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Lic. Ramiro N.

Pérez Ripossio

Título:
“Representaciones sociales hacia los migrantes sudamericanos: la construcción de los
funcionarios del Poder Judicial respecto de la ciudadanía migrante, y de su influencia en
la conformación de la identidad nacional”.
(Número de volúmenes: 1)

Tesis para optar el título de Magister en Investigación en Ciencias Sociales

Facultad de Ciencias Sociales


Universidad de Buenos Aires

Director de Tesis: Néstor Rubén Cohen


Co-Directora de tesis: Anahí Patricia González
Área de investigación: Migraciones

Buenos Aires
2018
Resumen

La presente tesis investiga las representaciones sociales de los funcionarios del Poder
Judicial en el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) respecto de los migrantes
sudamericanos. De este modo, destacamos la relevancia de estudiar al Poder Judicial,
definiéndola como una institución mediante la cual el estado gestiona la diversidad
cultural sancionando ilegalismos. Además, consideramos que la Argentina ha sido un
país receptor de migrantes a lo largo de su historia y, por lo tanto, las problemáticas
migratorias han sido parte de la cuestión social en diversas épocas. Desde este lugar
es que pensamos las representaciones sociales de los funcionarios del Poder judicial
como un modo de aproximarnos al estudio de las relaciones interculturales.

Consideramos las relaciones interculturales como relaciones sociales de dominación


que caracterizadas por asimetrías conforman polos antagónicos entre nativos y
migrantes. Esta caracterización de la interculturalidad refiere a un vasto proceso
histórico que comenzó a expresarse con mayor énfasis a partir de la constitución del
país como Estado nación. De este modo, en los albores del siglo XX, las migraciones
europeas fueron objeto de diversas controversias asociadas al incremento de la
conflictividad social. A partir de un marco legal represivo, estas migraciones estuvieron
sujetas al control social y a la sospecha permanente por parte de las autoridades
estatales. Por otro parte, hacia mediados del siglo XX, las migraciones sudamericanas
comenzaron a adquirir relevancia debido a su presencia en el mercado de trabajo y la
concentración poblacional en determinados espacios urbanos. Desde entonces, los
migrantes sudamericanos, más allá de las transformaciones ocurridas a lo largo del
tiempo, han ocupado un espacio controversial siendo objetos de sospechas
permanentes construidos mediante representaciones sociales esencialmente negativas
y prejuiciosas.

Específicamente, la tesis propone objetivos de investigación que se focalizan en


caracterizar, describir y comprender los discursos de los funcionarios del Poder Judicial
respecto de la identidad nacional y la ciudadanía. Además, se recuperan de estas
representaciones sociales las caracterizaciones sobre las migraciones europeas de
principios del siglo XX estableciendo comparaciones respecto de las migraciones

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sudamericanas y la “finalidad” de las mismas. Por último, identificamos la legislación
migratoria a lo largo de la historia argentina focalizando en la Ley 25 871 y en sus
recientes modificaciones que han puesto en cuestión los principios centrales de las
políticas migratorias de los últimos años.

Las principales hipótesis establecen que las representaciones sociales de los


funcionarios del Poder Judicial se encuentran organizadas de acuerdo a un código
moral hegemónico que legitima la existencia de relaciones interculturales asimétricas
efectivizando la dominación social de los nativos hacia los migrantes. También indican
que la dominación colonial europea sobre el continente americano persiste en las
representaciones sociales de los funcionarios del Poder Judicial bajo una matriz de
pensamiento post-colonial que hace uso del prejuicio y la raza como criterios
clasificatorios de la población migrante.

La construcción metodológica aborda, mediante un enfoque cualitativo, los objetivos


descriptos anteriormente. El carácter cualitativo de la investigación se debe a la
finalidad de comprender representaciones sociales orientadas al modo en que los
funcionarios constituyen a los colectivos migratorios sudamericanos. De este modo, la
investigación propone realizar un aporte en el campo de las problemáticas migratorias
aproximándose al estudio de las relaciones interculturales desde la institución judicial.

La técnica de investigación utilizada fue la entrevista cualitativa, individual y semi-


estructurada con su respectiva guía de pautas conteniendo algunas de las dimensiones
desarrolladas en la tesis. Con el objetivo de procesar la información, se elaboraron
grillas a partir de las distintas categorías contempladas en la guía de entrevista. En
primer lugar, se llevó a cabo un tipo de codificación axial con el fin de estimular
categorías y propiedades emergentes. Luego, se procedió a codificar de manera abierta
y selectiva agrupando e integrando categorías con el objetivo de ordenar y facilitar el
análisis. Estos principios se asientan en la Teoría Fundamentada, siendo la saturación
teórica el criterio muestral fundamental para concluir el trabajo de campo.

En el capítulo uno, se presenta las representaciones sociales de los funcionarios


respecto de la identidad nacional y la influencia de los colectivos migratorios
sudamericanos en su conformación. Así, rastreamos la influencia aún persistente del

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“crisol de razas” como una de las representaciones sociales fundamentales mediante la
cual se interpreta la conformación identitaria nacional.

En el capítulo dos, nos focalizamos en caracterizar el modo en que los funcionarios


caracterizan el acceso a derechos por parte de los sujetos migrantes. En otras palabras,
identificamos la construcción de una ciudadanía restringida que expresa los
antagonismos y las asimetrías existentes entre nativos y migrantes. Se demuestra que
el acceso a derechos por parte de los migrantes queda sujeto a un cuestionamiento
permanente.

En el capítulo tres, identificamos comparaciones entre los colectivos migratorios


europeos y sudamericanos que emergen de los actores institucionales antes
mencionados. Puntualmente, nos referimos a la “finalidad” que tuvieron para los
entrevistados ambos grupos migratorios en el país. De este modo, quedó evidenciado
que las migraciones europeas son revalorizadas, estando asociadas a la construcción
de la nación, mientras que a las sudamericanas se las relaciona con el
“aprovechamiento” de las oportunidades que brinda el país y como el producto de una
pauta cultural ajena y extraña a la nacional.

Por último, en el capítulo cuatro se abordó la legislación migratoria a lo largo de la


historia argentina. Puntualmente nos referimos a aquella legislación que tuvo mayor
influencia en el fomento de las migraciones regulando su acceso y permanencia dentro
del territorio. Se focalizó en la Ley “Avellaneda”, la Ley “Videla”, la Ley 25. 871 y sus
actuales modificaciones.

Palabras clave: representaciones sociales - migraciones – Poder Judicial – Identidad


nacional - Ciudadanía

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Abstract

This thesis investigates the social representations of the officials of the Judicial Power in
the AMBA (Metropolitan Area of Buenos Aires) regarding the South American migrants.
Thus, we highlight the relevance of studying the judiciary, defining it as an institution
through which the state manages cultural diversity sanctioning illegalities. In addition, we
consider that Argentina has been a receiving country of migrants throughout its history
and therefore, the migratory problems have been part of the social question in different
times. It is in this sense that we think of the social representations of judicial officials as
a way of approaching the study of intercultural relations.

We consider intercultural relations as social relations of domination characterized by


asymmetries that form antagonistic poles between natives and migrants. This
characterization of interculturality refers to a vast historical process that began to be
expressed more emphatically from the constitution of the country as a nation state.
Thus, at the dawn of the twentieth century, European migrations were the subject of
various controversies associated with the increase of social conflict. From a repressive
legal framework, these migrations were subject to social control and permanent
suspicion on the part of the state authorities. On the other hand, towards the middle of
the 20th century, South American migrations began to acquire relevance due to their
presence in the labor market and the population concentration in certain urban spaces.
Since then, South American migrants, beyond the transformations that have occurred
over time, have occupied a controversial space being objects of permanent suspicions
constructed through essentially negative social representations.

Specifically, the thesis proposes research objectives that focus on characterizing,


describing and understanding the speeches of judicial officials regarding national identity
and citizenship. In addition, the characterizations of European migrations of the early
20th century are recovered from these social representations by comparing the South
American migrations with respect to the purpose of the migrations. Finally, we identify
migration legislation throughout Argentine history, focusing on Law 25 871 and its recent
amendments that have called into question the central principles of migration policies in
recent years.

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The main hypotheses establish that the social representations of the officials of the
Judicial Power are organized according to a hegemonic moral code that legitimizes the
existence of asymmetric intercultural relations effecting the social domination of the
natives towards the migrants. They also indicate that European colonial domination over
the American Continent persists in the social representations of judicial officials under a
matrix of postcolonial thought that makes use of prejudice and race as qualifying criteria
for the migrant population.

The methodological construction addresses, through a qualitative approach, the


objectives described above. The qualitative nature of the investigation is due to the
purpose of understanding social representations oriented to the way in which the
officials constitute the South American migratory groups. In this way, the research
proposes to make a contribution in the field of migratory problems approaching the study
of intercultural relations from the judicial institution.

The research technique used was the individual and semi-structured qualitative
interview with its respective guide of guidelines containing some of the dimensions
developed in the thesis. In order to process the information, grids containing the different
categories included in the interview guide were elaborated. First, a type of axial coding
was carried out in order to stimulate emerging categories and properties. Then we
proceeded to openly and selectively codify grouping and integrating categories with the
aim of ordering and facilitating in analysis. These principles are based on the Grounded
Theory being the theoretical saturation the fundamental sampling criterion to conclude
the field work.

In chapter one, we present the social representations of the officials regarding the
national identity and the influence of the South American migratory groups in their
conformation. Thus, we trace the still persistent influence of the "crucible of races" as
one of the fundamental social representations through which the national identity
conformation is interpreted.

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In chapter two, we focus on characterizing the way in which officials characterize access
to rights by migrant subjects. In other words, we identify the construction of a restricted
citizenship that expresses the existing antagonisms and asymmetries between natives
and migrants. It shows that access to rights by migrants is subject to permanent
challenge.

In chapter three, we identify comparisons between the European and South American
migrant collectives that emerge from the aforementioned institutional actors. Specifically,
we refer to the "purpose" that both migrant groups in the country had for the
interviewees. In this way, it was evidenced that European migrations are revalued, being
associated with the construction of the nation, while South American migrations are
related to the "exploitation" of the opportunities offered by the country and as the product
of a cultural pattern alien and foreign to the national.

Finally, chapter four dealt with immigration legislation throughout Argentine history.
Punctually we refer to that legislation that had greater influence in the promotion of
migrations by regulating their access and permanence within the territory. It focused on
the Law "Avellaneda", the Law "Videla", Law 25871 and its current modifications.

Keywords: social representations - migrations - Judicial branch - National identity -


Citizenship

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Índice
Resumen……………………………………………………………………………………….. 2
Abstract…………………………………………………………………………………………. 3
Agradecimientos……………………………………………………………………………….. 9
Introducción .................................................................................................................... 10
Problema de investigación ............................................................................................. 14
Hipótesis......................................................................................................................... 19
Objetivos ........................................................................................................................ 21
Objetivo general ............................................................................................................. 22
Objetivos específicos ..................................................................................................... 22
Antecedentes y Marco teórico ........................................................................................ 23
Metodología y técnicas de investigación ........................................................................ 36
Universo de estudio ........................................................................................................ 41
Capítulo 1 ....................................................................................................................... 44
Identidad nacional y migrantes: una construcción histórica atravesada por múltiples
representaciones ............................................................................................................ 44
Delimitando el significado de la identidad nacional ........................................................ 44
Representaciones sociales de los funcionarios del Poder Judicial respecto de la
identidad nacional y la influencia de los migrantes en torno a su construcción .............. 46
Capítulo 2 ....................................................................................................................... 63
La ciudadanía en cuestión: el migrante como sujeto portador de derechos diferenciados
....................................................................................................................................... 63
Reconstruyendo la noción de ciudadanía ...................................................................... 63
Nuevas formas de ciudadanía en el marco de la globalización ...................................... 65
El dilema migraciones/ciudadanía: reconstruyendo la trama discursiva de los
funcionarios del Poder Judicial ....................................................................................... 67
Capítulo 3 ....................................................................................................................... 77
Dicotomías y antagonismos en la mirada de los funcionarios del Poder Judicial acerca
de las migraciones europeas y sudamericanas .............................................................. 77
Las migraciones europeas y su reivindicación imaginaria actual ................................... 77
Las migraciones sudamericanas y la persistencia del prejuicio ..................................... 79

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Hacia una conceptualización comparada de las representaciones sociales hacia los
migrantes........................................................................................................................ 80
Capítulo 4 ....................................................................................................................... 92
La legislación migratoria en la historia argentina............................................................ 94
La Ley “Avellaneda” ....................................................................................................... 94
La Ley de Residencia (1902) y la Ley de Defensa social (1910).................................... 96
La Ley “Videla” ............................................................................................................... 98
La actual legislación migratoria: entre avances y limitaciones ..................................... 100
Los decretos 68/2017 y 69/2017 ¿Nuevo paradigma en materia migratoria? .............. 106
Conclusiones ................................................................................................................ 110
Bibliografía ................................................................................................................... 117
Anexo ........................................................................................................................... 130

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Agradecimientos

A mi director Néstor Cohen y mi co-directora Anahí Gonzalez por su gran ayuda y


colaboración en cada momento de consulta y soporte en este trabajo de investigación.

A los integrantes del proyecto UBACyT: “Los puentes entre el Poder Judicial, la
institución educativa y la sociedad civil ante la diversidad etno-nacional en el AMBA”.
Mediante sus producciones han contribuido en el desarrollo de la tesis.

A mis compañeros y co-trabajadores de tesis en las áreas adyacentes del estudio que
mediante sus producciones han contribuido en el desarrollo de esta tesis.

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Introducción

La presente tesis investiga las representaciones sociales de los funcionarios del Poder
Judicial cuyo ejercicio se efectiviza en el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires)
respecto de los migrantes sudamericanos, fundamentalmente aquellos pertenecientes a
países limítrofes y el Perú. El estudio de las representaciones sociales implica un modo
de aproximarse a la investigación de las relaciones interculturales. Específicamente
proponemos reconstruir, a partir de la voz institucional de los funcionarios del Poder
Judicial, el entramado intercultural, más precisamente, un tipo de relación social
específica: las relaciones interculturales que se configuran al interior de la sociedad
receptora entre nativos y migrantes. La diversidad cultural y la cuestión intercultural
deben considerarse desde la conflictividad, abarcando los contextos económicos,
sociales y políticos y elucidando la producción social de la diferencia sin ocultar las
desigualdades sociales que esto genera. (Ameigeiras y Jure, 2006).

De esta manera, abordamos dicha problemática tomando como referencia las


siguientes dimensiones: la construcción de la identidad nacional y la ciudadanía,
problematizando ambos aspectos con la presencia de migrantes, la relación existente
entre las representaciones sociales hacia los migrantes europeos respecto de los
sudamericanos, captando las dicotomías y antagonismos que se establecen entre unos
y otros y, por último, la legislación migratoria, puntualmente la legislación actual y sus
recientes modificaciones destacando sus avances y limitaciones respecto de
legislaciones anteriores.

Cabe destacar que esta investigación se enmarca dentro de un equipo de investigación


UBACyT en el que se han trabajado, en distintas programaciones, cuestiones
relacionadas a la construcción de la extranjeridad atravesada por el prejuicio y la
dominación social. El recorte propuesto por la presente tesis, esto es, la
problematización del vínculo entre identidad nacional y ciudadanía, representan dos
dimensiones que le otorgan a este escrito una especificidad propia. Consideramos que
la identidad nacional implica necesariamente interrogarnos sobre las migraciones
europeas, su rol histórico y su resignificación actual que responde a un proceso

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histórico desde los orígenes de la Argentina como Estado nación. Conjuntamente, la
ciudadanía, particularmente el acceso a derechos por parte de los sujetos migrantes,
es objeto de debate permanente plasmándose en legislaciones y decretos
constituyéndose como parte de la cuestión social en diversas épocas y desde ópticas,
en muchas oportunidades, antagónicas.

Asimismo, entendemos que dos aspectos que la tesis investiga son fundamentales y de
relevancia: las representaciones sociales hacia los migrantes externos y el Poder
Judicial. Si bien, sabemos que los estudios acerca de las representaciones sociales de
la sociedad receptora hacia los migrantes externos se encuentran presentes en la
literatura académica, las investigaciones que abarcan las problemáticas migratorias
desde el Poder Judicial son escasas. Por eso mismo, el núcleo central de la tesis
relaciona representaciones sociales con Poder Judicial reconstruyendo la voz
institucional de una de los ámbitos primordiales mediante el cual el Estado gestiona y
administra la diversidad étnica y cultural.

De este modo, resulta necesario partir de la definición de ambos conceptos. Según


Jodelet (1986) las representaciones sociales representan sistemas de referencia y
clasificación que permiten interpretar la vida social. Las representaciones sociales
definen un modo de conocimiento social que se constituye intersubjetivamente y en
oposición al conocimiento científico. Este acervo práctico cumple una función
fundamental de internalizar determinados procesos que resultan extraños,
racionalizarlos justificando determinadas actitudes que, en este caso, refuerzan
situaciones de dominación social. Por otra parte, definimos al Poder Judicial como una
institución mediante la cual el Estado gestiona la diversidad cultural sancionando
ilegalismos (Foucault, 1981). Así, los discursos de los funcionarios de esta institución
que expresan sus representaciones sociales y conforman de determinado modo el
vínculo con los migrantes sudamericanos se producen dentro de lo que denominamos
el “campo jurídico”. De este modo, recuperamos la concepción de Bourdieu (2001) que
con la intención de superar dualismos propone el concepto de “campo jurídico”
demostrando que el derecho se encuentra condicionado por cuestiones de carácter
social, de estructuras sociales y a la vez por aspectos internos del derecho y la ciencia

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jurídica. De esta manera, el concepto de “campo jurídico” nos permite superar una
visión del derecho ligada a cierto mecanicismo cuyo pensamiento subsume su propia
dinámica a las estructuras sociales y, por otro lado, abandona las consideraciones
formalistas creyentes de la autonomía de los juristas sin prestar atención a las
tensiones sociales que afectan al derecho en su conjunto. En este sentido, afirma el
autor:

La noción de campo tomada en sentido riguroso, que no tengo tiempo de explicar aquí está ahí
para recordar que ese sistema de normas autónomas, que ejerce un efecto por su coherencia,
por su lógica, etc; no nos ha llovido del cielo ni ha surgido enteramente armado de una razón
universal, pero tampoco es, sin embargo, el producto directo de una demanda social, un
instrumento dócil de quienes dominan (Bourdieu, 1991: 3).
Claro está que no sólo el Poder Judicial influye en la conformación de la diversidad
cultural, también los mercados nacionales e internacionales desplazando y atrayendo
poblaciones de acuerdo a un carácter excluyente en que la sociedad de clases se
organiza, los medios de comunicación reproduciendo ideológicamente asimetrías que
consolidan el modelo intercultural dominante y el Estado fundamentalmente a través de
la escuela socializando sujetos y las fuerzas de seguridad y el Poder Judicial;
reprimiendo y sancionando ilegalismos (Cohen, 2009).

Sin lugar a dudas, nos centralizaremos en algunos aspectos puntuales de las


problemáticas migratorias. La voz institucional del Poder Judicial encarnada en sus
funcionarios, representa sólo una dimensión que impactan sobre las problemáticas
migratorias. Además, acotando aún más nuestra tarea, las dimensiones que tomaremos
para el desarrollo de la tesis son: la identidad nacional, la ciudadanía, la relación entre
las migraciones europeas y las migraciones sudamericanas y algunas reflexiones
respecto de la legislación migratoria a lo largo de la historia argentina.

La estrategia metodológica es cualitativa, ya que investigamos aspectos valorativos e


ideológicos buscando comprender los discursos de los funcionarios como un modo de
acercarnos a la comprensión de las relaciones interculturales. Por lo tanto, la técnica de
investigación utilizada fue la entrevista cualitativa, individual y semiestructurada. Para
seleccionar a los entrevistados se aplicó el muestreo teórico propuesto por Strauss y
Corbin (2002) optando por la saturación teórica como criterio para finalizar el trabajo de
campo luego de desarrollar las distintas dimensiones hasta agotar las posibilidades de

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comprensión. Para el procesamiento de la información obtenida, se elaboró una grilla
como resultado de la aplicación de la codificación axial, abierta y selectiva, siguiendo
los principios de la Teoría Fundamentada, para estimular el descubrimiento de
categorías y propiedades de análisis y luego, se codificó selectivamente con el objetivo
de reducir las categorías facilitando el análisis y la interpretación de los datos obtenidos.

El primer capítulo, caracteriza las representaciones sociales de los funcionarios del


Poder Judicial respecto de la relación entre identidad nacional y migraciones.
Entendiendo la identidad nacional como una conformación histórica y social compleja y
ahondando en una definición que conjuga diversos autores, proponemos exponer los
matices existentes en los discursos de los funcionarios dando cuenta de la
heterogeneidad del universo de estudio respecto del modo en que los colectivos
migratorios sudamericanos en relación a los migrantes europeos influyen en la
conformación de la identidad nacional. De esta manera, demostramos que para los
entrevistados los flujos migratorios en la historia se degradan con el paso del tiempo
dando lugar a una conformación identitaria deteriorada (Goffman, 2001).

El segundo capítulo, centraliza su atención en la cuestión de la ciudadanía y su relación


con las problemáticas migratorias. Se retoma el concepto clásico de ciudadanía y se
cuestiona su vigencia en la actualidad debido a las transformaciones provocadas por la
globalización. Asimismo, se presenta el concepto de ciudadanía global que, más allá de
sus distintas denominaciones e interpretaciones, pareciera ser que se ajusta de modo
más certero a los procesos migratorios en la actualidad y su relación con el acceso a
derechos fundamentales. Por otra parte, se analizan los discursos de los funcionarios
respecto del acceso a derechos por parte de los sujetos migrantes. De este modo, se
interpela a los mismos sobre la prioridad que debería otorgar el Estado respecto de los
nativos y de los colectivos migratorios sudamericanos en relación a sus derechos
esenciales. Así, se evidencia que los entrevistados conforman a estos colectivos
migratorios mediante una ciudadanía restringida (Caggiano, 2008), que no permite el
ejercicio pleno de las garantías constitucionales.

El tercer capítulo, aborda en términos comparativos las representaciones sociales de


los funcionarios del Poder Judicial respecto de las migraciones europeas de fines de

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siglo XIX y principios del XX y las sudamericanas actuales. De esta manera, se realiza
un análisis que describe los discursos sobre ambos colectivos migratorios en referencia
a cuáles fueron los fundamentos por los que dichos colectivos migratorios
efectivamente arribaron al país. Por eso mismo, es que se piensan los discursos en
términos comparativos, las causalidades de ambos procesos migratorios con el fin de
entender cómo se han resignificado las interpretaciones acerca de las migraciones
europeas y, a la vez, el modo en el cual las migraciones sudamericanas actuales
reciben una connotación negativa. De esta manera, se observa una clara revalorización
de las migraciones europeas relacionándolas a categorías positivas mientras que las
migraciones sudamericanas son vistas de manera degradada y ajena a la cultura
nacional.

Por último, el cuarto capítulo describe la legislación migratoria a lo largo de la historia


argentina. De este modo, nuestro objetivo radica en caracterizar la Ley “Avellaneda”, La
Ley “Videla”, la actual legislación migratoria y los decretos que durante el año en curso
se han elaborado con el objetivo de introducir importantes cambios. Algunas de estas
modificaciones apuntan a exacerbar el control sobre la población migrante y al mismo
tiempo favorecer el control fronterizo y acelerar los mecanismos de expulsión de los
migrantes. La reflexión acerca de la legislación migratoria en Argentina implica elucidar
las tensiones existentes entre enfoques asimilacionistas e integracionistas que
interceptan el modo de entender la diversidad cultural. Por lo tanto, las interpretaciones
actuales acerca de las modificaciones que ha sufrido la actual legislación migratoria
indican que se ha producido un giro en la política migratoria acercándose a un enfoque
asimilacionista y fuertemente excluyente. En este sentido, se analizarán los DNU de
reciente aplicación que plantean el debate en torno a la instauración o nó de un nuevo
paradigma respecto de la cuestión migratoria.

Problema de investigación

El problema de investigación representa un punto central de nuestra tarea ya que nos


permite comenzar a direccionar y delimitar el objeto de estudio. Para comenzar, una

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investigación debe poseer un interrogante o un conjunto de interrogantes que no hayan
sido planteados anteriormente por otros investigadores, o bien, si los mismos ya han
sido esbozados deberían ser tratados de distinta manera. Así, el problema de
investigación se constituye teóricamente ante la necesidad de producir conocimiento
nuevo dentro de un campo específico. Existen dos cuestiones a tener en cuenta en el
caso de las preguntas problema: el significado y la relevancia. El significado cobra
importancia de acuerdo a las teorías existentes y la relevancia refiere a potencialidad de
ese conocimiento en aportar resultados que no hayan sido presentados hasta el
momento. (Cohen y Gómez Rojas, 2003).

Siguiendo las interpretaciones de Laudan (1987) las respuestas a los problemas


científicos se encuentran en las teorías, que permiten reducir la complejidad del mundo
social y natural haciéndolo tangible y predecible. De ahí se desprende la importancia de
las teorías científicas: el nivel de adecuación en lo que respecta a la solución de
problemas y no si éstas son verdaderas o falsas.

El problema de investigación que afrontamos se focaliza en comprender el entramado


intercultural que atraviesa la Argentina, en tanto país receptor de migrantes a lo largo
de su historia. Así, se busca comprender el modo en que las relaciones interculturales
entre nativos y migrantes se conforman como relaciones de dominación. En este
sentido, dominación significa relaciones sociales asimétricas que transforman las
diferencias culturales en desigualdades sociales. Si bien esta configuración no es
automática debido a que existen diferencias en cuanto a cómo se caracterizan los
migrantes (por ejemplo el caso de los uruguayos en CABA o de los bolivianos en Jujuy)
en términos generales las relaciones interculturales revisten asimetría, antagonismo y
conflictividad. Focalizándonos en esta tarea partimos del estudio de las
representaciones sociales de los funcionarios del Poder Judicial con la finalidad de
aproximarnos al estudio de las relaciones interculturales. Tal como lo señalaremos más
adelante, entendemos al Poder Judicial como una institución mediante la cual el Estado
gestiona la diversidad cultural sancionando ilegalismos.

Para alcanzar esta meta es fundamental rastrear las “huellas históricas” del fenómeno
migratorio a modo de reconstrucción de los antecedentes que hacen a nuestro objeto

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de estudio. Hacia fines del Siglo XIX y hasta la primera mitad del Siglo XX se produjo un
notable movimiento migratorio proveniente de Europa hacia la Argentina y otros países
del continente. Este proceso, en la Argentina, se vio alimentado principalmente por la
decisión de la elite nacional de constituir un mercado interno capaz de insertarse en la
economía mundial. Siguiendo a Devoto (2003), para la “generación del 1880”, los
migrantes representaban la posibilidad de llevar a cabo un “trasplante poblacional
civilizatorio” con fuerza de trabajo disciplinada y cuyos atributos productivos le
otorgaran las condiciones necesarias al denominado modelo “agro-exportador”. En este
sentido, la orientación de la elite dominante radicaba en atraer migrantes provenientes
del norte de Europa y controlar las migraciones de Europa Mediterránea (consideradas
incivilizadas), con el objetivo de hacer efectivo un proyecto nacional capaz de
compatibilizar el orden social y el progreso económico.

De esta manera, los “efectos indeseables” de las migraciones no tardaron en


manifestarse debido a que los migrantes que efectivamente arribaron al país eran
provenientes de regiones que no eran las “deseadas”: principalmente de Italia y
España. Si bien, las relaciones sociales de tipo capitalista se hallaban aún en un estado
de incipiente desarrollo, la conflictividad asociada a la emergencia de nuevas clases
sociales y a las características del mercado de trabajo local urbano y rural, comenzaban
a incrementarse. Además, los migrantes que efectivamente llegaron al país portaban
ideologías que promulgaban la transformación del orden social y poseían experiencias
reivindicativas que posteriormente reproducirían en el país. La elite nacional dominante
afrontó esta situación mediante un marco represivo que le otorgaba al poder ejecutivo la
posibilidad de expulsar a cualquier migrante del país considerado una “amenaza” para
el orden social: nos referimos concretamente a Leyes de Residencia (1902) y de
Defensa Social (1910).

Siguiendo a García Fanlo (2010) el proyecto migratorio fue efectivo en términos


cuantitativos debido a la llegada de millones de migrantes al país que, para 1914
alcanzaban más del 30% de la población total (Ceva, 2006), pero resultó ineficaz
porque aquellos eran provenientes de regiones de Europa que eran consideradas, por
la elite gobernante, inferiores e incivilizadas, lo que provocaría perturbaciones en el

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orden social existente. Así, los migrantes europeos fueron caracterizados como
culturalmente extraños y políticamente “indeseables” debido a que eran partidarios de
ideologías extrañas y ajenas al “ser nacional” que promovían la transformación social
mediante la vía revolucionaria, en sus distintas variantes: anarquismo, socialismo y
posteriormente, comunismo. (Gonza, Lanzetta y Perez Ripossio 2015).

También existieron mecanismos que apuntaban a lograr cohesión social, tales como la
educación patriótica que poseía el objetivo de constituir una identidad nacional que
aglutinara tanto a nativos como migrantes. Finalmente, lo más significativo de esta fase
fue la configuración dicotómica que se construyó en base a los considerados migrantes
europeos “civilizados” y aquellos que provenían de determinadas regiones de Europa
“incivilizadas” e “indeseables” para la elite nacional.

La afluencia de migrantes europeos comenzó a descender importantemente a partir de


la década de 1930, a medida que la estructura económica de Argentina empezaba a
transformarse. La denominada industrialización por sustitución de importaciones
modificó drásticamente el proceso migratorio. Fue a partir de entonces que las
migraciones internas desde las provincias hacia la Ciudad de Buenos Aires y
alrededores se hicieron efectivas como hecho social. Si bien, no es nuestro objetivo
describir las percepciones hacia los migrantes internos resulta fundamental mencionar
esta fase transitoria entre las migraciones europeas y las sudamericanas, ya que
permite comprender exhaustivamente como las transformaciones económicas
provocaron determinadas especificidades y características de los distintos flujos
migratorios en nuestro país.

Por otra parte, debemos afirmar que, a partir de la década de 1960, las migraciones
provenientes de países limítrofes y el Perú comenzaron a adquirir mayor relevancia
(Courtis y Pacceca, 2006). Si bien en términos relativos (ya que en términos absolutos
se vieron incrementadas) las migraciones sudamericanas se mantuvieron constantes
desde mediados del Siglo XIX hasta la actualidad, las europeas comenzaron a disminuir
notablemente sobre todo a partir de 1930 lo que implicó una mayor visibilización de los
migrantes de países vecinos (Benencia, 2003). En este sentido, nos focalizamos en
caracterizar la mirada hacia los migrantes sudamericanos desde la perspectiva de los

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discursos institucionales de los funcionarios del Poder Judicial, en tanto institución
sancionadora de ilegalismos y brazo administrativo fundamental y privilegiado por
medio del cual el Estado gestiona la diversidad cultural.

