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MISCELÁNEA

EL INTELECTUAL ORGÁNICO Y EL CARTÓGRAFO


(o ¿cómo discutimos el impasse de lo político radical en un frente
común contra el neoliberalismo?)

por Verónica Gago, Diego Sztulwark y Diego Picotto*

En momentos en los que el gobierno nacional choca


contra los mecanismos más reaccionarios de la gover-
nance global1 y en España se activa la esperanza en
torno a las posibilidades políticas de “Podemos”2, el
ejercicio de problematizar el esquema político-dis-
cursivo que Ernesto Laclau llamó “populista”, y que
sustenta en alguna medida a ambas experiencias,
puede parecer inoportuno. Pero quizás sea al revés:
en la medida en que actúa como base conceptual de
una comunicación entre la situación de Sudamérica y
el sur de Europa, este modo de concebir lo político
adquiere un nuevo interés y ofrece más aspectos a la
discusión. Sobre todo, porque el contraste no es sólo
geográfico. Juega un papel productivo, también, el des-
tiempo: si de este lado del Atlántico ya tenemos
mucho material para el balance y discutir a Laclau diendo de vista el mapa de posibles que contienen las
puede sonar a cierre, del otro, la irrupción de ese luchas sociales (en particular, las figuras del desacato
incipiente “monstruo”3 que es Podemos nos coloca y de la inteligencia colectiva que aparecen en las cri-
más ante una pregunta abierta. sis, como en el 2001 argentino o 15-M español, etc.).
La preocupación central respecto de las políticas Este “borramiento” es simultáneo con la instauración
autodenominadas “populistas” es que, nacidas de la de un puñado de significantes destinados a ocupar el
insatisfacción y de la rebelión contra el neoliberalis- lugar del origen o la fundación.
mo, y habiendo ensanchado derechos sociales, aca- Concretamente, tres son los problemas centrales
ban organizando las expectativas políticas en torno a de esas “soberanías novedosas”: el primero, es que
la capacidad de recrear “soberanías novedosas”, per- tienen una comprensión muy tradicional y simplifi-
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* Este texto fue publicado inicialmente en el sitio Lobo Suelto (www.anarquiacoronada.blogspot.com)


1.- Ver al respecto la informada entrevista de Maura Brighenti al economista Pablo Míguez http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar-
/2014/08/argentina-en-default-tecnico-entrevista.html.
2.- En el sitio Lobo Suelto! (www.anarquiacoronada.blogspot.com) se han publicado varias intervenciones en torno a Podemos. La con-
traposición entre el texto de Raúl Sánchez Cedillo (http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/06/el-posse-de-podemos-notas-
tras.html) y el firmado por Nacho Murgui, Jacobo Rivero y Ángel Luis Lara (http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/07/ganar-
la-democracia-cambiar-nuestras.html) permite apreciar cómo, sobre un fondo similar de experiencias y lenguajes, resaltan énfasis y
ISBN: 1885-477X

hasta tácticas diferenciadas.


3.- “Monstruo” fue la palabra elegida por Ángel Luis Lara para referirse a los potenciales de Podemos. Abierto, hábil, capaz de combinar
un programa extraído del 15-M con imágenes provenientes de América del sur. En una conversación radial sostenida en Clinämen,
en FM La Tribu , el “Ruso” Lara expresaba el entusiasmo por el “momento” Podemos, con una seria preocupación por el desplaza-
miento de la política de la intensidad del 15-m a la política del significante, expresada tanto en la adhesión a los textos de Laclau,
como en la restricción de las prácticas políticas del tejido a social al marco electoral. (Se puede escuchar esta conversación en:
http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/08/clinamen-podemos-un-progresismo-la.html
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cada de la fuerza del neoliberalismo: en lugar de amigxs de España- sobre las influencias e intercam-
apreciarlo como un dispositivo gubernamental bios que vale la pena realizar entre las experiencias
cuyos mecanismos funcionan a nivel global y a nivel de disputa social e ideológica con el neoliberalismo
micro político –incluso cuando queda deslegitimado entre el sur de Europa –al que casi desconocemos– y
como ideología– se lo ve como mera cosmovisión Sudamérica.
favorable a los grupos dominantes. El segundo, es
que considera al tejido social desde arriba, es decir, Fuga y hegemonía, una alternativa que se repite
subordinándolo a la lógica estatal (en lugar de enten-
derlo a partir de una dinámica cuya autonomía resul- La reflexión política crítica –que renace donde la
ta fundamental para producir transformaciones). Y resistencia a las políticas neoliberales se agudiza en el
el tercero consiste en que las instituciones, las de contexto de la crisis, es decir, en una coyuntura en la
estas “nuevas soberanías, aunque voluntariosas, ope- que ya no es posible imponer dócilmente la domina-
ran necesariamente dentro de las estructuras de ción a las clases subalternas– encuentra en la obra de
governance del mercado mundial. Estos problemas Laclau un ejemplo teórico inspirador. No son pocos
quedan completamente de lado en la secuencia los núcleos militantes que leen su obra y asumen sus
populista fundamental: demanda-insatisfecha/arti- esquemas. Releída hoy, a la luz de la coyuntura grie-
culación discursiva de esas demandas y constitución ga o española, la enseñanza de Laclau rejuvenece,
de un conflicto de intereses/representación, siempre beneficiada del prestigio que las experiencias de los
discursiva, de nuevo tipo/políticas innovadoras. gobiernos llamados progresistas de Sudamérica pro-
Con todo, este texto pide indulgencia de antema- yectan sobre el sur de Europa4.
no. Lo que aquí se plantea son preguntas. El mencio- Dos tesis centrales parecen resumir la lección de
nado destiempo de los procesos políticos a considerar las políticas que surgen de la crisis y que a su vez
y la diversidad de contextos fragilizan cualquier cer- buscan expresarse en la filosofía. Uno: que la política
teza de largo alcance. Se suma una dificultad extra: la debe ser comprendida como expresión de un conflic-
complejidad de la argumentación que se despliega a to de “intereses” (acotando, así, el juego de la repre-
lo largo del escrito en tres niveles: 1. Un balance más sentación de un modo que la teoría de Laclau –leída
bien argentino sobre la disputas entre “populistas” y al detalle– no autorizaría). Dos: que la acción política
“autonomistas” (con el irónico reduccionismo que consiste en instaurar una hegemonía, esto es, coaligar
implican siempore, de por sí, estos términos); 2. Un demandas con miras a constituir una convergencia
cierto involucramiento del discurso filosófico en las plural de fuerzas capaces de abrir un espacio nuevo
polémicas políticas (centradas en los argumentos de en la cultura y en el control de estructuras estatales,
Ernesto Laclau y de Gilles Deleuze) y 3. El intento de opuesta a las políticas (“neoliberales”) que se limitan
participar en la conversación –a la que nos invitan a transmitir designios del mercado
La mediación entre lucha de intereses y articula-
ción hegemónica –en esto sí se sigue estrictamente a
Laclau– queda a cargo de la producción discursiva
(entendida a partir de las enseñanzas del estructura-
lismo lingüístico). Se concibe, así, que el sentido de
las luchas políticas en una coyuntura específica surge
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del funcionamiento de una lógica combinatoria


