humana. Y del lado cristiano, se nos reprocha que negamos la
realidad y la seriedad de las empresas humanas, puesto que, si suprimimos los
mandamientos de Dios y los valores inscritos en la eternidad, no queda más que
la estricta gratitud. En todo caso podemos deducir desde el principio es que
entendemos por existencialismo una doctrina que hace posible la vida humana
y que, por otra parte, declara que toda la verdad y toda acción implica un medio
y una subjetividad humana.
El reproche esencial que nos hacen, como se sabe, es que ponemos el acento
en el lado malo de la vida humana. Y si lo somos, resulta extraño que asustemos
que escandalicemos mucho más de lo que el naturalismo propiamente dicho
asusta e indigna hoy en día. Toda acción que nos inserta en una tradición es
romanticismo.
Toda tentativa que no se apoya en una experiencia probada está condenada al
fracaso; y la experiencia muestra que los hombres van siempre hacia lo bajo que
necesitan cuerpos solidos para mantenerlos: si no, tenemos anarquía.

1.1 HAY DOS ESPECIES DE EXISTENCIALISTAS

Los primeros, que son cristianos entre los cuales yo colocaría, a


Laspers y a Gabriel Marcei, de confesión católica; y, por otra
parte, los existencialistas ateos, entre las cuales hay que colocar
a Heidegger y también a los existencialistas franceses y a mi
mismo. Lo que tienen en común es simplemente que consideran que la
existencia precede a la esencia, por ejemplo, un libro o un cortapapel. Este objeto
Ha sido fabricado por un artesano que se ha inspirado en un concepto, se ha
referido al concepto de cortapapeles, e igualmente a una técnica de producción
previa que forma parte del concepto, y que en el fondo es una receta. Diríamos
entonces que ene l caso del cortapapel, la esencia – es decir, el conjunto de
recetas y de cualidades que permiten producirlo y definirlo precede a la
existencia; y así determina la presencia frente a mí, de tal o cual cortapapel, de
tal o cual libro. Esto con relación al cristianismo. El ateo que yo represento es
más coherente. Declara que si Dio no existe, hay por lo menos un ser en el que
la existencia precede a la esencia un ser que existe antes de poder ser definido
por ningún concepto, y que este ser es el hombre, o como dice Heidegger la
realidad humana, ¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia?,
significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre
empieza a existir, se encuentra, surgen en el mundo y, que después se define.
El hombre no es otra cosa que lo que es se hace.

1.2 EL PRIMER PRINCIPIO DEL EXISTENCIALISMO.

Es también lo que se llama subjetividad. El hombre será ante todo lo


que habrá proyectado ser. No lo que querrá ser. Porque lo que entendemos
ordinariamente por querer es una decisión consciente, que para la mayoría de
nosotros es posterior a lo que el hombre ha hecho de sí mismo.
Pero si verdaderamente la existencia procede a la esencia el hombre es
responsable de lo que es. Así el primer paso de existencialismo es poner a todos
hombres es posesión delo que es y, asentar sobre él la responsabilidad de su
existencia. Y cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo es
responsable de todos los hombres. Hay dos sentidos de la palabra subjetivismo.
esto porque la elección del sujeto individual por sí mismo y, por otra parte, quiere
decir elección del sujeto individual por si mismo y por ora parte imposibilidad del
hombre de sobrepasar la subjetividad humana. El segundo sentido es el sentido
del hombre profundo del existencialismo cuando decimos que el hombre se elige,
entendemos que asa uno de nosotros se elige. En efecto no hay ninguno de
nosotros actos al crear al hombre que queremos ser, no cree al mismo tiempo
una imagen del hombre que queremos ser. no creer al mismo tiempo una imagen
del hombre que queremos ser. así nuestra responsabilidad es mucho más que
suponer, porque compromete a la humanidad entera. Si soy obrero, y elijo
adherirme un sindicato cristiano en lugar de ser comunista y por eso es la
resignación y no compromete solamente mi casi; quiero ser resignado para
todos.

“El existencialismo suele declarar que el hombre es angustia.