Además, existen otros dispositivos sociales económicos y políticos que configuran de


un determinado modo la trama intercultural. La escuela y el Poder Judicial, son
instituciones que socializando y sancionando ilegalismos influyen en la diversidad
cultural. Por otra parte, los mercados juegan un papel importante en la conformación
de clases sociales y de exclusión social otorgándole una dinámica concreta al
movimiento poblacional. Por último, los medios de comunicación permiten la
naturalización y legitimación de discursos provenientes de polos dominantes que
consolidan la dominación social inscripta en las relaciones interculturales. De este
modo, estudiaremos el proceso migratorio desde la perspectiva de actores
institucionales ligados al Estado, reconstruyendo la legislación migratoria para dar
cuenta del proceso histórico y tomando como referencia la comparación entre las
migraciones europeas y sudamericanas, la identidad nacional y la ciudadanía,
abarcaremos dimensiones que han atravesado la cuestión migratoria desde la segunda
mitad del siglo XIX y persisten aún en la actualidad. Caracterizar estas dimensiones nos
ayudará a comprender como las relaciones interculturales se constituyen como
relaciones de dominación, en las que prima la asimetría y en donde las diferencias
culturales son transformadas en desigualdades sociales. Además, supone pensar la
interculturalidad como relación social, en donde la dominación y la asimetría existente
entre nativos y migrantes se legitiman en espacios institucionales fundamentales
funcionales a efectivizar ésta gestión sobe la cuestión intercultural. De este modo, el
estudio propone visibilizar los discursos de los funcionarios del Poder Judicial que
producen y reproducen desigualdades conformando un determinado tipo de relación
social.

Teniendo presente lo argumentado hasta aquí, las preguntas problema que planteamos
son las siguientes:

18
¿Cuáles son las diferencias respecto de los contenidos estigmatizantes en torno a las
representaciones de los funcionarios del Poder Judicial respecto de las migraciones
europeas y sudamericanas?

¿De qué modo los sistemas de códigos morales y hegemónicos se expresan en los
discursos de los funcionarios del Poder Judicial respecto de la caracterización sobre los
migrantes sudamericanos?

¿Qué entienden los funcionarios del Poder Judicial por “identidad nacional” y como los
migrantes europeos y sudamericanos influyen en la conformación de la misma?

¿De qué modo el prejuicio y el racismo convergen en la construcción de la identidad


nacional?

¿De qué manera los discursos de los funcionarios del Poder judicial constituyen a los
colectivos de migrantes sudamericanos como ciudadanos restringidos?

¿Cuáles son los alcances y limitaciones de la Ley 25. 871 en cuanto a la constitución
del migrante como ciudadano?

¿Las recientes modificaciones de la Ley 25.871 representan un nuevo paradigma sobre


el tratamiento de la cuestión migratoria?

¿De qué modo los enfoques orientados en la gestión de la diversidad se expresan al


interior de la legislación migratoria a lo largo del tiempo?

¿Existen divergencias entre la legislación migratoria y las representaciones sociales de


los funcionarios del Poder Judicial?

¿Qué rol se le concede al Poder Judicial en las legislaciones migratorias?

Hipótesis

Las hipótesis científicas representan afirmaciones provisorias acerca de una porción de


la realidad que nos interesa conocer (Sampieri, Collado y Lucio 2010).

19
Una hipótesis es una proposición, condición o principio que es aceptado para obtener sus
consecuencias lógicas, y por medio de un método, comprobar su acuerdo con los hechos
conocidos o con aquellos que pueden ser determinados. (Güell, 1973: 48).

El carácter provisorio se debe a que las hipótesis deben poder ser contrastable
empíricamente con la finalidad de ser corroboradas o refutadas. Ahora bien, la
formulación de hipótesis requiere de un conocimiento teórico de la temática a investigar
ya que su objetivo es establecer relaciones entre variables otorgándole una
determinada jerarquía a las mismas teniedo en cuenta que:
Existen dos criterios para considerar a una hipótesis y a un enunciado como “correctos” (…).
Primero, las hipótesis son aseveraciones sobre la relación entre variables. Segundo, las
hipótesis conllevan claros contrastes para probar las relaciones establecidas. (Kerlinger, 1991:
22 y 23).

Las hipótesis brindan respuestas provisorias a los interrogantes que plantean las
investigaciones orientando el proceso de construcción de la evidencia empírica y los
procedimientos para llevar a cabo el análisis.

Las hipótesis de trabajo que guían esta investigación son las siguientes:

1) Las representaciones sociales de los funcionarios del Poder Judicial se


encuentran organizadas de acuerdo a un código moral hegemónico que legitima
la existencia de relaciones interculturales asimétricas efectivizando la dominación
social de los nativos hacia los migrantes.

Así, se espera que las representaciones sociales de los funcionarios del Poder Judicial
hacia los migrantes sudamericanos estén influidas por un conjunto de códigos que
establecen criterios de normalidad-desviación funcionales a los polos dominantes
configurando un escenario intercultural antagónico y fuertemente excluyente.

2) La dominación colonial europea sobre el continente americano persiste en las


representaciones sociales de los funcionarios del Poder Judicial bajo una matriz
cognitiva y epistemológica post-colonial que hace uso del prejuicio y la raza
como criterios clasificatorios de la población migrante.

Planteamos entonces que las representaciones sociales de los funcionarios del Poder
Judicial poseen características cuyos asideros fundamentales se han constituido

20
históricamente, siendo la conquista de América un factor clave en el establecimiento de
relaciones sociales de dominación mediante criterios tales como el prejuicio y la raza.
De este modo, se espera que en las actuales representaciones de los funcionarios del
Poder Judicial hacia los migrantes sudamericanos persista una matriz que reproduce
estas relaciones sociales haciendo uso de estos criterios aunque esclareciendo su
especificidad actual.

Objetivos

Con respecto a los objetivos de investigación, éstos nos permiten orientar la búsqueda
de respuestas a las preguntas problema dependiendo de nuestras condiciones teóricas
y metodológicas (Cohen y Gómez Rojas: 2003). No nos detendremos en caracterizar de
modo acabado los distintos tipos de objetivos, aunque los mencionaremos brevemente.
Cuando se carece de un marco teórico y de hipótesis que permitan interpretar lo
empírico, los objetivos son exploratorios y a partir de allí pueden plantearse nuevos
objetivos de investigación que busque contextualizaciones de mayor profundidad. Si se
posee algunas de estas condiciones previas, y el investigador puede caracterizar
algunas dimensiones del fenómeno a estudiar entonces los objetivos se denominan
descriptivos. Los objetivos explicativos permiten establecer las causalidades del
fenómeno de estudio siendo apropiado abordarlos mediante diseños experimentales o
través del análisis multivariado.

Según Schuster (2005) la descripción se diferencia de la explicación porque ella nos


dice “como” son los fenómenos mientras que la explicación intenta dar respuesta al “por
qué” de los mismos. Sin embargo, creemos que no es conveniente, sobre todo en el
campo de las ciencias sociales, establecer una división tajante entre descripción y
explicación ya que al realizar una caracterización de un objeto particular podríamos
también estar explicando al mismo. La explicación causal, siendo un tipo específico de
explicación, posee una importante jerarquía dentro del campo científico en general y
algunas perspectivas consideran que sólo es posible plantearla en las ciencias
naturales. Sin embargo, la explicación causal podría también plantearse en las ciencias

21
sociales aunque resultaría algo complejo, ya que para este tipo de definiciones es
necesario un control riguroso de las variables que intervienen en el fenómeno y que no
siempre son fundamentalmente causales. Además, las dificultades que presentan los
diseños experimentales no siempre pueden ser paliadas mediante el análisis
multivariado.

De este modo, nuestros objetivos son descriptivos orientando la difícil tarea


comprensiva de entender los discursos de los funcionarios desde una perspectiva que
nos permita caracterizar al fenómeno de estudio.

Objetivo general

Indagar las representaciones sociales de los funcionarios del Poder Judicial acerca de
los migrantes sudamericanos focalizando en la conformación de relaciones
interculturales asimétricas y de dominación entre nativos y migrantes.

Objetivos específicos

Caracterizar las representaciones sociales de los funcionarios del Poder Judicial


respecto de la noción identidad nacional y sus transformaciones en relación a la llegada
de migrantes europeos sudamericanos.

Determinar la convergencia del prejuicio y el racismo en los discursos de los


funcionarios del Poder Judicial respecto de su concepción sobre identidad nacional.

Identificar los discursos de los funcionarios del Poder Judicial en relación a su


concepción de ciudadanía y su relación con los migrantes sudamericanos.

Describir las categorías dicotómicas y diferenciales que establecen los funcionarios del
Poder Judicial respecto de los migrantes europeos y sudamericanos.

22
Identificar la divergencia existente entre las representaciones sociales de los
funcionarios del Poder Judicial acerca de la cuestión intercultural y la legislación
migratoria actual.

Describir la legislación migratoria durante la historia argentina como reflejo de las


tensiones entre los enfoques de la diversidad cultural pensados por el Estado.

Antecedentes y Marco teórico

Los principales antecedentes de esta investigación radican en estudios elaborados


previamente por parte del equipo de investigación del que el autor de la tesis forma
parte. En distintos proyectos procedentes de diferentes programaciones UBACYT se ha
trabajado con representaciones sociales de los nativos respecto de los migrantes
externos. Fundamentalmente se debe a la falta de estudios, que en nuestro país,
encaren el fenómeno migratorio desde la perspectiva de la sociedad receptora y de las
instituciones que cumplen un rol decisivo en lo que hace a la gestión y conformación de
la diversidad cultural.

En la programación científica 1997-2000 se procedió a comparar las percepciones


hacia los migrantes europeos de fines del siglo XIX y principios del XX en contraste con
los migrantes sudamericanos, cuya referencia temporal es medianamente actual. El
proyectó se denominó: “Representaciones sociales discriminatorias respecto de
residentes coreanos y paraguayos” con sede en el Instituto de Investigaciones Gino
Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. (Proyecto UBACYT TS057).
Principalmente, se observó que los migrantes europeos eran caracterizados
positivamente siendo portadores de atributos aceptados socialmente, mientras que en
el caso de los sudamericanos se los caracterizaba negativamente siendo calificados
como sujetos ajenos a la cultura nacional.

Luego, en la programación científica correspondiente al período 2001-2003 se procedió


a comparar las percepciones hacia paraguayos y coreanos. Se concluyó que en el caso
de los paraguayos son caracterizados de acuerdo a criterios inferiorizantes, mientras

23
que a los coreanos se los califica como transgresores. El proyectó se denominó: “La
discriminación hacia paraguayos y coreanos: un caso de triangulación metodológica”.
Con sede de trabajo en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de
Ciencias Sociales, UBA. (Proyecto UBACYT S017).

Por último, se ha trabajado esta cuestión en los Proyectos UBACyT “La discriminación
hacia el extranjero como táctica de disciplinamiento social” (Programación científica
2004 - 2007), “Exclusión, control social y diversidad articulando la relación entre el
migrante externo y las instituciones educativa y judicial” (Programación científica 2008 –
2010), “Diversidad etno-nacional y construcción de desigualdades en las instituciones
escolar y judicial. Un desafío teórico metodológico en el abordaje de los casos del
AMBA y la provincia de Mendoza”. (Programación científica 2010-2014). En la
actualidad el proyecto aún vigente se denomina: “Los puentes entre el Poder Judicial, la
institución educativa y la sociedad civil ante la diversidad etno-nacional en el AMBA”.
(Programación científica 2014-2017)

En este sentido, en los últimos años, el equipo de investigación se ha centrado en el


estudio de instituciones cuyo rol es fundamental en lo que hace a la gestión de la
diversidad cultural. Así, tanto la institución educativa como el Poder Judicial, brazos
administrativos del Estado, poseen una notable influencia en la conformación de las
relaciones interculturales: la primera, socializando sujetos y, la segunda, sancionando
ilegalismos. De este modo, comienza a estudiarse el ejercicio del Estado reconociendo
su papel fundamental en la formación de representaciones hacia los colectivos
migratorios.

Uno de los momentos determinantes en la investigación social, es la elaboración del


marco teórico. Para ello consideramos pertinente acercamos a referencias que permitan
aproximarnos al problema de investigación desde distintos niveles de complejidad. La
función de la teoría en la investigación social ha sido discutida desde distintas
perspectivas. Lo importante aquí es señalar, recuperando a Archenti (2007), que los
procesos deductivos e inductivos se entrelazan para conformar los datos obtenidos.
Asumimos una postura que parte de elaboraciones teóricas consistentes con el objetivo
de construir interpretaciones de la evidencia empírica obtenida, y a la vez, permitimos

24
que se produzcan datos que cuestionen estas elaboraciones preconcebidas con el
objetivo de poder modificarlas y perfeccionarlas. En otras palabras, nuestra dirección
apunta a construir los datos a partir de la teoría y la teoría a partir de los datos.

A continuación, trabajaremos los conceptos que consideramos más relevantes para el


desarrollo de la investigación. Pensamos la conformación del marco conceptual de
manera ecléctica, recuperando distintas perspectivas teóricas que articuladas
coherentemente y sin incurrir en contradicciones permite conformar un corpus
organizado guiando la investigación y proporcionando elementos sólidos para el análisis
de los datos obtenidos (Cohen y Gómez Rojas, 2003).

Como punto de partida, entendemos que el estudio de las representaciones sociales


hacia los migrantes externos implica un modo de aproximarse a las relaciones
interculturales. De este modo, definimos las relaciones interculturales como un tipo
específico de relación social basado en el intercambio cultural desigual entre grupos
sociales conformados asimétricamente en el marco de la sociedad receptora.

Como sostiene Cohen:

Es muy importante entender que la representación social resulta de las posiciones en la


sociedad –entendidas como los diferentes lugares dentro de la estructura social, como los
diferentes modos de participar en el sistema productivo, como los diferentes modos de
apropiación de bienes y servicios- y de los intereses de los sujetos, por lo tanto, toda
representación es la materialización de una concepción ideológica acerca de un fenómeno
social o de un sujeto determinado. (2013: 64)
Uno de los puntos esenciales se relaciona con comprender cómo se constituye la
extranjeridad desde la perspectiva de los nativos, particularmente de los funcionarios
del Poder Judicial. Así, nos aproximamos a la definición del migrante desde la noción
de extranjeridad planteada por diversos autores. De este modo, para Schütz (2003) y
Elias (2003) representa la figura del “forastero” mientras que Simmel (2002) se refiere al
“extranjero”. Ahora bien, más allá de estos rótulos, estos autores proporcionan un
marco interpretativo que podría aplicarse a otros sujetos, es evidente que en los tres
casos existe una clara referencia respecto de los sujetos migrantes.

Las interpretaciones de Simmel (2002) revelan la complejidad de las migraciones como


una de las formas en las que se expresa la extranjeridad. De este modo, el migrante

25
condensa la “cercanía de lo lejano” implica una extrañeza que intercepta la vida social
de aquellos que poseen un sentido de pertenencia común. Los migrantes encierran
entonces una doble indeterminación: exterioridad y confrontación, una combinación que
genera extrañeza acentuando las diferencias respecto de los nativos. Por eso mismo
surge un aspecto que contempla la figura social del extranjero: la sospecha. De este
modo, el migrante es puesto en duda, se lo recibe pero no se lo incluye, ya que es visto
como aquel que pone en peligro los lazos del grupo (Penchaszadeh, 2008).

Por otra parte, Elias (2003) recupera al “forastero” desde una perspectiva que entiende
la formación de grupos sociales asimétricos. Así unos concentran el poder y se asignan
características superiores y a su vez inferiorizan a los “recién llegados”. En este sentido,
la dimensión temporal entre “establecidos” y “forasteros” es notoria. La cohesión social
al interior de los grupos se relaciona a la construcción de un pasado común. Esa
conformación genera exclusión y estigmatización social y el principal mecanismo
consiste en exacerbar las “malas” características de lo “peor” del grupo, su minoría
anómica. A su vez, se destacan las características más sobresalientes del grupo
dominante, permitiéndoles a éste reafirmar su posicionamiento. Esto provoca una
configuración social específica, denominada prejuicio que evidencia la distribución
desigual siendo una condición necesaria para que la estigmatización se haga efectiva.

De un modo complementario, Schütz (2003) entiende que el “forastero” quiebra el


acervo de conocimientos disponibles que permiten interpretar los significados de las
acciones que le otorgan sus actores. Ese conocimiento de sentido común que establece
un marco interpretativo de la vida social, representa un acervo de conocimientos
disponibles que permiten interpretar las situaciones de la vida social. En términos del
autor, la pauta cultural representa un modo de vivir socialmente, un conjunto de recetas
verificadas y aceptadas que permiten el entendimiento común. En este sentido, el
extranjero no se adapta a la pauta cultural, no comparte una tradición con la sociedad
receptora, posee otra pauta cultural que para él es válida e interpreta las nuevas
situaciones desde ella, es visto como un recién llegado, como un “hombre sin historia”.

De aquí es que se desprende la tesis de la reciprocidad de perspectivas, es decir,


construcciones tipificadoras de objetos de pensamientos sustituyen a los objetos de

26
pensamiento de la experiencia privada. Así, se configura un conocimiento que es
común a “todos” conformando un “nosotros”. Esta consideración es significativa para
pensar el fenómeno de la interculturalidad. El “nosotros” corresponde a la sociedad
receptora, la cual construye de un modo determinado la extranjeridad. Así, los “otros”,
es decir, los migrantes son constituidos de acuerdo a tipificaciones subyacentes al
sentido común que permiten un entendimiento y organizan las interacciones de una
determinada manera. Cuando al migrante europeo de principios de siglo XX se le
asignan características relacionadas a la cultura del trabajo, mientras que a los
sudamericanos se los tipifica como aquellos que se “aprovechan de lo nuestro” y se los
culpabiliza de los “males” sociales se halla implícita la construcción de determinadas
representaciones.

Más allá de que utilicemos el concepto de representaciones sociales como herramienta


analítica, ellas existen como construcción en la realidad social y el investigador en base
a esas construcciones realiza una construcción razonada posterior. Siguiendo a Schutz:

Las construcciones usadas por el especialista en ciencias sociales son pues, por así decir,
construcciones de segundo grado, o sea, construcciones de las construcciones hechas por los
actores en la sociedad misma, actores cuya conducta el investigador observa y procura explicar
de acuerdo con las reglas de procedimiento de su ciencia. (2003: 37)
De este modo, las tipificaciones corresponden al terreno del conocimiento de sentido
común, son producto de las generaciones y permiten la comunicación social. El
investigador caracteriza esas tipificaciones, las clasifica, ya no como una reconstrucción
tipificadora sino como una explicación del por qué se dan esas tipificaciones, dando
cuenta de la historia y de los condicionamientos sociales.

Lo anterior resulta fundamental porque esta investigación tiene como principal objetivo
caracterizar las relaciones interculturales desde la perspectiva de actores
institucionales. Para ello, resulta conveniente pensarlas desde el concepto de
representaciones sociales entendidas como una:

Una modalidad particular de conocimiento cuya función es la elaboración de los


comportamientos y la comunicación entre los individuos. Es un corpus organizado de
conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen
inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de
intercambios, liberan los poderes de su imaginación. (Moscovici 1979: 17-18).

27
Las representaciones sociales representan una forma conocimiento que le permiten a
los sujetos comprender la realidad social de un modo simplificado a partir de la
naturalización de “lo social” y familiarización de lo extraño, es decir, de aquello que no
se puede explicar con las nociones básicas de la vida cotidiana. Como sostiene Mora
(2002), el conocimiento de sentido común es una instancia comunicativa que permite
vivir socialmente aprehendiendo el ambiente. Según Jodelet (1986) las
representaciones sociales conjugan diversos significados, proporcionan imágenes,
sistemas de referencia y categorías que nos permiten interpretar los sucesos de la vida
social. Implican el punto de intersección entre lo psicológico y lo social, un modo de
conocimiento de sentido común, natural, espontáneo e ingenuo proveniente de
experiencias y conocimientos recibidos a partir de la tradición, la educación y la
comunicación social permitiendo dominar el entorno social brindando respuestas a los
interrogantes de lo cotidiano.

(…) las representaciones “constituyen modalidades de pensamiento práctico orientados hacia la


comunicación, la comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal. (…). La
caracterización social de los contenidos o de los procesos de representación ha de referirse a
las condiciones y a los contextos en los que surgen las representaciones, a las comunicaciones
mediante las que circulan y a las funciones a las que sirven dentro de la interacción con el
mundo y los demás. (…). La representación es tributaria de la posición que ocupan los sujetos
en la sociedad, la economía, la cultura.” (Jodelet, 1986: 474)
En un sentido similar, Farr (1986) nos invita a reflexionar acerca del concepto de
representaciones sociales de un modo que revaloriza esta instancia como una forma de
conocimiento y que no implica necesariamente una mera reproducción irreflexiva. De
este modo, las representaciones sociales no sólo proporcionan imágenes o sistemas de
referencias, también se las reivindica como teorías del conocimiento que proporcionan
sistemas de códigos para el intercambio social y para nombrar ambigüedades que
surgen en la vida social.

La presente investigación considera la interculturalidad desde la perspectiva de García


Canclini (2006) partiendo del supuesto de que la configuración de la diversidad cultural
en la sociedad argentina se encuentra estructurada por relaciones interculturales en las
que la negociación y el entrelazamiento dan lugar a asimetrías que conforman
desigualdades sociales legitimando polos dominantes y dominados y generando
conflictos sociales que se expresan en sentido amplio. (Cohen, 2009). Es por ello que

28
remarcamos nuestra postura teórica en oposición a los principios del multiculturalismo
que considera la interculturalidad como el resultado de una multiplicidad de culturas que
siempre y cuando se asimilen a los patrones dominantes pueden ser respetadas.

En este sentido, definimos al nativo refiriéndonos a toda persona que hubiera nacido en
Argentina y viviera aquí. Esta segunda condición es importante porque remite a la
posibilidad de participar en la red de relaciones interculturales y producir diferentes
representaciones sociales acerca de nuestros migrantes externos.

Se trata de una categoría heterogénea y compleja, en tanto hay nativos que son
segunda o tercera generación de nativos o más y hay quienes, en menor medida, son
primera generación, en otras palabras, hijos de migrantes externos. Si bien, se puede
suponer que estas diferencias pueden contribuir a construir diferentes
representaciones, decidimos no controlar este factor asumiendo que todos los nativos
comparten un núcleo común que es no formar parte del colectivo migrante. Asumimos
que esta condición es suficientemente fuerte como para, más allá de los tipos de
nativos, poder considerarlos integrantes de un colectivo único frente a los migrantes.
(Cohen, 2014).

Cuando comenzamos este trabajo caracterizamos al Estado como un actor fundamental


de la gestión de la diversidad cultural, es decir, del actuar sobre los sujetos presentes
en estas instituciones organizando y distribuyendo recursos materiales. Ello se debe,
fundamentalmente, a que las migraciones externas han implicado distintos modos de
relacionarse entre las colectividades nativas y migrantes conformadoras del escenario
intercultural. Al mismo tiempo, establecimos que, las instituciones centrales mediante
las cuales lleva a cabo este ejercicio son la escuela y el Poder Judicial, la primera
socializando a los sujetos, la segunda sancionando los ilegalismos.

Por lo tanto, y debido a la relevancia que cobra el Estado en nuestra investigación, es


que proponemos recuperar algunas de las perspectivas que se acercan a la definición
de este concepto.

De esta manera, entendemos que “El Estado desempeña un rol muy activo y
determinante como constituyente del tratamiento de la diversidad étnica…” (Cohen,

29
2009: 20-21). El Estado a través de la institución judicial y educativa gestiona y
administra la diversidad, socializando y sancionando los ilegalismos. A su vez, ambas
instituciones producen discursos y prácticas orientadas por criterios de verdad que
consolidan posiciones de dominación social transformando las diferencias culturales en
desigualdades sociales. Siguiendo a Durkheim (2003) el Estado representa la máxima
organización de los subgrupos, “un grupo de funcionarios sui generis, en el seno del
cual se elaboran representaciones y violaciones que comprometen a la colectividad,
aunque no sean obra de la colectividad” (Durkheim 2003: 6).

Por lo tanto, el Estado produce determinadas representaciones sociales y colectivas


que tienen valor e impacto para la sociedad. Esto nos lleva a pensar al Estado de
manera activa y no mecánica. De acuerdo a lo que mencionamos en la introducción de
esta tesis, nuestra preocupación central son las representaciones de los funcionarios
del Poder Judicial esclareciendo su génesis, pretendiendo comprender su devenir
histórico y determinando el modo en que estas representaciones se encuadran en el
contexto de dicha institución. De este modo, recuperamos al Estado como un actor
central de las problemáticas migratorias y entendemos al Poder Judicial como una
institución interviniente y fundamental de estos procesos. (Perez Ripossio, 2016b).

Por otra parte, podemos decir que existe una importante producción teórica que nos
permitirá alcanzar los objetivos que resultan relevantes para esta investigación.

Como punto de partida nos aproximamos a la definición de identidad nacional mediante


la siguiente afirmación:

toda nación construye por medio de sus instituciones una etnicidad ficticia que la diferencia de
las otras gracias marcas perceptibles (visibles, audibles, etc.), rasgos de comportamiento
`típicos` o `emblemáticos` pasibles de ser exasperados si se los eleva a criterios de exclusión.
(Balibar, 2005: 72)
Entendemos la identidad nacional a partir del concepto “forma nación” que refiere a una
construcción histórica que opera de modo tal que excluye preventivamente a los
extranjeros que amenazan la tradición nacional. El Estado Nación moderno construye
una identidad nacional mediante una ilusión retrospectiva doblemente determinada. El
proyecto y destino común de la colectividad son los factores fundamentales que
condensan dicha construcción. En términos de Balibar y Wallerstein:

30
Consiste en creer que las generaciones que se suceden durante siglos en un territorio más o
menos estable, con una denominación más o menos unívoca, se trasmiten una sustancia
invariable. Consiste también en creer que esta evolución, cuyos aspectos seleccionamos
retrospectivamente de forma que nos percibamos a nosotros mismos como su desenlace, era la
única posible, representaba un destino. Proyecto y destino son las dos figuras simétricas de la
identidad nacional (1998: 135-136).
A partir de ello se crea una etnicidad que es ficticia en la medida en que ninguna nación
posee una base étnica natural. Se “etnifican”, es decir, quedan enquistadas como parte
de una historia común natural que mediante la raza y el lenguaje conforma una totalidad
unitaria. (Balibar y Wallerstein, 1998).

Otro autor que ha analizado las cuestiones referidas al nacionalismo es Álvarez


Dorronsoro (1993), que entiende el nacionalismo como un tipo de identidad colectiva
que define quiénes son parte de ella y quiénes no. De este modo, se define un
“nosotros” (nativos) frente a los “otros” (migrantes) que garantiza de modo más o menos
estable la cohesión al interior de la comunidad. Así, la Nación es una creación moderna
cuyo fundamento se encuentra anclado en el dominio político y administrativo de un
determinado territorio representado a un grupo étnico particular. La idea de Nación fue
según Álvarez Dorronsoro, edificada de acuerdo a dos principios de legitimidad
desarrollados durante el siglo XIX: el de la comunidad de ciudadanos y otro anclado en
la cultura, en el lenguaje y en la historia. Estas dos formas de pensar la Nación
estuvieron en tensión durante todo el período de conformación de los Estados
modernos.

En este sentido, en Argentina ambos requisitos comenzaron a consolidarse luego de


1880 cuando el territorio nacional logró unificarse mediante un poder central que dejó
atrás la antítesis entre gobiernos unitarios y federales. Si bien en lo que hace a la
conformación de la ciudadanía, los derechos sociales y políticos fueron obtenidos
décadas posteriores, los derechos civiles comenzaron a ser reconocidos desde la
creación del Estado argentino. Por otra parte, la identidad nacional se edificó a partir de
la llegada de migrantes europeos, lo que implicaba una decisión política por parte de la
elite nacional de atraer “sujetos civilizados” y disciplinados que le aportasen a la Nación
mano de obra capaz de ser usufructuada en las actividades de ganadería y agricultura.
Paradójicamente, los indígenas y gauchos que habitaban el territorio, no eran

31
considerados sujetos, más bien la solución era el exterminio sistemático de la población
autóctona lo que generaría una identidad nacional “sin nacionales”, o más
concretamente, bajo una influencia directa de la cultura europea.

Además, recuperaremos la importancia de la ciudadanía migrante ya que el acceso a


derechos por parte de estos sujetos (y no sólo ellos) ha sido una cuestión de difícil
resolución para los estados nacionales. Acercándonos a una concepción clásica de
ciudadanía, entendida como una dimensión ligada a los derechos individuales y a la
pertenencia a una determinada comunidad, ambos aspectos son fundamentales para
su caracterización (Kymlicka y Norman 1997). Siguiendo a Held (1997), la ciudadanía
se encuentra íntimamente ligada al conflicto entre clases sociales, en una primera
instancia cuando la burguesía se constituyó como clase dominante entrando en
contradicción con el antiguo régimen, luego como un intento de reconciliar el
antagonismo de clase surgido a partir de la formación de un proletariado organizado.

Si bien estas consideraciones resultan útiles a la hora de caracterizar la ciudadanía en


los últimos años, este concepto ha comenzado a ser objeto de debate. Existe un
acuerdo más o menos generalizado en creer que en el marco de la sociedad global y
ante el declive del Estado nación, la ciudadanía pensada tradicionalmente ya no
lograría adaptarse a la estructura social. Es por ello que autores como Mezzadra (2012)
pretenden darle un nuevo marco conceptual a la ciudadanía. El autor, cree que aquellos
que activamente reclaman por sus derechos de acuerdo a reivindicaciones en alguna
medida ya ejercen un rol ciudadano, lo que supone pensar que la ciudadanía ya no
puede quedar anclada únicamente en el Estado nación. En un sentido similar Benhabib
(2004) afirma que la globalización debilita las funciones estatales necesarias para
garantizar la soberanía provocando que determinados modos de categorización como
la ciudadanía comiencen a ser permeables pero, a la vez, reafirmando su rol como actor
principal para garantizar la territorialidad y establecer quiénes pueden acceder a
derechos y quiénes no.

Debido al intenso debate en torno a los migrantes y sus derechos en el marco de la


sociedad receptora, otro aspecto a investigar será la legislación migratoria argentina

32
como reflejo de época y su relación con producción y reproducción de determinadas
representaciones hacia los migrantes externos.

La legislación migratoria a lo largo de la historia argentina ha cumplido un rol


fundamental en tanto reflejo de época y demostrando el modo en que el Estado, al
menos en parte, ha pensado la cuestión migratoria. No profundizaremos aquí este
aspecto, aunque si mencionaremos la legislación de mayor importancia.

