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Definición de Dificultades de Aprendizaje

Se habla de dificultades de aprendizaje como el concepto o idea que hace referencia a los problemas
que una persona de cualquier edad puede tener al desear aprender algo. Las dificultades de
aprendizaje son comunes ya que la persona al entrar en el circuito de enseñanza-aprendizaje actúa
poniéndose a prueba constantemente, tanto en términos de conocimiento como también en
términos de adaptación intelectual a las nuevas estrategias, actividades o problemas que se le
plantean.

Las dificultades de aprendizaje, tal como se dijo, son un fenómeno normal y hasta esperable en
todos los ámbitos educativos, incluso en aquellos no formales. Las dificultades de aprendizaje
surgen cuando la persona encuentra problemas o complicaciones a la hora de comprender aquello
que se le enseña, así como también para asimilarlo como un conocimiento nuevo y permanente
(pudiendo ser esto la historia de un país, un ejercicio matemático o cómo cocinar arroz).

Sin embargo, el concepto de dificultades de aprendizaje se utiliza en la mayoría de los casos en el


ámbito de la pedagogía y de la didáctica para señalar a aquellos chicos, estudiantes o alumnos que
muestran mayores dificultades que el promedio de los alumnos, por lo cual requieren mayor
atención. Las dificultades de aprendizaje que superan al promedio pueden deberse a muchas
cuestiones que pueden tener que ver con el entorno físico y social en el cual el alumno se inserta,
el contexto o situación familiar o de las personas con las que convive. También son muy importantes
los propios elementos del estudiante en cuestión, por ejemplo si las dificultades se deben a alguna
discapacidad o limitación propia del alumno y no del entorno. Todos estos elementos son tenidos
en cuenta y analizados para tratar de encontrar estrategias y formas de actuar que estimulen al
alumno desde distintos lugares, permitiéndole ganar mayor confianza y seguridad y favoreciendo al
aprendizaje a ritmo diferente pero seguro.

Trastornos y las Dificultades de Aprendizaje más comunes


Dislexia

Trastorno del desarrollo que se caracteriza por la dificultad en el aprendizaje y consolidación de la


lectura y la escritura. Se caracteriza por la presencia de déficit en una o varias áreas del desarrollo.
No se aprecia ninguna causa que a explique esta dificultad y sus manifestaciones pueden ser visibles
en la edad adulta.

Las personas con dislexia presentan dificultades en la descodificación (cada fonema se asigna a una
representación gráfica, una letra); dificultad para aplicar las normas gramaticales, dificultad para
recordar y automatizar las formas y reglas ortográficas de las palabras.

Discalculia

Trastorno en la adquisición de las habilidades matemáticas. El término discalculia hace referencia a


una amplia gama de dificultades para el procesamiento numérico y cálculo. Actualmente, hay un 1%
de niños que muestran este tipo de trastorno.

Las personas con discalculia son personas inteligentes que presentan muchos problemas con los
números. El significado numérico es esencial para una buena adaptación al medio (es una cualidad
ancestral más básica que el lenguaje).

TANV

El trastorno de aprendizaje no verbal (TANV) es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a los
aprendizajes. En la actualidad no existen suficientes estudios concluyentes que permitan demostrar
la lesión o disfunción del hemisferio derecho del cerebro. Por ahora no existe tratamiento o
programa específico para las dificultades del TANV.

Se caracteriza por la dificultad en la organización de los espacios, en la adaptación a situaciones


nuevas y en la interpretación de la información no verbal. Son habituales las dificultades de
coordinación motora, dificultades de gestión de las emociones, así como la dificultad de relación
y/o comunicación. Aunque las personas con TANV puedan tener características similares, cada
persona es diferente y sus afectaciones también.
Disgrafía

Es un trastorno que se relaciona con las dificultades de la expresión escrita. Hay dos tipos de
disgrafía: la disgrafía motriz, el niño comprende la relación, la pronuncia y la representación gráfica
de los sonidos, pero tiene dificultades en la escritura como consecuencia de una motricidad
deficiente; la disgrafía específica, el niño tiene dificultades para reproducir letras y palabras debido
a una mala percepción de las formas, desorientación espacial y temporal, ritmo…

Los síntomas más habituales son dificultades visuales espaciales, dificultades motoras finas,
dificultades del procesamiento del lenguaje, dificultades para el deletreo y la escritura a mano,
problemas de gramática y organización del lenguaje escrito.

