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LEONARDO BOFF

TEOLOGÍA DEL CAUTIVERIO


Y DE LA LIBERACIÓN

EDICIONES PAULINAS
PROLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA

La teología de la liberación y del cautiverio ha nacido


en un contexto de Tercer Mundo y en el seno de cristia-
nos que se han dado cuenta del régimen de dependencia
y de opresión en que viven sus pueblos. Partiendo de un
compromiso liberador inspirado en su propia fe cristiana,
intentaron una praxis concreta en sus iglesias y en la so-
ciedad, que se reflejó en una práctica teórico-teológica dis-
tinta de la tradicional y que tomó el nombre de teología
de la liberación. El contacto de la fe con los problemas
socioanalíticos hizo descubrir a estos cristianos campos nue-
vos para la realización del mensaje cristiano y de la teo-
logía. Especialmente para ésta no se trata ya de seguir
reflexionando sobre aquellos campos teóricos definidos
hasta ahora como teológicos, como el tema de Dios, de
la gracia, del pecado, de Jesucristo, de la Iglesia, etcétera,
sino de reconstituir y de rescatar el campo teológico des-
de dentro de una temática considerada profana, como lo
económico, lo político, lo ideológico, la lucha de clases,
etcétera. Esta actividad amplió el horizonte de la teología;
la hizo histórica, c&mtextual y aplicada a las situaciones con-
Título original: Teología do cativeiro e da libertagáoí (5) by Leo-
nardo Boff, Petrópolis - RJ 1975/ (© Ediciones Paulinas 1978 (Prota- cretas en las que la fe se ejercita como praxis.
sio Gómez, 15. Madrid-27)/Traducción de Alfonso Ortiz/Impreso A pesar de ser contextúa! y por eso mismo relativa
por Artes Gráficas Carasa (José Bielsa, 20. Madrid - 26)/ISBN
84-285-0673-6/Depósito legal: M. 43.691-1977/Printed in Spain. y limitada, la teología de la liberación encierra una pre-

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tensión de universalidad. Umversalmente, toda la teología, el contexto europeo, así como los caminos de liberación
para ser teología verdadera que articule a nivel teórico en su lectura teológica. Por fin, se puede esperar del pen-
la presencia concreta de Dios y del Resucitado en las di- samiento español, en su larga tradición mística, profética
versas situaciones humanas, tiene que ser contextual e y teológica, una profundización en el campo teórico de-
histórica. La presencia de Dios y del Resucitado es siem- la teología desde la liberación y desde el cautiverio. En
pre un universal concreto. En consecuencia, también tiene •t América Latina ella posee un carácter de urgencia, sin et
que serlo la teología. En cualquier rincón de la tierra la ^tiempo y los medios para una sistematización más orde-
teología tendrá que meditar esta concreción de Dios y del ínada, que es una exigencia interna de toda verdadera teo-
Resucitado y las actitudes vitales que implica para los hom- ': logia. Si alguien se ve cercado de cocodrilos, le es muy
bres. Es ésta una tarea universal: debe ser siempre con- difícil acordarse de que su tarea era vaciar el lago. La
textual. Si prescindiera de ello, correría el peligro de que mutua fructificación será, innegablemente, un beneficia
ese Dios en que cree reflexionar no pasaría de ser la ima- para la Iglesia universal.
gen del Dios proyectado por la ideolo&éh^kítse-elas&^do- Madrid, Navidad de 1977
mmswte, pero no el Dios vivo y verdadero de Jesucristo
y de Abraham, Isaac, Jacob y de todos los profetas. LEONARDO BflP
En los últimos años se ha notado un vivo interés en
España por la teología de la liberación. En ello ha influi-
do ciertamente el hecho de que este tipo de teología está
siendo escrito casi exclusivamente en español y en los
países hispánicos del continente americano, profundamen-
te ligados con los países ibéricos. España y Portugal fue-
ron los primeros centros de los cuales nuestros pueblos
fueron la periferia. En las reflexiones de la teología desde
la liberación y desde el cautiverio este pasado está siem-
pre presente, porque él se prolonga en sus estructuras
hasta la profundidad de nuestro ethos cultural. España y
Portugal constituyen los dialogantes permanentes de nues-
tra teología.
Estamos convencidos de que la teología de la libera-
ción posee dentro de sí un reto para la teología hispá-
nica en el sentido de una relectura crítica y profética de
todo el pasado colonizador, especialmente en su unidad
dtsrltmno, proyecto de expmdátt/pK&yéeto de misión. Por
otra parte, puede significar un desafío a la teología espa-
ñola, para que piense las nuevas formas de cautiverio y
de opresión que se viven internamente en el país y en

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INTRODUCCIÓN

La década del 60 conoció la concepción y el parto de


la praxis y de la idea de liberación. Llegó a su culmen
en los documentos de Medellín de 1968. A partir de aque-
lla fecha se hicieron sentir profundas reacciones por parte
de los mantenedores de la situación vigente. La década
de los 70 está siendo marcada en América Latina, cuna
de la teología de la liberación, por el predominio de la
ideología de seguridad nacional con unas consecuencias
que han alcanzado significativamente a los cuadros de la
Iglesia. No son pocos los que proclaman el aborto de lo
que se concibió en la década anterior. Cierto sentimiento
de desconfianza ha invadido a muchos grupos compro-
metidos. La institución eclesial ha participado en el des-
concierto general provocado por la implantación de regí-
menes fuertes. No siempre se puede decir de ella que haya
sabido alimentar las esperanzas de cuantos confiaban en
ella. Hay quienes constatan, a nivel de los altos escalo-
nes eclesiásticos, un triste vacío profético, tanto más triste
cuanto más urgente. Muchos profetas han quedado diezma-
dos ante los ojos de sus pastores. Sin embargo, la pers-
pectiva de la liberación no se ha pervertido. Se ganó te-
rreno en las bases y se impuso a la reflexión de la Iglesia
universal que pensó sobre ella en el sínodo de obispos

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de 1974, como una manera distinta de hacer teología, de Junto con esta liberación en régimen de cautiverio
considerar el contenido de la revelación y de la tradición aparece un nuevo estilo de ser Iglesia. Se realiza una ver-
y de orientar la praxis pastoral. Conquistó además su dadera eclesiogénesis, no explicitada todavía teológicamen-
verdadero contexto: el>-í»»»toeíio. En una situación gene- te, pero desde luego una Iglesia real que nace del pueblo.
ral de cautividad es preciso pensar y trabajar de una for- En este contexto de preocupaciones es como se ha es-
ma liberadora. Queda poco lugar para la euforia de los crito la teología de estos doce capítulos. El autor tiene
años 60, cuando era posible soñar con un despliegue es- conciencia de los límites y lagunas de su intento. A no
pectacular de liberación popular. pocos lectores toda la primera parte les parecerá muy exi-
La teología de la liberación en régimen de cautividad gente en términos de reflexión. Esto tiene su razón de ser.
tiene tareas distintas de las que tiene en tiempos de gozo Teología de la liberación y de la cautividad no es lo mis-
por las libertades conquistadas. Es preciso sembrar, pre- mo que liberación histórica. Nace ciertamente de una vida
parar el terreno, mantener firme la esperanza, consolar a de fe y tiene que llevar a una praxis, pero iluminada y cua-
las víctimas, disminuir los dolores y luchar en favor de lificada. Por eso tiene que plantearse además la tarea de
los derechos humanos violados. En este terreno la jerar- discutir los presupuestos tanto de la liberación-proceso
quía de la Iglesia ha actuado de una manera carismática como de la teología-reflejo. Tiene que darse cuenta de las
y muy evangélica. Ha sido y sigue siendo en muchos paí- implicaciones globales con el sentido histórico que esta-
ses del continente latinoamericano la única voz poderosa blece el cautiverio como contrapartida al proceso de libe-
de los que no tienen voz. Ha sabido soportar las difama- ración. El sistema capitalista, bajo cuya vigencia vivimos
ciones políticas con el espíritu de las bienaventuranzas. en el mundo occidental, engendrador de opresiones y que
En régimen de cautividad la liberación ha encontra- eventualmente se desdobla en represión, no constituye
do otro camino de concreción muy distinto del que se ar- la realidad primera. Es ya el resultado de un sentido de
ticuló hace unos años en los ambientes universitarios o vivir y de relacionarse con la naturaleza y con los demás
en los grupos concienciados por distintas ideologías pro- hombres que se dio en nuestra historia occidental. Es pre-
motoras del cambio social. Se ha encarnado en un nivel ciso bajar al análisis y a los mecanismos estructurales que
muy popular, en medio de la gente secularmente aplas- allí funcionan para tomar conciencia de las dimensiones
tada u oprimida por los más fuertes. Esta liberación se reales de la cautividad y considerar las posibilidades de
lleva a cabo con una inspiración claramente evangélica; liberación que se anuncian en la cautividad y a pesar de
nace de la meditación, de la puesta en común y de la ella. Es menester concebir la redención de Cristo también
práctica de las palabras del Evangelio, de los ejemplos en el marco concreto de la época en que vivimos. Para
de Cristo y de los primeros cristianos. En las comunida- poder decir todo esto, el autor reconoce los límites del
des eclesiales de base, en los grupos de barrio, en los pensamiento abstracto y su incapacidad para hacerlo más
movimientos obreros y de jóvenes. Se intenta una libe- concreto.
ración muy humilde, pero efectiva, porque se cambian las Estas páginas no han nacido de la desesperación, sino
actitudes, la praxis de vida, las relaciones sociales y el de una gran esperanza. Estamos ciertamente en el cau-
proyecto fundamental de la sociedad y también de la Igle- tiverio y «i?d: destierro. Pero este cautiverio y este des-
sia institucional. tierro no son como los de Egipto o Babilonia, ya que

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tenemos ante nuestros ojos de fe la liberación de todos
los cautiverios y destierros por la resurrección del Siervo
doliente, de nuestro Hermano y Señor Jesucristo. La co-
munidad creyente y la teología tienen que proclamar con-
tinuamente esta liberación, sin la que no se justifica ni
la Iglesia ni la teología. Si es verdad —como dijo uno
de los grandes novelistas en los tiempos sombríos de la I
represión nazi— que puede haber situaciones en las que
hablar de rosas parece constituir un crimen, porque su- LA HERMENÉUTICA DE LA
pone silenciar tantos errores, también es verdad que para CONCIENCIA HISTÓRICA DE LA LIBERACIÓN
los cristianos, junto con el esfuerzo por transformar la
vida, hay también lugar para la celebración. Desde que
el Hijo del hombre, ultrajado y crucificado, resucitó de
entre los muertos, se ha anticipado la liberación definiti-
va y se ha mostrado ineludiblemente que la vida es más I. LA APARICIÓN DE UNA NUEVA CONCIENCIA H ISTÓRICA
fuerte que la muerte y que la utopía es más real que to-
dos los realismos políticos y económicos. Por eso la co- La palabra liberación se ha vuelto significativa no sólo
munidad de fe puede celebrar y cantar, incluso en medio para la praxis política y para la reflexión teológica. Im-
de los peligros y amenazas, como lo hizo el Señor con plica además la aparición de una nueva conciencia his-
los suyos en la última cena, antes de ser apresado, inte- tórica como manera de comprender y de situarse frente
rrogado, torturado, condenado y crucificado. a la totalidad de la historia (1). El lenguaje de la libe-
No carece totalmente de sentido el hecho de que el ración, por muy diversas que se presenten sus ramifi-
autor, sin previas intenciones, escribiera estas reflexiones caciones, articula una nueva óptica por la que se inter-
al mismo tiempo que elaboraba en un lenguaje lírico- preta la historia humana en su presente y en su pasado.
narrativo los Mínima Sacramentalia —Los Sacramentos de Pensar y actuar en términos de libertad en política, en eco-
la Vida y la Vida de los Sacramentos—, donde intenta nomía, en pedagogía, en religión, en sociología, en medi-
celebrar las manifestaciones históricas de la gracia libera- cina, en psicología, en crítica ideológica, etcétera, supone
dora en el mundo. un giro hermenéutico y la entronización de un nuevo es-
tado de conciencia. Dentro de la perspectiva de la libe-
En esta doble perspectiva de transformación y libe-
ración todos los contenidos de la religión, de la política
ración le gustaría al autor que se leyeran y comprendieran
o de cualquier otro tipo adquieren una nueva dimensión. No
estas reflexiones.

Petrópolis (Brasil) - Bogotá (Colombia) (1) Cf H. ASSMANN, Implicaciones socio-analíticas e ideológicas


del lenguaje de liberación, en Teología desde la praxis de la libera-
Agosto de 1975 ción, Sigúeme, Salamanca 1973, 106-113. No hay en el autor una ní-
tida preocupación por la hermenéutica, latente en el lenguaje de
la liberación. G. M. GUTIÉRREZ, Teología de la liberación, Sigúeme,
Salamanca 1972, 131-132, alude levemente al problema.

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es que no estuviera presente en ellos esta nueva dimen- empezara a realizarse a partir del momento en que em-
sión. Pero ahora ha sido rescatada, sacada de su lactan- pezó a hablarse de liberación y a luchar por ella. Estaba
cia y articulada en la conciencia, y por eso mismo en la ya presente en todo el curso de la historia, sin nombre,
historia del hombre. Por ello ha empezado a hablarse en bajo otros nombres, afirmada o negada. Pero en un mo-
estos últimos años de catequesis liberadora (2), de peda- mento determinado, a través de titubeos y de zigzagueos,
gogía liberadora, de política liberadora, de praxis libera- irrumpió indudablemente como un hecho de conciencia
dora, etcétera. El aspecto liberador de la praxis, de la po- histórica. Ahora vivimos bajo el influjo de esta nueva
lítica, de la pedagogía y de la catequesis, que de forma mentalidad histórica que nos permite una lectura distinta
inconsciente y no refleja estaba siempre actuando en esas de los textos y contextos históricos presentes y pasados,
diversas actividades, empieza ahora a ser concienciado, pen- dentro del horizonte de liberación o de opresión y re-
sado, criticado y tematizado (3). No es que la liberación presión.
¿Cómo brotó la temática de la liberación en la con-
ciencia, especialmente del hombre sudamericano?
(2) Cf, p o r ejemplo, R. GOPEGUI, Caminhos de libertacao, Ca-
minhos da Igreja, Loyola, Sao Paulo 1973; R. AVILA, La liberación
(texto de religión para 4.° año de enseñanza media), Voluntad,
Bogotá 1970; ID., Elementos de una evangelizarían liberadora, So-
ciedad de Educación Atenas, Madrid 1971; A. CUSSIANOVICH, NOS ha
1.. La subconsciencia de la nueva conciencia: el subdes-
liberado, Sigúeme, Salamanca 1973. arrollo
(3) Hay a nivel teológico m u c h a literatura sobre el tema, que
no podemos citar aquí. Indicaremos algunos títulos: G. M. GUTIÉ-
RREZ, Teología de la liberación, o. c , ID., Vangelo e prassi di ' La irrupción histórica de la conciencia de liberación
liberazione, en «Rassegna di Teología» 14 (1973), 145-159; H. Ass-
MANN, Opresión-liberación. Desafío a los cristianos, Nueva Tierra,
se fue gestando lentamente. Diríamos que conoció prime-
Montevideo 1971; ID., Teología desde la praxis de la liberación, ro una fase de subconsciencia. Se elaboró en el interior
o. c ; R. ALVES, El pueblo de Dios y la liberación del hombre, de una reflexión socio-analítica sobre el fenómeno del re-
Fichas de Isal 3 (1970/26), 7-12; ID., Religión, opio o instrumento de
liberación, Nueva Tierra, Montevideo 1970; ID., Apuntes para un traso y de la pobreza de los países latinoamericanos y del
programa de reconstrucción en teología, en «Cristianismo y socie- llamado Tercer Mundo, comparados con los países opulen-
dad» 7 (1969), 21-31; VARIOS, Pueblo oprimido, señor de la historia,
Nueva Tierra, Montevideo 1972; VARIOS, Liberación latinoamerica- tos del hemisferio Norte. El hombre contemporáneo cobró
na, en «Stromata» 18 (1972), 3-193. Hay u n a serie de trabajos que viva conciencia de las desigualdades sociales, culturales,
ofrecen la bibliografía aparecida sobre el t e m a liberación, entre
otros: P. P. VANDERHOFF, Bibliography: Latín America Theology of políticas y económicas que caracterizan a una gran parte
Liberation, con 900 títulos, Ottawa 1972 (mimeogr.); R. M. VALEN- de los países del mundo. Comprendió la urgencia de un
ZUELA, De la dependencia a la teología de la liberación. Notas biblio-
gráficas, CIDOC, Cuernavaca doc. 1/1 1973/386; R. VEKEMANS, Des- proceso de transformación rápida para superar las distan-
arrollo y revolución, Iglesia y liberación. Bibliografía, CEDIAL, cias y equilibrar las desigualdades. El término desarrollo
Bogotá 1972 (mimeogr.), Herder, Barcelona 1972; Encuentro de El
Escorial, Fe cristiana y cambio social en América Latina, Sigúeme, condensaba las aspiraciones colectivas en una superación
Salamanca 1973, 391-415; F. MONTE, Teología de la liberación; un que arrancase a los pueblos de su retraso. Aunque cono-
aporte de la teología latinoamericana. Revisión bibiográfica, en
«Mensaje» (1973), 277-283; VARIOS, Liberación: Diálogos en el CELAM, cido desde 1912 (4), sólo a partir de 1945 empezó a ser
Bogotá 1974; A. ALONSO, Iglesia y praxis de liberación, Sigúeme,
Salamanca 1964; L. GERA, Teología de la liberación (MIEC-JECI
10-11), Lima 1972; I. ELLACÜRÍA, Liberación: misión y carisma de la
Iglesia latinoamericana, Lima 1975, en el n 96 de la revista «Conci- : (4) Cf. J. A. SCHUMPETER, Theorie der wirtschaftlichen Entwick-
lium» (1974). lung, Leipzig 1912, que fue el primero en usar esta expresión, ele-

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utilizado en un sentido constante socio-analítico (5). En tóricos del pasado sin tener en cuenta las modificaciones
oposición al desarrollo, que era la característica de los paí- del proceso histórico y de la situación presente. La etapa
ses ricos, está el subdesarrollo, específico de los países recorrida por los Estados Unidos o por Inglaterra desde
pobres que no han logrado todavía el bienestar de los. hace doscientos años no corresponde a la etapa que vivi-
primeros. mos ahora nosotros. Antes los países actualmente desarro-
llados no eran ni económica ni culturalmente dependien-
tes. No existía la competencia de hoy, el monopolio de
a) Países en vías de desarrollo los grandes capitales, las cargas tributarias y el sistema
de interdependencia entre las naciones vinculadas por el
En un primer momento, muy ingenuamente, se enten- mismo sistema ideológico.
día el subdesarrollo como un proceso natural de tránsito-
Por eso, a finales de la década del 60, se intentó en-
de una sociedad tradicional pretécnica a una sociedad mo-
tender el fenómeno del subdesarrollo mediante otro mar-
derna técnica (6). Hay fases que es preciso ir recorrien-
co de referencia, con la llamada teoría funcional (7). Los
do cronológicamente. Por eso el problema no es político,
diversos países desempeñan una función dentro de un sis-
sino técnico, esto es, de aceleración histórica en el reco-
tema global ideológico de poder político y económico. De
rrido de las diversas fases. En vez de hablar de país sub-
ahí que el subdesarrollo encierra, más allá de un proble-
desarrollado habría que hablar, en ese modelo de etapas,
ma técnico, un problema político. Si un país desempeña
de un país en vías de desarrollo. Cuando un país alcanzaba
su función sistemática, constituye una eufunción; en caso
las características de otro país considerado como desarro-
contrario, constituye una disfunción. Esta comprensión se
llado, era contado entonces entre los países desarrollados:
aplica no solamente a nivel internacional, sino también
determinada renta per cápita, producto nacional bruto, cier-
en el interior de un mismo país. En ese sentido le interesa
to grado de consumo, determinado número de vehículos,
al sistema ideológico poder combatir generalmente al sub-
hospitales, escuelas, bibliotecas, años de supervivenciay
desarrollo. Es preciso anticiparse con reformas a los re-
etcétera.
volucionarios que contestan globalmente el sistema. Des-
arrollo significa entonces modernización de las estructu-
b) Países subdesarrollados ras atrasadas, reformismo profundo, estrechamiento de la
interdependencia de los diversos elementos del sistema
En un segundo momento se dieron cuenta de la inge- global. El desarrollo no se agota en el crecimiento eco-
nuidad de esta teoría de las etapas. Maneja datos his- nómico de la producción y del consumo. Es un proceso
totalizador que alcanza dimensiones sociales, políticas, edu-
vada luego a categoría científica en sociología por el economista
cacionales y culturales. La Populorum progressio expuso
australiano C. CLARK, The conditions of economic progress, Lon- este concepto global haciendo suya una expresión famo-
dres 1940.
(5) Cf L. J. LEBRET, Dynamique concrete du développement,
París 1967, 38. (7) Cf PITTEBERG y A. LUCKMANN, A formacáo social da ordem,
(6) Es clásica la obra de W. W. ROSTOW, The stages of economic Mestre Jou 1968; cf también P. DEMO, Conflicto social. Perspecti-
growth. A non-Communist Manifestó, The University Press, Cam- vas teóricas e metodológicas, Vozes, Petrópolis 1973, donde se ofre-
bridge 1960. cen buenas críticas a partir de la posición de R. DAHRENDORF.

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*} T nCT fATTTTJ/EDTr»
debatiéndose en la miseria y en la frustración» (9). El
"sa del padre J. Lebret: «tener más, para ser más», «des-
subdesarrollo no es una fase superable, sino una situa-
arrollar a todos los hombres y al hombre todo». Uno
ción general dentro del sistema político y económico vi-
de los más activos discípulos de Lebret, V. Cosmáo, des-
gente en América Latina y en el mundo occidental. «El
cribe de este modo el desarrollo: «El desarrollo no pue-
subdesarrollo de los países pobres, como hecho social glo-
de ser más que la evolución global de una sociedad que
bal, aparece entonces en su verdadera faz: como el sub-
se moviliza a sí misma bajo el impacto de la civilización
producto histórico del desarrollo de otros países. En efec-
científica y técnica y pone en actividad todo su capital
to, la dinámica de la economía capitalista lleva al esta-
de civilización y de cultura para enfrentarse con la nueva
blecimiento de un centro y de una periferia, y genera,
situación en que se encuentra gracias a la evolución his-
simultáneamente, progreso y riqueza creciente para los
tórica» (8). En esta acepción global el desarrollo encierra
menos y desequilibrios sociales, tensiones políticas y po-
un elemento humanista; se trata de una compenetración
breza para los más» (10). Los países subdesarrollados se
de todos los valores, inclusive de la reciprocidad de la
mantienen en el subdesarrollo gracias a la red de depen-
conciencia social. La Alianza para el Progreso fue fruto
dencia de los centros de decisión que no están en Buenos
de esta teoría, adoptada además por otros organismos in-
Aires, Lima, Bogotá ni en ningún otro centro latino-
ternacionales como el BID, el CEP AL, el FMI y la ONU.
americano, sino en Nueva York, en Londres, en París,
Frente a los países desarrollados, los demás países no son
en Falkenburg, etcétera. El sistema de dependencia está
llamados países en vías de desarrollo, sino simplemente
interiorizado dentro de los propios países por obra de las
subdesarrollados, pero que urge desarrollar armónicamente.
grandes empresas multinacionales. Empapa la cultura, la
escala de valores, los medios de comunicación, el mundo
simbólico, la moda, las ideas y la teología. La categoría
c) Países que se mantienen en subdesarrollo
dependencia se ha ganado un estatuto científico como
clave interpretativa de la estructura del subdesarrollo (11).
A través de la década de los años 60 se anunciaron
'graves frustraciones en toda la América Latina. Tras el
•optimismo eufórico del desarrollismo vino una crítica re- (9) F. HERRERA, Viabilidad de una comunidad latino-americana,
lativa al modelo que falseaba las perspectivas fundamenta- en Estudios Internacionales (Santiago de Chile), abril 1967; véan-
se diversos testimonios en T. SANTOS, La crisis de la teoría del des-
les. No se trata de interdependencia externa e interna, sino arrollo y las relaciones de dependencia en América Latina, en La
de verdadera dependencia. No se consiguió rebajar las dis- dependencia político-económica de América Latina, México 1969,
1964-1965; C. FURTADO, Subdesenvolvimento e estagnacáo na Amé-
tancias entre los desarrollados y los subdesarrollados, sino rica Latina, Rio de Janeiro 1968.
que se agravaron: «Las naciones desarrolladas aumenta- (10) G. GUTIÉRREZ, Teología de la liberación, o. c., 118; cf
C. FURTADO, A formacáo económica da América Latina, Río de Ja-
ron sus riquezas en un 50% durante la década de 1960- neiro 1969; La dominación de América Latina, Lima 1968.
1970, mientras que el mundo en vías de desarrollo, que (11) Cf la principal literatura: F. H. CARDOSO, Desarrollo y de-
pendencia: perspectivas en el análisis sociológico, en VARIOS, So-
abarca los dos tercios de la población mundial, seguía ciología del desarrollo, Buenos Aires 1970, 19ss; F. O. BORDA, Cien-
cia propia y colonialismo intelectual, México 1970; T. SANTOS, De-
pendencia y cambio social, Santiago de Chile 1970; G. ARROYO, Pen-
samiento latinoamericano sobre subdesarrollo y dependencia ex-
(8) Cf Les exigences du développement au service de l'hotnme, terna, en «Mensaje» (1968), 516-520; J. G. GONZÁLEZ, Développement
en «Parole et Mission» (1967), 587-588.

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El subdesarrollo desempeña la función de subconscien- ceso de desarraigo de la dependencia y de libertad para
cia de la conciencia histórica de liberación. la construcción de una convivencia menos opresora e in-
justa. Liberación, como sugiere la propia semántica, signi-
fica acción creadora de liber-tad. Es una palabra-proceso,
2. Dependencia-liberación: dos categorías de correlación una palabra-acción, orientada intencionalmente hacia una
opuesta praxis que libera de y para.
Efectivamente, liberación supone proceso de liberación
La conciencia aguda de los mecanismos que mantienen de un tipo de relación de Je-pendencia, vivido como de-
a América Latina en el subdesarrollo entendido como primente y ie-pauperador. Invita a una ¿^-obstaculiza-
dependencia y dominación llevó a que se hablara de libe- ción con el fin de des-atar una liberación para la conducción
ración. Esta categoría de liberación, correlativa a la de «-dependiente y <z«/o-aseguradora del propio camino.
dependencia, articula una nueva actitud en el enfrenta- Por consiguiente, no se trata de un desarrollo armó-
miento con el problema del desarrollo. No sólo sirve para nico, que recorra unas fases sucesivas y lineales, aunque
describir y explicar el fenómeno, sino principalmente para sea de forma acelerada. Se exige ineludiblemente una rup-
denunciarlo. La categoría liberación lleva consigo una re- tura y un corte con el statu quo de dependencia, no ya
pulsa global del sistema desarroUista y una denuncia de para buscar a otros de los que depender, sino para que
su estructura subyugante. Es preciso romper con la red haya una convivencia humana más fraternal o menos do-
de dependencias. Pero esa ruptura no puede hacerse sin minadora.
conflictos. El conflicto comienza con el desenmascaramien-
Esta liberación tiene que ser conquistada por los mis-
to ideológico, mantenedor del estado de subdesarrollo,
mos pueblos oprimidos. El gran brasileño Paulo Freiré,
mediante un análisis socio-analítico que pone de relieve
que trabaja actualmente en Ginebra en el Consejo mun-
los mecanismos de dependencia y de dominación. Puede
dial de las Iglesias, ha concebido la educación como prác-
pasar luego a una praxis liberadora, como ha sucedido
tica de libertad (12) y ha elaborado una pedagogía del
con muchos grupos de casi todos los países latinoamerica-
oprimido (13). A través de la concienciación, el oprimido
nos, con el objeto de provocar una ruptura con el sistema
pasa de una conciencia ingenua, que no ha llegado a de-
de dependencia y de crear unas condiciones para que los
tectar todavía su propia situación de oprimido y que dejó
países sean agentes y productores de su propio destino.
que se introyectara en sí mismo la estructura de opresión,
La liberación lleva consigo un valor ético y no sólo un
a una conciencia crítica por la que adquiere conocimiento
dato científico. Constata una ausencia de libertad, de auto-
nomía y de independencia, rechazándola al mismo tiempo.
(12) P. FREIRÉ, La educación como práctica de la libertad, Si-
Se propone recuperar la libertad perdida o adquirirla. Y glo XXI, México 1971; cf sus artículos recogidos en Contribución al
esa recuperación o conquista se lleva a cabo como un pro- proceso de concientización en América Latina, en «Cristianismo y
Sociedad» (Suplemento), Montevideo 1968; Educación para un desper-
tar de la conciencia. Una charla con Paulo Freiré, en «Cristianismo y
et/ou Liberation?, en «Lumen Vitae» 26 (1971), 559-584; R. POBLETE, Sociedad» 10 (1972), 75-84; ofrece una buena visión crítica A. R.
La teoría de la dependencia: análisis crítico, en Liberación: diálogos CUNHA, Concienciación y alfabetización en el pensamiento de Paulo
en el CELAM, o. c , 201-220; J. COMBLIN, Théologie de la practi- Freiré, en «Concilium» 85 (1973), 280-289.
que révolutionnaire, París 1974, 118-127. (13) Con este mismo título se publicó un libro de P. FREIRÉ en
Siglo XXI, Montevideo 1970.

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de su propio estado, extroyecta las categorías opresoras II. LA LIBERACIÓN DENTRO DE UNA HERMENÉUTICA,
que había en su interior y se abre al diálogo crítico y a DE LA H I S T O R I A UNIVERSAL
la verdadera creatividad. Todo esto se lleva también a
cabo en un proceso que es liberador, pero que puede ser La experiencia socio-política del subdesarrollo como»
lento y conflictivo. estructura de dependencia y de dominación del centro so-
La conciencia de la liberación está creciendo cada vez bre la periferia, como hemos visto, ha traído consigo la-
más en América Latina, a pesar de los reveses de los conciencia de liberación. Esta conciencia ha creado um
intentos de ruptura en casi todos los países sudamericanos. nuevo horizonte y una nueva óptica por la que podemos
Con ello se exaspera la conciencia que, una vez fascina- comprender el pasado bajo las condiciones del presente
da por el esplendor de una verdad, ya no puede dormir. e iluminar dimensiones ocultas, pero presentes en cual-
Sufre, se ve humillada y ofendida, reducida al silencio quier articulación humana. Sería ideológico y por tanto
y martirizada. Pero es una brasa viva bajo las cenizas empobrecedor que redujéramos la categoría liberación a
calientes. En cualquier momento puede brotar de nuevo, su contenido socio-analítico. Es verdad que brotó de esta
para quemar e iluminar. Medellín fue un testigo de este experiencia, pero sin agotarse ni limitarse a ella. La libe-
acontecimiento, al asegurar que «estamos en el umbral ración como proceso se libera de su propio origen y
de una nueva época histórica de nuestro continente, llena adquiere el estatuto de un horizonte a partir del cual
de un anhelo de emancipación total, de liberación de toda se pueden vislumbrar nuevas realidades en otros campos
servidumbre, de maduración personal y de integración co- diversos del de la política y la sociología, como en la
lectiva. Percibimos aquí los preanuncios en la dolorosa concepción de la propia historia, en las otras ciencias hu-
gestación de una nueva civilización» (14). manas, en la interpretación del fenómeno de la seculariza-
Eduardo Pironio, obispo de Mar del Plata y presidente ción y en la misma teología» Evidentemente, al desvincu-
del CELAM, resumía acertadamente el sentido del pro- larse de su lugar de origen (el hombre no permanece eter-
ceso de liberación cuando escribía: «Por un lado, la libe- namente en el sitio en que nació ni se deja interpretar
ración comporta el sacudirse todo tipo de servidumbre. adecuadamente a partir de su origen) puede surgir la im-
Por otro, es la proyección, hacia el futuro, de una socie- presión de que la categoría liberación —debido a su ge-
dad nueva en donde el hombre, libre de presiones que lo neralización y a su transformación en horizonte— que-
paralicen, pueda ser el sujeto activo de sus propias deci- daba vaciada de su mordiente y de su carácter explosivo.
siones. Es decir, por un lado la liberación es concebida Y todavía surge un agravante más serio: la ideología vi-
como superación de toda esclavitud; por otro, como vo- gente, para autodefenderse, asume las categorías contesta-
cación a ser hombres nuevos, creadores de un mundo tarias, las priva de su energía cuestionante, las domestica
nuevo» (15). y las asimila como si se tratara de sus propias conquistas.
Entonces la temática liberación-opresión asume la función
de suplencia del evidente desgaste del lenguaje tradicio-
nal, fenómeno corriente en el campo teológico (16). A pe-
(14) SEGUNDA CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO,
Medellín conclusiones, CELAM, Bogotá, D. E., Colombia 1976, 23.
(15) Reflexión teológica en torno a la liberación, en Escritos
Pastorales, BAC, Madrid 1973, 72-73. (16) Es la crítica que, por j u s t a s razones, le hace al lenguaje

22 23
sar de estos inconvenientes que es preciso tener en cuen- resa desentrañar la estructura que siempre se ha drama-
ta, no podemos, sin caer rápidamente en un proceso de tizado en concreto en los procesos históricos de libera-
ideologización, vincular la temática de la liberación sola- ción. Esa estructura constituye la identidad en la diferen-
mente al proceso que ha vivido la sociedad latinoameri- cia de las manifestaciones liberadoras y origina igualmen-
cana. Precisamente por el hecho de haberse constituido te la unidad del movimiento liberador global de la historia.
ya una nueva conciencia histórica, nos es lícito aplicar la Esta estructura de liberación, insistimos una vez más, no
categoría liberación a otras zonas de la experiencia hu- existe en sí misma. Por eso no podemos hablar de ella
mana. Uno de los mayores teóricos de la liberación a directamente. Solamente existe en las concreciones polí-
nivel teológico, Gustavo Merino Gutiérrez, lo ha perci- ticas, sociales, culturales, ideológicas, religiosas, etcétera.
bido muy bien: «Procurar la liberación del subcontinente Pero aunque se ofrece en unas articulaciones históricas,
va más allá de la superación de la dependencia econó- no se agota ni se pierde en ellas. Mantiene siempre una
mica, social y política. Es, más profundamente, ver el apertura permanente (eso es exactamente el proceso de
devenir de la humanidad como un proceso de emancipa- liberación) a unas nuevas formas concretas o en otros
ción del hombre a lo largo de la historia, orientado hacia niveles distintos. En cada concreción el proceso de libe-
una sociedad cualitativamente diferente, en la que el hom- ración pone en movimiento algunos elementos estructu-
bre se vea libre de toda servidumbre, en la que sea artí- ralmente permanentes, pero que se manifiestan histórica-
fice de su propio destino. Es buscar la construcción de mente en formas siempre diversas. Necesitamos reflexio-
un hombre nuevo... Esto es lo que en última instancia nar sobre esto, ya que en ello reside la comprensión de
sostiene el esfuerzo de liberación en que está empeñado lo que ha de ser el proceso global de liberación en el
el hombre latinoamericano» (17). Pues bien, ésa es pre- que está metida la historia.
cisamente la perspectiva que ha de ser articulada más de- En la concreción que expusimos rápidamente, hace
talladamente. En ella es donde reside la hermenéutica poco, de la liberación en un contexto político y social
de la liberación. aparecieron algunas estructuras permanentes, como opre-
sión - dependencia - liberación, conflicto - ruptura, proceso.
Pues bien, esa temática surge en cualquier articulación
1. ha estructura hermenéutica de todo proceso de libe- histórica. Fundamentalmente podemos representarla de
ración este modo: el hombre crea para sí un entorno vital
(político, económico, filosófico, religioso, etcétera). Como
La liberación-dependencia-opresión no sólo ha sido vi- sucede en toda concretización, se mueve dentro de unas
vida como realización o frustración en la actualidad. Como coordenadas y unos límites y realiza las posibilidades rea-
señalamos anteriormente, es una estructura permanente les que se dan dentro de ese entorno. El hombre y la
en todo el devenir de la humanidad en las más diversas sociedad sólo viven en la medida en que crean una cir-
vertientes en que ésta se ha articulado. Aquí nos inte- cunstancia. Esta aprisiona en cierta manera y cerca al hom-
bre (circum), pero le permite vivir y estar (stantia) como
teológico H. ASSMANN, Teología desde la praxis de la liberación, señor dentro de un mundo domesticado y familiarizado
o. c , 106.
(17) G. GUTIÉRREZ, Teología de la liberación, o. c , 132-133. por él a través del pensamiento, del trabajo, de la cul-

24 25
tura, de la convivencia, etcétera. Aunque no puede vivir estructura radical) se dan cuenta de sus límites y de que
sin su circunstancia, el hombre acaba siempre levantán- habrán de agotarse las posibilidades del entorno vital y
dose por encima de cualquier circunstancia dada. Se hace social, comienza entonces a hacerse sentir con más insis-
prisionero, pero no permite nunca que lo aprisionen. Vive tencia la urgencia de la superación. Esta superación pue-
oprimido dentro de su entorno vital, pero jamás se deja de articularse en términos de reforma, cuando el entorno
oprimir. Dentro de la circunstancia crea para sí el espa- permite todavía una corrección y un perfeccionamiento
cio de su libertad concreta, ya que libertad significa siem- interno. O bien como revolución, cuando se contesta glo-
pre campo-de-libertad. Como tal, es limitado en sus po- balmente la circunstancia y se exige una nueva. El hom-
sibilidades. Pero jamás tolera que le encuadren solamente bre y la sociedad (o también cualquier otra manifestación
dentro de ese campo-de-libertad. El hombre se encuentra como una ciencia determinada, la economía o la religión)
siempre delimitado, definido, para algo más, para la aper- han entrado en una grave crisis. Se manifiesta cada vez
tura, para lo otro diferente, para un horizonte todavía más claramente el carácter conflictivo en que se encuentra
sin determinar. Y lo mismo ocurre con la sociedad de siempre toda circunstancia. El conflicto manifiesta el ca-
los hombres. Y lo mismo con las ciencias de los hombres. rácter de ruptura que puede asumir la apertura. Cuando
Todo lo que el hombre hace y produce posee esta estruc- el entorno vital se autoafirma, se autodefiende y utiliza
tura. Puede pensar en las filosofías más diversas. En su la fuerza moral, intelectual y hasta policial para perpe-
estructura radical, todas ellas convergen en esta expe- tuarse, entonces surge el fenómeno de la opresión, de la
riencia fundamental. Lo específico del hombre es mante- represión y de la dependencia impuesta y sufrida. En co-
ner y preservar permanentemente esta apertura. Quitar, rrelación con ello, surge la liberación como proceso de in-
sofocar y negar esta apertura significa oprimir, esclavizar dependencia de una circunstancia inadecuada, para pro-
y mantener al hombre en una dependencia deshumaniza- vocar una ruptura con ella y pasar a una nueva circuns-
dora. Preservar permanentemente su apertura no quiere tancia más adecuada. Esta a su vez historizará las posibi-
decir desarraigar al hombre de su circunstancia para aco- lidades inmanentes que ofrece, hasta que éstas se agoten
modarlo en otra extraña. Consiste en hacerle ver y vivir y se provoque un nuevo conflicto con manifestaciones
aquella circunstancia de tal forma que se dé cuenta de de opresión y represión, para que surja de nuevo una
que ella no es todavía su libertad ni su liberación, sino ruptura liberadora y siga así su camino el penoso proceso
que debe, permaneciendo en ella, abrir los ojos a algo de la liberación. Y ese proceso será siempre indefinido.
más y, para ello, estar dispuesto a superarla. La circuns Al final, ¿hacia dónde se encaminará? La respuesta a
tancia aparece entonces como la concretización precaria esta pregunta será la tarea principal de nuestras reflexio-
de la libertad y de la liberación. Se constituye en media- nes a lo largo de todo este libro. Quizá el sentido de
ción, en concreción histórica de la libertad y de la libe- esta respuesta decisiva logre dar un significado a las di-
ración, pero sin agotarse en esa realización. Para soste- versas concretizaciones históricas del proceso global de
nerse como libertad y liberación tiene que permanecer liberación. Puede ser que aquí sea donde tenga algún sen-
siempre como paso, como movimiento, como puente y tido hablar de una teología de la liberación.
proceso indefinido.
Conviene insistir de nuevo: la estructura que hemos
Cuando el hombre o la sociedad (que posee la misma expuesto rápidamente se encuentra en la raíz de cual-

26 27
quier realidad. Todo entorno vital (personal, social, po- los hombres, ya que la historia se percibió como un con-
lítico, económico, ideológico, religioso, etcétera) consti- flicto dentro del cual estalla el proceso liberador.
tuye siempre un equilibrio difícil entre una circunstancia A partir de esta panorámica de la liberación se puede
limitada y la apertura ilimitada que se establece dentro contemplar todo el largo camino evolutivo del hombre
de ella. Por eso mismo esconde avaramente dentro de sí como proceso de hominización progresiva. H©minización
un conflicto insuperable, pero que es germen de vida, de significa exactamente el proceso de ir haciéndose hombre.
crecimiento y de todo el proceso liberador. Cuando el Este se va liberando lentamente de sus orígenes anima-
límite intenta obstruir la apertura hacia lo ilimitado, surge les, emerge a la penumbra de la noosfera, supera el cla-
la opresión y la represión. Consiguientemente se articula roscuro del pensamiento salvaje, preso todavía del mun-
una ruptura que abre el camino a un proceso de libera- do semiótico, rompe el pensamiento formal ligado a los
ción del entorno vital opresor y lucha por una nueva for- conceptos, los supera por medio de una formalización
ma de circunstancia más adecuada y, por supuesto, más simbólica cada vez más aguda y, de esta forma, libre de
humana. ambigüedades, va construyendo su propio computador y
va liberando cada vez más las capacidades de comunica-
ción de todos los «media» que impiden su perfecta reali-
2. ¿Hominización como proceso de liberación? zación. El proceso permanece siempre abierto. Sentimos
cada vez más que el mundo que poseemos no es ni mu-
Decíamos al principio que la liberación expresa la apa- cho menos el mejor posible.
rición de una nueva conciencia y con ella de una óptica De forma semejante se efectuó este proceso en la re-
con la que podrá releerse el pasado y detectar en él la lación del hombre con la naturaleza. Del estado primi-
presencia o ausencia del proceso de liberación. Poder leer tivo de una unión mística con la naturaleza, la conciencia
la historia como historia de la liberación humana de todas humana fue objetivando el mundo, comprendiéndolo, do-
las ataduras que la traban interior y exteriormente es mesticándolo, sometiéndolo gradualmente a su proyecto
precisamente lo que constituye nuestra historicidad. El histórico, haciéndose cada vez más señor de él hasta el
carácter actual de nuestro pensamiento se define concre- punto de intentar construirlo artificialmente. Y así po-
tamente como capacidad para concebir al mundo y al dríamos proseguir en todos los campos de la actividad
hombre como historia y proceso de liberación. Existen histórica del hombre, mostrando cómo este proceso de
otras épocas del pensamiento, como la de la metafísica liberación paulatina se fue articulando o sucumbiendo
o la del mito, a las que no se les ha dado captar el en algunas ocasiones a los mecanismos de represión y
mundo como historia y proceso liberador. Con ello no dependencia (18). En realidad, la historia del proceso
queremos decir que no haya en ellas experiencia de libe-
ración ni acontecimiento liberador. Estaba presente, pero
sin ser tematizado ni concienciado. La experiencia de Amé- (18) Para nuestra perspectiva teológica son interesantes los aná-
lisis y el enorme material recogido: F. MANTHEY, Das Problem der
rica Latina dejó que brotara la conciencia de esta dimen- Erlosung in den Religionen der Menschheit, Hildesheim 1964; E.
sión de la realidad: la liberación. Por eso decíamos que SCHAER, Erlosungsvorsteüungen und ihre psychologischen Aspekte,
Zurich 1950; W. E. MÜHLMANN, Chiliascus und Nativismus. Studien
con ella se inauguró un nuevo giro en la conciencia de zur Psychologie, Soziologie und historischen Kasuistik der Ums-

28 29
de liberación lleva simultáneamente consigo una histo- minados y somos más dependientes que el salvaje de an-
ria correlativa, la del proceso de opresión y dominación taño, que dentro de su ambiente conocía una domesti-
histórica del hombre. Este ha vivido permanentemente cación de la realidad circundante de tal categoría que lo
en tensión entre el polo de dependencia y el polo de libe- convertía en su verdadero señor, perfectamente integrado
ración. El paso de un polo al otro expresa y constituye en ella. La voluntad de poder y la idea de progreso que
el proceso de liberación o dominación (19). caracterizan a nuestra época nos mantiene acorralados
En América Latina vivimos un momento decisivo de dentro de un círculo de producción y consumo en cien-
este proceso liberador, polarizado especialmente en la es- cia, en técnica, en medios de comunicación y de subsis-
fera sociopolítica. La liberación se lleva a cabo en todos tencia, que nos hace sumamente frágiles en términos de
los niveles, pero encuentra en este sector una concreción ser, aunque podamos ser ricos en términos de tener. De-
prioritaria. Y aquí es donde se anuncia el mayor desafío pendemos cada vez más del mundo de segunda mano,
de la conciencia y donde irrumpe también la dimensión lleno de aparatos que creamos nosotros mismos. Esto nos
de la liberación como proceso global y no solamente socio- permite vislumbrar que el llamado proceso de liberación
político. no quiere decir sino que hay una creación cada vez mayor
No obstante, conviene aclarar cuanto antes un posi- de oportunidades para el hombre y que se han alargado
ble equívoco, originado por la concepción lineal, señala- las coordenadas del ejercicio de nuestra actividad libre
da anteriormente, en la que parecen cubrirse y correspon- y creadora, aunque ésta aparezca cada vez más cargada
derse mutuamente la liberación y la hominización. Histó- de redes entrecruzadas de dependencias. Lo que hagamos
ricamente no se verifica este caso. No es que a cada paso con las oportunidades creadas de mayor libertad y libe-
de una mayor hominización, como sinónimo de una mayor ración es algo que no está decidido a priori. La historia
conciencia, le corresponda un paso de mayor libertad. de este siglo nos ha convencido suficientemente de que
La libertad es una tare'a que debe realizarse y alcanzarse existen igualmente no pocas posibilidades de manipula-
a través del proceso penoso y conflictivo de la liberación. ción deshumanizante y de mecanismos de regresión, que
La hominización ascendente no crea ipso jacto una mayor ni siquiera pudieron imaginarse los clásicos humanistas.
libertad, sino las condiciones de una ampliación posible También le toca a lo «humanum» poder revelar su dimen-
de ese espacio de libertad que ha de ser conquistado por sión in-humana. Nuestro tiempo ha asistido a su apoca-
el esfuerzo humano. Probablemente estamos hoy más do- líptica aparición.

turzbewegungen, Berlín 1964; H. DESROCHE, L'homme et ses reli-


gions, París 1972 (trad. cast., El hombre y sus religiones, Verbo 3. La radicalización del problema hermenéutica
Divino, Estella 1975).
(19) Otro tipo de preocupación hermenéutica sobre el tema li-
beración presentan J. C. SCANNONE, La liberación latinoamericana,
ontología del proceso auténticamente liberador, en «Stromata» 18
Si el binomio dependencia-liberación traduce la apari-
(1972), 107-150, con la consiguiente discusión en 150-160, y E. D. ción de una nueva conciencia histórica y si ésta crea a
DUSSEL, Para una fundamentación dialéctica de la liberación latino- su vez una lente o un foco a través del cual se pueden
americana, en «Stromata» 18 (1972), 53-89 v 90-105; ID., Caminos de
liberación latinoamericana, Buenos Aires 1972, 135-156. ver ciertos fenómenos y dimensiones de la realidad que

30 31
estaban antes ocultos y velados —lo cual constituye pre- entonces estará él mismo libre ante ambas cosas y se dejará
cisamente todo el proceso de liberación con los dramas captar por Aquel que es mayor que él y, por eso mismo,
históricos que lleva consigo—, podemos hacer una últi- realmente libertador. ¿Es que acaso la conciencia histó-
ma pregunta: ¿qué es en sí misma esa lente?, ¿qué sig- rica de liberación no es una revelación de ese Alguien,
nificado posee?, ¿por qué ha irrumpido precisamente en mayor que nosotros?
el tiempo en que vivimos?, ¿por qué los hombres no se
despertaron antes a la liberación consciente? Notemos que
estas preguntas significan que nos movemos ya dentro de
la óptica creada por la conciencia histórica de liberación,
Todo lo que hacemos y comprendemos está hecho y com-
prendido a partir de esta lente de liberación como pro-
ceso histórico. Con ello nos damos cuenta de que no
podemos captar la lente en sí misma. Es un ojo que per-
mite ver y que posibilita la visión de lo que estaba la-
tente, pero sin que se deje ver a sí mismo. El ojo lo ve
todo, menos a sí mismo. Por eso no somos capaces de
manifestarlo y de expresarlo. Sólo podemos hablar sobre
él, a partir de él. Entonces la liberación está a merced de
un misterio que está siempre en el proceso de liberación,
pero que siempre se retrae y se esconde en su inaccesi-
bilidad. En la lucha por la liberación de las circunstancias
esclavizadoras y en el gozo de las libertades bien conse-
guidas nos encontramos sumergidos en el vigor original
que nos arrastra.
Quizá digan algunos: ¿qué importa, en el proceso
urgente y dentro de la liberación, saber o no saber, ante
el hecho de que no podemos explicar el propio aconteci-
miento-aparición de la liberación consciente? Quizá no im-
porte esto mucho en términos de eficiencia. Pero tal
vez nos estemos jugando aquí el sentido radical del pro-
pio proceso de liberación, ya que la conciencia de la ig-
norancia y de la impotencia ante aquello de donde brota
la conciencia histórica de la liberación crea en el hombre
comprometido una nueva actitud en la que se enfrentará
tanto con la dependencia como con la liberación, acogien-
do de manera distinta los fracasos y las victorias. Sólo

32 33
3. T. DEL CAUTIVERIO
II

¿QUE SIGNIFICA HACER TEOLOGÍA A PARTIR


DEL CAUTIVERIO Y DE LA LIBERACIÓN?

La teología de la liberación y del cautiverio, tal como


se articula en América Latina, no quiere ser una teología
de compartimentos y de genitivos como la teología del pe-
cado, de la revolución, de la secularización, de la vida
religiosa, esto es, un tema entre otros varios de la teo-
logía (1). Al contrario, desea presentarse como una ma-
nera global de articular praxísticamente en la Iglesia la
tarea de la inteligencia de la fe. Es un modo diferente
de hacer y pensar en teología. Este modo de pensar y de
hacer implica y presupone una manera diferente de ser
o de vivir. Ese modo de ser y de vivir, implicado y pre-
supuesto en la teología de la liberación, es el modo
propio del cautiverio como el polo opuesto de la libera-
ción y del esfuerzo por superar esa condición.
La teología de la liberación no ha nacido de un ca-

(1) Cf lo que relata J. C. SCANNONE, Necesidad y posibilidades de


una teología socio-culturalmente latinoamericana, en Fe cristiana
y cambio social en América Latina, Sigúeme, Salamanca 1973: «Una
vez que vino a Buenos Aires, se preguntó al cardenal Daniélou
cómo veía él la teología de la liberación. Dijo... que era una sub-
sub-sub-división de la teología moral. Parte de la teología que es-
tudia el acto moral, parte de la moral que estudia el acto social,
parte de la teología de lo social que estudia el acto político, parte
de ésta que estudia el problema de los países subdesarrollados.
De ninguna manera es una nueva manera de ver la teología» (p 356).

35
pricho de la voluntad. Se ha formado como un momento Su objetivo reside en dar un mayor carácter crítico a esa
de un proceso más amplio y de una toma de conciencia teología y en hacer más vigilante y efectiva la praxis
característica de los pueblos latinoamericanos. La pobreza dé la fe.
generalizada, la marginación y el contexto histórico de
dominación ha irrumpido con energía en la conciencia y
ha producido un verdadero giro histórico. De esa nueva I. PASOS METODOLÓGICOS DE LA TEOLOGÍA DE LA
conciencia que ha impregnado a todo el continente, en las LIBERACIÓN Y DEL CAUTIVERIO
ciencias sociales, en la educación, en la psicología, en la
medicina, en las comunicaciones sociales, participa tam- Cuando hablamos de método, no lo entendemos como
bién la conciencia cristiana repercutiendo en la reflexión algo extrínseco al trabajo teológico. El método es la pro-
teológica. El anhelo fundamental se expresa más en el pia teología en acto concreto, su forma histórica de sen-
esfuerzo de ruptura y de transformación que en la cele- sibilizarse ante la realidad, de hacer las preguntas y formu-
bración de la vida y en la continuidad de la forma de lar las respuestas, de elaborar los modelos en la praxis
convivencia; más que de cantar la flor, se preocupa de y encontrar los medios que sirven para su aplicación. Del
mirar al jardinero que pasa hambre y a la florista que mismo modo, los diversos pasos no son compartimentos
es explotada. La teología de la liberación ha nacido como estancos y sin momentos de un mismo movimiento diná-
propósito de respuesta a los desafíos de la sociedad opri- mico, sino que en ellos y por ellos se nos va manifes-
mida y como contribución propia, bajo el enfoque de la tando la realidad y la verdad.
fe, al proceso más general de liberación que se articula La teología de la liberación se elabora de acuerdo
en otros campos de la vida del pueblo. con un método iniciado por la Gaudium et spes y que
América Latina constituye en la actualidad un lugar ha adquirido carácter oficial en Medellín, hasta resultar
teológico privilegiado para la acción y la reflexión, ya
que aquí se viven problemas candentes, que son verdade-
ros desafíos para la fe. Es el único continente de cris- logia de la Liberación (Servicio de documentación 9, MIEC-JECI),
Lima 1974; I. ELLACURÍA, Tesis sobre posibilidad, necesidad y sen-
tiandad colonial, con todas las consecuencias culturales, tido de una teología latinoamericana, en Teología y mundo contem-
poráneo (Homenaje a K. Rahner), Cristiandad, Madrid 1975, 325-350;
políticas, económicas y religiosas que perduran hasta nues- A. ALONSO, Una nueva forma de hacer teología, en Iglesia y praxis
tros días. La teología de la liberación ha surgido de una de liberación, Sigúeme, Salamanca 1974, 50-87; G. M. GUTIÉRREZ, Teo-
logía de la liberación, o. c , capítulo 1; H. ASSMANN, Teología
praxis experimentada o de una experiencia practicada en de la liberación. Una evaluación prospectiva, en Teología desde la
este contexto y pretende llevar a una praxis más ilumi- praxis de la liberación, o. c, 27-102; J. C. SCANNONE, Teología y
política. El actual desafío planteado por el lenguaje teológico latino-
nada y cualificada, que sea realmente liberadora. americano de liberación, en Fe cristiana y cambio social en Amé-
Nuestra tarea consiste ahora en descubrir los pasos rica Latina, o. c , 274-264; L. GERA, Cultura y dependencia a la
luz de la reflexión teológica, en «Stromata» 30 (1974), 169-227; J.
concretos en los que se articula el proceso de esa teo- ALONSO, La teología de la praxis y la praxis de la teología, en
logía y en concienciar sus presupuestos hermenéuticos (2). «Christus» 444 (1972), 223-241; J. COMBLIN, El tema de la liberación
en América Latina, en «Pastoral Popular» 134 (1973), 46-63; VARIOS,
Hacia una filosofía de la liberación latinoamericana (Enfoques
latinoamericanos 2), Bonum, Buenos Aires 1973; VARIOS, Liberación:
(2) Sobre este tema existen ya buenos textos latinoamericanos, diálogos en el CELAM, o. c ; H. DUSSEL, Método para una filo-
e n t r e otros: R. VIDALES, Cuestiones en torno al método en la Teo- sofía de la liberación, Sigúeme, Salamanca 1974.

36 37
paradigmático en todo tipo de reflexión latinoamericana ha sido una praxis de la fe y una experiencia practicada
como una especie de ritual: análisis de la realidad-re- de liberación. La situación de pobreza de inmensas mayo-
flexión teológica-pistas de acción pastoral. Constituye rías produjo una conmoción del amor cristiano que pro-
una verdadera revolución metodológica frente a la manera curaba ser eficaz. Se realizó una verdadera experiencia
de practicar la teología en los centros metropolitanos. Sen- espiritual, punto de partida de la teología. Pasó; con la
cillamente, no se parte ya de unos cuadros teóricos ela- teología de la liberación lo mismo que ocurrió y sigue
borados abstractamente y sistematizados de una forma to- ocurriendo con la mayoría de las ciencias: en la raíz de
talizadora, sino de una lectura científicamente mediatizada todo se oculta siempre una gran intuición y una experien-
de la realidad, dentro de la cual se abre un proceso a cia nueva de la realidad. La ciencia, y en nuestro caso
la praxis de la fe. A partir de ésta, después de captar las la teología de la liberación, se forja en el esfuerzo por
urgencias, los deseos y las interpelaciones a la conciencia traducir críticamente la racionalidad presente en la expe-
cristiana, se lleva a cabo la reflexión teológica. Y ésta, riencia primigenia en términos de diagnóstico, de causa-
a su vez, no se substantiviza ni se cierra dentro del gozo lidad, de procesos y dinamismos estructurales, funciona-
de su iluminación, sino que se abre como praxis de fe mientos y tendencias del sistema que allí se anuncia. La
liberadora. teología de la liberación es, por consiguiente, un resultado
Este procedimiento metodológico no está exento de y no una realidad primera. Un resultado de la experien-
implicaciones hermenéuticas (3), de las que no siempre cia de liberación, que es mucho más rica que la teología
tienen conciencia aquellos que las emplean, pero sí aque- de la liberación. Se entiende a sí misma y conserva su va-
llos que se mueven en los círculos vigentes de la teología lidez en cuanto que refleja la liberación-acto y lleva al
de la liberación. Más adelante llamaremos la atención so- enriquecimiento del proceso de liberación. En caso con-
bre ellas. trario, degenera en ideología, se sobrepone a la realidad
y rompe la experiencia contraponiendo la teoría a la pra-
xis y cayendo en la alienación. Para prestar la debida
1. La experiencia espiritual ante el pobre atención a este problema de fondo, distinguiremos en la
teología de la liberación dos articulaciones, una sacramen-
La teología de la liberación y del cautiverio pretende tal y otra crítica. Tanto una como otra elaboran en su
ser una reflexión crítica de la praxis en el horizonte de propio nivel la misma experiencia espiritual.
la fe cristiana, que se articula metodológicamente median-
te los tres pasos que acabamos de enunciar. Pero antes
de erigirse en teología y de ser elaborada temáticamente, 2. Teología de la liberación y del cautiverio: articulación
sacramental
(3) ¿Con qué método hemos de hablar sobre el método de la
teología de la liberación? Esta cuestión coloca ya el problema del Los cristianos del continente participaron con los de-
círculo hermenéutico. A partir de la propia teología de la libe-
ración se irá hablando de su método y sólo a partir de allí se más en el descubrimiento del otro, de las clases popula-
podrá distinguir de otros. Cada uno constituye una forma de to- res explotadas y de sus culturas del silencio. Reacciona-
talizar la tarea teológica, aunque sin poder agotarla; hay un lí-
mite interno, ya que todo punto de vista es la visión de un punto. ron ante esa situación insertándose en un proceso de cam-

38 39
bio y buscando una sociedad más justa y más fraternal. miento sacramental (4), ya que capacita para captar sim-
Su propia encarnación y su praxis dentro de ese contexto bólicamente los acontecimientos de la historia. Como di-
despertaron su conciencia y la ampliaron. Esa opción por jimos anteriormente, la conciencia de los problemas surge
los oprimidos y contra la forma de sociedad dominante antes que la ciencia sobre ellos.
les proporcionó otra manera de ser cristianos, les abrió
nuevas dimensiones de la fe y les hizo ver de manera
diferente la Escritura y la tradición. .c) Reflexión intuitiva de fe sobre la realidad percibida
Ese hecho tan complejo se estructura en diversos
pasos: Colocado ante el problema social, el cristiano reaccio-
na, por así decir, proféticamente, cuando detecta de forma
intuitiva su contradicción con el plan divino. La pobreza
a) Horizonte de fe cristiana ofende al hombre y a Dios, es pecado. Hay que luchar
por la justicia y por los derechos de los oprimidos. Esto
En el hecho de captar la realidad en su injusticia y se le presenta como un imperativo humano y cristiano.
en la opción por las mayorías humilladas se hace presente La reflexión no se articula todavía en un nivel crítico,
el horizonte de la fe en el que se mueve vitalmente sino intuitivo y sintético. Pero constituye una verdadera
«el cristiano. En ese horizonte se sitúan ciertamente unos teología popular (del pueblo de Dios), con toda su ver-
valores fundamentales, como el amor y la solidaridad con dad y practicidad.
los pobres que atestiguó y elogió Jesucristo, el anhelo de
justicia, la idea del reino de Dios, etcétera. Todos esos
datos y otros muchos de la fe cristiana, como manera •d) Pistas de acción transformadora
propia de estar en el mundo (praxis), entran en la lectura
de la realidad. El compromiso por la justicia y por la superación de
una situación marginante y opresora lleva a concreciones
operativas que traducen una praxis de amor comprome-
h) Lectura de la realidad conflictiva tido. Puede ser una acción con sentido liberador, al ser
una opción por un tipo de sociedad distinta, o puede ser
Eí acceso a la realidad conflictiva no se realiza origi- también un compromiso que no se ha dado cuenta toda-
nalmente por un acto que pudiéramos llamar propiamente vía de los mecanismos estructurales y de los sistemas de
científico. El pueblo de Dios y hasta la jerarquía per- opresión y de esta suerte los acepta fundamentalmente,
ciben la situación histórica mediante un conocimiento procurando su reforma y prestando asistencia a los mar-
intuitivo, sapiencial, globalizante, pero confuso, marcado ginados. Con ello se limita la eficacia y se corre el peligro
ya por el horizonte de la fe. A través de la experiencia de caer en posturas reformistas y asistencialistas.
y de la praxis intuye casi de golpe lo que determina la
situación: la presencia de la opresión y la urgencia de (4) La Iglesia frente a la situación de dependencia, en L. GERA,
BiíNTiG y CATENA, Teología pastoral y dependencia, Guadalupe, Bue-
la liberación. Lucio Gera llama a esa percepción conoci- nos Aires 1974, 19.

40 41
Estos cuatro pasos son momentos articuladores de una originalmente, es un modo de ser, una actitud fundamen-
misma praxis de fe que se va desdoblando. La fe —e tal que no se reduce a ninguna otra, sino que es original
insistimos en ello con toda energía— se hace presente y y básica. Por ella el creyente vive e interpreta su vida
actuante en todos los momentos; se mediatiza, sin duda, y su muerte, el mundo, la historia, los otros, la sociedad,
pero sin perderse en el conocimiento intuitivo y sacra- etcétera, como vinculados permanentemente a Dios y, en
mental, y se expresa finalmente en una acción transfor- el cristianismo, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por
madora de la situación. la mediación de Jesucristo, como el sentido verdadero y
plenificante de todo. En este sentido la fe constituye una
La teología de la liberación recorre estos mismos pa-
experiencia y una praxis. A partir de ahí, en el proceso
sos en otro nivel de articulación más reflexivo, crítico y
de explicitación de lo que significa en concreto la actitud
analítico. Pero no podría entenderse sin lo que rápida-
de fe, van surgiendo los contenidos sobre Dios, su gracia,
mente hemos expuesto. Se trata siempre de la misma pra-
su liberación, sobre el destino del mundo y del hombre,
xis de fe y del mismo amor comprometido que procura
etcétera. En esa explicitación entran factores de orden ideo-
servir al hermano y al Señor en el hermano oprimido y
lógico, cultural, marcos teóricos de una sociedad, intere-
que por eso mismo procura ser eficaz y liberador.
ses de grupos, perspectivas de la tradición popular, ex-
periencias personales del creyente. La fe-praxis no se ofre-
ce nunca pura y simplemente. Está ya mediatizada dentro
3. Teología de la liberación y del cautiverio: articulación de una teología que a su vez constituye un producto
crítica cultural con todos los condicionamientos anteriormente
enumerados. Lo mismo ocurre con el testimonio mayor
Se ha procurado hacer comprender la teología en un
de nuestra fe, la Sagrada Escritura. Esta no es in recto
contexto de liberación como «una reflexión crítica en y
Palabra de Dios. Tenemos ciertamente una palabra hu-
sobre la praxis histórica en confrontación con la palabra
mana en la que se concretiza la Palabra divina. Pero ésta
del Señor vivida y aceptada en la fe. Será una reflexión no se encuentra al mismo nivel que aquélla; de lo con-
en y sobre la fe como praxis liberadora» (5). En esta for- trario, tendríamos un diccionario divino, una gramática
mulación de Gustavo Gutiérrez se colocan oportunamen- divina y una semántica divina. Por ser divina, conserva
te los principales momentos de la inteligencia de la fe en siempre su carácter trascendente; se mediatiza en la pala-
la situación dominada de América Latina. Vamos a deta- bra humana, pero sigue conservando su propia libertad.
llarlos, con sus implicaciones y sus presupuestos. En la composición de la palabra humana que concretiza
la Palabra divina, precisamente por el hecho de ser hu-
a) El horizonte de la fe entendida como praxis mana, entran todos los condicionamientos posibles (6).
Por eso, cuando se habla de fe-praxis es necesario discer-
La teología, en la perspectiva de la liberación, parte
decididamente de la fe. Esta es su primera palabra. Fe,.
(6) Cf H. W. BARTSCH, Die Ideologiekritik des Evangeliums dar-
gestellt an der Leidensgeschichte, en «Evangelische Theologie» 34
(5) G. GUTIÉRREZ, Evangelio y praxis de liberación, en Fe cris- (1974), 176-195; E. CASTELLI, Démythisation et Idéologie, París 1973.
tiana y cambio social, o. c , 244. :

43
42
nir lo que constituye la llamada exigente de Dios y las
articulaciones teológicas, sociales y hasta ideológicas, li- b) Lectura socio-analítico-estructural de la realidad
gadas a una época pasada y que no le dicen nada o muy
poco a nuestro tiempo. Esto mismo, y con mayor razón, La fe entra en la determinación del tipo de análisis
hay que decir de la tradición y de la doctrina católicas. de la realidad. Constituye el horizonte mayor y las op-
No siempre resulta fácil rescatar la fe, que nos coloca ciones de fe influyen en las opciones concretas por un
inmediatamente frente a Dios, en medio de sus historici- determinado esquema científico de interpretación, por un
zaciones que nos mantienen inmediatamente ante el mun- modelo político concreto, por esta ideología en lugar de
do. Partiendo de esta realidad, se impone en la fe una aquella otra. La fe (y la teología que encarna la fe) res-
continua vigilancia crítica, como nunca, para mantener la peta la racionalidad propia de la ciencia, pero lleva a
fe sin confundirla con los intereses, muchas veces ocultos, cabo un discernimiento para detectar cuál es el esquema
de los grupos humanos. analítico que mejor traduce las exigencias de la propia
El criterio para este discernimiento, entre otros mu- fe. La fe tiene que optar por el tipo de análisis que
chos, pero especialmente fecundo y eficaz, es la propia más se adecúe a su dirección y que maneje categorías
praxis de la fe: todo lo que en el texto humano, mediador afines a ella, que más vigorosamente descifre los mecanis-
del Mensaje divino o de la fe cristiana, obliga a romper mos que, según ella, constituyen el pecado estructural y
con los estrechos límites de los egoísmos personales o los que pongan opciones que la fe considere como las
colectivos, todo lo que nos acerca a los demás por so- mediaciones más adecuadas a la salvación y a la libera-
lidaridad con ellos y para su liberación, todo eso nos ción integral del hombre, para promover con mayor efi-
coloca delante de lo que significa la Palabra de Dios y cacia la justicia y la transformación cualitativa con ma-
su mensaje cristiano. Esa fe-praxis trabaja por la caridad, yor participación y fraternidad (7).
y no puede, sin pervertirse, desvincularse de la búsqueda En este sentido la teología de la liberación ha opta-
de la justicia, de la lucha por un mundo más humano, do por aquel tipo de análisis del subdesarrollo, denomina-
a fin de que resulte menos difícil la fraternidad. La fe dor común de nuestros países, como sistema de dependen-
como praxis liberadora implica todos los grandes valores cia de los centros imperiales. Es el revés de la medalla
de la verdad y la solidaridad, de la fraternidad y del amor, del desarrollo y su consecuencia. Para nacer, estructurar-
etcétera. Estos son varios de los muchos nombres que se y mantenerse en el ritmo acelerado que ha alcanzado,
Dios tiene. Pero no pueden quedarse en un universalis- el desarrollo capitalista necesita un coeficiente elevado de
mo vacío. Tienen que historicizarse en procesos concretos
que busquen la liberación de opresiones sensibles y con- (7) Cf I. EIXACURÍA, Tesis sobre posibilidad, o. c, 338; J. C.
fieran eficacia a la fe. En este sentido es como se pro- SCANNONE, Teología y política, o. c , 259. En cuanto a las impli-
caciones hermenéuticas del saber científico, su carácter modéli-
cura un conocimiento crítico y científico de la realidad co (procede siempre por modelos y paradigmas proyectados por la
que hay que transformar. subjetividad colectiva que, al estar inserta en la historia y en un
horizonte socio-político, está también motivada por intereses ideo-
lógicos), cf L. BOEF, Ciencia e técnica modernas e pensar teológico,
en «Grande Sinal» 29 (1975), 243-259, o también ID., A graca na ex-
periencia de nosso mundo científico e técnico, en «Vozes» 69 (1975),
477-486.

