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La advertencia de Hebreos 6:4-6

Working Paper · December 2016


DOI: 10.13140/RG.2.2.33923.50722

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1 author:

Fernando Saravi
National University of Cuyo
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La advertencia de Hebreos 6:4-6
Fernando D. Saraví
Iglesia de los Libres
República del Perú 1472
Las Heras 5539 Mendoza
E-mail: fernando.saravi@hotmail.es

La carta a los Hebreos es única en el Nuevo Testamento por su extenso desarrollo y


fundamentación del sumo sacerdocio de Jesucristo. Es posible que esta extraordinaria
exposición, de valor perpetuo, tuviese como propósito fortalecer y afirmar en la fe a
cristianos procedentes del judaísmo y, en este sentido, cabe notar que cada sección de
desarrollo doctrinal culmina con severas advertencias contra la apostasía, que pueden hallarse
en 2:1-4, 3:7- 4:16, 5:11-6:20 y 10:19-39. Examinaremos en mayor detalle parte de una de
estas advertencias.

Hebreos 6:1-8 (Biblia de las Américas)


Por tanto, dejando las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia
la madurez, no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras
muertas y de la fe hacia Dios, de la enseñanza sobre lavamientos, de la
imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. Y esto
haremos, si Dios lo permite.
Porque en el caso de los que fueron una vez iluminados, que probaron del don
celestial y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, que gustaron la buena
palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, pero después cayeron, es
imposible renovarlos otra vez para arrepentimiento, puesto que de nuevo
crucifican para sí mismos al Hijo de Dios y lo exponen a la ignominia pública.
Porque la tierra que bebe la lluvia que con frecuencia cae sobre ella y produce
vegetación útil a aquellos a causa de los cuales es cultivada, recibe bendición de
Dios; pero si produce espinos y abrojos no vale nada, está próxima a ser
maldecida, y termina por ser quemada.

Ante todo, veamos a qué se refiere el “Por tanto” inicial. En 5:11-14 el autor expresa
que tiene mucho para decir pero sabe que a sus lectores, cristianos procedentes del judaísmo,
puede resultarles difícil de entender. Aunque ya debieran ser maestros, capaces de ingerir
2 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6

alimento sólido y no solamente leche, lamentablemente no es así. Lo interesante es que, en


lugar de decirles, como Pablo a los cristianos de Corinto, que por tanto los habría de
alimentar como a bebés (cf. 1 Corintios 3:2), continúa diciendo no “Pero” sino “Por tanto,
dejando las enseñanzas elementales...” Acerca de esto, Bruce observa:

¿Por qué “Por tanto”? Probablemente porque la particular condición de inmadurez de


ellos es tal que solamente una apreciación de lo que está implicado en el sumo sacerdocio
de Cristo la curará. Sus mentes necesitan ser ampliadas, y esto las ampliará como
ninguna otra cosa podría. Han permanecido inmaduros por demasiado tiempo; por tanto,
les dará algo calculado para sacarlos de su inmadurez. [1]