–“equivalencial”/”diferencial”–, en la que se consti-
tuye, o bien se bloquea, la puesta en serie (la consti-
tución política) de las demandas en juego. Es en este
intento por establecer una comunicación de deman-
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das equivalenciales con relación a un cierto nombre


(“significante flotante”) que determinados signifi-
cantes (los políticamente relevantes en una determi-
nada situación) se vacían/llenan, se universali-
zan/particularizan.
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4.- Esta comunión ha llegado en la Argentina al rango de política oficial. Pensadores de renombre como Jorge Aleman y Ricardo Forster,
ambos funcionarios del gobierno nacional, incluyen dentro de sus respectivas agendas encuentros frecuentes con el núcleo dirigen-
te de Podemos.
La pregunta clave que estas teorías intentan respon-

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der parece ser la siguiente: ¿cómo se pasa de las
luchas que protagonizan los movimientos a la pro-
ducción de hegemonía? La experiencia de resistencia
frente a las políticas de austeridad en Europa actuali-
zan, sobre todo en los casos de Cyriza y Podemos, dis-
cusiones muy similares (dentro de lo que cabe) a las
que recorrieron hace más de una década a los movi-
mientos populares e indígenas de Sudamérica.
Entonces como ahora, aquí como allá, la com-
prensión hegemónica/discursivista de lo político
tiende a resolverse en beneficio de una categoría
sociológica específica: la de los intelectuales –y su
capacidad de articulación comunicativa5. Este des-
plazamiento de un proceso múltiple de la discusión Destituyentes e instituyentes: ¿cómo se supera el
política a un centro comunicativo privilegiado, cuan- neoliberalismo?
do ocurre, reduce la complejidad del proceso deva-
luando el momento de creación de sentidos practica- Otras imágenes conceptuales inspiran políticas liber-
do por las sociedades en movimiento. Los requeri- tarias en los momentos de crisis. Nos detenemos en
mientos de la máquina mediática y los procesos elec- algunas ideas presentes en la obra de Gilles
torales (para no entrar a evaluar los cerrojos institu- Deleuze7, uno de los pensadores que ha inspirado a
cionales) constituyen un desafío evidente: sin ellos se muchos de quienes apostamos (aquí y allá, entonces
hace muy difícil imaginar que las propias fuerzas y ahora) por una política que piense de otro modo.
puedan tomar las posiciones estratégicas que les per- Este “otro modo” no se reduce sólo a una diferencia
mitan frenar el despojo. Pero, por otro, son estos mis- de tácticas (tal vez incluso en cuestión de tácticas, en
mos requerimientos mediático-electorales los que la lucha contra el despojo por todos los medios, las
demasiado a menudo licuan estas fuerzas y boicote- diferencias puedan no ser grandes)8, sino de imáge-
an estos propósitos6. nes mentales y sensibles9. En sus textos no encontra-

5.- En la Argentina, la expresión más interesante de politización de los intelectuales fue la reunión de Carta Abierta. Se trata de una expe-
riencia que reúne, hace ya un lustro, a cientos de militantes e intelectuales que funcionan en asambleas públicas y que han apoyado
varias políticas del gobierno. Los citados Forster y Aleman han participado de ese espacio desde el comienzo. Sus posiciones habi-
tuales son de defensa cerrada y teorización de lo actuado por el poder ejecutivo. El caso de Horacio González, director de la Biblioteca
Nacional y fundador de Carta Abierta, es algo diferente, dada su insistencia, que es también una impronta en su modo de gestión ins-
titucional, en dialogar con los componentes más libertarios de la cultura política argentina. Su autonomía política se manifestó en
varias ocasiones: en el caso de la violencia a los Qom, ante el ascenso del general Milani a Jefe del Ejército –acusado de participar de
la represión de la dictadura- o en relación al alineamiento oficial con el Papa Francisco. página 45
6.- En el caso de Argentina, las fuerzas políticas en el gobierno abrieron un fenomenal proceso de movilización en torno a la Ley de
Medios, en conflicto con el principal grupo mediático del país (Clarín). Si se evalúa la traducción de esa disputa en la producción de
contenidos mediáticos y culturales en la prensa y la televisión, el resultado no es nada impresionante. Aunque hay experiencias suma-
mente interesantes, lo general es que esta disputa divide la enunciación mediática en un binarismo muy sencillo: “a favor” o “en con-
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tra” de las políticas oficiales.


