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Se habla de dificultades de aprendizaje como el concepto o idea que hace referencia a los problemas
que una persona de cualquier edad puede tener al desear aprender algo. Las dificultades de
aprendizaje son comunes ya que la persona al entrar en el circuito de enseñanza-aprendizaje actúa
poniéndose a prueba constantemente, tanto en términos de conocimiento como también en
términos de adaptación intelectual a las nuevas estrategias, actividades o problemas que se le
plantean.
Las dificultades de aprendizaje, tal como se dijo, son un fenómeno normal y hasta esperable en
todos los ámbitos educativos, incluso en aquellos no formales. Las dificultades de aprendizaje
surgen cuando la persona encuentra problemas o complicaciones a la hora de comprender aquello
que se le enseña, así como también para asimilarlo como un conocimiento nuevo y permanente
(pudiendo ser esto la historia de un país, un ejercicio matemático o cómo cocinar arroz).
Las personas con dislexia presentan dificultades en la descodificación (cada fonema se asigna a una
representación gráfica, una letra); dificultad para aplicar las normas gramaticales, dificultad para
recordar y automatizar las formas y reglas ortográficas de las palabras.
Discalculia
Las personas con discalculia son personas inteligentes que presentan muchos problemas con los
números. El significado numérico es esencial para una buena adaptación al medio (es una cualidad
ancestral más básica que el lenguaje).
TANV
El trastorno de aprendizaje no verbal (TANV) es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a los
aprendizajes. En la actualidad no existen suficientes estudios concluyentes que permitan demostrar
la lesión o disfunción del hemisferio derecho del cerebro. Por ahora no existe tratamiento o
programa específico para las dificultades del TANV.
Es un trastorno que se relaciona con las dificultades de la expresión escrita. Hay dos tipos de
disgrafía: la disgrafía motriz, el niño comprende la relación, la pronuncia y la representación gráfica
de los sonidos, pero tiene dificultades en la escritura como consecuencia de una motricidad
deficiente; la disgrafía específica, el niño tiene dificultades para reproducir letras y palabras debido
a una mala percepción de las formas, desorientación espacial y temporal, ritmo…
Los síntomas más habituales son dificultades visuales espaciales, dificultades motoras finas,
dificultades del procesamiento del lenguaje, dificultades para el deletreo y la escritura a mano,
problemas de gramática y organización del lenguaje escrito.
Disortografía
Es un trastorno del lenguaje específico de la escritura. Los niños con disortografía tienen problemas
para deletrear las palabras y cometen habitualmente errores como el intercambio y reemplazo de
letras, escribir unidas varias palabras o separadas por sílabas y/o escribir las palabras tal y como las
pronuncian.
Para hacer un primer diagnóstico podríamos hacer dictados, copiar un texto idéntico, elaborar
redacciones libres, copiar un texto con diferentes letras (de estándar a cursiva). Este tipo de
actividades se pueden hacer de forma reiterada, con el fin de detectar y analizar detenidamente los
errores.
TEL
A veces suele pasar desapercibido. Suelen ser niños que se relacionan poco, con tendencia a aislarse
debido a su falta de lenguaje. Es común que se confunda con el trastorno del espectro autista (TEA),
sin embargo los niños con TEL son capaces de expresarse gestualmente, compartir intereses y
desarrollar estrategias para hacerse entender.
“Entre el 10 y el 15% de la población escolar padece algún tipo de trastorno del aprendizaje.”
Las dificultades específicas del aprendizaje (DEA) siempre han existido. Sin embargo, actualmente,
contamos con hallazgos e investigaciones que nos han permitido identificar y analizar
profundamente cada uno de los casos. Las DEA se asocian a una de las primeras causas más
frecuentes del bajo rendimiento y fracaso escolar, así pues hacer una buena prevención y detección,
nos permitirá evaluar y saber como debemos intervenir para evitar futuros trastornos emocionales.
No todos aprendemos ni de la misma manera ni a igual ritmo. Debemos adaptar nuestra forma de
educar, tener en cuenta las necesidades, diferencias y dificultades de nuestros alumnos.
