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Ornamentos liturgicos
por -[Fr4nc0]- el Miér Jun 18, 2008 4:19 pm
Pero sobre todo son el presidente y los otros ministros de la celebración los que se
revisten de modo simbólico para su ministerio. Ya en la liturgia de los judíos se
concedía importancia –a veces excesiva– a estos vestidos, como signo de carácter
sagrado de la acción, de la gloria de Dios y de la dignidad de los ministros.
En los primeros siglos no parece que los ministros cristianos significaran tal
condición con vestidos diferentes, ni dentro ni fuera del culto. En todo caso, lo
hacían con vestidos normales de fiesta, con las túnicas romanas largas. Cuando
éstas dejaron de utilizarse en el uso civil, fue general la costumbre de conservarlas
en el culto, y de ahí se originó la diferenciación, que por otra parte parecía lógica y
resultó bastante espontánea para subrayar la pedagogía de la acción sagrada. Eso
sí, se llegó a una exagerada “sacralización”, y también al uso que hasta nosotros ha
permanecido de llamarles “ornamentos” sagrados.
Ahora la vestidura litúrgica básica para los ministros es el alba, la túnica blanca,
con forma lo más estética posible y a medida de la persona. Sobre ella los ministros
ordenados se ponen la estola, y el que preside la Eucaristía, además la casulla.
Otros vestidos son la dalmática, que caracteriza al diácono, y la tunicela, que
utilizaban los subdiáconos. El roquete se usa sobre la sotana en algunas
celebraciones. El velo humeral, la capa pluvial y algunos distintivos pontificales
como el palio, son otros de los vestidos que se usan en la liturgia.
ALBA
By Diogasos
Del latín “alba”, “blanca”. Es el vestido que se considera básico para todos los
ministros en la celebración litúrgica, desde los acólitos hasta el presidente.
Deriva de las túnicas antiguas, blancas, hasta los pies, que se perdieron en el uso
civil, pero que se consideró que podían utilizarse simbólicamente en el culto,
expresando con el vestido diferente de los ministros la diferencia entre la vida la
vida profana y la celebración. En todas las culturas religiosas, para el ejercicio del
culto se quiere simbolizar la pureza de los ministros, y en muchas de ellas
precisamente con el color blanco. El blanco es signo también de victoria y de
resurrección.
El alba se utiliza con cíngulo a la cintura, a no ser que ya quede por sí bien
adherido al cuerpo, y con el amito que cubre el cuello, a no ser que ya tenga el alba
por su forma.
AMITO
Del latín “amictus”, de “amicio, amicire”, rodear, envolver. Se llama así a la pieza
de lienzo blanco, rectangular, a modo de pañuelo de hombros, que visten los
ministros de la liturgia debajo del alba. Se ata a la cintura con unas tiras o cintas
cruzadas.
A veces tiene forma de capucha, adornada o no con cruces u otros diseños, que
luego sobresale por encima de los otros vestidos (alba y casulla).
Puede tener la finalidad práctica de preservar del sudor al alba. Pero sobretodo se
le aprecia el valor estético: cubrir más elegantemente el cuello. Sin embargo, se
puede prescindir del amito si ya el alba cuida de esta estética por forma.
BACULO
By Diogasos
“Báculo” viene del latín “baculum, baculus”, en diminutivo “bacilus”, que significa
bastón, cayado.
CAPA PLUVIAL
La capa (del latín tardío “cappa”, de “capere”, coger, contener) es una ropa larga
sin mangas, a modo de manteo o manto, circular, abierto, que se emplea sobre
todo fuera de casa.
Los obispos pueden vestir la “capa magna” en las solemnidades en su diócesis. Pero
la capa más empleada en liturgia es la capa pluvial (de lluvia), que diversos
ministros (presbíteros, clérigos, monjes) visten, con capucha o sin ella, con un
broche en la parte delantera. Lo hacen sobre todo en las procesiones, dentro o
fuera de la iglesia, y en otras celebraciones como el Oficio Divino, la bendición con
el Santísimo o la bendición de las campanas.
CASULLA
By Diogasos
By Diogasos
A veces tiene forma de cordón y otras de cinta más o menos anchas. Los orientales
usan la “zona”, más adornada y colorista. Actualmente los ministros que usan alba
se ponen el cíngulo, a no ser que ya de otro modo, por la forma misma del alba, se
provea a su estética y funcionalidad.
CONOPEO
Del griego “konopeion”, que viene a ser como un velo o mosquitera. Es el velo que
a modo de tienda cubría el sagrario donde se reserva la Eucaristía. Se solía utilizar
una tela de los colores litúrgicos propios del tiempo o la fiesta. También, en menor
tamaño, se utilizaba para el copón o píxide, igualmente a modo de manto o tienda.
Ahora el conopeo es facultativo.
CORPORALES
El corporal es un lienzo cuadrado que se sitúa a partir del ofertorio en el altar, para
depositar el pan y el vino de la Eucaristía.
El nombre viene del Cuerpo del Señor, que va a reposar sobre este lienzo en la
Eucaristía; así como en la adoración al Santísimo, si se hace sobre el altar. También
se puede colocar sobre una mesita cuando se lleva la Comunión a los enfermos.
DALMÁTICA
En Roma, ya en los siglos II – III, se llamó dalmática a una túnica blanca exterior,
con mangas anchas y adornadas de varias maneras, por ejemplo con dos franjas
verticales púrpuras. Provenía de Dalmática y se convirtió en un vestido propio de
senadores y otras personas distinguidas.
Muy pronto pasó al uso cristiano: en las catacumbas se ven figuras de “orates” con
dalmática. A partir del siglo IV se hizo característica de los obispos y más tarde
también de los diáconos, y así aparecen representados en algunos mosaicos.
ESTOLA
By Diogasos
La estola es una tira de tela, más o menos entre quince y veinticinco centímetros
de anchura, blanca o de colores, que pende del cuello. En el uso latino antiguo se
empleaba a veces para designar vestidos significativos o simbólicos: así se habla de
que los bautizados van vestidos de estolas blancas (“stolis albis candidi”), o que los
mártires van vestidos de la estola de la gloria inmortal.
La estola es común en todos los ministros ordenados. Con la diferencia de que los
sacerdotes se la cuelgan en torno a los dos hombros, sobre el alba y bajo la casulla,
cayendo sus extremos en paralelo, y los diáconos se la visten cruzada, “a la
bandolera”, desde el hombro izquierdo hacia la derecha.
Es, por tanto, un distintivo de los ministros y a la vez un adorno que resalta la
función sagrada que realizan. Se ponen la estola también para distribuir la
comunión o para sentarse en la sede penitencial. En la ordenación del diácono uno
de los gestos complementarios es la imposición de la estola.
MANUTERGIO
Es un lienzo blanco de forma rectangular con el que el sacerdote se limpia los dedos
en señal de purificación después de haber presentado el pan y el vino en el
ofertorio.
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By diogasos at 2009-02-08
-[Fr4nc0]-
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MANTEL
Suele ser blanco, pero admite adornos o franjas de otro color. Antes se
utilizaban tres, pero ahora basta con uno.
By Diogasos
En griego, “mitra” puede significar una toca o gorro para la cabeza, a modo
de tiara, cinturón o diadema. En el Antiguo Testamento aparece varias veces
hablando de los sacerdotes (Ex 29, 9; 39, 28-31): algunas biblias lo traducen
como “turbante” o bien por “birreta”.
Parece que era de origen persa, y luego de uso romano, el que algunas
personas distinguidas, como signo de honor y nobleza, se pusieran este
gorro. Pasó con naturalidad al uso eclesiástico, primero reservado al papa y
luego (a partir del siglo X-XI) concedido a los obispos y abades. Al principio
parece que fue en forma de copa, de poca altura (unos 20 centímetros) y
luego puntiagudo, con las puntas hacia arriba, de mayor altura (hasta 50
centímetros) y dos cintas o tiras de tela que cuelgan por detrás, que reciben
el nombre de Ínfulas.
Los obispos suelen tener una mitra más sencilla, y otra más adornada
llamada “preciosa”, según la gradación de la fiesta.
PALIA
Cubierta del cáliz de forma cuadrangular, que, según las rúbricas, debe ser de
tela y bendecidse. Consta de una sola pieza en forma planchada, o bien de
dos piezas de telas en forma de carpeta, cocidas una con otra y en medio de
un cartón, o bien una pieza sencilla de tela con un cartón fijo en sus cuatro
esquinas, con hilo de seda blanca o de color, pero nunca negro. En un
principio el cáliz se cubría con uno de los lados del corporal; pero, por
razones de comodidad, se sustituyó en muchos lugares, hacia la mitad del
siglo XII, por un corporal plegado; pero todavía en el siglo XV se practicaba la
costumbre antigua, sobre todo en Francia, de cubrir el cáliz con el corporal.