Primero, la Ley “Avellaneda” íntimamente ligada a la creación del Estado argentino


permitió la llegada de migrantes europeos al país con el objetivo de llevar a cabo el
“trasplante civilizatorio” antes mencionado.

En segundo lugar, siguiendo las interpretaciones de Novick (2005) la Ley N° 22 439,


Ley general de Migraciones y Fomento de la Inmigración, conocida como “Ley Videla”
sancionada en 1981, significó la exacerbación del control sobre la población migrante
proveniente de países sudamericanos. En el marco de la dictadura militar (1976-1983)
se procedió a crear un nuevo marco legislativo que acentuaba el carácter excluyente
hacia los “nuevos migrantes”. La ley restringía el acceso a derechos sociales tales como
educación y salud a los migrantes que se encontraban en situación de irregularidad
jurídica. Esto es, aquellos que no poseían algún reconocimiento estatal amparado bajo
alguna forma de residencia eran considerados ilegales habilitando su deportación.

Por último, la Ley de Migraciones N° 25 871 sancionada en 2003 ha representado un


importante avance en relación al acceso a derechos por parte de los migrantes. La ley
básicamente constituye al migrante como sujeto de derecho, reconociéndole el acceso
a educación y salud sin importar su situación legal y residencial. El principal punto de
ruptura se encuentra anclado en el derecho a migrar enunciado en el artículo Nº 4: “El
derecho a la migración es esencial e inalienable de la persona y la República Argentina
lo garantiza sobre la base de los principios de igualdad y universalidad”. En este
sentido, la ley se encuentra íntimamente ligada a un contexto social y político en el que
los DDHH fueron necesariamente revalorizados. No obstante, y tomando como
referencia los escritos de Begala (2012) los migrantes externos del Mercosur y
asociados encuentran obstaculizado el acceso a derechos construyendo así, una
categoría de personas con derechos diferenciados, o en términos de Caggiano (2008)

33
ciudadanos restringidos. Con esto nos referimos a que el cumplimiento efectivo de la
legislación migratoria resulta difícilmente aplicable debido a trabas de orden
burocrático-administrativo y de carácter cultural, en donde los migrantes siguen
quedando relegados de la sociedad receptora.

Ahora bien, ¿Qué es lo que posibilita que las relaciones interculturales se constituyan
como relaciones de dominación? En este punto creemos conveniente introducir el
concepto de código moral hegemónico (Cohen 2009), entendiendo éste como aquel
que establece quién tiene la condición jurídica de ciudadano y quién no. Éste código es
el resultado de una construcción histórica que en nuestro país se originó hacia la
segunda mitad del siglo XIX cuando la elite política dominante impulsó un “trasplante
civilizatorio” que consistiría en lograr atraer a migrantes europeos hacia Argentina con el
objetivo de construir un Estado Nación y un mercado capaz de insertarse en la
economía mundial (García Fanlo, 2010). No se trataba de atraer a cualquier europeo,
sino un determinado tipo de sujeto europeo que reuniera las características de ser
fuerza de trabajo disciplinada y disponible para ser usufructuada por el capital. A este
migrante, en la actualidad, se lo caracteriza como el “buen migrante” al que se le
asignan categorías positivas, son sujetos civilizados, se trata del migrante tradicional y
respecto de quién se define al migrante proveniente de países sudamericanos a los
que se categoriza bajo el rótulo de “mal migrante” y se les asignan categorías negativas
(vagos, chorros, sucios, delincuentes y aprovechadores).

Siguiendo las interpretaciones de Cohen (2009), podemos decir que el código es moral
porque establece los márgenes de lo aceptado socialmente y de aquello que no lo es y
es hegemónico porque es funcional a la dominación y a su perpetuación. El código
moral hegemónico legitima relaciones interculturales conflictivas que permiten efectuar
la dominación sobre el sujeto migrante, en tanto portador de características que lo
definen como sujeto “desviado”. De este modo, se establecen categorías de lo normal y
lo patológico que hacen factible esa relación social asimétrica.

Por otra parte, existen factores que proporcionan las condiciones necesarias para
entender el modo en que las relaciones interculturales se conforman como relaciones
de dominación. De este modo, incorporamos el concepto de raza y prejuicio como dos

34
conceptos organizadores de determinadas representaciones sociales hacia los
colectivos migratorios ya mencionados. En este sentido, siguiendo a Quijano (2000) la
dominación colonial europea de fines del siglo XV estableció un nuevo patrón de poder
que se legitimó de acuerdo a la idea de raza clasificando la población europea e
indígena de modo antagónico y asimétrico respecto de la población europea y cuya
persistencia prevalece aún en el presente en América Latina. Este proceso histórico y
social es definido por el autor como “colonialidad” que funda una clasificación universal,
racial y étnica de la población del mundo anclada en el eurocentrismo, entendida como
una perspectiva cognitiva que perpetuaba y naturalizaba la dominación social sobre los
indígenas. Este patrón de poder mundial tomó la “globalidad y la colonialidad como
fundamentos y modos constitutivos de un nuevo patrón de Poder” (Quijano, 2007: 1).

De este modo, los procesos de clasificación social ocurren cuando el conflicto se


relaciona a la explotación y la dominación, la raza es entonces una instancia central
respecto de la cual se organizan las relaciones sociales bajo la forma de relaciones
sociales de dominación. La matriz social creada desde esta perspectiva consideraba de
modo ahistórico a las sociedades y le otorgaba a su organización un carácter universal
y necesario que resultaba fundamental para efectuar esa clasificación social como si se
tratase de algo “natural”. Si bien las expresiones racistas no se agotan a la conquista de
América, sí creemos que representa un momento fundamental en la historia del racismo
debido a su impacto y persistencia en América Latina.

Por otra parte, autores como Wieviorka (1992) han realizado contribuciones
significativas al respecto. De este modo, retomamos el prejuicio como una instancia en
el pensamiento social que favorece determinadas percepciones sobre la otredad. Así
existe una importante vinculación entre prejuicio y racismo, siendo el primero una
instancia que racionaliza determinadas actitudes y representaciones que toman la raza
como un modo de organizar la sociedad de modo asimétrico y excluyente. Por lo tanto,
el prejuicio representa la expresión de las relaciones sociales que se constituyen como
relaciones de dominación. De esta manera, el prejuicio le otorga a los polos dominantes
la posibilidad de racionalizar sus posturas frentes a los grupos dominados y así
garantizar una dominación social con un anclaje ideológico medianamente coherente.

35
En otras palabras, el prejuicio, sobre los colectivos migratorios permite formas de
racismo sofisticadas, con características intangibles y encubiertas. De esta manera, se
destacan los tipos de racismo que podrían relacionarse a la problemática que plantea la
investigación. Así, el racismo simbólico se emparenta al rechazo de los estereotipos
más visibles y fácilmente identificables propios de un racismo que hace de los aspectos
fenotípicos las características fundamentales para legitimar asimetrías y antagonismos.
Por eso mismo, el Poder Judicial respecto de las problemáticas migratorias se
encuentra atravesado por un discurso racista cuyas características son complejas y
difíciles de elucidar. Aspectos que profundizaremos en el desarrollo de los capítulos de
la tesis.

A continuación presentamos los aspectos metodológicos involucrados en la


investigación. Dando cuenta del enfoque, las técnicas de investigación, instrumentos de
registro, universo de estudio y los procedimientos necesarios para llevar a cabo el
análisis de la información.

Metodología y técnicas de investigación

En primer lugar, es importante destacar que los principales resultados de esta tesis se
enmarcaron dentro de un conjunto de proyectos de investigación UBACyT, de los
cuales el autor de este escrito formó parte como investigador auxiliar y, posteriormente,
como becario doctoral. Entre ellos destacamos:

“Diversidad etno-nacional y construcción de desigualdades en las instituciones escolar y


judicial. Un desafío teórico metodológico en el abordaje de los casos del AMBA y la
provincia de Mendoza”. (Programación científica 2010-2014). En la actualidad, el
proyecto recientemente concluido se denomina: “Los puentes entre el Poder Judicial, la
institución educativa y la sociedad civil ante la diversidad etno-nacional en el AMBA”.
(Programación científica 2014-2017).

En este sentido, el autor de la tesis participó de diversas actividades relacionadas al


procesamiento y análisis de la información obtenida, elaboró en base a los pilares de la

36
teoría fundamentada los correspondientes grillados, estableciendo y delimitando las
dimensiones y categorías trabajadas en el marco de esta investigación.

El enfoque de la presente investigación es cualitativo, ya que los objetivos de la misma


buscan comprender y describir un proceso social configurado por representaciones
sociales. El interés de los investigadores cualitativos apunta de modo riguroso al
entendimiento del sentido que las personas le otorgan al mundo social en el que se
encuentran insertos (Scribano, 2008). En el caso de las representaciones sociales, al
ser un objeto no observable directamente y cuyo contenido abarca cuestiones
valorativas e ideológicas expresados resulta apropiado abarcarlos mediante la técnica
de entrevista en profundidad, ya que en el marco de una conversación “cara a cara”
puede lograrse una mayor empatía con los entrevistados y así profundizar en temas
sensibles. De este modo, el “esfuerzo hermenéutico” consiste en comprender
correctamente los motivos por los cuales la acción de los actores está orientada
(Giddens, 1982).

En este sentido, es fundamental en el marco de las entrevistas cualitativas establecer


empatía con los entrevistados ya que a diferencia del cuestionario estructurado, las
mismas poseen un carácter flexible brindando las posibilidades de que emerjan nuevas
propiedades de interés para el investigador y que las unidades de análisis se explayen
utilizando su propio lenguaje, factor primordial para captar las conexiones de sentido, es
decir, los motivos del actor. Radica en lograr una comprensión científica del fenómeno
de estudio (Weber, 1984).

El material empírico proviene de fuentes primarias mediante entrevistas individuales y


semi-estructuradas de acuerdo a una guía de pautas que permiten configurar, de un
determinado modo, la interacción para lograr el cumplimiento de los objetivos.
Específicamente, se trató de un conjunto de entrevistas con un importante nivel de
estandarización aunque conteniendo en su mayoría preguntas de carácter abierto.
(Valles, 1999).

El trabajo de campo se desarrolló durante el año 2012 al 2015. Concentrando en el


período 2012-2013 los años en el que se realizaron la mayor cantidad de entrevistas.

37
Durante los años 2014-2015 el equipo se esforzó en el perfeccionamiento de la muestra
mediante la inclusión de nuevos casos pertenecientes a altos rangos del Poder Judicial.

De este modo, cinco integrantes del equipo realizaron las entrevistas sorteando
distintos obstáculos de acceso. Se partió de contactos iniciales y luego se aplicó un
criterio muestral “bola de nieve” permitiendo así acrecentar y diversificar la muestra.

En una etapa inicial y exploratoria se realizaron entrevistas a “informantes claves”. El


objetivo de estas primeras entrevistas no se vinculaba con la aprehensión de las
representaciones sociales de los miembros del poder judicial en relación a los migrantes
sino realizar un primer acercamiento al universo de estudio. De este modo, se contactó
y entrevistó a tres informantes dejando claro cuál sería el objetivo del trabajo de campo
posterior, con el fin de que aquellos nos posibilitaran contar con información que
funcionaría como insumo para la selección de los fueros, entrevistados y construcción
del instrumento de registro.

Se trató de una etapa exploratoria, cuyo objetivo fue fortalecer nuestro involucramiento
con los representantes del Poder Judicial, de modo tal que en futuras entrevistas
lográramos material que nos permitiera reconstruir las representaciones sociales,
acerca de los migrantes externos. En otras palabras, controlar el “sesgo de la
deseabilidad social”. (D’ Ancona, 2005).

Este proceso representó una condición necesaria para contribuir a lograr una guía de
entrevista semiestructurada (con pautas, preguntas, repreguntas, juego de
asociaciones, citas, etc.) que permitiera verbalizar al entrevistado corriendo el velo y
haciendo visible lo invisible. Para ello, fue necesaria además una tarea de análisis que
interpretara los discursos, que decodificara el significado de adjetivos y adverbios y que
decodificara los silencios. Se puso el énfasis, por ejemplo, en detectar formas verbales
que aludieran a la autoridad, a la desigualdad, a cómo un conjunto de declaraciones
constituyeran un sujeto diferente al sujeto esperado.

Del instrumento de registro hemos seleccionado algunas preguntas que resultan de


mayor relevancia para el análisis permitiendo abordar las categorías centrales
propuestas. De este modo, consideramos la producción de los datos como un resultado

38
del diálogo entre el universo teórico y empírico. Según Cohen y Gómez Rojas (2014) el
dato no puede considerarse como algo autónomo, carente de toda construcción teórica
que le otorga sentido. Por lo tanto, el dato no se recoleta, se construye en base al
corpus teórico utilizado durante la investigación y fundamentalmente durante el trabajo
de campo. De este modo, rechazamos las consideraciones meramente especulativas
que deducen la realidad social sin evidencia empírica y las consideraciones “empiristas”
que estudian la realidad como algo dado siendo los datos meros reflejos de la misma.

Una cuestión importante radica en las limitaciones que se pueden encontrar aplicando
la técnica de la entrevista cualitativa. Al producirse datos verbalizados, y no
interacciones como en el caso de la observación participante, se abandona la
comprensión del problema de investigación en su ámbito natural. Sin embargo, la
entrevista es un relevante artificio creado por el investigador con el fin de obtener
información de sus unidades de análisis como señalan Denzin y Lincoln:

“mediante el uso de entrevistas, el investigador puede alcanzar áreas de la realidad que de otro
modo permanecerían inaccesibles, tales como las experiencias y las actitudes subjetivas de las
personas. La entrevista es también una forma muy conveniente de superar las distancias tanto
espaciales como temporales; sucesos pasados y experiencias lejanas pueden estudiarse
entrevistando a las personas que participaron de ellas.” (2015:452)

Siguiendo a Piovani (2007) la entrevista en profundidad posee una gran relevancia en


las investigaciones en ciencias sociales estando presente en alrededor del 90% de las
investigaciones. En palabras de Alonso:

“la entrevista de investigación es, por tanto, una conversación entre dos personas, un
entrevistador y un informante, dirigida y registrada por el entrevistador con el propósito de
favorecer la producción de un discurso conversacional, continuo y con una cierta línea
argumental -no fragmentado, segmentado, pre-codificado y cerrado por un cuestionario previo-
del entrevistado sobre un tema definido en el marco de una investigación” (1998:9).
Además, en el caso de esta investigación, los entrevistados pertenecen a una
institución y se desarrollan como funcionarios, en muchos casos, de alto rango. Con lo
cual, nos enfrentamos a unidades de análisis cuyos discursos corresponden a la
sofisticación de sus funciones.

39
En este sentido, como sostiene D’ Ancona (2005) los esfuerzos del investigador cuando
se trabaja con este tipo de técnicas supone fundamentalmente evitar o, al menos
controlar, el “sesgo de la deseabilidad social”, es decir, de aquellos discursos que son
los “socialmente esperados”. En temáticas específicas que abordan la discriminación y
el racismo desde determinadas instituciones, es pertinente tener en cuenta que puedan
captarse discursos que queden en los umbrales de lo “políticamente correcto”.
Siguiendo a González y Plotnik (2012) para captar esas representaciones que se
encuentran atravesadas por el racismo y la discriminación es necesario no hacer
evidente esta intencionalidad con interrogantes cuya dirección e intensidad sean
fácilmente detectables. Implica realizar un trabajo profundo de reflexión sobre la guía de
pautas que permita construir los datos necesarios para la investigación controlando los
sesgos que pudieran presentarse. Por eso mismo, el equipo trabajó arduamente en la
elaboración de la guía de pautas aplicadas que se presenta en el Anexo y en distintas
instancias logró estructurar el instrumento superando las inconsistencias y dificultades
de equivalencia semántica.

Cabe destacar que se dedicó un tiempo prolongado para pilotear la guía de pautas. Se
utilizaron 6 guías hasta llegar a la versión utilizada en forma definitiva. Además, se tomó
en cuenta la experiencia de años anteriores, si bien en la institución educativa, pero con
marco conceptual y objetivos similares.

Por otra parte, la cantidad de entrevistas a realizar no se estableció inicialmente debido


a que el criterio muestral cualitativo utilizado fue la saturación teórica que consiste en
detener el trabajo de campo cuando nuevos casos no aportan información adicional que
permita desarrollar las categorías primordiales, finalizando entonces el trabajo de
campo. (Lanzetta y Perez Ripossio, 2016). Sin embargo, el total de entrevistas
concluido el trabajo de campo fue de cincuenta y dos. En términos de Strauss y Corbin
(2002):

…el investigador se interesa por generar el mayor número posible de categorías; de ahí que
recopile datos en una gran variedad de áreas pertinentes. Una vez que el analista tiene algunas
categorías, el muestreo apunta a desarrollarlas, a hacerlas más densas y a saturarlas. (221).
Este procedimiento se asienta en el muestreo teórico definido como:

40
(…)el proceso de recolección de datos para la generación de códigos, por el que el analista
recoge conjuntamente, la teoría y analiza sus datos y decide qué datos recoger en adelante y
dónde encontrarlos, para desarrollar su teoría que emerge de los mismos (Strauss y Corbin
2002, 1967:45).
Además, se analizará detenidamente la Ley 25. 871 atendiendo fundamentalmente
aquellos artículos que tratan la cuestión de la residencia y de la identidad nacional. Esto
implicará establecer una comparación con los discursos de los funcionarios del Poder
Judicial, para ilustrar la discrepancia entre la concepción del Estado anclada en la
actual ley y el ejercicio institucional concreto que ejerce el Poder Judicial y en el cual
persisten representaciones que responden a un modo de pensar la diversidad cultural
que contradice los lineamientos principales de la vigente legislación migratoria. En este
punto las representaciones sociales vuelven a ser analizadas considerando
dimensiones que se relacionan al conocimiento de la discriminación como delito.
Además serán caracterizadas, la Ley “Avellaneda”, la Ley “Videla”, los decretos 68/2017
y 70/2017 de reciente aplicación y cuya relevancia se debe a que introduce
modificaciones que, a nuestro entender, cuestionan algunas de las bases
fundamentales de la Ley 25. 871.

Con el objetivo de procesar la información se elaboraron grillas conteniendo las


distintas categorías contempladas en la guía de entrevista. En primer lugar, se llevó a
cabo un tipo de codificación axial con el fin de estimular categorías y propiedades
emergentes. Luego se procedió a codificar de manera abierta y selectiva agrupando e
integrando categorías con el objetivo de ordenar y facilitar en análisis. Cabe destacar
que la totalidad de este proceso se orienta de acuerdo a los principios propuestos por la
Teoría Fundamentada en los datos.

Universo de estudio

A continuación presentamos el universo de estudio de la investigación al que definimos


como el conjunto total de unidades de análisis cuyo estudio procuramos y que coinciden
en una serie determinada de características (Cohen y Gomez Rojas, 2003). Las
unidades de análisis en una investigación son fundamentales debido a que representan

41
los sujetos u objetos de estudio sobre quienes nos referiremos de acuerdo a las
características observables de relevancia teórica y empírica. Se trata de una unidad de
análisis colectiva, ya que nos centramos en la institución judicial mediante las
representaciones de sus funcionarios.

De acuerdo a la información otorgada por el Poder Judicial en su sitio web


(www.pjn.gov.ar), el mismo a nivel nacional se compone de la siguiente manera:

- Corte Suprema de Justicia de la Nación


- Consejo de la Magistratura
- Jurado de Enjuiciamiento
- Fueros con Competencia en todo el país
- Fueros Nacionales
- Fueros Federales
- Justicia Nacional Electoral
- Ministerios Públicos
- Consejos Provinciales

A continuación presentamos un organigrama que explicita la composición del Poder


Judicial en CABA.

Figura N° 1
Poder Judicial
CABA

Tribunal
Superior de Consejo de la Tribunales
Ministerio
Justicia Magistratura establecidos
Público
por la ley

Ministerio Ministerio Ministerio


Público Público de Público 42
Fiscal Defensa Tutelar
Fuente: elaboración propia en base a la información otorgada por el sitio web del Poder
Judicial de CABA.

Los entrevistados a los que finalmente se accedió fueron de los siguientes fueros:

-Ministerio Público Fiscal. (CABA)

-Juzgados Penal Económico.

-Fiscalías en lo Penal Económico.

-Juzgados en los Criminal y Correccional.

-Unidades Fiscales de Investigaciones de GBA. (UFI)

La elección de estos Fueros se basó en la realización de una breve tarea exploratoria


que indica, que en ellos se tratan la mayor cantidad de causas que involucran a
migrantes externos. Esta primera aproximación exploratoria consistió en tres entrevistas
a informantes claves, cuyos objetivos fundamentales giraron en torno a conocer más
detenidamente el Poder Judicial y las características generales de sus actores. El
equipo consideró fundamental un primer contacto con Poder Judicial vía estos
informantes con el objetivo de estructurar una guía de pautas que permitiera sortear las
dificultades que pudieran presentarse para acceder a la información solicitada. Cabe
destacar que inicialmente se enviaron cartas a distintos fueros en los que se explicaban
las características del estudio solicitando entrevistas a funcionarios. Estos intentos
fueron en vano y se logró acceder finalmente por contactos directos con funcionarios y,
como se mencionó anteriormente, a través del criterio muestral “bola de nieve” se logró
incrementar la muestra.

Es importante destacar que, tal como lo indicamos anteriormente, la selección de fueros


se vio afectada por dificultades en el acceso al campo, por consiguiente hubo otros a
los que finalmente no pudo accederse. Así, este escrito no ignora la importancia de
algunos fueros puntuales como el Contencioso Administrativo que, tal como lo indica la
Ley 25. 871, posee funciones importantes en materia de derecho migratorio
(expulsiones, residencias, retenciones, etc.). Sin embargo, no consideramos que sea
conveniente caracterizar al Poder Judicial escindiendo fueros orientados, por un lado, a

43
cuestiones migratorias y, por el otro, a cuestiones de los “nacionales”. Pensamos, por
el contrario, que la cuestión migratoria y particularmente los derechos de las personas
migrantes atraviesan la sociedad receptora y el Poder Judicial más allá de las funciones
particulares de cada fuero.

A partir de entonces presentamos los capítulos de la tesis introduciéndonos en el


análisis de la información obtenida articulándola con los conceptos presentados
anteriormente en el marco teórico.

Capítulo 1
Identidad nacional y migrantes: una construcción histórica atravesada por
múltiples representaciones.

El presente capítulo recupera las representaciones sociales de los funcionarios del


Poder Judicial respecto de la identidad nacional y la influencia de los colectivos
migratorios en su conformación. En primer lugar, se delimita el concepto de identidad
nacional recurriendo a un conjunto de autores relevantes para el desarrollo del
apartado. En segundo lugar, se presentan fragmentos de entrevistas que ilustran
algunos de los discursos de los funcionarios del Poder Judicial respecto de la relación
entre migraciones e identidad nacional. En este sentido, se intenta recuperar la
heterogeneidad de las representaciones respecto de esta relación, atendiendo factores
tanto históricos como sociológicos de notable persistencia. Se investiga el modo en que
las migraciones europeas y sudamericanas, desde el punto de vista de los
entrevistados, han influido en la conformación de la misma.

Delimitando el significado de la identidad nacional

Las reflexiones acerca de la identidad nacional y las migraciones externas resultan


fundamentales a la hora de comprender el entramado intercultural que atraviesa a la
sociedad receptora. El investigar cómo los funcionarios del Poder Judicial conciben la

44
identidad nacional y cómo ésta se ve influenciada por la presencia de migrantes implica
comprender las características de las relaciones interculturales.

En primer lugar, y siguiendo las interpretaciones de Balibar (1991), por identidad


nacional entendemos una construcción histórica que radica en una ilusión retrospectiva
doblemente determinada: de un lado la ilusión se sostiene bajo la forma de un
“proyecto”, del otro lado, bajo la forma “destino”. Por eso mismo, el autor se refiere
como “forma nación” al proceso mediante el cual las sociedades se reivindican dentro
de un determinado territorio que ineludiblemente se encuentra marcado por el devenir
histórico. De esta manera, la “forma nación” permitió localmente subordinar la lucha
entre las clases y al interior de ellas. Por un lado, contener las contradicciones entre el
capital y el trabajo y, por el otro, constituir hegemónicamente a una fracción de la
burguesía que subordine sus intereses al conjunto de la clase dominante y de la
sociedad. Estas reflexiones llevan a pensar el modo en que la sociedad es
nacionalizada bajo un conjunto de instituciones que constituyen un relato acerca de un
pasado inmemorial, la Nación es entonces una comunidad imaginada (Anderson, 1993)
anclada en una etnicidad ficticia. Como sostiene Balibar (1991) ninguna nación posee
una etnia constituida naturalmente pero en la medida en que la nacionalización de la
sociedad se produce, la etnicidad transforma ficticiamente la comunidad volviéndola
algo natural. De esta manera, el lenguaje y la raza producen la etnicidad ficticia, ya que
expresan el “carácter nacional e inmanente del pueblo” (Balibar, 1991: 150). Ambos
factores resultan fundamentales para reforzar un “nosotros” frente a los “otros” que,
según Álvarez Dorronsoro (1993), contribuyen a la homogeneidad cultural de los
sectores dominantes que asemejan el Estado y la nación a una cultura única. Para el
autor, la Nación es una creación moderna que pretende el dominio político y
administrativo en un determinado territorio representado a un determinado grupo étnico.
La idea de Nación fue construida de acuerdo a dos principios de legitimidad elaborados
durante el siglo XIX: el de la comunidad de ciudadanos y otro relacionado a la cultura,
en el lenguaje y en la historia. Ambas formas de pensar la Nación estuvieron en tensión
durante todo el período de conformación de los Estados modernos.

45
De acuerdo a las interpretaciones de Renan (2001) una nación es un principio
espiritual, un punto de encuentro entre el pasado y el presente, entre los recuerdos en
apariencia inmutables y el deseo de mantenerlos en el presente mediante la vida en
común. De este modo, el pasado juega un rol fundamental para constituir la identidad
nacional, permite a través de una sacralización de los pesares compartidos constituir un
destino de grandeza.

Representaciones sociales de los funcionarios del Poder Judicial respecto


de la identidad nacional y la influencia de los migrantes en torno a su
construcción

Para interpelar a los funcionarios del Poder Judicial respecto de la relación entre
identidad nacional y migraciones realizamos en el desarrollo de las entrevistas dos
interrogantes que no se relacionan a las preguntas-problemas aunque representa un
modo de aproximarnos a ellas: “¿Qué entienden por identidad nacional?” “¿Qué ayuda
más a fortalecer la identidad nacional: mezclarse con extranjeros o evitar que esto
ocurra?”

Estos interrogantes apuntan directamente a comprender el modo en que los


entrevistados entienden la identidad nacional y la influencia de los colectivos
migratorios en la conformación de la misma. De acuerdo a la hipótesis presentada en
esta tesis, las representaciones sociales de los funcionarios del Poder Judicial se
organizan mediante un conjunto de códigos morales y hegemónicos que favorecen la
dominación social sobre los colectivos migratorios. De este modo, estudiar al Poder
judicial implica inferir cómo el Estado administra, es decir, interviene en la diversidad
cultural otorgando premios y castigos, legitimando determinados aspectos de la
interculturalidad y no otros. Por eso mismo, resulta fundamental, caracterizar de modo
más acabado el Estado y particularmente la institución judicial. En este sentido,
González (2013) sugiere que la institución judicial, en su calidad de institución estatal,
cumple un rol re-productor (similar al de la escuela) de la “ilusión” de la identidad
nacional. Asimismo, la autora sostiene que:

46
La construcción de cualquier nación supone una no-inclusión, operada y llevada a cabo por el
estado, pero que precisa de la invisibilización de las condiciones creadas por éste para la
conformación de la "comunidad nacional”. (...) “Asimismo, el imaginario de pertenencia habilita
discursos y prácticas que excluyen (González, 2013: 121).
Como sostiene Althuser (1994) a los aparatos represivos del Estado, que tanta
centralidad se le ha dado dentro de la teoría marxista, resulta necesario añadirles
aquellos aparatos con fundamento ideológico. De esta manera, existe un conjunto de
aparatos ideológicos del Estado que asentados en la ideología dominante legitiman la
dominación de clase. No profundizaremos en esta cuestión, aunque si destacamos que
este aporte teórico nos permite acercarnos a entender qué representa el Poder Judicial.
Así, creemos que esta institución condensa factores que se relacionan a lo ideológico y
a lo represivo. En este sentido, el Poder Judicial posee las fuerzas de seguridad para
hacer cumplir efectivamente las leyes y, por otra parte, estas mismas leyes influyen en
los modos, de actuar y pensar de los sujetos sociales moldeando la conducta social.

En otras palabras, entendemos al Poder Judicial como institución productora de verdad


que establece criterios de normalidad-desviación. Esto resulta fundamental para su
comprensión ya que, como veremos en el desarrollo de los capítulos de la tesis, la
desviación representa una categoría medular (Strauss y Corbin, 2002) y transversal
mediante la cual los sujetos migrantes son caracterizados frecuentemente por los
entrevistados.

Siguiendo a Cohen (2014), en el Poder Judicial se materializa la acción pública sobre


la población migrante. En este sentido, el autor afirma: “la administración o gestión de la
diversidad la entiendo como el disponer, organizar y distribuir recursos materiales y el
actuar sobre las personas”. (2012: 2). Esta acción sobre el conjunto de la sociedad,
arroja dentro de una compleja trama social, la desigualdad característica de las
relaciones interculturales, como expresión de una relación social específica. Por lo
tanto, el actuar sobre las personas sancionando ilegalismos implica constituir las
relaciones entre nativos y migrantes de un modo determinado, asignándole un lugar
específico a unos y otros, haciendo que la dominación social se vuelva legítima y
efectiva. A su vez, las asimetrías y antagonismos de las relaciones interculturales
conformadoras de polos opuestos entre dominantes y dominados se vuelve más férrea
en la medida en que el Poder Judicial posee la característica de establecer criterios de

47
normalidad-desviación que patologiza al culturalmente diferente y, como consecuencia
de esa acción, se lo señala como extraño e indeseable. Siendo la desviación la
categoría fundamental que atraviesa la cuestión migratoria y las distintas dimensiones
que trabaja esta tesis, el Poder Judicial juega un papel fundamental porque, como
veremos, sus funcionarios caracterizan de una determinada manera a los colectivos
migratorios revistiendo una clara estructura anclada en principios patologizantes, y que,
en última instancia, responde a su fundamento como institución normalizadora.

