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DERECHO DE FAMILIA

Alumna: Carolina Colmenares Valdivia


IX semestre, Sección “A”

¿ES EL PERÚ UN PAIS DE SOLTEROS?


Efectivamente, el Perú es un país de solteros, al igual que existen casados, divorciados y
viudos. Esto no tendría nada de extraordinario de no ser porque existe un porcentaje de
estos solteros con condición de tal por una simple razón: Se encuentran actualmente
casados y no han cambiado su estado civil ante RENIEC, lo cual origina problemas de
toda índole, sea social, económica, demográfica, política, etc. En el presente artículo nos
avocaremos al ámbito jurídico y a su repercusión, tanto en el cónyuge que desconoce
de esta calidad de soltero de su consorte como en los terceros que se vean afectados
por las acciones de éste.
El caso más común que se desprende de esta falsa soltería es aquel por el cual el cónyuge
que dice ser soltero dispone de los bienes de la sociedad de gananciales, es decir, se
toma la atribución de enajenar bienes comunes a terceras personas que se presumen
actúan de buena fe y no tienen conocimiento de la verdadera situación civil del cónyuge.
Recordemos que “La buena fe obliga a cada una de las partes a comportarse – en el
ámbito de la relación contractual – de modo de no perjudicar, y más bien salvaguardar
el razonable interés de la otra parte, cuando ello no comporte a su cargo ningún
apreciable e injusto sacrificio.” (Roppo, Vicenzo, p. 463)
Este problema se agrava si consideramos que el Registro Nacional de Identificación y
Estado Civil – RENIEC no tiene un control efectivo sobre esta situación ya que no
permiten conocer con exactitud el estado civil de los peruanos, no existe un control
eficaz que permita saber quiénes efectivamente contrajeron matrimonio, aunque en su
documento de identidad aún figuren como solteros. Se produce entonces, una gran
negligencia por parte de RENIEC, la cual al parecer no tiene ningún interés en resolver,
ocasionando también que se generen inseguridades jurídicas entre quienes vayan a
querer, en un futuro, contratar, “Es prácticamente imposible para un contratante
conocer si está ante un soltero o un casado. Se tendría que acceder simultáneamente a
las casi 2,000 municipalidades del país para ver si el ocasional contratante está
desposado. Si se resolviera la cuestión planteada de espaldas a los adquirentes de buena
fe, se produciría un terrible trastorno en el mercado. Sencillamente nadie contrataría
con solteros, aparentes ni reales, pues todos ellos serían sospechosos de estar casados.”
(Martín Mejorada para Diario Gestión).
Ahora, desde enero del presente año existe la Casación 294-2015 Lambayeque, la cual
nos trae a colación un conflicto de la naturaleza descrita anteriormente: Un matrimonio
que excedía los 20 años, un cónyuge decide disponer de un bien común y venderlo a un
tercero sin el conocimiento del otro cónyuge. Por supuesto, el tercero ignoraba el
estado civil del cónyuge negligente ya que en su DNI aparecía como soltero. La Suprema
resuelve otorgando criterios de protección al tercero, en su condición de obrante de
buena fe, ya que, amparándose en lo dispuesto por el artículo 2014 del Código Civil, él
no tenía forma de saber si el cónyuge era casado, razón por la cual necesitaba
protección, ya que nos encontramos ante un caso de información deficiente. “El tercero
tendrá buena fe si la información con la que cuenta le permite creer que la otra parte es
titular del derecho que pretende y, por lo tanto, se encuentra facultado para transferirle
la propiedad o, en sentido negativo, para transferirle la titularidad.” (Almeida Briceño,
p. 105)
Así mismo, la Suprema ha dispuesto lineamientos para que el cónyuge excluido haga
valer la condición de casado del otro, presentando una copia certificada de la partida de
matrimonio, para que ambos figuren como propietarios o titulares del bien. En este
sentido hay que tener en cuenta, sobre todo, si nos ponemos en el lugar del cónyuge
interesado en resguardar el patrimonio común, el interés familiar de resguardar los
bienes para la prole, siendo este un principio rector reconocido en la constitución y en
las leyes al respecto, aunque no siempre de manera expresa. “Si bien no hay norma
expresa sobre el particular, por el principio constitucional de protección a la familia y
por la consideración en el Código Civil de que la regulación jurídica de la familia tiene
por finalidad contribuir a su consolidación y fortalecimiento, está implícito que a gestión
de los bienes debe responder al interés familiar, como precepto rector, cualquiera que
sea el régimen patrimonial en rigor”. (Plácido V. p. 139).

Si bien es cierto, la Suprema ha dado los criterios descritos anteriormente, considero


que no resuelve del todo el problema de fondo, que es identificar al cónyuge negligente
con el verdadero estado civil que le corresponde, ya que lo que se busca realmente es
reducir los riesgos de que situaciones similares de disposición o venta de los bienes
conyugales sigan ocurriendo en nuestro país, debemos tener en cuenta que
lamentablemente no todas las personas tienen el acceso debido a la legislación sobre el
tema. Una mejora en la coordinación de la información entre las municipalidades y
RENIEC para que sea posible el inmediato cambio del estado civil en los documentos de
identidad emitidos a las personas sería una solución viable, así como una mayor
rigurosidad en cuanto a la imposición de sanciones administrativas a quienes incumplan
con esta medida podría ayudar a disminuir este problema y otros como la bigamia, por
ejemplo, donde también vemos que se afecta a la buena fe de un tercero que contraerá,
sin saberlo, segundas nupcias con alguien que ya se encuentra casado. Aún queda trecho
por recorrer, pero es posible superarlo.

Bibliografía:
1. Roppo, Vicenzo. El contrato. Gaceta Jurídica, Lima, 2009.
2. Diario Gestión. Artículo de Martín Mejorada El riesgo de la soltería aparente. 15
de febrero del 2016.
3. Briceño Almeida, José. La desprotección del cónyuge y del tercero en la sociedad
de gananciales. Pontificia Universidad Católica del Perú / Fondo editorial 2003.
4. Plácido V., Alex F. Manual de derecho de familia. Gaceta Jurídica, segunda
edición.

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