44 45
arrollarse solo. Por eso observa con mucha propiedad José
injusticia social, sufrida por el Tercer Mundo, dentro del
Comblin: «Nos encontramos ante un dilema: liberarse sin
cual se sitúa la América Latina. Los síntomas del subdes-
desarrollarse o escoger el desarrollo y someterse. El ter-
arrollo, entre otros, son la pobreza generalizada, la mar-
cer término no pasa de ser un compromiso: limitar el
ginación, el bajo índice de la renta, las enfermedades en-
desarrollo para conservar cierta autonomía, limitar la de-
démicas, la mortalidad infantil, la escasez de escuelas,
pendencia escogiendo sectores que tengan que desarrollar-
de empleos, de hospitales, etcétera.
se. Pero eso no va más allá de una simple teoría de depen-
Un análisis más atento, como el que ha llevado a
dencia» (9).
cabo la teoría de la dependencia, descubre los mecanis-
mos que engendran esta situación. La causa más deter- Hay que añadir a ello el hecho de que en América
minante (pero no única, ya que existen otras, como la Latina las fuerzas represoras que tienen el poder han
diferencia de ethos culturales, factores de orden biológico hecho imposible un movimiento organizado de liberación.
y sanitario, etcétera) es la dependencia de otros centros Ante este régimen general de cautiverio hay muchos que,
fuera de nuestro continente, pero metidos dentro de él aunque aceptan la teoría de la dependencia, tienen el sen-
por los representantes del Imperio. La realidad latino- tido histórico de las mediaciones políticas y estratégicas
americana es una realidad-espejo, pero no una realidad- de toda revolución y proponen por ello un cambio del
fuente. Esa dependencia se desdobla en dependencia den- sistema por medio de cambios en el sistema. Esto no
tro del sistema económico y en división del trabajo en significa que renuncien a la opción por un proyecto de
la cultura, en la política y también en la religión. La liberación y por una sociedad diferente, sino que aceptan
dependencia asume la forma de opresión, ya que se em- una estrategia para su realización en términos históricos
plea la fuerza para mantener a los países en el subdes- y procesuales, impuesta por la situación general de re-
arrollo. Históricamente América Latina ha vivido en la de- presión y de cautiverio.
pendencia de sucesivos centros hegemónicos, que han ido En el análisis de la realidad no actúan solamente
dejando en ella sus propias manifestaciones. preocupaciones nacidas de las ciencias sociales (sociolo-
La salida para resolver esta situación es un proceso gía, economía, politología), sino también otras de orden
de ruptura de los lazos de dependencia y de liberación histórico-cultural, antropológico, de la cultura popular.
para hacer un proyecto nacional auto-sustento. Pero esta Las inmensas mayorías aplastadas crearon su cultura del
revolución no se puede hacer por capricho, ya que «los silencio, sus maneras propias de dar sentido a la vida,
hombres sólo hacen las revoluciones que se hacen a de liberarse aun en medio del cautiverio. En esta línea
sí mismas» (8); es preciso prestar atención a las condi- es donde se van estudiando, en casi todo el continente,
ciones objetivas de la historia que la hacen viable. La la cultura y la religiosidad popular como sementera de
liberación alcanzada conduce indudablemente a la inde- valores no afectados por la ideología imperialista y como
pendencia, pero no por ello al desarrollo. Los países latino- dinamismo para un auténtico proceso de liberación (10).
americanos no poseen tecnología propia y nadie puede des-
(9) Ib., 127.
(10) Cf L. GERA, Cultura y dependencia, o. c ; J. C. SCANNONE,
(8) J. COMBLIN, Théologie de la practique révolutionnaire, o. Teología, cultura popular y discernimiento. Hacia una teología que
acompañe a los pueblos latinoamericanos en su proceso de libera-
c , 65.

46 47
Para captar la gravedad del subdesarrollo como de-
pendencia urge trascender los análisis de cuño socioló- sor. La teología como elaboración temática será actu se-
gico o de las ciencias humanas, para descender hasta un cundo una reflexión sobre la praxis y para la praxis, a
análisis de cuño estructural y cultural. El capitalismo, el fin de ser más auténtica y liberadora. «La teología de la
consumismo, los lazos de dependencia y de opresión son liberación no es sino el momento teológico de la expe-
manifestaciones de una opción fundamental y de un ethos riencia realizada por la fe cristiana al reasumir conscien-
cultural que tienen su propia historia de concretizacio- temente, desde el Evangelio, la transformación del mundo
nes. El hombre —subjetividad trascendental— ha optado en situación de dependencia» (12).
por un sentido de ser y de vivir orientado por el saber A nuestro juicio, tres son las tareas que tiene que
y el poder, sobre todo lo que afecta al mundo en tér- asumir la teología:
minos de dominación, de lucro y de explotación. Cual-
1.a Teología como discernimiento histórico-salvífica
quier revolución que no transforme ese ethos cultural que
de la situación.—La tarea primera y fundamental de la
subyace a nuestra historia occidental será únicamente una
teología es poder interpretar a partir de su horizonte es-
variante del mismo tema, pero no una verdadera libera-
pecífico la densidad histórico-salvífica de la situación en
ción (11).
un doble sentido: denunciar el pecado y las ilusiones de
la situación, rechazar el sistema imperial con su ethos de
c) Lectura teológica del texto socio-analítico-estructural poder y de lucro por estar abiertamente en contra del pro-
yecto histórico de Dios; pronunciar un juicio favorable
La fe-praxis que procura la eficiencia liberadora acep- sobre los anhelos de liberación y los medios que los
ta, como mediación para su realización histórica, la cultura concretizan, ya que por esos anhelos pasa la salvación,
de la realidad hecha anteriormente. Sobre ella es sobre histórica y la anticipación del reino de Dios (13).
la que hace su lectura a la luz de la Palabra de Dios y
2.a Teología como lectura crítico-liberadora de la tra-
de la propia fe. Detecta allí la gracia y el pecado; ve
dición de la fe.—Inicialmente la teología de la liberación
en la trama de los intereses políticos y económicos la
tendrá que efectuar la liberación de una teología unlver-
acogida o la repulsa del plan divino de fraternidad, de
salizante y ligada a una praxis sin crítica de sus presupues-
justicia, de participación y de liberación. La conciencia
tos socio-analíticos e históricos. A partir de ahí tendrá que
cristiana se siente llamada a una acción eficaz que ayude
rescatar las dimensiones liberadoras y críticas presentes en
a superar la situación aplastante. El acento recae sobre
la fe y en sus grandes temas, dimensiones encubiertas
el sentido de la praxis de la fe y de toda la praxis, para
por un determinado tipo de vida cristiana pequeño-burgue-
decidir si es liberadora o justificadora del statu quo opre-
sa que disfruta de una situación social privilegiada y hecha
de rezos, de catequesis y de presencia de la institución
ción, en Teología y mundo contemporáneo, o. c , 351-376; A Tgleja
que nasce do povo. Encontró de Vitoria, en SEDOC (mayo 1975),
todo el número. (12) J. C. SCANNONE, Teología, cultura popular y discernimiento^
(11) Cf L. BOFF, Teología de captividade: a anti-história dos o. c , 353.
humilhados e ofendidos, en «Grande Sinal» 28 (1974), 355-368; I»i, (13) En cuanto al contenido concreto de esta tarea teológica,
Aínda a Teología da captividade, en «ib.», 426-441. cf L. GERA, Cultura y dependencia a la luz de la reflexión teológica,
o. c , especialmente 198-206 en la discusión de su exposición.
48
•eclesial, aliada y cómplice de la empresa colonizadora. laicos. La teología de lo político tiene que ser capaz de
Así como también la dimensión social y política de la expresar el contenido cristiano de una praxis que se dice
temática del reino de Dios, de la escatología, de la gracia, «atea», pero que es realmente liberadora.
del pecado, ¿e la liberación conquistada por Jesucristo,
etcétera.
d) Pistas de acción pastoral liberadora
a
3. Teología como discurso de lo que hay de teoló-
gico en toda la praxis liberadora.—La teología tendrá que Puesto que la teología es reflexión crítica en el hori-
conseguir rescatar y reforzar lo teológico que está pre- zonte de la fe sobre la praxis humana, es natural que
sente en todo el verdadero proceso de liberación, aunque acompañe a esa fe hasta sus concreciones más determina-
lo ejecuten unos agentes o unas ideologías que ni siquiera das, como las de lo ideológico, de lo político y de lo
hacen referencia explícita a la fe cristiana. Lo teológico estratégico-táctico. En el campo estrictamente político no
de su acción no depende de la interpretación ideológica le toca a la Iglesia, como communitas fidelium organizada,
que ellos hacen, sino de su dimensión objetiva de libera- especificar estrategias y tácticas, ya que de esa forma no
ción y de creación de un mayor espacio para la libertad. respetaría la dimensión y la racionalidad propias de la
La praxis en sí misma, si es una praxis realmente libera- política. Pero sí que le toca hacer una opción fundamental
dora, tiene una densidad cristiana y salvífica. La salva- por la libertad, como señaló Medellín (1968), opción vivi-
ción es un concepto englobante. No se limita a las libe- da por los cristianos y por otros hombres. Dentro de esta
raciones socio-económicas y políticas. Pero tampoco se opción de base, que se puede detallar en sus mediaciones
realiza sin ellas. La salvación definitiva y escatológica se más generales, hay todo un abanico de sub-opciones posi-
mediatiza en liberaciones parciales intrahistóricas en todos bles y que corresponden a opciones de cristianos o a una
ios niveles de la realidad humana, no sólo en los refleja- selección de urgencias.
mente teológicos. Esto permite a la fe cristiana identifi- Ciertos grupos de cristianos comprometidos en nive-
car una presencia evangélica y salvífica en aquellos movi- les estratégico-tácticos bien determinados, aunque no cuen-
mientos y acciones que efectivamente liberan. El criterio ten con el respaldo de la institución eclesial, pueden ela-
«de autenticidad cristiana no es el decir de la conciencia, borar una verdadera teología que refleje su praxis y que
sino el ser de la realidad cristiana. Esto es algo que siem- sea una animación crítica de la misma y pueden tener un
pre ha afirmado la teología, ya que no es la verdad pen- sentido profético ante toda la comunidad, aunque no to-
sada la que salva, sino la verdad que se hace y verifica en dos sean capaces de acompañarlos. La tarea teológica no
una praxis. A partir de aquí queda claro que la teología se agota en funciones de carácter más oficial y comunita-
«de lo político no puede ser únicamente la articulación de rio, sino que puede y hasta debe iluminar el camino com-
un discurso sobre la práctica política de la Iglesia o de prometido y peligroso de los grupos (14).
los cristianos, sino de toda la política, tanto si se refiere En su campo específico teológico-pastoral le correspon-
a marcos teóricos cristianos como si no. En caso contrario,
la teología acaba siendo el discurso que racionaliza (ideo- (14) H. ASSMANN, ¿Reflexión teológica a nivel estratépco-táctico?,
logiza) la práctica de la Iglesia, o de su institución o de los en Teología desde la praxis de la liberación, o. c , 113-120.

trr\ 51
dinamismos indispensables para el momento necesario de
de a la Iglesia (jerarquía, obispos particulares, colegio la ruptura liberadora. Son otras las tareas de la Iglesia;
presbiteral, cada uno de los sacerdotes párrocos) concretar y otras también las funciones de la teología. Es hora
su actuación en una estrategia que pueda dar eficacia a de preparar el terreno, de sembrar, de concebir, de cre-
las dimensiones políticas y sociales de la fe, del anuncio cer en el seno materno; pero no ha llegado todavía la
evangélico, de la caridad, etcétera. Ese es el lugar de las hora del nacimiento. La Iglesia se siente impulsada al
opciones prioritarias, captadas mediante un análisis crítico enfrentamiento con el estado totalitario. Como institución,
de la realidad a la luz de la fe y la búsqueda de me- tiene que ser fuerte y mantenerse unida para robustecer
diaciones que hagan a los proyectos escogidos histórica- su función profética; no tiene que desgastarse en proble-
mente viables y más liberadores. Puede suceder que no mas y conflictos mtra-sistemáticos. Las mayores contradic-
se den las condiciones objetivas para un salto cualitativo ciones no se encuentran en su seno, sino en la sociedad
y que el trabajo tenga que articularse dentro del sistema y en el estado. En algunas situaciones a la Iglesia no
vigente. No es posible ser libre a toda costa, sin agravar le queda más camino que asumir la postura digna y llena
la situación de represión. Hay un sentido de liberación de riesgos del propio Jesucristo. No podrá, sin traicionar
de cuño místico realizado dentro de un régimen de cauti- al Evangelio, eximirse de prestar su voz a los que no la
verio que se nutre de una enorme esperanza y de unas tienen. La forma cualificada de presencia evangelizadora
modificaciones pequeñas, pero reales. Le toca además a en el mundo reside en el empeño por defender los dere-
la fe mantener viva la esperanza, liberar incluso donde chos humanos violados. Le corresponde a la Iglesia man-
están cerrados los caminos y no dejar que la acción se tener viva la esperanza sin la que no puede vivir un
vacíe de su eficacia liberadora. pueblo aplastado, mirar por los encarcelados por las fuer-
zas opresoras, consolar a los huérfanos, defender a los
desamparados contra la prepotencia del aparato militar.
II. LIBERACIÓN A PARTIR DEL CAUTIVERIO Más que en cualquier otra situación se impone ahora
la unión entre el profetismo y la institución. La institu-
Con el establecimiento de regímenes militares en mu- ción tiene que ser ella misma profética. La prudencia no
chos países de América Latina y ante el totalitarismo de está en el acomodo y en la condescendencia, ni tampoco
la ideología de la seguridad nacional, se modificaron las en la osadía sin inteligencia. Se trata de un riesgo asumido
tareas de la teología de la liberación. Era preciso vivir frente a unas tácticas eficaces. A nivel teórico, es preciso
y pensar a partir de una situación de cautiverio; había mantener clara la opción fundamental por la liberación;
que elaborar una verdadera teología del cautiverio. Esta en esto no caben concesiones. Además es preciso tener
teología no es una alternativa de la teología de la libera- sentido histórico de las posibles alianzas y los posibles
ción; es una fase nueva de la misma, dentro y desde unos cauces que, a partir del régimen de cautiverio, puedan
regímenes opresivos. El cautiverio constituye el horizonte mediatizar pasos liberadores. Sólo así podrá eliminarse
más amplio, en cuyo seno hay que trabajar y reflexionar el neo-reformismo, que no pasa de ser un profetismo sui-
liberadoramente. cida.
Para Israel, el cautiverio en Egipto y en Babilonia La tarea de evangelización de la Iglesia en régimen
significó tiempos de elaboración de la esperanza y de los
53
52
de cautiverio exige su inserción en el pueblo. La Iglesia y la posibilidad para el hombre de un encuentro de sal-
constituye en muchas partes el único sitio legal en donde vación. ¿Cómo ayudarlos a salir de su situación humi-
puede ejercerse la palabra libre y crítica y donde se pue- llante? ¿Qué pasos dar para transformar la realidad en
den anudar los lazos mínimos de sociabilidad. En este que se mueven muchos oprimidos y pocos ricos, y qué
sentido, la Iglesia recupera un eminente sentido político mediaciones utilizar para crear una forma de conviven-
en favor de la libertad y de crítica al estado totalitario. cia distinta, pero igualitaria, libre y fraternal? Estas son
Le toca a la teología del cautiverio elaborar una re- las preguntas que se hallan en la base de la teología de
flexión muy concreta sobre las nuevas urgencias de la Igle- la liberación. Como acabamos de ver, es el amor el que
sia, el nuevo sentido de la esperanza, del compromiso se encuentra en su propia medula. Y ese amor no es fruto
lleno de riesgos. Tendrá que cuidar con esmero de su de una teología, sino su punto de partida. Y el amor es
práctica teórica, enriquecer críticamente su instrumental praxis, no teoría. Es una opción por los pobres.
de reflexión y de praxis y recuperar los grandes temas En su afán de descubrir los mecanismos que engen-
de la tradición que con frecuencia, en medio de tantas dran la pobreza, la teología de la liberación se ha visto
urgencias de la acción y de tantos análisis de la realidad, obligada a procurar una racionalidad más pertinente que
han ido cayendo en el olvido. Habrá muchos que, en la que ofrece la tradición teológica por medio de la filo-
una amarga experiencia de cautiverio, aprenderán y des- sofía. No es que ésta haya perdido su función, sino que
cubrirán dimensiones nuevas de la cruz de Cristo y de la ha ganado otras tareas. Las ciencias humanas, especial-
historia de los mártires. Será una teología sin euforias mente las sociales, ofrecen un instrumental analítico capaz
y continuamente atenta a no vaciar de crítica y de libe- de descubrir las causas estructurales de la opresión y de
ración sus contenidos ante ese vocabulario de camuflaje elaborar modelos alternativos. El interés por los datos de
que le obliga a usar la represión. la realidad, mediatizados por una racionalidad científica,,
El teólogo tendrá que asumir decididamente su dimen- se encuentran al servicio de la praxis transformadora de
sión profética y vivir un compromiso con la liberación la fe. Tienen que ayudar a articular en concreto la res-
que podrá significar para él un peligro personal, pero que puesta a la pregunta: ¿qué sentido tiene la liberación
será también el precio de su fidelidad a la voz de Dios alcanzada por Jesucristo dentro de las condiciones de mar-
y de los oprimidos. ginación, de cautiverio y de opresión del hombre latino-
americano? Solamente tiene sentido histórico si la libera-
ción escatológica y definitiva de Jesucristo se mediatiza
III. TEOLOGÍA A PARTIR DEL CAUTIVERIO Y DE LA en procesos liberadores y se anticipa en el seno de la
LIBERACIÓN: ENSAYO DESCRIPTIVO propia situación. La liberación económico-política no es
solamente económico-política; en su limitación procesual
La teología de la liberación ha nacido de una profun- constituye ya la forma histórica con la que se manifiesta
da experiencia espiritual: la sensibilidad y el amor a los en el tiempo la liberación plena. Posee por tanto un
pobres que componen la inmensa mayoría de nuestro con- contenido teológico que puede y debe ser buscado y pro-
tinente. Los pobres, más allá de su determinación econó- movido por la fe. Es tarea de la teología procurar que
mica, constituyen el lugar de una teofanía y cristofanía esto se verifique, intentando comprometer a todos los hom-

54 55
ores, a ios cristianos y a la Iglesia, en la denuncia y Tanto las ciencias como las personas viven dentro de un
desenmascaramiento de las ideologías imperiales que pro- horizonte que es la situación histórica concreta con su
mueven y sustentan la forma actual de sociedad, concibien- tradición, sus valores, su manera de sentir y de orientar
do y engendrando un hombre nuevo y una forma más el sentido del todo. Todo lo que se entiende es enten-
humana de sociedad por medio de una praxis consecuente dido a partir de un horizonte; a continuación será inter-
y liberadora. pretado socío-culturalmente. Cuando elabora la fe, la teo-
En el intento de una descripción de la teología a par- logía la proyecta dentro del horizonte de su tiempo. La
tir del cautiverio y de la liberación podríamos decir que fe no es determinación de un horizonte, sino que lo es
es una reflexión crítica a la luz de la experiencia cristiana ella misma; la teología sí que es subdeterminación de un
de fe sobre la praxis de los hombres, principalmente de horizonte.
los cristianos, con vistas a la liberación integral de los
hombres. Especificando estos conceptos, hablamos de: 4. La experiencia cristiana de fe: La fe es una ac-
titud fundamental humana por la que el hombre reco-
1. Reflexión: La teología de la liberación no deja noce su ligación con Dios. Esta actitud no significa un
de ser un logos desde y sobre la experiencia histórica modo psicológico, sino más bien ontológico, una manera
de Dios en Jesucristo. Como reflexión es ya realidad se- •de situarse en el mundo y sintetizar toda la realidad
gunda, función de la experiencia cristiana que desea ex- a partir de Dios y de Cristo. La experiencia cristiana
plicitar, articular, sistematizar. Como todo logos, tiene sus de fe reconoce en Jesucristo el sentido último de la
propias leyes, su lógica, su gramática y su semántica. Ela- totalidad. En él Dios se ha manifestado tal como es, como
bora sus datos, no para bastarse a sí mismo, sino como Padre, Hijo y Espíritu Santo, revelándonos su paternidad
momento dialéctico de una mima globalidad vital, para universal que encuentra su contrapartida en la hermandad
iluminar la praxis. Sin reflexión la praxis es ciega, sin universal. Al revelarse, Dios ha revelado también quién es
praxis la reflexión está vacía. La circularidad dialéctica el hombre. Esto sirve de fundamento a la igualdad de
de la praxis-reflexión constituye la unidad y la riqueza origen, de proceso histórico-salvífico y de destino. Este
de la experiencia. contenido mínimo de la fe cristiana tiene una fuerte den-
sidad crítica ante lo social y lo político.
2. Crítica: Decir reflexión crítica es en el fondo una
redundancia. Toda reflexión o es crítica o no es reflexión. 5. Sobre la praxis: Se trata de la realidad humana
Crítica significa capacidad de discernimiento, de vigilan- fontal. En la praxis se da la unidad del hacer y del saber.
cia sobre los procesos, de conciencia respecto a los propios La vida es ya praxis, y por eso en la praxis se da toda
presupuestos, de alcance de las afirmaciones y de atención la realidad, como en forma condensada (15). La tema-
& las implicaciones ideológicas de todo discurso. tización teórica es explicitación de lo que ya estaba

3. A la luz de: Por esta expresión —a la luz de—


se alude al horizonte a partir del cual se plantean las (15) En la praxis está presente el mundo, que es el lugar de su
realización y verificación, y se halla presente Dios como horizonte
preguntas, se capta la realidad y se accede al conocimiento. de, posibilidad de todo cuanto acontece.

56 57
presente en la praxis de manera difusa y atemática. ¿Qué nos para que sea lo que tiene que ser, liberadora y conti-
calidad tiene la praxis humana? ¿Es liberadora del hom- nuadora de la praxis de Jesucristo?
bre y de los demás para la comunión, para la fraternidad
y para Dios, o es opresora de sí misma y de los demás? 8. Con vistas a la liberación integral del hombre:
¿Qué mediaciones materiales y humanas utiliza para ha- Todo el sentido de la reflexión teológica tiene que des-
cerse efectiva? ¿Está de acuerdo con el plan de Dios embocar en una efectiva liberación integral del hombre.
y con las exigencias del Evangelio? Esta expresión —liberación integral— puede ser que no
signifique nada y que oculte una posición meramente ver-
6. De los hombres: Como la fe cristiana es una bal. Por integral entendemos que la liberación pasa por
forma de ser ontológica que se enfrenta con toda la rea- un proceso en el que cada etapa alcanzada está abierta
lidad a partir del Dios encarnado en Jesucristo, consi- a algo más, hasta la plenitud escatológica. Para llevar a
dera también la praxis de los hombres, aunque sin refe- cabo el proceso liberador, la teología de la liberación
rencia explícita al misterio cristiano, bajo la luz de la tiene que considerar la racionalidad propia de cada paso,
salvación o de la perdición, de la aceptación de Dios ó formular juicios prudenciales sobre la viabilidad de sus
de su repulsa. La historia de la salvación abraza a todos proyectos y tener en cuenta el régimen general de cauti-
indistintamente dentro de sus propias situaciones concre- verio en el que están inmersos casi todos los países del
tas. Los portadores de la salvación no son exclusivos continente, lo cual impone nuevas tareas a la praxis de
(cristianos, Iglesia-institución), sino que puede serlo cual- fe: tarea de sembrar, de sustentar la esperanza, de luchar
quier hombre. La liberación de Dios en Jesucristo se con medios más sencillos y menos espectaculares, de pre-
anticipa en la historia y se mediatiza en las realidades hu- parar una concienciación profunda para el momento de
manas sociales, económicas, políticas, personales. Le toca organizar la liberación-acto.
a la teología discernir cuáles son las praxis humanas qué Como sistema elaborado, la teología de la liberación
hacen visible la liberación o que la impiden. Por eso su está todavía lejos de ser una realidad acabada. A pesar
tarea no se limita al ejercicio intra-sistemático de los que de ello, abarca un horizonte tan amplio y se prefiguran
tienen la misma fe, sino que se extiende a todos los hom- ya tales tendencias, que puede constituir una manera
bres. global de asimilar, proclamar y vivir el cristianismo.

7. Principalmente de los cristianos: La teología de


la liberación hace tomar conciencia, no sin asombro, dé IV. OTRAS FORMAS DE HACER TEOLOGÍA A PARTIR
esta pregunta: ¿cómo es posible que la opresión social DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN
tenga lugar en América Latina, continente predominante-
mente católico? ¿Qué praxis de fe ha sido la que se ha A partir del horizonte de la teología de la liberación
vivido aquí, para permitir semejante situación histórica? es posible contemplar otras formas de hacer teología en
Hay que confesar que la fe fue aquí transculturalizada y el pasado y en el momento actual (16). No se trata de
manejada para legitimar a los depositarios del poder opre-
sor. ¿Qué tipo de praxis tienen que historicizar los cristia^- (16) Cf Y. CONGAR, Théologie, en DThC X V / 1 , 341-502; ID., La
foi et la théologie, Tournai 1962, 124-272 (trad. c a s t : La fe y la

58 59
juzgarlas en un sentido liberador o bloqueador de los
anhelos de liberación en sí mismas y en el contexto en
logias consagradas y practicadas en los centros metropo-
que surgieron. Se trata de preguntarse si su repristinación
litanos de reflexión teológica. Dentro de esta dimensión
o vigencia en nuestro contexto latino-americano responde
crítica nos gustaría señalar algunas formas de hacer teo-
a los desafíos que interpelan a la fe y a nuestro que-
logía, tal como son interpretadas y juzgadas a partir del
hacer teológico.
horizonte de la liberación y del cautiverio. Por amor a la
La teología de la liberación nos enseña que toda re-
brevedad, seguiremos las tres maneras como ha sido com-
flexión tematizada es el resultado de cierto tipo de pra-
prendida históricamente la fe y consiguientemente la teo-
xis. La reflexión elaborada constituye la palabra segunda,
logía como racionalidad de la fe (intellectus fidei).
el esfuerzo de articulación de la racionalidad presente
en el seno de una cierta forma de vivir. Esa forma de-
terminada de vivir constituye la palabra o la realidad pri-
mera, matriz generadora de la reflexión, controladora de
1. A partir de las diversas concepciones de fe
su desarrollo y lugar de verificación de su verdad. En la
interacción entre la praxis y la teoría se da la verdad
a) Fe como adhesión a verdades reveladas - Teología
concreta y la unidad coherente de la vida humana. De
como su explicación sistemática
esta manera, un modo de vivir en la marginación llevará
a reflexionar en otro tipo de teología distinto del que se
Una concepción bastante vulgarizada entiende la fe
aprovecha del statu quo y del bienestar. La posición que
como adhesión a las verdades reveladas contenidas en
ocupa el teólogo (sujeto trascendental) en la estructura
la Sagrada Escritura o en la tradición y propuestas como
de la sociedad o de la Iglesia, su colocación frente al
tales por la Iglesia. La teología, en función de esa com-
poder y los medios de producción y de consumo, su
prensión de la fe, habrá de orientarse fundamentalmente,
estatuto de clase, no dejan de influir en la elaboración
como en la articulación ejemplar de Abelardo y de san
de su teología, en su manera de plantear los problemas,
Anselmo, por medio de dos ojos: el ojo de la auctoritds
de enfrentarse con las realidades presentes y de interpre-
y el de la ratio. La ratio se ejerce en la penetración y
tar los textos de la tradición de la fe (la Escritura y la
explicitación de la racionalidad de la auctoritas (Sagrada
tradición). En este sentido hemos de comprobar una au-
Escritura, tradición, magisterio) recurriendo a la media-
sencia casi total de vigilancia crítica por parte de las teo-
ción del instrumental filosófico de origen griego. La teolo-
gía no será ya como antes, en tiempos de los Padres,
teología, Herder, Barcelona 1970); E. SCHILLEBEECKX, Qu'est-ce que la una lectura de la vida, de la historia del mundo y de la
théologie, en Révélation et théologie, Bruselas-París 1965, 79-142 (trad.
cast.: Revelación y teología, Sigúeme, Salamanca 1969); M.-D. CHE- cotidianidad a la luz y a propósito de los textos bíblicos
NU. La 1e en la inteligencia, Estela, Barcelona 1965; R. LATOURELLE, (lectio). Será ahora la lectura y la interpretación de un
Teología, ciencia de la salvación, Sigúeme, Salamanca 1968; W.
KASPER, Die Methode der Dogmatik, Munich 1967; Y. CONGAR, Si- sector privilegiado del mundo: las verdades reveladas.
tuación y tareas de la teología hoy, Sigúeme, Salamanca 1970; G.
GEFFRÉ, Un nouvel age de la théologie, París 1972; G. PHILIPS, Les Este método alcanzó su perfección a partir del si-
méthodes théologiques du Vatican II, en Le service théolagique dans glo xvi, cuando la teología se elaboró en un enfrenta-
l'Eglise (Mélanges offerts au P. Congar), París 1973, 11-35.
miento apologético con los reformadores dentro de un
sistema dogmático. El método de este tipo de teología
60
61
va siguiendo estos tres pasos: 1) exposición de la doctri- interpretación de una interpretación (verdades reveladas),
na oficial católica; 2) comprobación de esta doctrina me- sino en percibir y expresar la Vida divina tal como se
diante frases de la Escritura y de la tradición; 3) razón está comunicando hoy en la situación del hombre, a la
teológica, combinando los dos momentos anteriores con luz de aquellas que desempeñaron en su hoy de antaño
argumentos racionales sacados de un cierto tipo de com- esa misma función (la Biblia y la tradición). De este modo
prensión de la ley natural. La Biblia y la tradición forman la teología es ante et retro oculata, tiene un ojo mirando
el gran depósito de verdades reveladas, sistematizadas den- para el pasado en que el Señor se manifestó y otro mi-
tro de la doctrina católica oficial. rando al presente en donde prosigue la autocomunicación
El Concilio Vaticano II no ha modificado fundamen- de Dios. No está centrada únicamente en las fuentes de
talmente este esquema, como puede comprobarse en el la fe, sino también en la historia mundi, ya que es por-
decreto sobre la formación sacerdotal (Optatatn totius, 16): tadora de la historia de la salvación. Creer no significa
1) Sagrada Escritura; 2) Padres e historia de los dogmas adherirse a unas frases abstractas sobre Dios y sus desig-
e historia de la Iglesia; 3) ilustración especulativa. nios, sobre el misterio de la salvación, sino comprome-
Hoy evidentemente todo este proceder teológico va terse y entregarse a una Persona que es Padre y Amor.
acompañado de una preocupación hermenéutica aplicada La teología tiene que articular lo que ese Dios significa
a la Biblia, a los textos de la tradición y a las declara- en el mundo, cómo aparece, qué exigencias plantea, qué
ciones dogmáticas del magisterio oficial, situándolos en la sentido confiere a la sociedad humana. Y cuando lo
historia y concienciando el horizonte de su formulación dice, surgen las verdades.
y los presupuestos filosóficos de su expresión. Pero siguen ¿Qué praxis de fe supone una interpretación de la
siendo de todas formas los lugares teológicos privile- fe como adhesión a unas verdades? Esa teología expre-
giados. sa un modo de vivir cristiano. Es el modo de vivir de
Constituye una tarea imprescindible de la teología bus- las autoridades institucionales, que disfrutan del poder sa-
car la racionalidad de las verdades contenidas en los tes- grado, que tienen exclusivamente en sus manos los me-
timonios mayores de su fe, su armonización y su no- dios de producción religiosa. La teología elaborada a par-
contradicción. Pero es urgente situar adecuadamente el tir de ahí es fundamentalmente una teología del poder
sentido de las verdades de fe dentro de la historia de argumentativo y apologético, orientada antes a la búsque-
la salvación. La revelación consiste originalmente en la da de la seguridad que a la de la verdad. Por eso des-
autocomunicación de Dios dentro de la situación del taca por la claridad de las fórmulas, por su afán de or-
hombre. Es una vida que se autoentrega a otras vidas. todoxia, por el acabamiento perfecto de sus definiciones
Las verdades surgen como traducción racional de la reve- que se oponen al carácter opaco y enmarañado de la vida
lación-acto. Son ya interpretaciones de un hecho-revelación, concreta. Es una teología que se mueve por deducciones
dentro del horizonte histórico e ideológico en que se mue- de unos principios inalterables o de unas frases escriturís-
ve el hagiógrafo o su comunidad, pero siempre bajo la ticas, que sirven de parámetros para juzgar de la experien-
inspiración del Espíritu. Esto quiere decir que la auctoritas, cia real.
los datos «revelados», son hechos y construidos. La fun- Este tipo de teología supone un teólogo económicamen-
ción principal de la teología consiste, no ya en ser una te desahogado, que dispone de mucho tiempo, de mu-

62 63
•dades abstractas y de las formulaciones teóricas: no están
chos libros, de mucho dinero para comprarlos y de mucha1 ahí para sustituir a la experiencia de fe, sino para ilumi-
tranquilidad para leerlos. Como todo poder, esa teología- narla. Nacieron de la vida y tienen que volver a la vida.
vuela sobre la vida, la ordena, la encuadra y la totaliza
bajo su propio criterio. Esta modalidad de hacer teología-
corre el peligro de pasar a ser fácilmente la ideología b) Fe como conversión al Dios vivo - Teología coma
de una pequeña élite ilustrada. De hecho, en la historia,, mistagogia sapiencial
ha favorecido el clericalismo, ha degenerado en un posi-
tivismo doctrinario oficial y en una incapacidad de diá- La fe, como actitud ontológica original, antes de es-
logo hacia dentro y hacia fuera. De hecho se percibe en tructurarse temáticamente en proposiciones intelectuales,
ella, dice W. Kasper, la tendencia a un dogmatismo sos- es experiencia de encuentro con el misterio de Dios hecho
pechoso de ideología (17). histórico en Jesucristo. Es conversión, apertura, entrega,
La mayor limitación de esta teología consiste en ca- confianza en El; es colocar en El todo el sentido de la vida
recer de densidad histórica y en no percibir los presupues- y de la muerte. Esta concepción de la fe se encuentra más
tos económicos, políticos, culturales y clasistas para su en la línea bíblica, vital, englobante, que envuelve todos
elaboración. Además, sus principios no han caído como un los aspectos de la vida. Considera en toda su seriedad el
rayo del cielo; fueron vividos anteriormente como una testimonio de los grandes teólogos y místicos: el verda-
experiencia vital. A partir de ahí es como fueron erigi- dero conocimiento de Dios es aquel que nace del amor
dos en principios. Lo mismo hay que decir respecto a a Dios. Dentro de esta actitud de fe se encuentran todos
las fuentes de la fe. La Escritura tampoco ha caído del los elementos de racionalidad y de teología, pero sin una
cielo, ya dispuesta y debidamente redactada. elaboración ni explicitación sistemática. Eso es lo que ten-
La exégesis nos ha mostrado cuáles fueron las peri- drá que hacer la teología como discurso lógico sobre la.
pecias literarias e históricas con que se enfrentaron los experiencia de fe.
diversos textos escriturísticos. In recto, la Biblia es pala- La teología que elabora la fe-conversión al Dios vivo-
bra humana con todos sus límites y fases de producción, tiene que insistir con toda su firmeza en la estructura
dentro de la cual concretó el Espíritu su Palabra revela- dialogal de la salvación y de la revelación, en el aspecto,
dora. La palabra humana refleja condicionamientos ideo- eminentemente existencial y de compromiso que implica
lógicos, económicos, políticos y religiosos que fueron asu- la adhesión a Cristo. Ha de realizar estudios minuciosos
midos por la Palabra divina. Una teología que tenga un sobre las estructuras del diálogo, sobre la psicología de
estatuto crítico no puede asumir todo eso bajo la Pala- la conversión y las exigencias de transformación personal
bra divina y olvidar estas mediaciones en su encarnación requeridas por la conversión. A la luz de estos estudios
en medio de la comunidad de los creyentes. se ha recuperado el sentido bíblico de revelación como
La teología tiene su dimensión de ciencia, en cuanto autocomunicación del Amor divino y se ha rescatado el
discurso crítico sobre y desde los testimonios mayores de sentido existencial de la gracia, del pecado, y toda la ri-
la fe; pero nunca puede olvidarse del sentido de las ver- queza de la experiencia de Dios. La catequesis, la liturgia
y toda la teología sistemática han ganado ricas dimensio-
(17) W. KASPER, Die Methode der Dogmatik, o. c , 29.
65
64 5 . T. DEL CAUTIVERIO
hes existenciales y personalistas; son más inductivas y hermano y de compromiso efectivo en la gestación y la
están más ligadas a las experiencias vitales. La teología creación de una sociedad más justa e igualitaria. La con-
es fundamentalmente una mistagogia sapiencial para la versión se articula en términos de cambios sociales que
experiencia cristiana. llevan consigo procesos demorados y pasos estratégico-
A pesar de todos los enriquecimientos que aporta, esta tácticos donde se concreta un proyecto liberador. Y todo
teología, a la luz de la teología de la liberación, presenta esto supone, como expusimos anteriormente, otras cate-
sensibles limitaciones. Será una teología demasiado inti- gorías analíticas, sacadas especialmente de la infra-estruc-
mista y privatizante. Entenderá la revelación, la salvación tura de la sociedad, ya que es sobre todo ella la que
y la gracia como diálogo entre Dios y el hombre, per- necesita cambiar. La teología de la liberación desea ela-
sona individual. Está fuertemente calcada en la antropo- borar todo el contenido del cristianismo a partir de las
logía personalista, existencial y trascendental. Pero no ha exigencias de una liberación social, que anticipa y media-
tenido suficientemente en cuenta las implicaciones cosmo- tiza la liberación definitiva del Reino.
lógicas, sociales, ideológicas, de la persona y de todo el Dentro de una comprensión de la fe como praxis se
•diálogo. La conversión ha estado en ella demasiado cen- entienden también otras teologías aparecidas en Europa y
trada en el corazón y en la persona considerada indivi- en los Estados Unidos: la teología de la esperanza, la de
dualmente; no se ha tomado conciencia del peso propio la revolución, la de la política. A diversos niveles de
de las estructuras de que dependen las personas y que compromiso, tiene ante la vista una modificación de la
pueden oprimirlas, lo cual impone también una conversión sociedad mediante la recuperación de los contenidos crí-
para esas estructuras. La dinámica de la conversión de las ticos, subversivos y liberadores de la fe y de su tradición.
estructuras y de los procesos sociales generadores de la A partir de América Latina, estas teologías han sido cri-
injusticia social no es la misma que la dinámica de la ticadas por su falta de densidad analítica concreta, por sus
conversión de las personas. generalizaciones sobre los desvíos de nuestra sociedad oc-
Es necesario un nuevo tipo de racionalidad y otras cidental, por haberse interesado más por la teología de la
mediaciones. revolución que por la revolución misma, por la teología
de la política más que por la política misma. Serían, como
dice jocosamente Assmann, «prólogos en busca de coraje»,
c) Fe como praxis liberadora - Teología de la liberación en contraposición con la nueva postura de los teólogos
latinoamericanos, «un coraje con armas primitivas» (18).
En un tercer momento decisivo la fe se entiende como Ya se han hecho oportunamente cotejos y comparaciones
praxis liberadora en la historia. Ya hemos hablado de entre estas teologías y la teología de la liberación; por
ello, al subrayar que la fe se constituye en una praxis, eso nos dispensamos de repetirlos aquí.
o sea, en una forma de comportarse ante la realidad a la La teología de la liberación, al insistir firmemente en
luz de Dios. ¿Qué tipo de praxis es la fe verdadera? Una el aspecto histórico de la fe y de la salvación como libe-
fe que sea realmente fe en Dios y en Jesucristo lleva a un
proceso liberador, de denuncia de las opresiones concre-
(18) H. ASSMANN, Teología desde la praxis de la liberación,
tas que corporifican el pecado como repulsa de Dios y del o. c, 77.

66 67
ración, nos presenta las demás dimensiones de la fe y
no deja de apreciar las contribuciones de las teologías que
elaboran esas dimensiones. Pero siente que son insuficien- b) Teología como reflexión crítica sobre el sujeto de la fe
tes, cuando se toman en sí mismas. Al contrario, alcan-
zan su verdadera situación dentro de la perspectiva de la El sujeto de la fe es la communitas fidelium y el
teología de la liberación, que pretende no solamente libe- creyente concreto. Son ellos los destinatarios de la reve-
rar la historia, sino además posibilitar la liberación de la lación y de la salvación. Y lo son en la medida en que
persona y de su capacidad de elaborar la verdad. se convierten y se abren cada vez más al diálogo salvífico.
La teología ha elaborado minuciosamente los presupuestos
antropológicos de la revelación y de la encarnación. Ha
detallado los múltiples pasos de acceso del hombre a Dios
2. A partir de las diversas posturas ante la dialéctica
y los caminos de la asimilación interior y comunitaria, en
sujeto-objeto
términos de moral, de celebración y de derecho canónico
desde el mensaje cristiano. Todo esto ha constituido inne-
Lo que acabamos de indicar puede también compren-
gablemente una urgencia para la fe; y la teología lo ha
derse en la dialéctica del sujeto-objeto. En esta línea po-
elaborado. Como se indicó anteriormente, este tipo de
demos distinguir varias teologías:
teología tiene sus límites.

a) Teología como elaboración del objeto de la fe


c) Teología como articulación de la dialéctica sujeto-
Por objeto de la fe se entienden las manifestaciones objeto
múltiples de Dios en la historia, atestiguadas por la Es-
critura y mantenidas como memoria viva en la propia Sujeto-objeto no se encuentran nunca uno delante del
vida de la Iglesia. Sería tarea de la teología elaborar sis- otro. Se implican y se exigen mutuamente. Constituyen
temáticamente, a nivel del logos de la racionalidad, ese momentos dialécticos de un mismo proceso vital. El ob-
objeto de fe. Es lo que ha realizado efectivamente en su- jeto influye y actúa sobre el sujeto; éste lo asimila, se
mas teológicas grandiosas, utilizando la mediación filosófica, modifica y a su vez actúa también sobre el objeto. En
ya que su instrumental había sido extraordinariamente otras palabras, la sociedad condiciona y marca a la per-
bien trabajado por la filosofía griega. Este trabajo es im- sona, mientras que ésta influye y actúa a su vez sobre aqué-
prescindible para la fe, pero no puede limitarse exclu- lla. La teología de la liberación quiere tener en cuenta
sivamente a ello, por las razones anteriormente aducidas. con todo cuidado esta dialecticidad de la vida que se
Históricamente, este tipo de teología ha servido de ideo- articula también en la fe. El pecado personal modifica
logía para las instancias del poder sagrado en la Iglesia, al pecado social, y el pecado en el mundo, metido en las
bien como autojustificación, bien para imponer su orto- estructuras, en la escuela, en la ideología dominante, marca
doxia a los demás, bien finalmente para bloquear ciertas también a la persona. El sistema social de opresión se
transformaciones necesarias en la Iglesia y en la sociedad. introduce dentro de los oprimidos. La verdadera fe, que
se mueve dentro de esta dialéctica, puede actuar como
68
69
dinamismo liberador. La teología de la liberación subraya
midas, ni sirvan para justificar el statu quo. Se necesita;
la densidad propia de la opresión social e indica la dimen-
una vigilancia constante en la manera de hablar y de
sión pública, política y liberadora del proyecto histórico
escribir la teología, a fin de que no se vuelva justifi-
de Dios.
cadora de lo mismo que denuncia, ni pueda ser recu-
perada en los esquemas de otras teologías inadecuadas
para elaborar temáticamente la eficacia histórica del
d) Niveles concretizadores de la liberación
amor.
En este sentido la teología de la liberación acusa a
El elemento liberador no aparece solamente en esta
las demás teologías de no ser suficientemente críticas ni
tercera elaboración. Está presente en cada uno de los
políticamente vigilantes.
diversos pasos, aunque con diferente densidad. En la teo-
logía como elaboración del objeto de fe, dentro de los La teología, o es liberadora o no es teología. Tiene
límites de esa posición, la liberación se manifiesta como que llevar a cabo la liberación en todos los niveles: des-
liberación del error objetivo, del error histórico, del error de la intimidad de cada persona hasta alcanzar el corazón
de comprensión del texto sagrado que exige una herme- de las estructuras de todo un sistema social opresor. Y
néutica propia, liberación de los errores intelectuales, de esto no se realiza únicamente por medio de convicciones
los prejuicios, de los presupuestos no concienciados. La intelectuales profundas. Tiene que llegar a actitudes con-
teología como inteligencia de la fe-adhesión a unas ver- cretas, ya que son éstas las que modifican la realidad.
dades ha conseguido esta liberación. Y las transformaciones de la realidad exigen algo más
La liberación tiene lugar igualmente en la teología- que actitudes concretas y voluntaristas. Piden sensibilidad
conversión o en la teología como reflexión crítica sobre ante la viabilidad histórica, atención a las condiciones
el sujeto de la fe. Allí se revela como liberación de ilu- objetivas y creación de mediaciones operativas. En cada
siones subjetivas, de engaños del inconsciente, de falsas irrupción de mayor libertad, de justicia y de fraternidad
representaciones y de otros subjetivismos que pueden po- dentro de la sociedad se anticipa y se concreta en las
ner en peligro la experiencia cristiana de Dios y de Jesu- condiciones del tiempo histórico la libertad definitiva del
cristo. Reino.
La liberación es tematizada en la teología de la libera-
ción, esto es, queda situada como centro de toda la tarea
V. CONCLUSIÓN: LO IMPORTANTE NO ES LA TEOLOGÍA
teológica. En América Latina los cristianos se han dejado
DE LA LIBERACIÓN, SINO LA LIBERACIÓN
sensibilizar por el peso y por la gravedad de la opresión
económico-político-social. La teología de la liberación quie-
re hacer que la fe sea operante y eficaz en la liberación Varias veces hemos repetido ya que la teología de la
de esta situación corporificada en el pecado social, y en la liberación constituye una forma global y diferente de hacer
liberación para un mundo más fraternal. Para conseguirlo teología partiendo de la praxis de la fe y buscando la
tiene que liberar a la teología a fin de que sus conceptos praxis más eficaz y transformadora. Su método no es sino
no sean manipulados para adormecer las conciencias opri- el de la elucidación, la explicación y el desdoblamiento
de la propia teología de liberación. Tenemos una clara
70
71
'opción de base: lo que realmente interesa no es la teo- de la teología de la liberación y finalmente de toda la
logía de la liberación, sino la liberación histórica de nues- teología cristiana.
tros pueblos. Para esta liberación tiene que servir la teo- Como es evidente, la toma de conciencia de la opre-
logía de la liberación. Si no sirve a este propósito, se sión lanza un desafío evangélico y ético a la coherencia
transforma en uno de tantos temas de alguna otra teología cristiana, especialmente al teólogo: ¿cuál es su opción fun-
que a su vez refleja consciente o inconscientemente otra damental? ¿Es uno opción por los que fueron los predilec-
opción fundamental. Pero en ese caso la teología de la tos, de Jesucristo? ¿Qué tipo de praxis está implicado en
liberación deja de ser una manera diferente de hacer teo- esa opción? ¿Qué tipo de pensamiento y de teología
logía, expresión de un modo diferente de vivir, que es refleja esa praxis? Las respuestas a estas preguntas juzga-
un proceso de liberación en situación de cautiverio. rán todas nuestras teologías.
Somos plenamente conscientes de que todo punto de Pero todo esto no supone necesariamente que el teó-
vista, como el de la teología de la liberación, es la vista logo tenga que abandonar su cátedra para ir a insertarse
de un punto. Pero ¿cuál es este punto? Es el punto de en los ambientes populares. Hay muchos que así lo hacen,
vista del pobre, del humillado y ofendido. Se parte de con grandes ventajas para su reflexión. Pero en el pro-
su situación; se quiere transformar la sociedad que lo ceso global de liberación el teólogo puede vivir compro-
engendra. A partir del pobre se juzga todo el sistema que metido a partir de su práctica teórica, ejercida dentro
lo expulsa y lo tiene marginado. de una opción clara y profunda por los oprimidos. Su
La praxis liberadora exige, por su parte, una raciona- función es la del intelectual orgánico: ayuda a las clases
lidad que le resulte adecuada. Tiene que procurar los me- oprimidas a tomar conciencia, a desenmascarar las ideolo-
dios teóricos que mejor descubran los mecanismos gene- gías castradoras, a elaborar y mantener la visión global,
radores de opresión; tiene que llevar a cabo los medios etcétera. En contacto con las bases se enriquece, mantiene
sociales y políticos que hagan eficiente al amor y transfor- vigilante su propio lenguaje y se compromete con su des-
madora a la fe. Hablar de liberación sin pensar conti- tino en otro nivel de lucha. Hoy la situación concreta
nuamente en la praxis, en los medios, en los pasos tácticos, es tal que la mera palabra liberación constituye por sí
puede parecer abstracto. La liberación tiene que ser como misma un motivo de sospecha y de reducción a la inefi-
el pueblo; el pueblo no habla palabras, sino cosas; pisa cacia. En esta situación-límite es urgente la tarea de dar
con los pies en tierra, tiene tierra en sus gestos, en su brillo a ciertas perspectivas, de detallar las implicaciones
lengua. Si no se mantiene la praxis —y con ella una de todo el proceso de liberación y de reflexionar sobre el
opción por los oprimidos—, se puede hablar con los mis- sentido propio del cautiverio. ¿Qué significa el hecho de
mos signos lingüísticos, pero sin pensar ni tener la misma varios siglos de dominación en nuestro continente? ¿Qué
cosa ante la vista. es lo que se está preparando con todo esto? ¿Qué es-
En el fondo, todo puede reducirse a lo siguiente: tructura inicua es la que allí se anuncia? ¿Qué sentido
.¿qué es lo que hay que hacer y cómo hay que pensar último poseen los últimos de la tierra? La anti-historia
para que la fe y el amor cristiano sean liberadores de no puede ser totalmente absurda. También en ella se rea-
una situación objetivamente opresora e inicua? Con la res- liza el plan de Dios. Ellos no están fuera de la gracia y
puesta que se dé a esta pregunta se decide el destino del Reino que se realiza especialmente en ellos. Pero

72 73
¿cómo concebir este sentido salvífico? Quizá esta situa-
ción nos coloque en aquel lugar hermenéutico en el que
se pueda compartir y entender, bajo una luz nueva y sor-
prendente, el arduo camino del Siervo doliente Jesu-
cristo (19).
Creo que es en esta perspectiva donde tiene que ela-
borarse la teología. Vivimos en Egipto. El pueblo sufre III
en Babilonia. Por ella corre sangre de mártires. Pero
nuestra Babilonia y nuestro Egipto son diferentes. En el TEOLOGÍA COMO LIBERACIÓN
horizonte apunta ya un sol de justicia. En él se ha anti-
cipado ya la liberación de todos los cautiverios. Existe
algo más en esperanza, frente a todas las desconfianzas-
Gracias a Jesucristo y a su resurrección.
En una primera aproximación —la hermenéutica de
la conciencia histórica de liberación— nos propusimos es-
bozar brevemente el nuevo horizonte proyectado por la
conciencia histórica de liberación. Este horizonte nos per-
mite releer y reconsiderar todas las realidades humanas
del pasado y del presente a la luz de la óptica de la opre-
sión y de la liberación: la economía, la política, la medi-
cina, la psicología, etcétera; y también la religión y la
teología. ¿Hasta qué punto la misma religión es opresora
y liberadora? ¿Hasta qué punto la teología, por el modo
como se entiende a sí misma y concibe las relaciones del
universo de significaciones con la fe, contiene y mantiene
viva su dimensión de liberación? La religión y la teología,
para ser realmente liberadoras, ¿necesitan pedir prestadas
una temática y unas categorías alienígenas, procedentes de
otra ideología o de otra cosmovisión? ¿No poseerán acaso
en sí mismas una riqueza liberadora que es preciso tema-
tizar y volcar en una praxis? ¿Cuál es la colaboración
que la teología y la fe pueden prestar al proceso global
de liberación a partir de su propio horizonte? Sin esa
colaboración específica le faltaría algo al proceso libe-
(19) Cf mis dos artículos ya citados en «Grande Sinal» (1974), o
en forma de libro L. BOFF, Teología desde el cautiverio, Indo- rador. ¿No poseerá la fe un enfoque tal que le permita
American Press Service, Bogotá 1975. ver, animar y festejar la liberación o denunciar la opre-

74 15
sión que se manifiesta también fuera de sus propias fron-
teras? I. LA DIMENSIÓN LIBERADORA Y PRAXÍSTICA DE LA FE Y
A la luz de estas preguntas vamos a atrevernos a DE LA TEOLOGÍA
desarrollar, en una primera parte, dos proposiciones fun-
damentales:
Al hablar de la dimensión liberadora y praxística de
la fe y de la teología (1) «o queremos desentrañar las
— la dimensión liberadora y praxística de la fe y de
consecuencias liberadoras que acaso poseen la fe y la teo-
la teología;
logía. Al contrario, queremos poner de relieve el hecho de
— la dimensión de fe y de teología de toda praxis
que toda fe y toda teología, por la mera razón de ser
liberadora.
lo que son, poseen en sí mismas una dimensión libe-
Estas dos consideraciones serán tratadas además a radora u opresora. Esta dimensión pudo haber quedado
nivel fenomenológíco, esto es, tomando la teología antiguamente en el subconsciente, sin haber sido articu-
como un conjunto ordenado de doctrinas sobre Dios, so- lada de manera explícita. Pero estaba y está siempre pre-
bre el hombre, sobre su salvación, etcétera, dentro de una sente y actuando en la praxis. En la actualidad nos he-
tradición de fe que nos viene desde los testimonios ma- mos dado cuenta de esta realidad expuesta y ¿/«-cubierta
yores del Antiguo y del Nuevo Testamento y que nos ahora. Percibimos que cierto modo de comprender la fe
alcanza en la actualidad. es ideológico y sacramentalizador de una situación opre-
En una segunda parte trataremos de la misma reali- siva, o es liberador del hombre de su propia situación
dad dentro del horizonte de una reflexión más esencial y de su vinculación con la configuración global de la
y radical, que ve a la propia teología como articulación vida (2).
histórica de la revelación del misterio de Dios en el pro-
ceso humano. Esta revelación no tiene lugar solamente
en el ámbito de lo religioso, sino en la totalidad de las
(1) Cf. H. ASSMANN, La dimensión política de la je como praxis
manifestaciones de la historia dentro de su propio mo- de liberación histórica del hombre, en Teología desde la praxis...,
mento, en nuestro caso bajo el signo de la liberación. La o. c , 15-26; Fe cristiana y cambio social..., o. c, sobre todo el
ensayo ya citado de J. C. SCANNONE, Teología y política..., ib., 247-
teología consiste entonces en el intento de tematizar a 264; P. BLANQUART, Fe cristiana y revolución, en Pueblo oprimido...,
nivel del lenguaje y de la comunidad de fe esa realidad o. c , 21-34; J. GUICHARD, Une lecture politique de la foi, en
Eglise, luttes de classes et stratégies politiques, Cerf, París 1972,
que afecta a todos, pero que es concienciada, descifra- 19-49 (trad. cast.: Iglesia, lucha de clases y estrategias políticas,
da y celebrada en la religión. Sigúeme, Salamanca 1973); VARIOS, Die Funktion der Theologie,
Munich 1969; A. ALONSO, Iglesia y praxis de liberación, Sigúeme,
Salamanca 1974, 98ss.
(2) Cf R. GARCÍA, De la crítica de la teología a la crítica de
la política, en Pueblo oprimido..., o. c , 69-96; H. BORRAT, Las
bienaventuranzas y el cambio social, en Fe cristiana y cambio so-
cial..., o. c , 213-230; H. ASSMANN, El cristianismo, su plusvalía ideo-
lógica y el costo social de la revolución socialista, en Teología
desde la praxis..., o. c , 171-202; para la problemática general,
cf R. MATE, La neoescolástica, teología de la restauración burguesa,
en El ateísmo, un problema político, Sigúeme, Salamanca 1973,
145-174.
76
77
La fe entonces exige una desinstalación y una vivencia
1. Verdadera je: je que se hace verdad de situación-de-éxodo. El quiere levantar su tienda en el
mañana y en el futuro de nuestra vida. Fe cristiana en
La verdadera fe cristiana no se reduce solamente a este sentido es mucho más un modo de vivir y de com-
una adhesión intelectual a ciertas verdades sobre el des- portarse frente a la totalidad de las manifestaciones del
tino fundamental del hombre y del mundo (3). Es adhe- mundo que adhesión a un contenido fijo y determinado
sión al misterio de Dios, que se comunica permanente- de verdades pronunciadas dentro de unas coordenadas lin-
mente en la historia y se ha autocomunicado de forma güísticas que están y estarán siempre vinculadas a una
definitiva y victoriosa en Jesucristo muerto y resucitado. visión determinada del mundo.
En la captación concreta del momento histórico en su No basta con establecer las verdades: Dios existe, Je-
sentido radical como pro-vocación al hombre para una sucristo resucitó de entre los muertos, Dios es Padre, Hijo
decisión totalizante de su vida es donde se define cuál y Espíritu Santo, el hombre es inmortal, etcétera. Estas
es el Sentido fundamental. Este Sentido puede ser expre- verdades no están dentro de las mismas coordenadas como
sado en un lenguaje de verdades que guarden siempre cuando digo: existe una piedra, ha muerto un perro, et-
referencia al núcleo experiencial de donde brotaron. No cétera. Dios no existe de la misma manera que existe una
es precisamente el que conoce las verdades quien se salva. piedra. Cuando digo en la fe que Dios existe, afirmo
Sino el que practica la verdad. Practicar la verdad en existencialmente que en el mundo hay un último Sentido
sentido bíblico (cf Jn 3,21; 1 Jn 3,19) consiste en trans- que me acoge y me acepta radicalmente, incluso en mi
formar de tal forma la vida que ésta se deje empapar de pequenez, en el que convergen todos los opuestos y en
la realidad de Dios sentida y sufrida dentro de la propia quien encuentro el descanso de mi corazón fatigado de
existencia. preguntar. Por tanto, decir que Dios existe no es como de-
Fe cristiana significa que Dios mismo se hizo histo- cir que existe una piedra, sin que nada acontezca en mi
ria y se llamó Jesucristo. Jesucristo no enseñó únicamente vida. Aquí todo cambia. El mundo se vuelve diáfano ante
verdades. Caminó por un sendero en el que asumió la esta inefable Realidad. Cuando afirmo en la fe que Jesu-
totalidad de la vida en sus positividades y en sus nega- cristo resucitó de entre los muertos, no me sitúo en el
tividades como una vida vivida, soportada y asumida de- mismo horizonte que cuando me anuncian: hoy ha nacido
lante de Dios y siempre a partir de Dios. Dios no se Raquel. Sino que me sumerjo en el océano de la esperanza
encontraba solamente en el templo, ni moraba exclusi- humana que sabe que la muerte ha sido vencida. El an-
vamente en los cielos, sino que se daba a sí mismo y se helo de realización y de liberación del hombre se ha trans-
hacía presente en cada hombre, anunciaba su palabra en formado en acontecimiento de felicidad humana y divina:
cada situación concreta y se revelaba como el Dios pro- hay un final maravilloso para el hombre y para el cosmos,
vocativo, esto es, que llamaba siempre hacia adelante y un final de todos los mecanismos de la opresión. Enton-
hacia una permanente apertura acogedora de su parusía. ces toda la existencia, la lucha secular de los oprimidos
y de los opresores (manifestaciones de la muerte dentro
(3) Cf para la problemática de la fe VARIOS, Credo para amanhá, de la vida) y el sentido del futuro de la historia reciben
3 vols., Petrópolis 1971; L. BOFF, A mensagetn da Biblia hoje, na una esplendorosa iluminación. Cuando profeso en la fe que
língua secular, en «REB» 32 (1972), 842-854.

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Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, no pronuncio una Pues bien, la fe cristiana que se hace verdad se hace
verdad científica como cuando digo que el agua es un com- libertad y liberación, no ya eludiendo el proceso de opre-
puesto de H2O, sin que se modifique nada en el sentido sión y la carga inhumana del sufrimiento del mundo, sino
radical de mi existencia. Pero al balbucir en el pudor del asumiéndolos como hizo el Hijo del hombre y el «hombre
Espíritu que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, tes- de dolores» (Is 5,3), soportando su absurdidad, sufrien-
tifico que el misterio que se oculta y se revela en la do no las propias penas, sino las penas de Dios en el mun-
historia es comunión, alteridad, identidad y diferencia, do. La aniquilación es también camino de liberación. En
autocomunicación de sí (Padre) a alguien diferente de sí ella nos vaciamos de nosotros mismos y de los objetivos
(Hijo), no destruyéndose sino recogiéndose en la mutua de nuestra batalla y nos colocamos a merced del Misterio
aceptación amorosa (Espíritu Santo) para formar una úni- de Dios. «En el camino hacia la liberación la muerte es
ca mismidad (la única naturaleza divina). Pues bien, ¿no la fiesta más sublime» (4). Esta fe nos hace efectivamente
refleja esta misma dialéctica toda la realidad, especialmente libres. Muestra su vigor en todas las dimensiones de lai
el hombre? La santísima Trinidad es la última ilumina- vida humana, incluso en su contenido político y social, en
ción del misterio del hombre y del Hombre Jesucristo. el sentido amplio que poseen estas palabras en cuanto
Estas verdades se vuelven verdades cuando se hacen conciernen a la relación del hombre con la comunidad
verdades, esto es, cuando liberan la existencia para lo ine- humana y con la organización del poder que se instaura
fable del Misterio, cuando rompen las de-finiciones, cuando en ella. Esta fe crea una mística que no huye ni tiene mie-
entran en unas nuevas definiciones para romperlas suce- do de la persecución, de la prisión, de la tortura y de la
sivamente y dejar que el Misterio siga siendo permanen- muerte, ya que vincula a la persona con un Absoluto.
temente Misterio. Los inserta dentro de la normalidad de la vida de fe en
la cruz de Jesucristo, los acoge con soberanía, sufriendo
La fe cristiana atestigua que en Jesucristo Dios se hizo y muriendo con dignidad: «Estos no son tormentos infli-
otro, más todavía, «la escoria de la humanidad, el maldito, gidos por causa del nombre de nuestro Señor Jesucristo,
el herido y humillado» (Is 53,3-5). Dios marchó al des- sino sólo unciones», como serenamente replicaba a sus
tierro. Encarnó lo más diferente de sí mismo, al enemigo verdugos uno de los primeros mártires laicos de la pri-
(cf Rom 5,10), se despojó de sí mismo (Flp 2,7) para mitiva Iglesia, san Máximo mártir (5). Esta fe contesta
poder ser todo en todas las cosas (1 Cor 15,28). Esto todos los absolutos intramundanos, quiebra las piernas de
no ha sido proclamado para ser una mera información, sino todos los ídolos de barro ideológico y desenmascara el
que significa un desafío para que sigamos el mismo ca- orgullo del poder que pretende con el aumento de la pro-
mino de Jesucristo (Flp 2,5). La fe cristiana sólo es ver- ducción y del consumo hacer que calle el hambre de
dadera cuando continuamente, lo mismo que Dios en la libertad del espíritu hecho para el Absoluto.
encarnación, asume lo diferente de sí misma, el mundo,
la realidad más contraria, para reconciliarla y reunificarla
en el perdón y en la misericordia. Entonces el otro pasa (4) D. BONHÓFFER, Widerstand und Ergebung, Munich-Hamburgp
1966, 189 (trad. cast.: Resistencia y sumisión, Ariel, Barcelona 1960).
a ser nuestro semejante y el semejante pasa a ser nuestro (5) Acta Sancti Maxitni martyris, 2 (Lateinische Martyrerakten
prójimo. ausgewahlt und erldutert von Andreas Schwerd), Munich 1960, 40-41;'
85-87.

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tura de ambigüedad estigmatiza todas las manifestaciones
2. Sólo hay una historia: la de la gracia-liberación y la de la existencia humana: en la religión, en la sociedad,
de la desgracia-opresión en el ejercicio del poder. La comunidad eclesial se entien-
de como la inauguración de una nueva solidaridad en Cris-
La propia teología, como articulación de fe, se ha en- to del bien contra el mal, de la liberación contra todas
tendido desde sus orígenes bíblicos como historia de la las formas de opresión, de la total apertura del hombre
salvación y de la perdición, del pecado y de la gracia, al futuro de Dios contra el enclaustramiento dentro de
del proceso de liberación y de opresión (6). Por eso se sus propias conquistas. Vivir esta dimensión es lo que
constata una afinidad muy grande entre la gran tradición constituye al cristiano, y no la práctica de actos religiosos.
teológica de la Iglesia con la teología de la liberación. Jesucristo invitó a los hombres, no al ejercicio de un
Según este modelo, la revelación de Dios se entiende como nuevo ritual ni a la observancia de las leyes más puras
historia de su autocomunicación progresiva a lo largo de y más santas, sino que llamó a todos a una nueva forma
los tiempos. Establece un origen y marca un futuro. Al de vida que se entiende a partir de Dios y del futuro que
crear, Dios se autocomunica inaugurando el receptáculo nos promete, y no a partir del pasado y de lo que hemos
capaz de acoger sus venidas. El viene continuamente. La construido.
historia, en su significado más trascendente, no significa No hay dos historias, una profana y otra sagrada, den-
solamente proceso de gestación del hombre, sino también tro o en las profundidades de aquélla. Sólo hay una his-
proceso de autocomunicación del misterio de Dios. Todo toria, que puede ser leída desde los más diversos pun-
está constituido como vasija hecha para acoger el vino tos de vista: económico, político, psicológico, ideológico
precioso que es Dios. En Jesucristo se ha dado el en- y también teológico. En la óptica de la fe toda la histo-
cuentro de la mayor efusión de Dios y de la máxima ria humana en todas sus manifestaciones, desde sus orí-
acogida por parte de la creación: él es Dios y hombre genes hasta su consumación (protología-escatología) puede
•en su total presencia e inmediatez. Junto a esta historia ser vista como la historia de la liberación, en cuanto que
•de Dios y del hombre existe también una antigua historia: el hombre acoge el misterio de Dios, y como historia de
la de la libertad que se refugia en su cerrazón y la del la opresión, en cuanto que lo rechaza. Realmente, la aco-
•pecado que se niega al don de la comunión. Si la auto- gida y la repulsa se entremezclan y constituyen el drama
comunicación de Dios libera al hombre cada vez más abrién- humano delante de Dios. En esta visión también la polí-
dole los horizontes infinitos del misterio del amor, el pe- tica y la economía y la lucha ideológica están penetradas
cado lo encierra en las estrecheces de la subjetividad. El de gracia y de desgracia, de alientos de liberación y de
hombre se aferra a su pasado construido y se cierra al golpes de represión. No existe únicamente una situación
futuro en el que Dios viene continuamente. Esta estruc- decadente y opresora (pecado original) que se transmita
a través de los siglos encarnada en las personas, en las
instituciones y en las culturas humanas; también está pre-
(6) Cf G. GUTIÉRREZ, Teología de la liberación, o. c , 193-241;
J. L. SEGUNDO, Salvación y construcción del mundo, Nova Terra, Bar- sente la gracia original que resplandece en los ejemplos
celona 1968, especialmente 47-91; A. DARLAP, El concepto de historia dejados por el hombre recto, que alimenta con las ense-
de la salvación, en Mysterium salutis 1/1, Cristiandad, Madrid
1969, 62-132. ñanzas que el misterio de Dios ha articulado en los sabios

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de todos los tiempos y que se comunica por las institu- Jesucristo que sufre, es torturado, crucificado y está en
ciones humanitarias de todos los pueblos. Afirmar que la agonía hasta el final de los tiempos.
economía es a-ética y que la política es indiferente, equi- La teología y la Iglesia no necesitan para liberar afi-
vale a perder la perspectiva de la fe. No hay nada indi- liarse a una ideología revolucionaria o socializante, que
ferente delante de Dios: o contribuye a la liberación o es la tentación de muchos cristianos comprometidos de la
a la perdición del hombre. Ese pretendido apoliticismo actualidad. Lo que necesitan la teología y la Iglesia es
de la teología o de la Iglesia no deja de ser una posi- accionar el tesoro de su propia riqueza liberadora y tema-
ción política, ya que legitima el statu quo en vez de cues- tizar lo que está ya implícito dentro de su propio hori-
tionarlo, no para rechazarlo, sino para que se mantenga zonte. Sólo entonces prestarán una colaboración especí-
siempre abierto a la humanidad y a la justicia, valores fica al proceso de liberación que se ramifica en todas las
que no se agotan en un código de leyes ni se limitan al manifestaciones de la vida. Eso es precisamente lo que
establecimiento o la consecución de unas cuantas metas los hombres esperan de la Iglesia: que ella haga su lec-
más o menos fundamentales. tura, a la luz de la óptica de la fe, del fenómeno político-
Hoy se vive en América Latina el tiempo denso y económico, del marginamiento, de la opresión y de la libe-
urgente (Assmann) de la historia de la salvación bajo el ración. Y resulta urgente una praxis liberadora como uni-
signo de la liberación de las esclavitudes sociales que dad vital entre lectura y acción, entre ortodoxia y orto-
destruyen al hombre, que marginan a millones de seres praxia.
y que aplastan la dignidad humana. Este tiempo no posee
solamente una dimensión sociológica y política. Es la for-
ma con que la liberación y la gracia, la opresión y la 3. ¡El Reino, que es liberación, está en medio de vosotros!
des-gracia, acceden a nuestra conciencia histórica y desa-
fían el compromiso de nuestra fe. Una Iglesia y una teo- Hay otra categoría bíblico-teológica íntimamente uni-
logía que por temor a la política o por miedo a la con- da a la temática de la liberación, la del Reino de Dios (7).
testación y a la represión se negasen a ver en el fenómeno Como veremos en su debido lugar, el Reino de Dios fue
del marginamiento su dimensión de fe y de teología, crai- el símbolo lingüístico preferido por Jesucristo para trans-
cionarían al Espíritu y blasfemarían del Hijo del hombre, mitir su mensaje de total liberación del hombre y del
que escogió como forma eminente de su parusía en el mun- cosmos. El Reino de Dios no se limita a una región de
do al marginado, al hambriento, al encarcelado y a los últi- la existencia humana como la del espíritu, la de la rela-
mos de la tierra (cf Mt 25,35ss; 18,5). ción entre el hombre y Dios, la política, etcétera. Es glo-
La comprensión de la revelación como proceso histó- bal y total. Significa la totalidad de la realidad creada,
rico realza y subraya el carácter concreto del aconteci- inserta en el misterio de Dios. Entonces es liberación del
miento revelador que hoy se nos presenta dentro de este dolor, de la alienación, de las injusticias, de la muerte. En-
horizonte de liberación-opresión. Aceptar el desafío de tonces es realización cabal de lo que el hombre puede y
esta época de la revelación supone no solamente escuchar
la voz del tiempo y los clamores de los humillados y (7) Cf L. BOFF, Jesucristo el liberador, Bogotá* 1977, 69-80 (bi-
ofendidos, sino la voz suplicante del mismo Dios y de bliografía).