Disortografía

Es un trastorno del lenguaje específico de la escritura. Los niños con disortografía tienen problemas
para deletrear las palabras y cometen habitualmente errores como el intercambio y reemplazo de
letras, escribir unidas varias palabras o separadas por sílabas y/o escribir las palabras tal y como las
pronuncian.

Para hacer un primer diagnóstico podríamos hacer dictados, copiar un texto idéntico, elaborar
redacciones libres, copiar un texto con diferentes letras (de estándar a cursiva). Este tipo de
actividades se pueden hacer de forma reiterada, con el fin de detectar y analizar detenidamente los
errores.

TEL

Los trastornos de lenguaje o disfasia representan un grupo de problemas. Son alteraciones en la


comprensión o en el uso del lenguaje hablado y/o escrito. Entre el 7 i el 8% de los niños escolarizados
presentan TEL en diferentes grados.

A veces suele pasar desapercibido. Suelen ser niños que se relacionan poco, con tendencia a aislarse
debido a su falta de lenguaje. Es común que se confunda con el trastorno del espectro autista (TEA),
sin embargo los niños con TEL son capaces de expresarse gestualmente, compartir intereses y
desarrollar estrategias para hacerse entender.

“Entre el 10 y el 15% de la población escolar padece algún tipo de trastorno del aprendizaje.”

Las dificultades específicas del aprendizaje (DEA) siempre han existido. Sin embargo, actualmente,
contamos con hallazgos e investigaciones que nos han permitido identificar y analizar
profundamente cada uno de los casos. Las DEA se asocian a una de las primeras causas más
frecuentes del bajo rendimiento y fracaso escolar, así pues hacer una buena prevención y detección,
nos permitirá evaluar y saber como debemos intervenir para evitar futuros trastornos emocionales.

No todos aprendemos ni de la misma manera ni a igual ritmo. Debemos adaptar nuestra forma de
educar, tener en cuenta las necesidades, diferencias y dificultades de nuestros alumnos.

A continuación, te hemos preparado un esquema para que conozcas las dificultades y los trastornos
de aprendizaje más comunes. Ser consciente de ello nos permitirá poder actuar con rapidez y
determinar qué tipo de acciones debemos tomar.

El DSM-IV
Contempla como trastornos del aprendizaje una serie de dificultades en el aprendizaje de las
habilidades académicas, particularmente lectura, cálculo y expresión escrita. Las deficiencias
evolutivas en la adquisición o ejecución de habilidades específicas se suelen hacer evidentes en la
niñez, pero con frecuencia tienen consecuencias importantes en el funcionamiento posterior. Estos
trastornos suelen ocurrir en combinación, y con frecuencia comórbidamente con otros trastornos
psiquiátricos tanto en el individuo como en las familias y en la práctica, los niños con estos trastornos
de aprendizaje son descubiertos de forma secundaria.
La definición de la mayoría de estos trastornos implica que un área particular del funcionamiento
está deteriorada en relación con la inteligencia general. Como grupo, estos trastornos están
ampliamente extendidos, englobando del 10 al 15% de la población en edad escolar (Hales y
Yudofsky, 2000).

Los trastornos del aprendizaje implican déficits en el aprendizaje y la ejecución de la lectura, la


escritura (no la caligrafía sino la expresión escrita) y el cálculo. Las personas con trastornos del
aprendizaje presentan también normalmente un trastorno de la comunicación o de las habilidades
motoras, quizás otros síntomas de disfunción cortical, problemas emocionales y motivacionales, o
quizá trastornos psiquiátricos asociados.

Estos trastornos están definidos de manera que quedan excluidos aquellos individuos cuya lentitud
en el aprendizaje queda explicada por falta de oportunidades educativas, escasa inteligencia,
deficiencias motoras o sensoriales (visuales o auditivas) o problemas neurológicos.

Con frecuencia, el diagnóstico se realiza durante el período escolar. Durante los primeros años
escolares, las habilidades básicas, atención y motivación construyen pilares para el aprendizaje
subsiguiente. Los deterioros importantes en estas funciones se identifican en la necesidad de un
abordaje precoz.

La etiología de los trastornos del aprendizaje, aunque desconocida, está presumiblemente


relacionada con la maduración lenta, la disfunción o la lesión cortical o de otras áreas corticales
relacionadas con estas funciones de procesamiento específicas. Sin embargo, la fuerza de la
evidencia directa de anormalidades biológicas o genéticas varía con los trastornos, y también están
implicados claramente factores no biológicos. No existe razón para asumir que cada trastorno sea
debido a un mecanismo patológico único, y la subtipificación podrá ser posible a medida que los
mecanismos cerebrales implicados sean mejor comprendidos.