Esto significa que el hombre que se compromete y que se da
cuenta de que es no solo el que elige ser sino también un
legislador, que elige al mismo tiempo que a sí mismo a la
humanidad entera, no puede escapar al sentimiento de su total y
profunda responsabilidad”. Dice jean Paul Sartre
El existencialista por el contrario, piensa que es muy incómodo que Dios no
exista, por el contrario, piensa que es muy incomodo que Dios no exista, por que
con él desaparece toda posibilidad de encontrar valores en un cielo inteligible ya
no se puede tener el bien a priori, porque no hay m{as conciencia infinita y
perfecta para pensarlo; no es porque no hay más conciencia infinita y perfecta
para pensarlo; no está escrito en ninguna pare que el bien exista, si en efecto la
existencia precede a la esencia no se podrá jamás explicar por referencia a una
naturaleza humana dada y fija, el hombre es libre, el hombre es libertad. El
existencialismo no cree en el poder de la pasión. No pensara nunca que una
bella pasión es un torrente que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y
que por consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es responsable de
su pasión. En consecuencia, se encontraba frente a dos tipos de acción muy
diferentes: una concreta inmediata pero que se dirija a un solo individuo; por otra
parte, que se dirige a un conjunto infinitamente vasto, a una colectividad
nacional, pero que era por eso mismo ambigua, y podría ser interrumpida en el
camino. Ahora vayamos a la moral Kantiana dice: no tratéis jamás a los demás
como medios, sino como fines. Muy bien; si vio al lado de madre la trataré como
medio a los que combaten en torno mío; y recíprocamente, si me un a los que
combaten, los trataré como fin, y este hecho me pone en peligro de tratar a mi
madre como medio.
Si los valores son vagos, y si son siempre demasiado vastos para el caso preciso
y concreta que consideramos, solo nos queda fiarnos de nuestro instinto. Gide
ha dicho muy bien que un sentimiento que representa y un sentimiento que se
vive son dos cosas casi indiscernibles. El sentimiento se construye con actos
que se realizan, que era el signo de que no estaba hecho para los triunfos
seculares respecto al muchacho que fue a la guerra. El desamparo implica que
elijamos nosotros mismo nuestro ser. el desamparo va junto con a la angustia.
En cuanto a la desesperación, esta expresión tiene un sentido extremadamente
simple. En el fondo, cuando Descartes decía: “vencer ese mas bien a sí mismo
que al mundo”, quería decir la misma cosa; obrar sin esperanza

El quietismo es la actitud de la gente Los demás puede hacer lo que yo


no puedo, la doctrina que yo les presento es justamente lo opuesto al quietismo,
porque declara: solo hay realidad en la acción; y ya más lejos todavía, porque
agrega: el hombre no es nada más que su proyecto, no existe más que en la
media en que se realiza, es por lo tanto mas que el conjunto de sus actos, nada
más que su vida de acuerdo con esto, podemos comprender porque nuestra
doctrina horroriza a algunas personas. Para el existencialismo no hay otro amor
que el que se construye, no hay otra posibilidad de amor que la que se manifiesta
en el amor; no hay otro genio que el que se manifiesta en las obras de arte; el
genio de Proust es la totalidad de las obras de Proust; el genio de Racine es la
serie de su tragedia; fuera de esto no hay nada. Lo que queremos decir es que
el hombre no es más que unas series de empresas, que Esla suma, la
organización, el conjunto de las relaciones que constituyen estas empresas. El
existencialista, cuando describe un cobarde, dice que el cobarde es responsable
de sus cobardías. Ustedes ven que no puede ser considerada como una filosofía
del quietismo, puesto que define al hombre por la acción; ni como una
descripción pesimista del hombre, no hay doctrina más optimista, puesto que es
destino del hombre está en él mismo; ni como una tentativa para descorazonar
al hombre alejándolo de la acción, puesto que le dice que solo hay esperanzas
en su acción.

Nuestro punto de partida, en efecto, es la subjetividad del


individuo, y esto por razones estrictamente filosóficas. Todo
materialismo tiene por efecto tratar a todos los hombres, incluido uno mismo,
como objetos, es decir como un conjunto de cualidades y fenómenos que
constituye una mesa o una silla o una piedra.