Cuando interpelamos a los funcionarios del Poder Judicial respecto de si la mezcla con
otras nacionalidades y culturas perjudica o fortalece la identidad nacional, observamos
algunos de los discursos presentados a continuación:

“No, claramente mezclarse con extranjeros. Si nosotros somos una mezcla. Lo que pasa es que
bueno, claro al argentino le gusta más pensar que es una mezcla de crisoles europeos que una
mezcla de crisoles latinoamericanos. Pero, bueno, a ver, no es la misma migra…, no es la
misma mezcla la que tenés en el sur, que la que tenés en el centro del país, que la que tenés
en el norte. Pero todo es mezcla y somos todos del mismo país” (Secretaria, CABA. Antigüedad
en la función: 20 años).

“Eh, lo que pasa es que nuestra identidad nacional es precisamente la del crisol de razas.
Nosotros, ¿qué es la Argentina? No es el español, y el italiano, el europeo, el alemán, el
aborigen, es una mezcla de todo. La Argentina es un país de inmigrantes y su ser nacional
conlleva eso. A veces se habla de que la Argentina tendría que ser considerado plurinacional,
pero precisamente nuestra identidad está integrada por distintos grupos culturales, étnicos y en
cualquier aspecto de nuestra cultura se ven las comidas, en las razas, las músicas,…”
(Directora, CABA. Antigüedad en la función: 10 años).

Creo que es un proceso natural. Creo que no hay que mezclarse ni no mezclarse. Eso es algo
que son elecciones individuales. Cada uno se enamora de una persona y se relaciona, y viven
en sociedad, y se relacionan. Como un proceso natural. Creo que ni una cosa ni la otra. Es lo
que se da naturalmente. De hecho, la gente tiende a relacionarse. Y si se enamora, tiende a
tener hijos. Y ese es el proceso natural. Así además se construyó nuestro país. (Fiscal, CABA.
Antigüedad en la función: 22 años).

48
Yo considero estar con extranjeros. Porque como te decía hace un rato, la identidad nacional, la
nación se creó a través de distintos grupos de, étnicos, o de distintas, poblaciones de distintas
nacionalidades. Y yo creo que, te vuelvo a decir la sociedad nuestra está basada en eso y
mostrarnos, o estar con extranjeros nos va a dar cuenta de que seguimos siendo lo que éramos
desde que se creó en 1810, 1816, lo que es la población argentina. Oficial (Prosecretario
Administrativo, CABA. Antigüedad en la función: 5 años)

Si, o sea, la Argentina que dicen crisol de razas es eso. Es eso…quizás hemos perdido algunos
valores que habría que asentar. Perdimos nosotros, no es porque vino gente de afuera…El
tema…de la laboriosidad y de la…de la familia…y de…de la unidad que antes parecía…al
menos parece, no sé, que era más…más fuerte. Pero nuestra identidad es esa. Somos
un…mfffja,…una coctelera de un…con las nacionalidades adentro (Prosecretario, CABA.
Antigüedad en la función: 4 años)

No, yo creo que no tiene nada que ver una cosa con la otra de vuelta. De hecho, los
inmigrantes, si hay algo que caracteriza al inmigrante es que tiene mucho sentido...tiene una
identidad muy clara sobre su país, ellos en cuanto pueden se organizan de acuerdo a sus
pautas culturales, de acuerdo a su propia identidad nacional y para nada afecta a la nuestra en
ese sentido. De hecho, si vos lo ves de cierto modo, estos grupos migratorios como los
bolivianos o los paraguayos que tienen una muy arraigada identidad, no sólo no afectan al
sentido de identidad que podemos tener nosotros sino que hasta a veces te genera cierta...te
conmueve un poco en el sentido en el que ellos cuidan más su identidad que lo que nosotros
cuidamos la nuestra (Escribiente, CABA. Antigüedad en la función: 1 año y 3 meses)

Y la identidad nacional tiene que ver… pasa que acá también, viste, justamente somos todos
descendientes de, de inmigrantes. Entonces también... tu identidad nacional, qué se yo, somos
todos mitad italiana, mitad polaca, se tienden a mezclar (Oficial 1°, GBA. Antigüedad en la
función: 8 años)

Los fragmentos de entrevistas anteriormente citados reflejan las representaciones


acerca de la identidad nacional constituida como “crisol de razas”. Este modo de pensar
la identidad nacional emerge de los discursos de los funcionarios como un hecho
espontáneo, natural y ahistórico. Reconstruyendo las “huellas históricas” de este
proceso, entendemos que se trató de una invención que la elite nacional dominante de

49
principios del siglo XX ideó con el objetivo de “argentinizar” la heterogeneidad social
atravesada por la diversidad cultural. Esa diversidad si bien existió, no fue reconocida
legítimamente, primando una política fuertemente excluyente anclada en el
aniquilamiento de la alteridad que no cumpliese con los patrones de las pautas
culturales dominantes.

Existe en las representaciones de los entrevistados la firme creencia de que la identidad


nacional es el resultado de un “cóctel de identidades” constituido naturalmente, tal como
lo expresa uno de los entrevistados con absoluta claridad. Por otra parte, observamos
una referencia histórica hacia las migraciones europeas del siglo XIX y XX y las
migraciones sudamericanas de acuerdo a determinadas categorías que se le adjudican
a estas etnias. El “crisol de razas”, como veremos más adelante, se constituye
discursivamente en relación a la convicción (tal como se expresa en el primer
fragmento) de que los nativos son descendientes de distintas generaciones de
europeos, dejando de lado el pasado (y presente) de las comunidades indígenas y
nativas cuya genealogía pertenece a ellos y no a esos colectivos migratorios europeos.
En el mismo sentido, y tal como lo describe la primera entrevistada, el “crisol de razas”
se asume como una mezcla exclusivamente europea, excluyendo las migraciones
sudamericanas. De este modo, la misma es entendida como integración en la medida
en que este crisol se encuentra conformado por una diversidad cultural que admite lo
europeo y aparta lo indígena y lo sudamericano. En otras palabras, la mezcla es el
resultado de un proceso natural de integración social que revaloriza lo europeo como
única expresión cultural válida mientras que las migraciones sudamericanas implican un
resultado indeseable y abiertamente rechazado.

En relación a lo anterior, las categorías que constituyen este conglomerado racial, se


relacionan a cuestiones de determinados valores. Tal como lo expresan los
entrevistados, la laboriosidad, la familia y el arraigo son características que se asocian a
una mezcla con lo europeo, mientras que los migrantes sudamericanos son destacados
por una fuerte identidad nacional que resulta inquebrantable, el arraigo respecto de sus
países de origen es entonces un factor que perturba la mezcla y consecuentemente la
integración social.

50
De esta manera, el “crisol de razas” significó (y significa) un modo de ocultar el control y
disciplinamiento sobre buena parte de la sociedad civil que no se ajustaba con las
características que pretendía la elite dirigente. Como mencionamos anteriormente, una
de las instituciones mediante las cuales gestiona la diversidad étnica y cultural es el
sistema educativo destinado a la socialización de los sujetos mediante la incorporación
de reglas y representaciones que poseen influencia respecto de cómo se construyen las
relaciones interculturales. En este sentido, la institución educativa también jugó un rol
fundamental en esta construcción.

Como sostiene Segato (1998), las alteridades históricas representan aquellos grupos
inicialmente ajenos a la sociedad receptora pero que han sido parte de la conformación
de la identidad nacional. De este modo, en Argentina se constituyó mediante el discurso
del “crisol de razas” una etnicidad ficticia (Balibar, 2005), una invención que en términos
de Grimson (2006) implicó una mezcla que olvidaba a los indígenas y
afrodescendientes, se trataba de una mezcla exclusivamente europea. A su vez, la
creación de una etnicidad ficticia involucró la “desetnización” de la población migrante
en un intento decidido por constituir una unidad étnica antagónica a las minorías.

Siguiendo a García Fanlo (2010), el proyecto migratorio ideado por la elite nacional
hacia la segunda mitad del siglo XIX, encontró su anclaje legal en la Ley “Avellaneda”
sancionada en 1876 y cuyo objetivo fundamental era atraer migrantes provenientes de
las regiones de Europa consideradas por la elite de mayor desarrollo. Como sostiene
Halperin Donghi (1998), en relación con algunos de los conceptos del positivismo
propios de la época y bajo la fórmula “gobernar es poblar” y con una marcada ideología
pro migratoria, “la generación de 1837” entendía que la escasez de población y, por lo
tanto, de mano de obra impedían el desarrollo de las potencialidades del agro
argentino. Para cumplir con la tarea de la creación de un mercado nacional, que
constituiría, luego de varias décadas, el denominado modelo agro-exportador, la elite
dominante depositó en los movimientos migratorios su esperanza más acabada para
cumplir con este objetivo.

El modelo “agro-exportador” corresponde a la etapa entre las décadas de 1880 y 1930


caracterizada por la hegemonía de la clase terrateniente en el agro pampeano que

51
mediante la apropiación de la renta de la tierra y sujeta a las vicisitudes del mercado
internacional, de la demanda externa y de los precios de determinadas mercancías
agrarias es que logra su valorización y desarrollo (Arceo, 2003). Hasta la primera
década del siglo XX este modelo de acumulación logró una cohesión de las clases
dominantes y una importante expansión de la economía que se expresó en el
crecimiento del PBI nucleado en actividades del agro con escasa participación de
actividades industriales. Si bien las actividades industriales durante los años 1900-1914
se vieron incrementadas, estas se encontraban íntimamente relacionadas a las
actividades propias del agro, es por ello que la fracción dominante de la hegemonía
logra durante estas décadas su cometido: la inserción en el mercado mundial como
apéndice exportador de materias primas hacia los países industrializados.

Si bien la elite nacional política e intelectual no fue homogénea en cuanto al proyecto


migratorio, en términos generales la intención que perduró fue la de llevar a cabo un
“trasplante poblacional” que sirviera para civilizar la sociedad civil, poniéndole fin a los
resabios bárbaros que aún estaban presentes en el “desierto argentino”. De esta
manera, las migraciones de ultramar comenzaron a acelerarse a partir de 1880 y se
extendieron hasta 1930. Más allá de las vicisitudes cuantitativas de esta primera oleada
migratoria, la Argentina experimentaba uno de los fenómenos más relevantes de la
historia mundial del siglo XIX y XX, siendo uno de los países líderes en recepción de
migrantes externos.

Como señalamos anteriormente, según García Fanlo (2010), el proyecto migratorio


resultó exitoso debido al incremento de la población migrante (representando el 30%
de la población total para 1914 (Devoto, 2005) (Ceva, 2006) que efectivamente
consolidó su trayectoria de vida en el país. No obstante, estos migrantes no provenían
de las regiones consideradas civilizadas para la elite nacional sino que eran migrantes
provenientes fundamentalmente de Italia y España. En este sentido, el proyecto
modernizador pensado por los intelectuales y políticos que apelaban al progreso
económico y la estabilidad política se enfrentó a una situación paradojal: el despliegue
de las fuerzas productivas traducido en el crecimiento del PBI y un incremento de la
conflictividad política y social. Esta conflictividad fue identificada como el resultado

52
“indeseable” de colectivos migratorios que eran portadores de ideologías de izquierda
que promovían la transformación social bajo la vía revolucionaria ajenas al ser nacional
y que representaban una amenaza para el orden y la paz social (Domenech, 2011b).
De esta forma, la respuesta política de la elite dominante consistió en desplegar un
conjunto de medidas de carácter represivo y excluyente hacia los migrantes europeos
amparadas en la Ley de Residencia (1902) y la Ley de Defensa Social (1910). Sin
profundizar en las características de ambas legislaciones (ya que serán analizadas en
el capítulo cuatro), mediante estos instrumentos, el Poder Ejecutivo gozaba de la
facultad de impedir o expulsar del país a aquellos migrantes que perturbaran el orden
público definiendo a los anarquistas como la principal expresión política responsable de
la inestabilidad, aunque también dejaba abierta la posibilidad de ser aplicada a otras
vertientes de la izquierda revolucionaria.

Sin embargo, la iniciativa de contener el orden social por parte de la elite nacional no se
limitó a medidas de carácter coercitivo, también comenzó a diseñarse una ingeniería
social y cultural que permitiera consolidar una identidad, “si la fórmula era gobernar es
poblar ahora poblar era educar” (García Fanlo, 2010: 1).

Como mencionamos anteriormente, el papel de la educación comienza a ganar notable


importancia siendo utilizado como un dispositivo capaz de opacar un pasado marcado
por el conflicto social y que, a la vez, contribuye a pensar la violencia política que
atravesó la Argentina en torno a la construcción de su proceso identitario. Por eso
mismo, la construcción de la identidad nacional suponía “argentinizar” al conjunto de la
población nativa y migrante de acuerdo a determinadas representaciones sociales y
prácticas culturales que crearan un orden social durable. De este modo, la elite
intelectual diseñó la denominada educación patriótica con el deber fundamental de
transmitir determinados códigos morales y hegemónicos (Benhabib, 2005) que
permitieran atenuar el conflicto de clases y la heterogeneidad étnica y cultural.

Siguiendo a Devoto (1992), la conformación de la identidad nacional, particularmente en


Argentina, ha sido un proceso heterogéneo y de ningún modo unívoco. El autor, parte
de la consideración que el diagnóstico sobre la conflictividad social producto de la
oleada migratoria recién comenzó cuando los efectos de este proceso eran visibles y

53
sus consecuencias implicaban una preocupación central para las elites dominantes. Por
lo tanto, la educación patriótica comenzaba a ser uno de los elementos fundamentales
que contribuiría en la construcción de la identidad nacional. Concretamente la
enseñanza de la historia nacional mediante el estudio de próceres comienza a adquirir
relevancia y se extiende hasta los gobiernos radicales que, a través de la “Nueva
Escuela”, consolidaron este proceso. De ahora en más, los elementos proporcionados
por el dispositivo educativo suministraron un modo de entender la Nación que contiene
la diversidad y los conflictos sociales pero de un modo en el que los antagonismos
irreconciliables del pasado quedaban diluidos. Llamativamente, los procesos
migratorios sólo aparecerán débilmente en los manuales y libros de historia quedando
excluidos de la cuestión social y relacionada fundamentalmente a las colonias rurales y
en menor medida a la conflictividad de clase.

De esta manera, mediante el dispositivo educativo contribuye a construir una moral que
permite distinguir lo “bueno” de lo “malo”, lo “verdadero” de lo “falso”, siendo funcional a
las polos dominantes (Cohen, 2009). Sin embargo, para concretar el proyecto de
“argentinizar” al conjunto de la población existían algunas disposiciones prácticas como:
aspirabilidad, cultura del trabajo y patriotismo escolar que los argentinos “verdaderos”
debían incorporar.

La aspirabilidad implicaba que los estratos sociales inferiores y superiores podían


progresar de acuerdo a los límites establecidos por la dirigencia, la cultura del trabajo
se emparentaba con el despliegue del modelo agro-exportador, la creación de un
mercado nacional que necesitaba de sujetos disciplinados y el patriotismo escolar
garantizaba un conjunto de prácticas destinadas a reproducir la identidad nacional.

En última instancia, el “crisol de razas” permitía consolidar la identidad nacional


conciliando la diversidad étnica y cultural y atenuando el conflicto social. Si la represión
había sido un instrumento válido y legitimado por la elite política e intelectual, ahora era
necesario conciliar la heterogeneidad social mediante una invención que permitiera
establecer un régimen de gubernamentalidad efectivo.

En los discursos de los funcionarios del Poder Judicial, anteriormente citados, la


conformación de la identidad nacional aparece como un proceso carente de conflictos,

54
natural y espontáneo. Además, entendemos que al igual que la escuela, la institución
judicial establece criterios de verdad, ya que como planteamos anteriormente, se
encuentra atravesada por un código moral y hegemónico que refuerza determinadas
representaciones y que, en este caso, influye sobre la conformación de la identidad
nacional.

La explicación del proceso histórico contribuye a comprender cómo la representación


sobre el “crisol de razas” fue el resultado de una política tendiente a controlar,
disciplinar y expulsar a los colectivos migratorios. En principio, la Ley “Avellaneda”
prometía una política de puertas abiertas frente a las migraciones de ultramar primando
un criterio asimilacionista (Zapata Barrero, 2000) que otorgó la base legal necesaria
para consolidar un mercado nacional explotando las ventajas comparativas de la
Argentina respecto del contexto internacional mediante la exportación de materias
primas provenientes de las actividades agropecuarias. Sin embargo, el proyecto
migratorio trajo aparejado consecuencias indeseables porque los migrantes que
efectivamente arribaron llevaron a cabo acciones reivindicativas propias de ideologías
de izquierda en sus distintas vertientes que fueron identificadas como una amenaza
para el orden social. De este modo, el marco legal represivo antes mencionado se
conjugó con una política tendiente a idear una identidad nacional que aglutinara la
heterogeneidad étnica y cultural y atenuara la conflictividad social.

Las representaciones que conciben la identidad nacional como un “crisol de razas”


ubica la “mezcla” como el resultado de un proceso natural y espontáneo carente de
conflictos. Pareciera ser que fue y es necesario ocultar el exterminio de los pueblos
originarios y posteriormente el disciplinamiento y expulsión de los migrantes europeos
concebidos como perturbadores del orden social. La identidad nacional entendida como
mezcla étnica implica un modo asimilacionista de entender la diversidad cultural
naturalizando y aceptando la dominación social sobre los migrantes. Esto se debe a
que las representaciones que conciben la composición de la identidad por parte de
distintas nacionalidades provenientes de países del Sur de América no significa que esa
diversidad cultural sea aceptada, por el contrario la “mezcla” no supone necesariamente
integración social. De esta manera, las concepciones acerca del “crisol de razas”, que

55
se relacionan íntimamente con el proceso histórico antes descripto, en la actualidad se
replican haciendo referencia a las migraciones sudamericanas que conforman un
conglomerado cultural en el que no sólo no se distinguen sus especificidades, sino que
además se deja de lado el carácter asimétrico y antagónico que reviste la
interculturalidad. Como sostiene Cohen (2004), la “mezcla” se realiza en relación con lo
inferior, con aquello a lo que se le asignan atributos negativos y que, por lo tanto,
conforma un “nosotros” que constituye una identidad nacional deteriorada. Es que estas
representaciones se constituyen de un modo favorable a los polos dominantes
asociando los colectivos migratorios con determinadas características que serán
trabajadas detalladamente en el capítulo tres.

Por lo tanto, consideramos que las representaciones de los funcionarios poseen un


explícito asidero que se relaciona a un modo de pensar la interculturalidad encubriendo
las dificultades que las problemáticas migratorias acarrean para la institución judicial.
De este modo, el multiculturalismo representa un paradigma más amplio del que se
desprenden determinadas representaciones sobre la interculturalidad ocultando y
visibilizando algunos aspectos sobre ella.

De acuerdo a las interpretaciones de Bauman (2011), el multiculturalismo se compone


de tres elementos que conforman lo que el autor denomina “triángulo multicultural”. De
este modo, el Estado, la etnicidad homologada a la identidad cultural y la religión. Por lo
tanto, nuestro interés se centra en los dos primeros elementos. Esto permite poner al
descubierto cómo el multiculturalismo mediante el Estado (y algunas de sus
instituciones) favorece asimetrías respecto de las diferencias culturales y el modo en
que la etnicidad se naturaliza dejando de lado los aspectos construidos que influyen en
la conformación de la identidad cultural.

En este sentido como sostiene Zizek (2008) el multiculturalismo que, en apariencia,


promueve la integración social de aquellos sujetos cuya identidad cultural difiere de la
oficial, acepta las diferencias pero las percibe desde una óptica racista que legitima la
superioridad de la cultura dominante, asentándose en la defensa de las relaciones
sociales de dominación, el diferente puede expresarse en su ámbito privado o en la
esfera pública siempre y cuando sus prácticas sean toleradas por las imposiciones

56
dominantes. El multiculturalismo expresa la ideología de la globalización mediante el
cual los grupos dominantes imponen la propia cultura valiéndose de los derechos
universales.

Relacionándolo al caso argentino, Domenech (2003) sostiene que el multiculturalismo


esconde la problemática intercultural, presentándola sólo en términos de diversidad y
ajena a cualquier tipo de conflicto que se asiente en desigualdades sociales. De este
modo, el discurso sobre el “crisol de razas” por parte de los funcionarios del Poder
Judicial encuentra su principal asidero ideológico en el multiculturalismo. La diversidad
cultural es aquí entendida, al menos aparentemente, exenta de conflictos y jerarquías,
se trata de una combinación entre armonía y horizontalidad. Esto supone legitimar el
principal peligro del multiculturalismo: el encubrimiento de formas explicitas de violencia
y dominación de las relaciones interculturales y el fortalecimiento de una ideología
asimilacionista. (Grüner, 2002) (McLaren, 1997).

Siguiendo a Díaz Polanco (2006), las representaciones sociales de los funcionarios del
Poder Judicial, se emparentan a una concepción multiculturalista que anclada en una
perspectiva universal no hace más que ocultar un pensamiento particularista que
rechaza la diversidad cultural. En términos de Laclau (1996), lo universal es sólo un
particular que en un determinado momento se vuelve dominante. En este sentido, se
vuelve dominante en la medida en que delimita una identidad nacional con “olvidos” y
“silencios”.

La “mezcla”, entendida como “crisol de razas”, supone una aparente equidad entre
culturas que garantiza la diversidad y respeta los DD HH. Representa una construcción
sobre la identidad nacional fundamental, que olvida el pasado violento que han sufrido
los pueblos originarios y posteriormente los migrantes europeos para ser reemplazado
por un mosaico armónico que consolida lo que Domenech (2003) denomina “encanto
multicultural”.

Sin embargo, algunos discursos de los entrevistados, resultan aún más explícitos, la
“mezcla” de culturas se identifica como algo decididamente perjudicial para la identidad
nacional. Ante la aparente “mezcla”, como expresión de un “crisol de razas” que integra
las diferencias y las reivindica, en este caso el rechazo de la diversidad cultural queda

57
íntimamente asociado a la ilegalidad y a la falta de compromiso por parte del Estado en
lograr el fortalecimiento de la identidad nacional.

Y bueno, ahí tenés el mejor ejemplo que de la parte migratoria de la de la parte de la época de
la Segunda Guerra Mundial no? este… y esto creo que tiene que ver mucho con la idiosincrasia
de lo que es el argentino, siempre miramos para afuera y nunca para adentro porque no se
refuerzan, no hay una cultura nacionalista, no hay un respeto por la cultura argentina… tampoco
hay un plan de justamente de defensa de la identidad nacional, de defensa que puede partir de
la educación, todo lo que es la cultura argentina, por ejemplo por decirte algo, de las
determinadas zonas, de las determinadas regiones de la Argentina es mal visto que pertenece
al sector más pobre de la Argentina, sin ir más lejos de lo que es el folclore, del litoral las
chacareras o las zonas del litoral lo que son los chamamés y demás y quizás para la gente es
lo más bajo que puede haber y eso quizás se debe a que no hubo un, para mí no?, un plan
integrador justamente y la educación necesaria como para defender tu cultura y esto, te decía,
de la primer parte de la inmigración, a partir de ahí, siempre estamos mirando para afuera
nunca para adentro entonces nunca defendemos lo nuestro. (Secretaria del Juzgado, GBA.
Antigüedad en la función: 13 años).

No, no. Mezclarse, pero, siempre y cuando esté bien regularizado eso. Siempre y cuando esté
bien pensado. Sea una política, una política del Estado realmente. Que no vengan de manera
ilegal, que no vengan por sus necesidades, por falta..., o sea sus, necesidades de sus países
de origen, vengan a la Argentina en busca de ese trabajo que no consiguen. Pero, claro, acá
tampoco están bien las cosas, como te decía antes. Eh, se, se deriva en la ilegalidad. Entonces
creo que el Estado lo que tiene que estar es muy presente en esa cuestión, en regularizar esta
cuestión. Yo no digo ser, ni Estados Unidos, eh, sus políticas inmigratorias que son desde ya
muy fuertes y no estoy de acuerdo, pero tampoco creo que es libre albedrío. Me parece que
tiene que estar un poco más regularizado esta cuestión. Pero sí, por supuesto que me parece
una buena, me parece bueno estar con otras, con otras culturas, porque estar con otras
culturas, también es aprender, es conocer un poco más al otro. Es, es, un no ser tan cerrado.
Me parece que, que es bueno, pero siempre y cuando el Estado esté presente. Cuando el
Estado está presente las cosas salen bien. Cuando el Estado no está presente las cosas salen
mal. Es así de simple, creo que es una regla así de simple. (Oficial 1°, GBA. Antigüedad en la
función: 8 años)

58
No ninguna de las dos cosas. Lo que ayuda la identidad nacional, para fortalecer la identidad
nacional es conocer la historia argentina, conocer los héroes, conocer; es decir, si hubiera por
ejemplo más programas educativos, mejorar la educación. Si vos mejoras la educación, yo creo
que hay muy pocos chicos que hoy en día conozcan por ejemplo la marcha de San Lorenzo. Yo
por ejemplo, te decía que nosotros nos dedicamos a hacer conocer los derechos, los deberes,
hacemos todos los actos patrios hacemos un acto en la Plaza Vicente López que está acá en el
centro. Y viene, a veces lo hacemos con la policía de la comisaría 17, y viene la banda de la
policía. Yo por ejemplo, te decía que nosotros nos dedicamos a hacer conocer los derechos, los
deberes, hacemos todos los actos patrios hacemos un acto en la Plaza Vicente López que está
acá en el centro. Y viene, a veces lo hacemos con la policía de la comisaría 17, y viene la
banda de la policía, pero generalmente lo hacemos con una banda del colegio Don Bosco que
son chicos. Y la verdad te cuento lo que pasó el 17 de agosto. Fuimos el 16 porque este año
era feriado el 16. Nosotros vamos siempre. 9 de julio, 20 de junio, el 25 de mayo. Y los vecinos
se acercan. Se acercan y te digo la verdad, los chicos tocan y siempre viste, empezamos por
supuesto izando la bandera y el himno nacional. Y claro, vos ves una banda de chicos muy
linda que tocan el himno, y se acercan muchas familias de la zona con chicos chicos, porque a
los chicos les gusta ver eso. Este, no dejamos de tocar y cantar. Por supuesto que Aurora, el
Himno, este. Y siempre cantamos todos la Marcha de las Malvinas. Hay gente que llora, vos lo
tenés que ver cómo la gente se emociona y llora (Prosecretaria administrativa de la cámara,
CABA. Antigüedad en la función: 4 años)

Si bien estas representaciones refieren a aspectos distintos, las mismas ya no apelan al


“crisol de razas” como un modo de entender la conformación de la identidad nacional
presente. Observamos entonces una mirada que refiere al papel del Estado y su falta
de idoneidad a la hora de proteger y defender “lo nuestro”. De este modo, se
contempla, por un lado, la falla de las instituciones y fundamentalmente la institución
educativa en cuanto a su rol socializador que implica incorporar valores que fortalezcan
la identidad nacional y, por el otro, la legalidad como una condición para que dicha
“mezcla” ocurra dentro de un marco regulado por el Estado. Además, percibimos que
algunos discursos son portadores de una matriz que afirma “lo nacional” a partir de una
simbología patriótica. La “ritualización” de la identidad nacional se expresa mediante el

59
canto del himno y el izamiento de la bandera, siendo los sentimientos los que
contribuyen a construir un sentido de pertenencia común.

Está mirada que entiende la identidad nacional como un factor exclusivo de los nativos
posee características fuertemente excluyentes. En términos de Cea D’Ancona (2005)
existe un nuevo racismo con características más sofisticadas y encubiertas que asienta
sus principios en prejuicios sutiles que se asienta en la exacerbación de las diferencias
culturales, a diferencia del clásico racismo que toma las diferencias genéticas,
expresadas en rasgos fenotípicos. Volveremos más adelante sobre esta cuestión. Lo
importante en este momento del análisis es caracterizar estas representaciones como
un modo de entender la “mezcla”, la diversidad cultural de manera esencialmente
negativa y cuyo impacto sobre la identidad nacional resulta perjudicial. Asimismo, los
discursos que apelan al “crisol de razas” para comprender la identidad nacional también
se encuentran racializados, aunque de un modo diferente. Esta idea sobre la
conformación racial ignoraba el exterminio de los pueblos originarios durante el siglo
XIX y además empañaba los conflictos que generó la llegada de migrantes europeos.
Sin embargo, la racialización del territorio es interpretada como algo positivo anclado en
un pensamiento eurocéntrico que asocia “lo europeo” a la edificación de la Nación
desprovista de conflictos. En términos de D’Ancona (2005), este nuevo racismo
relaciona el deterioro de la identidad nacional al incremento de los flujos migratorios. El
“desconocimiento mutuo” que caracteriza los vínculos interculturales favorece la
formación de prejuicios. En este caso, la distancia social entre los funcionarios del
Poder Judicial y los colectivos migratorios sudamericanos establece la conformación de
una mirada respecto de la identidad nacional que no los incluye.

En este sentido, los aportes de Wieviorka (1992) giran en torno a comprender el


racismo desde una dimensión simbólica e intangible. Las instituciones estatales se
encuentran impregnadas de discursos que reproducen matrices racistas, sin embargo la
complejidad radica en poder esclarecer y delimitar esos discursos que se encuentran
entrelazados, naturalizados y ocultos.

Estas consideraciones resultan indispensables a la hora de estudiar las


representaciones sociales que circulan en el Poder Judicial acerca de los migrantes

60
externos. Siguiendo a Wieviorka (1992), los discursos de los entrevistados poseen
componentes de racismo simbólico e institucional que rechazan los estereotipos y las
formas más aparentes de discriminación social manteniendo las condiciones de
dominación mediante clasificaciones dicotómicas que inferiorizan a los culturalmente
extraños. De esta manera, este racismo sólo puede darse en determinadas capas de la
sociedad en las que se intentará racionalizar la postura dominante sobre las
problemáticas sociales de muy importante alcance y cuyo conflicto es evidente.

Los discursos de los funcionarios del Poder Judicial se enmarcan en un racismo


institucional no declarado, oculto e intangible. Se distingue claramente del racismo
anclado en nociones biológicas, abierto y explícito, el racismo que observamos en las
representaciones del Poder Judicial hace al funcionamiento de la institución como
propiedad inherente a una determinada estructura que consolida la jerarquía y la
dominación social. Por eso mismo, este racismo se vincula a las asociaciones entre
nacionalidades de los migrantes sudamericanos y la consolidación de matrices
culturales que representan las causas de comportamientos sociales extraños y
amenazantes.

Puntualizando detalladamente esta cuestión, el racismo biologicista y evidente, que


perduró fuertemente hasta la primera mitad del siglo XX, pareciera ser que se ha
reconvertido dando lugar a un conjunto de representaciones y discursos que mediante
otras categorías contribuyen, en este caso, a transformar las relaciones interculturales
en relaciones de dominación.