7.- La referencia a Deleuze no se debe a que su obra de lugar a una política en específico, ni porque sea la más visitada por quienes dese-
an radicalizar o cuestionar la insuficiencia de la crítica populista al neoliberalismo, sino porque de ella extraemos tres nociones que
están en el centro de la discusión que aquí proponemos: la de “fuga”, la de “cartografía” y la de “muro de imposibilidad”.
8.- Es lo que surge de la impresionante lista de apoyos internacionales de prácticamente todas las corrientes de la izquierda intelectual
(http://apoyointernacionalapodemos.wordpress.com).
9.- Entre los lectores más recientes de Deleuze, Jon Beasley Murray (Posthegemonía, teoría política y América Latina, Paidós, Bs. As., 2010)
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ha sido uno de quienes ha intentado promover esta diferencia de imágenes a partir de una confrontación con la obra de Laclau.
Mientras la teoría de la hegemonía confía en los discursos y las coherencias ideológicas a la hora de establecer consensos o bien rup-
turas, la post-hegemonía se identifica con un mundo “cínico”, en donde lo que determina la práctica política –las revoluciones y las
estabilizaciones- son los afectos y los hábitos. Beasley Murray asume que las política neoliberales, tanto como las populistas, consti-
tuyen mediaciones alternativas para la común expropiación del poder constituyente de la multitud por parte del poder constituido.
En la primera parte de su libro afronta el desafío de refutar a Laclau en el terreno de la comprensión del peronismo como modelo
último del populismo.
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mos la idea de la política como conflicto de intereses y


hegemonía: es precisamente esta ausencia lo que con-
duce a que sus detractores a negar que esta filosofía
se ocupe de la política y mucho menos que pueda ins-
pirar política alguna.
Contrariamente, al partir de un radical rechazo
del consenso, la filosofía de Deleuze da una respues-
ta diferente al campo de los problemas llamados
“políticos”. Su punto de vista no es el de los “conflic-
tos”, en general, sino el de aquellos conflictos en los
que se emprende una fuga10. De ahí que en lugar de
la secuencia “conflicto/lingüística-estructural/hege-
monía pos-neoliberal” encontramos en Deleuze algo
más parecido a “fuga/mapa de nuevos afectos/crea-
ción de agenciamientos”11.
Si volvemos aquí a confrontar ambas posiciones a
partir de la experiencia recorrida estos años, no es
para reeditar antiguas antinomias entre populistas 1.-la reducción de las prácticas sociales a meras
(que no logran romper efectivamente con el neolibe- “demandas” y
ralismo) y autonomistas (que devienen, devenimos,
incapaces de estructurar procesos políticos en el 2.- la reducción de la pluralidad de procesos polí-
tiempo)12. Ambas imágenes resultan caricaturales13 ticos a una lógica unificada y formalista de la
y hasta cierto punto anacrónicas14. Y si registran algo hegemonía extraída de las reglas lógicas (articula-
de su verdad lo hacen sólo negativamente (el autono- ción vía equivalencia o diferencia de valores entre
mismo “destituye”, pero no “instituye”; el populis- los términos) de la lingüística estructural.
mo “instituye”, pero no “constituye”). El paso del
tiempo debería ayudarnos a superar estas imágenes No se trata, obviamente, de señalar un defecto teóri-
como modo de relanzar el debate político en torno a co, sino que es el intento por identificar aquello que,
los procesos constituyentes (de democracia radical o en el punto de vista de esta filosofía, obtura o inhibe
absoluta) frente al neoliberalismo. un balance más crudo de los límites de las políticas
La crítica más evidente que puede plantearse a la populistas en desarrollo en Sudamérica.
imagen política inspirada en el pensamiento de El problema político que se plantea pasa por des-
Laclau es su reduccionismo, al menos en una doble cubrir el modo de reconocer lo que hay de avance
expresión: táctico en ciertas iniciativas de los gobiernos “progre-

10.- Entendemos la “fuga” de un modo más amplio y plural que el “éxodo”. La imagen del éxodo ha sido muy discutida durante la
década pasada, sobre todo a partir de autores como Michel Hardt, Toni Negri y Paolo Virno. Entendidas como tácticas específicas de
vaciamiento de la legitimidad y la legalidad, las políticas de éxodo deben enfrentar la cuestión de un “afuera”, no siempre percibido
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por las luchas. La “fuga” en cambio no precisa afuera alguno y no es patrimonio de actores políticos reconocidos como tales. La fuga
no es negativa. Interesa la fuga por lo que abre. La fuga, tal y como la entendemos, rompe un imposible, abre un posible, crea una
potencia (ver: Perros Sapienz, Redondos a quien le importa, biografía política de Patricio Rey, Tinta Limón Ediciones, Bs. As., 2013).
11.- Para referencias del caso argentino, sobre el modo en que estas dinámicas de fuga y creación de agenciamientos (cultura de la feria,
de la inmigración, de las economías anómalas) se dan como apropiación desde abajo de las condiciones del mundo neoliberal, puede
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verse el libro de próxima aparición “La razón neoliberal. Economías barrocas y pragmática popular” publicado este año por Tinta
Limón Ediciones.
12.- Llamamos “autonomistas”, en el contexto argentino, no a quienes adhieren a una doctrina, sino a aquellos que forjaron su sensibi-
lidad a partir de ciertos rasgos del ciclo de luchas de que va desde mediados de los ’90 hasta principios del ’00 encuentra su epicen-
tro en 2001.
13.- Caricaturas como éstas no dejan de reconocer los avances concretos que puedan haber en experiencias agrupadas bajo el nombre
de “populismo” (nombre inadecuado, ya que incluso en la obra de Laclau no deja de evocar un cierto congelamiento histórico respec-
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to de experiencias de la década del ‘50 y de remitir a una constitución del pueblo desde arriba), ni permite valorar experiencias que,
como el zapatismo, no se caracterizan por su fugacidad. También puede resultar inadecuado el nombre “autonomismo” si recae en
una cierta figura de la lucha obrera de los años sesentas y no se enriquece con las experiencias de las últimas décadas.
14.-El anacronismo viene dado por el hecho de que durante estos años se han producido todo tipo de matices y fusiones entre autono-
mistas y populistas. Si bien es cierto que entre los cuadros del kirchnerismo la idea de conducción política vertical restringió el inter-
cambio con la tradición activista provenientes de las luchas del 2001, es muy visible en la base de las propias movilizaciones kirch-
neristas la pervivencia de autonomistas sensibles al kirchnerismo y kirhcneristas con vocación autónoma.
hacen que, en una coyuntura determinada, ciertas