Evaluación

Los criterios del DSM-IV especifican que un diagnóstico debería basarse en algo más que en la
observación clínica: siempre que sea posible es esencial evaluar la presencia de un déficit específico
con protocolos de tests estandarizados. Dependiendo del trastorno, pueden resultar necesarias
para el diagnóstico tanto las medidas formales del CI como las de habilidades específicas.

La evaluación incluye los tests de inteligencia, la valoración de las capacidades específicas (toda la
gama de habilidades académicas, habla y lenguaje y función motora), y la observación de la
conducta del niño en clase. Normalmente, debe determinarse la calidad de la enseñanza en la
escuela antes de establecer el diagnóstico.

Resultan útiles tanto la valoración neurológica como la psiquiátrica (teniendo en cuenta


especialmente los trastornos de conducta perturbadores, y trastornos de déficit de atención, otros
trastornos del aprendizaje y la comunicación y la privación social, los tests de visión y audición,
medidas del CI, psicológicas, neuropsicológicas y educativas (incluyendo la velocidad de lectura, la
comprensión y la ortografía). Se espera que en un futuro las nuevas técnicas de imagen contribuyan
significativamente a la valoración diagnóstica.

Diagnóstico diferencial
Los trastornos del aprendizaje deben diferenciarse de posibles variaciones normales del
rendimiento académico, así como de dificultades escolares debidas a falta de oportunidad,
enseñanza deficiente o factores culturales.

Una audición alterada puede afectar la capacidad de aprendizaje, debiendo investigarse con
pruebas audiométricas o de agudeza visual. En presencia de estos déficits sensoriales sólo puede
diagnosticarse un trastorno de aprendizaje si las dificultades para el mismo exceden de las
habitualmente asociadas a dicho déficit.

En el retraso mental, las dificultades de aprendizaje son proporcionales a la afectación general de la


capacidad intelectual. Sin embargo, en algunos casos de RM leve el nivel de aprendizaje se sitúa
significativamente por debajo de los esperados en función de la escolarización y la gravedad del
retraso, en estos casos debe realizarse un diagnóstico adicional del trastorno de aprendizaje
adecuado.

El trastorno disocial puede resultar también una complicación, pero puede aparecer previamente al
fracaso escolar e incluso en los años de preescolar. Aunque se ha insistido mucho en el solapamiento
emocional resultante de los trastornos del aprendizaje y de la comunicación, existe un cuerpo de
conocimientos creciente sobre antecedentes y concomitantes neuropsiquiátricos y sociofamiliares
de estos trastornos.

Resulta también esencial evaluar un posible trastorno afectivo (baja motivación) y otros trastornos
psiquiátricos y neurológicos. Normalmente los tests de percepción sensorial se obtienen para
valorar los posibles deterioros de la visión o de la audición, que pueden agravar o imitar las
manifestaciones de estos trastornos.

Tratamientos

El tratamiento de los trastornos específicos del aprendizaje requieren un abordaje educacional


multimodal. Estos trastornos van asociados frecuentemente con altas tasas de trastornos
psiquiátricos comórbidos, así como a una gran variedad de complicaciones psicológicas que incluyen
la baja autoestima, baja tolerancia a la frustración, pasividad, rigidez en situaciones nuevas de
aprendizaje y escaparse sin permiso de la escuela.

Con el tiempo los casos leves pueden resolverse gracias a la educación y la práctica persistentes.
Algunos individuos pueden compensarlos por medio de un aprendizaje excesivo, pero otros
conservan déficits específicos de aprendizaje durante la edad adulta. Con frecuencia, los problemas
conductuales asociados y las complicaciones intrapsíquicas persisten más allá de la duración de los
déficits evolutivos, y pueden permanecer sintomáticos durante la vida adulta.