La palia tomó su forma de corporal doblado que cubría el cáliz desde la edad
media, especialmente en el siglo XVI. La palia según su origen no es otra
cosa que el corporal; por eso se debe bendecir y debe ser de la misma tela
que el corporal.
PALIO
2. También se llama “palio” al dosel, aguantado por cuatro o más varas, que
se acompaña al Santísimo en las procesiones eucarísticas, como es por
ejemplo el Jueves Santo en el momento de trasladar solemnemente la
Eucaristía al final de la celebración.
PURIFICADOR
By Diogasos
Se llama purificador al pañito blanco que se utiliza para purificar los dedos,
purificar el cáliz, la patena después de la comunión.
SOLIDEO
De las palabras latinas “soli Deo”, “sólo a Dios”, se llama “solideo” al casquete
de seda o tela ligera que se ponen algunas personas tapando la coronilla de la
cabeza.
SOTANA
“Humeral” viene del hueso del brazo llamado “humerus”, entre el codo y el
hombro.
Es el velo que se pone sobre los hombros el que lleva, por ejemplo, el
Santísimo en una procesión. Suele ser un velo de unos dos metros de
longitud y más de medio metro de anchura, sujetado por delante con un
broche, que cubre los hombros y con cuyas puntas se toma la custodia o el
copón, con el clásico gesto de no tocar con las manos algo que se considera
muy digno de reverencia como la Eucaristía.
OBJETOS LITÚRGICOS
Vea también términos litúrgicos, vestimenta litúrgica
ACETRE Etim. Del árabe as-satl, el vaso con asa, y este del latín situla.
Caldero de agua bendita que se usa para las aspersiones litúrgicas. El
agua se recoge del acetre y se dispersa con el hisopo.
BOLSA DE CORPORAL
Donde se guarda el corporal una vez terminada la Santa Misa
CALIZ
Etim.: latín calix, taza, copa, vasija donde se bebe.
Recipiente en forma de copa con ancha apertura. En la Liturgia cristiana,
el cáliz es el vaso sagrado por excelencia, indispensable para el sacrificio
de la Santa Misa ya que debe contener el vino que se convierte en la
Sangre Preciosísima de Cristo.
El cáliz nos recuerda ciertos pasajes bíblicos en los cuales Jesús asocia a si mismo y
de una nueva manera, el uso de una copa: los discípulos ¨tomarán de la copa que
Jesús tomarᨠ(Mc 10: 38). En al Última Cena, la copa contenía vino que ¨es Su
Sangre¨, y en Getsemaní Jesús ora para que si es posible, se aparte de él ¨la
copa¨.
Su forma, materia y estilo han variado mucho en el curso de la historia. Los cálices
solían ser de oro y tenían a veces un valor extraordinario. Debe, preferiblemente,
para el cáliz metales preciosos. No puede ser hecho de ningún material que absorba
líquidos. El pie o soporte puede ser de otra materia. El Cáliz debe consagrarse
exclusiva y definitivamente para el uso sagrado en la Santa Misa.
COPÓN
Vaso con tapa en que se conservan las Sagradas Hostias, para poder
llevarlas a los enfermos y emplearla en las ceremonias de culto. En la
actualidad los copones suelen ser de menos estatura que los cálices para
distinguirlos de estos.
CORPORAL
Etim.: latín corporalis, del cuerpo
Pieza cuadrada de tela sobre la que descansa la Eucaristía. Sobre
ella se pone la patena y el cáliz durante la Misa. Antiguamente la
Sagrada Hostia descansaba directamente sobre el corporal desde
el ofertorio hasta la fracción. También se pone debajo de la
custodia durante la Exposición del Santísimo.
Debe de ser de lino o cánamo y no de otro tejido. No debe llevar bordado mas que
una pequeña cruz. Para guardarlo debe doblarse en nueve cuadrados iguales.
CRISMERA
GREMIAL Etim.: del latín gremium, regazo. Paño cuadrado que se ciñe el obispo
durante ceremonias litúrgicas, por ejemplo en el lavatorio de los pies de la Misa del
Jueves Santo. El gremial de seda y encaje para las misas pontificas ya no se usa.
Uno de lino u otro material puede utilizarse.
HIJUELA Paño blanco que se coloca sobre la patena (paño circular), o sobre el
cáliz (paño cuadrado).
HISOPO Etim. del latín hyssopus; este del griego y este del hebreo
’ezob.
Utensilio con que se esparce el agua bendita, consistente en un mango
que lleva en su extremo un manojo de cerdas o una bola metálica hueca y
agujereada para sostener el agua. Se usa con el acetre.
INCENSARIO
LAVABO
Etim. Del latín lavabo, lavaré, primera persona del sing. del futuro de ind.
de lavare.
LECCIONARIO
Libro que contiene las lecturas de las Sagradas Escrituras organizadas según se
utilizan en la Santa Misa: Un el ciclo de tres años para los domingos y fiestas
solemnes; un ciclo de dos años para los días de semana y un ciclo de un año para
las fiestas de los santos. Contiene además lecturas para una variedad de misas,
como para fiestas de pastores, doctores, vírgenes, etc. El leccionario actual se
promulgó el 22 de marzo de 1970.
-Agosto, 2003
LUNETA
Etim.: de luna. Pieza de oro, o dorada, en que se encierra la Sagrada Hostia para
ser expuesta. Ver también "custodia" y "luneta".
MISAL: contiene las oraciones de la Santa Misa. El sacerdote lo tiene sobre el altar.
NAVETA
PALIA
PATENA
Etim.: Latín, Patena.
Plato redondo donde se pone la Sagrada Hostia. Debe ser de metal precioso como
el cáliz y también debe ser consagrado exclusiva y definitivamente para el uso en la
Santa Misa.
PECTORAL Del Latín, pectoralis. Cruz que llevan al pecho los obispos.
PURIFICADOR
Pequeño lienzo que utiliza el sacerdote en la Misa para purificar el cáliz.
VELO HUMERAL
Paño que cubre los hombros del ministro cuando lleva el
Santísimo Sacramento en procesión o cuando da la bendición con
El.
VELO DEL CÁLIZ
El que cubre el cáliz fuera del ofertorio y el canon de la misa. Es del mismo color
litúrgico que los ornamentos.
VINAJERAS
Las vasijas para el vino y el agua que se usan en la Santa Misa.
Generalmente son de cristal y se colocan en una bandeja
pequeña. Es permitido que sean de otro material (bronce, plata,
oro e incluso de cerámica bien sellada) siempre y cuando
puedan dignamente contener los líquidos.
Las vinajeras junto con las hostias no consagradas pueden ser llevadas en
procesión por dos fieles y presentadas al sacerdote durante el Ofertorio.
VIRIL
Etim. de vidrio.
Pieza redonda, tradicionalmente de cristal transparente con borde de oro o dorado,
en que se pone la Sagrada Hostia para sostenerla en la Custodia. También se usa
un viril para guardar reliquias en un relicario. Ver también "luneta"
Lo mismo que en la cena judía de Pascua, en el altar católico durante la misa se colocan
dos cirios.
Los colores de la casulla y de la estola varían según la época del año (o sea, según el
tiempo litúrgico) o la fiesta que se celebre:
Blanco: Representa alegría, se utiliza en la Fiesta del Señor, María, santos y los ángeles.
El incienso que se quema es la continuación del uso judío de ese elemento, ordenado por
Yavé desde los tiempos del Arca de la Alianza:
"Aarón fue separado juntamente con sus hijos para consagrar por siempre las cosas muy
sagradas, para quemar incienso ante Yavé, para servirlo y para bendecir en su nombre por
siempre." (1 Cr 23, 13)
La hostia, una vez consagrada por el sacerdote, es el cuerpo de Cristo; el vino, será la
sangre de Cristo. Y no en forma figurada.
En la cena judía de Pascua se comía cordero, el cual cumplía la función de tomar sobre sí los
pecados de los comensales. En la Pascua católica, se come con la hostia el cuerpo y sangre
de Jesucristo (por eso el pan y el vino), el Cordero de Dios que toma sobre sí los pecados del
mundo:
"Al día siguiente Juan vio a Jesús que venía a su encuentro, y exclamó: “Ahí viene el Cordero
de Dios, el que carga con el pecado del mundo." (Jn 1, 29)
"Los judíos discutían entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer carne?” Jesús les dijo: “En
verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no
tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo
resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El
que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él." (Jn 6, 52-55)
El día en que Jesús instituye el sacerdocio con sus apóstoles, en la Ultima Cena, ordena
celebrar la misa:
"Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía.” Hizo lo
mismo con la copa después de cenar, diciendo: “Esta copa es la alianza nueva sellada con mi
sangre, que es derramada por ustedes”. " (Lc 22, 19-20)
Corporal: Pieza cuadrada de tela sobre la que descansa la Eucaristía. Sobre ella se pone la
patena y el cáliz durante la Misa. Antiguamente la Sagrada Hostia descansaba directamente
sobre el corporal desde el ofertorio hasta la fracción. También se pone debajo de la custodia
durante la Exposición del Santísimo.