En otras palabras, no tendría sentido reiterar una vez más las “enseñanzas elementales
acerca de Cristo” que sus lectores conocían bien; no les aportaría nada nuevo ni promovería
su madurez. Estas “enseñanzas elementales” podían ser conocidas por ellos, como judíos, ya
desde el Antiguo Testamento, aunque desde luego adquieren un significado renovado y
distintivo a la luz de la venida de Cristo y la enseñanza apostólica:
1) El arrepentimiento de obras muertas y la fe hacia Dios. Ambas cosas van juntas. Las
obras de las que hay que arrepentirse son aquellas de las cuales debe limpiarse la
conciencia, como dice el autor en 9:14, aquellas cuyo fin es la muerte (Romanos 6:21).
La necesidad de arrepentimiento fue un aspecto básico de la proclamación de Juan el
Bautista (Mateo 3:2, etc). La importancia de la fe se destacaba en todo el Antiguo
Testamento (Génesis 15:6; Isaías 7:9; Habacuc 2:4) y fue, junto con el arrepentimiento,
parte del kerygma o proclamación del propio Señor y de sus Apóstoles (Marcos 1:15;
Hechos 20:21).
2) La enseñanza sobre lavamientos, la imposición de manos, la resurrección de los
muertos y del juicio eterno. Por “lavamientos” (plural; griego baptismos) pueden
entenderse los ritos de purificación con los cuales los judíos estaban familiarizados, como
también la promesa profética de Ezekiel 36:25, que culminan en el bautismo cristiano. La
imposición de manos (hebreo semijah) se practicaba en el Antiguo Testamento
(Deuteronomio 34:9; Levítico 1:4; 3:2, etc), y en la ordenación de ancianos y rabinos. En
el Nuevo Testamento, se vincula particularmente con la recepción del Espíritu Santo
(Hechos 8:17; 19:6; 1 Timoteo 4:14). La resurrección de los muertos estaba implícita,
según Jesús, en que Dios se había identificado como “Dios de Abraham, Isaac y Jacob”
(Marcos 12:26-27; cf. Éxodo 3:6), y se enseña también en Daniel 12:2 e Isaías 26:19. De
3 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6

igual manera el juicio final fue anunciado en Daniel 7 y en el Nuevo Testamento


aprendemos que el Juez es Jesucristo (Mateo 25:31; Juan 5:27; Hechos 17:31).

El autor estima que sus lectores conocen bien estas cosas, pues estaban familiarizados con sus
fundamentos antiguotestamentarios, y luego han recibido de la enseñanza apostólica su
significado pleno y definitivo. Empero persistía un grave problema:

Pero los “hebreos” estaban expuestos a un peligro sutil que no podía ser experimentado
por los convertidos del paganismo. Si un convertido del paganismo abandonaba el
cristianismo y se volvía al paganismo, había una clara ruptura entre la fe a la que había
renunciado y el paganismo al que retornaba. Pero era posible que los destinatarios de esta
carta, cediendo gradualmente a presiones de diferentes ámbitos, abandonar más y más las
características de la fe y práctica que eran distintivas del cristianismo, y aún así sentir que
no habían abandonado los principios básicos de arrepentimiento y fe, las realidades
denotadas por las abluciones religiosas y la imposición de manos, la expectativa de la
resurrección y el juicio de la era venidera. Continuar insistiendo en estas cosas, por tanto,
no les sería realmente de ayuda; sería mejor presionar en aquellas cosas que pertenecían a
la madurez espiritual, en la esperanza que la madurez viniese con las enseñanzas. “Y esto
haremos, si Dios lo permite”... [2].

A continuación el autor justifica su proceder: “Porque es imposible...” la renovación de


ciertas personas que cayeron. Los tales son descriptos como quienes:

1) Fueron una vez iluminados. La palabra “una vez” es en griego hapax. Aparece ocho
veces en esta carta, y tiene aquí el sentido de “una vez y para siempre” [3]. Hay quien
piensa que el autor se refiere al bautismo, pero tal opinión no está documentada antes del
siglo II, y es más probable que la referencia sea más amplia: la luz del Evangelio, o Cristo
mismo como la luz verdadera (Lucas 1:79; 2:32; Juan 1:4-9; 8:12; 12:46; Efesios 5:14).
Samuel Wakefield cita Efesios 1:18 y 2 Corintios 4:6 a los efectos de notar que esta
expresión se encuentra en los escritos de Pablo siempre referida a creyentes. Pero no
hace falta ir tan lejos. En la misma carta a los Hebreos el autor emplea el mismo término
griego para referirse inequívocamente a los creyentes en 10:32, “Pero recordad los días
pasados, cuando después de haber sido iluminados soportasteis una gran lucha de
padecimientos...”
4 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6