84 85
de lo que Dios quiere de él como liberación para el amor, del Señor equivale a la concreción de la justicia social,
para la comunicación, para la vida en plenitud. Al Reino especialmente la que se refiere a la distribución más equi-
pertenece también la economía y la política y la sociolo- tativa de los bienes y al disfrute de los derechos humanos
gía. No hay nada que escape de los designios de Dios. fundamentales (ése era el sentido original bíblico del año
El Reino no es una realidad solamente futura. Está ya de gracia del Señor). Todo esto es la llegada del Reino
presente. Está fermentando. Está en gestación dentro de dentro de las condiciones de la historia y el preludio deí
la historia. Conoce el fracaso de las cruces e irrumpe futuro definitivo del hombre y de Dios. Luchar para que
victorioso en las resurrecciones históricas. El destino de venga el Reino, tal como nos lo pide Jesús en el padre-
Jesús muerto y resucitado es el paradigma de la realiza- nuestro, consiste también en crear espacio de realización:
ción histórica del Reino. Se manifiesta tanto en la kénosis para esta su dimensión socio-económica y política. Si la
como en la glorificación. En el hombre apunta como año- Iglesia y la teología hablan y se meten en la política y
ranza de su origen feliz o como esperanza de un final en la economía, no lo hacen por poseer mejores recetas
bienaventurado. La añoranza y la esperanza están en la o por disponer de mejores datos y modelos, sino porque
profundidad de la memoria de la humanidad y en la raíz a la luz de la fe la economía y la política son modalida-
más honda de su corazón. Y nadie es capaz de ahogarlas des de aparición del Reino de Dios o de su retraimiento
ni apagarlas allí dentro. Ni la des-confianza ni la des- en la medida en que, en política y en economía, se acoge
esperación. Y son siempre fuente de todos los comienzos o se rechaza el desafío que viene de Dios y que no es,
y de todas las contestaciones. poder para subyugar, ni saber para masificar, ni produ-
La comunidad de fe se siente portadora de esa año- cir para ahogar el espíritu, sino para abrir al hombre
ranza y de esa esperanza que en Jesucristo se han con- a los otros hombres y a todos al misterio que se anun-
vertido en acontecimiento de alegría y de certeza. Porque cia en todas las cosas. Como muy bien dice el Vaticano II „
todo pertenece al Reino, no es posible ignorar el valor «el Reino está ya presente en misterio aquí en, la tierra,.
de su faceta política y económica que hoy, dentro de nues- Cuando llegue el Señor, será llevado a su plenitud»
tro entorno vital, desempeña un factor de especial impor- (GS 39).
tancia. En su primera aparición en público, Jesús subrayó
las urgencias concretas del Reino. No se trata solamente
de reconciliarse con Dios, sino de exorcizar todo lo que
4. Escatología: el futuro se anuncia en el presente
esclaviza al hombre: es libertad para los presos, es luz
para los ciegos, es liberación para los oprimidos, es salud
Una categoría complementaria a la del Reino de Dios
para los leprosos y año de gracia del Señor (cf Le 4,18-21;
es la escatología. Como formulaba Rahner, la escatología
Mt 11,3-5). En la superación de estas opresiones es donde
no es un reportaje anticipado de los acontecimientos fu-
se mediatiza el Reino y está en medio de nosotros (cf
turos (8), sino la transposición a su modo de plenitud
Le 17,21). Pues bien, para nosotros hoy, la libertad páralos
presos significa la revisión de todo el aparato de la jus-
ticia, la luz para los ciegos es la organización de la sani- (8) K. RAHNER, Principios teológicos de la hermenéutica de las
dad pública con los medios más adecuados, y año de gracia declaraciones escatológicas, en Escritos de teología IV, Taurus, Ma-
drid 1961, 411-439; L. BOFF, Vida para além da morte, Petrópolis 1973.

86 87
de lo que vivimos va ahora en el modo de deficien- mismo como salvación y resolución de todos los proble-
cia. Por consiguiente, la vida eterna, el sentido radi- mas del hombre y de la nación, tiene que ser desenmas-
cal del hombre, el amor divino, la justicia perfecta, el carado en nombre del futuro como ideología opresora y
encuentro radical, la liberación, etcétera, no son realida- sofocadora del sentido radical del hombre que debe man-
des que empiecen con la muerte. Están ya anticipadas tenerse siempre abierto.
dentro de la historia. El futuro se anuncia ya dentro de
las condiciones del presente, aunque de forma limitada
y siempre amenazada. Va germinando en la tierra. Va 5. Opresión y éxodo de Egipto
creciendo hasta desarrollarse plenamente en Dios para
quienes se abrieron a él o para absoluta frustración de En este sentido de seriedad de lo provisional encon-
los que se cerraron a él. No se nos ha prometido otro tramos en la tradición bíblico-teológica una temática in-
mundo, sino un mundo nuevo. Esto significa que todo lo mensamente rica en dimensión hermenéutica de los acon-
que construimos en este mundo en términos de humani- tecimientos históricos: el tema de la opresión y del éxodo
zación, de justicia, de liberación, de macrocarídad, de so- de Egipto (9). Toda la conciencia de Israel estuvo mar-
cialización, etcétera, no se habrá perdido definitivamente. cada profundamente por la dialéctica opresión-éxodo. His-
Todo lo contrario. Como nos asegura el Vaticano II, «nos tóricamente, el éxodo de Egipto fue un hecho sin espe-
encontraremos nuevamente con todo eso, pero limpio de cial relieve (10). Pero aquellos acontecimientos revelaron
toda impureza, iluminado y transfigurado, cuando Cristo la estructura de todo verdadero proceso de liberación,
entregue al Padre el reino eterno y universal» (GS 39). como indicamos ya en el primer capítulo: un entorno
Semejante comprensión, aliada a la presencia del Reino, vital se vuelve opresor y por eso mismo insostenible,
debería incitar a los cristianos al compromiso liberador se instaura una crisis generalizada, surge la contestación,
y a la lucha por superar toda clase de deshumanización. se elabora el proceso de liberación, chocan las fuerzas con-
Sólo así se prepara el esbozo del futuro. «La esperanza trarias, se impone una salida y una completa desinstala-
escatológica no disminuye la importancia de las tareas te- ción, se elabora un nuevo entorno vital más libre y hu-
rrenas, sino que apoya su cumplimiento con nuevos mo- manizado. Por eso, éxodo en un sentido teológico y es-
tivos» (GS 21). tructural no significa una salida geográfica y el abandono
La verdadera concepción de la escatología engendra de un territorio, sino un despojo de las categorías con
un dinamismo crítico de suma actualidad política. Por un que arrostramos una situación y que nos permiten per-
lado obliga a asumir con seriedad las situaciones concre- manentemente mantener la historia en proceso sin conge-
tas de liberación, dado que a través de ellas es como se larla en instituciones opresoras. Como ha señalado muy
presencializa y mediatiza el futuro absoluto y la completa
liberación; por otro, impulsa a desinstalarse de ellas, ya
que no pueden ni deben identificarse con la liberación (9) Cf H. BOJQRGE, Éxodo y liberación, en «Víspera» 19-20 (1970),
33-38; H. ASSMANN, Teología desde la praxis..., o. c , 54-55.
total. Los modelos liberadores necesitan ser superados 1
(10) Cf S. HERRMANN, Israels Aufenthált in Aegypten, Stuttgart
dentro de una experiencia de éxodo y de verdadera pas- 1970; A. F. LENSEN, Der Auszug aus Aegypten, en Zeugnis der Bibel;
G SAMUEL RUIZ, Teología bíblica de la liberación, en Liberación:
cua. Todo presente que se absolutiza y se instaura a sí diálogos en el CELAM, o. c., 337-391; cf también 271-307.

88 89
bien Hugo Assmann, «las instituciones no acostumbran lidad humana (12). Medellín calificó acertadamente la rea-
a basarse en este principio estructurante del éxodo; acos- lidad continental como una «situación social de pecado».
tumbran a entenderse más bien como "epifánicas" y de- Si el pecado-situación pervierte a las personas, es no
tentadoras de promesas cumplidas» (11). El éxodo es un obstante en su aspecto social donde asume formas estruc-
modo de existir por el que se relativizan todas las situa- turales que permanecen a través de las generaciones bajo
ciones. No para negarles valor, ya que son medios para la forma de instituciones injustas, discriminaciones y me-
llegar a la liberación definitiva, sino porque no deben canismos de opresión de unas minorías plutocráticas o
identificarse ideológicamente con la consecución plena de militares sobre las masas. Manifestar y denunciar este as-
la liberación. Para la Biblia, el éxodo es una temática ge- pecto social del pecado configurado en situaciones des-
neradora de una «minoría subversiva» (Metz) inagotable, humanizantes es una de las tareas de la teología de la
de anhelos que no se quedaron frustrados en el pasado, liberación.
pero que tampoco se realizarán definitivamente; por eso La conversión no agota su realidad liberadora y de
está siempre presente en cada experiencia histórica deci-
éxodo en la vivencia privada de los cristianos. Desde que
siva en la que se juega el destino de un pueblo. San Mateo,
Dios se hizo hombre, toda conversión a Dios y a Cristo
al relatar la huida de Cristo a Egipto y su éxodo desde
implica también una conversión al hombre. Violar al hom-
allí, quiere insinuar claramente que con él se ha inaugu-
bre y su situación vital es también violar y destruir la
rado el éxodo final de todos los Egiptos de la historia.
presencia de Dios en ellos. «En las actuales perspectivas
Esta temática de opresión-éxodo nos ofrece una cate-
de endurecimiento de los regímenes latinoamericanos que
goría por la que podemos releer nuestro pasado conti-
sólo pretenden el mantenimiento de un falso "orden"
nental y nacional y volver a descubrir en sus muchos
héroes la presencia del vigor liberador del éxodo, encu- establecido y que impiden la creación de una nueva so-
bierto por el sistema vigente que domestica a los liberta- ciedad más humana y más justa, la conversión al hombre
dores, mitificándolos, iconizándolos y arrancándolos así debería buscar nuevas formas institucionales que salven
de la historia conflictiva en la que vivieron y en la que la dignidad de la persona» (13). Hacer que derive hacia
se hicieron héroes. una praxis social toda la riqueza de esa vieja temática
cristiana constituye uno de los desafíos que se lanzan a
las Iglesias, que deberían «desinstalarse de una cómoda
situación delante de tales gobiernos y demostrar su con-
6. Pecado como situación global decadente y conversión versión al hombre, por el cual Cristo ofreció su vida» (14).
como dimensión política

Una correcta comprensión del pecado pone de relieve (12) El autor está preparando un texto más amplio, en forma
el hecho de que el pecado no se reduce a actos moral- de libro, sobre el asunto. Dejamos para esa ocasión el estudio más
profundo de este tema.
mente malos, sino que constituye además una situación (13) C. PADIN, La transformación humana del tercer mundo, exi-
global decadente, que impregna todas las esferas de la rea- gencia de conversión, en Fe cristiana y cambio social..., o. c , 265-
281, aquí 280; R. FALLA, La conversión desde la antropología polí-
tica, en Teología y mundo contemporáneo. Homenaje a K. Rahner,
(11) Teología desde la praxis..., o. c , 54. Cristiandad, Madrid 1975, 393418.
(14) Ib., 281.

90 91
7. El paso de la micro a la macrocaridad éxodo y una des-identificación ideológica con el status
del poder. Dará impulsos a una acción eficaz y libera-
La forma concreta que el éxodo y la conversión asu- dora, no raras veces contestada dentro y fuera de la co-
men en América Latina se enuncia por medio de una munidad de fe, y frecuentemente con un restringido sen-
comprensión y experiencia nueva de amor al prójimo. El tido simbólico. Amar dentro del conflicto, amar limpia-
prójimo, para el Evangelio, no es el vecino, el compa- mente sin espíritu de venganza al enemigo y sin buscar
triota, el hermano en la fe. Prójimo es todo hombre, una armonía ficticia proclamando unas cuantas inocentes
desde que me acerco a él por amor. El más lejano, el y superficiales declaraciones universales sobre la dignidad
enemigo o el diferente de mí, se vuelve prójimo desde humana, constituye una dura exigencia no poco inquietante
que yo lo amo (cf Le 10,36). El más lejano y diferente para todo cristiano comprometido. Amar al enemigo no
en América Latina es el pobre. La existencia de las ma- es una abstracción. Hay que detectar quiénes son los ene-
sas pobres acusa permanentemente a nuestra conciencia migos y quiénes son los mantenedores del empobreci-
y a nuestra responsabilidad, ya que «el pobre no existe miento. Los cristianos no hemos sido educados para amar
como un hecho fatal, su existencia no es neutra política- de este modo políticamente con la conciencia de todas
mente, ni inocente éticamente. El pobre es el subproducto las implicaciones y de una estrategia y una táctica, ni será
del sistema en que vivimos y del que somos responsa- fácil que seamos los artífices de la paz en el corazón del
bles» (15). La verdad es que el pobre es un empobre- conflicto y los testigos de la reconciliación en el seno de
cido, esto es, un estafado, un robado y defraudado del las divisiones sociales. Este amor posee su gratuidad pro-
fruto de su trabajo y de su dignidad. Este empobreci- pia, como la tuvo el amor hasta la muerte de Jesucristo
miento es una llamada al amor cristiano, no solamente que, a pesar de la visión de la muerte, no dejó nunca de
para que alivie el peso envilecedor de la pobreza pobre, combatir por conquistar a los hombres para su causa.
sino para que cree condiciones de superación de esta Este amor concreto le revela al cristiano una ambigüe-
situación. dad profunda encerrada en su compromiso liberador: los
Amar al empobrecido es sumergirse en el conflicto so- tiranos y los opresores esconden sus raíces también den-
cial que crea semejante explotación. Es realizar una opción tro de nosotros. Como confesaba el gran salmista latino-
política con consecuencias a veces dramáticas en términos americano Ernesto Cardenal, «esas raíces las encuentro
personales y de grupo. Porque amar inteligentemente su- también con frecuencia dentro de mí mismo, en mi obrar
pone conocer los mecanismos sociales y profundos que cotidiano. Los dictadores viven en nosotros. La bomba H
crean y perpetúan el empobrecimiento (16). Exige un es una realidad en nuestra alma». Entonces nos damos
cuenta de que el proceso de liberación tiene que instau-
rarse primero dentro de nosotros mismos, con gran hu-
(15) G. GUTIÉRREZ, Evangelio y praxis de liberación, en Fe cris-
tiana, o. c , 234. mildad y compunción. La macrocaridad (17) no dispensa
(16) No raras veces el amor cristiano lleva al fiel a echarse
al agua para salvar al que se está ahogando. Pero cuando cae en
el agua, se da cuenta de que no sabe nadar. Se trata ciertamente nacional evangélica de Alemania (27 junio -19 julio 1973), en Her-
de un amor verdadero, pero no inteligente. Véanse sobre eso las derkorrespondenz (1973): Worauf ist Verlass?
reflexiones críticas del agnóstico G. SZXZESNY en la 15.* asamblea (17) J. COMBLIN, El tema de la liberación en Latinoamérica, en
«Liberación Popular» 134 (1973), 46-63, especialmente 51-52; L. BOKF,
92
93
jamás de la microcaridad para con el enemigo, con el
opresor y con el más lejano que mora dentro de nosotros
mismos.

II. LIBERACIÓN DE UN CIERTO TIPO DE TEOLOGÍA

IV
Estas reflexiones que podrían prolongarse y extender-
se a otros campos de la teología, desplegadas en una pers- LIBERACIÓN COMO TEOLOGÍA
pectiva liberadora, pretenden insinuar aquello que nos
parece ser la verdad de la liberación dentro de una óptica
teológica: la propia teología contiene una dimensión libe-
radora. Esta dimensión ha estado y sigue estando todavía
en gran parte encubierta dentro del sistema eclesiástico En el capítulo anterior hemos reflexionado sobre la
y en la forma escolar tal como viene siendo adminis- dimensión liberadora y praxística de la fe y de la teología.
trada. Es preciso desentrañar esa dimensión, tematizarla Allí señalamos no sólo el aspecto liberador u opresor de
y volcarla en una praxis consecuente y animosa, inteli- la fe y de la teología, sino también un horizonte capaz
gente y adecuada al desafío del momento histórico. Esto de hacernos contemplar la dimensión de fe y de teología
supone necesariamente la liberación de un cierto tipo de toda praxis liberadora. En otras palabras, la dimensión
de teología abstracta y constituida en un sistema hecho teológica y de fe no se revela solamente en donde es te-
de conceptos. No se conseguirá la superación de esta teo- matizada, concienciada y crea para sí una semántica propia;
logía mediante unas simples interpretaciones de interpre- a partir de cierta profundidad de reflexión todas las co-
taciones, sino mediante una nueva experiencia y una pra- sas, y en nuestro caso toda praxis liberadora, revelan una
xis diferente de la fe y de la Iglesia. Entonces sí que dimensión teológica. Por consiguiente, fe y teología no
podrá nacer una teología liberada de su cautiverio intra- son exclusivas de la Iglesia, de la religión o de un len-
sistemático. Nacida de la praxis, conservará siempre una guaje llamado teológico o de fe, sino que constituyen
referencia a la praxis, la iluminará, se dejará cuestionar una profundidad existente dentro de la propia vida, inclu-
y enriquecer por ella y de esta forma mantendrá per- so cuando no afloran a la conciencia ni se llaman o acep-
manente y dialécticamente la unidad de la teología con la tan ser llamadas fe y teología. Aunque se niegue esa
vida cristiana. dimensión, no por ello deja de existir y de estar presente
en todas las articulaciones de la actividad humana. En
su existencia, no depende de nuestra afirmación o nega-
ción. Pertenece simplemente a la estructura de la propia
realidad. Nos gustaría iluminar estas ideas en dos puntos,
Vida religiosa e Igreja no processo de libertacao, Vozes, Petró- continuando con el tema ya tratado de la teología como
polis 1975, 11-61. liberación.

94 95
sacralización, al vivir dentro de la luz, el hombre se^ diri-
I. LA DIMENSIÓN DE FE Y DE TEOLOGÍA DE TODA PRAXIS ge luego al Sol, fuente de la luz. En la profanización se
LIBERADORA vive dentro de la luz, pero se prescinde de nombrar
al Sol y de preguntar por él. Con eso no se niega al Sol,,
La idea clave de la teología que comprende la histo- origen de la luz. La luz también emana del Sol; éste es
ria humana como única historia de liberación-salvación tan generoso y absoluto que no deja de estar menos pre-
y de opresión-perdición significa que no hay portadores sente por el hecho de que no se le nombre ni se tenga
exclusivos de liberación y de opresión. Todo y todos en conciencia de él. Lo importante es notar que ambos, lo
la historia son señales e instrumentos de salvación y de sagrado y lo profano, son revelaciones del único y mismo
perdición. No es específico de la Iglesia traer la liberación Sol, el Misterio salvífico y liberador de Dios.
a un mundo que vive bajo todas las formas de alienación, Vivimos hoy bajo el imperio de la secularización, en
de pecado y de opresión. La salvación-liberación está siem- el que Dios permanece oculto y olvidado. Dentro de este
pre presente en la historia. La ofrece Dios por Jesucristo- momento histórico los hombres luchan por la justicia,
a todos los hombres desde el comienzo de la historia. Dios sacuden el yugo de la servidumbre, mueren por los valo-
no ha abandonado nunca a los hombres, sino que se ha res fundamentales de la convivencia humana. Quizá no
dado siempre en alianza liberadora (1). Esta óptica supera asome nunca a sus labios el nombre de Dios ni dirijan
la visión suntuosa y triunfalista de la Iglesia como polo sus pensamientos al Dios-con-nosotros que se llamó Jesu-
articulador exclusivo de la liberación. En su debido mo- cristo. Quizá incluso se pronuncien contra Dios que se
mento reflexionaremos sobre la aportación específica que presenta siempre dentro de una imagen y se profesen con-
la Iglesia, como humanidad consciente de su situación trarios a Jesucristo que aparece inevitablemente dentro
salvífica, trae al proceso histórico-salvífico global. A la luz de una determinada configuración; a pesar de eso, puede
de esta comprensión se crea la posibilidad de una lectura haber en sus vidas sacrificadas y en sus proyectos histó-
religiosa de todas las manifestaciones históricas, incluso ricos de mayor justicia y fraternidad entre los hombres
de aquellas que se concretan bajo el signo de la profa- una verdadera substancia cristiana. Dios y el Resucitado
nidad más radical. Tanto lo profano como lo sagrado son están presentes dentro de estas formas kenóticas de paru-
articulaciones diferentes y dos lenguajes distintos de la sía histórica. Para el que cree en la actuación universal
misma identidad de liberación-salvación. La sacramenta- del Dios liberador y del Señor resucitado de la muerte
lidad se caracteriza por el desciframiento explícito de la a la vida, ellos son también portadores de la auténtica
liberación-salvación y por el nombramiento del Misterio liberación y su compromiso posee, en esa profundidad
que lo penetra y lo circunda todo. La profanización pres- radical, una verdadera dimensión teológica y está informa-
cinde (esto no significa que lo niegue) de su tematización. do por la fe.
Pero vive también bajo el mismo vigor estructurante del Esta comprensión dispensa de una mayor justifica-
Misterio, escondido y oculto en la profanización. En la ción teológica. Realmente pertenece a la tradición más
antigua de la Iglesia que siempre, desde el prólogo del
(1) Cf el canon 4 de la misa; Lumen gentiwn 2.
Evangelio de san }uan y desde la teología de las Cartas
a los efesios, los colosenses y los hebreos hasta el concilio
96
Q"7
Vaticano II, ha conferido al misterio de Cristo una vigencia utiliza egoístamente los medios más modernos de la téc-
cósmica e históricamente universal (2). nica y del saber como instrumentos de dominación de
Bajo signos diferentes se creyó en la misma fe. Bajo pueblos mantenidos en régimen de dependencia. Existe
nombres diversos se adoró al mismo Dios. Bajo teologías uña praxis que es teológicamente pecado-opresión; se han
distintas se murió por la misma causa. Por tanto, se da montado sistemas político-económicos que no son ni mu-
una profunda identidad en el proceso de liberación, aun- cho menos moralmente inocentes y se ha creado un con-
que se articule a nivel semántico e ideológico por corrien- senso social que es indecente a los ojos de la fe, al estar
tes que se Oponen y que hasta se combaten. Es obra de impuesto por la violencia o engendrado por la manipula-
la fe ver esa identidad en la diferencia histórica de sus ción de la opinión pública. Una Iglesia que comprende
concreciones. la dimensión de fe y de teología, de opresión y libera-
Si en una época que no está todavía muy lejos la ción de toda praxis humana, difícilmente podrá justificar,
Iglesia ponía todo su empeño en estar presente en el frente a todo eso, su silencio o su complacencia. Debido
mundo como fermento salvador, ya que sin ella —según a su fe, jamás podrá renunciar a su vocación profética
se opinaba— la salvación no hacía fermentar a la masa de anunciar, denunciar y mantener siempre vivo el dis-
humana, hoy ciertamente tendrá que empeñarse en leer cernimiento entre la opresión y la liberación, aunque se
y desentrañar el cristianismo ya presente en las múltiples presenten continuamente juntas.
manifestaciones de nuestra cultura. Esto obligará a la ; JSU intromisión en unos campos que a primera vista
Iglesia a salir de su mentalidad de ghetto, de su triunfa- rió serían de su incumbencia, como lo político y lo eco-
Ksmo salvífico y de su auto-seguridad de ser la única nómico, no se debe a su interés de poder o de super-
que posee la propuesta liberadora de Dios. vivencia, sino a la conciencia que posee del carácter sal-
No obstante, sería ingenuo que ella viera solamente vífico-liberador o injusto-opresor del mundo político y
en la historia el proceso de liberación. También impera económico. Con todo, hemos de recordar que, debido pre-
con no poca virulencia el proceso de opresión. La secu- cisamente a su fe, la Iglesia no sabe siempre a priori cuál
larización degenera en secularismo (3), en el que si no se es el proyecto más humano y cuál es el camino más
prescinde de Dios, se combate explícitamente toda apela- justo y con menor porcentaje inevitable de iniquidad que
ción a la Trascendencia. La autonomía legítima de las rea- hay que recorrer para que resulte verdaderamente libera-
lidades terrenas, tema tan exaltado por la Gaudium et dor: También ella está sujeta a los titubeos, a los riesgos
spes, queda pervertida en una ideología materialista que y a las decisiones ya tomadas por otros. Además, socio-
lógicamente, la doctrina oficial eclesiástica se presta más
a apoyar los mecanismos del orden establecido que a derri-
(2) Para mayor profundidad remitimos a nuestra obra, en la barlos en nombre de una mayor participación y humani-
<iue el lector encontrará muchos textos de los Padres y de toda zación. Esta consideración, en vez de invitar al capi-
la tradición eclesial: L. BOFF, Die Kirche ais Sakrament im Hori-
zont der Welterfahrung, Paderborn 1972, 84-103; ID., O Evangelho llismo eclesial, debería llevar al hombre de fe a afinar
•do Cristo Cósmico, Petrópolis 1970. los oídos y a purificar los ojos para descubrir el verdade-
(3) Véanse las críticas al modelo de secularización en su as-
pecto de ideología justificadora de) cristianismo en los países ro; cristianismo en los movimientos liberadores accionados
opulentos:, J. COMBLIN, S. GALILEA y otros, Fe y secularización en por hombres sinceramente comprometidos, aunque no es-
América Latina, '• Departamento de Pastoral del CELAM, Quito 1972.

98 99
ten inscritos ni profesen en el número de los cristianos. por ahora estudiar temáticamente esta pregunta, sino sólo
En la profundidad de la vida también ellos viven y se mejorar esa misma pregunta. Como resulta de lo expuesto
alimentan del mismo vigor que se manifiesta explícita- anteriormente, el carácter cristiano del compromiso hu-
mente en la Iglesia y que se llama salvación-en-acto, Je- mano no coincide siempre con la Iglesia ni con los que
sucristo y su causa presentes y actuantes, e historicización colocan su actividad bajo la etiqueta de cristiana. En todo
del proceso de liberación total. eso puede haber ciertamente cristianismo, pero también
Las categorías teológicas de Reino de Dios y de esca- puede haberlo fuera de eso, donde ni se menciona e
tología nos ofrecen también la pauta para leer el carácter incluso se combate al cristianismo. En otras palabras,
teológico y de fe de cualquier praxis verdaderamente libe- no es a nivel de las concreciones y vertebraciones histó-
radora. El Reino de Dios y la escatología presente no ricas donde podemos decir: ¡eso es cristiano! Lo cristia-
se identifican con la Iglesia ni con ningún proyecto his- no se sitúa en un nivel más profundo, donde se da la
tórico. Está presente en todos, pero sin agotarse en nin- superación de las cerrazones absolutizantes, donde se vive
guno de ellos, ha Iglesia es uno de sus portadores y, gra- una sed real de justicia y de participación, donde toma
cias a Jesucristo, un portador especialmente cualificado, cuerpo un compromiso como momento materializador de
pero pueden serlo igualmente otros como el estado, las la apertura al futuro y del proceso de liberación, donde
ideologías, los movimientos liberadores, las empresas téc- por la causa de los demás surge ese coraje de ser que lleva
nicas, etcétera. Encarnarse en proyectos históricos está al sacrificio de la propia seguridad, de la propia salud
dentro de ellos, pero también por encima de ellos. Se y quién sabe si de la propia vida. Pues bien, donde eso
trata de un proceso global y dinámico que lo abarca todo tiene lugar, allí podemos identificar la presencia de lo que
y que puede estar también presente en donde se niega es cristiano. En ese nivel podemos, crítica pero verda-
a Dios, con tal que se busquen y se realicen pasos con- deramente, constatar que el nombre cristiano en América
cretos de justicia, de superación de las estructuras discri- Latina ha servido no pocas veces para legitimar situaciones
minatorias y de solidaridad real entre los hombres. El de poder que trataban injustamente a gran parte de la
futuro absoluto se mediatiza en el presente, bajo formas población y que por eso mismo eran anticristianas. Repre-
limitadas ciertamente, pero verdaderas. Para la fe, lo deci- sentantes oficiales del cristianismo se han prestado, la ma-
sivo no es cómo los movimientos liberadores se entienden yor parte de las veces inconscientemente, a la sacramen-
a sí mismos, si ateos, revolucionarios, reformistas, etcétera; talización y al fetichismo de un poder o de un régimen
lo decisivo es si en ellos realmente se verifica una red establecido. La utilización del nombre cristiano es en estos
liberación a veces con el sacrificio de la propia vida. Allí casos ilegítima, es una usurpación. Otras veces, ciertos mo-
es donde se manifiesta el aspecto teológico y de fe. vimientos o personas que no se han unido explícitamente
al nombre cristiano se han movido realmente en la esfera
radical de lo que es verdaderamente cristiano. La medita-
II. ¿QUÉ ES LO CRISTIANO?
ción de Mt 25 en la parábola del juicio final ilumina lo
Las afirmaciones que acabamos de hacer harán cierta- que estamos insinuando. No siempre lo genuinamente cris-
mente que surja esta pregunta: entonces ¿qué es lo cris- tiano radica en lo que se denomina y se autoproclama
tiano?, ¿dónde podemos identificarlo? No pretendemos cristiano.

100 101
de hablar, de obrar, de luchar, de denunciar, de vivir y
III. LIBERACIÓN COMO EXPRESIÓN Y MANIFESTACIÓN de morir. Todas esas posibilidades recibidas son: manifes-
DE LA REVELACIÓN H O Y taciones y concreciones suyas. ¿Qué es entonces esa con-
ciencia histórica de la liberación? Simplemente está ahí.
Hasta aquí hemos desarrollado una reflexión intrasis- Ha aparecido. Es como la rosa de la que decía el gran
temática a la propia teología. Las categorías teológicas místico cristiano del siglo xvn Ángelus Silesius: «La rosa
nos han abierto las puertas para ver la dimensión teo- es sin porqué. Florece por florecer. No se preocupa de
lógica fuera de lo que explícita y temáticamente se llama que alguien la mire.» Nos movemos dentro de la concien-
teología. El carácter teológico y de fe, no nos cansaremos cia de la liberación, lo mismo que nos movemos dentro
de repetirlo, no se agota en la realidad que se llama a de la atmósfera, sin preguntarnos si en ella hay oxígeno
sí misma teológica y de fe. Subsiste en todas las dimerp para respirar. Respiramos sin cuestionarnos el respirar
siones cuando se las ve en un nivel de profundidad y no y sin examinar la atmósfera. Incluso podemos preguntar
sólo en el nivel de las expresiones semánticas y de las sólo porque ya estamos respirando. El respirar es una
vertebraciones factuales. Intentaremos a continuación ra- condición para la pregunta por la respiración. Por tanto,
dicalizar más aún esta pregunta: ¿cuál es el vigor qué lo que debería ser explicado es algo que se supone siem-
alimenta la conciencia de la liberación y acciona todo el pre. Viene siempre primero. El respirar es la fuerza de
proceso penoso de la liberación? preguntar. Algo semejante es lo que ocurre con la libe-
La liberación con todos sus derivados es un resultado. ración. Está a merced de algo que no es liberación y
Es la tematización, el intento de expresar a nivel de la que es mayor que la liberación. La liberación es utía ex-
acción, del lenguaje, de la creación de nuevos marcos de presión de ese algo previo. Es su revelación como libe-
referencia y de una nueva conciencia, algo que es mayor ración.
de lo que se expresa y se hace. ¿En qué es pensado,
¿Y qué es ese algo? Sobre eso no podemos hablar.
hecho, sufrido y muerto lo que se quiere comunicar, lo
Es algo que siempre se retrae, ya que es la fuerza en
que se revela? Como hemos dicho, el tema liberación es
virtud de la cual nos es posible hablar. Es el principia
un resultado. Como resultado es ya un derivado. No es
instaurante y estructurante de todo hablar, de cualquier
original ni protoprimario. Resulta del empeño de temati-
acción y de cada movimiento. Aparece en ese todo, a
zación, en cuanto que el vigor de este empeño se retrae,
se oculta, no entra en él, de la misma manera que la fuente través de ese todo, con ese todo, pero es algo que siem-
que da origen al río no es río ni entra en él. A esas altu- pre se retrae en el silencio de su misterio. No entra di-
ras, el pensamiento se siente provocado por aquello que rectamente en nada. Sólo indirectamente a través de todo
se retrae de toda posibilidad de ser dicho, descifrado, do- lo que emana y pro-mana de él. Es como el hombre. El
mesticado y manipulado. Ese algo es como el ojo que hombre puede crear un discurso, hacer un millón de in-
permite verlo todo. Se mueve en todas direcciones para ventos, montar toda una cultura, crear un computador que
detectar todos los objetos, los más diversos paisajes. Pero sepa más que cualquier inteligencia tomada individual-
no puede verse a sí mismo. Estamos entonces ante algo mente. Pero el hombre mismo no entra nunca en eso.
que nos trasciende. Es el límite de nuestras posibilidades Todo es producto suyo; todo lleva el sello del hombre;
todo expresa al hombre. Pero él conserva su trascenden-
102
105
cia frente a todo lo que produce. Conserva su yo, su
trata de un profundo vacío del que emerge toda la ple-
identidad.
nitud histórica. Pero ese vacío es lo que hace andar,
La teología es el esfuerzo humano por intentar balbu-
ese inefable es lo que hace hablar, ese No-Obrar es lo
cir y denominar ese algo que está delante, enfrente y por
que permite toda la acción. Por eso decía muy acertada-
detrás de todas las cosas. El nombre que le da la teología
mente un gran testigo del Espíritu:
no es su nombre. Ella llama a ese algo Misterio de la
Vida, de Dios, de lo Trascendente. Entonces, Dios está
«Treinta radios convergen en el centro
siempre presente en todo, en este caso en el proceso de
de una rueda,
liberación sobre el que estamos reflexionando, en ese proce-
pero es su vacío
so que emprende cualquiera que sea, el cristiano, el marxis-
lo que hace útil al carro.
ta, el socialista, el pagano. Todo eso revela y vela a Dios.
La conciencia de la liberación en sí misma, como fenó- Se moldea la arcilla para hacer la vasija,
meno y como totalidad significante, es revelación de ese pero de su vacío
Misterio de Dios o del Dios del Misterio. Dentro de él depende el uso de la vasija.
se elaboran imágenes coherentes de Dios, de la gracia,
de Cristo, etcétera. Se les llamará y se les amará como Se abren puertas y ventanas
Dios liberador, como Jesucristo contestatario, como gracia- en los muros de una casa,
fuerza para sacudir el yugo de toda servidumbre, como con- y es el vacío
versión para la transformación de la historia, etcétera. To- lo que permite habitarla.
dos esos adjetivos intentan cualificar y dar nombre a lo
En el ser centramos nuestro interés,
innominable. Pero es bajo ese rostro como El se nos da
pero del no-ser depende la utilidad» (4).
a conocer y realiza su parusía en la historia.
La función de la teología de la liberación en cuanto
La teología intenta además recordar aquello que no
teología no consiste únicamente en ser un factor de trans-
es exclusivamente de ella, sino de todos. Ella es sola-
formación histórica, sino en poder hablar siempre, conce-
mente una semántica, un intento de lenguaje sobre Aque-
bir y dejar que aparezca lo impensable y lo inefable que
llo para lo que no hay ningún lenguaje adecuado, ya que
está en el origen de cualquier proceso de liberación. En
es Inefable y Misterioso y está más allá de todo hablar,
este cometido la teología se muestra totalmente impoten-
de todo pensar y de todo obrar.
te, ya que la verdad es que no consigue lo que intenta.
Sentir ese último límite de toda la actividad humana,
Con todo, le basta la indicación de ese Algo; es su obli-
verse remitido a Alguien mayor, acoger ese Imposible del
gación mantener siempre viva la convicción de que lo
hombre, eso es precisamente la actitud de la fe. La je
Esencial y lo verdaderamente Decisivo nunca aparece en sí
surge dentro del propio proceso de liberación siempre que
mismo, sino en sus manifestaciones liberadoras. Esas ma-
el hombre comprometido se da cuenta de que la fuerza y
nifestaciones tampoco se bastan nunca por sí mismas; no
el vigor que mueven y sostienen el proceso liberador se
son lo estructural y lo último; viven a merced y por la
gratuidad de Algo que no es lo que son ellas mismas. Se
(4) LAO-TSE, Tao te King, Ricardo Aguilera, Madrid 1972, 23.

104
105
escapan continuamente del propio hombre. Acoger con jo»- es como el teólogo y la Iglesia hablan sobre economía y
vialidad y alegría esa impotencia y ese misterio, sentirse sobre política económica. Porque todos ellos son, en su
enviado por él, poder decir un sí y un amén a todo eso propia diferencia, articulaciones del Misterio que se da y
(el sentido hebreo de fe como hemin) es vivir la dimen* se retrae por medio de ellas. Entonces la liberación es
sión de la fe (5). Entonces se ve con claridad que la fe también teología.
no es una dimensión limitada a la religión. La fe aparece
en todas las articulaciones de la vida del hombre. En el
compromiso político, en los análisis minuciosos de la rea-
lidad, en la literatura, en el juego, en el trabajo, etcétera.
Todas esas actividades viven del mismo afán, ya que to-
das ellas tienen que enfrentarse con lo Imposible de ellas
mismas, con lo que siempre se les escapa y que constituye
el Misterio que rodea todas las cosas. La religión no hace
más que tematizar esa dimensión profunda, intentando
crear para ella un lenguaje y un vocabulario. Pero no pue-
de pretender acapararla. Lo que ha de hacer es llevar al
hombre a vivir esa dimensión dentro del entorno vital en
que se encuentra, que es siempre el lugar mejor y la
situación más perfecta para vivir la dimensión de la fe
y para darse cuenta del Misterio. Poder hacer lo que tam-
bién hace la teología de la liberación es obra y virtud
de aquello que se retrae y se oculta en el proceso de
liberación.
Así, pues, podemos decir: todos los movimientos li-
beradores, todas las manifestaciones más diversas de la
conciencia de liberación y también la reflexión teológica
sobre la liberación brotan de una fuente misteriosa, de
un yacimiento invisible. Todos ellos consisten en la trans-
misión de este Misterio. Todos ellos quedan bañados por
la misma luz que de él resplandece. Por eso, en este nivel
radical, todos ellos, en la diferencia de su concreción,
poseen una dimensión teológica, ya que son revelación
e historicización de este Misterio. A partir de esta visión

(5) Para un estudio más profundo del tema, cf L. BOFF, A


mensagem da Biblia hoje na língua secular, art. cit., 843-847.

106
107
V

¿QUE ES PROPIAMENTE EL PROCESO


DE LIBERACIÓN?
UNA REFLEXIÓN SOBRE LA ESTRUCTURA

De las reflexiones hechas hasta ahora ha nacido cier-


tamente la urgencia de profundizar en la temática del
proceso de liberación. Sometámonos a un análisis árido
para romper con todas las falsas expectativas y disipar las
ilusiones que proceden de una ingenua o mala compren-
sión de lo que es la estructura del proceso de liberación.
En el proceso es donde se da y se muestra la verdadera
libertad humana. Esta libertad no se da nunca simplemen-
te, sino que ha de conquistarse siempre (1). Preferimos
hacer antes una reflexión de tipo filosófico más que una
de tipo socio-analítico, ya que creemos que así será posible
alcanzar mejor el objetivo que nos proponemos, a pesar
del inconveniente de su abstracción.

(1) Sobre la libertad véase la principal bibliografía: M. MÜLLER,


Freiheit, en Erfahrung und Geschichte, Friburgo-Munich 1971, 297-
375; K. RAHNER, La gracia como libertad, Herder, Barcelona 1972;
G. SIEWERTH, G. RICHTER, J. B. METZ, Libertad, en Conceptos funda-
mentales de la teología II, Cristiandad, Madrid 1966, 506-533; J.
AüER, Die menschUche Wülensfreiheit im Lehrsystem des Thomas
vori Aquin und Johannes Duns Skotus, Munich 1938; R. GARAUDV,
La liberté, París 1955; H. KUHN, Freiheit. Gegebenheit und Errun-
genschaft, en Freiheit und Determination, Würzburgo 1966; H.
KRÍNGS, Freiheit, en Handbuch philosophischer Grundbegriffe 2, Mu-

109
I. LA LIBERTAD COMO MODO PROPIO DE SER DEL
•personas (3), implicamos siempre estos dos momentos:
HOMBRE-ESPÍRITU ; 1.° Persona significa poseer siempre una relación con-
sigo mismo, estar en sí mismo como en su casa; es la
En su sentido más fundamental la libertad no es ni autoconciencia de un yo. Nada de cuanto le ocurra está
la facultad de poder escoger, ni una cualidad que posea encima de la instancia de ese yo; todo queda recogido
el sujeto para disponer de ella, ni significa un estado de en él y todo es soportado por él. El es simplemente
independencia o des-ligamiento. La libertad no es algo trascendente a todo lo que le ad-viene. El hombre-espíritu
en el sujeto que pueda ser definido. Sólo puede ser mos- surge de este modo como una ultima solitudo, vive una
trada como fenómeno, ya que constituye el modo propio última soledad y un extremo desamparo. Es impenetrable
de ser del hombre-espíritu. El modo de ser del hombre- y por eso sacrosanto. El hombre-espíritu es un sujeto
espíritu no se presenta como el de las cosas que simple- y jamás podrá ser objetivado por completo. Al relacionar-
mente están ahí, ni se desenvuelve orgánicamente como se consigo mismo, se forja una idea de sí, se objetiva a
en el modo de los seres vivos. El modo de ser del hombre- sí mismo, pero nunca se identifica por completo con cual-
espíritu aparece siempre como una totalidad y una iden- quier objetivación. A eso se le llama trascendencia típica
tidad interior que subsiste en las más diversas relaciones del espíritu, que está siempre más allá de sus actos y más
en que puede establecerse el espíritu. Pero esa totalidad allá de sí mismo.
de identidad es de tal manera que nunca se presenta aca-
bada, sino siempre como tarea por hacer. El hombre-espí- s 2° El modo de ser del hombre-espíritu no es com-
ritu se caracteriza como apertura infinita, como distensión prendido adecuadamente si sólo consideramos su poder-
hacia el futuro de indefinidas posibilidades, apertura y ástar-en-sí-mismo-para-sí-mismo. Constituye una interiori-
distensión concretadas siempre en una situación de-limi- dad a partir de la cual se puede relacionar en todas las
tada y de-finida. El hombre-espíritu es persona. Como per- direcciones. Decir que el modo propio de ser del espíritu
sona es libre. Entonces el problema se sitúa de la siguiente es la trascendencia significa afirmar al mismo tiempo su
forma: ¿qué hago conmigo mismo, qué hago con mi li- Capacidad de estar en comunión y en intimidad con todas
bertad?; y no solamente: ¿qué hago de mis acciones y de las cosas. Puede estar en las diferencias más diversas sin
mis tendencias? La persona-libertad es siempre más que perder en ellas su identidad. En eso pensaban los an-
la suma de sus actos libres; éstos revelan a la persona- tiguos cuando afirmaban que el hombre-espíritu puede
libertad, pero no son la persona misma (2). Al llamarnos ser en cierto modo todas las cosas. Su apertura es total
e ¡incluye también el Absoluto. Sólo el Absoluto, de donde
nich 1973, 493-510; E. D. DUSSEL, Para una fundamentación dialéc- viene y hacia el que tiende, puede ser el correspondiente
tica de la liberación latinoamericana, en «Stromata» 28 (1972), 53-89; adecuado al impulso interior de la libertad-apertura-comu-
J. C. SCANNONE, La liberación latinoamericana, ontología del proceso
•auténticamente liberador, en «Stromata» 28 (1972), 107-150, 150-160; nión. En cada concreción de comunión el hombre-espíritu
ID., Teología y política, o. c ; J. COMBLIN, Libertad y liberación.
Conceptos teológicos, en «Concilium» 96 (1974), 389-402; ID., Teolo-
gía de libertacáo, en «Igreja e Missáo» 2 (1975); R. AVILA, Teología, '•' (3) Cf J. B. LIBANIO, Modernos conceitos de pessoa e personali-
evangélización y liberación, Bogotá 1973, 24-33. djOde de Jesús, en «REB» 31 (1971), 47-64; R. SARAOH y CH. SCHÜTZ,
>':.' (2) Cf J. FUCHS, Liberta, fundaméntale e moróle, en VARIOS, Li- Éi hombre como persona, en Mysterium salutis II/2, Cristiandad,
bértá-liberazione nella vita morale, Brescia 1968, 43-64, a q u í 49; Madrid 1969, 716-736.

110 111
comulga con el Absoluto presente en la concreción. Y lo
hace de forma no tematizada ni consciente, pero real, ya 2. Libertad como auto-nomía : ser libre para : revolución
que en cada cosa que quiere el hombre-espíritu, no sólo
quiere esto o aquello, sino también, aunque inconsciente- Uno es in-dependiente y libre en la medida en que se
mente, lo Absoluto. in-dependiza y se libera de esto o de aquello. Pues bien,
En esta perspectiva de la libertad fundamental por eso sólo puede hacerlo el que se auto-determina y el que
el hecho de ser persona, el hombre-espíritu es siempre libre, de algún modo se posee a sí mismo, asumiendo su propio
aunque nazca esclavo o permanezca en cadenas durante destino y liberándose de las determinaciones que le vienen
toda su vida. No puede abdicar de su libertad, aunque de fuera. Libertad equivale entonces a autodeterminación:
quiera, ya que no puede abdicar de ser persona y por ello poseerse a sí mismo y no ser poseído por otro. Lo espe-
de ser libre. cífico de este tipo de libertad aparece al analizar la propia
Esta libertad fundamental y radical se realiza en el palabra clave: autodeterminación.
mundo y en la historia, en la naturaleza y en la cultura. En primer lugar, el hombre vive en una determinación.
Aquí es donde comienza propiamente el drama de la liber- Se trata de su situación, tal como vimos anteriormente.
tad y la urgencia del proceso de liberación. La situación preexiste al hombre. El entra en un mundo
ya decidido, hecho y siempre por hacer, en un camino
ya recorrido y todavía por recorrer. Esto es lo que cons-
1. libertad como in-dependencia : ser libre de : reforma tituye la determinación o también, en un sentido posi-
tivo, la fatalidad de la persona.
El hombre es un espíritu encarnado y un ser-en^el- En segundo lugar aparece el vigor original del hombre-
mundo. Vive siempre situado dentro de su propia cor- espíritu que se ¿roío-determina frente a la determinación
poralidad, de su carga hereditaria, de su familia, de su en que se halla. Es lo que expresa el tema auto: fuerza
ambiente social, de la escala de valores de su mundo, et- propia y por eso libre por la que el hombre coloca una
cétera. La situación es su límite; depende de ella. Libertad •determinación nueva (sobredeterminación) o asume, recha-
dentro de su circunstancia significa inicialmente in-depen- za, critica la determinación en la que está ya. Es poder
dencia, ausencia de dependencia de esto o de aquello. No comprometerse. Y sólo puede hacerlo el que es libre de
es una independencia total, ya que un ser desligado to- esto o de aquello y libre para esto o para aquello. Es-
talmente del mundo y de las cosas no sería nunca un tando siempre dentro de una determinación se sobrepone
hombre-ser-en-el-mundo. Siempre estará ligado a una situa- a ella, sobredeterminándola, asumiéndola o rechazándola.
ción. Por eso libertad como in-dependencia quiere decir En este sentido, «la necesidad no es para ella [la li-
libertad relativa. Sólo es in-dependiente y libre respecto a bertad] el límite externo en que tropieza y fracasa horro-
esto o aquello (una persona, una ley, un negocio). En lo rizada, sino más bien el momento en que se encuentra por
demás depende de las necesidades básicas de su estar- primera vez consigo misma como libertad que no puede
en-el-mundo. Un ser de total in-dependencia sería un ser fallar única y exclusivamente por sí misma. Libertad no
de completa auto-determinación. Con ese Ser se represen- es en definitiva la posibilidad de protesta, sino la posibi-
taron las religiones al Absoluto y lo llamaron Dios. lidad de convertir lo extraño en algo propio, la posibilidad

112 113
ilc aceptar y, como no está orientada a las cosas sino a otras y señorío: ésta es la estructura radical de la libertad hu-
personas, es la posibilidad de amar. Sólo protesta cuando mana (5).
se comprende a sí misma; derriba banderas, cuando pre-
tenden impedirle ser una capacidad de aceptación y de amor
•que entabla relaciones con el extraño y las admite» (4). 4. Proceso de liberación
Por tanto, el hombre es libre para asumir la propia
determinación y auto-realizarse en ella. Esto exige lo que El proceso de liberación nace del esfuerzo continuo
llamaban los antiguos amor fati, amor a la fatalidad, esto por verse libre de las ataduras de la situación para poder
es, amor a la determinación y a la situación concreta en ser cada vez más libre para sí y para las cosas. Se trata
que está inserto. de una tarea que hay que cumplir continuamente. Por eso
En leste sentido, el cautivo es un ser libre a partir es^ proceso. Liberación no significa todavía libertad. Es
del momento en que asume libremente ser cautivo. Sólo acción (libet-ación) que intenta crear un espacio para que
es cautivo porque no asume libremente su determinación,
que está caracterizada por la ausencia de in-dependencia. (5) Al entrar en proceso la decisión, el hombre escoge y coloca
Aunque no sea libre de, puede ser libre para. unos actos dentro de un cuadro de posibilidades reales. Ninguno
de sus actos es necesario, en el sentido de que resulte de causas
preestablecidas claramente y se explique únicamente como conse-
cuencia de esas causas. El hombre se encuentra en un estado de
indeterminación frente a los varios actos que puede poner. La
libertad determina la orientación de los actos, sin estar por tanto
3. Simultáneamente libre y cautivo coaccionada en esta determinación suya. De lo contrario, se auto-
destruiría como libertad. Muchos creen que las acciones humanas
están totalmente predeterminadas por obedecer a una estructura
La; condición humana es de tal categoría que la liber- de fondo incoercible. Sin querer entrar en la difícil discusión sobre
la determinación y la libertad (cf M. MÜLLER, Determination..., o. c ,
tad np es ni totalmente ín-dependencia ni totalmente auto- 317-322; H. KUHN, Freiheit und determination, o. c ; K. RAHNER,
determinación. El hombre no es simplemente libre de las La gracia como libertad, o. c , 98-100), respondemos simplemente:
el hombre siempre está condicionado e inmerso en una situación
.imposiciones de su mundo (libertas a coactione) ni libre que lo mantiene en cierto modo esclavo. Pero no es un mero pro-
;para auto-realizarse plenamente (dominium super se ipsum). ducto de causas previas o de motivaciones inconscientes; dentro de
ese todo y de todas las determinaciones es siempre un comienzo
;Es señor libre en cuanto que se libera de las coyunturas indeterminable. Hay en el una espontaneidad (aHfo-determinación)
*que lo; ¡atan, pero está cautivo en cuanto que está siempre que no se deja explicar plenamente con el recurso a los condicio-
namientos y cargas anteriores al acto libre. El acto libre presupone
preso en una situación y sumergido en el mundo con el siempre todo eso, o sea, las determinaciones. Con todo, aunque
•que con-vive, dependiendo de sus leyes y sujeto a ellas. hundido en el mundo de las determinaciones, el hombre posee una
excelencia y trascendencia sobre el mundo. No se ahoga en él;
La situación humana forma la unidad dialéctica entre la solamente se sumerge. De esta forma, al no diluirse en el mundo,
distancia relativa de las cosas, relativamente libre de ellas, la libertad no puede considerarse como un hecho intramundano.
Acontece en el mundo, pero no se deja explicar por los mecanis-
y entre, el poder relativo sobre sí mismo y sobre las cosas. mos del mundo. Diríamos que es pre-mundana y significa por
Distancia y poder, libertad de y libertad para, cautiverio ello un señorío sobre el mundo. Al ser pre-mundana, no puede ser
captada por las ciencias. Lo que éstas sorprenden es ya un resul-
tado de la libertad y no la propia libertad. Por eso, ante la óptica
científica la libertad se presenta siempre como una forma de deter-
(4) K. RAHNER, Confirmación de la libertad cristiana, en La minación; es experienciable y evidente en la praxis humana, como
gracia corno libertad, o. c , 84-97, aquí 84-85. espontaneidad.

114 115
la libertad pueda ser-libre. Es un no que digo a una situa-
ción debido a un sí que digo a otra situación, por supuesto c) Nuevo proyecto
más humana y fraternal. Entre la dialéctica entre el sí
y el no se configuran algunos momentos estructurales pre- El nuevo proyecto brota dentro de un proceso de libe-
sentes en todo el proceso de liberación. ración, cuando se ha roto ya ideológicamente con las de-
pendencias. Representa una nueva determinación, también
limitada de suyo, pero que amplía el campo de la liber-
a) Conflicto tad y disminuye la red de las dependencias. El proyecto
significa siempre la mediación de la libertad plena, dentro
La dependencia de otro es de tal orden que el pro- de una situación dada y concreta. Si no fuera así, sería
ceso de in-dependización y de autodeterminación resulta también opresor. Aunque muy concreto, tendrá que man-
muy difícil, si no imposible. El hombre vive la situación tenerse abierto para el proceso de liberación que siempre
como opresión y conflicto. Todavía le queda siempre li- es mayor que cualquier proyecto histórico.
bertad para asumir la situación irreformable o dejarse tri-
turar por ella bajo la forma de protesta y de martirio.
La ex-istencia humana es siempre conflictiva, ya que tiene d) De-cisión
que conquistar continuamente su libertad en el esfuerzo
por liberarse de unas dependencias y asumir otras. Pero La decisión es el acto liberador que produce la es-
pueden surgir situaciones donde el conflicto asume el ca- cisión con las dependencias inaugurando el proceso de
rácter de un paroxismo. El proceso de liberación se hace liberación y creando una nueva determinación. Por la de-
urgente. Aparece entonces otro elemento estructural: la cisión el proyecto histórico empieza a asumir una configu-
crisis. ración concreta. Al entrar en el proceso, se encarna en
actos concretos dentro de un marco de posibilidades rea-
les que hacen viable el proyecto. La decisión por un pro-
b) Crisis yecto está arraigada en una decisión más radical y funda-
mental por aquello que queremos propiamente ser, por el
La crisis pertenece a la normalidad de la vida, que es pro-yecto de nuestra identidad esencial. En función de
siempre conflictiva. Pero ese desequilibrio que se instala en esta decisión fundamental los proyectos y las decisiones
la situación es oportunidad de una nueva vida. La crisis implicadas en el proyecto aparecen como concreciones de
actúa como un crisol que purifica al hombre para que se la decisión fundamental. Por eso asumen el carácter de
haga cada vez más apto para la decisión y para asumir valores y de motivaciones que provocan nuestro dinamis-
una postura. Para salir de la crisis el hombre necesita ela- mo y nos sostienen en el conflicto.
borar un nuevo proyecto por el que se decide. La decisión fundamental por nuestra identidad esen-
cial se da siempre dentro de la totalidad que se llama
mundo. En el mundo hay conflictos, luchas, cambios. Afir-
mar que hay cambios en el mundo significa que nuestra

116 117
da al hombre el poder de auto-realizarse plenamente.• o de
decisión fundamental tiene que estar siempre atenta a los
frustrarse absolutamente, con un acto de: amor radical y
cambios que significan valor y sentido. Decisión por la
de entrega sin restricciones o de cerrazón sobre, ^ m i s -
propia auto-realización supone decisión por el nuevo orden
mo (7). Con la muerte caen todas las barreras de.estaitr-
del mundo y de sus cambios. El hombre nunca puede auto-
en-el-mundo. Desaparecen todos los bloqueos: 3que impe-
realizarse sin el mundo, sino dentro de él, ya que el mun-
dían manifestarse plenamente a la libertad. Con la muerte'
do no es más que el propio hombre distendido y encar-
concluye el proceso de liberación o de total opresiónl K lo»
nado en la materia.
largo de su vida el hombre se va liberando lentamente,
Proceso de liberación es proceso de decisión perma-
hasta que en la muerte acaba de liberarse. Entonces podrá
nente. El hombre está condenado a decidirse. No es libre
vivir en la libertad de los hijos de Dios (Romí ;8,21).
para decidir o no decidir. Eximirse es ya una decisión
Pero esa libertad no significa independencia del mundo.
y una postura. Por eso tiene que abandonar siempre la
El hombre como criatura será siempre dependiente y como
distancia y la independencia de las cosas y autodetermi-
espíritu-encarnado-en-el-mundo mantendrá siempre relacio-
narse (6). Al autodeterminarse entra en una nueva depen-
nes con él. Pero la dependencia del mundo será totalmente
dencia creada por la autodeterminación. Comienza de nue-
asumida como libertad para el mundo. El mundo no será
vo el proceso por liberarse de esta nueva dependencia.
ningún obstáculo para su propia auto-realización. Al con-
Vive permanentemente en la dialéctica de cautivo-libre-
trario, entrará en la propia auto-realización del hombre que
cautivo, etcétera...
se sentirá entonces verdadera y libremente como ser-en-
el-mundo.

5. ¿Hacia dónde camina el proceso de liberación?


II. E L DRAMA DE LA LIBERTAD Y DE LA LIBERACIÓN:
En la óptica desarrollada hasta el presente, el hom-
EN LA CONCRECIÓN DE LA HISTORIA ' ,
bre se presenta siempre como cautivo y libre, con una
vocación a ser liberado. ¿Cuándo lo será por completo?
La vida humana es un drama de huida de unas redes que La estructura de la libertad es el proceso dialéctico
atan y de entrada en situaciones más libres, pero que que se mueve entre ser libre de y ser libre para.^1 «ser li-
a su vez también son lazos para el hombre. Y así sucederá bre de» supone una situación de cautivo; el «ser libre para»
mientras el hombre sea un ser-en-el-mundo. ¿Podrá libe- supone una situación de señor sobre sí mismo y sobre la
rarse totalmente de ello? ¿Podrá ser libre para autodeter- situación. Pero esta estructura creacíonal se realiza; con-
minarse de forma definitiva? cretamente dentro de una situación decadente del hombre.
Hay en filosofía y en teología una reflexión que ve No existe sólo un cautiverio inocente, por el hecho de que
en la muerte el momento privilegiado en el que se le
(7) Desarrollamos más sencillamente esta postura en nuestra
(6) Cf M. MÜLLER, Tradition-Institution-Rcvolutión. 7.ur Proble- obra A ressurreigao de Cristo e a nossa ressureicao na morte,
matik der Bildhaftigkeit in einem christlichen Verstandnishorizont, Petrópolis2 1973, 94-98; y también en la citada Vida para além
en Erfahrung tmd Geschichte, o. c , 420423. ' •:: da morte, Petrópolis 1973. '

118 119
el hombre es espíritu-en-el-mundo, como explicamos más- las personas puedan auto-realizarse en la libertad (8). Hay
arriba; existe una esclavitud moralmente mala. El campo situaciones en que la conciencia cristiana se ve obligada
de la libertad está manchado de egoísmo, estructurado en a la denuncia global del sistema opresor, sin ver más sa-
mecanismos de manipulación, por los que se impone de lida que la revolución por el derrumbamiento del régimen
antemano la decisión en favor de un cierto tipo de objetos •o la muerte soportada con gallardía y dignidad. La vida
y no de otros. Pululan fuerzas anónimas que trabajan la no es el bien mayor. Puede haber situaciones en que
opinión pública de tal forma que consiguen alienarla; ésta —en conciencia— tenga que ser sacrificada en defensa
cree que se auto-determina libremente cuando en realidad de ciertos valores inalienables de la dignidad humana;
está maniobrada por otros para unos objetivos e intereses más vale la gloria de una muerte violenta que el «gozo»
ya establecidos. Se da entonces un estrangulamiento del •de una libertad maldita.
campo de la libertad, introducido por la imposición de Incluso entonces subsiste la libertad fundamental del
unos contra otros, de una ideología contra otra, en fin, hombre: el mártir de la causa de la libertad es el testigo
por aquello que en teología se llama pecado como situa- fiel de aquella libertad sacrosanta que nadie puede violar
ción permanente de decadencia en que se encuentra la ni manipular. El mártir se autodetermina a morir libre-
humanidad. El cautiverio creacionalmente inocente se ha mente y acoge la muerte como sacramento contestador de
transformado en opresión y represión por el esfuerzo de todas las violencias. Su memoria es subversiva y recordará
mantener la dependencia y de ahogar cualquier proceso siempre la mala conciencia de los opresores. También pue-
de liberación y de in-dependencia. Entonces el hombre no de ser que alguno muera y sea martirizado en la lucha
sólo es dependiente de la creación por su propia natura- contra un estado de cosas que afecta al campo de libertad
leza, sino que es mantenido en la dependencia por culpa común a un gran grupo de personas, violentado y estran-
de la voluntad opresora de otros. Es la esclavitud lo que gulado. En ambos casos, si la muerte es aceptada como
significa ese cautiverio impuesto a la fuerza. pieza de todo proceso radical de liberación, esa mística
ha protesta y la revolución pueden significar el ejer- de aceptación liberará realmente hasta en el mismo fraca-
cicio legítimo de la libertad fundamental del hombre como so de la liberación. Porque la persona se libera de sí mis-
forma de introducir la ruptura necesaria para desencade- ma, de sus proyectos y del empeño de su propia lucha.
nar un proceso liberador y para sacudir una opresión in- Y entonces es verdaderamente libre para Aquel de quien
humana. No nos toca aquí discutir las condiciones legiti- procede la libertad.
madoras de la protesta, de la rebelión y de la revolución. Sin embargo, no queremos olvidar el hecho de que el
En todo caso podemos decir: el cristiano no solamente material en que se objetiva la libertad (el mundo) no es
está llamado a soportar heroicamente las injusticias y a nunca un material inocente. Está manchado en su raíz por
insertarse en una sociedad cuyos ideales son profundamen- el mal uso de la libertad que los hombres han hecho a lo
te inhumanos y ancristianos. A veces también está invi- largo de toda su historia, desde que ésta comenzó (pecado
tado a transformar el mundo mediante una contestación original). Esta comprensión encierra también sus consecuen-
dirigida a derribar el sistema, para que se dé no sólo la
libertad fundamental de la persona, sino para que sea pre-
servado además el campo de libertad objetiva, en donde v (8) H. ASSMANN, Teología desde la praxis..., o. c.