Siguiendo las consideraciones de Tguief (1998) resulta fundamental distinguir “(…) el


racismo clásico, biológico e inequitativo del neo-racismo, diferencialista y cultural, que
no biologiza lo diferente (…)” (4).Tal como lo sugieren los lineamientos teóricos de
Wieviorka (1998):

“(…) el racismo consiste en caracterizar un conjunto humano mediante atributos naturales,


asociados a su vez a características intelectuales y morales aplicables a cada individuo
relacionado con este conjunto y, a partir de ahí, adoptar algunas prácticas de inferiorización y
de exclusión. (13).
Se trata entonces de caracterizar las representaciones señaladas anteriormente
mediante un racismo anclado en principios culturales. Este desplazamiento de lo

61
biológico hacia lo cultural se emparenta, como lo señalamos anteriormente, con un
contexto histórico que adopta el discurso de la tolerancia hacia las diferencias. Sin
embargo, la tolerancia expresa una forma de rechazo que tal como lo plantean
Tavernelli y González (2010) ilustran el carácter de inevitabilidad y naturalidad de las
desigualdades sociales inscriptas en rasgos culturales de los migrantes. Al respecto,
Balibar (1991) clarifica este tipo de racismo denominándolo diferencialista, en el que
nuevamente se abandonan las jerarquías biologicista aceptando las diferencias
culturales bajo la apariencia de una tolerancia que implica, en otras palabras, aceptar
las diferencias dentro de un marco asimilacionista que permite la cultura de los extraños
siempre y cuando ésta no incida en el orden social hegemónico. Se trata entonces de
una naturalización de los patrones culturales que, cuando no se adaptan a la pauta
cultural establecida, devienen en patológicos.

De esta manera, el racismo institucional clasifica a la población nativa y migrante de


acuerdo a criterios dicotómicos que constituyen una interculturalidad antagónica. El
mecanismo fundamental que subyace a estos procesos radica en la conformación de
una identidad nacional que segrega a los “no nacionales”. Este racismo difícilmente
perceptible posee consecuencias notables en el tratamiento de la interculturalidad. Por
eso mismo, la falta de presencia o la ineficacia estatal se traduce en el impedimento
que se focalice en construir una identidad nacional que integre a los colectivos de
migrantes pero negándolos, asimilándolos a los patrones culturales dominantes propios
de la sociedad receptora.

Por último presentamos un cuadro que permite de modo esquemático identificar las
principales categorías que refieren a la dimensión anteriormente trabajada.

Cuadro N° 1. Representaciones sociales de los funcionarios del Poder Judicial respecto


de la identidad nacional según sus categorías.

Dimensión Categorías

62
“Crisol de razas”
- Proceso natural
- Deshistorización
- Mezcla
- Integración

Identidad nacional “Racismo institucional”


- Afirmación de la simbología
nacional
- Control y sospecha sobre lo
diferente
- Desintegración

Capítulo 2
La ciudadanía en cuestión: el migrante como sujeto portador de derechos
diferenciados

El presente capítulo reflexiona acerca del concepto de ciudadanía, atendiendo su


complejidad a la hora de ser aplicado dentro de las problemáticas migratorias y el modo
en que los funcionarios del Poder Judicial piensan esta categoría en relación a los
colectivos migratorios. De este modo, se realiza un recorrido por aquellas tradiciones
teóricas clásicas que han pensado el concepto y además se presentan algunas
discusiones de carácter actual que plantean modificaciones al concepto de ciudadanía
tradicional debido a la emergencia de la globalización y la presencia de migrantes que
contribuyen a poner en cuestión esta categoría.

Además, caracterizamos las representaciones sociales de los funcionarios del Poder


Judicial respecto del acceso a derechos por parte de los sujetos migrantes.

Reconstruyendo la noción de ciudadanía

63
La ciudadanía, los estados y las migraciones constituyen un núcleo problemático y de
importante relevancia tanto para las sociedades receptoras como para las ciencias
sociales. Según Nejamkis (2011) reflexionar acerca de la noción ciudadanía y
migraciones supone desentrañar un dilema al que los estados liberales se enfrentan
desde hace algunas décadas (Zapata Barrero, 2001). Es que la soberanía estatal exige,
por un lado, la legitimidad del respeto de los derechos anclados en la ciudadanía y, a la
vez, representa un mecanismo legal que permite discriminar a los nacionales de
quienes no lo son.

Ante esta disyuntiva Mezzadra (2005) afirma que el Estado Nación ante la permanencia
de extranjeros en su territorio debe aclarar los términos de inclusión y exclusión dentro
del espacio de la ciudadanía. Sin embargo, es en el caso de los extranjeros donde se
sanciona en última instancia la forma específica de equilibrio entre universalismo de los
derechos y particularismo de la pertenencia definida por la ciudadanía.

Si bien, ciudadanía y nacionalidad refieren ambas al Estado nacional, cada uno de ellos
refiere a distintos aspectos. Claro está que ambos identifican el estatus legal,
determinan un conjunto de derechos y obligaciones aunque también se relacionan con
la identificación con una determinada comunidad política (Marshall, 1992) de un
individuo en términos de su pertenencia al Estado, pero la nacionalidad tiene como
marco la dimensión jurídica internacional cuyo contexto es el interestatal, mientras que
la ciudadanía se limita mayormente a la dimensión nacional (Sassen, 2010).

Por otra parte, los cambios en la institución de la ciudadanía, en lo que respecta a las
enunciaciones formales y los establecimientos nacionales tienen consecuencias para la
definición del migrante. Si bien la ciudadanía es una dimensión desde la que es posible
analizar la cuestión de los derechos, las migraciones representan una dimensión que
permite comprender las limitaciones y contradicciones de la pertenencia al
Estadonación. “A diferencia del “ciudadano”, el migrante o, de forma más general, el
extranjero es concebido en el derecho y mediante las políticas como sujetos parciales”.
(Sassen, 2010: 368-369). (Gonza, Lanzetta y Perez Ripossio, 2015).

Por ciudadanía entendemos una noción ligada a los derechos individuales y a la


pertenencia a una determinada comunidad (Kymlicka y Norman 1997). De este modo, la

64
ciudadanía no refiere sólo a una dimensión individual también incluye la participación
política en la sociedad. De modo complementario, Held (1997) piensa la ciudadanía
íntimamente ligada al conflicto entre clases sociales, en una primera instancia cuando la
burguesía se constituyó como clase dominante entrando en contradicción con el antiguo
régimen, luego como un intento de reconciliar el antagonismo de clase surgido a partir
del ascenso del proletariado como actor político preponderante. (Perez Ripossio,
2014a)

A estas consideraciones, es importante sumarle otras que en la actualidad proponen


modificar este concepto.

Nuevas formas de ciudadanía en el marco de la globalización

De este modo, Wihtol de Wenden (2013) cree que han comenzado a surgir nuevas
formas de ciudadanía ligada a lo transnacional que colaboran en el resquebrajamiento
de las antiguas concepciones de ciudadanía nacional debido a las transformaciones
económicas, sociales y políticas y a la fluidez de la movilidad poblacional. Estudios
actuales, como los de Mezzadra (2012), proponen una definición distinta del concepto
de ciudadanía en el marco de la sociedad global. El autor, cree que las prácticas y
reivindicaciones de aquellos que jurídicamente no son ciudadanos los coloca de todas
maneras en el terreno de la ciudadanía. De este modo, la situación de irregularidad de
los migrantes no debería caracterizarse tanto según las disposiciones legislativas sino
de acuerdo a su capacidad de movilización y su efecto en el reconocimiento de sus
demandas. La orientación del reconocimiento legal por parte del Estado podría
comenzar a quedar desplazada por las posibilidades de los migrantes de legitimar sus
iniciativas dentro del escenario público. En este sentido, Mezzadra (2005) cree que la
crisis de la ciudadanía abre la posibilidad de realizar nuevas interpretaciones. De este
modo, ya no es suficiente entender la ciudadanía como el posicionamiento de los
sujetos frente al Estado que antepone “ciudadano” a “extranjero” delimitando un
“adentro” y un “afuera” desdibujado. Así, considera que se está gestando, al interior de
Europa, la tendencia a garantizar derechos a los migrantes más allá de su admisión o

65
no al estatus de ciudadano. Pareciera ser que comienza a existir una escisión entre
Estado, Nación y ciudadanía cuyo riesgo consiste en la delimitación sobre a qué
derechos y cuáles no podrían acceder los migrantes, generando el riesgo de constituir
una ciudadanía de segunda categoría.

En un sentido similar, Benhabib (2004) afirma que la globalización debilita las funciones
estatales necesarias para garantizar la soberanía provocando que determinados modos
de categorización como la ciudadanía comiencen a ser permeables pero, a la vez,
reafirmando su rol como actor principal para garantizar la territorialidad y establecer
quiénes pueden acceder a derechos y quiénes no.

Manteniendo un enfoque que otorga primacía a las instancias productivas del ejercicio
del poder, a Caggiano (2008) le preocupa examinar este mecanismo, más que
centrándose en el goce de derechos o no, en tanto factor que opera en la producción de
sujetos sociales y políticos. Para el autor, a partir de la configuración de una ciudadanía
migrante restringida es que piensa la figura – recuperando a Giorgio Agamben – del
abandonado, aquel sujeto que resulta de la operación de inclusión por medio de la
exclusión: “aquellos sobre quienes recae la restricción de la ciudadanía son el afuera
del adentro y, al encarnarlo, recuerdan a los demás ese afuera” (Caggiano, 2008: 41)
(Perez Ripossio y Abiuso, 2014a). Consideramos que no se puede reducir la
multiplicidad de mecanismos de regulación social a la producción de una única
subjetividad; más bien, serían múltiples, diversos y variados. Por lo tanto, Caggiano
(2008) afirma que tanto la lucha por la conquista de derechos, como la existencia de
obstáculos formales, jurídicos o administrativo para el goce de determinados derechos
construyen sujetos. En ambos casos, se definen status y pertenencias. Mientras que en
el primero se trata de sujetos de derecho, en el segundo de los casos estamos ante la
emergencia de pertenencias desviadas, en otras palabras, este mecanismo produce
sujetos en los cuales su ciudadanía se encuentra restringida. Esta última es la
contracara de la ciudadanía, pero también una de sus patas constitutivas, forma parte
del proceso general de ciudadanización. Ahora bien, ¿Cómo se constituye la
ciudadanía migrante como ciudadanía restringida? (Perez Ripossio y Abiuso, 2014a).

66
En otras palabras, la ciudadanía restringida se asienta en un fundamentalismo cultural
que, según Caggiano (2008) y, recuperando las interpretaciones de Stolcke (1995),
comienza a tener importancia a partir de la segunda mitad del siglo XX con la caída del
nazismo, la descolonización de África y el sudeste asiático y los procesos reivindicativos
del movimiento negro en Estados Unidos y Sudáfrica que, entre otros factores,
modificaron el carácter del racismo. De este modo, la inferiorización justificada
naturalmente es abandonada y reconvertida en términos culturales, trazando territorios
que incluyen y excluyen según una perspectiva fuertemente etnocéntrica.

En el siguiente apartado analizamos, a partir de evidencia empírica, la forma en la cual


opera el mecanismo de restricción de ciudadanía en el marco de la mirada que el poder
judicial reconstruye con respecto a los colectivos migratorios sudamericanos.

El dilema migraciones/ciudadanía: reconstruyendo la trama discursiva de


los funcionarios del Poder Judicial

El tratamiento de la diversidad cultural por parte del Estado exige reconstruir una
multiplicidad de perspectivas que reflexionan acerca de cómo la sociedad receptora y
fundamentalmente sus instituciones plantean los vínculos con la alteridad. Si bien
podemos distinguir distintos enfoques, cabe destacar que éstos expresan modelos
“ideales” que suelen conjugarse y articularse de diverso modo. Los modelos
fundamentales a los que hacemos referencian son: el asimilacionista, el integracionista
y el autonómico (Zapata Barrero 2000). El primero, se encuentra cimentado por la
ideología liberal, marcado por una impronta de carácter multicultural que rechaza la
diversidad cultural en la esfera pública permitiendo sólo las prácticas culturales de los
migrantes en la esfera privada. Rechaza la participación política y cultural de cualquier
cultura ajena a la nativa. El segundo, aprueba una mayor participación de los migrantes
en la vida pública (aunque no en la esfera política) logrando que algunas demandas
puedan ser tenidas en cuenta siempre y cuando no impacten en los fundamentos
últimos de la sociedad receptora. Por último, el enfoque autonómico promueve la
participación de los migrantes en la ciudadanía y, por lo tanto, admite la participación

67
política, social y cultural de aquellos en la vida pública de una sociedad. (Perez
Ripossio, 2014b).

Más allá de estas consideraciones teóricas, que nos permiten acercarnos a la evidencia
empírica, nos focalizamos en hacer visible aquellos discursos de los funcionarios del
Poder Judicial que responden al interrogante que establece si el Estado debería
otorgarles prioridad a sus ciudadanos respecto de los colectivos migratorios. De este
modo, el interrogante interpela a los entrevistados respecto del acceso a derechos por
parte de los sujetos migrantes. Permitiendo vislumbrar, por un lado, la tensión existente
entre la ciudadanía como categoría central y los colectivos migratorios y, por el otro, la
discrepancia de los fundamentos de la actual legislación migratoria y las
representaciones de los funcionarios respecto de ellos. En el presente capítulo nos
centraremos en caracterizar la primera tensión, en el cuarto capítulo se trata la cuestión
de la legislación migratoria y las representaciones de los entrevistados respecto de la
misma.

Puntualmente en esta investigación nos focalizamos en el Poder Judicial entendiendo


que la desigualdad social entre nativos y migrantes en tanto colectivos, cuya relación
social posee las características de ser antagónica, asimétrica y conflictiva, se expresa
en los discursos de los funcionarios de esta institución legitimando la desigualdad entre
nativos y migrantes respecto del acceso a derechos. De acuerdo al recorte analítico que
proponemos en esta tesis, las prácticas o discursos de los sujetos excluidos, en este
caso los migrantes, no representan un interés investigativo para este fin. Preferimos
centrarnos en aquellos sujetos que producen la desigualdad haciendo visibles sus
discursos y no ahondando en los sujetos excluidos sobre la cual existe una abundante
producción teórico-empírico al respecto.

En este punto planteamos en las entrevistas realizadas a los funcionarios el siguiente


interrogante: Teniendo en cuenta que el Estado tiene recursos escasos y que la
pobreza en la Argentina tiene índices alto, ¿El Estado debería dar prioridad a sus
ciudadanos?

68
Precisamente, porque somos los que tenemos que tener primer cobija del estado y después,
por supuesto que los demás sí, pero pasa en todos lados del mundo, creo que por
reciprocidad, si vas a España y te querés hacer atender en el hospital si no tenés la tarjeta
social porque no pagas impuestos, que sé yo, no te van a atender y si vas a cualquier otro país,
pasa lo mismo, estamos hablando de países del primer mundo, y si vas a Bolivia, Paraguay,
cualquiera, va a pasar lo mismo, pero acá por ejemplo, vas a un hospital y van personas de
diferentes partes de Latinoamérica a atenderse y porque es gratuito y porque y ni siquiera
demuestran que viven acá, vienen directamente a… lo he visto en el Garrahan, por ejemplo,
no? Gente, de todas partes, no yo creo, en ese sentido, si, para recibir, creo que para tener
derechos primero tenés que tener obligaciones y deberes y muchos vienen y ni tienen
obligaciones como ciudadanos ni deberes entonces no pueden pretender tener los mismos
derechos que nosotros. (Fiscal, GBA. Antigüedad en la función: 10 años)

Sí, sí, por supuesto…a sus nativos no a sus inmigrantes. Sí, por supuesto, en principio. Y sí, sí,
claro que sí. Es más tiene que pensar en, en, en esta población en la población argentina ante
todo. Es mucha, mucha la pobreza que hay, es muchísima la pobreza que hay, no sólo la
pobreza, sino también la indigencia, con lo cual, sí por supuesto, se tiene que ocupar netamente
de eso…Más que en los inmigrantes. (Oficial 1°, GBA. Antigüedad en la función: 8 años)

Sí, pienso que sí, tendría que primero… sí, pienso que sí, sí porque sí, suena medio xenófobo
(ríe), pero creo que realmente, por lo que conozco, creo que sí, hay mucha gente de acá que
tiene terribles necesidades (Perito, GBA. Antigüedad en la función: 21 años)

Si, definitivamente, es muy duro pero si. Si la verdad que es durísimo, pero si, sin lugar a duda
pienso que si, que debemos darles prioridad a nuestros ciudadanos, inclusive creo que
nosotros debiéramos generar algún tipo de convenio para toda la atención sanitaria que
hacemos a extranjeros tratar de cobrársela al país extranjero de alguna manera.

Yo creo que primero hay que atender al Argentino y después hay que atender al migrante, que
por supuesto las emergencias hay que atenderlas siempre sin ningún lugar a duda, eso desde
ya, y creo que habría que generar algún tipo de convenio para tratar de cobrarle al país, al país
extranjero. Porque se ve que en los hospitales van… La incidencia es casi de un 60 %.Ah
importante, claro Y en educación también es importante…

Y es un impacto presupuestario muy importante, que es una realidad que no se puede obviar
¿Qué vas a hacer? ¿Le vas a decir vallase a su casa? No se puede hacer. Hay que tratar de

69
generar un convenio o algo, algún tipo de acuerdo para que aunque sea una parte se hagan
cargo, sobre todo teniendo en cuenta que uno va a su país no tenes la misma recepción ¿no?

Si eso también pasa, hay muchos específicos que vienen solamente a operarse, no solo que ya
son habitantes de la Cuidad o de Argentina que ya viven acá, sino que vienen específicamente
a operarse o a hacer algún tipo de intervención al respecto, si también pasa. (Secretaria
Judicial de Derechos y Garantías, CABA. Antigüedad en la función: 6 meses)

Los discursos anteriormente citados ilustran el modo en que los funcionarios del Poder
Judicial entienden la relación entre migraciones y ciudadanía. Ante el interrogante
planteado se intenta establecer si existe en los discursos un trato tajantemente
diferencial hacia los migrantes externos respecto de los nativos. En este sentido,
percibimos que el acceso a derechos esenciales en el caso de los colectivos migratorios
es entendido como un factor abusivo por parte de ellos, una forma más en la que la
intrusión se hace presente. De esta manera, se genera una modalidad de ciudadanía
devaluada, diferenciada (Begala, 2012) y restringida (Caggiano, 2008) que entorpece la
igualdad en términos jurídicos de los migrantes respecto de los nativos.

Sin lugar a dudas, podemos complementar este análisis en relación con los capítulos
anteriormente trabajados. La representación que caracteriza a los migrantes
sudamericanos con el aprovechamiento de los servicios públicos suele aparecer con
frecuencia en el discurso de los entrevistados. Específicamente, se hace referencia al
acceso a la salud y en relación a otros países europeos y sudamericanos en los que
subyace esta categoría de restricción de la ciudadanía. En este sentido, se destaca el
trato desigualitario que deberían recibir las personas migrantes, respecto de los nativos
en referencia a derechos sociales fundamentales como el derecho a la salud. La
prioridad en el acceso a derechos por parte de los nativos respecto de los colectivos
migratorios se percibe como una necesidad ante la supuesta falta de recursos que
posee el Estado. El aprovechamiento implica hacer uso de las ventajas que proporciona
el país mediante una suerte de astucia en el ejercicio ciudadano que toma en cuenta
sólo los derechos, desconociendo las obligaciones. Nuevamente, se destaca el arraigo
de los migrantes con sus países de origen cuando se afirma: “vienen solo a operarse”
ignorando la complejidad de las trayectorias migratorias y separando tajantemente lo
nacional de lo extranjero y caracterizando la realidad social de los migrantes de un

70
modo que pareciera desconocer las dificultades del proyecto migratorio y su pluralidad
de causas.

Para concluir con el análisis de las características fundamentales de estos fragmentos


es importante destacar qué sentido de pertenencia se le otorga a los sujetos migrantes
en el marco de la sociedad receptora. La prioridad otorgada a los nativos en el acceso a
derechos significa considerar las diferencias culturales como desigualdades. Así, la
prioridad refleja privilegios que se otorgan por pertenecer a la comunidad nacional
anclada en pilares históricos anteriormente descritos. Como sostiene Penchaszadeh
(2012) conceptualizar la pertenencia resulta complejo sin caer en elaboraciones
esencialistas. Por eso mismo, se dejan de lado las concepciones estáticas de la
pertenencia, que delimitan lo nacional de lo extranjero en términos históricos, políticos y
geográficos con el objetivo de poner en diálogo las categorías de residencia y
ciudadanía. Por consiguiente, es importante remarcar que urge la necesidad por parte
de las sociedades receptoras a nivel mundial de delimitar con mayor precisión el acceso
a derechos por parte de los colectivos de migrantes. Esto resulta problemático debido a
que los estados exigen para el ejercicio pleno de la ciudadanía (sobre todo en lo que
respecta a los derechos políticos) la nacionalización de las alteridades, factor que no es
siempre factible de realizarse, ya sea por la condiciones que imponen los estados, o por
las intenciones y voluntades de los migrantes. Se trata entonces de problematizar la
ciudadanía como el simple reflejo de una pertenencia acreditada por las autoridades.
En otras palabras, se busca introducir la dialéctica de la “(…), territorialización de la
residencia, políticas internas de la “pertenencia” (“aquí vivo, aquí voto”) y, por otro,
desterritorialización de la ciudadanía, políticas externas de la pertenencia (“aquí vivo,
allá voto”)” (Penchaszadeh, 2012: 42). De este modo, la soberanía de los estados
marcaría un límite hacia dentro de sus fronteras en el que efectivamente la ciudadanía
delimitaría aquellos que son portadores de ella y quiénes no lo son. Por último,
consideramos que las representaciones de los funcionarios subyace una concepción de
“pertenencia acreditada” que ignora la compleja trama de la interculturalidad, ubicando
a los migrantes en un lugar en que el reconocimiento de sus derechos depende en gran
medida de cómo los define la estatalidad.

71
Más allá de estas reflexiones podemos sostener que las representaciones de los
funcionarios respecto de la ciudadanía y el acceso a derecho por parte de los colectivos
migratorios no son homogéneas, al contrario, observamos matices que se observan en
los fragmentos de entrevistas citados a continuación:

No. Yo no pienso que a sus ciudadanos, no. Tiene que dar prioridad a, a las cuestiones sociales
sin distinguir si viniste de allá o de otra nación. Son seres humanos eh, tiene que dar prioridad a
la cuestiones sociales, eh, económica, a todo tipo, pero personas. (Oficial 1°, GBA)

No. No. Definitivamente, no. En realidad, eso tiene que ver con de nuevo, si queremos hacer
eso modifiquemos la Constitución, cambiemos las leyes migratorias, eh, modifiquemos toda una
política. Si nosotros vamos a seguir con los ideales de la Constitución: de libertad, de un lugar
donde puedan venir todas las personas del mundo, hay que hacerse cargo, más allá de todas
las restricciones que tengamos, de esa situación. Yo creo que no, eh, de ninguna manera. Y
vos fijáte que, en realidad, las políticas aspirables en esta materia, que tienen que ver con el
desarrollo, con situaciones estructurales, naturalmente no podrían hacer distinción. Es decir, si
vos trabajás sobre generar empleo, generar desarrollo, generar centros urbanos a lo largo y
ancho del país, entregar tierra Es decir: generás mecanismos válidos de desarrollo Es decir,
son mecanismos en donde, en definitiva, eh, libremente, la gente va a ir o va a participar de
esos mecanismos o de esas actividades. Y ahí, a lo mejor se presenta un argentino, un
paraguayo, un boliviano, un chileno, un uruguayo, lo que sea. En definitiva me parece que no,
me parece que no. Definitivamente, no. (Fiscal, CABA. Antigüedad en la función: 22 años)

No, no. Me parece que no. Me parece que, a ver, me parece que ya hay que superar eso. Es
una región completa que tiene las mismas necesidades y que está tratando de integrarse
económicamente. Me parece que parte de la integración económica tiene que ver con fijar
políticas de salud, educación y de seguridad que sean acordes a la región. Me parece que es
casi como ridículo generar por nacionalidades una diferencia. (Secretaria, CABA. Antigüedad en
la función: 20 años)

No, no constitucionalmente. Nuestras garantías constitucionales ponen en pie de igualdad a


cualquier extranjero que quiera venir a habitar el suelo argentino desde el preámbulo. (Fiscal
Coordinador, CABA. Antigüedad en la función: 12 años)

Si tomamos como referencia los discursos de los funcionarios del Poder Judicial
encontramos una fuerte tensión entre el enfoque asimilacionista y el integracionista. Si

72
bien, la ciudadanía se asocia a los derechos y a la igualdad de los mismos para todos
los ciudadanos, también se encuentra ligada la Nación, en tanto comunidad política,
social y cultural relacionada a un determinado territorio. El aspecto integracionista se
expresa en los discursos anteriormente citados, en lo que hace principalmente a la
igualdad de derechos entre nativos y migrantes. Se destaca que, más allá de la
procedencia y de la situación de regularidad o irregularidad migratoria, los migrantes
deben gozar de los mismos derechos que los nativos y su cumplimiento debe ser
efectivo. Estos fundamentos que establece la actual legislación migratoria y que
demuestran que las concepciones sobre la interculturalidad son complejas, quedan
también reflejadas al interior del campo jurídico. Por eso mismo, la lectura que se
realiza sobre los procesos migratorios responde a una trama que se ha ido
constituyendo históricamente. Destacamos entonces la legislación migratoria, que será
analizada posteriormente, pero que en este caso demuestra que la acción llevada a
cabo por distintos actores de la sociedad civil y que se ha plasmado en la presente ley,
impacta en el Poder Judicial oponiendo visiones que ilustran persistencias y rupturas.

Apelar al trato igualitario de las instituciones sobre la población, más allá de su


condición étnica o de su situación legal, apelando a la constitución supone focalizar la
mirada en el Estado y su capacidad o nó para generar recursos y distribuirlos de
manera tal que el conjunto de la sociedad puede acceder a ellos y no culpabilizar y
controlar a los colectivos migratorios a modo de “chivo expiatorio”. Por eso mismo, uno
de los entrevistados afirma explícitamente que la prioridad debe estar orientada a las
cuestiones sociales y no a las nacionalidades y, en el mismo sentido, el fiscal, cuyos
fragmentos de entrevistas se encuentran citados en segundo lugar, establece las
garantías constitucionales como primordiales y orienta su mirada hacia los mecanismos
que puedan situarse en construir una sociedad con menos desigualdades.

Si bien, nuestro análisis admite matices, expresados en las representaciones sociales


analizadas, observamos en éstas, dificultades fundamentales a la hora de pensar en
términos igualitarios el acceso a derechos por parte de los migrantes y nativos. Ahora
bien retomando algunos de los interrogantes centrales de la tesis: ¿A qué se debe la
construcción del migrante como ciudadano restringido?

73
Retomando a Boaventura de Sousa (2003) caracterizaremos los procesos de
desigualdad y exclusión social que atraviesan la problemática migratoria. De este modo,
el autor considera que en América Latina el colonialismo generó mecanismos
excluyentes mediante la raza expresando una concatenación de elementos excluyentes
y a la vez desigualitarios. El racismo es, sin duda, una conformación híbrida entre estas
dos dimensiones que atraviesan a la sociedad moderna capitalista. La jerarquización de
razas marcada por el determinismo biológico permitió legitimar el colonialismo europeo
que, mediante la esclavitud, consintió el desarrollo del capitalismo incipiente y
esencialmente mercantil.

Por otra parte, creemos que el fenómeno migratorio se encuentra relacionado al


racismo como criterio clasificatorio de las poblaciones. Según Quijano (2000) la idea de
raza fue asumida por los europeos durante la conquista de América como un nuevo
modo de establecer un patrón mundial de poder que, asentado en la diferenciación de
una aparente estructura biológica entre los indígenas y los europeos, apuntaba a
legitimar relaciones sociales de dominación. Por eso mismo, retomamos estas
consideraciones, para entender cómo en las representaciones del Poder Judicial aún
persiste una matriz post-colonial que mediatizada por la idea de raza caracteriza de un
determinado modo a los migrantes sudamericanos. Así, la dominación colonial europea
sobre los indígenas fue legitimada mediante una concepción racial que permitió
efectivizar la constitución de relaciones sociales de dominación. De este modo, partimos
de la apreciación que entiende que esta matriz se encuentra presente en la institución
judicial influyendo en la conformación de representaciones sociales que categorizan
dicotómicamente a la población nativa respecto de la migrante, constituyendo una
relación social asimétrica en la que la noción de raza cobra una relevancia notable y
que permite, en última instancia, que los migrantes sudamericanos no puedan ejercer
sus derechos. (Perez Ripossio, 2016).

Siguiendo a Fields (1990), la raza refiere a una ideología que surgió históricamente y
que, por lo tanto, no es una propiedad innata o natural. De esta manera, uno de los
elementos del racismo que apuntan a su naturalización e invisibilización se relacionó a
la supuesta “purificación” de la sangre de los indígenas mediante el “mestizaje”. Sin

74
embargo, este mestizaje no representó una sociedad mestiza, cuya principal premisa
radicaría en fomentar la integración social. En otras palabras, existió el “mestizaje” pero
esto no significó la integración social y cultural. (Böttcher, Hausberger y Hering Torres,
2011). Por eso mismo, los autores citados creen que la “sangre” representa un modo de
organizar las relaciones sociales atravesadas por jerarquías y antagonismos.

Tomando como referencia las interpretaciones de Wieviorka (1992), pensamos que el


prejuicio se encuentra inserto en las relaciones interculturales, otorgándole fundamento
y legitimidad a la dominación social. A tal efecto, el prejuicio permite otorgarle a los
polos dominantes una racionalidad en su postura que posibilita, por un lado, reforzar y
mantener la dominación y, por el otro, salvaguardar la segregación de los polos
dominados. De este modo, el prejuicio es constitutivo de identidades sociales que se
configuran de modo asimétrico y antagónico permitiendo establecer procesos de
comunicación y caracterización social que fragmentan a las poblaciones estableciendo
fronteras simbólicas (Balibar, 2005) que contribuyen a esta separación y establecen
dicotomías y asimetrías que configuran el escenario intercultural. En otras
oportunidades el prejuicio más que una diferenciación entre desiguales que apuesta a
reforzar posicionamientos sociales responde a la necesidad de determinados grupos
desfavorecidos en la escala social de generar distancia y superioridad respecto de los
grupos segregados, en este caso los migrantes externos. Por eso mismo, algunos
sectores de la sociedad civil mediante sus discursos expresan esta forma de prejuicio
inherente a una escala social entre semejantes, a diferencia del Poder Judicial que
creemos que la pertenencia institucional marca una distancia entre desiguales que, a la
vez, es reforzada mediante las representaciones sociales del carácter antes
mencionado. (Perez Ripossio, 2016).