2) Probaron del don celestial. Aquí “probar” no es sinónimo de “tomar un poquito para ver
qué gusto tiene”, sino de “gustar” o experimentar.1 La palabra “probaron” es la misma
que se emplea es esta epístola acerca de Cristo en 2:9 (“probara la muerte por todos”); ver
también Mateo 16:28 y paralelos; Juan 8:52 y especialmente 1 Pedro 2:3: “Si es que
habéis gustado la benignidad del Señor.” Un comentarista observa:

Del claro paralelismo que existe entre estos versículos y [Hebreos] capítulo 2:3-5
podemos inferir que la «salvación» ofrecida en el evangelio (2:3) es lo que se entiende
por este «don». Es un don que pertenece al cielo (compare 1:14), otorgado por Él de
quien ha venido el «llamamiento celestial» (3:1; 2:10) [4].

Cabe comparar esta expresión con Juan 6, donde el Señor se describe a sí mismo como el
pan que bajó del cielo. El don celestial es un concepto amplio, que según observa
Kistemaker, puede incluir, además de Cristo mismo (Juan 4:10), el Espíritu Santo
(Hechos 2:38, etc) y otros dones relacionados con Jesucristo (Romanos 5:15, 17; 2
Corintios 9:15; Efesios 3:7; 4:7).
3) Fueron hechos partícipes del Espíritu Santo. La palabra traducida “partícipes” es
metojos, que fuera de Lucas 5:7 (“compañeros”) solamente aparece en Hebreos 1:9;
3:1,14; 6:4 y 12:8. En 1:9, que es una cita del Salmo 45:7, se traduce “compañeros”. Pero
en el resto de los pasajes el sentido es diferente. En 3:1 dice: “Por tanto, hermanos santos,
participantes del llamamiento celestial, considerad a Jesús, el Apóstol y Sumo
Sacerdote de nuestra fe.” En 3:14, “Porque somos hechos partícipes de Cristo, si es que
retenemos el principio de nuestra seguridad firme hasta el fin.” Y en 12:8, se refiere a la
disciplina que comparten todos los que Dios recibe por hijos: “Pero si estáis sin
disciplina, de la cual todos han sido hechos partícipes, entonces sois hijos ilegítimos y
no hijos (verdaderos).” Como muestran estos textos, el término metojos es característico

1
El verbo griego geuomai (“gustar”) aparece 15 veces en el Nuevo Testamento y se emplea tanto en
el sentido literal como en el sentido figurado de “experimentar”. En Mateo 27:34, Juan 2:9, Hechos
10:10, 20:11, 23:14 y Colosenses 2:21 se emplea en sentido literal, y en algunos casos, como en los
dos primeros pasajes citados, sí puede significar “probar” o “catar”. No ocurre otro tanto cuando se
emplea en sentido figurado. En Lucas 14:24, “ninguno (…) gustará mi cena” (Reina-Valera 1960)
implica la exclusión del Reino de Dios. En Mateo 16:28, Marcos 9:1, Lucas 9:27, Juan 8:52 y
Hebreos 2:9, “gustar la muerte” significa “morir”. En 1 Pedro 2:3, haber “gustado la benignidad del
Señor” alude al Salmo 34:8, “Gustad y ved que YHWH es bueno” (Biblia Textual), donde tiene el
sentido de discernir y experimentar. Es posible que el autor de Hebreos también tuviera el Salmo 34:8
en mente.
5 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6

del autor de Hebreos, que lo emplea regularmente con relación a genuinos creyentes (cf.
Romanos 8:9).

Ellos “fueron hechos partícipes del Espíritu Santo”, lo cual evidentemente significa, en el
lenguaje del Nuevo Testamento, recibir el Espíritu Santo en sus influencias santificadoras y
reconfortantes. “Arrepentíos y bautícese cada uno en el nombre de Cristo para la remisión de
pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.” Hechos 2:38. Y otra vez, “El amor de Dios es
derramado en nuestros corazones, por el Espíritu Santo que nos es dado.” Romanos 5:5. [5].

