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La gran revuelta obrera de La Forestal

Historia política. Una investigación vuelve sobre un caso emblemático de protesta, represión y
muerte en Santa Fe durante la gran huelga de 1921.

Por Isidoro Gilbert

La selva chaqueña ha sido en ocasiones motivo de inspiración o investigación, particularmente la


explotación del quebracho, pero esta vez, nos referimos al libro de Alejandro Jalinski Revuelta
obrera y masacre en La Forestal (Biblos) como una obra destacable por el nivel de investigación
sobre un momento particular del movimiento de los trabajadores y la represión contra sus
reclamos, y el esclarecimiento sobre hechos concretos de una historia excepcional.

Lo que se cuenta en este trabajo es la aparición del movimiento obrero en el chaco santafesino en
la primera década del siglo XX, con impronta anarquista, propia de la época en los grandes centros
urbanos, pero aquí en plenos obrajes con mano de obra mayoritariamente criolla y paraguaya, esa
prédica e ideología se introduce en las masas duramente explotadas tanto por el trabajo de
enviados por la Federación Obrera de la República Argentina (FORA) como expresión espontánea
de sectores sin historia de lucha.

Para 1919, la FORA, cuando tiene comienzo la investigación, estaba dividida por la anarquista del V
(quintistas) Congreso y la sindicalista del IX (novenos), que han tenido más discrepancias que
acuerdos, un debate que en este caso se dio con virulencia y determinó la (mala) suerte final de
una huelga reivindicativa.

El epicentro de los acontecimientos se dio en Villa Guillermina, donde estaba instalada la fábrica
más importante de La Forestal, un Estado dentro del Estado, de capitales británicos, pero también
era clave en Santa Ana, Tartagal, y decenas de pequeñas localidades donde llegaba la influencia de
la compañía. La Forestal tuvo su propio ferrocarril y puertos, almacenes y escuelas y después de la
primera “gran huelga” de 1919, financió con el consentimiento del gobierno radical de Santa Fe la
llamada Gendarmería Volante reclutada con la concepción de la Legión Extranjera.

Sostiene Jasinski que “no se ha tratado de un movimiento rural ni campesino ni indígena ni


policlasista: ha sido, en todas las letras, un fenomenal movimiento obrero el que dio vuelta la taba
en los dominios de La Forestal”. Los primeros pasos fue ir constituyendo sociedades de Socorros
Mutuos, que son el antecedente del Sindicato del Tanino que plantea en marzo de 1919 la primera
demanda reivindicativa: ocho horas de trabajo, descanso dominical, cese de despidos continuos, y
otros puntos: la “gran huelga” le dio soporte a la petición y constituyó un gran triunfo.

El autor relata cómo eran las cosas una vez constituido el sindicato: “Por sobre todas las cosas
exigieron respeto. Bastaba un simple silbatazo para que la producción se paralizara por completo.
De un momento a otro se organizaba un mitin en la plaza pública. Los obreros aplaudían
efusivamente a un orador que callaba al gerente y se burlaban de su presencia. Imprevistamente
podían disponer de los galpones, cortar los servicios, tomar la fábrica y patrullar los bosques.
Desfilaron armados por las calles céntricas de los poblados y, ante la inminencia del triunfo,
recibieron a los delegados con música y vítores… en pocas palabras, habían subvertido el orden
social de aquellos poblados. No sin razón, creían que los tiempos de arbitrariedades habían
terminado para siempre”.
Era la victoria del sindicalismo del IX Congreso, negociador, que no vinculaba al movimiento
reivindicativo con la “revolución social” que sí planteaban los “quintistas” que en esta
circunstancia no tuvieron peso.

Lo tendrán más adelante, al poco tiempo, cuando la empresa sabotea los acuerdos, aplica
despidos o decreta el lock-out y pone en escena a la Gendarmería Volante para reprimir
sistemáticamente a las organizaciones sindicales. La decepción por esos ataques patronales va
dando cada vez más voz a los “quintistas” y a la aplicación de métodos de “acción directa”. Ocurrió
cuando la huelga de 1921, registrándose, según el diario Santa Fe, “uno de los movimientos más
importantes de la historia huelguística de la republica”: 6.000 obreros en “paro activo”. La Forestal
virtualmente cerrará hasta 1923, ya diezmada la resistencia. Hay un patético relato de la “caza del
hombre” y el refugio en los bosques de miles de familias, sólo pocas veces socorridas con algo de
alimento por colonos.

El autor rescata nombres olvidados como Luis Lotito, Casimiro Grass o Teófilo Lafuente, entre
varios dirigentes, a la vez “cronistas” de los sucesos y por esos escritos se han podido recrear el
espíritu de las asambleas, multitudinarias, los debates internos, la incorporación a la lucha de las
mujeres (denostadas en alguna prensa de la época de promover al “amor libre”). Jasinski recurrió
a las crónicas de periódicos sindicales como La Protesta, La Organización Obrera o el efímero (e
irritante) Añá Mengui, diarios santafesinos y nacionales, el socialista La Vanguardia amén de
archivos militares y provinciales que le han dado un panorama polifónico que él ha decantado con
un relato de los hechos y la puntualización de los mismos.

Por caso: ¿fue la huelga de 1921 de “carácter revolucionario” habida cuenta que las trabajadoras
incluso tomaron edificios de la empresa y hasta localidades y enfrentaron con armas la represión?
Jasinski afirma que no hubo ni “soviet”, como se decía en esos días, ni “tomar el cielo por asalto”,
sino que fueron acciones defensivas. La represión fue brutal. Se calculan entre 500 y 600 los
muertos y en la desbandada los trabajadores y familias se escondieron en los bosques. En la
represión actuaron las “guardias blancas” de la Liga Patriótica, como lo hicieran en la “Semana
Trágica” de enero de 1919 en Buenos Aires o junto al Ejército, en los sucesos trágicos de la
Patagonia, más tarde. El subtítulo del trabajo es “sindicalismo y violencia empresaria en tiempos
de Yrigoyen”.En los hechos santafesinos el Ejército no actuó (por ello se formó una fuerza privada)
y aunque estuvo presente antes de la violencia, lo hizo más bien como mediador. Cosas de la
historia: el gobernador de Santa Fe era entonces Enrique Mosca, que en 1946 integrará la fórmula
de la Unión Democrática, y su jefe de Gobierno fue Armando Antille, que apoyó ese año a Juan
Perón encabezando a los radicales de la Junta Renovadora. Del entonces teniente Perón la leyenda
contó que cuando la empresa cerró en marzo de 1919 almacenes de comestibles y el agua, ordenó
su reapertura. Esto contó R. A. Vagni en su libro de 1949, Tierra Extraña ; se hicieron eco
historiadores como Enrique Pavón Pereyra, Joseph Page y Norberto Galasso y el mismo Perón se lo
narró a Tomás Eloy Martínez. Con documentos del archivo del Ejército, Jasinski pone en duda esa
historia: el rol mediador se lo atribuye al general Oliveira Cézar (así contado por la crónica del
diario Santa Fe), debajo de él, había una larga lista de oficiales “¿y por qué habría de destacarse el
rol de un joven teniente?”, se pregunta... Y agrega: “las biografías se elaboran siempre
retrospectivamente, en función de necesidades, intereses o a partir de imaginarios construidos
colectivamente”.

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