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De la contemplación estética
a la interacción participativa*
From aesthetic contemplation to participatory interaction
RESUMEN ABSTRACT
La vieja concepción idealista de contemplación y recepción The old idealistic conception of contemplation and artistic
artística ha sido sacudida por una fuerte desacralización del reception has been shaken by a strong desecration of mod-
arte moderno, lo que establece diversas formas de relación ern art, which provides various forms of relationship be-
entre artista, objeto producido y público. Las nuevas formas tween artist and audience-produced object. New forms of
de presentación y representación de las obras de arte ha- presentation and representation of works of art, make the
cen que la concepción de intocabilidad del objeto artístico concept of untouchability collapse and break the charac-
se derrumbe e irrumpa el carácter de la interacción con lo ter of the interaction with what was presented. This arti-
allí presentado. Este artículo analiza las mutaciones que se cle examines the changes that have occurred in the concept
han operado en el concepto de receptor del arte en una era of receptor of art in an era of techno-cultural globalization,
de globalizaciones tecnoculturales, la cual ha producido un which has produced a “new receiver” or viewer of art.
“nuevo receptor” o espectador del arte.
*
Recibido: 21 de abril de 2009 / Aceptado: 15 de mayo de 2009.
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Doctor en Filología. Profesor en la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de la Salle, y Universi-
dad Distrital Francisco José de Caldas de Bogotá, Colombia. Poeta, investigador y ensayista colombiano.
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De la contemplación estética a la interacción participativa
E
n su ensayo “Más allá de la contempla- rena son algunos aspectos que se reúnen en este
ción estética”, José Jiménez, refiriéndose concepto de contemplación de la belleza.
a la relación profunda que el colecciona- La idea de espectador contemplativo su-
dor y amante del arte mantiene con sus obras, pone un proceso de ensimismamiento en el cual
adelanta estas reflexiones: la armonía, el éxtasis y el silencio se muestran
como ideales para lograr la emoción estética.
Durante siglos, nuestra tradición de la cultura Con el ensimismamiento contemplativo se pue-
ha concedido en esos términos las condiciones de llegar a tocar “físicamente” el cuadro, entrar
ideales de aproximación a las obras de arte, e a sus universos. Tal es la idea que mantiene Di-
incluso ha intentado reproducirlas en los mu- derot respecto a la contemplación. En su escrito
seos. En ellos, la distancia referencial frente a para el Salón de 1765, describe la catarsis que sin-
las piezas, la prohibición de tocarlas y la exi- tió frente al cuadro Pastorale russe de Jean Bap-
gencia de silencio y compostura, hacen sentir tiste le Prince:
al público como si estuviera en una iglesia.
Después de todo, aunque no haya culto, en los Estoy realmente allí. Apoyado contra este ár-
museos de arte hay también imágenes que sus- bol, entre el anciano y su hija. Mientras el mu-
citan la devoción. […] La categoría en que se chacho toca. Cuando deje de tocar y el anciano
cifran todos los referentes de las condiciones vuelva a posar sus dedos sobre la balalaika, iré
ideales de relación entre el espectador y la obra a sentarme junto al muchacho; y cuando cai-
de arte, y de la que vengo hablando, no es otra ga la noche, los tres juntos acompañaremos al
que la categoría de contemplación (1998: 18). anciano a su choza. Un cuadro con el que se
puede razonar de esta manera, que nos intro-
Dicha categoría, asegura Jiménez, tiene duce en la escena, y del que el alma recibe una
sus fundamentos filosóficos en una concepción sensación deliciosa, nunca podrá ser un mal
teológica, racionalizada y sistematizada en la re- cuadro (Freid, 2000: 146).
flexión que sobre el sujeto adelantó la estética de
la Ilustración, principalmente Immanuel Kant. Esta especie de catarsis que siente el espec-
Desde el siglo XVIII, la idea de público tador / actor ante el cuadro, la volvemos a encon-
receptor, formulada por una burguesía ilustrada trar en Diderot en su comentario para el Salón de
europea en busca de un sujeto autónomo, ciuda- 1767 frente a las Naturalezas muertas de Char-
dano culto y de buen gusto, magnificó la cate- din:
goría de contemplación. Tal categoría de origen
teológico, propuso una relación de silencio res- Atraen indistintamente al ignorante y al en-
petuoso ante la obra, es decir, la apreciación casi tendido. Hay una increíble fuerza de color, una
mística del objeto más allá de todo interés teó- armonía general, un efecto excitante y autén-
rico y práctico que, en términos de Kant, se sin- tico, bellas masas, una magia de estilo impre-
tetiza en una contemplación desinteresada y se sionante, una gran atracción en el conjunto y
resuelve con una actitud ensimismada, íntima, la disposición. Aléjese, acérquese, la misma
similar a la experiencia religiosa; experiencia ilusión, ninguna confusión, ninguna simetría
personal ejercida por un sujeto impuesto como tampoco, ningún mariposeo; la mirada siem-
centro y ombligo del mundo por la modernidad. pre está recreada, porque hay calma y reposo.
La contemplación desinteresada dialoga, enton- Uno se detiene ante un Chardin por instinto,
ces, con la idea sagrada de estar a solas con Dios, como el viajero cansado del camino que va a
similar a la devoción y al éxtasis que produce la sentarse, casi sin darse cuenta, en el lugar que
presencia artística. El origen platónico de esta le ofrece un asiento lleno de vegetación, silen-
categoría es evidente, y el peso de la tradicional cio, agua, sombra y frescor (Freid, 2000: 147).
idea de belleza se hace manifiesto. Así, espiri-
tualidad, idealismo, intimismo, receptividad se-
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blica y, más aún, a las posibilidades de selección y y desterritorializa la llamada “caja blanca” gra-
ordenamiento de las exposiciones, se entra a con- cias al paseo por sus exteriores, los cuales tam-
siderar el catálogo de la exposición como sustan- bién se constituyen en parte de la visita 2. De esta
cial, el cual se valora más que las obras mismas, forma, el museo se proyecta a la intemperie, hace
ya que el visitante lo adquiere como un fetiche dialogar lo público con lo privado, se estable-
de recuerdo de su recorrido vivido, y como tes- ce como proyecto ciudadano; se presenta como
timonio del “Yo estuve allí”, garantía y prueba museo-espectáculo, atrayendo al público masivo
de haber asistido al espectáculo museístico. De y al público culto. Dicha escenografía requiere
manera que en el museo tenemos, al decir de E. de un nuevo espectador que genera otras formas
H. Gombrich, “una forma secular de peregrina- de relación, ampliando sus funciones receptivas,
ción” donde las obras, como objetos “dignos de transformando la emoción estética, acorde a las
ser vistos”, se vinculan a la experiencia religio- exigencias del mercado y del cliente.
sa de veneración y recogimiento; de luz, visibili- Gracias a la cultura de masas y a las in-
dad y silencio, exigidos en el recorrido por este dustrias culturales se han ido diluyendo ciertas
templo artístico. La unión entre ritual religioso distancias, produciéndose fusiones de fronteras
y arte se hace evidente. Su giro transformativo hasta el punto que las barreras entre el artista
está en que el museo es una institución secular productor y el consumidor o cliente han desapa-
que “hace ver” a la sociedad el arte, constituyén- recido gracias al macrorrelato del mercado. Éste
dose en una propuesta educativa con intencio- los une y los nivela. Lo privado se disuelve en la
nalidad cívica y política, lo que en palabras de masificación de la obra que se consume. El ar-
Zunzunegui, expresa una “ideología de la visi- tista pasa a ser también público consumidor y el
bilidad” como estrategia institucional y oficial público, artista del consumo. Interacción y co-
(2003: 51). creación en lo masivo. El sujeto contemplativo,
Dicha secularización cívico-política no desinteresado, al decir de Kant, se transforma
destierra, sin embargo, la pulsión de lo sagrado en usuario / consumidor que gira en el circui-
en la experiencia estética de su recorrido. La ne- to de la lógica del mundo del arte, desde donde
cesidad de preservar del olvido y su característica se imponen y proponen cánones de gustos a sus
de mantener viva la memoria, lo une a la teleo- compradores. Esto ha llevado a que la estética de
logía religiosa. Así, el museo, como espacio se- la estandarización y de la homogeneización sea
cular de lo privado y lo público, dialoga con el cada vez más manifiesta en la globalización eco-
espacio de la inmortalidad; salva a las obras y a nómica y en la mundialización cultural, pues los
los artistas de la marcha destructora del tiempo. artistas pretenden vender lo que más se consume
Su proyección social es inmanente, su simbolo- o proponer al mercado productos según las pre-
gía trascendente. ferencias del cliente, y el público desea comprar
El museo se ha vuelto asequible a un gran lo que más se publicita. Entonces, los productos
público usuario. Museo masivo frente a museo artísticos entran a la estética de la repetición y
exclusivo. Este tipo de museo-masa es sucedá- son consumidos por su capacidad de promoción
neo a la cultura del mercado. Por lo regular, te- y de espectacularización.
nemos que el museo actúa también como tienda, Tal situación ha hecho que el proceso de
cafetería, librería, etc., realizando todo un mon- construcción del nuevo receptor esté unido a las
taje publicitario. Son espacios de atracción y instituciones del arte, llámense estas galerías,
producen imaginarios de participación y perte- museos, medios de comunicación, publicidad,
nencia para los ciudadanos. Se han constituido críticos, artistas, etc., las cuales componen cá-
en uno de los lugares más importantes para los
turistas. Sitios de mercadeo tanto de productos
simbólicos como materiales. En el museo con- 2
“Los museos se revisten como lugares de ocio, al estilo
Disneylandia, cuando añaden modos de presentación
temporáneo, los espectadores interactúan con las chabacanos, cintas de audio, exhibiciones capricho-
zonas peatonales construidas a sus alrededores, sas con botones y vídeos, megatiendas de regalos, etc.”
lo cual modifica la tradicional visita a su interior, (Freeland: 2004: 116).
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nones y gustos determinados casi siempre por el asimile la pluralidad de las representaciones, su-
mercado. perando el entusiasmo ciego, el aplauso ligero, la
corrupción espectacularizada del juicio estético.
Hasta ahora hemos visto cómo la vieja con-
Gracias a la cultura de masas y a cepción idealista de contemplación y recepción
artística es sacudida por una fuerte desacraliza-
las industrias culturales se han ción del arte moderno, el cual establece diver-
ido diluyendo ciertas distancias, sas maneras de relación entre artista-productor y
produciéndose fusiones de público. Las tres instancias que en la experiencia
estética se hacen manifiestas –“Sujeto creador,
fronteras hasta el punto que objeto producido y recepción de ese producto”
las barreras entre el artista (Sánchez, 2006: 17)–, en la globalización tec-
nocultural han transformado sus fundamentos.
productor y el consumidor o Para Adolfo Sánchez Vásquez, se ha pasado “de
cliente han desaparecido gracias la estética de la recepción de la creación a la es-
tética de la participación en la creación” (p. 17).
al macrorrelato del mercado. Éste Como se aprecia, es una conmoción profunda en
los une y los nivela. Lo privado se la teoría de la creación y de la receptividad de la
obra. Ya a mediados del siglo XX la Escuela de
disuelve en la masiicación de la Constanza, con Hans Robert Jauss y Wolfgang
obra que se consume. Iser, reivindica al receptor como productor, crea-
dor e interventor de la obra, superando el con-
cepto de contemplación pasiva, ensimismada y
Ahora bien, si en la tradición occidental se silenciosa. El receptor se transforma en parte
impuso una distancia contemplativa “pasiva” en- sustancial de la obra, sin el cual ésta no existiría.
tre el receptor y la obra, deberíamos preguntar- La estética de la recepción asume la interacción
nos si las nuevas dinámicas del receptor usuario y como actividad imprescindible. El lector se vuel-
participativo impulsan y proponen una “distan- ve coautor, cocreador. La obra es entendida
cia” crítica, con la cual no se caiga en el juego de
la integración total, en la conciliación ingenua como un signo estético determinado para ser
con lo que está allí representado. Dicha distan- hecho público. Debemos pues no sólo consi-
cia crítica ayuda al espectador / usuario a apre- derar su existencia, sino también su recepción;
ciar mejor, sin esquemas de alineación del juicio, tenemos que examinar que la obra es percibida,
sin cánones de actualidad puestos de moda por el interpretada y valorada por una comunidad de
llamado mundo del arte, rescatando la capacidad lectores. Sólo cuando una obra es leída llega a
de disentir. De ser así, la categoría de interac- su realización estética, sólo así se convierte en
ción exigiría, entonces, una postura más reflexiva la conciencia del lector en objeto estético […]
frente a las manifestaciones del concepto global Tan pronto como una obra literaria se publica
del “todo vale” o del todo es posible en el arte. y difunde se convierte en propiedad pública,
Estos procesos abiertos a una pluralidad li- y el público la recibe desde el punto de vista
bertaria demandan espíritus despiertos que no de su sensibilidad artística actual (Vodicka,
sólo asuman una actitud de coexistencia pacífi- 1989: 55).
ca con las obras, sino que sepan que en su inte-
racción receptiva / creativa se hospedan en un De esta manera, sólo gracias a la actividad
territorio problemático, peligroso, estremecedor, del receptor existe obra, es decir, debido al diálo-
lleno de filos de navajas. Juicio de gusto con au- go e interacción entre ambas partes. El texto de-
tonomía de criterio, basado en una conceptuali- viene obra cuando se activa el diálogo receptivo3.
zación de rigor y en una exigencia analítica que Para Wolfgang Iser, la obra:
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Posee dos polos que podemos llamar polo te a todo proceso de conocimiento y percepción.
artístico y polo estético, siendo el artístico el Con su desaparición es la lectura una posibilidad
texto creado por el autor, y el estético la con- especial de acceso a la experiencia de un mundo
creción realizada por el lector. De tal polaridad ajeno”. De este modo,
se sigue que la obra literaria no puede identi-
ficarse exclusivamente ni con el texto ni con texto y lector no están ya frente a frente como
su concreción. Puesto que la obra es más que sujeto y objeto sino que se da una “escisión”
el texto, ya que sólo requiere vida en su con- en el seno del lector mismo. Si éste piensa los
creción, y ésta no es independiente de las dis- pensamientos de otro, sale temporalmente de
posiciones aportadas por el lector, aún cuando sus disposiciones individuales, pues acaba ocu-
tales disposiciones son activadas por los condi- pándose de algo que, hasta ese momento, no se
cionamientos del texto. El lugar de la obra de encontraba, al menos de esa forma en el hori-
arte es la convergencia de texto y lector, y po- zonte de su experiencia (Iser, 1989: 162, 163).
see forzosamente carácter virtual, puesto que
no puede reducirse ni a la realidad del texto ni
a las disposiciones que constituyen al lector. A El proceso creativo es un lugar
esta virtualidad debe la obra de arte su diná-
mica, que, por su parte, es la condición de los abierto, plural y heterodoxo que
efectos que produce. El texto se actualiza, por genera muchas ventajas en la
lo tanto, sólo mediante las actividades de una
conciencia que lo recibe, de manera que la obra socialización de la obra, pero
adquiere su auténtico carácter procesal sólo en también gesta la posibilidad de
el proceso de su lectura […]. La obra de arte es
la constitución del texto en la conciencia del
relajar el sentido crítico frente a la
lector (Iser, 1989: 149). misma, el juicio relexivo activo (I.
Iser argumenta que en esta constitución del
Kant) sin el cual puede comenzar
texto en la conciencia del lector se desvanece la a aceptarse la mediocridad en
escisión entre sujeto y objeto, “división inheren- cualquier intervención directa,
3
Para Hans Robert Jauss dicho diálogo genera un proce-
dando licencia al “todo es apto” de
so de experiencia estética co-creadora donde operan tres
conceptos fundamentales de la tradición estética, a sa-
ser aplaudido como arte.
ber: la poiesis, la aisthesis y la catarsis: “poiesis, entendida
como ‘capacidad poética’, designa la experiencia estética
fundamental de que el hombre, mediante la producción Este procedimiento meramente receptivo
de arte, puede satisfacer su necesidad universal de en- que, al decir de Sánchez Vásquez, se queda en
contrarse en el mundo como en casa, privando al mundo una “recepción mental”, ideal, va a ser supera-
exterior de su esquiva extrañeza, haciéndolo obra propia,
y obteniendo en esta actividad un saber que se distingue do en los años sesenta y setenta por la irrupción
tanto del conocimiento conceptual de la vigencia como de nuevas formas de representación artísticas, las
de la praxis instrumental del oficio mecánico. Aisthesis cuales no sólo exigen un receptor activo herme-
designa la experiencia estética fundamental de que una
obra de arte puede renovar la percepción de las cosas, néutico, sino la intervención directa en su pro-
embotada por la costumbre, de donde se sigue que el co- ceso material de elaboración, lo que significa un
nocimiento intuitivo, en virtud de la aisthesis, se opone cambio de roles en la actividad receptiva. El re-
de nuevo con pleno derecho a la tradicional primacía del
conocimiento conceptual. Finalmente, catharsis designa
ceptor participa, actúa en la ejecución de la obra
la experiencia estética fundamental de que el contem- de forma física, material. Se vuelve un recep-
plador, en la recepción del arte, puede ser liberado de la tor-usuario, ejecutante. De este modo, esta es-
parcialidad de los intereses vitales prácticos mediante la trategia cambia todos los paradigmas del autor
satisfacción estética y ser conducido asimismo hacia una
identificación comunicativa u orientadora de la acción” genial, excepcional y diferente, y de la obra into-
(2002: 42, 43). cada, inviolable. El original de la obra pasa a ser
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modificado permanentemente por los diferentes cos de los expertos o críticos de arte. Vivimos,
receptores usuarios. La obra queda abierta (Um- entonces, en una época de disolución y de mor-
berto Eco) a múltiples transformaciones. Hiper- tandad de los cánones que ayudaban hace años a
mediática, asume sentidos de colaboración en su resolver los problemas sobre la valoración y lec-
creación; es lo que Sánchez Vásquez ha llamado tura de las obras de arte. En la actualidad existe
una “estética de la participación”. Escuchémosle: mucha preocupación por tanta indulgencia a los
“Estamos, por tanto, ante una participación del discursos heterodoxos y calidoscópicos respecto
sujeto que no sólo afecta la obra, o al proceso de a la receptividad y a los juicios estéticos que se
su producción, sino también a él mismo en cuan- activan ante las obras.
to que se convierte en parte de la obra misma”
(2006: 25). De la obra como objeto para contem- Últimamente, sugiere Néstor García Canclini,
plar, a la obra como objeto para participar. se nota cierto cansancio de ser viudos –viudos
del arte, del sujeto, de lo real, y de todos los
otros post– por lo cual comienza a hablarse de
la necesidad de dejar el velorio. Foster procla-
ma “la muerte de la muerte del sujeto”. Danto
pide que pensemos “el arte después de la muer-
te del arte” […]. Ahora la pregunta es cómo
salir del duelo (García Canclini, 2006: 169).
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Conclusión la encrucijada de caminos como lo está también
el artista; en tensión con las estructuras tradicio-
nales. Esto lo lanza a múltiples posibilidades, lo
En medio de los relativismos y pluralis- que significa riqueza y ganancia, como también
mos, del “todo es apto y vale lo mismo”, ¿cómo lo expone a mediocridades y situaciones triviales
proceder a juzgar las obras? ¿Cómo aceptar sus que lo someten a empobrecimientos y facilismos
diversas propuestas, ante el relajamiento y la co- extremos.
existencia pacífica de la crítica? Al no existir re-
ferencias legitimadoras, cualquiera puede ser
artista y crítico. Todo entra al spot del arte. De Reconocimientos
esta manera, el arte no rompe con la costumbre,
antes nos ubica más en ella. Adiós al arte del di- El presente artículo es producto de la in-
senso; adiós al arte de confrontación. En últi- vestigación “Nuevas representaciones y catego-
mas, la estetización es efectiva; la oficialización rías en el arte contemporáneo”, financiada por la
gratamente aceptada. ¿Dónde queda la actitud Universidad de la Salle, Vicerrectoría de Investi-
crítica autónoma? ¿Dónde su proceso de tradi- gación y Transferencia.
ción y ruptura? Tal vez en el mercado se encuen-
tre otra forma de identidad, pues es allí donde el Referencias bibliográicas
arte contemporáneo se viste con el nuevo traje
del emperador engañándose a sí mismo, hacien- Aumont, J. (2001). La estética hoy. Madrid:
do creer en su libertad crítica e independiente. Cátedra.
Tales preocupaciones nos están obligando a re- Carrol, N. (2002). Una filosofía del arte de masas.
plantear los conceptos de especificidad del arte, Madrid: Antonio Machado libros.
la “esencialidad” estética de la obra como contra- Danto, A. (1999). Después del fin del arte. El
respuesta a la nivelación igualitaria de todas las arte contemporáneo y el linde de la historia.
producciones en el campo artístico. Barcelona: Paidós.
Digamos, entonces, que el arte no puede Danto, A. (2003). Más allá de la caja de brillo. Las
dejar de ser riesgo, aventura, aprendizaje y rup- artes visuales desde la perspectiva posthistórica.
tura; un lanzarse al vacío creativo, golpe y es- Madrid: Akal.
tremecimiento. El arte procede a instaurar Freeland, C. (2004). Pero ¿esto es arte? Madrid:
presencias donde antes existían sólo ausencias; Cátedra. Cuadernos de arte.
edifica mundos posibles, y prefigura maneras Freid, M. (2000). El lugar del espectador. Estéti-
de ser y estar en la multiplicidad de las realida- ca y orígenes de la pintura moderna. Madrid:
des. En las sociedades globales las sensibilida- Visor.
des artísticas están llamadas a romper con las Foster, H. (1986). La posmodernidad. Barcelona:
estructuras seriales estandarizadas y afirmar la Kairós.
diferencia, la distancia hermenéutica, opuesta a Foster, H. (2001). El retorno de lo real. La van-
la estandarización masiva de la vida cotidiana. guardia a finales de siglo. Madrid: Ediciones
El nuevo espectador, hechizado por un arte que Akal.
asume la narración como forma de vida, es de- García Canclini, N. (2006). “Se necesitan sujetos:
cir, el saber contar historias en distintos soportes regresos y simulaciones”. En Real/virtual en
multimediáticos, se enfrenta a la urgente tarea la estética y la teoría de las artes. Barcelona:
de también saber interpretar historias, pasar de Paidós.
lo narrativo a lo reflexivo. Se trata no sólo de vi- García Canclini, N. (1999). La globalización
vir la experiencia artística, sino de reflexionarla; imaginada. Buenos Aires: Paidós.
de allí la exigencia de asumir el riesgo, la aventu- Iser, W. (1989). “El proceso de lectura”. En R.
ra de ruptura y de visión anticipatoria que toda- Warning (ed.). Estética de la recepción. Ma-
vía le queda al arte. El nuevo espectador está en drid: Visor.
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