120 121
cias. Nos convence de que todo proceso de liberación está
Cristo nos hará libres (Jn 8,32), en cuanto que su camino
siempre mezclado con un factor opresor y de que, en sil
y sus palabras iluminan la verdadera situación del hombre
totalidad, esta situación es de suyo insuperable y por eso
caído y vuelto a levantar. El no humano ha sido asumido
mismo permanentemente anormal. El orden será funda1
en el sí pronunciado por Jesús. De esta forma nuestra
mentalmente un orden dentro del desorden. Conviene sé1
libertad queda sustentada y confirmada por la libertad de
ñalar esto frente a todos los utopistas, los humanistas y
Jesucristo. A su luz, el proceso de liberación ha adquirido
liberales que siguen soñando todavía con una plena libertad
su verdadera dimensión y la firmeza de su final feliz. Esta
y liberación del hombre, como un hecho posible dentro
liberación no es un acontecimiento risueño sólo para Jesús
de la historia, y frente a aquellos que pretenden, en Ufí
de Nazaret. Es una liberación conseguida para toda la
proceso intramundano, engendrar un hombre nuevo, tó^
humanidad. Precisamente por ser escatoíógica, se media-
talmente libre y liberado.
tiza en concreciones históricas y se anticipa dentro del
Hay una profunda ambigüedad, debida a la decaden'r
propio proceso liberador. Posee una presencia que ali-
cía general de la vida humana, que empapa todo el procesé
menta la esperanza y hace crecer la sed por la total libe-
de liberación. Esto no constituye un decreto de muerte
ración, que será entonces el gozo tranquilo de la libertad
para la esperanza humana y cristiana, sino una comprobar
en el Reino.
ción en favor del realismo y un desafio permanente a to*
dos los optimismos futuristas. La dogmática católica ase^
gura que la situación de pecado no ha destruido, sinb
herido profundamente a la libertad humana (Denz 330;
III, LA ESTRUCTURA DE LA LIBERTAD Y DE LA LIBERACIÓN
371; 1521). Por eso el hombre por sí solo no llega nunca
EN EL PROCESO SOCIAL
a aquella liberación que corresponde a la libertad total
en el Reino (Denz 227; 239; 242; 1551-1583). La libertad
La estructura descrita anteriormente se concreta tam-
humana necesita ser liberada. El cristianismo cree que eh
bién en el proceso social. La sociedad como artefacto hu-
Jesucristo se ha manifestado y se nos ha otorgado la liber-
mano reproduce, en la diferencia específica de lo social,.
tad de los hijos de Dios (Rom 8,21). La libertad para la
la estructura vigente en la libertad personal. La sociedad
que nos ha liberado Cristo (Gal 5,1.13) es una libertad qué
vive también una situación que es su historia y su determi-
nos hace libres del pecado (Rom 6,18-23; Jn 8,31-36)¡.
nación. Dentro de esa situación puede gozar de in-depen-
pecado que engendra la muerte (Rom 6,2lss; 8¿21). El pe-
dencia. Está en una libertad determinada por la propia
cado no es solamente un acto malo que cometemos, sino
situación. In-dependiente de esto o de aquello dentro de
una situación de autodeterminación del hombre cerrado
la determinación, pero sin ser totalmente autónoma, ya que
sobre sí mismo, contra Dios y contra el mundo. La muerte;
siempre permanece dentro y dependiente de la situación.
no es sólo la mortalidad inherente a la vida humana, sino
Por eso hablamos de in-dependencia como libertad relativa,
la incapacidad de aceptar la mortalidad, y por eso expresa
dentro de la dependencia. La sociedad se desarrolla ejer-
el apego egoísta a la vida mortal. Como es sufrida por el
ciendo las libertades otorgadas y permitidas por la situa-
hombre decadente, se reviste de miedo y de angustia y ma-
ción. Cuando la sociedad agota sus posibilidades liberato-
nifiesta la culpa que proviene del pecado. La verdad )de
rias, la sociedad entra en un proceso de liberación o de
122
123
opresión (9); se establece un conflicto en los grupos so-
autonomía. Depende de un centro exterior y se sitúa en su
ciales deseosos de mayores libertades, imposibles de ser
periferia. Goza únicamente de aquella in-dependencia que
concedidas por la situación establecida. Esta tiene que
le concede el régimen de dependencia global. El verdadero
pasar entonces por un proceso de transmutación. El con-
proceso de liberación comienza cuando la sociedad inten-
flicto se establece entre la situación que procura permane-
ta romper con las redes entrelazadas de dependencia ex-
cer y los ideales de libertad mayor que intentan crear una
terna, presente también dentro de la propia sociedad para
nueva situación en la que puedan concretarse. Del conflic-
sus asociados que están dentro del régimen de dependen-
to se pasa a una crisis generalizada, en donde lo estable-
cia. Esto supone la capacidad de una sociedad para po-
cido empieza a perder legitimidad y evidencia aceptada.
der autosustentarse y asegurarse una autonomía sin caer
A la crisis le corresponde una pérdida de horizonte orien-
en la dependencia de otra zona de poder centralizador.
tador, una exacerbación de las posiciones, un recurso a
la represión y a la violencia como formas de autoconser- En el Tercer Mundo, más o menos por todas partes,
vacíón o de conquista de posiciones. se está articulando un proceso irreversible de liberación.
Será un camino fatigoso y sacrificado, ya que los regíme-
Dentro de la crisis va aflorando un proyecto libera-
nes establecidos pueden todavía mantenerse gracias a la
dor de superación de la situación. Es preciso liberarse
violencia y a la represión y hacer que se callen las voces
de la situación en su globalidad y crear una nueva auto-
contestatarias. Sin embargo, el futuro no les pertenece.
nomía, estableciendo una nueva red de convivencia con
Por eso, cuanto más presienten su fin, más represivos se
sus inevitables dependencias. Es que se trata, no ya de pre-
vuelven.
servar la libertad dada, sino de conquistar una nueva li-
La sociedad en régimen de dependencia externa sufre
bertad. Para ello la decisión de un grupo de poder o inclu-
la opresión, va acumulando sufrimientos y frustraciones,
so de toda la sociedad es el factor determinante para la
que constituyen el material permanente para una memoria
constitución, preservación y desenvolvimiento de la nueva
contestataria y subversiva, capaz de mantener siempre viva
situación.
la llama de la libertad que ha de ser conquistada en un
Este proceso doloroso, ambiguo y catártico forma el
proceso doloroso de liberación. Esta situación de depen-
proceso de liberación de una situación social hacia otra
dencia y de opresión permite a la conciencia de liberación
que conceda mayores oportunidades de auto-realización
expresarse en otros canales de emisión distintos de los polí-
a la propia sociedad. Puede tener lugar igualmente el
ticos y económicos, siempre vigilados y reprimidos, como
triunfo de las fuerzas represivas, que consigan sofocar los
por ejemplo la música de contestación, el teatro de crítica
anhelos de liberación, hacer que siga la situación con sus
social, el arte rebelde, la reflexión que conservando su
dependencias e in-dependencias y de esta forma retrasar
dignidad se obliga, en medio de su impotencia, a acoger el
más todavía el proceso de liberación.
hecho de la opresión y a pensar en su significado trascen-
También puede ocurrir que una sociedad no posea
dente para el drama de la existencia humana. La historia
de los sin historia, de los humillados y ofendidos y de los
(9) Para este proceso, cf nuestro primer artículo A herme-
sometidos a la servidumbre de los centros de poderío, ten-
néutica da consciéncia histórica da íibertacáo, en «Grande Sinal» drá que tener un sentido secreto que se revela únicamente
28 (1973), 4043.
a los que tuvieron el coraje de autodeterminarse y de acep-
124
125
tar la vida paralizada y desgranada de este modo. La libe- ñera en huevas formas de opresión. En Dios el hombre
ración se abre en otra dimensión, quizá más radical, de- vp la posibilidad de una vida en plenitud, en unidad, en
purada por el dolor social y alimentada por una esperanza totalidad y en libertad. Siempre estuvo presente en la me-
que trasciende las expectativas humanas y se abre al Futu- moria y en la añoranza humana un s.aber existencial sobre
ro Absoluto de la historia (10). Dios como fuente de salvación, de felicidad, de sentido
de la vida y de la historia. La salvación es liberación de
la situación de perdición. Pero no sólo eso. Es también
IV. PROCESO DE LIBERACIÓN E HISTORIA DE LA plenitud de vida. En este sentido la salvación corresponde
SALVACIÓN a la total liberación, que no se reduce únicamente a una
liberación de, sino que significa principalmente plena libe-
Así como la liberación guarda una correlación opuesta ración para. Ambas, en este nivel de comprensión escatoló-
a la opresión, también la salvación está en una situación gica, pueden ser identificadas fácilmente, ya que la libe-
Opuesta a la perdición. Sólo experimenta la salvación aquel ración completa, como indicamos anteriormente, apunta
que vive la situación de perdición. hacia una realización escatológica.
Teológicamente la salvación es un concepto escatoló- En el tiempo, tanto la salvación como la liberación se
gico, o sea, sólo al término de la historia humana per- dan en un proceso. Por ello se habla comúnmente de
sonal y cósmica es cuando triunfa totalmente la salva- historia de la salvación y de proceso de liberación. La
ción (11). Salvación implica la totalidad del mundo en salvación escatológica se realiza por medio de concreciones
Dios; totalidad no significa una grandeza cerrada en sí históricas. Dios se comunica salvíficamente multifarie mul-
misma, sino una relación de la realidad que se basa en tisque modis (Heb 1,1): la creación es el primer momento
Dios como el sentido pleno y la radical plenitud de ser. inaugural de la salvación, que se comunica luego a través
En su existencia en el mundo, el hombre experimenta so- de las diversas instituciones religiosas, a través de las sa-
lamente formas corrompidas de vida, abocadas a la muerte bidurías, a través del anuncio profetice y finalmente de ma-
y a toda clase de limitaciones, de mentira, de opresión y nera definitiva y cabalmente victoriosa en Jesucristo. Algo
división. La felicidad viene y pasa. La comunión se pre- semejante ocurre con la liberación. La liberación es siem-
senta y se corrompe. La liberación logra su intento y dege- pre un proceso histórico en el que se anticipa y prepara
la liberación total. Dada la unidad de la historia de la
salvación, podemos entonces afirmar que proceso de ver-
• (10) Cf J. B. METZ, Erlosung una Emanzipation, en L. SCHEFFCZYK, dadera liberación es sinónimo de historia de la salvación.
Erlósung und Emanzipation, Herder 1973, 120-140, especialmente
131-134. El auténtico crecimiento del mundo es también crecimien-
(11) Véase todo el volumen 1/1 ya citado de Mysterium salutis, to del Reino de Dios, aunque no todo crecimiento pueda
dedicado a la salvación y a la historia de la salvación; W. FORSTER,
árt. Salvo, salvación, en «ThWbNT» VII, 1003ss; Ph. A. POTTER, identificarse con el Reino, ya que, en la ambigüedad de
Das Heil der Welt. Dokumente der Weltmissionskonferenz Bang- la historia donde la cizaña y el trigo crecen simultánea-
kok 1973, Berlín 1973, especialmente 45-110; Y. CONGAR, Christianisme
et libération de l'homme, en «Masses Ouvriéres» (diciembre 1969), mente en el mismo campo, puede darse un crecimiento es-
3-13; G. GUTIÉRREZ, Liberación y salvación, en Teología de la libera- púreo que contradiga el aumento del Reino (Gaudium et
ción, o. c , 193-241; Ch. DUQUOC, O que é salvagao?, en A Igreja
do futuro, Petrópolis 1973, 98-101. spes, 39). Pero desde que el proceso de liberación logra

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una mayor participación, fraternidad y justicia, hace pre-
sente la salvación en las condiciones del tiempo actual. cuatro estilos en los escritos veterotestamentarios por los,
A la luz de algunos temas del Antiguo Testamento' que la salvación es descrita como liberación:
y de san Pablo vamos a mostrar sucintamente cómo se
experimentó ya en la teología bíblica la salvación en tér- •— El primer tipo acentúa siempre los grandes aprie-
minos de liberación. tos del pueblo en los momentos de opresión, sus clamores,
y la intervención liberadora de Dios. A menudo aparecen-
en el libro de los Jueces fórmulas como éstas: «Los israe-
litas clamaron a Yavé y Yavé suscitó a los israelitas un
1. Salvación como liberación en Israel libertador que los salvó: Otniel...» (Jue 3,9). También el
episodio del éxodo de Egipto está relatado en este estilo:
Israel atestigua la experiencia de salvación en las más- «Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y
variadas formas, bien en la guerra como superación dé- he escuchado el clamor que le arrancan sus capataces...
los enemigos, bien en el culto como perdón de los peca- He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para
dos y reconciliación con Dios, bien en las reflexiones sa- subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa, a
pienciales como camino de vida, bien en las proyecciones, una tierra que mana leche y miel» (Ex 3,7-8). Aquí apa-
futuristas de los profetas como promesa y esperanza. Sería- rece claramente la salvación como liberación de la opre-
largo analizar las situaciones privilegiadas de experiencia- sión (liberación de) y también liberación para la posesión!
de salvación, en donde se comunicaba, muy en concreto, de la tierra apaciguada.
como realidad histórica. No obstante, hay contextos donde
la salvación se vive y es interpretada, cristalinamente, como- — Otro tipo es el que elabora el deuteronomista.
liberación de una situación esclavizadora. El decálogo, Entienda la liberación como un proceso que tiene su his-
texto central del Antiguo Testamento, comienza con una- toria, su punto culminante y su final feliz. Este procesa
temática de liberación: «Yo soy Yavé, tu Dios, que te está magníficamente formulado en el célebre «credo histó-
ha librado del país de Egipto, de la casa de servidumbre» rico», uno de los textos más antiguos de todo el Antiguo*
(Ex 20,2). De forma semejante anuncia el Déutero-Isatas, Testamento: «[Pre-historia] Mi padre era un arameo.
profeta-literato de grandes recursos, a los israelitas que vi- errante que bajó a Egipto y fue a refugiarse allí siendo
vían en el destierro de Babilonia: Tened esperanza, Ba- pocos aún, pero se hizo una nación grande, poderosa y nu-
bilonia va a caer, todos seréis liberados de vuestros trabajos; merosa. [Opresión] Los egipcios nos maltrataron, nos opri-
de esclavos y podréis regresar a la patria feliz (Is 40-44). mieron y nos impusieron dura servidumbre. [Clamor]
Según el conocido especialista de la teología del An- Clamamos entonces a Yavé Dios de nuestros padres, y
tiguo Testamento, Norbert Lohfink (12), podemos destacar Yavé escuchó nuestra voz; vio nuestra miseria, nuestras
penalidades y nuestra opresión. [Intervención liberadora]
Y Yavé nos sacó de Egipto con mano fuerte y tenso brazo
(12) N. LOHFINK, Heil ais Befreiung in Israel, en Erldsung una
Emanzipation, o. c , 30-50; B. UFFENHEIMER, Heil im Exodus, en en medio de gran terror, señales y prodigios. Nos trajo
Das Heil der Welt, o. c , 4549; S. AMIRTHAM, Das Heil nach Deute^ aquí y nos dio esta tierra, tierra que mana leche y miel»
rojesaja, ib., 59-64.
(Dt 26,5-9).
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El lugar al que se refiere el texto no es otro sino Je-
rusalén con el templo y los sacrificios. La liberación se Las narraciones de los patriarcas muestran concreta-
inaugura en Egipto, se extiende hasta David y Salomón, mente cómo Abraham y sus descendientes fueron motivo
alcanza a la ciudad de Jerusalén y al templo y envuelve de bendición: Abraham es bendición para los justos de
también al oferente que, en este momento, con ocasión de Sodoma, hace contratos en vez de pelear junto a la fuente
la fiesta de acción de gracias por las primicias de los de agua como Isaac con Abimelec, sacia a los pueblos ham-
frutos de la tierra, recita este credo. Por eso el texto ter- brientos como José en Egipto. Los descendientes de Abra-
mina: «Y ahora yo traigo las primicias de los productos ham no se dan cuenta de que son la bendición para todos;
de la tierra que tú, Yavé, me has dado» (Dt 26,10). Así. pero Dios sabe escribir derecho con líneas torcidas y
pues, la liberación de Egipto fue un proceso que se con- está por encima de la férrea lógica del pecado-castigo. A
cluye ahora con el orden del tiempo y el bienestar de la pesar del pecado, como se muestra claramente en la histo-
tierra, en la que mana leche y miel. En el sacrificio se hace ria de José, Dios lleva a cabo la salvación, ya que es un
presente todo eso. La liberación es muy concreta: morar Dios que sabe perdonar. El es suficientemente fuerte para
•en la tierra, comer de sus frutos, tener su templo y no ser atraer a sus designios salvíficos a toda esa región oscura
j a oprimido por los enemigos. de las pasiones humanas. Por eso la salvación es un proceso
universal dentro de la historia de los hombres, proceso
dirigido soberanamente por Dios. Sólo El es el liberador,
— Una de las más atrevidas teologías de la salvación-
aunque utilice siempre las mediaciones humanas. Pero se
liberación es la que elaboró el gran teólogo de la corte
muestra cada vez más libre frente a esas mediaciones, ya
davídico-salomónica, el yavista (comienza con Gen 2,4b
que es generoso y no se deja limitar por nadie.
y termina con el primer capítulo del libro de los Jue-
ces) (13). Se sitúa el problema de la salvación en términos
universales, como salvación para todos los pueblos. Consta- — La cuarta forma de salvación-liberación es la que
ta que los hombres se van hundiendo cada vez más en el desarrollan en el destierro los profetas y más tarde los
pecado y, como consecuencia, en las maldiciones divinas. apocalípticos durante la dominación ptolemaica y romana.
En medio de esta oscuridad universal Dios enciende una Se orienta hacia la total liberación escatológica, que su-
lucecita: Abraham. «De ti haré una nación grande y te pone una reestructuración completa del mundo, del cora-
bendeciré. Engrandeceré tu nombre, que servirá de bendi- zón humano y de la convivencia entre los hombres (cf Is
ción. Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quie- 55,3-5; Ez 34; Jer 31,31-34). Los judíos padecían la de-
nes te maldigan. Por ti se bendecirán todos los linajes primente experiencia de la opresión sin la esperanza de
-de la tierra» (Gen 12,2-3). un amanecer, ya que el horizonte de las posibilidades es-
taba cerrado por el poderío de los grandes imperios de
Alejandro y de Roma. El hombre puede sobrevivir sola-
mente con la radical esperanza que va más allá de las libe-
(13) Cf L. RUPPERT, Der Jahwist - Künder der Heüsgechichte, en
J. SCHREINER, Wort und Botschaft, Würzburgo 1967, 88-107; ID., Se- raciones y de las opresiones históricas. Sueña con la total
jjen für die Vblker in der Verheissung an die Vater, en «Bi- liberación por Dios, en el término de la historia. Sólo
Msche Zeitáchrift» 6 (1962), 1-31; J. SCHARBERT, Historia y economía
salvífica en el Antiguo Testamento, en Mysterium Salutis II/2, o. así puede sobrevivir y encontrar sentido a su vivir bajo
c , 1171-1244. la opresión.
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Si recapitulamos todo lo dicho, podemos comprobar ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muer-
que la experiencia de la liberación se concentraba en unas té?» (Rom 7,24); y luego responde con el alivio del que
opresiones muy concretas, como el hambre, los problemas ha logrado escaparse: «¡Gracias sean dadas a Dios por
políticos, la huida de un país opresor y la conquista de una Jesucristo nuestro Señor!» (Rom 7,25). Por él hemos sido
tierra en libertad. La liberación fue ganando dimensiones liberados de la situación decadente y doblemente mortal
cada vez más universales. Significa un proceso dialéctico (Rom 6,18.22); por él hemos sido liberados de las estruc-
que se lleva a cabo en todos los pueblos, por el que Dios turas que nos confirmaban en el pecado y nos inducían
lleva a cabo sus designios, independientemente de los reve- a él (Rom 7,3; 8,2); por él hemos sido liberados de la
ses humanos. Y finalmente rescata su carácter definitivo propia muerte que vivíamos como castigo y como angus-
como término de un largo proceso y un descanso en Dios, tia y no como forma de estar en la libertad de Dios y
en una nueva inmediatez con el Misterio y dentro de una como paso para la plenitud de la Vida (cf Rom 5,10.17.21;
completa liberación de todas las alienaciones. 6,22; 8,2.13; 2 Cor 5,8; etcétera). «Para ser libres nos
libertó Jesucristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis
oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud» (Gal
2. Liberación para la libertad de los hijos de Dios en 5,1), proclama apodícticamente san Pablo. Esa libertad
san Pablo de la que goza ahora el hombre gracias a Cristo no es
el libertinaje y la libertad para esclavizar a los demás,
El Nuevo Testamento ve la total liberación no sólo sino para servir. Servir es dejarle ser al otro. Es dejar
como esperanza de un futuro escatológico, sino como cele- libre la libertad del otro (Gal 5,13). Por eso vemos cómo
bración de un acontecimiento histórico en Jesús de Naza- Pablo concibe la libertad como libertad de (de la escla-
ret muerto y resucitado. Jesucristo es invocado y procla- vitud, del pecado, de la vanidad y de la muerte) y como
mado como el último liberador de la condición humana. libertad para (para el amor, para el servicio, para el bien),
Esta temática presente en todos los evangelios fue expli- otorgada por Jesucristo. Donde está su Espíritu, allí está
citada especialmente por san Pablo (14). Vara él toda la la libertad (2 Cor 3,17). El cristiano, lleno del Espíritu de
realidad vive bajo el régimen de la servidumbre, de la ley, Cristo, es un hijo libre de Dios (Gal 4,6). Esta libertad
del pecado y de la muerte (cf Rom 1,18-3,20; 7,17-25; Gal no es un status, sino una fuerza por la que el hombre con-
4,21-31). El mismo cosmos gime bajo la esclavitud de la sigue soportar las esclavitudes de las estructuras creadas
corrupción y de la precariedad (Rom 8,21). Como si estu- por él (cf Gal 4,8-9; 2 Cor 3,6); tiene que ser comprendida
viera en la más profunda opresión exclama: «¡Pobre de mí! como un proceso de conquista permanente, en la fuerza
del Espíritu que es libertad (Gal 5,18): sólo liberándonos
(14) R. SCHNACKENBURG, Befreiung nach Paülus im heutigen Fra- es como nos hacemos realmente libres. Aunque poseamos
gehorizont, en Erlosung und Emanzipation, o. c., 51-68; H. SCHLIER,
La loi parfaite de la liberté, en Le temps de l'Eglise, Castermann ahora las primicias del Espíritu de libertad, seguimos gi-
1961, 201-211; S. LYONNET, Libertad cristiana y ley del espíritu según miendo en nuestro interior ya que no ha irrumpido todavía
san Pablo, en La vida según el espíritu, Sigúeme, Salamanca 1967,
175-202; L. CBRFAUX, Condition chrétienne et liberté selon saint Paul, definitivamente la gloriosa libertad de los hijos de Dios
en Recueil L. Cerfaux III, Gembloux 1962, 287-296; SCHÜRMANN, Die (Rom 8,21-23). Vivimos todavía sujetos a muchas servi-
Freiheitsbotschaft des Paulus - Mitte des Evangeliums, en «Catho-
lica» 25 (1971), 22-62. dumbres, esperando la «redención de nuestro cuerpo»,

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que se dará solamente cuando el Señor venga (cf Rom 8,23). mente de nuevo este punto neurálgico, en esa misma me-
Con su mensaje de liberación para la libertad (Gal 5,1) dida podrá liberar al hombre para una verdadera libertad'
Pablo ha expresado el meollo del Evangelio. De esta for- que se sustente y robustezca y que anticipe efectivamente
ma permite a los cristianos alimentar una alergia funda- la libertad definitiva en el Reino de Dios.
mental contra todos los legalismos, contra todas las servi- Entretanto no podemos ignorar la limitación interna
dumbres y estructuras opresoras y contra las fijaciones en que se nota en la articulación de la liberación en san Pablo
ideologías totalitarias. A pesar de ello, no hemos de caer y generalmente en todo el Nuevo Testamento. Se da una
en la ilusión que ataca san Pablo en los tres primeros concentración muy fuerte en lo esencial de la liberación
capítulos de su Carta a los romanos (1,18-3,20), la de que que reside en el aspecto personal. En el horizonte de los
el hombre puede liberarse por sí mismo. El hombre vive escritos neotestamentarios entra raras veces el aspecto so-
de tal forma alienado de su origen y decaído de su verda- cial de la liberación. Puede verse esto en el problema de
los esclavos (15). Pablo procura relativizar la situación*
dera estatura humana que no consigue escaparse del juicio
exterior de esclavitud a la luz de la libertad personal
de Dios. Jesucristo ha roto el círculo férreo de la escla-
otorgada por Cristo: «¿Eras esclavo cuando fuiste llama-
vitud y ha liberado al hombre para el ejercicio de su liber-
do? No te preocupes. Y aunque puedas hacerte libre,
tad y para el amor que todo lo puede. Nos ha liberado
aprovecha más bien tu condición de esclavo. Pues el que
del núcleo contaminador de toda la vida, de ese pecado
recibió la llamada del Señor siendo esclavo, es un liberto»
que nos encerraba en las mallas de nuestro propio egoísmo
del Señor; igualmente, el que era libre cuando recibió»
y de nuestra cerrazón a Dios (Rom 6,22). Sin la liberación
la llamada, es un esclavo de Cristo. ¡Habéis sido bien com-
del foco alienador y opresor de todas las manifestaciones prados! No os hagáis esclavos de los hombres» (1 Cor 7,21-
de la vida, la libertad sería vana e inocua. 22). En la situación general de opresión de aquella época,,
El hombre de hoy puede nuevamente caer en una gran cualquier cambio social relativo a los esclavos sería sofo-
ilusión, ya que concibe la liberación principalmente en tér- cado inmediatamente. La verdad es que a Pablo no le que-
minos de liberación de las opresiones socio-económicas, daba más remedio que profundizar en la libertad coma
de las coyunturas políticas deprimentes, de la dependencia modo propio de ser del hombre, según señalamos más arri-
de sistemas ideológicos globales, de los comportamientos ba, que lo hace capaz de asumir una determinación in-
convencionales de la sociedad, de compromisos frente a una evitable. En ese punto, la posición de Pablo representa'
tradición histórica, etcétera, y no tanto en términos de un elevado testimonio de la verdadera libertad personal y
liberación de la esquizofrenia radical que afecta a la raíz cristiana. En una situación como aquélla era preferible una
de la personalidad humana y a partir de ahí a todo el reconciliación liberadora consigo mismo y con la situación,
contexto humano. Una liberación que no rompiera esa sin pensar en un correspondiente cambio social que lleva-
esclavitud del corazón sería necesariamente frustradora y ría a la destrucción de la reconciliación y al terrorismo,,
origen de mil ilusiones. El hombre en el proceso de libe- con el consiguiente aumento de opresión.
ración necesita tomar conciencia de su opresión fundamental
como ser humano en decadencia, de la que son variantes y (15) Cf E. SCHWEITZER, Zum Sklavenproblem im Neuen Testa-
ampliaciones las servidumbres socio-económicas. En la me- ment, en «Evangelische Theologie» 32 (1972), 502-506; R. SCHNACKEN-
dida en que el proceso de liberación reasuma continua- BURG, Befreiung nach Paulas, o. c , 66-68.

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A pesar de eso, la libertad a la que hemos sido lla-
mados por la liberación de Cristo lleva consigo una llama-
da que no concierne únicamente a la persona, sino también
al mundo de la persona, social y político. Las limitaciones
de la Iglesia primitiva pueden y deben ser superadas, ya
que no captó por completo el mensaje liberador del Evan-
gelio. La situación de hoy nos invita a colocar el acento VI
principal en el aspecto social, económico y político de la
liberación, ya que en esas articulaciones es donde el hom- TEOLOGÍA DEL CAUTIVERIO:
bre realiza la experiencia más importante de opresión y LA ANTI-HISTORIA DE LOS HUMILLADOS
de pecado social y es ése el lugar donde puede vivir de Y OFENDIDOS
la forma más radical la liberación de Cristo concretada tam-
bién en esos sectores de la vida humana.
En conclusión podemos decir: aunque la salvación pue-
de estar expresada en la Biblia y en la teología bajo las
más diversas formas y dentro de múltiples modelos (re- La liberación sólo se entiende a partir de la opresión.
dención, justificación, etcétera), la realidad pensada equi- Al analizar el proceso de liberación, comprobamos que la
vale siempre a lo que expresamos con el nombre de libe- situación histórica del hombre está envuelta en un círculo
ración (16). Los caminos de la salvación son los caminos dialéctico insuperable: es siempre y al mismo tiempo opre-
de la liberación del hombre. Ambos tienen a la perdición siva y liberadora. El hombre está continuamente conquis-
y a la opresión como correlativos opuestos. Ambos se tando su libertad. Este esfuerzo continuo constituye el pro-
-concretan y se hacen presentes en unos procesos históricos, ceso de liberación que solamente es liberador en la medida
anticipando en la ambigüedad dialéctica de opresión-libe- en que se mantiene como proceso permanente.
ración, pecado-gracia, perdición-salvación, la salvación y
la liberación definitiva en Dios.
Si nuestro momento histórico se caracteriza por la sen- I. HISTORIA Y ANTI-H ISTORIA
sibilidad profunda contra toda opresión y por un anhelo
incontenible de liberación, entonces no hay nada tan opor- Cuando un movimiento se comprende como la reali-
tuno como que anunciemos y vivamos el Evangelio como zación de unas esperanzas de libertad y se satisface en
camino de liberación para la libertad y que presentemos el gozo de sus conquistas sin mirar a lo que todavía queda
a Cristo como el Liberador definitivo de la condición por conquistar, se vuelve opresor. Cada paso puede crear
oprimida del hombre y de la sociedad. nuevas libertades, pero engendrar también nuevas formas
de limitación y de opresión.
Como ya hemos observado, esto constituye un factor
(16) G. GRESHAKE, Der Wandel der Erlbsungsvorstellungen in der estructurante de todas las formas de liberación. En otras
Theologiegeschichte, en Erlósung und Emanzipation, o. c , 69-101;
H. KESSLER, Erlósung und Befreiung, Düsseldof 1972, 11-17; 43-61. palabras, esta estructura opresión-liberación entra en to-

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dos los modelos liberadores. No hay ni un solo modelo
que sea únicamente liberador. Si así fuera, habría irrum- 1. Toda redención se asienta sobre una alianza de sangre
pido ya la plena realización escatológica dentro de la his- y de muerte
toria y habría tenido como efecto la supresión del proceso
histórico de liberación. Esta libertad, como plenitud del ¿Qué implicaciones se deducen de la afirmación de la
proceso de liberación, objeto de la esperanza humana, cons- constancia opresión-liberación? La liberación no se realiza
tituye lo utópico del hombre. ¿Se va a realizar la utopía? sin una ruptura que engendra crisis y conflictos. Estos no
¿O será solamente un mecanismo de huida frente al com- se presentan sin sufrimiento, sin dolor, sin muertes y sin
bate doloroso del proceso liberador? La respuesta a tales derrumbamiento de un mundo opresor para dejar que naz-
interrogantes exige una reflexión que trasciende los cuadros ca otro más libre. La liberación, como se comprueba his-
intrasistemáticos del propio proceso de liberación. La teo- tóricamente, nace de la sangre. Toda redención, como la
logía de la liberación pretende responder a estos últimos de Cristo, se asienta en una alianza de sangre y de muerte.
cuestionamientos. ¿Cómo la liberación bien lograda libera al hombre de
En otras palabras, queremos insistir en el hecho de que su pasado violento? ¿Cómo se relaciona la liberación con
la estructura de la opresión-liberación como totalidad no el recuerdo de los muertos, de todos los que fueron ma-
puede ser superada. De ahí que toda concepción realista tados, liquidados, relegados y aprisionados por el mundo
de la liberación, si no quiere alimentar fantasías improduc- que cayó? Es fácil ver lo que se ha conseguido en el
tivas y romanticismos fanáticos, tendrá que tomar esta cons- presente y lo que se ha de alcanzar en el futuro. Pero
tante en serio e insertarla dentro de su modelo. Entretanto, ¿qué reconciliación puede establecerse con el pasado vivo
sería también ideológico y falso querer concluir que, de- y con las ruinas que quedaron de la liquidación? Aquí sur-
bido a la constancia de la opresión, no hay que luchar por ge todo el espectro dramático del sufrimiento humano,
la superación de opresiones concretas. Esto significaría hui- íntimamente vinculado a la idea de liberación (1).
da y negación del proceso liberador. Con la afirmación ¿Será posible la liberación sin la redención de la culpa
de la constancia de la estructura opresión-liberación que- pasada y de la historia de la violencia empleada? Se trata
remos recalcar el hecho de que los modelos realizadores de un problema en el que ha de reflexionar la teología de
de nuevas libertades tienen que mantenerse también en la liberación. En un sentido más trascendente, ¿qué signi-
proceso y reconocer y traspasar las opresiones que se ins- ficado tiene toda la agresividad humana, la lucha por la
talan dentro de ellos mismos. Sólo así el hombre es real- existencia, la conflictividad de la vida con su mortalidad
mente libre, porque es libre de sus propios proyectos y frente a la liberación que, en su anhelo fundamental, quiere
libre para el futuro histórico que nunca se agota en los pro- ser una total liberación, incluso del pasado malo del hom-
yectos del presente.
(1) Este aspecto ha sido desarrollado especialmente por J. B.
MBTZ en la última fase de su teología política: El futuro a la luz
del memorial de la pasión, en «Concilium» 76 (1972), 317-334; ID.,
Erlósung und Emanzipation, en Erlasung und Emanzipation, o. c ,
120-140; K. LEHMANN, Emanzipation und Leid. Wandlungen der neuen
«politiscken Theologie», en «Internationale Katholische Zeitschrift» 1
(1974), 42-55.

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bre? Una liberación que no aspira a la totalidad no puede Hay una enorme incapacidad humana de mantenerse en
presentarse como verdadera liberación. Si la mediación his- el proceso permanente. No sólo en la sociedad y en las
tórica, limitada y mortal, no fuera anticipación y prepara- religiones, sino también en el cristianismo. Como observa
ción para la liberación definitiva, entonces las palabras que V. Pareto, «todos los revolucionarios proclaman sucesi-
traducen y que anuncian la liberación son inocuas y una vamente que las revoluciones pasadas no han logrado más
mera forma refinada de engañar a los hombres y frustrar que drogar al pueblo; solamente será verdadera revolución
sus esperanzas. la que ellos tienen ante la vista» (3).
¿Habrá una forma por la que la liberación se reconci- La verdadera revolución no es la que, al triunfar, se
lie con el pasado opresor del que se liberó, pero que le impone como conquista de las libertades definitivas y des-
costó un precio considerable de iniquidad? ¿Cómo solida- trona todos los valores del antiguo régimen; sólo es ver-
rizarse con los muertos y con los asesinados por una y otra dadera si no se considera a sí misma como la verdadera,
parte, por los defensores del slatu quo y por los que rei- sino como mediación y preparación para la verdadera libe-
vindicaban una mayor participación en las decisiones, en ración que todavía está por venir.
la justicia y en la dignidad humana? (2). ¿Debemos sim- Las revoluciones victoriosas se vuelven generalmente
plemente limitarnos a constatar el hecho y confesar con conservadoras y opresoras. Se utiliza la violencia para re-
resignación que la naturaleza nos ha hecho así y que la primir, se liquidan los factores cuestionantes de la estruc-
historia nos lo exige? ¿O constituirá eso una provocación tura establecida, se autodefienden creando una ideología
para una visión más elevada de lo que es la verdadera si- que presenta el statu quo como orden, justicia, bienestar
tuación humana y del contenido que debe poseer la autén- del pueblo, etcétera. Pero realmente impera un verdadero
tica liberación? régimen de opresión y los hombres se ven obligados a
vivir en un estado de cautiverio. «Cualquier déspota puede
obligar a sus esclavos a que canten himnos a la libertad» (4).
2. ha anti-historia de los humillados y ofendidos injus- Y puede engañarlos de tal manera que les haga creer como
tamente verdades las mentiras que cantan. Pertenece a los regímenes
totalitarios echar tierra sobre el pasado sangriento y es-
La consideración que acabamos de hacer, de orden conder las muertes y las liquidaciones, ya que la muerte
estructural y formal, se agrava más aún cuando observa- violenta lleva dentro de sí aquél grito que Dios profirió:
mos las distorsiones históricas del proceso de liberación. ¿Dónde está tu hermano? Este grito resuena en la mala
No siempre se da la liberación. El proceso se interrumpe. conciencia y roe como un gusano la conciencia de los
poderosos. Es impertinente. Se hace oír continuamente.
(2) Estas preguntas fueron objeto de las reflexiones de la es-
La historia que se conoce es la historia de los que
cuela de Frankfurt en torno a Th. W. ADORNO, Kritische Theorie,
Frankfurt 1968; Negative Dialektik (trad. cast.: Dialéctica negativa,
Taurus, Madrid 1975), Frankfurt 1966; Minima Moralia, Frankfurt (3) Citado por A. COLÍN, Les grandes oeuvres politiques de
1951; Erziehung zur Mündigkeit, Frankfurt 1972; J. HABERMAS, Technik Machiavel a nos jours, París 1970, 249.
und Wissenschaft ais «Ideologie», Frankfurt 1968; W. BENJAMÍN, (4) En la primera página de un libro publicado por la UNESCO
Ursprung des deutschen Trauerspiels, Frankfurt 1963; ID., Zur Kritik sobre los derechos humanos: El derecho de ser hombre. Antología,
der Gewalt und andere Aufsdtze, Frankfurt 1965. Salamanca (Sigúeme)-París-Bogotá 1973.

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triunfaron, de los que llegaron al poder. No es la historia el mayor obstáculo para el desarrollo y la consecución
de los vencidos, de los humillados y ofendidos. A éstos de una sociedad más justa.
se los olvida. El mal es irreparable: nunca se podrá hacer La historia, vista a partir de los grupos dominados de
justicia a los que cayeron y murieron violentamente por los sin-historia y de las ruinas dejadas por los ilustrados y
la defensa de la humanidad. ¿Qué sentido tiene su muerte progresistas, aflora como historia del sufrimiento sangriento
violenta? El diagnóstico de un filósofo muy agudo, Th. W. y de la culpa de los que aplastan a los demás.
Adorno, es interesante: «La identificación con el sufri- Según unas investigaciones suizas sobre la problemática
miento ajeno es, en todos sin excepción, muy pequeña» (5). de la paz en el mundo, se calcula que en las guerras de que
El sufrimiento, en la mayor parte de los proyectos libe- nos ha llegado noticia han muerto cerca de 3.640.000.000
radores, queda pisoteado para que nadie lo vea. Es que de personas (6). Ante eso, ¿qué hemos de entender por las
cuestiona a todos los modelos comunes de liberación. No palabras paz y liberación?
cabe dentro de los esquemas de la liberación tal como De los 3.700.000.000 de personas que pueblan actual-
la entiende y propugna el espíritu liberal del hombre mo- mente la tierra, hay casi tres mil millones que sufren de
derno. suma pobreza. Entre ellos hay ochocientos millones de
analfabetos (7). Quinientos millones de latinoamericanos
subsisten a nivel de inanición, debido a una dieta compues-
ta casi totalmente por farináceos (8).
3. Historia como historia del sufrimiento y de la culpa
El potencial técnico-científico del mundo actual es sufi-
ciente para garantizar a todos los hombres una vida sin
El hombre moderno se enorgullece de sus conquistas
hambre, sin enfermedades y sin otras necesidades prima-
y de la libertad política, técnica, económica, psicológica y
rias. Entonces, ¿por qué no se consigue esto? Este poten-
religiosa que ha conquistado. Ha proyectado una represen-
cial es utilizado en gran parte para asegurar el estado
tación del progreso humano en términos homogéneos y
actual de degradación humana, con la construcción de ar-
lineales, como si fuera siempre creciente e irreprimible.
mas poderosísimas para la autodefensa y la destrucción de
Mira alegremente hacia el futuro como si no supiese nada
los caminos que podrían llevar a todos a una sociedad
del coste social y de las muertes que ha exigido ese pro-
realmente más fraternal. Los institutos de fomento de la
greso. El sufrimiento y la culpa están vinculados al pro-
paz, un centenar distribuido entre 20 países, se sienten cada
greso del mundo moderno.
vez más perplejos ante el carácter absurdo de la razón
Este proyecto es típico de las clases dominantes y eli- humana, instrumentalizada en la manutención irracional
tistas. Se creen las únicas productoras del progreso que
alcanza a las masas por desbordamiento. En el lado opuesto
está el proyecto de los grupos dominados. El progreso (6) Citado por R. DENKER, Steuerung der Aggression, en Agression
und\ Revolution, Zumutungen des Friedens, Stuttgart 1968, 11.
se lleva a cabo con el trabajo de todos y pide la participa- ,(7) Informe de la Comisión de derechos humanos de las Na-
ción de todos. Las relaciones sociales elitistas constituyen ciones Unidas, publicado en «O Sao Paulo», 16-22 febrero 1974, 3.
(8) Resultado de un seminario de IROFIET (Instituto regional
latinoamericano de la Federación internacional de empleados y téc-
nicos) realizado en Buenos Aires a final de febrero de 1954, citado
(5) Th. W. ADORNO, Kritische Theorie, o. c , 226. por «O Sao Paulo», 1. c , 3.

142 143
de las fuerzas dominantes que sólo se mantienen gracias dialéctica que cuestionan las opciones estructurantes deí
a la violencia y a la represión (9). La razón se ve llamada mundo técnico-económico con sus preguntas incómodas:
a la indigna función de legitimar ideológicamente una so- en el fondo, ¿para qué ser cada vez más ricos?, ¿por qué
ciedad inhumana y de crear en el hombre falsas necesi- necesitamos un desarrollo exacerbado?, ¿qué es lo que
dades que sean satisfechas con grandes ganancias de unos buscamos al final? Se exalta la razón instrumental que
cuantos, ignorando las verdaderas necesidades de libertad funciona dentro del sistema, defendiéndolo y perfeccionán-
y de participación. En este sentido nuestra sociedad ac- dolo, prestándose a articular la opresión anónima en nom-
tual es ampliamente represiva. La rigidez del mundo del bre de la funcionalidad del orden intrasistemático. Por algo
trabajo, de la propaganda, de los medios de comunicación todos los regímenes totalitarios empiezan en seguida a si-
social ataca a todo el hombre hasta lo más profundo de lenciar la razón crítica y el ejercicio de la libertad de ex-
su ser, introduciendo en él necesidades «innecesarias». presión en favor de la razón instrumental y tecnológica..
La sociedad es totalitaria, no tanto política y terrorística- Este tipo de comprensión del desarrollo no tematiza ni
mente (eso también sucede, pero no puede decirse que hace historia del sufrimiento humano. Se olvida del su-
sea general), sino sobre todo económica, social y psicológi- frimiento, ya que sólo los arribistas y los que triunfaron
camente. Para poder vivir en su estructura inhumana ne- cuentan la historia a unas élites. Para ellos el sufrimiento
cesita hombres espiritualmente anémicos y débiles en el es hediondo e inútil, un peso muerto en el cerro de la
ejercicio de la razón crítica. Así se transforman rápidamen- historia. Por ello se olvidan de que existe un recuerda
te en objetos manipulables. del sufrimiento, como dice J. B. Metz, del que brota el
Después de la proclamación de la muerte de Dios se futuro, un recuerdo que puede despertar visiones peli-
ha proclamado la muerte del hombre. Realmente ésta es grosas. La sociedad establecida parece temer el contenida
la consecuencia de aquélla, como vislumbró el mismo subversivo de la memoria. «No tiene nada de casual qué
Nietzsche (10). La fantasía creadora de contestación y de la destrucción del recuerdo sea una medida típica de la
alternativas corre el riesgo de verse ahogada en el anoni- dominación totalitaria. La esclavitud del hombre comienza
mato de un estructuralismo tecnológico que dirige el pro- cuando se le quitan sus recuerdos. Aquí reside el princi-
ceso social, prescindiendo de la libertad y del propio hom- pio y fundamento de toda colonización. Todo levantamien-
bre. En nombre de la eficiencia de las decisiones técnicas to contra la opresión se nutre de la fuerza subversiva que
se niega la discusión del sentido humano y político de late en el sufrimiento hecho recuerdo. En este sentido, el
las mismas. Se reprime la inteligencia política y la razón sufrimiento no es algo puramente pasivo, una "virtud"'
que renuncia a la acción. Es, o puede ser, la fuente dé
una acción históricamente liberadora. Así, el recuerdo del
(9) Ofrece una buena bibliografía de las investigaciones sobre sufrimiento acumulado se opone al cinismo de los actua^
la guerra y la paz, E. KRIPPENDORFF, Friedensforschung, Colonia-
Berlín 1968; G. SCHARFFENORTH y W. HÜBER, Bibliographie zur Frie- les detentadores del poder político» (11).
densforschung, Munich 1970; D. SENGHAAS, Zur Pathologie des
Rüstungswettlaufs, Friburgo 1970; H. R. SCHLETTE, Religionen, Relí
gionswissenschaft und Friedensforschung, en Einführung in das
Studium der Religionen, Friburgo 1971, 174-190.
(10) Cf A. DÜMAS, Dios como protesta contra «la muerte del (11) J. B. METZ, El futuro a la luz del memorial de la pasión,.
hombre», en «Concilium» 76 (1972), 389-405. a. c , 323.

144 145
• En la historia patria advertimos la siguiente paradoja:
4. La historia del Brasil ha sido escrita por manos blancas «La minoría dominante —conservadora o liberal— ha sido
siempre alienante, antiprogresista, antinacional y no con-
temporánea...» (15). «Los dirigentes no se reconciliaron
La! verdad de esta afirmación puede ilustrarse rápida-
nunca con el pueblo. Nunca vieron en él una criatura de
mente1 recurriendo a nuestra historia patria. Esta ha sido
Dios, nunca lo reconocieron, ya que les hubiera gustado
escrita solamente por manos blancas; en ella no han habla-
que fuese lo que no era. Nunca vieron sus virtudes ni
do los negros, los indios ni los mulatos (exceptuando, en
admiraron sus servicios al país y, cuando lo vieron cre-
este último caso, al mulato Capistrano de Abreu). Una his-
cer y él les fue negando poco a poco su aprobación, cons-
toriografía oficial al servicio de las élites dominantes ha
piraron para colocarlo de nuevo en la periferia, en el lu-
creado el mito del brasileño como homo cordiaiis y de la gar que siguen creyendo que le pertenece» (16). Por otro
tradición pacífica del país, con el objeto de sofocar los lado, las mejores construcciones son fruto del pueblo: la
clamores de los oprimidos y alimentar el hambre de poder unidad lingüística y política, la expansión e integridad te-
de las minorías dominadoras. El eminente historiador José rritoriales, la homogeneidad cultural, la tolerancia racial
Honorio Rodrigues, en su estudio sobre ha política de con- y religiosa. En el pueblo, y no en las élites poderosas, es
ciliación: historia cruenta e incruenta (12), desenmascara donde ha prevalecido el espíritu de reconciliación que ate-
semejante interpretación ideológica de nuestro pasado. La nuaba los antagonismos raciales y sociales. Si la masa in-
^historia brasileña está llena de sangre; sus cimientos, como dígena y negra, mestiza y mulata era en sus relaciones
•observa Capistrano de Abreu, se asentaron sobre san- humanas esencialmente conciliadora, se mostraba, sin em-
gre (13). Dice J. H. Rodrigues: «Fue [por tanto] sobre bargo, inconciliable en las relaciones políticas. Mostraron
la base del terrorismo, aquí, en la India o en África, un rudo inconformismo que produjo grandes derramamien-
como se impuso la paz cristiana y se sujetó a pueblos en- tos de sangre hasta el punto de que Capistrano de Abreu
teros a la ley de los colonos. Inspirar miedo a los cris- escribe que al final del período colonial «el pueblo quedó
tianos, dominar a las gentes por la guerra, amedrentar- castrado, vuelto a castrar y desangrado» (17). No es éste
las con grandes amenazas, domarlas y sujetarlas al yugo el lugar para referirnos a las campañas cruentas contra
y a la sumisión, quitarles las tierras y los sembrados y los indios y los negros y las revueltas populares de los
repartírselas a los colonos: ése es un cuadro resumido colonos contra los excesos fiscales, los favores y privile-
'de los contactos luso-indígenas del primer siglo, que em- gios por parte de la pequeña minoría dominante que venía
papó nuestra tierra de sangre indígena, a pesar de los es- de la metrópoli y se iba luego que la fortuna le había
fuerzos de la catequesis jesuítica, cada vez más celebrada hecho la merced que deseaba (18).
y alabada por ser la historia triunfadora y oficial» (14). La independencia no fue simplemente un regalo portu-
gués: «Hubo aquí, como en toda América, un gran derra-
(12) En Conciliagáo e reforma no Brasil. Um desafio histérico-
cultural, Civilizacáo Brasileira, Río de Janeiro 1965, 23-111. (15) Ib., 15.
(13) C. DE ABREU, O descobrimento do Brasil e seu desenvolvi- (16) Ib., 14.
mento no século XVI, Río de Janeiro 1883, 59-61; J. H. RODRIGUES, (17) Citado por RODRIGUES, O. C, 30.
•o, c, 28. • (18) Ib., 27-30.
(14) J. H. RODRIGUES, O. C, 24.
147
146
mamiento de sangre» (19). La regencia y las reformas tra- «De 1930 en adelante sólo hay golpes de Estado, ya
jeron consigo, como demuestra Rodrigues con muchos da- que el temor de involucrar al pueblo, lleno de reivindi-
tos, una nueva historia llena de crueldades (20). A su vez,, caciones sociales, ha enseñado a las facciones divergentes
también los dirigentes republicanos produjeron una his- a procurar el asalto rápido y, si es posible, sin derramar
toria cruenta. La revolución federalista (1892-1895) costó sangre. La frase de Antonio Carlos al comenzar el movi-
más de 10.000 vidas en treinta meses; la campaña de los miento de 1930, "hagamos la revolución antes de que el
«canudos» fue un crimen, afirma Euclides da Cunha en su pueblo la haga", significa precisamente esto, el asalto del
obra inmortal, Os sertóes: no quedó ni un solo prisio- poder sin el pueblo, para que las facciones oposicionistas
nero (21). de la minoría no se vean obligadas a mayores concesio-
«Los trabajadores brasileños —esclavos, obreros y ha- nes sociales» (25).
bitantes del sertao— fueron los eternos proscritos del pro- La historia reciente del Brasil está en continuidad con
ceso histórico; liberados los primeros en 1888, los obreros su pasado y está aún por ser contada con todos sus muer-
tuvieron que esperar a 1930 para tener unos derechos tos y asesinados.
sociales inicialmente reconocidos» (22). La historia conmo- La colonización ibérica en el resto del continente lati-
vedora del líder obrero Manuel de O, Cien años de sudor noamericano no ha sido menos violenta y represiva. La
y sangre, es una prueba de la lucha obrera por sus dere- historiografía oficial ensalza a los conquistadores y la con-
chos más fundamentales (23). quista; es que no ha oído la historia y los gemidos de
«Las revueltas populares fueron sofocadas a hierro y la anticonquista (26), de aquellos que sufrieron la vio-
fuego y sus líderes ahorcados o fusilados. Jerónimo Bar- lencia y la depredación de una forma tan inhumana que en
balho Bezerra, en Río de Janeiro en 1661; Manuel Be- 50 años de colonización ibérica se produjo una hecatom-
quimáo y Jorge Sampaio, en el Marañón en 1685; Felipe be demográfica que redujo la población autóctona a me-
nos de la quinta parte (27). El gran defensor de los in-
dos Santos, en Minas en 1720; los cuatro jefes de la re-
dios, el obispo Bartolomé de las Casas, escribió en 1552
belión de los sastres, en Bahía en 1798; Tiradentes, en
en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias
Río en 1792; los trece de 1817, en Pernambuco, incluso
las dos formas de comportamiento de los conquistadores
los padres Roma y Miguelinho; los quince de Pernambuco, respecto al indio: «Dos maneras generales y principales
en Ceará y en Río en 1824, entre los que estaban fray han tenido los que allá han pasado, que se llaman cris-
Caneca, los padres Moroó y Tenorio, sin contar los que tianos, en extirpar y raer de la faz de la tierra aquellas
murieron en la lucha, en el destierro, los que renunciaron, miserandas naciones. La una por injustas, crueles, sangrien-
se mataron o se comprometieron con el mecanismo de tas y tiránicas guerras. La otra, después que han muerto
los conformistas» (24).

(19) Ib., 35. (25) Ib., 126.


(20) Ib., 42-50. (26) M. LEÓN-PORTILLA, El reverso de la conquista. Relaciones az-
(21) Ib., 72-73. tecas, mayas e incas, México 1970.
(22) Ib., 123. (27) Citado por R. A. COBIÁN, Factores económicos y fuerzas polí-
(23) A. C. O. DO RECIPE, 100 anos de suor e sangue. Homens e- ticas en el proceso de liberación, en Fe cristiana y cambio social...,
jornadas da luta operaría do Nordeste, Vozes, Petrópolis 1971. o. c, 35.
(24) J. H. RODRIGUES, O. C, 127.

149
148
todos los que podrían anhelar o suspirar o pensar en liber-
gía del cautiverio y en el cautiverio y ver cómo se puede
tad, o en salir de los tormentos que padecen, como son sobrevivir humana y cristianamente dentro de: un mundoi
todos los señores naturales y los hombres varones (porque que se ha vuelto un submundo? ¿Hemos de vivir la situa-
comúnmente no dejan en las guerras a vida sino los mozos ción de Raquel «que llora a sus hijos y no se quiere con-
y mujeres), oprimiéndoles con la más dura, horrible y ás- solar pues ya no existen» (Mt 2,18) o podremos abrir-
pera servidumbre en que jamás hombres ni bestias pudie- claros liberadores en el bosque salvaje, áspero y duro de
ron ser puestos» (28). No es extraño que un historia- la represión y de la cautividad? ¿Queda aún sentido para
dor moderno latinoamericano escriba en tono profético al el sufrimiento de los triturados y de los últimos de la
relatar la historia de la fe cristiana y el cambio social tierra? ¿Tiene el hombre algo con que poder reparar las
en el continente: «El español, el europeo, se escandaliza injusticias practicadas contra el inocente devorado por el
porque los aztecas inmolaban contados indios al dios Sol. afán de lucro? ¿Quién podrá pagar ese precio? (30). ¿Es
¡Hechicería, magia, superstición, sacrilegio!, gritaban los suficiente el perdón? Pero el perdón no sana ni hace cica-
recién llegados. Y..., sin embargo, los indios que morían trizar las heridas. No restablece la armonía con él odio que
en la encomienda, los que entraban por la boca de las dejó rastros de sangre. «Dicen los cristianos que la madre
minas como si fuera la boca de Moloch, los que nunca abrazará al verdugo que arrojó sus hijos a los perros y
salían de la "Casa de la Moneda" de Potosí para no reve- que los tres (la madre, el verdugo y el hijo) exclamarán
lar los secretos, esos millones de indios inmolados al "dios con lágrimas: ¡Eres justo, Señor! No quiero que la madre
oro" (que después serán francos, libras, dólares o rublos) perdone al verdugo —dice Dostoyevski—; no tiene dere-
del hombre moderno europeo (¡la idolatría del dinero!) cho a hacerlo. Que le perdone su sufrimiento de madre,
morirán sin escándalo para nadie. Los cristianos y sus pero no lo que sufrió su hijo despedazado por los perros.
teólogos europeos, reunidos triunfalmente en Trento o en Aunque su hijo le perdonase, ella no tiene derecho a
torno a la Reforma, no verán ningún pecado en el hecho hacerlo» (31).
natural, económico y político de la inmolación de una En estas frases está encerrado todo el drama para una
raza al proyecto de "estar-en-la-riqueza"» (29). teología del cautiverio. No en términos del sufrimiento
Esta inmolación prosigue hoy todavía en todo el con- de un niño. Sino en términos de toda una situación de
tinente que vive en un régimen de dependencia econó- marginación, de hambre, de inanición en que viven millo-
mica, social y religiosa. ¿Cómo hablar de liberación en nes de hermanos nuestros en el continente latinoamericano.
una situación de cautividad? ¿No sería más realista, en ¿Hay otra posibilidad de vivir, a pesar de todo, el Sen-
tido radical más allá de la revuelta y de la revolución?
vez de hacer una teología de la liberación, hacer una teolo-

(28) Eudeba, Buenos Aires 1966, 36; cf L. HANKE y G. FERNAN-


DEZ, Bartolomé de las Casas: bibliografía para el estudio de su vida,
Santiago de Chile 1954. Las obras selectas de Fr. Bartolomé de las
Casas fueron publicadas por J. Pérez de Tudela I-V, Madrid 1957- (30) Cf las excelentes reflexiones de J. ROMER, Esperar contra
1958; cf E. HOORNAERT, Las Casas ou Sepúlveda?, en «REB» 30 (1970), toda esperanca, Río de Janeiro 1973.
85<W0. (31) Los hermanos Karamazov, Bruguera, Barcelona 1966, 201
(29) E. D. DUSSEL, Historia de la fe cristiana y cambio social (cita ad sensum). ;
en América Latina, en Fe cristiana, o. c , 70-71.
151
150
tensión como agresividad, bien en la auto-realización vital
Ií. INTENTO DE DETECTAR EL SENTIDO DE LO SIN- •del Eros. En las personas en que se acentúa el instinto
SENTIDO de muerte, surgen los fenómenos del sadismo y masoquis-
mo y hasta la autodestrucción por el suicidio.
Los problemas que acabamos de señalar no interesan Einstein, en septiembre de 1932, reflexionando en la
solamente a la teología. Todo el hombre se debate con el experiencia de la Primera Guerra Mundial, donde las ma-
misterio del mal, del sufrimiento, de la culpa y de la nifestaciones de odio asumieron carácter de masa, planteó
historia de la opresión. Las élites del poder opresor ela- en una carta esta pregunta a Freud: «¿Cómo es posible
boran continuamente mecanismos de disculpa que las dis- que la masa se deje inflamar hasta el delirio y el auto-
pensen de las corresponsabilidades en el exceso de sufri- sacrificio» (35) por unos incitadores demagogos? «¿Cabe la
miento en el mundo. No queremos analizarlos aquí, ya posibilidad de dirigir de tal manera el desarrollo psíquico
que ha sido brillantemente hecho por otros (32). Desea- de los hombres que se vuelvan capaces de resistir las psi-
mos más bien referir los intentos científicos y después los cosis del odio y de la destrucción?» (36). En su respuesta,
ensayos de reflexión teológica relativos al problema y al Freud hace la historia del desarrollo de la agresividad y
misterio de la cautividad. del poder que se organiza para hacer frente a otros más
poderosos. Esto es lo que produjo siempre guerras y la
satisfacción del instinto de muerte. A los hombres les es
1. Freud: la agresividad como expresión del instinto de
imposible controlar totalmente el instinto de muerte; in-
muerte
cluso es necesario este instinto para poder mantener el
propio instinto de vida: «Un ser vivo conserva su propia
La virulencia de la primera guerra europea llevó a
vida en cuanto que puede destruir una vida extraña» (37).
Freud a intentar discernir el sentido de la agresividad
Por eso juzga Freud una ilusión el ideal marxista de una
humana. El tema fue recogido sucesivamente por Freud (33)
•sociedad sin lucha de clases. Lo que hay que hacer es ilus-
y en diversos lugares dio a entender que es tan enigmá-
trar racionalmente a los hombres, destruir las falsas auto-
tico, que se aproxima a las explicaciones metapsicológicas
ridades y crear una convivencia humana, sin élites de nin-
de G. Th. Fechner, Schopenhauer y Nietszche (34). Freud
gún género, en la que cada uno someta sus instintos a la
representa el conflicto de la vida humana como una lucha
«dictadura de la razón» (38). Hay que activar todas las
alterna entre el instinto de muerte y el instinto de vida,
fuerzas de la Libido objetivando el amor, la convivencia
entre Eros y Thánatos. Ambos pretenden alcanzar el má-
pacífica y una cultura que facilite el encuentro de los hom-
ximo de liberación de las tensiones, bien descargando la
bres con sus semejantes. Vivimos en un peligro extremo,
ya que las ciencias pueden desarraigar a los hombres de
(32) Cf J. B. METZ, Erlósung und Emanzipation, o. c , 127-131;
O. MARQUARD, Wie irrationál kann Geschichtsphüosophie sein?, en sus más últimas raíces. ¿Qué es lo que nos espera? Freud
*Phil. Jahrbuch» 79 (1972), 241-253.
(33) Freud toca expresamente este asunto en sus obras Zeitge-
masses über Krieg und Tod; Jenseits des Lustprinzips; Warum (35) Citado en ib., XVI, 12.
Krieg?, en Gesammelte Werke, Londres 1952 ss. (Hay trad. esp. de (36) Ib.
las Obras completas, en Biblioteca Nueva, Madrid 1968.) (37) Ib., 22.
(34) Ib., XIV, 86. (38) Ib., 24.

152 153
no está convencido del éxito logrado por el esfuerzo huT del propio entusiasmo que conduce a la ceguera y a inter-
mano: «Hambrientos, pensamos en ese molino que muele minables manifestaciones de violencia.
tan lento que podemos morir de hambre antes de que sah Lorenz hace una profesión de fe, casi en un lenguaje
ga harina» (39). mitológico, en él poder de la razón sobre el instinto de
Según esta explicación científica, el hombre está con- destrucción. Llegará el día en que los hombres puedan rea-
denado a los desmanes de sus propios instintos de des^ lizar de forma admirable los grandes anhelos de paz y
trucción, de agresividad y de muerte. fraternidad de un verdadero humanismo (41).
Los politólogos no comulgan mucho con este optimis-
mo de Lorenz: «En cuanto que todo permanece tal como
2. Konrad Lorenz: las opresiones y las guerras como está esencialmente, no creemos en un mundo pacífico, que
deformación histórica del instinto bueno de agresividad no llegará por grandes que sean los esfuerzos y atinados
los métodos empleados» (42).
K. Lorenz, el famoso investigador del comportamien- Se puede establecer un ideal: «La guerra sólo desapa-
to animal y humano, se aleja de Freud al afirmar que él recerá de la sociedad humana cuando se le conceda a la hu-
instinto de agresividad no está en contraposición con él manidad, de otra manera, todo aquello que durante siglos
instinto de vida. Es un instinto como cualquier otro y solamente conseguía por la guerra» (43). Pero ¿cómo rea-
pertenece a la propia estructura de conservación de la lizar esto? ¿Podemos seguir esperando un consentimien-
vida (40). El que se haya desarrollado como peligro para to en la renuncia a la violencia, en la defensa de la vida,
la vida y destructor del hombre y de la sociedad, se debe de los valores morales y de la propia conciencia? El paci-
a factores ambientales y culturales. La cosa comenzó con fismo absoluto es tan ilusorio como la agresividad absoluta
la hominización mediante la utilización de la razón. Fue del homo homini lupus. La vida es un combate irrefraga-
ésta la que produjo el arma. El arma le permitió al hom- ble entre el bien y el mal, entre el instinto de vida y el de
bre reaccionar más rápidamente que el instinto y por éso muerte, entre la entrega y la posesión.
dominar sobre 3os demás. Las defensas contra el instinto ¿Basta este recurso a los mecanismos de disculpa,
de agresividad se fueron haciendo cada vez más reduci- apelando a los dentistas Freud y Lorenz, para compren-
das. Hoy el instinto impera de tal modo que ninguna sor der la cautividad a la que está encadenado el hombre?
ciedad posee instrumentos para controlarlo. El hombre Es verdad que estos dos sabios detectaron las raíces pro-
está entregado a las catástrofes de su propia agresividad fundas del problema. Dieron una ex-plicación científica a
que lo hace insaciable. Lo que hay que hacer es reorientar partir de las causas inmanentes al propio fenómeno de
la agresividad hacia otros sustitutivos, como los deportes, la agresividad, que se desdobla en opresión, instinto de
las disputas políticas, el autocontrol y el dominio crítico dominación, etcétera. Constataron y dieron pruebas. Pero
no basta con ver y descubrir los hechos científicamente y
(39) Ib., 24.
(40) Cf Das sogenannte Bose. Zur Naturgeschichte der AggYes-
sion, Viena 1964; Zur Naturgeschichte der Aggression, en «Neue (41) Das sogenannte Bose, 413.
Sammlung», Góttinger Blátter für Kultur u n d Erziehung 4 (1965), (42) W. FUCKS, Formeln zur Macht, Stuttgart 1967, 180.
296-308. •;••.; (43) Ib., 179.

154 155
-elaborar un esquema explicativo por causas controlables
por la razón crítica. Todavía cabe una última pregunta:
¿qué sentido humano poseen esos hechos?, ¿cuál es su
significado dentro de una comprensión del ser y de la his-
toria? Aquí comienza una reflexión que va más allá de la
ciencia, que trasciende las explicaciones y pide la detec-
tación de un sentido radical. La filosofía y la teología cons-
tituyen las actividades humanas que se proponen refle- VII
xionar sobre el Sentido radical de los fenómenos. ¿Qué
pueden decirnos ellas? MAS SOBRE LA TEOLOGÍA DEL CAUTIVERIO:
LA ESTRUCTURA DE LA MODERNIDAD

La teología de la liberación nos ha hecho reflexionar


sobre la cautividad, cuna de las ansias de liberación. Esta
es engendrada y crece en el seno de la opresión. Al
nacer, rompe con un esquema de opresión, inaugura una
nueva situación más liberadora; no obstante, al ser una
situación, se muestra siempre limitada y por eso mismo
con nuevos mecanismos de opresión. La liberación no
consigue nunca ser una conquista definitiva; es un pro-
ceso permanente de huida de todos los Egiptos de la his-
toria. Se encuentra siempre en éxodo.
Esta estructura formal, objeto ya de reflexiones ante-
riores, se agrava enormemente cuando constatamos que
la dominación y la cautividad instauradas en casi todas
las partes de nuestro continente latinoamericano y en las
estructuras de nuestra civilización moderna llamada pro-
gresista y emancipadora paralizan y hacen abortar un ver-
dadero proceso de liberación. En el capítulo anterior pre-
guntábamos con angustia: ¿por qué el hombre se revela
incapaz de mantenerse en un proceso liberador y cae en
formas inhumanas, irracionales y atávicas de opresión y
de violencia?

156 157
todavía mayor de estas manifestaciones hasta que se agoten
Freud y Lorenz intentaron una justificación científica.
todas las posibilidades. Por eso la violencia de hoy, por
Realmente, el instinto de muerte en Freud y la agresivi-
muy dramática que se nos antoje, no es ni mucho menos
dad, pasión buena pero que históricamente se torció como
sorprendente. Es lógica. Deriva sistemáticamente del sen-
violencia destructiva, en Lorenz, no constituyen explica-
tido que el hombre ha dado al ser y a la vida humana.
ciones suficientes. Diríamos más bien que son mecanismos
\ Para superarla no valen de nada las pomadas sobre
de disculpa. Tanto el instinto de destrucción como la
la-herida, los remiendos nuevos en el paño viejo ni las
pasión por la violencia son figurativos. No son causas. Son
interminables llamadas morales en favor de una mayor hu-
consecuencias y expresiones de una causa más fundamental.
manidad. Hay que proceder a una verdadera revolución es-
El hombre no es ciertamente un aborto de la crea- tructural del propio sentido dado a la vida.
ción, esencialmente mal construido por la naturaleza. Es •.-'.•' ¿Cuál es el sentido de ser y de vivir que está presente
un ser que ha sido capaz, y tiene poder para ello, de auto- en las opciones estructurales y engendradoras de nuestro
determinarse a sí mismo para la destrucción y de perver- mundo violento y opresor? El sentido latente que sustenta
tir su naturaleza para una dominación violenta. De ahí nuestro mundo actual consiste en entender el ser y la
la necesidad de una reflexión que vaya más allá del pro- vida como conocer y el conocer como poder. Esto no tiene
yecto científico e intente detectar una causa más radical nada de extraño. Parece muy natural. Lo sería realmente
que ilumine (quizá sin poderse ex-plicar) el drama del cau- si el hombre no hiciera del conocer y del poder la última
tiverio histórico del hombre. Esta es la preocupación de instancia de todo, el criterio de verdad y la base de las
este capítulo. relaciones entre los hombres. La razón que conoce no se
quedó solamente en razón; se transformó en racionalismo.
La voluntad que puede no se quedó sólo en voluntad;
I. LA CAUTIVIDAD EN EL PENSAMIENTO RADICAL:
degeneró en voluntad de poder como dominación de otros.
EL CONOCER COMO PODER
Aquí reside el drama estructural que empapa toda la
trama del hombre moderno, que surgió cuando el pensar
El pensamiento radical se propone la tarea ardua de mítico entró en su ocaso y brotó la razón con su poder
darse continuamente cuenta de que en todo lo que deci- de: Jií-cursividad y de ¿/¿r-cernimiento.
mos, definimos y explicamos hay algo que no se dice, que
no se define y que no se explica. Efectivamente, lo que
decimos es figurativo y remite a una realidad más fun-
1. El racionalismo: la gestación del dinosaurio
damental que la que podemos decir y por tanto domi-
nar. En el caso presente, el predominio de la violencia y
Es propio de la razón hacerlo todo translúcido y ra-
la persistencia de la opresión dan cuerpo a un sentido de
cional, dar razones de todas las cosas y resolver todos los
ser y de vivir que el hombre se ha dado a si mismo. Este
problemas. La razón no se detiene ante ningún enigma.
sentido de ser sólo podría engendrar lo que engen-
Quiere escudriñarlo todo. Sufre si no lo consigue. El su-
dró: opresión y cautividad. Mientras perdure ese sentido
frimiento engendra otras fuerzas de conocimiento. La ra-
de ser y de vivir querido por el hombre, habrá siempre
zón es esencialmente poder. Por eso la razón no tolera
violencia y dominación. Más aún, habrá una exasperación
159
158
un poder que pueda escapar de su dominio. Es luz; no- el hombre instrumentalizó la razón para conocer cada vez-
soporta tinieblas que se sustraigan a su influjo. Pero resulta más. En ello obedeció a la dinámica de la propia razón,,
que surge un problema ante el que se decide la suerte de que quiere correr y dis-currir cada vez más aceleradamente:.
la razón: existe lo a-racional y el misterio. No se trata Fue acumulando datos, fue conociendo cada vez más so-
de un dogma. Se trata de una experiencia de la propia bre cada vez menos, sistematizó sus conocimientos en cien-
razón. No hay motivos —de razón— que expliquen la cias cada vez más diversificadas, los transformó en técnicas,
razón y su aparición. La razón puede justificarlo todo me- de dominación del mundo. La razón produjo obras faraó-
nos a sí misma. Las razones comienzan con la razón. La nicas y puede estar orgullosa de su poder. Todo ha sido
razón misma es inexplicable. Explica, pero no se explica. hecho objeto de conocimiento: el mundo, la persona, e
Simplemente es (1). Se siente como un límite para sí incluso Dios. El mundo moderno forma la era del impe-
misma. Reposa sobre algo que escapa a su poder y que rio de la razón. La propia teología se entiende como el
no es razón. Es a-racional. Es misterio. La razón se deriva ejercicio de la razón, en el interior de la fe, para conocer
de lo a-racional y del misterio. Pero el misterio y lo a- mejor y para amar más profundamente los misterios de
racional no resultan de ninguna razón. Simplemente son. Dios.
Decir razón es decir exigencia de lazos lógicos, de co- Y llegó el drama del destino de la razón: la razón se
herencia, de necesidad. Pero la razón misma está fuera de entusiasmó de tai modo con su luz, se encantó de tal for-
eso, ya que ninguna necesidad o ningún lazo lógico con ma con su poder y se embaucó tan profundamente con
ninguna causa exigiría la existencia de la razón (2). Existe sus obras que se creyó verdaderamente todopoderosa: la
en la pura gratuidad de ser y en la jovialidad de estar-ahí razón lo puede conocer y dominar todo; es cuestión de
simplemente. tiempo, de interés y de perseverancia. Se olvidó de las
Así, pues, el conocer reposa sobre un no-conocer; su tinieblas de donde había nacido, ignoró el misterio donde
poder se asienta sobre un no-poder; su luz brota de las se asentaba, cerró los ojos ante la gratuidad de su propia
tinieblas; su racionalidad descansa en una a-racionalidad' existencia a-racional. Lo racional sería reconocer que su
o en un misterio. La razón, a pesar de todo su poder, conocer está a merced de un misterio y que por tanto ella
se encuentra en una impotencia fundamental: no puede es siempre derivada y está en una situación de profunda
domesticar su origen. El conocer está dentro de un no- humildad. Su conocer se transformaría en saber y su co-
conocer. La razón es un ojo que lo ve todo, pero no' nocimiento en sabiduría; sería el saber de todas las cosas
puede verse a sí misma. vistas a partir de su último fundamento. La razón que se
¿Cómo se ha portado históricamente el hombre frente olvida de que es derivada y dependiente se vuelve irracio-
a este problema de la razón? Desde que surgió la razón- nal, porque afirma lo que no es, se enorgullece, se oprime
como conciencia de razón allá por los años 800-500 a.C. (3),. a sí misma y a los demás. Empieza a correr cada vez más,
no se sacia con nada, se atropella en su propio correr
(1) Para esta problemática véase el libro fundamental de J. intentando disolver todas las tinieblas y resolver todos los
KAMP, Souffrunce de Dieu, vie du monde, Castermann 1971, espe- misterios. En teología esto significa que entiende el Mis-
cialmente 47-92.
(2) Ib., 55-56. terio, no ya como fuente de la razón, sino como obstáculo
(3) Cf K. JASPERS, Vom Vrsprung und Ziel der Geschichte, Frank- a la razón. El Misterio no es ya lo ilimitado de la razón,
furt-Hamburgo 1955, 34-35.

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"sino su límite. Se define al misterio como aquello que no traducción práctica del sistema lógico instrumentalizado
puede ser conocido por la razón, en vez de entenderlo en la modificación del mundo y de la sociedad. No que-
como aquello que puede ser cada vez más conocido por la remos ser mal comprendidos y levantar una sospecha ge-
razón. Cuanto más se conoce, en vez de disminuir el mis- neral contra la racionalidad y el poder. La racionalidad y
terio, más aumenta el conocimiento de su misteriosidad. el poder son legítimos. Pero se vuelven irracionales ape-
El misterio, y no la razón, es el punto de referencia, ya nas se absolutizan y se olvidan de que están al servicio
que el misterio es la fuente de donde mana la razón y la del misterio de la vida. Lo que aquí se denuncia como
racionalidad. En su substantivación, al olvidarse de su ori- estructura subyacente a nuestra sociedad, que se vuelve
gen misterioso o a-racional, la razón se hizo omnipotente. opresora de los demás y mala en sí misma, no es la razón
No admitió ninguna instancia superior a ella. Por eso se sino el racionalismo y la racionalización, no es el poder sino
-exacerbó cada vez más, intentando dar solución a todo y la dominación y la violencia. Y esto se debe al sentido
queriendo acabar con todas las tinieblas. Quedó descarta- que el hombre ha conferido a la vida como afán de co-
do todo lo que no era racional. Lo otro, lo diferente, el nocimiento y de acumulación de poder, olvidándose del
misterio, queda pisoteado, si es necesario, por la violencia. misterio que soporta a ambos. El cultivo del espacio del
Nació así un dinosaurio, inmenso y fuerte, tan gigantesco misterio lo preservaría ciertamente de la radicalización
biológicamente que se hizo frágil para resistir las transfor- de la razón y de la exageración del poder, lo llevaría a
maciones de la vida. Los dinosaurios acabaron por des- una actitud de gratitud y no de arrogancia, de humildad
aparecer (4). y no de orgullo. La razón y el poder —conviene consta-
El mundo moderno de la racionalidad es como el dino- tarlo— son en sí mismos inseguros porque no poseen la
saurio: se volvió absurdo e irracional, precisamente por razón en sí mismos; su fundamento es lo a-racional, el
su afán de creerse y de hacerse racional. No dio lugar al misterio y el no-poder. Al substantivarse e independizarse
misterio, de donde brota la razón. Por eso perdió el res- buscan su propia seguridad. No les interesa tanto la ver-
peto y la sacralidad de todas las cosas, convertidas en dad como la certeza. En consecuencia, los sistemas y las
objeto de conocimiento y de domesticación. La razón no instituciones se autodefienden dentro de la lógica que les
se entendió como figurativa y reveladora del misterio, sino es propia, que es la lógica del poder. La razón es utilizada
como realidad subsistente en sí misma, como si tuviera para justificar el poder por un proceso de realización del
en sí misma la razón de su existencia. mismo; le corresponde legitimar su uso para perpetuarse
junto con el poder; son racionales los medios que garan-
tizan y robustecen la perpetuidad del sistema del poder
2. El poder: la lógica del dinosaurio vigente. Lo decisivo consiste en el funcionamiento del sis-
tema que se ha montado. Si el ideal de un grupo se pone
Expresión típica de la razón es el conocimiento eri- en la seguridad nacional, es lógico destruir todo lo que
gido en sistema lógico y la institución del poder como se opone a ella, aunque esto suponga la máxima represión.
Para una concepción militarista del mundo, son lógicas y
racionales las armas bélicas más exterminadoras, aunque
(4) Cf R. ALVES, II Figlio del Domani, Immaginazione, creaíi- pongan en peligro el planeta, con tal que aseguren la
vita e rinascita della cultura, Queriniana, Brescia 1974, 11.

162 163
supremacía militar de una parte del mundo sobre otra. la racionalización o la ideología que contrapone la socie-
Para un sentido capitalista de la vida centrado en la acumu- dad premoderna a la moderna; antes lo permanente era
lación de poder en términos de riqueza y de posesión la constancia, hoy lo permanente es el cambio. Las nove-
acumulativa de los medios de producción, es lógico y ra- dades se multiplican día a día hasta llegar a agotar la
cional lo que favorece y ofrece mejores instrumentos para fantasía creadora. ¡Triste ilusión! Nunca se ha verificado
ello; es irracional e ilógico lo que obstaculiza semejante un cambio estructural; la estructura del poder ha perma-
proyecto humano. necido intacta y hasta se ha robustecido, ya que la forma
Decía atinadamente Rubem Alves: «En la organización como crece consiste en acelerar el ritmo de consumo y
no encontramos la lógica de la vida que crea un espacio de adquisición de tal manera que «por un toque de magia
y un tiempo propios, sino más bien la lógica del poder lo que antes era agradable, hoy se hace insoportable-» (6).
que transforma la vida en una mera función. Desde que la El sistema se ha armado de las astucias más refinadas
lógica del poder reconoce un único valor —la defensa y para perpetuarse con medios casi invisibles. La acumula-
el incremento del poder— e ignora por completo las exi- ción de las riquezas y del poder puede engendrar contra-
gencias de la vida, será inevitable que el mundo de la or- dicciones humanamente deletéreas en la sociedad, ha ra-
ganización conspire contra la vida. No podrá haber nin- cionalización ha inventado el camino de controlar el pla-
guna coexistencia pacífica entre el ideal democrático y cer y de crear el monopolio del entretenimiento. Así, los
el mundo de la organización tal como se realiza en nuestra mismos medios que tienen en sus manos el poder son los
sociedad moderna» (5). que organizan el ocio por todos los canales de comuni-
La propia ciencia, que en su ideal intenta ser genera- cación de masa. Se intenta atrofiar, o por lo menos aca-
dora de nuevas posibilidades, está sustentada de hecho por parar, todas las formas de distracción para que se trans-
el poder e instrumentalizada para el mantenimiento de formen en una función del sistema. Todas las formas de
ese poder. Posee la misma respiración que el poder; res- fantasía creadora, artística, intelectual, religiosa y mística
pirará mientras pueda respirar el poder, ya que es una que pueden ser profundamente gratificantes resultan sos-
función del mismo. pechosas al prescindir del círculo cerrado del poder y por
¿Cómo se mantiene el poder? Por el poder mismo en eso son difamadas como subversivas.
términos de violencia, cadenas, torturas, sanciones econó- Tanto el sistema capitalista de las sociedades occiden-
micas, presiones políticas. Solamente sistemas sumamente tales como la planificación económica y tecnocrática de los
irracionales utilizan todavía la violencia como forma de países socialistas se mueven estructuralmente dentro del
auto-sostenimiento del poder. Los sistemas más racionali- mismo horizonte del poder como dominación y de la razón
zados echan mano de otros medios más rebinados: man- como racionalización legitimadora del poder establecido.
tienen el control de la fantasía científica. Cada día lan- El poder racionalizado se ha vuelto casi invisible y se ha
zan nuevos productos al mercado; se realizan «progresos» apoderado de casi todas las conciencias. Estas se han visto
notables y se acelera enormemente la historia con los me- ahogadas en su espíritu crítico y en su ejercicio de libertad
dios de comunicación, tribalizando a toda la tierra. Se crea

(6) Para toda esta parte, cf el sugestivo análisis de R. ALVES,


(5) Ib., 26. ¡7 Figlio del Domani, o. c , 12-67, aquí 38.

