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Fernando Saravi
National University of Cuyo
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Ante todo, veamos a qué se refiere el “Por tanto” inicial. En 5:11-14 el autor expresa
que tiene mucho para decir pero sabe que a sus lectores, cristianos procedentes del judaísmo,
puede resultarles difícil de entender. Aunque ya debieran ser maestros, capaces de ingerir
2 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6
En otras palabras, no tendría sentido reiterar una vez más las “enseñanzas elementales
acerca de Cristo” que sus lectores conocían bien; no les aportaría nada nuevo ni promovería
su madurez. Estas “enseñanzas elementales” podían ser conocidas por ellos, como judíos, ya
desde el Antiguo Testamento, aunque desde luego adquieren un significado renovado y
distintivo a la luz de la venida de Cristo y la enseñanza apostólica:
1) El arrepentimiento de obras muertas y la fe hacia Dios. Ambas cosas van juntas. Las
obras de las que hay que arrepentirse son aquellas de las cuales debe limpiarse la
conciencia, como dice el autor en 9:14, aquellas cuyo fin es la muerte (Romanos 6:21).
La necesidad de arrepentimiento fue un aspecto básico de la proclamación de Juan el
Bautista (Mateo 3:2, etc). La importancia de la fe se destacaba en todo el Antiguo
Testamento (Génesis 15:6; Isaías 7:9; Habacuc 2:4) y fue, junto con el arrepentimiento,
parte del kerygma o proclamación del propio Señor y de sus Apóstoles (Marcos 1:15;
Hechos 20:21).
2) La enseñanza sobre lavamientos, la imposición de manos, la resurrección de los
muertos y del juicio eterno. Por “lavamientos” (plural; griego baptismos) pueden
entenderse los ritos de purificación con los cuales los judíos estaban familiarizados, como
también la promesa profética de Ezekiel 36:25, que culminan en el bautismo cristiano. La
imposición de manos (hebreo semijah) se practicaba en el Antiguo Testamento
(Deuteronomio 34:9; Levítico 1:4; 3:2, etc), y en la ordenación de ancianos y rabinos. En
el Nuevo Testamento, se vincula particularmente con la recepción del Espíritu Santo
(Hechos 8:17; 19:6; 1 Timoteo 4:14). La resurrección de los muertos estaba implícita,
según Jesús, en que Dios se había identificado como “Dios de Abraham, Isaac y Jacob”
(Marcos 12:26-27; cf. Éxodo 3:6), y se enseña también en Daniel 12:2 e Isaías 26:19. De
3 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6
El autor estima que sus lectores conocen bien estas cosas, pues estaban familiarizados con sus
fundamentos antiguotestamentarios, y luego han recibido de la enseñanza apostólica su
significado pleno y definitivo. Empero persistía un grave problema:
Pero los “hebreos” estaban expuestos a un peligro sutil que no podía ser experimentado
por los convertidos del paganismo. Si un convertido del paganismo abandonaba el
cristianismo y se volvía al paganismo, había una clara ruptura entre la fe a la que había
renunciado y el paganismo al que retornaba. Pero era posible que los destinatarios de esta
carta, cediendo gradualmente a presiones de diferentes ámbitos, abandonar más y más las
características de la fe y práctica que eran distintivas del cristianismo, y aún así sentir que
no habían abandonado los principios básicos de arrepentimiento y fe, las realidades
denotadas por las abluciones religiosas y la imposición de manos, la expectativa de la
resurrección y el juicio de la era venidera. Continuar insistiendo en estas cosas, por tanto,
no les sería realmente de ayuda; sería mejor presionar en aquellas cosas que pertenecían a
la madurez espiritual, en la esperanza que la madurez viniese con las enseñanzas. “Y esto
haremos, si Dios lo permite”... [2].
1) Fueron una vez iluminados. La palabra “una vez” es en griego hapax. Aparece ocho
veces en esta carta, y tiene aquí el sentido de “una vez y para siempre” [3]. Hay quien
piensa que el autor se refiere al bautismo, pero tal opinión no está documentada antes del
siglo II, y es más probable que la referencia sea más amplia: la luz del Evangelio, o Cristo
mismo como la luz verdadera (Lucas 1:79; 2:32; Juan 1:4-9; 8:12; 12:46; Efesios 5:14).