1.3 Objetivo del existencialismo

Nosotros queremos constituir precisamente el reino humano


como un conjunto de valores distintos del reino material, el hombre
que se capta directamente por el cogito descubre también a todos los otros y los
descubre como la condición de su existencia.
Por condición entiende, con más o menos claridad, el conjunto de los límites a
priori que bosquejan su situación fundamental en el universo. Lo que el
existencialismo tiene interés en demostrar es el enlace del carácter absoluto de
compromiso libre, por el cual cada hombre se realiza un tipo de humanidad,
comprensible para cualquier época por cualquier persona y, la relatividad del
conjunto cultural que puede resultar de tal elección ; hay que señalar a la vez la
relatividad del conjunto cultural que puede resultar de tal elección ; hay que
señalar a la vez la relatividad del cartesianismo y el cartesianismo y el carácter
absoluto del compromiso cartesiano.
Así en el nombre de esta voluntad de liberta, implica por la liberta mismo que no
puedo formar juicios sobre los que tratan de ocultar la total gratuidad de su
existencia y su total liberta a los que se oculten su libertad total por espíritu de
seriedad o por excusa determinista, aunque el contenido de la moral sea
variable. El contenido es siempre concreto y por lo tanto imprevisibles; hay
siempre invención. La única cosa que tiene importancia es saber si la invención
que se hace en nombre de la libertad. En realidad, la palabra humanismo tienes
dos sentidos muy distintos. Por humanismo se puede entender una teoría que
toma el hombre como fin y como valor superior. El existencialista no tomara
jamás al hombre como fin, porque siempre está por realizarse. Pero otro sentido
del humanismo que significa en el fondo absoluto esto: el hombre está
continuamente fuera de sí mismo; es proyectándose y perdiéndose fuera de si
mismo como hace existir al hombre y, por otra parte, es persiguiéndose fines
trascendentales como puede existir. El existencialismo noes nada mas que un
esfuerzo por sacar todas las consecuencias de una posición atea coherente,
declara, aunque Dios existiera. Esto no cambiara que he aquí nuestro punto de
vista. No es que creamos que Dios exista sino pensamos que el problema no lo
es de su existencia.
CAPÍTULO II

HOMBRE DE CARNE Y HUESO

El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere_ sobre todo muere_. El que
come y bebe y juega y duerme y piensa y quiere. El hombre que se ve y a quien se
oye, el hermano verdadero. Y este hombre concreto De carne y hueso, es el sujeto y
el supremo objeto a la vez de toda filosofía quiéranlo o no cierto sedicentes filósofos
Según Unamuno la filosofía:
Cumple decir, ante todo, que la filosofía se acuesta más a la poesía que no a la
ciencia. Y es que las ciencias, importándonos tanto y siendo indispensables para
nuestra vida y nuestro pensamiento, nos son, en cierto sentido, más extrañas que la
filosofía. Cumplen un fin más objetivo, es decir, más fuera de nosotros. Son el fondo,
cosa de economía. un nuevo descubrimiento científico, de los que llamamos teóricos.
es como un descubrimiento mecánico.
La filosofía responde a la necesidad de formarnos una concepción unitaria y total del
mundo y de la vida, y como consecuencia de esa concepción, un sentimiento que
engendra una actitud íntima y hasta una acción. Pero resulta que ese sentimiento, en
vez de ser consecuencia de aquella concepción, es causa de ella. Nuestra filosofía,
esto es, nuestro modo de comprender o de no comprender el mundo y la vida brota
de nuestro sentimiento respecto a la vida misma.
Y así, lo que un filósofo nos debe, más importar es el hombre. Tomad a Kant el
hombre Manuel Kant. Un gran aporte el imperativo categórico nos lleva a un postulado
moral que exige a su vez, en el orden teológico, o más, bien escatológico, la
inmortalidad del alma, y para sustentar esta inmortalidad aparece Dios.
El hombre Kant sintió la moral como base de la escatología, pero el profesor de
filosófica invirtió los términos.
Hegel hizo celebre su aforismo de todo lo racional es real y todo lo real racional, pero
somos muchos los que, no convencidos por Hegel, seguimos creyendo que lo real, lo
realmente real, es irracional; que la razón construye sobre la irracionalidad.
El cardenal católico Newman, escribió estas pequeñas palabras: “esta credibilidad en
una vida futura, sobre lo que tanto aquí se ha insistido, por poco que satisfaga nuestra
curiosidad, parece responder a los propósitos todos de la religión tanto como
respondería una prueba demostrativa. En realidad.
El hombre Butler, quería salvar la fe de la inmortalidad del alma, y para ello hizo
independiente de la fe en Dios.
Y ser hombre es ser algo concreto unitario sustantivo es ser cosa, res. Y ya sabemos
lo que otro hombre, el hombre Benito Spinoza, aquel judío portugués, que nació y
vivió en Holanda a mediados del siglo 17 el esfuerzo con que cada cosa trata de
perseverar en su ser no es sino la esencia actual de la cosa misma. Quiere decirse
que tu esencia no es sino el contacto; el esfuerzo que pone en seguir siendo hombre,
en no morir y la otra proposición que sigue siendo hombre; en no morir y la otra
proposición que sigue a estas dos. O sea: el esfuerzo con que cada cosa se esfuerza
por perseverar en ser, no implica tiempo finito, sino indefinido. Es decir, que tú. Yo y
Espinoza queremos no morirnos nuca y que este nuestro anhelo de nunca morirnos
en nuestra esencia actual. Y lo que determina a un hombre. Lo que le hace un
hombre, uno y no otro, el que es y no el que no se, es un principio de unidad y un
principio de continuidad. Y es en cierto sentido un hombre tanto más hombre. Cuando
mas unitario sea su acción.
“La memoria es la base de la personalidad individual, así como la tradición lo es de la
personalidad colectiva de un pueblo, querer ser otro, es querer dejar der uno el que
es”, cada cual defiende su personalidad solo acepta a un cambio en su modo de
pensar o de sentir en cuanto este cambio pueda entrar en la unidad de su espíritu y
engarza en la continuidad de el: en cuando ese cambio pueda armonizarse e
integrarse con todo el resto de su modo se ser, pensar y sentir, y pueda a la vez
enlazarse a sus recuerdos.
Todo lo que en mi conspirar a romper la unidad y la continuidad de mi vida, conspira
a destruirme, y, por lo tanto, a destruirte. Todo individuo que en un pueblo conspira a
romper la unidad y la continuidad espirituales de ese pueblo tiende a destruirse como
parte de ese pueblo. Los juicios singulares tienen valor de universales. Dicen los
lógicos. Lo singular no es partícula, es universal. El hombre es un fin, no un medio, la
civilización toda se endereza al hombre, a cada hombre, a cada yo.