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ideas adopten un valor político. No se trata, tampo-
co, de reseñar cómo se dio en la Argentina la guber-
namentalidad llamada progresista, sea en la versión
oficial que subraya la participación de movimientos
sociales como conductos de demandas para ser pro-
cesadas por el estado a cambio de legítimas mejoras
materiales y simbólicas15; sea la interpretación de la
crítica, ciertamente amarga, de quienes denuncian el
proceso en curso como un mero “simulacro manipu-
lador”). Vale la pena, en cambio, preguntarse por el
vínculo existente entre los límites del proceso políti-
co actual (tomado por el binarismo neodesarrollis-
mo/liberalismo) y la necesidad de superar la neutra-
lización de perspectivas que, por intentar pensar de
otro modo, podrían aportar un nuevo vigor a las
sistas” (o “populistas), evitando el compromiso con luchas democráticas.
un modo de gubernamentalidad “neodesarrollista” Un breve recorrido ayuda a resituar histórica-
que devalúa –explícita o implícitamente– las tentati- mente la disyunción entre estos puntos de vista
vas por replantear sus propios límites. (“populistas” y “autonomistas”), que no se dio
durante el periodo intenso de las luchas contra el
La mediación progresista neoliberalismo –que va de 1996 al 2002–, ni a partir
del gobierno de Duhalde y la masacre del Puente
Para discutir la filosofía de Deleuze no vamos a acu- Pueyrredón que le puso límite, sino a partir de la lle-
dir a sus textos. No nos interesa ahora la práctica de gada del peronismo al gobierno, bastante después de
la filosofía como esclarecimiento de categorías, sino las elecciones del 2003.
el conjunto de preocupaciones e intuiciones que

15.- Aunque en la mayor parte de su obra Laclau prácticamente se desentiende de la noción de estado, no pocos intelectuales argentinos
que trabajan al interior de la constelación populista prefieren hablar de estado antes que de la foucaultiana gubernamentalidad. Como
señala Pablo Esteban Rodríguez: “Quisiera comenzar con una cita extraída de la “nueva época” de la clásica revista El Ojo Mocho,
uno de los grandes faros intelectuales argentinos en los ’90. Se trata de una entrevista a Eduardo Rinesi, actual rector de la
Universidad Nacional de General Sarmiento, publicada a fines de 2011. Refiriéndose a Michel Foucault (p.19), ubicándolo dentro de
un pensamiento, digamos, antiestatalista, afirma lo siguiente: “Las cosas que estamos pensando en la Argentina no van tanto en la dirección
de pensar en formas no estatales o extraestatales o antiestatales de funcionamiento de la vida social. Me parece que hemos dejado de pensar que la
libertad está del otro lado del Estado, digamos así, para pasar a pensar (y me parece que allí estamos en el corazón de la gran tradición republicana
clásica) que uno es libre no contra el Estado, sino en el Estado o gracias al Estado, no fuera de la ley o contra la ley, sino dentro de la ley y gracias
a la ley”. Uno de los entrevistadores, Alejandro Boverio, acababa de señalarle que “en los ’90 no había Estado y, mientras tanto, se leía
a Foucault”, y Rinesi retruca: “lo que en algún sentido pedía el progresismo era todo lo que Foucault criticaba: una estatalidad fuer- página 47
te”. No es el único lugar en el que Rinesi, y otros con él, se refieren a Foucault en estos términos”. En contraposición, Rodríguez reto-
ma una lectura foucualtiana del papel actual del estado en la Argentina: “El Estado que vuelve no es el que intenta dirigir todos los
ámbitos de la existencia garantizando un tipo de seguridad, sobre todo, la subjetiva, sino el que garantiza a los individuos que esta-
rá allí cuando quiera llevar adelante sus iniciativas, en forma cuidada para las clases medias y, obviamente, en forma precaria para
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las clases populares. Esto se puede ver en la cantidad de leyes sobre la salud que se han sancionado en los últimos años tomando
como base la demanda de los supuestos afectados (antitabaco, fertilización asistida, menúes light en los restaurantes, programas de
fomento a la actividad física, etc.), pero también en el momento en que los representantes de la feria de La Salada viajan con la comi-
tiva presidencial al exterior (el tan mencionado viaje a Angola), o en el hecho de que el Estado multiplica y superpone programas de
asistencia que deben tanto al diseño de macropolíticas públicas como a la contingencia y la precariedad de aplicación. Es en esa con-
tingencia y precariedad donde interviene una racionalidad neoliberal, como dice Gago, “desde abajo”. Su ponencia, sobre la vigen-
cia de Foucault a 30 años de su muerte concluye: “Para finalizar, entonces, creo que la “vuelta del Estado” se emparenta íntimamen-
te con la “vuelta de Foucault” para analizar lo que ocurre en América Latina y para imaginar nuevas formas políticas y sociales.
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Déjenme ser obvio: como el eterno retorno de Nietzsche, no retorna lo mismo. El Foucault que retorna, el de la genealogía del neoli-
beralismo, permite comprender al Estado que retorna. Es para festejar que el neoliberalismo macroestructural haya perdido predica-
mento, y para estar en guardia frente a los intentos que habrá, desde ya, en reimponerlo ni bien se acentúen los problemas que hoy
estamos viendo aparecer. Pero, también, y esto es lo que quiero plantear, es para comenzar a ver la lógica neoliberal desde otro ángu-
lo, mucho más inquietante, que no se manifiesta en declaraciones de principio ideológicas sino en prácticas concretas de existencia
de una miríada de sujetos provenientes de diferentes grupos sociales. Las luchas políticas que vendrán tendrían que jugarse, tam-
bién, en este terreno”. (http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/08/el-neoliberalismo-el-mito-del-estado-y.html).
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mo leído –y desdeñado– como mero objetivismo. La


crítica de la economía política –la transformación de
los modos de hacer sociedad a partir de la producción
social del valor– resulta desplazada/sublimada. Y, en
su lugar, se asume una dialéctica que consta de un
polo significante (politicismo/culturalismo) y un polo
significado (gestión neokeynesiana de la economía)17.

Dialéctica, resistencia y fuga

Cuando se dice que Deleuze rechaza el conflicto,


aclaremos ahora que no lo hace como forma de reco-
brar lo consensual, sino más bien para rechazar dos
imágenes predominantes: la de la ruptura del con-
senso y la del cambio social. Según la primera, las
Para las diferentes izquierdas que se fueron suman- sociedades cambian cuando se contradicen (dialécti-
do al gobierno (procedentes o no del peronismo), ca hegeliana). Según la segunda, las sociedades se
sobre todo a partir del conflicto con los exportadores transforman cuando ingresan en procesos estratégi-
de granos (allá por los años 2008-2009), se trataba cos de poder-resistencia (Foucault). Para Deleuze –y
principalmente de formular los términos de la inven- también para Guattari– las sociedades, sobre todo,
ción de un pueblo nuevo, constituido a partir de los huyen. Y precisamente lo que hemos perdido de vista
fragmentos y despojos de la crisis. Dos fuertes proce- durante esta última década larga es esta potencia
sos de interpelación se pusieron en marcha a tales activa de la huida.
fines: una estabilización económica sustentada en la La huida, tal y como la entienden estos autores y
ampliación del consumo (y un modo de inclusión a la practican en las luchas, es lo opuesto al retraimien-
través del esta dinámica) y una fuerte interpelación to neoliberal en un mundo privado. Remite, más
simbólica en la cuestión de los derechos. La viabili- bien, a la substracción practicada frente a las estruc-
dad de esta articulación nacional-popular intensa, en turas que asignan valores y jerarquías a la vida.
un momento de innovación política en buena parte Pensar una política en el rastro de las diversas huidas
de Sudamérica, tuvo como condición de posibilidad supone, entonces, un arte articulatorio mayor, capaz
(y como límite estructural) una inserción en el merca- de aprender la riqueza del momento destituyente de
do mundial fundada en la exportación de commodi- la hegemonía neoliberal y de proyectar rasgos insti-
ties y en el neoextractivismo16. tucionales a favor de nuevas formas de existencia.
Esta articulación se da también como una refuta- Lo que la filosofía política (populismo) y la media-
ción de las izquierdas críticas consideradas como ción progresista se resisten a ver, (porque no cabe en
“economicistas”. El acento “culturalista” (o “politi- sus esquemas) es el valor estratégico del exceso subje-
cista”, como en el caso de Laclau) enfatiza la interpe- tivo producido por las luchas en los proceso de inven-
lación imaginaria/simbólica en detrimento de marxis- ción de políticas18. Y esta ceguera, que se evidencia en
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16.-Aunque habitual, la crítica ambientalista al llamado modelo neoextractivista nos resulta insuficiente. Con fuerte riesgo moralista, se
desentiende del momento urbano-plebeyo que, por ejemplo en la Argentina, fue fundamental como lucha (piquetera) en la crisis. La
necesaria crítica al “neoextractivismo” debería tomar dos recaudos. El primero es evitar pensar este proceso de modo reducido:
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extractiva no es sólo la actividad que tiene por objeto los bienes llamados “naturales”, sino también la captura de valor social a par-
tir de diversos dispositivos propios del capital financiero. El segundo, evitar subordinar la dimensión democrática implicada en las
resistencias populares a la dimensión precaria de la gubernamentalidad, hecha mayormente de políticas sociales. Este segundo aspec-
to implica tener en cuenta el valor de la mediación estatal, de captura y redistribución de renta en la constitución de la gubernamen-
talidad progresista. Posiblemente no contemos con un “modelo” alternativo al neodesarrollista en curso, incluso porque éste no llega
tampoco a ser un “modelo” coherente. Podemos enfrentar, en cambio, los aspectos notoriamente antidemocráticos de esta guberna-
mentalidad, como los mecanismos fundamentales que surgen de la subsunción capitalista de la sociedad y la naturaleza. Siguiendo
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y desplegando los elementos que surgen de las luchas/fugas, se abren procesos de comprensión/desplazamiento (se puede llamar a
esto “mapeo”), momentos de constitución de fuerzas antagonistas con estos elementos neodesarrollistas/neoliberales. Esta es, segu-
ramente, la tarea de la investigación militante.
17.-Esta dialéctica “culturalista” contiene un carácter fetichista: en apariencia es la reconfiguración nacional y popular (polo significan-
te) la que se impone y define las posibilidades de la “economía política” (polo significado).
18.-La cuarta tesis de Walter Benjamin del célebre texto “Sobre el concepto de historia” recuerda que las cosas “espirituales y refinadas”
están presentes en la lucha de clases “de otra manera que como idea de un botín que corresponde al vencedor”, tal y como sucede con
el esfuerzo por reducir este exceso a mero pliego de ción progresista. No para imaginar lo que pudo

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demandas, no es gratuita. Lo reprimido vuelve y lo haber sucedido y no sucedió, ni para pretender que
hace negativizado, como resistencia oscura y boicot a las cosas pudieran volver a comenzar donde fueron
los esquemas de inclusión y democratización. interrumpidas, sino para, en el plano de las percep-
Este retorno de los elementos subjetivos y materia- ciones políticas, volver a situar fuerzas y problemas
les excluidos y negativizados, actúa frecuentemente que podrían ayudarnos a superar el impasse de las
como rechazo reaccionario sobre la mediación políti- luchas democráticas.20
ca (oportunismos de mercado, desenfado racista, ejer- Y esta cuestión de percepción no es nada menor.
cicio pornográfico de jerarquías) y presiona sobre los Si lo propio de la mediación progresista es fijar un
puntos de restricción que constituyen la arquitectura espacio de percepción política diáfana, lo específico
ultra-precaria de la nueva gubernamentalidad. del nuevo conflicto social es opacar una realidad que
se tiñe de dinámicas ambivalentes: se torna verdade-
ramente imposible percibir sus tramas.
Lo que algunos movimientos piqueteros, e inclu-
so los escraches de HIJOS, ponían en juego allá por
los años 96-2002 tenía una dimensión irreductible a
meras demandas (y otra que sí podía ser parcialmen-
te satisfechas mediante la creación de puestos de tra-
bajo, políticas sociales y la activación de los juicios
contra la impunidad). La realización/reducción de
una sola de sus dimensiones delimitó su potencial,
interrumpiendo el desarrollo de un/os posible/s que
las fugas preparaban21.
Los escraches y los piquetes, entre otras formas de
lucha, son o fueron formas de huida. Pero ¿huida de
qué? Vista desde hoy, la respuesta es aún más intere-
sante de lo que pudimos comprenderla entonces:
huir quería decir, pues, fuga de una sociedad del tra-
bajo y de la justicia que ya resultaba imposible en los
Un Nuevo Conflicto Social19 términos conocidos. Esta imposibilidad (de sostener
la sociedad del trabajo en el actual ciclo del capital)
Para comprender este proceso, vale la pena retomar conducía –de seguir la línea de fuga– a la necesidad
aquellos aspectos –líneas de fuga– contenidos o neu- de inventar nuevos modos de comprender la praxis
tralizados (satisfacción/desactivación) por la media- colectiva.

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las clases dominantes. Ellas “están vivas en esta lucha como confianza, como coraje, como humor, como astucia, como tenacidad, y tie-
nen efecto retroactivo en la lejanía del tiempo. Vuelven a cuestionar una vez y otra cualquier victoria otorgada a los dominadores. Lo
mismo que las flores se vuelven mirando hacia el sol, así también lo pasado, gracias a alguna misteriosa forma de heliotropismo”.
19.- En Buenos Aires, el Instituto de Investigación y Experimentación Política (IIEP) (www.iiep.com.ar) emplea esta expresión para abrir
un nuevo espacio de politización entre organizaciones territoriales e investigadores. Para un desarrollo de la noción de un nuevo con-
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flicto social en la genealogía de la gubernamentalidad en la Argentina se puede consultar: http://www.herramienta.com.ar/revista-


herramienta-n-54/del-2001-al-nuevo-conflicto-social-una-genealogia-de-la-gubernamentalidad-a
20.-Según el Colectivo Situaciones, el impasse de la radicalización democrática constituye la otra cara de la hegemonía neodesarrollista.
Ver: Colectivo Situaciones, Conversaciones en el impasse, dilemas políticos del presente, Tinta Limón ediciones, Bs.As., 2009. La relevancia
del impasse es resaltada en el libro a partir de entrevistas con diversos autores como Antonio Negri, León Rozitchner, Raquel
Gutiérrez Aguilar o Santiago López Petit, entre otros (véase: http://tintalimon.com.ar/libro/CONVERSACIONES-EN-EL-IMPASSE)
21.- Durante los últimos años, prácticas como el escrache fueron llevados muchas veces adelante por contingentes sociales que, como los
ISBN: 1885-477X