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para la vida. El monopolio del poder se ha hecho invisible^ quiere autodestruirse por completo. Esto es lo que anunj
pero agudamente perceptible por la dominación del centró ciaba ya la vieja sabiduría de China, cuando se proponía
sobre las periferias. El centro y la periferia no son sola- exactamente este mismo problema. Cuenta Chuang-tzu:
mente magnitudes geográficas, sino que están sumergidas «Había un hombre que se sentía perturbado al contem-
dentro de una misma sociedad. Las grandes empresas mul- plar su sombra y tan malhumorado con sus propias hue-
tinacionales están presentes por todas partes; le hacen el llas que creyó mejor librarse de ellas. El método que
juego al poder económico aliado con el poder militar y encontró fue el de huir tanto de la una como de las otras.
tienen el monopolio de las grandes decisiones que afectan Se levantó y se puso a correr. Pero siempre que ponía
al destino de millones de seres. el pie en el suelo, aparecía otro pie; y su sombra le acom-
La lógica del dinosaurio es el poder que quiere más pañaba sin ninguna dificultad. Atribuyó este hecho a que.
poder. ¿Hacia dónde caminará ese sentido de ser y de no estaba corriendo como debía; entonces se puso a correr
poder? Se está acelerando de tal manera que está a punto cada vez más, sin parar, hasta que cayó muerto en tierra».
de alcanzar el límite de sus posibilidades. Brota por todas Su error consistió en no haberse dado cuenta de que, ape-
partes una crítica del sistema como sistema, por una ma- nas pisase en un lugar sombrío, habría desaparecido su
yor calidad de vida humana y en contra de la violencia sombra, y que apenas se hubiera quedado inmóvil habrían
que supone aplastar unas dimensiones vitales del hombre dejado de aparecer sus huellas» (7).
y homogeneizar las manifestaciones de la vida para domi- La huida no ha sido liberación. Ha sido motivo de
narlas más fácilmente. Vuelve a surgir el valor de la ima- muerte. El sentido de ser y de vivir, planteado en térmi^
ginación que sueña sueños heterodoxos pava el sistema, nos de dominación de la razón y de violencia del poder,,
pero que pueden ser fermento de un mundo nuevo; brota ha llevado al hombre a una aterradora situación de cau-
la dimensión esperanza del hombre que no se deja reducir tividad. No sólo encadena a los demás en el cautiverio-,,
a la factibilidad del futuro, sino que significa una insa- sino que se encadena a sí mismo, impidiendo que la ra-
ciable y permanente apertura humana para la llegada de lo zón asuma otras funciones distintas de las que instrumen-
absolutamente nuevo y todavía-no-experimentado. Es sólo taliza el poder; la razón que es sabiduría e inteligencia
un germen de liberación dentro de una situación amplia- del misterio de la vida es capaz por eso mismo de dar ve-
mente opresiva. ¿Cuándo se hará historia? neración y santidad a todas las cosas.
El hombre está empezando a comprender que el impe- ¿Ha sido una pura fatalidad el caminar del hombre en
rio de la razón y del poder ha sido un inmenso mecanismo esta dirección? ¿Ha decidido él o lo decidieron otros? ¿No
de huida de la inseguridad fundamental de la razón. En será el ejecutor de un impulso nacido del propio Misterio?
vez de aceptar su a-racionalidad y su misterio, de recono- La reflexión deberá ver no sólo lo que podría haber suce-
cer su radical dependencia, de no rebelarse contra ella, sino dido, sino lo que realmente sucedió. En una visión onto-
acogerla como fiesta de la revelación del Misterio inefa- lógica fundamental podemos decir: el Misterio no ha de-
ble que le confiere la única seguridad digna de tal nom- jado de revelarse. Pero se revelaba bajo la forma de ausen-
bre, se puso a huir y empezó a buscar en la huida segu-
ridades que le revelaban cada vez más su esencial inse- (7) T. MERTON, A Via de Chttang-Tzu, Vozes, Petrópolis 1969,.
guridad. Ha llegado el tiempo de detenerse, si es que no 197-198.

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cia, de recogimiento, de olvido y de muerte. Pero ¿no
será también el hombre responsable de esa ausencia sufri- 1. El mundo es dolor
da, de ese olvido impuesto y de esa muerte causada? Se-
mejante pregunta escapa a una reflexión ontológica fun- Esta limitación es vivida como sufrimiento por la vida
damental. Desemboca en una exigencia de orden teológico. consciente. Como afirmaba Hegel, «toda conciencia de la
¿Cómo se entiende y qué sentido secreto se revela en la vida es conciencia del mal de la vida» (8). La conciencia
cautividad de que somos víctimas? es finita; pero se siente finita, limitada, acorralada, porque
está habitada por lo infinito. Sin la percepción de lo infi-
nito en ella, no se daría cuenta de que es finita, ni sufri-
ría la angustia de ser finita y estar dimensionada para lo
II. LA CAUTIVIDAD EN LA TEOLOGÍA: LA INCAPACIDAD infinito.
DE ACEPTAR EL MAL LLEVA A H A C E R EL MAL Así, pues, el mal está presente en el mundo, es el
propio mundo creado, incluso antes de que existiera en él
En una visión teológica fundamental tenemos que afir- el pecado. El pecado sólo es posible porque existe el mal
mar que el mal, en primer lugar, no se deriva de actos y la imperfección; un ser absolutamente perfecto no caerá
depravados que pueda cometer el hombre, creando por nunca. El mal consiste en estar separado de Dios, en no
'eso una historia del pecado en el mundo. Hay un mal ser Dios, en ser criatura, en vivir por consiguiente la ausen-
«que no depende del hombre y que preexiste a él, un mal cia de Dios.
que no puede ser cometido por un acto reprobable, ya Esta comprensión, que no tiene nada de novedad ya
que es un estado ontológico, vinculado al propio misterio que se encuentra bien elaborada en la tradición cristiana
de la creación. La esencia de la creación es la decadencia. desde Agustín hasta Tomás de Aquino, Duns Escoto y
Es lo que intuyó la escolástica cuando habló del mal meta- los modernos, tiene como consecuencia el hecho de que
físico, que constituye la posibilidad del mal moral y del toda manifestación de Dios en el mundo es forzosamente
pecado. Expliquemos en qué consiste este mal metafísico. limitada y asume un carácter decadente cuando la compa-
Por el hecho de ser creado, el mundo es limitado, contin- ramos con la esencia misma de Dios. Toda revelación es
gente, dependiente, separado y diferente de Dios. No es también una negación; toda presencia de Dios en el mun-
Dios; luego es decadente e imperfecto, por muy grande do incluye igualmente una ausencia. Y es que la presencia,
•que sea su perfección creada; nunca es la perfección de por muy plena que sea, se realiza siempre en lo limitado
Dios; frente a él es siempre imperfecto. Este es el mal del mundo y por consiguiente nunca es la plenitud del
metafísico, mal necesario que no es ninguna transgresión Dios presente. Dios está también ausente en el mundo:
moral de mandamientos, ni culpa alguna, sino simplemente «lo divino surge siempre en el mundo y contra el mun-
la finitud consciente del mundo. do» (9).

(8) Cf Phánomenologie des Geistes (edición de J. Hoffmeister),


H a m b u r g o 1952, 158.
(9) Cf J. NABERT, Le désir de Dieu, 366, citado por J. KAMP,
o. c, 50.

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«No tenemos que extrañarnos de que exista el mal en'
el mundo. Tenemos que extrañarnos del hecho de que de él dentro de la creación; junto con él por nuestro amor,
exista un mundo. Es erróneo imputar a Dios las deficien- pero nunca en él. ha muerte nos ofrece la posibilidad de
cias de este mundo; estas deficiencias son más bien el estar totalmente en Dios y de realizar lo que decía san
hecho de la ausencia de Dios (de su separación) que de Pablo: «Dios será todo en todas las cosas» (1 Cor 15,28).
su presencia activa. Lo que nos confunde es que Dios En esta perspectiva la muerte es un bien; pertenece
permita o haga que la gente se separe de él para refu- a la vida mortal del hombre y constituye la oportunidad
giarse en un mundo de donde él está ausente» (10). de la mayor humanización del hombre en Dios. Algo seme-
La vivencia del mal, de la limitación y de la depen- jante ocurre con el sufrimiento; el sufrimiento no es que
dencia se traduce en términos de sufrimiento, de dolor anticipe la acción destructora de la muerte, sino que «inten-
y de insatisfacción humana. El hombre es sufrimiento y sifica la liberación de nosotros mismos y de nuestra li-
el mundo es dolor. El lo siente; en el corazón de su fe- bertad para la Libertad, que es Dios» (11). Todo sufri-
licidad anida el descontento, ya que esa felicidad no logra miento puede poseer esta estructura, incluso el anónimo,
esconder su fugacidad y eludir la amenaza de ruptura y sin heroísmos de ningún género, silencioso y banal de nues-
de muerte. Toda felicidad humana tiene que saborear el tra existencia limitada.
amargor de su límite; en el fondo, aspira a una felicidad Por consiguiente, el mal y el sufrimiento son el modo
sin ese amargor, suspira por una felicidad que el mundo como estamos siempre en Dios, recordándolo cuando to
no puede dar. davía estamos lejos, viviendo en el destierro de la crea-
El sufrimiento es la forma como el hombre siente la ción. El sufrimiento y el mal constituyen la siembra de la
fugacidad del mundo, de las personas, del amor, y se abre- esperanza, liberan a la imaginación y permiten soñar sue-
ai Absoluto. El sufrimiento posee, a partir de esta com- ños de liberación, de felicidad y de absoluta realización.
prensión, una densidad humana extraordinaria. Obliga al Significan la actividad creacional del hombre, pero tam-
hombre a desinstalarse y a darse cuenta de la caducidad bién su liberación; es un cautiverio con su dimensión abier-
de este mundo con sus proyectos de felicidad; le obliga a ta a la tierra prometida, que está lleno por eso mismo de
abrirse a una dimensión que trasciende por completo sentido y es amable para el hombre. El hombre matinal,
a la creación y a esperar de allí la revelación de su ver- no esclavizado todavía por el pecado, también podía su-
dadero sentido y el sitio donde colocar su más profunda frir y morir. Pero podía sufrir con sentido y morir con
esperanza. El sufrimiento anticipa la muerte. Por la muerte esperanza, porque en ti destierro ya vislumbraba y gozaba
abandonamos no solamente este mundo, sino a nosotros de la patria.
mismos y nuestra corporeidad; la muerte constituye uri
éxodo definitivo de la vida humana en la tierra; somos
totalmente vaciados para poder abandonarnos en manos 2. Pecado: la no aceptación del mal y de la mortalidad
de Aquel que lo puede llenar todo. Si viviésemos indefini-
damente, estaríamos para siempre separados de Dios, lejos- La verdad es que este mal inocente no nos causa pro-
blemas mayores cuando se le interpreta correctamente.
(10) J. KAMP, O. C, 75.
(11) K. J. ROMER, Esperar contra toda esperanca, o. c , 17.
170
171
Pero existe también un mal que es perversión de la crea- las naciones opulentas sobre las naciones apéndices, em-
ción, que no se deriva del hecho ontológico de la creación, pobrecidas y trituradas, ha cautividad que describimos en
sino de la libertad mal utilizada del hombre. Se llama pe- el capítulo anterior y que suscitó la pregunta sobre el ori-
cado. Con el pecado ha sucedido lo que ocurrió con la gen y el sentido de su maldad encuentra en la historia del
razón, que explicamos anteriormente. La razón es inexpli- pecado su última respuesta. Esa cautividad es culpa, tan
cable para sí misma y por tanto se encuentra siempre ligada escondida y hundida en las raíces de la libertad humana
a lo a-racional y al misterio de su aparición. Degeneró en que consigue mantenerla presa, impidiendo sus pasos libe-
racionalismo cuando intentó desconocer y pisotear el so- radores. Se fue agravando a lo largo del proceso de homi-
porte que la sustentaba. Algo semejante ocurrió con el nización de tal manera que desfuturizó y sigue desfuturi-
hombre. El pecado es la no aceptación del mal y del dolor zando a la historia como crecimiento hacia la verdadera
del mundo; es la negativa a acoger la propia finitud y mor- libertad y hacia la auténtica realización. Todos pecamos y
talidad; como nos dice muy bien la Escritura (Gen 3,5), estamos privados de la gloria de Dios (Rom 3,23) y por
es querer ser como Dios. ¿Cómo es Dios? Dios es pre- eso de la vida verdadera.
cisamente lo imposible del hombre: infinito, inmortal, El pecado es lo que impide a la razón ser solamente
fundamento sin fundamento. Acogiendo la mortalidad, el razón y al poder ser solamente poder. Poco importa que
hombre se haría inmortal; al querer la inmortalidad, se su signo haya sido pagano o cristiano; el poder, históri-
hizo mortal. Esto fue lo que sucedió históricamente. El camente, ha sido ejercido como opresión y coerción. Se
pecado consiste en la repulsa fundamental a aceptar la pro- ha pretendido defender la libertad suprimiendo la liber-
pia situación finita, dependiente, conscientemente limitada tad; se ha creído que era bueno para los hombres impo-
y por eso mismo llena de sufrimiento y de dolor. ner la fe y los valores cristianos, pero esa imposición
El pecado es el intento absurdo, por imposible de rea- ha negado la fe y los valores cristianos. De esta forma
lizarse, de querer ser lo que el hombre no podrá ser jamás: se entiende la negativa terminante de Cristo a utilizar el
autofundamento de sí mismo, absolutamente in-dependiente poder para convencer de la verdad de su misión y para
y totalmente creador de sí mismo. Por eso, todo pecado llevar a los hombres a la conversión. Prefirió morir antes
es aberración del sentido de la creación, separación vio- que hacer uso del poder como violencia. Esta es esencial-
lenta de Dios y retorno egoísta sobre sí mismo. En la mente diabólica y por ello negadora radical de Dios, que
medida en que ese proyecto humano posee su historia y es amor y no violencia.
penetra en toda la trama de la humanidad, constituye La sociedad de hoy, en los ideales que se propone de
el pecado del mundo y el pecado original como anti-historia tener más, de aparecer mejor, de acumular cada vez más
de lo absurdo, de la gloria y del poder irracional y opre- poder, es sumamente poderosa, pero paupérrima en sig-
sor del dinosaurio. Es una cautividad sin dignidad huma- nificado humano (12). Como decía el gran profeta ruso
na, un sufrimiento sin sentido y un dolor inútil. de los tiempos modernos, N. Berdiaev, «los valores más
Este mal provocado y cometido intencionalmente lleva
a hacer el mal; como es fundamentalmente egoísmo, su obra (12) Cf R. ALVES, Religión: ¿opio o instrumento de liberación?,
perfecta es la sistematización del egoísmo del Nosotros en o. c , 163-174; A. T. DE LA RIEGA, América fuera del centro: del
privilegio y de la culpa, en Hacia una filosofía de la liberación latino-
los moldes de la dominación de un grupo sobre otro, de americana, Bonum, Buenos Aires 1973, 210-216.

172 173
elevados del mundo son pospuestos a los valores que me- dé la inmanencia del principio liberador como realidades
nos valen; los mayores valores son crucificados, mientras factibles para el hombre. Esta fe engendra toda clase de
que los secundarios triunfan. El político y el militar, el fanatismos y de mesianismos terrenos: «¡Tenemos ya la
banquero y el jurista son más poderosos que el poeta, el solución! ¡Usemos del poder y, si es necesario, de la
filósofo, el profeta y el santo. El Hijo de Dios fue cruci- violencia para imponerla! ¡Este es el imperativo férreo de
ficado, Sócrates envenenado, los profetas apedreados. Los la historia!» La conciencia de que la cautividad es fruto
iniciadores y los creadores de un nuevo pensamiento y de de un desvío del hombre lo despoja de su arrogancia, ven-
un nuevo modo de vida siempre fueron perseguidos, opri- ce al racionalismo autosuficiente y desenmascara la faz
midos y frecuentemente liquidados» (13). Siempre ocurrió represiva y violenta del poder. Es preciso entrar en un
eso en la historia. ¿Qué sentido posee todo esto? proceso de conversión.
• A pesar de todo, no hay lugar para un cinismo histó-
rico. Es necesario mantener siempre viva la memoria del
sufrimiento y la conciencia de la cautividad. Ellas cuestio-
III. DENUNCIA Y ANUNCIO PROFÉTICO AL «HOMO nan permanentemente la «racionalidad y la plausibilidad»
EMANCIPATOR» de los sitemas montados. Por causa de los desesperados
es por lo que hay esperanza. ¿Qué es la esperanza? «Es
A la luz de las reflexiones que acabamos de hacer, a el presentimiento de que la imaginación es más real y la
toda persona lúcida se le impone un discernimiento acerca realidad menos real de lo que parece. Es la sensación
de la situación de cautividad en que vivimos: esta situa- de que la última palabra no le toca a la brutalidad de los
ción no es inocente, sino colectivamente culpable. No pue- hechos que oprimen y reprimen. Es la sospecha de que
de ser legitimada, sino que es objeto de la denuncia pro- la realidad es mucho más compleja de lo que nos quiere
fética de su razón, de la fe y de la esperanza que anidan hacer creer el realismo, de que las fronteras del presente
todavía en el corazón sensato. El «homo emancipator», no están determinadas por los límites del presente posible
satisfecho de sus conquistas, no está dispuesto a asumir la y i de que, de una forma milagrosa e inesperada, la vida
responsabilidad social de la situación de cautividad de la está ya preparando el acontecimiento creativo que abrirá
mayor parte de los hombres. Acude a racionalizarse y ac- el camino a la libertad y a la resurrección» (14).
ciona los mecanismos de disculpa, utilizando a Freud y Para los que entienden, la carrera desesperada del hom-
a Lorenz para justificar lo injustificable. La forma tan su- bre en busca de racionalidad y de poder, en busca de una
til de hacer olvidar la situación de pecado consiste en ela- seguridad cada vez mayor dentro de su inseguridad, es
borar las ideologías del progreso indefinido y de la capaci- profundamente figurativa. ¿Figurativa de qué? Esa carrera
dad humana para resolver con el tiempo todos los graves encarna la sed insaciable y el afán desenfrenado de Feli-
problemas que se presenten a la sociedad. La denuncia ten- cidad y de un Sentido que sea realmente plenificador. El
drá que mostrar cuan ilusorias son todas las utopías so- poder es más que el poder; la vida es mucho más que la
ciales o existenciales de la victoria del bien sobre el mal, simple vida; esto es, el poder no es sólo dominación y pro-

(13) N. BERDIAEV, Síavery and Freedom, 1944, 67. (14) R. ALVES, II Figlio del Domani, o. c , 196.

174 175
tección contra el miedo, la vida no es sólo lucha contra
la muerte. Tanto el poder como la vida son revelaciones las cadenas, incluso permaneciendo encadenado; es capar
de una Realidad escondida, a la que llegamos cuando de- de transformarlas en cadenas de amor o de martirio. Lo
jamos de considerar la vida como junción y el poder como absurdo de la oscuridad y de la ausencia de sentido puede
instrumento de dominación sobre otros. Esto no exige que provocar una confianza total. Cuando todo se ha derrum-
renunciemos a la técnica y que huyamos de nuestro mundo bado o negado, queda todavía una última esperanza y
civilizado económico y político. Lo que exige es un nuevo un último amparo: Dios, a quien el hombre puede entre
tipo de mediación y de instrumentalización de ese poder garse y saber que, a pesar de todo, será siempre aceptado.
que no se juzga ya omnipotente, puesto que sabe que está La historia del Antiguo y del Nuevo Testamento es, en
al servicio de una Realidad mayor que él, del misterio de su mayor parte, historia de dependencia, de opresión, de
Dios y del misterio del hombre. El poder y la vida son destierro, de persecuciones, de dolor humano; pero todo
como la sombra y las huellas de las que quería huir el eso no fue motivo de desesperación, sino de una mayor es-
hombre inconformado; son sombra de la Vida y huellas peranza.
del Sentido radical. Para vivir esa dimensión es menester ¿Habrá alguna oportunidad para romper el círculo de
no confundir la sombra con la propia Vida ni las huellas hierro de la opresión y de la cautividad-éxodo? Cierta-
con el Sentido último. La sombra y las huellas tienen que mente que no, si se mantiene la misma estructura que
ser reconocidas como tales. interpreta el poder como dominación y la razón como po-
ha carrera exasperada de nuestro mundo ha demostra- der de la razón, esto es, como racionalismo. Mientras no
do que no conseguirá nunca huir de su propia fuente origi- se rompa con ese sentido dado a la vida del hombre en
nante; en cuanto que huye, no encuentra lo que buscar- su relación con el mundo y con los demás y no se ins-
la Felicidad. Por muy lejos que corran las aguas, no podrán taure otro sentido diferente, todas las revoluciones y libe-
nunca olvidarse de la Fuente de donde manaron. En ese raciones no pasarán de ser pretendidas liberaciones y re-
recuerdo está la semilla de felicidad. El sufrimiento y el voluciones inocuas. Serán variaciones de un mismo tema
dolor por la distancia son maneras de recordar y de anhe- musical. Por tanto, toda transformación estructural tiene
lar la verdadera Felicidad. que pasar por un camino de conversión.
En el hombre queda aún una última energía que pue- En este punto de la conversión, a nivel estructural,,
de transformar hasta la opresión y la cautividad en cami- radica la principal contribución del cristianismo. Este afir-
no de liberación; esa secreta libertad interior no puede nun- ma fundamentalmente que el hombre nuevo nacerá baj»
ca ser manipulada ni arrancada, como se puede arrancar la condición y en la medida exacta en que tanto el cora-
todo lo demás que tiene el hombre; es tan soberana que zón como las estructuras sociales entren en un proceso
puede hacer del despojo y de la tortura soportadas nue- de conversión hacia otro proyecto histórico, cualitativa-
vos medios de purificación, de crecimiento y de llamada al mente distinto del que caracteriza la modernidad. No estar
perdón. La propia historia de la desviación humana que solamente sobre las cosas y sobre los otros, sino estar prin-
describimos anteriormente puede ser camino de gran hu- cipalmente con ellas y con los demás en una profunda di-
mildad, de necesidad de perdón y de urgencia de repara- mensión amorosa y fraternal (15). El poder seguirá siendo
ción y conversión. El espíritu humano es capaz de romper
(15) Cf mi ensayo en el que intento señalar este nuevo proyecto
176
"poder sobre el mundo, pero dirigido por una perspectiva
én la que se vea al mundo no sólo como material para
disfrutar de él, sino como la propia casa humana. No sólo
la naturaleza pertenece al hombre; el hombre también per-
tenece a la naturaleza; si la ofende, se ofende a sí mismo.
El poder en las relaciones entre los hombres no será do-
minación de unos sobre otros, sino servicio a la comunión. VIII
Esto constituye un nuevo sentido dado al ser y a la vida
e inaugura una auténtica liberación. En los dos capítulos ¡COMO COMPRENDER LA LIBERACIÓN
sucesivos vetemos la historia de esta novedad en el cami- DE JESUCRISTO?
no del Siervo doliente y liberador, Jesucristo.
ENSAYO CRITICO DE DES - CONSTRUCCIÓN

El análisis de la situación de cautividad nos ha lle-


vado a concluir que la cautividad no es únicamente socio-
político-económica. Es la corporificación de una desviación
mas profunda del hombre que alcanza al sentido funda-
mental de ser y de vivir comprendido como poder-conquista-
domínación, engendrando opresión, represión y régimen
global de cautiverio. La historia contada es la de los que
triunfaron por la fuerza, la de los arribistas, la de los
que lograron asumir el poder decisorio sobre los demás.
Nadie habla ya de las esperanzas frustradas, de los humi-
llados y asesinados. El progreso del hombre emancipado
moderno, especialmente del primer mundo, colocado como
ideal para los demás, se asienta sobre unas fuerzas que han
engendrado la cautividad para ellos mismos y para los de-
más, estructura la marginación de continentes enteros y
explica el fenómeno del subdesarrollo.
¿Cómo liberarse de esta situación que no viene de
una situación más o menos antigua, sino que está profun-
vivido y anticipado en el modo de ser de san Francisco: A náo-
damente metida en el contexto óseo de nuestra cultura
modernida.de de Sao Francisco, en «Vozes» 69 (1975), 335-348. desde que la conocemos? El cristiano con san Pablo res-

Í178
de sacrificio. Otra, preocupada de la importancia social y
ponde en la esperanza: «¡Gracias a Dios, por Jesucristo
cultural de la alienación humana, predicará la liberación
nuestro Señor!» (Rom 7,25).
de Jesucristo. ¿En qué sentido entendemos que la muerte
¿Cómo hacer creíble y aceptable tan halagüeña res-
de Cristo pertenecía al plan salvífico del Padre? ¿Perte-
puesta? Las imágenes y las representaciones que utilizan
necían también a ese plan la repulsa de los judíos, la trai-
la piedad, la liturgia y la teología para expresar la libe-
ción de Judas y la condena por parte de los romanos?
ración de Jesucristo, ¿realzan o más bien ocultan, para
Ellos no son marionetas al servicio de un plan a priori
los hombres de hoy, el aspecto verdaderamente liberador
y de un drama suprahistórico. Fueron agentes concretos
de la vida, muerte y resurrección de Cristo? Decimos:
y responsables de sus decisiones. La muerte de Cristo
Cristo nos ha redimido con su preciosísima sangre, ha ex-
—como vamos a ver detalladamente— fue humana, fue
piado satisfactoriamente con su muerte por nuestros pe-
cados y ha ofrecido su propia vida como sacrificio por la consecuencia de una vida y de una condena provocada
la redención de todos. ¿Qué es lo que significa realmente por unas actitudes históricas tomadas por Jesús de Na-
todo esto? ¿Entendemos lo que decimos? ¿Podemos de zaret.
verdad pensar que Dios estaba airado y que se apaciguó No basta repetir de forma fetichista las antiguas y sa-
con la muerte de Cristo? ¿Puede alguien sustituir a otro, gradas fórmulas. Hemos de procurar comprenderlas e in-
morir en su lugar, mientras el hombre sigue siendo peca- tentar captar la realidad que quieren traducir. Esta rea-
dor? ¿Quién es el que tiene que cambiar, Dios de aira- lidad salvífica puede y debe ser expresada de muchas ma-
do en bondadoso o el hombre de pecador en justo? Con- neras; siempre ocurrió así en el pasado y también en el
fesamos: ¡Cristo nos ha liberado del pecado! Y seguimos presente (2). Si hoy hablamos de liberación, manifestamos
pecando. ¡Nos ha liberado de la muerte! Y seguimos mu- en esta expresión —liberación— toda una tendencia y
riendo. ¡Nos ha reconciliado con Dios! Y seguimos siendo
sus enemigos. ¿Qué sentido concreto y verdadero posee (2) Sobre la historia del dogma de la redención por Jesucristo
la liberación de la muerte, del pecado y de la enemistad? hay estudios exhaustivos: J. RIVIERE, Le dogme de la redemption.
Etude théologique, Gabalda, París 1931 (1." ed. 1914); ID., Redemp-
El vocabulario que se utiliza para expresar la liberación tion, en DThC XII/2, París 1937, col. 1912-1957; L. RICHARD, Le mys-
de Jesucristo traduce situaciones sociales, trae intereses tere de la redemption, Toulouse 1959; Ch. DUQUOC, Christologie.
Essai dogmatique 2, Cerf, París 1972, 171-226 (trad. cast.: Cristolo-
ideológicos y articula tendencias de una época (1). Una gía 2. El Mesías, Sigúeme, Salamanca 1972); B. WILLENS, R. WEIER,
mentalidad marcadamente jurídica se pondrá a hablar en Soieriologie von der Reformation bis zur Gegenwart (Handbuch der
Dogmengeschichte III/2), Herder, Friburgo 1972 (trad. cast. en cur-
términos jurídicos y comerciales de rescate, de redención so); A. GRILLMEIER, El efecto de la acción salvífica de Dios en Cristo,
de unos derechos de dominio que Satanás poseía sobre en Mysterium salutis, o. c , III/2, 337404; H. KESSLER, Die theo-
logische Bedeutung des Todes Jesu. Eine traditionsgeschichtliche
el pecador, de satisfacción, de mérito, de sustitución penal, Untersuchung, Patmos, Dusseldorf 1972. Consideramos estas dos in-
etcétera. Una mentalidad cúltica se expresará en términos vestigaciones como las más significativas de los últimos años. Les de-
bemos mucho. G. GIRONES, Jesucristo. Tratado de soteriología cris-
tológica, Anales del Seminario Metropolitano de Valencia, Valen-
cia 1973; B. A. DUMAS, Significado de la pasión y muerte de Cristo
con respecto al pecado y el sufrimiento del mundo, en Los dos
(1) Dentro de esta preocupación hermenéutica véase el libro de rostros alienados de la Iglesia una, Latinoamérica Libros, Bue-
L. MALDONADO, La violencia de lo sagrado. Crueldad «.versus» obla- nos Aires 1971, 41-80; H. SCHAER, Erlosungsvorstellungen und ihre
tividad o el ritual del sacrificio, Sigúeme, Salamanca 1974; P. BUNEY, psychologischen Aspekte, Zurich 1950; J. L. CHORDAT, Jésus devant
La théologie et l'évolution sociale. Redemption, datnnation et jus- sa morte, París 1970.
tice, en «Lumiére et Vie» 20 (1971), 60-78.

180 181
una encarnación de nuestra fe, como cuando san Anselmo
se expresaba en términos de satisfacción vicaria. El tradu-
I. ¿QUÉ ES LO PROPIAMENTE REDENTOR EN JESUCRISTO?:-.
cía, probablemente sin saberlo conscientemente, una sen-
¿EL COMIENZO (ENCARNACIÓN) O EL FIN (CRUZ)?'
sibilidad propia de su mundo feudal: la ofensa hecha al
soberano no puede ser reparada por un vasallo inferior.
Nosotros damos cuerpo a una sensibilidad aguda por la En la tradición teológica y en los textos litúrgicos que-
dimensión social y estructural de la cautividad y de la todavía se usan se advierte una limitación sensible en el]
alienación humana. ¿En qué sentido y de qué manera modo como se concibe concretamente la redención (3). Es tai
Cristo es liberador también de esta anti-realidad? se concentra en dos puntos matemáticos: o en el comien-
Será doble la tarea de nuestras reflexiones. En un pri- zo de la vida de Cristo (su encarnación) o en el final
mer momento haremos un trabajo de desconstrucción. Se (pasión y muerte en la cruz). El mismo Credo ha asumido
trata de someter a un análisis crítico tres representaciones esta forma abstracta de colocación: de la encarnación pasa
comunes de la acción salvífica de Cristo: la de sacrificio, luego a la muerte y a la resurrección, poniendo entre pa-
la de redención y la de satisfacción. Hablamos de des- réntesis la vida terrena de Jesús y el valor salvífico de
construcción y no de destrucción. Los tres modelos refe- sus palabras, actitudes, acciones y reacciones.
ridos son construcciones teológicas con la finalidad de La teología influida por la mentalidad griega ve en
captar, dentro de un determinado tiempo y espacio cultu- la encarnación de Dios el punto decisivo de la redención.
ral, el significado salvífico de Jesucristo. Desconstruir sig- Según la metafísica griega, Dios es sinónimo de Vida, Per-
nifica ver la casa a través de su planta de construcción, fección e Inmortalidad. La creación, como no es Dios,,
rehacer el proceso de construcción, mostrando la tempora- es necesariamente decadente, imperfecta y mortal. Esto
lidad y eventualmente la caducidad del material represen- es así gracias a la estructura ontológica del ente creado.
tativo y poniendo de relieve el valor permanente de su sig- Es fatalidad y no pecado. Redención significa elevación del
nificado y de su intención. Es excusado explicar el sentido mundo a la esfera de lo divino. De esta manera el hombre
positivo que atribuimos a la palabra crítica: es la capacidad juntamente con el cosmos es divinizado y liberado deí
de discernimiento del valor, del alcance y de la limitación peso de su propia limitación interna. «Dios se hizo hom-
de una afirmación determinada. bre para que el hombre se hiciera Dios», dirá lapidaria-
En un segundo momento intentaremos un trabajo de mente san Atanasio (De incarnatione Verbi, 54). Por la
construcción teológica dentro del estilo de nuestro tiempo: encarnación irrumpe en el mundo la redención, ya que
¿cómo podemos hablar hoy de forma significativa —y por en Jesucristo Dios inmortal se encuentra con la criatura
eso mismo pastoral— sobre el significado salvífico univer- mortal y finita. Basta la constitución de este punto mate-
sal que nuestra fe confiere a la vida de Jesús de Nazaret mático de la encarnación para que toda la creación quede
muerto y resucitado? redimida. No interesa tanto el hombre concreto Jesús de
Nazaret, su camino personal, el conflicto que provocó con

(3) Cf G. GRESHAKE, Der Wandel der Erlosungsvorstellungen in


der Theologiegeschichte, en Erlosung und Emanzipation, o. c ,
69-101; H. KESSLER, Erlosung ais Befreiung, o. c , 43-60.

182 183
la situación religosa y política de su tiempo, sino la hu-
manidad universal que él representa. Dios es el agente •ofensa infinita cometida por el hombre. Cristo vino a morir
de la redención. Es él el que se autocomunica a la crea- y reparar. La encarnación y la vida de Jesús sólo poseen
ción, elevándola y divinizándola. valor en cuanto que preparan y anticipan su muerte. El
Se verifica así una abstracción del factor histórico en protagonista no es tanto Dios como el hombre Jesús que
Jesús de Nazaret. La encarnación es entendida estática- con su acción repara el mal causado. No se trata de intro-
mente, como el primer momento de la concepción virginal ducir nada nuevo, como la divinización, sino de restau-
de Jesús, Dios-hombre. Ahí esa todo. No se articula el rar el orden primitivo justo y santo.
aspecto dinámico e histórico del crecimiento, de la predi-
cación, de las diversas fases de la vida de Cristo, de sus
•decisiones y tentaciones, de sus encuentros que, en la me- II. PROBLEMÁTICA Y APORÍAS DE LAS IMÁGENES
dida en que van apareciendo, van siendo simultáneamente SOTERIOLÓGICAS
asumidos por Dios y dando paso de este modo a la acción
sal vinca. Ambos modelos corren el peligro de dividir esquizofré-
La redención hoy, en el horizonte de esta compren- nicamente la encarnación y la muerte, colocando en un
sión, tiene lugar en la abstracción de la historicidad con- punto o en otro el valor redentor de Cristo. Lo cierto
creta del hombre. No se trata de traducir la redención es que así se vacía la vida concreta de Jesús de Nazaret
a un cambio de praxis humana más fraternal, justa y equi- y la redención asume un carácter sumamente abstracto.
tativa, sino a la participación subjetiva en el acontecimiento ¿Es que la vida entera de Jesús no fue igualmente libe-
objetivamente realizado en el pasado y actualizado por la radora? ¿No mostró efectivamente lo que es la redención
Iglesia, prolongación de la encarnación del Verbo, por los en la vida que llevó, en el modo como se enfrentó con
sacramentos y por el culto, que a su vez efectúan la divi- las diversas situaciones y como arrostró la muerte? Todo
nización del hombre. eso está ausente en los dos modelos abstractos encarna-
Un tipo de teología marcado por la mentalidad romana torio y estaurológico (staurós = cruz).
ético-jurídica coloca en la pasión y muerte de Cristo el El comienzo y el fin son considerados como cimas
momento decisivo de la redención. Para el pensamiento independientes y subsistentes en sí mismas. No se esta-
romano el mundo es imperfecto, no tanto por el hecho blece entre ellas esa relación que es el camino histórico
ontológico de la creación, sino por la presencia del pecado de Jesús de Nazaret. La muerte en la cruz no es una nece-
y de la libertad mal usada por el hombre. Este ha ofen- sidad metafísica; fue la consecuencia de un conflicto y el
dido a Dios y ha ido en contra del orden recto de la na- término de una condena judicial, y por consiguiente de
turaleza. Tiene que reparar el mal causado. Por eso es una decisión y del ejercicio de la libertad humana.
necesario el mérito, el sacrificio, la conversión y la recon- Además, la redención queda situada en el pasado en
ciliación. Sólo entonces quedará restablecido el orden an- ambas concepciones. No se relaciona con las mediaciones
tiguo y volverá a reinar la tranquilidad del orden. Dios del presente. No cabe entonces preguntar cómo se relacio-
viene al encuentro del hombre: envía a su propio Hijo na la liberación del pecado social, la redención de las
para que de forma sustitutiva repare con su muerte la injusticias estructurales, la lucha contra el hambre y la
miseria humana, con la redención de Jesucristo. Esos dos
184
185
modelos no permiten ninguna respuesta coherente. Y la
pesar de todo esas preguntas son de candente validez teo- gelios. En esa vida que lo incluye todo, también la muerte
lógica. y la resurrección, es donde se mostró la salvación y la
Lo que realmente es la redención y la liberación por redención; no abstractamente en unos puntos matemáticos
Jesucristo tenemos que buscarlo, no en modelos abstrac- o en unas formulaciones, sino en unos gestos y unos
tos y formales que cortan la unidad de la vida de Jesu- actos detro de la unidad consecuente de una vida total-
cristo, sino en la consideración del camino concreto re- mente entregada a los demás y a Dios. Más adelante tra-
corrido por Jesús de Nazaret: en su vida, en su actuación, taremos mejor esta consideración.
en sus exigencias, en el conflicto que provocó, en su muer- En la inteligencia de la fe sobre la acción liberadora
te y resurrección. La redención es fundamentalmente una de Cristo no sólo se lleva a cabo un estrechamiento en
praxis y un proceso histórico que se veri-fica (se hace cuanto al punto de partida (encarnación o cruz), sino tam-
verdadero) en el enfrentamiento con una situación. Jesús bién en la articulación de las imágenes empleadas para
comenzó a redimir ya con la praxis nueva que postuló expresar y comunicar el valor universal y definitivo de su
y que introdujo dentro del mundo que encontró. La en- acción salvadora. Pensamos aquí especialmente en tres de
carnación implica también la entrada de Dios dentro de estas imágenes, de las más corrientes en la piedad y en la
un mundo marcado religiosa y culturalmente y la trans- teología: la del sacrificio expiatorio, la de la redención-
figuración de ese mundo. El no asumió pacíficamente, sar rescate, la de la satisfacción sustitutiva.
cralizándolo, todo cuanto encontró. Asumió críticamente*, Estos tres modelos se apoyan en un pilar común:
purificándolo, exigiendo su conversión, su cambio, su re- el pecado visto en tres direcciones distintas. El pecado,
orientación y su liberación. en cuanto que se refiere a Dios, es una ofensa que exige
No debemos olvidar las implicaciones ontológicas del una reparación y una satisfacción condigna; el pecado,
camino redentor de Cristo, que pueden ser formuladas de en cuanto que afecta al hombre, reclama un castigo por la
la siguiente manera: ¿por qué precisamente Jesús de Na- transgresión y exige un sacrificio expiatorio; el pecado, en
zaret y no otro hombre cualquiera fue el que consiguió cuanto que atañe a las relaciones entre el hombre y Dios,
liberar a los hombres? ¿Por qué únicamente él tenía la significa ruptura y esclavización del hombre situado en la
fuerza de vivir una vida tan perfecta y transparente, tató esfera de Satanás y requiere una redención y el pago de
divina y tan humana, que significó la redención y la vida un rescate.
verdadera buscada desde siempre por los hombres? EL En estos tres modos de comprender la salvación de
logró todo eso, no porque fuera un genio de la humanidad Jesucristo el hombre se muestra incapaz de reparar por su
y de la religiosidad o porque esto se derivase solamente pecado. El solo no es capaz de satisfacer a la justicia
del mérito de su empeño, sino porque Dios mismo estaba divina ultrajada. Permanece en la injusticia. La liberación
encarnado en él y se hacía presente como liberacióri y consiste precisamente en hacer que Jesucristo sustituya al
reconciliación en el mundo. Pero esta afirmación onto- hombre y realice lo que el hombre debería hacer sin poder
lógica es verdadera sólo si surge como explicación última conseguirlo por sí mismo de manera satisfactoria. La mise-
de la historia concreta vivida, soportada, sufrida y ven- ricordia divina, según esta teología, se muestra en el hecho
cida por Jesús de Nazaret, tal como nos la pintan los evan- de que el Padre ha enviado a su Hijo para que, en lugar
del hombre, satisfaga plenamente a la justicia de Dios
186
187
ofendida, reciba el castigo por el pecado que es la muerte
y pague el rescate debido a Satanás, liberando a todos diación de Jesucristo para los hombres que vivieron antes
de este modo. Todo esto se realiza por la muerte expia- de él, después de él o que nunca oyeron hablar del Evan-
toria, satisfactoria y redentora. ¿Quién quiso la muerte gelio ni de la redención? El sufrimiento, el castigo y la
de Cristo? Esa teología responderá: el Padre, como forma muerte soportada por el inocente, ¿puede eximir de culpa
de expiar el pecado y restablecer la justicia violada. y de castigo al criminal, que es causa de ese sufrimiento,
Como es fácil de ver, aquí predomina un pensamiento de esa pena y de esa muerte? ¿Cuál es el horizonte a
jurídico y formal sobre el pecado, la justicia y la relación partir del cual se hace comprensible el carácter representa-
entre Dios y el hombre. Los términos expiación, repara- tivo universal de la obra de Jesucristo? ¿Cuál es la expe-
ción, satisfacción, rescate, mérito, encubren más que reve- riencia que nos permite comprender, aceptar y creer en la
lan la alegre novedad de la liberación de Jesucristo. El mediación salvadora y liberadora de Cristo para todos los
elemento histórico de la vida de Jesús queda violentamente hombres? Estas preguntas necesitan una clarificación.
suprimido. No se ve la muerte como consecuencia de la Entretanto, antes de ponernos a elaborar otro modelo
vida de Jesús, sino como un hecho preestablecido, indepen- de representación de la liberación de y por Jesucristo,
dientemente de las decisiones de los hombres, de la repul- vamos a someter a un análisis crítico y desconstructivo
sa de los judíos, de la traición de Judas y de la condena las tres imágenes anteriormente referidas.
de Poncio Pilato. ¿Puede acaso Dios-Padre encontrar al-
gún gozo y satisfacción en la sangrienta y violenta muerte
de cruz?
Necesitamos des-construir estas imágenes para salvar, III. E L MODELO DEL SACRIFICIO EXPIATORIO:
MUERTO POR EL PECADO DE SU PUEBLO
en la inteligencia de la fe, el carácter verdaderamente
liberador de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
En toda esta soteriología se advierte una ausencia com- Siguiendo la Carta a los hebreos, la tradición ha inter-
pleta de la resurrección. Para ella no sería necesario que pretado la muerte de Cristo como sacrificio expiatorio de
Cristo hubiera resucitado. Le bastaría con haber sufrido, nuestras iniquidades: «Por más que no hizo atropello ni
hubo engaño en su boca» (Is 53,9), Jesús «ha sido herido
derramado su sangre y muerto en la cruz para realizar
por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas» (Is
su obra redentora. No podemos ocultar las limitaciones
53,5); «por nuestros pecados fue entregado a la muerte»
onerosas de esta manera de interpretar el significado sal-
(Is 53,8), «dándose a sí mismo en expiación» (Is 53,10).
vinco de Jesucristo.
Este modelo está sacado de la experiencia ritual y cúltica
Además, estos tres modelos suscitan algunas cuestiones
de los sacrificios en los templos. Con sus sacrificios los
que necesitan una adecuada respuesta para que no parez-
hombres, además de venerar a Dios, creían que aplacaban
can residuos mitológicos y arcaicos, que comprometen el
su ira provocada por la maldad de los hombres. Entonces
contenido histórico-factual de la liberación de Jesucristo: él volvía a ser bueno y amable de nuevo. Ningún sacri-
¿Qué significa el carácter sustitutivo de la muerte de Cris- ficio humano conseguía por sí mismo aplacar definitiva-
to? ¿Puede alguien sustituir a otro ser libre, sin ser dele- mente la ira divina. La encarnación ha creado la posibi-
gado por éste? Entonces, ¿cómo ha de concebirse la me- lidad de un sacrificio perfecto e inmaculado, que pudiese

188 189
alcanzar la total complacencia de Dios. Jesús aceptó libre-
mente ser sacrificado para representar a todos los hombres es el último átomo de la vida. Es la propia estructura de
delante de Dios y de esta forma conquistar el perdón di- la! vida que es mortal y, por eso mismo, en la medida
vino total. La ira divina se desbordó, por así decirlo, en en que vive, va muriendo lentamente hasta acabar de mo-
la muerte violenta de Jesús en la cruz y se aplacó. Jesús rir y de vivir. Alojar la muerte dentro de la vida es poder
la soportó como expiación y castigo por el pecado del acoger la caducidad de la existencia no como una fata-
mundo. lidad biológica, sino como oportunidad de la libertad de
dar la vida que me va siendo arrancada. Tengo que evi-
tar que la vida se me arranque por el proceso biológico
1. Límites de esta representación o que mis excesos la perjudiquen y la acorten. Pero pue-
do, dentro de la libertad que acepta el límite intraspo-
Mientras hubo una base sociológica para los sacrificios nible, entregarla y consagrarla a Dios y a los demás. El
cruentos y expiatorios, como en la cultura romana y judía, último instante de la vida mortal no hace más que ter-
este modelo resultaba perfectamente comprensible. Al des- riánar y formalizar la estructura que marcó toda la histo-
aparecer su experiencia real, empezó a ser problemático ria personal: me transporto hacia la riqueza del Otro como
y a exigir un proceso de desconstrucción y de re-interpre- expresión de amor confiado. Esta actitud constituye el ver-
tación. El propio Jesús, vinculándose a la tradición pro- dadero sacrificio cristiano, como dice san Pablo: «Os ex-
fética, insiste en la misericordia y la bondad, en la justicia horto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que
y humildad, más que en los sacrificios y holocaustos (cf ofrezcáis vuestros cuerpos [expresión hebrea para signifi-
Me 7,7; 12,33; Heb 10,5-8). Dios no quiere cosas de los car: vuestras vidas] como una víctima viva, santa, agrada-
hombres; quiere simplemente a los hombres, su corazón ble a Dios: tal será vuestro culto espiritual» (Rom 12,1),
y su amor. según la realidad nueva del Espíritu traída por Cristo.
El aspecto vengativo y cruento del sacrificio no se
compagina con la imagen del Dios-Padre que nos ha reve-
lado Jesucristo. El no es un Dios airado, sino el que ama
a los malos y a los ingratos (Le 6,35). Es amor y perdón. 2. Valor permanente de esta representación
No espera a los sacrificios para ofrecer su gracia, sino
que se anticipa al hombre y sobrepuja con su benevolencia La idea de sacrificio es muy profunda en la existencia
todo lo que pueda hacerse o desearse. Abrirse a él y en- humana. Sacrificio, como decimos todavía en el lenguaje
tregársele filialmente: en eso consiste el verdadero sacri- popular, es la entrega de sí que es costosa y difícil. «Ge-
ficio. Cada uno es sacrificio en la medida en que se da y neralmente el mal, el sufrimiento, el pecado, la inercia,
acoge la mortalidad de la vida, sacrificándose, desgastán- la costumbre, muchos de los elementos que nos rodean
dose, comprometiendo su existencia, su tiempo y sus ener- (económicos, sociales, culturales, políticos) tienden a re-
gías para engendrar una vida más liberada para los demás primir el burbujeo de la vida, cuyas infinitas posibilida-
y para Dios. Cada uno es sacrificio en la medida en que des percibimos todos. Mediante el sacrificio actualizamos
aloja a la muerte dentro de su propia vida. La muerte no el paso de la vida en nosotros y en el mundo. Mante-
nemos su tensión. Y este sacrificio es expresión de
190
191
amor» (4). Lo trágico del sacrificio consistió en haberse muerte violenta y de derramamiento de sartgre, pero no.
identificado con los gestos y los objetos sacrificiales. Es- es la sartgre en ú ni la muerte violenta en sí lo que cons-
tos no expresaban ya la conversión profunda del hombre tituye el sacrificio. La sangre y la muerte son figurativas,
a Dios. Es ésta la que constituye el verdadero sacrificio) del sacrificio interior como proyecto de vida en total dispo-
como entrega a Dios sin restricciones, que se exterioriza nibilidad a Dios y en entrega sin restricciones al designio*
en los gestos o los objetos ofrecidos. Decía acertadamente del Misterio.
san Agustín: el sacrificio visible es sacramento, esto es,, Si la vida humana se articula sacrificialmente, entonces;
signo visible del sacrificio invisible (De civitate Dei, I, X, podemos decir que se ha manifestado de forma definitiva,
§ 5). Sin la actitud interior sacrificial resulta vacío el sa- y escatológica en Jesucristo. Por eso él es el sacrificio per-
crificio exterior. fecto y la salvación presente. La salvación es la completa
La vida humana posee, ontológicamente, una estruc- hominización. Completa hominización es poder desbordar-
tura sacrificial. En otras palabras, está estructurada de taf se totalmente de sí y abandonarse radicalmente en Dios
manera que sólo es verdaderamente humana la vida' hasta el punto de ser uno con él. El sacrificio representa
que se abre a la comunión, que se entrega, que muere- por excelencia esa dimensión y realiza de ese modo la
para sí misma y se realiza en el otro. Sólo puede sal- completa hominización y la salvación plena del hombre.
varse en esta donación y sacrificio. Lo dice muy bien san Jesucristo lo realizó e invita a los hombres, con quienes
Juan: «El que ama su vida, la pierde; el que la da, la- es ontológicamente solidario, a hacer lo mismo. Somos sal-
guardará para la vida eterna» (Jn 12,24-25). Dios exige vados en la medida de esta realización.
siempre este sacrificio. No porque lo exija su justicia y Como reflejo, este modelo del sacrificio conserva una
tenga que ser aplacado, sino porque lo exige el hombre riqueza permanente y todavía válida en la actualidad, debi-
en cuanto que sólo puede vivir y subsistir humanamente damente purificado de sus residuos míticos y paganos.
entregándose al Otro y despojándose de sí mismo para
poder llenarse de la gracia divina. En este sentido Cristo<
ha sido por excelencia sacrificio, ya que fue hasta el extre- IV. EL MODELO DE LA REDENCIÓN Y DEL RESCATE::
mo un ser-para-los-demás. No solamente fue sacrificio su APLASTADO POR NUESTRAS INIQUIDADES
muerte, sino toda su vida, en cuanto que fue entregada.
Si sólo consideramos el aspecto cruel y sangriento de la Otra representación de la salvación por Jesucristo está
muerte, al estilo de los sacrificios antiguos, entonces per- ligado a la esclavitud antigua. Había que pagar un precio,
demos el carácter específico del sacrificio de Cristo. El ha- determinado para libertar a un esclavo: era el rescate-
bría sido sacrificio aun sin ser inmolado y sin haber derra- De esta forma quedaba redimido (se deriva de emere, redi-
mado la sangre. No es en eso en lo que consiste el sacri- mere, que significa en latín comprar y libertar mediante
ficio, sino en la donación total de la vida y de la muerte. un precio). La muerte de Cristo fue el precio que exigió
Esa donación puede asumir históricamente el aspecto de Dios y que fue pagado para rescatar a los hombres pri-
sioneros de Satanás. Estábamos de tal forma bajo la tutela
(4) B. A. DUMAS, Significado de la pasión y muerte de Cristo,. de lo demoníaco, de lo alienatorio y del cautiverio que no
o. c , 59. podíamos liberarnos por nosotros mismos.

192 193
Para la Biblia, que refleja una cultura nómada, la re-
dención consiste también en la liberación del hambre, de siones. Pero vivimos la experiencia de una libertad mala
la falta de agua y de pastos. Significa el éxodo de una y de unas decisiones ambiguas.
situación de carestía a una de abundancia. Se dio tam-
bién la experiencia del verdadero cautiverio en Egipto.
Redención es el arranque liberador de una situación de 2. Valor permanente de esta representación
esclavos a otra de libres. La redención está ligada a ca-
tegorías espaciales, locales: paso de un lugar a otro. A pesar de esta limitación intrínseca, esta imagen de
Al hacerse sedentario, Israel transpuso este esquema la redención y del rescate posee un valor permanente.
••al plano temporal. Dios redimirá en cuanto que conducirá El hombre no realiza, ni siquiera en el ámbito cristiano,
;al pueblo de un tiempo provisional al definitivo, en el la experiencia de una total liberación. La liberación se
horizonte del futuro y de lo escatológico. Redención es hace en el interior de una percepción profunda de la cau-
xm peregrinar a través de la historia en un permanente tividad en que se encuentra la humanidad. Nos sentimos
proceso de superación y de liberación de los mecanismos continuamente esclavizados por sistemas opresores socia-
de opresión que siempre acompañan a la vida. Cristo es les y religiosos. Esos sistemas no son sólo impersonales;
presentado como el que llegó ya a su término y que por se encarnan en personas civiles o religiosas, llenas gene-
eso se liberó de todo el peso del pasado alienador de la ralmente de buena voluntad pero demasiado ingenuas para
historia. Como punto omega, atrae hacia sí todas las líneas percibir que el mal no está solamente fuera del sistema
ascendentes. De esta manera es el redentor del mundo. montado, sino en su mismo corazón, mal alimentado y
defendido por ideologías que intentan hacer plausible y
razonable la iniquidad intra-sistemática y sustentado por
ideales propuestos por todos los canales de comunicación.
1. Límites de esta representación Cristo nos ha liberado realmente de este cautiverio; a
partir de una nueva experiencia de Dios y de una nueva
Esta representación del cautiverio y del rescate quiere praxis humana se mostró un hombre libre, liberado y li-
poner de relieve la gravedad de la perdición humana. No berador. Sufrió y pagó con una muerte violenta el precio
nos poseíamos. Estábamos poseídos por algo que no nos de esa libertad que tomó para sí en nombre de Dios.
dejaba ser auténticos. El límite de este modelo reside en No se dejó nunca determinar por el statu quo social y
que la redención y el precio pagado por ella se realiza religioso alienado y alienante. Tampoco fue un reaccio-
solamente entre Dios y el demonio. El hombre es sola- nario que dirigía su acción como re-acción contra el mundo
mente un espectador interesado, pero no un participante. circundante. Actuó a partir de una nueva experiencia de
Se realiza un drama salvífico supra-histórico. No experi- Dios y de los hombres. Esta acción suya provocó la reac-
mentarnos tal tipo de redención extrínseca a la vida. La ción del judaismo oficial, que condujo a Cristo a la muerte.
verdad es que tenemos que combatir y ofrecer nuestras El soportó con hombría y fidelidad, sin compromisos ni
vidas. No nos sentimos manipulados por Dios o por el tergiversaciones, una muerte que no buscó, sino que le
demonio, pues nos damos cuenta de que conservamos fue impuesta. Esta actitud guarda todavía hoy un valor
nuestra libertad y el sentido definitivo de nuestras deci- pro-vocativo irrefutable. Puede alimentar todavía la con-

194 195
ciencia dormida y hacer que comience siempre de nuevo menta el teólogo Anselmo: por el pecado el hombre violó
el proceso de liberación contra todos los conformismos el recto orden de la creación; con ello ofendió a Dios,
y el cinismo que los regímenes de cautividad social y re- autor de este «ordo universalis»; la justicia divina exige
ligiosa parecen provocar. Cristo no dijo: «Yo soy el orden que el orden quede sanado y reparado, requiere necesa-
establecido y la tradición», sino «¡Yo soy la verdad!» riamente una satisfacción condigna; la ofensa es infinita
En nombre de esta verdad supo morir y liberar a los hom- porque afectó a Dios, que es infinito; luego la satisfacción
bres para que no temieran ya nunca a la muerte, pues tiene que ser igualmente infinita: ¿cómo puede el hombre
la venció con su actitud y definitivamente con su resu- finito reparar infinitamente? Su situación no tiene espe-
rrección. ranza.
Al crear este espacio de libertad para todos nosotros, Anselmo ve una salida absolutamente racional: el hom-
tuvo que pagar con el sacrificio de su propia vida. Nos bre debe a Dios una satisfacción infinita. Sólo Dios puede
liberó en cuanto que creó un nuevo camino de coraje proceder a una satisfacción infinita. Luego es necesario
confiado que hoy podemos seguir y recorrer nosotros. El que Dios se haga hombre para poder reparar infinitamente,
lo creó, pero nosotros gozamos de él; engendró la posi- El hombre-Dios realiza lo que tenía que realizar la huma-
bilidad de que prosiguiéramos su actitud. Por eso nos dejó nidad: la reparación. El Dzoí-hombre concreta lo que falta
no solamente un ejemplo exterior; nos dejó una vida. Se a la reparación humana: su carácter de infinitud. Por tan-
trata entonces, no de moral, sino de ontología; no de nue- to, en el hombre-Dios se da la reparación (hombre) con-
vas formas, sino de nueva vida. Esta vida redentora nos dignamente infinita (Dios). La encarnación es necesaria por
hace también redimidos y liberados. Seguir a Jesús es pro- una lógica irrefutable.
seguir su vida y su causa. Pero lo que realmente repara la ofensa no es la en-
carnación y la vida de Cristo. Estas son sólo el presu-
puesto que posibilita la verdadera reparación condigna en
V. E L MODELO DE LA SATISFACCIÓN SUSTITUTIVA: la muerte cruenta en la cruz. Por ella se expía, se repara
FUIMOS CURADOS GRACIAS A SUS PADECIMIENTOS la ofensa y se restablece el recto orden del universo. Dios,
asegura Anselmo, encuentra incluso hermosa la muerte de
En el horizonte de una visión jurídica se utilizó un cruz, ya que a través de ella se aplaca su justicia (Cur
instrumental sacado del derecho romano —satisfactio-— Deus homo? 1,14).
para expresar la acción redentora de Cristo. Introducido
por Tertuliano y profundizado por san Agustín, este mo-
delo de la satisfacción sustitutiva encontró en san Anselmo 1. Límites de esta representación
su formulación clásica en el libro Cur Deus homo? (¿Por
qué Dios se hizo hombre?). La preocupación de san An- Esta representación de la liberación de Jesucristo es
selmo, en quien se nota una fuerte tendencia al raciona- una de las que más refleja el sustrato sociológico de una
lismo, latente en toda la escolástica, reside en encontrar época determinada. La imagen de Dios de san Anselmo
una razón necesaria para la encarnación de Dios y que tiene muy poco que ver con el Dios-Padre de Jesucristo.
fuese también suficiente para un infiel. Así es como argu- Encarna la figura de un señor feudal absoluto, dueño de

196 197
la vida y de la muerte de sus vasallos. Dios toma los ras-
gos de un juez cruel y sanguinario empeñado en cobrar bre se siente incapaz de plena identificación, se siente per-
hasta el último céntimo las deudas relativas a la justicia. dido, se debe siempre algo a sí mismo, no satisface las
En tiempos de san Anselmo predominaba en este campo exigencias que experimenta dentro de sí, se siente no'
una crueldad feroz (5). Este contexto sociológico se refleja satis-fecho (no hecho suficientemente) y su postura no es-
en el texto teológico de Anselmo y ayudó, desgraciada- satis-factoria.
mente, a elaborar la imagen de un Dios cruel, sanguinario ¿Cómo debe ser el hombre para ser totalmente él mis-
y vengativo, presente todavía hoy en muchas cabezas pia- mo y consiguientemente salvo y redimido? Tiene que po-
dosas, pero torturadas y esclavizadas. der actualizar la apertura inagotable e infinita que es él
mismo. Su drama histórico consiste en mantenerse cerrado
Al mismo Dios se le impone un mecanismo atroz de
sobre sí mismo; por eso vive en una condición humana de-
violación-reparación, prescribiéndole lo que tiene que ha-
cadente, llamada pecado. La sed de infinito no se abrió al
cer necesariamente. ¿Es ése el Dios que la experiencia de
Infinito.
Jesucristo nos enseña a amar y a confiar en él? ¿Es acaso
Cristo fue aquel a quien Dios concedió abrirse de tal
el Dios del hijo pródigo que sabe perdonar? ¿El Dios
manera al Absoluto que puede identificarse con él. Estaba
de la oveja perdida, que deja a las noventa y nueve en el
abierto a todos y a todo. No tenía pecado, o sea, no se
aprisco y se va por los montes a buscar a la que se había
encerraba dentro de sí mismo. Sólo él puede satisfacer
extraviado? Si Dios encuentra la muerte tan hermosa,
infinitamente las exigencias de la apertura ontológica del
¿por qué prohibió matar? (Ex 20,13; Gen 9,6). ¿Cómo
hombre. Por eso también Dios puede ser totalmente trans-
puede airarse el Dios que prohibió la ira? (Mt 5,21). parente en él (cf Jn 14,20). Era la imagen de Dios invi-
sible en forma corporal (Col 1,15; 2 Cor 4,4).
Dios no se encarnó en Jesús de Nazaret solamente para
2. Valor permanente de esta representación divinizar al hombre, sino también para hominizarlo y hu-
manizarlo, liberándolo de la carga de inhumanidad con
San Anselmo tematizó una línea de la idea de satis- que está cargado su pasado histórico. En Jesús apareció
facción, a nivel jurídico, dentro de las posibilidades que el hombre, por fin, realmente salvo y redimido. Sólo él
le permitía su condicionamiento feudal. Pero dejó oculta puede, en la fuerza del Espíritu, cumplir el ordo de las
la dimensión ontológica que, una vez desarrollada, se naturaleza humana. Por eso fue constituido Salvador nues^
muestra adecuada para traducir la salvación lograda por tro, en la medida en que participamos de él y realizamos
Jesucristo. Este corte ontológico aparece cuando pregunta- la apertura total que él hizo posible, en la esperanza?,,
mos: ¿en qué consiste fundamentalmente la salvación hu- para todos. El mostró que esto no es una utopía antropo-
mana? Muy brevemente: en que el hombre sea cada vez lógica, sino un acontecimiento histórico de la gracia. Asu-
más él mismo. Si lo consigue, estará totalmente realizado miendo la preocupación de san Anselmo sobre el carácter
y salvo. Aquí comienza el drama de la existencia: el hom- de necesidad que posee la encarnación de Dios, podemos
afirmar: para que el hombre pudiera ser realmente hom-
bre, Dios debería encarnarse, esto es, debería penetrar de
(5) Cf L. MALDONADO, La violencia de lo sagrado..., o. c , 238-240
con ejemplos. tal manera la abertura infinita del hombre, que lo pleni-:

198 199
ficase. Y el hombre debería medirse de tal manera con el ¿En qué medida Cristo es solidario con nosotros y su
Infinito que pudiera realizarse en donde puede efectivamen- realidad salvífica toca nuestra realidad, salvándola y libe-
te sentirse realizado: en Dios. Cuando esto sucede, en- rándola?
tonces se hace acontecimiento la encarnación de Dios y
la divinización del hombre. El hombre está salvado. Satis-
face a la llamada más profunda de su ser y para la que VI. JESUCRISTO LIBERA EN LA SOLIDARIDAD UNIVERSAL
existe: ser-comunión con Dios. CON TODOS LOS HOMBRES
Cristo Salvador nos provoca a que realicemos lo que
él realizó. Sólo quedamos redimidos y satis-fechos en la Jesucristo no es el Salvador universal de todos los
medida en que nos comprometemos en la satis-facción de hombres por puro voluntarismo divino: ¡es así porque Dios
nuestra vocación humana fundamental. El demostró que lo quiso! Hay una razón más profunda, cuya experiencia
la búsqueda insaciable de nuestra última identidad (que podemos realizar y controlar. Experimentamos la profun-
implica a Dios) no es un sin-sentido (mito de Sísifo y da solidaridad que reina entre todos los hombres. Nadie
de Prometeo), sino que tiene una solución y el hombre está solo. La unidad de la misma y única humanidad sólo
tiene la oportunidad de ser lo que debe ser. se explica adecuadamente en el horizonte de esta solida-
Comprendida en esta dimensión ontológica, nos parece ridad universal de origen y de destino. Somos todos jun-
que la idea de la satisfacción puede ser considerada como tos solidarios en la convivencia dentro de un mismo cos-
nin instrumental muy rico para representarnos la libera- mos material; somos solidarios en el mismo proceso bio-
ción de Jesucristo. Precisamente por este tesoro latente lógico; somos solidarios en la misma historia humana,
en ella se ha convertido en una de las imágenes más popu- historia de éxitos y de fracasos, de amor y de odio, de
lares. Nos sentimos solidarios con Jesús, en el dolor y divisiones violentas y de anhelo de fraternidad universal,
«en la búsqueda, con él que en nombre de todos satis-face historia de la relación con un Trascendente llamado Dios.
a la llamada de una completa inmediatez con Dios. Pero Gracias a esta solidaridad radical y ontológica somos to-
no sólo eso, sino también en el anhelo del encuentro y dos responsables unos de otros en la salvación y en la
«en la certeza de la llegada. perdición. «El mandamiento del amor al prójimo no fue
Todas las imágenes son imágenes por las que intenta- dado para que nos soportemos social o privadamente, o
mos captar la riqueza salvífica que siempre trasciende a para que tengamos una vida más agradable, sino que es
las imágenes. No podemos detenernos en ninguna de ellas. la proclamación de la preocupación por la salvación de
Hemos de recorrerlas des-construyéndolas, ampliándolas, unos con otros y de la posibilidad de esta salvación de
reasumiéndolas purificadas, elaborando otras, según sea unos por otros» (6).
posible articularlas en el horizonte de una experiencia de Al entrar en el mundo nos atamos ya solidariamente a
fe encarnada en una situación concreta. Es lo que intenta- la situación con que nos encontramos; ésta penetra hasta
Temos hacer, sistemáticamente, en el próximo capítulo. nuestra intimidad más radical, participamos de su pecado
Nos queda todavía por estudiar un problema espinoso,
(6) K. RAHNER, Der eine Mittler und die Vielfalt der Vermittlun-
pero importante, que anunciamos más arriba: cómo com- gen, en Schriften zur Theologie VIII, Benziger, Einsiedeln 1967,
prender el carácter universal de la liberación de Cristo. 218-235, aquí 226.

200 201
y de su gracia, del espíritu del tiempo, de sus problemas; de Nazaret, en la concretez de su camino personal, por
y anhelos. Si por un lado estamos marcados, también mar- obra y gracia del Misterio, puede acoger y ser acogido de
camos y ayudamos a crear el mundo que nos rodea. No- tal manera por Dios que formó con él una unidad sin con-
solamente a nivel de las inter-relaciones humanas y cultu- fusión y sin distinción, unidad concreta y no abstracta,
rales, sino también a nivel de nuestra postura delante de que se manifestaba y se realizaba en la vida de cada día
Dios, bien como apertura y acogida, bien como cerrazón de su trabajo obrero en Nazaret y de su vida de profeta
y repulsa. ambulante por Galilea, en los anuncios que proclamaba,
El modo propio de ser del hombre-espíritu, a dife- en las polémicas que suscitaba, en el conflicto mortal que
rencia del modo de ser de las cosas, consiste en no estar soportó, en la cruz y en la resurrección. En ese camino
nunca yuxtapuestos, sino siempre junto y dentro de todo histórico del judío Jesús de Nazaret tuvo lugar la máxima
con lo que se enfrenta. Ser hombre-espíritu es poder ser auto-comunicación de Dios y la máxima revelación de la
de alguna manera todas las cosas, ya que la relación con apertura del hombre. Esa cima tan alta alcanzada por la
ellas mediante el conocimiento y el amor establece una historia humana es irreversible y escatológica, esto es,
comunión y una participación en el destino de lo conocido representa el término de llegada del proceso humano en
y de lo amado. Si nadie puede sustituir a otro, puesto dirección a Dios. Se dio la unidad, sin pérdida de identidad
que el hombre no es una cosa intercambiable sino una de ninguna de las dos partes, entre Dios y el hombre. Ese
singularidad personal, única e irrepetible, histórica y libre, punto omega significa la máxima hominización y también
puede no obstante, en virtud de la solidaridad universal, la plenitud de la salvación y de la liberación del hombre.
ponerse al servicio del otro, unir su destino al destino del Puesto que Jesús de Nazaret es ontológicamente so-
otro y participar del drama de la existencia de todos. De lidario de nuestra historia, nosotros participamos por él
esta manera, si alguien se eleva, eleva solidariamente a y con él de ese punto omega y de esa situación de sal-
todos. Si alguien se hunde en el abismo de la negación vación y de liberación. Por eso la fe lo proclama como el
de su humanidad, arrastra consigo solidariamente a todos. Liberador y el Salvador universal. En él las estructuras
De esta forma somos solidarios de los sabios, de los san- antropológicas más radicales, donde irrumpen los anhelos
tos, de los místicos de todos los tiempos por los cuales de unidad, reconciliación, fraternidad, liberación e inme-
se mediatizó la salvación y el misterio autocomunicado de diatez con el Misterio que rodea nuestra existencia, aflo-
Dios. Pero también somos solidarios de los criminales y raron y llegaron a su máxima realización. Aquí es donde
de los malhechores de todos los siglos por medio de los. reside el sentido secreto y profundo de su resurrección.
cuales se contaminó y se corrompió la atmósfera salvífica Cristo, llegado ya al término final, toca en la raíz del ser
humana. a todos los hombres, aunque ellos no tengan conciencia de
Pues bien, dentro de esta solidaridad universal y onto- él y aunque rechacen incluso la proclamación de esta bue-
lógica se sitúa Jesucristo y su acción liberadora, como na noticia. Al tocarlos por su solidaridad en la misma hu-
lo percibió bien pronto la teología de la Iglesia primi- manidad, les abre la posibilidad de la redención y de la
tiva al elaborar las genealogías de Jesucristo, que envuel- liberación, los anima en la superación de todos los destie-
ven la historia de Israel (Mt 1,1-17), la historia del mundo- rros y activa las fuerzas que van sacudiendo toda clase
(Le 3,23-28) y la historia íntima de Dios (Jn 1,1-14). Jesús de servidumbres.

202 203
En el próximo capítulo veremos cómo estas afirmacio-
nes se hicieron historia en la vida de Jesús de Nazaret.
Todas las afirmaciones que hemos articulado más arriba
tienen su razón de ser en el hecho de que tuvo lugar la
historia de la salvación. Y sólo cobran sentido cuando se
las confronta de nuevo con la matriz que las engendró. IX
Entonces podemos esperar que dejen de parecer y de so-
nar como ideologías o como consuelos inocuos frente a LIBERACIÓN DE JESUCRISTO POR EL CAMINO
unas esperanzas frustradas. DE LA OPRESIÓN

ENSAYO DE CONSTRUCCIÓN TEOLÓGICA

I. ¿CÓMO HABLAR SIGNIFICATIVAMENTE H O Y DE LA

LIBERACIÓN DE JESUCRISTO?
En las reflexiones anteriores intentamos formular un
proceso des-constructivo de las imágenes tradicionales so-
bre la redención de Jesucristo con la intención de despe-
jar el horizonte, a fin de poder articular más adecuada-
mente para nosotros, en la actualidad, dentro de la inte-
ligencia de la fe, el significado de la liberación de Jesu-
cristo. Nos preocupa esta pregunta: ¿cómo anunciar de
forma significativa para el hombre de hoy la liberación
traída por Jesucristo? Él hombre de hoy no es un uni-
versal abstracto, sino el hombre que vive con nosotros en
América Latina en un régimen más o menos general de
cautividad, en la periferia de los centros donde se toman
las grandes decisiones sobre él, en términos culturales, eco-
nómicos, políticos y religiosos, y que por eso mismo se
siente marginado. El hombre de hoy concreto, que sufre
con las esperanzas frustradas de un cambio estructural en
el sentido de vivir y de relacionarse con los bienes y con los
hombres, que tiene que contar con el hecho oneroso de que
su generación no verá todavía la aparición de un mundo
204 205
más fraternal y más justo, sino que tendrá que convivir en •de liberación en que estamos metidos los hombres en Amé-
un sistema global generador de pobres y de ricos, de pe- rica Latina, encaminamos ya la respuesta en una cierta
riferia y de centro, de violencia y opresión, plantea esta dirección significativa y establecemos ya una óptica por la
pregunta: ¿La liberación de Jesucristo es sólo para el fin que iremos leyendo las palabras, la vida y el camino his-
del mundo y para la otra vida? ¿Nos transporta fuera tórico de Jesucristo. Es verdad que es una lectura entre
de nuestro mundo conflictivo y lo deja en manos del me- otras, pero es la que se nos impone de momento. Por
canismo de sus propias leyes? ¿No se inaugurará la libe- eso no es indiferente que interpretemos en una u otra di-
ración de Jesucristo ya aquí, dentro del conflicto de este rección la liberación de Jesucristo. Solamente es legítima
mundo, y no empezará a germinar en el interior de la aquella que plenifica de sentido nuestra vida, la critica,
propia opresión? Esa liberación, ¿no tomará cuerpo en la acrisola y le permite experimentar lo que significa real-
los medios históricos instauradores de una mayor libertad, mente la liberación de Jesucristo. Toda lectura está orien-
de una mayor justicia, de una mayor participación, de una tada por un interés existencial o social, incluso la que
mayor dignidad e igualdad entre los hombres? ¿No irá interpreta la redención de Cristo como satisfacción susti-
abriendo camino a la paulatina instalación de lo que llama- tutiva o como sacrificio expiatorio o como tantas otras
mos el Reino de Dios? ¿Qué significan en concreto los imágenes atestiguadas en el Nuevo Testamento y en la
discursos unlversalizantes y a veces declamatorios de la tradición teológica (1). Únicamente de esta forma es como
liberación del pecado y de la muerte? se inserta Cristo en nuestra vida y actualiza en el mundo
La fe se presenta como matriz de sentido para la his- su liberación. Lo importante es tomar conciencia de este
toria que vivimos y no como superestructura que no nos procedimiento hermenéutico inevitable. En caso contra-
tiene nada que decir. Debemos continuamente, en el aquí rio, caeremos en posturas ideológicas que absolutizan unas
y ahora de la existencia, dar las razones de nuestra espe- lecturas y unas imágenes debidas a un determinado con-
ranza (1 Pe 3,15) e intentar traducir significativamente para texto cultural, congelándolas en el tiempo e intentando
nosotros mismos y para los demás el mensaje liberador hacerlas significativas para todos los tiempos. Así es como
de la fe en Jesucristo, muerto en la opresión y resucitado surgen esos discursos abstractos y vacíos sobre la reden-
en la gloria. ción, sobre la muerte, sobre los comportamientos del Jesús
Especialmente, ¿qué significado tiene la liberación de histórico y sobre el valor intramundano de su resurrección.
Jesús en el contexto del anhelo de liberación y del sufri- La lectura de la liberación de Jesucristo con los ojos
miento de la opresión? No queremos ser hermenéutica- puestos en la situación de cautividad y de liberación de
mente ingenuos; esta pregunta está orientada por un inte- nuestra realidad nos permite rescatar grandes valores de
rés muy claro: pretende detectar y establecer los medios la tradición cristiana e iluminarlos con una luz sorpren-
concretos que encarnan en la historia la liberación de Jesu- dentemente nueva. Por ella podemos atrevernos a respon-
cristo. No son suficientes los discursos universales; tienen der a una pregunta que quedó en suspenso en nuestras
que ser verificados en la trama de la vida humana. Sin
esa mediación son irreales e ideológicos y acaban corrobo- (1) Para esta problemática, cf H.-W. BAARTSCH, Die Ideologiekri-
rando a las potestades dominadoras. Cuando preguntamos íik des Evangeliums dargestellt an der Leidensgeschichte, en «Evan-
gelische Theologie» 34 (1974), 176-195; E. CASTELLI, Démythisation et
por el significado liberador de Jesucristo para el proceso Idéologie, París 1973.

206 207
reflexiones: ¿habrá oportunidad de romper el círculo fé- Así, pues, nuestra tarea será doble: por un lado mos r
rreo de la opresión-liberación y de la cautividad-éxodo? trar cómo la liberación de Jesucristo fue una liberación
La fe cristiana se atreve a presentar a Jesucristo como concreta para el mundo con que se encontró, un mund»
aquel que precisamente rompió el círculo vicioso al hacer muy parecido al nuestro de América Latina, oprimido in-
de su misma opresión el camino de liberación y de sü terior y exteriormente; por otro, detectar dentro de esa
misma cautividad el sendero para el éxodo definitivo de liberación concreta una dimensión que trasciende esa con-
la condición humana. En cuanto Siervo doliente ha sido creción histórica de la liberación y que, por eso, nos inte-
anunciado como el Liberador. En cuanto débil impotente resa y nos alcanza a los que vivimos luego en otra situa-
ha sido proclamado Señor de todo el cosmos. ción. En otras palabras, la liberación lograda por Jesu-
La vida de Cristo fue redentora en todos sus momen- cristo posee un alcance universal y trascendente. Pero esa
tos, no sólo en su comienzo por la encarnación o en su universalidad y trascendencia se mediatiza y se hace via-
final por la muerte en la cruz: esto es lo que sacamos an- ble en unos pasos liberadores concretos; se hace historia'
tes en conclusión. La liberación no fue tanto una doctrina y toma cuerpo en las modificaciones liberadoras del hom-
que anunció; fue ante todo una praxis que inauguró. Pero bre. El mismo Cristo tradujo la liberación universal en
hemos de estar atentos; no basta una lectura histórico- un camino liberador dentro de su situación. De manera
descriptiva de la nueva praxis liberadora de Jesucristo. Uno semejante, nosotros tenemos que traducir praxísticamente
de los mayores peligros de cierto tipo de teología fue ha- la liberación universal en unas situaciones liberadoras den-
ber reducido a Jesús a la mera categoría del pasado his- tro de la situación en que Dios nos hace vivir. Sólo así
tórico. Se habla de sus gestos, se repiten sus palabras sin la liberación de Jesucristo se vuelve significativa para nues-
preocuparse de traducir su significado (su espíritu) para el tra vida.
contexto en que vivimos. Se queda uno preso en la letra
histórica del pasado muerto; no se rescata, como hizo
con tanta atención la teología de los Padres, el espíritu
II. E L MUNDO DE JESÚS: OPRIMIDO INTERIOR Y
que vivifica el presente. Este espíritu se encarnó en las
EXTERIORMENTE
palabras y gestos de Jesús, pero no se agotó en ello; los
gestos y palabras son significativos de un sentido perma- La situación socio-política del tiempo de Jesús pre-
nente que debe ser actualizado hoy, en la experiencia de senta paralelismos sorprendentes con la situación de la
la fe. Por eso hemos de tener siempre presente una pre-
ocupación hermenéutica que rompa los marcos limitados Cuadernos Liberación, Secretariado social mexicano, 1971; G. G U -
de la situación concreta en que vivió Jesús, para desen- TIÉRREZ, Teología de la liberación, o. c , 226-241; BRAVO, CATAO, COM-
trañar el sentido trascendente y perenne que se articuló BLIN, Cristología y pastoral en América Latina, Santiago-Barcelona
1965; H. ASSMANN, Teología desde la praxis..., o. c , 57ss; B. A. DUMAS,.
en aquella situación concreta y que hoy tiene que ser his- Los dos rostros alienados de la Iglesia una, o. c , 41-79; L. BOFF,
toricízado dentro de nuestro contexto (2). Jesucristo el liberador, o. c ; ID., Salvación en Jesucristo y proceso
de liberación, en «Concilium» 96 (1974), 375-388; F. BELO, Para urna
leitura política do Evangelho, Multinova 1974; I. ELLACURIA, Ca-
rácter político de la misión de Jesús, Lima 1974; J. SOBRINO, La
(2) Véanse los intentos hechos a p a r t i r de la situación de Amé- muerte de Jesús y la liberación en la historia, en «Estudios Centro-
rica Latina: H . BORRAT, Para una cristología de la vanguardia, e n americanos» 30 (1975); cf todo el n ú m e r o d e la citada revista d e
agosto-septiembre 1975: Hacia una cristología latinoamericana.

208 209>
que brotó la teología de la liberación en América Latina. cia cultural. Herodes, educado en Roma, hizo obras faraó-
Conviene resaltar algunos elementos (3). nicas, palacios, piscinas, teatros y fortalezas. La presencia
de la cultura romana pagana hacía la opresión más odiosa
y envilecedora, dada la índole religiosa de los judíos.
1. Régimen general de dependencia

Hacía siglos que Palestina vivía en una situación de 2. La opresión socio-económica


opresión. Desde el año 587 a.C. vivía dependiendo de los
grandes imperios que la rodeaban: Babilonia (hasta el La economía se asentaba en la agricultura y en la acti-
538), Persia (hasta el 331), Macedonia de Alejandro (hasta vidad pesquera. La sociedad de Galilea, escenario de la
el 323) y de sus sucesores (los Ptolomeos de Egipto hasta actividad principal de Jesús, estaba constituida por peque-
el 197 y los Seléucidas de Siria hasta el 166); finalmente ños agricultores y por sociedades de pescadores. Había
cayó bajo la influencia del imperialismo romano (a partir generalmente trabajo para todos. No era grande el bienes-
del 64 a.C). Es un pequeño rincón de la provincia roma- tar. Se desconocía el sistema de seguros, de forma que una
na de Siria, gobernado ocasionalmente cuando el nacimien- carestía o una plaga mayor provocaban éxodos rurales en
to de Jesús por un rey pagano, Herodes, sostenido por demanda de trabajo en las pequeñas ciudades. Los jor-
¡el centro, Roma. Esta dependencia a partir de un centro naleros se apiñaban en las plazas (Mt 20,1-15) o se ponían
situado en el exterior se interiorizaba por la presencia de al servicio de un gran propietario hasta saldar sus deudas.
las fuerzas de ocupación y por toda una clase de cobrado- La ley mosaica, que concedía al primogénito el doble que
res de los impuestos imperiales. En Roma se vendía esta a los demás, incrementaba indirectamente el número de
función (que tenía la clase de los caballeros) a un grupo asalariados que, al no encontrar empleo, se volvían verda-
de judíos que a su vez, en la patria, la alquilaban a otros deros proletarios, mendigos, vagabundos y ladrones. Esta-
"manteniendo de este modo una red de funcionarios ambu- ban también los ricos posesores de tierras que despojaban
lantes. Las extorsiones y el cobro por encima de las tasas a los campesinos por medio de hipotecas y expropiacio-
ífijadas eran cosa común. Estaba además el partido de los nes por deudas sin pagar. El sistema tributario era pesa-
caduceos, que hacían el juego a los romanos para mantener do y muy pormenorizado: había impuestos por casi todas
«us altos capitales, especialmente en torno al templo, y las cosas, sobre cada miembro de la familia, la tierra, el
los grandes inmuebles de Jerusalén. ganado, los árboles frutales, el agua, la carne, la sal y
La dependencia política llevaba consigo una dependen- sobre todos los caminos. Herodes, con sus construcciones
monumentales, empobreció al pueblo y hasta a los lati-
(3) Es muy rica la literatura sobre este tema; para una aproxi- fundistas. La profesión de la familia de Jesús era la de
mación para su estudio en las principales fuentes antiguas, cf
L. BOFF, Foi Jesús revolucionario?, en «REB» 31 (1971), 87-118; L. téknon, que podía significar tanto carpintero como albañil.
GONCALVES, Cristo e contestagáo política, Petrópolis'' 1974; M. HENGEL, El téknon podía eventualmente trabajar como pedrero en
Eigentum una Reichtum in der frühen Kirche. Aspekte einer früh-
christlichen Sozialgeschichte, Stuttgart 1973, 31-39; J. JEREMÍAS, Jeru- la construcción de casas o como cubridor de tejados. San
salem zur Zeit Jesu I, Góttingen 1958, 1-33; G. DALMANN, Arbeit und José probablemente trabajó en la reconstrucción de la ciu-
Sitie in Paldstina I, Gütersloh 1928; J. HERZ, Grossgrundbesitz in
Palastina im Zeitalter Jesús, en «Palastinajahrbuch» 24 (1928), 98-113. dad de Séforis, al otro lado de los montes de Nazaret,

210 211
destruida totalmente por los romanos cuando se la quita- aterraba al pueblo con la misma escrupulosidad. Decían:
ron a los guerrilleros zelotes en el año 7 a.C. «Esa gente que no conoce la Ley son unos malditos» (Jn
La presencia de fuerzas extranjeras y paganas consti- 7,49). Aunque legalmente perfectísimos, tenían una mal-
tuía para el pueblo judío una verdadera tentación religio- dad fundamental, desenmascarada por Jesús: «Descuidáis
sa. Dios era considerado y venerado como el único Señor lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia
de la tierra y del pueblo. Había hecho promesas de pose- y la fe» (Mt 23,23). La Ley, en vez de ayudar a la libe-
sión perpetua a Israel. La opresión exasperaba la fantasía ración, se transformó en una prisión dorada; en vez de
religiosa de muchos. Casi todos aguardaban el fin inmi- ayudar al hombre a encontrar al otro hombre y a Dios,
nente con una intervención espectacular de Dios. Se vivía lo cerró para ambos, estableciendo discriminaciones entre
en una efervescencia apocalíptica, de la que participaba los que eran amados por Dios y los que no, entre los que
también en parte Jesús, como atestiguan los evangelios eran puros y los que estaban manchados, entre el prójimo
(Me 13 par.). Varios movimientos de liberación, especial- al que hay que amar y el enemigo al que se puede odiar.
mente el de los zelotes, intentaban preparar y hasta pro- El fariseo poseía un concepto fúnebre de Dios, que ya no
vocar con el uso de la violencia y de las guerrillas la irrup- hablaba a los hombres, sino que les había dejado una ley
ción salvífica de Dios, que llevaba consigo la liquidación para que se orientaran. Los que no se encuadraban en este
de todos los enemigos y la sumisión de todos los pueblos tipo de comprensión de la Ley eran considerados pecadores
al señorío absoluto de Yavé. públicos, difamados socialmente y situados ya en el cami-
no de la perdición.
En tiempos de Jesús imperaba en todo el judaismo la
3. Opresión religiosa teología apocalíptica. Según ella, este mundo estaba en
manos de las fuerzas diabólicas, vivía en una deprimente
La verdadera opresión, sin embargo, no residía en la cautividad. Pero estaba ya próxima la intervención sal-
presencia del poder extranjero y pagano, sino en la inter- vífica de Dios; por ella quedaría restablecido el antiguo
pretación legalista de la religión y de la voluntad de Dios. reino davídico, los pueblos subyugados irían en peregrina-
El culto a la Ley pasará a ser, en el judaismo post-exílico, ción a Jerusalén para adorar al Dios verdadero. Esto cons-
la esencia del judaismo. La Ley, que tenía que auxiliar al tituía el telón de fondo de la vida histórica de Jesús. ¿Qué
hombre en la búsqueda de su camino hacia Dios, irá dege- es lo que significa liberación dentro de semejante contexto?
nerando con las interpretaciones sofisticadas y las tradicio-
nes absurdas en una terrible esclavitud, impuesta en nom-
bre de Dios (Mt 23,4; Le 11,46). Jesús mismo se des-
ahogaba con estas palabras: «¡Qué bien violáis el manda- III. PRESENCIA DE UN SENTIDO ABSOLUTO QUE CONTESTE
miento de Dios para conservar vuestra tradición!» (Le EL PRESENTE
7,9). La observacia escrupulosa de la Ley, con el afán
de asegurarse la salvación, hizo al pueblo olvidarse de La reacción de Jesús frente a esta situación resulta en
Dios, autor de la Ley y de la salvación. Especialmente la cierto modo sorprendente. Jesús no se presentó como un
secta de los fariseos observaba todo al pie de la letra y revolucionario, empeñado en modificar las relaciones de

212 213
fuerza imperantes, como un Bar Kochba. Ni surgió como
Lo nuevo en Jesús es que ya anticipa el futuro y que tra-
un predicador interesado solamente en la conversión de
duce lo utópico en tópico. El no dice simplemente: «El
las conciencias, como Juan Bautista. El anunció un sentido
Reino llegará», sino «el Reino está cerca» (Me 1,15; Mt.
último, estructural y global que va más allá de todo lo
3,17), «está ya en medio de vosotros» (Le 17,21). Corn
que el hombre puede hacer y determinar. Anunció un fin
su presencia el Reino se hace también ya presente: «Si;
último que contesta los intereses inmediatos sociales, po-
por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha-
líticos o religiosos. Conservó siempre esa perspectiva uni-
llegado a vosotros el Reino de Dios» (Le 11,20). Con él!
versal y cósmica en todo lo que decía y hacía. No satis-
ha llegado ya el más fuerte que vence al fuerte (Me 3,27).
fizo inmediatamente a las expectativas concretas y limi-
tadas de sus oyentes. Los convocó a una dimensión abso-
lutamente trascendente, que supera a este mundo en su
facticidad histórica como lugar de juego de los poderes,
de los intereses, de la lucha por la supervivencia de los IV. LA TENTACIÓN DE JESÚS: REGIONALIZAR EL REINO
más fuertes. El no anunció un sentido particular, político,
económico, religioso, sino un sentido absoluto que lo abar- Reino de Dios significa la totalidad de sentido del
ca todo y lo supera todo. La palabra clave portadora de este mundo en Dios. La tentación consiste en regionalizarlo y
sentido radical, contestador del presente, es Reino de en privatizarlo convirtiéndolo en una grandeza ultramun-
Dios (4). Esta expresión hunde sus raíces en el fondo más dana. La liberación sólo es verdadera liberación si posee
utópico del hombre. Allí es donde Cristo alcanza y des- un carácter universal y globalizante y traduce el sentido
pierta los dinamismos de absoluta esperanza adormecidos absoluto buscado por el hombre. Por eso la regionaliza-
o aplastados por las estructuraciones históricas, esperanza ción del Reino-liberación en términos de una ideologías
de total liberación de todos los elementos que alienan al del bienestar común o de una religión significa pervertir
hombre de su verdadera identidad. Por eso su primera el sentido original de Reino, tal como lo entendía Jesús..
palabra de anuncio articula esa utopía ahora prometida Los evangelios nos dicen que Jesús tuvo que enfrentarse
como risueña realidad: «El tiempo se ha cumplido y el con esta tentación (Mt 4,1-11; Le 4,1-13)-y que ésta k>
Reino de Dios está cerca; convertios y creed en la Buena acompañó durante toda su vida (Le 22,28). La tentación
Nueva» (Me 1,15). consistía precisamente en limitar la idea universal del Rei-
La creación entera será liberada en todas sus dimensio- nó a una provincia de este mundo, al Reino concretado
nes, y no sólo aquel pequeño mundo de los judíos. Esto en la forma de dominación política (la tentación de la
no constituye sólo un anuncio profético y utópico; los pro- montaña desde donde podía vislumbrar todos los reinos
fetas judíos y paganos de todos los tiempos proclamaron del mundo), en la forma de poder religioso (la tentación
la llegada de un mundo nuevo como una reconciliación en el pináculo del templo) y en la forma de imperio de
total. En ese nivel Jesús no tiene ninguna originalidad. lo milagroso social y político que satisface las necesidades
fundamentales del hombre (la tentación en el desierto de
transformar las piedras en pan). Estas tres tentaciones
(4) Para los aspectos bibliográficos, cf L. BOFF, Jesucristo el del poder correspondían precisamente a los tres modelos
liberador, o. c , 69-80.
de Reino y de Mesías que estaban de moda en las ex-
214
215
pectativas de aquel tiempo (rey, profeta y sacerdote). To-
das ellas tienen que ver con el poder. Cristo fue tentado, mente diabólico y contrario al misterio de Dios (Mt 4,1-11;
durante toda su actividad, a usar del poder divino de que Le 4,1-13).
disponía a fin de imponer, con ese poder y un toque de La insistencia en preservar el carácter de universali-
magia, la transformación radical de este mundo. Pero eso dad y totalidad del Reino no llevó, sin embargo, a Jesús
significaría manipulación de la voluntad de los hombres a cruzarse de brazos o a esperar la llegada fulgurante del
y exención de las responsabilidades humanas. El hombre orden nuevo. Ese final absoluto es mediatizado en gestos
sería un mero espectador y beneficiario, pero no un parti- concretos, es anticipado en comportamientos sorprenden-
cipante. No haría historia. Sería liberado de forma pater- tes y es hecho posible por medio de unas actitudes que
nalista; la liberación no sería el don de una conquista. significan ya la presencia del fin en medio de la vida. La
Y Jesús se niega terminantemente a instaurar un Reino de liberación de Jesucristo asume de este modo un doble as-
poder. El es Siervo de toda la humana criatura, no su pecto: por un lado anuncia una liberación total de toda la
Dominador. Por eso encarna el Amor y no el Poder de Dios historia y no sólo de unos segmentos de la misma; por
en el mundo; mejor dicho, hace visible el poder propio otro anticipa la totalidad en un proceso liberador que se
del Amor de Dios que consiste en instaurar un orden que concreta en liberaciones parciales siempre abiertas a la
no viole la libertad humana ni exima al hombre de tomar totalidad. Por un lado proclama la esperanza total a nivel
las riendas de su propio proyecto. Por eso la forma con de lo utópico futuro, por otro lo hace viable en el pre-
que el Reino empieza a inaugurarse en la historia es por sente. Si predicase la utopía en un final bueno para el
la conversión. Por ella el hombre, al mismo tiempo que hombre sin su anticipación dentro de la historia, alimen-
acoge la novedad de la esperanza para este mundo, colabo- taría fantasías y suscitaría fantasmagorías inocuas sin cre-
ra en su construcción en las mediaciones políticas, socia- dibilidad alguna; si introdujese liberaciones parciales sin
les, religiosas y personales. una perspectiva de totalidad y de futuro, frustraría las
En todas sus actitudes, tanto en las disputas morales esperanzas despertadas y caería en un inmediatismo sin
con los fariseos como en la tentación de poder encarnada censistencia. En su actuación, Jesús mantiene esta difícil
por los propios apóstoles (cf Le 9,46-48; Mt 20,20-28), tensión dialéctica: por un lado el Reino está ya en medio
Jesús se niega siempre a dictar normas particularizantes de nosotros, está ya haciendo fermentar al orden viejo;
y a establecer soluciones o alimentar esperanzas que por otro, es todavía futuro y objeto de esperanza y de
regionalicen el Reino. De este modo se distancia críti- construcción conjunta del hombre y de Dios.
camente de aquella estructura que, como ya vimos ante-
riormente, constituye el pilar sustentador de nuestro mun-
do: el poder como dominación. La negativa de Jesús a
recurrir al poder hizo que las masas se sintieran decepcio- V. LA NUEVA PRAXIS DE JESÚS, LIBERADORA DE LA VIDA
nadas; sólo creerían si vieran su poder: «¡Que baje ahora OPRIMIDA
<fc la cruz y creeremos en él!» (Mt 27,42). El poder como
categoría religiosa y liberadora fue totalmente desdivini- El Reino de Dios que significa la liberación escatoló-
:zado por Jesús. El poder como dominación es esencial- gica del mundo se instaura ya dentro de la historia, ad-
quiriendo formas concretas en las modificaciones de la vida.
216
217
Resaltaremos algunos de esos pasos concretos por los cua-
que de Dios no podemos hablar abstractamente y prescin-
les se ha anticipado el mundo nuevo y que significan el
diendo de sus hijos y del amor a los hombres. Se da una
proceso redentor y liberador de Jesucristo (5).
unidad entre el amor al prójimo y a Dios, traducida ma-
ravillosamente por san Juan: «Si alguno dice: "Amo a
Dios", y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues
1. Relativización de la autosuficiencia humana quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar
a Dios a quien no ve» (1 Jn 4,20). De esta forma Jesús
En el mundo con que se encontró Jesús había absolu- desabsolutiza las formas cúl ticas, legales y religiosas que
tizaciones que esclavizaban al hombre: absolutización de acaparan para sí los caminos de la salvación. La salvación
la religión, de la tradición y de la Ley. La religión río pasa por el prójimo; allí es donde se decide todo; la reli-
era ya la forma con que el hombre expresaba su apertura gión está allí no para sustituir al prójimo, sino para orien-
a Dios, sino que se sustantivizaba en un mundo en sí tar permanentemente al hombre hacia el verdadero amor
de ritos y de sacrificios. Léase la tradición profética (Me al otro, en el que se esconde de forma incógnita el mismo
7,6-8) y se verá que más importante que el culto es el Dios (Me 6,20-21; Mt 25,40). La relativización de Jesús
amor, la justicia y la misericordia. Los criterios de salva- alcanzó al poder sagrado de los Césares, a quien negó el
ción no pasan por el ámbito del culto, sino por el del carácter divino (Mt 22,21) y la pretendida condición de
amor al prójimo. Más importante que el sábado y que la última instancia: «No tendrías contra mí ningún poder, si
tradición es el hombre (Me 2,23-26). El hombre vale más no se te hubiera dado de arriba», le replica a Pilato
que todas las cosas (Mt 6,26), es más decisivo que 'el (Jn 19,11).
servicio cultual (Le 10,30-37) o el sacrificio (Mt 5,23-24;
Me 12,33); viene antes que ser piadoso y observante de
las sagradas prescripciones de la ley y de la tradición 2. Creación de una nueva solidaridad
(Mt 23,23). Siempre que Jesús habla del amor a Dios,
habla al mismo tiempo del amor al prójimo (Me 12,31-33; La redención no se encarna sólo en una relativización
Mt 22,36-39 par.). En el amor al prójimo y no a Dios de las leyes y de las formas cultuales, sino en un nuevo
tomado como un en-sí es donde se decide la salvación tipo de solidaridad entre los hombres. El inundo social
(Mt 25,31-46). Cuando alguien le pregunta qué es lo que del tiempo de Jesús estaba sumamente estructurado: hay
hay que hacer para alcanzar la salvación, responde citando discriminaciones sociales entre puros e impuros, entre pró-
los mandamientos de la segunda tabla, relativos todos ellos jimos y no-prójimos, entre judíos y paganos, entre hom-
al prójimo (Me 10,17-22). De esta forma deja en claro bres y mujeres, entre teólogos observantes de las leyes y
el pueblo sencillo asustado en su conciencia oprimida por
no poder vivir según las interpretaciones legales de los
(5) Cí L. BOFF, Jesucristo el liberador, o. c, 81-113; J. ERNST,
Anfange der Christologie, Stuttgart 1972, 145-158; H. KESSLER, Erlo- doctores, fariseos que se distancian orgullosamente de los
sung ais Befreiung, o. c , 62-74; J. GUILLET, Jésus devant sa vie débiles y de las personas marginadas y difamadas como
et sa mort, París 1971, 75-83; C. MESTERS, Jesús e o povo: qual jola,
libertagáo que ele trouxe para o povo de seu tempo?, en Palavrá dé pecadores. Jesús se solidariza con todos los oprimidos
Deus na historia dos homens 2, Vozes, Petrópolis 1971, 135-181;;';• Toma siempre el partido de los débiles y de los que son

218 219
criticados según los cánones establecidos: la prostituta,
el hereje samaritano, el publicano, el centurión romano, el fariseos. No enseña sistemáticamente como un maestro de
ciego de nacimiento, el paralítico, la mujer jorobada, la escuela. Responde a preguntas y hace preguntas, dando
mujer pagana siro-fenicia, los apóstoles cuando los critican oportunidad al hombre para que se autodefina y tenga la
por no ayunar como los discípulos de Juan. La actitud de libertad de tomar posición sobre asuntos decisivos para
Jesús es acoger a todos y hacerles experimentar que no su destino. Cuando lo cuestionan sobre el impuesto o el
están fuera de la salvación, sino que Dios ama a todos, poder político de César, no hace una exposición teórica.
hasta a los ingratos y malvados (Le 6,35), ya que «no Pide que le traigan una moneda. Pregunta: ¿qué moneda
necesitan médico los sanos, sino los que están mal» (Me es ésta? Deja siempre al otro la palabra. Sólo el joven
2,17) y su tarea consiste en «buscar y salvar lo que estaba rico se quedó sin pronunciar su palabra; quizá por eso no
perdido» (Le 19,10). Jesús no teme las consecuencias de conocemos su nombre. Porque no se definió.
esta solidaridad; es difamado, injuriado, considerado ami- No se deja servir; él mismo sirve a la mesa (Le 22,27).
go de malas compañías, acusado de subversivo, de hereje, Esto no es ninguna mistificación de esa humildad de que,
de poseso, de loco, etcétera. Pero es a través de este amor en la historia eclesiástica, hicieron gala los papas y los
y de estas mediaciones como se siente lo que significa obispos. Estos se llamaron siervos de los siervos cuando
Reino de Dios y liberación de los esquemas opresores que muchas veces no era más que la forma refinada de encu-
discriminan a los hombres. Prójimo no es el hombre que brir un poder anti-evangélico y opresor sobre las concien-
tiene la misma fe, ni la misma raza, ni la misma familia; cias. La insistencia de Jesús en el poder como servicio
es cada uno de los hombres, desde que yo me acerco a él, y sobre el último que es primero (Me 10,42-44;9,35; Mt
sin importarme su ideología o su confesión religiosa (cf 23,8-12) quiere acabar con la relación señor-esclavo o con
Le 10,30-37). la estructura de poder en términos de pura sumisión cie-
ga y de privilegios. Lo que predica Jesús no es la jerar-
quía (poder sagrado), sino la hierodulía (servicio sagra-
3. Respeto a la libertad del otro do). No un poder que se basta autocráticamente a sí mis-
mo, sino un servicio al bien de todos como función para
Al leer los evangelios y la manera como predicaba la comunión. Una instancia, incluso eclesiástica, que se auto-
Jesús, se nota inmediatamente que sus palabras no se si- afirma independientemente de la comunidad de los fieles
túan nunca en una instancia trascendente y autoritaria; no es una instancia que pueda reclamar para sí la auto-
su lenguaje es sencillo, lleno de parábolas y ejemplos saca- ridad de Jesús (6). El mismo Jesús pone en práctica esta
dos de la crónica de la época. Se mezcla con la masa, sabe actitud: su argumentación no es nunca fanática, exigiendo
oir y preguntar. Da a todos oportunidad para que cada una sumisión pasiva a lo que dice; intenta siempre con-
uno profiera su palabra esencial. Pregunta a quien le in- vencer, argumentar y apelar al buen sentido y a la razón.
terroga por lo que dice la Ley, pregunta a los discípulos Lo que afirma no es autoritativo, sino persuasivo. Siem-
qué es lo que dicen los hombres sobre él, pregunta al pre deja libertad al otro. Sus discípulos no son educados
hombre de junto al camino qué es lo que quiere que haga. en el fanatismo de su doctrina, sino en el respeto a los
Deja hablar a la samaritana. Oye las preguntas de los
(6) Cf H. KESSLER, Erlosung ais Befreiung, o. c , 65.
220
221
enemigos y a quienes se les oponen. Nunca emplea la vio-
Se mueve con frecuencia por entre los círculos de sus opo-
lencia para imponer sus ideales. Apela y habla a las con-
sitores, detenidos en un conservadurismo legalista e inte-
ciencias.
resados en posiciones de honra, como los fariseos (Me
En su grupo más íntimo (los doce) hay un colaborador
2,13-3,6); se deja convidar a sus cenas (Le 7,36ss; ll,37ss),
de las fuerzas de ocupación, un cobrador de impuestos
pero no comparte su mentalidad. Después de comer, pue-
(Me 2,15-17), y también un guerrillero nacionalista zelote
de decirles: «Sois unos desgraciados, porque ya habéis re-
(Me 3,18-19); coexisten y forman comunidad con Jesús
cibido vuestro consuelo» (Le 6,24). También se deja con-
a pesar de las tensiones que se advierten entre los entu-
vidar por los sospechosos publícanos; su presencia en me-
siastas y los escépticos del grupo.
dio de ellos, como demuestra la historia de Zaqueo, pro-
dujo cambios en su comportamiento.
Todo cuanto en nuestro corazón o en la sociedad pue-
4. Capacidad inagotable de soportar los conflictos
da surgir contra los derechos del otro es condenado por
Cristo, como el odio y la rabia (Mt 5,21-22), la envidia
Estamos mostrando cómo redime y libera concreta-
{Mt 5,27-28), la calumnia, la agresión y el asesinato. De-
mente Cristo dentro de un camino histórico. Se dirige
fiende la bondad y la mansedumbre y critica la falta de
a todos sin discriminar a nadie: «Si alguno viene a mí,
respeto a la dignidad del otro (Mt 7,1-5; Le 6,37-41).
no lo echaré fuera», resume paradigmáticamente san Juan
Jesús sigue su camino, no con una soberbia distancia de
su actitud fundamental. Dirige primeramente su evangeli-
los conflictos humanos, sino tomando partido siempre que
zación a los pobres. Pobres para Jesús no son solamente
se trata de defender al otro en sus derechos, tanto si es
los económicamente necesitados. Como observa J. Jere-
hereje como si es pagano, extranjero, de mala fama, mujer,
mías, «los pobres son los oprimidos en sentido amplísi-
niño, pecador público, enfermo y marginado. Se comu-
mo: los que sufren opresión y no se pueden defender, los
nica con todos y apela a la renuncia de la violencia como
desesperanzados, los que no tienen salvación..., todos los
instrumento en la consecución de los objetivos. El meca-
que padecen necesidad, los hambrientos y sedientos, los
nismo del poder es querer más poder para subyugar a los
desnudos y forasteros, los enfermos y encarcelados..., los
otros a sus ideales. De ahí surge el miedo, la venganza
que lloran, los enfermos, los que están agobiados por el
y la voluntad de dominio, que rompen la comunión entre
peso, los últimos, los sencillos, los perdidos, los pecado-
los hombres. El orden humano es creado como imposi-
res» (7). A todos éstos intenta auxiliarlos y defender su
ción, con un gran coste social. Se mantiene bajo rigurosa
derecho. Lo hace especialmente con los enfermos, lepro-
vigilancia todo lo que puede originar cuestionamientos,
sos y posesos, considerados pecadores públicos y difama-
inseguridades y cambios del orden, tanto en. la sociedad
dos como tales. Toma la defensa de sus derechos y de-
civil como en la religiosa. Cuando se hace real el peligro
muestra que la enfermedad no procede necesariamente del
para el orden establecido, entran en acción mecanismos
pecado personal o de los antepasados, ni los hace impuros.
primitivos de difamación, odio, represión y eliminación.
Hay que limpiar el orden de los enemigos de la seguridad.
(7) J. JEREMÍAS, Teología del Nuevo Testamento I, Sigúeme, Sa- Estas reacciones no pueden apelar, como autojustificativas,
lamanca 1974, 138.
a las actitudes de Jesús, que eran generadoras del proceso
222
223
de reflexión, de cambio y de franca comunicación entre lo que es auténticamente humano: la ira, la alegría, la
los grupos. bondad, la tristeza, la tentación, la pobreza, el hambre,,
En correspondencia con la llamada a la renuncia del la sed, la compasión y la añoranza. Vive la vida como do-
poder está la llamada al perdón y a la misericordia. Estcx nación y no como autoconservación: «Estoy en medio de-
supone una fina percepción de la realidad del mundo: vosotros como el que sirve» (Me 10,42-45). No conoce-
siempre habrá estructuras de poder y de venganza. Pero- tergiversaciones en su actitud fundamental de ser siempre^
esto no debe provocar el desánimo o la asunción de esa un-ser-para-los-demás. Pues bien, vivir la vida como dona-
misma estructura. Se impone la necesidad del perdón, dé- ción es vivirla como sacrificio y desgaste por los demás..
la misericordia, de la capacidad de soportar y convivir Si la muerte no es sólo el último momento de la
con los excesos del poder. Por consiguiente, manda amar vida, sino la estructura misma de la vida mortal, en cuanto
al enemigo. Amar al enemigo no es amarlo románticamente,, que se va desgastando, vaciando lentamente y muriendo
como si fuera un amigo diferente. Amarlo como enemigo> desde el momento en que fue concebida la vida; si la
supone detectarlo como enemigo y amarlo como amaba1, muerte como vaciamiento progresivo no es sólo fatalidad
Jesús a sus enemigos: no se negaba al trato con ellos,, biológica, sino oportunidad para la persona en su libertad
pero cuestionaba las actitudes que los esclavizaban y los: de poder acoger la finitud y la mortalidad de la vida y
hacían precisamente enemigos. La renuncia al esquema del abrirse de este modo a otro Mayor, un vaciarse para
odio no es lo mismo que la renuncia a la oposición. Jesús poder recibir una plenitud traída por Aquel que es ma-
se oponía, disputaba, argumentaba; pero no dentro del! yor que la vida, entonces podemos decir que la vida de
mecanismo del uso de la violencia, sino en un profundo) Cristo, desde su primer instante, fue un abrazar la muer-
compromiso con la persona. Renunciar a la oposición se- te con todo el coraje y la hombría de que alguien es capaz.
ría renunciar al bien del prójimo y a la defensa de sus, Estaba totalmente vacío de sí para poder llenarse de los-,
derechos y echar leña al fuego de la dominación.. otros y de Dios. Asumió la vida mortal y la muerte que
se iba tramando dentro de su compromiso de profeta am-
bulante y de Mesías-liberador de los hombres. En este
5. Aceptación de la mortalidad de la vida contexto vamos a reflexionar sobre la muerte de Cristo-
y su significado redentor,
En la vida de Jesús aparece la vida con todas sus con-
tradicciones. El no es una persona quejumbrosa que está
siempre lamentándose del mal que hay en el mundo. ¡Dios; a) La inmanencia de la muerte de Cristo; el conflicto
podría haber hecho el mundo mejor! ¡Hay demasiado- religioso-político
pecado y maldad entre los hombres! ¿Y Dios qué hace?'
Nada de eso encontramos en Jesús. El asume la vida tal Estamos acostumbrados a entender la muerte de Jesús
como se le presenta. No se niega al sacrificio que inclu- tal como nos lo refieren los relatos de la pasión. En ellos
ye necesariamente toda vida comprometida de verdad: está claro que su muerte fue por nuestros pecados, que
verse aislado, perseguido, mal comprendido, difamado, et- correspondía a las profecías del Antiguo Testamento y que
cétera. Acoge todas las limitaciones; en él aparece todo realizaba parte de la misión confiada a Jesús por el Padre;

224 225
siendo por tanto necesaria en el plan salvífico de Dios (8). en su aspecto dramático y oneroso para Jesús; ejecuta tam-
Estas interpretaciones subrayan la verdad trascendente de bién un plan necesario. Pero no por ello se aclara la ne-
la entrega total de Jesús, pero pueden inducirnos a una cesidad de este plan; la muerte queda desligada del resto
falsa comprensión del verdadero carácter histórico del des- de la vida de Cristo y empieza a tener un significado sal-
tino fatal de Jesucristo. Realmente estas interpretaciones vífico propio. Con ello se pierde mucho de la dimensión
contenidas en nuestros evangelios constituyen el resulta- histórica de la muerte de Jesús, consecuencia de su com-
do final de todo un proceso de reflexión de la comunidad portamiento y de sus actitudes soberanas y resultado de
primitiva sobre el escándalo del viernes santo. La muerte un proceso judicial. Con razón dice un excelente teólogo
vergonzosa de Jesús en la cruz (cf Gal 3,13) que, en el católico, Ch. Duquoc: «Realmente la pasión de Jesús no
tiempo, era una señal evidente del abandono de Dios y puede separarse de su vida terrena, de su palabra. Su
<de la falsedad del profeta (importante es en este sentido: vida, lo mismo que la resurrección, da sentido a su muerte.
Mt 27,39-44; Me 15,29-32; Le 23,35-37), constituyó para Jesús no murió de una muerte cualquiera, sino que fue
«líos mismos un gran problema. A la luz de la resurrec- condenado, no por causa de un malentendido, sino por
ción releyeron y meditaron las Escrituras del Antiguo Tes- su actitud real, cotidiana, histórica. La lectura que brota
tamento (cf Le 24,13-35) y empezaron a hacer inteligi- inmediatamente de la particularidad de esta vida y de esta
ble lo que antes era absurdo. Este trabajo interpretativo muerte como un conflicto "metafísico" entre el amor y el
y teológico, detectando un sentido secreto bajo los hechos odio, entre la incredulidad y el Hijo de Dios, olvida la
infamantes de la pasión, fue recogido en los relatos del multiplicidad de mediaciones necesarias para su compren-
proceso, muerte y resurrección de Jesús. Los evangelistas sión. Este olvido de la historia tiene consecuencias reli-
no trabajaron como historiadores neutros, sino como teólo- giosas. Pongamos un ejemplo: la meditación de la pasión
gos interesados en resaltar el sentido trascendente, uni- de Jesús no siempre se salvó de un dolorismo sospechoso.
versal y definitivo de la muerte de Cristo. Este tipo de En vez de invitar a hacer retroceder efectivamente el mal
interpretación, por muy válido que sea, tiende, si el lector y la muerte, produjo muchas veces una fijación malsana
no se mantiene avisado, a crear una imagen de la pasión en la resignación. De este modo, el sufrimiento y la muerte
como si fuera un drama supra-histórico, en donde los ac- fueron glorificados en sí mismos» (9).
tores —Jesús, los judíos, Judas, Pilato— parecen mario-
El sentido perenne y válido descubierto por los evan-
netas al servicio de un plan previamente trazado, que los
gelios tiene que ser rescatado luego a partir del contexto
eximiría de sus responsabilidades. La muerte no aparece
histórico (y no sólo teológico) de la muerte de Cristo.
Sólo así dejará de ser a-histórico y, en el fondo, vacío
y ganará dimensiones realmente válidas también para el
(8) Cf A. PAUL, Pluralité des interprétations théologiques de la
unort du Christ dans le Nouveau Testament, en «Lumiére et Vie» hoy de nuestra fe.
101 (1971), 18-33; A. VANHOYE, Structure et théologie des récits de la La muerte de Cristo fue, en primer lugar, humana.
Passion dans les évangiles synoptiques, en «Nouvelle Revue Théolo-
gique» 89 (1967), 145-163; H. SCHÜRMANN, Jesús ureigener Tod, Fri- En otras palabras, se sitúa dentro del contexto de una
burgo 1975; E. SCHILLEBEECKX, Jesús. Die Geschichte von einem leben- vida y de un conflicto en el que resultó la muerte, no
den, Friburgo 1975, 241-283; J. L. CHORDAT, Jésus devant sa mort,
París 1970; J. MOLTMANN, Der gekreuzigte Gott, Munich 1972, 105-147
(trad. cast.: El Dios crucificado, Sigúeme, Salamanca 1975).
(9) Ch. DUQUOC, Christologie II. Le Messie, o. c , 197.

226 227
impuesta desde fuera por un decreto divino, sino infli-
gida por unos hombres bien determinados. Por eso esta cuenta de ello. Se entusiasma. Las autoridades se asustan.
muerte puede ser acompañada y narrada históricamente. El representa un peligro para el sistema de seguridad es-
Jesús murió por los mismos motivos por los que mue- tablecido. Puede arrastrar a las masas contra las fuerzas
re todo profeta en todos los tiempos: puso los valores romanas de ocupación. La autoridad con que habla, la
que predicaba por encima de la conservación de su propia soberanía que asume y las actitudes soberanas que mani-
vida; prefirió morir libremente antes que renunciar a la fiesta provocaron un drama de conciencia para los mento-
verdad, a la justicia, al derecho, al ideal de fraternidad res de la dogmática oficial. El hombre de Galilea se dis-
universal, a la verdad de su filiación divina y de la bon- tanció demasiado de la ortodoxia oficial; no justificaba
dad sin restricciones de Dios Padre. En este nivel Cristo por ningún recurso conocido su doctrina, su comporta-
se inserta dentro del ejército de millares de testigos que miento y las exigencias que presentaba.
predicaron y sufrieron la muerte por lo que predicaban: No hemos de imaginarnos que los judíos, los fariseos y
la mejoría de este mundo y la creación de una conviven- los dirigentes del orden social y religioso de entonces fue-
cia más fraternal entre los hombres y de mayor apertura ran personas de auténtica mala voluntad, malévolos, ven-
al Absoluto (10). Su muerte es contestación de los siste- gativos, perseguidores, mal intencionados. Lo cierto es que
mas cerrados e instalados y acusación permanente de la eran fieles observantes de la Ley y de la religión trans-
cerrazón del mundo sobre sí mismo, esto es, del pecado. mitida piadosamente por generaciones en las que hubo már-
Esta muerte de Cristo se fue preparando a través de tires y confesores. Las preguntas que hacen a Jesús, el
toda su vida. Las reflexiones que hemos hecho demues- intento de encuadrarlo dentro de los cánones de la dogmá-
tran cómo El señaló una crisis radical del judaismo de su tica y de la moral establecida nacían del drama de concien-
tiempo. Se presentó como un profeta que no anunciaba cia que les creaba la figura y la actuación de Jesús. Inten-
la tradición, sino una nueva doctrina (Me 1,27), que no tan reducirlo a los cuadros definidos por la Ley. Al no
predicaba solamente la observancia de la Ley y de sus conseguirlo, lo aislan, lo difaman, lo procesan, lo conde-
interpretaciones, sino que se portaba como soberano frente nan y finalmente lo crucifican.
a todo eso: el que ayuda al amor y al encuentro de los La muerte de Cristo fue el resultado de un conflicto
hombres entre sí y con Dios, guarda la Ley; el que pone bien circunstanciado y definido legalmente. No fue el fru-
obstáculos en el camino para los demás o para Dios, pasa to de «una maquinación sádica» (11) ni un malentendido
por encima de ella o la anula simplemente. La voluntad jurídico. Jesús les parecía realmente un falso profeta y un
de Dios, para el profeta de Nazaret, no se encuentra sólo perturbador del status religioso que, eventualmente, po-
en el lugar clásico de la Escritura; la propia vida es lugar dría también perturbar el status político. La cerrazón, el
de la manifestación de la voluntad salvífica del hombre. enclaustramiento dentro de su propio sistema de valores,
En todas sus actitudes y palabras se palpa un sentido de hecho intocable e incuestionable, la incapacidad de abrirse
liberación de la conciencia oprimida. Y el pueblo se da y de aprender, la estrechez de horizonte, el fanatismo del
propio entorno vital y religioso, el tradicionalismo, la auto-
seguridad asentada en su propia tradición y ortodoxia,
(10) Cf G. CRESPY, Recherche sur la signification potinque de
la mort du Christ, en «Lumiére et Vie» 101 (1971), 89-109.
(11) Ch. DUQUOC, Christologie, o. c , 195.
228
229
mezquindades que todavía hoy caracterizan con frecuencia
a los defensores de un orden establecido, generalmente por miedo a la muerte. Vive y actúa a pesar de la muerte,,
imbuidos de la mayor buena voluntad, pero privados de aunque se la exijan, porque el vigor y la inspiración de
sentido crítico y faltos de sentido histórico, todas estas su vida y de su actuación no es el miedo a la muerte,,
banalidades que no constituyen graves crímenes fueron sino el compromiso con la voluntad del Padre, leída ertt
las que motivaron la liquidación de Jesús. la concretez de la vida, y el compromiso con su mensaje
de liberación a los hermanos.
b) La trascendencia de la muerte de Cristo: la salida libe- El profeta y el justo, como Jesús, que muere por la
radora justicia y por la verdad, denuncia el mal de este mundo
y pone en entredicho todos los sistemas cerrados que pre-
Si los motivos que condujeron a Jesús al proceso y a tenden monopolizar la verdad y el bien. Esa cerrazón
monopolista es el pecado del mundo. Cristo murió por
la muerte fueron totalmente banales, su muerte, sin em-
causa de ese pecado, banal y estructurado. Su reacción»
bargo, no fue banal. En ella se transparenta toda la gran-
no cayó dentro del esquema de sus enemigos. Víctima de
deza de Jesús. El hizo de la propia opresión el camino
la opresión y de la violencia no usó de la violencia ni
de la liberación. A partir de cierto momento (crisis de Ga-
de la opresión para imponerse. «El odio puede matar,
lilea) Jesús contó con un drama que se estaba tramando
pero no puede definir el sentido que el que muere da a
contra su vida. No ignoró la muerte de Juan Bautista
su propia muerte» (12). Cristo definió el sentido de su
(Me 6,14-29). Conoce el destino reservado a todos los
muerte en términos de amor, de donación, de sacrificio»
profetas (Mt 23,37; Le 13,33-34; He 2,23) y sabe que libre, hecho por los que lo mataban y por todos los,
él está en su misma línea. Por eso no fue ingenuamente hombres. El profeta de Nazaret que muere es simultá-
a la muerte. No es que la buscase y la quisiese. Los evan- neamente Hijo de Dios, realidad que para la fe sólo fue
gelios nos dicen que se escondía (cf Jn 11,57; 12,36; realmente lúcida después de la resurrección. Como Hijo
18,2; Le 21,37) y que evitaba a los fariseos que le im- de Dios, no hizo uso del poder divino, capaz de modifi-
portunaban (Me 7,24; 8,13; cf Mt 12,15; 14,13). Pero car todas las situaciones. No atestiguó el poder coma
como todo hombre justo, estaba dispuesto a sacrificar su dominación, ya que ésta constituye el carácter diabólico,
vida, si fuese necesario, para dar testimonio de su verdad del poder, generador de opresión y de obstáculos para
(cf Jn 18,37). Buscaba la conversión de los judíos. Aun- la comunión. Atestiguó el poder verdadero de Dios, que
que se sentía solo y aislado, no conoció la resignación es el amor. Ese amor es el que libera, solidariza a IOSÍ
ni el compromiso con la situación para poder sobrevivir. hombres y los abre al legítimo proceso de liberación. Ese
Se mantuvo fiel a su verdad hasta el fin, aunque ese fin amor excluye toda violencia y opresión, incluso para im-
fuera la muerte. La muerte es querida y abrazada libre- ponerse. Su eficacia no es la eficacia de la violencia que
mente, no como fatalidad biológica, sino como libertad modifica situaciones eliminando a los hombres. Esta efi-
que sacrifica la propia vida para atestiguar su mensaje. cacia aparente de la violencia no consigue romper con la
«Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente» espiral de la opresión. El amor posee una eficacia propia,.
(Jn 10,18). La muerte no es castigo, sino testimonio; no
es fatalidad, sino libertad. No teme a la muerte ni actúa
(12) Ib., 204.
230
23:1
que no es inmediatamente visible y destacable; es el co-
raje que lleva al sacrificio de la propia vida por amor quien reside el Sentido último, incluso el sentido del ab-
y la certeza de que el futuro está en la balanza del dere- surdo de la muerte del Inocente. En la cumbre de la
cho, de la justicia, del amor y de la fraternidad y no desesperación y del abandono se revela la cumbre de con-
del lado de la opresión, de la venganza y de la injusticia. fianza y de entrega al Padre. No posee ya ningún apoyo
No es de extrañar, como lo prueba la experiencia de los en sí mismo o en su obra; sólo se apoya en Dios y sólo
siglos y la historia más reciente, que los asesinos de los puede descansar en Dios. Semejante esperanza trasciende
profetas y de los justos se hagan tanto más violentos cuan- ya los límites de la propia muerte. Es la obra perfecta
to más presienten su derrota (13); la iniquidad de la in- de la liberación: se liberó totalmente de sí mismo para
justicia insolidariza a los propios malvados y separa a los ser todo de Dios.
propios asesinos. Dios no actúa si el hombre, en su liber-
tad, no quiere. El Reino es un proceso en el que tiene
que participar el hombre. Si se niega a ello, no será
VI. FUNDAMENTO DE LA LIBERACIÓN DE JESUCRISTO:
la violencia, sino el amor sacrificado el que le siga invi-
LA EXPERIENCIA DEL PADRE DE BONDAD
tando a adherirse a él: «Cuando yo sea levantado de la
tierra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12,32).
Lo que acabamos de describir podría parecer a algu-
La muerte de Cristo, independientemente de la luz nos demasiado antropológico: el hombre de Galilea libe-
aportada por la resurrección, tiene un sentido que está ró por su vida y por su muerte del mismo modo que lo
en perfecta coherencia con la vida que llevó. Todos los hicieron otros muchos antes y después de él. De hecho,
que, como Jesús, predican exigencias de mayor amor, de en este nivel de nuestra reflexión, Cristo se sitúa en la
mayor justicia, de mayores derechos para los oprimidos galería de los justos y de los profetas ajusticiados y muer-
y de mayor libertad para Dios, tienen que contar con la tos. Como veremos a continuación, sólo la resurrección
•contestación y con el peligro de la liquidación. La muerte eleva a Jesús por encima de todas las analogías y hace
«es vencida, en cuanto que no es ya aquel espantajo que descubrir nuevas dimensiones en la banalidad de su muerte
-asustaba a los hombres y les impedía vivir y proclamar la de profeta-mártir. No obstante, cabe esta pregunta: ¿De
^verdad. Ahora ha sido aceptada e inserta en el proyecto qué fuerza y de qué vigor se alimentaba su vida libera-
'del hombre justo y del profeta verdadero. Se puede y dora? Los evangelios lo dicen claramente: su proyecto
•se debe contar con ella. La grandeza de Jesús consistió en liberador nacía de una profunda experiencia de Dios vi-
no dejarse llevar por la comodidad, a pesar de la con- vido como el sentido absoluto de toda la historia (Reino
testación y de la dominación. Aun sintiéndose abandona- de Dios) y como Padre de bondad infinita y amor hacia
do por Dios en la cruz, no se entregó a la resignación. todos los hombres, especialmente los malvados e ingratos,
Perdona, sigue creyendo y esperando. En el paroxismo los extraviados y perdidos. La experiencia de Jesús no es
del fracaso se pone en manos del Padre misterioso en la del Dios de la Ley que discrimina a buenos y malos,
a justos e injustos, sino la del Dios bueno que ama y
perdona, que corre tras la oveja descarriada, que espctii
(13) Véanse las atinadas reflexiones de T. CAVALCANTI, Notas so- ansioso al hijo pródigo y que se alegra más de la con ver
bre a mensagem central do Cristianismo, en «REB» 34 (1974), 295-296.

.232 2"H
sión de un pecador que de la salvación de noventa y nueve
justos. liberación, sino que desemboca en una liberación total
La nueva praxis de Jesús esbozada anteriormente ra- y exhaustiva. La resurrección no es un fenómeno de fisio-
dica, en su último fundamento, en esta nueva experiencia logía celular y de biología humana: Cristo no fue reani-
de Dios (14). Quien se sabe totalmente amado de Dios, mado para el tipo de vida que poseía antes. La resurrec-
ama con Dios indistintamente a todos, hasta a los enemi- ción significa la entronización total de la realidad humana
gos. Quien se sabe aceptado y perdonado por Dios, acepta (espíritu-corporal) en la atmósfera divina y por eso la com-
y perdona también a los demás. Jesús encarnaba el amor pleta hominización y liberación. Por ella ha alcanzado
y el perdón del Padre, siendo él mismo bueno y misericor- su término la historia, en la figura de Jesús. Puede ser
dioso para con todos, especialmente con los marginados presentada entonces como la liberación completa del hom-
religiosamente y los desacreditados socialmente. Y esto no bre. La muerte es vencida y se inaugura un tipo de vida
era humanitarismo de Jesús, sino la concreción del amor humana, no regida ya por los mecanismos de desgaste
del Padre dentro de la vida. Si Dios hace eso con todos,, y de muerte de este mundo, sino vivificada por la propia
¿por qué no ha de hacerlo también el Hijo de Dios? Vida divina. En este sentido, la resurrección posee el sig-
nificado de una protesta contra la «injusticia» y el «de-
recho» por los que fue condenado Cristo. Es una pro-
testa contra el sentido meramente inmanente de este mun-
do, con su orden y sus leyes, que acabó rechazando a aquel
VII. L A REALIZACIÓN DE LA C O M P L E T A LIBERACIÓN
a quien Dios confirmó por la resurrección. De esta forma
la resurrección es matriz de esperanza liberadora, que su-
Las reflexiones que acabamos de articular intentan apun- pera este mundo dominado por el espectro de la muerte.
tar hacia el proceso de liberación emprendido por Jesu- Dice acertadamente James Cone, conocido teólogo de
cristo en todas las dimensiones de su vida. Al ser pro- la teología negra de liberación: «La resurrección de Cris-
ceso, la liberación posee inevitablemente un carácter par- to es la manifestación de que a Dios no lo derrota la opre-
cial; el proceso está abierto. ¿Dónde desembocará? ¿De sión, sino que Dios la transforma en posibilidad de liber-
qué es anticipación? Si Cristo se hubiera restringido a tad. Para los hombres que viven en una sociedad opre-
ese proceso, no habría sido proclamado como el liberta- sora, esto significa que no deben conducirse como si la
dor universal, ya que la liberación no sería total, sino muerte fuera lo último. Dios en Cristo nos ha liberado
sólo parcial. La verdadera liberación, digna de tal nom- de la muerte, y ahora podemos vivir sin preocuparnos
bre, tiene que poseer un carácter de totalidad y de uni- por el ostracismo social, la inseguridad económica o la
versalidad. La totalidad de la liberación se dio con la re- muerte política. En Cristo, Dios inmortal ha gustado la
surrección. Por ella, la verdad utópica del Reino se hace muerte y, haciéndolo..., ha destruido la muerte» (15).
tópica y nos trae la certeza de que el proceso de liberación Quien resucitó fue el Crucificado; quien libera es el
no permanece en una circularidad indefinida de opresión- Siervo doliente y oprimido. Vivir la liberación de la

(14) Véase L. BOFF, Atualidade da experiencia de Deus, Río de (15) J. CONE, Teología negra de la liberación, Carlos Lohlé, Bue-
Janeiro 1974, 54-66 con la bibliografía que allí se cita.
nos Aires 1973, 148.

234 235
muerte significa no dejar ya que sea ella la última pa- mos antes en nuestras reflexiones, el sentido profundo de
labra de la vida y determine todos nuestros actos y acti- la vida y muerte de Cristo parecería abstracto y sin apo-
tudes por el miedo a morir. La resurrección ha mostrado yo en la realidad.
que no carece de sentido vivir por la verdad y la justicia, El descubrimiento hecho por la resurrección de que
que a los oprimidos y liquidados les está reservada la Vida el Oprimido fue el Liberador motivó una lectura muy
que se manifestó en Jesucristo. A partir de eso pueden significativa de la infancia y de la actividad de Jesús.
cobrar coraje y vivir la libertad de los hijos de Dios, sin El nacimiento de Jesús, como señalan bien los Sinóp-
estar subyugados por las fuerzas inhibidoras de la muerte. ticos, expresa la identificación del Oprimido-Liberador con
A partir de la resurrección, los evangelistas pudie- los oprimidos de la tierra: los pastores, los inocentes ase-
ron releer la muerte del profeta mártir Jesús de Nazaret. sinados, los reyes paganos. Jesús se presenta como un
No era una muerte como las demás, por muy heroicas Oprimido: «no había lugar para él en la posada» (Le 2,7).
que puedan ser. Era la muerte del Hijo de Dios y del La situación social y económicamente pobre de los
enviado del Padre. El conflicto no era sólo entre la liber- padres de Jesús se acentúa precisamente en esta perspec-
tad de Jesús y la observancia legalista de la Ley; era un tiva de identificación con los pobres y humillados. Para
conflicto entre el reino del hombre caído y el Reino de la comunidad primitiva que leía y meditaba estos relatos
Dios. La cruz no es sólo el suplicio más vergonzoso de significaba: la mesianidad de Jesús está ligada a la humi-
aquella época; es el símbolo de lo que el hombre puede, llación y los humillados y ofendidos pueden sentirse con-
con su piedad (fueron los piadosos los que condenaron solados, ya que también el Mesías fue uno de ellos. A
a Jesús), con su celo fanático por Dios, con su dogmática través de eso, y no a pesar de eso, él es el liberador
cerrada y su revelación reducida a la fijación de un texto. mesiánico. Esta misma perspectiva es la que desarrollan los
Por eso le pareció repugnante y absurda (cf Heb 5,7) a evangelistas cuando narran el ministerio público de Jesús
Cristo, que vivió siempre a partir de Dios. Asumiéndola y su trato con los marginados de su época. Al lado del
a pesar de eso, la transformó en signo de liberación one- interés histórico preside la preocupación teológica; tam-
rosa precisamente de aquella que provocó la cruz: la ce- bién él se identificó con esos hombres aplastados y piso-
rrazón autosuficiente, la mezquindad y el espíritu de ven- teados y cargó con su fardo, liberándolos por medio de
ganza. La resurrección no es solamente suceso glorificador una nueva solidaridad.
y justificador de Jesucristo y de la verdad de sus actitu-
De este modo toda la vida, la actividad, la muerte y
des, sino manifestación de lo que es el Reino de Dios en
la resurrección de Cristo adquieren un significado libe-
su plenitud como epifanía del futuro prometido por Dios.
rador, presente ya en la facticidad superficial de los suce-
Todas estas dimensiones descubiertas en la vida y la sos, pero revelado por completo sólo después de la ex-
muerte de Jesús a la luz de la resurrección entraron en plosión de la resurrección. Esta proporcionó una relec-
la elaboración de los relatos evangélicos. Por eso, si por tura más profunda de los mismos hechos, descubriendo
un lado narran unos hechos, por otro imprimen en ellos en ellos su sentido más hondo, trascendente, ejemplar y
un significado profundo que va más allá de la pura histo- universal.
ricidad factual, pero que es sostenido por esa historicidad
factual. Si no distinguiéramos esos dos niveles, como hici-

236 237
«iones; socialmente, unos hombres dominan sobre otros
VIII. ACTUALIZACIÓN Y ANTICIPACIÓN DE LA REDENCIÓN con medios cada vez más sofisticados, destruyendo o per-
POR EL PROCESO DE LIBERACIÓN virtiendo los canales de comunicación (16). La opción por
el poder sobre la naturaleza derivó en dominación sobre
¿Qué significado posee la liberación lograda por Jesús los hombres y las naciones, originando un régimen gene-
dentro de las condiciones de nuestra historia de hoy? Sólo ral de cautividad, como intentamos analizar anteriormente.
podemos hablar significativamente de redención y de libe- La situación especial de América Latina es de subdes-
ración a partir de la experiencia de su correspondiente arrollo, cuando se la compara con los países opulentos
opuesto, que es la perdición y la opresión. ¿Cómo se pre- del hemisferio Norte. Este atraso no es un problema téc-
sentan hoy, en nuestra experiencia, la opresión y la per- nico, ni es fatalidad histórica. Es el subproducto de la
dición? ¿Cómo tiene que articularse entonces la reden- riqueza de un sistema social y económico que favorece
ción y la liberación de Jesucristo de manera que sea efec- a un pequeño número y margina y mantiene en dependen-
tivamente una respuesta de la fe para esta situación? cia a una gran porción de la humanidad, cortándole el
camino para una libertad y un progreso autosustentador.
En una línea de puro desarrollo natural no se llegará nun-
1. La problemática y las salidas aporéticas de nuestra ca a superar el foso que separa al centro de la periferia.
situación de cautividad Habrá que buscar la solución por otros caminos. Esto im-
plicará la ruptura de los lazos de dependencia y la crea-
Vivimos en una época cultural en la que el hombre ción de unos nuevos valores estructurantes de la conviven-
ha encontrado y definido su sentido de ser en la domi- cia humana, a fin de que termine la explotación del hom-
nación técnico-científica de la naturaleza para conseguir bre por el hombre y todos carguen con el peso social.
el mayor número posible de bienes de consumo y de li- La teología de la liberación ha articulado, dentro del
bertad frente a las imposiciones de la naturaleza. Junto horizonte de dependencia que caracteriza al Tercer Mun-
con ese interés técnico que supone algo más que la uti- do, todas estas preocupaciones de liberación. La pobreza
lización de un instrumental técnico, ya que expresa una
y el marginamiento continental no es inocente ni neutro;
autocomprensión del propio hombre como dueño y obje-
es moralmente injusto y clama al cielo como crimen his-
tivador de la naturaleza, existe un elemento humanista:
tórico. Por eso se imponen dos tareas básicas, anunciadas
se busca ampliar la comunicación y la comprensión entre
ya en nuestras reflexiones anteriores:
los hombres a través de unas estructuras de convivencia i
más humanas, de unas normas e ideas más unlversalizan- — En primer lugar se necesita una lectura socio-analí-
tes y comprensivas que las de una casta. tica adecuada de la situación para dejar en claro el carác-
Pero entretanto hacemos la penosa constatación de que
en estas dos vertientes de nuestra cultura se han verifi- (16) Fue la escuela crítica de Frankfurt la que realizó muy in-
cado profundas deformaciones: económicamente, se ha cisivamente este análisis crítico. Cf J. HABERMAS, Technik und
conseguido una enorme riqueza en una pequeña parte del Wissenschaft ais Ideologie, Frankfurt 1968; ID., Erkenntnis und
Interesse, Frankfurt 1968; H. MARCUSE, Das Ende der Utopie, Berlín
mundo y de pobreza en la mayor parte de las otras na- 1967; E. FROMM, Analytische Sozialpsychologie und Gesellschaftsiheo-
rie, Frankfurt 1970; Th. ADORNO, Negative Dialektik, Frankfurt 1970.