En la práctica, debe diseñarse un plan individual de educación para cada niño, pero la calidad de la
evaluación inicial y los servicios de tratamiento son variables. El manejo multidisciplinario y la
comunicación resultan esenciales, ya que muchos especialistas y profesores pueden estar
implicados en la educación y tratamiento de un solo niño. Una comunicación cuidadosa,
especialmente durante los períodos de transición, resulta vital para mantener el progreso del
desarrollo y el educacional. La intervención educativa temprana puede emplear uno de los varios
sistemas terapéuticos. Puede resultar necesario alentar la autoestima del niño (o adulto) para
ayudarle a tolerar los esfuerzos terapéuticos. El tratamiento debe dirigirse directamente a los
trastornos del aprendizaje, pero también a la comunicación, al trastorno de conducta y TDAH
posiblemente asociados (Kaplan y Sadock, 1999).

La implicación de los padres es crucial para apoyar el programa educacional y para los esfuerzos
continuados del niño en un ambiente libre de críticas. Está demostrado que los padres pueden
ayudar escuchando cada día en casa cómo leen sus niños.

No se ha demostrado la eficacia de psicofármacos, vitaminas o las dietas. La terapia


psicofarmacológica no resulta útil en el tratamiento de estos trastornos. Resulta necesario un
manejo contundente para paliar los efectos de una baja autoestima, la paciencia, la asertividad, y la
flexibilidad. A nivel psicoterapéutico, el manejo de las complicaciones psicológicas secundarias y la
evaluación y tratamiento de los trastornos psiquiátricos concurrentes, requieren algo más que una
perspectiva puramente educacional o neuropsiquiátrica. Estos trastornos neuroevolutivos parecen
tener un origen predominantemente genético o neuromaduracional, pero los factores
sociodemográficos son también críticos en la aparición de complicaciones en estos trastornos. Por
tanto, los factores psicosociales e interpersonales son de máxima importancia en el tratamiento y
el pronóstico.

Trastornos del Aprendizaje (DSM-V)


La dislexia fonológica es uno de los problemas de aprendizaje más comunes en la infancia. Según el
DSM-V, el trastorno específico del aprendizaje, se da entre un 5% y 15% en los niños de edad escolar.
Dentro del trastorno específico del aprendizaje, se encuentran los problemas para leer palabras, los
problemas de comprensión lectora, los problemas de pronunciación, los problemas de expresión
escrita, los problemas de cálculo y de razonamiento matemático.

De hecho, en la clasificación actual, la dislexia, en concreto la dislexia fonológica sería un trastorno


específico del aprendizaje con una discapacidad específica en la lectura. El niño con dislexia
fonológica presenta una lectura lenta, imprecisa, con una decodificación pobre y que requiere un
gran esfuerzo. Es importante subrayar, que con la dislexia se pueden presentar también problemas
de comprensión lectora o de razonamiento matemático.

En esta clasificación, no se diferencian entre las dislexias del desarrollo/evolutivas (de origen
genético) y las dislexias adquiridas. Las dislexias adquiridas son aquellas que se producen tras una
lesión cerebral. Ahora pasaremos a revisar una clasificación de las dislexias más clásica. En su
definición más ortodoxa, la dislexia se clasifica por el tipo de ruta de procesamiento léxico (Manis,
Seidenberg, Doi, McBride-Chang, & Petersen, 1996).

Debray-Ritzen define la dislexia como una dificultad del aprendizaje de la lectura y de la adquisición
de su automatismo, en niños inteligentes, escolarizados, y sin alteraciones sensoriales. Por
definición, la dislexia permanece en el tiempo y suele afectar a la escritura (Debray-Ritzen, 1979).

Dislexia fonológica o indirecta

La dislexia fonológica se debe a un mal funcionamiento de la ruta fonológica (Campbell &


Butterwoth, 1985). Para compensar, los niños con dislexia fonológica, utilizan la ruta visual para
leer las palabras. Cuando utilizamos la ruta visual, no dividimos las palabras en partes, sino que
leemos las palabras de manera global. Al leer las palabras de manera global, y utilizando solo la ruta
visual, se pueden producir diferentes tipos de errores.
Por ejemplo, en vez de leer la palabra “lupa”, el niño con dislexia fonológico convierte “lupa” en una
nueva pseudopalabra como “luta” (ex: la luta sirve para aumentar una imagen). Esta palabra
inventada “luta” adquiere su significado de “lupa”. A este tipo de error se le llama lexicalización.
Simplificando, el niño con dislexia fonológica se inventa palabras nuevas mientras está leyendo.
También suelen cometer errores derivativos, como leer “merienda” donde pone “merendar”.

La ruta fonológica es la vía indirecta de conversión del grafema en fonema. La ruta fonológica es la
vía que utiliza nuestro cerebro para poder acceder al léxico. En la dislexia fonológica (Stanovich,
1988), se presenta una dificultad para leer las pseudopalabras. Las pseudopalabras son un conjunto
de letras que se pueden leer pero que no tienen significado (escarita, lumijoso…). En casi todos los
estudios psicométricos de lectura, se pasa al niño un test de lectura de pseudopalabras. Los niños
con dislexia fonológica suelen obtener una mala puntuación en los test de pseudopalabras (Rapcsak
et al., 2009).

Diagnóstico e intervención de las dificultades de


aprendizaje

Los alumnos con Dificultades de Aprendizaje (DA) conforman el grupo más amplio y de mayor
crecimiento de entre los que requieren necesidades especiales en la escuela

Autora: Davinia Fernández Yuste

Logopeda infantil en la

Unidad de Daño Cerebral Hermanas Hospitalarias Valencia

Davinia-Fernández

Hoy en día existen contradicciones en las definiciones de DA y estas han ido cambiando a lo largo
del tiempo. El término “dificultades de aprendizaje” hace referencia a problemas en cualquiera de
las siete áreas de aprendizaje que incluyen:

- comprensión auditiva

- expresión lingüística

- habilidades de lectura

- comprensión lectora

- lenguaje escrito

- cálculo

- problemas matemáticos

Los problemas de aprendizaje afectan a 1 de cada 10 niños en edad escolar. Estos problemas pueden
ser detectados en los pequeños a partir de los 5 años y constituyen una gran preocupación para
muchos padres, ya que afectan al rendimiento escolar.
Diversos investigadores afirman que las DA se deben a una deficiencia del sistema nervioso central
que contribuye a los problemas para descifrar el lenguaje tanto oral como escrito (Shaywitz, 2003).
La definición de DA asume una discrepancia significativa entre la capacidad y el rendimiento. Su
dificultad está en captar, procesar y dominar las tareas e informaciones. El niño simplemente no
puede hacer lo mismo que los demás, aunque su nivel de inteligencia sea el mismo.

Muchos de estos niños presentan dificultades en más de un área de aprendizaje y asimismo pueden
presentar problemas de atención, adaptación emocional y/o comportamiento (Lyon, Shaywitz &
Shaywitz, 2003).

Es importante diferenciar las DA de otros conceptos afines como “necesidades educativas


especiales”, “inadaptaciones por déficit socioambiental”, “discapacidad intelectual”, “trastornos
emocionales graves”, etc.

El niño con trastorno de aprendizaje tiene una pauta desigual en su desarrollo, puede no tener
disfuncionamiento del sistema nervioso central, no debe sus problemas de aprendizaje a pobreza
ambiental y/o los problemas de aprendizaje no se deben a retraso mental o a trastornos
emocionales. En definitiva, sólo resulta procedente hablar de DA cuando hacemos referencia a:

-Niños y niñas que tienen un cociente intelectual normal, o muy próximo a la normalidad, o incluso
superior.

-Su ambiente sociofamiliar es normal.

-No presentan déficits sensoriales ni afecciones neurológicas significativas.

-Su rendimiento escolar se manifiesta y es reiteradamente insatisfactorio.

Las DA suelen cursar con patologías asociadas parecidas a las presentes en el trastorno por déficit
de atención con hiperactividad (TDAH).

No hay una única señal que indique la existencia de un problema del aprendizaje. Los expertos
buscan indicadores que expliquen la existencia de una diferencia notable entre el progreso escolar
actual y el nivel de progreso que podría lograr, dada su inteligencia o habilidad.

Algunas indicaciones orientativas que pueden hacer sospechar a los padres y/o maestros que el niño
tiene un problema del aprendizaje son:

Actividad motriz: hiperactividad o hipoactividad, torpeza motora, dificultad en la coordinación…

Atención: bajo umbral de concentración, dispersión…

Área matemática: problemas en seriaciones, inversión de cifras, reiterados errores en el cálculo…

