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Administración de justicia y formación de ciudadanía en el

Estado Soberano de Bolívar (1863-1886) |1

ADMINISTRACION DE JUSTICIA Y FORMACION DE CIUDADANIA EN EL


ESTADO SOBERANO DE BOLIVAR (1863 -1886)

LUIS EDGARDO LUNA GONZALEZ

TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR AL TITULO DE:


HISTORIADOR

JOSÉ WILSON MÁRQUEZ ESTRADA


ASESOR

UNIVERSIDAD DE CARTAGENA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
PROGRAMA DE HISTORIA
CARTAGENA DE INDIAS D.T. Y C.
2010
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
Estado Soberano de Bolívar (1863-1886) |2

ADMINISTRACION DE JUSTICIA Y FORMACION DE CIUDADANIA EN EL


ESTADO SOBERANO DE BOLIVAR (1863 - 1886)

LUIS EDGARDO LUNA GONZALEZ

TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR AL TITULO DE:


HISTORIADOR

UNIVERSIDAD DE CARTAGENA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
PROGRAMA DE HISTORIA
CARTAGENA DE INDIAS, D.T. Y C.
2010
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
Estado Soberano de Bolívar (1863-1886) |3

AGRADECIMIENTOS

Para la elaboración de esta monografía conté con la ayuda de los profesores del
Programa de Historia de la Universidad de Cartagena, sin la cual hubiera sido
difícil su elaboración y por eso a ellos van dirigidos mis agradecimientos.

Igualmente a mis asesores quienes apoyaron día a día el proceso de


investigación, redacción y presentación.

A las directivas de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad de


Cartagena por poner a disposición el material humano más idóneo en la atención
de las dificultades.

Por último doy mis agradecimientos a familiares y amigos quienes


incondicionalmente me ofrecieron su colaboración.
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Este trabajo está dedicado a todos los que creen en

la investigación como camino para derrotar la ignorancia;

a la ciudad interna que no nos pone límites; al poder de la

palabra; a los que todos los días son salvados

por ella; a mis padres; a los j


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CONTENIDO
Pág.
INTRODUCCIÓN 8
CAPITULO I: JUSTICIA Y CONSTITUCIONALISMO LIBERAL: UN ORDEN 16
UNA LEY

1. EL PROBLEMA DE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA Y LA 16


CIUDADANÍA EN EL CONTEXTO DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA
NACIÓN LIBERAL

1.1. Estado y organización legal 20


1.2. Ciudadanía: concepto polisémico 26
2. UNA TEORÍA DE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA: ACCIÓN 29
JUDICIAL EN EL ESTADO SOBERANO DE BOLÍVAR

2.1. La Constitución del 63 32


CAPITULO II: ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA EN EL ESTADO 42
SOBERANO DE BOLÍVAR: UNA CRITICA DESDE LO HISTORICO
LEGAL

1. LA UTOPÍA RADICAL Y SUS PARADIGMAS 42


1.1. Intelectuales y formación jurídica liberal 56

1.2. Aproximación al concepto de ciudadanía en el Estado Soberano 61


de Bolívar.

3. CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA DE JUSTICIA EN EL ESTADO 70


SOBERANO DE BOLÍVAR.
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2.1. Ejercicio del poder judicial en el Estado Soberano de Bolívar 70


2.1.1. Asamblea legislativa 71
2.1.2. Tribunal superior de justicia 71
2.1.2.1. Atribuciones del tribunal superior de justicia 73
2.1.3. Jueces de provincia 76
2.1.4. Jueces de distrito 80
2.1.5. El Jurado de revisión 83
2.1.6. Jurado de provincia 84
2.1.6.1. Desarrollo del Jurado provincial de calificación 86
2.1.6.2. Censura del tribunal por los veredictos del jurado provincial de 88
acusación

2.1.6.3. Censura del tribunal cuando se trataba del jurado de 89


calificación

2.1.7. Árbitros como administradores de justicia 90


2.2. Normatividad civil y del procedimiento civil 90
2.3. Normatividad penal 94
2.4. Normatividad procedimental 102
2.5. Resocialización del delincuente 105
3. CRITICA AL SISTEMA JUDICIAL CENTRO DEL FEDERALISMO 110
3.1. Los Jurados 112
CONCLUSIONES 135
BIBLIOGRAFIA 140
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INTRODUCCION

Para entender correctamente el exacerbado clima político de la segunda mitad del


siglo XIX colombiano, y el sustento ideológico de las reformas macro - estatales a
las que se vio sometido el país, incluyendo las de la administración de justicia, es
indispensable contrastar las premisas básicas del liberalismo radical de la época,
agazapado en medio de las tensiones políticas más intensas, con las expresiones
de una legislación que era llamada urgentemente a salvaguardar la justicia, la paz,
y la integridad del territorio y de la población1.

En un acuerdo firmado el 20 de septiembre de 1861 entre las antiguas Provincias


de la Confederación Granadina, una asamblea de delegatarios sustituyó el pacto
anterior y la Constitución de 1858, tras una cruenta guerra que dejo más de seis
mil muertos.

En los meses siguientes, el general Tomás Cipriano de Mosquera, artífice y


promotor de esta revuelta, quedó como dueño absoluto del poder en los Estados
Unidos de Colombia - nombre con que se designo la República hasta la
promulgación de la Constitución de 1886 - conformada por los Estados de
Antioquia, Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Santander, Panamá, Boyacá
Tolima y Bolívar, y regida por una Constitución de corte esencialmente liberal, sin
antecedentes en la historia de la Nación2.

En el campo intelectual, el clima no era menos tenso. Cabe recordar que desde
muy temprano del siglo XIX, Inglaterra y Francia se consolidaron como potencias
económicas, y el agregado de la exportación de las ideas en Colombia se

1
AGUILERA PEÑA, Mario. “La Administración de justicia en el siglo XIX”. En: Revista Credencial
Historia. Edición 136, abril de 2001.pp. 8-11
2
RODRIGUEZ, Gustavo Humberto. Ezequiel Rojas y la primera república liberal. Bogotá:
Universidad Externado de Colombia, 1984. 331 p.
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expresaba bastante bien con su influencia en el campo de la filosofía política3. En


el campo práctico, esto se traducía en una atomización de las líneas de
pensamiento que en las peores circunstancias terminaban siendo defendidas en
el cambo de batalla.

El pensamiento político se esforzaba por teorizar sobre la organización de los


estados, y el logro de por lo menos cinco objetivos: la justicia social, el progreso
material, la defensa del Estado frente a agresiones externas, el bienestar general,
y el progreso intelectual.

Luego de la independencia de Colombia, los cuestionamientos sobre cómo


organizar el Estado, se movieron principalmente entre los que promovían el
federalismo y los que se oponían y encontraban en el centralismo el ideal de
Estado, o entre los que defendían el liberalismo económico y los que hacían lo
propio con el proteccionismo.

Ambas cuestiones aunque antagónicas, se acercaban en un punto determinante:


la necesidad de traspasar el viejo sistema colonial que España había impuesto en
estas tierras por más de tres siglos.

Era indispensable entonces, reforzar el sentimiento anticolonial con la propagación


de ideas que sobre todo insistieran en la destrucción de los antiguos valores
coloniales, despreciados por dogmáticos y retardatarios. Este discurso fue
impulsado por un grueso grupo de intelectuales, dentro del ala más reformista de
una nueva generación de políticos y escritores4.

El pluralismo ideológico expresaba, por un lado, el marcado tráfico intelectual,


manifestado en la filtración de obras de teóricos franceses e ingleses, y por el

3
MARTINEZ, Fréderic. El nacionalismo cosmopolita. La referencia europea en la construcción
nacional en Colombia, 1845- 1900. Bogotá: Banco de la República/Instituto francés de estudios
andinos, 2001. 580p.
4
JARAMILLO URIBE, Jaime. “Tres etapas de la historia intelectual de Colombia”. En: La
personalidad histórica de Colombia y otros ensayos. Bogotá: El Ancora editores, 1994. 271 p.
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otro, el renovado interés por los asuntos de la administración estatal. En el fondo


se pensaba como natural extrapolar ciertas instituciones foráneas bajo el
entendido de una supuesta coincidencia de los patrones que funcionaban como
causa del desorden social.

Se entendía la sociedad como un ente altamente maleable, al cual podía


imponerse un sinnúmero de “armados” funcionales de carácter teórico, con la
supuesta ventaja de ser estructuras probadas y funcionales en otras fronteras.

Sin embargo , y aunque resultaban pertinentes ciertas reformas, la cautela con


que los intelectuales de la época miraban los avances de los legisladores en
materia de la estructuración de los poderes públicos y la consolidación del sistema
democrático liberal, era sintomático de lo que en el fondo subyacía : de cierta
manera todo se reducía a una marcada ineficacia de los gobiernos post
independentistas de remarcar en términos ideológicos el tránsito hacia el
republicanismo , con lo que quedaba demostrado el surgimiento de una sociedad
cuyos valores sociales tenían sus raíces en la sociedad colonial, con lo cual era de
esperarse una transición lenta y problemática.

Así lo entendía José María Samper y su hermano Miguel, cuando continuamente


se referían al estado de miseria del país; miseria que entre otras cosas funcionaba
como adjetivo moral. La miseria también debía estar en los corazones y los
cerebros de los colombianos decimonónicos porque como en el caso de José
María, sentían que, por ejemplo, la opción de elegir con el voto ciudadano a los
funcionarios públicos, simplemente no era viable.

El mayor de los Samper, quien en sus más famosas obras había pregonado el
carácter insoslayable de la elección popular, negaba los artículos que sobre este
tópico consignaba la constitución centro federal del año 58. Su creencia en el
derecho natural como base del derecho positivo lo puso tantas veces en la
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posición de creer en la libertad individual, que resulta llamativo el hecho de que


años después, pensara que esta era mejor restringirla, bajo el entendido de que
la tradición española había moldeado trágicamente la sensibilidad americana de
tal forma, que unos años de contacto de sus clases cultas con el pensamiento
liberal no la habían destruido en la “masa”5.

En cualquier caso, la ideología extranjera aparecía como detonante de ciertas


prácticas que soportaban las reformas liberales. Se suele asociar, por ejemplo, las
corrientes llamadas en forma genérica romanticismo, socialismo utópico etc. con el
espíritu de las reformas liberales.

El Romanticismo, insistía sobre las posibilidades del desarrollo del individuo


cuando se le dejaba expresar su fondo humano más personal en un contexto de
libertad y respeto. Víctor Hugo, por ejemplo, desde su corta estancia como
legislador de la Asamblea Francesa en 1872, recordaba constantemente al público
como el hombre era en potencia una fuente de desarrollo. El ordenamiento de la
sociedad tenía que estar dirigido al desarrollo de esas potencialidades en el
marco del respeto de los derechos individuales.

El desarrollo de una economía sostenida, equilibrada , y un sistema de justicia


adecuado, decían los socialistas utópicos, Proudhon entre otros, eliminaría la
pobreza del mundo para lo cual era necesario la eliminación de los sistemas
clasistas y el empuje empresarial como llegó a sostenerlo Miguel Samper 6.

Sin desconocer este sustento teórico, sería ingenuo pensar en ellas como la
fuerza que dio vida por ejemplo a la Constitución federal del 63. Debemos más
bien entender dichas reformas como un elemento adicional que permitió sustentar

5
SAMPER, José María. Ensayo sobre las revoluciones políticas y la condición social de las
Repúblicas colombianas. Bogotá: Editorial Centro, 1945. 335 p.
6
SAMPER, Miguel. Selección de escritos. Bogotá: Instituto colombiano de cultura, 1977. 340 p.
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las prácticas liberales en un contexto en que eran indispensables ciertas reformas


como la del sistema de justicia, que en definitiva, posibilitaran el hecho de que la
República, como ente jurídico, económico y social, fuera viable.

En efecto, podemos afirmar en el caso específico de la administración de justicia,


tema central de esta investigación, que antes de 1863 las instituciones judiciales
mantenían vigente un sistema caracterizado por la falta de codificación adecuada,
exceso normativo, dispersión y un conjunto de penas y castigos heredados de la
colonia y del viejo sistema inquisitivo, con sus correspondientes características :
imposición de la pena capital , penas infamantes, castigos públicos, falta de
independencia respecto a la rama ejecutiva, y en general un desconocimiento de
la importancia que tenia aquella para el establecimiento de la paz , la formación de
ciudadanía y el respeto a los derechos civiles 7.

La transformación del sistema judicial hacia uno más “civilizado”, contenía implícito
el cuestionamiento a su eficiencia. En efecto, un grueso número de intelectuales
benthamistas como Ezequiel Rojas, hacían eco de las palabras del inglés y
reforzaban la idea de un complejo normativo sin disposiciones excesivas; reglas
jurídicas claras y sencillas.
En toda esta transformación, el sistema de juzgamiento por jurados aparecía como
una conquista del liberalismo. En el mismo sentido se avanzaba con la abolición
de la pena capital y, por supuesto, con la protección más flagrante y
manifiestamente reglada de la protección a la propiedad privada y de los
procedimientos judiciales para asegurarla. Lo anterior permitía la imposición del
capitalismo y la libre empresa, ahora debidamente protegidos en materia jurídica
los intereses de los propietarios, a los que el sistema les aseguraba certeza en las
reglas de juego.

7
MAYORGA GARCÍA, Fernando. “La administración de justicia en el periodo colonial”. En: Revista
Credencial Historia. Edición 136, abril de 2001, pp.3-7.
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Dentro de este contexto de transformación judicial, producto de la imposición del


radicalismo liberal, y al que el Estado Soberano de Bolívar debió someterse por
mandato de la Constitución Federal de 1863, podemos hablar siguiendo a
Lawrence Friedman, de una incipiente “ cultura jurídica, entendiendo por tal dentro
del ámbito de la sociología jurídica, el conjunto de creencias, opiniones y
expectativas que se tienen con relación al derecho y de forma más concreta, la
construcción del derecho a partir de las representaciones individuales8 .

Todo esto nos hace pensar en la administración de justicia como un espacio de


ejercicio de la ciudadanía, o sea una “esfera pública” al decir de Habermas9.

En Latinoamérica no se puede pensar que este fue un proceso homogéneo o


generalizado. Las instancia creadas desde la sociedad civil por personas privadas
que reunidas formaran un público con el propósito de entablar dialogo y debate
con el Estado – con instituciones como el poder judicial - fue un proceso de
construcción lenta, que historiadores como la brasileña Hilda Sábato identifican
como más o menos desarrollado en ciudades grandes, en plena modernización,
sobre todo a mediados del siglo XIX10.

En su relación con la administración de justicia y la cultura jurídica, que le es


inherente, el ciudadano “ejerce” ciudadanía en el sentido de ser esta una
representación social. Hacer este contraste tiene sentido entendiéndolo
únicamente como mero recurso explicativo, ya que los espacios ciudadanía y
cultura jurídica son de difícil diferenciación.

Debe quedar claro que aquí el concepto ciudadanía, a pesar de sus múltiples
enfoques, debe entenderse en la “perspectiva de los derechos”, como lo

8
FRIEDMAN, Lawrence M. The legal system: A social science perspective. New York: Russell
Sage Foundation, 1975.Vii- 338 p.
9
HABERMAS, Jurgen. Historia crítica de la opinión pública: la transformación estructural de la vida
pública. México: Editorial Gustavo Gili, 1997. 352 p.
10
SABATO,Hilda. Citizenship,political participation and the formation of the public sphere in Buenos
Aires, 1850s-1880s, Past and Present, agosto de 1992, núm.136, p.151.
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desarrolla Hannah Arendt , es decir, no como derecho a aquella sino como


espacio del ejercicio de los derechos y deberes que la Constitución política
consagra. En otras palabras, como el derecho a tener derechos, porque la
igualdad del individuo en dignidad no ha sido dada , sino producto de la
construcción de la convivencia colectiva con acceso al espacio público, como lo
recuerda Lafer Celso citando a Arendt11.

Así pues, la Administración de justicia aparece como esfera pública del individuo-
ciudadano; esfera donde se verifican los derechos fundamentales compartidos
con sus iguales jurídicos.

Cómo esta esfera pública de lo jurídico contribuyó al afianzamiento y


fortalecimiento del ejercicio de ciudadanía en el contexto de las reformas liberales
del medio siglo XIX colombiano será el objetivo central de esta investigación, con
lo cual verificaremos si esta rama del poder del Estado, coadyuvó en la
conformación efectiva de aquella.

El primer capítulo abordara un copioso análisis sobre los conceptos de ciudadanía,


justicia, y como se relacionan con la imposición del liberalismo de corte radical. El
segundo capítulo tratará sobre la estructuración concreta del sistema de justicia en
el Estado Soberano de Bolívar y su articulación con otras instituciones para la
redefinición del concepto de ciudadanía para lo cual se utilizó fuente primaria
básicamente encontrada en el Archivo Histórico de Cartagena (A.H.C). Así mismo
rescataremos la importancia de la figura de los Jurados de juzgamiento para el
ejercicio de la participación en la esfera pública.

Esta monografía no dará una respuesta absoluta a este cuestionamiento. Tanto la


hipótesis de que el sistema judicial y la administración de justicia del Estado
Soberano de Bolívar contribuyeron a la consolidación ciudadana, o la contraria de
que solo la habrían obstruido y mermado, son muy sencillas para interpretar la

11
CELSO, Lafer. La reconstrucción de los derechos humanos: un dialogo con el pensamiento de
Hannah Arendt. México: Fondo de Cultura económica, 1994. 388 p.
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complejidad del asunto. Sin embargo, se han expuesto innumerables


reconstrucciones históricas del aparato judicial que harán posible una buena
aproximación y permitirán unas conclusiones adecuadas.

En definitiva, al insistir en este trabajo, en un antes y después de 1863 con


respecto a la formación de ciudadana en el ámbito de la cultura jurídica, no se
intenta decir que antes esta relación fuera nula, sino que se acepta que a partir
de 1863 en el contexto de una constitución liberal, la forma de vivir la cultura
jurídica cambió en el contexto de las reformas liberales, y por tanto la relación con
la ciudadanía, ahora ampliada con la explícita consagración de ciertos derechos,
también cambió.
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CAPITULO I

JUSTICIA Y CONSTITUCIONALISMO LIBERAL: UN ORDEN, UNA LEY

1. EL PROBLEMA DE LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA Y LA


CIUDADANÍA EN EL CONTEXTO DE LA CONSTRUCCION DE LA
NACIÓN LIBERAL

El liberalismo radical como corriente ideológica, política y de administración


pública, consistió tanto en la reorganización del respectivo esquema de los
poderes nacionales, ahora en punto de descentralización, como en un amplio
discurso simbólico de hondas repercusiones como lo afirma Jaime Jaramillo
Uribe12.
En este estado de cosas, los legisladores forzaban el cambio social acudiendo a la
inveterada costumbre del cambio constitucional como tantas otras veces se había
practicado.

Lo que se planteaba continuamente era una reorganización de los poderes


políticos locales, siempre en disputa – en desafío, dirían otros –contra la ya
insostenible fuerza centrípeta que ejerciera Bogotá y más allá de eso, contra la
persistencia de caudillos militares amenazando con sus consabidas prácticas
totalitaristas, y a los que el ala radical del liberalismo confiaba en debilitar, al decir
de la historiadora Myriam Jimeno Santoyo13.
Pocos años atrás, la Confederación Granadina parecía haber conjurado algunos
de estos miedos, pero el punto de quiebre de la débil Nación se sentía próximo,
como una maldición en extremo pertinaz.
12
JARAMILLO URIBE, Jaime. El pensamiento colombiano en el siglo XIX. Bogotá: Universidad de
los Andes y otros, 2002. 368 p.
13
JIMENO SANTOYO, Myriam. “Los límites de la libertad ideológica, política y violencia en los
radicales”. En: SIERRA MEJÍA, Rubén. El radicalismo colombiano del siglo XIX. Bogotá:
Universidad Nacional de Colombia. 2006, pp.167-191.
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Luego de trescientos años de dominio colonial español, y de unas prácticas


republicanas que aparecían como extrañas a la organización social, el radicalismo
liberal del medio siglo colombiano parecía llenar las expectativas de un círculo de
población ávido de encontrar respuestas a las nuevas condiciones del mundo
occidental.

Las nuevas realidades que planteaban el capitalismo y las democracias impuestas


en Estados Unidos, Inglaterra y Francia, ofrecían un modelo de civilidad que
anticipaba desarrollo social y de lo que se trataba en el caso colombiano, era
continuar el proceso de construcción de la Nación con base a un nuevo paradigma
de organización social, en el que el tema de la administración de justicia fue por
décadas centro de los más encendidos debates14.

Y es que el concepto de Nación que se estaba construyendo tenía que ir más allá
de las consideraciones que la veían simplificadamente como el conjunto de los
habitantes del país, regidos por el gobierno del poder central; incluso retaba la
concepción en la que se la asumía como el conjunto de los individuos
15
compartiendo un mismo origen, un mismo idioma y una tradición común .
Quedaba entonces por preguntar:

¿Cómo conciliar la diversidad de orígenes de los colombianos, la segmentación


racial, política y económica, con la idea de un proyecto único de nación,
aglutinante, en el cual el tema de la justicia tuviera como punto de partida la
igualdad ante la justicia y la ley? ¿Cómo reconocer en la administración de justicia
un ente soberano, imparcial y justo cuando las diferencias a las que se han

14
MAYORGA GARCIA Fernando. “La administración de justicia en Colombia. Cambios y ajustes
históricos en el poder judicial”. En: Revista Credencial Historia. Edición 148, abril de 2002, pp.8-11.
15
Esta noción básica de Nación es recogida hoy día por el Diccionario de la Real Academia
Española de la Lengua y supone una versión simplificada del concepto en cuestión pero útil como
punto de partida en el desarrollo que estamos acometiendo.
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aludido más arriba constituyeron el caldo de cultivo para conflictos que hasta la
fecha se han reconocido por muchos intelectuales como irremediables?.

Pensemos inicialmente la Nación liberal “soñada”- como lo hizo Benedict


Anderson - y diremos que esta fue sobre todo una comunidad que se “imaginó”
en términos políticos y culturales, caracterizada esencialmente por su limitación
territorial y la imposición de la soberanía al estricto marco geográfico delimitado,
en donde residía la legitimación de sus estructuras entre ellas el poder
jurisdiccional, y ejercida sobre el individuo ciudadano16.

Esta definición resulta apropiada porque relaciona de forma conveniente el


surgimiento de la Nación colombiana en el medio siglo XIX, sobre la base del
reconocimiento de ciertas tradiciones históricas y de una visible heterogeneidad,
que han sido definidas a lo largo del desarrollo social del país. En otras palabras
reconoce unas realidades ligadas con las elaboraciones del pasado y que son
admitidas como “propias” constituyendo el comienzo de las nuevas elaboraciones
sociales.

La Nación de corte liberal, dentro del Estado liberal, sería imaginada por una élite
intelectual que a mediados del siglo XIX, vio como posible la imposición de un
sistema político, económico y social que propiciara la modernidad. El Estado
liberal colombiano y el latinoamericano tienen un origen exógeno, con raíces en el
enciclopedismo, la revolución francesa, y en general, una concepción de
progreso y riqueza atada al liberalismo económico 17

16
ANDERSON, Benedict. Comunidades imaginadas: Reflexiones sobre el origen y la difusión del
nacionalismo. México: Fondo de Cultura Económica ,1993. 315 p.
17
Podemos complementar esta tesis con la de Ernest Gellner, diciendo que la Nación liberal fue
además de una comunidad imaginada y construida, una comunidad “verdadera” que pudo
superponerse con ventaja a otras y asentarse de forma visible. La Nación sería un artefacto
construido a partir de convicciones, fidelidades y solidaridades de los hombres. Gellner nos
propone el concepto Nación como el producto de una construcción compleja, en donde
continuamente se están enlazando las nociones de identidad y cultura predominantes sobre otras y
el proceso de su conjunción. Es obvia la coexistencia y el acomodamiento entre un claro legado
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En el campo de la administración de justicia, encontramos que para la segunda


mitad del siglo XIX, castigos como la pena capital, las penas corporales, el exilio
forzoso – figuras de larga tradición en el derecho colonial, y usadas igualmente en
los primeros años de la república – cada vez más aparecían como instituciones
jurídicas bárbaras.

Se hizo entonces indispensable, hacer generales unos derechos y deberes


básicos al individuo considerado ciudadano por condición constitucional y legal.
Se hizo indispensable el respeto a unas reglas procesales claras de manejo
público. Se hizo necesaria la participación del ciudadano común en las “causas”
judiciales de su comunidad .Se hicieron necesarias unas declaraciones explícitas
sobre la igualdad del individuo frente a la ley, e integrar la idea de “justicia para
todos, siempre y en cualquier lugar”18.

Podemos afirmar junto con François- Xavier Guerra, que la imposición del Estado
liberal a mediados del siglo XIX colombiano responde a lo que él propone como
una explícita dualidad entre el concepto de Nación en el sentido antiguo y
19
moderno .

El concepto de modernidad se va afianzando cuando se contrasta con un sentido


antiguo de Nación, el cual remite insistentemente al pasado, a la historia real o
mítica, mientras que la Nación moderna, como se pensó en la coyuntura
decimonónica, se identifica necesariamente con soberanía y libertad. El proyecto
a futuro para Colombia se estructuraba con la imposición del liberalismo y un

europeo, y un proyecto moderno que pretendía ser aglutinante porque la soberanía de la Nación
se hacía extensiva a todos los individuos a los que se les dio la categoría de ciudadanos. Ver:
GELLNER, Ernest. Naciones y Nacionalismos. Madrid: Alianza Editorial, 1998. 189 p.

18
AGUILERA PEÑA, Mario. Op. Cit p.10
19
GUERRA, François-Xavier. Modernidad e independencia. Madrid: Editorial Mapfre, 1992. p.132.
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modelo de administración de justicia que invocara las nuevas realidades; que se


deslindara de las prácticas del derecho colonial, y fuese punto de partida para la
construcción de la ciudadanía, establecimiento de la paz y la consideración de
igualdad frente a la ley, con unas reglas claras y codificadas de forma adecuada20.

Esta transición entre Estado antiguo y moderno es también revisada por Germán
Carrera Damas cuando dice que “el Estado independiente nacional deja a tras el
colonial, en el momento en que se hacen efectivas las constituciones federales, es
decir, cuando las elites criollas se interesan en estructurar un nuevo Estado con
principios de inclusión, ante la desaparición del Rey como elemento aglutinador y
justificante de la legitimidad” 21.

La construcción de la Nación y del individuo ciudadano, es por todo esto un


proyecto unificador entre las elites y las clases populares. Las elites que
dominaron la Colombia del siglo XIX, y que impusieron el radicalismo liberal a
través de sus visiones letradas, le entregaron estas al pueblo en el marco de una
estructura propia fundada en ideología ajena, lo que siempre implica según nos
enseña el teórico francés Pierre Rosanvallon22, equívocos y tensiones. Esta
forma de construir el elemento nacional no es criticable sino lógica.

1.1. Estado y organización legal.

Con todo lo explicado podemos pensar en que el advenimiento de un nuevo


modelo de Estado actuaba como una refundación de aquel, entendiendo esto

20
GUERRA, François-Xavier. Modernidad e independencia. Madrid: Editorial Mapfre, 1992. 406 p.
21
CARRERA DAMAS, Germán.” Del Estado colonial al Estado independiente nacional”. En: Historia
general de América Latina. La construcción de las naciones latinoamericanas, 1820-1870. Toma
IV. París: Ediciones Unesco, Editorial Trotta, 2003. p.78.
22
ROSANVALLON, Pierre. Por una historia conceptual de lo político: Lección inaugural en el
College de France. México: Fondo de Cultura Económica, 2003. 79 p.
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como que se estaba expresando una muestra de evolución social, preámbulo de


las más disímiles tendencias civilizatorias23.

En esta reorganización de lo público, el establecimiento de un eficiente poder


judicial estatal, es decir, la forma institucionalizada o formal de aplicación de
justicia, surgía como una incuestionable necesidad porque en ella debían residir
las pautas para el establecimiento de la paz y el orden. Lo judicial constituía
entonces, la esfera pública a la que el ciudadano accedía con las garantías que
otorgaba la constitución política.

Este orden judicial debía expresar dentro de las teorías liberales, las valoraciones
políticas y éticas del pueblo, y las representaciones más íntimas de la moral, así
como de las costumbres y practicas cotidianas de comportamiento.