Es precario argüir que no se refiere aquí al Espíritu Santo personal, sino más bien a sus dones
u operaciones (...) Se ha cuestionado que sea posible cometer apostasía para uno que ha sido
en cualquier sentido real un participante del Espíritu Santo, pero nuestro autor no tiene
duda de que es posible en esta forma “insultar al Espíritu de gracia” (Cap. 10:29). [6].

4) Gustaron la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero. De nuevo se
emplea la palabra “gustar” o “probar” en el sentido de “experimentar.”2 Las personas que
se describen no eran meros allegados o visitantes ocasionales, sino que habían
experimentado las bondades de la Palabra de Dios de primera mano: “los creyentes
pueden gustar toda la palabra (caso acusativo) de Dios ya, es decir la buena palabra de
promesa de Dios. La promesa de Canaán a Israel en el Antiguo Testamento tipificaba «la
buena palabra de promesa de Dios» del reposo celestial (Cap. 4).” [7]. Sobre los “poderes
del siglo venidero” (dunameis te mellontos aiônos) dice Moulton [8]: “los «poderes»
recibidos de Dios por aquellos que creyeron (Cap. 2:4) no pertenecían a ningún estado
terrenal, sino que eran verdaderas anticipaciones de una futura era de gloria como el «don
celestial» era una anticipación de la «patria celestial».” Otro comentarista explica:

La continuación de gustar la Palabra de Dios es experimentar los poderes de la era por


venir. Primero, note que el autor usa la forma plural poderes. Esto es, son parte de los
“signos, maravillas y diversos milagros” que ha mencionado antes (2:4). Estos poderes
pertenecen a la era venidera, pero son evidentes ya en esta era (...) En principio somos
capaces de experimentar en la presente era los poderes que pertenecen a la era futura.
Cuando la era venidera amanezca, comprenderemos plenamente de los poderes
sobrenaturales que ahora se nos permite observar. [9]
6 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6

Esta descripción parece ser prima facie aplicable solamente a verdaderos creyentes, lo cual
crea un problema para quienes creen que la salvación no puede perderse.

El autor, en todo este párrafo, está exhortando a sus lectores a la perseverancia cristiana.
“Hasta el cabo” (11) es el blanco que les pone adelante... En estos versículos (4,5,6) les
dice que el no hacer esto significa la pérdida irreparable de los beneficios del
evangelio; que si ellos dan las espaldas a los altos privilegios que han gozado, rechazarán
una vez para siempre la posibilidad de su salvación.
Luego se nos presenta la pregunta: ¿Es posible que el hombre verdaderamente
convertido, se pierda? Es claro que el autor describe en los versículos 4 a 6 a personas
convertidas [10].

Si esta misma descripción no estuviese acompañada de la declaración de imposibilidad de


arrepentimiento, difícilmente nadie hubiese jamás puesto en duda de que el autor está
refiriéndose a creyentes que apostataron. Sin embargo, aquellos que creen que la salvación no
puede perderse han propuesto diversas soluciones alternativas.

1) Se trataría de profesantes que han mostrado algunas evidencias externas de


conversión, pero en realidad permanecen en incredulidad. Esta hipótesis es
extremadamente implausible, pues se trataría simplemente de inconversos, los cuales no
pueden “caer” de lo que nunca han tenido en primer lugar. Si se tratase de eso, su
problema no sería irreversible: deberían arrepentirse y creer.
2) Se trataría de verdaderos creyentes pero carnales, los cuales no perderían la
salvación sino sus recompensas. O, según una variante, creyentes que están en riesgo de
ser severamente disciplinados. Esta hipótesis es tan endeble como la anterior. Aquí no se
habla de caer en pecado, sino algo mucho más grave.
En este punto debe hacerse una distinción. El autor habla de apostatar, no de caer en
pecado. Por ejemplo, Judas [Iscariote] apostató de Jesús y nunca retornó a él; Pedro cayó
en pecado pero posteriormente pronto vio a Jesús resucitado. Los dos conceptos
(apostasía y tropiezo) nunca pueden ser confundidos. En 6:6, el autor se refiere a la
apostasía; tiene en mente la persona que deliberada y completamente abandona la fe
cristiana [11].
7 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6