Siguiendo a Balibar (2005), las fronteras simbólicas refuerzan desigualdades sociales


delimitando lo propio de lo ajeno, lo nacional de lo extranjero. Estas diferenciaciones
delimitan territorios que se constituyen de manera invisible dotando la interculturalidad
de un determinado orden que le otorga fundamentos a las representaciones
anteriormente señaladas, de manera tal que se define de una forma específica la
participación en el acceso a derechos por parte de los migrantes. En otras palabras, las

75
fronteras nacionales, que se expresan geográficamente y que permiten de un modo
efectivo diferenciar a los nativos de los migrantes, se conjugan de acuerdo a criterios de
normalidad-desviación con fronteras de carácter intangible que legitiman la exclusión de
la alteridad de determinados derechos sociales, en este caso, el derecho a la salud.

Por último, entendemos que la desigualdad y exclusión social de los migrantes reflejan
la dificultad por parte de éstos de concretar un ejercicio pleno de la ciudadanía.
Retomamos el prejuicio como categoría fundamental realizando una primera
aproximación a la comprensión de las relaciones interculturales que representa un
modo de organizar las relaciones entre nativos y migrantes. Un modo en el que el
racismo en sus distintas expresiones se hace evidente permitiendo ser identificado
aunque elucidarlo siempre resulta problemático debido a que estos discursos se
encuentran fuertemente enquistados en el sentido común. En definitiva, el prejuicio
refuerza un determinado orden social fragmentando por la necesidad de consolidar
posicionamientos asimétricos ya establecidos y también de instaurar diferencias entre
semejantes lo que permite que los grupos segregados mantengan su posición de
dominados. Conformadas las relaciones interculturales de este modo, queda poco
espacio para pensar la ciudadanía de una manera que no restringa o dificulte el acceso
por parte de los migrantes sudamericanos. De este modo, percibimos en las
representaciones sociales de los funcionarios del Poder Judicial, más allá de algunos
matices, discursos que legitiman los obstáculos del acceso a derechos por parte de los
migrantes.

Cuadro N° 2: Representaciones sociales de funcionarios del Poder Judicial respecto de


la ciudadanía migrante según categorías.

Dimensión Categorías
“Ciudadanía restringida”
- Desigualdad en el acceso a
derechos
- Aprovechamiento debido al
arraigo con países de origen
- Énfasis en las obligaciones
- Asimilación cultural
- Prejuicio y racismo
Ciudanía migrante - Pertenencia acreditada

76
“Ciudadanía igualitaria”
- Igualdad en el acceso de
derechos
- Énfasis en los derechos
constitucionales
- Integración cultural
- Sentido de la pertenencia
amplia

Capítulo 3
Dicotomías y antagonismos en la mirada de los funcionarios del Poder
Judicial acerca de las migraciones europeas y sudamericanas

En este capítulo proponemos realizar algunas comparaciones de los discursos de los


funcionarios del Poder Judicial respecto de las migraciones europeas y sudamericanas.
De este modo, resulta fundamental introducir la dimensión temporal del fenómeno
migratorio, reconstruyendo las “huellas históricas” de las migraciones de ultramar.
Como mencionamos anteriormente, la Argentina ha sido un país receptor de migrantes
a lo largo de su historia y particularmente el fenómeno migratorio adquirió relevancia
desde la constitución del país como Estado nación. De este modo, entendemos que los
procesos migratorios han representado una de las condiciones esenciales de la
creación del Estado y sus principales instituciones.

Las migraciones europeas y su reivindicación imaginaria actual

Una de las premisas fundamentales de este apartado y del capítulo en general radica
en considerar que las migraciones de ultramar, que tantas controversias generaron en

77
los albores del siglo XX, en la actualidad son revalorizadas mostrando un amplio
consenso por parte de la sociedad civil. Autores como García Fanlo (2010) sostienen
que la elite política nacional política y económicamente dominante decidió llevar a cabo
un “trasplante civilizatorio” con el objetivo de poblar el desierto argentino. Poblar, en
este caso, no significaba paliar un déficit poblacional, por el contario implicaba
considerar a la población autóctona incapaz de poder consolidar la construcción de un
Estado Nación.

Algunas de las iniciativas para contrarrestar las migraciones “indeseables” quedaron


plasmadas en la Ley de Residencia de 1902 y la Ley de Defensa Social de 1910
ambas, más allá de sus especificidades, estuvieron destinadas a la expulsión,
prohibición y control social sobre la población migrante considerada una amenaza para
el orden social. Como sostiene Domenech (2011b) la problemática migratoria ha estado
a lo largo de la historia argentina presente bajo la tensión legalidad-ilegalidad. De este
modo, la ilegalidad implicaba un artefacto estatal destinado a la regulación de aquellos
migrantes que poseían experiencia política reivindicativa y que representaban una
amenaza para el orden social.

De esta manera, cuando reflexionamos acerca del proyecto migratorio ideado por la
elite dominante entendemos que cuantitativamente la iniciativa fue exitosa porque
efectivamente se produjo una oleada migratoria muy numerosa. Sin embargo, estos
colectivos migratorios eran de regiones de Europa cuyas características culturales no se
adaptaban a los requisitos de la elite nacional, lo que provocó un fuerte conflicto social y
político definiendo a los colectivos migratorios como grupos peligrosos y extraños
siendo sometidos al control social.

Más adelante y con el objetivo de realizar un análisis comparado expondremos algunas


de las representaciones sociales de los funcionarios del poder Judicial respecto de las
migraciones europeas y sudamericanas. Atendiendo fundamentalmente a la
revalorización que, en las últimas décadas, se produjo acerca de las migraciones
europeas y que, de algún modo, atraviesa distintos aspectos de este escrito por tratarse
de una transformación de las representaciones sociales hacia un determinado colectivo.
De esta manera, la “reivindicación imaginaria” actual, respecto de los migrantes de

78
principios del siglo XX por parte de los funcionarios del Poder Judicial, parece olvidar el
tratamiento por parte de la sociedad receptora hacia ellos en los albores del siglo XX en
el que no sólo se aplicó un marco legal represivo contra ellos sino que además se
intentó disciplinar a estos colectivos mediante otros dispositivos.

Las migraciones sudamericanas y la persistencia del prejuicio

En la literatura académica de las Ciencias Sociales existen distintos modos de definir y


caracterizar las migraciones sudamericanas. Migraciones limítrofes, regionales,
latinoamericanas son algunas de ellas. En este caso nos referimos a las migraciones
sudamericanas en un sentido amplio ya que, si bien la mayor parte de los migrantes
que habitan en la Argentina provienen de Bolivia y Paraguay y otros países limítrofes,
también buena parte de su composición se debe a la presencia de peruanos ampliando
los límites de la categoría que refiere a los “países limítrofes” (Crosa Potilli, Silverstein y
Tavernelli, 2009). En este artículo, las autoras justifican la inclusión de los peruanos
porque en las representaciones sociales, aquella comunidad es asimilada a las
regionales. De este modo, quedan excluidas las migraciones de Centroamérica pero las
mismas no serán consideradas relevantes para el análisis.

De esta manera, definiremos las migraciones sudamericanas como aquellas corrientes


provenientes de distintos países de América del sur que habitan dentro del territorio
argentino. Siguiendo a Benencia (2003) la población migrante respecto de la nativa se
mantuvo constante a lo largo del siglo XX en torno al 3 % (Grimson, 2006.) (Ceva,
2006).

De este modo, resulta problemático referirse a una “segunda oleada migratoria” en


alusión a la primera en la que evidentemente estuvo presente con mayor claridad un
incremento cuantitativo de los migrantes europeos respecto de la población nativa. Sin
embargo, esta “segunda oleada”, cuyas fuentes esenciales se encuentra en los países
limítrofes y el Perú, podría delimitarse en términos cualitativos, ya que su emergencia y
visibilidad como cuestión social comienza a notarse a partir de la década de 1960.

79
Como sostienen Courtis y Pacceca (2007) las migraciones regionales,
fundamentalmente de países limítrofes y el Perú, hasta la década de 1960, se
concentraron en zonas regionales fronterizas, cuyas economías necesitaban
estacionalmente mano de obra relacionada a actividades rurales y semi rural. A partir
de la década de 1960, comienza a generarse un proceso similar al de las migraciones
internas duplicándose el flujo de migrantes hacia el Área Metropolitana de Buenos
Aires.

Es visible que las migraciones sudamericanas, si bien se mantuvieron constantes


durante el siglo XX respecto de la población nativa, a partir de la década de 1960
adquieren mayor relevancia. Si las comparamos con las migraciones europeas, éstas
disminuyen pronunciadamente a partir de la década de 1930. De esta manera,
hacemos notar que las migraciones sudamericanas son parte del presente de la
sociedad receptora mientras que las europeas son parte del pasado. Esta dimensión
temporal es un primer factor a tener en cuenta, las migraciones europeas se construyen
desde una memoria presente que visibiliza determinadas características revalorizando a
estos colectivos migratorios que ya no se encuentran presentes en la cotidianeidad. Las
migraciones sudamericanas son parte del presente, se entrelazan en la vida social se
encuentran en el espacio público y en ámbitos institucionales específicos como por
ejemplo: en el sistema de salud, educativo y judicial.

Hacia una conceptualización comparada de las representaciones sociales


hacia los migrantes

Por otra parte, y con la intención de retomar los discursos de los funcionarios del Poder
Judicial, proponemos realizar una comparación entre las representaciones sobre las
migraciones europeas y sudamericanas atendiendo la visión construida acerca del
pasado y del presente o al menos de tiempos recientes.

Ante los interrogantes contenidos en la guía de entrevistas: “¿A qué venían los
migrantes antes y a qué vienen ahora?” “Entre los migrantes de antes y los de ahora,

80
¿hay una escala de valores diferente?” presentamos algunos de los discursos de los
funcionarios respecto de esta cuestión.

“Creo que es un hecho que las migraciones hace muchos años que han venido al país… en
muchos se relacionaba con gente de trabajo ¿No es cierto? Muchos de nuestros abuelos o
bisabuelos tienen que ver con eso. Las migraciones más actuales… bueno, habría que ver los
índices y estadísticas que realizan algunos organismos, como el ministerio público fiscal, en
cuanto a esa clasificación de delitos cometidos en muchas ocasiones por personas que vienen
de otros países, especialmente los limítrofes. Esto se ve a diario en las causas, es un dato
objetivo” (Juez, CABA. Antigüedad en la función: 16 años).

El inmigrante antes venía a construir todo, de cero, de vuelta. Venía a construir su casa, su
familia, su…El inmigrante, hoy en día, no viene a instalarse. Viene a instalarse para trabajar,
pero sigue teniendo un contacto muy fuerte con su lugar de origen y entonces, viene
generalmente a buscar un trabajo de posibilidades económicas…muchas veces para mandar
plata para allá. A la larga…también a veces traen…hijos…de hecho, hablando…también traen
alguna hija o hijo a estudiar, a la facultad…, a veces vienen solamente para recibir un
tratamiento médico… Me he encontrado con gente que viene un mes, dos meses para recibir
tratamiento gratuito acá, que a veces no puede recibir pero no viene con esa perspectiva
de…”bueno, me instalo acá y voy a construir mi vida acá, para siempre…”. Quizá la inmigración
anterior cortaba mucho más fuerte el vínculo. Pero quizás porque allá no tenías nada... Creo
que eso cambia…el inmigrante de hoy sigue mucho más vinculado a su país de origen, muchas
veces viene por una cuestión laboral, o de oportunidades médicas, y nada más. (Prosecretario,
CABA. Antigüedad en la función: 4 años)

“Por ejemplo que en el caso de paraguayos se dan casos de…Creo que puntualmente es la
idiosincrasia de ellos, si si creo que es un factor, por lo general se generan estos el tema de los
festejos, son personas que son muy bebedoras y tienen una idiosincrasia que siempre tienen
que estar armados con algún cuchillo o armados con armas de fuego y entonces creo
justamente….que se… es por la cultura de ellos”. (Secretaria del Juzgado, GBA. Antigüedad en
la función: 13 años)

Yo creo que los migrantes antes venían. Como te decía al principio: “a hacer la América”. Así
vinieron los españoles, la mayoría españoles, italianos, y también vinieron qué se yo, polacos.
Nosotros sabíamos que la gente venía para tener un futuro, para trabajar, para tener su familia,

81
para poder mejorar. Porque venían de sus países donde vivían muy mal. Y, hemos visto,
¿viste? Películas que uno ve de la época del siglo pasado, cuando vos veías películas
argentinas donde veías que venían en los barcos. Y toda esa gente venía con la idea de
trabajar y de mejorar. Y yo creo que ahora vienen porque, también porque. Pero no sé si esta,
no creo que sea por los mismos motivos que venían antes. Muchos a lo mejor es por el tema de
que ha aumentado la droga, este, a lo mejor par más facilidad, a lo mejor. Pero no sé si vienen
como para trabajar realmente y quedarse en el país, y tener un futuro. Puede ser que vengan
para a lo mejor ganar algo y mandarlo a su familia. (Prosecretaria Administrativa de Cámara,
CABA. Antigüedad en la función: 4 años).

Con el paso del tiempo nosotros tuvimos distintos momentos económicos; hubo veces que
tuvimos mucha inmigración porque acá se conseguía trabajo. A veces la familia se quedaba en
los países limítrofes y les enviaban dinero; dinero para solventar a la familia, cosa que en su
país natal no lo podían hacer. (Secretario Instrucción de Fiscalía, GBA. Antigüedad en la
función: 30 años)

Bueno no, antes venían a hacerse la América, como decían, no? venían con un sueño, con
poder mejorar su vida, poder construir su familia como hicieron los italianos, los españoles y
ahora no, ahora vienen muchos inmigrantes también de Perú, nada que ver, o inmigración de
Bolivia que por ahí vienen porque están muy mal allá económicamente. Si bien, vienen también
acá con su familia a tener su propio comercio también están las personas que por ahí cometen
algún delito, igual no sé si son grandes delitos, son delitos menores pero los cometen. (Auxiliar
4º, GBA. Antigüedad en la función: 2 años).

A partir de los discursos anteriormente citados creemos que pueden identificarse


algunas representaciones sociales acerca de los colectivos migratorios antes
mencionados. En primer lugar, se evidencian representaciones que califican las
migraciones europeas de modo positivo asociándolas a la cultura del trabajo y más
específicamente a un proyecto que contribuía a consolidar al país como Estado nación.
Así, la frase “hacer la América” responde, por un lado, a la necesidad de “probar suerte”
en el continente y, por el otro, a consolidar una vida en el país desde distintos aspectos
económicos, sociales y culturales. De esta manera, es perceptible la creencia del
desarraigo de los colectivos de migrantes europeos de sus países de origen con el

82
objetivo de instaurar su vida en la Argentina. En este sentido, creemos que la dimensión
temporal de los procesos migratorios es un factor clave a tener en cuenta. Por un lado,
es notorio el desfasaje existente entre las percepciones a principios del siglo XX
respecto de los migrantes europeos en comparación con las actuales. Si bien, por
cuestiones lógicas, en un caso nos referimos a los funcionarios del Poder Judicial y, en
el otro, a la elite nacional política y económicamente dominante, el desfasaje observado
se relaciona de un lado, a la construcción social de los colectivos migratorios a
principios del siglo XX, que eran caracterizados como una amenaza para el orden
público, y del otro, a las representaciones sociales actuales de los funcionarios del
Poder Judicial que revalorizan esos procesos migratorios como los responsables de la
edificación de la Nación, asignándoles características positivas.

En comparación con las migraciones europeas, las sudamericanas son caracterizadas


de un modo esencialmente negativo. En primer lugar, los migrantes sudamericanos no
son reconocidos como parte de un proyecto común debido a su supuesto arraigo
cultural con sus países de orígenes que los ubica en un lugar transitorio, ya que en
definitiva, desde la perspectiva de los entrevistados, su estadía en la Argentina se
focaliza en la obtención de beneficios económicos pero sin realizar un aporte
significativo a la sociedad receptora. En este sentido, se desprende otro discurso
íntimamente relacionado al anterior que califica a los migrantes sudamericanos como
“aprovechadores”. Este aprovechamiento se basa en el supuesto argumento de que los
migrantes sudamericanos usufructúan los servicios públicos, fundamentalmente la salud
y la educación.

“Hacer la América” es una expresión frecuente que rebalsa la asociación entre


migraciones y trabajo, constituyendo a los migrantes europeos como portadores de una
esencia que, mediante valores relacionados a la construcción de un futuro y destino
común, han edificado la nación. En este sentido, los entrevistados creen que las
migraciones sudamericanas oscilan entre lo transitorio o un desarraigo ineficaz. El
migrante sudamericano se vale de las oportunidades que brinda el país no para
construir un futuro que aporte valores perdurables y positivos sino para obtener
beneficios que no se reflejaran en un progreso más general que impacte también a la

83
sociedad receptora. Este punto, los funcionarios, lo refuerzan dando como ejemplo el
envío de dinero a sus países de origen (remesas), como expresión de una falta de
compromiso con nuestro país y una demostración certera del arraigo con sus familias
que se encuentran en sus países de origen. En otros casos, las diferencias que se
establecen con los migrantes europeos son aún más dicotómicas, asociando las
migraciones sudamericanas al delito, aspecto que veremos más adelante en detalle.

Como sostiene Cohen (2004) es evidente que existen perfiles perceptivos respecto de
la otredad claramente diferenciados. Estos discursos se encuentran atravesados por
una dimensión temporal, las migraciones europeas y sudamericanas como procesos
sociales han ocurrido en tiempos disímiles. De este modo, la mirada de los funcionarios
del Poder Judicial respecto de ambos colectivos migratorios es esencialmente opuesta
y antagónica. Claro está que las representaciones sobre estos grupos migratorios no
son uniformes. La diferenciación existente revaloriza lo “europeo” como lo responsable
de la construcción de un país y su identidad. Implica ubicar la “cultura del trabajo” como
un hecho fundamental que se conjuga además con el deseo de permanecer en el país
construyendo un futuro común. Por otra parte, se desvalorizan e inferiorizan las
migraciones sudamericanas asociándolas a cuestiones negativas y amenazantes. El
aprovechamiento de los servicios públicos, por parte de los migrantes sudamericanos,
es caracterizado como un accionar cuidadosamente estudiado, como un modo de obrar
culturalmente ajeno a las costumbres y los principios de los nativos que atenta contra
las oportunidades que proporciona la sociedad receptora hacia estos migrantes. De
este modo y, si bien se reconoce la relación entre estos colectivos migratorios y el
trabajo, éste aparece como un mero medio para satisfacer necesidades subjetivas e
individuales. Por eso mismo se identifica a estos sujetos como portadores de un arraigo
cultural con sus países de origen que no les permite colaborar en la construcción de
una nación diferente a las que pertenecen.

SI pensamos en las migraciones europeas, los discursos citados de los entrevistados


las relacionan directamente con: trabajo, progreso, adaptación, construcción identitaria
y desarraigo cultural. Mientras que las migraciones sudamericanas son relacionadas a:
aprovechamiento, inadaptación, arraigo cultural, droga y delincuencia. Como sostiene

84
Pacceca (2006) el migrante europeo constituye el “buen migrante” (blanco, civilizado y
trabajador) mientras que el migrante sudamericano constituye el “mal migrante”
(salvaje, resistente a la cultura e indolente). Son categorías dicotómicas que clasifican y
asignan posiciones sociales naturalizando características que han sido racializadas.

Estas categorías antagónicas producto de diferencias temporales “expresan diferencias


de compromiso”, las migraciones sudamericanas están comprometidas con nuestro
presente se insertan en nuestra cotidianeidad, su visibilidad radica en un “aquí” y
“ahora” que genera controversias y conflictividad. Las migraciones europeas,
representan un “pasado” reinterpretado que esconde y diluye el impactó que han
significado las mismas para la sociedad receptora. En este sentido Cohen afirma:

…estas fuerzas antagónicas preservan un lugar en el cual se encuentran y comparten una


mirada común hacia el rol de la extranjeridad en nuestra cultura. Es una mirada que contiene y
supera las diferencias, es el momento en el cual lo extranjero se uniformiza, es el momento en
el que pasado y presente se igualan. (2004: 31).
Esta igualación no contradice las diferenciaciones que se establecen respecto de las
migraciones europeas y sudamericanas porque la mezcla es entendida en ambos casos
como un factor que diluye la propia identidad cultural. El “nosotros” conformado frente a
los “otros” aparece desde los inicios de un modo perturbado debido a que la propia
identidad no puede escindirse de las migraciones y además éstas evidencian el
deterioro a través del tiempo.

Con el objetivo de conceptualizar estas representaciones sociales de los funcionarios


del Poder Judicial respecto de las migraciones sudamericanas recurrimos a un
concepto desarrollado por Parkin (1979) denominado “cierre social”. De esta manera, la
sociedad receptora mediante sus instituciones produce determinados mecanismos que
generan exclusión social y la legitiman. Así, estos grupos sociales buscan concentrar un
máximo de beneficios restringiendo oportunidades y recursos hacia otros grupos.
Aspectos como la nacionalidad resultan útiles para asignarles a los sujetos
determinadas características que, en este caso, los distinguen de la sociedad receptora
y resultan necesarios para consolidar una desigual distribución de los recursos. De
acuerdo con lo anterior, el cierre social implica un modo de organizar las relaciones
sociales considerando la dominación de algunos grupos sobre otros como el factor

85
clave. Por eso mismo, cuando se considera a los colectivos migratorios como
“aprovechadores” o “usurpadores” se intentan de algún modo monopolizar
determinados recursos y restringir el acceso a servicios como la salud pública. La
asociación entre migrantes y atributos culturales constituye a estos colectivos como
outsiders. Tomando la definición de Becker (2010) los outsiders son aquellos sujetos
que no se adaptan a las normas vigentes. Las reglas son creadas por los grupos
sociales y ellos son los encargados de hacer efectivas esas reglas estableciendo los
comportamientos “normales” y “desviados”. Esto refiere a que el fenómeno de la
desviación es ante todo una construcción social debido a la creación de normas que al
ser violadas constituyen un sujeto marginal; y en general estos sujetos marginales se
encuentran desfavorecidos siendo mucho más vulnerables que otros y, por lo tanto,
más susceptibles de que se les apliquen sanciones. Lo interesante es que los grupos
sociales caracterizan la desviación como una cualidad del sujeto y no como un producto
de la aplicación de determinadas reglas en contextos espaciales y temporales
específicos, lo que hace que sea aún más efectiva.

Esta definición nos aporta un marco para pensar la figura del migrante pero más aún la
relación social nativo-migrante que opera en las sociedades receptoras. Tal como cree
Becker (2010), la desviación no es una cualidad de la persona que rompe las reglas,
implica ante todo una relación social entre quienes violan las reglas establecidas y
quienes las imponen. En este sentido, el migrante representa un tipo particular de
sujeto cuyas acciones siempre pueden ser cuestionadas y etiquetadas como desviadas.
Es aquí donde la figura del “chivo expiatorio” cobra importancia. A lo largo de la historia
distintos grupos sociales han sido culpabilizados de disímiles males que aquejaban a
las sociedades, esto permitía canalizar conflictos irresolubles definiendo a los
responsables de esos males. Es así que los migrantes han sido etiquetados como
sujetos cuyas prácticas patológicas generan efectos negativos en la sociedad.

La categoría que surge como central y que atraviesa la totalidad del apartado es la
desviación. Como sostiene Cohen (2004) existen dos aspectos que se interrelacionan y
entrelazan, dándole cuerpo a la desviación: la inferioridad y la transgresión. La
inferioridad resulta de la comparación que realizan los entrevistados respecto de los

86
migrantes europeos, en este caso la resignificación del sentido que se le otorgan a las
migraciones ubica a los migrantes sudamericanos en el lugar de quienes se aprovechan
de “lo nuestro” desde la necesidad. Así, se entiende la situación de vulnerabilidad en la
que se encuentran los colectivos migratorios pero su condición de aprovechadores
constituye también un modo de inferioridad.

Por otra parte, la transgresión representa el incumplimiento de las normas establecidas


por la sociedad receptora. Es aquí donde las cuestiones delictivas como, por ejemplo el
narcotráfico, la violencia familiar y los abusos sexuales, son relacionadas a la presencia
de migrantes en el territorio. También se vislumbran representaciones que refieren a las
facilidades respecto del acceso al territorio y a la permeabilidad de las fronteras
geográficas en alusión a la falta de control de las autoridades competentes. La
transgresión conjuga distintos modos que en estos discursos se relacionan al modo de
actuar de los colectivos de migrantes sudamericanos, el incumplimiento de las normas
es a la vez un recurso para legitimar y justificar la desviación social de los migrantes.

(…) la comunidad paraguaya tenemos ciertos asentamientos donde hay mucha más violencia y
se discuten las cosas con cuchillo, por cualquier cosa, se apuñalan.

Mira, yo lo que te puedo decir de grupos migratorios, por ejemplo, que la comunidad boliviana
es muy raro que tengamos un detenido por robo, no roban, si por ahí tenés un elevado índice
de abusos sexuales pero dicen que culturalmente está, el tema de los delitos sexuales, está
más tolerado en Bolivia (...) (Fiscal, GBA. Antigüedad en la función: 10 años)

Por una cuestión…sí, cultural, creo más que nada. Un patrón cultural de asociación que se
hace… pero también por una cuestión estadística, no sé, es muy difícil ver a un boliviano en un
delito pesado, complejo, en mucha escala. Es muy difícil. La verdad que estadísticamente casi
nunca se ve. En cambio, es mucho más fácil a un peruano involucrado en temas de droga.
(Prosecretario, CABA. Antigüedad en la función: 4 años)

(…) es feo decir, el hecho de estigmatizar a algún tipo de personas con determinado tipo de
delitos. Sin perjuicio de eso, se caracteriza a determinadas personas por características de
delitos. Eh? Hay, los, por ejemplo, los paraguayos, son delitos muy sanguinolientos. Muy
violentos. Eh, hay delitos que, que, que cometen, por ejemplo, la gente, los bolivianos, siempre
en estado de ebriedad. (Prosecretario coayudane, CABA. Antigüedad en la función: 18 años)

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(…) dentro de lo que yo te puedo decir, desde los últimos 20 años de lo que yo vi, siempre se
caracterizó por ese tipo, de cosas. Yo creo –sin llegar al tema de la estigmatización entre un
tipo de delito y una tipo de personalidad-, ¿si? Pero, eh, generalmente los delitos que son
cometidos por gente paraguaya, son delitos muy, muy violentos; eh, por ejemplo, el boliviano
siempre comete delitos en estado de ebriedad. (Fiscal coordinador, CABA. Antigüedad en la
función: 12 años).

Desde ya que Bolivia, quizás, cultiva mucho más que Perú, pero el boliviano…no se, es una
persona que quizás no…no tiene. Y quizás lo que se asocia también es el perfil…, el perfil
mucho más público de un peruano…cuando hace esos tipos de delitos…que quizás si lo hace
otra persona de otra nacionalidad con el perfil mucho más bajo. (Prosecretario, GBA.
Antigüedad en la función: 4 años).

Como por ejemplo…la gente que viene del Perú es más proclive a cometer hurtos, robos…
(Secretaria 1ra instancia, CABA. Antigüedad en la función: 1 año).

La asociación entre tipo de delitos y colectivos de migrantes es una de las


características primordiales que se observa en los fragmentos anteriormente citados.
Así, percibimos que a los bolivianos se los asocia a delitos de índole sexual y al
alcoholismo como un factor desencadenante de otras acciones delictivas de menor
consideración. En el caso de los paraguayos, la violencia es la cualidad más destacada
de los delitos que generalmente se expresan haciendo uso de armas blancas. Por
último, los peruanos son asociados frecuentemente al narcotráfico, robos y hurtos.

Tomando como referencia la evidencia empírica presentada, según Bauman (2011)


clasificar representa una de las operaciones claves de la modernidad colaborando en
dotar al mundo de un determinado orden. De este modo, clasificar supone separar e
implica diferenciar a partir de binarismos lógicamente antagónicos. Sin embargo, la
indeterminación y la ambivalencia se adueñan de la modernidad y en estos contextos la
ambigüedad vuelve difusa la posibilidad de definir algunos procesos sociales. En este
sentido, creemos que el fenómeno migratorio se ajusta a estas conceptualizaciones
debido a la dificultad que para los funcionarios del Poder Judicial implica la
comprensión de la extranjería. Es que resulta complejo, en una vida social regulada por
antagonismos binarios, la posibilidad de comprender la indeterminación de aquellos que
reúnen “lo que está afuera” y “lo que está adentro”. Nos referimos particularmente a los

88
colectivos migratorios sudamericanos que, si bien no son homogéneos, la construcción
social que de ellos se produce tiende a homogeneizarlos en un intento por presentarlos
como sujetos sociales antagónicos a los nativos. Pero es aquí donde la problemática
se complejiza, como sostiene Bauman (2011: 95) el extranjero “amenaza la socialidad
en sí misma” ya que en principio no puede categorizárselo de un modo dicotómico
respecto de los nativos o más precisamente “el extranjero es un miembro de la familia
de innombrables” y al no poder ser clasificado, la dominación social sobre los colectivos
migratorios no puede hacerse factible. Sin embargo, y diferenciándonos en este punto
de Bauman, como ya se mencionó, los migrantes sudamericanos son caracterizados y
definidos de acuerdo a determinadas características que serán clarificadas en el
siguiente párrafo.

A esta altura del análisis, resulta importante retomar la comparación entre las
representaciones sociales hacia las migraciones europeas y sudamericanas. De este
modo, entendemos que la caracterización que los funcionarios del Poder Judicial
realizan respecto de las migraciones sudamericanas se efectúa debido a que las
migraciones europeas representan una referencia inquebrantable desde tiempos
inmemoriales y a partir de las cuales puede realizarse una comparación entre ambos
colectivos migratorios. Así, los migrantes europeos aparecen como aquellos que
estuvieron “desde el principio”, son parte de los orígenes de Argentina constituida como
Estado Nación, mientras que los migrantes sudamericanos aparecen como
“aprovechadores” de las oportunidades que la sociedad receptora les otorga. Con esta
definición, observamos que las migraciones europeas resultan una referencia útil para
la sociedad receptora debido a que a partir de ella pueden compararse y calificarse las
migraciones sudamericanas. En otras palabras, tal comparación provoca la posibilidad
de establecer determinadas relaciones interculturales que se presentan como
relaciones de dominación.

Siguiendo a Bauman (2011), la extranjeridad encierra el “horror” de la indeterminación


dificultando la posibilidad de generar determinados lazos de socialidad. Sin embargo,
las corrientes migratorias en Argentina, que se incrementaron hacia fines del siglo XIX y
que transitaron un vasto proceso hasta ser caracterizados como una amenaza para el

89
orden social, permiten en la actualidad y a partir de su revalorización caracterizar las
migraciones sudamericanas de un modo tal que la dominación social sobre estos
colectivos migratorios es legitimada. De esta manera, uno de los factores claves para
entender cómo en Argentina las relaciones interculturales se constituyen como
relaciones de dominación, se relaciona al modo en que las migraciones europeas han
sido resignificadas dotándolas de un sentido muy distinto al de su surgimiento en la
últimas décadas y, de este modo, permitiendo que las migraciones sudamericanas
representen una nueva “amenaza” para la sociedad receptora, siendo la comparación
uno de los factores claves para superar la ambivalencia del fenómeno migratorio.