El mundo se hace para la conciencia, para cada conciencia. Y todos los definidores
del objetivismo no se fijan, o, mejor dicho, no quieren fijarse, que al afirmar un
hombre su yo, su conciencia personal, afirma al hombre. Al hombre su yo, al hombre
concreto y real, afirma el verdadero humanismo. - y al afirma al hombre, afirma la
conciencia es la del hombre.
Se trata de un valor afectivo, y contra los valores afectivos no valen las razones.
Porque las razones no son nada más que razones. Porque las razones no son nada
más que razones, es decir, ni si quiera son verdaderas. Hay definidores pedantes por
naturaleza y por gracia. Que me hacen el efecto de aquel señor que va a consolar a
un padre de que acaba de perder a du hijo. Muerto de repente la flor de sus años. Y
dice: “¡paciencia…. ¡Amigo, que todos tenemos que morirnos!” ¡os chocaría que este
padre se irritara contra semejanza impertinencia.
Hay personas, en efecto, que parecen no pensar as que, con el cerebro, o con
cualquier otro órgano que sea el específico para pensar: mientras otros piensan con
todo el cuerpo y toda el alma. Y las gentes que no piensan mas con el que el cerebro,
dan definidores: se hacen profesionales del pensamiento. Si un filósofo no es hombre,
es todo menos hombres un filósofo es, sobre todo, un pedante, es decir, un remedo
de hombre. El cultivo de una ciencia cualquiera, de la química, de la física, de la
geometría; pero la filosófica, como la poesía, o es obra de integración, de conciencia,
o no es sino filosofía erudición y seudofilosófica.
Y el más trágico problema de la filosófica es de conciliar las necedades intelectuales
con las necesidades afectivas con las volitivas. Como que ahí fracasa la ciencia que
pretende deshacer la eterna y trágica contracción, base de nuestra existencia.

El hombre de carne y hueso, hombres que nacen, sufren, y aunque no


quieran morir, mueren: hombres que son fines en sí mismo. No solo
medios; hombres que han de ser lo que son y no otros; hombres, en
fin, que buscan eso que llamamos felicidad. La conciencia es una
enfermedad.