La administración de justicia debía tener una doble función: hacer efectivos los
derechos consagrados en la Constitución y las leyes para el logro de la paz y la
concordia, y al tiempo armonizar esta ejecutoria con las otras ramas del poder
público para lograr los fines del Estado, en términos de construcción de
ciudadanía, prosperidad y permanencia en el tiempo como ente aglutinante de la
Nación.

Estas preocupaciones por adecuar la administración de justicia a todo el sistema


institucional, de tal manera que actuara como un ente altamente funcional al

23
Eric Hobsbawm nos dice que la unidad política de los Estados modernos, favorece la unidad
social en casos extremos como en la guerra, pero también la consolidación de la economía liberal,
ya que puede imponerse a través de reglas claras – normas jurídicas y de procedimientos de
justicia - en todo un territorio en que el gobierno puede castigar su incumplimiento. La Nación
moderna no tiene barreras internas, por lo cual el mercado capitalista puede perfectamente
expandirse y obtener el lucro que desea. Ver: HOBSBAWMN, Eric. Naciones y Nacionalismo desde
1780. Barcelona. Editorial Crítica. S.A, 1991. 206 p.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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servicio de la ideología liberal, resultaban verdaderamente significativas para la


segunda mitad del siglo XIX, y resulta mucho más interesante si logramos
entender como la estructuración del sistema de justicia pudo determinar la
formación de la ciudadanía dentro de estas líneas de pensamiento.

Lo que encontramos para 1863 a partir de la constitución de Rionegro, son los


esfuerzos de una clase política en transición hacia el liberalismo, obligada a
reorganizar lo público como única manera de quedar entronizada dentro de la
visión moderna de las sociedades occidentales.

Estos esfuerzos por crear una sociedad moderna tenían como base la imposición
de un Estado del tipo liberal democrático, idea que fue impulsada en Colombia
por el movimiento radical de la época24.

Lo anterior significaba un reto enorme sobre todo si tenemos en cuenta el pésimo


estado de la hacienda pública , las fuertes tensiones entre los partidos
tradicionales, el alto grado de analfabetismo, y la consiguiente falta de cultura
política entre el grueso de la población.

Todo lo anterior nos lleva a afirmar que los conceptos de ciudadanía y


democracia aparecen como incipientes idealizaciones de una elite intelectual,
heredera de la burguesía nacional, con posibilidades de ser educada en Europa,
ansiosa por materializar la experiencia liberal en nuestro país. Era en definitiva la
panacea de desarrollo económico y moral que no ponía en riesgo sus viejos
privilegios de clase.

24
KALMANOVITZ, Salomón. “Constituciones y crecimiento económico en la Colombia del siglo
XIX”. En: Revista de Historia Económica. Edición 146, mayo de 2008. 23 p.
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Vemos, pues, una sociedad en transición que le apuesta a un proyecto político-


económico determinado, y que en ese tránsito a la modernidad adoptó una serie
de reformas entre las que se encontraban:

• Modelo de economía liberal


• Forma federativa de división administrativa
• El establecimiento de un orden judicial coherente con las teorías liberales

El concepto de justicia debe entenderse como incorporado dentro de la teoría


clásica de la división de poderes, originariamente expuesta por Ch. Montesquieu25,
y actualizada de forma ingeniosa por autores modernos como Norberto Bobbio26.

Debemos entender la administración de Justicia como una facultad ejercida por el


Estado de derecho y que busca, dentro del sistema positivo de normas
(Constitución, leyes etc.) aplicar y hacer efectivos a los ciudadanos, los derechos
y deberes que le corresponden según estas mismas previsiones jurídicas, que
deberán ser esencialmente equitativas27.

Aquí, el habitante de la Nación se hace ciudadano y los principios constitucionales


se proponen como un sistema de proposiciones imbricadas entre sí, con el
trasfondo de estructurar las condiciones necesarias para la reproducción del

25
MONTESQUIEU, Charles. Del espíritu de las leyes. Madrid: Editorial Tecnos, 1999. 323 p.
26
BOBBIO, Norberto. Teoría general de la política. Madrid: Editorial Trotta, 2003. 779 p.
27
Dentro de estos parámetros podemos acercarnos a una teoría de justicia legal, circunscrita a la
norma jurídica. La norma jurídica como lo explica la teoría de Hans Kelsen, es general y abstracta
porque va dirigida a la generalidad de los individuos de la sociedad o a la generalidad de los
individuos que gocen de cierto status, pero nunca de forma particular a individuos concretos. Este
último aspecto nos lleva a pensar en la discusión sobre la igualdad ante la Ley. Las pautas que
dictaba el liberalismo de Estado indicaban una relación entre aplicación de justicia e igualdad ante
la norma y ante el sistema judicial en general. Igualdad ante la ley supone la aplicación de los
mismos estatutos normativos que reglan la situación en Derecho, pero también, que ante la misma
situación jurídica se aplique la misma solución. Ver: KELSEN, Hans. Teoría pura del Derecho.
México: Editorial Porrúa, 1995. 364 p.
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capital: el respeto a la propiedad privada y la libertad de que el individuo expresara


su voluntad de obligarse y de adquirir derechos28.

Las constituciones aparecen entonces como pronunciadas por una decisión


conformadora y fundamental para que la sociedad pudiera operar políticamente.
El eje de tal pronunciamiento es el individuo llamado ciudadano, en ejercicio de
sus atribuciones políticas como fundamento de la Nación, y la única explicación
de la existencia del aparato estatal y el derecho como virtudes esenciales: libertad
e igualdad.

Las constituciones se manifestarán como un complejo de garantías que en el


sistema judicial se traducen en un eje de normas sustantivas y procesales que al
ser accionadas por el ciudadano, constituirán su cultura jurídica básica y, por
ende, la esfera pública por excelencia para ejercer dicha ciudadanía.

Estos postulados políticos se transformaron en derechos positivos escritos para


poder lograr que fueran accionables los derechos y libertades, pues solo mediante
el derecho positivo, se puede acudir a la fuerza y a la coacción del Estado
mediante las autoridades, para hacer valer el sistema de normas.

Desde muy temprano los legisladores colombianos se inscribieron a la familia del


derecho romano – germánico, con el Código Civil de Napoleón como el
antecedente más cercano.

El Estado nacido en la segunda mitad del siglo XIX en Colombia, organizó una
estructura para cohesionar de forma adecuada a la comunidad asentada en el

28
Recordemos aquí los estudios de John Rawls, para quien en la tradición democrática occidental,
la justicia se entiende como imparcialidad, ya que una norma es justa cuando favorece a todos y
cada uno con independencia de sus características. Ver: RAWLS, John. Justicia como equidad:
materiales para una teoría de la justicia. Madrid: Editorial Tecnos, 1999. 323 p.
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territorio de la República. En 1863 la Constitución política de corte liberal, traza


unos lineamientos precisos para propiciar el establecimiento de la modernidad. La
constitución del Estado Soberano de Bolívar, dentro de los Estados Unidos de
Colombia, será prueba de ello.

El Estado de derecho a que hacemos referencia ya había sido trazado por Max
Weber29 , y tenía como elemento decisivo la detentación del ejercicio exclusivo
de la violencia por parte de dicho Estado. En otras palabras este responde a la
necesidad de monopolizar, concentrar esa violencia como único medio de
mantener la paz.

El Estado conserva igualmente el monopolio de la justicia, o dicho de otra forma,


su ejercicio exclusivo. En este sentido nos referiremos particularmente a dos
puntos esenciales:

La función judicial y jurisdiccional del Estado. La primera se define como la


actividad estatal que se manifiesta mediante actos procesales, especialmente el
denominado, sentencia30. Con la función judicial el Estado decide cuestiones
jurídicas controvertidas, mediantes pronunciamientos que adquieren la calidad de
verdad definitiva. La función judicial tiene como propósitos:

• Resolución de conflictos entre particulares


• Resolución de conflictos entre particulares y el Estado
• Castigar la infracción a las normas penales
• Defender el principio de legalidad o ajuste de todas las normas a la
Constitución vigente, otorgándole al ciudadano seguridad jurídica.

29
WEBER, Max. Escritos políticos. Madrid: Alianza editorial, 1991.370 p.
30
NARANJO MEZA, Vladimiro. Op Cit. pp.254-261.
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Por otro lado tenemos la jurisdicción como órgano del Estado que asegura la
aplicación de las reglas de derecho establecidas. Corresponde a ella:

• El poder jurisdiccional propiamente dicho, entendiendo que cualquier


individuo puede por sí mismo o por interpuesta persona, apelar a los
tribunales por una acción en justicia, con el fin de precisar el sentido exacto
de la norma jurídica establecida. Los miembros de la jurisdicción –
magistrados, jueces – tienen así la facultad de interpretar los textos
jurídicos.

• El poder de interpretación, en el sentido de que jueces y magistrados


pueden crear derecho al mismo tiempo que lo aplican, en el caso de textos
oscuros o ambiguos cuya interpretación les corresponde. Cuando se
presentan en los textos legales vacios o lagunas el juez debe llenarlos,
para lo cual utiliza su propio criterio. El juez debe siempre “decir” el
derecho, y no puede ampararse en el silencio de los textos para dejar de
pronunciarse en el litigio planteado.
• El poder de decisión ejecutoria, o sea aplicar de forma efectiva las
decisiones.
• El poder de dictar cosa juzgada, entendida como el carácter definitivo que
asumen las decisiones de los tribunales, lo cual supone que no pueden
volverse a discutir o a examinar el litigio en cuestión.

1.2. Ciudadanía: concepto polisémico.

Encontramos que indisolublemente relacionado con el concepto de Estado, está el


de Ciudadanía. Para la conveniencia de nuestra investigación, esta puede ser
31
definida - siguiendo la teoría clásica de T.H Marshall - como aquel estatus que
posee un individuo que lo liga con un Estado determinado. Encontramos aquí una
31
MARSHALL, T.H. Ciudadanía y clase social. Madrid: Editorial Alianza, 1998.149 p.
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relación de pertenencia a un territorio específico, y a una comunidad nacional, de


la cual es sujeto de deberes y derechos.

En un sentido estrictamente político, el ciudadano de una Nación tiene la facultad


para ejercer los derechos democráticos que la constitución le otorga, entre los
cuales está el de elegir y ser elegido para los cargos públicos que así lo permitan,
con las solas excepciones que la ley exprese.

El concepto de ciudadano solo puede entenderse con la aparición del Estado


moderno, porque es aquí donde se institucionalizan todas las manifestaciones de
la vida del individuo miembro de una Nación. El aparato estatal, crea la figura del
ciudadano para vincularlo de forma indefectible con la realidad que significa la
organización de esa sociedad.
¿Qué comprende entonces la ciudadanía? En principio incluye la participación
activa en los asuntos públicos, y de igual forma exige su responsabilidad,
solidaridad y cooperación en la llamada “esfera social”, que incluye por supuesto
la obligación al pago de contribuciones o impuestos.

Quizás el punto clave para entender la relevancia del concepto, es la relación de


derechos que el ciudadano puede exigir alegando justamente esta condición. El
Estado moderno asume la protección de prerrogativas – derechos civiles – con los
cuales logra minimizar las desventajas con que el individuo normalmente se
encuentra en la convivencia diaria. Estos derechos son exigibles ante el mismo
Estado y su cuerpo de instituciones, con lo cual se dice que ser ciudadano lo
habilita para iniciar las acciones de defensa en caso de que aquellos sean
amenazados o eventualmente atropellados32.

32
Conviene aquí recordar lo que nos dice Michael Walzer “El compromiso con la justicia implica el
compromiso con la igualdad, y para eso es preciso respetar las libertades individuales de la
tradición liberal, pero también respetar una igualdad compleja que tiene dos aspectos: que existan
distintos criterios para distribuir bienes sociales como la imparcialidad, el mérito o la parcialidad y
es preciso evitar que una sociedad haga un bien dominante que permita poseer todos los demás”.
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Es imprescindible decir que la definición liberal de ciudadanía hace iguales a todos


los ciudadanos sin considerar diferencias de raza, clase social, genero etc. Hacia
esta perspectiva pretendió enfocarse la construcción del sistema judicial
colombiano de mediados del siglo XIX, es decir, derecho a la justicia y
consecuentemente el derecho al debido proceso. Los tribunales de justicia se
convirtieron en el espacio que institucionalizaban los derechos civiles, y así lo
entendieron los redactores de la Constitución Federal del Estado Soberano de
Bolívar.

Veremos posteriormente como las dificultades para la construcción de un sistema


complejo de Administración de justicia estribaron en la tímida permeabilización de
estos ideales y a la poca convicción de que estas libertades podían hacerse
realmente efectivas.

Ver: WALZER, Michael. Las esferas de la Justicia: una defensa del pluralismo y la igualdad.
México: Fondo de Cultura Económica, 1993. p.130.
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2. UNA TEORIA DE LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA: ACCION


JUDICIAL EN EL ESTADO SOBERANO DE BOLIVAR

El análisis de la administración judicial en el Estado soberano de Bolívar nos lleva


en primera instancia, a un examen exhaustivo de las recopilaciones normativas,
como expresión del “espíritu” o ratio legis que caracterizó a los legisladores
decimonónicos. Los códigos expedidos desde la segunda mitad del siglo XIX en
los Estados Unidos de Colombia, crearon situaciones jurídicas generales como
normas de carácter abstracto e impersonal – derecho sustantivo - a las que
acudiría el juez individual o corporativo para desatar los conflictos a ellos
sometido por las partes33.

De otro lado, la expedición de Códigos de procedimiento aseguraba que la


conducta del funcionario competente para aplicar la Ley sustantiva se ajustara al
querer del legislador y respetara la política del estatuto regulador de las
situaciones generales y abstractas. La política del legislador vinculada a cada
código y a cada normativa específica, incluía los mecanismos y recursos de
defensa y de accionar de los derechos y libertades.

En definitiva, los Códigos de procedimiento regulaban los mismos derechos


sustantivos desde el punto de vista de su acción y de la función de quien debía
hacerlos respetar. Esta separación obedecía a conveniencias prácticas porque en
el fondo se trataba esencialmente de la misma fuente: la libertad y la igualdad
jurídica.

Dentro de la estructura tripartita del poder público, al poder judicial le correspondía


la tarea de resolver los conflictos surgidos entre los particulares o entre estos y el

33
CACERES CORRALES, Pablo J. Critica constitucional: del Estado liberal a la crisis del Estado
Providencia. Bogotá: Banco de la República, 1989. pp.207-220.
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Estado, con fuerza de verdad juzgada. La solución final de las contenciones,


contaba con las prescripciones generales contenidas en la ley de los códigos de
naturaleza sustantiva o adjetiva.

La constitución definía cuales jueces podían administrar justicia. A esta norma


constitucional tenían que estar sujetos la legislación y demás ordenamientos para
la implementación del sistema judicial34.

Cada juez creado por la Constitución del Estado Soberano de Bolívar, debía su
existencia a una calidad especial del individuo o del Estado, de la siguiente
manera:

A-El juez civil dirimía con fuerza de verdad juzgada los conflictos entre relaciones
privadas y originadas en actos jurídicos contractuales, extracontractuales y las
demás fuentes de las obligaciones. El sujeto que define su existencia (la justifica)
es el individuo en cuanto parte de relaciones jurídicas civiles. El juez de este
individuo es el juez civil, el interés es de orden privado y por ello, renunciable. El
individuo en civil es titular de derechos personales o patrimoniales rodeados de
garantías de la propiedad privada, esencialmente renunciables, y es responsable
por las obligaciones colaterales engendradas en las fuentes de las obligaciones35.

B- El Derecho penal, mientras tanto, respondía constitucionalmente a un interés


nacional en cuya defensa se comprometía de forma especial el aparato estatal y la
dogmática jurídica. Así se expresa claramente en los apartados de los Informes
de Gobernación que corresponden al tema del manejo de la justicia.

Dentro de este marco, el derecho penal no desconocía que el delito daña


derechos y libertades individuales, por lo cual se estipulaba que el delincuente
34
ídem. p.230
35
Código civil del Estado Soberano de Bolívar. Edición oficial. Cartagena: Tipografía de Araujo
1884, 395 p.
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indemnizara, y el mismo juez podía aplicar la indemnización a petición de parte


civil. El juez penal analizaría: conducta, circunstancias personales, circunstancias
del hecho, daño causado, interés público lesionado y gravedad36.

El sujeto aquí es el sindicado y no ejerce el derecho como en el mundo civil, sino


que es una persona que subvierte el orden y con su conducta causa daño a la
sociedad y a particulares. El delincuente se coloca en la situación de pérdida de su
libertad e igualdad (prohibición de los derechos políticos).
En civil, el individuo va voluntariamente para exigir protección legítima de sus
derechos y libertades. En penal el individuo va conducido para recibir el castigo.
En penal, al individuo se le protegen sus derechos pero al mismo tiempo se le
reprime su conducta prohibida. El juez penal existe porque existe el delincuente y
el doble interés de la sociedad y de las personas agredidas. El protocolo del juicio
penal es encontrar la verdad real y no la procesal (pruebas aportadas por las
partes).

De otro lado, se instituyó el control de las instancias: la justicia se visualizaba


como un orden jerarquizado, por lo cual los asuntos sometidos a ella, debían estar
vigilados por trámites verticales o sea por los superiores de los jueces de
instancias de tal manera que las actuaciones del a quo (juez inferior) fueran
controladas por el ad-quem (juez superior).

La competencia de cada juez debía estar definida antes del cometimiento de los
hechos a él sometidos (juez constituido). El juez y los procedimientos no solo
tenían que conocerse con anticipación, sino que era prohibido el juez ad- hoc o
impuesto para un caso particular.

36
Código de procedimiento en los negocios criminales del Estado Soberano de Bolívar. Edición
oficial. Bogotá: imprenta de Medardo Rivas, 1873. 139 p.
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En definitiva, los legisladores optaron por un tipo de derecho que privilegiaba la


norma escrita por sobre la costumbre o uso consuetudinario como es usual en el
sistema jurídico anglosajón o common law. El sustento jurídico base para estas
reformas son las Constituciones Federales promulgadas después de 1863, en
donde se evidencia un desarrollo en materia de protección de las libertades civiles
lo que en principio nos llevaría a pensar en la eventual formación de un tipo de
ciudadanía de índole esencialmente liberal.

2.1. La constitución del 63.

El acto constitutivo de la Constitución promulgada el 8 de mayo de 1863, era sin


embargo, una sobria declaración que expresaba principios liberales de honda
tradición europea, pero no comprendía aún el punto de quiebre con la vieja
práctica legalista española de principios del XIX , caracterizada por la incapacidad
de proveer un cuerpo normativo simplificado y coherente.

El hecho de la permanencia de algunas de estas viejas prácticas en el sistema


judicial de los Estados Unidos de Colombia, suponía la continuidad de un sistema
excesivo, prolífico en leyes, disperso en normas y que reflejaban aún la latencia de
un viejo estado de cosas que se negaban a desparecer rápidamente.

La declaración de la división tripartita del gobierno de la Nación - Ejecutivo,


Legislativo y Judicial - y que tenía su aplicación homóloga en cada Estado de la
Federación, era la afirmación de un cariz democrático que apenas se sostenía en
la práctica, en sociedades particularmente divididas por condiciones raciales y
económicas.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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Al adentrarnos en el análisis del Sistema judicial nos encontramos ante una


expresión más o menos ordenada de distintas declaraciones rectoras,
contenidas en el Artículo 15 de la Constitución Nacional37.

Como hilos conductores, el respeto a la vida y a la libertad personal condicionaban


el ejercicio del sistema judicial a una serie de imperativos que inevitablemente lo
moldearían, y que aparece como un acto persistente de los legisladores por estar
desafiando la permanencia de las viejas estructuras de pensamiento y de
construcción de valores sociales.

La declaración de Derechos podemos comentarla dividiendo sus 16 artículos en


tres grandes bloques temáticos:

• Libertades civiles o principios reguladores directamente relacionados con el


derecho a la expresión del pensamiento (libertad de imprenta, libertad de
tránsito, de palabra, de movilidad, de trabajar, de enseñanza, de
asociación, de ejercer profesión u oficio).
• Derecho a la propiedad
• Derecho al debido proceso

La inviolabilidad de la vida humana subyace de forma evidente en cada una de


estas declaraciones y su correspondiente expresión en términos de respeto al
ciudadano - sujeto procesal, interesaba mostrar un avance que indicara esta
relación.
Por un lado, la Constitución federal ordena a los Estados el compromiso de no
decretar la pena de muerte en ningún caso. La pena corporal no debía sobre-
pasar los 10 años y se consagraba el principio de la no detención extrajudicial.

37
Constitución de los Estados Unidos de Colombia sancionada por la Convención Nacional el 8 de
mayo de 1863.Bogotá.1867. Imprenta y estereotipa de Medardo Rivas.
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En el título XV de dicha Constitución titulado “De la administración de justicia”,


están estructurados los componentes de la rama judicial y definida la Corte
suprema de Justicia como la más alta instancia judicial, compuesta por siete
magistrados de naturaleza vitalicia.

Para ser magistrado se debían cumplir con los requisitos de ser colombiano por
nacimiento y en ejercicio de la ciudadanía; tener por lo menos treinta y cinco
años, y haber sido magistrado de algún Tribunal Superior.

Pero ¿Qué eran estos principios que los constituyentes del 63 plasmaron? En
esencia constituían una clara referencia de la necesidad de civilizar la aplicación
de justicia que para principios del siglo XIX, preveía la pena capital, los castigos
infamantes, y la imposición de tribunales excepcionales de juzgamiento.

Y es que culminado el proceso independentista, aparecía como imperativa la


aplicación de normas severas para el logro de un orden y estabilidad
particularmente turbados por las guerras38.

Es así como los delitos considerados como graves para el orden político y social
eran castigados con pena de muerte. En esta categoría dice, Mario Aguilera Peña,
estuvieron los delincuentes de cuello blanco, los simples ladrones, los traidores y
los conspiradores.

La pena capital a los ladrones de cuello blanco fue impuesta por el General
Santander cuando en octubre de 1819, expide un decreto condenando a muerte a
quienes fueran hallados culpables de la malversación del erario público tras un
juicio previo de carácter sumario.

38
AGUILERA PEÑA, Mario. Op.cit. p.8
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En los años siguientes, las medidas contra la delincuencia urbana se ampliaron.


Como consecuencia de ello, se sancionaron disposiciones como la Ley de los
ladrones de 1826, llamada así por la frecuencia de los hurtos, y por la
incapacidad de los funcionarios que retardaban o no eran diligentes en sus
obligaciones de ejercer pronta y efectiva justicia. El proceso era sumario y debía
desarrollarse incluso en días feriados; si alcaldes, jueces o abogados no
observaban la norma, eran objeto de multas.
Se castigaba con pena de muerte a dos o más ladrones que concertados,
cometieran el hurto haciendo uso de escalamiento y armas de fuego.

Las prevenciones promovidas contra la criminalidad también incluían el castigo a


los delincuentes políticos. Por decreto de 1828 y también mediante procedimiento
sumario se estableció la pena de muerte y la confiscación de los bienes de
conspiradores y traidores a la patria, exceptuando bienes que constituyeran dote,
y el tercero y quinto de los bienes de la mujer y de los herederos forzosos.
Se castigó con destierro a los encubridores, y a los que esparcieran falsas
noticias, como también a los que abusando de su ministerio inspiraran el
desaliento o espíritu rebelde.

Los intelectuales radicales del siglo XIX, influenciados por los principios del
humanitarismo francés, consideraban que la pena capital era la forma más
anticuada que tenía una Nación para sancionar a sus delincuentes. En uno de
sus artículos periodísticos Manuel Murillo Toro afirmaba que:

El sistema penal conocido es el más propio para corromper las


costumbres. Una legislación que para extinguir el asesinato
manda asesinar entra en un círculo vicioso en que habría de
agotar sus fuerzas sin poder realizar sus propósitos. No se
consigue desarrollar el sentido moral con ejemplos que lo
conculcan…si esta sociedad fuera cristiana, eso bastaría para
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que no matara. Y si fuera simplemente deísta, no mataría


porque Dios no mató a Caín, sino que únicamente lo condenó a
esconder su faz de las miradas de otros hombres, dando así
desde el primer crimen el programa de la penalidad social.39

La contundente diatriba ideológica entre liberales y conservadores por la


abolición de la pena de muerte se había iniciado desde el año 1849 cuando fue
abolida exclusivamente para los delitos políticos de sedición, rebelión, traición y
conspiración, pero se seguía aplicando para los delitos comunes de parricidio,
asesinato , envenenamiento, piratería y cuadrilla de malhechores.

Para estos delitos solo sería abolida en 1863 con la Constitución de los Estados
Unidos de Colombia; sin embargo en el Estado de Santander, en su constitución
de 1857, ya se había consignado el principio de la inviolabilidad humana (Titulo II.
Art. 3) como un derecho que el Estado reconocía a sus miembros40.

La práctica de la pena de muerte en la historia de Colombia ha ido de la mano


con el proceso de formación del Estado - Nación, y con excepción de la
Constitución liberal de 1863, las demás cartas políticas que fueron expedidas en el
siglo XIX - 1821, 1830, 1843, 1853, 1858 y 1886 - y sus códigos penales
nacionales de 1837 y 1890, e incluso el Código Penal del Estado de
Cundinamarca de 1858, desconocieron la protección del derecho fundamental de
la vida humana.

Fue el Acto Legislativo Numero 3 de 1910, el que puso término final a esta
práctica que en nuestro medio hundía sus raíces en lo más lejano de los tiempos
precolombinos y de dominación española y que ni siquiera la independencia logro

39
TORRES ALMEIDA, Jesús Clodoaldo. Manuel Murillo Toro: caudillo radical y reformador social.
Bogotá: Ediciones el Tiempo, 1984. p.179
40
HERNÁNDEZ VELASCO, Héctor Elías. La pena de muerte en Colombia 1821-1910.
Bucaramanga: (Sic) Editorial, 2007. p.6
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desterrar; esta decisión daría paso a un significativo cambio en la idea de lo que


debía ser la aplicación de justicia como condena retributiva y como política de
Estado.
Con el imperativo de aplicar estos principios rectores, la Constitución del Estado
Soberano De Bolívar, Estado constitutivo de la Unión, promulga la Constitución de
1860 pero amplía el marco de operatividad de aquellos, haciendo construir
ejemplos de un orden distinto del inquisitivo y centralizado41.

En el Título 4 “De las garantías y deberes “, se da por sentada una noción básica
de carácter democrático, como elemental regla al sujeto procesal y garantía de
justicia:

Articulo 11. El estado garantiza a sus miembros:

2- La seguridad personal; de ningún modo que ningún boliviano


puede ser privado de su libertad , sino por un hecho punible
declarado como tal por leyes preexistentes o para ser
juzgado cuando conforme a las mismas leyes se decrete su
prisión por estar acusado o sospechado de haber cometido
alguno de esos hechos punibles. Queda expresamente
prohibida la prisión por deudas.

6-El juicio por jurados tanto , para declarar con lugar el


juzgamiento , como para calificar los hechos punibles , i
declarar quienes son responsables de su comisión, en todos
los casos en que se proceda , por delito o crimen , castigado
con pena corporal o con la perdida de la libertad del individuo
por más de un año. Esceptuase los juicios por delitos políticos,

41
MENDOZA C. Alberto. Provincia de Cartagena, Estado Soberano de Bolívar: poblamiento y
división política. Sincelejo: Gráficas Lealtad, 1996. pp. 186-191.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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los de responsabilidad contra los funcionarios públicos por mal


desempeño en el ejercicio de sus funciones i los que espresan
las atribuciones 1ª i 2ª del artículo 61.

7-La igualdad de los derechos individuales frente a la ley por lo


cual no puede establecerse diferencia proveniente de fuero,
privilejio, distinción profesional o clase.

8-La inviolabilidad de todos los escritos privados con las


restricciones que establezcan las leyes en los casos en que su
examen sea necesario en juicio como prueba de un delito o de
una acción civil.

Artículo 12 .No se puede imponer en ningún caso la pena de


muerte por delitos cometidos contra las leyes del estado.

Artículo 14. Nadie podrá ser obligado a dar testimonio en causa


criminal contra si mismo, ni contra su consorte, ascendientes,
descendientes, o hermanos.

Articulo 57 .El poder judicial se ejerce por el tribunal superior


del estado y por los demás tribunales y juzgados que la ley
establezca.

Artículo 58: el tribunal superior se compone de tres ministros


elegidos directamente por el pueblo.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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Artículo 64: el ministerio público se ejercerá por un procurador,


elegido directamente por el pueblo y por los demás empleados
subalternos que señale la ley.