Debe de ser de lino o cánamo y no de otro tejido. No debe llevar bordado mas que una
pequeña cruz. Para guardarlo debe doblarse en nueve cuadrados iguales.
Caliz: Recipiente en forma de copa con ancha apertura. En la Liturgia cristiana, el cáliz es
el vaso sagrado por excelencia, indispensable para el sacrificio de la Santa Misa ya que debe
contener el vino que se convierte en la Sangre Preciosísima de Cristo.
El cáliz nos recuerda ciertos pasajes bíblicos en los cuales Jesús asocia a si mismo y de una
nueva manera, el uso de una copa: los discípulos ¨tomarán de la copa que Jesús tomarᨠ(Mc
10: 38). En al Última Cena, la copa contenía vino que ¨es Su Sangre¨, y en Getsemaní Jesús
ora para que si es posible, se aparte de él ¨la copa¨.
Su forma, materia y estilo han variado mucho en el curso de la historia. Los cálices solían ser
de oro y tenían a veces un valor extraordinario. Debe, preferiblemente, para el cáliz metales
preciosos. No puede ser hecho de ningún material que absorba líquidos. El pie o soporte
puede ser de otra materia. El Cáliz debe consagrarse exclusiva y definitivamente para el uso
sagrado en la Santa Misa.
Bolsa del Corporal:Donde se guarda el corporal una vez terminada la Santa Misa
Copón: Vaso con tapa en que se conservan las Sagradas Hostias, para poder llevarlas a los
enfermos y emplearla en las ceremonias de culto. En la actualidad los copones suelen ser de
menos estatura que los cálices para distinguirlos de estos.
Custodia: Recipiente sagrado donde se pone la Eucaristía de manera que se pueda ver para
la adoración. También se le llama ostensorium, del latín ostendere, mostrar.
Hay gran variedad de tamaños y el estilos. Generalmente alrededor de la Eucaristía se
representan rayos que simbolizan las gracias conferidas a los que adoran.
Gremial: Paño cuadrado que se ciñe el obispo durante ceremonias litúrgicas, por ejemplo
en el lavatorio de los pies de la Misa del Jueves Santo. El gremial de seda y encaje para las
misas pontificas ya no se usa. Uno de lino u otro material puede utilizarse.
Hijuela: Paño blanco que se coloca sobre la patena (paño circular), o sobre el cáliz (paño
cuadrado).
Hisopo: Utensilio con que se esparce el agua bendita, consistente en un mango que lleva
en su extremo un manojo de cerdas o una bola metálica hueca y agujereada para sostener el
agua. Se usa con el acetre.
Acetre: Caldero de agua bendita que se usa para las aspersiones litúrgicas. El agua se
recoge del acetre y se dispersa con el hisopo.
Luneta: Pieza de oro, o dorada, en que se encierra la Sagrada Hostia para ser expuesta.
Ver también "custodia" y "luneta".
Mitra: Utilizada por los obispos en la liturgia, símbolo del episcopado. En el "Cæremoniale
Romanum" aparecen tres tipos de mitras:
1- la "mitra pretiosa" para cuando se utiliza el Te Deum en el Oficio Divino, es la mas
ornamentada.
2- "auriphrygiata", para el adviento y la cuaresma.
3- "simplex", para días de ayuno y penitencia, Viernes Santo y funerales.
Naveta: Recipiente, muchas veces en forma de pequeña nave, para el incienso que se
utiliza en las ceremonias.
Patena: Plato redondo donde se pone la Sagrada Hostia. Debe ser de metal precioso como
el cáliz y también debe ser consagrado exclusiva y definitivamente para el uso en la Santa
Misa.
Purificador: Pequeño lienzo que utiliza el sacerdote en la Misa para purificar el cáliz.
Velo Humeral: Paño que cubre los hombros del ministro cuando lleva el Santísimo
Sacramento en procesión o cuando da la bendición con El.
Velo del Cáliz: El que cubre el cáliz fuera del ofertorio y el canon de la misa. Es del mismo
color litúrgico que los ornamentos.
Vinajeras: Las vasijas para el vino y el agua que se usan en la Santa Misa. Generalmente
son de cristal y se colocan en una bandeja pequeña. Es permitido que sean de otro material
(bronce, plata, oro e incluso de cerámica bien sellada) siempre y cuando puedan dignamente
contener los líquidos.
Usualmente tienen asas y tapones. Son de diferentes estilos y tamaños. Tradicionalmente,
para evitar confusión al utilizarlas, las vinajeras se gravaban las iniciales "V" y "A", por el
latín vinum y aqua.
Las vinajeras junto con las hostias no consagradas pueden ser llevadas en procesión por dos
fieles y presentadas al sacerdote durante el Ofertorio.
Viril: Pieza redonda, tradicionalmente de cristal transparente con borde de oro o dorado,
en que se pone la Sagrada Hostia para sostenerla en la Custodia. También se usa un viril para
guardar reliquias en un relicario. Ver también "luneta"
VESTIMENTA LITURGICA
Ornamentos y oraciones antes de la misa
Sacerdote de Dios:
Celebra hoy la Santa Misa de Jesucristo
como si fuera la primera, la única, la última misa.
¡Oh María: baja del cielo y condúceme al altar, de tu mano voy feliz al Sacrificio
de tu Hijo
Colores:
Blanco : Fiestas de Nuestro Señor Jesucristo, María Santísima, santos no mártires. Símbolo de
gloria, alegría, inocencia, pureza del alma
Rojo : Pentecostés, Espíritu Santo, Fiestas de Apóstoles y mártires. Significa fuego de la caridad y
sangre derramada por Cristo
Las vestimentas litúrgicas son utilizadas por los sacerdotes y otros ministros en
la celebración. Hay algunas, como la casulla y la estola que son propias de los
ministros ordenados.
Alba Del latín "alba", "blanca". Vestimenta de todos
los ministros en la celebración litúrgica, desde los
acólitos hasta el presidente (Cf IGMR n.298). Se
utiliza con cíngulo a la cintura y con ámito sobre el
cuello (Cf IGMR nn.81 y 298).
Oración del sacerdote: "Blanquead, Señor, y limpia mi corazón, para que, purificado con la sangre
del Cordero, disfrute de los gozos eternos"
Deálba me, Dómine, et munda cor meum; ut, in Sánguine Agni dealbátus, gáudiis pérfruar sempitérnis.
Ámito Del latín "amictus", de "amicio, amicire", rodear,
envolver. Lienzo rectangular de lino blanco que el
sacerdote se coloca sobre los hombros y alrededor
del cuello antes de ponerse el alba. Se sujeta por
medio de cintas cruzadas a la cintura. Se utiliza al
menos desde el siglo VIII y hasta el presente. (Cf
IGMR, n.81)
-Benedicto XVI sobre el amito: “En el pasado, éste se colocaba primero en la cabeza
como una especie de capucha, convirtiéndose así en un símbolo de la disciplina de los
sentidos y del pensamiento necesaria para una justa celebración de la Santa Misa”. “Los
pensamientos no deben vagar aquí y allá detrás de las preocupaciones y las expectativas
del día; los sentidos no deben ser atraídos de aquello que allí, al interior de la Iglesia,
casualmente quisiera secuestrar los ojos y los oídos”. “Si yo estoy con el Señor, entonces
con mi escucha, mi hablar y mi actuar, atraigo también a la gente dentro de la comunión
con Él”.
Casulla Del latín "casula", "casa pequeña" o tienda. La vestidura exterior del
sacerdote, por encima del alba y la estola, a modo de capa. Origen: el manto
romano llamado "pénula". (Cf IGMR 299, IGMR 161) El color cambia según la
liturgia. Los colores litúrgicos son verde, blanco, rojo, morado.
Oración del sacerdote: "Señor, que dijiste: "Mi yugo es suave y mi carga ligera";
haced que de tal modo sepa yo llevarlo para alcanzar vuestra gracia"
Dómine, qui dixísti: Jugum meum suáve est et onus meum leve: fac, ut istud portáre sic váleam, quod
cónsequar tuam grátiam. Amén.
Cíngulo Del latín "cingulum", de "cingere", ceñir. Cordón con que se
ciñe el alba. (IGMR 81.298).
Simboliza: castidad.
Estola Vestimenta litúrgica en forma de larga y estrecha banda que deben llevar los
ministros ordenados y solo ellos. Obispos y sacerdotes la llevan sobre el alba, colgando
del cuello hacia el frente y sostenida por el cíngulo. Los diáconos la visten sobre el
hombro izquierdo y la fijan a la derecha de la cintura. Generalmente es del mismo
color que la casulla.