DE DIOS A DIOS

La filosofía puede tener y de hecho tiene, un origen individual. El concepto de


divinidad surgido del sentimiento de ella, y el sentimiento de divinidad no es sino el
mismo oscuro y naciente sentimiento de personalidad vertido y a lo afuera. Cuando
más clara la conciencia de la distinción entre lo objetivo y o subjetivo. Tanto más
oscuro el sentimiento de divinidad de nosotros y decir el sol era un dios equivalía a
decir que era un hombre, una conciencia humana. En lo propiamente se distingue
los dioses de los hombres era en aquellos eran inmortales.
Cuando un pueblo nómada siente el instante necesidad de una autoridad central, y
así ocurrió que en los primeros comienzos de la organización nacional en torno al
santuario de área. Dios surgido así en la conciencia humana partir del sentimiento
divino. Hacía muy bien notar Vinet, la existencia se casa de la esencia; y decir que
dios existe, sin decir qué ser un dios y cómo es, equivale a no decir nada. Dios
obtenido, y que no es sino la razón hipos tizada y proyectada al infinito, no hay
manera de sentirlo como algo vivo y real y ni aun de concebirlo sino como una mera
idea que con nosotros morirá.

“Dios es un Dios caprichoso y absurdo que establece una ley


pudiendo haber establecido otra, y obedecer a una naturaleza. Y es
que dios no puede ser Dios porque piensas, sino que obra, porque
crea; no es un Dios contemplativo, sino activo, un Dios Razón, un
Dios teórico o contemplativo”.

Lamennais, el que dijo que la vida y la verdad no son sino una sola y
misma cosa. Al ser simplicísimo y abstractisimo, al primer motor inmóvil e
impasible, al Dios razón. Y es que al Dios vivo, al Dios humanos, no se llegue por
camino de Razón, sino por camino de amor y de sufrimiento. La razón nos aparata
más bien de Él. Conocimiento de Dios procede el amor de Dios, y es un
conocimiento que poco o nada tiene de racional. No hay finalidad no hay conciencia
no hay personalidad tampoco, no hay conciencia.
El Dios, pues, racional, es decir, el Dios que no es sino Razón del Universo, se
destruye a sí mismo en maestra mente en cuanto tal Dios, y solo renace en
nosotros cuando en el corazón lo sentimos como persona viva como conciencia.
De esa conciencia suprema es la que nos lleva a creer en Dios vivo. Ese en que
crees, lector, ese es tu dios el que ha vivió contigo en ti, y nació contigo y fue niño
cuando eras tú niño, y fue haciéndose hombre según tú te hacías hombre, y que te
disipa cuando te disipas, y que es tu principio de continuidad. La existencia de Dios,
problema racionalmente insoluble, no es en el fondo sino el problema de la
conciencia de la ex –sistencia y no de la in-sistencia.
de la conciencia, el problema mismo de la existencia sustancial del alma. El
problema mismo de mismo de la perpetuidad de la alama humana, el problema
mismo de la finalidad humana del Universo Creer en Dios y personal, en una
conciencia eterna Universal que no conoce y nos quiere, es creer que el universo
existe para el hombre. Para el hombre o para una conciencia en el orden de la
humana, de su misma naturaleza.
En todo el vasto universo, ¿habría de ser esto la conciencia que se conoce, se
quiere y se siente, una excepción unida al organismo que no puede vivir sino entre
tales cuales meras curiosidades.

FE. ESPERANZA Y CARIDAD

A este Dios cordial o vivo se llegue. Y se vuelve a Él cuando por el Dios lógico o
muerto se la ha dejado. Por camino de fe y no de convicción racional o matemática.
Así se pregunta el catecismo de la doctrina cristiana que se nos enseñó en la escuela,
y contestas así: creer lo que no vimos. La sustancia, o más bien el sustento o base
de la esperanza la garantía de ella. Lo cual conexiona, y más que conexiona
subordina, la fe a la esperanza, y de hecho no esperamos porque creemos, sino más
bien que creemos porqué esperamos.

“Es la esperanza en Dios, esto es, el ardiente anhelo de que haya un


Dios, esto es, anhelo de que haya un Dios que garantice la eternidad
de la conciencia la que nos lleva a creer en Dios.” DICE UNAMUNO
CAPÍTULO III
KANT, IMMANUEL. “CIMENTACION (FUNDAMENTOS)
PARA LA METAFISICA DE LAS COSTUMBRES”