Área verbal: problemas en la codificación/decodificación simbólica, irregularidades


lectoescritoras, disgrafías, etc. Puede tener problemas en aprender el alfabeto, hacer rimar las
palabras o conectar las letras con sus sonidos; puede cometer errores al leer en voz alta, y repetir o
detenerse a menudo; puede no comprender lo que lee; puede tener dificultades con deletrear
palabras; puede tener una letra desordenada, tomar el lápiz torpemente; problemas para expresar
sus ideas por escrito; puede aprender el lenguaje de manera tardía y tener un vocabulario limitado;
limitaciones en recordar los sonidos de las letras o escuchar pequeñas diferencias entre las palabras;
problemas en comprender bromas, historietas cómics ilustrados y sarcasmo; puede tener
dificultades en seguir instrucciones; puede pronunciar mal las palabras o usar una palabra incorrecta
que suena similar; complicaciones en organizar lo que desea decir o no puede pensar en la palabra
que necesita para escribir o conversar; puede no seguir las reglas sociales de la conversación, tales
como tomar turnos; puede confundir los símbolos matemáticos y leer mal los números; puede no
poder repetir un cuento en orden (lo que ocurrió primero, segundo, tercero) o puede no saber
dónde comenzar una tarea o cómo seguir desde allí.

Emotividad: desajustes emocionales leves, escasa autoafirmación personal…

Memoria: dificultades de fijación, problemas en la memoria operativa (Baddeley, A. 2006).

Percepción: inadecuada reproducción de formas geométricas, confusión figura-fondo,


inversiones de letras, rotaciones, dificultad para distinguir entre la derecha y la izquierda.

Sociabilidad: inhibición participativa, escasa habilidad social, agresividad…

Dificultades-aprendizaje

Es probable que el pequeño no exhiba todas estas señales, ni siquiera la mayoría de ellas. Sin
embargo, si exhibe varios de estos problemas, entonces los padres y maestros deben considerar la
posibilidad de que el niño tenga un problema del aprendizaje.

El diagnóstico y el proceso de intervención de las dificultades de aprendizaje parten del análisis de


las denominadas “habilidades elementales”, básicas y necesarias para que, a partir de ellas, el sujeto
pueda construir y desempeñar conductas propias del aprendizaje de la lectura, la escritura y el
cálculo, tales como leer, escribir, comprender, etc.

Los problemas del aprendizaje tienden a ser diagnosticados cuando los niños llegan a la edad
escolar. Los maestros y los padres observan que el niño no está aprendiendo como se esperaba. Es
posible que la escuela o la familia soliciten una evaluación para ver cuál es la causa del problema.

Se puede establecer una clara relación de secuencialidad entre dichas habilidades elementales y las
manifestaciones o los errores típicos de las dificultades en el aprendizaje; de ahí que el diagnóstico
de las dificultades disléxicas, digrafías y discalculias se puedan iniciar a partir de los denominados
signos precursores, existiendo así la posibilidad de realizar una recuperación precoz de las funciones
neuropsicológicas deficientes.

Muchos de los trabajos han comprobado que los pequeños con DA presentan unas puntuaciones
más bajas en la escala verbal que en la manipulativa de la escala Weschler. Los niños con déficit
fonológico evidencian déficit en diversas medidas verbales, tales como conocimiento del
vocabulario, memoria auditiva y asociaciones verbales, comprensión del vocabulario, semejanzas
entre palabras y fluidez verbal (Shaywitz et al, 2006; Fletcher, Morris &Lyon, 2003). Stanovich (2005)
denomina “efecto mateo” a la relación entre la lectura y el CI porque la lectura tiene efectos en
otras habilidades cognitivas. Así pues, los niños con déficit en lectura leen menos, adquieren menos
conocimientos generales y específicos y ello afecta en las habilidades verbales y en el rendimiento
(Ardila &Reynolds, 2000).

Además, muchos estudios evidencian que los escolares con discapacidad lectora no realizan bien
diversas pruebas de memoria (amplitud de dígitos, recuerdo de secuencias de letras, palabras sin
sentido y ordenar palabras). La dificultad para recordar una serie de palabras precede al diagnóstico
de la discapacidad lectora y parece que es un factor de riesgo y no una consecuencia de los
problemas de lectura (Adams & Gathercole, 2000). Los malos lectores son incapaces de utilizar la
estructura fonológica del lenguaje para mantener secuencias de letras en la memoria a corto plazo
(Riccio, Garland & Cohen, 2007).
Cualquier intervención que se inicie ha de ir precedida de un diagnóstico diferencial, por ello es
importante realizar una valoración neuropsicológica y logopédica, para conocer las funciones
alteradas y las preservadas. Las áreas susceptibles de evaluación son: habilidades cognitivas
generales, motricidad, percepción visual, lenguaje expresivo y receptivo, lecto-escritura, memoria
verbal y visual, atención selectiva, sostenida y dividida, funciones ejecutivas y habilidades
académicas.

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