Redde mihi, Dómine, stolam inmortalitátis, quam pérdidi in praevaricatióne primi paréntis: et, quamvis
indígnus accédo ad tuum sacrum mystérium, mérear tamen gáudium sempitérnum.
Durante la misa crismal, en que se bendicen los santos oleos, se conmemora la instauración del Orden
Sacerdotal y estos renuevan sus promesas sacerdotales, el Papa explicó la misión del sacerdote a partir de
una catequesis sobre los ornamentos litúrgicos.
El Papa recordó un cuento del autor ruso Leone Tolstoi, en que un pobre pastor ruso enseñó a un rey
quién era Dios proponiéndole un cambio de vestidos. De esa manera explicó que Jesús, siendo Dios, se
despojó de su potestad para hacerse hombre.
“Es esto lo que sucede en el bautismo: nosotros nos revestimos de Cristo, Él nos entrega sus vestidos pero
éstos no son una cosa externa. Significa que entramos en una comunión existencial con Él, que su ser y el
nuestro confluyen y se compenetran mutuamente”
“Esta teología del Bautismo retorna de modo nuevo y con una nueva insistencia en la Ordenación
sacerdotal. Como en el Bautismo se realiza un ‘cambio de vestidos’, un cambio en el destino, una nueva
comunión existencial con Cristo, así también en el sacerdocio se produce un intercambio: en la
administración de los Sacramentos, el sacerdote actúa y habla ahora ‘in persona Christi’ (en la persona de
Cristo)”.
Así, en los Sacramentos “se hace visible de modo dramático aquello que el ser sacerdote significa en
general; aquello que hemos expresado con nuestro ‘Adsum – aquí estoy’ durante la consagración
sacerdotal: estoy aquí para que tú puedas disponer de mí”.
“En el momento de la Ordenación sacerdotal, la Iglesia nos ha hecho visible y tangible esa realidad de los
‘nuevos vestidos’ incluso externamente, mediante el ser revestidos con los ornamentos litúrgicos. En este
gesto externo ella quiere hacernos evidente el evento interior y la tarea que nos viene de él: revestirnos de
Cristo; entregarnos a Él como Él se entregó a nosotros”.
“Quisiera por tanto, queridos hermanos, explicar este Jueves Santo la esencia del ministerio sacerdotal
interpretando los ornamentos litúrgicos que, precisamente, por su parte, quieren ilustrar qué cosa significa
‘revestirse de Cristo’, hablar y actuar ‘in persona Christi’”
El amito “En el pasado, éste se colocaba primero en la cabeza como una especie de capucha,
convirtiéndose así en un símbolo de la disciplina de los sentidos y del pensamiento necesaria para una
justa celebración de la Santa Misa”. “Los pensamientos no deben vagar aquí y allá detrás de las
preocupaciones y las expectativas del día; los sentidos no deben ser atraídos de aquello que allí, al interior
de la Iglesia, casualmente quisiera secuestrar los ojos y los oídos”. “Si yo estoy con el Señor, entonces
con mi escucha, mi hablar y mi actuar, atraigo también a la gente dentro de la comunión con Él”.
El Alba El Papa recordó que las antiguas oraciones hacen referencia al vestido nuevo que el hijo pródigo
recibió del padre; y por tanto, “cuando nos acercamos a la liturgia para actuar en la persona de Cristo nos
damos cuenta de cuán lejos estamos de Él; cuanta suciedad existe en nuestra propia vida”.
Es la sangre del cordero, citado en el Apocalipsis, la que “a pesar de nuestras tinieblas, nos transforma en
‘luz en el Señor’. Al ponernos el alba debemos recordarnos: Él también ha sufrido por mí. Es sólo porque
su amor es más grande que todos mis pecados, que yo puedo representarlo y ser testigo de su luz”
El alba también recuerda “el vestido del amor” que deben llevar todos aquellos invitados al banquete del
Novio, Jesucristo, para poder participar dignamente.
“Ahora que nos preparamos para la celebración de la Santa Misa, debemos preguntarnos si llevamos el
hábito del amor. Pidamos al Señor que aleje toda hostilidad de nuestro interior, que nos quite todo sentido
de autosuficiencia y que nos revista verdaderamente con las vestiduras del amor, para que seamos
personas luminosas y no pertenecientes a las tinieblas”.
La casulla simboliza el yugo del Señor. “Llevar el yugo del Señor significa ante todo: aprende de Él.
Estar siempre dispuestos a asistir a la escuela de Jesús. De Él debemos aprender la pequeñez y la
humildad –la humildad de Dios que se muestra en su ser hombre”
“Algunas veces quisiéramos decirle a Jesús: Señor, tu yugo no es para nada ligero. Más bien, es
tremendamente pesado en este mundo. Pero al mirarlo a Él que ha cargado con todo –que en sí ha
probado la obediencia, la debilidad, el dolor, toda la oscuridad, entonces todos nuestros lamentos se
apagan”.
“Su yugo es el de amar con Él. Y mientras más lo amamos, y con Él nos convertimos en personas que
aman, más ligero se vuelve nuestro yugo aparentemente pesado”.
“Oremos para que nos ayude a ser junto con Él personas que aman, para experimentar así siempre más
cuán bello es portar su yugo”
El Concilio Vaticano II, en la Constitución sobre la divina Revelación, afirma que la íntima
verdad de la revelación de Dios brilla para nosotros "en Cristo, que es a un tiempo
mediador y plenitud de toda la Revelación" (n. 2 ).
El Antiguo Testamento nos dice cómo Dios, después de la creación, a pesar del pecado
original y de la arrogancia del hombre de querer ponerse en el lugar de su Creador, vuelve
a ofrecer la posibilidad de su amistad, sobre todo a través de la alianza con Abraham y el
camino de un pueblo pequeño, el de Israel, que Él elige, no criterios de poder terrenal, sino
simplemente por amor.
Es una elección que sigue siendo un misterio y revela el estilo de actuar de Dios, que
llama a algunos, no para excluir a los demás, sino para que sirvan de puente con el fin de
conducir hacia Él. Elección siempre para el otro. En la historia del pueblo de Israel,
podemos volver a recorrer las etapas de un largo camino, en el que Dios se deja conocer,
se revela, entra en la historia con palabras y con acciones.
Para esta obra, Él se sirve de mediadores, como Moisés, los Profetas y los Jueces, que
comunican al pueblo su voluntad, recuerdan la necesidad de fidelidad a la alianza y
mantienen viva la espera de la realización plena y definitiva de las promesas divinas.
Quisiera detenerme en este "revelar el rostro de Dios". En este contexto, San Juan, en su
Evangelio, nos narra un hecho significativo, que acabamos de escuchar. Al acercarse la
Pasión, Jesús tranquiliza a sus discípulos, exhortándoles a no tener miedo y tener fe,
luego entabla un diálogo con ellos, en el que habla de Dios Padre (cfr. Jn 14,2-9). En un
momento, el apóstol Felipe le pide a Jesús: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta"
(Juan 14:8). Felipe es muy práctico y concreto: dice también lo que nosotros queremos
decir, queremos ver al Padre - le pide "ver" el Padre, para ver su rostro.
La respuesta de Jesús –no sólo a Felipe, sino también a nosotros– nos introduce en el
corazón de la fe cristológica. El Señor afirma: "El que me ha visto, ha visto al Padre" (Jn
14, 9). En esta expresión se encierra sintéticamente la novedad del Nuevo Testamento,
aquella novedad que apareció en la gruta de Belén: Dios se puede ver, Dios ha
manifestado su rostro, es visible en Jesucristo.
En todo el Antiguo Testamento está presente el tema de la "búsqueda del rostro de Dios",
el anhelo de conocer este rostro, de ver a Dios como es, tanto que el término hebreo
p?nîm, que significa "rostro", se repite 400 veces, de las que 100 se refieren a Dios, cien
veces se refiere y se quiere ver el rostro de Dios. Y, sin embargo, la religión hebraica,
prohibiendo por completo las imágenes, porque Dios no se puede representar –como
hacían los pueblos cercanos con la adoración de los ídolos, por lo tanto con esta
prohibición de imágenes en el Antiguo Testamento– parece excluir totalmente el "ver" del
culto y de la piedad
¿Qué significa, entonces, para el piadoso israelita, buscar a pesar de todo el rostro de
Dios, aun sabiendo que no puede haber ninguna imagen suya? La pregunta es importante:
por un lado, quiere decir que Dios no puede ser reducido a un objeto, como una imagen
que se puede tomar en la mano, así como no se puede poner algo en lugar de Dios, y por
el otro, se afirma que Dios tiene un rostro, es decir que es un "Tú", que puede entrar en
una relación, que no está cerrado en su Cielo, mirando desde lo alto a la humanidad.