238
239
ter estructural y sistemático de la dependencia cultural,
presente en los modelos de los regímenes vigentes, le»
política y económica.
cierto es que esa utopía va siendo desenmascarada len*
— En segundo lugar urge articular una lectura teo- tamente por la intelligentzia y empieza a ser criticada en
lógica de esta misma situación que, para la fe, no corres- las Universidades, entre la juventud, en el arte y en la
ponde a los designios de Dios. Implica la presencia de cultura.
pecado y de injusticias sociales, de perdición y de nece-
La segunda tarea consiste en anunciar y anticipar urr
sidad de salvación. La forma con que experimentamos hoy
nuevo sentido de sociedad humana y una nueva forma dé
principalmente la perdición reside en la experiencia del
utilizar el rico instrumental científico-técnico, no ya para
pecado social, en la reforma estructural de las formas
dar paso a la dominación de unos sobre otros, sino para
de relación con la naturaleza y con los demás y en las
combatir los problemas seculares del hambre, de la en-
discriminaciones entre las naciones pobres y las ricas. La
fermedad, de la pobreza, de las discriminaciones. A partir-
redención y la salvación de Jesucristo asumen un carác-
de aquí, para una teología de la liberación es ejemplar la-
ter histórico de actualidad en la forma de liberación de
praxis de Jesucristo.
esta situación o en el modo de encontrar un sentido de
vivir a pesar de esta situación. Esta experiencia nos ofrece Como Jesucristo anunció un sentido último y univer-
una óptica gracias a la cual podemos leer el mensaje libe- sal, el Reino de Dios, también la teología de la liberación
rador de Jesucristo y poner de relieve los hechos de la cree en un sentido global que trasciende todos los senti-
praxis en que se concretó su liberación dentro del mundo dos parciales, en una liberación última que supera los pa-
en que vivió, de una forma denunciadora y anunciadora. sos concretos de la liberación. El mundo no está domi-
nado de tal manera por las fuerzas estructurales y diabó-
licas que no pueda librarse de ellas. La esperanza de un
2. Liberación socio-política como presencia histórica de la
desenlace feliz para el drama de los hombres, en térmi-
redención
nos universales y futuros, es un factor de inagotable espe-
La primera tarea consiste evidentemente en una de- ranza y engendra un maravilloso optimismo en todo el
nuncia que desenmascara el progreso tan celebrado en la compromiso historizador del sentido último en el tiempo.
modernidad. Este progreso y la técnica que lo hace po- La conservación de esta apertura permanente para un plus
sible son indecentes, ya que exigen un gasto humano des- cualitativo en la historia, que va más allá de lo que puede
proporcionado, engendrando una calidad de vida sumamen- hacer el hombre, impide a la fe degenerar en ideologías,
te anémica, egoísta y violenta, y destrozando irresponsa- intramundanas y perder su carácter trascendente que sólo
blemente la ecología. Gracias a la conciencia crítica de los puede estar reservado para Dios. El Reino de Dios no es,
que se han liberado de las redes ideológicas sostenedoras la mera prolongación de este mundo. Este tendrá que ser-
del status, estamos viviendo el final de la utopía del des- modificado global y estructuralmente para empezar a ser
arrollo y del progreso continuo (17). Aunque siga todavía la patria verdaderamente humana y divina del hombre.
Este sentido (Reino de Dios), lo mismo que en Jesu-
(17) C. FURTADO, O fim da utopia do desenvolvimenío, Río de'Ja- cristo, no es puramente futuro. Se anticipa ya en el pre-
neiro 1974.
sente mediante una nueva praxis y con la gestación del
240
?41
liombre nuevo. No basta la persuasión para un mundo es también una liberación socio-política. Por tanto, una
nuevo. Esta es realmente importante, ya que si los hom- verdadera teología será por un lado muy concreta, ya que
bres no quieren, no se efectúa ninguna transformación. verá en la política y en la economía justos y humanos
Por eso siempre es preciso intentar la persuasión, des- los medios actuales de la salvación de Jesucristo para nues-
obstaculizar las fuerzas que están atadas para que pue- tro tiempo; mas por otro se mantendrá también siempre
dan actuar. Pero es menester una nueva praxis y un tra- abierta a un plus, ya que la liberación es más que la
bajo de liberación real. Estos pasos concretos dados bien dimensión política y económica, va más lejos, lo incluye
en la concienciación, bien en la creación de un nuevo tipo todo, es universal e implica principalmente la libertad de
de solidaridad, bien en la modificación de los hábitos lo que enturbia todos los proyectos humanos (el pecado)
frente a los bienes y las personas, bien en la posición y la superación de la muerte.
de nuevos gestos, bien en la introducción de cambios es- Entretanto hemos de estar vigilantes frente a muchos
tructurales (para hacer posible todo eso), etcétera, son discursos que bloquean la verdadera fuerza liberadora,
mediaciones de la redención y anticipaciones de la libera- discursos que acentúan puntos verdaderos (que no nega-
ción definitiva. De esta manera, como asegura la Gaudium mos ni mucho menos), pero que no son los más mordien-
et spes (nn 38-39), «se prepara el material del reino de los tes para la situación en que vivimos, como por ejemplo:
cielos», al mismo tiempo que se realiza «un esbozo del es preciso rezar, cuidar de lo espiritual, dedicarse al re-
siglo venidero». La escatología no se inaugura sólo al fin cogimiento. No cabe duda; sin la oración, sin la cruz de
«del mundo; se da ya en el presente, se realiza en los Cristo y sin la meditación no hay liberación que pueda
hechos históricos y sigue su proceso en medio de las llamarse cristiana. Pero tampoco es cristiano un tipo de
ambigüedades del tempus médium hasta llegar a su ple- liberación que acentúe sólo esas dimensiones y descuide
nitud en Dios. Por eso tendremos que interpretar teoló- las otras, referidas más arriba, relegándolas a una mera
gicamente todo verdadero compromiso concreto de los privatización, como si la fe no tuviese que ver con ellas.
hombres, de la Iglesia, de los grupos ideológicos empeña- Puede haber un discurso alienante que insista en que li-
•dos en la transformación del continente mantenido en el beración es también acoger la virulencia de la represión
rsubdesarrollo, como portador y mediador de la redención y poder ser libre a pesar de la dependencia. Todo esto
y de la liberación escatológica de Jesucristo. También él es verdad. Pero afirmar esto dentro de un contexto his-
:supo traducir la liberación definitiva en términos concre- tórico en que la fe se ve invitada a denunciar y no a
tos dentro de su mundo, como vimos más arriba: libe- servir de apoyo ideológico al mantenimiento del régimen
ración del legalismo, del espíritu de venganza, creación productor de violencia, es castrar la fuerza contestataria
de una nueva solidaridad y de unos nuevos valores for- y desenmascaradora del mensaje cristiano. En el fondo se
xnadores de una nueva relación entre los hombres. le está haciendo el juego al statu quo, que se alegra de
La liberación hace su aparición principal en nuestros no verse cuestionado ni afectado. Podrá haber situacio-
xlías en el campo socio-político, ya que es allí donde nes en que al cristiano no le quede más alternativa que
sentimos más la alienación, el pecado, la opresión y la la de acoger la represión y cargar con la cruz, resultante
falta de libertad. Es verdad que la liberación de Cristo de su testimonio, con la misma hombría con que la aceptó
y de Dios es más que una liberación socio-política. Pero el Hijo del Hombre. Pero no será él el que busque esa

->/n 243
El sufrimiento curtido en la esperanza engendra fuerzas
posibilidad, sino que la acogerá sólo porque se la ha im-
Inauditas de liberación. Posee lazos más fuertes que la
puesto la situación.
felicidad, porque liga a los corazones heridos para comen-
En América Latina, la pobreza de millones de seres
zar un nuevo camino de liberación. La identificación que
constituye ciertamente una provocación para que pense-
la fe ha establecido entre el Liberador y el Siervo doliente
mos en la liberación como superación de las causas ge-
y el Hombre de dolores viene a alimentar nuestra espe-
neradoras de esa pobreza. Estas causas no residen en la
ranza de que el futuro no está del lado de los opulentos,
falta de pan, sino que están en el sistema de posesión
de los que no tienen corazón y de los criminales, sino
que impide a millones de personas tener acceso a un tra-
del lado de los humillados, ofendidos y crucificados in-
bajo digno y a la participación en la vida social. Sobre esta
justamente.
dimensión debería caer el acento de la reflexión teológica
Jesús vivió semejante situación de cautiverio perso-
y de la praxis de la fe.
nal; en la encrucijada más importante de su vida se sintió
impotente frente al poder, solo y abandonado. Tuvo que
asumir la muerte y vivir desterrado de los hombres y
3. La situación de cautividad como actualización de la
de Dios. Pero supo esperar contra toda esperanza, sin
cruz de Cristo
cinismo y sin orgulloso estoicismo. La liberación puede
exigir la liberación de la propia vida, ya que lo que está
Pero hemos de ser realistas. El sistema global, pro-
en juego vale más que la vida y que el momento de la
ductor de cautividad, es suficientemente fuerte todavía
historia presente.
para equilibrar sus contradicciones internas. Nuestra ge-
Todo parece indicar que el momento actual de nues-
neración, probablemente, no asistirá a la liberación de
tra cultura, especialmente en América Latina, no es tanto
nuestro continente del hambre y del marginamiento, ni
el tiempo de nacimiento y de liberación, sino el de con-
a la aparición de otro modelo alternativo de sociabilidad
cepción y de crecimiento en el seno materno; es el tiem-
humana más fraternal y abierta. Dentro del sistema gene-
po de preparar el terreno, de sembrar, sin llegar quizá
ral de cautiverio hemos de trabajar liberador amenté. Esta
a recoger los frutos.
situación de Israel en Egipto y en el destierro impone una
«Tenemos que vivir amando lo que no veremos ja-
estrategia y unas tareas distintas de las que caben en tiem-
más. Este es el secreto de la disciplina. En nuestra ne-
pos de libertad y de paz. En la situación de gestación
gativa a dejar que el acto creativo se desvanezca en una
las preocupaciones son distintas de las de la situación de
experiencia sensible inmediata, al mismo tiempo que un
nacimiento. Si hubiera una concepción con un crecimien-
empeño obstinado hacia el futuro que vendrá después de
to adecuado, se correría el riesgo de que no naciera
nosotros. Semejante amor disciplinado dio a los profetas,
nada, de que el parto fuera prematuro o de que se pro-
a los revolucionarios, a los santos, el coraje de morir
dujera un aborto. Creer y esperar en el interior del cau-
por el fruto que vislumbraban. Hicieron de su cuerpo
tiverio, trabajar y comprometerse sin contar con los fru-
la semilla de una mayor esperanza, pues sabían que "si
tos, es actualizar en las condiciones de nuestro tiempo la
la; semilla no muere en la tierra, no dará fruto" (Jn 12,24).
cruz de Cristo. Es preciso establecer una mística de es-
"¡Vigilad y escuchad, solitarios! Del futuro llegan vientos
peranza que alcance más allá de lo inmediato verificable.

244 245
con secretos aleteos; y a oídos delicados se dirige la bue-
na nueva. Vosotros, los solitarios de hoy, vosotros los
apartados, un día debéis ser un pueblo. [...] ¡En ver-
dad, en un lugar de salvación debe transformarse todavía
la tierra! ¡Y ya la envuelve un nuevo aroma, que trae
salud, y una nueva esperanza!"» (18).
X

VIDA RELIGIOSA EN EL PROCESO


DE LIBERACIÓN

I. VIDA RELIGIOSA ENCARNADA Y PENSADA EN UNA


SITUACIÓN

1.1. Las reflexiones teológicas que hemos hecho pro-


longan una línea de pensamiento asumida por la CLAR
(Confederación latinoamericana de religiosos) en varios de.
sus documentos oficiales (1). Se intenta en ellas de ma-
nera muy responsable pensar y animar la vida religiosai
dentro de la situación concreta en que sufre y espera!
todo el continente.

1. Una vida dentro de la vida

.1.2. La vida religiosa, como toda vida, está inserta


en un contexto, experimenta un desafío y percibe nuevas
oportunidades en el mundo concreto que la rodea. La si-
tuación humana con sus dimensiones político-económico-

(1) Pobreza y vida religiosa en América Latina; Formación para


(18) R. ALVES, // figlio del Domani, o. c , 206-207; la última la vida religiosa en América Latina; Vida según el Espíritu en las
parte es una cita de Nietzsche, Así habló Zaratustra, Alianza, Ma- comunidades de América Latina; Dimensión política de la vida
drid 19753, 122. religiosa; Perspectivas latinoamericanas. Cf L. BOFF, A vida religiosa
e a Igreja no processo de libertacáo, Vozes, Petrópolis 1975.

246 247
sociales y religiosas, tal como se expuso oportunamente
más arriba, está marcada por el régimen de dependencia 1.4. Se da más o menos por todas partes en Amé-
y de periferia de los grandes centros de decisión, produ- Tica Latina un ansia profunda de liberación. Este ansia se
ciendo una pobreza estructural, injusticias sociales y for- ha elaborado en el interior de un régimen general de cau-
mas de vida violentas y opresoras. La vida religiosa tividad y ha tomado cuerpo en un proceso que se inicia
participa de las tristezas y de las angustias, lo mismo con la toma de conciencia radical de las estructuras crea-
que de las alegrías y esperanzas de liberación del hom- doras de opresión y que pasa a gestos concretos de libe-
bre latinoamericano. Siente la situación como un terrible ración en la educación, en el compromiso con los pobres,
'desafío: ¿Hasta qué punto la vida religiosa, con todo lo en la creación de una convivencia más fraternal, etcétera.
que es en su identidad esencial, ayuda al hombre a libe- Para el que tiene fe, esa promoción humana no es sólo
rarse? ¿Hasta qué punto ve en todo ello una oportuni- promoción humana; es la mediación concreta por la que se
dad para ella misma de convertirse, de replantearse sus historiza en el mundo la gracia divina y la liberación traí-
formas de presencia en el mundo y de ser obediente a da por Jesucristo. Toda esta situación desafía a la vida
la voz de Dios que brota desde dentro del contexto con- religiosa para que se autocomprenda a la luz de las prue-
creto? ¿Es crítica su inserción? ¿Es legitimadora del sis- bas que le vienen. Crece cada vez más entre los religio-
tema generador de la miseria y del marginamiento? ¿Pone sos la conciencia de su responsabilidad social.
el peso social de la vida religiosa en favor de aquellos con 1.5. La vida religiosa posee dentro de sí valores in-
los que más se solidarizó Cristo, con los pobres, los aplas- estimables que, leídos en una dimensión liberadora, mo-
tados socialmente y los sospechosos al sistema religioso tivan e informan el compromiso del religioso en el pro-
de la época? ceso de auténtica liberación. No se trata de colaborar de
cualquier manera. Se trata de una inserción en lo social que
nazca de la propia vida e identidad del religioso. No es
una mera adaptación, sino una respuesta concreta, en nom-
2. Una vida religiosa dentro de la vida bre de la fe y de la vocación religiosa, a los desafíos acu-
ciantes que vienen del mundo sufrido y marginado que
1.3. La lectura socio-analítica de la realidad provo- pide ayuda e implora solidaridad en el proceso de libera-
ca en el religioso una lectura teológica: la pobreza no es ción. Los temas clásicos de la vida religiosa, como luego
inocente, es fruto de una situación de pecado social; la veremos, tienen que ser leídos y repensados a partir de
•dependencia que oprime no es neutra, sino consecuencia la' situación en que Dios nos ha colocado. De este modo
del egoísmo exacerbado. ¿Qué significa dar testimonio adquieren todo su significado, dejan de ser abstractos y
de Dios y de Jesucristo, de su gracia y de su amor, en hacen que la vida religiosa sea lo que tiene que ser de
un mundo donde hay hambre, marginación y violación verdad: signo viviente del Reino de Dios iniciado ya en
<le los derechos fundamentales de la persona humana? este mundo y del futuro que se manifiesta ya en el pre-
¿ Qué posibilidades nuevas se ofrecen para la experien- sente.
cia de Dios en una vida religiosa que toma en serio la
problemática del mundo que nos rodea y la considera
dentro,, de una visión contemplativa?

248 249
llones de seres despierta a la fe para que vea a Dios como
II. PRESENCIA DE LA VIDA RELIGIOSA EN EL PROCESO el que se opone a todo lo que encontramos en esa so-
DE LIBERACIÓN ciedad. Nos mueve a que superemos esa situación inhu-
mana, que Dios no quiere ni ama. Por eso se realiza una
2.1. La identidad de la vida religiosa consiste fun- verdadera experiencia de Dios en el compromiso por los
damentalmente: 1) en la tematización de la experiencia derechos de los oprimidos, en la lucha contra la pobreza,
de Dios en el seguimiento de Jesucristo, 2) expresada contra el analfabetismo y la marginación. Decía muy bien
en la consagración total a Dios por los tres votos, 3) vivi- H. de Lubac: «Si yo falto al amor o falto a la justicia,
da en la fraternidad, 4) como señal profética del futuro me aparto infaliblemente de ti, Dios mío, y mi culto
prometido por Dios, 5) inserta en el mundo. Todos es- no es más que idolatría. Para creer en ti, tengo que creer
tos puntos son abstractos y formales. Su contenido con- en el amor y en la justicia; vale mil veces más creer en
creto gana en realidad a partir de la situación en que estas cosas que pronunciar tu nombre. Fuera de ellas es
tiene que insertarse la vida religiosa. Aquí es donde la imposible que te encuentre, y quienes las toman por guía
vida religiosa puede asumir una función liberadora y estar están en el camino que lleva hasta ti» (2).
presente de forma efectiva junto a los hombres en su ca- 2.4. Hay una manera alienada y alienante de relacio-
minar histórico. narse con Dios, situándolo por encima del mundo o, lo
que es peor, fuera del mundo. Dios sólo es real y signi-
ficativo para la existencia humana si se revela, como siem-
1. ¿Qué significa experimentar a Dios en la situación- pre se reveló en la Sagrada Escritura, como el Sentido
latinoamericana? radical de la vida, como aquel que es la esperanza del
hombre en su desamparo, como aquel que promete li-
2.2. Aunque hay situaciones sociales y culturales di- bertad y justicia a los oprimidos y como el Futuro defini-
versas en el continente latinoamericano, hay, sin embargo,, tivo y último del hombre. En América Latina se puede
un denominador común: el subdesarrollo, la dependencia comprobar una gran manipulación del nombre sagrado de
y el anhelo de progreso y liberación. ¿Cómo surge Dios- Dios. Se presenta una imagen de Dios como aquel ser
allí dentro? El religioso se propone tematizar la experien- supremo que creó un mundo en el que siempre habrá
cia de Dios, esto es, quiere hacer de la experiencia de ricos y pobres, esto es, clases sociales; un Dios que man-
Dios en el seguimiento de Jesucristo el proyecto funda- da observar las leyes de la naturaleza, entendiéndose como
mental de su vida y el marco central de referencia de derivada de la ley natural la lucha por la supremacía del
todas sus relaciones. más fuerte y la libre empresa. Semejante imagen de Dios
2.3. En la experiencia religiosa latinoamericana, Dios justifica ideológicamente el statu quo establecido. Una ex-
se presenta esencialmente como el Dios de la Justicia para periencia del Dios vivo y verdadero cuestiona esta ins-
el pobre, de la Esperanza para el desesperado, de la Libe- trumentalización de Dios en función de los intereses crea-
ración para los oprimidos, del Futuro para los que no en- dos de los hombres.
cuentran salida, del Consuelo para los reprimidos por
la violencia. La dependencia opresora y la miseria de mi-
(2) H. DE LUBAC, Sur le chemin de Dieu, Aubier, París 1956, 125.

250 251
2.5. El catolicismo es por excelencia la religión de
nuestro continente. Pero la fe en el Dios de nuestro Señor 2. El seguimiento de Jesucristo para el religioso en
Jesucristo no ha llegado todavía a su plena explicitación América Latina
cristiana. Sigue estando presa todavía del modelo de reli-
giosidad pagana. En el paganismo los dioses quieren ser 2.6. El religioso se propone vivir a Dios en el se-
servidos por los hombres. Estos han sido creados para guimiento de Jesucristo. El tema de la sequela Christi per-
servir a la divinidad. La fe cristiana, tal como se mani- tenece a la temática esencial de la auténtica vida religiosa.
festó en Jesucristo, afirma que Dios no quiere ser servi- Pero hubo en la historia un tipo de interpretación del
do en sí mismo, sino en los otros. Servir a otro hombre, seguimiento de Jesucristo que consistió en una privati-
en el que está Dios, es el imperativo de Jesucristo y la zación y reducción del contenido histórico de contesta-
novedad de la experiencia cristiana de Dios. Es fácil ser- ción y de liberación presente en la vida de Cristo. Los te-
vir directamente a Dios; esta relación no compromete a mas de la cruz, del sufrimiento, de la humillación, de la
nadie. Pero servir al prójimo, en el que está Dios, sí
obediencia, de la pobreza no se libraron de cierto dolo-
que nos compromete, ya que el prójimo no es una abs-
rismo que exaltaba la cruz por la cruz, el sufrimiento
tracción, sino alguien situado en el mundo, en un mundo
por el sufrimiento, etcétera, sin llevar al hombre a un
donde hay miseria, donde clama la injusticia y reina el
egoísmo. Amar al prójimo de este modo nos obliga a combate y a una superación de las causas que originan el
tomar posiciones. Sólo el que ama al prójimo, ama a Dios; sufrimiento y la cruz. La muerte de Cristo fue humana,
sólo el que se compromete en su liberación, sirve al Señor esto es, fue consecuencia de una vida; no fue un decreto
de la historia: «Quien no ama a su hermano, a quien a priori de Dios, sino la consecuencia de un conflicto
ve, no puede amar a Dios, a quien nove» (1 Jn 4,20). El provocado en el judaismo por su mensaje y sus exigen-
cristianismo vivido en América Latina no ha hecho toda- cias. El anunció un sentido absoluto para este mundo
vía este giro totalmente cristiano. La vida religiosa que (Reino de Dios), no reducido solamente a la religiosidad
intenta descubrir la Realidad viva de Dios que se mani- de la vida, sino que cubría todas sus dimensiones. Apeló
fiesta en la situación está llamada a dar testimonio de a la conversión, predicó, no la tradición y la ley, sino
un Dios que cuestiona esa situación de inhumanidad que la verdad y el amor. Su Dios no fue el Dios de la Torah
está en contra de su plan salvífico, que es un plan de que discriminaba entre los puros e impuros, entre los pró-
amor, de solidaridad, de fraternidad y de justicia entre jimos y los no prójimos, entre los buenos y los malos.
los hombres. Hacer de ese Dios, experimentado en con- Fue el Dios del amor y del perdón, que ama a los ingratos
tacto con el mundo, el proyecto de vida del religioso es y malvados (Le 6,35) y ofrece indistintamente la salva-
situar la vida religiosa en el corazón de un conflicto, den- ción a todos los hombres. Jesucristo encarna la propuesta
tro del cual tiene que ser señal de un mundo en el que de salvación universal, especialmente para con los enfer-
no haya más explotación del hombre por el hombre y mos, los pobres y los extraviados (Me 2,17; Le 19,10),
en el que reine la reconciliación total, esto es, el Reino en cuanto que él mismo se acerca a esas personas y trata
de Dios. afectuosamente con ellas. Toma su defensa y se solida-
riza con la prostituta, con el hereje samaritano, con el
publicano arrepentido, con el centurión romano, con la
252
253
extranjera siro-fenicia, con el ciego de nacimiento, con
la mujer jorobada, con la adúltera. Desabsolutiza las le- normal y consecuente la posibilidad real de la persecu-
yes y el culto, colocando al hombre en el centro de ción, de la calumnia, de la prisión y, quién sabe, tam-
todo. En la aceptación o en el rechazo del hombre, espe- bién de la propia muerte en favor de los hombres. La
cialmente de los pobres y de los pequeños, bajo los cua- vida religiosa que se compromete de esta forma concreta
les Dios mismo está escondido (Me 6,20-21; Mt 25,40), con Jesucristo implica en su opción fundamental el sa-
se decide la salvación o perdición del hombre. No teme crificio y el martirio, que puede hoy en América Latina
las consecuencias de esta solidaridad; se ve acusado de asumir las formas más variadas.
loco, de poseso, de hereje, de revolucionario, de glotón
y bebedor. No discrimina a nadie, ni siquiera a sus difa-
madores, ya que acepta comer con ellos, y nunca deja 3. La consagración como misión para el mundo
de confiar en la capacidad de conversión. «Si alguno vie-
ne a mí, no lo echaré fuera» (Jn 6,37): así es como 2.8. Todo cristiano, en virtud de su consagración
san Juan describía el ser-para-los-demás que fue Jesucristo. bautismal, está llamado a vivir la experiencia de Dios en
La muerte fue aceptada, no como una fatalidad ni con el seguimiento de Jesucristo. Pero el religioso se com-
soberano cinismo, sino como forma de amor y sacrificio promete públicamente ante la Iglesia a vivir esta vida de
para la liberación de todos. Murió por los mismos moti- manera radical y profética. El se consagra a esta tarea,
vos por los que mueren los profetas-mártires: en testimo- está «reservado a Dios». La consagración como reserva
nio de la verdad y por fidelidad al mensaje de justicia, para Dios implica una renuncia al mundo. Es importante
de derecho del oprimido, del ideal de fraternidad uni- que entendamos bien el significado de esta renuncia al
versal, de la filiación divina y de la bondad sin límites mundo. «La consagración como reserva no significa que
de Dios Padre. Abandonado de todos, incluso de Dios Dios necesite de los hombres para sí, dado que es Abso-
en la cruz (Me 15,34), no se desespera, confía, piensa luto y se basta a sí mismo. Si se reserva algunas per-
sonas y las consagra, es para enviarlas —con mayor pro-
en los demás y se entrega sin restricción alguna al Mis-
fundidad— en misión divina al mundo. La consagración-
terio de Dios. La resurrección vino a confirmar que Dios
reserva y la consagración-renuncia al mundo no significan
estaba de su parte y que la utopía de un final bueno
negación del mundo, sino misión en el mundo. No se trata
para la totalidad del mundo puede verse realizada, anti-
de aislarse. Se trata de insertarse en el mundo, en nom-
cipadamente, por Dios.
bre de Dios» (3). Por tanto, Dios saca para meter en
2.7. Seguir a Jesucristo es vivir sus opciones, que el mundo.
siempre fueron en favor del pobre, de la oveja descarria-
da, del hijo pródigo, de los marginados social y religio- 2.9. Esta dimensión que tiene la consagración como
samente. El religioso que se propone como proyecto fun- envío y misión al mundo es la base de la teología del
damental de su vida estar en la sequela Jesu, tendrá que compromiso religioso con la sociedad. Por el hecho de
buscar la identificación con los más débiles, ya que con ser consagrado, está por este título más relacionado con
ellos se identificó también el Hijo del hombre. Seguir a el mundo y es responsable, en nombre de Dios, de la
Cristo es meterse por este camino, insertando en él como
(3) Vida según el Espíritu, nn 96-97.
254
255
dicaciones, es como los religiosos contestan al sistema ge,-
creación de una sociedad más cercana al Reino de Dios,- nerador de esa pobreza estructural.
El Reino de Dios es reino de amor, de justicia y de paz.1- 2.13. La castidad significa una superabundancia de
Siempre que se construye y se participa en la edificación amor que se queda fijada al Absoluto. «La disponibili-
de la paz, de la justicia y del amor, se está construyendo' dad que brota del voto de castidad nos deja libres de
y edificando el Reino de Dios que está ya presente en
compromisos para poder arriesgarnos a decisiones y tareas
el mundo y que va creciendo hasta que se completa con;
que lleguen a ser proféticas ante la sociedad... Por la
la venida de Cristo (cf Gaudium et spes, 39).
castidad, el religioso ofrece una respuesta profética al
problema de la relación que existe entre el mundo del
4. El carácter público de los votos religiosos dinero y la erotización de gran parte de la humanidad...
Nos capacita para colocarnos críticamente ante esta nue-
2.10. Los tres votos de pobreza, obediencia y cas- va forma de opresión, no en una línea puritano-mora-
tidad son la concreción de la única consagración del re- lizante, ni simplemente como censura de la publicidad,
ligioso a Dios. Implican reserva y misión. Como reserva, sino yendo a la raíz misma de la explotación comercial
expresan la donación total y generosa al amor divino y del sexo: distorsión en la concepción del hombre, dete-
por ello constituyen una señal escatológica del hombre rioro radical del amor, visión egoísta, hedonista e inte-
nuevo en el Reino. Pero además los votos significan mi- resada de la vida» (5).
sión: por ellos el religioso «no rompe su relación con Jos 2.14. Obediencia significa comunión con la voluntad
bienes de este mundo (pobreza), ni con el hombre o la mu- de Dios, encontrada comunitariamente bajo la dirección
jer (castidad), ni con la sociedad (obediencia). Por el con- de la autoridad. La dimensión política de este voto im-
trario, esas relaciones adquieren una cualificación distinta
plica asumir consecuentemente el proyecto de trabajo que
por causa de su dedicación total a Dios. Los votos con-
ha asumido la comunidad religiosa como manifestación
sagran, dedican, hacen a las personas libres y disponibles
para la causa de Dios y de Cristo en el mundo» (4). concreta de la voluntad de Dios para la situación. Esto
puede significar trabajo marginado, actitud crítica, empe-
2.11. A pesar de su carácter de reserva y de santi-
ño de estar siempre a la escucha (ob-audire, ob-oedientia)
ficación personal, la situación de América Latina nos in-
vita a que coloquemos el acento en el aspecto de misión de los signos de los tiempos, por los que el Señor nos
y de carácter público que contienen los votos. convoca y muchas veces nos llama a compromisos concre-
2.12. La pobreza implica ciertamente despojo y ham- tos en la situación en que estamos insertos.
bre de Dios. Pero esta perspectiva no ofrece base sufi-
ciente para responder al desafío de hoy. Este pide un paso*
más exigente: solidaridad con los que sufren en la mise- 5. Fraternidad que se abre a la gente que nos rodea
ria y la pobreza más extrema. Participando de la pobreza
de las poblaciones pobres, pensando a partir de sus reivin- 2.15. En la historia de la vida religiosa, el religioso
ha encontrado siempre el centro de gravedad en la pro-
(4) Ib., n 101.
(5) Dimensión política de la vida religiosa, parte C, c. •'•
256
257
17 T IWT PATTTTVRRTn
pía comunidad y fraternidad. Experiencia de Dios en Jesu- de relaciones propias de los sectores privilegiados de la
cristo es también experiencia del hermano y de la comu- sociedad. Su presencia en el mundo se convierte en una
nidad de fe. Pero muchas veces la vida religiosa se to- señal crítica y profética. El pobre con quien se solida-
talizaba en el interior de sí misma, dedicando demasia- riza no es simplemente pobre; es un empobrecido, a
do tiempo a problemas intra-sistemáticos y domésticos. quien se le han quitado los medios para ser miembro
En América Latina, la solidaridad y el compromiso con de la sociedad y han puesto al margen de ella. Un amor
el impulso hacia una mayor humanización y liberación inteligente al pobre obliga a comprender hasta el fondo
nos invitan a una apertura de nuestras comunidades a la estructura social que engendra la pobreza, como sub-
la gente que nos rodea. Esto exige asumir la cultura de producto de la riqueza de las minorías opulentas. De ahí
nuestros pueblos, su modo de ser, sus valores humanos la necesidad de que el religioso sea crítico y no ingenuo,
y religiosos, como el sentido de fraternidad, de justicia, y de que se muestre siempre atento a las manipulaciones
efe hospitalidad, de oración, de devoción a la Virgen, que puede hacer continuamente el status en la instrumen-
la jovialidad y el espíritu festivo. Este compromiso exige talización de la vida religiosa para un «asistencialismo»
una verdadera conversión, ya que estamos acostumbra- que aplaque las conciencias y cree la ilusión de que se
dos a expresar nuestra fe con categorías teológicas im- está sirviendo realmente al mundo de los pobres. La pre-
portadas y oficiales, con poca base de diálogo con el sencia crítica del religioso implica por un lado denuncia
pueblo. Esta conversión al pueblo ayuda al religioso a de una situación que está en contradicción con el plan
un compromiso más exigente con el Evangelio, que dé de Dios y con el mensaje evangélico, y por otro lado anun-
la preferencia a los menos privilegiados por la sociedad. cio de una real fraternidad y de reparto de los bienes,
No son pocos los religiosos que han encontrado el ver- de las cargas y de los cargos, para que todos participen
dadero sentido de su vocación religiosa en el contacto con de ellos.
el pueblo y en la participación en sus luchas y anhelos. 2.17. «Este signo será tanto más transparente cuan-
Esta inserción en las comunidades populares libera a la to más humilde sea. En efecto, el encuentro con Cristo
propia vida religiosa, que vive también sociológicamente en los más pequeños de los suyos, lejos de expresarse
bajo un régimen de dependencia, de centro y periferia. en una actitud farisaica de reprobación y auto-afirmación,
El desafío que le lanza la situación obliga al religioso a se expresa en una actitud humilde de reconocimiento del
una fantasía creadora que dé cuerpo al espíritu evangélico pecado en cada uno de nosotros y en la organización de
<de una forma más adecuada a la situación. Con ello asu- la sociedad. Este reconocimiento entraña un intento con-
me una nueva libertad y establece un nuevo tipo de rela- tinuamente renovado de conversión tanto personal como
ción entre la cumbre y la base. comunitaria y social» (6).
2.18. Esta actitud crítica y profética frente al siste-
6. La presencia crítica y profética del religioso en el ma imperante y dominante en América Latina puede cau-
mundo sar no pocos sinsabores a las comunidades religiosas. Las
posibles acusaciones de revolucionarios, politizados, con-
2.16. La solidaridad con el pobre por causa del Evan-
gelio lleva al religioso a romper con un tipo de vida y (6) Ib., III, parte B.

258 259
testatarios, etcétera, no deben extrañarnos, ya que tam-
bién fue calumniado de esta forma Jesucristo y todos sus de las ideologías vigentes, descubriendo en ellas los inte-
apóstoles. Es el precio que hay que pagar por la libera- reses ocultos que pretenden defender y detectando la vi-
ción que es siempre onerosa, en la que no faltan los re- sión del hombre que suponen. No basta con la buena
gueros de sangre y de muerte. Este sufrimiento no es in- voluntad. Se necesita la vigilancia ante los desvarios pro-
útil: es la acusación permanente de este mundo cerrado ducidos por los intereses creados que se autodefienden y
sobre sí mismo, es la voz incómoda de la conciencia para nunca abdican de sus privilegios. Por otro lado, es impor-
el que se descubre violento e inmoral al eliminar siem- tante proclamar otros valores que propugnen la participa-
pre a los que asumen, con el riesgo de su fama y de su ción de todos, un nuevo sentido de fraternidad, de rela-
vida, la defensa del oprimido, del despojado y de los úl- ción más justa con los bienes de la tierra y de la cultura.
timos de la tierra. De ahí la necesidad para la vida religiosa de estar atenta
a los acontecimientos de la vida del país y del continente
y saber interpretarlos dentro de una visión contemplativa
7. La inserción religiosa en el mundo del pobre de la vida, como realización de salvación o negación y ais-
lamiento frente a Dios y los hijos de Dios.
2.19. Las congregaciones religiosas empiezan a pre- 2.21. En esta visión contemplativa el pobre se pre-
guntarse seriamente por la calidad evangélica de su pre- senta como una cristofanía y una teofanía. Es un elemento
de trascendencia social: muestra que la sociedad no es
sencia, a través de sus obras, colegios, actividades asisten-
perfecta ya que, para mantenerse en su riqueza, tiene que
ciales, en la sociedad latinoamericana. A través de esas obras
marginar a otros hermanos. El pobre, por el mero hecho
nos vinculamos con la situación establecida. Pero nuestra
de su presencia, hace una llamada utópica para un tipo
misión profética y crítica no nos permite apoyar la estruc-
de convivencia en la que no haya pobreza ni estructuras
tura y los valores estructurantes del actual orden de cosas.
que creen la explotación del hombre por otro hombre.
Empieza a sentirse, un poco por todas partes, la situación
El pobre denuncia la fragilidad de este mundo y revela
precaria en que se encuentra el religioso cuando asume
que sin el espíritu de las bienaventuranzas la sociedad no
socialmente un papel distinto del que se le ha dado tradi-
puede ser ofrecida a Dios, ni sin convertirse puede ser
cionalmente, al lado de los pobres y marginados. No se el lugar del Reino de Dios (cf Lumen gentium, 31). El
trata evidentemente de abandonar lo que han construido pobre se presenta como teofanía y cristofanía en cuanto
las congregaciones religiosas en la historia de Latinoamé- que es la memoria permanente de la Trascendencia con-
rica. Se trata de una utilización distinta dentro de un creta que cuestiona todo nuestro mundo.
espíritu distinto, que es el de liberación y la solidaridad
2.22. Al abrazar la situación de pobre, la vida reli-
con los más desamparados. giosa se sitúa en donde el mismo Dios quiso plantar su
2.20. La inserción inteligente en nuestro mundo pide tienda. «Sólo rechazando la pobreza y haciéndose pobre
capacidad crítica y de vigilancia, de sentido histórico y para protestar contra ella, podrá la Iglesia (y con mucha
de viabilidad en los proyectos liberadores para ser asumi- más razón la vida religiosa) predicar algo que le es propio:
dos o promovidos. El religioso no puede ser ya un inge- la "pobreza espiritual", es decir, la apertura del hombre
nuo políticamente. Tendrá que habituarse a una crítica y de la historia al futuro prometido por Dios. Únicamente

260 261
de este modo podrá cumplir honestamente, y con posibi- contemplación cristiana en el seguimiento de Jesucristo,,
lidades de ser escuchada, la función profética de denuncia tendrá que tener un momento de praxis y llevar al testi-
de toda injusticia que atente contra el hombre, y la pré- monio profétíco y al compromiso.
dica liberadora de una real fraternidad humana... Para 3.2. Esta dimensión de la oración y meditación es
la Iglesia latinoamericana (y para la vida religiosa) este la que da la fuerza indispensable al religioso comprome-
testimonio es hoy una ineludible y urgente prueba de la tido. El compromiso real y profundo con la situación le
autenticidad de su misión» (7). hace descubrir sin demora el carácter estructural de las
contradicciones y de la marginación. Percibe en seguida
que el problema no es el asistencial, sino que se impone
III. ESPIRITUALIDAD DE ESPERANZA EN EL INTERIOR una transformación en el propio sistema global y un
DE LA CAUTIVIDAD nuevo sentido de vivir y de relacionarse con los bienes..
Se dará cuenta de la fuerza del sistema implantado, gene-
3.1. La visión que aquí presentamos pone el acento rador de cautividad, capaz de equilibrar sus contradiccio-
de la vida religiosa en su aspecto profétíco y crítico en nes internas y de sobrevivir largo tiempo. Dentro de este
la inserción dentro de la situación concreta. Podría pare- sistema general de cautividad el religioso tendrá que in-
cerle a alguien que los temas clásicos de la oración, de tentar trabajar de forma liberadora. Tendrá que vivir y
la meditación, de la interiorización y de la mística han esperar sin ver, dentro de su vida, la aparición de una
quedado totalmente absorbidos en un compromiso con las nueva sociedad y de un hombre nuevo. Sentirá la ten-
tareas humanas de promoción y de liberación. Pero no tación continua de pactar con la situación que le parece:
se trata de eso, ni mucho menos. Al contrario, se hacen inevitable; se sentirá provocado a renunciar a su espíritu
más urgentes e imprescindibles. Para el religioso el man- crítico y a adaptarse a una colaboración que irá minando
tenimiento de su identidad religiosa, a fin de poder ofre- su presencia profética e incómoda.
cer su contribución específica, tendrá que estar alimentado 3.3. Frente a semejante situación tendrá que vivir
permanentemente por la oración, por la meditación y de una gran esperanza. Tendrá que elaborar una mística
por el doloroso proceso de interiorización. Pero la oración de la cruz, que dé sentido a su trabajo y a su compromiso
y la meditación tendrán que brotar de una visión contem- sin éxitos sensibles. Tendrá que imitar a Jesucristo que
plativa de la acción. El compromiso es verdadero sola- pasó por una semejante imposibilidad de transformación
mente si nace de un dinamismo evangélico y de una pro- de su mundo y de los hombres, sin dejar por ello de es-
funda experiencia interior de Dios y de Jesucristo, ali- perar, de predicar, de invitar a los hombres a la conver-
mentada y expresada en la oración personal y comunitaria. sión y a creer en el futuro del bien, de la justicia, de la
La temática clásica del contemplata aliis tradere no tendrá fraternidad y del derecho. Este sufrimiento es purificador
que separar la contemplación de la acción. La propia ac- y liberador, ya que nos libera de nuestros propios éxitos;
ción, si quiere ser acción religiosa, tiene que ir empapada y nos obliga a vivir de pura fe y de pura esperanza, que
de contemplación. Y toda verdadera contemplación, si es van más allá de lo inmediato verificable.
3.4. La vida religiosa que vive semejante actitud es
(7) G. GUTIÉRREZ, Teología de la liberación, o. c , 385-386. fuente de esperanza para el pueblo y germen de sentido.
262 263
Encontrar, a pesar de todo esto, la alegría de vivir y
el coraje para el compromiso en lo que no ofrece nin-
gún futuro inmediato, es testimoniar en medio de los
pobres la verdadera esperanza cristiana y ser presencia
de una paz que el mundo es incapaz de dar.

XI

LA IGLESIA EN EL PROCESO DE LIBERACIÓN:


• • UNA NUEVA CONCIENCIA Y ETAPAS
DE UNA PRAXIS

La Iglesia es fundamentalmente la comunidad orga-


nizada de los fieles que en medio del mundo da testi-
monio de Jesucristo resucitado presente dentro de la his-
toria como inaudita anticipación de sentido, de futuro y
de total realización del hombre y del cosmos, de manera
incoativa ya ahora dentro del proceso histórico y de forma
definitiva en la plenitud de los tiempos. Esta comuni-
dad, en cuanto conciencia, representa una élite cognosciti-
va frente a los que todavía no se han adherido a ella.
Pero su vocación no es elitista, sino universal, ya que
significa una buena nueva destinada a todos los hombres.
Los valores fundamentales de la comunidad eclesial son
eminentemente liberadores, casi diríamos revolucionarios:
Reino de Dios, hombre nuevo, nuevos cielos y nueva tie-
rra, esperanza escatológica, caridad que va hasta el marti-
rio, relativización de las etapas históricas frente al abso-
luto que viene del futuro, identidad del amor al prójimo
con el amor de Dios, poder como pura funcionalidad y
servicio, la felicidad que todos esperan de Dios y princi-
palmente de los pobres, de los desheredados y de los úl-
timos de la tierra, etcétera.
Semejante discurso sobre la Iglesia se presenta, sin
-264
261
embargo, como abstracto y vacío, si no se relaciona cor*
Nuestra tarea consistirá en tomar conciencia de tres
la praxis histórica por la que estos valores van adquirien-
imágenes actualmente vigentes de la Iglesia que reflejan
do cuerpo y se insertan dentro del proceso social, cul-
a su vez tres tipos de praxis y de presencia eclesial en
tural y conflictivo de la vida humana. Por eso no es po-
el mundo, sometiéndolas a una crítica teológica y ponien-
sible entender nunca a la Iglesia fuera de los condicio-
do de manifiesto, ante el proceso de liberación, su carácter
namientos que caracterizan a toda realidad histórica. No
promotor o inhibitorio. Atenderemos más bien al carác-
podemos abordar a la Iglesia más que históricamente, esto-
ter estructural de las imágenes y de la praxis de la Igle-
es, dentro de un determinado proceso histórico que, por
sia, sin entrar en detalles sobre sus contenidos concretos.
un lado, marque a la Iglesia y que, por otro, sea marca-
do por la Iglesia (1). Generalizando podríamos decir que-
la Iglesia, generalmente, refleja al mundo en que se en-
I. IGLESIA SACRAMENTO-INSTITUCIÓN
carna y que el mundo refleja a la Iglesia dentro de la
cual se expresa religiosamente.
Una comprensión que era clásica y que reinó durante
Como la Iglesia lleva dentro de su seno la experien-
varios siglos se expresaba de este modo: la Iglesia es una
cia de veinte siglos de evangelización de los hombres y
sociedad perfecta que tiene el fin sobrenatural de llevar
de encuentros culturales, su praxis histórica se presenta;
la salvación al mundo que vive sin la salvación. Es el
sumamente diversificada. Ella ha asumido las dimensio
sacramento-instrumento de la redención; sin ella el mun-
nes históricas de un pasado social que ha incorporado-
do vive entregado a sí mismo, errante por caminos que
a su patrimonio y a su propio pasado; tuvo que tomar
lo alejan del fin sobrenatural. La Iglesia es diferente del
posiciones frente a unas realidades culturales que perfi-
mundo y se encuentra frente a él, pero con una misión
laron prototípicamente sus reacciones posteriores; sus ins-
específica para con él: la de misionarlo, cristianizarlo, sa-
tituciones se presentan de tal manera seculares que hacen
narlo, elevarlo a la esfera sobrenatural y finalmente sal-
demasiado onerosa cualquier nueva asimilación y se mues-
varlo. Para llevar a cabo esta su tarea salvíflca, cuenta con
tran poco flexibles para nuevas síntesis históricas. Todo»
la divina revelación contenida en las Sagradas Escrituras
esto tiene que tenerse en cuenta cuando abordamos el tema
y ha recibido de su fundador Jesucristo sus principales
de la Iglesia en el proceso de liberación. La actual praxis:
estructuras, los sacramentos y la jerarquía, esta última con
de la Iglesia, ¿es liberadora o inhibidora de las fuerzas
la finalidad de dirigir a la comunidad de los fieles y de
de transformación? ¿Hasta qué punto la Iglesia pondrá su
interpretar infalible o autoritariamente la revelación.
innegable peso social en favor del alivio de todas las ser-
Esta comprensión actúa a través de un conocido dua-
vidumbres o hasta qué punto, para asegurar el carácter
lismo: Iglesia-mundo, Iglesia-estado, natural-sobrenatural,
universal de su anuncio, buscará una zona de neutrali-
temporal-espiritual, humanismo-cristianismo, creación-re-
dad con el grave peligro de favorecer ingenuamente a las
dención, etcétera. El polo de la Iglesia está caracterizado
fuerzas del statu quo?
por la sobrenaturalidad, la espiritualidad, la verdad divina,
la revelación sobrenatural, la fe, la gracia divina. El otro
(1) Cf P. FREIRÉ, Las iglesias, la educación y el proceso de libe- polo, el del mundo, está marcado por la naturalidad, la
ración humana en la historia, 1973. temporalidad, la revelación natural, la razón meramente
266
267
humana, la situación caída por culpa del pecado. A la
perfectas, el estado con un fin específico y una órbita de
Iglesia le corresponde la salvación y santificación de las
actuación propia, y la Iglesia también con un fin especí-
almas; al estado la promoción y el bienestar del cuerpo.
fico y sobrenatural. A la Iglesia, a diferencia de lo que se
El orden natural no posee en sí mismo una autonomía
decía y se vivía en el régimen de cristiandad, no le co-
y un proyecto salvífico propio; está destinado a lo sobre-
rresponde ninguna actividad directa en el orden temporal,
natural, como el cuerpo al espíritu. Si el estado posee
sino sólo una acción indirecta en cuanto que lucha por la
autonomía propia frente a la Iglesia, esto es solamente
conversión individual de las almas, promoviendo la rec-
respecto al orden de este mundo, pero no respecto al des-
titud de intención y de conducta moral y predicando prin-
tino sobrenatural; en este particular está sujeto a la Igle-
cipios doctrinales supremos que rigen la vida humana en
sia, portadora de la única verdad salvífica e instrumento
la sociedad, en la relación con los bienes de la tierra y
exclusivo de salvación.
con el poder. La traducción de estos principios en me-
Este modelo llevó a la Iglesia a misionar a todo el diaciones concretas y en juicios prudenciales no le corres-
mundo y a someterlo a sí misma, para de esta forma ponde a la Iglesia, sino a los cristianos tomados indivi-
hacerle participar de la redención. Surgió de esta manera dualmente o a los estados. En asuntos mixtos, como por
un régimen de cristiandad, en el que la Iglesia y lo sobre- ejemplo la educación, la familia, etcétera, en los que están
natural tienen la hegemonía en todas las esferas y cuestio- envueltos tanto la Iglesia como el Estado, es preciso lle-
nes. El Reino de Dios constituía el único proyecto que gar a un acuerdo. La Iglesia se reserva en estos casos una
había que instaurar en este mundo, sin dejar espacio al- posición hegemónica, gracias al fin sobrenatural al que
guno para que el mundo fuera mundo ni para que pudiera se destina lo natural (2).
articularse la secularización. Esta comprensión estuvo vi- Esta reinterpretación, llamada a partir de Maritain
gente hasta la llegada de las grandes rupturas modernas. de la nueva cristiandad, no se liberó de las categorías
Informaba a una praxis eclesiástica y política y reflejaba anteriores. Dio lugar a una valoración positiva de las rup-
la política y la praxis concretas de la única realidad cul- turas modernas, llevadas a efecto con espíritu de rebeldía
tural que era la Iglesia. y de revancha contra la Iglesia, y dio lugar a la actividad
Con la aparición de los estados autónomos modernos de los laicos cristianos que en el corazón del mundo in-
y con la lenta pero persistente pérdida de influencia de tentaban aportar el fermento sobrenatural como factor sa-
la Iglesia sobre los procesos históricos, el modelo de Iglesia- nante y elevador de lo natural. De esta manera el esfuer-
sacramento-instrumento-de-salvación sufrió una reinterpre- zo por la creación de un mundo más justo y fraternal
tación interna: se reconoció la legítima autonomía de las (natural) constituye el presupuesto para la implantación
realidades terrenas, gracias a su carácter creacional. Como y el florecimiento de la Iglesia (sobrenatural).
criaturas buenas de Dios, poseen un valor en sí mismas
y pueden ser deseadas por el hombre. Pero constituyen
(2) Esta postura constituía el fundamento para la llamada lex
solamente el orden natural que tiene que ser completado fundamentalis de la Iglesia: cf G. ALBERIGO, ¿Nuevas fronteras en
y llevado a la perfección por el orden sobrenatural, del la historia de la Iglesia?, en «Concilium» 57 (1970), 66-85. En Amé-
rica Latina esta posición ha sido vigorosamente sostenida por N.
que la Iglesia es portadora. A partir de León XIII se DERISI, La Iglesia y el orden temporal, Eudeba, Buenos Aires 1972;
empezó a hablar con toda claridad de las dos sociedades B. KLOPPENBURG, A eclesiologia do Vaticano II, Vozes, Petrópolis
1971, 84-103.

268 269
La Iglesia posee una doble misión: una directa, evan-
gelizar; otra indirecta, animar el orden temporal, pero 2. Valoración del modelo de Iglesia sacramento-instru-
respetando su legítima autonomía. mento
Representando gráficamente este modelo de Iglesia
y de mundo resultaría esta confrontación: La teología que soporta este tipo de comprensión de
Iglesia es bastante anémica; es más bien un pensar ideo-
lógico, justificador y legitimador de un cierto tipo de pre-
Iglesia
sobren.
sencia política de la Iglesia en el mundo, presencia mar-
cada por los intereses y obligaciones que la Iglesia ha asu-
mido históricamente dentro de la cultura. No es verdad
ni mucho menos que la Iglesia no intervenga directamen-
1. Concreción praxística de la Iglesia sacramento-instru- te en lo temporal: en la historia reciente ha estado en
mento contra de la democracia, en contra de las revoluciones,
en contra de ciertos derechos que hoy se consideran fun-
En este modelo, por muchas variaciones que pueda damentales, como la libertad de expresión, de conciencia
sufrir, la Iglesia sigue siendo algo que está frente al mun- y de religión y en favor de los regímenes establecidos. No
do: ella es la que tiene los instrumentos de salvación, es una injuria constatar que hasta fechas muy recientes
de la verdad divina y de la gestión e interpretación del la Iglesia oficial ha estado vinculada a los poderosos; su
dominio de lo Sagrado. Aunque relacionada con el mundo relación con los contestatarios y con los movimientos re-
en términos de misión, este tipo de Iglesia está volcado volucionarios ha sido siempre no sólo difícil, sino cargada
fundamentalmente sobre sí mismo y sobre sus privilegios de sospechas y de condenaciones. «En estas condiciones,
salvíficos. La Iglesia será ante todo retro oculata (con los ¿puede decirse honestamente que la Iglesia no interviene
ojos vueltos hacia el pasado), mirando hacia el fuego de en "lo temporal"? Cuando, con su silencio o sus buenas
donde irrumpió la salvación: los hechos atestiguados por relaciones con él, legitima un gobierno dictatorial y opre-
las Escrituras, Palabra de Dios, inspirada e infalible. Los sor, ¿está cumpliendo sólo una función religiosa? Se des-
momentos fuertes de esta comprensión de la Iglesia se- cubre entonces que la no intervención en materia polí-
rán organizar cursos bíblicos, desarrollar la liturgia, me- tica vale para ciertos actos que comprometen a la autoridad
ditar la historia de la salvación judeo-cristiana, insertar eclesiástica, pero no para otros. Es decir, que ese princi-
al fiel cada vez más dentro del misterio de la Iglesia, pio no es aplicado cuando se trata de mantener el statu
crear una profunda unidad interior por el asentimiento quo; pero es esgrimido cuando, por ejemplo, un movimien-
de todos a las interpretaciones autoritativas del mensaje to de apostolado laico o un grupo sacerdotal toma una
emanadas de la jerarquía y del Papa. Los sacramentos son actitud considerada subversiva frente al orden estable-
absolutamente indispensables para la Iglesia sacramento- cido» (3).
instrumento, ya que realizan para los individuos lo que
la Iglesia toda realiza para la humanidad: la comunica-
(3) G. GUTIÉRREZ, Teología de la liberación, o. c , 96; cf
ción de la gracia redentora. W.; H. KRUMWIEDE, Der Wandel der sozialverantwortlichen Rolle der
katholischen Kirche in Lateinamerika, en Politik in Lateinamerika
270
271
Más todavía, cuando se habla del estado, dentro de mundo están abrazados y envueltos por algo que es mayor
esta visión, se piensa en el gobierno y en la administra, que ellos: el plan salvífico del Padre en Jesucristo y en
ción pública con la tarea de buscar el bien común, siendo el Espíritu Santo. La salvación y la gracia no conocen fron-
factor de equilibrio entre las clases. Es una perspectiva teras; se comunican tanto en el mundo como en la Igle-
poco histórica. No ha descendido a un análisis estructural sia, de modos diferentes pero reales. En el mundo hay
de cómo funciona el estado y de su función de clase. El Iglesia y en la Iglesia hay mundo, si por mundo enten-
estado representa a las clases dominantes. El bien común demos el pecado, al estilo de san Juan. Tanto la gracia
está determinado más bien por la clase que tiene en sus como el pecado se incrustan en la Iglesia y en el mundo.
manos el poder económico y político que por la comuni- El mundo no constituye simplemente lo natural y la Igle-
dad nacional global. El estado representa, defiende y pro- sia lo sobrenatural. Si el mundo tiene que ser concebido
mueve los intereses de la clase dominante, en contradic- y vivido en el misterio cósmico de Cristo, entonces ef
ción muchas veces con los anhelos populares y nacionales. bien, la verdad, la justicia, los valores vertebrados en ef
Esta visión sólo se dará conscientemente en un modelo mundo son concreciones de la «cristidad» del mundo. Por
de Iglesia que se dé cuenta de su presencia crítica dentro' eso puede decir la Gaudium et spes (nn 34 y 39) que esos
de las fuerzas políticas de una nación. valores anticipan y preparan el Reino de Dios; no queda-
La teología subyacente al modelo de Iglesia sacramento- rán destruidos con la venida del Señor, sino purificados
instrumento nunca se ha preguntado seriamente por el real y completados en la perfección que ya realizan.
contenido teológico del mundo. ¿Es el mundo lo que está Dentro de la coherencia teológica ya no es posible se-
frente a la Iglesia? ¿Puede decirse que la gracia está guir hablando de fin sobrenatural y fin natural, sino más
sólo en la Iglesia y no también en el mundo? Cuando- bien, como lo hace muy bien la Gaudium et spes (nn 10,
esta teología afirma que el mundo es creación buena de 11, 57, 59, 61, 63, 91) y la Ad gentes (n 8), de vocación
Dios, no saca de esto todas las consecuencias que debería integral del hombre y del mundo, recalcando de este modo
sacar; se concibe a la creación en términos metafísicos, la unidad del plan salvífico que se plasma históricamente
estáticos, de limitación, contingencia, fugacidad, y no en de diversas formas en la Iglesia y en el mundo. No es;
términos bíblicos e histórico-salvíficos. En la visión bíbli- absentismo teológico respetar la legítima autonomía de
ca, la creación es el primer momento de realización del las realidades terrenas; es más bien valorar la manera
plan de Dios. Para el Nuevo Testamento la creación está propia como el mundo realiza la gracia, la salvación y
en Cristo; el mundo ha sido hecho para él y tiene en él el plan de Dios. La Iglesia no es portadora exclusiva
su existencia y consistencia (cf Jn 1,3; Col 1,15-20; Ef de la redención; ésta ha sido conquistada por Cristo
1,10; 2,22-23; Heb 1,2-3; 2,8). Hay un solo plan de Dios para todos y es ofrecida umversalmente como oportuni-
orientado hacia Cristo, que lo abarca todo y que es todo dad dentro de las articulaciones históricas propias de las.
en todas las cosas (Col 3,11). La Iglesia no se encuentra culturas y de las situaciones en que el hombre se expresa
inicialmente frente al mundo. Tanto la Iglesia como el en el mundo.
Esta comprensión teológica ha hecho que la Iglesia
(Schriftenreihe der Forschungsinstitut der Friedrich-Eber-Stiftung,, empezara a entenderse de manera distinta y a marcar otro
edición de K. LINDENBERG), Hannover 1971, 82-98.
tipo de presencia en el mundo.
272
273
en llevar la salvación a un mundo sin salvación. La sal-
II. IGLESIA SACRAMENTO-SIGNO vación se comunica independientemente de la Iglesia. Ella
comunica la salvación. Pero también hay otras realidades
Esta nueva visión de la Iglesia tematiza las razones del mundo que la comunican. Esto no constituye lo espe-
teológicas que acabamos de presentar. Todo queda enfo- cífico de la Iglesia. Su especificidad reside en la señaliza-
cado en una perspectiva de historia de la salvación única ción de la gracia ya presente en el mundo. Ella hace cons-
y universal. No hay dos historias, una profana y otra ciente el plan del amor divino, densifica y tematiza la
sagrada. Hay solamente una historia, la de la salvación y gracia liberadora que está siempre difundida por todo el
la perdición, la de la acogida de la pro-puesta de Dios en mundo consciente o inconscientemente. Por eso ella es
lá res-puesta humana o la de su rechazo. La historia pro- fundamentalmente sacramento-«'g«o de la presencia amo-
fana articula a su modo la salvación o la perdición; no rosa de Dios en la historia. Hace patente lo que está
explícita a Dios y su gracia, pero busca también la jus- latente: la «cristidad» del mundo. Todos son portadores
ticia, la verdad y la fraternidad, valores salvíficos y con- del Reino, de la salvación, de la gracia, así como también
cretizadores de lo que la gracia significa en el mundo. La todos pueden transformarse en obstáculo de estas realida-
historia sagrada explícita a Dios y su gracia, nombra el des salvíficas. La Iglesia constituye, como indicamos an-
Misterio, lo celebra y elabora la religión como forma or- tes, una élite cognoscitiva, con una conciencia más pro-
ganizada y cultural para que los hombres se relacionen te- funda de la realidad salvadora presente en el mundo y
máticamente con Dios. Al ser explicitado, Dios no se que- que afecta a todos. Esta conciencia en la vanguardia re-
da preso dentro de las redes de esta explicitación, ni su ligiosa le permite a la élite cognoscitiva vivir histórica-
gracia o su salvación son exclusivas del grupo que se en- mente con más intensidad la profundidad crística del mun-
tiende en el interior de esta explicitación. Se da gratuita do y hace posible la presentación del cristianismo como
y universalmente a todos, independientemente de los lími- expresión lingüística, cultual, dogmática y cultural, pero
tes de la Iglesia y de las religiones. A pesar del pecado sin que se apodere exclusivamente de la universalidad crís-
'original y del pecado del mundo, Dios ha amado siem- tica. Si decimos que donde hay amor, perdón, justicia,
pre a los hombres y se ha autocomunicado en el amor verdad, en cualquier rincón del espacio o del tiempo, allí
y en el perdón. Siempre ha habido oportunidad de sal- está Cristo; si decimos que donde está Cristo también
vación para todos. Cristo, como Logos preexistente e incar- allí está la Iglesia, entonces tenemos que afirmar que la
nandus, actuaba siempre en el mundo, «estaba en el Iglesia está presente en cualquier rincón del espacio y del
mundo», como «luz» verdadera que iluminaba a todo tiempo, como decían los santos Padres y también el con-
hombre que venía a este mundo, y como incarnatus «vino cilio Vaticano II (Lumen gentium, 2): ab initio mundi,
a lo que era suyo», ya que «el mundo fue hecho por él» ab Adamo, ab Abel usque ad ultimum electum (4). Pero
<Jn 1,9-11). Por eso Adán fue el primer cristiano, como esta Iglesia posee entonces dimensiones cósmicas, vive siem-
decían los santos Padres. La historia está preñada de Cris-
to y llena de gracia salvadora, envolviendo como una at- (4) Y. CONGAR, Ecclesia ab Abel, en Abhandlungen über Theologie
mósfera a todos los hombres. und Kirche (Festschrift für K. Adam), Dusseldorf 1962, 79-108; L.
BOFF, Die Kirche ais Sakrament im Horizont der Welterfahrung,
En esta visión lo específico de la Iglesia no consiste o. c , 87-107.

274 275
pre por encima de todas las fronteras y es infinitamente drar a todos dentro de su modelo histórico, sino en
mayor que la organización en términos de Iglesia católica defender y hacer más profundo lo que hay de bueno y
apostólica romana (5). Podrá darnos una idea de ello la legítimo en todas las manifestaciones humanas, ya que son
siguiente representación gráfica: historizaciones y res-puestas diferentes a la misma pro-
puesta y al único Misterio de Dios en Jesucristo. Por eso
esta Iglesia puede mostrarse flexible en la colaboración
con todos los movimientos que buscan un crecimiento ver-
daderamente humano y favorecen la apertura a los otros
y a Dios. Su identidad consiste en hacerse cada vez más
signo transparente y libre de ambigüedades. No es impor-
tante ni necesario, para realizar esta misión histórico-
salvífica, que la Iglesia sea numerosa. Dado que la salva-
ción no depende exclusivamente de ella, ya que es ofre-
cida umversalmente a todos, puede distinguirse por la ca-
Pían salvífico^lglesia universal lidad de su signo y de su presencia en el mundo. En
cuanto signo, la Iglesia será probablemente un pusillus
grex. La Iglesia grande está compuesta por todos los que
1. Concreción praxística de la Iglesia sacramento-signo viven anónimamente en la realización de la verdad y del
bien en todas las dimensiones humanas. Ellos viven bajo
Este modelo de Iglesia se expresa concretamente por el vigor de la gracia divina; en ellos actúa el Resucitado
medio de una gran descentralización eclesiológica. La Igle- y su Espíritu, aunque no lo sepan ni lleguen nunca a una
sia, como comunidad organizada de los fieles, se siente soli- explicitación, a pesar de que la cristidad del mundo tien-
daria de todos los hombres dentro de una misma historia, de dinámicamente a concienciarse y a tematizarse. Esto
vista sub specie salutis et peccati. Se ve a sí misma, ocul- es lo que ocurre con la Iglesia-signo. Por eso ella no es
tamente presente, en donde los hombres, los movimien- un no-mundo; forma esa parte del mundo que llegó a sí
tos y estructuras buscan la liberación, defienden a los opri- misma y que ha hecho patente lo que guardaba latente
midos, realizan una mayor fraternidad y una mayor justi- dentro de sí: la gracia y la presencia amorosa de Cristo
cia, a pesar de las ideologías con que los hombres inter- cósmico. Si esta Iglesia misiona, es en primer lugar para
pretan sus acciones. Es una Iglesia abierta a las dimen- convertirse siempre a sí misma, esto es, para reconocer la
siones del mundo, preocupada por detectar la presencia acción de Dios ya realizada en el mundo y acogerla; a
de Dios y de Cristo bajo los más diversos rostros huma- partir de ahí, anuncia su propia riqueza, explicita los de-
nos, sociales y culturales. Su misión no consite en encua- seos secretos de los hombres y les muestra cómo habrán
de historizarse de manera definitiva en el camino histó-
rico de Jesús muerto y resucitado, cuya memoria y actua-
(5) Esta comprensión ha sido asimilada en la obra voluminosa lización tiene la función de guardar y proclamar.
de pastoral Handbuch der Pastoraltheologie I-V, Herder, Viena 1964-
1972, bajo la clara influencia de K. RAHNER.

276 277
Pero en este modelo nos encontramos con un límite:
2. Valoración del modelo de Iglesia sacramento-signo la historia de la salvación no es solamente historia de la
victoria, de la presencia triunfante de Dios en el mundo»
Este modelo parte de un dato definitivamente conquis- y de la respuesta generosa y humilde del hombre a la
tado para la reflexión de la fe y apoyado en la más signi- propuesta del Misterio. Es también historia de la gran¡
ficativa tradición bíblica: la idea de historia de la salva- negativa, de la cerrazón, de la repulsa, de la utilización'
ción, que abarca a todos los tiempos y a todos los hom- de las conquistas científicas y técnicas para subyugar a:
bres (6). Esta visión constituye sin duda la gran conquista otras naciones y oprimir a las clases sociales. La ciencia
del concilio Vaticano II en su última fase y en los do- y la técnica no son inocentes. Actualmente constituyen
cumentos que emanaron de él, la Gaudium et spes y la los instrumentos por los que los países opulentos del he^
Ad gentes. A partir de esta apertura la Iglesia puede re- misferio Norte, dueños de la producción científica y téc-
conciliarse con el mundo moderno, el de la seculariza- nica, oprimen a una gran porción de la humanidad y la
ción y el de las ciencias. Esta visión ha permitido leer mantienen en la periferia de los beneficios del progreso.
con ojos de fe y descubrir la presencia de Dios, de Cristo La celebración de las conquistas de la época actual, si
y de su Espíritu actuando en las dimensiones del mundo, se queda en un nivel abstracto y no desciende a la forma
incluso en aquellas que no hacen ninguna referencia ex- concreta con que son articuladas, ejercidas y manipula-
plícita a un Trascendente y que hasta se mueven a veces das, puede degenerar fácilmente en una justificación ideo-
contra ella, pero luchan, sin embargo, por un mundo más lógica del status actual del poder opresor. Este peligro
justo y más humano. Si antes la Iglesia veía solamente la no lo vio con suficiente claridad el concilio Vaticano II^
gracia y la salvación en donde ella se hacía presente, aho- pero han tomado conciencia de él los Documentos de
ra ha aprendido a detectar la presencia del cristianismo Medellín, que representan la traducción del concilio Vati-
en el propio mundo y en los movimientos liberadores que cano II para las condiciones específicas de nuestro conti-
caracterizan a la época actual. En función de semejante nente subdesarrollado y oprimido (7).
lectura la Gaudium et spes podía celebrar el trabajo trans-
A la Iglesia no le corresponde solamente descubrir a¡
formador del hombre a través del proyecto científico y
Dios y a Cristo dentro del mundo, en la esfera de la or-
técnico como formas de preparación del «material del Rei-
ganización humana, en las religiones e ideologías, sino tam-
no de los cielos», al mismo tiempo que realiza ya «un
bién discernir las situaciones que se estructuran en el pe-
esbozo del mundo venidero» (nn 38-39). Un optimismo
cado y en la cerrazón, engendrando injusticias que ofenden
inaudito empapa toda la línea teológica de la Gaudium et
a los hombres y a Dios. Si todos pueden ser portadores
spes. La dimensión de la salvación mediatizada por las
de la salvación, también pueden ser origen de perdición.
conquistas humanas fundamenta la razón de ese optimis-
Esta ambigüedad y simultaneidad debería mantener a la
mo y sedimenta la proclamación de la alegre esperanza
Iglesia en una vigilancia permanente sobre sí misma y so-
cristiana.
bre las realidades humanas, especialmente las políticas y
económicas, en donde se toman actualmente las grandes
(6) Esta visión está muy presente en el texto de la Presiden-
cia de la CNBB, Igreja e Política, Paulinas, Sao Paulo 1974.
(7) Cf Fe y secularización en América Latina, Quito 1972.
278 279
decisiones que afectan profundamente a todos los hom-
bres, en términos de liberación, o de opresión. El mun-
III. IGLESIA-SACRAMENTO, O SEA, INSTRUMENTO Y SIGNO
do actual, más que secularizado, es secularista, esto es,
PROFÉTICO
está estructurado de tal manera que engendra la iniquidad
social para la mayor parte de la humanidad. La visión que
En América Latina se ha elaborado un tercer modelo
acentúa el optimismo salvífico representa a la teología ela-
de Iglesia en el interior de la praxis liberadora de cris-
borada en los países opulentos de la Europa central y de
tianos comprometidos en el proceso de superación del
los Estados Unidos; ha perdido mucho de su sal crítica
subdesarrollo con todos sus derivados (8). El punto de
y profética y no ha llegado a tematizar el real problema
partida está constituido por la visión histórico-salvífica,
humano producido por la forma concreta con que ese ins-
que se concreta de forma diferente en las diversas esfe-
trumental inmenso de la ciencia y de la técnica es mani-
ras del mundo y en la Iglesia, conservando cada una su
pulado para conservar y ampliar las relaciones de fuerza
racionalidad y autonomía propia. Se comprende a la Igle-
establecidas. El factor conflictivo de la realidad, la divi-
sia como signo densificador de la salvación presente en
sión entre países ricos y países pobres, entre el centro y
las dimensiones de todo el mundo. Pero no radica en ello
la periferia —que más allá de su dimensión política y
el énfasis propio de esta comprensión de la Iglesia. Se
económica evidente posee un peso teológico de gracia y
pone el acento en una dirección eminentemente praxis-
de pecado estructural— no constituye la línea de fuerza
tica y liberadora; puesto que es signo densificador de la
de esa visión eclesial. Es una visión contemplativa del
mundo, pero insuficiente en su aportación concreta e his-
tórica. Además, está ausente de ella toda una perspectiva (8) Cf los textos más representativos en esta linea: R. MUÑOZ,
de autocrítica y de autoconversión de la Iglesia: ¿hasta Nueva conciencia de la Iglesia en América Latina, Sigúeme, Sala-
manca 1974, obra que reúne el material más significativo acerca de
qué punto en su organización, en la forma con que está la Iglesia en la sociedad latinoamericana; R. VIDALES, La iglesia lati-
distribuido el poder, se practica la participación en las noamericana y la política después de Medellín, Quito 1972; CON-
FERENCIA EPISCOPAL DE CHILE 1971, Evangelio, política y socialismo,
decisiones y circulan las informaciones dentro de la co- en «SEDOC» 4 (1971), 1443-1476; La justicia en el mundo, texto pro-
munidad? ¿La Iglesia es signo o contrasigno de lo que puesto al Sínodo por la 4.a asamblea de la conferencia episcopal
peruana, en «SEDOC» 4 (1971), 423436; Nuestra reflexión. Respuesta
tiene la función de aportar: la libertad, la fraternidad, del movimiento de sacerdotes para el tercer mundo dada a la de-
la destrucción de los obstáculos a la comunicación libre claración de la Comisión permanente del episcopado argentino, en
«SEDOC» 4 (1971), 197-232; Cristianos para el socialismo. Primer en-
con todos?, etcétera. cuentro realizado en Chile (23-30 abril 1972), en «SEDOC» 5 (1972),
614-632; Eu ouvi os clamores de meu povo. Obispos y superiores del
A pesar de todas estas limitaciones, la opción teoló- nordeste brasileño, en «SEDOC» 6 (1973), 607-629; L. PROAÑO, Pour
gica de fondo es sumamente vigorosa, ya que presenta a la une Eglise libératrice, Cerf, París 1973; B. A. DUMAS, LOS dos
rostros alienados de la Iglesia una, o. c ; P. BIGO, L'Eglise et
Iglesia como el Pueblo de Dios peregrino, solidario y com- lo révolution du tiers monde, PUF, París 1974, 105-135; H. ASSMANN,
prometido con la única historia, que es la de todos los Teología desde la praxis de la liberación, o. c ; J. C SCANNONE,
Situación de la problemática «fe y política» entre nosotros, en Fe
hombres, caminando hacia el encuentro de la Parusía, y. política, o. c., 1547; A. ALONSO, Iglesia y praxis de liberación,
que es una sola para toda la humanidad y por eso tam- o. c , 169-196; L. GERA, Aspectos eclesiológicos de la teología de
la liberación, en Liberación: diálogos en el CELAM, o. c , 381-
bién para la Iglesia. 40Q; GERA, BÜNTIG, CATENA, Teología, pastoral y dependencia, Bue-
nos Aires 1974, especialmente 11-31; I. ELLACURÍA, Liberación: misión
ydarisma de la Iglesia latinoamericana, Lima 1975.

280 281
salvación, se pregunta: ¿qué hace hoy la Iglesia, como más justas y humanas; si no, es crisis, juicio y condena-
consecuencia de este hecho teológico, para ayudar a los ción. El mensaje cristiano no abre solamente la dimensión
hombres a liberarse del pecado, historizado en la forma de un futuro absoluto para todos los hombres y para el
de estructuras sociales injustas y opresoras? La Iglesia cosmos, anticipado ya gracias a la resurrección de Jesu-
no puede vivir de una forma narcisista la verdad de ser cristo. El futuro se hace ya presente en las mediaciones
la ciudad sobre el monte, el estandarte levantado entre históricas más libres, más justas y humanas. La liberación
las naciones y la luz colocada sobre el celemín. Esta luz escatológica se encarna ya dentro de la historia, aunque
ilumina, muestra los rincones oscuros de la propia casa de forma limitada, pero real, y se abre para el modo defi-
y del mundo, es crisis para quienes se refugian en las nitivo en el futuro de Dios. Por eso no son indiferentes
tinieblas. Desde que Jesucristo murió en defensa de la para la Iglesia los modelos políticos y económicos, las
verdad del hombre, desde que predicó e hizo presente estructuras sociales y los modos de participación de todos
el Reino de Dios como transformación de este viejo mun- en la causa común y en las decisiones que afectan a toda
do en uno nuevo, curando a los enfermos, venciendo a la comunidad; en todo ello puede haber manifestación de
la muerte, domando a la naturaleza, perdonando los peca- pecado o concreción de la gracia liberadora, puede histo-
dos y abriendo más a los hombres a los demás hombres
rizarse la salvación o instaurarse mecanismos de perdición.
y a Dios, la tarea de transformación del mundo lleva con-
La Iglesia, debido a su conciencia más aguda y en vir-
sigo una dimensión constitutiva de la evangelización. La
tud de su relación con Jesucristo en quien apareció, anti-
buena nueva no está orientada únicamente a la liberación
de las almas, sino a la globalidad de la creación, ya que cipadamente, la liberación definitiva, tiene que poder dis-
también ella forma parte del Reino de Dios. La Iglesia cernir los signos que hacen presente la liberación y
es sacramento-signo-e-instrumento de esta liberación. Se los que anuncian la repulsa de un auténtico crecimiento
da cuenta de la realidad opresora y del pecado social y para otros y para Dios. Al hacer este discernimiento,
personal juntamente con la presencia de la salvación. En tendrá que apoyarse no sólo en las luces de su fe evan-
América Latina se hacen sensibles las formas estructura- gélica, sino en 3a racionalidad propia del análisis crítico
les de injusticia, que marginan a millones de personas de los mecanismos sociales. Sólo así tendrá eficacia y mor-
y privilegian a unas élites. A pesar de que el estado y diente en la realidad más sangrante su actuación dentro
la Iglesia están insertos en la misma atmósfera histórico- de los planes de Dios. Por eso la actitud fundamental de
salvífica, percibe dimensiones opresoras del poder político la Iglesia es profética, de anuncio y de denuncia; no an-
y económico y por tanto toma conciencia de la presencia ticipará reconciliaciones sin conversión y vivirá siempre
del pecado. Anuncia la buena nueva, pero también de- en tensión con el orden establecido que no se abre a
nuncia proféticamente las servidumbres que impiden al la promoción y liberación de todos. Podríamos represen-
mensaje cristiano ser buena nueva para todos. El Evan- tar estas ideas gráficamente de la siguiente manera:
gelio no es mera enseñanza ni exposición doctrinal de
unos hechos del pasado; es llamada a la conversión que
transforma a la persona y las estructuras sociales. Sólo
es buena nueva para los convertidos y en las situaciones

282
285
todas las liberaciones históricas. Lleva a la propia Iglesia
a comprometerse y a participar del proceso de liberación,
ya que sólo así la liberación definitiva de Jesucristo
se hace historia y no queda relegada al juicio final. El
final no es catastrófico, sino más bien una plenitud que
va siendo preparada históricamente dentro de las ambi-
güedades inherentes a la actual situación de la historia
de la salvación que también incluye siempre la oportuni-
dad de perdición. La presencia de la Iglesia y su evange-
lización asumen entonces un peso político en la lucha
Plan salvíficp—Iglesia universal '
contra una situación de dependencia y de opresión. En
semejante situación evangelizar significa plantear la crisis
y el conflicto para quienes engendran esa dependencia y
esa opresión. La misión de la Iglesia, lo mismo que la
1. Concreción praxística de la Iglesia, sacramento*signo- de Cristo, reside en la reconciliación. Pero no es posible
e-instrumento profético que haya reconciliación verdadera mientras perduren los
motivos que conducen a las rupturas sociales y a las lu-
Esta comprensión de la Iglesia plantea un cuestiona- chas de clases. Por consiguiente, la reconciliación sólo
miento inquietante para la praxis eclesial: ¿hasta qué pun- es posible mediante la conversión de quienes originan
to la Iglesia legitima con sus estructuras más fraternales el empobrecimiento y las injusticias. Como decía acer-
y justas su predicación de una mayor justicia social y tadamente el episcopado peruano en el año 1971: «Para
de liberación de los oprimidos? ¿Hasta qué punto se deja la comunidad eclesial... esto lleva consigo la necesidad
utilizar ideológicamente por las fuerzas dominantes para de optar por los oprimidos y marginados, como compro-
sofocar las justas reclamaciones de los marginados? ¿Has- miso personal y comunitario. Esta opción no excluye de
ta qué punto su misma predicación y su manera de ar- nuestra caridad a ningún hombre; más aún, optar por
ticular la fe no resultan alienantes, inofensivas y por lo quienes experimentan hoy las formas más violentas de
tanto reforzadoras del statu quo? No se trata de instru- opresión es para nosotros una manera eficaz de amar
mentalizar la fe y el Evangelio para fines políticos; se también a los que, tal vez inconscientemente, están opri-
trata de rescatar las dimensiones sociales presentes en midos por su situación de opresores» (9). La Iglesia
la fe y en el Evangelio, encubiertas muchas veces por un renuncia al amor universal, descendiendo del plan gene-
tipo intimista y privatizante de comprensión de la fe y ral y abstracto, hacia las formas concretas del amor, de
del Evangelio. acuerdo con la localización estructural de cada grupo:
amará al oprimido como oprimido, ayudándole a articu-
Su relación con las fuerzas sociales se determina tam-
lar su proceso liberador; amará al opresor desenmascaran-
bién a partir de su vocación profética y liberadora. La
fe no proporciona únicamente un juicio crítico negativo
frente a las realidades sociales, en cuanto que relativiza (9) Justicia en el mundo, en «SEDOC» 4 (1971), 427428.

284 285
do ante sus ojos los mecanismos que lo hacen opresor En este compromiso concreto de la Iglesia no falta-
y por eso mismo oprimido por dichos mecanismos; y rán los conflictos y las tensiones concernientes a su uni-
amará a la clase media de forma que la haga salir de su dad. Su unidad actual no posee un carácter escatológico;
individualismo y de los valores de una sociedad de con- por eso está siempre por hacer y no es nunca per-fecta.
sumo, etcétera. La Iglesia tendrá que vencer la tentación de querer crear
una unidad y una síntesis total ya en el tiempo, siendo
así que se trata de un bien escatológico y final. El em-
2. Valoración del modelo de la Iglesia sacramento-signo- peño en semejante empresa implicaría una violencia y
e-instrumento profético su fruto sería ilusorio y no real. La unidad es cierta-
mente un ya, pero también un todavía no. Mientras la
Este modelo de Iglesia ha sabido comprender perfec- propia humanidad no sea una, la Iglesia tendrá que seguir
tamente que la salvación y la perdición no solamente pe- luchando por su propia unidad.
netran en el corazón humano, sino que también empa- Esta visión eclesiológica está iluminando el camino
pan a las estructuras sociales. Estas no deben ser vistas concreto de la fe en nuestro continente; a partir de la
desde fuera, sino existencialmente, como la proyección ha- fe se lee la realidad humana como situación de gracia o
cia el campo social e histórico de las actitudes del mis- de pecado, de afirmación al plan de Dios o de negación
mo hombre. Ellas son el mismo hombre. Por eso no al mismo. Convoca a la comunidad con sus dirigentes
es posible imaginarse de una manera ingenua que basta para un compromiso de liberación como respuesta nues-
convertir al individuo para que consiguientemente se mo- tra al Señor que nos ha abierto la posibilidad de una co-
difiquen las estructuras. Eso sería una equivocación. Las laboración en la construcción del Reino.
estructuras poseen un peso propio, envuelven al hombre Esta postura no está exenta de peligros que no de-
y necesitan también de una conversión. Por ello la sal- ben ser escamoteados si queremos ser honestos. Sigue en
vación traída por Jesucristo, la gracia sanante y elevante pie el peligro de reducir los contenidos de la fe a los
no pueden ser traducidas en discursos unlversalizantes y contenidos que brotan de la praxis liberadora. Es cierto
vacíos, sino en actividades históricas transformadoras de que la fe se enriquece y descubre dimensiones nuevas,
la situación decadente. Sólo así se librará la fe de ser insospechadas hasta entonces, en el desarrollo del com-
una evasión y la liberación dejará de ser un puro futuro promiso. Pero posee contenidos anteriores a cualquier
sin continuidad dialéctica con la historia humana. Ante praxis, que constituyen la fuente de su profecía anuncia-
esta necesidad de concreción la Iglesia no puede perma- dora y denunciadora, como por ejemplo la alegría por
necer neutral; esa neutralidad sería un refuerzo para los la resurrección de Jesucristo, la certeza de un final feliz
poderes establecidos y por eso mismo una toma de par-
para la creación redimida, la confianza en la indefectibi-
tido, incluso inconscientemente. Tendrá que optar por los
lidad de la Iglesia y la seguridad de la gracia y del per-
más desamparados, lo mismo que hizo Cristo, y definir a
dón sacramentales, comunicados a los contritos de cora-
partir de allí su amor para con todos los demás, dando
zón, etcétera.
su respaldo moral a los movimientos que buscan una so-
Otro peligro reside en el desequilibrio dialéctico en-
ciedad más justa, fraternal y participada.
tre la fe y la praxis. No basta con afirmar el carácter
286
287
liberador de la praxis frente a los modos como se en- futuro que esa apetencia desmesurada de acumular, que
carna la fe, desideologizándola y restituyéndole la dimen- ese individuo empobrecedor y que el crecimiento mera-
sión propia de la fe. Hay que mantener la integración mente cuantitativo que favorece a unos grupos selectos.
permanente en ambas. La fe, a su vez, desempeña una El empeño en la construcción de un mundo más habitable
función crítica frente a la praxis, las opciones y los mé- y humano es la forma como se expresa, en las condicio-
todos adoptados. Además, la propia fe no se deja encua- nes históricas, el propio Reino de Dios.
drar nunca dentro de la circularidad dialéctica, ya que
significa una apertura constante hacia Dios, incluso frente
a sus propias encarnaciones lingüísticas, culturales, litúr-
gicas, etcétera. La fe sitúa a la misma Iglesia en una acti-
tud de gran pobreza y libertad frente a los propios com-
promisos históricos. La Iglesia no tiene que agarrarse
a ellos como si se tratase ya de la liberación definitiva. Su
mirada hacia el futuro desdramatiza la incertidumbre del
presente y le confiere cierta jovialidad incluso en el cora-
zón de la lucha, de la persecución y del martirio.

IV. CONCLUSIÓN: ECCLESIA DEL TEMPUS MÉDIUM

Estas tres concepciones de la Iglesia reflejan y al mis-


mo tiempo alimentan un tipo de praxis y de presencia
de la fe en el mundo. El desafío que lanza nuestro con-
tinente está recibiendo una respuesta responsable de la
teología y del compromiso cristiano. Se trata de un nuevo
intento y de una colaboración con la Iglesia universal,,
en cuanto que la Iglesia latinoamericana intenta encarnar,,
dentro de las condiciones propias de nuestra situación,
el mensaje liberador de Jesucristo. La Iglesia latinoame-
ricana se siente Iglesia peregrina, del tempus médium,
cuya síntesis entre Evangelio y mundo no es nunca un
dato, sino una aventura histórica. Por eso se deja humil-
demente criticar e instruir, pero al mismo tiempo se com-
promete con valentía y proféticamente anuncia y denun-
cia con certeza que la liberación, la participación, la fra-
ternidad y la esperanza de una sociedad nueva tienen más

288 289
XII

POBREZA Y LIBERACIÓN:
ESPIRITUALIDAD DE COMPROMISO
Y SOLIDARIDAD

I. SOLAMENTE LOS NO-POBRES TIENEN PROBLEMA CON


LA POBREZA

En toda la Iglesia, especialmente en América Latina


y en la vida religiosa, el problema de la pobreza ha pa-
sado a ser en los últimos años una cuestión fundamental.
Se habla de la Iglesia de los pobres, hecha por los pobres
y para los pobres. La vida religiosa tiene que re-interpretar
el sentido del voto de pobreza: pasar de una vivencia in-
timista, privatizante y ascética a un compromiso de solida-
ridad pública con los económica y socialmente pobres.
Semejante preocupación revela la mala conciencia en que
viven la Iglesia y la vida religiosa. Ni la Iglesia ni la
vida religiosa son pobres. Hacen voto de pobreza, pero
son otros los que lo observan. El mero hecho de plan-
tearse la cuestión de la pobreza demuestra que vivimos
fuera de ella. El pobre no se cuestiona acerca de la po-
breza. No piensa en hacerse más pobre. Su problema con-
siste en salir de la pobreza, en reconquistar su dignidad
humillada, en conseguir un desahogo que le permita vi-
vir más humanamente, sin la preocupación duradera de

291
tener que sobrevivir. Solamente los ricos se cuestionan
acerca de la pobreza y de la riqueza. Es una gracia de Dios II. LA POBREZA ES UN MAL QUE OFENDE AL HOMBRE
el hecho de que, en el momento actual, la Iglesia se plan- Y QUE Dios NO QUIERE
tee con sinceridad el sentido de la pobreza y la calidad
del testimonio evangélico que puede dar por medio de En primer lugar debemos dejar bien sentado que la
la pobreza. pobreza no es ningún valor en sí misma. La pobreza
Reinan las más confusas representaciones de la pobre- concreta incluye la escasez, el hambre, la sumisión a la
za (1). Los diversos niveles en que se la articula se pres- enfermedad y a toda clase de limitaciones que podrían ser
tan a encubrir muchas veces su verdadero sentido evangé- superadas si no existiera la pobreza. No es raro que se
lico; por ejemplo, el nivel económico-social, el nivel es- haga muchas veces una reflexión mística sobre la pobreza
piritual, el nivel personal, comunitario, político, etcétera. sin darse cuenta realmente de lo que se está diciendo.
Nuestra exposición intentará poner cierto orden en Como afirma atinadamente Berdiaef, el problema de nues-
la reflexión sobre la pobreza. La verdad es que el pro- tra propia pobreza se presenta como cuestión material,
blema real de la pobreza no consiste en que sepamos exac- mientras que para los otros se presenta como un problema
tamente cuál es su sentido evangélico, sino en que viva- espiritual. En otras palabras, cuando nos azota realmente
mos verdaderamente la pobreza. No conseguimos nada la pobreza y sufrimos bajo sus limitaciones, nos olvidamos
con la simple reflexión; ésta sólo cobra sentido si infor- de todas las consideraciones místicas. Nos movemos en
ma una praxis de pobre y puede ser reflejo de una vida lo concreto, en la infra-estructura de la vida humana. Cuan-
pobre. En caso contrario, se trata de un lujo de personas do son otros los que se ven afectados por el espectro
ricas que ofenden al pobre con sus ricas especulaciones de la pobreza, tendemos a sublimar su situación. Llega-
sobre la riqueza de la pobreza y la pobreza de la riqueza. mos a decir: el que vive en chabolas es pobre, pero es
feliz. Más vale la felicidad en medio de la pobreza que
la riqueza desgraciada. Con eso puede ser que adormezca-
mos nuestra conciencia, pero no conseguimos llenar el
plato del hambriento ni sus hijos dejarán de verse afec-
tados en su cerebro por culpa de la anemia y la subnutri-
(1) Hay u n n ú m e r o ilimitado de libros y artículos sobre la
problemática de la pobreza, n o siempre orientadores hacia la ver- ción. Pasamos por encima de la iniquidad humana que
dadera perspectiva. Citemos sólo algunos que creemos de mejor implica la pobreza material. Para la Biblia, el pobre es
calidad: J. M. GONZÁLEZ RUIZ, Pobreza evangélica y promoción hu-
mana, Nova Terra, Barcelona 1966; J. DUPONT, A. GEORGE, B. RIGAUX el necesitado, el enfermo, el débil, el miserable, el con-
y otros, La pobreza evangélica hoy, Secretariado general de la CLAR, denado a la indigencia. Se presenta a la pobreza como
Bogotá 1971; A. GEORGE, Pauvre, en «SDB» fase. 37 (1962), 387-406;
F HAUCK, E. BAMMEL, Ptochós, en «ThWbNT» 6, 885-915; J. JEREMÍAS, un mal que humilla al hombre y ofende a Dios. El hom-
¿Quiénes son los pobres?, en Teología del Nuevo Testamento I, bre ha sido hecho señor y no esclavo de la tierra. Ha
o. c , 134-138; CLAR, Pobreza e vida religiosa na América Latina,
CRB, Río de Janeiro 1969; G. GUTIÉRREZ, Pobreza: solidaridad y pro- sido creado a imagen y semejanza de Dios; ofendiendo
testa, en Teología de la liberación, o. c , 365-386; L. BOFF, A po- a la imagen se ofende al autor de ella, al mismo Dios.
breza no misterio do homem e de Cristo, en «Grande Sinal» 28 (1974),
163-183; ID., Pobreza, obediencia y realización personal en la vida Como dice José María González Ruiz en su libro Pobreza
religiosa, CLAR, Bogotá 1975, 39-62. evangélica y promoción humana, «el pobre y afligido [en

292
293
la Biblia] se dirige a Dios en una oración amarga, irrita- desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes?»
da y a veces con ribetes de blasfemia. Ello, naturalmente, (Is 58,6-7).
supone que la pobreza material produce un vacío reli- El Mesías será el liberador «del pobre suplicante, del
gioso en el corazón humano» (2). El Eclesiástico observa desdichado y del que nadie ampara» (Sal 72,12-14). El
agudamente (4,5-6): «No apartes del mendigo tus ojos, ni Reino implica liberación de la pobreza, ya que en él los
des a nadie ocasión de maldecirte. Pues si te maldice ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos quedan lim-
en la amargura de su alma, su Hacedor escuchará su pios y son bienaventurados los que tienen hambre porque
imprecación.» serán saciados (Le 4,2; 7,22). De la Iglesia primitiva de
El Éxodo dice también de forma conmovedora (21,21- Jerusalén dice san Lucas como elemento altamente positi-
27): «No maltratarás ni oprimirás al extranjero, porque vo que «no había entre ellos ningún necesitado» (He 4,34).
también vosotros fuisteis extranjeros en Egipto. No afli- En conclusión podemos decir: la pobreza constituye un
girás a la viuda ni al huérfano. Si los afligieras y ellos mal; para la Biblia es una de las formas de manifestar-
clamaran a mí, no dejaré de escuchar su clamor... Si to- se la muerte en la vida humana, ya que bajo la muer-
mases en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo te no hay que entender solamente el último momen-
antes de que se ponga el sol, para que se abrigue con to de la vida biológica, sino todo lo que disminuye, li-
él, ya que es el vestido de su cuerpo; ¿con qué dormirá mita, humilla, ofende y recorta la existencia humana. Esa
si no? Si me invocase, yo lo oiría, porque soy compasivo.» pobreza está en contradicción con los designios históricos
Y el Deuteronomio recomienda: «Ciertamente nunca fal- de Dios. Por eso no puede ser el sentido de un proyecto
tarán pobres en este país; por esto te doy yo este manda- humano. Ninguno es pobre por la pobreza en sí misma.
miento: debes abrir tu mano a tu hermano, a aquel de Si alguien se hace pobre es por otro motivo y no para
los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra» (15,11). engrandecer la pobreza como un ideal humano. Con razón
Las blasfemias y las quejas del pobre contra Dios no decía santo Tomás de Aquino: «Non enim paupertas se-
significan repulsa de Dios, sino no-aceptación de la po- cunium se bona est: la pobreza no es buena en sí mis-
breza deshumanizante, ya que Dios tampoco la quiere por ma» (3). La pobreza no tendrá lugar en el Reino de Dios.
estar en contra de sus designios. Por eso Dios no las in- Hay que eliminarla.
terpreta como pecado, sino como súplica de dolor.
Los profetas lucharon contra la pobreza de los pe-
queños. Isaías lanza esta tesis fundamental: «¿A eso lla- III. LA RIQUEZA ES UN MAL QUE DES HUMANIZA AL
máis ayuno y día grato a Yavé? ¿No será más bien este H O M B R E Y QUE D l O S NO QUIERE
otro el ayuno que yo quiero —oráculo del Señor Yavé—:
desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del Si presentamos la pobreza como un mal, entonces
yugo, dar la libertad a los quebrantados y arrancar todo ¿será acaso la riqueza, su contrario, un bien? Es intere-
yugo? ¿No será partir tu pan con el hambriento, y a los po- sante comprobar cómo la Biblia tanto en el Antiguo como
bres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un en el Nuevo Testamento condena la riqueza como un mal

(2) o. c, p 31. (3) Contra gentiles I I I , 134.

294 295
que hace al hombre incapaz de Dios y de su Reino. Amos, El sentido de la riqueza es conceder seguridad y li-
el profeta pastor, acusa taxativamente a los plutócratas bertad al hombre. Jesús desenmascara este intento en la
del reino del norte: «¡Ay de aquellos que se sienten se- parábola del rico insensato (Le 12,16-21). Al introducir
guros en Sión, y de los confiados en la montaña de Sama- la parábola, propone ya su sentido y su lección: «Mirad y
ría, los notables de la capital de las naciones, a los que guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia,
acude la casa de Israel!... Acostados en camas de mar- la vida de uno no está asegurada por sus bienes» (Le
fil, arrellanados en sus lechos, comen corderos del re- 12,15). Y luego vienen aquellas hermosas advertencias
baño y becerros sacados del establo..., beben el vino en sobre el sentido de la vida humana y de la verdadera se-
copas, con aceite exquisito se ungen, mas no se afligen guridad que reside solamente en Dios: «La vida vale más
por el desastre de José...» (6,1.4.6). que el alimento, y el cuerpo más que el vestido... ¡Cuán-
Habacuc, otro profeta ardiente, anatematiza las rique- to más valéis vosotros que las aves!» (Le 12,22-31).
zas: «¡Oh, ciertamente es traidora la riqueza! ¡Es hom- «No os amontonéis tesoros en la tierra» (Mt 6,19;
bre fatuo y no reposa el que ensancha como el sheol Le 12,33): es la advertencia de Jesús. La carta a Timoteo,
sus fauces; como la muerte, él nunca se sacia, reúne para anticipando una condenación radical de todo capitalismo
sí todas las naciones, acapara para sí los pueblos todos!... •con su idolatría plutocrática, dice: «La raíz de todos los
¡Ay de quien amontona lo que no es suyo y se carga de males es el afán de dinero» (1 Tim 6,10).
prendas empeñadas!» (2,5-6).
El Nuevo Testamento es aún más contundente en la
condenación de la riqueza: «¡Ay de vosotros, los ricos, IV. ¿POR QUÉ CONDENAR TANTO LA POBREZA COMO LA
porque habéis recibido vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, RIQUEZA?
los que ahora estáis har'os, porque tendréis hambre!» (Le
6,24-25). El hombre rico que dice para sus adentros: La condenación tanto de la riqueza como de la pobre-
«Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. za puede parecemos sorprendente. Pero tiene una pro-
Descansa, come, bebe, banquetea», recibe la siguiente in- funda razón de ser. El Antiguo Testamento y Jesucristo
vectiva de Jesús: «¡Necio! Esta misma noche te recla- no ven nunca la pobreza y la riqueza en abstracto, como
marán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién se- •entidades subsistentes en sí mismas o como situaciones
rán? Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enri- neutras e inocentes. Ni la riqueza ni la pobreza se pro-
quece en orden a Dios» (Le 12,16-21). «Ningún criado ducen por generación espontánea. Si nos fijamos bien,
puede servir a dos señores..., no podéis servir a Dios veremos que la Biblia habla pa ?o de riqueza y de pobreza
y al dinero» (Le 16,13). En san Lucas, Jesús llama a la •como sustantivos abstractos. Habla mucho más del rico
riqueza, sin más, injusta o deshonesta (Le 16,9). Los fa- y del pobre, que son sustantivos concretos, realidades his-
riseos que «amaban las riquezas y se burlaban de él» tóricas. La pobreza y la riqueza se engendran dentro de
(Le 16,14) tienen que escuchar, en un contexto de crí- un cierto tipo de relaciones entre las personas a través
tica a la riqueza, la siguiente sentencia: «Lo que es esti- •de los bienes materiales. La pobreza y la riqueza poseen
mable para los hombres [la riqueza], es abominable ante una relación dialéctica; se implican mutuamente. La po-
Dios» (Le 16,15). breza es empobrecimiento; la riqueza es enriquecimiento.

296 297
Hay una riqueza que se construye haciendo a los demás par de sandalias; los que pisan la cabeza de los débiles,
pobres, despojándolos, quitándoles la dignidad, robándo- y el camino de los humildes tuercen...» (Am 2,6-7). Job
les sus bienes y con ello privándolos de las condiciones descubre con indignación profética la causa de la pobre-
materiales para ser dignamente hombres. La pobreza de1 za: «Los malvados remueven los mojones, roban el re-
nuncia la presencia de injusticia y la existencia de una baño y su pastor. Se llevan el asno de los huérfanos,
riqueza deshonesta. Esa pobreza que significa empobreci- toman en prenda el buey de la viuda. Los mendigos tie-
miento es resultado de la ganancia desmesurada de los nen que retirarse del camino, a una se ocultan los pobres
ricos. No es ningún bien, ya que se deriva del mal. El del país. Cual los onagros del desierto salen, empujados
que algunos, en una situación de pobres, puedan conser- por el hambre de sus crías, y buscan una presa sobre la
var todavía su dignidad humana y renunciar a todo espí- estepa árida... Pasan la noche desnudos, sin vestido...»
ritu de venganza y de poseer gananciosamente, es fruto, (Job 24,2-12).
no de la pobreza, sino de la inagotable grandeza humana Miqueas asegura que los ricos «arrancan la piel» de
que se hace capaz de superarlo todo y estar por encima los pobres «y la carne de sobre sus huesos» (3,1-3).
de cualquier situación. No conservan su dignidad por Habacuc señala con su dedo acusador a los usureros,
causa de la pobreza, sino a pesar de ella. Ni es posible porque amontonan lo que no es suyo y acumulan bienes
ideológicamente justificar la pobreza por causa de esa dig- empeñados (2,6-8).
nidad humana vivida y conservada a pesar del mal de Toda la literatura profética está llena de acusaciones
la pobreza. Al contrario, hemos de combatir la pobreza contra los comerciantes fraudulentos, contra los explota-
por causa de la dignidad inviolable de cada persona, n» dores, contra los que ocupan violentamente las tierras,
para contraponerle la riqueza y presentar a la riqueza contra los impuestos injustos, contra la opresión de las
como ideal, sino para buscar relaciones más justas entre clases dominantes.
los hombres que impidan la aparición de ricos y pobres. La parábola del rico comilón y del pobre Lázaro deja
Queremos reflexionar sobre algunos textos bíblicos, bien clara la vinculación antitética del uno con el otro
especialmente proféticos, en los que se demuestra clara- (Le 16,19-31). Zaqueo se justifica y se redime por el
mente esta vinculación dialéctica y auto-implicativa de la hecho de devolver lo robado que constituía su riqueza.
pobreza con la riqueza y viceversa. Santiago lo advierte con toda claridad: los ricos tira-
Proclama el profeta Isaías: «¡Ay de los que decretan nizan a los pobres y los arrastran a los tribunales, no
decretos inicuos, y de los escribientes que escriben veja- pagan el jornal a los obreros que segaron sus mieses,
ciones, excluyendo del juicio a los débiles, atrepellando condenan al inocente y lo llevan a la muerte (5,1-6).
el derecho de los pobres de mí pueblo, haciendo de las Todos estos textos ponen de relieve que no se trata
viudas su botín, y despojando a los huérfanos!» (Is de una condenación de los bienes terrenos ni de un elogio
10,1-2). de la pobreza. Se condena la riqueza porque engendra
El profeta Amos denuncia el hecho de que la pobreza pobreza. Se rechaza la pobreza porque es un escándalo
es producto de la injusticia: «Así dice Yavé: ¡Por los social y significa la presencia de injusticia. Todos tienen
tres crímenes de Israel y por los cuatro seré inflexible! que participar humana y equitativamente de los bienes.
Porque venden al justo por dinero y al pobre por un: La condenación de la pobreza y de la riqueza expresa

298 299
una valoración de los bienes materiales que, debido a las ocupaciones por conservar y aumentar lo que se tiene.
relaciones deshonestas entre los hombres, no están dis- De ahí la advertencia de Jesús: «¡No podéis servir a dos
tribuidos de forma justa entre todos. El ideal bíblico y señores!» En el lenguaje de hoy podríamos decir: no po-
cristiano no consiste en proponer y en buscar una socie- déis tener dos absolutos en la vida. O Dios o el dinero
dad rica, sino en crear una sociedad justa. Si queda vul- (Le 16,13; Mt 6,24). La riqueza ofrece una falsa segu-
nerada la justicia, todos los demás bienes quedan tam- ridad contra la que ya nos advirtió Jesucristo (Le 12,15).
bién heridos. Surgen las divisiones en clases de ricos y El autor de 1 Tim (6,17) aconseja a los ricos que «no
de pobres, brotan los odios, los abusos y la idolatría. pongan su esperanza en lo inseguro de las riquezas, sino
Si hubiera justicia, no habría ya ricos y pobres como un en Dios». La riqueza deshumaniza. Los bienes materiales
escándalo que avergüenza al hombre y ofende a Dios. materializan el espíritu y cierran su capacidad de apertura
San Lucas, en las bienaventuranzas (6,20-26), se sitúa y de comunión.
muy dentro de la concepción que hemos expuesto anterior- La pobreza, a su vez, da ocasión a toda clase de mi-
mente de que tanto la riqueza como la pobreza deben serias, de enfermedades, de hambre, de perturbaciones
ser rechazadas por la mala calidad de vida humana y psicológicas, de falta de estructuración en el individuo
divina que producen. Llama bienaventurados a los pobres, y en la familia; lleva al odio, a la lucha, al robo, al cri-
a los hambrientos, a los tristes, a los odiados y proscritos men, a la blasfemia y a la desconfianza en los hombres
porque se les hará justicia, quedarán hartos, podrán son- y en Dios. Porque es ftuto del pecado e inclina al pecado.
reír y recibirán su recompensa. Por consiguiente, el ham- Los injustamente ricos son corresponsables de la maldad
bre, la pobreza y la persecución quedan rechazadas. Se- y de la violencia que cometen los pobres y los humillados.
rán bienaventurados porque se verán libres de ellas. A Podemos decir en conclusión: para los profetas, para
continuación, a las cuatro bienaventuranzas se les contra- Jesucristo y para nosotros, los cristianos de hoy, el pobre
ponen cuatro «malaventuranzas»: «¡Ay de vosotros, los ri- constituye el punto de arranque para juzgar a la sociedad
cos! ¡Ay de los que estáis hartos! ¡Ay de los que reís ahora! con sus riquezas y sus comodidades. A partir de ella per-
¡Ay cuando todos hablan bien de vosotros!» Por tanto, cibimos la inhumanidad y la injusticia de la pobreza y la
también se rechaza la pobreza. La vida y la felicidad en iniquidad e indignidad de la riqueza. Nos damos cuenta
el Reino y en la vida humana no están ni en la riqueza de que la una engendra a la otra. En la raíz de todo está,
ni en la pobreza. Reside.i en la vida justa para con los no ya la falta de oportunidad, ni la pereza, ni la falta
demás y para con Dios. Tanto la riqueza como la pobreza de voluntad para trabajar, sino las relaciones injustas, el
son irreconciliables con Dios y con el Reino, porque, como afán desmesurado de acumular, la opresión, el robo, el
existen concretamente en la sociedad de los hombres, im- fraude, la extorsión y la explotación del hombre por el
plican injusticia y violación pecaminosa de las relaciones hombre. Este espíritu es el que engendra ricos y pobres.
fraternales entre los hombres. No habrá una sociedad más humana, más fraternal y
Hay, además, otra razón por la que se rechaza la ri- más equitativa sin la conversión de ese espíritu que bus-
queza y la pobreza. La riqueza, por el poder que confiere, ca el poseer, el lucro, la seguridad y la acumulación de
tiende a organizarse como un valor absoluto. El dinero bienes. Solamente en una sociedad en la que reinen rela-
exige adoración. Absorbe a las personas, debido a las pre- ciones de justicia entre los hombres puede ser un bien la

300 301
riqueza. No ya por el poder y por la exclusividad que Cuestión primera y fundamental: ¿quiénes son esos
otorga, sino por el desahogo y por la verdadera libertad pobres? ¿Son acaso los materialmente pobres, en relación
que confiere. Nos libera de la necesidad de tener que con los cuales se define nuestra obligación de dar limos-
vivir en función de la supervivencia, nos ofrece la opor- na, según aquello que dice Jesús al joven rico: «Vende
tunidad de gozar de mejor salud, de mejor instrucción, todo lo que tienes y dáselo a los pobres»? (Mt 10,21;
de una comunicación más fácil y de comunión entre los Le 18,22; cf otros textos: Me 14,5.7; Mt 26,9.11; Jn
hombres, los países y los continentes. 12,5.6.8; 13,29; Le 16,20; Me 12,42). El conocido exe-
El ideal que propone el cristianismo no es una so- geta Albert Gelin pregunta: «¿Debemos creer, en conse-
ciedad de exaltación de la pobreza o de la riqueza, sino cuencia, que Jesús "ha beatificado a una clase social"?
la de realización de la justicia y de la caridad fraternal. ¿Ha tenido alguna vez el Evangelio las trazas de un ma-
Eso es lo que nos presenta san Lucas en el capítulo 4 de nifiesto social? Ningún estado sociológico aparece cano-
los Hechos, al describirnos la comunidad de bienes de los nizado en el Evangelio, ninguna clase social, en cuanto
primeros cristianos hasta el punto de que no había pobre- tal, ha quedado situada en relación directa con el Reino
za entre ellos (4,34). Lo que Lucas propone no es el des- de Dios; sólo una "situación" espiritual está en dispo-
prendimiento y la pobreza colectiva, sino la caridad fra- sición de recibir un don espiritual; únicamente, esta "aper-
terna. Este ideal, nos dice el gran especialista en el evan- tura" a Dios es lo que se llama pobreza espiritual» (5).
gelio de san Lucas, Jacques Dupont, «se traduce, no en Cristo, de nuevo según Gelin, se dirigió a todas las clases
el amor a la pobreza, sino en el amor a los pobres. Lleva, y no sólo a los pobres. Los pobres a quienes se anuncia
no a hacerse pobre, sino a velar para que nadie padezca el Evangelio son aquellos que poseen una disponibilidad
necesidad» (4). de apertura de corazón y no los que están ligados a una
situación de clases económicamente desfavorecidas. Los
pobres, según esta interpretación, son los pobres de es-
V. ¿QUÉ SIGNIFICA: «¡BIENAVENTURADOS LOS POBRES!»? píritu.
Esta interpretación es moralizante y espiritualista. No
Antes de estudiar ese espíritu nuevo que supera tanto se muestra atenta al texto de las bienaventuranzas. Allí
a la pobreza como a la riqueza, espíritu orientado por no sólo se habla de los pobres; se habla también de los
la sed de justicia y de fraternidad, convendría que tocá- que pasan hambre, de los que lloran, de los que son ex-
ramos la cuestión que está en el origen de muchas in- comulgados, odiados y proscritos (Le 6,22). En otros pa-
comprensiones y que activa los mecanismos de justifica- sajes se habla de los ciegos, de los lisiados, de los lepro-
ción ideológica, idealizadora de la pobreza: ¿qué es lo sos y de los oprimidos (Le 4,18-19; 7,22; Mt 11,4-5).
que significan aquellas palabras de Jesús, conservadas en La misión de Cristo va dirigida a estos seres humillados
la versión de san Lucas: «¡Bienaventurados los pobres, y ofendidos. Jesús vino a liberarlos. La salvación se ma-
porque vuestro es el Reino de Dios!»? (Le 6,20). nifiesta ya en la liberación de estas dimensiones tan duras
y nada espiritualizantes de la vida humana. Por tanto, la
(4) J. DUPONT, Los pobres y la pobreza en tos Evangelios y en
los Hechos, en La pobreza evangélica hoy, CLAR, Bogotá 1971, 27-44,
aquí 32. :<; (5) A. GELIN, Los pobres de Yavé, Nova Terra, Barcelona 1963, 125.

302 303
palabra pobres designa a los económicamente necesitados,,
débil y del pobre, el alma de los pobres salvará» (Sal
a los marginados por sus enfermedades y por otros prejui-
72-12-14; Is 9,4-5). Para eso precisamente ha sido un-
cios sociales y religiosos. Uno de los mayores especialis-
gido por el espíritu de Yavé, para «anunciar la buena nue-
tas de la problemática social y económica del tiempo de
va a los pobres..., vendar los corazones rotos, pregonar
Jesús, Joachim Jeremías, escribe lo siguiente: «Esto nos
a los cautivos la liberación y a los reclusos la libertad...,
hace ver con seguridad que los "pobres" son los opri-
para consolar a todos los que lloran, para darles diadema en
midos en sentido amplísimo: los que sufren opresión y
vez de ceniza, aceite de gozo en vez de vestido de luto,
no se pueden defender, los desesperanzados, los que no>
alabanza en vez de espíritu abatido» (Is 61,1-3; ll,lss).
tienen salvación... Originalmente, fue una denominación
El Rey mesiánico garantizará la justicia del pobre fren-
para designar a los desgraciados. Pero la palabra, en los
te a su opresor. La magnanimidad del Rey se extenderá
profetas, abarca también a los oprimidos y a los pobres
a todos. Esto constituye por tanto la buena nueva para,
que saben que están por completo a merced del auxilio1
todos los pobres: ¡ha llegado el día de su justicia! Se
de Dios. En el sentido amplio que el concepto de "los
pondrá de manifiesto la iniquidad de la riqueza y de la
pobres" había adquirido en los profetas: en este mismo'
opresión y se revelará también la injusticia de su estado
sentido lo empleó también Jesús. Es verdad que todos
de pobreza. El Mesías irá a hacer valer los derechos del
los que padecen necesidad, los hambrientos y sedientos*
débil contra el fuerte opresor. «De ellos es el Reino de los;
los desnudos y forasteros, los enfermos y encarceladosy
cielos» significa por consiguiente: ellos serán los prime-
pertenecen a "los más pequeños": son sus hermanos (Mt
ros en beneficiarse de la irrupción del Reino de Dios, que
25,31-46)» (6). La bienaventuranza afirma: de estos po-
es un orden nuevo de justicia, de equidad y de supera-
bres en concreto es el Reino de los cielos. Aquí está el
ción de clase rica y pobre.
secreto que nos abre la comprensión del porqué de ese
privilegio de los pobres. Necesitamos tomar conciencia «La razón de su privilegio —nos dice J. Dupont—
de las representaciones que la palabra Reino de Dios sus- no tiene que buscarse en sus disposiciones espirituales,
citaba en el pueblo judío cuando la escuchaban en labios sino en la manera como concibe Dios el ejercicio de su
de los profetas o de Jesucristo. Para todo el antiguo realeza. Son bienaventurados los pobres, no porque sean
Próximo Oriente, lo mismo que para Israel, la función mejores que los demás, ni porque estén mejor preparados,
primordial del rey consistía en hacer justicia a sus sub- para recibir el Reino que se acerca, sino porque Dios
ditos oprimidos y explotados por los ricos y ambiciosos. quiere hacer de su Reino una deslumbrante manifestación!
Según los salmos y los profetas, especialmente Isaías de su justicia y de su amor en favor de los pobres, de
(61,1-2) y Miqueas (4,6-7), el Mesías esperado sería urt los que sufren y están afligidos. El privilegio de los;
Mesías de los pobres: «Hará justicia a los humildes del pobres tiene su fundamento teológico en Dios. Nos equi-
pueblo, salvará a los hijos de los pobres, y aplastará vocamos al querer fundamentarlo en las disposiciones
al opresor» (Sal 72,2-4). «El liberará al pobre suplicante, morales de esos pobres, obligándolos a espiritualizar su
al desdichado y al que nadie ampara; se apiadará def pobreza. La pobreza de aquellos a quienes anuncia Jesús
la buena nueva del Reino de Dios se enfoca como una-
condición humana desfavorable, que hace de los pobres
(6) J. JEREMÍAS, Teología del Nuevo Testamento I, o. c , 138. unas víctimas del hambre y de la opresión. La pobreza
304
dé justicia y de los que son perseguidos por causa de la
'es un mal; precisamente por eso los sufrimientos y las justicia (5,10-11). Estamos ya en otro plano, que no de-
privaciones de los pobres se presentan como un desafío pende del tener o del no tener.
a la justicia real de Dios. Dios ha decidido acabar con ¿Por qué Lucas asume un sentido y Mateo otro? Los
todo esto» (7). dos son verdaderos. La exégesis nos afirma que la for-
Por tanto, pobres posee un sentido concreto e histó- mulación de san Lucas se refiere a los pobres simple-
rico, como una situación engendrada por la injusticia que mente; es la más antigua, la que proviene del Jesús histó-
ofende a Dios y que humilla a la imagen de Dios. rico. El propio san Mateo conoce esta formulación más
Al predicar la buena nueva a los pobres, Jesús les simple, sin la añadidura de pobres de espíritu. Cuando
garantiza que serán liberados de su situación desgraciada. Juan Bautista manda preguntar a Jesús si es él el que
Ser pobre, para san Lucas, no es ningún ideal; es algo ha de venir, responde: «Los ciegos ven y los cojos an-
que tenemos que superar, lo mismo que hemos de supe- dan... y se anuncia a los pobres la buena nueva» (Mt
rar la injusticia y el pecado. 11,5). La añadidura de pobres de espíritu es propia de san
¿Y qué significa entonces la otra versión que nos con- Mateo. Probablemente no proviene del Jesús histórico.
serva san Mateo: «Bienaventurados los pobres de espí* Pero responde a la mentalidad de ese Jesús, como vere-
ritu, porque de ellos es el Reino de los cielos» (Mt 5,3)? mos a continuación. Jesús vino a traer un espíritu nuevo
Conviene subrayar previamente que de las 24 veces que que hace imposible la riqueza y la pobreza como dimen-
aparece en el Nuevo Testamento la palabra pobre, 21 ve- siones dialécticas. Este espíritu está muy bien expresado
ces posee un sentido de necesitado de bienes materiales en las bienaventuranzas de san Mateo. Además, los dos
y por eso mismo digno de ayuda. En 1 Jn 3,17 aparece sentidos de pobreza estaban profundamente arraigados en
este sentido de la palabra pobre: «Si alguno que posee la; tradición teológica del judaismo, pobreza como opre-
bienes de la tierra ve a su hermano padecer necesidad y sión y pobreza como humildad delante de Dios. Lucas
le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el tuvo motivos muy concretos para asumir un sentido —el
amor de Dios?» Es un sentido de pobre. de la opresión—, mientras que también Mateo los tuvo
En san Mateo encontramos otro sentido de la palabra para asumir el otro —el de espíritu de humildad—. En
la comunidad de Mateo, donde había muchos judíos y
pobre, con el significado de un modo de ser espiritual po-
judaizantes, se corría el peligro de caer en la tentación
sitivo. Ser pobre es ser humilde, manso de corazón, sen-
del fariseísmo ligado a la búsqueda de la propia justicia,
tirse mendigo delante de Dios, que no tiene nada propio
al orgullo y a la autoafirmación delante de Dios. Por eso
y por eso se hace capaz de recibirlo todo de lo alto. Este
Mateo insiste en la pobreza-humildad de espíritu, en el
sentido estaba ya presente en la tradición del Antiguo Tes-
hambre y sed de justicia, que se contraponen al orgullo.
tamento. Para esa disposición espiritual se utilizaba tam-
En la comunidad de Lucas se observa una diferencia de
bién la palabra anaw ( = pobre). Este otro sentido de
clases: había ricos y pobres, existían relaciones de opre-
pobre asumido por Mateo se encuentra en todas las bien- sión. Por eso Lucas acentúa fuertemente la pobreza-injus-
aventuranzas. Lo mismo que Mateo habla de pobres de ticia, y la necesidad de que se realice el Reino de Dios
espíritu, también habla de los que tienen hambre y sed que es de justicia, de amor y de paz, y manifestación

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307
cisamente al pobre y al rico como clases sociales diferen-
de la fuerza de Dios que restablece las relaciones viola- tes: pobreza como humildad y como actitud de infancia
das, liberando de la opresión a los pobres (8). espiritual.
Ambos afirman la verdad bajo dos aspectos diferentes.
Queremos mostrar a continuación que, aunque sean dife-
rentes, tanto un sentido como el otro son necesarios y 1. Pobreza como actitud de humildad
se implican mutuamente de tal manera que, si por un
lado el empeño por una superación de la pobreza-opresión Así, pues, pobreza significa también la capacidad de
hiciera una mistificación del sentido evangélico de pobre- acoger a Dios, de reconocer la profunda nulidad de la
za, eso sería una forma refinada de seguir siendo rico criatura, el vacío humano delante de la riqueza del amor
haciendo bellos discursos sobre la pobreza. divino. Pobreza es sinónimo de humildad, desprendimien-
to, vacío interior, renuncia a toda voluntad de auto-afir-
marse. Lo opuesto a la pobreza, en este sentido, no es
VI. LA POBREZA QUE ES RIQUEZA QUERIDA POR DIOS la riqueza. Es el orgullo, la fanfarronería, la auto-afirma-
Y QUE DIGNIFICA AL HOMBRE ción del yo, la cerrazón delante de Dios y de los demás.
Como es lógico, en este sentido puede una persona ser
¿Cuál es la pobreza que agrada a Dios y dignifica al pobre materialmente y no ser un pobre humilde, ya que
hombre? De las reflexiones que hemos hecho anterior- puede ser un orgulloso y estar lleno del afán de poseer de
mente se deduce con claridad lo siguiente: no es la po- forma egoísta; y también puede uno ser rico materialmen-
breza material en sí misma, por las relaciones injustas te y ser pobre por ser humilde, por estar abierto a Dios
que supone al ser engendrada y por las limitaciones des- y a los demás, viviendo en solidaridad con los menos afor-
humanizadoras que provoca. La pobreza que dignifica e& tunados y dándole un sentido social a la riqueza here-
la que acabamos de señalar al referirnos al texto de san dada. En esta acepción la pobreza se presenta como un
Mateo: la pobreza de espíritu, llamada también por Gus- ideal en la Biblia y en todos los maestros espirituales.
tavo Gutiérrez, el gran teólogo latinoamericano, de infan- Predica así el profeta Sofonías: «Buscad a Yavé, vosotros
cia espiritual. Quizá esta expresión —infancia espiritual— todos, humildes de la tierra, que cumplís sus normas;
resulte más adecuada que la otra —pobreza espiritual—, buscad la justicia, buscad la pobreza» (Sof 2,3).
ya que evita los malentendidos y no da lugar a ciertas El sentido de pobreza como humildad, en contraposi-
mistificaciones teológicas para justificar tanto el estado de ción al orgullo, se encuentra bien atestiguado en el mis-
pobreza como el de riqueza material. Pero no nos toca mo profeta Sofonías: «Aquel día no tendrás ya que aver-
a nosotros controlar la vigencia de las palabras. Pobreza, gonzarte de todas tus rebeldías con que te rebelaste con-
en la tradición bíblico-cristiana, posee también un senti- tra mí, porque entonces quitaré yo de tu seno a tus ale-
do que no está ligado inmediatamente al tener ni a los gres orgullosos, y no volverás a engreírte en mi santo
bienes materiales, a partir de los cuales se define pre- monte. Yo dejaré en medio de ti un pueblo humilde y
pobre, y en el nombre de Yavé se cobijará el resto de
Israel» (Sof 3,11-12).
(8) J. JEREMÍAS, ¿Quiénes son los pobres?, en Teología del Nuevo-
Testamento, o. c , 134-138.
309
angustias» (34,7). Como dice González Ruiz, «no cabe lu1
Aquí aparece claramente la oposición de los dos mo- gar a dudas: el Dios de los anawin (pobres) no quiere
dos de ser: uno orgulloso, arrogante, confiado en sus pro- como punto de partida la condición social de la pobreza,
pias fuerzas; otro humilde, modesto, que pone su con- de forma que la supresión de ésta se identifica con la.
fianza en la fuerza del Señor. Esto es ser pobre.
acción salvadora de Dios» (9).
Insistimos: no se trata de una idealización de la po-
breza material. La pobreza se toma aquí en otro sentido,
como una manera de situarse frente a las cosas, conside-
2. Pobreza material como asee sis para poder vivir la
rándolas como venidas de Dios, como una actitud onto-
, pobreza-humildad
lógica (y no psicológica) que hace al hombre capaz de
mantenerse siempre ligado y abierto a Dios, a pesar de
La pobreza-humildad no es una cuestión de capricho.
su situación sociológica. Evidentemente, el pobre material
No basta querer para ser pobre-humilde, abierto a Dios
posee una situación que posibilita más fácilmente la aper-
tura y la confianza en Dios. Al no tener nada, es llevado y por eso mismo desprendido de los bienes de este mutv
a esperarlo todo de la Providencia. El rico material en- do. Para ser realistas y mantener el sentido histórico ne-
cuentra mayores dificultades para confiar y esperar en Dios. cesitamos poner las condiciones materiales que posibili-
Posee bienes que le dejan satisfecho, que le preocupan y ten la vivencia de la pobreza-humildad. Aquí es donde
le ocupan. Por eso no necesita de Dios para sobrevivir tiene lugar la ascesis. Esta no implica desprecio de los
materialmente. Por eso dice Jesús: «¡Ay de vosotros, los bienes, ya que eso sería malo. Sino un uso moderado y
ricos, porque habéis recibido vuestro consuelo!» (Le módico de esos bienes sin la acumulación que esclaviza^
6,24); ... «Es más fácil que un camello entre por el ojo ría. En esta dirección han de entenderse las amonesta-
de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de ciones de Jesús contra el enriquecimiento por las pre-
Dios» (Le 18,25). ocupaciones excesivas que origina (Le 12,15), por el olvi-
do de Dios que fomenta (Le 12,22) y por la tentación de
La pobreza material sigue siendo un mal. A pesar de
idolatría en que fácilmente se cae (Le 18,25). El quan-
ello, puede dar oportunidad a una fecundidad religiosa
innegable: darle al hombre la ocasión de entregarse con tum de ascesis en la posesión y uso de esos bienes no
confianza a Dios para que le haga justicia. puede ser determinado a priori. Depende del sistema eco-
nómico, del lugar, del tiempo, de las personas. De todas
Los salmos especifican mejor el sentido de pobre-
formas debe consistir en algo que nos haga recordar con-
humilde. En el salmo 34 se dice que los pobres son «los
tinuamente y vivir a Dios como el único Absoluto y al
que se refugian en Dios» (34,9), «los que buscan» (34,11).
En el salmo 37 se afirma que los pobres son «los que prójimo como la presencia del Absoluto en la historia.
esperan en Yavé» (37,9), los «justos» (37,17), los «irre- Solamente por medio de la ascesis se puede vivir de m¡aj-
prensibles» (37,18), los «fieles» (37,28), los «íntegros» nera realista la pobreza-humildad. Y esa ascesis puede cph
(37,37), los «rectos» (37,37). Pero también se dice allí existir en una persona con el manejo de grandes riquezas.
que «los pobres heredarán la tierra y gozarán de todo Por la ascesis es libre frente a ellas y de esta forma tiene
bien» (37,11). En el salmo 34 se asegura que «cuando
el pobre invoca a Yavé, él lo escucha y lo libra de sus (9) J. M. GONZÁLEZ RUIZ, Pobreza evangélica..., o, c , 40;

311
^m
la posibilidad de conferirles un sentido social y de comu- Este compromiso se efectúa en dos niveles distintos
nión con los demás hombres. atestiguados en la Escritura:
— El primero se realiza en el nivel de la limosna.
El Nuevo Testamento está lleno de invitaciones a la li-
3. Pobreza como compromiso contra la pobreza
mosna, como forma de solidarizarse con el pobre. «Dad
más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas
La pobreza-humildad como vacío total y disponibili-
serán puras para vosotros» (Le 11,41). Jesús indica que
dad completa delante de Dios no puede a su vez ser ideo-
hay que dar a quien pide, sin esperar la restitución (Le
logizada para amparar una situación histórica en la que
6,30.38). Pero esta forma tiene una limitación muy gran-
liaya pocos ricos y muchos pobres. Si una persona está
de: no suprime el estado de división entre ricos y pobres.
abierta realmente a Dios, se siente impulsada a compro-
Sólo consigue hacer del rico un generoso. Pero sigue sien-
meterse con la justicia en el mundo. El encuentro con Dios
do rico, ya que conserva su situación de clase.
la urgirá al encuentro con tantas otras personas en las
que se ofende a Dios por la miseria, por el hambre y — En el segundo nivel se da un paso más allá. Se
por la explotación que sufren. El encuentro con los po- asume la pobreza. Se despoja uno de todos los bienes.
bres abre a un encuentro exigente con Dios. La pobreza- No porque se vea en la misma pobreza un bien que haya
pecado lleva al pobre-humilde a empeñarse en su supe- que buscar. Sino como movimiento de amor y como com-
ración. Luchar por la justicia en las relaciones entre los promiso con los pobres, a fin de luchar junto a ellos por
hombres y en la distribución más equitativa de los bienes la supresión de la pobreza que deshumaniza. La pobreza
terrenos es una de las formas que asume la vivencia con- se cura con la pobreza. Si la pobreza-pecado es un pro-
creta de la pobreza-humildad. ducto de la falta de amor y de solidaridad, entonces será
Decíamos anteriormente que para el Nuevo Testamen- el amor comprometido y la solidaridad la fuerza de su
to y para las bienaventuranzas los pobres son los privi- liberación. «No se trata de idealizar la pobreza —nos
legiados del Reino de Dios, ya que por ellos empieza a dice Gustavo Gutiérrez—, sino, por el contrario, de asu-
realizarse y manifestarse lo que significa propiamente el mirla como lo que es: como un mal; para protestar con-
Reino. Dios va a hacer justicia y a restituirles la digni- tra ella y esforzarse por aboliría. Como dice P. Ricoeur,
dad robada. ¿Cómo se llevará esto a cabo? Dios no inter- no se está realmente con los pobres sino luchando contra
viene directamente, haciendo milagros. No es ése el modo la pobreza. Gracias a esta solidaridad —hecha gesto pre-
•de su actuación histórica. Interviene sacramentalmente, ciso, estilo de vida, ruptura con su clase social de origen—
esto es, interviene utilizando el compromiso de los hom- se podrá, además, contribuir a que los pobres y despo-
bres. Los hombres de fe deberían ser con mayor razón jados tomen conciencia de su situación de explotación
los instrumentos-sacramentos responsables para la supera- y busquen liberarse de ella. La pobreza cristiana, expre-
ción de la pobreza-pecado. En su trabajo y en todo cuan- sión de amor, es solidaria con los pobres y es protesta
to emprenden está la acción de Dios. La historia del Rei- contra la pobreza» (10).
no se concreta en nuestra historia de liberación. La pobreza-
humildad exige un compromiso contra la pobreza-pecado. (10) G. GUTIÉRREZ, Teología de la liberación, o. c , 383.

312 313
Las exigencias de Jesús de total despojamiento tie-
nen que entenderse dentro de esta dinámica de un com- en un sentido moral. Vive de tal forma dependiente de
promiso total con los pobres del Reino (Le 5). Dios que se siente como Hijo. Como lo recibe todo del
La pobreza-compromiso-de-amor se impone hoy en Padre, también se lo da todo a los demás, su vida y
América Latina como la forma histórica de misionar de su muerte. Conquistó a los hombres no por el poder arro-
la Iglesia y como la manera de legitimar su propio voto gante que subyuga a todos, sino por el servicio generoso
de pobreza la vida religiosa. que a todos fascina.
Se comprometió con los pobres de su tiempo; tomó
siempre su defensa y no rechazó por causa de ellos las
disputas y los conflictos, defendiendo al ciego de naci-
VIL JESÚS, EL RICO QUE SE H I Z O POBRE
miento, a los leprosos, a la prostituta, a la mujer que
perfumó su cabeza y que era considerada como de mala
vida, a los enfermos, tenidos por los cánones de aquel
Los tres sentidos positivos de la pobreza como humil-
tiempo como pecadores públicos. San Pablo recuerda «la
dad, como ascesis y como compromiso fueron vividos ra-
generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo
dicalmente por Jesús de Nazaret. Su familia era pobre;
rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enrique-
él mismo fue pobre hasta el punto de no tener donde re-
cierais con su pobreza» (2 Cor 8,9). Mucho del conflicto
clinar su cabeza. Vive de la limosna y del fruto de la
que lo llevó a la muerte fatal se debe a la libertad que
pesca de sus discípulos. Predica y hace el bien por todas
se tomó en función de los marginados. Su muerte fue
partes, hasta no disponer siquiera de tiempo para comer
digna porque murió por muchos por los que nadie muere.
(Me 6,31). También es pobre en su tiempo, ya que recibe Y lo hizo por solidaridad, «por vosotros», como subraya
a todos los que acuden a él: «Al que venga a mí, no le san Pablo. Seguir a Jesús es pro-seguir su vida y su causa
echaré fuera» (Jn 6,37). Pero para Jesús el estar privado y «tener los mismos sentimientos que él tuvo» (Flp 2,5)
de bienes no constituye todavía un valor en sí mismo;. y que lo llevaron a asumir la situación del otro (Flp 2,6),
Como vimos más arriba, si exalta a los pobres no es por- que era pecador. La asumió, no para idealizarla, sino para
que no tengan nada, sino porque lo pueden recibir todo superarla, partiendo de ella, para infundir una nueva men-
de Dios, que les quiere hacer justicia. Porque es un hom- talidad que haga imposible la aparición de ricos y de po-
bre libre, acepta comer con amigos ricos hasta llegar a bres, de oprimidos y opresores.
resultar sospechoso (cf Mt 11,19). Acepta ser invitado por
sus anfitriones, como forma de concretar el amor de Dios La pobreza-compromiso constituye la forma más ele-
para con todos los hombres, incluso los pecadores ricos. vada del amor, porque sale al encuentro del otro como
otro y no como alguien de la misma clase o prolonga-
Hijo de Dios, se vació a sí mismo tomando la coíicli-
ción de nosotros mismos. Ser pobre hoy para la Iglesia
ción de simple mortal (Flp 2,6-7). Vivió en total refe-
y para los cristianos a nivel personal es entrar en un com-
rencia a Dios Padre. De él lo recibió todo, la misión, los
promiso por la justicia de esas inmensas mayorías empo-
discípulos, el Reino, la gloria: «No tengo nada por mí
brecidas económicamente y ofendidas en su dignidad de
mismo» (Jn 5,30; cf 5,19; 8,29). Esta vida realiza la
hombres y de hermanos. Poner su conciencia, su lenguaje,
humildad-pobreza en un sentido radical y no meramente
su peso social, sus bienes y su presencia histórica en las
314
315
sociedades latinoamericanas en favor de esos otros que cons-
tituyen los «muchos» (todos) por los que también vivió
y murió Cristo, significa para la Iglesia una llamada de
conciencia ineludible que juzga del carácter evangélico y
liberador de su actuación en el mundo.

ÍNDICE

PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA 5

INTRODUCCIÓN 9

I. L A H E R M E N É U T I C A DE LA CONCIENCIA H I S -
TÓRICA DE LA LIBERACIÓN 13
I. La aparición de una nueva conciencia his-
tórica 13
1. La subconsciencia de la nueva con-
ciencia: el subdesarrollo 15
a) Países en vías de desarrollo 16
b) Países subdesarrollados 16
c) Países que se mantienen en el sub-
desarrollo 18
2. Dependencia-liberación: dos catego-
rías de correlación opuesta 20
I I . La liberación dentro de una hermenéutica
de la historia universal 23
1. La estructura hermenéutica de todo
proceso de liberación 24
2. ¿Hominización como proceso de libe-
ración? 28
3 . La radicalización del problema her-
menéutico 31

316
II. QUÉ SIGNIFICA HACER TEOLOGÍA A PARTIR — Reflexión 56
DEL CAUTIVERIO Y DE LA LIBERACIÓN? 35 — Crítica 56
I. Pasos metodológicos de la teología de la — A la luz de 56
liberación y del cautiverio 37 — La experiencia cristiana de fe 57
— Sobre la praxis 57
1. La experiencia espiritual ante el po-
— De los hombres 58
bre 38
— Principalmente de los cristia-
2. Teología de la liberación y del cauti-
nos 58
verio: articulación sacramental 39
— Con vistas a la liberación inte-
a) Horizonte de fe cristiana 40
gral del hombre 59
b) Lectura de la realidad conflictiva 40
c) Reflexión intuitiva de fe sobre la Otras formas de hacer teología a partir
realidad percibida 41 de la teología de la liberación 59
d) Pistas de acción transformadora 41 1. A partir de las diversas concepcio-
3. Teología de la liberación y del cauti- nes de fe 61
verio: articulación crítica 42 a) Fe como adhesión a verdades re-
a) El horizonte de la fe entendida veladas: Teología como su expli-
como praxis 42 cación sistemática 61
b) Lectura socioanalítica-estructural b) Fe como conversión al Dios vivo:
de la realidad 45 Teología como mistagogia sapien-
65
c) Lectura teológica del texto socio- cial
analítico-estructural 48 c) Fe como praxis liberadora: Teolo-
— Teología como discernimiento gía de la liberación ""
histórico-salvífico de la situa- 2. A partir de las diversas posturas ante
ción 49 ' la dialéctica sujeto-objeto
— Teología como lectura crítico- a) Teología como elaboración del ob-
68
liberadora de la tradición de jeto de la fe
la fe 49 b) Teología como reflexión crítica
69
— Teología como discurso de lo sobre el sujeto de la fe
que hay de teológico en toda c) Teología como articulación de la
69
la praxis liberadora 50 dialéctica sujeto-objeto
d) Niveles concretizadores de la li- 70
d) Pistas de acción pastoral libera-
liberación
dora 51
II. Liberación a partir del cautiverio 52 V. Conclusión: Lo importante no es la teo- .
logia de la liberación, sino la liberación
l l l . Teología a partir del cautiverio y de la
liberación: ensayo descriptivo 54
319
III. TEOLOGÍA COMO LIBERACIÓN 75 3. Simultáneamente libre y cautivo 114
I. La dimensión liberadora y praxistica de 4. Proceso de liberación 115
la fe y de la teología 77 a) Conflicto 116
1. Verdadera fe: fe que se hace verdad 78 b) Crisis 116
2. Sólo hay una historia: la de la gracia- c) Nuevo proyecto 117
liberación y la de la desgracia-opre- d) De-cisión 117
sión 82 5. ¿Hacia dónde camina el proceso de
3. ¡El Reino, que es liberación, está en liberación? 118
medio de vosotros! II. El drama de la libertad y de la libera-
4. Escatología: el futuro se anuncia en el ción en la concreción de la historia 119
presente 87
III. La estructura de la libertad y de la libe-
5. Opresión y éxodo de Egipto 89
ración en el proceso social 123
6. Pecado como situación global deca-
dente y conversión como dimensión IV. Proceso de liberación e historia de la sal-
política 90 vación 126
7. El paso de la micro a la macroca- 1. Salvación como liberación en Israel 128
ridad 92 — La salvación como liberación de
II. Liberación de un cierto tipo de teología 94 y liberación para 129
— La liberación como un proceso
IV. LIBERACIÓN COMO TEOLOGÍA 95 histórico con final feliz 129
I. La dimensión de je y de teología de — Una atrevida teología de la salva-
toda praxis liberadora 96 ción-liberación: para todos los
J II. ¿Qué es lo cristiano? 100- pueblos 130
III. Liberación como expresión y manifesta- — La salvación-liberación como to-
tal liberación escatológica 131
ción de la Revelación hoy 102
2. Liberación para la libertad de los hi-
V. ¿QUÉ ES PROPIAMENTE EL PROCESO DE LI- jos de Dios en san Pablo 132
BERACIÓN? UNA REFLEXIÓN SOBRE LA ES-
TRUCTURA 109 VI. TEOLOGÍA DEL CAUTIVERIO: LA ANTI-HISTO-
I. La libertad como modo propio de ser RIA DE LOS HUMILLADOS Y OFENDIDOS 137
del hombre-espíritu 110 I. Historia y anti-historia 137
1. Libertad como in-dependencia: ser 1. Toda redención se asienta sobre una
libre de: reforma 112 alianza de sangre y de muerte 139
2. Libertad como auto-nomía: ser libre 2. La anti-historia de los humillados y
para: revolución \\x ofendidos injustamente 140

321
2 1 . T. DEL CAUTIVERIO
3. Historia como historia del sufrimien-
II. Problemática y aportas de las imágenes
to y de la culpa 142
soteriológicas 185
4. La historia del Brasil ha sido escrita
por manos blancas 146 III. El modelo del sacrificio expiatorio:
muerto por el pecado de su pueblo 189
II. Intento de detectar el sentido de lo sin-
sentido 152 1. Límites de esta representación 190
2. Valor permanente de esta represen-
1. Freud: la agresividad como expresión
tación 191
del instinto de muerte 152
2. Konrad Lorenz: las opresiones y las IV. El modelo de la redención y del res-
guerras como deformación histórica cate: aplastado por nuestras iniquidades 193
del instinto bueno de agresividad 154 1. Límites de esta representación 194
2. Valor permanente de esta represen-
VIL MÁS SOBRE LA TEOLOGÍA DEL CAUTIVERIO: tación 195
LA ESTRUCTURA DE LA MODERNIDAD 157
V. El modelo de la satisfacción sustitutiva:
I. La cautividad en el pensamiento radi- fuimos curados gracias a sus padecimien-
cal: el conocer como poder 158- tos 196
1. El racionalismo: la gestación del di- 1. Límites de esta representación 197
nosaurio 159 2. Valor permanente de esta represen-
2. El poder: la lógica del dinosaurio 162 tación 198
II. La cautividad en la teología: la incapa- VI. Jesucristo libera en la solidaridad univer-
cidad de aceptar el mal lleva a hcxcer sal con todos los hombres 201
el mal 168
LIBERACIÓN DE JESUCRISTO POR EL CAMINO
1. El mundo es dolor 169
DE LA OPRESIÓN. ENSAYO DE CONSTRUCCIÓN
2. Pecado: la no aceptación del maj y
TEOLÓGICA 205
de la mortalidad 171
III. Denuncia y anuncio profético al «homo I. ¿Cómo hablar significativamente hoy
emancipator» 174 de la liberación de Jesucristo? 205
II. El mundo de Jesús: oprimido interior
VIII. ¿CÓMO COMPRENDER LA LIBERACIÓN DE JE- y exteriormente 209
SUCRISTO? ENSAYO CRÍTICO DE DES-CQNS- 1. Régimen general de dependencia 210
TRUCCIÓN I79
2. La opresión socio-económica 211
I. ¿Qué es lo propiamente redentor en Je- 3. Opresión religiosa 212
sucristo?: ¿el comienzo (encarnación.) o III. Presencia de un sentido absoluto que
el fin (cruz)? 183 conteste el presente 213
322 323
IV. La tentación de Jesús: regionalizar el I. Vida religiosa encarnada y pensada en
Reino 215 una situación 247
V. La nueva praxis de Jesús, liberadora 1. Una vida dentro de la vida 247
de la vida oprimida 217 2. Una vida religiosa dentro de la vida 248
1. Relativización de la autosuficien- II. Presencia de la vida religiosa en el pro-
cia humana 218 ceso de liberación 250
2. Creación de una nueva solidaridad 219 1. ¿Qué significa experimentar a Dios
3. Respeto a la libertad del otro 220 en la situación latinoamericana? 250
4. Capacidad inagotable de soportar 2. El seguimiento de Jesucristo para el
los conflictos 222 religioso en América Latina 253
5. Aceptación de la mortalidad de la 3. La consagración como misión para el
vida 224 mundo 2 55
a) La inmanencia de la muerte de 4. El carácter público de los votos re-
Cristo; el conflicto religioso- ligiosos 256
político 225 5. Fraternidad que se abre a la gente que
nos rodea 257
b) La trascendencia de la muerte
6. La presencia crítica y profética del re-
de Cristo: la salida liberadora 230
ligioso en el mundo 258
VI. Fundamento de la liberación de Jesu- 7. La inserción religiosa en el mundo del
cristo: la experiencia del Padre de pobre 260
bondad 233
III. Espiritualidad de esperanza en el inte-
VIL La realización de la completa libera- rior de la cautividad 262
ción 234
VIII. Actualización y anticipación de la re- XI. LA IGLESIA EN EL PROCESO DE LIBERACIÓN:
dención por el proceso de liberación 238 UNA NUEVA CONCIENCIA Y ETAPAS DE UNA
PRAXIS 265
1. La problemática y las salidas apo-
réticas de nuestra situación de cau- I. Iglesia sacramento-institución 267
tividad 238 1. Concreción praxística de la Iglesia
2. Liberación socio-política como pre- sacramento-instrumento 270
sencia histórica de la redención 240 2. Valoración del modelo de Iglesia
3. La situación de cautividad como ac- sacramento-instrumento 271
tualización de la cruz de Cristo 244
II. Iglesia sacramento-signo 274
X. VIDA RELIGIOSA EN EL PROCESO DE LIBERA- 1. Concreción praxística de la Iglesia
CIÓN 247 sacramento-signo 276

324 325
2. Valoración del modelo de Iglesia
sacramento-signo 278
III. Iglesia-sacramento, o sea, instrumento y
• signo profético 281
1. Concreción praxística de la Iglesia
sacramento-signo-e-instrumento pro-
fético 284
2. Valoración del modelo de la Iglesia
sacramento-signo-e-instrumento pro-
fético 286
IV. Conclusión: Ecclesia del tempus médium 288
XII. POBREZA Y LIBERACIÓN: ESPIRITUALIDAD DE
COMPROMISO Y SOLIDARIDAD 291
I. Solamente los no-pobres tienen proble-
ma con la pobreza 291
II. La pobreza es un mal que ofende al
hombre y que Dios no quiere 293
III. La riqueza es un mal que deshumaniza
al hombre y que Dios no quiere 295
IV. ¿Por qué condenar tanto la pobreza
como la riqueza? 297
V. ¿Qué significa: «¡Bienaventurados los
pobres!»? 302
VI. La pobreza que es riqueza querida por
Dios y que dignifica al hombre 308
1. Pobreza como actitud de humildad 309
2. Pobreza material como ascesis para
poder vivir la pobreza-humildad 311
3. Pobreza como compromiso contra la
pobreza 312
— El nivel de la limosna 313
— Asumir la pobreza 313
Vil. Jesús, el rico que se hizo pobre 314

326

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