Mientras tanto, la última constitución del Estado Soberano de Bolívar dada el 1 de


abril de 1865 y expedida por la convención del Estado, dispuso:

Artículo 11: Son ciudadanos los bolivianos mayores de veintiun


años, o que sin llegar a esta edad sean o hayan sido casados
o legalmente emancipados.

Artículo 14: Todos los ciudadanos del estado son electores y


elegibles para los puestos públicos pudiendo la ley exigir para
estos últimos cuando lo estime conveniente el requisito de
saber leer y escribir.

Artículo 17: Los empleados de elección popular serán


nombrados por el voto directo y secreto de los ciudadanos en
los términos que disponga la ley.

Artículo 18: Son empleados de elección popular sin que la ley


pueda darles otro origen, los siguientes:

[…] 6-Los ministros del Tribunal de Justicia del mismo Estado.

Artículo 39: Toda disposición de carácter legislativo llevará el


nombre de Ley; los fallos que pronuncia la asamblea
decidiendo los juicios que le están atribuidos se llamaran
sentencias. Las demás providencias se llamarán resoluciones.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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Articulo 49. El Poder Judicial se ejerce en determinados casos


por la Asamblea Legislativa, como gran jurado del estado y
ordinariamente, por un Tribunal Superior de Justicia y por los
demás Tribunales y Juzgados que establezca las leyes.

Artículo 55. El ministerio Público se ejerce ordinariamente por


el Procurador General del Estado y por los demás empleados
subalternos que establezca la ley.

En esencia estas particularidades cumplían en el papel una consignación superior


constitutiva del modelo político que se estaba gestando y que abogaba por
desenclaustrar el arquetipo anterior.

Esta perspectiva provocó una puesta en escena donde al ciudadano, se le insistía


en hacer uso de la confianza que el Estado le brindaba en la difícil tarea de
construir el Estado y la Nación colombiana.

Estos intentos de crear un aparato de justicia eficiente tropezarían continuamente


con por lo menos tres grandes problemas:

• La incapacidad de que funcionara como una rama con presencia en todo el


territorio nacional.
• Que respondiera a la demanda de los asuntos.
• Que suscitara la confianza pública.

En el siguiente capítulo detallaremos la forma como fue construida la sociedad


bolivarense en términos de administración de justicia, es decir, la
conceptualización legal y doctrinaria de esta trayectoria de aplicación y proyección
política en el camino hacia la definición del concepto de ciudadanía y democracia
todo dentro del contexto de los ideales liberales del siglo XIX.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 41

Dentro de este enfoque insistiremos en un tipo de estudio en el que


relacionaremos los conceptos de justicia y ciudadanía, ambas expresiones de
elaboraciones institucionales más allá de lo simplemente legal, esenciales en la
forma de gobierno conocida en términos generales como democracia liberal.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 42

CAPITULO II

ADMINISTRACION DE JUSTICIA EN EL ESTADO SOBERANO DE BOLIVAR:


UNA PERSPECTIVA CRÍTICA DESDE LO HISTORICO - LEGAL

1. LA UTOPIA RADICAL Y SUS PARADIGMAS

Es notable como en ese espacio político que impuso el liberalismo, se materializó


una especie de tensión muy básica entre el sistema de justicia y las prácticas
cotidianas de transgresión a la ley, sin llegar a afirmar que los habitantes del
Estado Soberano de Bolívar fueran proclives a la transgresión normativa. De
hecho, algunos funcionarios en 1868, afirmaban con cierto romanticismo que:

[L]a índole jeneralmente pacífica de los pueblos de esta


provincia proporciona rara vez ocupación en materia criminal: el
ejercicio de la autoridad en ellos se reduce casi siempre a
breves procedimientos de policía correccional; i si existiera un
buen cuerpo de policía organizado i sostenido por el Estado,
serían menos frecuentes los casos de heridas i maltratos que
tienen lugar en las riñas, por falta de medidas preventivas
[….]42.

De todos modos sí resultaba cierto que la composición de un eficiente modelo de


administración de justicia, resultaba ser apenas un paso para el establecimiento
de una deseada y utópica paz social. La inclinación liberal de la Constitución
federalista recompuso el panorama, la visión de los objetivos, el trazado de las

42
Informe anual del Gobernador de la Provincia de Cartagena [1868].En: Informes de los
Gobernadores de las Provincias del Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor:
Sergio Solano. Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p.96
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 43

líneas de estrategias para el desarrollo y sus movimientos al interior de las


prácticas sociales, y de muchas formas predispuso el lenguaje diario, en función
de las que aún, para ya muy entrado el siglo XIX, resultaban novedades, no
resueltas, ni digeridas. Llama la atención , sin embargo, como el discurso sobre lo
que “debía” ser la justicia, era defendido con claridad doctrinal, como cuando se
afirmaba:

[P]or más que se quiera, Señor Secretario, desconocer la alta


importancia de la administración de justicia, preciso se hace
reconocer, que ella da por resultado la mejora de la condición
social i moral del pueblo con la seguridad que cada cual tenga
de que los derechos que las leyes declaran le serán
mantenidos por los jueces el día que les sean disputados, i
traen consigo la morijeración de las pasiones que estrabian al
individuo i lo precipitan al crimen cuando falta en la sociedad la
certidumbre que serán castigados43.

O se insistía que:

[E]s tan inconcuso el principio de que la buena administración


de justicia es la base fundamental sobre que descansa toda la
sociedad culta i bien organizada, que a nadie, desde el primero
hasta el último de los hombres le ocurra duda de su exactitud.
Por eso es tenida como la mejor organización social, aquella en
que es más fácil i más segura para sus asociados la obtención
de aquel beneficio, que en epitome es lo siguiente: “dar a cada
uno lo que le pertenece.”En estas pocas palabras está
compendiada la gran ciencia de administrar justicia, porque
ellas implican respeto a la propiedad, a la libertad i al derecho
ajeno. Ellas desde muchos siglos atrás, se vienen
43
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Gaceta Oficial del Estado Soberano de
Bolívar. Cartagena, 19 de octubre de 1865. p.3
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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transmitiendo de jeneracion en jeneracion, como de derecho


natural, i yo me permitiría añadirles, para que el pensamiento
envolviera todo lo que la humanidad pudiera apetecer, estas
otras: sin la menor demora44.

El mismo sentido de la participación ciudadana en la construcción de la civilidad,


resultaba muchas veces ambiguo, pero el sentido de las propuestas resultaban
estar sostenidas en una base de cierta incuestionabilidad y dentro de ese
esquema se reconocía la práctica cotidiana de derechos, elevados a rango
constitucional, como remedio para evitar un futuro desconocimiento.

En la otra orilla, el individuo - ciudadano, a la vez que reconocía la existencia de


estos derechos, parecía renuente a aceptar sus obligaciones correlativas.

La esfera pública de las que nos habla Hannah Arendt, oficiaba como espacio de
la cultura jurídica activa en cuanto reconocer e internalizar sus derechos dentro
del Estado, pero apenas si había un reconocimiento de las obligaciones y deberes
complementarios45.

Ese desequilibrio inherente a una democracia en gestación, lo vemos evidenciado


en palabras del Gobernador de la Provincia de Cartagena, quien para el año de
1877 afirmaba con cierto desdén cínico que:

[N]o hay ciudadano por ignorante que sea, i por retirado que
viva de los grandes centros de población, que no sepa que la
constitución de Rionegro garantiza la inviolabilidad de la vida,
la propiedad, la libertad , el libre uso i comercio de las armas;
pero al mismo tiempo no comprenden o no quieren
comprender, que cada una de sus garantías tienen sus
restricciones i limites; ignoran o aparentan ignorar que esa
44
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Gaceta oficial del Estado Soberano de
Bolívar. Cartagena, 13 de agosto de 1871. pp.135 -136.
45
ARENDT, Hannah. Op.cit
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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misma constitución i normas legales , imponen obligaciones i


deberes que en lo general no cumplen, i de aquí esa lucha
constante de los ciudadanos entre sí, i de estas con las
autoridades[…]46 .

El texto, que en principio pudiera traducirse en el simple malestar de un


funcionario por el desacato constante de las leyes, nos permite rastrear luego de
una mirada más atenta, hacía donde estaban dirigidas las acciones de la política
radical en tiempos del liberalismo, y como el establecimiento exigía de sus
ciudadanos la acción en respuesta, entre otras, el uso del sistema de jurado en su
doble rol de derecho y obligación.

Encontramos que la acción judicial, en la administración de justicia del


federalismo, saneó los dilemas sobre que debía ser protegido, esto es, los bienes
jurídicos que correspondían ser salvaguardados como objetos inequívocos47.

En el capitulo anterior de esta monografía hicimos innumerables referencias a las


disposiciones constitucionales que en este sentido se previeron, pero ¿cómo se
desarrollaron conceptualmente estos patrones? y ¿cómo se definieron en la
práctica? Para responder a lo primero, resulta en extremo pertinente el uso del
48
periódico oficial de instrucción pública, La Escuela Normal , en aras de revisar
con detenimiento , los paradigmas oficiales alrededor de los bienes jurídicos
motivo de garantía, en el sentido de ser cumplidos por acciones judiciales
concretas y que como hemos insistido , resultan claves para entender, dentro del
contexto del liberalismo, su función como edificadora de ciudadanía en la
República liberal como parte de la construcción de la Nación liberal.

46
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartajena [1877]. En: Informes de los Gobernadores
de las Provincias del Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano.
Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p.153
47
AGUILERA Miguel. “La legislación y el derecho en Colombia”. En: Historia extensa de Colombia.
Volumen XIV. Bogotá: ediciones Lerner. 1965. 487 p.
48
La Escuela Normal. Periódico de instrucción pública. Bogotá octubre 26 de 1872, numero 95.
Tomo III.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 46

Como hemos dicho, La Escuela Normal actuaba como periódico oficial de la


educación pública de los Estados Unidos de Colombia y como rezaba en su
epígrafe, se publicaba todos los sábados y se distribuía gratis a todas las escuelas
públicas primarias de la República. Dentro de sus secciones ordinarias figuraba el
llamado “Manual del ciudadano”, especie de cartilla con lecciones sobre este
tópico, al final de las cuales se incluía un cuestionario para ser respondido.

La descripción de estos conceptos será clave para entender los bienes jurídicos
objeto de protección judicial; protección que se entendía debía ser atendida por
todos los funcionarios del Estado, incluyendo de forma especial el departamento
de policía, como bien se recalcó en el siguiente informe de 1867:

[L]a falta de una lei que haga eficaces los procedimientos de la


autoridad –la falta de fondos en las cajas municipales de los
Distritos que se encuentran en tristísimo estado por la escasez
de rentas con que cuentan– i más que toda la falta de atención
que las Corporaciones municipales han prestado a los deberes
que les impone la Constitución del Estado, han cooperado
poderosamente a impedir el establecimiento de una buena
policía. Juzgo que deben espedirse disposiciones que sin violar
las garantías individuales, remedien los males que sufre la
comunidad49.

Se plantea en primera instancia, el cierre de cualquier discusión sobre el derecho


natural y se impone este concepto bajo el entendido de que:

“171. Como los derechos individuales no son merced de la sociedad ni de


gobierno alguno, sino de las condiciones morales del hombre tal como lo fue
formado por Dios, su reconocimiento i garantía no pueden ser limitados por

49
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartajena sobre la marcha de la administración
pública en dicha provincia [1867]. En: Informes de los gobernadores de las provincias del
departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano. Universidad de
Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p.91.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 47

constituciones o por fronteras ellos corresponden a todo hombre por la razón de


ser hombres; así en Colombia se les aseguran no solo a los que habitan en el
territorio sino también a los que transitan por él”50.

El desarrollo de esta prerrogativa se expresaba de forma clara con las siguientes


manifestaciones en el campo práctico de la doctrina constitucional:

a) Rechazo a la esclavitud “como negación por completo de la naturaleza


humana i de la lei divina…”. [170].
b) Respeto a la vida del hombre, porque esta “no es propiedad suya ni de la
sociedad, sino de Dios único ser que tuvo el poder i la voluntad de impartirla
a cada una de sus criaturas…”. [172].
c) El uso de la legítima defensa como motivo de antijuricidad de la conducta
típica de homicidio y en tal sentido “el que da muerte a uno de sus
semejantes, en cualquier caso que no sea el de imprescindible para
defender su vida, comete el mayor i mas reparable atentado…”. [172].
d) La función de la pena dirigida al “resarcimiento del daño producto del
delito i no a la realización de dicho mal por medio del castigo; siendo
entonces que son preferibles las penas que conduzcan a la reparación y a
la rehabilitación del delincuente”. [174].
e) En tal sentido para el año de 1872, la pena corporal de 10 años se juzgaba
como suficiente para purgar las mayores infracciones a la ley, y por eso se
insistía en que “los más grandes crímenes no proceden del cálculo de las
penas que les estén señaladas en las leyes, sino del ímpetu de pasiones
que por falta de educación i de sanciones, han llegado a un desarrollo
excesivo. Por ello es un error pretender que el rigor de las penas de la lei
supla al preservativo de los hábitos i las enseñanzas de la moral. Estos
hábitos i enseñanzas son las verdaderas garantías para una sociedad; i

50
La Escuela normal. Periódico oficial de instrucción pública Bogotá, Octubre 26 de 1872 .Numero
95 Tomo III. pp.341-343
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 48

cuando ellas faltan, las penas atroces o no son aplicadas, a pesar de la lei
por su misma atrocidad […]”.[176]
f) La reafirmación de la libertad individual con el único límite que la libertad del
otro y en tal sentido “la libertad pues de cada individuo, o sean las
manifestaciones de su actividad, no deben tener en ninguna parte, como no
tienen en los Estados Unidos de Colombia, otro límite que la libertad de otro
individuo; es decir, que cada uno tiene la facultad de hacer o de omitir todo
aquello de cuya ejecución u omisión no resulta daño a otro individuo o a la
comunidad”. [177]
g) El concepto de seguridad personal como garantía de no ser detenido sino
“por vía de pena, o por un motivo criminal que haga la prisión o detención
de todo punto necesaria.[179]
h) En tal sentido “las leyes que erijen los hechos en delitos i que señalan las
penas a los ejecutores de esos hechos, dan la posible seguridad de su
imparcialidad i justicia cuando han sido expedidas como principios
jenerales, revelados por la razón i la experiencia, i no como redes tendidas
a determinados individuos o como medidas ajustadas a circunstancias o
casos conocidos de antemano”.[180]
i) Para completar este paradigma se insistirá en que “la sola i universal
garantía para que la justicia humana lo sea en cuanto pueda serlo, consiste
en que el acusado se le dejen medios i libertad de defensa, i en que se le
auxilie en esta cuanto sea necesario para que la acción o acciones por la
que se le juzgue, aparezcan como hayan sido en sí mismas i con las
circunstancias que las puedan caracterizar”. [182] 51

Estas afirmaciones fomentaban cierto recelo entre funcionarios que consideraban


que su exceso o mal entendimiento, degeneraría indefectiblemente la pretensión
original de la Constitución. Es así como encontramos que los llamados de ciertos
funcionarios a limitar el uso de algunos derechos, no son para nada despreciables:
51
Los números que aparecen al final de cada apartado en esta sección y la siguiente,
corresponden a la numeración original de la cartilla en su LECCION VI.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 49

[T]odo el mundo conoce lo inclinada que ha sido siempre la


población cartajenera a divertirse; pues bien, aquellos grandes
bailes públicos tan celebrados, se han hecho ya imposibles por
la inmoralidad desplegada por algunos insolentes,
permitiéndose en presencia de las Señoras, que en todo país
civilizado infunden respecto a los hombres con quienes tienen
la bondad de asociarse, las maneras más libres i las acciones
más indecorosas i descorteces.

El teatro mismo está en vísperas de ser cerrado por la policía,


porque aquella cátedra de moral –aquel correctivo agradable–
sirve de escuela de desórden i descortesía. A veces no puede
verse claramente de un palco a otro que esté un poco distante,
porque el humo de los cigarros se interpone como una nube
para ocultarnos las hermosas estrellas que los adornan; i se
notan el hastío de las Señoras que no solo sienten el malestar
que producen la aspiración del humo del cigarro, sino el
disgusto i desconsuelo que les causa el poco respeto i
consideración son que les trata.

I no es solo: la grita, las exclamaciones, los equívocos picantes,


lanzados en voz alta, aun durante la representación, con más,
los silbidos & &, hacen que toda persona que se estime en
algo, se fastidie i que concluya por alejarse de esa inmundicia.

Lo que pasa en el teatro se repite en mayor escala en las calles


i plazas públicas; i al encararse la policía, se le contesta con
mayor libertad de la palabra sin limitación -la seguridad
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 50

personal i toda esa serie de garantías tan estúpidamente


escritas i mas irracionalmente interpretadas i practicadas.52

El testimonio continúa con afirmaciones más contundentes:

¿[A] dónde vamos, pues, Señor Secretario? – Qué país es


este, en donde constitucionalmente se pueden llenar de insulto
a las autoridades en su propia cara, desprestigiando a los
mismos que están encargados de dar garantías? Aquí se cree
que dos o más personas pueden concertar la comisión de un
delito, es decir: ejecutar lo que en todas las lejislaciones del
mundo se llame conjuración o conspiración para cometer un
delito; i si no lo lleva a cabo, no hai ningún hecho punible. Otros
conciertan declarar, i declaran en efecto, falsamente, para
deshonrar a una familia, o robarle judicialmente su hacienda; i
probada la falsedad de las declaraciones, no se comete delito,
porque no se ha hecho otra cosa de la garantía de la palabra.
No hai calumnia: no hai nada Sr. Secretario; ¿es posible vivir
en esta sociedad, entendiéndose de esa manera la
Constitución? Claro es que nó; i yo creo que es tiempo de que
los Estados promuevan algo para aclarar las tan repetidas
garantías: de otro modo el desborde toca ya a las puertas de
nuestra sociedad.53

En el otro extremo se halla la protección de la propiedad privada que como


veremos más adelante, encontrará un férreo cuidado en los Códigos civiles de los
Estados soberanos. Como principio inobjetable, era definida como anterior y
superior a la Ley. Esta - la Ley - no era pues , la que constituía la propiedad o la

52
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena sobre la marcha de la administración en
ella [1869]. En: Informes de los Gobernadores de las Provincias del Departamento de Bolívar,
1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano. Universidad de Cartagena. Colección El taller de
la Historia. 2007. p.124
53
Ídem. pp.124-125
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 51

que le daba nacimiento sino única y exclusivamente la que debía darle , cuando lo
necesitara , amparo y seguridad. En tal sentido, la propiedad debía respetarse, no
privando de ella a ninguno sino por pena o contribución general con arreglo a las
leyes, esto es, por resarcimiento del mal o daño que haya causado; o en pago del
servicio que presta el gobierno, servicio llamado seguridad. Fácil reconocer aquí,
los principios del liberalismo económico referido a las tesis del “dejad hacer”.

La defensa que se hace del derecho a la propiedad privada frente al “usurpador”,


es tan elocuente, que las palabras de la cartilla asume en ciertos apartados un
tono sublime:

[L]as confiscaciones aplicadas en beneficio de autoridades


despóticas, sin las garantías de juicios regulares, i por acciones
que no eran verdaderos delitos, sino en muchos casos,
grandes actos de virtud i patriotismo como la defensa del país o
el sostenimiento de su independencia i libertades, han
sublevado el sentimiento nacional contra semejante pena, la
que suele calificarse entre las llamadas aberrantes, por cuanto
recaen sobre personas distintas de aquellas a quienes se
quiere i se debe aplicar54.

En el campo de la realidad cotidiana encontramos, como antes, recelo frente a lo


absoluto de un derecho, y en este sentido, es la declaración de una autoridad
ejecutiva en 1868:

Pero sea que se adopte esta medida o cualquiera otra


semejante, si encarezco a U. tome bajo su protección ésta
medida que a la larga conducirá a declarar libre la tierra que los
pueblos han recibido de Dios, como el aire i el mar. Yo soi de
los que opinan que el hombre no debe poseer mas que la tierra

54
La Escuela normal. Periódico oficial de instrucción pública Bogotá, Octubre 26 de 1872. Número
95 Tomo III. p. 342
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 52

que labra, mientras la tiene cultivada, i esto no se opone en


manera alguna al derecho de propiedad que yo creo necesario
para el adelanto de los pueblos; Señor: el que construye una
casa, una cisterna, &, &, o establece plantaciones que exijan
cuidado i sacrificios, es justo que posea aquello con esclusion
de toda otra persona. Pero: ¿es racional que mientras un
individuo se llama propietario de terrenos inmensos que ni
conoce, ni saben lo que producen, otro hombre no tenga un
palmo que regar con el sudor de su frente para mal alimentarse
i sostener su penosa existencia? ¿i quién dio aquel ese
derecho? Examinemos, i al fin se encontrará la espoliación, el
vandalismo, la conquista, siempre el derecho del más fuerte 55.

De todos modos el derecho a la propiedad estaba altamente protegido. Veamos


como un funcionario pide en forma extensa, replantear el procedimiento para los
interdictos posesorios, justamente como acción de salvaguarda frente a
potenciales usurpadores:

[E]n los juicios de despojo se dispone; “que quien no presente


al Juez una información de tres testigos, aunque sea practicada
sin conocimiento del despojante, en la cual se acredite que
estaba en posesión de una cosa i fue despojado violentamente
de ella por un hecho privado, inmediatamente, sin dar
traslado interpelar al despojante, se le restituirá por el Juez a
la posesión que antes i no se oirá demanda ni reclamación
por parte del despojante hasta que se haya verificado la
restitución”.

55
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena [1864]. En: Informes de los gobernadores
de las provincias del departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano.
Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p.86
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 53

Esta disposición que era la misma de la lei procedimental


recopilada, i de la antigua Lejislacion española, debe ser ya
regalada a la historia: es impracticable, por inconstitucional e
inconveniente.

Es inconstitucional, porque estando garantizada la propiedad,


se priva a un individuo de la posesión de una cosa que le
pertenece, sin estar en los casos previstos por nuestra lei
fundamental, o se le impone una pena; porque es una
verdadera pena privar al que posee una cosa de lo que le
pertenece, aunque sea por pocos instantes, sin ser oído i
vencido en juicio.

Es inconveniente i añado injusta i atentatoria, mas es un


verdadero despojo, porque la posesión de la cosa equivale con
frecuenta a la propiedad, i por privarse a una persona de la
posesión de un objeto se le puede condenar absolutamente a
perderlo. Por ejemplo; M. consigue que tres aseguren
falsamente que J. lo despojó violentamente de una hacienda
mui productiva i un mueble de gran valor de que estaba en
posesión, antes del hecho, en calidad de dueño i con esa
documentación pida la posesión i el Juez, en cumplimiento de
la lei, la decreta, sin oír al supuesto despojante. Supongo que
el Juez es incorruptible, i que no es un bribón que está de
acuerdo con el postulante para robar a J. si le conoce la
apelación cuando llegue el caso de que pueda oírle, exije un
fiador que responda de que la cosa restituida será devuelta, si
se revoca el auto i no acepta como fiador sino una persona
abonada; pero como el que es hoi abonado puede no serlo
mañana, i como los juicios se pueden demorar mucho en
manos de tramoyistas hábiles i jueces poco severos o
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 54

desidiosos, puede resultar que al revocarse el auto en virtud


del cual se ordenó la restitución, ya el bien mueble haya
desaparecido i la hacienda haya desmejorado, i dispuesto el
litigante malicioso de sus pingües productos, sin tener el fiador
con que pagar por haber llegado a la insolvencia porque se
niegue a hacerlo, aunque pueda ocultando sus bienes.
Pregunta: ¿No es ciertos que pierde J su propiedad en
absoluto, en el caso del bien mueble i gran parte de ella
también en absoluto, en el caso de la hacienda? He ahí, pues,
que la posesión implica frecuentemente la propiedad.

De todo eso pudo libertarse a J. si se le hubiera dado traslado


de la demanda de M. porque entonces habría demostrado i
probado que era una falsedad la declaración de los testigos,
que él era lejítimo dueño de aquellos bienes por haberlos
obtenido de tal modo, según los documentos que exibiera,
pudiendo entonces entablar el juicio plenario de propiedad
[…].56

Como hemos visto hasta aquí, esta Cartilla ciudadana a la vez que fungía como
manual didáctico, expresaba severamente y sin reato, la propaganda oficial sobre
los paradigmas con los cuales pretendía organizar las acciones judiciales
puestas en términos de lo Penal y Civil. Sin lugar a dudas, un decidido meta -
relato de la gran utopía liberal, con las tensiones que como vimos, fácilmente
intuyeron algunos Gobernadores de la Provincia de Cartagena.

Antes de abandonar este apartado, no podemos dejar de referirnos a una edición


posterior del 3 de mayo de 1873, en donde se describe el poder judicial en los
términos al que nos hemos referido:
56
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena sobre la marcha de la administración en
ella [1869]. En: Informes de los gobernadores de las provincias del departamento de Bolívar, 1861-
1881 (compilación). Editor: Sergio Solano. Universidad de Cartagena. Colección El taller de la
Historia. 2007. pp. 112-113.
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573. La distribución de la justicia, la aseguración a cada uno de lo que es suyo,


esto es, de su persona, facultades i derechos naturales, como la del ejercicio legal
i lícito de esas facultades i derechos, es el objeto de la sociedad civil. Las formas
de gobierno i la organización de los poderes públicos son simples medios para la
consecución de tal objeto.

574. En consecuencia el Poder Judicial es, en este punto de vista el más


importante. Donde él funciona con independencia i equidad, allí se disfruta de lo
que puede llamarse bienestar social, cualesquiera que sean, por otra parte, el
rejímen político i las formas constitucionales adaptadas57.

En este sentido, tomemos las palabras de este Procurador que nos hacia recordar
que:

En todas las aspiraciones de la humanidad hacia un estado de


perfección que la fantasía fragua i que los órganos de la
sensibilidad no han llegado a ser sentir jamás, hai un ideal, al
cual parece que una fatalidad no permiten se ajusten los
hechos cumplidos en su persecución; hai un más allá, eterno
estimulo del hombre para no caer rendido en el camino de la
vida, i que le da aliento para lanzar un quejido i proceder en su
alcance, al cual no le es dado llegar; porque por una misteriosa
lei parece que ocupa un lugar en lo infinito, i produce en la
miope visión humana un miraje cruel más que el de los
desiertos, por que estos tienen su término allá en el lejano i
verde horizonte, i el infinito carece de límites.

La vida social no puede ser concebida sin que sus relaciones


sean reguladas por la seguridad que tengan todos i cada uno
de los asociados de que sus persona, su honra i su propiedad

57
La Escuela normal. Periódico oficial de instrucción pública. Bogotá, 3 de mayo de 1873. Número
122 Tomo IV. p.122 ,141.
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son respetados; sin que la amenace ningún atentado ora parte


de este Gobierno, ora de los particulares. Sin la seguridad
absoluta la idea del progreso desaparece, i con ellas las
esperanzas de la anhelada felicidad.

No basta con que la lei diga como debes ser administrada la


justicia: es indispensables que los encargados de misiones tan
nobles, sepan cumplir su deber. El cumplimiento del deber exije
algo mas que llamada buena voluntad, exije ciencia para librar r
la verdad de la redes del error; i es este en mi concepto el
verdadero escollo de la administración de justicia. Esclarecer
los hechos, i discernir el derecho, es la gran lección que el
hombre parece que el hombre no quiere aprender. Fijar la
ciencia lo que debe entenderse por derecho, i no saberlo
aplicar, es la lucha de todos los días, i es la necesidad mas
apremiante de la sociedad obtener sobre el particular ideas
fijas que regulen su marcha hacia sus grandes destinos. 58

1.1. Intelectuales y formación jurídica liberal.

En definitiva, estas corrientes del pensamiento enmarcaron la formación del


discurso político, como propuesta exótica, y como objeto argumentativo capaz de
ser instrumentalizado en propuestas demagógicas de amplio espectro por la
burguesía, como queda registrado en la ciudad de Cartagena.

En efecto, el clima intelectual en esta ciudad fue muy intenso, y en la primera


mitad del siglo XIX se dieron las más variadas discusiones alrededor del tema de
la formación del Estado y de la relación de este con los ciudadanos en el espectro
de la participación o intervención en la esfera pública. El eje de la discusión era de
vieja data: si la clase dominante estaba preparada para abrir el espacio tanto

58
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Diario de Bolívar. Cartagena, 22 de agosto
de 1878. pp. 1374 -1376.
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como para que se produjera un efecto de inclusión social, y si esta población


emergente de ciudadanos no ligados con las redes tradicionales de poder podían
empujar su propio proceso de inserción en la administración pública.

Llama la atención el flujo de ideas exógenas con que se movilizaba el ideario


social de la época, con lo cual es justo pensar en lo que no pocos han
denominado colonialismo intelectual y que como en el caso de la administración
de justicia, produjo resultados contradictorios.

Resultan especialmente evidentes las referencias a Proudhon, Lamartine y Saint


Simon, con las cuales los intelectuales de la época - entre ellos Juan José Nieto y
Rafael Núñez - “aderezaban” profusamente sus artículos en la prensa local.

En este aspecto rescata Orlando Fals borda que para el año de 1848, todavía con
los ecos de la revolución francesa, y la dimisión de Luis Felipe de Orleans – que
traducido en términos americanos significaba que la aristocracia ( relacionada con
la tradición, las viejas prerrogativas, el viejo estado de cosas, el anquilosamiento,
el progreso retardado etc.) bien podía ser reemplazada para dar paso a una nueva
generación de emprendedores negociantes y visionarios, capaces de liderar un
nuevo estado de cosas, “capitalizando” el trabajo duro de las clases populares - se
establecía en la ciudad una especie de doctrina romántica que elogiaba – por lo
menos en el discurso- la necesidad de implantar ciertos cambios sociales como
base del progreso, en una ciudad que después de la independencia, se hallaba
inmersa en una nada despreciable crisis fiscal 59.

Bajo la bandera de los discursos que generalmente se llamaban socialistas o de la


democracia burguesa - en una confusión muy común para la época – surge
entonces una vehemente corriente del pensamiento, de esencia contradictoria,
que hace carrera en periódicos, folletos y pasquines, y se expresa entre otras, en
la formación de Sociedades de artesanos. En el periódico “La Democracia”, por

59
FALS BORDA, Orlando. Historia doble de la Costa. El presidente Nieto. Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia, Banco de la República. El Ancora Editores. 2002. pp. 91-116.
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ejemplo, en su edición del febrero 20 de 1851, se insistirá en atacar a Proudhon


por su aseveración en “¿Que es la propiedad?” sobre que esta era literalmente un
robo, y que la utopía de crear un Estado sin clases era lo mismo que equiparar a
la gleba con las clases educadas. El pueblo pues, debía educarse primero antes
de darle el comunismo. Igual se dirá en el ámbito de la administración de justicia
cuando figuras como la de los jurados, se tachaban de insostenibles. En definitiva
el discurso social parece transitar en el siglo XIX cartagenero como una moda a
veces fatal, otras veces exótica, pero en todo caso, objeto de vigilancia rigurosa60.

Se pensaría incluso en dotar a los lectores de los diarios de una especie de


equilibrio conceptual cuando encontramos en la edición 64 de febrero 20 de 1851
un artículo de Núñez en el cual se refería a la injustificada desproporción entre
ricos y pobres , pero en el mismo diario se habla de la propiedad como derecho
inalienable, dando por hecho, la ilegalidad de cualquier acto que implicara una
reconformación equitativa en la distribución de la riqueza y que implicara el
despojo de las clases dominantes, con lo cual el llamado general era la defensa de
la democracia burguesa para encontrar el camino del socialismo. 61

Los abogados del Estado Soberano de Bolívar, se formarían pues, bajo estas
discusiones que conformaron lo que para la época era la opinión pública, término
muy usado, y que al decir de José Manuel Restrepo constituía el alma de la
democracia. Estos profesionales “lejistas”, como también se les llamó, abordarían
desde la academia el problema de la articulación de lo público con las instancias
de los poderes locales, y en el proceso de instauración de las reformas educativas
auspiciadas por el gobierno central- fuertemente influido por el poder eclesiástico –

60
Sin lugar a dudas uno de los comentaristas más leídos en la ciudad y el país fue Rafael Núñez.
Su actividad como periodista, revelara el prototipo del intelectual de la época: por un lado,
detentador de un discurso erudito, pero a la vez, cauteloso con la promoción de ideas que pudieran
entenderse como revolucionarias y perturbadoras del status quo vigente. Sus escritos políticos y
sociales, aparecieron profusamente en periódicos como “El Porvenir” de Cartagena, y “La Luz”.
61
NUÑEZ, Rafael. La Reforma Política en Colombia. Colección de artículos publicados en "La Luz"
de Bogotá y "El Porvenir" de Cartagena, de 1881 a 1884, por Rafael Núñez. Bogotá, 1885.
Reedición en la Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Imp. Nacional y Editorial A. B. C., 1944-
1950. Los mejores artículos políticos, Selección Samper Ortega, Ed. Minerva, 1934.
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defendieron o condenaron las tesis de los programas de estudio impuestos por


los gobiernos radicales.

Así lo podemos evidenciar en los Informes de los Gobernadores del Estado, o de


los Procuradores, muchos de ellos abogados salidos de las escuelas locales. La
academia sirvió entonces para sustentar las ideas radicales, evidenciadas en la
articulación de los Códigos penal y de procedimiento criminal, y civil. El primero
en el área específica de la atención al debido proceso y la implantación de los
jurados de juzgamiento como garantías de índole constitucional, y el otro en la
defensa del derecho a la propiedad en los extensos articulados para su
protección.

En el Estado Soberano de Bolívar se aprobó mediante Acuerdo de diciembre 21


de 1869 de la Junta Superior de Instrucción Pública, el estudio del Derecho en dos
escuelas: La Escuela de Jurisprudencia y la Escuela de Política, que se cursaban
en 4 y 3 años respectivamente con las siguientes asignaturas:

La Escuela de Jurisprudencia, iniciaba con Derecho Civil Romano, Derecho de


Gentes y Tratados públicos y prolegómenos del Derecho Eclesiástico universal. El
segundo año comprendía Derecho Civil y Penal Patrios; Historia del derecho,
Derecho Publico eclesiástico. El tercer año integraba las materias de Código de
comercio y leyes de aduanas, Lejislacion militar e instituciones canónicas. El
cuarto año exigía ver procedimientos judiciales y práctica forense, pruebas
judiciales e historia de los concilios ecuménicos.62

La escuela política seguía el siguiente currículum: el primer año economía política


y ciencia de la legislación. El segundo año ciencia constitucional y constitución de
Colombia y Bolívar, ciencia administrativa y régimen política y municipal del
Estado. Para el tercer año Derecho de Gentes y tratados públicos, estadística y
táctica parlamentaria.

62
PUERTA LEON, Heriberto. La administración de Justicia en el estado soberano de Bolívar. 1870-
1880. Cartagena: litocopia, 2009. pp.214-215.
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Como es posible observar, eran prioridad las materias que tenían que ver
directamente con la formación del Estado, lo que no era otra cosa que la
educación para la participación activa en decisiones, o dicho de otra manera en la
discusión activa sobre este, con lo cual se motivaba a los futuros burócratas, a
cimentar un nuevo modelo de Estado más abierto al debate y a las nuevas ideas,
al activismo político, como preconizaban los liberales y que en su sentir, los
diferenciaba de los conservadores.

Para Víctor Manuel Uribe-Uran los gobiernos conservadores que habían seguido a
Santander intentaron opacar el desarrollo de las materias constitucionales, pero
con la llegada del liberalismo se dio un nuevo impulso a esta, e incluso un
renovado interés por autores como Bentham. Al decir de este autor, el hecho del
veto a las materias constitucionales, y los programas con alta dosis de legislación
canónica, provocaron exactamente el efecto contrario, y la nueva generación de
estudiantes dentro del liberalismo tenderían a ser más radicales, mas
benthamistas y mas rebeldes.
De este modo, los estudios de derecho se convirtieron en un factor ideológico que
contribuía al afianzamiento del sistema del gobierno constitucional, republicano y
liberal.63

63
Resulta interesante para entender la administración de justicia en la década de los 70 del siglo
XIX, y su relación con la política, lo podemos encontrar en los hechos del 1876, directamente
relacionados con la visión pública sobre la eficacia del sistema. La ocurrencia de los asesinatos en
el “ Camellón o Paseo público” ocurridos el 8 de diciembre de 1876 en la ciudad de Cartagena ha
sido estudiado muy poco cuidado por historiadores locales, quizás porque incluso a pesar de la
contundente violencia con que aparecen los hecho, no deja de ser percibida como otra anécdota
más de la violencia partidista, luego de que se pusiera en entredicho la llegada a la presidencia de
la República de Aquileo Parra para el periodo presidencial 1876-1878, con lo cual quedaba
instalado en la más alta magistratura del país otro miembro del llamado Olimpo radical, en
oposición de los conservadores. En efecto, los ecos del fraude produjeron una oleada de
descontento entre los conservadores por lo que los liberales temían que entre los líderes de aquel
partido, explotara como en otras regiones del país, una revolución opositora que eventualmente
podía desestabilizar el gobierno local presidido por el liberal moderado Rafael Núñez, pero que a la
vez, se articulara con los movimientos opositores de otros estados como el de Antioquia,
tendientes a derrocar el poder en la Capital. En el día en comento, en horas de la noche, una
gavilla de liberales atacó por el paseo público a todos los conservadores que encontraron,
produciéndose varios muertos y heridos entre las cuales estaban varios líderes conservadores,
que entre los liberales aparecían como potenciales organizadores de una revolución. Es de
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1.2. Aproximación al concepto de ciudadanía en el Estado Soberano de


Bolívar.

Lo que vemos aquí reflejado de forma implícita, es lo que la autora colombiana


Liliana M. López ha llamado ciudadanía miscelánea en el periodo del radicalismo
liberal colombiano, consistente en la formulación de un tipo de status político que a
la vez que propendía por un individualismo expresado en el discurso de protección
y consignación de derechos individuales, también consistía en un interés por
integrar al ciudadano a la responsabilidad del que hacer público64. De lo que se
trataba era de una combinación teórica entre el liberalismo individualista –
egoísta - del hacer lo que por naturaleza me es dado hacer, y el individualismo
comprometido, es decir, el uso de la libertad dirigida la participación en la res
pública.

Cada una de estas variadas corrientes ideológicas funcionaba como aporte a la


estructuración del radicalismo, con lo cual es fácil comprender que este no se
trató jamás de un sistema de ideas único y perfectamente coherente.

Pensando en lo que se ha llamado libertarismo en el que se reafirma como


doctrina la libertad de la voluntad del ser humano, hallamos que contiene
intrínsecamente dos tendencias: el liberalismo clásico en cuanto estado limitando
su poder, y el liberalismo libertarista como limitación de las funciones del Estado,
y realce de la naturaleza individualista del ser humano, expresado en la
prevalencia de libertades y derechos como el de la vida, el debido proceso o el de

especial atención la forma rápida y contundente con que al parecer fueron resueltos los hechos en
el campo jurídico. Testimonio de ello es el impreso firmado por “unos apreciadores del mérito
“(anónimo) salido en 1879, y que al mismo tiempo que relata los sucesos de ese día y transcribe la
sentencia dictada por el tribunal superior de justicia del Estado de Bolívar, presidido Eloi Pareja
González el 23 de junio de 1879, exalta los meritos del procurador general del estado soberano de
bolívar Carmelo Arango y su alegato a favor de la justicia, con lo que queda la sensación de que en
estos tipos de juicios con cuestiones políticas por delante , la justicia brillaba con más celeridad, lo
cual contrasta con los recurrentes testimonios de incapacidad de los funcionarios para resolver los
crímenes. Ver: LEMAITRE, Eduardo. Historia General de Cartagena. Tomo IV. La República.
Bogotá: Banco de la República, 1983. pp.255-262.
64
LOPEZ LOPERA, Liliana maría. “La ciudadanía miscelánea del liberalismo radical en Colombia”.
En: Estudios políticos. N: 14. Medellín, enero – junio 1999. pp.74-104
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propiedad , y es este el sentido tan ampliamente comentado por la Escuela


Normal.

A esto hay que agregarle, la evidente influencia del Republicanismo, ideología que
se estructura alrededor de una noción de libertad positiva o libertades públicas
como espacio donde los individuos se encuentran por medio de la acción y
discurso práctico en lo público.

El Republicanismo igualmente reposa en la idea de la soberanía de pueblo y de la


democracia directa, con uso de la razón pública y las virtudes cívicas por medio
de la participación activa.

El Republicanismo remarca la importancia de la libertad positiva y democracia


directa. En este sentido Benjamín Constant apelaba a la libertad positiva o libertad
de los antiguos como distribución de poder entre todos los ciudadanos. Se rastrea
esta concepción cuando M. Murillo Toro defiende el sufragio universal.

Tenemos pues que la mixtura miscelánea del la ciudadanía del radicalismo liberal
expresada en la Constitución Nacional, y en la Constitución del Estado Soberano
de Bolívar, comentado en la Escuela Normal y defendido, y afianzado en el
aparato judicial, consiste en que descansa sobre la defensa de la libertad
negativa y la prioridad absoluta del individuo sobre la comunidad, y los derechos,
alternada con el republicanismo que defiende sufragio universal , directo y
secreto, y la valoración sobre la opinión pública y de la vida activa.

La libertad negativa orientaría la acción individual, como libertad simple. La


libertad positiva presupondría la libre participación social o sea la orientación de
la voluntad hacía lo social.
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La ciudadanía radical que hemos expuesto hasta ahora coincide con la teoría de
T.H Marshall o sea, como titulo conferido por el Estado en el reconocimiento de
los derechos, por sobre la ciudadanía como ejercicio directo de la esfera pública. 65

Retomando a Rawls y Habermas puede decirse que en el radicalismo liberal la


autonomía privada y pública, están unidas, es decir, es una combinación de
defensa de derechos individuales con participación ciudadana.

A partir de estas ideas heterogéneas, la ciudadanía nueva sería reflejada,


protegida, fomentada, propulsada y consolidada, por el nuevo sistema judicial a
través de ciertas instituciones que tratarían de protegerla con figuras muy
puntuales y concretas , para llegar a lo que hemos convenido llamar para esta
monografía , una ciudadanía del radicalismo.

Pero ¿Cuáles eran las características de esta ciudadanía y como estaba


relacionada con la idea de Nación y Estado? Y ¿En que se diferenciaba de la
ciudadanía de la primera mitad del siglo XIX?

Podemos aproximarnos a este tema, diciendo que para la primera mitad del siglo
XIX, la construcción del concepto de ciudadano solo se entiende con la figura de la
Vecindad, habida cuenta de que sería esta, la constitutiva de la aplicación de
ciertos privilegios políticos, dentro del armazón legal de la participación en la
esfera pública, en el desarrollo de las Constituciones nacionales.

El vecino será quien, en efecto, dentro de la circunscripción mas particular, como


objeto de la política, y en cuanto a titular de las prebendas que la constitución
otorga, y por el hecho de su vinculación ”natural” a ese territorio ( Provincia,
Cantón, Parroquia ) quien devendría beneficiario .

Este hecho significativo, que continuamente remarca François-Xavier Guerra para


los casos latinoamericanos, recuerda en principio que la transformación del
individuo en ciudadano ocurre como un acto social de invención institucional, pero

65
MARSHALL, TH. Op cit.
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también , que el concepto de Nación, pasaría primero como una alusión


permanente a un espacio que , dentro de los límites del Estado, aparece como
“algo” real y perfectamente particularizado 66.

En efecto, el ciudadano de las primeras décadas del siglo XIX, es un individuo


concreto, que a su vez pertenece a una realidad igualmente específica, por lo que
son extrañas a esta noción, la abstracción y generalidad con que años después
seria definida. Lo que se halla en principio, es que el individuo hace uso de la
esfera pública dentro de un orden corporativo y jerárquico, y su relación con el
Estado pasaba previamente y de forma casi exclusiva por los límites de su
vecindad.

Así, esta aparece como requisito de obligatorio cumplimiento desde 1812 a 1855,
en los procesos electorales. De esta forma está inscrita en la constitución de 1812
de Cartagena, y se exigirá igualmente en las de 1821 y 1832. En la de 1853
desaparece como requisito indispensable y reaparecería según R. Flórez en la
constitución de Rionegro, y haciendo parte del Código político y municipal de
Cartagena del año 187267. Esta persona, se insistirá, no contaba con las
características de igualdad, individualidad o abstracción.

La vecindad en la primera mitad del siglo XIX se refiere particularmente al lugar


concreto donde:

§ Se radicaba
§ Se laboraba
§ Se ejercía acción política, social y cultural

66
GUERRA, François-Xavier. “El soberano y su reino. Reflexiones sobre la génesis del ciudadano
en América Latina”. En: SABATO, Hilda (Comp.) Ciudadanía política y formación de las naciones.
Perspectivas históricas de América Latina. México Fondo de Cultura Económica, 1997.pp.33-61
67
FLOREZ BOLIVAR, Roicer. “Ciudadanos y vecinos: un acercamiento al proceso de construcción
del ciudadano en Cartagena durante el siglo XIX”. En: Historia Caribe, numero 011. Universidad del
Atlántico. Barranquilla, Colombia. pp.111-127
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Lo que encontramos en estas elaboraciones, es la expresión del arraigo, del vigor


del provincialismo, de la pluralidad política y social, y de la fragmentación política y
territorial, en otras palabras de los particularismos heredados del sistema de
organización socio-política colonial.

Desde esta perspectiva, se ha dicho que las nuevas naciones encuentran en el


provincialismo localista un obstáculo a menudo infranqueable para la construcción
del Estado- Nación centralizado. Ocurriría en el México post-colonial y en la Nueva
Granada, en donde el apego por la institucionalidad inmediata, desvanecía los
intentos centralizadores desde el poder del naciente Estado, lo que continuamente
recordaba que las llamadas nuevas Naciones, eran realmente un conjunto de
pueblos generalmente aislados y distintos, solo unidos por la lengua, la religión o
la moneda.

Así pues, en la Cartagena decimonónica la vecindad era definida en palabras del


Gobernador de la Provincia en 1843, Antonio Rodríguez Torices, como quien
estaba radicado en un distrito parroquial la mayor parte del año, quedando así
establecido que el individuo, se disolvía en la comunidad local, la cual dominaba
sobre él, constituyéndose como unidad fundamental de la sociedad, la
parroquia68 .

La circunscripción a la parroquia determinaba que los electores y los postulados a


ser elegidos lo hicieran por una y determinada comunidad en la ciudad, y no
faltarían casos en los que producto de esta especial condición de vecindad se
intentara manipular, a favor de algún interés personal, la ubicación domiciliaria.

La pregunta obvia es ¿Cómo se pasa de esta ciudadanía pre-moderna de la


vecindad, al estatuto del ciudadano con derechos y obligaciones frente al
construido abstracto del Estado? La ciudadanía pre- moderna es inseparable de
una estructura y una concepción jerárquica de la sociedad, con lo cual la condición

68
BIBLIOTECA BARTOLOME CALVO, sección de archivos microfilmados. Semanario de la
provincia de Cartagena, Mayo 3 de 1843. p.2.
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de vecino implica desigualdad. Estas condiciones se refieren, siguiendo todavía a


François- Xavier Guerra, a una concepción corporativa o comunitaria de lo social,
o sea la pertenencia a un grupo social.

El ciudadano moderno, mientras tanto, es el componente individual de una


colectividad abstracta llamada Nación o pueblo. Su condición es independiente del
estatuto personal, o sea la pertenencia a estamentos privilegiados (excepto castas
y esclavos), independiente del lugar de residencia, pueblo o villa.

Los derechos que se le asignan a este ciudadano moderno vienen bien descritos
por T.H Marshall y ocupan los siguientes rangos:

§ Una ciudadanía civil (derechos)


§ Una política (elegir y ser elegido)
§ Una social (derechos económicos)

Los derechos de ciudadanía según el autor son producto de la tensión entre el


individualismo de la economía capitalista – léase liberalismo - , y los ánimos
democráticos que tienden en últimas al beneficio social. Marshall dirá que la
ciudadanía es un principio de igualdad que coexiste con la desigualdad que
provoca el mercado.

La ciudadanía plenamente desarrollada se da con la reducción de las tensiones de


la desigualdad social inducida por el mercado, por medio del estimulo de la
igualdad de oportunidades y la movilidad social.

Dentro de este contexto la función de la administración de justicia, estaría


cumpliendo una función garantizadora, de tal manera que “las instituciones
garantes y forjadoras de los derechos civiles son las cortes de justicia y el logro
de los derechos de ciudadanía civil tiene mucho que ver con la consolidación de
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formas de administración de justicia y defensa que sean accesibles para todos


desde el punto de vista económico”, como habrá de expresar Carlos Sojo69.

Para consolidar el concepto de ciudadanía en la Cartagena del siglo XIX, se opta


por una serie de estrategias que según Alarcón Meneses, pasan por la
estructuración de la esfera pública sentando bases a través de los periódicos, y
de la educación pública, como una de las premisas básicas del liberalismo en su
implantación. El objetivo era educar a la gente como única forma de civilizar y
modernizar70.

Dentro de esta cultura se buscaba la creación de un nuevo tipo de ciudadano,


inteligente y acorde con los tiempos, para lo cual serían ampliamente publicitados
los manuales cívicos, en aras de que el individuo se comportara racionalmente
en privado y en público.

Estos escritos literalmente llenaban vacios, constituían Estados etc., y


funcionaban como adoctrinamiento.

Es paradoja de estos catecismos y manuales republicanos el hecho de que utilicen


el mismo mecanismo, pregunta – respuesta, que se usaba en el adoctrinamiento
eclesiástico, pero ahora renovado para implantar el liberalismo. Son famosos el
Manual de urbanidad de Carreño y el Catecismo republicano de Cerbeleón Pinzón
de 1864. En el fondo, la defensa de la Nación se esgrimía como el principal objeto
de la cultura política moderna.

En síntesis, la relación que coexistirá entre educación y republicanismo, será la


misma que genera el concepto de ciudadanía ligado a la pedagogía del individuo,
a la formación y educación pedagógica de los ciudadanos, y a la formación de

69
SOJO, Carlos. La noción de Ciudadanía en el debate latinoamericano. www.cholonautas.edu.pe
[consulta, 15 de agosto de 2010]
70
ALARCON, Luis. “Construir la República y redefinir el pueblo. El discurso político en los
manuales escolares colombianos del siglo XIX”. En: Historia Caribe No: 7. Barranquilla,
Universidad del Atlántico, 2002.
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los abogados, que entrañará la publicidad extensa de los códigos y decisiones


judiciales, y de los proyectos de ley discutidos sobre los códigos.

El ciudadano se hace persona en el proceso de instrucción, se vuelve un no


ignorante, y en sentido trascendente se le relacionará también con una especie
de soberanía intima. Ciudadano como soberano de sí mismo, capaz de disponer
de su suerte y a nivel social, usará del poder para ejercer alcance sobre los
asociados. Los manuales homogeneizaban e implantaban el prototipo de lo que
debía ser el ciudadano: una creación artificial, con un sujeto vinculado a lo
nacional, y no circunscrito a la comunidad limitada y local.

El autor establece diferentes doctrinas entre la forma de civilizar a lo liberal que


veía la base del progreso en Inglaterra, Francia y Alemania, y a lo conservador
basado en la tradición hispánica, la moral y la religión católica.

Dentro de este panorama, Jorge Conde Calderón explica de que forma la prensa
de este periodo republicano, actúa como novedoso instrumento de pedagogía
política en el que sus mensajes, garantizarían la reproducción del nuevo orden
(lectura pública periódicos y libros)71.

La prensa se constituyó como un espacio del poder como forma de expresión de


la administración pública, del bien público. Por eso existe un crucial vinculo entre
prensa y poder, cuestión que era vista como inherente a la esfera pública,
dándose por hecho la instrumentalización de prensa y de escritores por parte de
los dos partidos políticos para adoctrinar artesanos en sociedades democráticas
(liberales) y sociedades populares (conservadores).

Siendo que también las clases populares eran objeto de este proceso de
educación, se consideró que esta pedagogía era instrumento de ascenso racial.

71
CONDE CALDERON, Jorge. “Prensa y esfera pública en la Cartagena republicana, 1821- 1853”.
En: CARDOZO, Germán y URDANETA QUINTERO, Arlene (compiladores): Colectivos sociales y
participación popular en la independencia hispanoamericana. Maracaibo, Universidad de Zulia,
Instituto nacional de antropología e historia, El colegio de Michoacán, 2005.
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Dirá Calderón recordando a Guerra, que esa continua construcción social


enmarcada por las continuas contradicciones, hizo que de esa realidad
insoslayable de los pueblos, naciera la indeterminación de la Nación.

El radicalismo haría profundizar estas contradicciones ,y como dice Marco


Palacios , como en el resto de Hispanoamérica, el liberalismo también moldearía
el proyecto de construcción de Estado, de expansión de los derechos de
ciudadanía y la definición de la nacionalidad, pero contrario a lo esperado, y a
pesar de que idealmente este triple proceso hace parte de un mismo proyecto de
modernidad, la realidad nos hace ver que cada elemento siguió caminos
divergentes y a veces conflictivos entre sí, dando por hecho una modernidad
inconclusa y una fragilidad del Estado Colombiano, situación que se hará notar de
forma clara, en el sistema judicial del Estado Soberano de Bolívar.

Dentro de este panorama se tipificaron delitos y culpas contra la Constitución


(Cap. 13 del C.P), contra la libertad de culto (Cap. 17 del C.P), contra la libertad de
imprenta y de palabra (Cap.61). Igualmente establecía los delitos contra la
libertad de sufragio (Cap.14 del C.P) y los delitos contra los derechos individuales
que integraban aquellos contra la libertad y la seguridad individual, tal como la
detención arbitraria (Cap.15 del C.P).
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2. CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA DE JUSTICIA EN EL ESTADO


SOBERANO DE BOLIVAR.

Teniendo en cuenta las anteriores consideraciones pasamos a referirnos entonces


a la implementación de estos paradigmas, elevados a rango legal en la Ley de
Organización Judicial (L.O.J) o Ley 22 del 2 de diciembre de 187372. Cabe hacer,
sin embargo, ciertas observaciones. El sentido de esta Ley era organizar de forma
clara el sistema judicial básicamente en cuanto a las competencias o atribuciones
de cada una de las autoridades que administraban justicia. A su vez, constituyó el
esfuerzo mejor elaborado, pasados 10 años de la constitución de Rionegro, y
resolvía las inconsistencias de las anteriores: la Ley de 16 de octubre de 1868 y
las adicionales de 10 de octubre de 1869 y de 14 de octubre de 1871.

Debemos insistir que el propósito primordial de encarar el sistema judicial del


Estado Soberano de Bolívar es rastrear los paradigmas anteriores alrededor del
tema de la ciudadanía.

Con especial énfasis nos referiremos a la visión sobre los Jurados provinciales y
los Jurados de revisión, que aparecen como una conquista del liberalismo en su
necesidad de civilizar la administración de justicia, y un intento de incursión del
ciudadano , integrado en la esfera pública de la justicia.

2.1. Ejercicio del Poder Judicial en el Estado Soberano de Bolívar

El capítulo1 (L.O.J) titulado “División Jeneral” determinaba (Art.1) que el Poder


judicial en el Estado Soberano de Bolívar, se ejercía por:

§ La asamblea legislativa
§ El tribunal superior de justicia del estado
§ El jurado de revisión

72
Lei 22 de organización judicial expedida por la asamblea lejislativa en sus sesiones ordinarias de
1873. Edición oficial. Cartajena: tipografía Antonio Araujo l.
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§ Los jueces de provincia


§ Los jurados provinciales
§ Jueces de distrito
§ Árbitros y los demás tribunales y juzgados especiales establecidos o que
se establezcan por Ley.

2.1.1. Asamblea Legislativa:

§ juzgar al Presidente del Estado o a quien ejerciera sus funciones, al


Secretario Jeneral del Estado, a los Magistrados del Tribunal Superior, al
Procurador y al Contador General, por mal desempeño en sus funciones y
por delitos comunes (Art. 2#1 L.O.J).

2.1.2. Tribunal Superior de Justicia:

§ Compuesto de tres magistrados nombrados como prevenía la constitución


por el término que en ella se expresaba (Art.3 L.O.J).
§ La residencia del tribunal seria en la capital del estado (Art. 4 L.O.J).
§ Para completar el tribunal en caso de falta absoluta o temporal de algún
magistrado se llamaba por su orden a uno de los nueve suplentes que
estaban en la capital del Estado y cuyo nombramiento hacía anualmente la
Asamblea legislativa por una mayoría absoluta de votos, en ciudadanos
vecinos del Estado (Art. 5 L.O.J).
§ El periodo de duración de dichos suplentes seria de un año contado desde
el 1 de enero posterior a su elección (Art.6 L.O.J).
§ Correspondía al poder ejecutivo en receso de la asamblea legislativa oír i
decidir las excusas y renuncias de los magistrados principales y suplentes
del Tribunal superior y llamar a los que debían reemplazarlos dando cuenta
a la Asamblea Legislativa en su próxima reunión(Art.7 L.O.J).
§ También correspondía al poder ejecutivo conceder licencia a los
magistrados del Tribunal para separarse del despacho hasta por sesenta
días llamando al respectivo suplente (Art.7 L.O.J).
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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§ Cuando no haya suplentes con quien llenar las vacantes de los magistrados
del Tribunal Superior de justicia, el poder ejecutivo nombrara magistrados
interinos (Art. L.O.J).
§ Para desempeñar las funciones de los magistrados en casos de
discordancia, impedimento o recusación era llamado por el Presidente del
Tribunal al suplente respectivo que se encuentre en la capital , por orden de
su nombramiento (Art.9 L.O.J).
§ Si se agotaba la lista de suplentes en el caso del artículo anterior se
sorteaba uno o más conjueces de los veinte que anualmente nombraría la
asamblea en votación colectiva y por mayoría absoluta de los votos. Los
conjueces debían tener las mismas cualidades que se requería para ser
magistrados suplente y además la de ser vecino de la capital del Estado
(Art.10 L.O.J).
§ La designación de conjuez se haría por medio de sorteo ante el Tribunal,
previa citación de las partes debiendo señalarse con cuarenta y ocho horas
de anticipación en que el sorteo deba verificarse. Los magistrados tenían
el imprescindible deber de asistir a dichos sorteos, y los que no lo
verificaban quedaban incursos cada uno en una multa de diez pesos que le
impondría el magistrados o magistrados que concurrieran, siendo estos
responsables de ella si dejaban de imponerla (Art.11 L.O.J).
§ El encargo de conjuez era obligatorio, no pudiendo alegarse otras causales
para su aceptación sino las que eximían los destinos onerosos (Art.13
L.O.J).
§ Los individuos que desempeñan el cargo de conjuez, quedaban exentos
durante el año en que habían funcionado como tales, de todo servicio o
cargo público oneroso (Art.16 L.O.J).
§ Cuando se agotaba por cualquiera circunstancia la lista formada por la
Asamblea Legislativa para la designación por sorteo de los conjueces que
debían desempeñar las funciones de magistrados, en los casos de
discordancia, impedimento o recusación de estos, el Poder Ejecutivo del
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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Estado a excitación del tribunal superior formaba una lista de veinte


suplentes de la cual el mismo tribunal tomara por suerte el numero de
conjueces que sea necesario en el respectivo caso (Art.17 L.O.J).
§ Los ciudadanos que en calidad de conjueces desempeñaban las funciones
de magistrados no podían desempeñar durante el ejercicio de aquellas, las
de miembros de los jurados de revisión y provinciales (Art.8 L.O.J).

Por otra parte se establecía que todos los tribunales y juzgados con excepción de
la asamblea y los jurados estaban obligados a motivar sus fallos haciendo merito
del resultado de los autos y determinando con precisión las normas que lo
sustentaban.

La frase inteligencia de la razón hacía referencia a la interpretación que pudiera


hacerse de la norma. La forma de administrar justicia se condensaba en el
siguiente enunciado: “En nombre del Estado i por autoridad de la lei”. Toda
sentencia y auto definitivo, iniciaba con esta frase.

Los Magistrados, Jueces, Procurador, Fiscales y Secretarios debían asistir


vestidos de negros a las reuniones del jurado y todos los empleados que conforme
a la ley debían asistir a las visitas de la cárcel, eran obligados a usar esta clase de
vestido. Esta orden la establecía el art. 18 de la ley de procedimiento criminal de
diciembre 7 de 1868.

2.1.2.1. Atribuciones del Tribunal Superior de Justicia (Art.20 L.O.J)

§ Conocer y decidir en 1ª y 2ª instancia de las causas de responsabilidad


contra los Gobernadores, los Jueces y los Administradores de Hacienda,
los Fiscales y Notarios de Provincia y en general contra todos los
empleados públicos, cuyas funciones se extienden a más de un distrito
(#9).
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§ Conocer y decidir en 2ª instancia por apelación o consulta de los autos y


sentencias pronunciadas en los juicios civiles por los Jueces de Provincia
en primera instancia (#10).
§ Conocer en apelación o consulta de las causas criminales de que conocen
y deciden los jueces de provincia (#11).
§ Conocer en apelación o consulta de los autos de enjuiciamiento o de
sobreseimiento, dictados por los jueces de provincia en las causas de que
conocen i deciden en aquellas cuya decisión definitiva corresponde al
jurado (#12).
§ Dirimir en sala de acuerdo las competencias que susciten entre los Jueces
de provincia o entre estos y un juez de distrito de distinta provincia (#13).
§ Conocer en 2ª instancia de las causas cuya decisión corresponde al Jurado
Provincial para los efectos de declarar en virtud de recurso si hay o no
nulidad, y censurar la sentencia del juzgado de provincia, y someter el fallo
con el veredicto al jurado de revisión en los casos de la ley (# 14).
§ Conocer en consulta de las sentencias y autos definitivos en negocios
civiles contenciosos en que conozcan en primera instancia los Jueces de
Provincia conforme a la ley de 15 de octubre de 1866 sobre facultad
coactiva (#17).
§ Nombraba cada dos años en los diez primeros días del mes de junio los
jueces principales de provincia y anualmente en los diez primeros días del
mes de diciembre, cinco suplentes para cada juzgado de provincia que
subroguen a aquellos por el orden numérico de su elección, en las faltas
absolutas y temporales i en los casos de impedimento y recusación de unos
y otros. Cuando quedaba vacante el juzgado, por abandono o renuncia del
juez principal, el tribunal procedía a hacer nuevo nombramiento por el
termino que faltaba del periodo; de la misma manera procedía respecto de
los suplentes( # 29).
§ El Tribunal igualmente cumplía con la atribución del control constitucional
de los decretos expedidos en las provincias. (# 1).
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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Los siguientes testimonios nos darán cierta visión sobre la percepción que se tenía
de estos tribunales:

…[I] nada deja de desear en el Tribunal Superior de Justicia:


pues el personal lucido, inteligente i laborioso de que está
compuesto, ha dado el resultado satisfactorio que todos
esperábamos. Es cierto que su Secretaria sufre algunas veces
retardo en el despacho, no por culpa de su contraído jefe, sino
por la escasez i falta de regularidad de los sueldos, que
impiden una constante i absoluta consagración de los
empleados subalternos, los que tienen que dedicar una parte
del día a buscar la manera de alimentarse por qué no ven el
fruto de su trabajo destinado al servicio público. 73

O este otro:

[E]l Tribunal está compuesto de hombres honrados a toda


prueba, hábiles en el ejercicio de sus funciones i mui dignos de
la sublime misión del Majistrado encargados de aplicar la lei
escrita; por eso sus fallos se respetan i cumplen. Las
excelentes condiciones i cualidades que reúne el joven
secretario del Tribunal, le han hecho acreedor de la estimación
general, i puede rivalizar con el más cumplido i laborioso
empleado. Desde 1.º Julio del año anterior hasta 30 de Junio
del presente, el Tribunal ha sentenciado107 causas criminales
por delitos comunes como sigue… 74.

73
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Diario de Bolívar. Cartagena, 31 de agosto
de 1875. pp. 791- 793.
74
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Diario de Bolívar. Cartajena, 6 de septiembre
de 1879. pp. 530-532.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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2.1.3. Jueces de Provincia

§ Los jueces de provincia eran competentes para conocer en segunda


instancia de las decisiones de los jueces de distrito. En cada provincia
había un juez con jurisdicción en toda ella (Art. 56 L.O.J)

Dada la importancia de las Provincias de Barranquilla y Cartagena, en ella


estaban establecidos dos juzgados de Provincia en cada ciudad, en donde
laboraba una planta fija con una nómina conformada por un Juez, Secretario,
Oficial mayor, Escribiente, y Portero escribiente. En los demás juzgados de
provincia la nómina oscilaba entre 3 y 4 empleados: juez, secretario, oficial mayor
y portero.

Sobre estos funcionarios encontramos los siguientes testimonios que revelan de


forma dramática, los innumerables inconvenientes en el manejo de los procesos.
El sistema mismo parecía colapsar con motivo de agudas carencias, que se
traducían en una práctica judicial lenta y dispersa, falta de pago a los empleados,
y poco entrenamiento de ciertos funcionarios para el ejercicio de sus funciones:

[S]in embargo del cúmulo de negocios civiles i criminales que


cursan en el Juzgado de esta provincia, como lo manifesté a U.
en mi informe del año anterior, ellos han tenido despacho
posibles ya que no tuvieron algunos la pronta evasión que
determina las leyes, en el importante ramo de la Administración
de justicia. Reproduzco por tanto lo que allí espuse, en el
sentido de que se deslinden los dichos negocios en obsequio
del buen servicio público –o que al menos se aumente el
personal de la secretaria del Juzgado, de modo que ésta
cuente con dos secciones, una para el despacho de lo civil i
otra para el de lo criminal.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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Acompaño a U. dos relaciones números 3º i 4º una de los


causas criminales despachadas por dicho juzgado en el primer
semestre de este año, i otra de las que queda pendientes, i con
el número 5º las que espresa los rematados que hai en la casa
de prisión.75

En el mismo sentido encontramos que:

[L]a justicia no se administra en la provincia con la prontitud


que es de esperarse, i a veces no se puede conseguir, por
grandes que sean los esfuerzos de los que la imploran. Estos
es debido a las deficientes i faltas absolutas de la lejislacion en
unos casos, i a la ignorancia i falta de patriotismo de los Jueces
en otras, no dejando en ciertos asuntos, de llegarse hasta el
prevaricato […] El señor Juez de la provincia desempeña el
Juzgado con pureza, honradez i laboriosidad, i si sufren retardo
los asuntos de que conoce, solo es debido al tiempo que hacen
los negocios criminales, por el sorteo i reunión de los jurados.
Por eso creo necesaria, la creación de otro Juez que conozca
de lo criminal en provincias como ésta, en que hai juicios civiles
de importancia i en número considerable que despachar. 76

Las referencias a la falta de personal eran explícitas:

[C]on la lentitud que se ha dado en atribuir a la Administracion


de justicia se han despachado i se están sustanciando varios
negocios en el Juzgado de esta provincia i los de distritos.

75
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena sobre la marcha de la administración
pública en dicha provincia [1867]. En: Informes de los gobernadores de las provincias del
departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano. Universidad de
Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. 92 p
76
Ídem p.112
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De la última visita pasada en Mayo al Juzgado de provincia,


tomo los siguientes datos de los negocios pendientes hasta esa
fecha, a saber; catorce sumarios contra reos presentes, diez i
nueve contra reos ausentes, seis causas criminales, cinco
juicios de responsabilidad, treinticinco causas contra reos
prófugos, trece juicios de sucesión i cuarenta i siete juicios
civiles.

Creo sería conveniente la creación de un Secretario con su


escribiente i portero, para el despacho de lo criminal, pues
sucede muchas veces que los negocios civiles sufren retardos
debido a la práctica de un sorteo de jurado criminal,
celebración de jurado o que no se pueda hacer tales o cuales
notificaciones por que el encargado de éstas está en pos de
algunos miembros del jurado77.

De otra parte la ignorancia de los empleados judiciales aparecía también como


sintomático de un problema agudo que impedía la resolución de la litis de forma
estricta y coherente. Baste decir que era frecuente que los empleados, excepto los
jueces, carecían en innumerables distritos de educación básica:

[S]e ha presentado este caso: un amanuense infiel abusado de


no saber leer ni escribir el funcionario de instrucción, altera las
deposiciones de los testigos, u otra dilijencia judicial; aun
probado el hecho, que es mui común en los distritos poco
adelantados, no hai pena que poder imponer; pues el Código

77
Informe anual del Gobernador de la Provincia de Cartagena [1870]. En: Informes de los
gobernadores de las provincias del departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor:
Sergio Solano. Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p.134
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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se hace cargo de esos actos ejecutados por funcionarios


públicos, i nò por simples particulares”. 78

Era tal la ignorancia que también se decía que:

[P]oblaciones hai en esta provincia que no reúnen las


condiciones requeridas por el artículo 66 de la Constitución del
Estado, que no tienen el número necesario de ciudadanos que
sepan leer i escribir, en quienes, como ya he dicho, deban
recaer las elecciones o nombramientos para destinos públicos,
i esto no obstante, se las vé figurar como entidades
distritoriales. En esas localidades no solamente no existe el
réjimen municipal, sino que es sumamente difícil hacer sentir la
acción del Gobierno Jeneral. Por estas razones juzgo que es
79
urjente la reforma de la lei “sobre división territorial .

Y por supuesto, el problema de la falta de pago a los jueces:

…[s]in embargo sobre otro clamor se percibe en el Estado


sobre la irregularidad que se observa en el pago de los sueldos
de los empleados del ramo, quienes no teniendo otra cosa de
vivir son bastantes abnegados para pasar por el tormento de la
miseria a que están reducidos, sufrido los crueles efectos de
sus eficaces para contraerse no obstante al cumplimiento de
sus deberes. El infrascrito le permite llamar la atención del
Gobierno del Estado sobre lo expuesto, siendo la
administración de la justicia la salvar guardia de las libertades
públicas, la esperticia tiene acreditado, que no es conveniente

78
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Diario de bolívar. Cartagena, 31 de agosto de
1875. pp. 791-793.
79
Informe anual del Gobernador de la Provincia Cartagena [1874]. En: Informes de los
gobernadores de las provincias del departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor:
Sergio Solano. Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p. 143.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 80

tener a esos funcionarios reducidos a esa difícil situación


digamos instruir al ciudadano Presidente del Estado para el
conocimiento i demás que corresponda[…] 80.

2.1.4. Jueces de Distrito:

§ Los jueces de Distrito eran nombrados anualmente por la corporación


municipal y su periodo era de un año contado desde el 1 de enero posterior
a su elección. Por cada juez de distrito se nombraban tres jueces suplentes
que cumplían en su orden los reemplazos: el 1, el 2, y el 3 (Art. 78y 78
L.O.J).
§ Era obligatorio el ejercicio del encargo de juez principal o suplente en el
distrito, cuando el cargo no estaba rentado o su asignación era menor de $
200 anuales (Art. 82 L.O.J).
§ El juzgado de distrito contaba con un secretario, el cual podía tener o no
sueldo según lo determinara la corporación municipal, en todo caso era
obligatorio su cumplimiento, por ello quienes desempeñaban estos cargos
de juez o secretario estaban exonerados de prestar el servicio personal
oneroso (Art. 83, 84 y 85 L.O.J).
§ Los jueces de distrito conocían de las demandas cuya cuantía no excedía
de $ 20, en única instancia y en procedimiento verbal (Art.86 1ª).
§ En primera instancia conocían de demandas en cuantía de $ 20 a $ 200 y
delitos cuya pena de arresto no fuera mayor de 30 días con multa de $
100(Art 86 2ª, 86 11ª).

Miremos como son los conceptos de los Gobernadores sobre estos funcionarios:

Pero no puedo decir lo mismo respecto de los Jueces de


distrito, contra los cuales, casi en su totalidad se presentan

80
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Gaceta oficial del Estado Soberano de
Bolívar. Cartajena, 27 de marzo de 1864. pp. 3 – 4.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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constantemente quejas, no solo por retardo en la


Administración de justicia, sino por la negacion de esta, i aun
por el asqueroso tráfico de venderlas. Desgraciadamente esto
último, aunque es indudablemente cierto respecto de algunos,
es siempre imposible la prueba, i por consiguiente, no se les
puede imponer el condigno castigo.

Unas veces es la falta de conocimientos de los infelices a


quienes por necesidad, hai que nombrar Jueces en los distritos
de los campos, las que ocasiona estos males, siendo los
verdaderos autores de los escándalos, los tinterillos que se
encargan de dirijirlos, pero en muchos casos, es la falta de
espíritu público o patriotismo de los elejidos o negacion de
justicia, la que causan un retardo o negación de justicia.
Hai distritos en los cuales en todo el año no hai Juez, porque
los nombrados están i permanecen ausentes, más bien que
entrar a desempeñar sus funciones, i algunos he tenido
necesidad de obligarlos a posesionarse. Por supuesto que
nada saben de archivos ni ellos ni sus Secretarios.
Para remediar estos males no hai otro remedio, que la
instruccion, para que por ella conozcan sus deberes i
obligaciones todos los ciudadanos, i puedan valorar lo augusto
i honorable de las funciones de un Juez, que en esos
momentos represente, en cierto modo, el juicio de la Divinidad
de que solo es el instrumento81.

81
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena sobre la marcha de la administración en
ella [1869]. En: Informes de los gobernadores de las provincias del departamento de bolívar, 1861-
1881 (compilación). Editor: Sergio solano. Universidad de Cartagena. Colección El taller de la
Historia. p.112.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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En alguna medida también notas positivas sobre los jueces de distrito: “Es cierto
que contra el Juez principal de este distrito se han elevado dos quejas a mi
despacho, pero dicho empleado explicó su conducta satisfactoriamente, tanto que
enterado el querellante de sus explicaciones, no ha vuelto a insistir más en el
asunto” . 82

Resulta llamativa la forma persistente a que se alude al problema de la falta de


pago a los empleados judiciales, esta vez referido particularmente a los juzgados
de distrito:

[E]n cuanto a los Juzgados de distritos 1º i 2º de esta capital,


han dado a los negocios a su cargo la evasion que permite las
circunstancias particulares que rodean a su empleados –
porque no obstante la idoneidad de los Jueces i de sus
secretarios, i el patriotismo que abriguen, sin recibir los sueldos
que devengan para atender a su subsistencia, no pueden

exijírseles completa consagracion al despacho. La falta de


rentas municipales en los distritos con que atender al pago de
sueldos de sus empleados i a los demas gastos, a causa en
unos de hallarse embargada por el Estado la 3ª parte del
impuesto sobre el consumo de carnes de res i cerdo a que
tienen derecho -i en otros en que no está, por lo insignificante
de ese producto i carecerse además de otras rentas, es, como
U. comprenderá, una verdadera fatalidad para que en dichos
distritos pueda existir buena Administracion pública, por mas

82
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena [1879]. En: Informes de los gobernadores
de las provincias del departamento de bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio solano.
Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. p.178
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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que la Gobernacion emplee para conseguirlo, como lo hace,


teson permanente 83.

Con esta patética referencia se alude de nuevo al mismo caso:

De ese mal adolecen la mayor parte de los juzgados; pero


donde se ha hecho mas sensibles es el de la provincia de
Sincelejo, donde ha estado paralizado todo el trabajo por no
encontrarse, en meses enteros, hombres bastantes patriotas
que quieran estar todo el dia entre papeles, i llevar por la noche
a su familia por su alimento, suspiros, extenuación i lagrimas.
Duele hacer esta revelación; pero mi deber me obliga a decir la
verdad: no se pueden obtener buenos servidores, sin pagarlos;
pues los que optan un empleo publico lucrativo, es casi siempre
84
por necesidad .

2.1.5. El Jurado de Revisión:

§ El jurado de revisión era elegido por la asamblea legislativa (art. 35 L.O.J)


§ Lo componían 5 miembros y fallaban 7, teniendo en cuenta que dos de los
magistrados principales del tribunal formaban también parte de este jurado
(Art. 38 L.O.J).
§ Para elegir a los miembros, la ley de organización judicial (Ley 22 de
diciembre 2 de 1873) se hacía una lista que alcanzaba hasta un número de
90 personas escogidas en forma tripartita, de la siguiente manera: la
asamblea legislativa elegía 30, el poder ejecutivo 30 y el tribunal de
justicia, agregaba otro numero de 30 personas, registradas en orden

83
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena sobre la marcha de la administración
pública en dicha provincia [1867]. En: Informes de los gobernadores de las provincias del
departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano. Universidad de
Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p. 92.
84
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Diario de Bolívar. Cartagena, 31 de agosto
de 1875. pp. 791 a 793.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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alfabético. Debía evitarse que dichos nombres no se repitieran en ninguna


de las listas propuestas por las partes intervinientes (Art. 35 L.O.J).
§ Los miembros del jurado eran elegidos en una audiencia pública que era
presenciada por el magistrado sustanciador del caso y con la asistencia
obligatoria del procurador general del estado. Se introducía en una bolsa
igual número de balotas numeradas de acuerdo a la lista y se sacaban al
azar; cuando el número de la balota correspondía con el nombre de la lista,
ese era el miembro del jurado elegido. Era obligatorio asumir el cargo de
jurado y su incumplimiento acarreaba multa de 5 o arresto de 3 días (Arts.
38 a 40 L.O.J).
§ Para ser miembro del jurado era necesario saber leer y escribir, ser
ciudadano en ejercicio, desempeñar algún oficio, profesión, industria que
garantizara independencia económica (Art. 35 L.O.J)
§ El jurado de revisión conocía en segunda instancia de los delitos de
asesinato , homicidio, incendio , envenenamiento , falsificación de
documentos , estupro, castración, cuadrilla de malhechores, robo de
valores que no excediera de $ 200, hurto de cuantía menor de $ 500,
abuso de confianza en cuantía de $ 200, heridas ya fuera con lisia,
deformidad o inutilidad de por vida o perdida de miembro , además de rapto
y violencia (Art. 33 L.O.J).
§ El jurado decidía por convicción intima, que colegia de los documentos
testimonios y alegatos presentados en el juicio, censurado los veredictos
emitidos por los jurados provinciales cuando estimaba que no eran justos o
ratificando la decisión de estos (Art. 34 L.O.J).

2.1.6. Jurado de Provincia:

§ La Corporación municipal hacia la lista de los jurados y la publicaba (Art.


64 L.O.J).
§ Su ejercicio era obligatorio, so pena de ser penado con multa de $ 2 a 4, o
arresto de 3 días que imponía el Juez de la Provincia (Art. 68 L.O.J).
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§ Estaba compuesto por 5 miembros, nombrados por sorteo en audiencia


pública ante el juez de provincia y el fiscal, siguiendo el mismo ritual de la
escogencia del jurado de revisión (Art. 71L.O.J).
§ No ejercían jurisdicción y resolvían sobre la existencia de ciertos hechos, si
los estimaban o no probados, de acuerdo a la convicción intima que en
ellos producían los testimonios, documentos y alegatos presentados en el
juicio, si estimaban o no probados los hechos sobre los que se le
pregunta(Art. 74 L.O.J).
§ Este jurado resolvía sobre el merito de las diligencias sumarias para
someter o no a juicio criminal a determinada persona y sobre el merito de
una causa para condenar o absolver. En el primer caso se llamaba jurado
de acusación o revisión y en el segundo jurado de calificación (Art. 76
L.O.J).
§ El jurado de acusación decidía si se había cometido el delito, si había
merito para juzgar a la persona indicada (Art. 76 L.O.J).
§ El jurado de calificación decidía si el acusado era responsable, como se
calificaba esa responsabilidad y como se graduaba la misma (Art. 76 L.O.J).
§ No se sometían a este jurado los juicios por traición a la patria, rebelión,
sedición, motín, los delitos militares y las causas de responsabilidad contra
los servidores públicos (Art. 77 L.O.J).
§ Se encargaban de delitos con pena corporal o perdida de la libertad
mayor a un año (Art. 76 L.O.J).
§ De los delitos de conocimiento del jurado provincial de acusación, se
Expedia el veredicto como jurado de calificación de la causa. El juez de
provincia dictaba la sentencia de primera instancia. En la segunda instancia
correspondía al jurado de revisión, el cual rendía el veredicto del jurado de
revisión y finalmente la sentencia de segunda instancia por el tribunal
superior de justicia, contra la cual se podía interponer el recurso de hecho
(Art 78 L.O.J).
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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2.1.6.1. Desarrollo del Jurado provincial de Calificación

(Código de procedimiento en los negocios criminales – C.P.N.C -)

§ Cuando este jurado era competente, se nombraba el jurado de calificación


dos días antes del juicio, y se le daba publicidad a este en carteles donde
había imprenta (Arts. 408, 552 C.P.N.C.)
§ Para la reunión del jurado asistía el ministerio público, el sindicado o reo,
los testigos, los peritos, los acusadores particulares, los sindicados o reos
en libertad y los defensores. La sesión pública la presidia el juez, los
miembros del jurado prestaban promesa de resolver en conciencia y como
hombres de honor las cuestiones sometidas a su decisión (Art. 489
C.P.N.C).
§ El juez formulaba las siguientes cuestiones: Si estaba probado el delito. Si
NN era responsable. Quien era el autor principal, cómplice, auxiliador o
encubridor en qué grado (Art. 490 C.P.N.C).
§ Si el delito no tenia pena determinada como máximo o mínimo se omitía la
cuarta pregunta (Art. 490 C.P.N.C).
§ Siempre que el jurado declaraba con lugar a seguimiento de causa, en
relación con el homicidio se debía especificar su clase. La ley indicaba seis
clases de homicidio: voluntario, premeditado, asesinato, parricidio,
involuntario, y por imprevisión (Art. 464-518 C.P).
§ Se daba lectura a la causa por el secretario del juzgado, se examinaban los
testigos por el juez, los jurados y las partes. Se oían los alegatos del agente
del ministerio público, del acusador particular si lo había, de los acusados y
sus defensores, pudiendo hablar cada uno, dos veces en el orden
expresado. Los alegatos escritos se agregaban a la causa una vez leídos.
El agente del ministerio público terminaba pidiendo la condena o la
absolución. En el primer caso expresaba las circunstancias agravantes o
atenuantes (Art. 492 C.P.N.C).
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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§ El juez invitaba al jurado a nombrar un presidente por votación, al cual le


entregaba la causa y los instalaba en una pieza para deliberar y acordar el
fallo. A parir de este momento se suspendía la audiencia. Pero el acto del
juicio no se suspendía a menos que hubiera transcurrido seis horas y no se
hubieran comenzado los alegatos. En tal evento se suspendía por el juez, la
audiencia para continuar el siguiente día (Arts. 494, 558 C.P. N.C).
§ Iniciada la sesión secreta no podía ningún miembro tener comunicación
con persona alguna y la puerta no se abría, sino cuando el juez era llamado
para entregarle la causa ya fallada. El jurado atendía las cuestiones o
requerimientos formulados por el juez en su mismo orden y procedía a
firmar su veredicto (Art.494, 495 C.P.N.C).
§ “Está probado el delito tal”, “NN es responsable o no”. Resueltas las
primeras cuestiones afirmativamente continuaba: “El autor principal es….”,
“El auxiliador es…”, “El cómplice es…”. La cuarta cuestión si el delito tenia
máximo o mínimo se resolvía así: en primer grado, en segundo grado, o en
tercer grado (Art. 496 a 499 C.P.N.C).
§ Firmado el veredicto, el presidente del jurado, llamaba a la puerta y
entregaba la causa al juez. Este lo revisaba, si consideraba que estaba
imperfecto, dictaba un auto explicando la razón para que no se volviera a
incurrir en ella y lo devolvía al presidente del jurado, las veces que fuera
necesario (Arts. 501, 502 C.P.N.C)
§ Los veredictos declarados imperfectos por el juez no podían ser
corregidos, así debían quedar en el expediente para que el Tribunal
superior los declarar validos si lo eran .Los autos que declaraban imperfecto
un fallo por el juez no se notificaban a las partes (Art. 565, 566 C.P.N.C)
§ En el término de 24 horas el juez dictaba sentencia, fundado en el veredicto
del jurado. Se notificaba en persona a las partes, en el lapso de las 24
horas siguientes y se interponía el recurso para segunda instancia ante el
tribunal superior. Este se concedía el mismo día y se remitía al día siguiente
al tribunal para su conocimiento (Arts. 503, 504, 505 C.P.N.C).
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§ Si no se apelaba, el juez citaba a las partes y en los mismos términos se


remitía al tribunal para su censura y para que se sometiera al jurado de
revisión. Las partes presentaba sus alegatos los acusados designaban sus
defensores para la segunda instancia. Resuelta la apelación era devuelta la
causa, se notificaba y se disponía la ejecución de la sentencia y verificada
ésta se ordenaba el archivo (Arts. 506, 508 C.P. N. C).
§ Los autos y sentencias del Juez de Provincia se notificaban el mismo día en
que se dictaban y como máximo al siguiente día, expresando la hora (Art.
504 C.P.N.C).
§ Cuando el jurado de acusación encontraba que había lugar a proceder, el
juez dictaba un auto de enjuiciamiento contra el individuo citado en el
veredicto (Art.503 C.P.N.C).
§ Estas disposiciones eran comunes a los Jurados de Acusación (Arts.464 -
482).

2.1.6.2 Censura del tribunal por los veredictos del jurado provincial de
acusación:

§ Recibidos los autos en el tribunal superior el magistrado a quien le sean


repartidos mandaba citar al defensor o defensores para que concurrieran a
prestar juramento y dará traslado al procurador general y a los defensores
por dos días cada uno (Art. 511 C.P.N.C).
§ Evacuados los traslados se pasara al expediente a examen por 24 horas a
cada uno de los magistrados restantes y dentro de las 48 horas siguientes;
sin más actuación se resolverá por la sala plural si se ha cometido alguna
nulidad (Art. 512 C.P.N.C).
§ Practicado el sorteo para los jurados notificara a los jurados electos (Art.517
C.P.N.C).
§ Reunido el jurado , el magistrado que lo presida declara abierta la audiencia
pública , a la cual debe asistir el procurador general , recibirá juramento de
fallar con arreglo a su conciencia a los jurados , y ordenara la lectura del
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sumario por el secretario, o por quien haga sus veces si estuviere impedido.
Luego que se concluya la lectura, se examinara a los testigos y peritos que
hayan asistido, pudiendo ser interrogados por las partes i los jurados; y
concluido el examen, se dará la palabra al procurador general i al defensor
del sindicado, si estuviera presente. En seguida hará que los jurados
nombren uno de ellos que los presida, con lo cual se suspenderá la
audiencia, constituyéndose el jurado en sesión secreta para pronunciar el
veredicto correspondiente (Art. 520 C.P.N.C)
§ Si el jurado de revisión estimare justo el veredicto del jurado provincial, lo
declarará así con la siguiente fórmula: el jurado de revisión estima justo el
veredicto pronunciado en este sumario por el jurado provincial de
acusación (Art.521 C.P.N.C)
§ Si el jurado de revisión estimare injusto este veredicto, lo declarara con esta
fórmula: el jurado de revisión estima injusto este veredicto, i en
consecuencia lo varía en estos términos. Pronunciado el veredicto y
examinado por el magistrado de la sustanciación si lo encontrare perfecto o
cuando ya lo este, volverá a abrir la audiencia pública , y leerá aquel en voz
alta , con lo cual se terminara el acto.( Arts. 522, 523 C.P.N.C)
§ Dentro de las 24 horas siguientes a pronunciado el veredicto si fuera
absolutorio, el magistrado mandara devolver los autos al juez de la primera
instancia para que ponga en libertad a los sindicados. Si el veredicto es de
culpabilidad dará auto llamando a juicio ( Art. 524 C.P.N.C)

2.1.6.3. Censura del tribunal cuando se trataba del Jurado de Calificación

§ Si no había nulidad se sometía la causa al Jurado de Revisión. Este


funcionaba de la misma manera como se desarrollaba la audiencia pública
del Jurado de Provincia. Se pronunciaba de la siguiente manera: “el jurado
de revisión estima justo el veredicto pronunciado en esta causa”. En caso
adverso lo declaraba: el jurado de revisión considera injusto el veredicto en
esta causa i en consecuencia resuelve las cuestiones sometidas a la
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consideración del jurado provincial de calificación del modo


siguiente.(Art.541 C.P.N.C).
§ El jurado que no asistía a la audiencia era multado, debía pagar primero
para luego ser oído en descargos, en un término de 48 horas. La
enfermedad repentina del jurado o de sus familiares, la muerte de ellos, el
haber sido detenido o preso, eran de las pocas excusas validas para
exonerarlo de la multa. (Art. 570)
§ El veredicto era determinado por la mayoría de los jurados. (Art. 562.
C.P.N.C)

2.1.7. Árbitros como administradores de justicia

La Ley de organización judicial incluía a los Árbitros como una de las instituciones
que ejercían la función judicial, sin embargo son pocas las referencias que se
hallan al respecto en la literatura oficial de la época.

La Ley de Procedimiento Civil de diciembre 7 de 1868, determinaba que en los


juicios hechos por árbitros se resolvían controversias sobre asuntos que eran
materia de transacción, o sea en los que las partes podían hacer disposición de
los derechos sujetos a controversia. Estaba constituido por un número de
miembros que oscilaban entre dos y cuatro personas y una más para dirimir los
empates. Se fallaba en audiencia pública y se protocolizaba posteriormente ante
el notario.

2.2. Normatividad civil y de procedimiento civil:

En cuanto a la legislación de tipo civil, encontramos que se basa esencialmente en


el respeto al derecho de la propiedad privada, como uno de los principios
constitutivos de las libertades dentro del esquema liberal radical.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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La ley de procedimiento civil de diciembre 7 de 1868 costaba de 48 capítulos y


1336 artículos. Daba cuenta de los asuntos que se atendían en esta jurisdicción85.

Establecía de entrada las diferencias entre las acciones personales y reales. El


juicio civil era dividido en ordinario o común (orden y tramite) y extraordinario
(breve y sumario).También se dividía en petitorio, posesorio, universal (concurso
de acreedores, sucesión) y particular.

No podía comparecer en juicio la mujer casada sin licencia del esposo. Cuando se
demandaba a mujer casada debía notificarse primero al marido. Eventualmente el
juez podía otorgar la licencia a la mujer para que compareciera al proceso. El hijo
de familia, previa licencia otorgada por el juez podía demandar al padre por
paternidad, alimentos, vestido o maltrato.

Cuando el Estado o Distrito actuaban en juicios como demandados o


demandantes, correspondía su representación al Procurador General o Municipal.
Se podían nombrar Procuradores especiales por el Consejo Municipal para casos
determinados. El Procurador podía nombrar apoderado especial cuando el caso
debía seguirse en otro distrito.

Los Congresistas (Senadores y Representantes) no podían ser llamados a Juicio


Civil mientras gozaran de la inmunidad que se les concedía por la Constitución
Nacional y Las leyes.

El Tribunal Superior de Justicia conocía de los negocios que le atribuía la Ley de


Organización Judicial. Los jueces de Provincia de las demandas de mayor cuantía
que pasaren de 200 en adelante. Los jueces de Distrito de las demandas de
menor cuantía inferiores a 20086.

El juicio se dividía en 4 partes: demanda, contestación, pruebas y sentencia.

Se prescribían unas acciones accesorias al demandante como:

85
PUERTA LEON, Heriberto. Op.cit. pp. 117
86
PUERTA LEON, Heriberto. Op.cit. pp. 118
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§ a) El arraigo: para evitar que el demandado se ausentara. Se trataba de


una fianza o apoderado para garantizar su presencia en el juicio. Este podía
exigir el pago de una indemnización por daños y perjuicios en caso de que
la demanda fracasara. Una reforma posterior mediante la Ley de Noviembre
22 de 1869, dispuso que esta fianza se pudiera constituir dando hipoteca o
prenda o presentando un fiador abonado que se hiciera responsable. El
arraigo obligaba al deudor a permanecer en su domicilio y su ausencia era
autorizada por el juez. El deudor ni el fiador apoderado podían ser puestos
presos o arrestados, solo en caso de que este huyera podía ser detenido.
El demandante debía prestar fianza de indemnización sino lo hacia el
demandado quedaba libre de la fianza de arraigo
§ b) Deposito o Secuestro: para evitar que el juicio fuera ilusorio, se ordenaba
entonces tomar la cosa. No podía hacerse de oficio. Podía presentarse
fianza.
§ c) Acción exhibitoria. El demandado estaba obligado a exhibir la cosa
demandada 87.

Las pruebas eran consideradas plenas o perfectas, cuando no admitían duda; y


pruebas no plenas o imperfectas.

Se consideraban como pruebas la confesión , la confesión de parte, los


instrumentos o documentos públicos o privados, los testigos o peritos, la
inspección ocular , la presunción legal ( existía la presunción de hombre es decir la
que se formaba el juez por las circunstancias del hecho) y los indicios. Servían
además como prueba, el juramento supletorio, la fama pública o de notoriedad y
las Leyes.

El juramento decisorio del pleito resolvía la controversia. Podía ser voluntario o


convencional y judicial. La fama era probada con tres testigos de edad avanzada

87
PUERTA LEON, Heriberto. Op.cit. pp. 118-119
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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que deponían sobre los conocimientos adquiridos de sus mayores y era aceptada
por la generalidad de la comunidad cuando no existían documentos.

Las apelaciones se surtían en su orden desde el juez de distrito, al de provincia y


al tribunal superior. Existía el recurso de Hecho cuando se negaba el de
apelación88.

El artículo 582 de la ley de procedimiento civil, consagraba el recurso de pronta


providencia, por la omisión, denegación o retardo en la administración de justicia
de un juez de Provincia. Se reclamaba ante el mismo juez y si no se tenía
remedio se presentaba ante el Tribunal Superior, exponiendo el caso y anexando
los documentos pertinentes. El tribunal superior en sala, resolvía el recurso. Si no
había razón se archivaba y demandaba en costas al accionante. Si por el contrario
este tenía razón, ordenaba al juez dictar la providencia del caso. El tribunal no
decidía el litigio de fondo.89

En materia civil se establecían los siguientes juicios:

§ a) Juicio ejecutivo o de ejecución, el juicio por jurisdicción coactiva, los


juicios sumarios de posesión (de interdicto para adquirir la posesión, es
decir, acreditar a quien le correspondía; del interdicto de retener la
posesión, es decir impedir la turbación; del interdicto de recuperar la
posesión, en los casos de despojo); el juicio de alimentos cuando había
derecho a reclamarlos, ya porque la ley los concedía o provenían de
testamento o contrato. Además los juicios de posesión por causa de muerte
(apertura y publicación de los testamentos; diligencias judiciales de oficio
para evitar el extravío o la perdida de los bienes hereditarios; juicio de
sucesión ab- intestato; del inventario, arreglo y liquidación de la sucesión;
partición de la herencia).

88
PUERTA LEON, Heriberto. Op.cit. pp. 119-120
89
PUERTA LEON, Heriberto. Op.cit. pp. 120
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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§ b) Establecía los procedimientos en los juicios sobre declaratoria de bienes


mostrencos.
§ c) El juicio cuando la mujer acusaba al marido para que de común acuerdo
designara una casa honrada donde habitare la esposa hasta la decisión del
juicio).
§ d) La ley de 1 de noviembre de 1870 reformatoria del código civil regulo lo
concerniente a las sucesiones mediante 12 títulos y 350 artículos 90

2.3. Normatividad penal

91
El Código Penal del Estado Soberano de Bolívar fue sancionado el 28 de
noviembre de 1872 junto con el Código de Procedimiento penal92 bajo la
administración del gobernador de la Provincia de Cartagena, tercer designado del
poder ejecutivo, Manuel Ezequiel Corrales.

El primero trata de los delitos – que comprendían las infracciones dolosas o sea la
voluntaria y maliciosa violación de la ley, y las culposas como violaciones
imputables pero no maliciosas - y las penas que correspondían a cada infracción;
el otro, de los procedimientos para la sanción, y que comprendía de la
investigación de la causa hasta la sentencia definitiva que absolvía o condenaba al
procesado.

Para los efectos de esta monografía hemos rescatado , principalmente, el conjunto


de los delitos tipificados para la protección de los derechos individuales, así como
las reglas particulares para garantizar el respeto procesal al sindicado, con lo cual
avizoramos un avance significativo en la administración de justicia en su relación
con la ciudadanía en relación con la protección a los derechos civiles, lo cual se
hace extensible a la protección del individuo en su calidad de sujeto procesal –
sindicado - en la investigación particular que se le seguía.
90
PUERTA LEON, Heriberto. Op.cit. pp. 121-122
91
Código penal del Estado Soberano de Bolívar. Edición oficial. Bogotá: Imprenta de Medardo
Rivas. 1873
92
Código de procedimiento en los negocios criminales del Estado Soberano de Bolívar de 1872.
Edición oficial. Bogotá: imprenta de Medardo Rivas. 1873.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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Las penas se dividían en corporales y no corporales. Las corporales comprendían:

• Reclusión (Art.13 - 1ª )
• Prisión (Art.13 – 2ª C.P)
• Expulsion (Art.13 – 3ª C.P )
• Confinamiento(Art.13 – 4ª C.P )

Las penas no corporales comprendían:

§ Destierro (Art.13 -1ª C.P )


§ Suspensión de los derechos políticos y civiles (Art.13 – 2ª C.P )
§ Sujeción a vigilancia (Art.13 – 3ª C.P)
§ Inhabilidad para ejercer empleo (Art.13 – 4ª C.P )
§ Privación de un empleo (Art.13 – 5ª C.P )
§ Arresto correccional (Art.13 - 7ª C.P )
§ Apercibimiento judicial (Art.13 - 8ª C.P )
§ Obligación de dar fianza de buena conducta (Art.13 - 9ª C.P)
§ Multa (Art.13- 10ª C.P)

Los testimonios sobre las cárceles y las penitenciarías son abundantes, y para
efectos ilustrativos, se han tomado varios y extractados de forma casi total de los
informes de Gobernadores:

1-[A]bolida la pena de muerte, medida que reclamaba la


humanidad i civilización, es mui necesaria la creación de la
penitenciaria, donde sufran su condena los que antes debieran
ser condenados a pena capital. Por un acto de la Convención
nacional tiene derecho el Estado a uno de los conventos
suprimidos para establecer la penitenciaria; i yo opino, que
debía pedirse el de Santa Clara, que se presta para el objeto.
Por lo demás, creo que debe seguirse empleando en trabajos
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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públicos los presos que no hayan sido condenados a prisión


con aislamiento93.

2- [H]allándose, como U. sabe, confundidos en la Cárcel


pública los establecimientos de castigo, hácense cada vez mas
necesarias las reformas que demanda el edificio para que
pueda llenar su objeto. Encarezco al Poder Ejecutivo, por
medio U., que promueva lo conducente para la realización de
tales reformas -o que por lo menos se hagan en lo material del
edificio de la Cárcel las reparaciones mas urjentes, con vista de
los presupuestos que pasé a U. con mi nota de 22 de Abril
94
último número 63 .

3-[D]espués de la fuga de seis rematados i dos detenidos que


han tenido lugar en veintitrés de Mayo i doce de abril del
corriente año, la de algunos de los primeros debido a los
segundos, creo de suma necesidad la separación de la cárcel
pública de la casa de prisión i reorganizar dichos
establecimientos de una manera rígida.

Unos de los puntos que indispensablemente se deben


comprender en las reformas que se adopten son los siguientes:

Que cada establecimiento tenga su enfermería de manera que


los presos no tengan que pasar al hospital en donde no hai la
seguridad del caso.

93
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena, [1864]. En: Informes de los Gobernadores
de las Provincias del Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano.
Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p. 82
94
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena sobre la marcha de la administración
pública en dicha provincia [1867]. En: Informes de los Gobernadores de las Provincias del
Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano. Universidad de
Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p. 91
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Que se suprima la costumbre de dar una ración en dinero todos


los días a los presos para su manutención, pues esto supone
facilidad entre estos i el público de quien debe proveerse de los
comestibles, o negociaciones con los empleados del
establecimiento lo cual es peor, siendo cosa orijinal que los
aislados, los cuales deben estar incomunicados según la
naturaleza de la pena, puedan desde su encierro hacer la
compra de su mercado.

Creo pues, conveniente se suministren los alimentos por medio


de contrata o por empleados creados al efecto95.

4-[E]n la Casa de prisión i reclusión se han ejecutado algunas


obras contraídas únicamente a la seguridad de los presos i
rematados, pero ninguna para su conservación porque hai
partes de ella que reclaman urjentes refacciones. Las primeras,
en el período del 1º de Julio del año próximo pasado al 30 de
Junio del presente, importan la suma de $168,60. Con respecto
a las segundas, si el Ciudadano Presidente lo tiene a bien, haré
formar los presupuestos i los remitiré en oportunidad a la
Secretaria.

Hace algún tiempo que se viene pensando en la construcción


de una penitenciaria; pero tal idea hai necesidad de
desecharla, porque aunque los recursos fiscales del Estado
han llegado en la actual administración, a un grado de
prosperidad sorprendente, el Estado ha acometido obras en las
cuales está invirtiendo mucho dinero i que es necesario llevar

95
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartajena [1870]. En: Informes de los Gobernadores
de las Provincias del Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano.
Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. pp.133-134.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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a efecto, porque en ellas están fincadas esperanzas mui


halagadoras para el porvenir de la patria.

Existen 15 reos condenados a la pena de aislamiento, que no


han empezado a cumplirla por falta de celdas, pero esto no
depende de que el establecimiento no sea aparente para casa
de reclusión, sino de que en él está refundida la cárcel
provincial i distritorial.

He dicho que debe desecharse la idea de construir una


penitenciaria, porque sería más conveniente hacer el gasto,
relativamente insignificante, de continuar la refacción del
edificio de Santa Teresa, que se ha suspendido, i trasladar allí
la cárcel provincial i distritorial, quedando el edificio de San
Diego destinado a casa de prisión i reclusión únicamente,
porque por su capacidad, situación i demás condiciones, se
96
presta perfectamente a ese objeto .

5-[L]a Cárcel del distrito de Cartajena, es a la vez Cárcel de


provincia i casa de prisión i reclusión, i hasta hoi ha servido
para todo con mui pocos inconvenientes, pero la circunstancia
de estar condenados a prisión con aislamiento muchos
rematados, como se necesita una celda para cada uno de
ellos, hace que sea ya insuficiente, de lo cual me he
convencido en la última visita.

Mui costoso es construir otras habitaciones en el corralón,


única parte donde se puede edificar cerca del edificio principal,
pero como es de absoluta necesidad crear otros cuartos a mas

96
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena [1879]. En: Informes de los Gobernadores
de las Provincias del Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano.
Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. pp. 182-183.
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de los que hai, juzgo conveniente prolongar el coro en toda la


extensión del taller, para hacer luego las divisiones necesarias,
i entonces se le puede dar ventilacion al taller, con ventanas o
rejas por la parte del claustro97.

El confinamiento era definido como la obligación de vivir en un Distrito o Provincia


máximo durante 5 años (Art.44, Art 48 C.P). El destierro era la prohibición de estar
en el lugar donde se condenó al procesado; podía ser a perpetuidad antes de la
reforma que limito las penas a un máximo de 10 años (Art.50 C.P).

La sujeción a vigilancia consistía en la presentación periódica del condenado ante


el alcalde para explicar a su modo de vida y dar anuncio del lugar de su
residencia (art.55 C.P). El apercibimiento era la advertencia de no reincidir en el
delito so pena de agravar su situación punitiva (Art. 60 C.P). La fianza consistía
en presentar una persona abonada con bienes raíces a satisfacción de la
autoridad. El fiador respondía de costas, daños y perjuicios; si se reincidía en el
delito, podía ser multado por un valor entre $ 25 y 500 (Art.61, Art.62 C.P).

A este respecto encontramos una crítica:

Uno de los motivos que en mi opinión aumenta el número de


causas criminales es la estencion de los casos en la que se
concede la fianza carcelera, que para los ignorantes, que es el
mayor numero de los criminales, la libertad en estos casos
implica la levedad de su falta o el premio de sus delitos; i llamo
vuestra atención mui particularmente en el caso de heridas, por
las cuales no se está cuarenta días imposibilitados de trabajo
en este caso la anomalía es chocante, el herido puede

97
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena sobre la marcha de la administración en
ella [1869]. En: Informes de los Gobernadores de las Provincias del Departamento de Bolívar,
1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano. Universidad de Cartagena. Colección El taller de
la Historia. 2007. p.114.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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permanecer un mes reducido a la cama privada por


consiguiente de su libertad, espuesta su vida, i quizás
careciendo él i sufamilia de lo mas necesario para vivir,
mientras el delincuente por virtud de la lei, rìe a sus anchas con
toda libertad, favorece a su familia, ejerce sus derechos i
muchas veces se le vè revolver o cometer otro u otros delitos
mas horrendos por el que se le juzga. Por otra parte el hurto es
un delito que no admite encarcelamiento, i como se ve “comete
hurto el que quita o toma lo ajeno fraudulentamente sin fuerza
ni violencia, i una cosa cuyo importe no pase de ocho pesos”
es, Señor Secretario un contraste peregrino no ver en libertad
al que toma de un individuo ocho pesos o su equipaje, i libre al
que hiere de muerte perjudicando en suma quizás mayor o la
98
vida del agredido .

El Estado imponía hipoteca especial sobre los bienes de los reos rematados para
cobro de las multas, costas, resarcimiento de daños e indemnización de perjuicios
a las víctimas (Art.67 C.P). El fruto del trabajo de un recluso condenado por
homicidio, se destinaba para la viuda e hijos de la victima; si no lo aceptaban, ese
dinero se entregaba al hospital (Art.26 C.P).

Las penas se imponían al autor del delito o culpa (Art.83 C.P), cómplice (Art.84
C.P), auxiliadores (Art.85 C.P), encubridores (Art.86 C.P).

Las personas que se consideraban excusables de las penas eran las dementes, el
que era constreñido a cometer el delito, y el menor de 7 años. Los menores de 12
años pero mayores de 7(Art.92 C.P). Se respondía con los bienes por las acciones
de otros en el caso de los hijos y de los sirvientes (Art.94 C.P), con respecto a esto
encontramos los siguientes testimonios: “El artículo 382, manda que para recibir
declaración como testigo a los menores no se les nombre tutor, i yo opino que no
98
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Gaceta Oficial del Estado Soberano de
Bolívar .Cartagena, 19 de octubre de 1865.p.3
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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solamente se les debe nombrar; sino que caso de tenerlo se obligue a estos a
presenciar sus declaraciones”.99

O este:

“En los juicios sobre interdicción judicial, es conveniente que si


le defensor del demente no apela, el juez interrogue a este por
si quiere hacer uso de este derecho; porque se han repetido los
casos de querer hacer pasar por demente a un hombre en su
cabal juicio, para rovarle así del manejo de su hacienda.
Siendo este también un nuevo medio de cerciorarse del estado
del juicio del supuesto loco 100.

Para efecto de la fuga o cualquier otro modo de eludir la pena, esta era objeto de
reagravación (Art.95 C.P) De igual manera se contemplaban unas circunstancias
de agravación o disminución de la malicia del delito o culpa. La reincidencia en el
delito, por ejemplo, era un agravante (Art.102 C.P).

La graduación de la malicia del delito o de la culpa respondía a varios grados: (Art.


105 art. C.P) Primer grado o más grave de todos; segundo grado o de inferior
gravedad; tercer grado o menos grave de todos, los cuales debía expresar el juez
en la sentencia y las penas prescribían a los 10 años.

El código penal tipificaba delitos y culpas contra la Constitución (Cap. 13 del C.P),
contra la libertad de culto (Cap. 17 del C.P), contra la libertad de imprenta y de
palabra (Cap.61 del C.P). Igualmente establecía los delitos contra la libertad de
sufragio (Cap.14 del C.P) y los delitos contra los derechos individuales que
integraban aquellos contra la libertad y la seguridad individual, tal como la

99
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena [1862]. En: Informes de los Gobernadores
de las Provincias del Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano.
Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p. 78
100
Ídem. p.78
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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detención arbitraria (Cap.15 del C.P), y como veremos más adelantes, constituiría
esta protección, la esencia de la defensa de la ciudadanía.

2.4 Normatividad procedimental

Lo que encontramos luego de un análisis minucioso del procedimiento de los


negocios criminales, en el estatuto penal del Estado Soberano de Bolívar, es una
serie de particulares prerrogativas que en esencia pertenecen al trazado de unas
garantías asignadas al ciudadano para protegerlo frente al poder omnímodo del
Estado, en un recorrido que es posible rastrear en los informes de Gobernadores
y Procuradores, desde una forma incipiente hasta este desarrollo del año 1872.

El radicalismo liberal acentuó en el citado estatuto el círculo de garantías


procesales concediendo al individuo una relación equilibrada cuando era sometido
a un proceso penal, de tal manera que se mantuviera en directo equilibrio y el
centro del proceso, en desarrollo de los mandatos constitucionales. Veamos a
continuación entonces como la ciudadanía es protegida desde este estatuto:

§ La consagración de la prescripción penal como garantía de cesación de


todo procedimiento contra el acusado, tanto en lo criminal como en lo civil.
(Art. 6 C.P.N.C).
§ La consagración del principio de que toda dilación en la práctica de un
sumario o investigación cuando el sindicado este detenido, y en su remisión
al juez competente, es un atentado contra la libertad y seguridad individual.
(Art.17 C.P.N.C).
§ La consagración del principio de que el sindicado mientras se practica el
sumario, si ya rindió su indagatoria, tenía derecho a presenciar las
declaraciones que se reciban, y a repreguntar los testigos que se
produjeran en su contra, ya fuera de forma personal o por medio de vocero.
(Art. 19 C.P.N.C).
§ La consagración de que el la declaración de indagatoria se recibirá sin
juramento ni apremio alguno, con la sola excepción de que si el sindicado
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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declara contra otro sin culparse a si mismo se le interrogaría de nuevo


sobre aquel punto, haciéndolo jurar previamente como testigo. (Art. 54
C.P.N.C).
§ La consagración del principio de la declaración de indagatorio como medio
inicial de defensa, para el descargo de las imputaciones. Para la
declaración de indagatoria, se le preguntaba al sindicado su nombre, su
patria, domicilio, edad, estado, religión y profesión, así como la
especificación de donde estaba el día y la hora en que se cometió el delito,
en compañía de quien o quienes etc. (Art. 55 C.P.N.C).
§ La consagración del principio de que a ninguno podía tenerse incomunicado
por mas de veinticuatro horas, dentro de cuyo plazo debía recibírsele
indagatoria para que cesara la incomunicación, la cual no podía continuarse
después de prestada la declaración. (Art.59 C.P.N.C).
§ La consagración de principio de que a todos los individuos contra quienes
se seguían diligencias sumarias o causa criminal, y se hallaran privados de
la libertad, se les suministraba diariamente del Tesoro del Estado, una
ración de quince centavos de peso, si a juicio del funcionario de instrucción
o juez de la causa fueran pobres. (Art. 78.C.P.N.C).
§ La consagración del principio de que para que alguno pueda ser detenido
era necesario que resultara contra él, por lo menos una declaración de
testigo hábil, aunque no se hallara todavía extendido por escrito, o indicio
grave de que es autor, cómplice, auxiliador o encubridor del hecho, o que el
funcionario que decretaría el arresto lo haya visto cometer o que se le haya
encontrado infraganti delito. (Art. 79 C.P.N.C).
§ La consagración del principio de que ninguno podía ser reducido a prisión
en calidad de detenido sino por orden de funcionario de instrucción, con la
única excepción de que el individuo haya sido encontrado infraganti, caso
en el cual cualquier persona lo podía aprehender, pero con la condición de
que debía entregarlo a la autoridad competente (Art. 80 C.P.N.C).
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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§ La consagración del principio de que el funcionario de instrucción podía


privar de comunicación a los detenidos mientras les recibía declaración de
indagatoria, pero esta incomunicación jamás podía durar más de
veinticuatro horas. (Art. 83 C.P.N.C).
§ La consagración del principio de que cuando los ciudadanos que estuvieran
encerrados se enfermaban, los gobernadores en las capitales de provincia
y los alcaldes en los distritos , darán orden a los alcaides o jefes de prisión
para que permitan a los parientes cercanos de los enfermos , o si no los
tuvieren a uno o dos personas cualesquiera , que entren libremente a la
cárcel a asistirlos, y en caso de que fuera enfermedad grave por concepto
medico lo mandaba a casa de un ciudadano honrado previa fianza de $200
a $4000 de que no se fugara (Art. 90 C.P.N.C).
§ La consagración de principio de que no podían ser juzgadas criminalmente
las personas en quienes concurrían alguna de las circunstancias que
excusaran de toda pena (Art 171 C.P.N.C).
§ El principio de que al acusado se le proporcionaría todos los medios legales
para que pudiera defenderse con libertad (Art.173 C.P.N.C).
§ La consagración de principio de que todo acusado tenía derecho para
nombrar un defensor, así como el de revocar ese nombramiento y hacer
otro o declarar que se defiende por sí mismo, sin que fuera pretexto para
dilatar el curso del juicio (Art. 174 C.P.N.C).
§ La consagración del principio de nombrar defensor de oficio en caso de que
el sindicado no quiera o no pueda nombrar alguno (Art 175. C.P.N.C).
§ La consagración de principio de que los autos y sentencias que deban
notificarse al acusado, lo serán también al defensor (Art. 178.C.P.N.C).
§ La consagración del principio de que los defensores tenían derecho a ver
diariamente por dos horas a sus defendidos (Art. 179 C.P.N.C).