Dios está sin duda por encima de todo, pero se dirige hacia nosotros, nos escucha, nos ve,
habla, establece alianza, es capaz de amar. La historia de la salvación es la historia de
Dios con la humanidad y la historia de esta relación de Dios, que se revela
progresivamente al hombre, que se hace conocer a sí mismo, su rostro.
El esplendor del rostro divino es la fuente de la vida, es lo que permite ver la realidad; la
luz de su rostro es la guía de la vida. En el Antiguo Testamento hay una figura a la que
está enlazado de forma muy especial el tema del ‘rostro’ de Dios. Se trata de Moisés,
aquel al que Dios elige para liberar al pueblo de la esclavitud de Egipto, donarle la Ley de
la alianza y guiarlo a la Tierra prometida.
Después Moisés regresaba al campamento, pero Josué –hijo de Nun, su joven ayudante–
no se apartaba del interior de la tienda. Pues bien, en el capítulo 33 del libro del Éxodo, se
dice que Moisés tenía una relación cercana y confidencial con Dios: "El Señor conversaba
con Moisés cara a cara, como lo hace un hombre con su amigo". (v. 11).
Por un lado, pues, hay un diálogo cara a cara, como amigos, pero por el otro, hay la
imposibilidad, en esta vida, de ver el rostro de Dios, que permanece oculto; la visión es
limitada. Al final, a Dios sólo se le puede seguir, viendo sus hombros. Los Padres dicen
esto: tú sólo puedes ver mi espalda, significa que tú sólo puedes seguir a Cristo y
siguiéndole ves desde detrás el misterio de Dios. Dios se puede seguir viendo su espalda.
Algo completamente nuevo sucede, sin embargo, con la Encarnación. La búsqueda del
rostro de Dios recibe un cambio radical increíble, porque ahora se puede ver este rostro: el
de Jesús, el Hijo de Dios que se hace hombre.
El término "nombre de Dios" significa Dios como Aquel que está presente entre los
hombres. A Moisés en la zarza ardiente, Dios había revelado su nombre, se había hecho
invocar, había dado una señal concreta de su "existencia" entre los hombres. Todo esto
encuentra cumplimiento y plenitud en Jesús: Él inaugura de forma nueva la presencia de
Dios en la historia, porque el que le ve a Él, ve al Padre, como dice a Felipe (cf. Jn 14:9).
El Cristianismo –dice San Bernardo– es la "religión de la Palabra de Dios", no de, "una
palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo" (Hom. super missus est, IV, 11:
PL 183, 86B). En la tradición de la patrística y medieval se usa una fórmula especial para
expresar esta realidad: Jesús es el Verbum abbreviatum (cf. Rom 9,28, en referencia a
Isaías 10:23), el Verbo abreviado, la Palabra breve, abreviada y sustancial del Padre, que
nos dijo todo de Él. En Jesús toda la Palabra está presente.
Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, no es uno más de los mediadores entre Dios y
el hombre, sino "el mediador" de la nueva y eterna alianza (cf. Heb 8:6; 9.15, 12.24), "un
sólo, de hecho, es Dios - dice Pablo - y un solo uno el mediador entre Dios y los hombres,
el hombre Cristo Jesus"(1 Timoteo 2:5, Gálatas 3:19-20). En él podemos ver y conocer al
Padre; en Él podemos invocar a Dios como "Abba, Padre" en Él nos vienen dada la
salvación.
El deseo de conocer a Dios realmente, es decir, de ver el rostro de Dios, está en todos los
hombres, incluso en los ateos. Y nosotros tenemos este deseo consciente de ver quién es,
qué es, qué es para nosotros. Pero este deseo se realiza siguiendo a Cristo, así vemos la
espalda y vemos, por fin, a Dios como a un amigo, su rostro en el rostro de Cristo.
Ese amor que, a la luz del Crucificado, nos hace reconocer el rostro de Jesús en el pobre,
en el débil y en el que sufre. Ello es posible sólo si el verdadero rostro de Jesús se nos ha
vuelto familiar, en la escucha de su Palabra –en el diálogo interior con su Palabra para que
lo podamos encontrar a Él verdaderamente– y naturalmente en el Misterio de la Eucaristía.
También para nosotros, la Eucaristía es, preparada por una vida en diálogo con Jesús, la
gran escuela en la que aprendemos a ver el rostro de Dios, entramos en relación íntima
con Él; y aprendemos al mismo tiempo a dirigir la mirada hacia el momento final de la
historia, cuando Él nos saciará con la luz de su rostro. En la tierra caminamos hacia esta
plenitud, en la espera gozosa que se cumpla el Reino de Dios.
Hebreos 1:1 nos dice que Dios ha hablado “muchas veces y de muchas maneras.” El
propósito de este artículo es examinar las “muchas maneras”, en las que Dios se ha
revelado a sí mismo a la humanidad.
Antes de mirar a las catorce formas en que Dios se ha revelado a sí mismo, sin embargo,
vamos a ver brevemente el significado de “revelación”. La palabra “revelación” viene
de la palabra griega apokalupsis que significa “descubrir” o “revelar”. Apocalipsis, por
lo tanto, tiene que ver con revelar, descubrir o exponer lo que previamente se oculta.
Cuando se utiliza en un sentido teológico, “revelación” se refiere a la manifestación
intencional de Dios de Sí mismo y Sus planes.
Hay por lo menos catorce medios a través de los cuales Dios ha elegido revelarse a Sí
mismo. Los tres primeros en la lista comprenden lo que se conoce como “Revelación
General.” La Revelación General es la revelación que Dios da a conocer a todos los
pueblos de todos los tiempos. En otras palabras, la Revelación General es la revelación
a la que todo el mundo tiene acceso. Los últimos once (4-14) comprenden la
“Revelación Especial.” La revelación Especial es la revelación específica de Dios que
se da a determinadas personas en ciertos momentos de la historia. No todo el mundo ha
tenido acceso a la Revelación Especial.
5. El Urim y Tumim. El Urim y Tumim son las dos preciosas y misteriosas piedras en
el pectoral del sumo sacerdote. A veces se utilizó para determinar la voluntad de Dios
(Éxodo 28:30; Num.. 27:21; Deut. 33:8; 1 Sam. 28:6).
6. Los Sueños. Los sueños fueron a menudo usados por Dios para comunicar
información (Gén. 20:3, 31:11-13, 24, 40-41). Dios envió a Jacob a soñar los ángeles
subiendo y bajando en la escalera (Gén. 28:10-15). Dios también dio a Nabucodonosor
rey de Babilonia un importante sueño sobre los próximos imperios de la historia
humana. Daniel interpretó los sueños y el resto es-, bueno, historia (ver Dan. 2).
7. Las Visiones. Dios usó a menudo visiones para comunicar verdades importantes.
Isaías tuvo una visión del Señor “sentado en un trono, alto y sublime.” Ezequiel vio
diversas visiones (Ezequiel 1:3). El apóstol Juan vio la visión gloriosa final de los
últimos tiempos mientras estaba en el exilio en la
isla de Patmos (véase Apoc. 4-22). Los beneficiarios de las visiones a menudo fueron
abrumados por la gloriosa visión que estaban viendo.
8. Voz Audible. A veces cuando Dios quería dar sus mensajes, lo hizo por Sí mismo
haciendo uso de la palabra audible. Cuando Dios quería a Samuel para ser a su profeta,
simplemente habló en voz alta a Samuel (1 Sam. 3). No, no era lo que Samuel se comió
esa noche-era realmente Dios. Cuando Dios quiso que Pedro, Santiago y Juan
conocieran que Jesús era verdaderamente el Hijo de Dios y que deberían escucharle, El
simplemente se los dijo en voz audible (véase Lucas 9:35).
9. Las Teofanías. Una teofanía es una manifestación de Dios. Dios, por ejemplo, se
presentó ante Moisés en la forma de la zarza ardiente (Éxodo 3:2-6). Antes de la
encarnación de Cristo, Dios en ocasiones se manifestó a Sí mismo como el Ángel del
Señor para comunicar su mensaje divino a la gente (Gen. 16:7-14; Ex. 3:2, 2 Sam.
24:16, Zac. 1:12).
10. Ángeles. Los Ángeles, en ocasiones, eran enviados especiales de Dios. ¿Recuerda
cuando José se preparaba para abandonar a María después de que se enteró que estaba
embarazada? Así es. Un ángel le comunicó en sueños a José que María estaba
embarazada a través del poder del Espíritu Santo. Los ángeles proclamaron el
nacimiento de Jesús (Lucas 2:10-11). Gabriel, en particular, parece ser el ángel
mensajero especial de Dios. Él fue el único que transmitió verdades importantes a
Daniel (Daniel 9:20-21). También le dijo a María que ella sería la madre terrenal de
Jesús (Lucas 1:26-38).