Samuel Wakefield cita Efesios 1:18 y 2 Corintios 4:6 a los efectos de notar que esta
expresión se encuentra en los escritos de Pablo siempre referida a creyentes. Pero no
hace falta ir tan lejos. En la misma carta a los Hebreos el autor emplea el mismo término
griego para referirse inequívocamente a los creyentes en 10:32, “Pero recordad los días
pasados, cuando después de haber sido iluminados soportasteis una gran lucha de
padecimientos...”
4 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6
2) Probaron del don celestial. Aquí “probar” no es sinónimo de “tomar un poquito para ver
qué gusto tiene”, sino de “gustar” o experimentar.1 La palabra “probaron” es la misma
que se emplea es esta epístola acerca de Cristo en 2:9 (“probara la muerte por todos”); ver
también Mateo 16:28 y paralelos; Juan 8:52 y especialmente 1 Pedro 2:3: “Si es que
habéis gustado la benignidad del Señor.” Un comentarista observa:
Del claro paralelismo que existe entre estos versículos y [Hebreos] capítulo 2:3-5
podemos inferir que la «salvación» ofrecida en el evangelio (2:3) es lo que se entiende
por este «don». Es un don que pertenece al cielo (compare 1:14), otorgado por Él de
quien ha venido el «llamamiento celestial» (3:1; 2:10) [4].
Cabe comparar esta expresión con Juan 6, donde el Señor se describe a sí mismo como el
pan que bajó del cielo. El don celestial es un concepto amplio, que según observa
Kistemaker, puede incluir, además de Cristo mismo (Juan 4:10), el Espíritu Santo
(Hechos 2:38, etc) y otros dones relacionados con Jesucristo (Romanos 5:15, 17; 2
Corintios 9:15; Efesios 3:7; 4:7).
3) Fueron hechos partícipes del Espíritu Santo. La palabra traducida “partícipes” es
metojos, que fuera de Lucas 5:7 (“compañeros”) solamente aparece en Hebreos 1:9;
3:1,14; 6:4 y 12:8. En 1:9, que es una cita del Salmo 45:7, se traduce “compañeros”. Pero
en el resto de los pasajes el sentido es diferente. En 3:1 dice: “Por tanto, hermanos santos,
participantes del llamamiento celestial, considerad a Jesús, el Apóstol y Sumo
Sacerdote de nuestra fe.” En 3:14, “Porque somos hechos partícipes de Cristo, si es que
retenemos el principio de nuestra seguridad firme hasta el fin.” Y en 12:8, se refiere a la
disciplina que comparten todos los que Dios recibe por hijos: “Pero si estáis sin
disciplina, de la cual todos han sido hechos partícipes, entonces sois hijos ilegítimos y
no hijos (verdaderos).” Como muestran estos textos, el término metojos es característico
1
El verbo griego geuomai (“gustar”) aparece 15 veces en el Nuevo Testamento y se emplea tanto en
el sentido literal como en el sentido figurado de “experimentar”. En Mateo 27:34, Juan 2:9, Hechos
10:10, 20:11, 23:14 y Colosenses 2:21 se emplea en sentido literal, y en algunos casos, como en los
dos primeros pasajes citados, sí puede significar “probar” o “catar”. No ocurre otro tanto cuando se
emplea en sentido figurado. En Lucas 14:24, “ninguno (…) gustará mi cena” (Reina-Valera 1960)
implica la exclusión del Reino de Dios. En Mateo 16:28, Marcos 9:1, Lucas 9:27, Juan 8:52 y
Hebreos 2:9, “gustar la muerte” significa “morir”. En 1 Pedro 2:3, haber “gustado la benignidad del
Señor” alude al Salmo 34:8, “Gustad y ved que YHWH es bueno” (Biblia Textual), donde tiene el
sentido de discernir y experimentar. Es posible que el autor de Hebreos también tuviera el Salmo 34:8
en mente.
5 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6
del autor de Hebreos, que lo emplea regularmente con relación a genuinos creyentes (cf.
Romanos 8:9).
Ellos “fueron hechos partícipes del Espíritu Santo”, lo cual evidentemente significa, en el
lenguaje del Nuevo Testamento, recibir el Espíritu Santo en sus influencias santificadoras y
reconfortantes. “Arrepentíos y bautícese cada uno en el nombre de Cristo para la remisión de
pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.” Hechos 2:38. Y otra vez, “El amor de Dios es
derramado en nuestros corazones, por el Espíritu Santo que nos es dado.” Romanos 5:5. [5].