3) Se trataría de una amenaza hipotética. Ya sea que el autor sabe que lo que dice no
puede ocurrir, pero espera que los destinatarios la perciban como una amenaza real, o
bien que tanto el autor como los destinatarios saben que se habla por vía de hipótesis. La
primera versión puede llamarse la hipótesis del espantapájaros: “pretende atemorizar a
creyentes vacilantes para asegurarse de que no cometan apostasía. Si un cristiano es
entonces informado de [que este es] un espantapájaros (6:4-6), entonces es iluminado
sobre este hecho y se torna en nada que pueda ser temido en absoluto” [12]. Brauch
escribe:

¿Es posible que el autor esté simplemente escribiendo acerca de una situación hipotética?
Si es así, hay dos formas posibles de entenderla. La primera es que tanto el autor como
sus lectores saben que esto no puede ocurrir, de modo que es hipotética para ambos. En
ese caso, uno se pregunta por qué el autor desperdició su tinta. Su propósito es
claramente exhortarlos a no retornar al judaísmo. Si sus advertencias son sólo
hipotéticas. ¿cómo evitarían que la gente apostatase? La segunda posibilidad es que el
autor sabe que esto es hipotético, pero cree que sus lectores la tomarán seriamente. En
este caso serviría como advertencia, pero sería engañosa. ¿Es probable que el autor de
Hebreos defienda la verdad con engaño? ¿Atemorizaría a sus lectores con una situación
que sabe que nunca podría ocurrir? [13].

A lo anterior puede añadirse la siguiente explicación de F.F. Bruce:

Las Escrituras contienen suficiente aliento para el más débil creyente, pero están llenas
de solemnes advertencias para que aquellos que piensan estar firmes se guarden, no sea
que caigan. Pues es posible que personas que pueden ser descritas en el lenguaje de
los versículos 4 y 5 “caer” irrecuperablemente... y los escritores bíblicos (sin
exceptuar al escritor de Hebreos) no son dados a erigir espantapájaros. La advertencia de
este pasaje era una advertencia real contra un peligro real, un peligro que está aún
presente en tanto “un corazón malo de incredulidad” pueda resultar en “caer del Dios
viviente” (3:12). [14].

Samuel Wakefield subrayó que este pasaje debe evidentemente entenderse como una
afirmación y no como una mera hipótesis:
8 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6

Pero se dirá que el apóstol solamente hace una suposición, “si cayeran”. Contestamos: El
apóstol no hace ninguna suposición en absoluto; pues no hay un “si” en el original. Sus
palabras son «y habiendo caído». Tenemos, por tanto, en este pasaje una prueba casi tan
clara como el lenguaje puede darla, de que aquellos que fueron hechos los sujetos de la
gracia en la conversión y santificación pueden de todos modos caer en modo tal como
para perecer eternamente.[15]

De la descripción de quienes aquí se habla, se ha observado: “Estas son personas con una
experiencia cristiana plena, en modo alguno defectuosa. De hecho, es una de las
descripciones más claras de la iniciación cristiana en el Nuevo Testamento” [16]. Y
Hartman concuerda: “Estos son verdaderos, reales, poseedores y genuinos cristianos al 100%.
Cayeron evidentemente de la gracia salvadora de Dios. Esta no es una mera pérdida de
recompensas o piedad personal. Esta caída no fue causada por alguna debilidad de la carne o
un asunto adúltero. Este pecado fue el rechazo de Cristo y de todo lo que fue logrado en la
cruz del Calvario.” [17]