En el caso de las diligencias, están debían hacerse en papel especial pero era en
aras de que no se estancara el proceso, lo cual iría en contra del sindicado y de la
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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víctima, había voces para que se hiciera en papel común como el siguiente
testimonio:

[E]l artículo 136 i sus parágrafos al hablar de lo que debe


hacerse cuando no se da le papel necesario para continuar los
juicios no ha tenido en cuenta este caso, que a mi como juez
se me ha presentado

¿Qué debe hacerse cuando no hai papel ni aun para dictar el


decreto señalando el término que indica el parágrafo 2º, de que
me ocupo? Yo creo que entonces debe actuarse el papel
comun, que en este caso debe proporcionar la Secretaria.101

2.5. Resocialización del delincuente

Capitulo interesante es el tema de la resocialización de los reos, con lo cual se


pretendía que el preso recuperara su actividad y ganara algo de dinero. Estaba
probado que la inactividad diezmaba al delincuente en lo físico y moral:

[A]bolida la bárbara pena de muerte, preciso e indispensable


fué que para los delitos atroces se impusiera una pena severa i
que no tuviera los inconvenientes que aquella, i nuestros
Lejisladores, siguiendo al ejemplo de naciones mas avanzadas
en civilizacion que la nuestra, adoptara la de aislamiento, pena
ménos bárbara pero mas cruel que la de la muerte. Condenar a
un individuo por tres, cuatro o cinco años a la inaccion i mudez,
a la privacion de agua para baños jenerales, elemento
indispensable para todo ser viviente, es condenarlo a una
muerte lenta, es condenarlo a la desesperacion, cuyo resultado
con mucha frecuencia es la enajenacion mental. No pretendo

101
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena [1862]. En: Informes de los Gobernadores
de las Provincias del Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano.
Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p.177.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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por esto, Sr. Secretario, que se borre de nuestro Código penal


la pena de aislamiento, sabido es que la pena debe estar en
relacion con el delito, i yo no pretendo que se imponga la
misma al asesino de profesion que a aquel que causas
estrañas i muchas veces ajenas de su voluntad, lo arrastran a
cometerlo. Yo lo que quiero, i sobre lo cual llamo la atencion al
ilustrado Presidente del Estado, i a nuestros lejisladores, es
que se combine la pena de aislamiento. de tal manera, que sin
dejar de estar un individuo aislado, se le obligue a trabajar, leer
libros morales i científicos i hacer uso del agua para baños
jenerales en determinados dias. De esta manera creo se
conseguiría la rehabilitacion de aquellos individuos condenados
a sufrir la pena de aislamiento i no desesperarlos i prevenirlos
102
contra una sociedad que los ha matado física i moralmente.

Incluso se consideraba pertinente que las rebajas de las penas se hicieran


teniendo en cuenta el hecho de que el reo haya trabajado como lo dice este
testimonio: “En el caso de que mis ideas sean acojidas, debe ser reformado el
Código penal, en el sentido de que para obtener la rebaja de la pena, sea
necesario no solo haber observado buena conducta sino comprobar adelanto en
103
algún arte u oficio”.

En todo caso se tenía a la educación como un instrumento clave para esta labor
benéfica al reo que era al mismo tiempo positiva para la sociedad porque no se
entregaba un individuo perverso, causa muy común entre los intelectuales
liberales y románticos, como muestra la siguiente declaración:

102
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena [1878]. En: Informes de los Gobernadores
de las Provincias del Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano.
Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p. 166.
103
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena [1879]. En: Informes de los Gobernadores
de las Provincias del Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano.
Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p. 183.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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[C]reo tambien que debe tomarse interes en establecer allí un


taller de artes i oficios i una escuela primaria. Despues de
mucho tiempo de estar un individuo en la inaccion, adquiere
hábitos de ociosidad que es difícil desarraigar, i el que ha
sufrido una condena en ese estado, vuelve al seno de la
sociedad no rejenerado sino con la adquisicion de una mala
costumbre, que seguramente lo arrastrará a la ejecucion de
otros delitos.

Tambien la educacion influye mucho en el carácter del


hombre, i puede tambien morijerar sus malos instintos. De los
reclusos i presos es mui raro el que sabe siquiera leer i escribir,
i quien sabe cuantos de ellos con una mediana instruccion se
habrian abstenido de ejecutar hechos cuyos resultados, debido
a su ignorancia, no les fue posible preveer. Soi pues de opinion
que el individuo que ha sufrido su condena debe ser devuelto a
la sociedad convertido en un ser útil para ella para que léjos de
ser una amenaza su libertad, sea un motivo de pláceme al
104
recibir a un miembro útil .

Son bastante dicientes estos testimonios sobre el establecimiento de una


sombreria para que cumpliera estas funciones de resocialización:

[L]a clase se abre regularmente a las doce del día i dura hasta
las cuatro de la tarde, notándose ya algun adelanto, pues hai
algunos presos que tejen bien.” “Se me han entregado doce
sombreros qe tengo en mi poder hasta tanto que Ud. disponga
lo conveniente.”“El Maestro i Ayudante cumplen debidamente
sus funciones.” “La única observacion desfavorable que he

104
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena [1879]. En: Informes de los Gobernadores
de las Provincias del Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano.
Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p.183.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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hecho, es, que la paja es de malísima calidad, así, aunque el


tejido sea bueno, nada vale el sombrero. El Gobierno podría
solicitar mejor materia prima, i entónces serán mejores los
resultados.” “Acompaño una relacion de los presos que asisten
al taller, siendo insignificante el número de sombreros
fabricados no he dispuesto sacarlos a remate, por lo cual no
han sido cumplidos los artículos 29 del Código penal i 976 de la
Recopilacion de Decretos vijentes 105.

Veamos cómo termina la historia del taller de sombreria:

[P]or la defuncion del maestro de sombrerería, Sr. Jeremías


Ulloa, se dividió el taller por disposicion del Poder Ejecutivo en
secciones a cargo cada una de ellas de los mas adelantados.
Hai algunos presos que sobresalen en ese arte, tanto que si la
materia prima fuera buena los sobreros que ellos tejen, tendrian
un valor considerable, por su forma, finura en su tejido, i aseo
con que se trabajan, i podrian rivalizar con los mejores tejidos
de otros puntos. Son notables en el arte los de los reos Manuel
Alonso, Manuel Gálves e Indalecio Navarro; despues está
Rafael Quintero, Rudecindo González, José Santos Medina,
Narciso Montalvo, Ildefonso Martínez, Victoriano González,
Juan Araújo, Juan Martínez, Manuel Roquena i Pedro Juan
Hernández.

Se han construido en el taller 73 sombreros, los cuales se han


sacado a remate, pero por la mala condicion de la paja con que
han sido construidos, que se ennegrece mui pronto, no ha
habido postor.

105
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena [1878]. En: Informes de los Gobernadores
de las Provincias del Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano.
Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007, pp. 166-167.
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Me parece conveniente que esos sobreros se realicen a


cualquier precio para con su producto encargar paja de buena
calidad de San Andrés, San Juan i Usiacurí, para distribuirla
entre los presos con la seguridad de que los sombreros que
ellos construyan se rematarán a buen precio i con
competencia106.

106
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena [1879]. En: Informes de los Gobernadores
de las Provincias del Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano.
Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p.184.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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3. CRITICA AL SISTEMA JUDICIAL DEL FEDERALISMO

Dentro del análisis sobre el sistema federal de organización político –


administrativa, es oportuno referirnos al punto de vista de Salomón Kalmanovitz
como preámbulo para encarar las dificultades para la imposición de la figura de los
Jurados sobre la escena jurídica en el contexto estudiado107.

La interpretación que propone este economista e historiador, gravita en el estudio


de la independencia de la rama judicial - contrapesos entre los poderes públicos
para el logro de la función judicial- pero además de su expresión en términos de
confiabilidad, neutralidad y eficacia por la naturaleza de su articulación interna.

Lo que Kalmanovitz encuentra en la Constitución de los Estados Unidos de


Colombia como determinante para la función de las magistraturas de la Corte
Suprema, es la continuidad del periodo que dicha carta impone en cuatro (4) años.

Desde esta óptica, lo anterior no podría sino reflejar una evidente debilidad y falta
de autonomía, en un proceso eleccionario de rotación alta y surgida de listas de
las legislaturas de cada Estado soberano presentadas al Congreso. Las cortes
más independientes dice el autor, son las vitalicias o donde hay cooptación o sea
donde hay menos elecciones y contactos con la corrupción política. No sobra
recordar que cada candidato a magistrado cabildeaba ante la legislatura del
estado soberano primero, y luego en el congreso federal, con lo cual eran
previsibles las situaciones de clientelismo.

No obstante, a nivel local, Kalmanovitz encuentra como positivo el hecho de que


los jueces no podían ser cambiados y no podían ser destituidos sino por proceso
especial, lo que en teoría se ubicaría como un intento por otorgarle cierta
resistencia a los vaivenes políticos.

107
Kalmanovitz, Salomón. “La idea federal en Colombia durante el siglo XIX”. En: El radicalismo
colombiano del siglo XIX. Rubén Sierra Mejía (editor). Universidad nacional de Colombia, 2008.
34 p.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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La pobre independencia del poder judicial habría jugado un papel estratégico en


intensificar los conflictos sociales porque nadie confiaba en una tercera parte que
estaba sesgada o politizada en sus orígenes sobre todo cuando se aplicaba a
decisiones sobre reglas electorales y conteos de votos.

Esto se expresó frecuentemente en las intervenciones descaradas del poder


central y de la guardia nacional en los procesos electorales de los Estados - no tan
soberanos, como reclama el autor - y en los dichos “el que escruta elije”, reflejo de
carencia de árbitros imparciales y en torno a la competencia electoral en particular.

Kalmanovitz alude la tesis de Marco Palacios sobre la idea de la inexistencia de la


unidad nacional porque ni el gobierno ni una Provincia tenían el poder para ejercer
hegemonía – en el sentido usado por Gramsci - en torno a intereses específicos,
lo cual reforzaría su idea de cierta discordancia sobre cómo concebir la
administración de justicia en su fibra conceptual como valor simbólico y
legitimidad.

El poder judicial no habría sido pensado como independiente de los otros poderes,
y el sistema tardaría en dejar de gravitar hacia la matriz constitucional hispánica
de la que había pretendido alejarse tan radicalmente, o sea hacía el
fortalecimiento del gobierno central a expensa de los poderes sub-nacionales y
municipales - sin que fuera necesario para ello que los conservadores ganaran el
poder- , la lenta implantación de la noción de igualdad humana y ciudadanía,
cuando todavía en las primeras décadas del XIX, era percibida como muy fuerte
la herencia de la organización monárquica del Estado y del derecho que
justificaban el autoritarismo.

La igualdad legal con frenos y balances concretos, limites del déspota, son
antagónicos con el centralismo basado en la autoridad incuestionada delegada por
Dios, y con eso se lucho, como hemos visto, a través de un Sistema judicial que
implanto figuras de corte liberal.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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Así pues, el federalismo según Kalmanovitz no cumplió con las condiciones del
desarrollismo - teoría de la concepción federal desarrollista según Barry
Weingast- y solo se dio fue la división nominal del poder central y los Estados, por
lo que en consecuencia:

§ No controló los medios de violencia


§ No hubo orden nacional consensuado
§ No libre comercio entre Estados soberanos
§ Rivalidades entre estados
§ Aduanas internas (no logro de economía de mercado interna)
§ No orden publico consensuado.
§ Los estados poco desarrollados
§ Pobreza fiscal
§ Antioquia y panamá (ferrocarril 1853) excepciones a la pobreza
§ Carencia del principio de completa igualdad ciudadana y negación al
acceso de la tierra.
§ No base para democracia liberal federal
§ Clase terrateniente concentrada (excepción de Antioquia)
§ En regeneración muerte de expresiones políticas de la burguesía comercial
y financiera.

3.1. Los jurados

La discusión sobre la incorporación de la figura de los jurados para juzgamiento,


no pertenecía exclusivamente al ámbito estrictamente penal, sino que se
constituía de hecho, en una reflexión incesante sobre civilizar la administración de
justicia en Colombia, es decir, un mecanismo que auspiciara el mejoramiento de la
sociedad para el logro de la paz pública y el progreso, y llevara a las comunidades
humanas a un grado ideal de perfeccionamiento en la relación con el castigo de
sus ciudadanos.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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En este mismo sentido, la discusión sobre el jurado de juzgamiento venia también


a representar una crítica contra la imposición de instituciones extrañas a la
tradición jurídica, como imitación de los cuerpos de justicia institucionalizados en
Inglaterra, Francia, y Estados Unidos de Norteamérica por lo que en el transcurso
de este debate se acertó en señalar la dificultad de aplicar estos modelos.

En este sentido encontramos el siguiente testimonio:

En lo criminal, todavia es mas necesaria su modificacion. Se


puede asegurar señor Secretario que no hai Administracion de
justicia criminal; i lo peor es que contribuye a ello el sistema de
Jurados, por la manera como está organizado. Hombres sin
conciencia e instruccion, elevados de pronto a la categoria de
Jueces, declaran inocentes a famosos criminales, quedando en
libertad de continuar sus fechorias; i aun dejando en
inseguridad a las autoridades, que no se creen con las
garantias necesarias, por la impunidad constante de los
malhechores; resultando de ahí, la indiferencia en averiguar los
hechos criminales, i aprehender a sus autores.

Es entendido que no estoi por la supresion del Jurado, preciosa


garantia contra la tirania i muchas veces contra la venganza de
los Jueces de derecho, si no únicamente creo indispensable
darle otra organizacion108.

Era tal la visión negativa sobre su ejercicio, que incluso se decía que solo podía
ser aplicada en países civilizados:

La institución de los Jurados es una institución filosófica; pero


ella no es practicable en absoluto con provecho de la sociedad,

108
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena [1864]. En: Informes de los Gobernadores
de las Provincias del Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano.
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sino en aquellos pueblos cuya civilización i adelantos se


encuentran a la altura de ellas. En esos pueblos pueden todos
los hombres ser Jueces e impartidores de la justicia; pero en
pueblos atrasados como los nuestros en donde las nuevas
decimas parte de la población no saben leer ni escribir, i en
donde por lo mismo ningún conocimiento tienen de la leyes del
país, ni de los derechos i deberes de los ciudadanos, tal
institución señor Secretario general hace peligrar la justicia,
poniéndola al servicios de las pasiones i bajo la cuclillas de la
109
ignorancia .

O este testimonio que es igualmente diciente:

De otro modo, si el procedimiento continua siendo el mismo


que hasta hoi se ha observado, razón tendrán los que
aseguran que el jurado es una plata exótica entre nosotros,
mas perjudicial que benéfica, i en situaciones semejantes, el
infrascrito estima que sería mejor o mas conveniente eliminar
las instituciones i restablecer el sistema antiguo de un Juez de
derecho responsables i cuyos fallos sufriesen la censura del
Tribunal Superior de Justicia del Estado 110 .

El núcleo de las fricciones era la crítica a la efectividad de un sistema que era en si


mismo engorroso de aplicar en el Estado Soberano de Bolívar por la poca cultura
jurídica de los bolivarenses del común, normalmente alienados de la participación
pública por efectos de la organización sociopolítica colombiana, tradicionalmente,
centralista y elitista. En este sentido algunos comentaban que:

[L]a institución del jurado, la mas santa de las instituciones, no


ha correspondido a las esperanzas de los que las adoptaran, i
109
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Gaceta oficial del Estado Soberano de
Bolívar. Cartagena, 27 de marzo de 1864. pp. 3 - 4.
110
Ídem.
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por el contario es la única causa del retardo en el curso de los


juicios criminales, aunque a la verdad, no es a la institución de
jurado que debe culparse, sino al desinterés general de los
ciudadanos por las causa publicas, la condescendencia de los
jueces de derecho, el corto numero de los hechos, i las
demás…111.

Dentro de este panorama la institución de los jurados resultó una de las


creaciones más criticadas en el campo judicial y que a fuerza de los hechos se
convirtió en una figura altamente cuestionada; resultaba difícil su conformación y
el ejercicio real de su competencia, de tal manera que no eran raras las
comparaciones entre los llamados jueces de hecho (jurados) y los de derecho:

He dicho que la administración de justicia nada deja que


desear, i esto es muy cierto en cuanto se refiere a los Jueces
de derecho; no en cuanto a los de hecho, porque el jurado,
institución adoptada en los países que marchan a la vanguardia
de la civilización, entre nosotros se está desmoralizando.

La falta de instrucción una veces; otras la posición social del


reo, o las influencias de sus parciales, son las causas
jeneradoras de esa desmoralizacion. La irresponsabilidad mal
entendida de los Jurados ha dado ocasión a que se pronuncien
algunos veredictos absolutorios que han escandalizado a la
sociedad, i también, aunque por rara vez, uno que otro
condenatorio injusto; pero los que tal han hecho se olvidan que
aunque irresponsables legalmente, si tienen que responder a la
sociedad, de cuyo seno salen a desempeñar tan augusto

111
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Gaceta oficial del Estado Soberano de
Bolívar. Cartagena, 19 de octubre de 1865. p.3
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cargo, de la conducta que hayan observado, quedándoles el


estigma de su reprobación.

Es muy largo tiempo que media entre el sorteo de los miembros


del Jurado i la reunión de éste, i resulta de aquí que muchas
veces, con honrosas i raras excepciones, el día de la
celebración del juicio llega ya la mayoría de los ciudadanos que
lo forman, i algunas veces todos, con el compromiso contraído
de votar en determinado sentido.

Soy de la opinión de que para dar al Jurado la independencia


de que tanto necesita, debería reformarse la leí de
organización Judicial en el sentido de que el mismo día en que
se haga el sorteo se cite por boleta a los que resulten
sorteados i entren inmediatamente a funcionar. Cuando hai
necesidad de integrar el Jurado se practica esto mismo, i no
veo inconveniente en que asi se haga en todos los casos 112.

El jurado no era más que un grupo de personas elegidas al azar, de listas


previamente elaboradas por la Asamblea legislativa del Estado para que actuaran
y dieran sus veredictos en las causas que se seguían por los delitos que causaban
mayor conmoción social (Art. 35-45 L.O.J).

A lo largo del estudio hecho para esta monografía encontramos informes y puntos
de vista bastante claros que exponen lo dificultoso que resultaba lograr el número
que la ley imponía para estos efectos. En tal sentido la diatriba era explicada con
algo que se llamaba falta de educación civil. ¿Cómo se expresaba esto y hasta
donde sus alcances?

112
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartajena [1879]. En: Informes de los Gobernadores
de las Provincias del Departamento de Bolívar, 1861-1881 (compilación). Editor: Sergio Solano.
Universidad de Cartagena. Colección El taller de la Historia. 2007. p.178
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Por un lado la falta de interés ciudadano en hacer parte del jurado se manifestaba
con la ausencia de los seleccionados el día que tenían que emitir el veredicto.
Este hecho resultaba demostrativo de la fuerte apatía hacia una institución a la
que muchos en la Provincia de Cartagena, sentían como extraña al tradicional
modo de ejercicio de la justicia, sustentado en el sometimiento al juez que habría
de fallar en derecho -juez singular- , y en el ejercicio de la justicia no
institucionalizada como ajuste de cuentas particular.

Es particularmente llamativo como en los informes no se desecha la figura en si


misma sino más bien se lamenta que no sea aplicada en buena forma, como
supuestamente sí lo era, en pueblos mejor educados que el nuestro, en que el
ciudadano aparte de sentirse orgulloso de ser elegido, no era capaz de traicionar
el ejercicio que le competía, ni desequilibrar la balanza de la justicia por causa de
odios.

Es recurrente esa posición entre los miembros más altos del poder público y
reitera por un lado el interés explicito de las administraciones por importar
instituciones extranjeras y aplicarlas en el ámbito local, apareciendo así la idea de
modernización como copia recurrente de sistemas no autóctonos, desconociendo
ciertas realidades que marcarían diferencias insalvables con los modelos
originales.

El grado de analfabetismo que existía en la provincia hacia muy difícil la creación


de una conciencia popular sobre la aplicación de la justicia institucionalizada.
Simplemente no se entendía la figura y creaba cierto recelo el hecho de que
personas de la misma provincia tuvieran la tarea del juzgamiento, situación harto
difícil en una sociedad que como la costeña, el sentimiento de amiguismo y
compadrazgo van más allá del simple sentido de sociabilidad, para convertirse en
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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un valor constitutivo y pieza clave en el sentimiento del ethos costeño, como bien
fue descrito por Fals Borda113.

Otro elemento de no menor importancia, era el fuerte temor a las represalias de


los delincuentes, habida cuenta de las frecuentes fugas. La corrupción era un
hecho visible y de esto no escapan los jurados:

…horrible azote que la sociedad recibe con la falta de sanción


moral i a favor de la impunidad que los Jurados prodigan i con
alguna honrosa acepción, sin considerar la grave trascendencia
del mal general que ocasiona i que mas tarde vendrá a recaer
sobre los mismos que voluntariamente fomentan, auxiliar i
proteger esa pública calamidad. ¡Ai de aquellos que por doble
reprobada conducta patrocinan i favorecen a los malhechores¡
Ellos a su turno sufrirán también las consecuencias del
desborde a que camina la sociedad, víctima de la barbarie i de
114
los instintos mas feroces… .

Estas anomalías causaban repudio entre las autoridades quien como el


Procurador del Estado, consideraba que:

En las capitales de provincia el asunto es mas grave. Hai


menos personas hábiles para ejercer el cargo de jurados, i son
mas intimas sus relaciones de ciertos jéneros con los
sindicados o reos, i los que le sirven de voceros o defensores.
De aquí viene que en multitud de casos estas circunstancias
llegan a tener una influencia poderosa en la composición del
personal de los jurados, pues los intereses de los sindicados o

113
FALS BORDA, Orlando. Op.cit.
114
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Gaceta oficial del Estado Soberano de
Bolívar. Cartagena, 27 de marzo de 1864. pp. 3 - 4.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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reos convergen todos a un mismo punto, i finalmente, se


coligan 115.

Estas situaciones atemorizaban tanto a los procuradores que temían que el


sistema colapsara:

…[i] imperfecciones que adolece el sistema mismo, i tanto a un


individuo que se presume culpable es encausado no por el
proceder de un Juez de derecho[que en el estado de poca
instrucción daría mas garantías], sino por un jurado de
acusación en cuyo arbitrio queda la facultad de burlar la acción
de la justicia o causar molestias aun inocente, aparte que las
repetidas escusas i los constantes faltas al derecho que le
impone la lei a éstos, paraliza los juicios por meses enteros,
castigando muchas veces la inocencia con largo tiempo de
prisión; i esto consiste en que se ha adoptado el sistema a
medias, por esa timidez que generalmente se tiene para las
reformas, timidez que a veces desacredita las mejores ideas,
comprometiendo sus resultados por las trabas que se le ponen
116
para que no funcione en su plenitud .

Los jurados eran igualmente acusados de lenidad o demasiada blandura y hay


quejas de esto: “La lenidad i todos los sentimientos humanitarios son virtudes
sublimes que enaltecen al Soberano que los profesa; pero esa misma lenidad
esos mismos principios, cuando se prodigan sin medida, i sin una prudente
premeditación, dejan de serlo, i se convierten en un extravío punible de la
117
inteligencia… ”

115
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Gaceta Oficial del Estado Soberano de
Bolívar. Cartagena ,13 de agosto de 1871.pp. 135 - 136.
116
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Gaceta Oficial del Estado Soberano de
Bolívar. Cartagena, 19 de octubre de 1865. p.3.
117
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Gaceta oficial del Estado soberano de
Bolívar. Cartagena, 27 de marzo de 1864.pp. 3 - 4.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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Por otra parte, el informe señala que entre las faltas más graves de estos jueces
esta además de su inasistencia, la impuntualidad, causa que agravara la lid
procesal y dilataba las audiencias, con lo cual se proponía el traslado de la sede
de tribunales o disminuir el número de los jurados.

En este sentido se traen a colación dos famosos casos en los que la equivocación
de los jurados fue particularmente aberrante:

No hace mucho tiempo que una infeliz mujer fuè acribillada de


heridas con todas las circunstancia de asesinato, a
inmediaciones de esta plaza por un malhechor. Este no
contento con haber cometido ese horrendo delito le incendio su
habitación y le destruyó cuanto en ella había llevando la
ferocidad a tal extremo que le asesinó todos los animales
domésticos que criaba para su sostenimiento la agredida. “El
Jurado de acusación declaró que no había lugar de proceder
contra el reo; i este quedo por consecuencia gozando de
impunidad preparándose sin duda por el aliento que ella le
causo a continuar en la carrera de sus crímenes, mientras que
la infeliz agredida, en la persuasión de que para ella no hai
amparo ni garantía de ninguna, tendrá que huir del país para
liberarse del mayor enemigo que si entonces se limito
solamente a causarle varias heridas, ahora llegara a completar
la destrucción de su ser; pero si esto es triste i desconsolador,
también es digno de horroso recuerdo, que uno de los Jueces
de que se componía el Jurado hombre recto e ilustrado
conocimiento sus deberes con el omnipotente, i para con la
sociedad, se negó a sancionar aquel acto protestó contra él, i
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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se retiró negándole a prestar su firma para que no apareciere


118
en tal escandaloso fallo” .

Con casos como este, no dejaba de pensarse que la aplicación de los juicios por
jurados aumentaban los delitos atroces por la impunidad: “Por desgracia los
delitos atroces en el Estado van en progresión ascendente, i si no se frena ese
119
triste malestar; la sociedad se hunde en el caos de la anarquía” .

En el apartado de los jurados, los comentarios positivos a los de revisión o


segunda instancia eran comunes, mientras se lanzaban agudas críticas a los de
provincia:

[L]a reincidencia en que con frecuencia se nota incurren los


delincuentes, es debida no solo a la lenidad de la penas que se
aplican, aun por las mas famosos delitos, sino a la clemencia
tan mal entendida de muchos jurados i al temor que otros
tienen de dar sus votos condenatorios, por que dicen, que
están luego espuestos a la venganza de los malhechores, que
no sufren una pena tal, que los haga temer volver a ser presos.
I, en cuanto a esto, está dando excelentes resultados el Jurado
de revision, el cual yo creo que debe sostenerse, como que la
única razon que algunos dan en contra de él es, que siendo
compuesto de hombres que están a gran distancia del lugar en
que tuvo lugar el hecho sobre que va a fallar, no pueden
apreciar multitud de circunstancias que deben obrar en el
ánimo de todo Juez de conciencia; pero si fuera a dar valor a
éste argumento, vendrían por tierra los jurados provinciales, a

118
Ídem.
119
ídem
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 122

los cuales se podría aplicar de mismo modo el argumento […]


120
.

O este: “El jurado de revisión ha funcionado i continúa funcionando con la mayor


regularidad; i corresponde siempre dignamente a las miras del lejislador de 1868, i
a la confianza de la sociedad que cuenta en él una de las mejores garantías de la
recta administración de justicia.” 121

O este:

[E]l jurado de revisión creado por la lei de 16 de Octubre de


1868, orgánica del Poder Judicial, continúa dando los mas
felices resultados; pues hasta ahora ha correspondido
dignamente a las miras que tuvo el Lejislador al establecerlo,
tanto, que puede asegurarse que sin su existencia es de
seguro que la mayor parte de los delitos cometidos en el
Estado quedaría impune, i los mas insignes criminales se
burlarían de la acción de la lei; por que los jurados provinciales
de acusación i calificación, con escándalos de la sana moral i
de la vindicta publica, vemos que en el mayor numero de los
presos sometidos a su decisión los unos declaran no haber
lugar a proceder no obstante que del sumario aparece la
prueba legal para ser juzgados el sindicado, i los otros
resuelven negativamente la primera de las cuestiones
sometidas a su consideración, es decir: declaran que el
verdadero delincuente no es responsable del delito que ha
cometido. Pero afortunadamente por cuando la naturaleza del

120
Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena sobre la marcha de la administración en
ella [1869]. En: Informes de los gobernadores de las provincias del departamento de Bolívar, 1861-
1881 (compilación). Editor: Sergio Solano. Universidad de Cartagena. Colección El taller de la
Historia. 2007. p.114
121
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Gaceta Oficial del Estado Soberano de
Bolívar. Cartagena ,13 de agosto de 1871. pp. 135 - 136.
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delito se somete el expediente a la censura del Jurador revisor


éste declarará injusto tales veredictos.

