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Las células de la mente (ensayo)

Marcial Díaz Daniel 18-Febrero-2016


Se sabe desde hace tiempo que los seres vivos estamos constituidos por unidades fundamentales
llamadas células, las cuales desarrollan procesos biológicos y químicos interactuando con otras células
y con su entorno. Se ven incluso organismos cuya vida consiste en una sola célula, con lo que podemos
entender que una célula es compleja en sí misma aunque comparada con estructuras más avanzadas
luzca sencilla. Si bien es interesante estudiar el comportamiento de las células de los huesos, la sangre
o la piel, hay ciertas células cuya enorme singularidad y complejidad se revela por el hecho de que
cuando éstas se interconectan en redes inmensas, son la sede para abstracciones de difícil estudio
como la consciencia, la voluntad o la memoria. Como el libro menciona, es fascinante notar que estas
células en conjunto puedan en cierta forma estudiarse a sí mismas como no lo hace ninguna otra especie
de célula.
En tiempos modernos las investigaciones en robótica, computación e la inteligencia artificial han dado
lugar a asombrosas creaciones que han sido justa razón de jactancia para los equipos que las
desarrollaron, entre éstas podemos ver robots que corren igual que un leopardo, algoritmos de
computadora capaz de vencer a un experto en ajedrez o robots con forma de ave que pueden volar. Sin
embargo, ante todos estos avances hay una estructura tan complicada y misteriosa hasta el momento
que ha llegado a ser la razón principal de innumerables horas de estudio, artículos, tesis y programas
de televisión. Estoy hablando del cerebro humano, una entidad que en comparación con los sistemas
desarrollados por el hombre demuestra ser muy superior en cuanto a mecanismos de coordinación de
movimiento, de aprendizaje, procesamiento visual y muchas otras áreas. Aunque a la vez encontramos
algunos aspectos en donde resulta aventajado por ejemplo la velocidad para resolver operaciones
matemáticas. Si el cerebro aventaja en muchos campos pero pierde en algunos otros, entendemos que
su constitución y arquitectura es totalmente diferente a la de los sistemas computarizados cuyo
procesamiento se basa en el manejo de semiconductores y lógica booleana.
La forma en que el cerebro piensa y procesa es biológica y química, no contiene semiconductores ni
arreglos lógicos digitales. Este hecho me intriga bastante, pues me sugiere que posiblemente en el futuro
puedan aislarse un grupo de neuronas de algún ser vivo, para procesar información útil que una
computadora no podría. Entre estas cosas destaco el procesamiento visual, el cual es bastante
complicado aún en los insectos, y la coordinación motriz, área donde las aves y los peces muestran ser
mucho mejores que cualquier robot. Si este tipo de procesamiento es posible, podrían crearse robots
con capacidades biológicas de procesamiento combinados con sistemas robóticos robustos y a la
medida para realizar tareas hasta ahora imposibles.
Algunos han dicho que la inteligencia es la capacidad de relacionar, luego si meditamos que la forma en
que las neuronas logran constituir una estructura compleja capaz de pensar es relacionándose entre sí
podemos comprender que tal definición es acertada. La inteligencia depende de las relaciones (o
conexiones) que hay entre neurona y neurona.
Desde el punto de vista de la mecatrónica, un sistema puede tener dos clases de periféricos: los que
reciben información llamados sensores, y los que ejecutan acciones llamados actuadores. Si hacemos
una analogía con el humano nosotros también tenemos sensores externos que son nuestros sentidos y
tenemos actuadores externos que son nuestros músculos. Aunque la analogía es válida la comparación
directa no lo es, pues nuestros sensores son bastante superiores a los que hasta ahora se han
desarrollado. En la captura de información participan por su puesto las neuronas, hay neuronas
especializadas en el olfato, el gusto, el tacto, la vista y la audición.
Es interesante como también de forma biológica pueden transducirse fenómenos físicos como el sonido
y la luz. De forma similar a lo que propuse con respecto al procesamiento biológico, sería fascinante que
pudieran crearse sensores biológicos, capaces de traducir sonido, luz, presión, temperatura, textura,
olor o sabor en señales eléctricas útiles, como lo hacemos los seres vivos.
Ahora considerando a los músculos como nuestros actuadores, un primer punto a considerar es el
número de ellos, pues son más de 600 y como ya hemos visto, son capaces de ejecutar
coordinadamente una pieza musical compleja en un instrumento, de interpretar alguna danza o de
realizar algún deporte extremo. Detrás de toda esta actuación también están las neuronas, protagonistas
de éste texto y del libro tratado. Las neuronas coordinan los movimientos musculares en una forma tan
compleja que podemos preguntarnos si acaso harán algún procesamiento matemático para determinar
la velocidad exacta a la que cada músculo debe moverse o si mediante operaciones algebraicas casi
instantáneas determinan el momento en que cada músculo debe activarse para ejecutar una pieza de
piano al ritmo de un metrónomo.
Si bien nuestros sensores externos son los sentidos y los actuadores externos son los músculos, hay
todavía mucho de qué hablar con respecto a los sensores y actuadores internos. Como sensores
internos podemos mencionar los que detectan la cantidad de calcio en los huesos o de oxígeno en la
sangre solo por mencionar algunos pues de éstos también hay un gran número.
También las neuronas se encargan de coordinar el sensado y la acción interna en nuestro organismo.
Sin embargo es aquí uno de los lugares donde podemos ver la diferencia entre lo voluntario y lo
involuntario y podemos también, comparar su complejidad y sentirnos afortunados de que exista una
diferencia. Hay tantos procesos involuntarios que controlan las neuronas que si todos fueran voluntarios,
sería impensable que pudiéramos controlar tantos a la vez. Sin duda la suma de los procesos
involuntarios que se realizan en nuestro organismo resulta en algo mucho más complejo que lo que
hacemos conscientemente, con esto podemos observar que aunque no fuéramos muy brillantes y
nuestros pensamientos no impresionaran a nadie, con todo nuestro organismo realiza internamente
procesos sumamente complejos capaz de impresionar a cualquier científico.
Hay otro aspecto que hace aún más impresionante el funcionamiento de las neuronas y su separación
entre lo voluntario y lo involuntario. Es el momento en que una acción consciente se convierte en
inconsciente, por ejemplo todos hemos experimentado la sensación de no saber si dejamos bien cerrada
la casa aunque lo hicimos hace pocos segundos. Otro ejemplo es cuando aprendemos a manejar un
auto estándar, al principio necesitamos mucha concentración para ejecutar cada paso pero al cabo de
un tiempo realizamos todos estos pasos de forma automática. ¿Cómo es que las neuronas saben
trasladar algo que se hace voluntariamente y con concentración, en algo que se realiza
inconscientemente con un mínimo esfuerzo? El aprendizaje es uno de los mecanismos que vemos en
el cerebro humano, el cual hasta ahora no ha podido ser imitado por ningún sistema computacional.
Finalmente recordaré aquel dicho que dice “la unión hace la fuerza” para retomar el maravilloso hecho
de que muchas neuronas con un funcionamiento propio relativamente simple, pueden crear una
estructura sumamente compleja capaz de investigarse a sí misma y de saber que lo está haciendo,
cuando se interconectan entre sí y se comunican por medio de señales eléctricas. Es natural que esta
forma de procesamiento haya inspirado a la reciente tecnología de las redes neuronales con las que se
puede abordar problemas complicados imposibles de resolverse con algún otro método.

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