A continuación, te hemos preparado un esquema para que conozcas las dificultades y los trastornos
de aprendizaje más comunes. Ser consciente de ello nos permitirá poder actuar con rapidez y
determinar qué tipo de acciones debemos tomar.
El DSM-IV
Contempla como trastornos del aprendizaje una serie de dificultades en el aprendizaje de las
habilidades académicas, particularmente lectura, cálculo y expresión escrita. Las deficiencias
evolutivas en la adquisición o ejecución de habilidades específicas se suelen hacer evidentes en la
niñez, pero con frecuencia tienen consecuencias importantes en el funcionamiento posterior. Estos
trastornos suelen ocurrir en combinación, y con frecuencia comórbidamente con otros trastornos
psiquiátricos tanto en el individuo como en las familias y en la práctica, los niños con estos trastornos
de aprendizaje son descubiertos de forma secundaria.
La definición de la mayoría de estos trastornos implica que un área particular del funcionamiento
está deteriorada en relación con la inteligencia general. Como grupo, estos trastornos están
ampliamente extendidos, englobando del 10 al 15% de la población en edad escolar (Hales y
Yudofsky, 2000).
Estos trastornos están definidos de manera que quedan excluidos aquellos individuos cuya lentitud
en el aprendizaje queda explicada por falta de oportunidades educativas, escasa inteligencia,
deficiencias motoras o sensoriales (visuales o auditivas) o problemas neurológicos.
Con frecuencia, el diagnóstico se realiza durante el período escolar. Durante los primeros años
escolares, las habilidades básicas, atención y motivación construyen pilares para el aprendizaje
subsiguiente. Los deterioros importantes en estas funciones se identifican en la necesidad de un
abordaje precoz.
Evaluación
Los criterios del DSM-IV especifican que un diagnóstico debería basarse en algo más que en la
observación clínica: siempre que sea posible es esencial evaluar la presencia de un déficit específico
con protocolos de tests estandarizados. Dependiendo del trastorno, pueden resultar necesarias
para el diagnóstico tanto las medidas formales del CI como las de habilidades específicas.
La evaluación incluye los tests de inteligencia, la valoración de las capacidades específicas (toda la
gama de habilidades académicas, habla y lenguaje y función motora), y la observación de la
conducta del niño en clase. Normalmente, debe determinarse la calidad de la enseñanza en la
escuela antes de establecer el diagnóstico.
Diagnóstico diferencial
Los trastornos del aprendizaje deben diferenciarse de posibles variaciones normales del
rendimiento académico, así como de dificultades escolares debidas a falta de oportunidad,
enseñanza deficiente o factores culturales.
Una audición alterada puede afectar la capacidad de aprendizaje, debiendo investigarse con
pruebas audiométricas o de agudeza visual. En presencia de estos déficits sensoriales sólo puede
diagnosticarse un trastorno de aprendizaje si las dificultades para el mismo exceden de las
habitualmente asociadas a dicho déficit.
El trastorno disocial puede resultar también una complicación, pero puede aparecer previamente al
fracaso escolar e incluso en los años de preescolar. Aunque se ha insistido mucho en el solapamiento
emocional resultante de los trastornos del aprendizaje y de la comunicación, existe un cuerpo de
conocimientos creciente sobre antecedentes y concomitantes neuropsiquiátricos y sociofamiliares
de estos trastornos.
Resulta también esencial evaluar un posible trastorno afectivo (baja motivación) y otros trastornos
psiquiátricos y neurológicos. Normalmente los tests de percepción sensorial se obtienen para
valorar los posibles deterioros de la visión o de la audición, que pueden agravar o imitar las
manifestaciones de estos trastornos.
Tratamientos
Con el tiempo los casos leves pueden resolverse gracias a la educación y la práctica persistentes.
Algunos individuos pueden compensarlos por medio de un aprendizaje excesivo, pero otros
conservan déficits específicos de aprendizaje durante la edad adulta. Con frecuencia, los problemas
conductuales asociados y las complicaciones intrapsíquicas persisten más allá de la duración de los
déficits evolutivos, y pueden permanecer sintomáticos durante la vida adulta.