1 PASO DE LA MUNDOLOGIA MORAL POPULAR A LA METAFISICA


DE LAS COSTUMBRES

Que hayamos sacado la idea del saber que hasta aquí tenemos del uso común de
las razon practica no implica de ningún modo la conclusión de que la hayamos
tratado como idea empírica. Aun cuando algo pueda ocurrir de modo adecuado algo
que el deber impone, es siempre dudoso si realmente ocurre por deber y poseer,
por lo tanto, un valor moral. De hecho, es absolutamente imposible distinguir con
total certeza un solo caso en que la máxima de una acción por los demás debida
haya descansado sencillamente en razones morales y en la representación del
deber.
No puede concluirse con seguridad, a partir de esto, que, bajo la mera ficción de
esa idea, no haya sido algún secreto impulso del amor propio la verdadera causa
determinante de la voluntad. Para lo cual gustosamente nos halagamos con nobles
motivos falsamente atribuidos, cuando, de hecho, aun mediante el más severo
examen no podemos nunca llegar más allá de los secretos motivos, porque cuando
se trata de valores morales, no se concierne a las acciones, que son visibles, sino a
aquellos internos principios de las mismas, que no se ven.
Y aquí ya nada puede impedirnos desechar nuestra idea del deber admitir en
nuestra alma una prevención contra su norma sino el claro convencimiento de que,
aun cuando jamás haya, habido acciones surgidas de semejantes fuentes puras,
tampoco aquí se trata en absoluto de si acontece es o lo otro, sino que la razón.
Ordena por si misma e independientemente de todo fenómeno, lo que debe ocurrir,
incluso acciones de las que el mundo. Hasta ahora no hay ofrecidos ningún ejemplo
en absoluto y de cuya factibilidad puede dudar mucho quien todo lo base en la
experiencia.
Quiere negar a la idea de moralidad absolutamente toda la verdad y relación con
algún objeto posible, no puede ponerse en tela de juicio que sus leyes son de tan
vasto significado y alcance que habrían de ser válida no solo para los hombres sino
para todo ser racional en general. La imitación no tiene lugar en lo moral.

Esta concesión a los conceptos populares es, por supuesto, muy loable una vez que
haya tenido lugar, y se hay alcanzado a entera satisfacción, la elevación a los
principios de la razón pura, y esto equivalía a fundar previamente la teoría de las
costumbres sobre una metafísica, pero posteriormente, cuando hay alcanzado
firmeza, proporcionarte entrada mediante popularidad.
Principios de la moralidad. - sin que ocurriera plantearse la cuestión de si os
principios de la moralidad han de buscarse sobre todo en el conocimiento de la
naturaleza humana (que solo podemos obtener de la experiencia) y, de no ser esto
así, si los últimos solo pueden hallarse a priori, libres de todo empírico-
decididamente en conceptos racionales puros y en ningún otro sitio ni siquiera en su
parte más insignificante.
Una tal metafísica del acostumbres, totalmente aislada que no se mezclada son
antropología, teología, física o hiperfisica algunas, y mucho menos con ocultas
cualidades (que pudieran llamarse hipo físicas). Pues la representación pura del
deber, y sobre todo de la ley moral, no mezclada con ninguna adición extraña de
incentivos empíricos, tiene sobre el corazón humano, por vía de lo simple razón 8
que (si llega a reconocer que puede ser practica por si misma) , una influencia tanto
más grande que los demás impulsos que puedan ofrecer provenientes del campo
empírico y, con conciencia de su dignidad, desprecia a los últimos y puede irse
haciendo su dueña; en cuyo punto, una teoría de las costumbres compuestas de
estímulos provenientes del sentimiento e inclinaciones y al mismo tiempo de
conceptos racionales.
Tiene por fuerza que hace vacilar el ánimo entre causas de motivación que se deja
dominar por ningún principio y que solo ocasionalmente conducen al bien,
conduciendo con mayor frecuencia al mal.
Aparece de loa anterior que todo concepto moral tiene su origen en la razón
totalmente a priori, y esto ocurre en la más común razón humana, tanto como en la
más altamente especulativa; que los conceptos morales no puede abstraerse a
partir de ningún conocimiento empírico y, por lo tanto, meramente casual. Su origen
reside incluso su dignidad de servirnos como principios supremos; las leyes morales
han de valer para todo ser racional por el hecho de serlo. Solamente un ser racional
tiene la facultad de actuar según representaciones de las leyes, ed.