Precisamente por esto es que el autor describe la situación de estas personas como
irreversible. Una de las objeciones que, a falta de una mejor defensa, los calvinistas suelen
hacer a esta interpretación, es que “probaría demasiado”, a saber, que si alguien peca pierde
la salvación y no puede recuperarla en modo alguno. Esta crítica ignora obviamente la
diferencia antes señalada entre pecar (o caer en pecado) y apostatar (o caer de la fe). Como
indica Bruce:

Pero el mismo escritor de Hebreos distingue (como lo hacía la ley del Antiguo
Testamento) entre pecado por inadvertencia y pecado voluntario, y el contexto muestra
aquí que el pecado voluntario que tiene en mente es la apostasía deliberada. La gente
que comete este pecado, dice, no puede ser traída de vuelta al arrepentimiento; al
renunciar a Cristo se ha puesto a sí misma en la posición de aquellos que, rehusando
deliberadamente su afirmación de ser el Hijo de Dios, lo crucificaron y expusieron a la
vergüenza pública. Aquellos que repudian la salvación procurada por Cristo no hallarán
ninguna en ninguna otra parte.[18].

El “imposible” (adunaton) que en el griego comienza la frase, y es por tanto enfático,


indica la extrema gravedad de la caída de la que aquí se habla. Lo que les ha ocurrido a estas
personas se describe como parapiptô, en griego literalmente “caer a un costado” o
9 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6

extraviarse. Si bien solamente se emplea aquí en el Nuevo Testamento, es claro su significado


en el contexto, al igual que el verbo más común piptô (en griego “caer”):

El sentido figurado característico del N[uevo] T[estamento], perder la salvación, se


encuentra en los Evangelios, Pablo, Hebreos y Apocalipsis (...) «Caer de la gracia» es
una expresión emergente del concepto de la gracia como la nueva esfera de vida dada al
cristiano, a la cual el creyente ha «obtenido entrada» (cf. Rom. 5:2). Aquellos que se
apartan de ella niegan la misericordia incondicional de Dios, la obra redentora de Cristo
(Gál. 5:4). Lo que los cristianos deben hacer es permanecer en este estado de gracia, y no
caer presa de cualquier falsa enseñanza (2 Ped 3:17)... En Heb. 4:11 la caída es el
resultado de la desobediencia, y significa apostasía (cf. 3:17 para piptô en el sentido de
morir bajo el juicio divino). Según 10:31, el apóstata encara un terrible futuro.[19]

En pocas palabras, la caída de la que aquí se habla es equivalente en sus efectos al pecado
imperdonable del que advirtió Jesús (Mateo 12:31-32 y paralelos), y posiblemente al
«pecado de muerte» por el que Juan no dice que haya que pedir (1 Juan 5:16).

El siguiente párrafo resume adecuadamente la enseñanza central de esta solemne advertencia:

Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados ... sean otra vez renovados
para arrepentimiento; la solemne imposibilidad aquí afirmada es patente si nos fijamos
en los cinco beneficios enumerados en estos versículos – beneficios recibidos por los
aludidos en este parrafito. Iluminados; bajo la predicación del evangelio, fueron abiertos
sus ojos espirituales y recibieron una visión espiritual. Gustaron del don celestial;
experimentaron la bendición de la salvación por Cristo, que es el “don de Dios”(Juan
4:10). Y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo; sólo los cristianos gozaban de este
alto privilegio, Gustaron la buena palabra de Dios; experimentaron cuán preciosa y cuán
poderosa es esta palabra. Y las virtudes (mejor, los poderes) del siglo venidero; este siglo
venidero fue probablemente el siglo mesiánico introducido por Cristo, que estuvo repleto
de milagros, dones del Espíritu, etc. Y recayeron; no en los pecados, sino en la apostasía,
rechazando por completo todo lo que el cristianismo ofrece al hombre. Sean otra vez
renovados para arrepentimiento; por haber ellos negado la eficacia de todos los medios
de gracia, y la del evangelio mismo. La gravedad de este paso se expresa de la manera
siguiente: Crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios, etc.; en 10:29 tenemos
más o menos la misma idea, expresada en términos más fuertes aun. Cristo oró en la cruz
por los que lo crucificaron, “porque,” dice Él, “no saben lo que hacen”; pero los que lo
10 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6