En la práctica, debe diseñarse un plan individual de educación para cada niño, pero la calidad de la
evaluación inicial y los servicios de tratamiento son variables. El manejo multidisciplinario y la
comunicación resultan esenciales, ya que muchos especialistas y profesores pueden estar
implicados en la educación y tratamiento de un solo niño. Una comunicación cuidadosa,
especialmente durante los períodos de transición, resulta vital para mantener el progreso del
desarrollo y el educacional. La intervención educativa temprana puede emplear uno de los varios
sistemas terapéuticos. Puede resultar necesario alentar la autoestima del niño (o adulto) para
ayudarle a tolerar los esfuerzos terapéuticos. El tratamiento debe dirigirse directamente a los
trastornos del aprendizaje, pero también a la comunicación, al trastorno de conducta y TDAH
posiblemente asociados (Kaplan y Sadock, 1999).
La implicación de los padres es crucial para apoyar el programa educacional y para los esfuerzos
continuados del niño en un ambiente libre de críticas. Está demostrado que los padres pueden
ayudar escuchando cada día en casa cómo leen sus niños.
En esta clasificación, no se diferencian entre las dislexias del desarrollo/evolutivas (de origen
genético) y las dislexias adquiridas. Las dislexias adquiridas son aquellas que se producen tras una
lesión cerebral. Ahora pasaremos a revisar una clasificación de las dislexias más clásica. En su
definición más ortodoxa, la dislexia se clasifica por el tipo de ruta de procesamiento léxico (Manis,
Seidenberg, Doi, McBride-Chang, & Petersen, 1996).
Debray-Ritzen define la dislexia como una dificultad del aprendizaje de la lectura y de la adquisición
de su automatismo, en niños inteligentes, escolarizados, y sin alteraciones sensoriales. Por
definición, la dislexia permanece en el tiempo y suele afectar a la escritura (Debray-Ritzen, 1979).
La ruta fonológica es la vía indirecta de conversión del grafema en fonema. La ruta fonológica es la
vía que utiliza nuestro cerebro para poder acceder al léxico. En la dislexia fonológica (Stanovich,
1988), se presenta una dificultad para leer las pseudopalabras. Las pseudopalabras son un conjunto
de letras que se pueden leer pero que no tienen significado (escarita, lumijoso…). En casi todos los
estudios psicométricos de lectura, se pasa al niño un test de lectura de pseudopalabras. Los niños
con dislexia fonológica suelen obtener una mala puntuación en los test de pseudopalabras (Rapcsak
et al., 2009).
Los alumnos con Dificultades de Aprendizaje (DA) conforman el grupo más amplio y de mayor
crecimiento de entre los que requieren necesidades especiales en la escuela
Logopeda infantil en la
Davinia-Fernández
Hoy en día existen contradicciones en las definiciones de DA y estas han ido cambiando a lo largo
del tiempo. El término “dificultades de aprendizaje” hace referencia a problemas en cualquiera de
las siete áreas de aprendizaje que incluyen:
- comprensión auditiva
- expresión lingüística
- habilidades de lectura
- comprensión lectora
- lenguaje escrito
- cálculo
- problemas matemáticos
Los problemas de aprendizaje afectan a 1 de cada 10 niños en edad escolar. Estos problemas pueden
ser detectados en los pequeños a partir de los 5 años y constituyen una gran preocupación para
muchos padres, ya que afectan al rendimiento escolar.
Diversos investigadores afirman que las DA se deben a una deficiencia del sistema nervioso central
que contribuye a los problemas para descifrar el lenguaje tanto oral como escrito (Shaywitz, 2003).
La definición de DA asume una discrepancia significativa entre la capacidad y el rendimiento. Su
dificultad está en captar, procesar y dominar las tareas e informaciones. El niño simplemente no
puede hacer lo mismo que los demás, aunque su nivel de inteligencia sea el mismo.