11. Los Profetas. Los profetas de la Biblia, quienes actuaron bajo la inspiración directa
de Dios, fueron el principal medio a través del cual Dios reveló Sus mensajes. Isaías,
Ezequiel, Jeremías, Daniel, Joel, Zacarías, y otros desempeñado un importante papel en
revelar verdades acerca de Dios y Sus planes en el Antiguo Testamento. Se centraron
particularmente sobre en una advertencia a la nación de Israel y se detalla el reino
venidero que sería establecido por el Mesías de Dios. Los profetas del Nuevo
Testamento desempeñaron un papel fundamental en el establecimiento de la iglesia
(Efesios 2:20). También revelaron las verdades anteriormente sin revelar sobre el
“misterio de Cristo” (Efesios 3:5).
12. Milagros y Eventos Sobrenaturales. Dios utiliza algunas veces los milagros y
eventos sobrenaturales para revelarse a Sí mismo. Las diez plagas de Egipto mostraron a
Faraón y a los egipcios que el Dios de los hebreos era verdaderamente Dios y que los
‘dioses de Egipto’ no estaban a la altura de El (Éxodo 7-11). Jesús hizo muchos ‘señales
milagrosas’ para indicar el camino a El y a su mensaje.
13. Jesucristo. Tan grande como las últimos doce formas de revelación y la forma más
grande de revelación tuvo lugar con la persona de Jesucristo. En Heb. 1:1-2 dice: “Dios,
habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por
los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo” (Hebreos 11:1-2).
Jesucristo, la principal manifestación de Dios, revela muchas cosas:
d. Juan 6:63; 14:10 Él revela que el Padre da vida eterna a través del Hijo.
REVELACIÓN DE DIOS EN LA
HISTORIA Y POR LA HISTORIA
HISTORIA Y REVELACIÓN
....................
II
LA HISTORIA DE LA REVELACIÓN
....................
lll
....................
IV
CONCLUSIÓN
Señalemos brevemente en qué sentidos puede hablarse
de una revelación histórica. 1. La revelación no tiene
lugar fuera del tiempo, ni en el tiempo mítico, en el
instante extra-temporal del comienzo: es un
acontecimiento localizado en el tiempo. Por la revelación
Dios entra en la historia humana y puede determinarse el
momento de su entrada. La acción reveladora hace
historia.
La revelación de Dios tiene como su primer paso la creación, donde Él ofrece un perenne
testimonio de sí mismo[2] (cfr. Catecismo, 288). A través de las criaturas Dios se ha
manifestado y se manifiesta a los hombres de todos los tiempos, haciéndoles conocer su
bondad y sus perfecciones. Entre estas, el ser humano, imagen y semejanza de Dios, es la
criatura que en mayor grado revela a Dios. Sin embargo, Dios ha querido revelarse como Ser
personal, a través de una historia de salvación, creando y educando a un pueblo para que
fuese custodio de su Palabra dirigida a los hombres y para preparar en él la Encarnación de
su Verbo, Jesucristo[3] (cfr. Catecismo, 54-64). En Él, Dios revela el misterio de su vida
trinitaria: el proyecto del Padre de recapitular en su Hijo todas las cosas y de elegir y
adoptar a todos los hombres como hijos en Su Hijo (cfr. Ef 1,3-10; Col 1,13-20), reuniéndolos
para participar de Su eterna vida divina por medio del Espíritu Santo. Dios se revela y
cumple su plan de salvación mediante las misiones del Hijo y del Espíritu Santo en la
historia[4].
Son contenido de la Revelación tanto las verdades naturales, que el ser humano podría
conocer también mediante la sola razón, como las verdades que exceden la razón humana y
que pueden ser conocidas solamente por la libre y gratuita bondad con que Dios se revela.
Objeto principal de la Revelación divina no son verdades abstractas sobre el mundo y el
hombre: su núcleo substancial es el ofrecimiento por parte de Dios del misterio de su vida
personal y la invitación a tomar parte en ella.
Además de las obras y los signos externos con los que se revela, Dios concede el impulso
interior de su gracia para que los hombres puedan adherirse con el corazón a las verdades
reveladas (cfr. Mt 16,17; Jn 6,44). Esta íntima revelación de Dios en los corazones de los
fieles no debe confundirse con las llamadas “revelaciones privadas”, las cuales, aunque son
acogidas por la tradición de santidad de la Iglesia, no transmiten ningún contenido nuevo y
original sino que recuerdan a los hombres la única Revelación de Dios realizada en
Jesucristo, y exhortan a ponerla en práctica (cfr. Catecismo, 67).
2. La Sagrada Escritura, testimonio de la Revelación
El pueblo de Israel, bajo inspiración y mandato de Dios, a lo largo de los siglos ha puesto por
escrito el testimonio de la Revelación de Dios en su historia, relacionándola directamente
con la revelación del único y verdadero Dios hecha a nuestros Padres. A través de la Sagrada
Escritura, las palabras de Dios se manifiestan con palabras humanas, hasta asumir, en el
Verbo Encarnado, la misma naturaleza humana. Además de las Escrituras de Israel, acogidas
por la Iglesia, y conocidas como Antiguo o Primer Testamento, los apóstoles y los primeros
discípulos pusieron también ellos por escrito el testimonio de la Revelación de Dios tal y
como se ha realizado plenamente en Su Verbo, de cuyo pasar terreno fueron testigos, de
modo particular del misterio pascual de su muerte y resurrección, dando así origen a los
libros del Nuevo Testamento.
La verdad de que el Dios, del cual las Escrituras de Israel dan testimonio, es el único y
verdadero Dios, creador del cielo y de la tierra, se pone en evidencia, en particular, en los
“libros sapienciales”. Su contenido supera los confines del pueblo de Israel para suscitar el
interés por la experiencia común del género humano ante los grandes temas de la existencia,
desde el sentido del cosmos hasta el sentido de la vida del hombre (Sabiduría); desde los
interrogantes sobre la muerte y lo que viene tras ella hasta el significado de la actividad
humana sobre la tierra (Qoelet); desde las relaciones familiares y sociales hasta la virtud que
debe regularlas para vivir según los planes de Dios creador y alcanzar así la plenitud de la
propia humanidad (Proverbios, Sirácide, etc.).
Dios es el autor de la Sagrada Escritura, que los autores sagrados (hagiógrafos), también ellos
autores del texto, han redactado con la inspiración del Espíritu Santo. Para su composición,
Él «eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de forma que
obrando Él en ellos y por ellos, escribieron, como verdaderos autores, todo y sólo lo que Él
quería»[6] (cfr. Catecismo, 106). Todo lo que los escritores sagrados afirman puede
considerarse afirmado por el Espíritu Santo: «hay que confesar que los libros de la Escritura
enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las
sagradas letras»[7].
Para comprender correctamente la Sagrada Escritura hay que tener presente los sentidos de
la Escritura —literal y espiritual; este último reconocible también en alegórico, moral y
anagógico— y los diversos géneros literarios en los que han sido redactados los diferentes
libros o partes de los mismos (cfr. Catecismo, 110, 115-117). En particular, la Sagrada
Escritura debe ser leída en la Iglesia, o sea, a la luz de su tradición viva y de la analogía de
la fe (cfr. Catecismo, 111-114): la Escritura debe ser leída y comprendida en el mismo
Espíritu en el cual ha sido escrita.
La historia de la salvación se manifiesta como una grandiosa pedagogía divina que apunta
hacia Cristo. Los profetas, cuya función era recordar la alianza y sus exigencias morales,
hablan especialmente de Él, el Mesías prometido. Ellos anuncian la economía de una nueva
alianza, espiritual y eterna, escrita en los corazones; será Cristo el que la revelará con las
Bienaventuranzas y las enseñanzas del evangelio, promulgando el mandamiento de la
caridad, realización y cumplimiento de toda la Ley.
La fe, en cuanto virtud es la respuesta del hombre a la revelación divina, una adhesión
personal a Dios en Cristo, motivada por sus palabras y por las obras que Él realiza. La
credibilidad de la revelación se apoya sobre todo en la credibilidad de la persona de
Jesucristo, en toda su vida. Su posición de mediador, plenitud y fundamento de la
credibilidad de la Revelación, diferencian la persona de Jesucristo de cualquier otro
fundador de una religión, que no solicita de sus seguidores que tengan fe en él, ni pretende
ser la plenitud y realización de lo que Dios quiere revelar, sino solamente se propone como
mediador para hacer que los hombres conozcan tal revelación.