Es precario argüir que no se refiere aquí al Espíritu Santo personal, sino más bien a sus dones
u operaciones (...) Se ha cuestionado que sea posible cometer apostasía para uno que ha sido
en cualquier sentido real un participante del Espíritu Santo, pero nuestro autor no tiene
duda de que es posible en esta forma “insultar al Espíritu de gracia” (Cap. 10:29). [6].
4) Gustaron la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero. De nuevo se
emplea la palabra “gustar” o “probar” en el sentido de “experimentar.”2 Las personas que
se describen no eran meros allegados o visitantes ocasionales, sino que habían
experimentado las bondades de la Palabra de Dios de primera mano: “los creyentes
pueden gustar toda la palabra (caso acusativo) de Dios ya, es decir la buena palabra de
promesa de Dios. La promesa de Canaán a Israel en el Antiguo Testamento tipificaba «la
buena palabra de promesa de Dios» del reposo celestial (Cap. 4).” [7]. Sobre los “poderes
del siglo venidero” (dunameis te mellontos aiônos) dice Moulton [8]: “los «poderes»
recibidos de Dios por aquellos que creyeron (Cap. 2:4) no pertenecían a ningún estado
terrenal, sino que eran verdaderas anticipaciones de una futura era de gloria como el «don
celestial» era una anticipación de la «patria celestial».” Otro comentarista explica:
Esta descripción parece ser prima facie aplicable solamente a verdaderos creyentes, lo cual
crea un problema para quienes creen que la salvación no puede perderse.
El autor, en todo este párrafo, está exhortando a sus lectores a la perseverancia cristiana.
“Hasta el cabo” (11) es el blanco que les pone adelante... En estos versículos (4,5,6) les
dice que el no hacer esto significa la pérdida irreparable de los beneficios del
evangelio; que si ellos dan las espaldas a los altos privilegios que han gozado, rechazarán
una vez para siempre la posibilidad de su salvación.
Luego se nos presenta la pregunta: ¿Es posible que el hombre verdaderamente
convertido, se pierda? Es claro que el autor describe en los versículos 4 a 6 a personas
convertidas [10].
3) Se trataría de una amenaza hipotética. Ya sea que el autor sabe que lo que dice no
puede ocurrir, pero espera que los destinatarios la perciban como una amenaza real, o
bien que tanto el autor como los destinatarios saben que se habla por vía de hipótesis. La
primera versión puede llamarse la hipótesis del espantapájaros: “pretende atemorizar a
creyentes vacilantes para asegurarse de que no cometan apostasía. Si un cristiano es
entonces informado de [que este es] un espantapájaros (6:4-6), entonces es iluminado
sobre este hecho y se torna en nada que pueda ser temido en absoluto” [12]. Brauch
escribe:
¿Es posible que el autor esté simplemente escribiendo acerca de una situación hipotética?
Si es así, hay dos formas posibles de entenderla. La primera es que tanto el autor como
sus lectores saben que esto no puede ocurrir, de modo que es hipotética para ambos. En
ese caso, uno se pregunta por qué el autor desperdició su tinta. Su propósito es
claramente exhortarlos a no retornar al judaísmo. Si sus advertencias son sólo
hipotéticas. ¿cómo evitarían que la gente apostatase? La segunda posibilidad es que el
autor sabe que esto es hipotético, pero cree que sus lectores la tomarán seriamente. En
este caso serviría como advertencia, pero sería engañosa. ¿Es probable que el autor de
Hebreos defienda la verdad con engaño? ¿Atemorizaría a sus lectores con una situación
que sabe que nunca podría ocurrir? [13].
Las Escrituras contienen suficiente aliento para el más débil creyente, pero están llenas
de solemnes advertencias para que aquellos que piensan estar firmes se guarden, no sea
que caigan. Pues es posible que personas que pueden ser descritas en el lenguaje de
los versículos 4 y 5 “caer” irrecuperablemente... y los escritores bíblicos (sin
exceptuar al escritor de Hebreos) no son dados a erigir espantapájaros. La advertencia de
este pasaje era una advertencia real contra un peligro real, un peligro que está aún
presente en tanto “un corazón malo de incredulidad” pueda resultar en “caer del Dios
viviente” (3:12). [14].
Samuel Wakefield subrayó que este pasaje debe evidentemente entenderse como una
afirmación y no como una mera hipótesis:
8 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6
Pero se dirá que el apóstol solamente hace una suposición, “si cayeran”. Contestamos: El
apóstol no hace ninguna suposición en absoluto; pues no hay un “si” en el original. Sus
palabras son «y habiendo caído». Tenemos, por tanto, en este pasaje una prueba casi tan
clara como el lenguaje puede darla, de que aquellos que fueron hechos los sujetos de la
gracia en la conversión y santificación pueden de todos modos caer en modo tal como
para perecer eternamente.[15]
De la descripción de quienes aquí se habla, se ha observado: “Estas son personas con una
experiencia cristiana plena, en modo alguno defectuosa. De hecho, es una de las
descripciones más claras de la iniciación cristiana en el Nuevo Testamento” [16]. Y
Hartman concuerda: “Estos son verdaderos, reales, poseedores y genuinos cristianos al 100%.
Cayeron evidentemente de la gracia salvadora de Dios. Esta no es una mera pérdida de
recompensas o piedad personal. Esta caída no fue causada por alguna debilidad de la carne o
un asunto adúltero. Este pecado fue el rechazo de Cristo y de todo lo que fue logrado en la
cruz del Calvario.” [17]
Precisamente por esto es que el autor describe la situación de estas personas como
irreversible. Una de las objeciones que, a falta de una mejor defensa, los calvinistas suelen
hacer a esta interpretación, es que “probaría demasiado”, a saber, que si alguien peca pierde
la salvación y no puede recuperarla en modo alguno. Esta crítica ignora obviamente la
diferencia antes señalada entre pecar (o caer en pecado) y apostatar (o caer de la fe). Como
indica Bruce:
Pero el mismo escritor de Hebreos distingue (como lo hacía la ley del Antiguo
Testamento) entre pecado por inadvertencia y pecado voluntario, y el contexto muestra
aquí que el pecado voluntario que tiene en mente es la apostasía deliberada. La gente
que comete este pecado, dice, no puede ser traída de vuelta al arrepentimiento; al
renunciar a Cristo se ha puesto a sí misma en la posición de aquellos que, rehusando
deliberadamente su afirmación de ser el Hijo de Dios, lo crucificaron y expusieron a la
vergüenza pública. Aquellos que repudian la salvación procurada por Cristo no hallarán
ninguna en ninguna otra parte.[18].
En pocas palabras, la caída de la que aquí se habla es equivalente en sus efectos al pecado
imperdonable del que advirtió Jesús (Mateo 12:31-32 y paralelos), y posiblemente al
«pecado de muerte» por el que Juan no dice que haya que pedir (1 Juan 5:16).
Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados ... sean otra vez renovados
para arrepentimiento; la solemne imposibilidad aquí afirmada es patente si nos fijamos
en los cinco beneficios enumerados en estos versículos – beneficios recibidos por los
aludidos en este parrafito. Iluminados; bajo la predicación del evangelio, fueron abiertos
sus ojos espirituales y recibieron una visión espiritual. Gustaron del don celestial;
experimentaron la bendición de la salvación por Cristo, que es el “don de Dios”(Juan
4:10). Y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo; sólo los cristianos gozaban de este
alto privilegio, Gustaron la buena palabra de Dios; experimentaron cuán preciosa y cuán
poderosa es esta palabra. Y las virtudes (mejor, los poderes) del siglo venidero; este siglo
venidero fue probablemente el siglo mesiánico introducido por Cristo, que estuvo repleto
de milagros, dones del Espíritu, etc. Y recayeron; no en los pecados, sino en la apostasía,
rechazando por completo todo lo que el cristianismo ofrece al hombre. Sean otra vez
renovados para arrepentimiento; por haber ellos negado la eficacia de todos los medios
de gracia, y la del evangelio mismo. La gravedad de este paso se expresa de la manera
siguiente: Crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios, etc.; en 10:29 tenemos
más o menos la misma idea, expresada en términos más fuertes aun. Cristo oró en la cruz
por los que lo crucificaron, “porque,” dice Él, “no saben lo que hacen”; pero los que lo
10 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6
crucifican de la manera que se describe en este versículo, lo hacen con los ojos abiertos –
éstos, sí, saben lo que hacen, y para ellos no hay perdón. [20].
