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El Evangelio de Juan

Mtro. Cristian Herculano López Castañeda

Si buscamos alcanzar algo así como una etapa o estadio en el itinerario de crecimiento espiritual en
cuanto creyentes, debemos adentrarnos en el Evangelio de Juan. No por nada los teólogos han
creído ver en el evangelio joánico la expresión de una comunidad que muy seguramente se
presentaba como una clase cristiana de alto perfil espiritual y por lo tanto, de profunda comprensión
teológica en lo que toca a su vivencia de fe. En este sentido el Evangelio de Juan se estructura de un
modo teológico más que narrativo. Se echa de ver, pues, que el propósito de la comunidad joánica
no es la elaboración de algo así como una biografía de Jesús o ni siquiera un resumen de su vida; tal
propósito atiende a la necesidad propia de la comunidad que se constituyó junto al Evangelio, de
modo que fuese comprensible a las cuestiones que suponía su fe. Por esta razón se le llama a este
Evangelio, el “Evangelio Espiritual”, no porque no lo sean los demás, pero indudablemente éste goza
de semejante talante como para atribuirle esta designación.

En este sentido, cuando se dice que es un evangelio espiritual, se espera que la estructura
posea más un carácter teológico que objetivamente literaria, esto no quiere decir que los hechos
históricos o sucesos concretos que menciona no sean históricos en cuanto tal, tanto los que refiere
propiamente Juan como los que tienen algún paralelo con los Sinópticos, por lo que las cuestiones
de la veracidad histórica de tales hechos no son un problema directo, según hemos dicho que su
estructura obedece a una perspectiva teológica más que cronológica o literal. No nos corresponde
en este momento dilucidad sobre las cuestiones históricas, pero sí el cómo éste o aquél suceso lo
ha puesto aquí o allá el autor.

Según Mateos y Barreto, la estructura de Juan, las líneas maestras de la teología de juan son
dos: el tema de la creación y el tema de la Pascua-Alianza. Líneas que marcan la estructuración
general; así, el tema de la creación que inicia en el Prólogo, se continúa en la cronología de la obra
de Jesús, la cual se acompasa con la frase: “al día siguiente” (1, 19; 1, 29; 1, 35; 1, 43; 2, 1.) que
culmina “en el día sexto”, justo cuando la creación también halla su punto más alto. El día sexto será
el contexto simbólico de la obra de Jesús, en donde “la obra queda terminada”. Juan habla aquí de
una forma novedosa, estableciendo una analogía entre lo que sucedió en la Creación como lo refiere
el libro del Génesis y la nueva creación que se realiza con Jesús, dándole el nuevo significado de su
muerte y Resurrección. Podemos decir que Juan realiza un relato de la Creación bajo el cristal de
Jesucristo. Es claro que esta transpolación teológica llena de simbolismo, solo la podían entender
los fieles que eran parte de la comunidad y cuyo adoctrinamiento podemos decir, era avanzado. La
figura del Huerto-Jardín que refiere Juan en la parte final del evangelio (20, 1) es justamente el
nuevo comienzo que se inaugura tras la Resurrección de Jesús, pero a la vez es “el día octavo”, que
indica tanto el fin de la antigua creación y el “primer día” de la nueva creación.

El tema de la Pascua-Alianza contiene al del éxodo. Pareciese que la vida entera de Jesús es
un éxodo, un itinerario vivencial que va de la gloria en la tienda del Encuentro, en el Santuario, el
Cordero, La ley, el paso del Mar, el Monte, el maná, el seguimiento de Jesús, el paso de la muerte a
la vida y atravesar el Jordán. Podemos pensar en esta estructuración como una enseñanza a los
fieles, la cual tiene el propósito de encaminar a al creyente a vivir el mismo itinerario que el de Jesús.
De esto depende la idea eclesiológica que se entresaca de la tradición Joánica, muy distante de la
eclesiología paulina o de los sinópticos.

El elemento “seis” y el simbolismo que denota este número también es una característica
propia de Jn y significa lo incompleto, por eso Jn más tarde introducirá solo una ver el número siete
(4, 52) e indica el fruto de la obra terminada. Pero son seis las fiestas Simbolismo que servirá en la
nueva visión Cristiana para fijar el culto más solemne a Jesús en el día Domingo, es decir, en el
séptimo día, que es a la vez, el primero. En la actividad de Jesús se entrelazan el tema de la Alianza,
en la cual Jesús es el nuevo esposo tanto como el Mesías que inaugura la nueva Alianza, una nueva
boda con la comunidad, la cual va a encontrar en el Huerto-Jardín. La denominación de Jesús como
“el Hijo de Hombre” señala la autenticidad del hombre, ya liberado de la carga culposa, del pecado
cometido, la imagen alterada, la esencia confundida. Jesús es el nuevo hombre, el verdadero, el
acabado, en el que se realiza el designio de Dios según el plan primigenio de la Creación, por ello
también se le llama: “Hijo de Dios”. Jn sintetiza aspectos de la teología judía, como lo son el de la
Creación y el Mesías, una vez que Jesús es el “Hijo de Hombre”-Creación y el autor de la Nueva
Alianza-Mesías. Se identifica el objeto de la Expectación-Mesías, con la sabiduría-proyecto creador:
Jesús es el proyecto de Dios realizado, por una parte, y es la sabiduría divina que crea. El pasaje de
la Samaritana y del Ciego se explican a través de esta correlación.

En la teología joánica el objeto de la expectación que es el Mesías, no es otra cosa que la


concreción del hombre auténtico, el hombre obediente que cumple la voluntad del Padre en la
opción libre de sus acciones, en la densidad del sufrimiento del hombre justo y la tristeza del
desconocimiento del “mundo”, hostil a la luz e incapaz de reconocerla. Jesús es cumplimiento y
reivindicación del proyecto primigenio. Frente a la mitificación del “Mesías” ya muy común entre la
sociedad Judía, está la visión de Jn, donde Jesús es Mesías por ser Hombre. Su idea no se sitúa en la
común esperanza judaica de ver surgir un rey empoderado bajo los parámetros de este mundo, ni
bajo ningún otro recurso de salvación que la autenticidad original y a esto responde el que la figura
de Jesús no encaje en el ideario de la gente judía que lo mira fuera del estereotipo común. Lo que
compagina de esta misma idea, en todo caso, es el hecho de que el Mesías saca de la esclavitud a
su pueblo. Una esclavitud básicamente operante en el pecado, tema central del éxodo. Y así cumplir
con el designio creador. El hombre del principio restituido por Jesús en el séptimo día. Es claro que
para Jn, Jesús es la norma tanto para el pasado como para el presente, y en este sentido, cualquier
interpretación de un pasaje aislado donde se pueden ver alusiones al AT, es inútil, ya que Jesús es
la clave interpretativa, por lo que no es trata de ver indicios de Jesús en el AT, por el contrario, Jesús
nos permite comprender la historia precedente y la situación actual

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