Por otra parte, resulta importante conceptualizar uno de los factores fundamentales que
permite que los migrantes sudamericanos sean caracterizados de un modo
esencialmente negativo por parte de los funcionarios del Poder Judicial. De este modo,
el estigma (Goffman, 2001: 16) representa una forma de organizar las relaciones
sociales, permite identificar a los “extraños” a partir de la asignación de determinados
atributos visibles y simbólicos que, en última instancia, otorgan la posibilidad de superar
la indeterminación que encierran los migrantes. El estigma refiere a un atributo de
determinados sujetos, profundamente desacreditador, que puede expresarse mediante
tres formas específicas: abominaciones del cuerpo, tales como deformidades
congénitas o adquiridas, perturbaciones mentales que hacen al carácter del sujeto
como la homosexualidad o las adicciones y estigmas que se relacionan a la raza, la
religión y la Nación, siendo la herencia un factor clave.

De esta manera, el estigma que atraviesa a los migrantes sudamericanos, y que se


expresa en los discursos de los funcionarios del Poder Judicial, se asemeja a un tipo de
“marca” que se relaciona a la Nación y a la raza aunque también es significativa la
caracterización de determinados atributos corporales de los sujetos migrantes, no
obstante estas representaciones se encuentran insertas de modo más evidente en el
ámbito de la sociedad civil. La caracterización de los sujetos migrantes de un modo
desacreditador se efectiviza a partir de una teoría del estigma, de una ideología que
explica su inferioridad y da cuenta de la amenaza que representa su persona,

90
permitiendo entonces racionalizar la postura de los excluidores en detrimento de los
migrantes sudamericanos.

Como sostiene Goffman (2001), los sujetos portadores de estigmas pueden ser
desacreditados, es decir, inmediatamente caracterizados como anormales debido a la
visibilidad de sus atributos, o bien, pueden ser desacreditables en la medida en que
esos atributos, que los caracterizan como diferentes, permanecen ocultos y, por lo
tanto, no son directamente perceptibles. De esta manera, la visibilidad representa un
factor decisivo que mediante determinados símbolos permite identificar de diferente
manera a los sujetos considerados “desviados”.

En este sentido, creemos que los sujetos migrantes pueden ubicarse en ambas
categorías, sin embargo pareciera ser que se encuentran algo más relacionados a la
figura del desacreditable, en la medida en que sus atributos físicos no pueden ser
estereotipados con facilidad, mientras que aquello que los distingue permanece en
muchos casos encubierto. De esta manera, la visibilidad o nó de un estigma se
relaciona con una dimensión simbólica que los sujetos portadores de tales
características pueden ocultar con mayor o menor posibilidad dependiendo de cuáles
sean. Así, el encubrimiento del estigma que evidencia la inferioridad del sujeto puede
no ser directamente perceptible brindando la posibilidad al estigmatizado de ocultar esa
información que lo diferencia. En el caso de los migrantes sudamericanos, y tomando
como referencia a la institución judicial, la figura del desacreditable se ajusta
coherentemente en la medida en que las representaciones sociales hacia estos
colectivos destacan aspectos culturales que no se relacionan a características
fenotípicas. De este modo, los migrantes sudamericanos deben ser “descubiertos” y
caracterizados de otro modo. El cuestionamiento y la desconfianza permanente sobre
ellos instauran un régimen de sospecha y duda que permite destacar la construcción de
determinadas características culturales de forma negativa.

Tal como presentamos a continuación se caracteriza de un modo inferiorizante al


migrante sudamericano y de acuerdo a las características anteriormente mencionadas.

Más que nada los bolivianos, que son muy cerrados para hablar y no se los entiende. Viene
gente con un coeficiente intelectual muy bajo, y eso es lo que nos dificulta a nosotros cuando

91
tenemos que explicar. Inclusive hay delitos que se cometen que son delitos excarcelables, y
nosotros por la ley nuestra los dejamos en libertad, pero porque no sabemos si tienen
antecedentes, pero no sabemos si está huyendo de la Justicia de su país y si tiene una
condena pendiente. (Secretario Instrucción de Fiscalía, GBA. Antigüedad en la función: 30
años).

Es lo que te decía, viste, hay ciertos valores que son diferentes a los nuestros y eso hace que el
concepto de honor para nosotros es uno y para un boliviano es otro y para un chileno es otro y
para un español es otro, digamos, son conceptos que por ahí no son tan fáciles de definirlos
pero si de sentirlos, digamos. (Fiscal, CABA. Antigüedad en la función: 30 años)

(…) vos te das cuenta como sentís el concepto vos o generalmente el sentimiento argentino o
en otros países, me parece que en eso difiere, en los valores, en los valores culturales que, ya y
que bueno, de alguna manera influye.

(…) si, los paraguayos también viste porque tiene que ver el idioma y la cultura, muchos hablan
en guaraní, muchos tienen una cultura donde difiere bastante a la nuestra entonces.

(…) y por ejemplo, en algunas sociedades donde, es el caso… es una sociedad mucho más
machista que la nuestra, es el caso de la del Paraguay donde la mujer no tiene demasiada
injerencia en las relaciones.

(…) yo no sé, por ejemplo, a mi me pasa que en algún caso que tuve un paraguayo, veía
normal agarrarse a puñaladas, entendés? Normal, como algo que está socialmente admitido, o
algo así, como diciendo bueno, yo… entienden por ahí el honor desde otro punto de vista que el
nuestro, no sé. (Fiscal, GBA. Antigüedad en la función: 10 años)

Nuevamente, destacamos caracterizaciones que diferencian con claridad a los


migrantes sudamericanos, en este caso bolivianos y paraguayos, respecto de los
migrantes europeos. Observamos dos aspectos recurrentes en estos discursos: los
valores y el componente idiomático. De este modo, una de las fronteras que se
establecen entre migrantes y nativos se relaciona a la “capacidad de entendimiento”.
Las características idiomáticas de los migrantes son pensadas en términos de falencias
e inferioridad de los mismos. Por un lado, las características de lenguas alternativas a la
castellana como el guaraní son percibidas como una diferencia cultural que no se

92
acepta simplemente porque perturba la pauta establecida. Similarmente se asocia la
bolivianeidad al hermetismo y se remarca la falta de entendimiento, debido al bajo
coeficiente intelectual.

Por otra parte, lo valorativo y cultural también se encuentra presente a modo de


sospecha, se asume que los migrantes huyen por cuestiones delictivas de sus países
de origen sin prueba alguna. Además, en el caso de los paraguayos se naturaliza la
violencia con el uso de armas blancas como una expresión cultural socialmente
aceptada de este grupo. El machismo asociado a la paraguayidad es también una
representación recurrente que, más allá de sus asideros concretos, se lo construye
como una característica inherente a esa cultura.

Destacamos entonces, estas representaciones sociales poseen características


prejuiciosas y estigmatizantes que se construyen y emiten desde una posición de
poder, reforzando la relación asimétrica y desigual entre migrantes y nativos

Cuadro N° 3: Representaciones sociales de los funcionarios del Poder Judicial.


Comparación entre migrantes europeos y sudamericanos según categorías.

Dimensión Categorías

“Migraciones europeas”
- Construcción de la nación
- Cultura del trabajo
- Desarraigo
- Integración

“Migraciones sudamericanas”
Comparación entre migrantes - Perturbación de los valores
europeos y sudamericanos nacionales
- Aprovechamiento
- Arraigo
- Desintegración
- Delito
- Bajo coeficiente intelectual

93
Capítulo 4
La legislación migratoria en la historia argentina

A continuación, presentamos las legislaciones migratorias que a lo largo de la historia


argentina han resultado de gran importancia debido a su intervención sobre la cuestión
migratoria. De este modo, introducimos esta cuestión en el análisis teniendo en cuenta
que la ciudadanía migrante y consecuentemente el acceso a derechos por parte de
estos sujetos constituye un interés fundamental para la tesis. El apartado revisa los
antecedentes legislativos considerados de mayor importancia haciendo hincapié en la
Ley de Migraciones 25. 871 y las modificaciones de reciente aplicación que han
suscitado debates en el campo académico y en la sociedad civil.

Existe una relación íntima entre Argentina y los procesos migratorios. Más precisamente
la constitución de la Nación como tal, se debió fundamentalmente a la presencia de
migrantes que, como resultado de una política ideada por la elite dominante, llevó a
cabo el denominado “trasplante poblacional” con el fin de constituir un mercado
nacional basado en las exportación de productos primarios (Perez Ripossio, 2015). En
este sentido, desde la fundación del Estado Nación argentino los instrumentos
legislativos han sido utilizados con el fin de promover y regularizar la cuestión
migratoria. Este capítulo entonces, propone analizar algunas de las legislaciones que
han tratado este tema, no realizaremos un análisis exhaustivo pero sí retomaremos
algunos elementos de notable relevancia a los fines de la tesis.

La Ley “Avellaneda”

La Ley de Inmigración y Colonización Nº 817, más conocida como Ley “Avellaneda”, se


encontró íntimamente ligada a la creación del Estado Nación argentino luego de la
unificación territorial tras varias décadas de enfrentamientos entre gobiernos unitarios y

94
federales. De este modo, la decisión de la elite nacional era atraer mano de obra
calificada y disciplinada, dispuesta a labrar las tierras necesarias para la inserción de
Argentina en el mercado mundial. Las sucesivas “campañas del desierto” que
exterminaron buena parte de la población autóctona y la creencia de que ésta era
incapaz de internalizar las relaciones sociales capitalistas, llevó a los sectores
dominantes a idear el “trasplante civilizatorio” de la población europea que poseía las
características necesarias para llevar a cabo dicha tarea. La Ley “Avellaneda” fue
entonces una ley de “puertas abiertas” y es el principal antecedente del marco
legislativo que se debe tener en cuenta.

La ley, se focalizaba exclusivamente en las migraciones de ultramar y europeas,


dejando de lado la normativa que pudiera tener influencia sobre aquellas migraciones
provenientes de Sudamérica. De esta manera, el marco legislativo reflejaba la puesta
en marcha de un modelo económico agroexportador que necesitaba de estos flujos
migratorios para acceder a mano de obra calificada. Por eso mismo, el texto de ley
destaca la apertura hacia los migrantes industriales, jornaleros y agricultores, quedando
asociados directamente con el trabajo.

Efectivamente, se consagra un conjunto de estrategias que apuntan a atraer migrantes


de ultramar mediante un conjunto de disposiciones destinadas a asegurar su
permanencia. De este modo, algunos artículos de la Ley preveían cubrir gastos de
alojamiento, traslado al lugar del domicilio fijado y el otorgamiento de los recursos
materiales necesarios para la actividad agropecuaria.

No ahondaremos en las características del contexto histórico en el que emergió la ley,


para no reiterar cuestiones que ya han sido trabajadas en otros capítulos. Mencionamos
este principal antecedente legislativo que le otorgó una importancia central a la cuestión
migratoria como parte de un proyecto nacional de notable efectividad desde el punto de
vista cuantitativo. Debido a la conflictividad que adquirió la cuestión migratoria en esa
época es que a continuación caracterizamos la Ley de Residencia (1902) y la Ley de
Defensa Social (1910). Ambas legislaciones evidenciaron las consecuencias del
desarrollo del modo de producción capitalista que, como resultado de su expansión,

95
produjo contradicciones que evidenciaron la movilización de la clase obrera con el
objetivo de conquistar sus demandas.

La Ley de Residencia (1902) y la Ley de Defensa social (1910)

Como mencionamos en el apartado anterior, no profundizaremos en reflexiones


históricas detalladamente respecto del contexto en el que sancionó la Ley de
Residencia y la Ley de Defensa Social. Más bien, nos focalizaremos en destacar su
significado respecto del impacto que tuvo sobre la población migrante.

La Ley de Residencia y la Ley de Defensa Social representaron una respuesta por parte
de la elite nacional dominante a las consecuencias “indeseables” que provocaron las
migraciones de ultramar. Concretamente, la exacerbación de la expulsión y el control
social sobre la población migrante representaron los fundamentos esenciales de ambas
legislaciones con el objetivo de disciplinar a la población migrante. Pero cuando nos
referimos a la población migrante no lo pensamos de manera homogénea, nos
focalizamos en aquellos migrantes que se constituyeron como una amenaza para el
orden social. Esta amenaza conjugaba dos factores: la clase social y la lucha política.
Así, la proletarización de los migrantes europeos en espacios urbanos, concentrados en
un proceso de industrialización incipiente, desató luchas reivindicativas de ideologías
anarquistas y comunistas orientadas a la transformación social bajo la vía
revolucionaria.

La Ley de Residencia otorgaba la facultad de expulsar e impedir la entrada al país a


cualquier migrante que fuera considerado perjudicial para el orden público, tal como lo
afirman los primeros tres artículos de la ley:

Artículo 1º: El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida del territorio de la Nación a todo
extranjero que haya sido condenado o sea perseguido por los tribunales extranjeros por
crímenes o delitos comunes.

Artículo 2º: El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida de todo extranjero cuya conducta
comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público.

96
Artículo 3º: El Poder Ejecutivo podrá impedir la entrada al territorio de la república a todo
extranjero cuyos antecedentes autoricen a incluirlo entre aquellos a que se refieren los artículos
anteriores.

Claramente, se hace referencia a aquellos migrantes europeos que comprometieran las


normas establecidas. Más allá de mencionar crímenes o delitos comunes como un
motivo para gestar la deportación, la referencia sobre la perturbación del orden social
es clara. Por eso mismo, la ley refleja aspectos expulsivos y también relacionados al
control social. Los artículos regulan tanto las condiciones para la permanencia como
para el ingreso.

En el caso de la Ley de Defensa Social se definía como “enemigo” de la Nación, a los


migrantes portadores de ideologías subversivas. Así, se acentuaba el carácter represivo
hacia el movimiento obrero influenciado por el anarquismo. Al respecto el artículo uno
afirma:

Sin perjuicio de lo dispuesto en la ley de inmigración, queda prohibida la entrada y admisión en


el territorio argentino de las siguientes clases de extranjeros:

a) Los que hayan sufrido condenas o estén condenados por delitos comunes que, según las
leyes argentinas, merezcan pena corporal;

b) Los anarquistas y demás personas que profesan o preconizan el ataque, por cualquier medio
de fuerza o violencia, contra los funcionarios públicos o los gobiernos en general, o contra las
instituciones de la sociedad.

El capítulo dos establece la prohibición de asociaciones entre personas cuyo fin sea la
propagación de ideologías anarquistas.

De esta manera, la Ley de Defensa Social evidenció la necesidad por parte de la elite
nacional dominante de delimitar aún más al sujeto considerado peligroso para el orden
social, haciendo una referencia explícita hacia los “anarquistas”. Luego de los sucesos
del 26 de Junio de 1910 en el que se realizó una acción directa en el Teatro Colón por
parte de grupos anarquistas, se exacerbó el uso de instrumentos represivos creando
este marco legislativo aún más específico.

97
La Ley “Videla”

Por otra parte, la Ley N° 22 439, ley general de Migraciones y Fomento de la


Inmigración, conocida como “Ley Videla” y sancionada en 1981, replicó la exacerbación
del control y la represión social sobre la sociedad civil hacia la población migrante
proveniente de países vecinos. En el contexto de aplicación de dicha ley, cabe destacar
que, a partir de la década de 1960, las migraciones regionales y más precisamente de
Bolivia y Paraguay, se acrecentaron en detrimento de las europeas que disminuyeron
notablemente. Por lo tanto, la legislación migratoria se encontraba desactualizada y no
se focalizaba en el nuevo sujeto migrante. En el marco de la dictadura militar (1976-
1983) se procedió a crear un nuevo marco legislativo que acentuaba el carácter
excluyente hacia los colectivos migratorios sudamericanos.

Siguiendo a Novick (2008) la Ley “Videla” limitaba el acceso a derechos sociales tales
como educación y salud a los migrantes que se encontraban en situación de
irregularidad. Además, aquellos que no poseían algún tipo de residencia eran
considerados ilegales y podían ser deportados. Como sostiene Brisnikoff (2014), la ley
distinguía y caracterizaba la ilegalidad del ingreso y la permanencia. Únicamente los
residentes permanentes podías acceder a derechos civiles quedando excluidos
aquellos que poseían residencia temporal y transitoria. De este modo, la exclusión
social de los migrantes sudamericanos conjugaba, por parte del Estado, negación de
derechos básicos con condiciones favorables para la deportación.

El artículo 103 preveía que:

“las instituciones hospitalarias o asistenciales, ya sean públicas, nacionales, provinciales o


municipales, o las privadas (…) deberán exigir a los extranjeros que solicitaren, o a aquellos a
quienes se les prestare, asistencia o atención, que acrediten identidad y justifiquen, mediante
constancia hábil su permanencia legal en la República. Cuando no los posean –sin perjuicio de
su asistencia o prestación- quedarán obligados a comunicar, dentro de las veinticuatro (24)
horas a la autoridad migratoria, los datos filiatorios y el domicilio de los mismos”.
Mientras que el artículo 102 establecía:

“los institutos de enseñanza media o superior, ya sean públicos o privados, nacionales,


provinciales o municipales, solamente podrán admitir como alumnos a aquellos extranjeros que
acrediten, para cada curso lectivo su calidad de “residentes permanentes” o “residentes
temporarios”, debidamente habilitados a tales efectos”.

98
Los artículos anteriormente citados no sólo muestran la concepción claramente
restringida de ciudadanía respecto de los colectivos migratorios mediante el binarismo
legalidad-ilegalidad, también les otorgan un determinado rol a las autoridades
institucionales obligándolos a comunicar la permanencia ilegal dentro del país para no
incurrir en la violación de la ley. Claramente, se hace énfasis en una concepción
denunciante de la ilegalidad, apuntando fuertemente a la restricción en el acceso a
derechos por parte de los sujetos migrantes.

Otra de las disposiciones arbitrarias que impulsó la intendencia fue la deportación de


estos migrantes a sus países de origen. De este modo, la dictadura intervino
notablemente sobre la cuestión migratoria rigiéndose de acuerdo a principios
excluyentes, represivos, que permitieron la expulsión de los migrantes del territorio sin
intervención alguna del Poder Judicial, por lo que el derecho a la defensa quedaba
prácticamente suprimido. Como sostiene (Oszlack 1983) uno de los antecedentes a
este marco normativo que tuvo un fuerte carácter expulsivo fue la iniciativa de Osvaldo
Cacciatore, Intendente de la Capital Federal durante la “última dictadura militar”, de
“erradicar” las denominadas “villas miseria” ubicadas en la Ciudad de Buenos Aires en
las que se alojaba buena parte de los migrantes externos. Una de las disposiciones
arbitrarias que impulsó la intendencia fue la deportación de estos migrantes a sus
países de origen.

En este sentido, una de las premisas fundamentales en las que se asienta este capítulo
caracteriza la legislación migratoria como un “reflejo de época” en el que los enfoques
asimilacionista e integracionista se encuentran en tensión permanente. De este modo,
puede resultar controversial observar dicha tensión en el marco de la dictadura militar
(1976-1983). Sin embargo, la misma ley proponía el fomento de la inmigración europea,
lo que evidenciaba cierta nostalgia respecto de la efectividad de la Ley “Avellaneda”. De
este modo, era evidente cómo el mismo Estado comenzaba a reflejar la revalorización
de las migraciones europeas en detrimento de las sudamericanas. Conjugando una vez
más asimilacionismo e integracionismo en un marco fuertemente excluyente en el que
la Doctrina de Seguridad Nacional tuvo un papel fundamental.

99
Es importante destacar la importancia que se le concede al Poder Ejecutivo en la
mayoría de los artículos, viéndose disminuida las funciones de otros poderes. El
contexto político, durante esta época, fue determinante en el tratamiento de la alteridad
y el análisis de la legislación migratoria muestra su carácter excluyente y asociado al
control social.

La actual legislación migratoria: avances y limitaciones

Por último, es importante destacar la Ley N° 25.871 sancionada hacia fines del año
2003. El contexto histórico en el que emerge dicha legislación, de acuerdo a cómo lo
entienden Boschi y Gaitán (2009), se encuentra marcado por la tendencia en América
Latina hacia el rechazo más o menos generalizado respecto de las políticas
neoliberales. De este modo, la etapa neoliberal se expresó de modos disímiles
impactando de carácter diverso en los distintos países de la región. Anteriormente
mencionamos la Ley “Videla” como referencia de la gestión de la diversidad cultural en
un marco profundamente represivo. Si pensamos, tal como lo hacen (Aziazu, Basualdo
y Schorr 2001), el modelo neoliberal anclado en la desindustrialización y el ajuste
masivo comenzó a mediados de la década de 1970, profundizándose durante los años
1990 e implicó un determinado tratamiento acerca de los derechos que posteriormente,
al menos en parte, fueron revisados.

Como sostiene Novick (1997), al finalizar la dictadura militar (1976-1983) la apertura


democrática sobre los procesos migratorios no implicó un mayor avance respecto del
reconocimiento de la diversidad cultural. Si bien el despliegue represivo más cruento
había finalizado, durante el período político de Alfonsín, la política migratoria fue
esencialmente asimilacionista y restrictiva. Fundamentalmente, es el tiempo de la
regulación de la Ley “Videla” y de la creación de un “Reglamento de Inmigración” que
agudizan los impedimentos para acceder a la residencia.

El contexto democrático en el que se enmarca la actual Ley de Migraciones permite


pensar su fundamento e intencionalidad sobre cómo el Estado entiende, al menos en

100
términos formales, la relación que la sociedad receptora debe afrontar con respecto a la
diversidad cultural, expresa ante todo la necesidad de saldar una deuda social que
había provocado durante décadas el reclamo de organizaciones de la sociedad civil
debido a la situación de vulnerabilidad en la que se encontraban los migrantes (García,
2013). De esta manera, el retorno de la democracia implicó la revalorización retórica de
los DD. HH como factor de ruptura en relación a los “gobiernos de facto” y
fundamentalmente a la “última dictadura militar”. La “Ley Videla”, si bien era
incompatible con el nuevo contexto democrático, perduraría por más de veinte años
vigente. Con el surgimiento del Gobierno de Néstor Kirchner en el año 2003 se
impulsan una serie de políticas que reorientan las interpretaciones sobre los delitos de
lesa humanidad cometidos durante la dictadura y revalorizando fundamentalmente los
DD. HH. Este proceso también se fue conjugando con la ampliación de derechos hacia
determinadas minorías entre las que se encuentran los migrantes.

De esta manera, y con un amplio consenso del Poder Legislativo, La Ley N° 25. 871 se
sancionó hacia fines del año 2003. Según García (2017) la Ley se aplicó junto con el
“Programa Nacional de Normalización Documentaria Migratoria” (tanto para personas
nacionales del MERCOSUR como “extra” MERCOSUR) constituyendo un antecedente
sobresaliente en materia de legislación migratoria a nivel internacional debido a
considerar los DD HH en la cuestión migratoria. Tal como sostiene Debandi (2015) “La
inclusión del derecho a migrar como parte de una normativa nacional migratoria ha sido
pionero a nivel mundial y es frecuentemente tomado de ejemplo”.

La ley constituye al migrante como sujeto de derecho, reconociéndole el acceso a


educación y salud sin que esto dependa de su situación legal y residencial. El principal
punto de ruptura se encuentra anclado en el derecho a migrar enunciado en el artículo
4: “El derecho a la migración es esencial e inalienable de la persona y la República
Argentina lo garantiza sobre la base de los principios de igualdad y universalidad”.

Contrariamente a la “Ley Videla”, que se focalizaba en el control y la discrecionalidad


del Poder Ejecutivo en la gestión de la expulsión al migrante, la actual promueve la
integración social de los migrantes a la cultura, al mercado de trabajo y al acceso a
servicios sociales básicos (Novick, 2008). Con respecto a la situación legal, ésta se

101
concibe de acuerdo a la categoría residencia, que establece tres formas distintas de
permanencia: permanente, temporaria y transitoria, según corresponda.

Lo fundamental es que la irregularidad no supone la exclusión de los migrantes en lo


que hace al acceso a determinados derechos. Por ejemplo, el artículo 7 determina: “En
ningún caso la irregularidad migratoria de un extranjero impedirá su admisión como
alumno en un establecimiento educativo, ya sea este público o privado; nacional,
provincial o municipal; primario, secundario, terciario o universitario. Las autoridades de
los establecimientos educativos deberán brindar orientación y asesoramiento respecto
de los trámites correspondientes a los efectos de subsanar la irregularidad migratoria”.
El artículo 8 establece esencialmente lo mismo, pero en lo que respecta a la salud
pública. Cabe destacar, que también ambos artículos instituyen el deber por parte de
las instituciones de orientar a los migrantes en cuanto a los procedimientos para la
regularización de su situación y no establece que las autoridades denuncien la
irregularidad, tal como lo disponía la “Ley Videla”.

Por otra parte, existen algunas limitaciones de la ley en cuanto a la persistencia de


elementos propios de un enfoque “asimilacionista”. Así, el artículo 125 establece:
“Ninguna de las disposiciones de la presente ley tendrá por efecto eximir a los
extranjeros de la obligación de cumplir con la legislación nacional ni de la obligación de
respetar la identidad cultural de los argentinos”.

Siguiendo a Domenech y Magliano (2008) la típica retórica que envolvía al discurso


estatal comienza a ser revertida. Los términos “amenaza” o “ilegalidad” empiezan a ser
relegados. Además, las situaciones de “irregularidad migratoria” intentan ser
contrarrestadas mediante un conjunto de medidas que flexibilizan y aceleran los
trámites de regularización. El acceso a derechos, tales como salud y educación, ya no
dependen de la regularidad de los migrantes, constituyendo a estos como “sujetos de
derecho”. (Perez Ripossio, 2015). Consideramos que estos aspectos contemplan una
tensión entre asimilacionismo e intergracionismo que si bien se encuentran presentes
en otras legislaciones que regulan la cuestión migratoria, dentro del mencionado texto
de ley también se hace evidente, otorgando la posibilidad de que emerjan nuevas

102
interpretaciones que contradigan sus fundamentos primordiales. (Perez Ripossio,
2014).

Según estos autores, la ley promueve la integración del migrante que posee residencia
permanente quedando excluidos aquellos migrantes con residencia temporaria y
transitoria. Esto refuerza algunas de las representaciones de los funcionarios que
relacionan las migraciones sudamericanas a una falta de compromiso respecto de la
inserción dentro de la sociedad receptora. La exclusión de los residentes temporarios y
transitorios refleja esa supuesta falta de compromiso y el arraigo cultural con sus países
de origen.

De acuerdo a las interpretaciones de Domenech y Magliano (2008), el texto de ley


expresa una concepción de “comprensión cultural” que apuesta al consenso y respeto
de las diferencias culturales, favoreciendo la comunicación aunque no contempla una
integración real que supere las construcciones dicotómicas y diferenciales que se
establecen en el marco de la interculturalidad. Es una concepción cuyos asideros
fundamentales se encuentran en el multiculturalismo, ya trabajado en el desarrollo de la
tesis. Además, entre la legislación y su cumplimiento efectivo existe una diferencia
notable que no puede ser obviada y, debido a la vulnerabilidad en la que se encuentran
los migrantes, el hacer efectivo el ejercicio de sus derechos resulta algo complejo.

Teniendo en cuenta este nuevo marco normativo es que resulta importante analizar los
discursos de los funcionarios del Poder Judicial acerca de la ciudadanía migrante, de la
igualdad de derechos y de cómo el Estado debe posicionarse frente a esta temática.
Ante el interrogante de si el Estado debería priorizar a los ciudadanos por sobre los
migrantes en lo que respecta a los servicios públicos básicos, tal como elucidamos en el
capítulo dos, se puede observar que las respuestas de los entrevistados oscilan entre la
convicción de que nativos y migrantes deben poseer el mismo trato, o bien, de que la
prioridad debe ser en favor de los nativos.

De estos discursos pueden desprenderse varias consideraciones. En primer lugar,


destacamos un importante desconocimiento por parte de los funcionarios del Poder
Judicial de la ley 25. 871. Uno de los elementos primordiales que percibimos, en este
sentido, se relaciona al desconocimiento de la discriminación como delito de los

103
funcionarios. Recordemos que el artículo tres posee algunos elementos importantes
que hacen a la relación entre migrantes y discriminación.

De este modo la ley establece: f) Asegurar a toda persona que solicite ser admitida en la
República Argentina de manera permanente o temporaria, el goce de criterios y procedimientos
de admisión no discriminatorios en términos de los derechos y garantías establecidos por la
Constitución Nacional, los tratados internacionales, los convenios bilaterales vigentes y las
leyes; g) Promover y difundir las obligaciones, derechos y garantías delos migrantes, conforme
a lo establecido en la Constitución Nacional, los compromisos internacionales y las leyes,
manteniendo en alto su tradición humanitaria y abierta con relación a los migrantes y sus
familias.

Ante los interrogantes: ¿Discriminar es delito en la Argentina? De no serlo, ¿debería


ser considerado como tal?, contenidos en la guía de entrevistas encontramos discursos
tales como:

No, no está considerado delito, es una falta pero no está considerado delito… Sí, creo que sí.
Pero me parece que se mete en esa bolsa un montón de cosas que no sé si son discriminación.
No creo que esté bien manejado el tema, creo que es una moda pero que se sigue
discriminando, más allá del INADI. (Perito, GBA. Antigüedad en la función: 21 años)

Este… no no por lo menos no seria, creo que la verdad desconozco si es federal, está previsto.
Lo que pasa es que discriminar es algo muy cuid… es de mucho cuidado porque ¿Qué
entendés por discriminar, no? y cuáles son las consecuencias por ese acto que vos haces, una
cosa es decir, por decirte algo, “ese negro de mierda” y no por eso estás discriminando.
(Secretaria del Juzgado, GBA. Antigüedad en la función: 13 años)

Depende qué entendamos por discriminar. Si discriminar lo entendemos como hacer diferencias
en algunas cuestiones diferentes…no sería delito. Discriminar sería delito si realmente es algo
arbitrario. Es todo un tema y acá, la verdad que…es una cuestión bastante difícil, porque tenés
a la gente decir: “me dijeron”…no se,…eh…: “boliviano de mierda”…Y es más un insulto…, es
discriminación…. Bueno. Es una cuestión para sentarse y decir: “Bueno, esto que le dijeron ahí
en la calle, en una pelea… ¿es discriminación o es un insulto?, ¿discriminar es hacer una
diferencia material…o discriminar también es hacer…este…insulto de esa manera? Y voy a la
otra…: “boliviano”… ¿bueno, ser boliviano es menos? No, bueno, no es ser menos. En realidad,
que te digan boliviano no tendría por qué ofenderte. Bueno… ¿pero boliviano de mierda…?