Sobre esto explica Simon J. Kistemaker, antes profesor de Biblia en el Colegio Dordt y
luego profesor de Nuevo Testamento en el Seminario Teológico Reformado y continuador de
la serie de Comentarios del Nuevo Testamento iniciada por William Hendriksen:
La conexión entre los versículos 3 y 4 no debe pasarse por alto. Las palabras si Dios lo
permite deben verse en relación con la frase es imposible. Desde luego, Jesús dijo con
respecto a la salvación que “con Dios todas las cosas son posibles” (Mateo 119:26;
Marcos 10:27; Lucas 18:27). El contexto aquí, sin embargo, difiere. Dios cambia el
corazón del hombre pecaminoso para hacerlo receptivo al evangelio. Pero Dios no
permite que el pecado voluntario quede sin castigo. Por tanto es imposible traer a esta
persona al arrepentimiento.
...
Familiarizado con las enseñanzas del Antiguo Testamento sobre este tema, el escritor de
Hebreos compara al hombre que pecó bajo la ley de Moisés con alguno que “ha
pisoteado al Hijo de Dios” e “insultado al Espíritu de gracia” (10:29). Plantea una
pregunta retórica: ¿No recibirá la persona que ha ofendido al Hijo de Dios y al Espíritu
Santo un castigo más severo que quien rechazó la ley de Moisés? La respuesta es: Por
supuesto.
Dios no permite que nadie desprecie deliberadamente a su Hijo, a su Palabra, y a su
Espíritu. Pecar deliberadamente contra Dios en plena conciencia y conocimiento de la
revelación divina de Dios constituye el pecado contra el Espíritu Santo (Mat. 12:39; Mar
3:29; Luc 12:10). A este pecado Dios no lo perdona. [21]
una segunda vez para que se arrepientan, es decir para otra vez hacer un hombre nuevo a
partir del viejo.
Esta clase de personas es comparada con tierra estéril que, a pesar de haber recibido
de Dios la lluvia que debió haberla hecho fructificar, sólo produjo de sí espinos y malas
hierbas y por tanto se encuentra bajo maldición, o como se dice en 10:27, “una horrenda
expectativa de juicio”. Este era un peligro real, aunque el autor expresa su confianza de que
sus lectores, advertidos, no habrían de caer en esta forma (10:9).
Notas
4. W.F. Moulton, The Epistle of Paul the Apostle to the Hebrews. En Charles John Ellicott,
Ed.: A Bible Commentary for Bible Students. London-Edinburgh: Marshall Brothers, sin
fecha [ca. 1890], 8:303.
5. Samuel Wakefield, A Complete System of Christian Theology, Or, a Concise,
Comprehensive, and Systematic View of the Evidences, Doctrines, Morals, and
Institutions of Christianity. Cincinnati: Walden & Stowe, 1869, p. 462.
6. Bruce, obra citada [nota 1], p. 121; negritas añadidas.
7. R. Jamieson, A.R. Fausset, D. Brown, Comentario exegético y explicativo de la Biblia.
Trad. J.C. Quarles, L.C. Quarles. 6ª Ed. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1979,
2: 627.
8. Moulton, lugar citado [nota 4].
9. Simon J. Kistemaker, Exposition of the Epistle to the Hebrews (New Testament
Commentary). Grand Rapids: Baker Book House, 1984, p. 159.
10. A.B. Rudd, La Epístola a los Hebreos. Terrassa: CLIE, 1986, p. 70; negritas añadidas.
11. Kistemaker, obra citada [nota 9], p. 160.
12. D.L. Hartmann, Hebrews: To be or not to be hypothetical.
13. Manfred T. Brauch, Hard Sayings of Paul. En Walter C. Kayser, Jr., Peter H. Davids, F.F.
Bruce, Manfred T. Brauch, Hard Sayings of the Bible. Downers Grove: InterVarsity
Press, 1996, p. 682-683.
14. Bruce, obra citada [nota 1], p. 122,123; negritas añadidas.
15. Wakefield, lugar citado [nota 5]; negritas añadidas.
16. Brauch, lugar citado [nota 13]. negritas añadidas.
17. Hartmann, lugar citado [nota 12].
18. Bruce, obra citada [nota 1], p. 124.
19. W. Bauder, Fall away. En Colin Brown (Ed.), obra citada [nota 3], 1: 610-611; negritas
añadidas.
20. Rudd, obra citada [nota 10], p. 71-72.
21. Kistemaker, obra citada [nota 9], p. 162.
22. Hartmann, lugar citado [nota 12]; negritas añadidas.
23. Bruce, obra citada [nota 1], p. 124.
24. Brauch, obra citada [nota 13]., p. 683; negritas añadidas.
Mendoza, Agosto de 2002 (revisado en noviembre de 2003, junio de 2012 y diciembre de 2016).