Las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, las de los Padres de la Iglesia, la oración de la
Liturgia, el sentir común de los fieles que viven en gracia de Dios, y también realidades
cotidianas como la educación en la fe transmitida por parte de los padres a sus hijos o el
apostolado cristiano, contribuyen a la transmisión de la Revelación divina. De hecho, lo que
fue recibido por los apóstoles y transmitido a sus sucesores, los Obispos, comprende «todo lo
necesario para que el Pueblo de Dios viva santamente y aumente su fe, y de esta forma la
Iglesia, en su doctrina, en su vida y en su culto perpetúa y transmite a todas las
generaciones todo lo que ella es, todo lo que cree»[15]. La gran Tradición apostólica debe
distinguirse de las diversas tradiciones, teológicas, litúrgicas, disciplinares, etc. cuyo valor
puede ser limitado e incluso provisional (cfr. Catecismo, 83).
La realidad conjunta de la Revelación divina como verdad y como vida implica que el objeto
de la transmisión no sea solamente una enseñanza, sino también un estilo de vida: doctrina y
ejemplo son inseparables. Lo que se transmite es, efectivamente, una experiencia viva, la
del encuentro con Cristo resucitado y lo que este evento ha significado y sigue significando
para la vida de cada uno. Por este motivo, al hablar de la transmisión de la Revelación, la
Iglesia habla de fides et mores, fe y costumbres, doctrina y conducta.
La enseñanza dogmática de la Iglesia, como por ejemplo los artículos del Credo, es
inmutable, puesto que manifiesta el contenido de una Revelación recibida de Dios y no
hecha por los hombres. Los dogmas, sin embargo, admitieron y admiten un desarrollo
homogéneo, ya sea porque el conocimiento de la fe se va profundizando con el tiempo, ya
sea porque en culturas y épocas diversas surgen problemas nuevos, a los cuales el Magisterio
de la Iglesia debe aportar respuestas que estén de acuerdo con la palabra de Dios,
explicitando cuanto está implícitamente contenido en ella[20].
Los factores de desarrollo del dogma son los mismos que hacen progresar la Tradición viva de
la Iglesia: la predicación de los Obispos, el estudio de los fieles, la oración y meditación de
la palabra de Dios, la experiencia de las cosas espirituales, el ejemplo de los santos.
Frecuentemente el Magisterio recoge y enseña de modo autorizado cosas que
precedentemente han sido estudiadas por los teólogos, creídas por los fieles, predicadas y
vividas por los santos.
¿Qué es la gracia?
Es un don sobrenatural y gratuito que Dios infunde en nuestras almas, por los méritos de Jesucristo
para conseguir la vida eterna. La gracia puede ser actual, santificante o sacramental.
La gracia actual: Es un auxilio y disposición con que Dios nos prepara para recibir la gracia santificante.
La gracia santificante: Es un don sobrenatural que nos hace justos, hijos adoptivos de Dios y herederos
de la gloria. Se recibe a través de los sacramentos. Es estar en amistad con Dios y también tenerlo por
Padre. Para tener esta gracia no hay que tener pecado mortal u original.
El pecado original se quita con el Bautismo y el mortal con la Confesión.
La gracia sacramental: Es la que otorgan los sacramentos. Cada sacramento otorga una gracia especial
diferente.
Los sacramentos tienen relación con la vida. Cada uno tiene materia, forma y ministro.
Materia: Es la cosa sensible que se emplea para el sacramento.
Forma: Las palabras que se profieren para hacer el sacramento.
Ministro: Es la persona que hace o confiere el sacramento.
Bautismo
Es el primer sacramento con el cual nos iniciamos a la vida Católica.
Su significado es sumergir, simboliza la muerte de Cristo y su resurrección. Muere el "hombre viejo" y
nace el "hombre nuevo". Dios nos une a Jesús con su gracia (Nos hace sus hijos), nos libra del pecado
original y nos hace miembros de su Iglesia. Se recibe una sola vez e imprime carácter. Este carácter es
como una marca que nos hace hijos de Dios.
Necesidad del Bautismo: La iglesia no conoce otro medio que el bautismo para aseguran la vida eterna
(Quien no se bautiza se condena).
Para que un sacramento sea valido debe tener materia y forma:
Materia: Es el agua. Debe ser bendita y se rocía sobre la persona.
Forma: Son las palabras: yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Ministros: El obispo, sacerdote y/o diáconos.
Bautismos especiales:
De necesidad: Cualquier cristiano que tenga uso de razón y los elementos necesarios (aunque el agua
puede no ser bendita).
De sangre: Por martirio.
De deseo: Es un acto de amor a Dios con un deseo grande y firme voluntad de hacer cuanto Él a
dispuesto para salvarnos.
Tanto en el bautismo de necesidad como el de deseo son provisorios y deben hacerse sacramentales en
cuanto se pueda.
Confirmación
Este sacramento también imprime carácter. Este carácter es ser soldados de Cristo.
Definición del sacramento: Es el sacramento por el cual recibimos el Espíritu santo, se imprime en nuestra
alma el carácter de soldado de Cristo; y nos hacemos perfectos cristianos.
Ser soldados de Cristo significa defenderlo y difundirlo. Hay tres campos de batalla:
1- El mundo "mundano", es decir el que vive en pecado alejado de Dios.
2- Uno mismo.
3- El demonio.
Nos hacemos perfectos cristianos porque nos confirma en la Fe y se perfeccionan los dones que hemos
recibido en el Bautismo, por esto se llama confirmación.
Materia: El Santo Crisma. Esta compuesto por dos sustancias: El aceite (Sustancia que penetra todo y
significa la penetración del Espíritu santo en nuestra alma) y el Bálsamo (Un perfume muy aromático que
significa el buen olor de las virtudes).
Forma:recibe por esta señal el don del Espíritu Santo. Se hace la señal en la frente para llevarlo bien
visible y no tener vergüenza.
Ministros: El obispo
"El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del
amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz."
"Por muy altas que sean las olas, el Señor es más alto. ¡ Espera!... la calma volverá." San Pío de
Pietrelcina
"¿Racionalizar la fe?. Quise hacerme dueño y no esclavo de ella, y así llegué a la esclavitud en vez de
legar a la libertad en Cristo." Miguel de Unamuno
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Confesión
Es el sacramento instituido para perdonar los pecados cometidos después del Bautismo o desde la última
confesión bien hecha. Este sacramento es instituido por Cristo: (SJ 20, 19-23) "... a quienes perdonareis
los pecados , les serán perdonados; a quienes se los retuviereis, les serán retenidos".
Eucaristía
Este sacramento contiene verdadera, real y substancialmente el cuerpo, sangre, alma y divinidad de
nuestro Señor Jesucristo. Es fuente y cima de toda la cristiandad; contiene todo el bien espiritual de la
Iglesia, es decir al propio Cristo (Nuestra pascua = Paso, para ir al cielo).
"El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del
amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz."
"Por muy altas que sean las olas, el Señor es más alto. ¡ Espera!... la calma volverá." San Pío de
Pietrelcina
"¿Racionalizar la fe?. Quise hacerme dueño y no esclavo de ella, y así llegué a la esclavitud en vez de
legar a la libertad en Cristo." Miguel de Unamuno
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Matrimonio
Es un sacramento que da a los esposos la gracia para amarce santamente y educar a sus hijos
cristianamente estableciendo entre ellos una santa e indisoluble unión.
Condiciones: Debe estarce en gracia.
Los hijos son un don de Dios, toda forma de obtenerlos que no sea la natural esta mal. Debe educaremos
cristianamente bautizandolos, enseñandoles a rezar, etc.; si se niegan debe obligarcelos, como cuando
no quieren tomar la mamadera y se los obliga, porque es algo muy bueno e importante.
Orden Sagrado
Es el sacramento que da la potestad de ejercitar los sagrados ministerios e imprime en el alma del que lo
recibe el carácter de ministro de Dios.
Se llama así porque hay tres ordenes:
1- Diácono
2- Sacerdote
3- Obispo
Este sacramento también imprime carácter; el carácter del sacerdocio es ser ministros de Dios. Este
sacramento fue instituido por Jesucristo el Jueves santo.
http://orbita.starmedia.com/~sma.trinidad/sacramentos.html#Bautismo
"El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del
amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz."
"Por muy altas que sean las olas, el Señor es más alto. ¡ Espera!... la calma volverá." San Pío de
Pietrelcina
"¿Racionalizar la fe?. Quise hacerme dueño y no esclavo de ella, y así llegué a la esclavitud en vez de
legar a la libertad en Cristo." Miguel de Unamuno
TEMA 39º
La penitencia interior:
Jesús (como los profetas) no nos llama a una penitencia hecha de obras
exteriores: saco y ceniza, ayunos y mortificaciones, “sino a la conversión del
corazón, la penitencia interior”. “Sin ella, las obras de penitencia permanecen
estériles y engañosas; por el contrario, la conversión interior impulsa a la
expresión de esta actitud por medio de signos visibles, gestos y obras de
penitencia”.