104
bueno. Y ahí ya empezamos. Y la verdad hay tantos enrosques y…no se, yo me parece que
como delito…para ser delito la discriminación debería ser como una diferencia arbitraria
respecto de una cuestión o condición. (Prosecretario, CABA. Antigüedad en la función: 4 años)

Como parte de un análisis de índole general, entendemos que la legislación migratoria


argentina refleja la conflictividad inserta en la sociedad receptora como resultado de los
múltiples movimientos migratorios. Integración y asimilación representan una
condensación de diferentes modos de pensar la cuestión migratoria que atraviesan el
modo de entender la interculturalidad por parte de la sociedad receptora y,
particularmente, del Estado. El hecho de cómo la estatalidad se para frente a la
cuestión migratoria depende, en cierto modo, de los enfoques que proporcionan
elementos para pensar la diversidad cultural. Como mencionamos precedentemente,
los discursos de los funcionarios anteriormente citados, evidencian el desconocimiento
de algunos aspectos esenciales de la presente ley migratoria. Fundamentalmente, los
puntos contenidos en el artículo tres que hacen especial mención a la cuestión de la
discriminación y los migrantes externos. Además percibimos, una importante
discrepancia entre las representaciones sociales de los funcionarios del Poder Judicial y
la Ley 25. 871. Si bien advertimos las limitaciones de la actual ley de migraciones,
concebimos que sus avances no pueden dejarse de lado. Sin embargo, las
representaciones de los funcionarios divergen con los fundamentos principales de esta
legislación, ignorando no sólo la discriminación como delito, también restándole
importancia y desconociendo el migrar como parte de los DD HH.

Específicamente, entendemos que en los discursos persiste un enfoque asimilacionista


y excluyente que no considera la interculturalidad en términos de diversidad mientras
que la actual ley, más allá de sus limitaciones, se focaliza en la integración social de los
migrantes.

Por otra parte, es importante destacar la función del Poder Judicial dentro de la
presente ley. Existe un conjunto de artículos, específicamente entre el 61 y el 98 que
delimitan con claridad las funciones de este poder. Siguiendo a González y Tavernelli
(2018) la Ley “Videla” le otorgaba a la DNM (Dirección Nacional de Migraciones) de

105
manera discrecional atribuciones relacionadas a la permanencia y expulsión de los
migrantes. En cambio, la Ley 25. 871 le confiere al Poder Judicial un rol central que, al
menos formalmente, otorga las garantías necesarias para llevar a cabo procedimientos
relacionados tanto con la permanencia como con la expulsión.

A partir de entonces, las decisiones de la DNM quedan en suspenso, concediendo la


posibilidad, ante una decisión desfavorable para la persona migrante, de presentar una
serie de recursos e instancias judiciales que eviten su expulsión. Como sostienen
González y Tavernelli (2018:83).): “Así, se suprime la discrecionalidad que podía
implicar que un órgano perteneciente a la órbita del Poder Ejecutivo, como lo es la
DNM, tomará las decisiones al respecto, incluyéndose una serie de pasos que
garantizaban el debido proceso”.

Es aquí donde el Fuero Contencioso Administrativo cobra relevancia a partir de lo que


define el artículo 98 de la Ley:

Serán competentes para entender en lo dispuesto en los Títulos V y VI los Juzgados Nacionales
de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo Federal o los Juzgados Federales del
interior del país, hasta tanto se cree un fuero específico en materia migratoria.
Este artículo expresa nuevamente la importancia otorgada al Poder Judicial, como
expresión de las garantías de los derechos hacia las personas migrantes marcando un
punto de inflexión fundamental respecto de la legislación anterior.

Los decretos 68/2017 y 70/2017 ¿Nuevo paradigma en materia migratoria?

Recientemente han emergido nuevos debates en torno a la Ley 25. 871. En la


actualidad comienzan a realizarse interpretaciones que plantean la posibilidad de
pensar un nuevo paradigma en el tratamiento de las problemáticas por parte del
Estado. De este modo los decretos 68/2017 y 70/2017, sancionados durante el año en
curso, introducen algunas modificaciones que analizaremos a continuación.

Más allá de las limitaciones que la legislación migratoria vigente contempla, y que han
sido descriptas anteriormente, existe dentro del campo académico un reciente debate

106
respecto a si las modificaciones elaboradas de la ley 25 871, en el incipiente contexto
político, representan un nuevo paradigma sobre la cuestión migratoria.

El decreto 68/2017 crea la Comisión Nacional de Fronteras. Un organismo destinado al


control fronterizo que restringe el ingreso al país de extranjeros que tengan
antecedentes penales y acelera la deportación de aquellos migrantes que han
cometidos delitos en el país. Por eso mismo, uno de los puntos fundamentales
establece: “Hacer cumplir el artículo 29 de la ley 25.871 que, por ejemplo, estipula en su
artículo C que será causal de expulsión "haber sido condenado o estar cumpliendo
condena, en la Argentina o en el exterior, o tener antecedentes por tráfico de armas, de
personas, de estupefacientes o por lavado de dinero o inversiones en actividades
ilícitas o delito que merezca para la legislación argentina pena privativa de la libertad de
tres (3) años o más".

En este sentido, el decreto 70/2017 instaura algunas modificaciones respecto de la Ley


25. 871 que resultan pertinentes de ser caracterizadas. Siguiendo las interpretaciones
del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) respecto de la residencia y la
expulsión de los migrantes, el DNU establece la deportación tengan o no residencia
cuando hayan delinquido, esté la condena firme o se encuentre en la instancia de
procesamiento. Además, se cancelará la residencia a aquellos migrantes condenados
por cualquier delito que prive la libertad. A su vez, en lo que hace a la expulsión de los
extranjeros se limitan los tiempos para presentar recursos legales que revisen la
medida. También se accede a la ciudadanía con dos años de residencia legal, esto es a
partir del otorgamiento del documento nacional de identidad.

Como sostiene Amnistía Internacional:

“En términos generales, el decreto 70/2017 introduce impedimentos concretos para el ingreso y
permanencia de migrantes en el país, acelera los trámites de expulsión reduciendo las
garantías procesales de las personas, vulnerando el derecho de defensa; elimina la unidad
familiar como condición para evitar la expulsión y restringe el acceso a la nacionalidad
argentina”.
Según García (2017) el decreto introduce modificaciones en algunos puntos centrales:

(i) Los aspectos penales (antecedentes, condenas) en relación al ingreso y la posibilidad de


residencia y permanencia; (ii) el régimen de dispensas, sobre todo en casos de reunificación (o

107
no desmembración) familiar; (iii) el procedimiento administrativo que crea el decreto y su
relación con el proceso de expulsión, administrativo y judicial.
Se trata de un endurecimiento de la política migratoria que conjuga, por un lado
modificaciones de la Ley 25. 871 y reinterpretaciones que se centran en el cumplimiento
de los aspectos más regresivos de la presente ley. De esta manera, nos inclinamos por
una interpretación que no considera las actuales modificaciones como una ruptura total
respecto de las políticas que le dieron impulso a la presente ley. Más bien, como
planteamos anteriormente la tensión entre asimilación e integración también se hace
presente en las modificaciones y reinterpretaciones recientes. Resulta claro que
respecto de la Ley 25. 871 existen modificaciones que llevan a pensar un corrimiento
por parte del Estado hacia criterios asimilacionistas y excluyentes que contradicen los
fundamentos esenciales de la ley. Entendemos que, más allá de las modificaciones e
interpretaciones que se han elaborado actualmente, la actual ley contenía algunas
limitaciones que posibilitaron estas nuevas consideraciones. Claro está que estas
modificaciones se generan en un contexto político distinto al de la creación de la Ley
25. 871 y, en este sentido, se observa un retroceso importante. De ahí que planteamos
el interrogante ¿Nuevo paradigma en materia migratoria? Con la intención de impulsar
nuevos debates que permitan comprender de manera más acabada esta cuestión.

Al respecto, algunos organismos como el IARPIDI (Instituto Argentino para la Igualdad,


Diversidad e integración) (2017) han generado documentos que reúnen una serie de
puntos que destacan las características restrictivas, expulsivas y excluyentes del
decreto 70/2017.

De este modo, se destaca la inconstitucionalidad del mismo debido a que le otorga al


Poder Ejecutivo funciones legislativas que la Constitución Nacional no estipula.
Además, reinstala la “sospecha” sobre los colectivos migratorios en cuestiones
vinculadas al delito y la irregularidad migratoria reintroduciendo aspectos que colocan al
migrante como amenaza sin apostar a los recursos de regularización que el Estado
pudiera brindar. También se deja de lado la presunción de inocencia a la hora de
regular el ingreso y la permanencia al territorio por el solo hecho de poseer una
condena que aún no estuviere firme. En este sentido, como señalamos anteriormente,
se reducen los tiempos para la expulsión desconociendo la reconsideración y por

108
último, como lo señala el documento: “otorga facultades discrecionales a la Dirección
Nacional de Migraciones, limitando las dispensas que sólo el Poder Judicial debería
evaluar y otorgar, para determinar no sólo la falta de recursos del migrante para el
acceso al patrocinio jurídico gratuito, sino también la aplicación del derecho de
reunificación familiar” (Penchaszadeh, 2017: 1).

A su vez, estos procedimientos sumarísimos, como lo destacan (González y Tavernelli,


2018) desligan al Estado de su responsabilidad y la trasladan a los migrantes ignorando
las garantías que debería tener un proceso relacionado a la expulsión. La reducción de
los tiempos a tres días para la reconsideración de su expulsión dificulta fuertemente
cumplir con estos requerimientos. Además, como se señaló anteriormente, se le otorga
una centralidad a la Dirección Nacional de Migraciones a la que el migrante debe
dirigirse con el objetivo de solicitar asistencia jurídica gratuita y acreditar efectivamente
la falta de recursos ante la misma (Cascone, 2017). Por consiguiente: “Ambos aspectos
colocan nuevamente a la DNM en un rol central, ya que es esta instancia la que decide
si el caso es notificado a la Defensoría. Estos cambios, entre otros, coinciden los
expertos, vulneran el acceso a la justicia y el debido proceso” (González, Tavernelli,
2018: 86).

Por otra parte, como lo indican González y Tavernelli (2018) el decreto 70/2017
incorpora los principios delatorios que se encontraban ya contenidos en la Ley “Videla”
ya que se “(...) introduce la admisión excepcional a quienes den información a la justicia
sobre algún delito de orden migratorio” (85) apuntando a instalar “(…) un clima
generalizado de sospecha entre migrantes en situación documentaria irregular cuya
permanencia en el país dependerá ahora de la eventual denuncia y consiguiente
expulsión de otros migrantes.” (Penchazadeh, 2017: 1). Tal como lo señala el artículo 4
del DNU:

La admisión o permanencia excepcional también podrá ser concedida a los extranjeros que
brinden en sede judicial información o datos precisos, comprobables y verosímiles vinculados a
la comisión de alguno de los delitos contra el orden migratorio de los cuales hubiera tomado
conocimiento en calidad de sujeto pasivo”.
La derogación de la Ley “Videla” y sanción de la actual ley de migraciones implicaron la
revalorización de migrar como parte del respeto de los DD HH, apostando a una

109
perspectiva integracionista. En la actualidad, se ha reinstalado la “sospecha” respecto
de los colectivos migratorios como parte de una política que relaciona la seguridad
nacional al control de las migraciones mediante diversos mecanismos. Su
perdurabilidad y efectividad dependerá, en buena medida, de la legitimidad o nó que le
otorgue a estas iniciativas la sociedad receptora. Más allá de los cambios que pudieran
generar las legislaciones migratorias, entendemos que las representaciones sociales
encierran efectos más agudos respecto del tratamiento de la diversidad cultural. Por
eso mismo, reafirmamos la postura central de la investigación que focaliza su análisis
en las representaciones sociales.

Conclusiones

La presente tesis pretendió realizar un aporte dentro del campo de las problemáticas
migratorias. Si bien, existen numerosas investigaciones que estudian procesos
migratorios, aquellas que consideran las representaciones sociales desde la institución
Judicial, son escasas, siendo una temática que adquiere notable relevancia. Por otra
parte, entendemos que los procesos migratorios representan uno de los pilares
fundamentales de la constitución de la Argentina como Estado Nación. En primer lugar,
debido a la “oleada de migrantes europeos” como resultado de una política de la elite
gobernante en los albores del siglo XX y, en segundo lugar, la visibilización que
adquirieron los migrantes sudamericanos hacia la segunda mitad del siglo XX de
acuerdo a su presencia en el mercado de trabajo, a la concentración en determinados
espacios urbanos y a la influencia de los medios de comunicación y la sociedad política
en cuanto a su caracterización. De esta manera, la relación entre problemáticas
migratorias, sociedad receptora y el Estado representó parte de la cuestión social
durante buena parte de la historia argentina.

Nuestros pilares teóricos indican que las relaciones interculturales se constituyen como
relaciones sociales de dominación (Cohen, 2009). La dominación se produce en el
marco de la sociedad receptora, en diversas instituciones y ámbitos específicos en el
que la interculturalidad queda interceptada por asimetrías que legitiman y racionalizan

110
la desviación social como característica inmutable de los colectivos migratorios
sudamericanos. Estas consideraciones influyen notablemente en la conformación de la
ciudadanía y de la identidad nacional que se expresa, de un lado, en los obstáculos a la
hora de hacer efectivo el acceso a derechos esenciales que se encuentran presentes
en la actual legislación migratoria, del otro, en la caracterización de un “nosotros”
fuertemente excluyente que revaloriza las migraciones europeas como un modo de
construir una dicotomía respecto de las migraciones sudamericanas anclada en
diferencias culturales que anteponen, en el primer caso, la “idea” de un proyecto
personal y nacional unificado y, en el segundo caso, como un modo de obtener ventajas
de los servicios públicos sin contribuir con la sociedad receptora.

De este modo, destacamos un conjunto de factores condensados en la sociedad


receptora que producen una determinada forma de pensar la interculturalidad. Así,
instituciones como la escuela y el Poder Judicial contribuyen, en el primer caso, en
socializar a los sujetos incorporándoles determinados valores que se relacionan a la
constitución de la identidad nacional y, en el segundo, a la sanción de ilegalismos. Por
otra parte, el mercado de trabajo influye generando desplazamientos poblacionales
mediante el incremento del desempleo y el trabajo estacional que expulsa
colectividades hacia otros países distintos al de origen. También, los medios de
comunicación juegan un papel preponderante en la formación de representaciones que
reproducen y refuerzan las asimetrías existentes de las relaciones interculturales. Por
último las “huellas históricas” representan una determinada manera de construir un
pasado cuyos efectos resultan útiles para repensar el presente. Y esa construcción
histórica incide notablemente en la conformación de representaciones respecto de los
procesos migratorios. (Cohen, 2009)

De esta manera, en el primer capítulo se estableció la relación entre identidad nacional


y procesos migratorios. Así, se interpeló a los funcionarios del Poder Judicial respecto a
si la presencia de migrantes perjudica o fortalece la identidad nacional. En este sentido,
existió una primera instancia de comparación respecto del significado de las
migraciones europeas en la influencia de dicha identidad. Esto se debió a que los
entrevistados recurrieron en gran medida al “crisol de razas” como un modo de

111
entender la génesis de la construcción de la identidad nacional, reivindicando un
pasado en el que la diversidad cultural se configuró de un modo natural, desprovisto de
toda conflictividad y antagonismo. De este modo, resultó necesario recuperar las
“huellas históricas” de la problemática migratoria, observando como la primera “oleada
migratoria europea” fue el resultado de una política diseñada por parte de la elite
dominante, que impulsó un “trasplante poblacional”, con el fin construir un mercado
local y civilizar la incipiente sociedad argentina.

Además, se observaron representaciones sociales que caracterizan la relación entre la


identidad nacional y los migrantes de un modo en el que el “crisol de razas” aparece
diluido y la identidad nacional deteriorada. En el caso de los discursos sobre el “crisol
de razas”, se observó cierta continuidad respecto de la mezcla como una instancia que
facilitaría la integración social. El problema que se presenta aquí es que la referencia
con la que se piensa la “mezcla” solo contempla un mosaico de alteridades europeas,
en la que los migrantes sudamericanos sólo podrían reproducirla si se adaptasen a la
pauta cultural de los migrantes europeos. A tal efecto, si la identidad nacional es
revalorizada en referencia a un pasado cuya principal influencia es la europeidad, el
paso del tiempo implica un deterioro de la misma por el declive de las migraciones
europeas y el incremento de la visibilidad ya mencionada de las migraciones
sudamericanas.

Por lo tanto, se observaron representaciones sociales con una fuerte hostilidad hacia la
influencia en la identidad nacional por parte de los colectivos migratorios
sudamericanos. En este sentido, se deja de lado los discursos que reproducen el “crisol
de razas” como una instancia unificada de la multiplicidad cultural, dando lugar a un
modo de pensar la identidad nacional en términos de un prejuicio que promueve un
racismo simbólico. Esta hostilidad hacia los migrantes sudamericanos, que además se
observa en otros discursos, refuerza determinados posicionamientos. Así, el prejuicio
emerge como resultado de un desconocimiento mutuo favoreciendo percepciones
acerca de la otredad negativa. Los matices aquí son difíciles de encontrar, por lo tanto
recurrimos al concepto de racismo simbólico, intangible y encubierto para dar cuenta del
fenómeno. Este racismo se adapta a los discursos que emergen desde determinadas

112
instituciones que, de manera más sofisticada que otras representaciones sociales, no
toman las características fenotípicas de la alteridad otorgándole a sus posturas una
aparente racionalidad que legitima la dominación social sobre los colectivos migratorios.

En el segundo capítulo, tomamos como categoría central la ciudadanía, identificando


representaciones que contribuyen a consolidar la obstaculización sobre el acceso a
determinados derechos esenciales. La relación entre ciudadanía y migrantes expresa
una tensión que los Estados nacionales aún no han resuelto. Pareciera ser que en un
mundo globalizado la categoría “ciudadanía” ha perdido efectividad dando lugar a un
debate respecto de nuevas formas de ciudadanía. Los procesos migratorios incomodan
a los Estados debido a que los migrantes encierran una indeterminación de difícil
solución. Las revisiones actuales plantean la posibilidad de pensar la ciudadanía de un
modo tal que trascienda las fronteras de los Estados nacionales.

Específicamente propusimos identificar el modo en que los discursos de los


funcionarios del Poder Judicial constituyen la ciudadanía migrante como una ciudadanía
restringida. Siendo el Poder Judicial una de las instituciones fundamentales en la
protección de derechos, se observó una contradicción inherente en su interior debido a
la diferenciación que se establece en cuanto al acceso a derechos por parte de los
colectivos migratorios y los nativos. Así, la restricción en el acceso a derechos por parte
de los sujetos migrantes ilustra el modo en que las representaciones de los funcionarios
se encuentran atravesadas por un sistema de códigos hegemónicos que moralmente
constituyen relaciones interculturales asimétricas.

Nuevamente, los matices respecto de esta cuestión son difíciles de rastrear, sin
embargo, consideramos algunos discursos que aún apelan a la igualdad jurídica plena
más allá de la nacionalidad y de la situación legal. Este es un aspecto positivo que de
alguna manera podría demostrar cierto corrimiento respecto de los enfoques que
piensan la diversidad cultural hacia un lugar algo más integracionista. Además, esto
podría relacionarse al impacto de la legislación migratoria actual que enfáticamente
revaloriza el migrar como un derecho humano.

En el tercer capítulo, abordamos la comparación entre las migraciones europeas y


sudamericanas. Así, caracterizamos cómo los funcionarios del Poder Judicial definían

113
ambos colectivos migratorios. De este modo, comparamos las representaciones
sociales de los funcionarios respecto de éstos grupos migratorios. Recuperamos el
proceso histórico y social que provocó la oleada migratoria europea a principios del
siglo pasado con la finalidad de caracterizar las “huellas históricas” de las migraciones
en Argentina. Además, permitió comprender cómo las representaciones sociales mutan
a través del tiempo quedando demostrado que, en la actualidad, las migraciones
europeas han sido revalorizadas respecto de sus orígenes. De este modo, la
comparación con los colectivos migratorios sudamericanos es relevante, en la medida
en que estos últimos son pensados de modo opuesto a las migraciones europeas y, a
partir de allí, es que a los migrantes sudamericanos se les asignan características
negativas.

Avanzando en la comparación, evidenciamos que existen categorías estigmatizantes y


antagónicas claramente visibles entre uno y otro colectivo migratorio. Los europeos
poseen una carga positiva y sus categorías se relacionan a “constructores de la
Nación”, siendo la cultura de trabajo un factor esencial. Los sudamericanos son
definidos como “aprovechadores” y su carga negativa se relaciona a no apostar a un
proyecto nacional común, siendo sus principales características ajenas al ser nacional.

Por último, en el cuarto capítulo, trabajamos la cuestión de la legislación migratoria a lo


largo de la historia argentina. De alguna manera, las distintas leyes que regulan el tema
expresan un “reflejo de época” en la que se encuentra una tensión al interior del Estado
en términos de enfoques que piensan la diversidad cultural desde aspectos
integracionistas y asimilacionistas.

La Ley “Avellaneda” constituye el primer antecedente legislativo de importancia que


ilustra el modo en que el Estado comienza a pensar la cuestión migratoria como una
condición esencial para el desarrollo del modelo agro-exportador. También se observa
la intención de civilizar la Argentina mediante un “trasplante civilizatorio” que, más allá
de consolidar un determinado patrón de acumulación (Basualdo, 2007), constituyó una
forma de subjetividad. De este modo, la legislación apuntó a un determinado sujeto
migrante mediante el impulso de una política de “puertas abiertas”, siendo efectiva en
términos cuantitativos debido al importante número de migrantes que arribaron al país,

114
aunque con consecuencias desde el punto de vista del incremento de la conflictividad
social.

Por otra parte, reflexionamos sobre la Ley “Videla” destacando el contexto de


exacerbación de la represión y el control social sobre la sociedad civil. En este caso, los
colectivos migratorios sudamericanos, que habían adquirido visibilidad a partir de la
década de 1960, no quedaron exentos de padecer las iniciativas represivas y
excluyentes del proceso. Esta ley poseía una fuerte impronta asimilacionista que
rechazaba la diversidad cultural generando un conjunto de mecanismos que apuntaban
al control, a la exclusión y a la expulsión de los sujetos migrantes.

Por último, la Ley 25. 871 marca un punto de inflexión respecto de la legislación
migratoria anterior. Fundamentalmente implica un avance a nivel nacional e
internacional al entender los movimientos migratorios como un derecho humano. En un
contexto democrático, en el que se revalorizaron los DD HH como parte de uno de los
pilares políticos, se creó un marco normativo que revirtió en gran medida los principios
que regían la Ley “Videla”. En este punto, destacamos las competencias judiciales que
inaugura la ley, sobre todo mediante el Fuero Contencioso Administrativo que efectiviza
el cumplimiento de las garantías del debido proceso en lo que hace a las condiciones
de permanencia y expulsión otorgándole al Poder Judicial un rol central en
contraposición con la Ley “Videla” que centraba estas funciones a través de la DNM y el
Poder Ejecutivo.

Una de las premisas fundamentales que recorre el capítulo se asienta en entender las
legislaciones migratorias como un “reflejo de época” (Novick, 2008) elucidando que las
mismas encierran una tensión entre dos modos distintos de pensar la diversidad cultural
por parte del Estado. Así, integración y asimilación se conjugan a lo largo de la historia
argentina, quedando expresada dicha tensión al interior de cada una de las
legislaciones que han incidido sobre la cuestión migratoria.

Los decretos 68/ 2017 y 70/2017 han sido analizados en consideración con las
modificaciones que impulsan, destacando las características de un paradigma del cual,
actualmente, observamos sus incipientes bases. De todas maneras, hay elementos
suficientes para caracterizar este paradigma en clave de endurecimiento de la política

115
migratoria, el control fronterizo y la reinstalación de la sospecha que coloca a los
colectivos migratorios bajo categorías como “ilegalidad” y “amenaza”.

Cabe destacar, que recientemente el decreto 70/2017 ha sido declarado


inconstitucional mediante un fallo de la sala V de la Cámara Contencioso Administrativo
Federal. El fallo establece que no se justifica en tal situación “(…) que el Poder
Ejecutivo emita disposiciones de carácter legislativo” y además sostiene que las
estadísticas que asocian las migraciones al narco-delito son sesgadas y no reflejan
objetivamente el accionar de la mayoría de los sujetos migrantes.

El enfoque de la tesis sobre la interculturalidad toma como premisa que las relaciones
sociales entre nativos y migrantes se constituyen como relaciones de dominación. Este
modo de pensar las problemáticas migratorias y la interculturalidad supone recuperar la
conflictividad como algo inherente a este tipo de relaciones sociales que permite, entre
otros aspectos, visibilizar los prejuicios como elementos constitutivos de asimetrías en
el marco de las relaciones interculturales.

Retomando las hipótesis propuestas en el desarrollo de la tesis, existe un sistema de


códigos que atraviesan la cuestión intercultural y que generan que las relaciones
interculturales se constituyan como relaciones de dominación. Estos códigos configuran
determinadas representaciones sociales que son funcionales a los polos dominantes.
De este modo, el prejuicio como expresión más acabada de un nuevo racismo,
intangible y encubierto, difícilmente delimitable contribuye en la reproducción del
antagonismo propio de la interculturalidad.

Sólo en un marco de entendimiento de las problemáticas migratorias, que admita las


diferencias culturales como un factor generador de conflictividad social y entendiendo
que éstas no deben transformarse en desigualdades sociales, es que podrá pensarse la
integración social de los migrantes en la sociedad receptora. Es un proceso arduo en el
que hay avances y retrocesos, sin embargo hay que apelar tanto a la sociedad civil
como a las instituciones para pensar una interculturalidad que respete la diversidad
étnica y cultural.

116
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Anexo

GUÍA DE PAUTAS 9 – PODER JUDICIAL

Percepción de las migraciones tradicionales

1. Teniendo en cuenta que Argentina, desde la segunda mitad del siglo XIX
hasta la actualidad ha sido un país receptor de migraciones, ¿Ud. diría que
esto impactó en el Poder Judicial?

Profundizar: Cómo impactó en el modo de actuar de la justicia. Qué aspectos se


modificaron. De qué forma. Por qué (motivos de esas modificaciones).

2. Pensando ahora en las primeras migraciones que hemos recibido, en esas


¿había tanto delito como ahora? Y ¿Qué tipo de delito?

Profundizar: Si existe la percepción que la ilegalidad estaba tan presente antes


como ahora.

3. Y en esas primeras migraciones ¿Ud. observa alguna asociación entre tipos


de delitos y los grupos migratorios?

Profundizar: En el caso que el entrevistado no establezca ninguna asociación,


plantear: “Por ejemplo en aquella época, entre los migrantes, había muchos
anarquistas”

4. ¿A qué venían los migrantes antes y a qué vienen ahora?

130
Profundizar: “Entre los migrantes de antes y los de ahora, ¿hay una escala de
valores diferente?

Profundizar por nacionalidad

Percepción de las migraciones recientes / actuales

5. ¿Es posible que los migrantes que recibimos actualmente hayan tenido algún
pasado delictivo en sus países de origen?

Profundizar: Si responde que SI: ¿reproducen estas cuestiones en nuestro país?

6. ¿Considera Ud. que Argentina recibe “lo negativo” de cada país?

Profundizar: ¿Cómo caracterizaría a esos sectores que llegan?

7. Pensando en la actualidad, y según su experiencia, ¿suelen aparecer ciertos


tipos de delitos asociados con determinados grupos migratorios?

Profundizar: Indagar según nacionalidad. Indagar según tipos de delitos. En lo


posible, que reconstruya con detalle la relación entre migrante y delito.

 Coreana

 China

 Boliviana

 Peruana

 Paraguaya

 Africana

 Chilena

131
8. De ser así, ¿por qué piensa que se da esta asociación?

Componentes socioeconómicos y étnicos en relación al origen nacional

9. ¿Qué contribuye más a la condición de vulnerabilidad, ser migrante y/o ser


pobre?

10. ¿Considera que ser migrante condiciona el acceso a derechos de las


personas? Profundizar: Indagar diferencias por nacionalidad

11. ¿Existe asociación entre pobreza y tipos de delitos? ¿Cuál?

Profundizar: De ser así, esa asociación ¿es más frecuente entre extranjeros o
entre nativos?

12. ¿Piensa Ud. que el Estado debería implementar políticas que atiendan la
condición de pobreza de los migrantes? De ser así ¿Qué tipo de política
debería implementar el Estado?

Profundizar: Indagar en torno a satisfacer los derechos laborales, en salud,


vivienda y educación de los migrantes.

13. Teniendo en cuenta que el Estado tiene recursos escasos y que en Argentina
el índice de pobreza es alto ¿el Estado debería dar prioridad a sus
ciudadanos?

Profundizar: ¿Por qué?

132
14. Cuando pensamos en la situación por la que atraviesan los servicios
públicos de salud y educación, sabiendo que son instituciones que deben
responder frente a una gran demanda y que deben hacer frente ante la
presencia de población extranjera que se acerca para hacer uso de éstos,
¿Qué condiciones de prioridad debe plantearse el Estado para atender esa
demanda?

Funcionamiento de la justicia

Bueno, ahora pensando en el procedimiento judicial…

15. ¿Qué dificultad genera para el procedimiento judicial el hecho que la persona
sea de origen extranjero?

16. ¿Qué dificultad genera para el procedimiento judicial el hecho que la persona
sea pobre?

17. Según algunos colegas suyos, existen ciertas diferencias en los tiempos de
resolución y los tipos de sanción en causas que involucran a migrantes
extranjeros ¿Cuál podría ser una posible explicación de esto?

Profundizar: ¿Cómo juega la condición de pobreza en estos casos?

18. Respecto a los migrantes, hay diferencias culturales. Estas diferencias,


¿Cómo afectan en el procedimiento judicial?

133
19. Ante la presencia de un delito, ¿cómo actúan las fuerzas de seguridad
(policía, gendarmería y prefectura) frente a un extranjero y frente a un nativo?

Migraciones / Identidad / Nación

20. ¿Qué ayuda más a fortalecer la identidad nacional: mezclarse con extranjeros
o evitar que esto ocurra?

21. ¿Cómo definiría la “identidad nacional”?

22. ¿Discriminar es delito en la Argentina?

De no serlo, ¿debería ser considerado como tal?

AGRADECER COLABORACION

134
DATOS DE CLASIFICACIÓN

ENTREVISTADOR/A

Nombre:

Fecha:

ENTREVISTADO/A

Nombre:

Lugar de trabajo:

Cargo/ Función:

Antigüedad en la institución
judicial:

Modo en que fue contactado:

135

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