La voluntad resulta no ser otra cosa que una razón práctica. Cuando la voluntad
la determina de modo infalible la razón, las acciones de un ser tal que se reconocen
como objetivamente necesaria se hacen también necesarias subjetivamente, Ed, la
voluntad es una facultad elegir solamente aquello que la razón, entiende como
prácticamente necesario, ed. Si la voluntad no en si coincidente con la razón (como
en realidad ocurre en los hombres), las acciones que objetivamente se consideran
necesarias, subjetivamente resultan ser contingentes.
La representación de un principio objetivo, en tanto sea constrictivo para una
voluntad, se llama mandato (la razón), y la forma de mandato se llama
imperativo.

Todos los imperativos se expresan mediante un deber (haber de) y


con ello muestran la relación de una ley objetiva de la razón con una voluntad que
por su condición no es determinada necesariamente por esa ley que por su
condición no es determinada necesariamente por esa ley (un constreñimiento).
Bueno, en sentido práctico es aquello que mueven a la voluntad por medio de las
representaciones de la razón, por lo tanto, no a partir de causas subjetivas sino de
modo objetivo. Por lo tanto, para una voluntad divina y sobre todo para una voluntad
santa no son necesarios los imperativos
Los imperativos son simplemente formulas en que se expresa la relación de las
leyes objetivas de la volición en general con respecto la imperfección subjetiva de
la voluntad de tal o cual ser racional.

El mandato de todo imperativo es, bien hipotético o bien categórico.


El imperativo hipotético expresa la necesidad practica de llevar una
acción como medio para algún otro fin que se quiere (o que es
posible que se quiera). El categórico seria aquel que expresa una
acción por sí misma como objetivamente necesarias, sin relación
con ningún otro objeto.

El imperativo hipotético se limita a decir que la acción es buena para un propósito


posibles o real. En el primer caso se trata de un principio practico problemático, en
el segundo de un principio práctico asertorio. El imperativo categórico, tiene el valor
de principio practico apodíctico tiene un parte práctico consistente en ejercicios, de
modo que haga posible cualquier objeto y nos permita alcanzarlo a partir de los
imperativos. Estos pueden llamarse imperativos de la destreza.
Hay, no obstante, un fin que se puede verdaderamente suponer en todo el ser
racional, una aspiración que no solamente pueden tener, sino que se puede
anticipar que la tienen todos por necesidad natural, y esta es, la aspiración a la
felicidad. El imperativo hipotético que representa la necesidad práctica de la acción
en vista de conseguir la felicidad es asertorio.
Finalmente, hay otro imperativo que se impone a la conducta sin poner como
condición ningún otro propósito alcanzable mediante un comportamiento
determinada. Este imperativo es categórico. No atrae a la materia de la acción ni a
lo que de ella pueda sobrevenir sino a la forma y el principio de acción misma
proviene, y lo esencialmente bueno en esta consiste en el ánimo de aceptar los
resultados; por el contrario, el imperativo categórico no está limitado por ninguna
condición y puede llamarse mandato con toda propiedad mandato de necesidad
absoluta, aunque práctica.
Solo por desgracia la idea de felicidad es tan indefinida que, aunque todo hombre
desea alcanzar esta, nunca puede decir exactamente y de acuerdo consigo mismo,
lo que realmente desea y quiere. La causa de esto es; que todo, los elementos que
pertenecen a la noción de felicidad son en su totalidad empíricas, deben ser
derivados de la experiencia y que, sin embargo, a la idea de la felicidad le es
forzoso en todo absoluto un máximo de bienestar en mis circunstancias presentes y
futuras.
En breve, no está facultado el hombre para determinar con toda certeza, según un
fundamento, lo que auténticamente le haría feliz porque para ello será precisa
omnisciencia. La felicidad no es un ideal de la razón sino de la imaginación, que
descansa sobre bases empíricas.
Por otra parte, no puede probarse con certeza en ningún ejemplo que la voluntad se
determina aquí simplemente por la ley, sin ningún otro impulso, aun cuando parezca
así; pues es siempre posibles que, secretamente, el miedo a la venganza y quizá un
influjo sobre la voluntad. Los imperativos categóricos es el único que pueden
llamarse desde luego principios de la voluntad, pero no leyes.
El imperativo categórico es, pues, solo uno y es este: obra solo según aquella
máxima de la que el mismo tiempo puedas querer que se convierte en norma
universal. Ahora si nos observamos a nosotros mismo en cada incumplimiento de
un deber, hallamos como, en realidad, no pretendemos que muestra máxima hay
convertirse en ley general, que eso no es imposible.

En tanto hemos probado que, si el deber es una idea que ha de


encerrar significados y autentica autoridad para nuestras acciones,
esta solo puede expresarse en imperativos categóricos, de ningún
modo en imperativos hipotéticos. El contenido del imperativo
categórico, que debería encerrar el principio de todo deber. Así, pues,
todo lo que es empírico es, no solamente inútil como aditamento al principio de la
moralidad, sino de lo más perjudicial para la pureza de las costumbres.

La voluntad se piensa como una facultad que se determina a obrar


conforme a la representación de cierta norma. Y una facultad que se
puede encontrar en seres racionales.

 LOS IMPERATIVOS PROCEDEN: “los imperativos proceden de este tipo de


representación, e d de la legitimidad universalmente próxima a un orden
natural de las acciones, o de la universal preeminencia de fin de los seres
racionales en sí mismos”

LA MORALIDAD: es la condición única bajo la cual un ser racional puede ser fin
en sí mismo; porque solamente a través de ella es posible ser miembro legislativo en
el reino de los fines
Las maneras de representar al principio de la moralidad
 Una forma que consiste en la universalidad, y en consecuencia la fórmula del
imperativo moral se expresa así: que las máximas deben ser elegidas como si
tuvieran que tener validez de leyes naturales.
 Una materia, ed., un fin, y entonces reza la fórmula: que el ser racional como
fin según su naturaleza, por tanto, como fin en sí mismo debe servir a todas
las máximas como condición limitadora de todos los fines meramente relativos
y pertenencias al libre albedrio.
 Una total determinación de todas las máximas mediante la siguiente formula:
que todas las máximas de legislación, propia han de estar de acuerdo con un
posible reino de los fines como reino de la naturaleza.
Un reino de los fines es, pues, posible solamente conforme a la analogía con un reino
de la naturaleza, pero aquel solamente conforme a máximas.

1.1 LA AUTONOMIA DE LA VOLUNTAD COMO PRINCIPIO SUPREMO


DE LA MORALIDAD

La autonomía de la voluntad es la constitución de la voluntad, por medio de la


cual esta es (independientemente de toda constitución de los objetos de la
volición) una ley para sí misma.
el principio de la autonomía es pues: no elegir sino de forma que las máximas
de la elección sean al mismo tiempo concebidas como ley universal.

1.2 LA HETEREMONIA DE LA VOLUNTAD COMO FUENTE DE TODOS


LOS PRINCIPIOS IMPUROS DE LA MORALIDAD

La voluntad no se da en este caso la ley por sí misma, sino que se da el objeto


mediante su relación con la voluntad. esta relación, apoyándose con la
inclinación o en representaciones racionales, solo hace posibles imperativos
hipotéticos: de hacer algo, porque quiero alguna otra cosa. Por el contrario, el
imperativo moral y por tanto categórico

1.3 CLASIFICACIÓN DE TODOS LOS PRINCIPIOS DE LA MORALIDAD


POSIBLES A PARTIR DE LA HETERONIMIA ACERTADA COMO
CONCEPTO BÁSICO

Todos los principios que puedan tomarse dese este punto de vista son
empíricos o racionales. Los primeros se constituyen sobre el sentimiento físico o
moral a partir del principio de la felicidad; los segundos se constituyen a
partir del principio de la plenitud.
Los principios empíricos no son aptos, para fundar sobre ellos leyes
morales. Pues, cuando su base se toma de la peculiar constitución de la
naturaleza humana cesa la universalidad con la que debe ser válido para todo
ser racional.

Principio de la plenitud (consumación) por muy vacío e indeterminado que sea


para, en el campo indefinido de la realidad, descubrir la mayor suma adecuada
a nosotros, por grande que sea su tendencia a moverse en círculos, cuando
trata de diferenciar específicamente la realidad de que aquí se trata de toda
otra, y no poder con ello evitar presuponer secretamente la moralidad que
debería explicar.
La voluntad no es determinada nunca inmediatamente por la representación del
acto sino por los impulsos que el efecto previsto de la acción hace obrar sobre
la voluntad: he de hacer algo porque quiero alguna cosa; y aquí ha de colocarse
todavía en mi sujeto una nueva ley.
La voluntad absolutamente buena, cuyo principio a ser un imperativo
categórico, será, pues indeterminada con respecto a todos los objetos.
Quien tome pues la moralidad, como algo y no como una idea quimérica y
carente de verdad ha de admitir asimismo el principio de la misma que hemos
deducido

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