“El pecado es, ante todo, ofensa a Dios, ruptura de la comunión con Él. Al
mismo tiempo, atenta contra la comunión con la Iglesia. Por eso la
conversión implica a la vez el perdón de Dios y la reconciliación con la Iglesia,
que es lo que expresa y realiza litúrgicamente el Sacramento de la Penitencia
y de la Reconciliación”.
1. Sólo Dios perdona el pecado: Y porque Jesús es el Hijo de Dios puede decir
“<<Tus pecados están perdonados” >> (Mc 2, 5)
Jesús transmitió este poder a su Iglesia para que sea ejercido a través del
ministerio apostólico.
“El confesor no es dueño, sino el servidor del perdón de Dios”. Debe tener
experiencia de las cosas humanas, “respeto y delicadeza con el que ha caído
(...) ser fiel al magisterio de la Iglesia”. “Debe orar y hacer penitencia por él;
confiándolo a la misericordia del Señor”.
Las indulgencias:
◘ Qué son las indulgencias: “la indulgencia es la remisión ante Dios de la pena
temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel
dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de
la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica
con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos” (Pablo
VI).
“La indulgencia es parcial o plenaria según libere de la pena temporal debida
por los pecados en parte o totalmente” (Pablo VI).
“Todo fiel puede lucrar para sí mismo o aplicar por los difuntos, a manera de
sufragio, las indulgencias tanto parciales como plenarias” (cf. CIC cn 994).
◘ Las penas del pecado: Todo pecado aunque venial entraña un “apego
desordenado a las criaturas que es necesario purificar, sea aquí abajo, sea
después de la muerte, en el estado que se llama Purgatorio. Esta purificación
libera de lo que se llama la <<pena temporal>> del pecado”.
No se trata de una venganza divina “sino como algo que brota de la
naturaleza misma del pecado. Una conversión que procede de una ferviente
caridad puede llegar a la total purificación del pecador, de modo que no
subsistiría ninguna pena”.
OBJETIVO
“Este es nuestro mensaje. Advertimos con insistencia a cada uno y enseñamos a cada persona
con mucha sabiduría, para hacer a todo hombre perfecto en Cristo" (Col 1,28).
NOTAS PEDAGOGICAS
La mayoría de las personas conoce distintos tipos de procesos: la vida humana, el crecimiento
de plantas y animales, la fabricación de un producto, etc.
Aplicar esas experiencias a la vida cristiana, que como un proceso inicia con el conocimiento
de Jesucristo, continúa con la adhesión a su persona y a su mensaje llega a la plenitud en el
compromiso y proyección en la propia comunidad.
El catequista debe tener muy presente que una gran mayoría de personas de nuestro medio,
celebran el sacramento del Bautismo como algo independiente, desconectado de los demás
sacramentos.
VEAMOS
Podernos constatarlo en las etapas del desarrollo de la persona. El grupo dialoga a partir de
las siguientes preguntas:
¿ Cuáles son las principales etapas de la vida ?
¿ Qué características tiene cada etapa ?
Ahora vamos en varios pliegos de papel a tratar con dibujos de expresar nuestras respuestas
sobre las características de cada etapa de la vida. Una vez terminados los dibujos los
colocamos al frente para que todos los vean a lo largo de la sesión. Posteriormente
utilizaremos los dibujos en la celebración.
PENSEMOS
Infancia: No tiene conciencia de sí mismo ni de lo que le rodea. Pero poco a poco, con el paso
de los meses y años, va tomando conciencia de su propia identidad y del lugar que ocupa en
su familia.
Adolescencia: No tiene todavía los conocimientos ni la fuerza necesaria para situarse ante la
vida con determinación. Es por esto que cambia continuamente de estado de ánimo: alegre,
dinámico, generoso, cumplido y otras veces callado. indeciso e irresponsable.
Juventud: Se llega a esta etapa cargado de energía, salud e ideales. Se está en la mejor
disposición de iniciar cualquier empresa.
Adultez: Se alcanza esta etapa cuando la persona va más allá de sí misma y de sus propios
intereses. Cuando descubre las necesidades de los demás y comparte generosamente lo que
tiene: afecto, comprensión, tiempo, bienes, etc.
Este proceso de la vida natural se va dando paso a paso y nos exige: tiempo, paciencia,
reflexión y ayuda de muchas personas. No se puede improvisar, ni lo podemos realizar de un
día para otro.
Asimismo, desde los inicios de la vida de la Iglesia, para llegar a ser cristiano también se sigue
un proceso, un camino y una iniciación que consta de varias etapas: el anuncio gozoso del
Evangelio; la acogida del Evangelio que nos lleva a la conversión; la profesión de fe; el
Bautismo, puerta de entrada a los demás sacramentos; la efusión del Espíritu Santo en la
Confirmación; y la participación en el sacramento de la Eucaristía (ver CIC 1229).
Los sacramentos corresponden a todas las etapas y a todos los momentos importantes de la
vida del cristiano: dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de fe de los
cristianos. En ellos encontramos una cierta semejanza entre las etapas de la vida natural y las
etapas de la vida espiritual (ver CIC 1210).
El sacramento del Bautismo marca el inicio de toda vida sacramental (ver CIC 1213). En el
Bautismo nacemos a una vida nueva (ver Jn 3, 5), somos purificados del pecado (ver He 2,
38), adquirimos en Cristo la condición de hijos de Dios (ver Rom 8, 15-16; Gál 4, 5-7), templos
del Espíritu Santo (ver He 2, 38) y miembros vivos de la Iglesia (ver 1 Co 12, 13).
"La participación en la naturaleza divina, que los hombres reciben como don mediante la
gracia de Cristo, tiene cierta analogía con el origen, el crecimiento y el sustento de la vida
natural. En efecto, los fieles renacidos en el Bautismo se fortalecen con el sacramento de la
Confirmación y finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna,
y, así por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez con más
abundancia los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad" (CIC
1212).
Los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación (junto con el del Orden Sacerdotal)
confieren, además de la gracia, un carácter sacramental o "sello" espiritual indeleble y que
permanece para siempre en el cristiano como disposición positiva para la gracia, como
promesa y garantía de la protección divina y como vocación al culto divino y al servicio de la
Iglesia. Por eso estos sacramentos se reciben una sola vez en la vida (ver CIC 11 21; 1272-
1274; Ef 4,30)
De esta manera podemos comprender la íntima relación que existe entre el Bautismo, la
Confirmación y la Eucaristía, y el por qué se les llama sacramentos de iniciación cristiana.
ACTUEMOS
¿Consideramos que hemos llegado a la madurez cristiana, es decir, a la vivencia sólida, plena,
incondicional del seguimiento de Jesucristo?
Ahora nos reunimos en pequeños grupos los papás y padrinos de cada niño que se bautizará y
formulemos nuestro compromiso:
¿Qué podemos hacer para que nuestros hijos o ahijados lleguen a vivir plenamente su
iniciación cristiana?
CELEBREMOS
Colocamos algunos dibujos de las diferentes etapas de la vida de la persona como formando
un camino intercalando entre los dibujos algunos pliegos de papel en blanco, al final del
camino colocamos un Cristo y el grupo se coloca a los lados del camino.
Cada pequeño grupo lee en voz alta su compromiso y después lo coloca en los pliegos de
papel en blanco que se encuentran entre los dibujos, como tratando de llenar el camino y que
no queden espacios vacíos.
Terminamos cantando
IGLESIA PEREGRINA
TEMA 29
SACRAMENTOS DE
INICIACIÓN CRISTIANA
BAUTISMO Y CONFIRMACIÓN
A. Naturaleza
B. Efectos
a. Efectos santificadores:
b. Efectos purificadores:
D. Ministro
E. Sujeto
A. Naturaleza
B. Institución
Según Santo Tomás, Cristo instituyó este sacramento
no usándolo sino prometiéndolo: prometiendo a
sus Apóstoles la plenitud del Espíritu Santo.
C. Efectos
Ordinario: el Obispo.
E. Sujeto
TEMA 30
SACRAMENTOS DE LA
INICIACIÓN CRISTIANA
LA EUCARISTÍA
30.1) Introducción
30.4) Transubstanciación
30.1 Introducción
a) La Euc. es el sacramento en el cual, bajo las
especies de pan y vino se halla Cristo
verdaderamente presente, con su cuerpo y su
sangre, a fin de ofrecerse de manera incruenta al
Padre celestial y darse como manjar espiritual a los
fieles. (cf. Ott p.551)
- in fieri (sacrificio)
- in usu (comunión)
a. Acts.2,42: .
El MAGISTERIO DE LA IGLESIA:
1. Un poco de historia:
2. El dogma:
3. La noción:
4. Prueba de la Escritura:
5. Prueba de la Tradición: