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carlos pérez vaquero consentimiento de su suegro– es el ini-
cio de este vertiginoso drama en el que
Yago irá envolviendo, en su red de inten-
cionadas mentiras, a su propia esposa,
Emilia; a Roderigo, un compañero de ar-
mas; a Casio, el recién ascendido tenien-
te; a Brabantio, el padre de Desdémona
EL MAL DE YAGO y a “ese vagabundo moro y la veneciana
Ruin, cínico, mentiroso, un ser vil que astuta; por mil artes y con la ayuda del
enreda y embauca a todos cuantos le ro- mismo lucifer”.
dean en su propio beneficio… podría ser Gracias a un descuido, Yago logrará
el perfil de algún psicópata –y, en cierto que un simple pañuelo prenda en el cora-
modo, lo es– pero no se trata de un enfer- zón de Otelo la sinrazón de los celos; ese
mo sino de los rasgos que definen a uno “monstruo de obscenos ojos”. El desenlace
de los personajes de ficción que mejor ha será imparable y dramático porque “el
representado la esencia de la conducta moro ya acusó el efecto de mi veneno. No
criminal: la encarnación del mal. Son los lo hay peor ni más fulminante que las pa-
calificativos que descubren toda la mal- labras sutiles, inofensivas en principio al
dad de Yago, el oficial de “Otelo”. paladar pero mortales cuando llegan a la
sangre”.
Las malas intenciones de este perso-
naje quedan patentes en las primeras En el mundo del teatro, nadie ha des-
escenas cuando se muestra ofendido crito el convulso estado de ánimo de
porque Otelo no le ha ofrecido el puesto unos personajes con la maestría de Wi-
de teniente a él, sino al florentino Casio, y lliam Shakespeare (1564/1616). A dife-
exclama: “(...) Al moro despiértalo, acósalo, rencia de otros autores, sus protagonistas
envenena su placer, denúncialo en las ca- son seres humanos que sienten y pade-
lles, ponlo a mal con los parientes de ella y, cen como cualquier espectador; por eso
si vive en un mundo delicioso, inféstalo de tuvo tanto éxito entre el público, porque
moscas; si grande es su dicha, inventa oca- en sus obras, ni los malos están llenos de
siones de amargársela”. defectos ni los buenos son un deshecho
de virtudes; son personajes complejos
El resto de la historia es de sobra co- pero reales y tan creíbles que incluso han
nocida: en apariencia, Yago es uno de los perdurado con el paso de los años como
oficiales más leales del General Otelo –un auténticos arquetipos de la duda, en el
moro de noble estirpe que trabaja al ser- caso de Hamlet y su famoso “ser o no ser”;
vicio del Dux de Venecia– pero, en reali- o del amor, con Romeo y Julieta. En este
dad, le odia y envidia “como el peor supli- sentido, Otelo será, para siempre, el para-
cio del infierno” y sólo persigue vengarse digma trágico de los celos; de igual forma
de él logrando su propio interés. que Yago, o Lady MacBeth, se identificarán
con la maldad humana.
La boda secreta entre el moro y Des-
démona –hija de un influyente senador La envidia y el resentimiento de este
veneciano con quien se ha casado sin el oficial son capaces de detonar una gran
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“Los celos que tragedia apoyándose en la inseguridad conducta se enrarece por culpa de las
sufre Otelo son de Otelo: un moro que vive en Venecia –es sospechas y mentiras del infame Yago. Es
un sentimiento decir, un extranjero con miedo a sentirse entonces cuando sus celos se convierten
humano natural rechazado– y que aún tiene que justificar en un trastorno patológico que distorsio-
(...) pero esa sus méritos para demostrar que está a la na la realidad, volviéndole desconfiado y
conducta se altura de su joven esposa. suspicaz; un ser angustiado que espía y
enrarece por El alma de Otelo es noble, violenta, acusa, tratando de demostrar la supuesta
culpa de las infidelidad de su esposa y malinterpre-
solitaria y apasionada pero caerá irreme-
sospechas y tando cualquier detalle; en este caso, las
diablemente en la telaraña que Yago irá
mentiras del adulaciones de Casio o la inconsciente
tejiendo a su alrededor y que culminará
infame Yago.” actitud de su mujer defendiendo al te-
con la escena del pañuelo, cuando el mal-
vado oficial siembre la duda en el corazón niente, que sólo sirven para confirmar sus
del moro y logre convencerlo de que su temores y convertir su amor en odio y el
mujer lo engaña con Casio. A partir de ese odio en crimen.
momento, Otelo se hundirá en una espiral El llamado “Síndrome de Otelo” es un
irreflexiva e incontrolable que sólo ter- buen ejemplo de la paranoia conyugal
minará cuando estrangule a Desdémona que, por desgracia, cuatrocientos años
y sea consciente de que ha sido utilizado
después de que Shakespeare escribiera
por la carroña de Yago.
este drama todavía se “representa” en de-
Los celos que sufre Otelo son un sen- masiados hogares por culpa de la violen-
timiento humano tan natural como cia de género. Un problema que, aunque
pueden serlo la ira o la alegría; pero esa siempre ha estado presente en nuestra

otelo y desdémona. muñoz degrain. 1886


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sociedad, en los últimos años, ha alcanza- “Cuatrocientos


shakespeare
do una indudable trascendencia jurídica, años después de
social y mediática. que Shakespeare
Sólo en 2009, 55 mujeres fueron ase- escribiera
sinadas en España –más de una a la se-
“Otelo”, este
mana– por sus propios “Otelos”. Con ese
drama todavía
dato, resulta más sencillo comprender la
se “representa”
en demasiados
vigencia de esta obra cuatro siglos des-
hogares, por
pués de su primera representación.
culpa de la
El manuscrito original de esta vertigi- violencia de
nosa pieza –como es habitual en la pro- género.”
ducción literaria de Shakespeare– no se
ha conservado. El texto que conocemos
se corresponde con el que se imprimió
en 1622 a partir de una copia utiliza-
da en las representaciones. Según los
historiadores, el maestro de Stratford-
upon-Avon debió escribirla en los úl-
timos meses de 1604 tomando como
base argumental un pequeño cuento
de Giovanni Battista Giraldo publicado a
finales del siglo XV en la colección “Los
Hecatómitos”. A partir de aquel argu-
mento, Shakespeare concibió una de sus
mejores tragedias –“Othello. The Moor of nuestro Shakespeare? ¿Cómo puede haber
Venis”– para su compañía de teatro, “Los alguien capaz de semejante insensatez?”.
hombres del Rey”, que fue estrenada el 1
El cine, como no podría ser de otro
de noviembre de 1604 en la sala de ban-
modo, también ha realizado diversas
quetes de White Hall, en presencia de Ja-
versiones de este clásico entre las que
cobo I de Inglaterra.
destacan las películas de Orson Welles,
Dos siglos más tarde, dos músicos de 1952, y la del “shakespiriano” Kenneth
italianos volverían a dar vida a aquellos Branagh, de 1995.
personajes en sendas óperas del mismo
título: “Otello”, una de Gioacchino Rossi- Aunque ahora ya conoces el trágico
ni, estrenada en 1816, y otra de Giuseppe desenlace de esta obra, te invito a que
Verdi, de 1889. Con esta última versión, leas este drama y te dejes atrapar por
el autor de “La Traviata” o “Aída” volvió a una de las acciones más trepidantes de
componer después de 16 años de silen- la literatura universal y por el instigador
cio musical. El resultado fue tan pobre encanto de Yago, uno de los personajes
que Lord Byron –de viaje por Italia– se más perversos que han surgido de las
preguntó: “¿Poner música al “Othello” de Bellas Artes.

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