Sería de desearse que todos los veredictos pronunciados por


los jurados provinciales, fuese de al competencia de los jurados
de revisión, para que la represión de todos los delitos fuera
una realidad122

O este: “No creo que la conciencia de los miembros del jurado de revisión sea
más pura que la de lo jurado provincial, pero me he forzado reconocer en aquellos,
mayor posibilidad de ser imparciales, porque hasta ellos no llegan todas las
influencias que agobian a esto”123.

Mientras que contra el jurado provincial se insistía que:

Los mas de estas sumarios han sido fallados por los jurados
provinciales, que, como dije en mi anterior informe, no ofrecen
de continuo garantías i confianza a los ciudadanos, quizás por
los elementos constitutivos de la atmósfera que respiran sus
miembros, cargados de la misma perniciosos para la seguridad;
allí influyen desgraciadamente el interés privado, el temor i una
piedad impía, antes que la justicia, única estrella que la justicia,
única estrella que pudiera conducirnos al principio de una
felicidad positiva. Esta i no otra es la causa que hace prodigar
el sobreseimiento en el mayor número de esos sumarios, sin
embargo de estar plenamente comprobado los delitos i quienes
sean sus actores124.

122
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Diario de gobierno. Cartagena, 1 de
septiembre de 1874.pp. 179-180.
123
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Diario de Bolívar. Cartagena, 6 de
septiembre de 1879.pp. 530 - 532.
124
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Diario de Bolívar. Cartagena, 5 de
septiembre de 1879. pp. 526 - 528.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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Aun así se intentaban plantear soluciones, en caso que la ley no fuera corregida,
dando pie a discusiones doctrinales:

La reforma en lo sustancial consiste que cometido un delito,


bien que la autoridad procediese de oficio o denuncia
confeccionado el sumario se procediese a sortear los jueces
inmediatamente i los que salieran a la suerte hechas la
exclusiones correspondientes i practicados actos continuos los
remplazos, se reunieran en seguridad el jurado que encerrados
en la sala de sus deliberaciones sin permitirles comunicación
alguna teniendo a la vista la causa, pronunciaran su fallo. Me
refiero a los Jurados de acusación, debiéndose proceder con la
misma celeridad i cautela en los juicios de cautelacion llegado
el caso. De ambos fallos debería darse conocimiento o
intervención al Tribunal de justicia del Estado, sometiéndosele
al proceso por vía de consulta aunque no se interpusiera
apelación o recurso alguno, i ese Tribunal en términos
perentorios debiera fallar en definitiva ocupándose de la
sentencia principal que pudiera revocar o confirmar haciéndolo
en el caso las aplicaciones legales conforme al derecho 125.

Se pensó que la solución era ampliar el numero de las listas de los jurados: “Hoy
es mui recrecida la lista de los ciudadanos escritos para servir de jurados, i serán
mui convenientes que se hagan más extensa, incluyendo en ellas los empleados
públicos que pudieran serlo. A vuestra ilustración no se le esconde la utilidad de
126
esta medida”.

La corrección política de estos comentaristas los llevaba a insistir en que la figura


en sí misma no era negativa sino improcedente:

125
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Gaceta oficial del Estado Soberano de
Bolívar. Cartagena, 27 de marzo de 1864.pp. 3 - 4.
126
Ídem.
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[A]ntes de concluir este informe habré de permitirme hacer


algunas observaciones que podrán influir favorablemente en la
administración de la justicia, salvando no pocos de los
inconvenientes que dejo apuntados. Bien conocidas son las
ventajas que ofrece la institución de jurado en materia criminal,
como una garantía de la rectitud de los fallos; pero habla del
jurado que por su orijen i formación esta exento de los vicios
que hacen imposible la imparcialidad e independencia
requeridas. La lojica i la ciencia rechaza abiertamente que los
fallos de un jurado sean censurados por otros jurados, i si, por
lo regular acontece entre nosotros, el último declara injusto el
veredicto del primero, para aceptar la superioridad de este
último ensayo necesitamos reconocer mejor actitud i mejores
condiciones para fallar rectamente de parte del Jurado revisor,
es decir, mayor imparcialidad i mayor independencia, o mayor
honradez i un criterio mas sano para juzgar los hechos.¿No hai
en esto un error positivo, pues que esas deducciones no so
aceptables en absoluto? ¿I nuestras leyes sobre el partículas
en el Estado no se prestan a calificar de injusta una decisión
del Jurado provincial sobradamente merecida i honrada? I si tal
es lo que sucede, si al fin los fallos del jurado provinciales nada
valen, en aquellos negocios que son de la competencia del
jurado de revisión ¿para qué han de conocer aquellos? ¿Por
qué no evitar dilaciones remitiendo el proceso al Tribunal, para
que lo someta al conocimiento del Jurado de revisión, sin que
fallen antes el provincial? Tal como hoy existe, lo que más se
consigue es el desprestijio de una institución tan fecunda en
resultados saludables para la sociedad i protectora de los
fueros de la justicia. Militan razones a favor del Jurado de
revisión, que no se oponen a mis indicaciones. Conviene que
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 126

ese gran jurado falle en determinadas causas: pero no veo la


necesidad de someterlas también al Jurado provincial. La
ignorancia i el modo de formar nuestros Jurados, son la causa
de que no cosechemos siempre el fruto apetecible. El tiempo
que media entre el sorteo de los miembros que han de
componer el Jurado i el dia que han de ejercerse sus
funciones, es bastante para que los interese privados influyan
directamente en el animo de ellos; i de aquí el que sus fallos no
sean tenidos como una garantía para la comunidad. Esto se
puede corregir haciendo el sorteo pocas horas antes de la hora
señalada para la reunión del Jurado, lo cual no es utopía: con
frecuencia hai que hacerlo así cuando falta alguno de los
sorteados, de conformidad con lo que dispone el artículo 552
del Código de procedimiento en negocios criminales. Es así
como se practica en Inglaterra de donde es originario el Jurado,
i en donde corresponde más a las esperanzas de los
asociados. Consecuentemente con las opiniones emitidas en
mi informa anterior, robustecida con la experiencia de las
dificultades con que lucha el tribunal para conseguir que los
Jurados se reúnan a hora determinada, creo que debiera
señalarse a cada ciudadano la remuneración de un peso por
cada vez que desempeñara el encargo de Jurado revisor. I si a
esto se le agrega la multa que debe imponerse a los que falten,
cuyos productos se repartieran entre aquellos que concurrieran,
como indemnización del tiempo que pierdan, casi se puede
asegurar que los mas no se excusarían de asistir a ejercer
aquella sublime misión, que hoy miran como una carga
odiosa.No solo el interés, como pudiera creerse, moverá a los
Jurados a concurrir voluntariamente a desempeñar su cargo;
será mas bien el estimulo i la seguridad que tendrán de que su
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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tiempo no será completamente perdido para sus familias, a


quienes dedican el valor de su trabajo .El gasto que
ocasionaría esta medida es insignificante, atendidas la ventajas
que se derivarían para la buena marcha de la administración de
justicia. En todo el año comprendido desde el 1.º de Julio del
año anterior hasta el 30 de Junio del corriente, se han sometido
al conocimiento del Jurado de revisión 63 sumarios i causas
criminales por delitos comunes; como a cada Jurado deben
concurrir siete miembros conforme a la lei de organización
judicial, en todo el año se habría causado el gasto de $441,00
127
de lei, ósea $36,75 en cada mes .

Pero, ¿Cómo se mantuvo en la legislación esta figura a pesar de las críticas? La


situación parece bastante clara cuando se piensa que ella estaba ligada
fuertemente al concepto liberal de justicia, por lo que podemos afirmar sin temor a
equivocarnos que la figura de los jurados fue pensada expresamente como el gran
logro de las democracias liberales ; el signo expreso de las nuevas formas de
civilización y modernidad y por supuesto de una forma contundente, el medio más
idóneo para que el individuo ciudadano, participara activamente en la
administración de la cosa pública.

La intervención del ciudadano así planteada tenía que ver con dos posiciones que
en términos concretos respondían a su doble condición de ser derecho y deber.

En efecto, el derecho a que los ciudadano intervinieran en las causas como jueces
para expedir veredictos, condenatorios o absolutorios, respondía a un tipo de
sociedad, en la que se ligaba al ciudadano con su atención directa en los asuntos
ciudadanos, para dar a entender que como miembro de la comunidad, le
correspondía hacerlo y era parte inherente de su ejercicio ciudadano.

127
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Diario de Bolívar. Cartagena, 5 de
septiembre de 1879.pp. 526 - 528.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 128

Tal era la exigencia que correspondía a una consignación constitucional. La


obligación correlativa era la asistencia obligatoria al llamamiento que se le hacía
para conformar el jurado y la responsabilidad de un ejercicio responsable, es decir
atendiendo la seguridad que la norma le imponía en cuanto a términos y
responsabilidades coetáneas. Llama la atención el testimonio de un procurador
sobre cómo debían ser las características que debían tener los jurados, con lo cual
se plantea el tema del honor y la probidad del individuo que ejerciera esos cargos.
:

El cargo de jurado de revisión debe ser limitado a los que sean


o hayan sido casados, i vivan como honrados padres de
familia; porque en la práctica he notado que poco cuidan del
honor de la familia los jóvenes i solteros que no tienen el deber
de mantener limpio el cristal de la honra de una esposa o de
unos hijos: en esto, como en todo, hai honrosas excepciones.
Sobre ese mismo punto llama la atención el Sr Fiscal de la
provincia de Mompos, respecto a las cualidades que deben
tener los jurados provinciales128.

El debate sobre los jurados llegaba sin embargo trasnochado a Colombia en el


siglo XIX, y el auge que asume tiene que ver directamente con el exacerbamiento
de las posturas más liberales en aras de recomponer las prioridades en los
asuntos sociales más inmediatos, uno de los cuales era sin lugar a dudas la
administración de justicia.

Este debate se hace más interesante cuando vemos las implicaciones incluso
místicas que se le asignas al jurado como uso de la conciencia pública, como
manifestación de Dios en las decisiones humanas, con lo cual el veredicto aparece
como infalible.

128
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Diario de bolívar. Cartagena, 31 de agosto
de 1875.pp. 791- 793.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
E s t a d o S o b e r a n o d e B o l í v a r ( 1 8 6 3 - 1 8 8 6 ) | 129

Vemos pues como la discusión sobre los jurados va mucho más allá de la simple
dinámica procedimental. En este punto como lo vemos destacado en los
comentaristas de la época, responde a una política criminal sustentada en un
paradigma de corte liberal que se asume como una garantía constitucional , y que
a la vez que se enfrenta a problemas para su implementación , permanece casi
inamovible ante la necesidad de destacar los esfuerzos por civilizar la sociedad
colombiana, a fuerza de encontrar en figuras extranjeras la estructura sobre la cual
construir la modernidad en el discurso de ciudadanía en el radicalismo colombiano
del siglo XIX.

Para abordar en esta discusión resulta utilísimo el uso del Diccionario razonado de
Legislación y Jurisprudencia por Don Joaquín Escriche, magistrado honorario de la
Audiencia de Madrid, y en el cual se expresa el discurso de la época sobre los
jurados de conciencia en las causas penales129.

En su apartado sobre el jury (designación por su original en ingles), es posible


rastrear de entre el discurso crítico y de rechazo a que somete la figura de los
jurados, los beneficios que le estaban asignados en Europa y a los cuales aludían
frecuentemente sus defensores en Colombia, y que él siente como exagerados y
sobrestimados.

La pertinencia de esta fuente estriba en que surge en pleno auge del radicalismo
colombiano y en que muchas de las criticas que ahí aparecen , coinciden con los
argumentos más fuertes que se esgrimían en su contra en los Estados Unidos de
Colombia y particularmente en la Provincia de Cartagena, cómo fue posible
elucidar con los informes mencionados. Como doctrinante de renombre, se acudía
a sus tratados para dilucidar asuntos controvertidos de la ciencia del derecho; así
se evidencia en la siguiente fuente sobre el tema de las prescripciones:

129
ESCRICHE, JOAQUIN. Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia. Madrid: 1872. pp.
486- 537.
Administración de justicia y formación de ciudadanía en el
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En 1875, el Tribunal Superior en un juicio que se alegó la


prescripción de la pena, declaró que no había lugar a ella, en
ningún caso, una vez que se hubiera declarado con lugar de
proceder. En mi concepto aquella doctrina es a toda luz
insostenible i exenta de toda razón jurídica. Los delincuentes
que se alejan de su o que se ocultan para estar fuera del
alcance de la justicia, sufre en parte su pena, se abstiene de
cometer delitos semejantes i se reforman para merecer el
perdón que esperan con la prescripción. “Mientras la pena
como dice Escriche, no tenga otro objeto que el de prevenir los
delitos semejantes, quitando al delincuente la voluntad o el
poder de repetirlos, cuando sin ellas se consiga el fin, será
superflua i de consiguiente injusta130.

Esto nos da pie entonces para repensar cabalmente la significación de la figura del
jurado, en el sentido de ser esta surgida como la concreción del espíritu de
ciudadanía.

La inclusión de jurados en los juicios en las culturas antiguas tuvo que ver con la
idea de que fuera la comunidad la que condenara en ciertos casos de delitos
extremadamente lesivos.

La constitución de un jurado con un número determinado de personas resulto de la


simplificación de los juicios hechos en plaza pública donde era la sociedad u
opinión pública , la que manifestaba con ciertas expresiones , ciertas voces de
oposición, acuerdo o rechazo , lanzadura de objetos etc., su decisión,
especialmente cuando se trataba de imponer la pena capital.

130
A.H.C. Informe del Procurador General del Estado. Diario de Bolívar. Cartagena, 6 de
septiembre de 1879. pp. 530 – 532.
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El jurado pues simplifica este proceso al ser elegido de entre ciertos miembros
representativos de la sociedad con un número limitado de ellos quienes darán su
veredicto.

Por otra parte, es notable que en todos los casos se hable de la controversia por la
imposición de estos jurados, en detrimento de la jurisdicción de los jueces de
derecho. Y es que suele asociarse el orden, transparencia y seriedad y desarrollo
doctrinario de la administración de justicia, con la existencia de aquellos,
estudiosos del derecho, nombrados en sus cargo por el Rey, dada su probidad;
capaces de entender el juicio en todo su contexto, tanto en la parte fáctica, o sea
en el entendimiento de la experiencia de lo ocurrido como hecho criminal, y
también de las consecuencias de dicho accionar en el campo legal propiamente
dicho, tras el cotejo o examen normativo.

Frente a esto se opone el jurado, catalogados como jueces transitorios que fallan
en conciencia tras el análisis de los distintos puntos de vista de los actores
procesales. Escogidos entre los miembros de la comunidad cumpliendo ciertos
requisitos darán su veredicto, mas acomodado a la conciencia y al análisis
circunstancial de los hechos, que a un examen enteramente legal.

El jurado actúa como la conciencia del pueblo y así procederá a emitir el veredicto,
y tendría un origen eminentemente político. Así se deja entre ver cuando vemos
que en Inglaterra, país donde se desarrolla de forma más elaborada, funciona
como expresión del equilibrio de los poderes estatales. Se entendía que los
jueces nombrados por el Rey, funcionaban como mandatarios de este, con lo cual
se abría la puerta a que el ciudadano quedara expuesto al poder real, con todo lo
negativo que esto pudiera acarrear.

Se establece que el ciudadano común será juzgado por sus iguales- es decir,
otros ciudadanos como él- dando así que se posibilita la pretendida imparcialidad
porque se evita una hipotética influencia del soberano.
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El ciudadano era entonces juzgado por jurados escogidos dentro de su


comunidad, con ciertas y particulares condiciones. Aun así, este sistema no era
invulnerable, y si por un lado se evitaba la eventual intervención del ejecutivo en
la administración de justicia (Inglaterra) -lo cual, así visto, era obviamente una
intervención política - se dejó espacio para que esta fuera hecha por personas no
especialistas en asuntos jurídicos, dando lugar a un cierto tipo de inequidades
nada deseables.

Este es quizás el punto más crítico: el de la falta de idoneidad de los elegidos. El


hecho de que el azar escogiera los jurados, propiciaba el problema moral de que
algunos fueran juzgados por un grupo de jurados inteligentes y perspicaces,
mientras que otros lo fueran por un jurado inepto.

Entonces vemos como el jurado así expuesto, tiene entre sus motivaciones la
política como contrapeso a la influencia real.

Pero la intencionalidad política de la institución del jurado se desarrolla en gran


medida como el otorgamiento de poderes al ciudadano común para lograr una
especie de equilibrio en el cual, no solo el poder ejecutivo ejerciera - a través de
nombramientos de jueces - legítimamente influencia en el poder judicial y por
tanto en los juicios, sino que también pudiera hacerlo el ciudadano común, en una
especie de compromiso para involucrarlo directamente en lo público.

Esta visión es justamente la que expondrán los amigos de la institución, y de ellos


precisamente saldrán los comentarios que indicaran el orgullo con que el
ciudadano ingles, atiende al llamamiento que se le hace para ser parte de un
jurado.

No es por eso fortuito que las naciones recién liberadas del español, como
Colombia, hayan tomado esta figura como ideal para civilizar la administración de
justicia y la sociedad.
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La institución del jurado de derecho no era ajena a nuestro régimen legal; en


efecto, en 1821 el congreso de la Nueva Granada reunido en Cúcuta expidió una
ley sobre libertad y juicio de imprenta, con la determinación de que los infractores
serían juzgados por un jurado de conciencia compuesto por 24 ciudadano y de
cierta independencia económica y mayores de 21 años suficientemente ilustrados.
En el artículo 24 se ordenaba al ayuntamiento de cada cantón, tomar la lista.

Dicha ley creó, siguiendo el sistema ingles el jurado de causación y calificación


compuesto cada uno de siete miembros a la suerte por el alcalde de una lista.

Cada vez que se violaba una disposición sobre la materia y se denunciaba ante el
alcalde, este buscaba al infractor y lo hacía aprehender. Luego se sorteaba el
jurado de acusación y examinados sus miembros para determinar si en ellos había
una causal de impedimento legal. Probada su idoneidad se les tomaba juramento
y acto seguido, el alcalde se retiraba para que el jurado procediera a calificar la
culpabilidad del procesado.

El procedimiento criminal siguió encargado a jueces permanentes hasta el año de


1851, en que por ley de 11 de junio de ese año, se autorizo a la cámara
provisional de panamá para que estableciera el jurado que debía conocer de todas
las causas criminales, nacionales y extranjeras. Los procesados podían elegir el
enjuiciamiento por jurado o por las Leyes comunes de la Republica (Juez de
derecho), siempre que así lo manifestaran antes de producirse el sorteo de
aquellos.

En 1851 bajo la presidencia de José Hilario López, el congreso expidió el 4 de


junio ley “estableciendo el jurado para los delitos de homicidio, hurto de mayor
cuantía y robo”. El jurado se componía de cinco miembros sacados a la suerte de
una lista formada por los cabildos. Instalado el jurado, este y el juez de derecho
examinaba los testigos que se habían hecho concurrir y después de oír los
alegatos de las partes, el jurado de conciencia dictaminaba sobre la existencia o
la inexistencia del delito a cabalidad por cuanto no estaban capacitados para
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analizar los medios probatorios. Igualmente debían calificar la gravedad de la


infracción131.

En definitiva, esta figura representó el deseado ideal republicano de una sociedad


presente en los asuntos más inmediatos de la administración pública, y tal sentido
debe ser entendida a pesar de las críticas.

Hemos visto pues como se fue estructurando el aparato judicial de los Estados
Unidos de Colombia en general, y particularmente en el Estado Soberano de
Bolívar. En este proceso de análisis rastreamos la necesidad de romper con los
vestigios del derecho colonial, y la elaboración de una legislación propia que a su
vez contó con una fuerte influencia de la doctrina extranjera. La administración de
justicia en el Estado Soberano de Bolívar, funcionaria como una rama del poder
público que desde el ejercicio de los procesos judiciales, y la protección de los
derechos constitucionales, coadyuvo en la formación de un tipo de ciudadano que
respondió a las necesidades planteadas desde la perspectiva de la cosmogonía
liberal. Faltará ahondar más sobre las especificidades de un tema tan complejo,
pero creemos que la aproximación histórica que hemos hecho, ha revelado por lo
menos la relevancia de construir memoria sobre los temas de las instituciones
públicas y su eficacia para procurar la democracia, la dignidad de las personas y
la felicidad pública.

131
ARANGO, María Sofía y FORERO BECERRA, María del Rosario. Jurado hacia la conciliación.
Trabajo para optar el título de Abogado. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias
Jurídicas. Santa Fe de Bogotá, D.C. 1999.
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CONCLUSIONES

La elaboración de un estudio monográfico con las características que hemos


presentado, ha implicado por lo menos dos grandes inconvenientes: la poca
bibliografía sobre un tema tan particular como la administración de justicia en los
años del federalismo colombiano (fuente secundaria), y por supuesto, la poca
existencia de fuentes primarias en el Archivo histórico de Cartagena.

El primer obstáculo fue parcialmente superado con un texto que a pesar de ciertas
deficiencias – y me refiero específicamente a la particular hipótesis de que los
individuos del Caribe colombiano aparecen más proclives a la infracción legal
que otros en el país- resultó incuestionablemente un importante acercamiento a
este objeto de estudio.

“La Administración de justicia en el Estado Soberano de Bolívar”, es


principalmente un texto jurídico - a pesar de que el autor recree con aparente
naturalidad en problemas historiográficos – que insistirá en algo que ya hemos
sospechado , como es la exagerada proliferación normativa y la tramitomanía ,
con las subsecuentes consecuencias: un sistema de normas extenso, conocido
solo por el circulo limitado de juristas – a pesar de los esfuerzos por su publicidad
en medios oficiales- y que en muchos casos oponía normas con otras,
produciéndose problemas por conflictos de aplicación.

Fue posible rastrear dentro de la copiosa normatividad, el uso de un sistema de


justicia, con buenas intenciones en el papel, que fácilmente se desmoronaban en
la práctica cotidiana, con juzgados pobres y empleados poco instruidos.

Los procesos, el desenvolvimiento de la litis, serán lentos y condicionados a los


vaivenes de los conflictos partidistas. Dentro de este panorama encontramos sin
embargo los muy elaborados estatutos de los años 70 del siglo XIX; y me refiero a
La ley de organización judicial y los Códigos civiles, penales y de procedimiento.
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Y digo que muy elaborados porque constituyen un verdadero esfuerzo articulador


dentro de lo normativo con la intención de modernizar el sistema de justicia. En
ellos, podemos identificar como la acción judicial se dirige a proteger bienes
jurídicos específicos, con la implantación de procesos que anticipan el mayor
numero de situaciones eventualmente demandadas por la comunidad.

De igual manera se establecen de forma clara las competencias jurisdiccionales


con organismos especializados para cada actuación procesal que garantizaran el
principio de la doble instancia, la imparcialidad, la economía procesal, y la
celeridad.

Coincidía su aparición y desarrollo con el auge de las políticas liberales de corte


radical, y con una abrumadora – justamente interesante por esto – carga doctrinal.

La doctrina se expresará como es de intuirse, en elaboraciones que iban desde la


defensa a ultranza del derecho a la vida, a la propiedad privada, pasando por la
defensa de las libertades civiles, y claro está, del debido proceso. Estas
afirmaciones sin embargo, resultan ser vacías si no se les pone en su contexto
adecuado:

Decir que hacen parte de una política de Estado perfectamente coherente y


moderna, sería demasiado, tras lo cual no queda más que pensar en que son una
prolongación de una fuerte carga discursiva, que adaptaba e intentaba adaptar las
ideas inglesas y francesas de civilidad , a la realidades nacionales con la
tensiones propias de este tipo de estrategias.

Esta prolongación se instalaría en el Estado, para concretarse como el recurso


más notable para recomponer la sociedad en aras de la paz social, el desarrollo
etc. No poca cosa fue este esfuerzo. Se piensa en términos de las guerras civiles
encontramos un costo enorme de vidas humanas. Si se piensa en términos del
esfuerzo político, encontramos que el debate fue lo suficientemente interesante
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como para dar lugar a las más variadas y fascinantes demostraciones de habilidad
discursiva y de estrategia política, para mantenerlo más de 20 años (Estados
Unidos de Colombia).

La falta de coherencia se evidencia principalmente en que los más ilustres


liberales de la época, a la vez que se sentían visionarios dentro del contexto
americano no eran capaces de dar el paso definitivo para el establecimiento de
una ciudadanía que eficientemente el ideal liberal de la época.

Con lo cual quiero decir que fueron unos liberales a medias, que construyeron una
Nación liberal y Federal a medias (Kalmanovitz podría hacer extensos comentarios
sobre esto), y que en adición, propondrían un tipo de ciudadanía medianamente
liberal, respetuoso de la propiedad privada, del derecho a la vida, de las garantías,
etc. pero cuidadoso de no trastocar el status quo, lo cual significaba nada menos
que una política ejercida de forma elitista y clientelar , sin mencionar el problema
de la diferenciación social ( por raza o genero), como causa de desequilibrio
social.

Así pues nos encontramos en un siglo XIX permeado por el liberalismo con una
constitución federal (1863) y un proceso de re- conceptualización de la ciudadanía
como expresión de un deseado cambio social que redundará en la utilización del
individuo civilizado, político, correcto en privado y en público, para el desarrollo
económico y moral del Estado.

En este proceso las tensiones avivarían el debate político porque era obvio que se
prefería apertura económica, pero no tanta en el campo de la inclusión social y la
desaparición de los privilegios y desigualdades.

En este punto aparecerá la pedagogía social como instrumento de doctrina liberal.


El sistema de justicia contará también con instrumentos que desde lo legal abre
las puertas de la redefinición de la ciudadanía y dentro de este enfoque, los
esfuerzos de esta monografía han sido identificar, en la defensa del derecho a la
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vida, al debido proceso, y las garantías y libertades civiles, un paso en la dirección


que era la constitución de un individuo que frente al poder omnímodo del Estado
surgía redimido esgrimiendo desde las leyes, la defensa por la justicia y la
dignidad.

Este individuo que ahora sabía que la ciudadanía tenía que ver con esto, se
llamaría ciudadano, y alimentaría su utopía desde los pasquines y la oratoria
pública. Si bien es cierto que es imponderable este paso hacia adelante, no lo es
la línea de los tropiezos y frustraciones. El cumulo de los defectos de la
administración de justicia, seguramente consumen, buena aparte de las utopías de
nuestros tiempos. Porcentajes inmensos de malos momentos de los que hoy en
día somos depositarios.

Así pues, el Sistema Judicial del Estado Soberano de Bolívar, fortaleció el ejercicio
de la ciudadanía, en la medida de que protegió con acciones legales concretas,
expresadas en normas particulares, los derechos constitucionales que
funcionaban como garantías y libertades, a la vez que impulso la implantación de
ciertas figuras como los jurados de juzgamientos, la participación de los individuo
en la administración de los asuntos públicos.

Las tensiones que provocaron estas reformas, fueron rastreadas a través de los
informes de los funcionarios de mayor rango en el Estado como fueron los
Gobernadores, los Procuradores y los Magistrados – informes que subsanaron en
parte el segundo problema al que hacía alusión al principio - y tienen que ver con:

• Las imposibilidad de que el sistema hiciera presencia en todo el territorio


del Estado , y siendo que las distancias hacia las capitales de Provincia –
cabeceras de los Distritos Judiciales – era de esperarse que el uso de los
mecanismos institucionalizados para el ejercicio de la justicia, fuera
virtualmente insuficiente.
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• La falta de educación para la aplicación coherente y eficaz de la figura de


los Jurados de juzgamiento.

• Las deficiencias inherentes a la administración de los Tribunales y


Juzgados, relacionadas con la falta de pago a los empleados, la corrupción
y la falta de organización de expedientes y archivos procesales en general.

Por último no sobra decir, que siendo esta monografía apenas una aproximación
al tema de la administración de justicia, debe ser punto de partida para trabajos
posteriores que lo avoquen con la certeza de que no se está frente a un objeto de
investigación cualquiera, sino frente a uno que ha determinado por años los
intereses más supremos del Estado: la paz, el desarrollo, y la armonía social.
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