crucifican de la manera que se describe en este versículo, lo hacen con los ojos abiertos –
éstos, sí, saben lo que hacen, y para ellos no hay perdón. [20].

Sobre esto explica Simon J. Kistemaker, antes profesor de Biblia en el Colegio Dordt y
luego profesor de Nuevo Testamento en el Seminario Teológico Reformado y continuador de
la serie de Comentarios del Nuevo Testamento iniciada por William Hendriksen:

La conexión entre los versículos 3 y 4 no debe pasarse por alto. Las palabras si Dios lo
permite deben verse en relación con la frase es imposible. Desde luego, Jesús dijo con
respecto a la salvación que “con Dios todas las cosas son posibles” (Mateo 119:26;
Marcos 10:27; Lucas 18:27). El contexto aquí, sin embargo, difiere. Dios cambia el
corazón del hombre pecaminoso para hacerlo receptivo al evangelio. Pero Dios no
permite que el pecado voluntario quede sin castigo. Por tanto es imposible traer a esta
persona al arrepentimiento.
...
Familiarizado con las enseñanzas del Antiguo Testamento sobre este tema, el escritor de
Hebreos compara al hombre que pecó bajo la ley de Moisés con alguno que “ha
pisoteado al Hijo de Dios” e “insultado al Espíritu de gracia” (10:29). Plantea una
pregunta retórica: ¿No recibirá la persona que ha ofendido al Hijo de Dios y al Espíritu
Santo un castigo más severo que quien rechazó la ley de Moisés? La respuesta es: Por
supuesto.
Dios no permite que nadie desprecie deliberadamente a su Hijo, a su Palabra, y a su
Espíritu. Pecar deliberadamente contra Dios en plena conciencia y conocimiento de la
revelación divina de Dios constituye el pecado contra el Espíritu Santo (Mat. 12:39; Mar
3:29; Luc 12:10). A este pecado Dios no lo perdona. [21]

Habiendo rechazado en forma definitiva el único Nombre en el cual hay salvación


(Hechos 4:12) y la obra del Espíritu Santo (Juan 16:8-11; 1 Juan 2:24-29) no queda otro
sacrificio por el pecado, no queda otra posibilidad de regeneración, no queda otro camino
hacia Dios. Es como si para su propia desgracia hubiesen vuelto a crucificar a Jesucristo,
asintiendo su muerte como un blasfemo y no como el Hijo de Dios. Como observa Hartman:
“El rechazo de Cristo por estos apóstatas equivale a volverlo a crucificar tan ciertamente
como lo hicieron la primera vez los judíos. No puedes rechazar la obra de salvación de
Cristo y heredar la vida eterna con Él.” [22]. Es por eso que resulta imposible renovarlos
11 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6

una segunda vez para que se arrepientan, es decir para otra vez hacer un hombre nuevo a
partir del viejo.

Dios se ha comprometido a perdonar a todos los que verdaderamente se arrepienten, pero


la Escritura y la experiencia sugieren por igual que es posible para los seres humanos
llegar a un estado del corazón y de la vida donde ya no pueden arrepentirse. [23].

Esta clase de personas es comparada con tierra estéril que, a pesar de haber recibido
de Dios la lluvia que debió haberla hecho fructificar, sólo produjo de sí espinos y malas
hierbas y por tanto se encuentra bajo maldición, o como se dice en 10:27, “una horrenda
expectativa de juicio”. Este era un peligro real, aunque el autor expresa su confianza de que
sus lectores, advertidos, no habrían de caer en esta forma (10:9).

Al escribir así, el autor acierta en el equilibrio hallado en todo el Nuevo Testamento.


Los autores del Nuevo Testamento escriben a partir de una experiencia de la gracia de
Cristo y una firme convicción de que ellos están en camino a una mayor herencia en el
cielo. Al mismo tiempo, escriben con una preocupación de que ellos o sus lectores
pudiesen apostatar y así perder lo que ya tienen.[24]

En otras palabras, los creyentes pueden estar perfectamente seguros en Cristo, y de


hecho son exhortados continuamente para que persistan así, para que perseveren y prosperen
en el Camino. Sin embargo, pocas cosas hay más peligrosas para un creyente que creerse
inmune a la apostasía. Hebreos 6:4-6 es una de esas solemnes advertencias de las nefastas
consecuencias de repudiar la gracia de Dios.

Notas

1. F.F. Bruce, Commentary on the Epistle to the Hebrews. London-Edinburgh: Marshall,


Morgan & Scott, 1964, p. 111.
2. Ibid., p. 117-118.
3. K.-H. Bartels, One, once, only. En Colin Brown, Ed., New International Dictionary of
New Testament Theology. Grand Rapids: Zondervan, 1975-1978; 2:717.
12 Fernando D. Saraví
Sobre Hebreos 6:4-6

4. W.F. Moulton, The Epistle of Paul the Apostle to the Hebrews. En Charles John Ellicott,
Ed.: A Bible Commentary for Bible Students. London-Edinburgh: Marshall Brothers, sin
fecha [ca. 1890], 8:303.
5. Samuel Wakefield, A Complete System of Christian Theology, Or, a Concise,
Comprehensive, and Systematic View of the Evidences, Doctrines, Morals, and
Institutions of Christianity. Cincinnati: Walden & Stowe, 1869, p. 462.
6. Bruce, obra citada [nota 1], p. 121; negritas añadidas.
7. R. Jamieson, A.R. Fausset, D. Brown, Comentario exegético y explicativo de la Biblia.
Trad. J.C. Quarles, L.C. Quarles. 6ª Ed. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1979,
2: 627.
8. Moulton, lugar citado [nota 4].
9. Simon J. Kistemaker, Exposition of the Epistle to the Hebrews (New Testament
Commentary). Grand Rapids: Baker Book House, 1984, p. 159.
10. A.B. Rudd, La Epístola a los Hebreos. Terrassa: CLIE, 1986, p. 70; negritas añadidas.
11. Kistemaker, obra citada [nota 9], p. 160.
12. D.L. Hartmann, Hebrews: To be or not to be hypothetical.
13. Manfred T. Brauch, Hard Sayings of Paul. En Walter C. Kayser, Jr., Peter H. Davids, F.F.
Bruce, Manfred T. Brauch, Hard Sayings of the Bible. Downers Grove: InterVarsity
Press, 1996, p. 682-683.
14. Bruce, obra citada [nota 1], p. 122,123; negritas añadidas.
15. Wakefield, lugar citado [nota 5]; negritas añadidas.
16. Brauch, lugar citado [nota 13]. negritas añadidas.
17. Hartmann, lugar citado [nota 12].
18. Bruce, obra citada [nota 1], p. 124.
19. W. Bauder, Fall away. En Colin Brown (Ed.), obra citada [nota 3], 1: 610-611; negritas
añadidas.
20. Rudd, obra citada [nota 10], p. 71-72.
21. Kistemaker, obra citada [nota 9], p. 162.
22. Hartmann, lugar citado [nota 12]; negritas añadidas.
23. Bruce, obra citada [nota 1], p. 124.
24. Brauch, obra citada [nota 13]., p. 683; negritas añadidas.

Mendoza, Agosto de 2002 (revisado en noviembre de 2003, junio de 2012 y diciembre de 2016).

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