Professional Documents
Culture Documents
RESUMEN
La narración de historias ha existido desde siempre, y escuchar cuentos que son narrados o leídos
siempre ha producido fascinación. Y aunque los beneficios de narrar y leer oralmente cuentos
están ampliamente investigados y documentados, la presión que ejerce la evaluación SIMCE ha
desplazado la oralidad, restringiendo todas las actividades que se realizan en el aula casi
exclusivamente al desarrollo de la comprensión lectora. Sin embargo estos esfuerzos no han dado
frutos a lo largo de los años, y los resultados se encuentran estancados. ¿Será ahora el momento
de cambiar la estrategia y volver a contar cuentos?
Este breve barrido por la historia demuestra que a los seres humanos nos encantan los
cuentos. A los niños les fascina dormirse escuchando historias de la boca de sus padres o abuelos
que no sólo les leen, sino que también muchas veces inventan historias para satisfacer las
exigencias de su pequeña audiencia. A todos nos gusta escuchar historias y a la vez somos
cuentacuentos, pues la narración es una de las habilidades del lenguaje que más utilizamos.
“Contar es encantar, nos dice bellamente Gabriela Mistral. (…). El cuento bien narrado, o bien
leído, pareciera detener el tiempo de tal manera que niños y adultos, o más bien personas de más
o menos años, nos sentimos trasladados a un mundo mágico, aparentemente desconectado de la
realidad cotidiana” (Edwards, 2008).
El ser humano utiliza el lenguaje para describir, argumentar, exponer y narrar. A través de
la narración es que registramos nuestra experiencia cotidiana, nuestra memoria y recuerdos.
Beuchat (2006:16) señala la importancia de la narración en nuestra vida cotidiana: “Todos tenemos
alguna historia que contar. Todos somos contadores de cuentos. El ser humano siempre ha
querido comunicarle algo a otros. Bastaría con recordar la frase que emerge con frecuencia
cuando encontramos a otra persona: ‘¿Te cuento?’ Es un deseo innato arraigado en lo profundo de
nuestro ser, que nos impulsa a compartir con los otros”.
Pero, ¿qué estructura tiene una narración? De acuerdo con Álvarez (2004) lo que distingue
una narración de los otros tipos de discurso que utilizamos (descriptivo, argumentativo y expositivo)
son las secuencias de acciones ordenadas en el tiempo. Ejemplos de narraciones son las
anécdotas o experiencias vividas, cuentos, novelas, fábulas, leyendas, etc. (Condemarín y Medina,
2010). El cuento, en particular y como texto narrativo, contiene la secuencia: inicio-conflicto-
desenlace, es decir, posee una situación inicial, luego un quiebre –algo que viene a perturbar las
cosas- y por último un desenlace. A esta estructura básica pueden agregarse otros elementos
como episodios, que son secuencias de acciones en las que el protagonista, su antagonista y
personajes secundarios realizan para recuperar el equilibrio perdido. De acuerdo con Volosky
(2004), los cuentos en general y los cuentos de hadas en particular, pueden poseer además
recursos tales como la repetición (ejemplo: Ricitos de Oro), los matutines (Érase que se era, colorín
colorado) y expresiones mágicas y cabalísticas (Ábrete Sésamo o Rapunzel, Rapunzel, échame tu
cabellera para subir por ella sin escalera), entre otros.
Hay diversos estudios que han indagado en los beneficios que contrae narrar oralmente
cuentos o leerlos en voz alta. Cecilia Beuchat en su libro “Narración oral y niños: una alegría
siempre” (2006) detalla estos beneficios: narrar oralmente desarrolla la capacidad de escuchar,
expande significativamente el lenguaje, desarrolla la imaginación, prepara para la escritura,
fomenta el gusto por leer y por los libros, contribuye a que los niños se familiaricen con los
elementos propios de la narrativa, desarrolla ampliamente el pensamiento (habilidades como
predecir, anticipar, hipotetizar, analizar y sintetizar, entre otras), desarrolla conductas sociales y
afectivas importantes, desarrolla el placer y la recreación. Por tanto, un niño que escucha cuentos
con regularidad, no sólo está en un proceso de pensamiento activo de imaginación, sino que
también está absorbiendo vocabulario y estructuras lingüísticas que más tarde le servirán para
comprender mejor lo que lee y producir textos escritos propios de buena calidad.
Quizás sea por lo anterior que un ciudadano promedio tiende a asociar al narrador oral o
cuentacuentos como un artista que trabaja exclusivamente con niños pequeños, desconociendo
que el oficio también se desarrolla, por ejemplo, en bares nocturnos, o que en las zonas rurales
existen “narradores tradicionales” y “mentirosos” con repertorios destinado en muchos casos
exclusivamente a público adulto. “La narración de literatura oral todavía es vista como algo de poca
importancia; basta percibir lo que sucede con nuestros mitos y leyendas. Éstos sólo reciben
atención durante el mes del folclor…” (Cléo Busatto, 2005).
BIBLIOGRAFÍA
Álvarez, G. (2004). Textos y Discursos: Introducción a la lingüística del texto. Chile: Edit.
Universidad de Concepción.
Beuchat, C. (2006). Narración Oral y Niños. Una alegría siempre. Santiago de Chile:
Ediciones UC.
Busatto, C. and ernández aliñas, . (200 ). Contar y encantar. México: Diana.
Condemarín M. y Medina, A. (2010). Evaluación Auténtica del Lenguaje y Comunicación.
Chile: Edit. Andrés Bello.
Edwards aldés, A. (2008). Hora del cuento. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.
Mistral, G. and Scarpa, . (200 ). Magisterio y Niño. Santiago de Chile: Ed. ndrés Bello.
Monfort, M. y Juárez, A. (1999). El niño que habla. España: Edit. Ciencia de la Educación
Preescolar y Especial.
Searle (1969), autor citado por Mendoza, E. (2001). La Narrativa en el TEL. España:
Ediciones Pirámide.
Volosky, L. (2004). Poder y magia del cuento infantil. Santiago de Chile: Edit. Universitaria.