Muchos de estos niños presentan dificultades en más de un área de aprendizaje y asimismo pueden
presentar problemas de atención, adaptación emocional y/o comportamiento (Lyon, Shaywitz &
Shaywitz, 2003).
El niño con trastorno de aprendizaje tiene una pauta desigual en su desarrollo, puede no tener
disfuncionamiento del sistema nervioso central, no debe sus problemas de aprendizaje a pobreza
ambiental y/o los problemas de aprendizaje no se deben a retraso mental o a trastornos
emocionales. En definitiva, sólo resulta procedente hablar de DA cuando hacemos referencia a:
-Niños y niñas que tienen un cociente intelectual normal, o muy próximo a la normalidad, o incluso
superior.
Las DA suelen cursar con patologías asociadas parecidas a las presentes en el trastorno por déficit
de atención con hiperactividad (TDAH).
No hay una única señal que indique la existencia de un problema del aprendizaje. Los expertos
buscan indicadores que expliquen la existencia de una diferencia notable entre el progreso escolar
actual y el nivel de progreso que podría lograr, dada su inteligencia o habilidad.
Algunas indicaciones orientativas que pueden hacer sospechar a los padres y/o maestros que el niño
tiene un problema del aprendizaje son:
Dificultades-aprendizaje
Es probable que el pequeño no exhiba todas estas señales, ni siquiera la mayoría de ellas. Sin
embargo, si exhibe varios de estos problemas, entonces los padres y maestros deben considerar la
posibilidad de que el niño tenga un problema del aprendizaje.
Los problemas del aprendizaje tienden a ser diagnosticados cuando los niños llegan a la edad
escolar. Los maestros y los padres observan que el niño no está aprendiendo como se esperaba. Es
posible que la escuela o la familia soliciten una evaluación para ver cuál es la causa del problema.
Se puede establecer una clara relación de secuencialidad entre dichas habilidades elementales y las
manifestaciones o los errores típicos de las dificultades en el aprendizaje; de ahí que el diagnóstico
de las dificultades disléxicas, digrafías y discalculias se puedan iniciar a partir de los denominados
signos precursores, existiendo así la posibilidad de realizar una recuperación precoz de las funciones
neuropsicológicas deficientes.
Muchos de los trabajos han comprobado que los pequeños con DA presentan unas puntuaciones
más bajas en la escala verbal que en la manipulativa de la escala Weschler. Los niños con déficit
fonológico evidencian déficit en diversas medidas verbales, tales como conocimiento del
vocabulario, memoria auditiva y asociaciones verbales, comprensión del vocabulario, semejanzas
entre palabras y fluidez verbal (Shaywitz et al, 2006; Fletcher, Morris &Lyon, 2003). Stanovich (2005)
denomina “efecto mateo” a la relación entre la lectura y el CI porque la lectura tiene efectos en
otras habilidades cognitivas. Así pues, los niños con déficit en lectura leen menos, adquieren menos
conocimientos generales y específicos y ello afecta en las habilidades verbales y en el rendimiento
(Ardila &Reynolds, 2000).
Además, muchos estudios evidencian que los escolares con discapacidad lectora no realizan bien
diversas pruebas de memoria (amplitud de dígitos, recuerdo de secuencias de letras, palabras sin
sentido y ordenar palabras). La dificultad para recordar una serie de palabras precede al diagnóstico
de la discapacidad lectora y parece que es un factor de riesgo y no una consecuencia de los
problemas de lectura (Adams & Gathercole, 2000). Los malos lectores son incapaces de utilizar la
estructura fonológica del lenguaje para mantener secuencias de letras en la memoria a corto plazo
(Riccio, Garland & Cohen, 2007).
Cualquier intervención que se inicie ha de ir precedida de un diagnóstico diferencial, por ello es
importante realizar una valoración neuropsicológica y logopédica, para conocer las funciones
alteradas y las preservadas. Las áreas susceptibles de evaluación son: habilidades cognitivas
generales, motricidad, percepción visual, lenguaje expresivo y receptivo, lecto-escritura, memoria
verbal y visual, atención selectiva, sostenida y dividida, funciones ejecutivas y habilidades
académicas.