llamado “caceroleros”, se apropiaron del repertorio expresivo de las manifestaciones del 2001, invirtiendo su sentido. Si en aquellos
años la presencia popular y piquetera impuso a las clases medias indignadas un espacio de convergencia común, opuesta a las pre-
misas del neoliberalismo, los recientes “caceroleros” asumen una serie de demandas propias y recortadas del común popular, estruc-
turadas en torno a la sacrosanta alianza entre familia, seguridad y propiedad. En este contexto, lejos de disputar el valor y el conte-
nido de estas prácticas, resulta absolutamente habitual escuchar en los discursos oficiales una referencia completamente condenato-
ria al escrache como práctica. Algo similar ocurre con los cortes de rutas y piquetes (véase “Cacerolas Bastardas”: http://anarquiaco-
ronada.blogspot.com.ar/2012/09/cacerolas-bastardas_21.html?q=cacerolas+bastardas)
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Ese camino no se ha explorado del todo. Entendida de diversas escalas que compiten con (e incluso
como mero reclamo de empleo, esa “demanda” explotan a) la mediación social. Segundo, la articula-
redunda en la precariedad de los planes y del traba- ción de la agenda neodesarrollista/neoestractivista
jo en negro. No seguir la huida, no armar los mapas, con unas estructuras neoliberales que permanecen
no imaginar posibles, no invertir más imaginación intocadas. Y, finalmente, el hecho de que estas lógicas
política en nuevo elementos institucionales: he ahí financieras –que subordinan la riqueza social a la
una defección de la política. Una defección que tiene explotación feroz y que crean tendencialmente zonas
por epicentro la estatización (en el sentido de una soberanas y de violencia para estatal– operan en las
articulación entre derecho y economía) y que consis- partes oscuras de la sociedad y del mismo estado que
te en mejorar, vía consumo, las condiciones de vida, querría regularlas, pero los impulsos legalistas y
bloqueando otros modos posibles de existencia. democráticos del poder público no entran, ni a regu-
Y con los escraches otro tanto. Producto del muro lar, ni a comprender23.
de imposibilidad que las políticas de impunidad La máquina hegemónica de construcción de equi-
imponían, estas modalidades de producción demo- valencias sorteó uno de sus principales desafíos: la
crática de justicia fueron reconducidas en la media- posibilidad de que renazca, en lo inmediato, un modo
ción estatal a unos actos judiciales y de reparación alternativo de estimar, de valorar la vida y lo social.
simbólica absolutamente necesarios y reivindicables, La neutralización de la fuga convierte en ingenuos y
pero que no se combinaron con una ampliación y en románticos a quienes desean continuar el movi-
una intensificación de las prácticas llamadas de dere- miento de la fuga respecto de las restricciones neoli-
chos humanos hacia las nuevas resistencias (cosa que berales y neodesarrollistas del presente24. Y la efica-
sí sucedía, y de modo muy notorio, en su momento). cia de esta impugnación/subordinación puede resul-
Piquetes y escraches han desarrollado, para el tar tanto más terminante cuanto más los componen-
caso argentino, los rasgos de una secuencia de crea- tes de una sensibilidad autónoma valoran ciertos
ción de una potencia (política) frente a este “muro de avances tácticos en las confrontaciones que da el
imposibilidad” del que nos habla Deleuze; rasgos gobierno.
inaugurados entre nosotros, seguramente, por las La política en curso logró activar, hasta cierto
Madres de Plaza de Mayo durante la dictadura, al punto, la producción de equivalencias entre realida-
convertir el lugar de la víctima en el sitio de constitu- des de mercado y realidades de derecho. La econo-
ción de una nueva potencia pública: fuga y creación. mía política y la reparación estatal ocuparon el len-
Si las políticas de la fuga deben validarse por su guaje total de la política. Pero el ciclo virtuoso de esta
capacidad de cumplir/compartir ciertos objetivos22, política parece muy erosionado. Le toca ahora sorte-
las filosofías políticas populistas deben asumir que ar el segundo desafío: evitar que los efectos oscuros
muchas veces la mediación progresista que propo- y adversos de los aun estrechos marcos de la guber-
nen impone un marco –la agenda del desarrollo- que namentalidad no derriben lo que aún queda de
entrampa las fugas, justo al interior del marco que expectativas de cambio por la derecha. ¿Cómo com-
puede ser subvertido por ellas. prender y combatir ese “populismo oscuro” que
Las políticas de la fuga vienen a señalar tres apo- todo lo invade?; ¿hemos de convertirnos, en la fase
rías de las gubernamentalidad progresista. En pri- defensiva y declinante del ciclo, a un defensismo de
mer lugar, la presencia de fuertes lógicas neoliberales tipo liberal (antisecuritista)?, ¿es tal el horizonte de
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ligadas a la extensión de los mecanismos financieros este modo de pensar lo político?


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22.-Los trabajos de Raquel Gutiérrez Aguilar, justamente, muestran la importancia concreta de las políticas del común, que superan las
categorías de público-estatal y privado-mercado con que se atenaza las luchas contra el neoliberalismo/patriarcalismo/neodesarro-
llismo en el continente (http://www.anarquiacoronada.blogspot.com.ar/#!http://anarquiacoronada.blogspot.com/2014/08/leo-la-his-
toria-reciente-de-america.html).
23.-Rita Segato desarrolla esta lógica de la excepción para la actualidad de América Latina bajo el nombre de “segunda realidad”. Esta
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lógica de la excepción es el lugar desde el cual Segato critica la articulación estatal que se substrae a la voluntad democrática (y even-
tualmente progresista). Ver Rita Laura Segato, La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Tinta Limón Ediciones,
Buenos Aires, 2013.
24.- El ensayista Christian Ferrer es quien mejor ha notado la continuidad de imagen de felicidad, de modelo de consumo, de produc-
ción de conocimiento y de patologías entre el periodo “neodesarrollista” y el supuestamente dejado atrás modelo “neoliberal”:
http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/07/entrevista-christian-ferrer-la.html?q=christian+Ferrer y
http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2013/05/clinamen-todo-es-politico.html?q=christian+Ferrer.
res territoriales y sindicales reaccionarios del propio

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peronismo y la cultura política vertical que subordi-
na los debates políticos a la conducción política25.
En ese sentido, junto con la fenomenología del
nuevo conflicto social, los rasgos centrales de la acu-
mulación económica y política, nunca debatidos
democráticamente, constituyen determinantes que
inciden negativamente a la hora de radicalizar los
propios componentes democráticos del proceso26.

¿Qué podemos?

La coyuntura presente, en la medida en que aparece


definida a partir de una alianza entre todos aquellos
que desde el sur realizamos críticas al consenso neo-
Núcleo autoritario del llamado neodesarrollismo liberal, es auspiciosa y crea un espacio de necesaria
discusión.
Hemos hablado de los gobiernos progresistas como El espacio de esta discusión aparece definido por
avances tácticos. Esto se ve, sobre todo, en la apertu- experiencias que se desarrollan según un doble eje.
ra de espacios de participación (de modo paradigmá- Uno vertical, que se define dentro de cada país como
tico, la movilización en torno a cuestiones como los el pasaje de la lucha social a la síntesis electoral, y
derechos humanos o la ley de medios), en la revali- otro con eje horizontal, transnacional, de diálogo e
dación de discursos históricos de las militancias, en la influencias sur-sur. Sobre el primer eje, Iñigo Errejón,
ampliación (cierto que precaria) de las políticas de de Podemos, enuncia así el caso de España: “Podemos
captación de renta para financiar políticas sociales y no hubiese sido posible sin el aprendizaje latinoame-
en el papel desarrollado por estos gobiernos en la ricano y tampoco sin el 15-M, eso no significa que
constitución de espacios de cuestionamiento al con- represente al 15-M porque éste es políticamente irre-
senso neoliberal global. presentable, por ser un movimiento muy diverso. El
El problema es que cuando se trata de defender a que reclame eso para sí, o no ha entendido nada del
estos gobiernos, no suele haber espacio para salirse 15-M, o está mintiendo. Sin embargo, es verdad que
de un binarismo bastante infantil. En el caso argenti- el 15-M y su ciclo de protestas modificaron elemen-
no, hay varias cuestiones que son muy difíciles de tos fundamentales de nuestra cultura política, abrie-
discutir. A saber: el patrón de acumulación y adquisi- ron grietas en los consensos, modificaron la agenda y
ción de divisas (el sistema financiero, los agro-nego- pusieron a las élites en la defensiva. No modificaron
cios, la megaminería, la concentración y extranjeriza- los equilibrios de poder en el Estado, pero por deba-
ción de la economía, etc.); el apañamiento a los pode- jo, en la sociedad civil, se están empezando a produ-
cir cambios culturales muy importantes”27.

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25.- En el fondo la discusión sigue siendo entre política y gestión. ¿Es la política lo que ocurre y se subsume en la gestión o hay una dife-
rencia de naturaleza entre ambas, a partir de la cual es pensable una dialéctica virtuosa, en que la política abre mundos y la gestión
se ocupa de tramitar democráticamente la innovación política? Si las teorías que se autodefinen como populistas acaban por afirmar
muy tradicionalmente la primera opción, la comprensión alternativa, que ha sido sostenida por muchas luchas de Europa y de
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América Latina, insiste en abrir una nueva vía de articulación entre gestión y política desde el ángulo de la invención autónoma de
la política (Ver: Miguel Benasayag y Diego Sztulwark; Política y situación, de la potencia al contrapoder; Ediciones De mano en mano,
Bs.As., 2000).
26.-Una de las críticas que se dirigen con sensatez a la experiencia de varios gobiernos progresistas es que aun alterando situaciones pro-
fundamente injustas no logran transformar las estructuras neoliberales. Su performatividad no alcanza (aunque hay que aprender
de ella, cuando actúa como componente activo y democratizador) en muchos casos, a producir cambios profundos. En el caso argen-
tino de la lucha por los derechos humanos se ha avanzado de modo fundamental en muchos aspectos, pero no se ha logrado una
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redefinición de los dispositivos de las fuerzas de seguridad. En el plano de los derechos, no se ha logrado implicar de un modo sus-
tancial a la población en la constitución de instituciones capaces de desarrollar derechos desde abajo en relación a la tierra y la vivien-
da. La lucha contra el poder financiero de extracción de renta está aún en pañales. El conjunto de estas limitaciones devienen impo-
tencia política (del gobierno y de los movimientos) capitalizable por derechas reaccionarias, en menor medida por progresismos
banales y aun en menor medida por una izquierda militante que no logra romper con esquemas de radicalización abstracta.
27.-Véase la entrevista “Latinoamérica enseñó a Podemos una política de lo imposible” a Íñigo Errejón: http://anarquiacoronada.blogs-
pot.com.ar/2014/08/latinoamerica-enseno-podemos-una.html?q=errej%C3%B3n
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En torno al segundo eje, Errejón percibe la coyuntu- insuficientes) de lo estatal-nacional. Las “política de
ra sudamericana como “una política de la expansión, lo imposible” (las que promueven la creación de nue-
una política de lo imposible, si quieres, y no un afán vos posibles) en nombre de las cuales –¡por suerte!-
utópico, porque hemos visto que todo lo que era actúa Podemos, no pueden quedar presa del resultado
imposible, según los que se beneficiaban de que todo de “un equilibrio de fuerzas posibles”.
se haga siempre de la misma forma, cuando empujas Pero tampoco podemos pedirle todo a Podemos.
el horizonte hacia adelante, se consigue hacer. Insisto Quizás este sea el punto en el cual la discusión debe
en la renegociación de los contratos, acá, de hidrocar- abrirse aun con más fuerza: la buena nueva de
buros, de la deuda en el Ecuador, de la redistribu- Podemos es la organización política multinivel. Se
ción, que era imposible. Lo posible es el resultado de trata de evitar que en nombre de esta buena nueva se
un equilibrio de fuerzas en políticas. En la medida de repita un aplanamiento de estos niveles a partir del
que lo posible estaba determinado por los que man- efecto de centro estratégico que posee la apuesta al
daban, generaba resignación. El horizonte de lo posi- estado29. En todo caso, una política multinivel puede
ble se puede empujar, nosotros hemos nacido hacién- partir de una constatación: del hecho de que en el
dolo. Hicimos una campaña sin dinero de los bancos, estado se gestiona según la relación de fuerzas y sus
sino con dinero de la población: con 110.000 euros, conflictos (también en Sudamérica), mientras que la
cuando 3 millones de euros fue el gasto del siguiente tarea de atravesar lo imposible concierne a las luchas
partido, del PSOE, y del PP ni qué decir”. que no dejan de fugar.
Como parte de la discusión sobre cómo se consti-
tuye, en la actual situación de crisis capitalista en
Europa, una hegemonía pos-neoliberal, conviene
retener la advertencia de Christian Laval y Pierre
Dardot28 sobre el hecho que el neoliberalismo no se
reduce a un conjunto de políticas económicas ni a
una ideología de las élites. En efecto, discutir al neo-
liberalismo como razón gubernamental (Foucault),
nos lleva a no confundir la crisis de la razón neolibe-
ral con su superación.
Lo que está en discusión, entonces, no es el valor o
la esperanza que representa esta posición de Podemos
(o la de los gobiernos progresistas en Sudamérica),
sino los riesgos de simplificación en los que se pudie-
ra incurrir al identificar la lucha contra el neoliberalis-
mo al plano de los discursos (tan necesarios como
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28.- Christian Laval y Pierre Dardot, La nueva razón del mundo, ensayo sobre la sociedad neoliberal. Ed. Gedisa, Barcelona, 2013.
29.-Para ampliar esta cuestión, es interesante el diálogo entre Álvaro García Linera y María Galindo, así como la lectura que Rosa Lugano
y Raquel Guitérrez Aguilar hace de la relación entre gobierno y voz autónoma.

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